jeudi, 29 août 2013
Dominique Venner y el destino de Europa
Dominique Venner y el destino de Europa
Dominique Venner fue soldado en Argelia cuando ese país era colonia francesa: sirvió tres años (1953-1956) como suboficial en el 4º batallón de cazadores y combatió al FLN en la guerra de montaña; fue condecorado con la Cruz del Combatiente.Luego volvió a Francia y anduvo orbitando en torno a varios movimientos de derecha dura. En 1961, las tropas francesas en Argelia, las mismas que un par de años antes se habían pronunciado para empujar a De Gaulle hacia el poder, se levantaron contra el propio De Gaulle para protestar contra la independencia de la colonia. Fue el golpe del general Salan. El golpe terminó mal y los revoltosos crearon una organización armada: la OAS (Organisation de l’Armée Secrète), que perpetró algunos atentados. En las filas de la OAS formaban, sobre todo, militares en la reserva o en activo. Venner –25 años en este momento– estuvo entre los alevines del movimiento. Se sabe que participó en la organización de la OAS en suelo francés. No se vio implicado en ningún acto terrorista porque fue detenido enseguida: en 1961, y se pasó dieciocho meses en la prisión de La Santé. Después, sin delitos de sangre, fue puesto en libertad. Era 1963. Esa fue toda su experiencia terrorista.
Después Venner volvió a la política marginal, buscando una derecha nacional que no fuera nacionalista. No la encontró. Abandonó toda actividad política antes de 1968. Y se dedicó a escribir. Ciertamente, no era la suya una escritura áulica de poeta encerrado en su torre de marfil: era una literatura comprometida y activista, de reivindicación de principios y de denuncia, que encontraba en el estudio de la Historia una fuente de luz para iluminar la derrota espiritual de Europa. “Autor poco o nada conocido en España”, decían las crónicas. Sí, es verdad. Sin embargo, a los audaces redactores de las páginas de Cultura de nuestros medios les habría bastado teclear su nombre en Google para enterarse de que Venner tenía un libro publicado en español, y además muy reciente: Europa y su destino, en ediciones Áltera, aparecido a finales de 2010. Ahí habrían podido encontrar una fuente muy valiosa de información sobre el personaje. Pero, según parece, nadie se tomó el trabajo.
Lo más interesante de Europa y su destino es que es un libro preparado específicamente para el público español. La mano del hispanista Arnaud Imatz ha seleccionado un conjunto de textos donde abundan las referencias a la Historia de España y la influencia de pensadores como Ortega y Gasset es continua a lo largo de sus páginas. Por otro lado, la selección no puede ser más elocuente sobre el pensamiento de Dominique Venner. Síntesis: en 1914 Europa comenzó una larga guerra civil –es la conocida tesis de Ernst Nolte– de la que surgieron los movimientos totalitarios y que se prolongó durante treinta años; lo que nació de esa guerra letal fue un mundo polarizado en torno a los Estados Unidos y Rusia (la Unión Soviética), como había predicho Tocqueville, y en el que Europa, que había dominado la escena mundial durante cinco siglos, quedaba reducida a mero comparsa.
Después vinieron el hundimiento de la Unión Soviética en 1989 y el colapso del modelo de dominio americano a partir de la guerra de Irak. Hoy Europa sobrevive como una especie de gigante sin alma. Consigna: reconquistar el alma de Europa, tarea en la que Venner atribuye un papel motor a los clásicos griegos y en especial a Homero. Por el camino, largos desarrollos sobre la Guerra Civil española y el franquismo, aceradas críticas del delirio hitleriano, una detallada crónica de la Italia post fascista, proyecciones de fondo sobre la ideología norteamericana y una interesante reflexión sobre la Rusia nacida del desplome soviético. Un libro en el que cada página enseña algo importante.
Contra lo que sostienen las ideologías dominantes, Venner, apoyándose en Max Weber, piensa que no son los intereses económicos los que determinan las ideologías, sino al revés, que son las ideologías, las religiones, los principios, los que determinan las formas económicas. No estamos, pues, viviendo en “el único mundo posible” tras el triunfo del capitalismo globalizado, sino que cualquier nuevo movimiento de conciencia puede transformar la sociedad materialista que hoy conocemos. El autor apuesta por una renovación espiritual de las naciones europeas a partir de su propia identidad. Venner, por sus convicciones personales, no incluye aquí al cristianismo. Sin embargo, la realidad histórica es que no cabe una identidad europea que no sea cristiana. Y eso lo saben bien, por cierto, quienes tratan de descristianizarnos a todo trance. Los mismos que han creado ese mundo chato y mezquino contra el que Venner se rebeló.
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