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Bosnios, serbios y croatas son el mismo pueblo de la familia eslava llegado a los Balcanes alrededor del siglo VII d. C, hablan un mismo idioma –el serbocroata, aunque cada país lo llame de una manera: serbio, bosnio o croata-, que croatas y bosnios escriben con alfabeto romano, mientras que los serbios usan le cilírico. Pero existe un elemento que los diferencia hasta contraponerlos y enfrentarlos a lo largo de la historia: la religión. Eslavos cristianizados, los serbios lo fueron entre 867 y 869 por el emperador bizantino, Basilio I, después de que reconociesen su autoridad, y por lo tanto se hicieron cristianos ortodoxos, mientras que tenemos el dato de que en 879 el papa Juan VIII reconocía al soberano croata, el duque Branimir, lo que índica que su cristianización se realizó en un contexto romano-católico.
La situación permaneció así hasta que el impacto de la conquista de los Balcanes por el Imperio turco en 1463, cuando Bosnia, que hasta entonces había sido parte de Croacia, pasa a manos de los otomanos y la mayor parte de su población se convirtió al Islam, lo que no ocurrió con los serbio que mantuvieron su religión aún bajo la época de dominio otomano. Croacia siempre estuvo defendida de la avalancha turca por la Serenísima República de Venecia primero, y por el Imperio austro-húngaro después. Éste es el origen de la atávica enemistad entre croatas, serbios y bosniacos (nombre que se da a los bosnios de religión musulmana).
Geográficamente el país se divide en dos zonas: Bosnia, el norte del país y Herzegovina, que debe su nombre a Stefan Vukcic, quien en una carta al Emperador Federico II fechada poco antes de la invasión turca, firmaba como Gran Duque de Bosnia. Duque en alemán se dice Herzog, de ahí que la zona pasase a ser conocida como Herzegovina (El Ducado) en los documentos de la época, siendo oficializado a mediados del siglo XIX, cuando, aún como provincia turca se llamó oficialmente Bosnia-Herzegovina.
Bosnia permaneció bajo domino turco hasta 1878 (aunque entre 1718-1739 fue liberada por los austriacos), cuando los bosnios se revelaron contra el Sultán Abdulhamit II, contagiados por la revolución nacionalista de sus vecinos y hermanos de etnia (aunque no de religión) serbios. Estas revueltas motivaron la intervención a su favor de los austro-húngaros y los rusos que terminaron por expulsar a los otomanos de Bosnia, que pasó a ser administrada por el Imperio Austro-Húngaro, como Croacia y Serbia. Después de la desmembración del mismo tras la Primera Guerra Mundial, Bosnia pasó a formar parte de un nuevo Estado: Yugoslavia, que sería dividió en la Segunda Guerra Mundial, cuando Bosnia formó parte del Estado independiente de Croacia, y rehecho tras 1945.
Durante varios siglos los católicos (croatas) y los ortodoxos (serbios) que habitaban en Bosnia Herzegovina, se autodefinían como cristianos mientras que a los musulmanes se le llamaba turcos, término que no equivale al de osmanlíes o turkuse, referidos a los propiamente turcos (1). Si los bosnio-católicos estaban plenamente identificados con Croacia, y lo serbo-bosnios con Serbia, ponían a los bosniaco-musulmanes en la tesitura de tomar al Islam como su principal rasgo identificativo. Así es como surge la cuestión fundamental. Para fundamentar la existencia de un Estado bosnio-herzegovino había dos posibilidades: incluir a católicos, ortodoxos y musulmanes en una sólo República unitaria (nacionalismo bosnio), o tomar el Islam como elemento sobre el que construir su identidad nacional (2) dejando (nacionalismo islámico) sin resolver el caso de las “minorías” católicas y ortodoxas (3) y su papel en un Estado entendido como musulmán.
Bajo el Titismo, Bosnia-Herzegovina era la república yugoslava donde más ciudadanos inscribían en el espacio reservado a “nacionalidad” el término yugoslavos (son ninguna otra referencia), en el registro civil. Es durante los años 60 y más marcadamente aún entre la emigración bosnia a Alemania cuando empieza a difundirse el sentimiento identitario musulmán entre los bosniacos, sentimiento al que el mismo Tito hizo sus guiños, reconociendo a los musulmanes como una “nacionalidad yugoslava” en 1961, cuando éstos –debido a su alto índice de natalidad– pasaron a ser el grupo más númeroso en Bosnia-Herzegovina en detrimento de los serbios ortodoxos. Estos guiños de Tito se entienden dentro del contexto de una Yugoslavia que apostaba por integrase en los llamados Países No Alineados, donde se incluía varios Estados de confesión musulmana.
El inicio del proceso de desintegración de Yugoslavia con la independencia de Eslovenia y Croacia abrió las puertas al conflicto interno en Bosnia y la posibilidad de crear un Estado bosnio independiente. Para algunos iluminados, era el momento de construir su Estado musulmán en los Balcanes, entre éstos iluminados el más peligroso era un tal Alija Izerbegovic quien llegaría a convertirse en presidente de la República de Bosnia- Herzegovina. Evidentemente esta definición confesional-nacional era la declaración de exclusión para los serbios y croatas de Bosnia de un proyecto nacional común, de ahí su voluntad y su necesidad de “re-unirse” a los Estados nacionales donde se les reconocía como tales. Croacia y la entonces Yugoslavia, respectivamente.
El islam y los EE.UU del lado bosniaco.
Alija Izerbegovic habría formado parte de la organización Jóvenes Musulmanes, creada bajo la influencia de los Hermanos musulmanes egipcios. En 1970 publicó un texto titulado Declaración islámica, reeditado en Sarajevo en 1990, donde explicitaba sus intenciones político-religiosas: “Nuestro fin: la islamización… todo lo que en la historia de los pueblos musulmanes constituye un recuerdo de grandeza y valor ha sido creado bajos los auspicios del Islam. Turquía, en tanto que país islámico ha reinado sobre el mundo, en tanto que copia europea, representa un país de tercer orden como tantos otros en el mundo. El movimiento islámico debe y puede tomar el poder desde el momento en que tenga la fuerza numérica y moral para hacerlo (…) La conclusión es importante: no puede haber coexistencia entre las creencias islámicas y las instituciones políticas y sociales no islámicas…”. Durante la década de los 70 y 80 a la importante influencia del islamismo egipcio en Bosnia, hay que sumar una nueva y más importante: la iraní. El islamismo iraní era más atractivo para los bosnios, Irán aprovechó esta circunstancia, ganándose el apoyo de los futuros dirigentes del SDA (Partido de Acción Democrática, presidido por Izerbegovic), algunos de los cuales fueron detenidos en 1983 cuando volvían de un congreso en Teherán para la unidad de los chiitas y los sunitas, que el régimen iraní, entonces en guerra con el Irak de Saddam Hussein, había organizado.
Una vez estalló el conflicto bosnio, el grueso de la ayuda musulmana a los bosniacos venía de Irán cuyas redes de apoyo –sanitario y logístico– demostraron una alta eficacia, así el 86% de los musulmanes bosnios, decían tener una opinión “favorable o muy favorable” de Irán. En 1992, los Hermanos Musulmanes hicieron llamamientos a la yihad contra los serbios, si bien su ayuda fue menor que la iraní, con ella ponían las bases a una peligrosa relación entre Bosnia y lo más radical del fundamentalismo islámico.
Estados Unidos hizo aparición en el conflicto de la ex Yugoslavia apoyando al bando musulmán y apostando por la unidad de una Bosnia-Herzegovina que incluyera a serbios y croatas bajo el mando de los musulmanes y la presidencia de Alija Izerbegovic, anulando cualquier posibilidad de que la minoría croata se uniera a Croacia (tradicional aliado de Alemania) y que lo hiciera con Serbia (amigo de Rusia). Recortar la ventaja adquirida por Alemania-UE con las independencias de Croacia y Eslovenia, e impedir una poderosa Gran Serbia aliada con Rusia, hizo que Washington tomara la bandera musulmana (como luego haría en Kosovo por idénticos motivos) formalizándose de nueva una entente islamo-estadounidenses contra cualquier acercamiento posible entre las dos grandes potencias continentales: Alemania y Rusia.
Por su lado el gobierno musulmán de Sarajevo (la capital Bosnia), asesorado y armado por el Pentágono, provocó una situación irreversible para croatas y serbios de Bosnia, esperando que sus constantes provocaciones desataran una ola de violencia que permitiera a la Bosnia musulmana contar con la simpatía de Europa occidental, y la consiguiente intervención armada en su favor. Como reconocía el responsable de la Secretaría de Estado para Exteriores de EEUU en Bosnia: “Lo que en principio era un gobierno bosnio multiétnico y elegido legalmente, se ha convertido en una entidad musulmana extremista y antidemocrática”. El Gobierno de Sarajevo y su Armija (nombre de su ejército) no tuvieron demasiados escrúpulos para conseguir que los serbios fueran presentando como bárbaros en Occidente, y así permitir que los norteamericanos alargaran el conflicto con el objetivo de desestabilizar y debilitar lo más posible esta zona vital para el equilibrio europeo. Así el 27 de mayo de 1992, una explosión delante de una panadería causó 16 muertos bosniacos, las impactantes y horrorosas imágenes aparecieron en las televisiones de todo el mundo y fueron repetidas hasta la saciedad por la CNN, culpando sin la menor duda a los paramilitares serbios de tan espeluznante crimen. Posteriormente los servicios secretos británicos y franceses reconocieron que fue un auto-atentado de los musulmanes cuya única finalidad era atribuírselo a los serbios antes la opinión pública mundial: de esta último “detalle” no se informó en los telediarios mundiales. El 27 de agosto del mismo año, otra masacre arrasaba un mercado de Sarajevo. La OTAN respondió a la masacre con una gran acción: 60 bombarderos atacan las posiciones serbias. Un mes después, expertos británicos también concluyeron que el misil lanzado contra el mercado lleno de civiles provenía de las filas musulmanas: de nuevo se extendió el velo del silencio mediático.
El radicalismo islámico, una amenaza para Bosnia-Herzegovina.
“Bosnia era un modelo de tolerancia inter-religiosa. El islamismo presente en aquella zona era más laico de lo que se podía imaginar. Los musulmanes de Sarajevo estaban a distancia sideral de los de Oriente Medio. Hoy, por el contrario, después de diez años de turbulencias, también los musulmanes bosnios han entrado en el juego internacional del integrismo” (4)
Entre 1992 y 1995 Bosnia-Herzegovina se convierte en una cuestión de primer orden para el islamismo internacional. Después de 2001, las investigaciones sobre redes terroristas islamistas pasan siempre por suelo bosnio. Entre que islamistas procedentes de África y Asia obtienen con asombrosa facilidad la ciudadanía bosnia, con una actitud claramente cómplice por parte de las autoridades locales, parecería más bien que la llegada de estos africanos y asiáticos responda a una determinada voluntad del gobierno musulmán de Sarajevo. Esta campaña de “nacionalizaciones express” respondió a dos motivos; reconocer los méritos de guerra a los muyaidines que tomaron las armas por la Armija; y por otro, permitir la llegada a suelo bosnio de conocidos integrista con los que “reislamizar”· a la población local. Este segundo objetivo provocó y provoca aún hoy un grado de enfrentamiento entre el “islam tradicional bosnio de impronta moderada” y el “islam integrista importado” por esos neo misioneros wahabitas, que consideraron Bosnia un territorio a “reislamizar”.
Esa Bosnia presidida por Alija Izerbegovic no pudo contener las ansias de autodeterminación de las comunidades croatas y serbias. El conflicto bélico que provocó esta tensión ocupó durante los inicios de la década de los 90 la primera plana de todos los periódicos internacionales, la Paz llegó con el acuerdo de Dayton de 1995, según el cual Bosnia-Herzegovina quedaba dividida en dos entidades pero siempre dentro de un mismo estado. Estas entidades son la Federación de Bosnia Herzegovina –que incluye a musulmanes y croatas– y la Republica Srpska para los serbios, esta última goza de una gran autonomía y sólo las presiones internaciones le impiden que se una a Serbia. Con esta división el órgano de gobierno de la República de Bosnia Herzegovina es colegiado; dos representantes de la Federación (uno católico y otro musulmán) y un tercer serbio de la República Srpska, siendo el que más votos obtenga de estos tres, el presidente nominal de la República. Desde esta división la zona serbia tiene una relación superficial y administrativa con el resto del país, el problema es que en la Federación asistimos a un doble fenómeno, la reislamización en clave wahabita de los bosniacos musulmanes y la marginación y acoso a los católicos croatas.
Desde la salida del poder de Alija en 2000 –murió en 2003– hasta hoy los presidentes de la Federación (al frente e la cual está hoy Barik Izerbegovic, hijo del Alija) han intensificado el proceso de islamización, especialmente visible en la capital Sarajevo, antaño conocida por la buena convivencia entre serbios, católicos y musulmanes y hoy con un paisaje más parecido a Ankara que la ciudad europea que siempre fue. En palabras del cardenal Franc Rodé “Sarajevo se ha convertido en una ciudad prácticamente musulmana”, después de su viaje a la zona en junio de 2009 , el cardenal declaró en Radio Vaticano “los católicos fueron las principales víctimas de la guerra y muchos huyeron del país, a Croacia y también a países más lejanos como Australia, Canadá y Nueva Zelanda (…) En Sarajevo, una ciudad de 600.000 habitantes, hoy quedan sólo 17.000 católicos”, señalando también que en muchos pueblos donde no las había habido nunca se han construidos mezquitas, indicando que “existe una clara voluntad de islamizar la región de Sarajevo”. Este mismo año el cardenal de Sarajevo, Vinko Puljic, ha denunciado el crecimiento del fundamentalismo en Bosnia, sin que las autoridades hagan nada para detenerlos, como en muchos otros países europeos, la construcción de mezquitas y las madrasas (escuelas coránicas) están financiadas con petrodólares saudíes.
Serbios y croatas han sido víctimas de esta “limpieza religiosa” hecha a base de kalashnikov y medias lunas, pero queremos terminar este artículo señalando que los principales perdedores son los propios bosniacos de religión musulmana, un pueblo eslavo europeo, islamizado a la fuerza por el invasor Turco en la Edad Moderna, y ahora reislamizado con petrodólares y fanatismo saudí. Para ellos sería necesario replantearse la idea del Estado bosnio como un Estado nacional musulmán. Ellos deberían ser los que combatieran ese islamismo integrista que amenaza la identidad de su pueblo y con convertir a Bosnia en una base logística islamista en su ataque a nuestra Europa.
Enric Ravello
Secretario de relaciones nacionales e internacionales de Plataforma per Catalunya.
Algo que ya apuntaba E.J. Hosbawn en su libro Naciones y nacionalismos desde 1870. Ed. Crítica,
NOTAS:
(1) Therry Mudry “Bosnia-Erzegovina. La nascita di una nazione” en Orion, nº5, mayo 1996. Milán
(2) Barcelona 1991, p. 79: “sin duda los musulmanes bosnios y los musulmanes chinos acabarán considerándose una nacionalidad, toda vez que sus gobiernos los tratarán como si lo fueran”.
(3) “Minorías” relativamente. Los serbios suponen el 38% de la población de Bosnia, y los croatas el 22%. La suma de ambas “minorías” da el 60% de la población frente al 40% de bosniacos musulmanes.
(4) Aldo dei Lello, L´utopia con la toga. L´ideologia del triunale internazionale e il proceso Milosevic. Ed. Sovera Multimedia. Roma 2002-
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