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samedi, 19 décembre 2015

Exaltación y centralización de lo inferior en el mundo moderno

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Exaltación y centralización de lo inferior en el mundo moderno: Humanitarismo, filantropía, animalismo y ecología.

Ex: http://septentrionis.wordpress.com

Una de las caras del pensamiento contemporáneo, aquel que ha descendido y desvalorado además de rebajado los arquetipos Divinos propios de la perfección, los cuales fundamentarían y asentarían los principios de un supuesto sacrificio por remontar los escalones descendidos en contra la Idea de lo Sagrado, es, esta cara de la que hablamos; el humanismo antropocéntrico.

Dicha aspiración es cohibida por una ideología centrípeta a lazos materiales o en el mejor de los casos, existenciales pero siempre humanos y de naturaleza netamente psico-física. No únicamente ese refreno a estadios superiores causada por una physis acotada a lo personal es consecuencia de la negatividad de mirada, sino principalmente la descentralización de un principio rector metafísico del Universo. Esto supone o bien la pasividad pura del sujeto o bien la pretensión no arribada a categorías del Intelecto más allá de la razón para la compresión completa así como la vivencia de esta comprensión pura.

El humanismo junto al pensamiento antropocéntrico, ambos entendidos como comprensión y percepción epistemológica de la naturaleza y Cosmos a través únicamente de la magnitud y medición de lo humano y del humano son un giro, total y universal, a la supremacía de la persona de exclusivos atributos presentes en su nivel de existencia, la cual rige y decreta todo lo demás. Es por ello que antes del entendimiento del humanismo como un resurgir de unos estudios clásicos, se entendía por este la antítesis de la escolástica y por ende lo contrario a la visión jerárquica y vertical del Universo de actos, potencias y del primer motor inmóvil Aristotélico haciendo cúspide. El humanismo antropocéntrico es pues una primera toma de contacto con la futura cosmología horizontal y terrenal, la cual hace girar un Todo siendo refinado por lo humano.

Este virado y desviado ángulo será una de los signos que marcarán la nueva concepción de la actual situación, no sólo filosófica sino espiritual, de Occidente.

El origen de esta idea surge como fenómeno previo a la llegada de la Ilustración y del enciclopedismo, ambas concepciones con nexos comunes a este humanismo antropocéntrico, que casó con sucesos filosóficos e históricos como el racionalismo Cartesiano[1] o la Reforma Luterana, junto a la Contrarreforma de la Iglesia Católica con su correspondiente concilio de Trento. Si antes se filtraba la experiencia vivencial con la tabula rasa de lo humano, ahora se hace una exaltación de este, junto a su razón, ignorando la espiritualidad fuera del teísmo de la época. Es así como se forja la revolución Francesa y la ya caída en picado de Europa, la cual hizo posible la propagación en líneas políticas de la moderna democracia Parlamentaria traída de Inglaterra, así como la mala fragua del socialismo materialista Ruso y su hermano el capitalismo, el cual reina imperante hasta nuestros días de forma destructiva.

El descenso propio de la edad actual, desde las alturas Apolíneas a fondos del deleite
hueco ya ni racionalista, de cielos de Dioses y Héroes a suelos de hormigón, no es estático, pues bien sigue como bacilo patológico propagándose con distintas máscaras y en dirección a lo más bajo.

Estas podrían ejemplificarse con la filantropía caritativa o el humanitarismo desmedido entre otros. Alguno se echará las manos a la cabeza al escuchar críticas a estos dos enfoques o conceptos, pero si bien ambos pueden tener puntos positivos, también ambos radican y se originan en la descentralización, distorsión y viraje de la idea Tradicional, pues esta filantropía o humanitarismo desplaza un Principio metafísico más allá de humano a lo humano,  acaba con la idea de emanación y multiplicidad a partir de este Principio y desorienta haciendo defensa de una cosmología centrípeta y exaltante de sí mismo, el humano, haciendo caída en estadios o estaciones inferiores dentro de una jerarquía cósmica. Junto a ello la búsqueda de la sensación y emoción o de ayuda meramente material o económica y sus frutos –Sakama Karma.- y su a veces altruismo ególatra contrasta con aquel desinterés del yo personal en la acción y por lo tanto en la ayuda que se cree que se hace, lección que Meister Eckhart pincelaba en uno de sus sermones sobre el “desasimiento”[2], pues en la acción el movimiento llevado a cabo por la compasión del yo y no por el desapego transparente es un acto egoísta[3]. El problema de la búsqueda de los frutos de la mentalidad contemporánea, sean intereses como comentamos emocionales como físicos –económicos, políticos…- se contrapone a la visión del Nishkana Karma o “acción sin deseo”, la cual queda ilustrada cuando Krishna en su conversación con el guerrero Arjuna dice; “Sólo tienes derecho al acto, y no a sus frutos. Nunca consideres que eres la causa de los frutos de tu acción ni caigas en la inacción[4], subyugando así la acción al deber Trascendental y de ninguna manera a sus frutos, concepción propia del verdadero Kshatriya.

Así mismo, el centrar y describir al humano como eje polar es errada en principio. Existe por ello un humanitarismo desmedido que no actúa equitativamente como la ideología moderna clama, buscando la igualdad o la “igualación cripto-forzada”. No defendemos ni al humanitarismo universal ni a esa visión moderna, pues este humanitarismo debe ser como todo, de arriba hacia abajo, del centro hacia afuera y entendido desde ópticas no pragmáticas, las cuales tienen como germen el expansionismo cultural –o a-cultural según se vea.- y lo cual se traduce en mecanización y globalización tecnológica y subyugación de cualquier rincón del planeta. En definitiva, la destrucción de la diversidad defendida por esa misma ideología del pensamiento único y moderno. Por lo que respecta a esta idea de igualación, esta nos parece contradictoria metafísicamente con el principio jerárquico de la naturaleza y Cosmos, así como de igualdad en condición humana, la cual al no concebirse desde la realidad de acto tiende a forzar de cualquier manera esta igualación, generando así un hombre masa. He aquí la espiral de caída y contradicción en lo que intentamos exponer.

Junto a lo anterior, es necesidad el comentar en especial la perspectiva con la cual la filantropía como movimiento es realizada. Desde conductas aburguesadas el filántropo actúa caritativamente a través de eventos sociales o campañas, en los cuales de nuevo de manera material o económica se dispone a ayudar sin inmiscuirse, tanto en el proceso como en la ayuda como tal, la cual ni siquiera se concibe que pudiera ser propia y humana, contradiciendo así al significado literal de la etiqueta que porta como philos anthropos. No es lugar para discutir el bien causal de la filantropía, pues lo que nos atañe es el principio que acciona dicho movimiento así como la mentalidad con la que se lleva a cabo. Esta última, la cual se desarrolla entre una pasividad y vista lejana del caritativo que descansa y se funda en la apatía moderna. Pretende de esta forma atacar al problema normalmente económico a través de la economía y contemplando diferencias entre naciones basándose en el llamado “Estado de bienestar”, diferencias que son únicamente de tipo capital, tecnológico y material –Por supuesto jamás artísticas, culturales y mucho menos espirituales.-. Así el filántropo intenta amollentar el problema con lo que el problema ha sido creado; El materialismo. Así pues, parafraseando a Evola en “Cabalgar al Tigre” diremos que la acción que no parta “del núcleo profundo del ser, supraindividual…, que toma la forma de un ser en tanto que es acto” deberá ser considerada errónea tanto en causa como en origen.

Si bien aquí vemos dos conceptos modernos, digamos, exaltadores del hombre, existen bien otros aún más disonantes como puede ser el animalismo o el anti-especismo. Recordemos que lo que intentamos exponer es la descentralización de un Origen metafísico a estadios inferiores como en los casos anteriores era el hombre o sus acepciones y en casos excepcionales, lo animal en su sentido más basto, y de ahí la crítica a estas vertientes de pensamiento moralista ligadas a la caída de la cual hablamos. El animalismo como movimiento tiene diferentes dimensiones y niveles, pues si bien suele estar unido a dietas vegetarianas o veganas la moralidad causante de estas varía en un espectro entre el supuesto respeto al derecho a la vida animal, la oposición a granjas intensivas monstruosas abortos del capitalismo o una exaltación extrema de la criatura hasta niveles superiores al humano en derecho, fundamentando, el animalista, la inferioridad en defensa o raciocinio de dicha criatura. Todo esto junto a una supuesta militancia que no es otra cosa que un colectivismo que gira entorno a esta idea que comentamos, la cual es regada con tintes sentimentalistas y emocionales.

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Reafirmamos el amor a los animales así como la contrariedad a la masificación, maquinación y desnaturalización de las granjas y mataderos. Por otra parte centrar este escrito en los prejuicios de este movimiento o vertiente que pensamos tiene como origen debilitamientos y monomanías precedentes; tras las diversas caídas desde visiones de dominios metafísicos, el darwinismo o teoría evolucionista junto al cientifismo, se perpetraron haciendo a la ciencia técnica el dogma universal y eterno.  Ambas visiones de forma sinérgica intentaron dilucidar al humano biológico y psicológico desde parámetros animales pensando que este, el animal, era un ser vivo básico por el cual se explicarían los instintos que supuestamente mueven al hombre. Una vez más el terror a enfrentarse con lo Absoluto hizo que el hombre moderno cayese en lo pequeño, simple y materialista. Esto presupuso que el humano y el animal están en un mismo nivel de existencia, lo cual es falso, falsedad que a su vez se sobrepone a la idea de que la única diferencia entre estos es el mero raciocinio y la cual trataremos más adelante. A esto se suma la fuerza tóxica que este pensamiento genera secularizando cualquier acción humana que sea realizada como sacralización inmanente, ya sea el rito, el sexo[5], la organización social o política e incluso la espiritualidad, exponiendo que se trata de estímulos mecánicos y subconscientes que preceden la razón del movimiento del humano, o la religiosidad, limitándola a una explicación mítica del subconsciente ligado con sucesos incapaces de aclararse en el momento.

Nos situamos así en una perspectiva plana y llana donde los principios vitales humanos corresponden a los animales y la diferencia es más cuantitativa –cantidad de capacidad- que cualitativa –capacidad en sí-. A partir de esta hipérbole de pensamiento asimila dos planteamientos contemporáneos; La igualdad y el sentimentalismo frenético.

La impresión y pretensión de la igualdad es etiqueta del pensamiento moderno, donde esta equidad evangélica de raza, género e individuo pasa a lo animal afirmando su derecho a la vida a pesar de la poca consistencia de fundamentos que sostengan una legitimidad más allá de la moral y la lástima. La falta de comprensión o tal vez la negación propia a esta, hace que no se aprecie el hecho de que la igualdad no es ni un fin ni una herramienta así como que la desigualdad existe en origen y es causa primitiva. En cuanto al derecho, si anteriormente entre los siglos XVII Y XVIII se concebía como herramienta con la finalidad “idílica” del “progreso positivista”, tal y como Hobbes o Locke propusieron, en la actualidad  es la moralidad como tal, la cual de carácter temporal y relativo, genera el derecho. Esto denota que esa idea de “progreso positivista”,  junto a la moralidad moderna, son los conceptos que establecen al propio derecho y su supuesta justicia. Esta inversa ecuación genera que no solo el derecho, la ley y su vía activa, la legislación, sean engendradas por principios morales y humanos  –estos en el más bajo sentido de la palabra.-, sino que incluso la idea de estado y por ende la política sea confeccionada desde estos principios de los que hablamos, los cuales son subjetivos a caracteres y personalidades tanto individuales como colectivos en un sentido restringido y no orgánico o Absoluto. El Estado como mero mecanismo que sirve para una determinada finalidad y no como forma de alto simbolismo como apostilla Spengler.

El derecho como tal no es concebido o más bien contemplado por la Tradición, pues se trata en cualquier de los casos de una “igualación” horizontal y forzosa de dos o más sujetos en cuanto a propiedades cuantitativas así como,  y aún más nocivo, cualitativas. La idea de derecho supone no atender o apreciar esas cualidades, sean del tipo que sean, las cuales consideramos de carácter superior a las puramente numéricas. Lo anterior equivale irremediablemente la negación de cualquier propiedad o atributo para llegar a una supuesta objetividad y neutralidad entre sujetos, ya que esta es la única manera de legitimar la sentencia o dictamen. Esta intentona de una regla Universal de juicio y derecho –contraria totalmente al Suum Cuique.- afecta al concepto de “Derecho Animal”, pues se intenta fundamentar un amparo que primero cualifica al animal como portador de una tutela, la cual no contempla de forma individual por razones obvias y segundo que coloca a la criatura en una escala métrica, en la cual parece que el hombre moderno intente crear una idea antropomorfa de absolutamente todo lo vivo desde como comentamos, ópticas puramente emocionales.

Lo anterior junto a la inversión de valores morales o éticos, estos engendrados desde ejes personales, crea una flexibilidad infinita en cuanto a derecho y legislación, la cual es usada por defensores de este pensamiento[6]. Dicha se cimienta en un anti-especismo que intenta evidenciar cierta discriminación de carácter moral entre animales y otros animales u hombre[7]. Si bien existen defensas animalistas sin ser igualitaristas en este sentido, trataremos adelante sobre otro convencionalismo moderno como es la idea de ecología desde un punto de vista pragmático y materialista.

Tratando directamente sobre la diferenciación de las cualidades entre el hombre y el animal diremos que el ser posee poder –pues es causal.- de trascender su condición ontológica. Esta característica es la mayor diferencia entre el hombre y el resto de los animales y no su raciocinio como paradójicamente los racionalistas suelen defender.

Así como un hombre con una consciencia cual sea de lo Absoluto puede contemplar, en este ejemplo, niveles inferiores a su estado actual desde cierta superioridad así como la posibilidad de continua “refinación” y aspiración a ese Absoluto según sus cualidades, también el hombre –refiriéndonos al hombre común.- por lo general, aunque cada vez de forma menos efectiva, debido a la edad en la que nos encontramos y los agentes que reinan en esta, contiene en potencia dicha potencialidad -valga la redundancia.- de superación de estadios en primer lugar existenciales y tras ello metafísicos. Esta potencialidad está ligada como capacidad a las cualidades y características del sujeto en cuestión, la cual es obviamente nula en los animales. Esto marca una gran diferencia entre el hombre y el animal por la incapacidad de una comprensión escatológica así como su razón de existencia de este último, la cual se trata de una mera subsistencia y no de pura trascendencia como es en el caso del hombre.

A esto añadiremos entrando en cuestiones metafísicas, que el moralismo que parece pulular por estos círculos es totalmente inválido como sustento teórico. Como venimos comentando y desde nuestra perspectiva, el sentido de involución y emanación desde un principio niega que la persona como tal en su sentido más exterior sea capaz de generar o de discernir conceptos o cuestiones que giran en torno al “Bien” y “Mal”, –persona como centro o “productora” de la Verdad, lo cual se trata del antropocentrismo moderno que aquí denunciamos.- bornes que unimos en este caso a la deontología y moralidad animalista. Esta dualidad no existe en estados superiores y por lo tanto no es real en sí misma, sino que se trata de una degradación de la Verdad que se crea al comparar polos que comprenden una equivalencia complementaria. Significa que el hombre como tal no puede concebir o entender esta relatividad sin haber entendido la objetividad total de esta, es decir, la dimensión directamente superior a la dualidad relativa que se propone comprender. Si en caso contrario se cae en esa dualidad se cae en el tremendo error de juzgar de forma personal, desde como decimos, cuestiones totalmente temporales y por lo tanto falsas. Es por ello que también sería incorrecto de hablar de “Ética Animalista”, pues la Ética desde la llamada ciencia de la moral debe ser entendida como producto de un individuo tras su reflexión y que únicamente consideraremos correcta cuando esta sea generada por valores eternos y por lo tanto por el ser mismo de este individuo y no sus apetencias personales y temporales. Esta ética puede no coincidir con la moral colectiva, es más, no debería, pues contemplamos la cualidad de cada individuo, lo cual hará que se encuentre dentro de unos atributos, los cuales marcaran su posición en cuanto a su propiedad y condición, lo cual sustentará la diversidad humana propia de la multiplicidad del Cosmos y del propio Ser. Es por ello que la moralidad o la “axiología” animalista pueden únicamente sustentarse en conceptos inferiores tales como lo afectivo que corresponde a posiciones restringidas a la psique y donde el bien o mal se queda en términos a lo sumo morales sino inferiores.

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El sentimentalismo que se adopta, sea para fundamentar, sea para defender la idea de animalismo, parece tener resonancias en ciertas vanguardias de pensamiento así como artísticas que vemos, de una manera u otra, ligadas a valores Cristianos –nos referimos a valores devocionales sin ningún componente trascendente o meramente “inmanentista” como en es el caso del Puritanismo- como la pasión, la devoción, vehemencia y compasión o piedad, los cuales parecen haber sido en algún momento descentrados de su verdadera misión como valores religiosos a, en un primer lugar, un Cristianismo humanista distorsionado por los tiempos hasta en la actualidad, valores totalmente profanos, estos fuera de cualquier contexto religioso o espiritual y entendidos como meras predilecciones morales. Si aunamos todo esto al menos en pretérito al Cristianismo no es por casualidad, pues como bien se sabe personajes como San Bernardo hasta los Perfectos y Perfectas Cataras hacían un uso restringido de la carne. Cierto es que existen diferencias, pues mientras San Bernardo parece ser impulsado al vegetarianismo por simple y mera disciplina, los Cataros desde su visión gnóstica y dualista lo unían a cierto “desprecio” por lo existencial y terrenal, por lo que concebían que tanto el sexo como la carne, en un amplio sentido de esta última, incluyendo la animal, cual acto “impuro”. Percepción que no de forma casual compartían con no solo maniqueos Persas o Sirios sino también Chinos como se demuestra en el Codex Manichaicos Coloniensis con comentarios de Samuel N.C. Lieu.

Existen ciertos antecedentes bíblicos sobre este tema nos centraremos en algunos de ellos; “Además del “no matarás”, la privación de consumo de carne tiene sus fundamentos escriturarios: “Es bueno que te abstengas de la carne”, dice san Pablo en la Epístola a los Romanos, y escribe en la de los Corintios: “Si una carne ha de escandalizar a mi hermano, nunca la comeré”. Podía invocarse también la visión de Pedro, en los Hechos de los Apóstoles: una sábana desciende del cielo, cargada de toda clase de animales; una voz le dice a Pedro: “Levántate, mata y come” y Pedro responde: “Jamás en la vida, Señor, porque nunca comí nada impuro ni mancillado”[8]. Origen, Clemente de Alejandría, Juan Crisóstomo, Basilio el grande así como Jaime, Mateo o Pedro llevaron una vida sin consumo de carne animal. Así también grupos de origen cristiano como la Iglesia Adventista, iglesia de origen “Millerista”[9] y de corte mesiánico, como la “Bible Christian Church”, secta Metodista, propagaron el movimiento vegetariano en Estados Unidos. Situándonos en la Europa Teísta, esta rota entre el Catolicismo moderno y las diversas iglesias y sectas protestantes[10], la fundamentación del movimiento animalista ligado al Cristianismo era sintetizar de una forma burda, por diversas razones, el evangelio y escrituras bíblicas con el vegetarianismo. Ideas como el deber de la manutención del “Paraíso Terrenal” en el cual se debía crear un estado idílico de respeto máximo a la creación, lo cual incorporaba en muchos de los casos la no-ingesta animal, defendido por personalidades como J.F. Newton o el romántico Percy Bysshe Shelley, los cuales llegan a esto de forma transversal a los Cataros, haciendo del mito bíblico del árbol y el jardín del Edén una alegoría a la comida de la carne como pecado en la cual en el Paraíso Primordial la dieta era supuestamente vegetariana. Perspectiva muy parecida a la de Thomas Thyron el cual se dedicó a difundir sus ideas ligando el vegetarianismo al diablo en su libro “The Way of Health”, mezclando razonamientos puramente dietéticos con un doctrina vegetariana sincretista Hindú, Pitagórica y Bíblica o las ideas que defendía el científico Emanuel Swedenborg. Desde esta tentativa de aunar el vegetarianismo y animalismo a una tosca lectura y comprensión de la doctrina Cristiana, las razones de expansión de ambos movimientos -pues entrambos van de la mano en este caso.- han sido varias, estas con el paso del tiempo cada vez centralizadas en ideas más racionales o por exponerlo en su contrariedad, más ateístas. J.F. Newton, al cual nombrábamos antes, fue en parte influenciado por su doctor Londinense William Lambe, el cual abogaba por una dieta vegetariana defendiendo con esta su simple salubridad. No son pocos los grupos o individuos que siguen justificando esta línea así como la defensa del medio ambiente y ecología mundial [11]o el vegetarianismo y animalismo como única vía para el desarrollo y evolución social[12]. Para cerrar este apartado, comentar que son algunos los que han visto un claro nexo entre el Cristianismo y Vegetarianismo como fuente con corrientes como el romanticismo, el idealismo filosófico así como dogmas modernos protestantes–anabaptismo, hermandad de Moravia…- e incluso la Teosofía[13]. Nosotros no trataremos de discutir cual es el producto de tal, pues creemos que la degradación de nuestro tiempo comprende, afecta y compendia todo lo anterior y no al contrario, es decir, nada de lo anterior es el origen de la decadencia sino producto o influenciado de tal, sino en origen, en alguna de sus partes.

Es pues tarea, para complementar nuestra tarea de definir de una forma más clara, el hablar de diferentes mascaras que han acabado por defender un estilo de vida animalista y vegetariano a través de diversas deformaciones. Nos centraremos ahora en las varias distorsiones del Budismo e Hinduismo por parte de la mentalidad –y decimos mentalidad porque no trasciende más allá de eso- moderna Occidental. Estas deformaciones, realizadas desde un sincretismo que realiza una grosera lectura de los Textos Sagrados junto a delirios de “Nueva Era”, retuercen ideas como el Karma o la “Reencarnación”. Tras ello producen extrañas concepciones que forzadamente y junto a un emocional infantilismo derivan en defensas de un estilo de vida sin consumo de producto animal. Solo nos queda comentar desde la estricta lectura de pasajes Orientales la falta de sostenimiento de estas desfiguraciones, Así pues en textos como el Artha-shastra se afirma el consumo de carne animal así como su tratado –secado, frescura…-, en el Mahabharata donde cantidad de personajes que hacen uso de carne, el Anguttara Nikaya encontrado en el Tipitaka o incluso leyendo a personajes relacionados con el Ayurbeda Tradicional tales como Sushruta Samhita, Charaka y Vagbhata los cuales recomiendan en varios casos en consumo animal y su salubridad. Si bien existe un nexo entre el vegetarianismo y estas doctrinas en la actualidad, este parece haber sido influencia de razas y espiritualidades lunares y totémicas, ya que los Arios consumían entre otras cosas carne[14]. Esto implica que el vegetarianismo no está ligado a estas Tradiciones en origen, sino que se trataría de un componente totalmente exógeno y añadido de forma tardía al periodo Védico. Ni siquiera existió un vegetarianismo a nivel social o popular, ya que aun teniendo en cuenta la frecuencia de consumo animal por parte de los Arios, no existía ningún tabú e incluso llamaban a sus invitados “Goghna” o mata-vacas porque en la visita y festín se incluía la matanza de res[15]. Creemos, dejando el tema ya que no prescinde de mayor explicación, que la inclinación a religiones Orientales o Árabes puede ser dada por una exaltación de lo exterior como contrapeso a un moderno descontento hacia uno mismo, a su cultura y lo propio, una endofobia que genera junto a la propaganda contemporánea y junto a cierto anhelo “no centrado”, una predilección por lo exótico, lo cual en este caso y por actuación de los tiempos ni siquiera se puede calificar de doctrina Tradicional “práctica”.

Pues bien, sintetizando, como vemos las razones y fundamentos pueden ser más o menos racionalistas –que no racionales y mucho menos lógicos.- y los que parecen siempre estar asentados en pilastras sentimentales o emocionales jugando a una empatía debilitadora que iguala, como hemos argumentado, niveles no comparables. El caso animal y el humano son completamente diferentes y hacer distinción de lo diferente no es más que eso y no un “especismo” que parece ser para estos círculos una palabra sino sinónima equivalente a “racismo” y con la cual se intenta colegir, casi cual tabú, estas visiones modernas.

Por ultimo nombraremos otro de los problemas que pensamos han sido desvirtuados de raíz. Se trata del movimiento ecologista, movimiento que más allá de basarse en una misión de defensa del ecosistema apoyándose en estudios meramente científicos – La ecología como ciencia.- hace de estos una herramienta, con la cual considera la naturaleza algo subyugado al hombre o en su defecto, la naturaleza y su protección como necesidad para la supervivencia humana. Ambos casos ejemplos un débil antropocentrismo soberbio que erra paradójicamente en el mismo concepto que el de los enemigos de estos ecologistas.

Si bien se intenta hacer cierta diferenciación hablando de la ecología basada en un ecocentrismo, este centrado en el vínculo humano-naturaleza y por otro lado el ambientalismo, entendido como una postura más pragmática, pensamos que ambos erran en razonamiento, sea concediendo una superioridad al humano o equiparándolo este con la naturaleza, pues comprendemos al humano dentro de la naturaleza y esta dentro de un Cosmos integrándose así en una unidad absoluta. Esto marca la disimilitud, ya que mientras vemos a un Todo que supera, contiene y se desempeña como consciencia, estos movimientos conciben al humano como axis y con ello doblegan el universo a la persona. Esto hace que los rudimentos del ecologismo, en el cual aunamos al ambientalismo y las diferentes ciencias técnicas, tales como el ecologismo político, errados en principio, pues desencadenan cual prisma irregular confusiones ilícitas e inadmisibles. Una de las más significativas es el entendimiento de la naturaleza como depósito de reservas el cual debe ser protegido por el bien de la supervivencia. Esta concesión materialista la cual tiene como intención “…El disfrute de un medio ambiente en óptimas condiciones… la defensa de un desarrollo humano respetuoso con la Naturaleza en el que el aprovechamiento racional de tales recursos sea garantía para su conservación y bienestar… y una nueva ordenación del territorio que garantice la conservación de los espacios naturales, racionalice el uso y disfrute de los mismos, evite el deterioro de los suelos y la desertificación, promueva un racional aprovechamiento de los recursos y optimice para todo el territorio las necesidades que la sociedad demanda…”[16] alejándose de cualquier precepto supra-humano en cualquier sentido. Ya Marx con su visión materialista concebía la relación del hombre con la naturaleza diciendo que “La tierra es su despensa primitiva y es, al mismo tiempo, su primitivo arsenal de instrumentos de trabajo. Le suministra, por ejemplo, la piedra que lanza, con la que frota, percute, corta, etc. Y la propia tierra es un instrumento de trabajo aunque exija, para su cultivo, para poder ser utilizada como instrumento de trabajo, toda otra serie de instrumentos y un desarrollo de la fuerza de trabajo relativamente grande.”[17], diluyendo la idea de naturaleza, tierra y sus recursos como simple fuente de utilidad.

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Ya no solo es la interpretación de la naturaleza y lo que esta contiene –El ecosistema en un campo científico.- como algo a ser utilizado y explotado, también digno para el disfrute humano más hedonista, lo cual aún nos parece más grave que se use como razón de motivo ideológico.

Antecedentes contrarios a estas posiciones podemos encontrar varios, tal como el Dharma o conducta Sagrada en Oriente, la cual es conforme a la ley de Ordenación Cósmica o Rita, la que contiene en sí misma las leyes naturales y por supuesto humanas. Esta conducta contempla una dimensión metafísica así como una jerarquía de estados propios del Ser, cosa totalmente carente en la actualidad, ya que la naturaleza y sus leyes son entendidas –o más bien analizadas.- desde el punto de vista secularizado y meramente científico-cuantitativo. La diferencia en este caso se trata por un lado de una comprensión cosmológica Total en el caso Tradicional, ya que penetra en aspectos de carácter espiritual y metafísico, estos conteniendo y jamás negando aspectos de carácter científico, mientras que por otro, en la actualidad como decimos no es más que un análisis sintético incompleto, pues este intenta penetrar en la Naturaleza a través de conceptos exteriores como la técnica, muy inferiores potencialmente a lo que intenta estudiar o comprender.

Centrándonos ahora no en esta concepción Universal del ecologista, que se encierra en una mera visión espacial que no traspasa límites humanos, sino en la defensa del ecologismo y por ende naturaleza a través de esta concepción de la que hablamos, veremos que la comprensión de los márgenes totales se ciñen a una realidad únicamente física que contiene sus frutos y sus leyes desarrolladas, estas resueltas por la ciencia. El problema aparece cuando se exploran diferentes y más amplios límites, los cuales no son capaces de ser estudiados por la disciplina científica. Esto sucede ya que esta disciplina se fundamenta en el estudio experimental, numérico y fenoménico en un sentido material, lo que implica que los resultados de esta ciencia serán por ello numéricos, sucesos físicos y producto de la experimentación estadística.

La potencialidad propia de la ciencia así como su capacidad en cuanto a análisis de un campo son directamente proporcionales a los resultados que la experimentación obtenga, resultados que dependiendo del método serán más o menos cualitativos pero siempre con un fuerte componente puramente numérico, que limitara la integralidad y exactitud las conclusiones. Esto acota la naturaleza y su estudio al mero análisis de deseos catastrales particulares de un plano únicamente físico, lo que invalida su objetividad en cuanto al estudio de la Naturaleza total. “La naturaleza –y por ende lo que esta contiene- es nunca únicamente natural”[18] y la defensa de la misma desde una posición que no llega a contemplar sus diferentes aspectos no solo comete el error de equidistar al hombre dentro del círculo natural, sino que se desacierta de manera feroz con un materialismo dogmático nocivo para esta.

Esto equivale a la defensa de la naturaleza desde formulaciones que están ligadas en visión a ese materialismo antropocéntrico, tales como la sostenibilidad numérica y parcial, la preservación de espacios naturales específicos o nuevas perspectivas de defensa como la “ecología profunda”[19] la cual parece ser el límite más alto de comprensión de la naturaleza desde ejes racionales, queriendo desligarse de la anterior visión de naturaleza maquinal sintética, y prefiriendo hablar de una red total de sucesos y potencialidades con una causalidad circular, todo esto explicado a través de la física, ecología y psicología además de algunos puntos moralistas.

Todas estas intenciones, posiblemente buenas en intención, no contemplan una visión holística e integra de la naturaleza ni del Cosmos, así como tampoco una defensa que proponga a través de un “imago mundi” la construcción u ordenación de la tierra a imagen de lo Superior, pues esta sería el único procedimiento, ya que implicaría un acatamiento de unas leyes que por Principio son innegables, inmutables y universales –lo que significa que comprenden varios dominios dentro y fuera de planos meramente físicos- además de su correspondiente estudio y comprensión. No hay pues otra forma de encontrar una armonía que abarque cualquier personalidad del Cosmos que el estudio y comprensión de este de manera íntegra, entendiendo su propiedad como manifestación y extensión indefinida, con sus cualidades propias como multiplicidad, las cuales solo pueden ser contenidas y vislumbradas en una mirada sintética de la Naturaleza entendiendo que la verdadera esencia de todas las cosas es una con el Origen. Es por ello que las leyes cambian y se modifican en cuanto al grado que manejan pero nunca de forma sustancial dada su realidad universal.

Lo escrito anteriormente no fundamenta cierto nihilismo misantrópico negando u obviando cualidades puramente vitales del hombre, tampoco un rompimiento o quiebra entre estadios existenciales y humanos con estadios metafísicos, olvidando los primeros. Así, menos aún un escepticismo relativista sin ordenación[20]. Todo lo contrario, ordenar el Orden y con ello armonizar y conciliar cotas de realidad verticalmente, sin la negación de ninguna de ellas y en grado de una jerarquía marcada no por el hombre, lo cual sería un orden relativo y subjetivo, sino por lo Eterno[21]. Idea opuesta a la cosmología humanista y antropocéntrica la cual criticamos y observamos que ha dado frutos así como concepciones posteriores erróneas y falsas, sesgando estadios superiores al hombre y analizándolos desde una experimentación limitada a estos. Esto hace que la polarización de la realidad oscile entre ejes puramente racionales, psicológicos, sensacionales, físicos y por último puramente automáticos, mecanicistas y casi animalescos como ocurre en la actualidad[22].

Examinando los temas anteriores podemos apreciar que el hombre actual no contempla un contorno del campo potencial humano mayor a la cerca moderna, contorno que en su Totalidad supera sin lugar a dudas a la razón pura, entendida como saber maquinal cuantitativo, estático y muerto. Por ello podemos sentenciar que la negación a vislumbrar planos del Misterio es la privación de la experiencia de lo vivo. Esto sea desde diferentes máscaras, disimulos o pretextos como pueden ser los aquí comentados, pues estos parten de un principio erróneo e inferior, del cual todo su producto es compuesto por esa corrupción primeriza. Así entendemos que lo inferior no puede actuar como superior y no podemos el marcar pautas vivenciales desde conjeturas meramente morales, sentimentales o prácticas. La Ordenación de carácter humano y personal entendemos que debería ser una plena hierofanía, llevada a cabo fielmente cual exégesis del Cosmos y realizada por “Deber Sagrado”[23], jamás por pragmatismo de su funcionamiento u otras concesiones menores, aunque estas puedan existir en condición de producto accesorio.

La causa y razón de ser de estos cuatro conceptos que hemos comentado son erradas en Principio. Si bien estos conceptos varían en cuanto a idealización, concepción de realidad y expresión de sí mismo, podemos observar que existen elementos comunes en estos y que son propios de una manera u otra a la decadencia que impera;  moralismo filosófico, sentimentalismo, materialismo, secularización de cualquier índole, sincretismo y confusión… todos ellos ligados a la centralización de un principio inferior correspondiente a niveles no superiores a los sutiles, por lo tanto subordinados o totalmente faltos de un Principio Rector. Este desconcierto se puede considerar activo en el sentido que crea a su vez lo que es en esencia, y cual cadena causa desconcierto. La ignorancia no puede trascender de ella por si misma sino por la distinción y discernimiento de lo Real con esta ignorancia.


[1]“En todas sus formas, el racionalismo se define esencialmente por la creencia en la supremacía de la razón, erigida en categoría de verdadero “dogma”, e implicando asimismo la negación de todo cuanto es supraindividual y sobre todo de la intuición intelectual pura, lo que entraña lógicamente la exclusión de todo verdadero conocimiento metafísico.” Guénon, René (2013) El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos §85 Madrid. Paidós.

[2] “Presta atención a ti mismo; y allí donde te encuentras a ti, allí renuncia a ti; esto es lo mejor de todo” Eckhart, Meister (2013) Tratados y Sermones. 3. De las personas no desapegadas que están llenas de propia voluntad §112 Buenos Aires. Las Cuarenta.

[3] Importante hacer separación entre estas dos ideas modernas y la idea del socorro, ayuda, desprendimiento o generosidad. Pues estos dos planteamientos, en origen, son totalmente opuestos.

[4]Anónimo (2009) Bhagavad Gita con los comentarios de Sankara. Cap. II El sendero del Discernimiento v.47 §68 Trotta Paradigmas. Crítica Barcelona.

[5] La visión psicoanalítica del sexo que diluye el acto sexual en una maraña de mero origen psicológico, instintivo e incluso como construcción cultural, social histórica o de reafirmación de género. Véase para completar conocimientos sobre el tema Evola,Julius (2005) Metafísica de sexo. José J. de Olañeta.

[6] Véase obras como “Animal Revolution; Changing attitudes towards Especiesism” o “The Political Animal; The conquest of Especiesism” Ambas escritas por Richard R. Ryder y en habla Inglesa.

[7] Entiéndase el especismo desde el prisma animalista como ” prejuicio o actitud parcial favorable a los intereses de los miembros de nuestra propia especie y en contra de los de otras.” Singer, Peter (1999) Liberación Animal. Madrid. Editorial Trotta.

[8]Roquebert, Michel (2010) Nosotros, Los Cataros. La Ascesis. Barcelona. Crítica Barcelona.

[9] Véase William Miller. Predicador que reconoció su error al intentar predecir una supuesta venida de Cristo a la tierra. Propulsor de los Testigos de Jehová.

[10] Para una visión más amplia: Coomaraswamy, Rama P. (2007) La Destrucción de la Tradición Cristiana. Sanz y Torres.

[11]Marly Winckler – Presidente de la Sociedad Vegetariana Brasileña (www.svb.org.br).

Secretaria Regional para Latinoamérica de la International Vegetarian Union (IVU) en el artículo “Otro Mundo no es posible”.

[12]Mark F. Carr and Gerald R. Winslow – en el artículo “Meatless diet: Moving beyond intellectual assent?”.

[13]Spencer, Colin (1996) The Heretic’s Feast, A History of Vegetarianism (Ed. En Ingles) §197 Londres. University Press of New England.

[14]Eastwood, Cyril (1966) Life and Thought in the Ancient World (Ed. En Ingles) Londres. University of London Press.

[15]Spencer, Colin (1996) The Heretic’s Feast, A History of Vegetarianism (Ed. En Ingles) §75 Londres. University Press of New England.

[16] Principios ideológicos de una entre tantas asociaciones ecologistas Españolas.

[17]Marx, Karl (1959) El Capital. Cap. V. Proceso de Trabajo y Proceso de Valorización §132 Fondo de Cultura Económica.

[18] Cita en Eliade, Mircea (1887) The Sacred & The Profane (Ed. En Inglés) §116 EEUU. A. Harvest/HBJ Book.

[19] Véase Capra, Frithjof  (1998) La Trama de la Vida. Barcelona. Anagrama.

[20] “El orden humano y el orden cósmico no están separados como suele imaginarse en la actualidad, sino que, por el contrario, están íntimamente unidos de tal forma que cada uno de ellos reacciona constantemente sobre el otro dándose una correspondencia entre sus respectivos estados.” Guénon, René (2013) El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos §104 Madrid. Paidós.

[21] “Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria por los siglos. Amén” Romanos 11:36.

[22] “Podemos concluir así, el racionalismo, por constituir la negación de todo principio superior a la razón, provoca como consecuencia práctica el uso exclusivo de esta misma razón cegada, valga la expresión, por el hecho mismo de verse aislada del intelecto puro y trascendente cuya luz, normal y legítimamente, debe reflejar el ámbito individual.” Guénon, René (2013) El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos §88 Madrid. Paidós.

[23] Recordando aquella “Hacer aquello que debe ser hecho” del Majjhima Nikaya

                 MARS VIGILA