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Hispanofobia. Sobre el libro de doña María Elvira Roca Barea, Imperiofobia y leyenda negra

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Hispanofobia. Sobre el libro de doña María Elvira Roca Barea, Imperiofobia y leyenda negra

Carlos X. Blanco

La lectura del libro de doña María Elvira Roca Barea, Imperiofobia y leyenda negra [http://www.siruela.com/catalogo.php?id_libro=3202] no me ha dejado indiferente. Más bien, me ha conmovido. Había pospuesto la lectura de este libro para el estío vacacional, y ya tardaba en caer en mis manos. El texto, no sé muy bien por qué extraños resortes mentales, causó en mí el efecto de una emotiva liberación. La liberación de prejuicios hondamente arraigados y la urgencia por verme en la necesidad de revisar y estudiar profundamente el origen de esos mismos prejuicios. El libro, me parece, es todo un éxito editorial, y ni la autora ni el editor necesitan de publicidad alguna de mi parte. Escribo estas líneas como quien recomienda con fervor algo bueno a un amigo.

imperiofobia.jpgAcabo de consultar la web de Siruela y veo que ya va por la 18ª edición, y el número de reseñas y entrevistas a la autora se multiplica desde su salida. Si escribo esta breve reseña no es por otro motivo que el de compartir sensaciones y reflexiones, animar a su lectura, recomendar el estudio serio y objetivo de la Historia, la de España y la del mundo, y cerrar el paso a toda suerte de racismo.

¿Racismo? Sí, el libro es un alegato contra el único tipo de racismo que aún está consentido, tolerado y hasta bien visto a escala mundial: la hispanofobia. En realidad, ésta magnífica obra de la señora Roca es un tratado sobre la hispanofobia. Ocurre que sobre la civilización hispánica, nacida en las agrestes montañas cantábricas y, secundariamente, las pirenaicas, se pueden verter todo tipo de insultos y maldiciones, y aquí no pasa nada. Se trata de una agresión que apenas va a encontrar respuesta. Desde el siglo XVI, la munición desplegada contra la idea de España, contra su proyecto geopolítico y espiritual, contra su misma razón de ser, ha sido una munición cargada de odio, de alto poder destructivo y de enorme rentabilidad justificativa para quien la ha empleado. La "víctima", España como idea y como proyecto, nunca ha reaccionado eficazmente contra los ataques. En su etapa imperial y ascendente, podía entenderse el gesto altanero y orgulloso de quien no hace mucho caso de las moscas que le revolotean en su camino triunfante. Pero ya en la fase de crisis, y no sólo crisis militar y geopolítica sino crisis existencial, el Imperio español no pudo y no supo articular una "leyenda blanca" que limpiara o neutralizara la muy negra invención que se lanzó contra él.

María Elvira Roca traza con maestría los orígenes de la leyenda negra por antonomasia: la leyenda negra española. Es cierto que todo Imperio desata el rencor y la envida de los vencidos, de los segundones, de los rivales, de los periféricos. Es un fenómeno universal. Roma, Rusia, Estados Unidos, etc. son casos analizados por la autora, y en todos ellos se detecta la creación de una leyenda negra. Pero es muy significativo que el propio término, leyenda negra sin más, sin el apellido de "romana", "inglesa", "rusa", "norteamericana", se aplique a España. A la España imperial, primero, y a la actual España nacional, ahora. La leyenda negra es, sin más especificación, una leyenda negra contra España.

Los orígenes de la Leyenda hay que localizarlos en Italia. La cuna del Humanismo, en pleno renacimiento, es también la cloaca de unos "intelectuales" italianos llenos de resentimiento y envidia que no podían encajar de forma saludable su insignificancia político-militar en tanto que italianos, con la anchurosa y ambiciosa creación imperial que se gestaba en otra península, la Ibérica. La nueva Roma no era la Roma italiana. La nueva Roma era, en realidad, España. España como corazón de un Imperio mundial, del que había de formar parte una gran extensión de Italia. El Humanismo italiano, como su derivación ulterior, la Ilustración francesa, fueron hervideros de "intelectuales" autocomplacientes, henchidos de orgullo nacional herido, ciegos o falsarios en todo cuanto representó la aportación española a la civilización europea, cristiana y mundial. Una Italia impotente desde el punto de vista nacional, en el siglo XVI, así como una Francia frustrada, desde el punto de vista imperial, en el XVIII, han sido centros de propaganda anti-española sumamente eficaces. Lo peor de las Leyendas inventadas en contra de nuestro Imperio y en contra de nuestro pueblo no es que nos mancillen ante el mundo, que nos ataquen. Lo peor es la merma de la verdad, el insulto a la verdad objetiva. Corregir la Leyenda Negra es rendir un homenaje no sólo a nuestros antepasados. Se trata de rendir el debido homenaje a la Verdad. Se trata de estudiar y enseñar adecuadamente la Historia, sin ocultar tampoco los errores y tropelías de otros tiempos, y cuando éstos hayan de ser reconocidos en justicia, se trata también de contextualizarlos en su tiempo. Pero cortar el paso al error, destruirlo y denunciarlo, es un requisito para la recuperación de nuestra identidad colectiva como pueblo, y es un deber para con la Humanidad. La tarea que propone la profesora Roca no puede ser más estimulante.

El carácter racista de la hispanofobia se ve mucho más claramente cuando doña María Elvira pasa a estudiar la leyenda negra surgida en el mundo protestante: Alemania, Países Bajos, Inglaterra, etc. Los italianos y franceses seguían siendo, a fin de cuentas, correligionarios católicos y de latina tradición. A pesar de ser parientes nuestros y vecinos mucho más cercanos, los italianos y franceses nos tacharon de moros y de judíos para subrayar así nuestro falso catolicismo y nuestra dudosa europeidad. Pero, aunque ya había racismo en estas leyendas, de España les podía molestar más bien la existencia de su mismo Imperio, más que nuestra idiosincrasia, y lo que para ellos les parecía temible y propio de un Imperio hegemónico: nuestra soberbia, nuestra supuesta crueldad. Pero en el mundo protestante, verdadera cuna de la raciobiología, esto es, del racismo de base biológica que postula la jerarquía de razas, el católico, el habitante del Sur europeo (al que había que añadir al irlandés) era un ser inferior desde el punto de vista corporal y moral, un ser despreciable y vitalmente decadente. La hispanofobia fue, para los protestantes, el núcleo de la catolicofobia. Había que echar toda la basura propagandística sobre los logros de la civilización católica, cuyo "renacimiento" lo estaba protagonizando la España de los grandes Austrias. La civilización católica, el cristianismo "fáustico" en palabras de Spengler, había conocido su culmen entre los siglos X y XIII. El proyecto del Emperador Carlos I de España y V de Alemania, ya en el XVI, había sido, en realidad, el proyecto de una restauración y perpetuación de esa catolicidad que, atendiendo a su significado, significa "universalidad".

charles_quintcheval.jpgLuteranos y calvinistas no fueron mejores en su intolerancia, como demuestra la señora Roca, antes bien, fueron especialmente fanáticos en sus orígenes, y traidores a la civilización en la que se insertaron, aliándose con los turcos y prefiriendo el yugo de éstos, al yugo suave del Imperio carolino. La historia les juzgará, pues ahora son justamente esos países intolerantes y catolicofóbicos los que han hecho de la "tolerancia" su religión o sucedáneo de religión. Y ahora sí, deshecho ese Imperio universal que extendiera una civilización católica, tienen al "turco", o algún análogo suyo, metido dentro, destrozándoles en sus entrañas.

Sin embargo, es curioso que los países del Sur europeo, bien católicos de tradición, bien ortodoxos (como Grecia), sean siempre los países bajo sospecha, los perpetuos e incorregibles zascandiles merecedores de calificativos económico-financieros tan poco amables como el de países PIGs (pig es cerdo en inglés). Es evidente que nuestro carácter porcino destaca ante la supuesta pureza ética (ahorradores y emprendedores weberianos) de los protestantes de sangre nórdica o anglosajona que mandan en las agencias de clasificación o en los bancos podridos de Wall Street. En la parte final del libro Imperiofobia y Leyenda Negra hay todo un programa de investigación destinado a elevar nuestro amor propio y cuidar de nuestros propios intereses, en tanto que españoles y en tanto que miembros de una amplísima civilización hispánica, si no queremos hipotecar el futuro de nuestros hijos y nietos. Nos va el futuro en ello.

Esta llamada "globalización" es, en realidad, la dictadura de poderes financieros que hace ya tiempo no tienen patria, pero que siguen manipulando con éxito las opiniones públicas angloamericanas y germanas, así como la de otros países nórdicos. Esta globalización que padecemos sigue siendo, en gran medida, "americanización", contando con la sucursal alemana que ha creado un tingladillo llamado "Unión Europea" destinado únicamente a comprarnos, malvendernos, esclavizarnos y saquearnos. El tingladillo es especialmente corrupto, opaco y despótico, y guarda conexiones muy estrechas con las monarquías mahometanas del petróleo, que se están haciendo dueñas de todo. La idea del Imperio católico, esto es, "universal", siempre será objeto de leyenda negra, de desprecio, de manipulación sin límite, de estereotipo, burla, escarnio en este contexto siniestro en que nos movemos. Siempre. Es evidente que, como idea, la de Imperio puede ser malinterpretada. El imperio del que hablamos no es el imperio de una nación sobre otras. Nunca debe confundirse Imperio Español con nacionalismo español. Éste surge después, en el siglo XIX, tarde, mal y nunca… El nacionalismo surge cuando el Imperio se pierde. Tampoco hemos de confundir Imperio con colonialismo. De éste libro de la señora Roca Barea se desprendería, con facilidad toda una "teoría del Imperio". Los ingleses, portugueses, holandeses y, mucho menos, los franceses, nunca tuvieron auténticos imperios. Lo que tuvieron fueron dominios coloniales. Esta teoría (o metateoría) de los imperios ha empezado ya a ser edificada. Don Gustavo Bueno distinguía entre imperios depredadores e imperios generadores, aunque es más clara la tajante y escueta distinción de Roca Barea entre colonialismo e imperio (en sentido estricto). Un imperio auténtico siempre es protector y padre de futuras naciones ante terceros (ante "bárbaros") y siempre es "civilizador" en su sentido genuino. Por mi parte, he cruzado la distinción buenista con otra distinción, la que media entre imperios aglutinantes e imperios absorbentes [https://decadenciadeeuropa.blogspot.com/2018/06/the-difficulties-around-idea-of-spanish.html]. Con ello, creo poder situar al Imperio español dentro de los imperios civilizadores ("generadores"), como Roma, pero no reducirlo completamente a un imperio absorbente, como lo fue la romanización frente a los bárbaros, sobre todo occidentales (celtas, germanos, etc.) sino aglutinante, esto es, un Imperio mucho más considerado con respecto a peculiaridades étnicas, jurídicas, lingüísticas, de los distintos pueblos aglutinados, acercándose así al ideal del Sacro Imperio Germánico en algunos aspectos.

Para terminar mi reseña o recomendación, también debo deslizar una crítica a Imperiofobia. No estoy de acuerdo con el análisis que la autora hace de los E.E.U.U. como imperio víctima de fobias. El yanqui es un imperio claramente depredador, que mina los fundamentos culturales de los países que subyuga y que irá cambiando su "coloración" cultural a medida que su composición étnica interna vaya cambiando. De hecho, ya ocurre que el idioma inglés americano se va distanciando del inglés británico, y que no es una civilización anglosajona (WASP) la que se expande por el mundo. Cada vez más ese imperialismo se muestra como un artificio pseudocultural (a veces pseudoafro, a veces, pseudohispano, etc.) que sirve como mero envoltorio de unas relaciones económicas descarnadas. No se entiende muy bien la defensa, a mi juicio incoherente, que la autora hace del imperialismo yanqui, sabiendo que la muerte del imperio hispano (1898), mejor dicho, el entierro de un moribundo de larga agonía, fue debida a los engaños y abusos de ese artificio, pseudo-nación o conglomerado étnico articulado en torno al dólar, y que se llama los "Estados Unidos de América". Pero de los norteamericanos ya hablaré otro día.

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dimanche, 09 septembre 2018 | Lien permanent

Entrevista a José Javier Esparza autor de ”Tercios”

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Entrevista a José Javier Esparza autor de "Tercios"

José Javier Esparza (Valencia, 1963), escritor y periodista, lleva años entregado a la tarea de reconstruir la identidad española a partir de su Historia. De ello son testimonio su exitosa trilogía La Reconquista, vendida por decenas de miles de ejemplares, La cruzada del océano, sobre el descubrimiento y conquista de América, Historia de la Yihad y Tal día como hoy. Almanaque de la Historia de España, En la misma línea abundan sus novelas históricas sobre los primeros tiempos de la Reconquista: El caballero del jabalí blanco, El reino del norte y Los demonios del mar, todas ellas publicadas en la Esfera de los Libros.

En este caso, nos interesamos por su último libro Tercios, en el que se relata con extraordinaria épica la aventura de la infantería española desde los tiempos del Gran Capitán, a principios del siglo XVI, hasta la disolución formal de los tercios dos siglos después.

  • Ha tocado prácticamente todas las épocas de nuestra historia. ¿Cuál le hubiese gustado vivir?

Creo que el siglo IX temprano, el escenario de mis novelas sobre el origen de la Reconquista: es una época que tiene la fascinación de esos “momentos crisálida” en los que todo está naciendo y el futuro se construye hora a hora.

  • ¿Y cuál cree que se parece más a la actual?

A veces tengo la impresión de que lo que más se parece a la hora actual son los primeros decenios del siglo V, cuando el imperio romano se venía abajo entre una mezcla de opulencia material y decadencia espiritual.

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  • ¿Fueron los Tercios el summum de la evolución del guerrero español?

En mi libro “Tercios” he apuntado un poco a eso, sí: son el resultado de muchos siglos de combate. La organización y los escenarios son nuevos, pero el espíritu que mueve al guerrero, y el propio tipo humano que lo encarna, son el producto de una determinada obra histórica.

  • ¿Por qué cree que hoy nos interesan tanto los Tercios?

Quizá precisamente por eso: es como si encontraras de repente un frasquito de esencia destilada con el letrero “España”. Hoy hemos perdido en buena parte la memoria de la propia identidad. Pero abres el frasquito de los tercios, aspiras y la reencuentras. Ahí dentro está todo lo que somos.

  • ¿Qué valores representan los Tercios para la España de hoy?

Honor. Sentido del sacrificio. Orgullo del deber. La primacía de la gloria sobre el dinero. Ese tipo de libertad suprema que consiste en elegir a qué disciplina te sometes, dónde y cómo entregas la vida. También ese tipo de espiritualidad que puede traducirse como la certidumbre de que Dios combate contigo, algo que es fundamental para entender a aquella gente. Y visto desde la circunstancia actual, además, un patriotismo directo y elemental, sin bizantinismos ideológicos.

  • ¿Estamos faltos de héroes como Farnesio o Dávila?

Creo que los héroes no faltan nunca. Lo que falta es un medio apropiado para que se hagan visibles y para reconocer su mérito. Es una cuestión más cultural que personal, más colectiva que individual.

  • De entre todos los héroes qué menciona, ¿con cuál se queda?

Esta es la pregunta más complicada que se puede hacer: ¡son tantos, y en circunstancias tan distintas! Pero, quizá, Julián Romero (1518-1577), que empezó desde lo más bajo, de mozo de tambor, y llegó a lo más alto, maestre de campo. Murió a caballo, en marcha, con 59 años y después de entregar en los campos de batalla un ojo, una pierna, un brazo, tres hermanos y un hijo.

  • Las ilustraciones del libro son magníficas, ¿Cómo es trabajar con José Ferre Clauzel?

Muy fácil. Tiene un sentido innato del espacio, de la escena, y es muy cuidadoso en la recreación de época.

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  • ¿Qué le deben todos los ejércitos de hoy a nuestros Tercios?

Los Tercios, vistos retrospectivamente, son el primer ejército nacional, popular y voluntario de la era moderna. En el siglo XVI y hasta muy entrado el XVII, sólo hacían oficio de las armas los aristócratas y los mercenarios; el resto del contingente era tropa de leva, temporal, frecuentemente forzosa y bastante poco fiable en cuanto a sus fidelidades. Pero los tercios estaban abiertos a cualquiera con independencia de su extracción social, no eran en absoluto mercenarios que cambiaran de patrón, se comportaban como profesionales extremadamente cualificados y, aunque no todos eran españoles, hacían gala de su españolidad. En torno a esos rasgos se construyó una ética del honor y el deber que recogía lo mejor de la tradición guerrera europea y que ha pasado, mal que bien, a la doctrina militar posterior. Es la idea calderoniana de la milicia como “religión de hombres honrados”.

  • ¿Qué hubiese sido de nuestra historia sin el Gran Capitán?

Es curioso que todo el mundo le considere el padre de los Tercios cuando, en realidad, el sistema de organización en tercios no empezó a usarse formalmente hasta veinte años después de la muerte de Gonzalo Fernández de Córdoba. Pero es que él, sí, fue el padre de la infantería española de los Siglos de Oro. Sin su talento, muy probablemente Francia habría acabado quedándose con el Reino de Nápoles y la Historia de toda Europa habría sido enteramente distinta. Y España habría carecido, tal vez, del instrumento militar necesario para sostener el complejísimo imperio de los Austrias.

  • ¿Cree que el éxito de los Tercios se debió a saber conjugar técnicas propias y adaptar lo aprendido del enemigo?

Entre otras cosas. Estamos muy acostumbrados a pensar en los soldados de los Tercios como puro coraje, pero la hegemonía militar española entre los siglos XVI y XVII es fruto sobre todo de la inteligencia aplicada al campo de batalla: flexibilidad para innovar sobre las tácticas propias, adaptación a las tácticas del enemigo, versatilidad para combatir en distintos escenarios, superioridad tecnológica y científica (sobre esto se ha escrito mucho y muy bueno en los últimos años), una capacidad logística fascinante (basta pensar en el Camino Español), etc. En definitiva, inteligencia además de coraje.

  • ¿Cuál es para usted el episodio más destacado de la historia de los Tercios?

Creo que si hubiera que escoger un episodio para ilustrar qué eran los Tercios, podría servirnos la tragedia brutal del asedio de Castelnuovo, precisamente porque fue una derrota. Francisco de Sarmiento con menos de 4.000 hombres encerrado en aquella fortaleza y, enfrente, 50.000 otomanos, nada menos, al mando de Barbarroja. Sucesivas propuestas de rendición y otras tantas negativas. Al final, un asedio de tres semanas. Todos los nuestros, muertos, menos un centenar de heridos que cayeron presos. Y los otomanos, más de 20.000 bajas, casi la mitad del contingente (¡casi la mitad!), caídos bajo las picas, las balas y las espadas españolas. ¿Por qué no se rindieron los nuestros en una batalla en la que no tenían ni una sola oportunidad de vencer? Precisamente por eso: porque era un tercio español. Dice Preveden que “nunca se ha defendido una plaza fuerte con tanto heroísmo”. Es verdad.

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  • En el libro se menciona que nuestro ejército fue invencible en lo material y en lo espiritual. ¿Fue nuestra arma secreta?

Sí. Es lo más importante y hay que tratar de colocarse en la mentalidad del siglo XVI para calibrarlo en toda su dimensión. El infante español de este tiempo es un hombre que lucha antes por honor que por dinero. Por eso podía existir un código de disciplina tan severo como el que describe Londoño. En los ejércitos de los otros países, las consideraciones caballerescas, cuando existían, eran cosa de la nobleza, de la oficialidad, de la casta guerrera. En las tropas españolas, por el contrario, el hecho de formar bajo las banderas confería a todo hijo de vecino un estatuto caballeresco de facto. El poema de Calderón –“Este ejército que ves, vago al yelo y al calor…”- es la mejor definición posible de ese sentimiento. Fue una de las innovaciones más trascendentales del Gran Capitán. Normalmente este aspecto se pasa por alto, y por eso yo he querido subrayarlo en este libro.

  • ¿Qué gobierno se vio más beneficiado por la actividad de los Tercios?

Sin ninguna duda, las provincias católicas de Flandes y sus estados generales, es decir, su autogobierno local: hay que recordar que aquella guerra, entre otras razones, se hizo allí para defenderlos a ellos, y que fue más una guerra civil entre calvinistas y católicos que otra cosa. Pero, además, a los Tercios debieron su corona, en un momento u otro, Nápoles, el Imperio austriaco e incluso el papado. La guerra es la prolongación de la política por otros medios, y los tercios fueron el instrumento de España para mantener el statu quo durante casi dos siglos.

  • ¿Cuál fue, a su juicio, el más eficaz a la hora de mandar y gestionar a los Tercios?

No es lo mismo mandar que gestionar. Como gestor, tal vez Spínola: era un hombre que venía de los negocios, puso su fortuna al servicio de la causa (y de su propia causa) y de hecho se gastó todo lo que tenía. La vida de los tercios siempre fue menesterosa, pero a Spínola hay que reconocerle que siempre procuró que a sus hombres no les faltara lo básico, incluso cuando él ya lo había perdido todo. Añadamos que, como jefe militar, fue impecable. Y estrictamente como jefe militar, yo creo que Alejandro Farnesio es insuperable: inteligente, combativo, astuto, muy buen estratega en la mesa de operaciones y excelente táctico en el campo de batalla, incansable, amado por sus hombres y capaz de coger una lanza y salir al galope cuando se le calentaba la sangre. Añadamos que como político se desempeñó con bastante tino. Un fenómeno.

Muchas gracias por tu tiempo.

Diego Solanas

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lundi, 05 février 2018 | Lien permanent

La expulsion de los moriscos

La expulsión de los moriscos: una cuestión perenne.

por Manuel Fernández Espinosa / www.arbil.org

Es normal leer en ciertos y malos libros de Historia, muy propensos a las mitificaciones, que la expulsión de los moriscos fue una torpeza política, pero así como los gitanos han podido, aunque a duras penas, integrarse en España sin perder sus señas de identidad, siendo en la actualidad tan españoles como todos los demás lo somos, los moriscos no pretendieron nunca otra cosa que invertir los progresos alcanzados por la Reconquista, para volver a convertir a España en la punta de lanza del Islam en Europa. Una expulsión oportuna pudo frenar ese retroceso que de nuevo nos hubiera sumido en las tinieblas del año 711

Siete de la mañana del día 13 de junio de 1601. En Velilla, apacible pueblo a las riberas del Ebro, no muy lejos de Zaragoza, una famosa campana de diez palmos de circunferencia empieza a teñir a pausas, unas largas y otras cortas, sin que actuara sobre ella ningún impulso humano. Según los testigos, unas veces el badajo se movía en círculo, lamiendo con horrísono y broncíneo lamento los labios de la campana, otras veces daba grandes golpes a oriente, a poniente y al sur, nunca al septentrión. La campana tocó así, sin que nadie la accionara y ante el estupor de todos los que se acercaron a presenciar el portento, desde ese 13 de junio hasta el 29 de ese mismo mes y año del Señor de 1601, reinando en las Españas Felipe III de Austria.

La leyenda dice que esta campana, llamada la campana de Velilla, tiene esta extrañísima virtud debido a que, según los lugareños, fue fundida en las mismas fraguas en que fuera acuñada una de las treinta monedas con que pagaron a Judas su traición. La antigüedad conserva cumplida crónica de las ocasiones en que la campana fue tañida por invisible mano; pasó así estando en prisión el Rey D. Alfonso de Aragón, así ocurrió a la muerte de Fernando el Católico, y así sucedió cuando el saco de Roma. Dícese, al cabo, que la campana de Velilla suena cuando se ciernen sobre Aragón, bien infortunios o bien prosperidades. Y decir Aragón es decir España.

La barbarie morisca.

Cuando tocó la campana de Velilla en 1601 lo hizo, así lo atribuyeron nuestros antepasados, a una feliz determinación de la Corona: la expulsión de los moriscos se realizaría muy pronto. La Providencia confirmaba con la campana de Velilla el buen suceso.

Muchos años antes de que la campana de Velilla tañera como présago de la inminente expulsión de este elemento alógeno, los moriscos granadinos habían sembrado el terror. En 1568 se habían sublevado en las Alpujarras cometiendo infames crímenes, y mientras que se perpetraban auténticas orgías de sangre, sus secuaces proclamaban como rey propio a Fernando de Córdoba, de la simiente de Abén Humeya.

Podemos decir que después de conquistada Granada por los Reyes Católicos en 1492, los moriscos -población vencida- se habían beneficiado de unas condiciones muy generosas, pactadas en la capitulación. Se les permitió elegir si quedarse en Andalucía, respetándoles su religión y leyes, o tomar el camino de regreso a África. Pero la bondad de los Reyes Católicos costaría cara a los españoles: se repetía la famosa fábula del pastor que arropó a la víbora en su regazo, cuando la víbora salió de su letargo, le mordió. La Corona, haciendo uso de la legitimidad que le asistía, había promocionado una política de repoblamiento, trayendo a las Andalucías colonos cristianos del Norte que devolvieron a las tierras meridionales de España el aspecto que perdieron en el aciago año de 711.

Ya decimos que, toda vez reconquistada España, muchos moriscos tomaron la derrota de África aunque se les había permitido quedarse. Aquellos que se quedaron no se conformaron con las ventajas estipuladas en las capitulaciones de Granada; fue entonces cuando empezó una lacerante guerra. En las primicias de esta rebelión todo hacía pensar a las autoridades españolas que no se trataba de otra cosa que de hechos aislados: robos violentos perpetrados por los "monfíes", una especie de salteadores de caminos musulmanes, pero con el tiempo los monfíes, liderados por el descendiente de Abén Humeya, el más arriba mencionado Fernando de Córdoba, se convertirían en los verdugos más encarnizados de todas las mujeres, niños, viejos y clérigos cristianos que encontraban a su paso.

Diego Hurtado de Mendoza nos cuenta las horrorosas matanzas que, hasta el grado más monstruoso, perpetraron los moriscos contra la pacífica y desarmada población española que con ellos "convivía" [como gustan decir a los sostenedores de esa absurda mitología de las tres culturas].

"Comenzaron por el Alpujarra, río de Almería, Boloduí, y otras partes a perseguir a los cristianos viejos, profanar y quemar las iglesias con el sacramento [dentro], martirizar religiosos y cristianos, que, o por ser contrarios a su ley, o por haberlos doctrinado en la nuestra, o por haberlos ofendido, les eran odiosos. En Guecija, lugar del río de Almería, quemaron por voto un convento de frailes agustinos, que se recogieron a la torre, echándoles por un horado [agujero] de lo alto aceite hirviendo, sirviéndose de la abundancia que Dios les dio en aquella tierra para ahogar sus frailes. Inventaban nuevos géneros de tormentos: al cura de Mairena hinchieron [hincharon] de pólvora y pusiéronle fuego; al vicario enterraron vivo hasta la cinta, y jugáronle a las saetadas [lo que significa que después de enterrarlo hasta la cintura, lo flechearon]; a otros lo mismo dejándolos morir de hambre. Cortaron a otros miembros, y entregáronlos a las mujeres, que con agujas los matasen; a quien apedrearon, a quien acañaverearon [hirieron con cañas cortas en puntas], desollaron, despeñaron; y a los hijos de Arze alcaide de La Peza, uno degollaron, y otro crucificaron, azotándole, e hiriéndole en el costado primero que muriese. Sufriólo el mozo, y mostró contentarse de la muerte conforme a la de Nuestro Redentor, aunque en la vida fue todo al contrario; y murió confortando al hermano que descabezaron. Estas crueldades hicieron los ofendidos por vengarse; los monfíes por costumbre convertida en naturaleza." ("Guerra de Granada".)

A la luz de sus tremendos crímenes se entendió que no se trataba de hechos aislados, sino de una ofensiva en toda regla, por lo que se deduce que la expulsión se hizo una necesidad imperiosa para la preservación de España, item más los moriscos tendían puentes con el Turco que asolaba el mar Mediterráneo. La expulsión fue una más que prudente medida: fue lo más acertado que se pudo hacer bajo el reinado de los Austria menores. Así lo afirma, con la solvencia que por desgracia no tienen algunos historiadores españoles, el historiador e hispanista John Huxtable Elliot: "...resulta plausible la creencia de que la expulsión era la única solución posible. Fundamentalmente la cuestión morisca era la de una minoría racial no asimilada -y posiblemente no asimilable- que había ocasionado trastornos constantes desde la conquista de Granada. La dispersión de los moriscos por toda Castilla, después de la represión de la segunda rebelión de las Alpujarras, en 1570, sólo había complicado el problema extendiéndolo a áreas hasta entonces libres de población morisca. A partir de 1570 el problema morisco fue un problema tan castellano como valenciano o aragonés, aunque sus características variasen de una región a otra." ("La España imperial 1469-1716")

Derramados por toda la península, crecían con asombrosa celeridad, el ritmo de crecimiento de la población morisca era de un 70% entre 1533 y 1609, frente a un 45% de la población española. Encapsulados y a la espera de ser invencibles por número se habían organizado en Valencia con el significativo nombre de "la nación de los cristianos nuevos de moros del reino de Valencia", que nos puede recordar los nombres que en la actualidad han adoptado las llamadas "comunidades islámicas" que crecen con similar vertiginosidad en nuestra España de hoy. Se descubrió no sólo relaciones entre moriscos con turcos, sino también contactos entre moriscos asentados en Aragón y el gobernador francés de Bearn y ocupaban tierras que pertenecían por derecho propio a españoles menos afortunados. Pero muchos nobles los protegían, por el beneficio económico que les deparaban.

Se estima que fueron expulsados 275.000 de los más de 300.000 moriscos que se calculan existentes. Algunos piensan que esto supuso un grave varapalo para la economía española, pero Elliot sostiene que: "creer que su expulsión tuvo consecuencias comparables a la de los judíos, en 1492, es absurdo". Otra cosa es que el gobierno de Lerma no supo encauzar la situación abierta tras su acertada expulsión.

La literatura barata que exagera las consecuencias de una medida tan oportuna no tiene ningún derecho a condenar una expulsión que se era cuestión de vida o muerte. Si, como algunos de esos noveleros afirma, nuestros antepasados del siglo XVII hubieran sido xenófobos radicales, hubiéramos podido asistir a la expulsión de otros colectivos alógenos que tenían su residencia en España, como los gitanos, pongamos por caso. Y no faltaron voces que así lo proclamaron. En 1621 el sabio economista D. Pedro Fernández de Navarrete publicaba anónimamente su "Conservación de monarquías", que más tarde se volvería a publicar en 1626 con el nombre de su autor. En este libro se aconsejaba la expulsión de otros segmentos de población considerados no-españoles y que habían sobrevivido a la expulsión de los moriscos, como gitanos e irlandeses. No prosperaron las indicaciones de Fernández de Navarrete, y aunque los gitanos tardaron en acomodarse, podemos afirmar que, en términos generales, el gitano es hoy por hoy uno de los colectivos que, conservando celosamente sus propias costumbres y cultura, es tan español como el que más.

En el siglo XVIII un franciscano de Torredonjimeno (provincia de Jaén), fray Juan Lendínez, decía así en su libro inédito "Augusta Gemela ilustrada" (año 1778) que:

"Atribuyose este tañido [de la campana de Velilla, más arriba referida] a feliz pronóstico de la expulsión de los moriscos. Cuyos tratos con los enemigos de España, principiando a descubrirse más visos por estos días llamaron la atención del Monarca. Súpose tenían trato con el Gran Turco, y otros reyes del África, para entregarles a España; levantándose para día determinado; y aguardaban [los moriscos] llegasen con brevedad los socorros que habían pedido, contando ellos ciento y cincuenta mil combatientes. Dentro de estos reinos [de la Andalucía] habían solicitado alianzas, varias veces, aun con los Príncipes Christianos [con Francia, enemiga secular de España, y Venecia, rival mercantil del Mediterráneo].

"Esto, con muchas muertes que hacían a los naturales españoles, y habérseles averiguado el ser apóstatas de Nuestra Santa Fe, y que vivían en la observancia de su malvada ley, puso al Rey en la necesidad de tratar en sus Consejos, si le sería lícito y útil al Estado la expulsión de los moriscos. Dividiéronse los pareceres, según eran en los Ministros los intereses, pero al fin, prevaleciendo el mayor número de votos, y tomando las mayores precauciones para la seguridad del hecho, fueron expelidos de todas las Provincias de España en 1610. ¡Feliz año! En que acabando España de arrojar de su seno tanto número de enemigos, vió cumplidos los deseos de tantos años.

"Del Reyno de Valencia salieron para el África cerca de ciento cuarenta mil; con algunos que por rebeldes fueron puestos al remo. De Aragón y Cataluña salieron setenta mil; de Castilla la Vieja y la Nueva, la Mancha y Extremadura, otros setenta mil, con tres mil que salieron de Hornachos, y de los Reynos de Andalucía salieron treinta mil que en todos suman trescientos y diez mil personas. Permitióseles llevar sus bienes muebles y semovientes, quedando los raíces a favor de los Señores de los Lugares de quien eran vasallos, en Valencia, Aragón y Cataluña; y en los demás Reynos se aplicaron al Real fisco. Dícese que pereció la mayor parte, y que los demás, dondequiera que llegaron, fueron mal recibidos y [mal] tratados; y así afirman ellos que esta expulsión fue la mayor calamidad que han sufrido ellos mismos. Antes de salir de España, manifestaron cuán bien merecido tenían este castigo, por secuaces de su Profeta falso; y de consiguiente se casaron con muchas mujeres, confesando ser christianos en la apariencia, y de corazón observadores del Alcorán de Mahoma. Los moriscos de la Mancha fueron conducidos por los pueblos [de Jaén]; lo que causó notable sentimiento de la piedad christiana de sus moradores, especialmente, la inocencia de los niños, que padecían la pena que sus padres merecían.

(...)

"Concluida la expulsión de los moriscos en 1611 y viéndose ya los pueblos libres de los sustos que ocasionaba esta gente infame, se aplicaron al ejercicio de su piedad." (Augusta Gemella Ylustrada con los pueblos de su Partido hoy villa de Martos, pp. 390-393).

La solución aportada por los Austria al problema morisco, expulsándolos de España, no fue, como pretende hacernos creer la historiografía más interesada y filoislámica, cuestión de xenofobia, sino cuestión de vida o muerte para España. Una cuestión perenne, como podemos apreciar contemplando el panorama actual.

•- •-• -••••••-•
Manuel Fernández Espinosa

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dimanche, 15 avril 2007 | Lien permanent

Quito y la geopolítica inglesa: 1698-1830

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Quito y la geopolítica inglesa: 1698-1830
Una breve aproximación histórica.
 
Por Francisco Núñez Proaño

 

Ex: http://www.arbil.org/

“Los ingleses considerados como pueblo, son tan imprudentes, tan estrechos y tan poco prácticos en cosas políticas como cualquier otra nación. Pero poseen una tradición de confianza, pese a su gusto por los debates y las controversias públicas. La diferencia esta que el inglés es ‘objeto’ de un Gobierno con antiquísimos y triunfantes hábitos” – Oswald Spengler


Quito en el mundo de los siglos XVI Y XVII

Algo más de un lustro después de haber sido fundada San Francisco de Quito trascendió por primera vez al ámbito de las líneas geopolíticas europeas debido al descubrimiento del río más largo y caudaloso de la Tierra[1], llamado inicialmente por “los argonautas de la selva” sus descubridores españoles: “Río San Francisco de Quito” y  finalmente “Río de las Amazonas”.

La expedición que había partido de Guayaquil y Quito en 1541 y llegó a célebre término en la desembocadura del “río-mar” en el Océano Atlántico en 1542.  El conquistador y descubridor Francisco de Orellana firma en Valladolid las capitulaciones conformes con el Príncipe Regente de Castilla, Felipe de Austria, en ausencia de su padre Carlos I de Castilla y V del Sacro Imperio Romano Germánico, quien se encontraba fuera de España tratando sus asuntos europeos, entonces se le conceden los títulos de Adelantado y Capitán General de la Nueva Andalucía a Orellana que sin embargo no pudo ver sus expectativas cumplidas al morir tres años después en las playas Atlánticas del Amazonas que descubriera un 12 de Febrero de 1542[2].

Tuvo que transcurrir casi un siglo para que en 1637-38, el explorador Pedro de Texeira al servicio Felipe III de Portugal y IV de Castilla respectivamente, remontara el curso del Amazonas desde el Atlántico hacia Quito, reconfirmando así la posibilidad y la existencia de comunicación directa entre el Océano Atlántico y el Virreinato del Perú. Conformando así una realidad bi-oceánica de facto para los Reinos americanos con todas las implicaciones geopolíticas de este hecho de por medio. En 1639 la expedición se volvió a realizar desde Quito hacia el Gran Pará por decisión de las autoridades virreinales, pero en esta ocasión Texeira fue acompañado por los jesuitas Cristóbal de Acuña y Andrés de Artieda[3], personas de confianza de la Audiencia de Quito, delegados del Virrey del Perú. Por órdenes superiores Acuña realizaría una importante y mundialmente conocida crónica de esta exploración.

Entre 1542 y 1639 la Monarquía Hispánica tuvo prohibido a sus súbditos penetrar o escribir sobre el gran Río Amazonas.[4] “Oficialmente estaba proscrito describir al Amazonas geográficamente, peor darlo a conocer al mundo, pues, había el temor de que potencias enemigas, que asediaban el subcontinente sudamericano, “invadieran” el río-mar apropiado por España, cuando éste era todavía una maraña inexpugnable y su extensa cuenca fluvial era virgen para el mundo occidental, con la excepción de la incursión de Orellana… Tales potencias eran además Holanda, Inglaterra, Francia y Portugal, las cuales habían recibido ‘concesiones’ de la corona para ‘colonizar’ Guyanas y la desembocadura del río.”[5]

En 1640, Cristóbal de Acuña presentó su relación al Rey Felipe IV de España. Se llama a esta la “crónica breve” donde se incluía un mapa del curso del Amazonas hasta las faldas de los Andes con Quito como cabecera política de la región. Su informe y mapa, fueron prohibidos de publicarse por ser “estratégicamente importantes”[6], como se diría ahora “reserva geopolítica”… “en la jerga de seguridad del Consejo de Indias, los papeles de Acuña eran ‘clasificados’ para las preocupadas autoridades de la corona. Y por ello: ‘hásele mandado no saque a la luz nada, porque los enemigos no emprendan continuar esta navegación y perficcionarla’.”[7]

Debido a estos hechos “Acuña tuvo entonces que volver a escribir una segunda relación, eliminando de aquella los detalles geográficos y estratégicos inconvenientes a la Corona… la orientación de la segunda crónica será amplia y diversificada en secciones y apostillas elegantes. Esta es la crónica oficial, la que ha venido leyendo y conoce el mundo occidental desde los años señalados (1641, 1645). Su ficha es: Nuevo Descubrimiento del Gran río del Amazonas, el año de 1639, por la Provincia de Quito, en el Reyno del Perú. Madrid.”[8] [9]

Esta crónica tendrá tremendas consecuencias geopolíticas para el Imperio Hispánico.

1698: Inglaterra pone sus ojos en Quito.

Geopolíticamente hablando el primer documento público, o uno de los primeros documentos públicos ingleses que hace referencia a Quito[10] es la edición inglesa de 1698 de la crónica de Acuña: Voyages and discoveries in South America. The first up the river of Amazons to Quito in Peru, and back again to Brazil, perform’d at the Command of the King of Spain by Christopher d’ Acugna… Done into English from the Originals… London, printed for S. Buckley, 1698.[11] Aquí se señala acuciosamente:

“Las siguientes relaciones son de los descubrimientos de las partes más ricas del mundo, aún no pobladas por los europeos, y otras que aunque poco conocidas, dignas… por todas las bendiciones de paz, ningunas otras parecen tan encantadoras o rentables que (para) la navegación y el comercio, especialmente para la nación inglesa (el resaltado es mío), cuyo genio es mucho más inclinado a las mejoras en el mar y las plantaciones en el extranjero, las cuales traen gran riqueza al reino, particularmente esas en América, donde los españoles por su mala conducta han dado oportunidades a algunos de sus vecinos para poner una parte de la riqueza y el comercio de esta vasta tierra extensión de tierra. El frecuente saqueo de sus ciudades (poblaciones) y aprovechamiento (sic) de sus barcos por los ingleses, franceses, y los holandeses, puso a Felipe III en la búsqueda de nuevas vías de transporte de los tesoros de Perú, Chile, y (Nueva) Granada hacia España para lo cual [la costa en el Golfo de México es bien conocida tanto como las de Europa] ordenó desde la Corte en Madrid a los gobernadores de Brasil y Perú enviar (una misión) para intentar la navegación del gran río de las Amazonas, allí donde se encontraron (practicable o prácticamente en francés en el original) el oro, plata, y otras mercancías del Perú (la Real Audiencia de Quito incluida) y de países adyacentes que podrían ser enviados hacia el sur (down –sic) por el Pará, donde poner y abordar a los galeones  que se encuentran menos expuestos allí, que en Cartagena, Porto Belo, o Vera Cruz, las averiguaciones (sobre) la boca de ese río son desconocidas y peligrosas a los extraños – extranjeros.”[12] [13]

Esta primordial declaración de los intereses sobre estas regiones “tan encantadoras” y “rentables para la navegación y el comercio, especialmente para la nación inglesa”, demuestra el inicio de un plan estratégico de desestabilización del Imperio Hispánico con el objetivo de sustraer del espacio español americano a las Provincias o Reinos de las Indias Occidentales para beneficio y usufructo de la esfera geoeconómica y comercial inglesa, es decir, para constituir a estas regiones en Estados tributarios de lo que más tarde se denominaría el Reino Unido de Gran Bretaña.

Notable es que en esta misma edición inglesa de la obra del Padre Acuña, se incluya un mapa del norte de la América del Sur: Perú, Quito, Reino de Granada (Kingdom of Granada), Los Quijos, Venezuela, Nueva Andalucía, Guyana, Carabuyanas y Brasil;  con una precisión destacable para la época y  donde el río Amazonas nace en Quito

La delineación geográfica del trazado del mapa se basa indudablemente y como se señala allí mismo en la relación de Acuña. Convirtiendo a Quito un objetivo estratégico inglés,  la llave para las riquezas del Perú que podrían ser transportadas por el Amazonas hacia el Atlántico por el Pará como se menciona en la introducción precitada del libro.

Clara y acertada fue la previsión de las autoridades españolas en prohibir la difusión de los detalles relacionados a la cuenca del río Amazonas, donde los intereses de sus adversarios globales le acarrarían el desmembramiento de sus provincias ultramarinas.

1711: “Una propuesta para humillar a España”.

A comienzos del Siglo XVIII  el atraso de España respecto de Francia e Inglaterra era considerable. En el intento de recuperar la supremacía española, la dinastía real de la Casa de Borbón inició una serie de transformaciones conocidas como reformas borbónicas. En América tales medidas fueron motivo de descontento y estimularon ideas de sedición sobre todo en los sectores afectados por las mismas. Carlos III fue el máximo exponente de esa voluntad de reformas, pretendiendo con estas hacer más eficiente la administración del Estado; liberar el comercio, impulsar la educación y las ciencias, aumentar los tributos, y sobre todo concentrar el poder político en la Corona violentando de esta manera muchos fueros tradicionales de las Españas europeas y americanas[14], generando así una severa crisis económica en el Reino de Quito.

El tramado de la historia nos devela que existieron intereses mucho más poderosos detrás de la crisis a lo largo del continente y en particular en Quito. En un folleto extraño por su poca difusión y perturbador por su alevosía titulado “Una propuesta para humillar a España”, escrito en 1711 en Inglaterra “por una persona de distinción” se menciona un funesto plan para acabar con la Monarquía Católica Hispánica, atacando su principales puntos y centros de poder y comercio, que entonces gravitaban en torno al núcleo continental del Virreinato del Perú, los actuales Ecuador, Perú y Bolivia. Se dice allí de Quito:

“…dada la considerable falta (?) que tienen de estas mercaderías (textiles ingleses), que tanto necesitan el consumo de ellas, aumentaría, porque nuestros productos y tales son irrazonablemente caros (debido a la restricción del libre comercio en ese entonces), por las razones ya mencionadas, y así los pobres y aún los comerciantes, hacen uso de las telas de Quito para sus vestidos y solo los mejores usan géneros y telas inglesas. Pero si de una vez, nosotros podemos fijar nuestro comercio, por el camino que yo propongo (directamente por Buenos Aires y a través del continente hacia el interior, sin tener que pasar por Cádiz), con seguridad, arruinaríamos, en pocos años, la manufactura de Quito (el resaltado es mío).”[15] [16]

Tal como sucedería finalmente hacia finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX hasta la mal llamada independencia. Irónicamente puedo decir que con sorpresa. Este se conformó entonces como un plan  estratégico británico en 1711 para conquistar las Provincias de España en América.
La apertura del comercio trajo devastadoras consecuencias para Quito y la sierra centro-norte del actual Ecuador. Los paños ingleses introducidos a precios más bajos que los quiteños, significaron la pérdida del mercado del norte del Virreinato del Perú. La necesidad de remitir fondos para la defensa de Cartagena de Indias ocasionó la escasez del circulante. La crisis económica estuvo acompañada de una grave convulsión social ocasionada tanto por las rebeliones indígenas[17], como por la creciente incertidumbre de los barrios, quienes en forma tradicional protestaban contra esta situación al grito de “¡VIVA EL REY! – ¡ABAJO EL MAL GOBIERNO!”, demostrando así que ante todo y más allá del pronunciamiento el Rey era el Rey. Un Rey distante pero benévolo.

El largo siglo XVIII – Plan Maitland-Pitt

Desde la elaboración del plan para humillar a España que como se puede comprobar fehacientemente con los hechos históricos sucedidos desde entonces fue cumplido al pie de la letra hasta la formal secesión de Quito y de las demás Españas americanas respecto de la España europea, transcurrieron 111 años (1711-1822), un largo siglo XVIII decadente por causa de la acción externa de Inglaterra y de la extenuada biología política imperial hispana.

El general escocés Thomas Maitland diseñó en el año 1800 un “Plan para capturar Buenos Aires y Chile y luego emancipar Perú y Quito”, donde se expone como Inglaterra se propone la conquista de la América del Sur. Para 1804 este plan fue adoptado por el Primer Ministro británico William Pitt (el joven). Maitland en despacho a Pitt delimita la acción a ser concretada con estas palabras:

“Estimado Señor: Hace un tiempo tuve el honor de someter a su consideración el borrador de un plan para atacar los asentamientos españoles en el Río de la Plata. Mi objetivo era procurar a Inglaterra un beneficio grande, aunque en cierto modo limitado, abriendo un nuevo y extenso mercado para nuestras manufacturas… que tuviera como objetivo la emancipación de esas inmensas y valiosas posesiones y la apertura de una fuente de permanente e incalculable beneficio para nosotros, resultado de inducir a los habitantes de los nuevos países a abrir sus puertos y recibir nuestras manufacturas, de Gran Bretaña y de la India… Una expedición a Caracas desde las Antillas, y una fuerza enviada a Buenos Aires, podrían realmente proveer la emancipación de los colonos españoles en las posesiones orientales, pero el efecto de tal emancipación, aunque considerable, no podría jamás ser tenido por seguro en las más ricas posesiones de España en la costa del Pacífico, y es menester observar que la razón por la cual los españoles han asignado importancia a sus posesiones orientales es que ellas sirven como defensa para proteger sus más valiosas posesiones occidentales… Por lo tanto, yo concibo que, con vistas a un impacto sobre el conjunto de las posesiones españolas en Sud América, nada de sustancial puede lograrse sin atacar por ambos lados, aproximadamente al mismo tiempo (Nota del autor del artículo: Bolívar y San Martín), con un plan y una coordinación tales que nos permitan reducirlos, por la fuerza si fuera necesario, en todas sus inmensas posesiones sobre el Océano Pacífico.”[18]

¿Y Quito? Pues como señala el nombre del plan, los objetivos son el Perú y Quito:

“… un ataque sobre ambos lados sin conexión o relación entre sí, aun cuando ambos sean exitosos, no nos conduciría a nuestro gran objetivo que es abrir el comercio de toda Sudamérica (en concordancia con el plan de 1711)… La perspectiva de un beneficio inmediato e inmensa riqueza naturalmente inclinará a los participantes en esta operación a dirigir sus miradas, de inmediato, a las ricas provincias de Perú y Quito… Chile se convertiría en un punto desde el cual podríamos dirigir nuestros esfuerzos contra las provincias más ricas… El fin de nuestra empresa sería indudablemente la e

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jeudi, 16 janvier 2014 | Lien permanent

El Magnicidio de Carrero Blanco

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El Magnicidio de Carrero Blanco

por Pedro Navarro

Ex: http://www.arbil.org

Cuanto más se profundiza más se tiene la clara sensación de que una mano superior guió aquel conjunto de acciones, anteriores y posteriores al magnicidio, que determinaron el desastroso rumbo que tomó España a partir de él.

Hace un tiempo tuve el gusto de publicar un trabajo sobre el tema en estas mismas páginas (Arbil nº 114: El Asesinato de Carrero Blanco). Por eso, cuando he leído “El Magnicidio de Carrero Blanco”, recientemente publicado por José María Manrique y Matías Ros en la Editorial Akron, he visto confirmada mi tesis de que “el pecado original del actual sistema español fue aquel asesinato”. Este libro, en tamaño de bolsillo (160 páginas), pero no por ello exento de rigor, y, por un módico precio (8 €), facilita al lector medio el acceso a casi todas las informaciones “abiertas” publicadas, así como reveladoras aportaciones originales y un fundamentado análisis de todas ellas. La presentación del libro, con sus 35 ilustraciones y más de 100 notas a pié de página, así como el tipo de letra, le hacen de fácil y cómoda lectura y comprensión. Procurando no caer en la tentación de hacer un resumen del mismo, con lo que les privaría del superior placer de leerlo, voy a tratar de demostrarles mi tesis en base, fundamentalmente, a su contenido.

El pecado original de la actual “democracia española”

Para empezar, a ninguna persona medianamente informada le puede quedar la duda de que con el Almirante Carrero Blanco vivo, la “ejemplar transición democrática” española, como muchas veces se la denomina, hubiera sido francamente distinta de la que fue y, sin duda, mejor. Carrero no había cumplido 70 años cuando fu asesinado en diciembre de 1973 y cabía esperar que su salud le habría permitido continuar en el gobierno hasta la proclamación de la nueva Constitución (lo fue en 1978). Nadie que conozca cuan vergonzosamente se entregó el Sáhara Español a Marruecos por supeditación a los intereses norteamericanos, apenas dos años después del magnicidio, creerá que ello hubiera posible con Carrero Blanco de Presidente del Gobierno; no en vano el Almirante era Subsecretario de la Presidencia de Gobierno cuando la Guerra de Ifni-Sáhara de 1957-58, y supo en primera persona los entresijos de la política marroquí y norteamericana (esta última forzó la creación de las provincias africanas ante el veto, unilateral a España, de empleo del armamento de origen yanqui), por lo que estaba vacunado contra ellas. Lo mismo puede decirse de la aberrante Constitución que nació cinco años del magnicidio, tanto por la ausencia de referencias a Dios (que ha llevado a la casi total degradación moral actual) como por la imposición del suicida e inviable “Estado de las Autonomías”, que está a punto de acabar, económica y físicamente, con España.

Por supuesto, los más de 2.000 muertos del terrorismo (la mayor parte durante los dos lustros que siguieron a su vil asesinato) no se habrían producido, pues habría impulsado medidas de todo tipo para impedirlo (en lugar de amnistías “indiscriminadas” y mano blanda). Por último, sin duda, un episodio tan vergonzoso como el del 23-F de 1981, en el sentido de maniobra de la Corona ante la descomposición del régimen, seguida de la negación de la misma y del abandono posterior de quienes la apoyaron [i] no se habría producido, fundamentalmente porque la descomposición nacional con Carrero de Presidente hubiera sido incomparablemente menor.

Por otra parte, sus profundos catolicismo (en el sentido de justicia social y amor al prójimo) y patriotismo le hubieran llevado, además de a luchar por una Constitución digna de España, a posturas de independencia en política internacional, en relación con el conflicto árabe-israelí (como la adoptada ante la Guerra del Ramadán-Yon Kippur, octubre de 1973, ante las negociaciones de los convenios con los Estados Unidos [ii], en la entrada en el Mercado Común (en 1970 España firmó una acuerdo preferencial en muchos aspectos superior al de 1986 [iii]), y en el programa nuclear y aeroespacial español [iv].

Bueno, todo ello si sus enemigos, que eran y son los de España, la tradicional y única, no hubieran antes acabado con su carácter de Presidente de Gobierno, cosa esta última que fácilmente se podría haber producido, al menos al cabo de algunos años. Está claro que su profundo “junacarlismo” le hubiera hecho obedecer al Rey, normalmente sin oposición, caso de que le hubiera pedido su dimisión con cualquier excusa más o menos creíble; pero también lo está, para mí, que Juan Carlos no se habría atrevido a pedírsela en los primeros años, al menos hasta contar con una situación apropiada; en este sentido es revelador que el ya Rey, en la práctica (Jefe de Estado en funciones), no se atrevió a pedírsela a Arias Navarro cuando éste “con Franco moribundo, le presentó la dimisión dándole una palmadita en las rodillas e instándole a que formara una dictadura militar” [v]

Los etarras: impunidad y apoyos

Sentado el anterior “axioma”, de que Carrero Blanco era incompatible con el programa que alguien se hubiera trazado para conseguir una España como la que hoy desgraciadamente tenemos los españoles, estamos en el buen camino para entender los pormenores del atentado. Como se desprende del libro que comento, los etarras gozaron de una suerte inaudita durante el largo año que deambularon por Madrid preparando el secuestro que luego fue asesinato. Se ha dicho, hasta la saciedad, por los que hoy denominaríamos “voceros de la versión oficial”, que la Policía y los Servicios Secretos fallaron estrepitosamente, a la vez que Carrero era poco menos que un irresponsable suicida que despreciaba su seguridad. Pero lo cierto es que ambas instituciones de aquella “dictadura militar” tenían una eficacia enorme y difícilmente, en aquella sociedad normalmente sana y estructurada, se les escapaba nada. Por otra parte, Carrero, desde que fue nombrado Presidente de Gobierno, medio año antes del atentado, tenía previsto trasladar su residencia a las proximidades de El Pardo, y, desde luego, el detalle de su seguridad era cosa que le debían dar hecho; por ejemplo, la víspera del atentado  Carrero recibió seguridades absolutas a sus pregunta claras a Arias (Ministro de Interior) y a Federico Quintero Morente (Jefe Superior de Policía de Madrid). Recientemente el periódico La Gaceta (Madrid, 17 de enero de 2011) publicó el hallazgo de un nuevo documento, un explícito informe de la Guardia Civil de octubre de 1972 (anterior a los ya conocidos) sobre posibles atentados comunistas contra personalidades del Régimen capaces de ser garantes de la continuidad del mismo. Por su interés, lo trascribo a continuación:

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Origen: ANDORRA – 1

Fecha: 17-10-972

Asunto: PROYECTOS COMUNISTAS DE REALIZAR ATENTADOS CONTRA PERSONALIDADES ESPAÑOLAS

Noticias recogidas en los medios comunistas españoles de Francia señalan que existen proyectos de realizar atentados para eliminar a personalidades destacadas del Régimen actual, con el fin de evitar que a la muerte o sustitución de Francos, lo que consideran ocurrirá a corto plazo, pueden forzar la continuidad del Régimen, y con ella privarles de poder volver a España, sobre lo que se habían hecho ilusiones y concebido esperanzas. Estas medidas parece que se han acordado como consecuencia de la actitud que vienen adoptando determinadas personalidades, que tanto en su comportamiento con en sus apariciones en público vienen haciendo hincapié en que después de la muerte de Franco todo continuará exactamente igual, lo que viene causando entre ellos gran disgusto puesto que tuerce todo los planes del Partido Comunista. Entre las personalidades que ellos consideran promotoras de la idea y capaces de conseguir la continuidad del Régimen, además del Príncipe, a quien se lo han dado todo hecho, señalan al Vicepresidente del Gobierno, verdadero motor del Régimen franquista tantos años, que tiene todos los resortes de poder en sus manos y a quien ven como futuro Jefe de Gobierno y como tal su influencia sobre el Príncipe será decisiva(,) a los falangistas Girón, que ya ha empezado a salir de su madriguera, y a Rodríguez de Valcárcel, como figuras destacadas, sin olvidar al Director de la Guardia Civil, franquista destacado y que por su lealtad a Carrero Blanco, se le trajo expresamente desde Argelia para ponerlo al frente de la Guardia Civil, como brazo ejecutor suyo, desde donde, siguiendo su directrices, desprecia y persigue con saña a los patriotas vascos.

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Es “curioso” como este documento, que habla explícitamente de las relaciones del PC con “atentados” y con los “patriotas vascos”, haya estado desaparecido hasta ahora. Así mismo es de resaltar el certero análisis de la situación política, que cuadra con el “bloqueo” que se hizo posteriormente a Rodríguez de Valcárcel y, especialmente, a Iniesta Cano (Director de la GC).

Volviendo a los etarras, el libro demuestra, hasta donde estas cosas se pueden demostrar desde fuera del sistema, que numerosos etarras se movieron libremente por Madrid durante más de un año, realizando incluso una “Asamblea Nacional”, además de atracos a armerías, a centinelas de Capitanía General, y un largo etcétera en el que se incluían prácticas de tiro diversas por los alrededores, cosas todas ellas que les dejaron a merced de la policía en muchas ocasiones, de las que salieron “milagrosamente” o con inexplicables ayudas.

Por supuesto, también contaron con la ayuda inestimable de numerosos miembros del Partido Comunista, por no decir del mismo PC, incluido su máximo responsable “en el interior” (Sánchez Montero), tanto en información, viajes, alojamientos y “zulos” secretos, y otro largo etcétera; todo ello quedó sumarialmente demostrado con ocasión de las investigaciones del atentado de la Cafetería Rolando.

Otro tópico es el de la ineficacia de los numerosísimos y descoordinados servicios secretos, cargando las tintas en “los fallos” del Servicio de Carrero, el SECED, cuando el mismo no tenía responsabilidades más que en temas de involución, quedando la lucha antiterrorista en manos de la Policía y Guardia Civil, además del, en la práctica, único verdadero servicio secreto nacional digno de tal denominación, el del Alto Estado Mayor. El Servicio “del Alto” era el heredero del SIPM de la Guerra de Liberación, formado por hombres tan eficaces, y luego tan famosos, como el General Díaz Alegría (embajador privado de Juan Carlos en numerosas ocasiones), el entonces Coronel Gutiérrez Mellado (luego omnipotente Vicepresidente del Gobierno durante varios años), y el Capitán José Luis Cortina (de la promoción del rey y amigo personal suyo, fue el famoso controlador de la trama del 23-F, en cuyo juicio hizo las más reveladoras declaraciones sobre el atentado a Carrero, gracias a las cuales salió absuelto).

Las conexiones internacionales

Las investigaciones policiales seguidas, fundamentalmente, como consecuencia del sumario por el atentado etarra en la Cafetería Rolando (calle Correo, Madrid 13 de septiembre de 1974, 12 muertos y 80 heridos) quedó demostrado que el Partido Comunista de España, a través de miembros del mismo como Sánchez Montero, Genoveva Forest, Alfonso Sastre, Lidia Falcón y Antonio Durán, entre otros muchos, venía colaborando desde hacía años con ETA). La excusa de que su presidente, Santiago Carrillo (el responsable del genocidio de Paracuellos del Jarama), se había desmarcado de la URSS abrazando el eurocomunismo y repudiando la violencia, no deja de ser eso, una maniobra política; la Unión Soviética no perdió nunca el control sobre los partidos comunistas de otras naciones, como lo demuestra el “Informe Mitrojin” [vi]

En el libro de Ros y Manrique se apunta como promotor inicial del atentado las actividades de una “ Junta Democrática”, que fue establecida por el PCE en París a comienzos de los años 70, con la adhesión gradual de personajes “independientes”; de su entorno saldría la información que puso a ETA sobre la pista de Carrero. A este respecto, a mí me han llegado fundados rumores de que un ex ministro de Franco, en un viaje privado a París, conoció a un alto cargo de los servicios secretos franceses, quien acabó diciéndole que ellos grabaron, en un hotel de París, una conversación de exiliados españoles; en la misma, Julio Álvarez del Vayo, que luego sería fundador del FRAP (Frente Revolucionario Antifascista Patriota; de tendencia marxista-leninista), y en cuya página web se reconoce que era masón, dijo algo así como que “ para acabar con el régimen hay que matar a Carrero ”, y, ante las dificultades que todos los asistentes (fundamentalmente comunistas y socialistas) ponían, añadió “ pues entonces pongan mil millones de pesetas encima de la mesa para que se haga”.

Además, hay indicios suficientes como para pensar que el atentado inicial, uno de los más perfectos, técnicamente, de la historia moderna, según Stanley G. Payne, fue diseñado por el famoso terrorista comunista Ilich Ramírez, alias Carlos.

Una vez puesto en marcha el dispositivo etarra para el secuestro (luego asesinato) del Presidente del Gobierno, todo parece indicar que la CIA tuvo conocimiento de ello por dos fuentes quizás independientes. La primera habría sido un infiltrado en su dirección, pues no en vano el separatismo vasco de la posguerra española mantuvo importantísimos contactos con los servicios secretos ingleses, primero, y norteamericanos después, llegando estos últimos a crear la “Brigada Rosthchild” de “comandos” vascos durante la Segunda Guerra Mundial; la segunda vía habría sido la mera contravigilancia exterior de la Embajada de EE.UU. en Madrid, la cual habría detectado las labores de vigilancia y seguimiento que los etarras hacían a Carrero Blanco, el cual vivía e iba a misa diaria en un entorno inmediato a la embajada norteamericana (pocas decenas de metros). Este conocimiento permitió el seguimiento y “monitorización” de los etarras casi en tiempo real; en este sentido, los autores aportan la novedad de un testimonio reservado, según el cual se encontraron tres micrófonos, muy bien ocultos, en el piso que normalmente

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vendredi, 17 janvier 2014 | Lien permanent

Cervantes, Numancia y la idea de España

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Cervantes, Numancia y la idea de España

Ex: http://rodrigorodriguez.info

España sufre a día de hoy día un problema de conciencia identitaria. Un problema respecto del saber quiénes somos y cuál es nuestra historia e identidad. Es así que la actual crisis territorial, no es sino reflejo de una crisis de nación tras la cual subyace el problema de no saber o entender qué es España, quiénes somos los españoles y de dónde venimos. 

Recordar y comprender dicha identidad, se convierte así en algo fundamental para lo cual la figura de Cervantes, podrá ser especialmente esclarecedora. Por su obra, por su vida, por el momento que le toco vivir, en Cervantes se darán todos los elementos para a través de su pensamiento, encontrar cátedra incontestable que nos ayude a conocer y entender el ser e identidad de España. Y efectivamente es así, pues es una de sus tragedias más representativas Cervantes, no dejó plasmada su idea de España…

La cuestión identitaria se ha convertido en uno de los problemas fundamentales que afectan a España. Nuestra crisis territorial no es sino una crisis de nación tras la cual subyace un problema identitario. Un problema de conciencia de nosotros mismos y auto conocimiento. Un no saber quiénes somos y de dónde venimos que debilita los andamiajes  de nuestra constitución política y ciudadana, y nos hace pasto de las derivas nacionalistas. Tanto en el ámbito del cuestionamiento a la unidad de España como unidad de voto acerca de aquello que nos afecta a todos. Como cuestionamiento a la unidad de España respecto del ser mismo de España. De España  como realidad histórico política, étnico cultural y antropológica que raíz común de nuestra diversidad, es a su vez fundamento de nuestra unidad.

Se pretende así desde los nacionalismos y con excusa de las identidades culturales particulares de algunas regiones, afirmar tanto la ruptura de la unidad de voto, que no es sino la unidad de decisión respecto de aquello que nos atañe a todos; como afirmar la ruptura de la comunidad identitaria. Esto es, hacer de las particularidades de una región, diferencias identitarias de nivel superior a las que no podrá corresponder más que el  derecho de autodeterminación.


En ambos casos se retorcerán los conceptos y las palabras a través de sofismas y trampantojos argumentales. Se llamará así derecho a decidir y acto democrático a la voluntad de una parte integrada en un todo, a tomar una decisión unilateral respecto de ese todo sin contar él e independientemente de los efectos que sobre dicho todo, tenga dicha decisión. Y del mismo modo, se hará de toda disensión acaecida en el proceso histórico político de España, excusa de tiranía insoportable y anhelo legitimo de libertad. Haciéndose también de toda particularidad cultural o histórica, acento innegable de identidad diferenciada ubicada más allá de toda raíz común española. Por supuesto todo ello a costa de disparates históricos insostenibles y de demagogias políticas que de tanto repetirse, parecería que han ganado marchamo de veracidad.

De hecho, la hegemonía cultural de un progresismo mal entendido en el que pesan todavía complejos y manías respecto del Franquismo y de España, habrá facilitado el camino al separatismo y sus tergiversaciones. Pues mayormente no habrá tenido en frente un discurso sólido, articulado y veraz, capaz de ponerlo en evidencia y de ofrecerse a los españoles, como narrativa identitaria común. Generándose entonces una ofuscación en la comprensión del problema en la que a duras penas, se desenmascara la falacia independentista. Toda vez que la derecha, desde su tecnocracia, economicismo y estrechez de miras, poco o nada ha aportado para esclarecer el debate.

Mucho se oye hablar así del pueblo catalán, vasco o andaluz, y a penas se dice nada respecto del pueblo español. Entendido éste como el conjunto del que formarían parte integral vascos, catalanes o andaluces. España como unidad política materializada en la unidad de voto para aquello que nos afecta a todos, es así sistemáticamente relativizada por el “derecho a decidir”. Y el fundamento identitario del que surgiría dicha unidad política, es puesto en duda una y otra vez por los correspondientes “hecho diferenciales”, hasta el punto de que parecería que España, es solo un constructo jurídico superpuesto a unas naciones libres y autónomas entre las que debería haber, poco más que una relación de buena vecindad…

Sin embargo las cosas no son así. La realidad de España y sus regiones y nacionalidades es otra. Y la constitución política de España no es sino la plasmación  de una hermandad de fondo entre gentes y pueblos que tienen mucho más en común que diferencias. Gentes y pueblos que durante siglos y con luces y sombras, alianzas y enfrentamientos, han configurado una de las identidades más antiguas de Europa. Recordar y entender así dicha identidad, se convierte en algo fundamental para poder afrontar el desafío separatista y reencontrarnos y reconciliarnos con nuestra identidad común española.

Para dicho fin, la figura de Cervantes se mostrará especialmente esclarecedora. Por su obra, por su vida, por el momento que le toco vivir, en Cervantes se darán todos los elementos para a través de su pensamiento, encontrar cátedra incontestable que nos ayude a conocer y entender el ser e identidad de España. Y efectivamente es así, pues es una de sus tragedias más representativas, Cervantes quiso dejar plasmada su idea de España. Idea para su época y para aquel tiempo, pero idea que aún pasados los siglos, hoy día sigue resultando tremendamente aleccionadora…

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España y la profecía del Duero.

Rondaba ya los cuarenta años cuando Cervantes escribió “El cerco de Numancia” (Año 1585). Tragedia renacentista sobre el fin de la Numancia celtibérica frente a Roma, y tras un penoso asedio en el que lo numantinos prefirieron quitarse la vida a ser derrotados por el hambre o entregarse a la esclavitud. El episodio de la heroica ciudad celtibérica y su suicidio colectivo frente al general romano Escipión, habría servido así a Cervantes de inspiración para una de las obras de teatro más interesantes del Siglo de Oro. Pudiendo extraerse de la misma varios contenidos morales con la excusa de la sufrida guerra numantina: el amor a la libertad, la dignidad del vencido, la muerte honrosa, la victoria sin honra, etc… Sin embargo, entre estos temas se dará también una honda reflexión sobre el ser, la historia e incluso el destino de España. Reflexión que viniendo de Cervantes, no debe pasarnos desapercibida ni ser relativizada.

Dividida en cuatro jornadas, la obra en la primera de ellas, nos plantea ya lo esencial del argumento. El general romano Escipión por encargo del senado asume la “difícil y pesada carga” de rendir la ciudad celtibérica de Numancia. Subido a una peña Escipión arenga a los desmoralizados soldados romanos diciendo como sigue: “Avergonzaos, varones esforzados, porque a nuestro pesar, con arrogancia tan pocos españoles y encerrados defienden este nido de Numancia. Diez y seis años son, y más, pasados, que mantienen la guerra, y la jactancia de haber vencido con feroces manos millares de romanos”.

Los soldados turbados por las palabras de Escipión juran ponerse de su lado en la lucha contra Numancia, siendo entonces que se anuncia la inesperada llegada de unos embajadores numantinos que quieren parlamentar con el general. Escipión y los numantinos se reúnen y estos últimos le ofrecen amistad y paz tras tantos años de “porfía”, pero Escipión la rechaza: “A desvergüenza de tan largos años es poca recompensa pedir paces”. No hay armisticio posible con Roma y los numantinos marchan sabiendo que se reanuda de nuevo la guerra: “Al hecho, que guerras ama el numantino pecho”.

Escipión queda solo en su tienda junto a su hermano Fabio siendo entonces que se desvela su plan: “Pienso de un hondo foso rodearlos, y por hambre insufrible derrotarlos. No quiero yo que sangre de romanos coloré más el suelo de esta tierra (…) en tan larga, reñida y cruda guerra”. A lo que su hermano Fabio contestará: “Mejor será encerrarlos como dices, y quitarle a su brío las raíces. Bien puede la ciudad toda cercarse si no es en la parte do el río la baña”.

El argumento esencial de la trama es así puesto ya sobre la mesa y siendo conocido por todos cual iba a ser el desenlace final del enfrentamiento, la tensión dramática de la obra ira paso a paso en aumento hasta la catarsis final. Sin embargo antes de continuar con la trama, la obra al terminar la primera jornada hace un curioso receso. Un receso en el que Cervantes parecerá querer mostrarnos su idea de España:

Aparece en escena la propia “España”, como personaje de la obra, como personaje alegórico que representaría a la mismísima España. Su voz clama al Cielo:

“¡Alto, sereno y espacioso Cielo que con tus influencias enriqueces la parte que es mayor de este mi suelo (…) muévate a compasión mi amargo duelo, y pues al afligido favoreces, favoréceme a mí en ansia tamaña, que soy la sola y desdichada España”.

Lamentándose de su destino España plantea el “pecado original” de donde parecerían provenir gran parte de sus aflicciones:

“¿Será posible que de continuo sea esclava de naciones extrajeras y que en un pequeño tiempo yo no vea de libertad tendidas mis banderas? (…) mis famosos hijos y valientes andan entre sí mismos diferentes. Jamás en su provecho concertaron los divididos ánimos furiosos, antes más los apartaron cuando se vieron más menesterosos”.

Sus hijos viven divididos de espaldas entre sí, más aun cuando más necesitarían estar unidos.

Al tiempo frente a la amenaza romana, señala a Numancia como adalid de la libertad:

“Numancia es la que ahora sola ha sido quien la luciente espada sacó fuera, y a costa de su sangre ha mantenido la amada libertad suya y primera”.

Es entonces que lamentándose del cerco que sufrirán los numantinos invoca al río Duero que a la sazón, corre a los pies de la ciudad celtibérica:

“Y pues sola la parte por do corre y toca la ciudad el ancho Duero, es aquella que ayuda y que socorre en algo al numantino prisionero, antes que alguna máquina o gran torre en sus aguas se funde, rogar quiero al caudaloso y conocido río, que en lo que pueda, ayude al pueblo mío”.

Y el río Duero aparece en escena. Al igual que España también como personaje alegórico. Dice como sigue:

Madre querida España, rato había que hirieron mis oídos tus querellas; y si en salir acá me detenía fue por no poder dar remedio a ellas. El fatal, miserable, y triste día según el disponer de las estrellas, llega a Numancia, y cierto temo que no hay remedio a su dolor”.

Para Numancia la suerte está echada… y el río Duero lo sabe. Así lo “disponen las estrellas”. Sin embargo ese amargo final pudiera ser que fuera semilla y anuncio de algo grande:

“Mas ya que el revolver del duro hado tenga el último fin establecido de ese tu pueblo numantino amado, pues a términos tales ha venido, un consuelo le queda en este estado: que no podrán las sombras del olvido oscurecer el sol de sus hazañas”.

El olvido no caerá así sobre la heroica ciudad celtibérica y puesto que la luz de sus hazañas no declina, dicha luz parecerá ser promesa de un tiempo mejor: Comienza entonces “la profecía del Duero”, momento especialmente interesante de la obra de Cervantes…

“tiempo vendrá (…) que estos romanos serán oprimidos por los que ahora tienen abatidos. De remotas naciones venir veo gentes que habitarán tu dulce seno después que, como quiere tu deseo, habrán a los romanos puesto freno. Godos serán, que con vistoso arreo, dejando de su fama el mundo lleno, vendrán a recogerse en tus entrañas, dando de nuevo vida a sus hazañas”.

Anuncia la caída de Roma a manos de los Godos y la llegada de éstos a España.

“Y portillos abriendo en Vaticano, tus bravos hijos, y otros extranjeros, harán que para huir vuelva la planta el gran piloto de la nave santa. Y también vendrá tiempo en que se mire estar blandiendo el español cuchillo sobre el cuello del romano, y que respire solo por la bondad de su caudillo”.

Anuncia el saco de Roma por parte de las tropas del emperador Carlos V en 1527, haciendo huir al propio Papa, así como señala las victorias españolas en Italia durante el siglo XV y XVI. Victorias que plantea como resarcimiento de los españoles frente a los romanos, y que son a su vez puestas en relación con las victorias godas frente a Roma.

“Y cuando fuere ya más conocido el propio Hacedor de tierra y cielo, aquel que ha de quedar instituido virrey de Dios en todo el suelo, a tus reyes dará tal apellido, cual viere que más cuadra con su celo: católicos serán llamados todos, sucesión digna de los fuertes Godos”.

Señala la llegada del cristianismo y como éste, dará a los reyes de España nombre llamándolos católicos. Estableciéndose la continuidad entre éstos y los antiguos Godos. Una línea de continuidad entre los “fuertes” Godos y los reyes de España que se sobreentiende, habría adquirido especial plenitud con los Reyes Católicos propiamente dichos.

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“Pero el que más levantará la mano en honra tuya (…) haciendo que el valor del nombre Hispano tenga entre todos el mejor asiento, un rey será, de

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samedi, 02 avril 2016 | Lien permanent

Arnaud Imatz: ”La historia no es maniquea, está siempre hecha de claros y oscuros, no hay buenos y malos absolutos”

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Arnaud Imatz: "La historia no es maniquea, está siempre hecha de claros y oscuros, no hay buenos y malos absolutos"

Ex: https://latribunadelpaisvasco.com

Arnaud Imatz (Bayona - Francia -, 1948) es un historiador francés, doctor de Estado en Ciencias Políticas, diplomado en Derecho y Ciencias Económicas y Académico Correspondiente extranjero de la Real Academia de la Historia. Ha sido también funcionario internacional (OCDE) y fundador y administrador de empresas. Estudioso desde hace largo tiempo del mundo hispánico ha publicado una docena de libros y ha colaborado con numerosos ensayos y artículos en una treintena de las más prestigiosas revistas europeas y americanas. Ahora, La Tribuna del País Vasco Ediciones publica su última obra, un magnífico opúsculo titulado Vascos y Navarros, Mitos, historia y realidades identitarias.

ai-vascos.jpg¿Cómo surgió la idea de escribir el librito “Vascos y Navarros”?

Empecé escribiendo un artículo-cronología en francés que tuve la sorpresa de ver publicado en una guía turística en la cual ni siquiera mencionaban mi firma. A raíz de ese asunto, decidí revisar y ampliar considerablemente el texto. Más que nada es un pequeño homenaje a mis antepasados. Eran vascos, navarros y bearneses. Eran pescadores, panaderos, vinateros, contratistas de obras públicas, militares, carpinteros, tabacaleros, libreros, dueños de restaurantes y hosteleros, ubicados en la mayoría de los casos en Hendaya.

Yo nací en Bayona, pero a los pocos meses de vida ya iba con mi madre a la playa de Hendaya, la de La pointe, justo en frente de Fuenterrabía. Un lugar precioso, hoy desaparecido, habiendo sido sustituido por la bonita pero convencional marina, o puerto deportivo de Sokoburu. Con mi mujer, mi hijo y mis dos hijas he vivido primero en París y luego durante veinte años en Madrid. Allí tengo recuerdos inolvidables y amigos entrañables (incluso un autentico “hijo espiritual”). Pero he pasado la mayoría de mi tiempo - más de cuarenta años -  en el País Vasco, un lugar del mundo excepcional. Por supuesto, mis amigos gallegos, bretones, andaluces o corsos pueden discrepar. Esto es normal. Mis hijos y nietos, que viven más al norte, y mi mujer, nacida en la “Isla de Francia” (aunque de ascendencia en parte vizcaína), se burlan a veces de mi excesivo apego al terruño. ¡Pero qué más da! Yo también tenía mis dudas y reaccionaba con escepticismo cuando en los lejanos años ochenta un amigo vasco, catedrático de Derecho, que había sido miembro del tribunal que examinó mi tesis doctoral, contestaba a mis preguntas: “¿Qué tal La Reunión”, ¿Qué tal La Martinica?”, etc. : “Bien, bien, pero ya sabes que cuando uno conoce Biriatu…”. Ni siquiera se tomaba la molestia de acabar su frase. Ahora sé que tenía razón.

¿Así que su familia ha echado hondas raíces en el País Vasco?

Sí, efectivamente. El patrononímico Imatz o Imaz, significa mimbre, mimbral, pastizal o juncal, se encuentra, sobre todo, en la comunidad autónoma vasca, pero también está presente, aunque de una forma menos frecuente, en Navarra y en el País Vasco francés. En mi rama materna hay un buen número de apellidos vascos. La mayoría nacieron y vivieron en Hendaya. Algunos se alejaron, se fueron a trabajar a diferentes ciudades de Francia o de España (Madrid, Palencia o en Andalucía), incluso en América, pero tarde o temprano casi todos volvieron a su pueblo nativo en el País Vasco francés. Mi abuelo materno era vasco, carlista y por supuesto católico. Conservó toda su vida una boina regalada a su familia por Don Carlos. Estuvo trabajando en hoteles de Guayaquil y de Londres y luego en el María Cristina de San Sebastián, cuando su inauguración en 1912. Durante la Primera Guerra Mundial participó como artillero en la Batalla de Verdún. Una vez desmovilizado volvió a Hendaya para hacerse cargo del hotel de sus padres. Hablaba vasco y francés, pero también español, como la mayoría de los miembros de mi familia de aquella época, y por cierto eran muy amigos de España y de los españoles.

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A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, mi bisabuelo tenía un hermano párroco en Biriatu. El hombre se dedicaba a su sacerdocio, pero le gustaba jugar a la pelota, eso sí, siempre llevando su sotana. Se involucró mucho en la defensa y salvaguardia de la lengua y cultura vascas. Así eran los famosos sacerdotes vasco-franceses de antaño. Mi tía-abuela solía tocar el piano y me enseñó, entre otras cosas, el Oriamendi y el Himno de San Marcial. Desde su casa, situada en las orillas del Bidasoa, podía ver el Alarde de Irún y de noche escuchar, aunque muy pocas veces, los susurros de los contrabandistas. Mi tía-abuela y mi bisabuela (una viuda de carácter fuerte que había sido directora del Casino de Hendaya en los años veinte del pasado siglo) me contaron numerosísimos recuerdos de nuestra familia fronteriza.

¿Nos puede contar algunos de estos recuerdos?

Algunas anécdotas: pocos meses antes de morir, mi abuelo carlista, naturalmente a favor del bando nacional, negoció con el comandante Julián Troncoso, un amigo suyo, el canje de una amiga del bando republicano, Pepita Arrocena. A raíz del intento de Revolución Socialista, en 1934, Pepita había cruzado la frontera con su chófer y con el líder socialista Indalecio Prieto escondido en el maletero de su coche.

En otras circunstancias, amigos franceses de mi abuelo participaron al fallido asalto al submarino republicano C2 fondeando en el puerto de Brest. Debo decir que durante la Guerra Civil muchísimos corresponsales extranjeros acostumbraban a alojarse en el hotel de mis abuelos. Al final de la contienda, mi abuela, ya viuda, era muy amiga de la mujer del Mariscal Pétain, embajador de Francia en España. Pero dos años después, estando en la zona llamada “prohibida”, en plena ocupación nazi, y a pesar de su amistad con Annie Pétain, la “Mariscala”, mi abuela simpatizaba con los gaullistas y participaba a la Resistencia anti-alemana. Estaba en contacto con la ORA (Organisation de Résistance de l’Armée) del País Vasco y con su amigo el doctor irunés Alberto Anguera Anglés, el cual se encargaba de encaminar el correo de los evadidos de Francia.

La otra rama de mi familia, la paterna, era bearnesa, venía de Pau y Orthez. Mi abuelo paterno era un republicano católico, un suboficial mayor que había sido uno de los soldados más condecorados de la Primera Guerra Mundial. Mutilado de guerra, se instaló en 1919 en Hendaya con su mujer y sus cuatro hijos para ejercer la profesión de tabacalero y librero. Su hijo, mi padre, llegó a Hendaya a los seis meses. Gran deportista, fue cuatro veces campeón de Francia de pelota en los años 1930 y 1940, en la modalidad de pala larga, en plaza libre. Mi familia paterna se dividía entonces entre los incondicionales del Mariscal Pétain, como mi abuelo, y los partidarios de Charles de Gaulle, como sus cuatro hijos, entre los cuales figuraban mi padre y mi padrino, el mayor de edad herido de gravedad en Dunquerque. Todos estos recuerdos de familia me hicieron entender muy temprano que la historia no es maniquea, que está siempre hecha de claros y oscuros, que no hay buenos y malos absolutos, que no hay pretendidas justicias históricas o democráticas como vuelven a decir hoy los traficantes de odio y de rencor, los miserables fantoches de la política que viven para jugar con el fuego.

En su opinión, entre vascos y navarros, ¿hay más cosas que unen o separan?

Para contestar con detalle habría que referirse a la historia larga de los condados vascos medievales, del reino de Navarra, de España, del Imperio hispánico y del Estado-nación francés. Son temas que abordo, aunque sucintamente, en el breviario histórico al que te refieres y que ha publicado La Tribuna del País Vasco. Sería por supuesto incapaz de resumir todos estos enjundiosos temas en unas pocas palabras. Confieso que a título personal, a pesar de mi nacionalidad, y debido a mi cultura hispano-francesa, simpatizo bastante más con el Imperio Católico Hispánico de Carlos V y Felipe II que con el Estado-nación galicano-católico francés de Richelieu, Luis XIII, Luis XIV y los Revolucionarios de 1789 y 1792. Ya sabemos que la “razón de Estado” de dichos políticos franceses estuvo muy influenciada por Maquiavelo e indirectamente por la prosa y actitud de los protestantes. Dicho esto, no se puede borrar, así como así, cinco, diez o quince siglos de historia común, ni manipularlos, ni tergiversarlos.

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Ahora bien, si en su pregunta se refiere esencialmente a nuestros días le diré que, paradójicamente, hay cada día más cosas que unen a los vascos y navarros y menos que les separen. Pero, ¡ojo!, no caigo por ello en los ensueños independentistas o separatistas. Lo que pienso es que dichos pueblos pierden cada uno sus especificidades y se van uniendo poco a poco, pero desgraciadamente en la nada, en el gran mortero del mundialismo. Me explico: a estas alturas todos somos víctimas de la globalización, del consumismo, del mercantilismo, del declive demográfico, del individualismo multiculturalista, de la decadencia de la religión, de la Iglesia y del cristianismo, tantas plagas que se han revelado a la larga muchísimo más corrosivas y mortíferas para los vascos y los navarros (y también en general para todos los pueblos de Europa) que los “cuarenta años de dictadura franquista”, el “centralismo borbónico del siglo XIX”, o el “centralismo jacobino francés” aún vigente.

Es verdad, gracias a Dios, que nuestras tierras (que han sido a veces marcadas por una violencia salvaje indigna de los seres humanos) no han padecido de forma duradera los horrores del nazismo o peor aún (debido al número de muertos) las monstruosidades del totalitarismo marxista-comunista. En esto, los nacionalistas radicales están completamente ciegos y se equivocan totalmente de adversario. Gangrenado por la mezcolanza del internacionalismo marxista y de lo que los americanos llaman el “marxismo cultural”, el radicalismo izquierdista abertzale ha venido a ser el perfecto aliado del hipercapitalismo o turbocapitalismo mundialista. Los dos, mundialistas y nacionalistas-separatistas, van arrancando lo mejor de los valores de los navarros y vascos, las más hondas raíces de sendos pueblos. En el fondo son dos lados de una misma pinza.

En su opinión, ¿qué supone el euskera para la realidad de vascos y navarros?

Es un factor importante, pero no suficiente para definir toda la identidad y realidad vasca. Tan importantes son la etnia, la demografía, la cultura y la historia. Hay vascos euskaldunak, porque hablan la lengua vasca, hay vascos euskotarrak porque se definen étnicamente como vascos aunque se expresen en francés o en español y hay vascos que son ciudadanos vascos porque residen en el País Vasco y quieren al País Vasco. En la Comunidad Foral de Navarra, que se funda en una larga y brillante historia propia, es otro cantar: hay vascos que se sienten vascos y muchos navarros que no son ni se sienten vascos.

ai-josé.jpgLo que hace el Gobierno Vasco para la defensa de la lengua vasca me parece bastante acertado, a pesar de todas las acciones caricaturescas y desprovistas de sentido que han sido tomadas en contra del idioma castellano o -mejor dicho- del español, una de las dos o tres lengua más habladas del mundo. Ya sabemos que el idioma no es suficiente, pero además de esto no se debe esconder que los resultados de las políticas a favor del euskera son más bien escasos. La realidad es que no hay nación o patria posible sin un legado histórico combinado a un consentimiento y una voluntad de existencia por parte del pueblo. Nicolas Berdiaev y otros autores europeos famosos como Ortega y Gasset hablaban de unidad o comunidad de destino histórico. Pues bien, sin la combinación armoniosa del fundamento histórico-cultural y del factor voluntarista o consensual, sin esos dos ejes, no puede haber nación. Y por eso ya no hay hoy una verdadera nación española como no hay tampoco hoy verdaderas nacionalidades o naciones pequeñas dentro de España.

Lo mismo se puede decir del resto de Europa occidental, cuyo poderío esta en claro declive, si lo comparamos a las grandes potencias actuales. En Francia, es muy significativo que un político profesional como Manuel Valls, que siempre cree tener un as en la manga, haya admitido por fin recientemente que “la sociedad francesa está gangrenada, fracturada por el islamismo”. Por eso mismo las autoridades catalanas y los catalanistas que declaran con énfasis o dejan entender hipócritamente que prefieren una inmigración norteafricana que no habla el español, por considerarla más propensa a aprender el catalán, a una inmigración hispanoamericana católica e hispanohablante, son ignorantes e incoherentes. Con ellos los días del fet Catala están contados. Por lo menos, y de momento, los despropósitos inmigracionistas de los catalanistas no parecen imperar tan fuertemente entre los militantes nacionalistas vascos radicales.

¿Cómo definiría el sentimiento identitario navarro?

Creo haber contestado ya en parte. Para mí el navarrismo se sitúa en el pasado, sus señas de identidad eran el catolicismo y el tradicionalismo. Era lo propio de los requetés, las boinas rojas que tanto admiraba mi abuelo materno y que hoy solo existen a dosis homeopáticas. Lo mismo diría de la figura del vasco noble, católico, arraigado, trabajador y honesto de antaño. Parece que las “élites”, la oligarquía o casta política vasca y navarra hayan elegido, no sé si definitivamente o no, el camino de la armonización y del alineamiento con los valores y presupuestos del mundialismo o del altermundialismo (lo que da lo mismo) o del llamado transnacionalismo progresista. Fingen creer que el vasco y el navarro se definen solo administrativamente o jurídicamente a partir de un documento o un DNI. Parece que ansían poblar los futuros territorios vascos y navarros con el homo economicus, asexual, apatrida y fantasmagórico, tan criticado antaño por el vasco-español Unamuno y por las figuras más relevantes del nacionalismo vasco. Si a esto añadimos los estragos de la terrible crisis demográfica, sin duda la peor de toda España y posiblemente de toda Europa occidental, las perspectivas no son muy alentadoras. Y, mientras tanto, los jóvenes vascos escuchan la música anglosajona, tocan el “rock vasco”, comen hamburguesas, consumen drogas (los jóvenes abertzales más que cualquiera), defienden la apertura de las fronteras, la inmigración sin límites, el laicismo agresivo, la teoría del género, el transhumanismo, el odio al Estado y a la historia de la nación española, y todas la chorradas importadas desde los campus americanos. Podría limitarme a decir en francés o en inglés: “Grand bien leur fasse / Great good to them”. Pero tengo la íntima y terrible convicción que si no se reacciona rápidamente nos traerán un futuro sombrío, crudo y sanguinario que nuestros descendientes padecerán.

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¿Qué opinas de la afirmación que hace Stanley Payne en el prólogo del libro señalando que “El País Vasco es la región más singular de España”? ¿Cuáles

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mardi, 27 octobre 2020 | Lien permanent

Jean Cau, amigo de España

Erik Norling:

Jean Cau, amigo de España

jean-cau1.jpgCuando falleció Jean Cau (18-VI-93), Robert Schener escribió en la revista «Le Choc du Mois» que fue «una ironía del destino: el cáncer ha vencido al que tanto combatió, con por arma principal un singular talento, contra el cáncer ideológico, cultural, social y político, que se ha abatido sobre Occidente, le mina y desvitaliza». No se equivocaba el columnista galo, Cau ha sido quizás el último de los intelectuales que se atrevieron a levantar la pluma para combatir como anticonformista en medio del pensamiento único que azota Europa.

 
Nacido en Bram, en el mediodía de Francia, el 8 de julio de 1925, autor de más de cuarenta volúmenes (novelas, ensayos, poesía, discursos políticos, etc.) y centenares de artículos periodísticos, Jean Cau ocupa un papel central en las letras europeas. Su itinerario cultural e ideológico es el del prototipo anticonformista, quizá el último del círculo de los intelectuales que iniciaran su andadura con Drieu La Rochelle y «Nouvel Ordre» en el período de entreguerras.
 
Tras la Segunda Guerra mundial participa y se inicia en el joven grupo de intelectuales que se reunían en el despacho de «Les Temps Modernes» con André Malraux, Simone de Beauvoir, y Jean-Paul Sartre. Sus simpatías eran claramente filocomunistas por aquella época. En palabras de Herbert Lottman, que ha estudiado este grupo de intelectuales, «la reunión parecía entonces más imponente que la Academia francesa» por la gran valía intelectual de los asistentes que discutían de política, filosofía y literatura.. Allí se convertirá en el secretario privado de Sartre hasta el año 1956 en que rompe con su maestro y comienza un peregrinar solitario en las filas anticonformistas como articulista en «L’Express», «Figaro Littéraire», «France-Observateur» y, después, «París Match». Escribe en la flor y nata de la prensa respetable de la época, abandonando sus extremistas posturas anteriores.
 
La izquierda asimiló mal su conversión a lo que ellos llamaban la «extrema derecha» y mucho peor la defensa que hará, en un principio, de la figura del general De Gaulle. Jean Cau nunca fue de la extrema derecha, ni de izquierdas desde que comprendió la mentira del igualitarismo marxista. A mediados de los años sesenta asume una postura claramente anticomunista, cuatro años después de haber recibido en 1961 el premio Goncourt, el máximo galardón de las letras francesas, por su inmortal La piedad de Dios. Sin embargo, ya entraba en la marginalidad en que el sistema relega a los que no juegan con las cartas trucadas (ese mismo año se daba a conocer en España con Las orejas y el rabo editado por Plaza y Janés). Sustituirá su producción narrativa (editada principalmente por la prestigiosa editorial parisina Gallimard) por obras de ensayo y pensamiento: Un testament de Staline, Lettre ouverte á tout le monde, Les écuries de l’Occidente, La grande prostituee, etcétera.
 
Poco conocido en España a no ser por la labor de divulgación que de él hiciera Ramón Bau en febrero de 1982 en una crítica literaria del ensayo de Cau Reflexiones duras sobre una época decadente, y la publicación de un breve trabajo suyo (Ediciones Nuevo Arte Thor, Barcelona 1986) donde aparecerá una de las obras más comprometidas de este autor: El Caballero, la Muerte y el Diablo. En esta novela, escrita con tonos autobiográficos y en un estilo ensayístico, Cau introduce a los lectores, en fecha temprana pues recordemos que la edición francesa es de 1975, en el mundo de las ideas anticonformistas que abrirán paso, casi una década después, a la llamada «Nueva Derecha» liderada por Alain de Benoist. Se atreve a escribir que: «nadie hoy en día se atreve a esculpir a negros como porteadores, pues sería acusado de racista. Ningún Balzac osaría escribir su Avaro pues sería tratado de antisemita. Nunca hemos sido tan poco libres de ser inocentes. Frente a cada uno de nuestros pensamientos, de nuestros actos, infinitos jueces nos interrogan e investigan y, bajo pena de ser culpables, debemos parar nuestra marcha» (Reflexiones duras sobre una época decadente).
En su calidad de convencido europeista, superador de los nacionalismos, Jean Cau tampoco duda en creer que la salvación de Europa puede venir del Este y será de los pioneros de esta concepción, que propagase el también fallido Jean Thiriart. Dice Cau: «Rusia, única nación en el Occidente blanco que no siente la vergüenza de vivir el siglo… orgullosa de ser rusa, fuerte, mostrándonos, a plena luz y en primer plano, sus soldados de piel blanca y ojos claros. Rusia, cuya tierra endurecida por la tiranía habrá protegido la semilla de los héroes» (El Caballero, la Muerte y el Diablo).
 
Es antiliberal y aborrece el igualitarismo pseudodemocrático y, por ello, desenmascara a sus antiguos compañeros de viaje recordando que la desgracia de la democracia reside en haber «multiplicado las cobardías por millones… Los enanos gritan que es culpable (la raza blanca). Ella se calla. Los enanos han inventado una nueva lengua de la que han sido expulsadas las antiguas palabras hasta el punto que el pensamiento-enano es el único que describe el mundo a través de las rejas que sobre él aplica». (Ibid.).
 
 
Pero Jean Cau en el fondo es optimista, cree en los valores eternos de nuestros pueblos. Se considera a sí mismo como introductor de una literatura que busca el pasado de Europa y muchos de sus personajes son valerosos caballeros andantes y cruzados de Occidente. Sobre la infinita capacidad de superación de Europa, opinaba: «Sin embargo, siempre han quedado rescoldos de fuego bajo las cenizas y Occidente se ha fortalecido con una contradicción que ha producido el caballero, el cruzado, el constructor de catedrales, el conquistador y el colonizador». (Ibid.).
 
Otra faceta de este autor galo fue su pasión por España. Una profunda pasión que se enraiza en la antigua tradición hispanófila de los intelectuales franceses desde que Corneille escribiera su inmortal Cid. Así, mientras que la intelectualidad hispana era tradicionalmente antifrancesa, nuestros vecinos veían en España un mundo romántico y atrayente que correspondía al país de sus sueños. No es una casualidad que autores tan dispares como Albert Camus, André Malraux, Maurice Barrés (padre del nacionalismo político francés), Víctor Hugo, o Drieu La Rochelle buscasen inspiración en España. Otro enamorado de España, Robert Brasillach, igualmente reconocía que «era España el país que… hablaba mejor a sus corazones después de Francia… en la cuál nunca se sentirían desplazados». La obra maestra de Cau, La Pitié de Dieu, es precisamente un relato sobre el ambiente taurino como lo será Vida y muerte de un toro bravo (1963), Matador (1967) y Toros (1973). Este tema le apasionó aunque podamos tener nuestras discrepancias con él sobre la excesiva práctica reduccionista que identifica lo español con lo meridional. No le atrajo el mundo de los toros por su carácter festivo, sino porque representaba la España que era capaz de despertar sus más íntimas sensaciones.
 
También Jean Cau había percibido el cambio copernicano que la sociedad española había sufrido desde la entrada en la Europa de Bruselas, no porque prefiriese el régimen anterior, sino porque no podría aceptar que el progreso significase la destrucción de los valores tradicionales del pueblo español. Hace algunos años, Espasa Calpe publicó una de las últimas obras de Cau, Por sevillanas, (1988), en la que el autor confesaba, al igual que hiciera Brasillach poco antes de morir, que «Desde hace muchos años, me paso el tiempo haciendo declaraciones de amor a España, porque si Francia es la patria de mis ideas, España es la de mis pasiones». «Ser andaluz. Como ser español». Estimaba que Sevilla encarnaba el genuino espíritu de esa España que se resistía a morir a manos del progreso: «No quiero volver a verla, porque la he amado todavía para desearla todavía…. nos callaremos si no nos reconocemos».
 
Con su muerte, España ha perdido uno de los defensores intelectuales que tenía en Europa, y ésta perdió a uno de los últimos pensadores anticonformistas. Cau fue de los que supieron abrir camino a las nuevas generaciones de intelectuales que se niegan a formar parte del sistema impuesto; éste es su legado. Es triste comprobar que, aparte de una breve nota necrológica aparecida en el periódico «El País» y un digno artículo en «Diario 16» -edición de Andalucía- de la mano de Antonio Burgos su desaparición pasase inadvertida. Que esta nota sirva para atenuar el olvido de un verdadero amigo de España.
 
[Razón Española n°87]

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jeudi, 28 février 2013 | Lien permanent

MENTIRAS EN LA INFORMACION: ‘FAKE NEWS’

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MENTIRAS EN LA INFORMACION: ‘FAKE NEWS’

La prensa acusa a internet de difundir muchas noticias falsas (Fake News), como medicamentos inútiles o incluso peligrosos, consejos o noticias sin base, etc.  cosa bien cierta, pero la propia prensa no hace más que mentir cada día.

Sería inútil y larguísimo tratar de citar todas las mentiras de la prensa y Tv de una sola semana, pues es casi el 50% de lo que publican, así que solo quiero tratar cuatro temas mínimos que afectan a los acontecimientos sobre el virus y sus consecuencias, solo porque son significativos de cómo se ocultan las cosas en los medios de información.

1- Hay mentiras, grandes mentiras y estadísticas (que son ya enormes mentiras).

En la prensa salía continuamente la idea de que USA había ya igualado el número de fallecidos a España por el virus, y así acusaban a Trump de sus errores. Era como tratar de exponer que el gobierno de España lo hacía mejor que el de USA.

No es que el gobierno de USA lo haga bien, pero es infame hablar de fallecidos en general y no en tanto por ciento de la población. USA tiene una población de unas 6 o 7 veces mayor que España. China unas 32 veces más que España.

Por tanto España ha tenido muchísimo más fallecidos que la China y muchos más, a la fecha en que se deban esas noticias, que en USA, respecto a la población.

Jamás se dio una cifra comparativa teniendo en cuenta la población, pues España ha sido uno de los países con más afectación en el mundo (junto a Italia).

Este tipo de mentiras es muy normal. Se habla de que China tiene un enorme PIB, de 12 billones de dólares. Pero si se hablase por habitante, China es una país pobre de PIB por habitante. España con 1,3 billones de PIB, pero con 32 veces menos de habitantes, es mucho más rica.

Para colmo lo importante es el PIB medio por habitante, y aún más el grado de bienestar medio de los habitantes.

2- La propuesta española e italiana de emitir Euro Bonos, o sea mutualizar la emisión de deuda, para combatir la crisis actual económica provocada por el virus.

Toda la prensa española insultaba de insolidarios, egoístas, casi tiranos, a los países como Holanda, Alemania, etc. que se niegan a esta solución.

Nunca se explicaba las razones y que significa mutualizar deuda, los eurobonos propuestos (y no aceptados).

La Ministra de Exteriores y la de Economía tienen la desvergüenza de declarar que: “La emisión de deuda conjunta con una garantía solidaria es el paso lógico…” o sea, que pretenden que el endeudamiento español sea garantizado por los demás países de la UE, sin control alguno establecido.

0oicw-002.jpgEs el cuento de la hormiga y la cigarra. Cuando países que durante años han logrado ir reduciendo su deuda a un 45 a 50% del PIB, a base de controlar sus gastos y sus ingresos, mientras en España o Italia lo aumentaban al 100 y 140% del PIB, sin control alguno, no parece muy lógico esperar que las hormigas asuman ahora la futura deuda de España o Italia sin normas que eviten que se siga malgastando y aumentando la deuda sin control. Porque no parece que el actual gobierno de España esté por establecer claramente y oficialmente medidas que reduzcan en el futuro el endeudamiento, que es lo que exigen los demás países para mutualizar la deuda.

3- El aumento exponencial de la deuda que va a traer la crisis económica actual.

Es absolutamente lógico que en un momento de crisis se endeude el Estado, como lo haría cualquier empresa. No se trata pues de evitar o negarse a endeudarse, al contrario, hay que hacerlo para evitar el caos y la miseria de la gente.

Se plantea que el BCE con la UE permitan emitir 1.100.000 millones de euros en deuda pública de los países. Unos 125.000 millones para España, eso dice Guindos desde la vicepresidencia del BCE. Vale.

Nadie declara que problemas planteará este aumento de endeudamiento. Incluso Guindos al ser preguntado por ello, declaró: “los niveles de deuda son sostenibles, y cuando pase esta crisis las condiciones económicas volverán a la normalidad”.

O sea un 100% del PIB en deuda es ‘normal’. Pues ¿por qué no pasamos al 300% de deuda?, si es normal un 100% y no explica que pueda ser un problema, pues aumentemos lo que nos dé la gana la deuda.

Y si resulta que si hay problema, si cree que luego habrá que bajar la deuda, entonces debería declararse y concretarse de qué forma se va a reducir esa inmensidad de deuda nueva.

La idea de que endeudarse no es problema, está muy generalizada y es totalmente falsa en las condiciones actuales.

Nunca es problema aumentar la deuda si hay un plan de reducirla luego, ya sea con ahorro posterior, ya sea mediante las ganancias al Estado de lo efectuado con esa deuda (eliminar paro, generar impuestos o ganancias nuevas…).

Pero endeudarse sin un plan de reducción posterior es una barbaridad. Y actualmente el endeudamiento infinito actual es un cadena que ata a los Estados a la finanza de forma absoluta. Cualquier Estado que quiera enfrentarse a la finanza de la UE está atado por la deuda en euros. Grecia lo supo muy bien cuando lo intentó.

Nunca se ha hablado claramente y públicamente al pueblo del endeudamiento, su esclavitud y los condicionantes que tiene.

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4- Los intereses de la emisión de deuda a cero.

Otro tema es la idea de generar dinero a cero intereses por el Banco Central, aunque hoy en BCE ya no depende de los Estados de forma tan directa.

La idea es absolutamente correcta, es dinero contable y puede emitirse a cero de intereses.

Veamos algunas mentiras sobre este tema: La más jocosa se ha producido cuando el Presidente español Sánchez declaró que iba a recibir de la UE unos miles de millones de euros sin intereses para conceder préstamos a empresas y autónomos que los pidieran por causa de su parada de trabajo por el confinamiento actual.

La realidad es bien distinta: El Estado español recibe el dinero del BCE a cero, pero lo que hace es ‘avalar’ (no prestar directamente) el 80% de los préstamos que los necesitados pidan a los Bancos. Y el Banco prestará a quien corresponda a un interés ‘razonable’ y con las condiciones que considere. O sea, del cero se pasa a un 3%, por ejemplo.

Iglesias y su ‘Podemos’ pide una Banca estatal, pero Bankia es estatal y funciona como un banco privado. Y el gobierno actual no ha indicado que Bankia prestará (como Estado) directamente casi al 0% ese dinero que recibe el Estado al 0%.

Nadie es informado de por qué el BCE ha bajado los intereses al casi 0%. No es por un tema de lógica, sino porque si pusiera los intereses más altos, varios Estados de la UE quebrarían, no podrían pagar los intereses de la deuda pública.

mentiorasmediaticas.jpgEn cuanto a la idea de que los inversores privados pongan su dinero en empresas (con acciones u obligaciones, bonos, deuda pública, etc.) al 0% es una utopía típica. Incluso aunque la inflación fuera del 0% (que no lo es) ningún inversor privado va a poner dinero en una empresa sin intereses, de forma que si la empresa fracasa pierda todo lo invertido, y si tiene beneficios no cobre nada el inversor. El riesgo del inversor debe tener una recompensa.

5- Por último me permito, como una broma, una referencia a la locura igualitaria.

Hace un tiempo unas locas feministas proponían que la igualdad de la mujer con el hombre pasaba necesariamente por lograr que el hombre pueda quedar embarazado y parir hijos, y que la ciencia debe trabajar en este sentido.

Cuando rebuznaron de esta forma, algunas dirigentes políticas progresistas aplaudieron la idea y auguraron que con el tiempo se iba a lograr esta igualdad. Forzar a la Naturaleza a ser igualitaria.

Hace poco salió en la prensa una de esas noticias que cualquiera sabe si es cierta o no, según la cual el coronavirus actual afecta mucho más a los hombres que a las mujeres.

La Ministra de Igualdad, que es una especie de florero para hacer políticamente correcto al gobierno, no se levantó indignada para pedir condenar al virus ese de discriminador de género, y reclamar a la ciencia que modifique el virus para hacerlo igualitario. Una lástima.

 

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jeudi, 30 avril 2020 | Lien permanent

Sunic: la ND europea

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Contra la democracia y la igualdad.

La Nueva Derecha Europea.

de Tomislav Sunic

NOVEDAD
1ª edición, Tarragona, 2014.
21×15 cms., 202 págs.
Cubierta a todo color, con solapas y plastificada brillo.
 
PVP: 18 euros
 
Índice
 
Prólogo del traductor 9
 
Primera parte: Presentación de la Nueva Derecha 13
 
Introducción 15
 
Capítulo I: Entrando en la Nueva Derecha 23
Capítulo II: El “Gramcianismo” de la Derecha 45
Capítulo III: ¿La izquierda conservadora o la derecha revolucionaria? 53
Capítulo IV: Carl Schmitt y la política de destino 63
Capítulo V: Oswald Spengler y la historia como destino 73
Capítulo VI: Vilfredo Pareto y la patología política 83
Capítulo VII: La Derecha pagana 93
 
Segunda parte: La mística igualitaria. Las raíces de la crisis moderna 111
 
Introducción 113
 
Capítulo I: La metafísica de la igualdad 121
Capítulo II: La Nueva Derecha y la igualdad inalcanzable 133
Capítulo III: Homo Economicus: La Batalla de Todos Contra Todos 153
Capitulo IV: Totalitarismo e igualitarismo 165
Capítulo V: Homo Sovieticus: El Comunismo como entropía igualitaria 187
Conclusión 199
 

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Orientaciones
Éste es el primer libro que se publicó en lengua inglesa sobre la Nueva De­recha Europea, y a día de hoy sigue siendo una introducción imprescindi­ble a esta escuela de pensamiento fundamental para la comprensión de la política europea. Tomislav Sunic examina las cuestiones principales que han preocupado a los pensadores de la Nueva Derecha desde su fundación por Alain de Benoist en 1968, así como la naturaleza problemática de la etiqueta “Nueva Derecha” para una corriente que se ve a si misma más allá de los conceptos tradicionales de izquierda y derecha: su revolucionaria filosofía política; su concepción cíclica de la historia; su actitud hacia la democracia, el capitalismo y el socialismo; y su defensa de la espirituali­dad “pagana”. El autor también analiza el papel de algunos autores ante­riores que han sido especialmente influyentes en el desarrollo del movi­miento, como es el caso de Oswald Spengler, Carl Schmitt y Vilfredo Pareto.
 
Tomislav Sunic nació en Zagreb (Croacia) en 1953. Es doctor en Ciencias Políticas por la University of California at Santa Barbara. El doctor Sunic da conferencias por todo el mundo y dirigía su propio programa de radio, The Sunic Journal, emitido a través de Voice of Reason Network, una emisora de radio online. Es autor de varios libros, incluyendo Homo Americanus: Hijo de la Era Postmoderna (publicado en español por Ediciones Nueva Re­pública), y Postmortem Report: Cultural Examinations from Postmodernity (Collected Essays), los cuales profundizan en cuestiones planteadas en este libro. Recientemente ha publicado en lengua francesa Chroniques des Temps Postmodernes (marzo, 2014), una obra que ha generado gran expec­tación en Francia
 
 
 
Pedidos:
edicionesfides@yahoo.es
 
Tlf: 682 65 33 56
 

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mardi, 10 juin 2014 | Lien permanent

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