Crónica. Nueva etapa
**La moción de censura abre una nueva etapa en la política española. Cada cual se ha puesto en su sitio. Es el hecho político más relevante desde la condena del 18 de julio por Aznar, a partir del cual toda la política se resume en un progresivo socavamiento de la democracia y de la unidad nacional. El resultado de la moción es el dato nuevo y decisivo,
**Ahora parece que hay alternativa. Ningún analista, que yo sepa, ha querido verlo. Los “análisis” corrientes no pasan del chismorreo de política menor, como de costumbre, que si el PP perderá muchos votos o pocos, si antes o después volverán a ponerse de acuerdo, si VOX conseguirá votos para gobernar a corto plazo, si el Doctor continuará mucho o poco, y nimiedades por el estilo. La derecha tipo COPE, ABC y similares, y los grandes medios, procurarán que el asunto se olvide y que “todo siga igual”.
**Los términos “derecha” e izquierda” son engañosos, como ha expuesto Arnaud Imatz en un libro: los rasgos “definitorios” de la derecha han sido adoptados muchas veces por la izquierda, y viceversa. No obstante mantienen cierta capacidad indicativa en cada momento. Así, el PP, ayuno de “pouvoir spirituel”, que decía Ortega, es hoy parte del frente popular zapateril al que ya Aznar regaló la legitimidad moral e histórica, para ver si así le admitían en el club.
**Un rasgo definitorio de la miseria intelectual y cultural de la España de hoy es la ausencia de debates. Y no porque el país no tenga problemas de enorme alcance. Pero no son tratados más que al nivel infecto de los cotilleos televisivos y radiofónicos. En cambio se ha formado una Cheka cultural que ejerce de verdadera policía del pensamiento.
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Algunas tesis sobre el europeísmo
1.Observen este dato crucial: desde la transición, y aun antes, prácticamente todos los políticos, intelectuales y periodistas españoles, de cualquier partido, PSOE, PP o separatistas, han rivalizado en europeísmo. Casualmente nos han llevado entre todos a esta situación de democracia fallida y golpe de estado permanente.
2. El lema del europeísmo lo definió Ortega en su tiempo: “España es el problema y Europa la solución”. Explícita o implícitamente, ese lema ha gobernado la política y la intelectualidad española desde entonces con pocas excepciones. La frase, de una sandez chocante, impedía ver que España no era ningún problema, tenía serios problemas –a los que contribuían los europeístas–. Tan serios que desembocaron en la guerra civil. Y el resto de Europa, –que no “Europa”– los tenía aún más graves, hasta desembocar en dos guerras devastadoras, que acabaron con le hegemonía política, militar y cultural europea. Nuestros “europeístas” son tan idiotas que ni siquiera perciben estas evidencias.
3. Ortega solo dejó de desbarrar en política cuando volvió a la España de Franco y se centró en la filosofía.
4. España se libró de las dos guerras mundiales y se reconstruyó con sus propias fuerzas después la guerra civil. Los “europeístas” no lo ven como el enorme mérito que fue, incluso como ejemplo para los demás, sino como una desgracia.
5. El europeísmo actual ha degenerado en una UE multiculturalista –es decir, partidaria de disolver la cultura europea como “una más” en Europa–, de ideología LGTBI, abortista, inmigratoria sin tasa, socavadora de las naciones históricas europeas (llevamos más de sesenta años con la cantinela de que hemos entrado en una era posnacional), con pretensiones estatales de gobernar hasta los sentimientos de las personas… Nos acercamos cada vez más, “europeísticamente”, al estado antihumano pronosticado por Tocqueville.
6. El europeísmo español se concreta en hechos como la apertura de la verja de Gibraltar, conversión de la colonia en un emporio de negocios sucios y corruptores, y declaración de “amistad y alianza” con la potencia invasora (que, paradójicamente, ha resultado mucho menos europeísta –sin dejar de ser europea– que los corrompidos políticos hispanos). Otro “europeísmo” es la rampante colonización cultural por el inglés. O la instrumentación del ejército en operaciones de interés ajeno, bajo mando ajeno y en lengua ajena.
7. Debemos contentarnos con ser europeos sin necesidad de “ismos”, mantener y defender nuestra independencia y desarrollar nuestras capacidades y recursos, que son muchos si superamos la plaga “europeística” actual. Volver a la neutralidad y promover en la UE, con Polonia y Hungría, políticas contrarias a la desintegración moral y política de Europa.
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Volviendo al sol
Nuestra conversación sobre tus novelas es bastante desordenada, pero creo que tampoco importa, pues, como dijo Luis del Pino, la última sobre todo, la de los “perros verdes”, da mucho qué pensar, a mí me lo ha dado, desde luego. Así que vuelvo sobre lo del sol, al que da tanta importancia el relato, que empieza con la aurora y termina con el ocaso, algo verdaderamente original en una novela, pues no sé de otra planteada de ese modo, supongo que puede verse como una alegoría de la vida en general: en una jornada se encierra una vida. Y en la vida ocurren mil cosas bajo el sol…
… Como dice el Eclesiastés, días de vanidad bajo el sol o algo parecido me parece recordar. Los días del hombre son pura vanidad.
Sí, algo de eso, pero, ¿has querido decir que las peripecias de la novela, como reflejo de las peripecias humanas, son pura vanidad? Ahora que lo dices, ¡el Eclesiastés se ha adelantado a Sartre, con otras palabras! ¡Me asombro, de verdad! Es lo que sostiene Moncho contra Santi, así que las reflexiones sobre el sol parecerían más propias de un nihilista que de un católico practicante, en fin, ya te he dado muchos consejos sobre cómo conducir la novela, que no te han convencido pero ahora lo veo claro: debía ser Moncho y no Santi quien fuera a ver la salida y la puesta del sol para convencerse de la inutilidad de la vida. Conste que yo simpatizo más con Santi.
Bueno, pues escribe tú mismo la novela, a ver qué te sale. Los personajes son algo complicados y contradictorios, como somos siempre los seres humanos. A Santi no debería preocuparlo lo del sol ni sus analogías con la divinidad. El sol puede considerarse una entidad benéfica, puesto que permite la vida, aunque al mismo tiempo la vida es dura y cruel. Pero en conjunto, la vida sigue. Para Santi no debería ser un problema. Él cree en Dios, concretamente en el Dios cristiano, y por tanto el sol y los planetas serían solo una creación suya. Sin embargo ve en el sol una imagen, una analogía con la divinidad, que le inquieta.
Sabes que a mí escribir no se me da bien, pero tengo un espíritu crítico… Y el sol se parece al ojo de Dios, que desde lo alto lo ve todo, y sin embargo no parece preocuparle lo que pase aquí abajo, pues nos ha atormentado con ideas de justicia y de moral que sin embargo no se cumplen. También se lamenta el Eclesiastés de cómo suelen triunfar los injustos y malvados.
Hay otra analogía que hacer. El sol se oculta y llega la noche. De día tenemos luz, nos movemos, interactuamos unos con otros. La luz nos permite afrontar nuestros problemas y disfrutar de los momentos en que nos sentimos bien. Pero llega la noche y cesa todo eso. Todo lo que consideramos realidad se disuelve. Dormimos y perdemos la consciencia, estamos indefensos, no hay movimiento ni interacción, y la mente se puebla de imágenes extrañas y enigmáticas, de demonios. Recuerdo una vez en que mi mujer y yo fuimos a un pequeño yacimiento prehistórico en una colina desde la que se divisaba un gran panorama bajo el ocaso, lo he contado en Adiós a un tiempo. Y creí sentir lo que debía sentir un hombre prehistórico ante tal misterio, ante aquel tremendo fenómeno cósmico con tal exhibición de poder, del que dependía su vida y al mismo tiempo tan lejano y tan ajeno a él. El hombre actual urbano, intelectualizado, es poco capaz de sentir tales cosas. O las siente como una especie de diversión estética, que cabreaba a Santi. Como una cosa de consumo “bonito” que las agencias de viaje pueden venderte: “Tenemos una oferta para ti: disfruta de las puestas de sol del Caribe”.
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