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jeudi, 30 juillet 2020

Símbolos polares y solares: las Especies Eucarísticas.

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Símbolos polares y solares: las Especies Eucarísticas.

Ex: https://agnosis2.blogspot.com
 
Quisiéramos poner algunos ejemplos prácticos de esta relación a veces compleja y ambigua entre los simbolismos polar y solar. 
 
Un caso que seguro sorprenderá a muchos lo encontramos en las santas especias eucarísticas de la Santa Misa. Para acercarnos a su simbolismo intrínseco será más fácil si lo hacemos poniendo las dos santas especies -el pan y el vino- en relación con una de las más famosas parejas mitológicas de la tradición griega, la de Apolo y Dionisos (Nietzsche, Campbell, Fontenrose). [1]

Simbolismo solar del trigo. 

En cuanto a su simbolismo astrológico el trigo -y por tanto el pan- se asocia de forma natural y evidente con el sol, es el fruto solar por antonomasia (E. Zola, Fontenrose, Cambpell). Concretamente se asocia con el ascenso del sol pues el trigo madura cuando el sol está más alto en su curso anual, y por tanto representa en la naturaleza la mitad luminosa y ascendente del año, la luz.
 
Por si fuera poco el trigo maduro presenta el color dorado del mismo sol, lo que le convierte en el equivalente del oro entre los alimentos. Simboliza por tanto como aquel la riqueza material -piénsese en la importancia histórica que ha tenido guardar y conservar el trigo-. El cultivo -y domesticación- del trigo ha tenido también un papel fundamental en el desarrollo de la cultura e incluso en un sentido profano -desde el punto de vista de disciplinas como la arqueología o la antropología-  ha contribuido de forma decisiva a la superación del 'estado de barbarie' primitivo. Este papel de vector cultural lo pone inequívocamente en relación con el dios Apolo, que venció a las fuerzas del caos y que trajo la civilización a los hombres así como diferentes artes.   
 
Por último recordemos que el sol es el símbolo del orden del universo, del vigor y la virilidad -Yang-, la fuerza ordenadora del mundo y la sociedad, y con ello de la casta chatria, a la que está encomendado el gobierno de las sociedades humanas.  

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Simbolismo telúrico del vino. 

Pasemos a la uva -y al producto que se obtiene de ella, el vino-. Astrológicamente la uva hay que asociarla con la mitad descendente del año y la caída del sol, que es cuando madura, por tanto con la mitad oscura del año. A ello hay que añadir el nada despreciable hecho de que el vino se obtiene por fermentación del jugo de las uvas, proceso este que se produce en oscuridad/penumbra y tradicionalmente en el interior de la tierra -bodegas y cuevas-.   
 
Por último el dios Dionisos, como es bien conocido y siguiendo una idea que explotara abundantemente Nietzsche en sus primeras obras, es la antítesis de Apolo. Sabemos además que durante los meses oscuros del año Apolo estaba ausente de Delfos, lo cual es una de las pruebas que arguye Fontenrose para demostrar la relación entre Dionisos y el monstruo mítico Pyhton. 
 
De este modo Dionisos -Baco para los romanos- sugiere el caos y el desorden, la naturaleza salvaje -donde se reunían las bacantes- e incluso los estados bestiales, incompatibles con la vida en sociedad y la civilización, tal y como se manifiesta en los mitos en torno al frenesí extático de las bacantes -que en ocasiones acababan en crímenes de hombres o animales- y  en el desorden social -¿calculado?- que se permitía durante las bacanales -un tanto análogo al posterior carnaval-. Por tanto Dionisos es un dios telúrico que representa las fuerzas descontroladas del caos, lo que llamaríamos el polo material de la manifestación, en oposición al polo formal de la misma. 
 
En definitiva las uvas y el vino son, en tanto símbolo, la antítesis del trigo y el pan. Si estos representan la luz, el sol, el calor, en definitiva las fuerzas de la vida -el polo luminoso de la manifestación, Yang-;  el vino y las uvas representan su natural oposición, la oscuridad, lo telúrico, lo oculto y las fuerzas de la muerte -el polo Yin [2] de la manifestación-. 

El Polo como unificación y generación de los opuestos

Tenemos ya entonces ante nosotros los dos símbolos antitéticos: el pan y el vino. Y ambos símbolos se reúnen en la Eucaristía en la persona de Cristo -son su cuerpo y su sangre- quien por tanto los unifica en perfecta armonía y las trasciende, Él integra y equilibra ambos polos, o mejor dicho 'por Él y en Él' existe y se sostiene todo, la manifestación al completo en toda su pluralidad y aparente oposición.
 
[1] Buena parte de las consideraciones que siguen sobre estos dioses griegos nos han sido sugeridas a partir de la obra de J. Fontenrose, Python. Estudio del mito délfico y sus orígenes, ed. Sexto Piso.
 
[2] Recordemos que los términos Yin y Yang designaban en origen 'el lado sombreado, la umbría' y 'el lado soleado' de las montañas, respectivamente. 
 

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