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jeudi, 21 octobre 2010

Analisis de la Luna (der Mond) de los hermanos Grimm

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Analisis de la Luna (der Mond) de los hermanos Grimm

Por Anamaría Hurtado
psiquiatra, psicoterapeuta, colaboradora de im Geviert

Ex: http://geviert.wordpress.com/

p_bg1843.gifSumergirse  en un cuento de hadas es iniciar una aventura en un bosque espeso, henchido de vida y de  todo tipo de criaturas de la psique,  no es azar  que sea el bosque  lugar por excelencia de los cuentos.  Tras su aparente simpleza, los cuentos exponen las vicisitudes  más trascendentes  de la humanidad;  el relato mítico, del cual se vale el cuento de hadas, más que un discurso lógico-formal,  efectúa una apropiación analógica de las experiencias propiamente humanas en su entorno natural y social, manteniéndose en sincronía con los procesos del acontecer interno.  No se detiene en  la realidad  externa, sino que va a penetrar la realidad psíquica individual, y de ella salta en circular retorno al ámbito mayor de la psique colectiva.  A través de la imagen, vía regia para la manifestación arquetipal, los cuentos son una episteme integral y totalizante.  Siempre hallaremos en los cuentos una condensación de múltiples niveles de significado, abundancia de símbolos, cuya cualidad polisémica les permite dar cuenta de lo inabarcable.  En ese sentido,  el conocimiento no queda seccionado por el intelecto, por el contrario se amplifica en extensión y profundidad.  Por ello, cualquier  análisis estructural, semiótico, psicológico, social o estético es  apenas intento parcial  de explicar un todo más amplio que los contiene: la propia realidad arquetipal; más fidedigna será siempre la conmoción que se origina en el espectador, niño o adulto, y que Jung acertadamente definiera como el carácter numinoso de los arquetipos.

Bajo esa antorcha intentaré adentrarme en La Luna de los Grimm. Lo primero que llama la atención es que el cuento discurre en un espacio de oscuridad, evoca esa selva oscura en la que se encuentra Dante al iniciar su camino. Es la noche la que nos acoge, todo el cuento se desarrolla entre  tinieblas y la suave luz de la luna. Nos ubica en la inconsciencia primordial, la irracionalidad, el hombre en tanto naturaleza; de ese primer estadio salen los protagonistas, pero con la particularidad  de que ellos salen simplemente a una excursión, al parecer no emprenden una búsqueda o una conquista, como suele suceder en otros relatos. Este inicio del camino no es buscado, acontece, más bien.  Esto marca distancia con los cuentos clásicos de héroes, quienes inician un camino, que los lleva a  luchas por encontrar algo valioso. Tampoco es un solo joven: son cuatro, es una tarea colectiva la que comienza.  El número nos acerca en primera lectura al simbolismo del cuadrado, expresión geométrica de la  cuaternidad , los cuatro elementos, los puntos cardinales, símbolo de la fijeza y quietud de la tierra, se constituye así  el ámbito de la existencia humana, es la ubicación en el mundo. De inmediato, el mismo número nos llevará  a las fases lunares, punto central del relato.  Ocurre luego otra particularidad, los jóvenes encuentran en el crepúsculo, en el descenso solar, el globo de luz suave, lejana y amplia, la cual pende de un roble, árbol sagrado, puerta del conocimiento, arcaico símbolo materno. Este hallazgo es más bien un acontecer, un encuentro fortuito, pero de tal importancia que da inicio a la dramática del cuento. Ese segundo estadio nos habla de una luz en la noche.  Todos esos elementos nos ubican en una atmósfera nocturna- lunar, símbolo de lo femenino y de un tipo de consciencia  diferente a la consciencia diurna-solar, masculina.

Hasta acá hemos  visto lo  que el cuento no es,  no relatará el periplo de un héroe, que en esencia  simboliza el viaje del sol, es decir la aparición de la consciencia masculina patriarcal. Los cuatro jóvenes,  quienes también  parecen representar las cuatro funciones de la psique descritas por Jung, son tomados por la idea del Robo, cada uno aporta una facultad, reitero es un trabajo colectivo, un consenso. Las monedas de plata son otra conexión con el mundo lunar, por el elemento plata, asociado en la alquimia con la luna. El robo permitirá un acceder de los jóvenes y al pueblo al disfrute de una nueva consciencia, aún indiferenciada y apegada a la materia, pero que les evita  tropiezos y pueden iniciar el conocimiento y el despliegue en el mundo.

La dinámica de lo femenino  continúa, los jóvenes envejecen y mueren, no hay lucha, batallas ni pruebas, simplemente el ciclo de la vida y la muerte con el que tan íntimos vínculos tiene  la feminidad.  El descenso al inframundo, y la consecuente repartición de los cuartos de luna, repiten en otra octava lo que venimos señalando, ahora la luz lunar se traslada al  mundo de los muertos, recordemos a Perséfone, Señora del Hades, también raptada y conectada al inframundo que la transforma aunque la  retorne. Esa luz que no es intensa  ilumina a los muertos, lleva luz al ámbito profundo de la existencia, al inconsciente, los muertos salen de sus lugares y actúan como si estuvieran vivos, pierden sus lugares, hay un predominio de la consciencia femenina que amerita, por parte del psiquismo, de una actitud compensatoria.

San Pedro,  representante de la consciencia masculina patriarcal, hace su aparición tratando de poner orden, pero lo hace de una manera tremendamente insólita.  El advenimiento del poder no es por la guerra, la batalla o la lucha, las huestes angélicas no obedecen al  llamado. Pedro tiene que descender, se abaja, dialoga, ¡qué interesante! Sin embargo logra el cometido, lo muerto, lo ctónico regresa a su lugar, se establece un nuevo orden con la inclusión del elemento femenino lunar junto al elemento masculino: se efectúa la coniuctio, y se accede entonces a un estado de consciencia plena donde los opuestos se reúnen, lo racional y lo irracional, logos y naturaleza.

Pareciera, entonces que el cuento nos habla de la experiencia humana de integración de lo femenino en el  alma individual y colectiva. Ese apropiamiento no es  el robo prometeico de un fuego por el cual hay que pagar con el suplicio, este, por el contrario, es un robo hermético, un intercambio,  nadie protesta, nadie castiga, sólo se obtiene a cambio la experiencia de las monedas de un metal femenino. Asimismo, la luz lunar debe ser mantenida con el cuidado de la cultura, el aceite, otro referente femenino de espera y paciencia. Recordemos las vírgenes prudentes cuidando el aceite de las lámparas para mantener viva la llama, mientras esperan al esposo.

Todo es suave en este cuento, nos pone al tanto de un desarrollo de la consciencia femenina, no en cuanto género, sino como forma de apercibir y percibirse con la suave luz lunar que permite claroscuros, matices, sombras, que otorga a la psique un conocimiento global, amplio y emotivo, en oposición a la consciencia solar del logos que ilumina y encandila, apercepción del mundo desde la razón y la lógica del intelecto.  Se trata del  advenimiento de lo femenino ,  tanto en la psique individual como colectiva, lo cual va a implicar un esfuerzo diferente, un estar, dejar que suceda, un trabajo silencioso y  de espera, como el tejido, la cocina o la agricultura, diferentes a la caza, la conquista y la inmediatez.

Se hace posible otra dinámica del poder: San Pedro, el guardián, se relaciona con el submundo  a través de un diálogo, no hay poder autoritario, hay reconocimiento del Otro, es un  San Pedro que pide, solicita la vuelta a sus lugares de lo ya vivido, del pasado. No hay imposición cruenta. La omnipotencia suplicante, figura que integra dos aparentes opuestos.

El ascenso final de la luna, de manos del elemento masculino, bella imagen que evoca el dogma católico de la asunción de la Virgen para constituir una Cuaternidad a partir de la Trinidad, hay una nueva completud, un nuevo cosmos con la integración de la consciencia femenina.

Los Grimm  intentan en el cuento la integración de los aspectos femeninos, como parte indispensable del  proceso de individuación. Nos hablan de un viaje no heroico desde la inconsciencia primordial hasta la integración de los aspectos femenino y masculino, adquiriéndose así una consciencia más amplia. Es el dar lugar a otra forma complementaria de ver y estar en el mundo, haciendo posible el encuentro del alma y el espíritu.  Nos devuelven la visión de un monje medieval- Guillame de Digulleville, quien ve a Dios en el cielo como un Rey sentado en un trono circular y radiante, y junto a él , la Reina del cielo en un trono de cristal oscuro. El relato nos ubica en el dilema de la humanidad  a partir del Iluminismo, la concepción de un mundo atado a la razón, y el intento de echar a un lado la irracionalidad, lo emotivo, la intuición, formas alternativas de pensar, diferentes a la aparente pureza de la lógica y la objetividad científica, con lo cual contribuyó  al empobrecimiento simbólico de la humanidad, expulsada desde entonces de su habitar poético (Holderlin). El romanticismo mostró la  cara que se intentó ocultar, invitó a la Luna al cielo del mundo…

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La luna, Der Mond

Ontología, mitopoiesis y estructura totalitaria de los cuentos de hadas

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