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mercredi, 17 juin 2020

Un orden que brota del presente caos. Misión de la Hispanidad.

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Un orden que brota del presente caos. Misión de la Hispanidad.

Carlos X. Blanco
Ex: https://decadenciadeeuropa.blogspot.com
 
El orden es un bien. Hay un tipo de unidad en el mundo que se llama, de la manera más clásica, la "unidad de orden". Que haya unidad es un bien. Unidad en una pareja novios y esposos, y unidad en una familia. Unidad entre los vecinos y en los amigos. Unidad en la patria. Quien aspira al bien, aspira con ello y por ello a la unidad. Y todos lo hacemos, todos apetecemos el bien aun cuando muy a menudo la voluntad se nos tuerce y erramos en la elección y en la trayectoria.
 
El desorden es un mal. El desorden viene causado por una o varias voluntades diabólicas. El adversario siempre es representado, en las más sólidas cosmovisiones y teologías, como un retador, un sembrador de cizaña, un creador de división.
 
El mundo moderno es, por definición, el reino del sembrador de cizaña. Este mundo en que vivimos hoy es, de la manera más exacta, un mundo satánico. Si hubo costuras, desgárrense éstas. Si se creó cemento y argamasa para edificar, deshágase y derríbese lo que con tanto esfuerzo ha costado levantar. Así piensa y actúa "lo moderno". El mundo moderno, al menos en Occidente, es la ruina sobre ruina de aquella gloria que fue, un día, la Civilización Cristiana.
 

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La Civilización Cristiana es llamada, comúnmente, "Edad Media". No hubo puente ni medianía –en realidad- entre la Antigüedad pagana y el mundo moderno, un mundo neopagano y capitalista. Fueron los ilustrados quienes impusieron tal imagen, inventada y falsa, la imagen de un puente o túnel oscuro entre el mundo clásico y el moderno, túnel que también fue llamado "medievo". Pero lo cierto es que el medievo es el origen de una Civilización Cristiana, un resplandor cultural, una luz de la que venimos nosotros los europeos. La Civilización Cristiana nace de las ruinas y la hez desbordante del mundo grecorromano, que ya se encontraba -tiempo ha- en estado decrépito y alienante. De sus pseudomorfosis (estructuras muertas que encorsetan una nueva cultura naciente, al decir de Spengler) brotará el nuevo mundo cristiano, sintetizando de forma única y esplendente las culturas de los pueblos celtas, latinos, helenos, germanos y eslavos. A partir de las ruinas del siglo VI d.C. se alzó un nuevo orden, medio bárbaro, medio clásico, una promesa de Nuevo Imperio, una Roma restaurada.
 
La restauración del Derecho romano, y la edificación del concepto de persona por obra de la Iglesia y de la racionalización del feudalismo germano, crearon las bases de lo que hoy llamamos Europa. Nada fue Europa durante siglos, más allá de una barahúnda tribal, sino la ascendente Civilización Cristiana. Esta alcanzó sus más altas cotas con el arte románico y después el gótico, con el saber escolástico y la institución de la universidad. A su vez, la necesaria bicefalia entre un poder eclesiástico y otro laico, el Papa y el Emperador, dio origen a esa consustancial forma de ver la existencia en el europeo: ajeno a toda teocracia, el poder espiritual posee responsabilidades terrenales, pero, recíprocamente, el poder imperial asume la pesada carga de defender la fe común y proteger a los pueblos y a las gentes por encima de poderes "próximos", nobiliarios o eclesiales, encaminando armónicamente al rebaño a un plano superior, salvífico. El Sacro Imperio, como idea, es la perfección sintética del feudalismo y del derecho romano, una unidad de opuestos: los poderes se subordinan a uno supremo que no es de cariz despótico, a la manera oriental, sino "suave" y arbitral. El Sacro Imperio es la visión confederal y subsidiaria de una unión de Estados comprometidos en una fe (y modo de vida) común, congruente, una comunión, alianza respetuosa de las personalidades propias de cada ciudad autónoma, de cada territorio, de cada reino o principado. El Emperador como figura arbitral e ideal, no es un monarca más, es el punto más alto de todo un sistema ordenado de poderes subsidiarios. La Civilización Cristiana expresa, bajo la idea del Sacro Imperio y de la bicefalia Iglesia/Estado, la más profunda esencia de lo que luego habrá de ser el modo de vida europeo: no una teocracia sino una visión espiritual de la existencia en la cual tanta misión sacra toma para sí el monje como el caballero. De hecho, la síntesis misma del monje-caballero se dio en las más diversas órdenes militares, no sólo los templarios y demás órdenes de la Cruzada en Tierra Santa, sino las órdenes hispanas de la Reconquista. La pérdida de la "caballería" en Europa, en favor del soldado mercenario, es correlativa a la pérdida de la misión civilizadora y del espíritu de cruzada del religioso, y tales pérdidas señalan el declive de Europa. Como síntomas que anunciaban el desplome de hoy. Únicamente esa continuidad estricta de la Edad Media se dio en la Hispanidad. La Hispanidad fue, como ya señalé en diversos artículos, el katehon, el dique de contención de esa terrible decadencia que se dio en llamar Modernidad. 
 

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Cuando se dice que la Hispanidad salió derrotada, no se mira la Historia en sus ondas más largas. Un proyecto civilizador se mide en milenios, no obstante, y es un proyecto se le escapa de las manos al historiador especialista; este es campo más bien para el Filósofo de la Historia, para el hacedor de una Ontología y Morfología de la Historia.. Es cierto que la Historia, como ciencia positiva, maneja las centurias y las décadas como algo propio de su oficio, como segmentos donde se puede acumular y clasificar el material. Pero el Sino, como diría Spengler, no queda adecuadamente recogido en tan pequeños envases. La Hispanidad todavía puede ser reconstruida, pues lleva su Sino, a pesar de los deprimentes tiempos en que el español de ambos hemisferios vive hoy. Mientras derriban estatuas de Colón o niegan la existencia misma de don Pelayo, mientras se ataca a la propia lengua de Cervantes en la península, se la proscribe y denigra, o mientras separatismo e indigenismo juntan sus manos para perpetuar una Leyenda Negra cada vez más desacreditada, la Hispanidad, siguiendo su Sino, continúa siendo una idea broncínea, peligrosa en sí misma a los ojos de los guardianes del "progresismo" políticamente correcto. Sobre ella volvió Ramiro de Maeztu, y después Gustavo Bueno o Elvira Roca. En la actualidad, José Alsina la redefine dentro de la IV Teoría Política, y, en otro sentido, Ernesto Ladrón de Guevara apuesta también por ella en sus últimas obras. Es una idea demasiado grande como para caer en el olvido o en el abandono. Es una idea netamente espiritual, que en sí poco tiene que ver con un "nacionalismo español". Éste, calco de un jacobino concepto de Estado-Nación, sólo pudo ser horma para una Francia que no hizo más que amputarse a sí misma y, de paso, mutiló a más de media Europa. Por el contrario, la Hispanidad alude a un proyecto civilizador, espiritual, imperial, podríamos decir. 
 

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Se trata de recoger todo el legado clásico que una Hispania tan romana como celtogermánica pudo absorber a la caída del Imperio, y re-crearlo con denuedo en su guerra de liberación contra el moro. A la par que, guerreando y recobrando el suelo, el español del medievo marcha en comunión con el Occidente cristiano, para cuyo contacto los reyes asturianos crearon la más maravillosa "autopista del conocimiento", el Camino de Santiago. Lo mejor del "renacimiento medieval" (Escolástica, Universidad, arte Gótico) fue prolongado –por decirlo así- en la España Imperial, con el vigor aumentado por la Reconquista. Francisco Suárez o la Escuela de Salamanca pudieron servir de luminarias para un Occidente que ya se oscurecía en el XVI por momentos con sus pequeñas teocracias puritanas, sus milenarismos evangelistas, su fanatismo retrógrado y su materialismo de usurero y explotador. 
 
Siglos de recopilación y depuración de la filosofía griega y la cultura patrística, siglos de síntesis del derecho romano (y de su hijo legítimo, el visigótico), siglos de diálogo y confrontación con la filosofía no cristiana, conocida de primera mano en Toledo y otras ciudades hispanas…pusieron a las Españas a la cabeza del pensamiento cristiano.
 
Nos quieren enseñar hoy que un Nuevo Amanecer surge con la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, ese parloteo en torno a una Humanidad abstracta llevado a cabo todavía con el olor a pólvora en los documentos, y la radiactividad de las bombas arrojadas en 1945 flotando por los aires. Los Derechos de la persona y los Derechos de Gentes ya alumbraron todo Occidente (Europa y América) en el siglo XVI, defendidos (imperfectamente, como ocurre con todo lo humano) y teorizados por la única nación que estaba capacitada humana, intelectual, históricamente, para ello: la Hispanidad. 
 
El Sino de la Hispanidad es dar una respuesta filosófica (que incluye la metapolítica) al caos y deterioro actual. Mientras arden las calles y se pretenden derribar ídolos, hemos de pensar en reconstruir y en crear. La destrucción es sólo una fase de esa partera de la Historia. Engendrar y dar Vida a algo nuevo, en cambio, es lo que abre paso a esa misma Historia. 
 

19:26 Publié dans Histoire | Lien permanent | Commentaires (0) | Tags : histoire, espagne, hispanisme, hispanité, hispanidad | |  del.icio.us | | Digg! Digg |  Facebook

samedi, 16 novembre 2019

Geopolítica del hispanismo

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Geopolítica del hispanismo

José Alsina Calvés

Sobre el papel de España y la Hispanidad en el mundo globalizado

Ex: http://nodulo.org

Introduccion

La historia de la geopolítica se remonta al geógrafo alemán Friedrich Ratzel (1844-1904) y sus intentos de crear un puente entre las ciencias naturales con las políticas y sociales. Influido por el darwinismo, publicó en 1879 el libro Geografía Política donde interpretaba los datos de la geografía y la antropología a la luz de la selección natural y la evolución.

Discípulo de Ratzel fue el sueco Rudolf Kjellen (1864-1922) que utilizó por primera vez el término “geopolítica”. Profesor de la Universidad de Upsala, publicó en 1916 El Estado como forma de vida en el cual describía al Estado como un organismo partiendo de una biología social y no de una simple mecánica{1}.

Para ambos autores, el Estado, concebido como un organismo, tiene todas las características biológicas. Si un organismo es algo más que una suma de órganos o una suma de células, el Estado es más que “la suma de los ciudadanos”. Analogías parecidas encontramos en Jacob von Uexküll{2}.

Otra figura destacable de la geopolítica es el inglés Halford J. McKinder (1861-1947), creador del concepto de Heartland (corazón de la Tierra), muy utilizado por Dugin. Sin embargo la figura clave en el desarrollo de la geopolítica fue el alemán Karl Haushofer (1869- 1946).

Karl Haushofer

Nació el 27 de agosto de 1869 en Múnich y eligió la carrera militar{3}. En 1890 es ya oficial de artillería en la armada bávara, y se casa con Martha Mayer-Doss, mujer de origen judío, lo que más tarde le va a dar problemas políticos con el régimen nacional-socialista.

En 1904 es ya profesor de la Academia de guerra, y en 1908 es enviado al Japón para organizar allí la armada imperial. De su experiencia japonesa publicará su primer libro en 1913, Dai Nihon (el Gran Japon). Estudia geografía en la universidad de Múnich, donde presentará su tesis doctoral sobre los mares internos del Japón en 1919.

Karl_Haushofer,_circa_1920.jpgGran amigo de Rudolf Hess, colaborará con el NSDAP y con el régimen nacional-socialista, pero pronto surgirán diferencias. En 1944 es detenido e internado en Dachau. Su hijo Albretch, que había ocupado cargos importantes en la diplomacia alemana, es asesinado por los nazis. A pesar de todo ello, concluida la II Guerra Mundial, las autoridades de ocupación americanas la retiran su título de profesor honorario y su derecho a una pensión. Junto con su esposa se suicidó el 10 de marzo de 1946.

Haushofer abogó por la superación de los pequeños nacionalismos y por la construcción de grandes espacios continentales. Trabajó por la colaboración de europeos, rusos y japoneses en la formación de una gran alianza euroasiática, cerrada a la influencia inglesa y americana.

Realizó un importante trabajo teórico sobre las fronteras. Para Haushofer las fronteras son fenómenos biogeográficos, que deben ser pensadas, concebidas y trazadas con un enfoque pluridisciplinar y no meramente jurídico.

Haushofer abogó no solamente con la alianza alemana con Japón, sino por el apoyo activo a los pueblos sometidos al Imperio Británico ( árabes, hindúes) en una alianza contraria al Imperio Talasocrático{4} representado por Inglaterra y, después, por Estados Unidos. Los prejuicios racistas de Hitler y otros dirigentes del NSDAP no vieron con buenos ojos estas propuestas. Hitler estaba obsesionado por conseguir una alianza con Inglaterra, pues consideraba “arios” a los ingleses, mientras que despreciaba a los asiáticos e incluso a los eslavos, a los que consideraba “razas inferiores”.

El Heartland o “Corazón de la Tierra”

El concepto geopolítico de Heartland fue introducido por Mackinder{5}, y ligado a la existencia geográfica de cuencas endorreicas, es decir, grandes cuencas fluviales que desembocan en mares cerrados (Mar Caspio, Mar Negro). Heartland procede del inglés heart (corazón) y land (tierra), siendo quizás "tierra nuclear" o "región cardial" las traducciones castellanas más aproximadas. El Heartland es la suma de una serie de cuencas fluviales contiguas cuyas aguas van a dar a cuerpos acuáticos inaccesibles para la navegación oceánica. Se trata de las cuencas endorreicas de Eurasia Central más la parte de la cuenca del Océano Ártico congelada en la Ruta del Norte con una capa de hielo de entre 1,2 y 2 metros, y por tanto impracticable buena parte del año ―salvo para rompehielos de propulsión atómica (que sólo la Federación Rusa posee) y similares embarcaciones

La regla de oro de Mackinder podría traducirse como "Quien una a Europa con el corazón de la tierra, dominará el corazón de la tierra y por tanto la Tierra". El Heartland carece de un centro neurálgico claro y puede definirse como un gigantesco y robusto cuerpo en busca de un cerebro. Dado que entre el Heartland y Europa no hay barreras geográficas naturales (cadenas montañosas, desiertos, mares, &c.), la cabeza más viable para el Heartland es claramente Europa, seguida a mucha distancia por China, Irán e India.

La marcha de la humanidad europea hacia el corazón de Asia culminó cuando la cultura griega se introdujo en la mismísima Mongolia: hoy el idioma mongol se escribe con caracteres cirílicos, de herencia greco-bizantina, significando que la caída de Constantinopla en realidad proyectó la influencia bizantina mucho más al Este de lo que los emperadores ortodoxos jamás hubieran podido imaginar. Sin embargo, la tarea de Europa no termina aquí, ya que sólo Europa puede acometer la empresa que convierta al Heartland en el potente espacio cerrado profetizado por Mackinder.

Para poder profundizar en el tema, es necesario familiarizarnos con la cosmogonía mackinderiana, que dividía el planeta en varios dominios geopolíticos claramente definidos.

• La Isla Mundial es la unión de Europa, Asia y África, y lo más parecido que hay en las tierras emergidas a Panthalasa u Océano Universal. Dentro de la Isla Mundial se encuentra Eurasia, la suma de Europa y Asia, que es una realidad tanto más separada de África desde la apertura del canal de Suez en 1869, que permitió que el poder marítimo envolviese a ambos continentes.

• El Heartland no precisa ya de introducción. La teoría mackinderiana parte de la base de que el Heartland es una realidad geográfica en el seno de la Isla Mundial, del mismo modo que la Isla Mundial es una realidad geográfica en el seno del Océano Mundial.

• El Rimland, también llamado Creciente Interior o Marginal, es una enorme franja terrestre que rodea al Heartland y que consta de las cuencas oceánicas anexas al mismo. Pentalasia, los Balcanes, Escandinavia, Alemania, Francia, España y la mayor parte de China e India, se encuentran en el Rimland.

• La Creciente Exterior o Insular es un conjunto de dominios ultramarinos periféricos, separados de la Creciente Interior por desiertos, mares y espacios helados. África subsahariana, las Islas Británicas, las Américas, Japón, Taiwán, Indonesia y Australia se encuentran en la Creciente Exterior.

• El Océano Mediterráneo (Midland Ocean) es el Hearlandt del poder marítimo. Mackinder definía el Océano Mediterráneo como la mitad norte del Atlántico más todos los espacios marítimos tributarios (Báltico, Bahía de Hudson, Mediterráneo, Caribe y Golfo de Méjico). Recordemos que las mayores cuencas fluviales del mundo son las que desembocan en el Atlántico —después vienen las del Ártico y sólo en tercer lugar vienen las cuencas del Pacífico.

Obsérvese que estas ideas geopolíticas han servido de guía en la estrategia y política exterior Inglesa. Tanto en Primera como en la Segunda Guerra Mundial la diplomacia británica consiguió impedir una alianza Alemania- Rusia que habría unido Europa con el Heartland. Algunos intelectuales y políticos alemanes, como Ernst Niekisch, dirigente del partido Nacional-Bolchevique trabajaron a favor de esta alianza, y el pacto Molotov-Ribentropp fue un paso en este sentido. Sin embargo los prejuicios racistas de Hitler contra el mundo eslavo actuaron en sentido contrario y le llevaron a la guerra con Rusia, con las consecuencias que todos conocemos.

Civilizaciones de la Tierra y del Mar

La idea de la existencia de civilizaciones Telúricas (o de la Tierra) y Talasocráticas (o del Mar) es muy importante en las ideas geopolíticas de Dugin{6} pero no es original suya. Ya la encontramos en Haushofer y, sobretodo, en Carl Schmitt{7}.

Para Dugin las llamadas civilizaciones de la Tierra se caracterizan por una serie de ítems ideológicos y sociológicos: Conservadurismo, Holismo{8}, Antropología Colectiva y culto a los valores del ascetismo, el honor y la lealtad. Son civilizaciones enraizadas a la tierra y los valores de la tradición y la continuidad. En contraste, en las civilizaciones del Mar predominan los valores individualistas, universalistas y comerciales. El Océano no tiene fronteras y el navegante pierde con facilidad sus raíces. En la antigüedad, la oposición Roma (la Tierra) frente a Cartago (el Mar) es un buen ejemplo de esta dualidad. En la modernidad Inglaterra es un ejemplo prístino de civilización Talasocrática, así como EEUU a partir de un cierto momento de su historia.

Para Dugin{9} Rusia ha sido siempre una civilización de la Tierra. Desde el Rus de Kiev, el Zarato Moscovita, la URSS o la actual Federación Rusa, por encima (o por debajo) de las diferencias políticas, hay un conjunto de rasgos comunes en el transcurso de la historia política rusa. Todo ello ha llevado a Rusia a un enfrentamiento continuo, tanto a nivel ideológico como geopolítico, con las civilizaciones “del Mar”. La Guerra Fria y el actual enfrentamiento de la Rusia de Putin con EEUU y sus aliados son buenas muestras de este enfrentamiento, aunque con motivaciones políticas y propagandísticas distintas.

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El Imperio Hispánico como Civilización de la Tierra

Desde que Hispania se configura con los Reyes Católicos como unidad imperial hasta el Imperio Europeo de Carlos V, en el que España es pieza principal, el Imperio Hispánico pertenece sin duda alguna a las civilizaciones de la Tierra. Toda la empresa hispanoamericana se concibe como la construcción de una Nueva España, como una aplicación del Catolicismo Político en clave constructora. Hay una evidente coincidencia entre la idea de Carl Schmitt y Dugin de Civilización de la Tierra y la idea de Gustavo Bueno de Imperio constructor.

La empresa española en América no se concibe nunca como una simple operación de saqueo para obtener un botín, sino en la creación de nuevas sociedades políticas, en las que son integrados los indígenas. El hecho material de las construcciones en piedra (Catedrales, Universidades, Hospitales) demuestra que los españoles fueron a Hispanoamérica a quedarse. Nadie construye en piedra si a lo que va es a saquear y obtener un botín.

El reinado de Carlos V reúne en su persona al Imperio Hispánico y al Imperio Austriaco, heredero del Sacro Imperio. La simbiosis entre ambos imperios es una auténtica Civilización de la Tierra en clave de la realización política del Catolicismo.

Frente a este Imperio Constructor o Civilización de la Tierra se yerguen dos formidables adversarios, dos Civilizaciones del Mar, dos Imperios Depredadores: el británico y el holandés. La derrota de la Armada Invencible es la primera señal del declive. Muchos años más tarde, cuando el poder del Mar se ha trasladado a Estados Unidos, la derrota de la escuadra española, mandada por Cervera, frente a la estadounidense en Santiago de Cuba remata la derrota hispánica.

Geopolítica del mundo multipolar

La posibilidad de construcción de un mundo multipolar ha sido magníficamente expuesta por Dugin en su libro del mismo nombre{10}. La geopolítica se concibe como un instrumento de análisis fundamental, más importante incluso que las propias ideologías. Pero Dugin distingue entre una geopolítica “del Mar” y una geopolítica “de la Tierra”{11}. La primera estaría al servicio de la globalización y del mundialismo, que no es más que una extensión mundial del Imperio atlantista anglo-americano como civilización del Mar. El mundialismo, el neoliberalismo, la ideología de género y los “Derechos Humanos” serían los instrumentos ideológicos, mientras que la OTAN seria el brazo militar de este “poder del Mar”, presto a intervenir allí donde alguien osara discutir su hegemonía (Kosovo, Iraq, Siria).

Frente a este poder ningún estado nacional es bastante fuerte para oponerse. La alternativa geopolítica que Dugin propone es la construcción de diversos polos de poder, asociados a civilizaciones, que sean capaces, por un lado de mantener la diversidad cultural en el mundo, y por otro a oponerse a la hegemonía mundialista/estadounidense con el potencial tecnológico, económico y militar suficiente.

El hundimiento de la Unión Soviética pone fin a la división bipolar de la Tierra. Esta división había nacido en Yalta, después de la II Guerra Mundial, cuando la URSS y Estados Unidos se repartieron el mundo. Usando la expresión de Carl Schmitt la bipolaridad fue el tercer nomos de la Tierra, que puso fin en la práctica al segundo nomos, que fue el pactado en Westfalía con el reconocimiento de la soberanía de los Estados. En el mundo bipolar los estados seguían, en teoría, siendo soberanos, pero en la práctica estaban determinados por la adscripción a uno de los bloques, mientras que los intentos de crear un tercer polo de países “no alineados” fracasaron de forma estrepitosa.

El hundimiento del mundo bipolar marca la transición de la Modernidad a la Posmodernidad y la consolidación de Estados Unidos como una hiperpotencia, dispuesta a imponer sus valores, su civilización y su forma de vida en todo el planeta. Su instrumento es la globalización (con todo su arsenal ideológico) y cuenta con la complicidad de las oligárquicas económicas, académicas y culturales desperdigadas por el planeta, que han renegado de sus raíces y están encandiladas con el cosmopolitismo.

Sin embargo, en el seno de la hiperpotencia estadounidense se perfilan dos estrategias distintas para el domino mundial. En una se afirma, de manera indiscutible, el liderazgo mundial de Estados Unidos, basada sobre todo en su potencial económico y militar. Los Busch (padre e hijo) serían un ejemplo de esta estrategia dura. La estrategia blanda insiste en conceptos como “comunidad internacional”, intentando disimular el papel rector de los Estados Unidos y dando más protagonismo a los “aliados y amigos” (Europa, Japón). Insiste más en factores ideológicos y en “valores compartidos”. La presidencia de Obama sería un ejemplo de esta estrategia, en la cual hay una enorme hipocresía, pues recurre, al igual que la otra, a las intervenciones militares para “defender los Derechos Humanos” e “imponer la democracia”: intervención militar en Libia, en Siria, creación y financiación del Estado Islámico para combatir a Assad, &c.

Sin embargo parece que diversos acontecimientos políticos en el mundo parecen ir contra esta tendencia. En primer lugar la subida al poder de Vladimir Putin en Rusia, que pone fin a la era liberal de Boris Yelsit, en la cual se fomentó la desmembración del gigante euroasiático y su rendición frente a Estados Unidos. Con Putin Rusia vuelve a tener vocación de gran potencia y se opone activamente al poder mundial liderado por Estados Unidos. Así, por ejemplo, su intervención en Siria ha sido fundamental para derrotar al Estado Islámico y salvar al régimen de Assad, imprescindible para evitar que la región se convierta en un nuevo caos, como Iraq o Libia.

La victoria de Trump en Estados Unidos es otro factor a tener en cuenta. Por encima de su confusión y su histrionismo, la política de Trump significa una vuelta a la concepción de Estados Unidos como Estado-Nación, y la renuncia a liderar un proyecto mundialista en ninguna de las dos versiones.

Finalmente, la aparición en Europa de movimientos identitarios, que rechazan el mundialismo de la UE, es otro factor a tener en cuenta. Aunque estos movimientos son muy diversos, y, en ocasiones, parece a que tienden a restablecer el Estado-Nación, pueden ser el germen de la construcción de otra Europa distinta a los planes de Bruselas. Allí donde han alcanzado el poder (Italia de Salvini, Hungría de Orban) ya no se inclinan por la retirada de la UE (como el Brexit) sino por una transformación radical de las políticas europeas: proteccionismo, oposición a la inmigración y vuelta a las raíces culturales de Europa.

La multipolaridad no consiste simplemente en un renacimiento de Rusia (que nos devolvería a la bipolaridad), sino en la aparición de diversos polos de poder en la Tierra (mundo árabe, China, India, &c.). Los polos de poder corresponden a las grandes civilizaciones, por lo que la multipolaridad no consiste solamente en un equilibrio de poder, sino en la idea de que ninguna civilización es “superior” a otra, y que todas tienen derecho a desarrollarse según sus dinámicas internas. Es este marco donde debemos definir la geopolítica del Hispanismo.

Polos y Grandes Espacios

Para Dugin{12} un polo debe representar una poderosa formación militar, económica, demográfica, política, geográfica y civilizacional, capaz de oponerse al mundialismo y a la globalización. A su vez el polo puede contener uno a varios Grandes Espacios, asociados a una estructura continental.

Partiendo de esta idea, nosotros proponemos la inclusión del Hispanismo en el polo Hispanoamericano-Europeo-Euroasiático, formado por tres grandes espacios continentales: el Hispanoamericano, el Europeo y el Euroasiático (Ruso). El Hispanismo puede jugar un papel fundamental para la cohesión del espacio Hispanoamericano y Europeo.

La situación actual en estos tres posibles grandes espacios es muy diversa. Vamos a analizar cada una de ellas, y ver el papel que el Hispanismo podría jugar en el futuro.

Rusia y el espacio Eurasiático

No cabe duda que en el momento actual es Rusia la que está más cerca de constituir el Gran Espacio Eurasiático. Las sucesivas victorias políticas de Vladimir Putin son una muestra evidente de la voluntad del pueblo ruso de volver a ser una gran potencia, de intervenir en la política internacional de forma decisiva (como lo ha hecho en Siria), de oponerse al despliegue de la OTAN, de abandonar el comunismo pero sin auto culpabilizarse, asumiéndolo como parte de su historia y de volver a sus raíces culturales. Sin embrago, tal como señala Dugin{13}, no todo está claro y definido en la Rusia actual, y dentro del propio bloque gubernamental hay importantes tendencias liberales y occidentalizantes.

Para Dugin el gran debate es entre los que consideran a Rusia un Estado-Nación (en clave occidentalizante) y los que consideran a Rusia una civilización. La civilización sería el aspecto cultural de lo que políticamente es un Imperio, que se convierte así en el eje organizador del espacio Eurasiático. Rusia, como “Corazón de la Tierra”, es imprescindible para construir el polo Hispanoamericano-Europeo-Eurasiático, y por tanto, la alianza con Rusia es imprescindible para todas aquellas fuerzas políticas que trabajen en este sentido.

Es innegable que la Rusia de Putin ha realizado diversas operaciones geopolíticas que la acreditan ya como una gran potencia, capaz de oponerse con éxito al mundialismo patrocinado por Estados Unidos. La anexión de Crimea, la intervención en Osetia del Sur, y, sobretodo, la intervención en Siria, decisiva para el mantenimiento del Assad y la derrota de Estado Islámico, así lo manifiestan. Otras intervenciones han sido más timoratas, como el apoyo a los rebeldes pro-rusos en Ucrania.

Para Dugin{14} Putin se aproximó a una visión geopolítica clara y sin contradicciones a finales de su periodo presidencial en 2007, en el famoso discurso pronunciado en Munich sobre política de seguridad. En este discurso Putin sometió a crítica el sistema unipolar y describió su visión del papel de Rusia en el mundo contemporáneo. Rechazó la ampliación de la OTAN y su papel de “gendarme”. Además condenó la estrategia económica de los países occidentales en el tercer mundo, que, con la ayuda del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, arruinan a las naciones bajo la apariencia de una ayuda económica{15}.

Por otra parte desde la Rusia de Putin se han puesto en marcha diversas iniciativas de integración geopolítica del espacio post-soviético. En el terreno económico hay que citar la Comunidad Económica Euroasiática (Rusia, Kazajstán, Bielorrusia, Tayikistán, Kirguistán), el Espacio Económico Común (Rusia, Kazajstán, Bielorrusia, con invitación a Ucrania) y la Unión Aduanera (Rusia, Kazajstán, Bielorrusia). En el aspecto militar y estratégico hay que citar el Contrato Social sobre Seguridad Colectiva, firmado por Rusia, Kazajstán, Bielorrusia, Tayikistán. Kirguistán y Armenia{16}.

Si en Rusia están ya en camino de construcción del espacio Euroasiático, en Europa y en Hispanoamérica las cosas no están, ni mucho menos, tan avanzadas.

El Espacio Europeo

Aunque pueda parecer paradójico, el principal obstáculo para la construcción de un Gran Espacio Europeo es, precisamente, la Unión Europea. Construida en torno de los ejes ideológicos del neoliberalismo, de la ideología de los Derechos Humanos y del librecambio comercial, la UE pretende extenderse e integrar a estados diversos, algunos absolutamente ajenos a Europa, tanto desde el punto de vista cultural como geográfico. Carente en absoluto de proyecto político, incapaz de plantear una política de defensa propia fuera de la OTAN, auto inculpándose continuamente de las guerras (civiles) que en el pasado asolaron Europa y habiendo renegado absolutamente de las raíces culturales y religiosas de Europa, la UE atraviesa una crisis profunda.

Para muchos europeos la UE es vista como una burocracia sin alma, con unos gestores que nadie ha elegido, que no hace más que decretar normativas restrictivas y políticas de austeridad (que son de miseria) con fidelidad perruna a las directrices del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. Erosiona continuamente la soberanía de los estados, sin ser capaz de ofrecer a cambio una auténtica soberanía europea. Además, propicia una suicida política migratoria que, unida a la caída demográfica de los pueblos europeos, puede llevar a una auténtica sustitución de la población.

Todo ello ha provocado la aparición, en muchas naciones europeas, de movimientos populares de repulsa a la UE y a sus políticas migratorias y librecambistas. Estos movimientos, calificados desde el poder de “populistas” y “ultraderechistas”, son muy variados y carecen aún de una estrategia común. En un principio algunos de ellos (como el FN francés) propiciaban la vuelta al Estado-nación, pero poco a poco se va abriendo paso la idea de que tal posición no es viable, pues ningún Estado-nación en solitario puede resistir a la globalización. La llegada al poder de alguno de estos movimientos (Salvini en Italia, Orban en Hungría), la constitución del llamado Grupo de Visegrado (Hungría, Polonia, Chequia y Eslovaquia) que, juntamente con Austria, se han negado a aceptar las cuotas de “refugiados” que la UE les quería imponer o el avance de Alternativa por Alemania está encaminando el proceso hacia la construcción de una “altereuropeidad”.

La posición altereuropea tendría como base una ideología i-liberal: democracia comunitaria pero rechazo al individualismo liberal, rechazo al mundialismo y a la globalización ya afirmación de la identidad común de los pueblos de Europa y de cada una de las patrias que la integran.

El problema es que estamos hablando de estados relativamente periféricos en Europa (el único con peso decisivo es Italia), mientras que los dos estados “centrales” de Europa, Francia y Alemania, siguen en manos de gobiernos neoliberales y mundialistas. Es evidente que para la construcción del Gran Espacio Europeo es imprescindible el eje Paris-Berlín.

El Hispanismo debe considerar a estos movimientos populares como aliados naturales, pero antes hay que aclarar las relaciones de la Hispanidad con Europa.

La Hispanidad y Europa. Las dos almas de Europa

Tradicionalmente se ha considerado que los valores propios de la Hispanidad y eran opuestos a Europa. Si consideramos la Europa de Westfalia, de la Revolución Francesa y del protestantismo esta afirmación es cierta, puesta esta Europa surge de la derrota del Imperio Hispánico. El desenlace de la II Guerra Mundial, con la derrota de las potencias del Eje, de las cuales España era aliada a pesar de su neutralidad, refuerza esta posición. Los aliados vencedores señalan a España como amigo de los vencidos, y le imponen un duro bloqueo comercial. El patriotismo español se afirma siempre como enemigo de esta Europa que nos odia.

Sin embrago existe la posibilidad de otra Europa. Para ello hay que volver la vista hacia la historia. Después de la caída del Imperio Romano y tras unos siglos de confusión, se produce la primera manifestación política Europea, mucho antes del nacimiento de los Estados –nación: el Imperio Carolingio, el Sacro Romano Imperio{17}. Carlomagno reivindica la herencia de Roma (La Traslatio Imperii) fusionada con la herencia cristiana.

Mientras esto ocurría, en la Península Ibérica los incipientes reinos hispano-cristianos luchaban contra los musulmanes. A pesar de la relativa alianza con los francos, los reyes de Asturias, León y Castilla reivindican también la dignidad imperial, pues consideran que sus reinos son el Katechon (el dique, la muralla), que impide a los sarracenos el asalto de Europa.

La dignidad imperial volverá a ser reivindicada por los emperadores germanos, que fundaran el Sacro Imperio Romano-Germánico. La dignidad imperial acabara en la corona del Emperador de Austria. Carlos V fusionará en su corona a los dos Imperios, el Hispánico (ya extendido por Hispanoamérica) y el Austriaco y librará una lucha sin precedentes contra las fuerzas que pretenden disgregar Europa: el protestantismo que rompe la unidad religiosa y los incipientes nacionalismos de los estados-nación auspiciados por las monarquías absolutistas (como la francesa), con el apoyo del Imperio Depredador Británico.

Los sucesores de Carlos V (Felipe II, Felipe III, Felipe IV), aun cuando ya no ostentan la corona imperial austriaca, seguirán esta lucha, que acabará en derrota. La paz de Westafalia marcará el nacimiento de los estados-nación soberanos y por lo tanto en fin de la unidad espiritual y política de Europa.

España, el Imperio Hispánico, no lucharon contra Europa, sino contra un modelo determinado de Europa, que fue el que se impuso y dio lugar a la Modernidad. Ahora, en la posmodernidad, otra Europa es posible, y el Hispanismo debe apostar por ella.

Tal como ha señalado Dugin{18} en Europa existen dos almas: la talasocrática o atlantista, que es liberal y mundialista, representada por la UE y por la OTAN, y que controla actualmente los dos estados centrales de Europa: Francia y Alemania. Pero hay otra alma de Europa, la telúrica e Imperial, la que reivindica su identidad y sus tradiciones, la que se manifiesta en Italia y en el grupo de Visegrado, la que quiere una alianza con Eurasia. El Hispanismo debe apostar por esta otra Europa, pues con ello estará siendo fiel a su pasado y a su historia.

Hispanoamérica

La situación en Hispanoamérica es aún más confusa que en Europa. Desde la proclamación de la “doctrina Monroe”: América para los americanos (del Norte), los Estados Unidos siempre han considerado a las naciones hispanoamericanas como su feudo particular y su colonia. Su intervencionismo en la política interior de los estados hispanoamericanos ha sido continua, a veces de forma ostensible y violenta (golpe de Estado en Chile, en Argentina, intervención militar en Panamá), y otras de forma menos visible pero no menos efectiva (penetración de las sectas evangélicas, decisiva para la victoria de Bolsonaro en Brasil).

La otra cara de la moneda son las corrientes indigenistas, auspiciadas por ciertos sectores de la izquierda, con una visión idealizada de las civilizaciones precolombinas, que rechazan la herencia cultural hispánica y se alimentan de la Leyenda Negra y del mito del genocidio. Ambas posiciones, “derechista” e “izquierdista” tienen en común el rechazo a lo Hispánico.

Hay sin embargo corrientes políticas e ideológicas en Hispanoamérica en que el Hispanismo debe apoyarse: el neoperonismo argentino, representado por el filósofo Alberto Buela{19}, y el crisolismo peruano, representado por el politólogo y activista Israel Lira{20}. Ambas comparten una aceptación entusiasta de la herencia hispana en Hispanoamérica, y una visión continental de la política hispanoamericana.

El neoperonismo rechaza las desviaciones neoliberales de Carlos Menem y socialdemócratas de los Kirchner, y reivindica la herencia justicialista y continentalista del general Perón, lo que hace que sus ideas sean consonantes con el continentalismo europeo y el eurasianismo ruso.

Es misión urgente del Hispanismo volver a tejer lazos con el mundo Hispanoamericano, muy deteriorados por el régimen de 1978, cuya política exterior está marcada por el servilismo hacia la UE y hacia Estados Unidos. En el pasado estos lazos fueron muy estrechos. Recordemos la alianza de la España de Franco con la Argentina de Perón, y, sobretodo, su apoyo a Cuba frente al bloqueo estadounidense. A pesar de ser España aliada de Estados Unidos, y a pesar del abismo ideológico que la separaba de la Cuba de Fidel Castro, sostenido por la URSS, la solidaridad Hispanoamericana estuvo por encima de las diferencias ideológicas, mostrando un ejemplo nítido de lo que es el razonamiento geopolítico por encima de las ideologías.

——

{1} De Benoist, A. (2012) “La Geopolítica” Nihil Obstat. Revista de historia, metapolítica y filosofía, n. 18-19, pp.57-74

{2} Von Uexküll, J. (1945) Ideas para una concepción biológica del mundo (prólogo de José Ortega y Gasset) Buenos Aires- México, Editorial Espasa Calpe Argentina.

{3} Steuckers, R. (2012) “Karl Haushoffer (1869- 1946)“ Nihil Obstat. Revista de historia, metapolítica y filosofía, n. 18-19, pp. 83-90.

{4} Talasocracia significa domino de los mares

{5} En su obra The Geographical Pivot of History publicada en 1904

{6} Dugin, A.G. (2015) La geopolítica de Rusia. De la revolución rusa a Putin. Hipérbola Janus, pp. 7-9.

{7} Schmitt, C. (2001) “Tierra y Mar. Consideraciones sobre la historia universal”, en Orestes Aguilar, H. Carl Schmitt, teólogo de la política. México, Fondo de Cultura Económica.

{8} El todo, el conjunto, es algo más que la suma de las partes.

{9} Obra citada, p. 11.

{10} Dugin, A. (2016) Geopolítica del mundo multipolar. Tarragona, Ediciones Fides.

{11} Dugin, A. (2018) Geopolítica existencial. Conferencias en Argentina. Tarragona, Ediciones Fides.

{12} Obra citada 2016, p. 66.

{13} Dugin, A. (2018) El auge de la Cuarta Teoría Política. La Cuarta Teoría Política, vol. II. Tarragona, Ediciones Fides, pp. 103-107.

{14} Dugin, A. (2015) La geopolítica de Rusia. De la revolución rusa a Putin. Hiperbola Janus, pp. 129-133.

{15} Putin, V.V. (2007) Statement and Discussion at the Munich Conference on Security Policy. http: //archive.kremlin.ru (recurso electrónico)

{16} Dugin, 2015, obra citada, p. 124.

{17} AA. VV. (2018) La Europa Neocarolingia y el eje Eurorruso. Tarragona, Ediciones Fides

{18} Dugin, 2017, obra citada, p. 67.

{19} Dugin, 2018, obra citada

{20} Lira, I. (2016) “Crisolismo y Cuarta Teoría Política. Estudios propedeúticos sobre las bases metapolíticas y epistemológicas para una nueva teoría política peruana” Nihil Obstat. Revista de Historia, Metapolítica y Filosofía. Nº 30, pp. 53- 86.

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jeudi, 20 novembre 2014

GEOPOLÍTICA ESPAÑOLA

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GEOPOLÍTICA ESPAÑOLA

 
 
Por Manuel Fernández Espinosa
Ex: http://movimientoraigambren.blogspot.com
 
 
El presente texto, con el mismo título, encontró su primera publicación en la Revista Arbil, nº 107. Algunos años han pasado desde su publicación, sin embargo el autor lo presenta en RAIGAMBRE tal y como fue publicado. Un tema tan extenso siempre puede ser objeto de análisis más profundos y amplio: daría para un libro. Sin embargo, de lo que aquí está dicho el autor lo único que considera prescindible es la que hoy considera excesiva atención a las ideas rocambolescas de Valle-Inclán, muy parecidas -por cierto- a lo que algunos arbitristas de nuestra tradición sostenían. Y juzga que faltaría un ahondamiento en Yanguas Messía, de cuyo pensamiento muy poco se sabe.
 
 
Antecedentes geopolíticos en España: Ángel Ganivet,
Yanguas Messía y

Valle-Inclán
 
 
El sueco Rudolf Kjellen (1864-1922) acuñó el término "geopolítica", pero esta ciencia había sido llamada con anterioridad "geografía política" y sus desarrollos más rigurosos se debieron principalmente a las especulaciones del inglés sir Halford McKinder (1861-1947). El término se importó posteriormente a la Europa continental merced a los oficios del profesor alemán Karl Haushofer (1869-1946) y el nazismo, por último, desacreditaría la geopolítica al adoptar Adolf Hitler los conceptos imperialistas de Haushofer. Hitler que trató de hacer realidad las líneas que teóricamente había trazado Haushofer. El nacionalsocialismo integraría los sueños que el viejo general y profesor alemán había abrigado sobre la fundación de un Reich de mil años que ampliaría sus fronteras sobre un territorio vastísimo a costa de los territorios del Este de Europa. El tan implacable como hadario expansionismo que la Alemania hitleriana ejecutó hacia el Este haría saltar Europa por los aires en una segunda conflagración mundial que supuso, como Hitler predijo, la fragmentación del talasocrático Imperio británico.
 

Felipe II y enemigos.gif

 
No sólo el Imperio de Su Graciosa Majestad sucumbiría. Después del tan cacareado triunfo de las democracias, vino el reflujo de las antiguas colonias sobre las otrora metrópolis. Después de retirarse de la política, el General Charles De Gaulle se instaló en un pequeño pueblecito francés que en español pudiéramos llamar Colombey-Las-Dos-Iglesias. Francia estaba experimentando ya por aquellos años un alarmante crecimiento de la inmigración musulmana que llevó a decir al gran estadista galo: "No es inimaginable que Colombey-las-Dos-Iglesias se transforme en Colombey-las-Dos-Mezquitas". El filósofo rumano afincado en París, E. M. Cioran, parafrasearía esta cita de De Gaulle, expresando en una entrevista a Fernando Savater uno de sus negros augurios: "Mire, -le dijo Cioran a Savater- la realidad es que Francia, por ejemplo, se siente invadida. Hace tiempo me atreví a hacer una profecía: dije que dentro de cincuenta años la catedral de Notre-Dame sería una mezquita." Siempre que leo esta cita de Cioran, resuena en mí el eco de un poema de Gerard de Nerval: "Notre-Dame est bien vieille; on la verra peut-être/Enterre cependant Paris qu'elle a vu naître;" [Notre-Dame es muy vetusta: tal vez se la verá/Sepultar el París que ella ha visto nacer". Pero no es sólo la capital gala, la romana Lutecia, la que está amenazada.
 
El desenlace de la II Guerra Mundial granjeó a la geopolítica una pésima fama debido al más arriba referido intento hitleriano de realizar las teorías de Haushofer, pero la Geopolítica puede aspirar a convertirse en una ciencia tanto más urgente en cuanto que estamos asistiendo a unos movimientos migratorios que están poniendo en tela de juicio las identidades de las naciones históricas, desdibujando la fisionomía de nuestra Patria y sus pueblos, así como el resto de naciones europeas.
 
Aunque Haushofer popularizó el término "geopolítica" no cabe duda que fue McKinder el "padre de la geopolítica", convirtiéndose su modelo básico en punto de partida para todas las demás especulaciones que a partir de él se hicieron en este campo. Su acierto fue saber delimitar y comprender determinadas leyes objetivas de la historia política, geográfica y económica de la humanidad.
 
Según nuestro contemporáneo, el geopolítico ruso Alexander Dugin: "La esencia de la doctrina geopolítica podría reducirse a los siguientes principios. Dentro de la historia planetaria existen dos visiones enfrentadas y competidoras sobre la colonización de la superficie de la Tierra: el enfoque "terrestre" y el enfoque "marítimo". La elección de uno de ellos depende de la orientación ("terrestre" o "marítima") que siguen unos u otros estados, pueblos o naciones. Su conciencia histórica, su política interior o exterior, su psicología, su visión del mundo se forman siguiendo unas reglas determinadas. Teniendo en cuenta dicha particularidad, se puede hablar perfectamente de una visión del mundo "terrestre", "continental" o incluso "esteparia" (la "estepa" es "tierra" en su estado puro ideal) y de una visión del mundo "marítima", "insular", "oceánica" o "acuática". Señalemos de paso que los primeros indicios de semejante enfoque los encontramos en las obras de los eslavófilos rusos Jomiakov y Kireévski."
 
Antecedentes geopolíticos en España.
 
Haciendo por ahora caso omiso a los avatares históricos de la "geopolítica" en el sentido más riguroso y estricto, podríamos empezar diciendo que la geopolítica es, y debe ser, ante todo un conocimiento propio. (No en balde el "Conócete a tí mismo" es el principio de todo conocimiento.)
España tuvo sus propios conatos geopolíticos avant la lettré, algunos de los cuales, los más destacados, vamos a considerar: el primer bosquejo geopolítico podemos decir que fue trazado por Isabel la Católica en su testamento, custodiado por el Cardenal Cisneros de feliz memoria. Concluida para bien nuestra reconquista había que saltar el estrecho de Gibraltar y anular la amenaza afroislámica, pero en el ínterim se descubrió un mundo y los españoles nos lanzamos sobre él. Poco después el veterano soldado y poeta Francisco de Aldana (muerto en 1578) advirtió nuevamente la amenaza africana, trazando en octavas reales sus negros presagios. El poeta y soldado de Felipe II, el bravo español de Extremadura que cayó en la batalla de Alcazarquivir desapareciendo con el Rey Don Sebastián de Portugal, escribió antes de su partida estas octavas reales a Felipe II:
 
"Mas quiero proponer que no suceda
(así lo quiera Dios) esto que digo;
harto trabajo de pasar nos queda
en que a nosotros baje el enemigo.
Para poder llegar ¿quién se lo veda?,
pues África le da seguro abrigo,
adonde trabarán, por mar y tierra,
con tus puertas de allá temprana guerra.
Entonces la morisma que está dentro
de nuestra España temo que a la clara
ha de salir con belicoso encuentro,
haciendo junta y pública algazara,
y al mismo punto el aquitáneo centro
volver, de Francia, la enemiga cara,
bajando el Pirineo, aunque no sea
a más que a divertir nuestra pelea."
 
En "El Criticón", Baltasar Gracián nos ofrece algunos pasajes muy significativos sobre el carácter de los pueblos y la influencia que los paisajes ejercen sobre el natural de los hombres que los pueblan. "-¿No te parece [España] muy seca, y que de ahí les viene a los españoles aquella su sequedad de condición y melancólica gravedad?". "-¿No te parace que [España] es muy montuosa y aun por eso poco fértil?". "-Está muy despoblada". "-Está aislada entre ambos mares". Y si está "muy apartada del comercio de las demás...", a Gracián le parece que "Aun había de estarlo más, pues todos la buscan y la chupan lo mejor que tiene". Según Gracián, los españoles "tienen tales virtudes como si no tuviesen vicios, y tienen tales vicios como si no tuviesen tan relevantes virtudes".
 
El perfil del español nos lo traza así: Los españoles somos bizarros, "pero de ahí les nace el ser altivos. Son muy juiciosos, no tan ingeniosos; son valientes, pero tardos; son leones, mas con cuartanas; muy generosos, y aun perdidos; parcos en el comer y sobrios en el beber, pero superfluos en el vestir; abrazan todos los estranjeros, pero no estiman los propios; no son muy crecidos de cuerpo, pero de grande ánimo; son poco apasionados por su patria, y trasplantados son mejores; son muy allegados a la razón, pero arrimados a su dictamen; no son muy devotos, pero tenaces de su religión. Y absolutamente es la primer nación de Europa: odiada, porque envidiada".
 
En fin, para Gracián, "hay genio común en las naciones". Y cuando sus personajes, Andrenio y Critilo, cruzan el Pirineo para adentrarse en Francia: "Admiraron con observación aquellas gigantes murallas con que la atenta naturaleza afectó dividir estas dos primeras provincias de la Europa, a España de la Francia, fortificando la una contra la otra con murallas de rigores, dejándolas tan distantes en lo político cuando tan confinantes en lo material".
 
Estos primeros ensayos se verán transformados a finales del siglo XIX en teorías geopolíticas sobre España, en lo interior tanto como en lo exterior, un poco más sólidas.
 
Ángel Ganivet y la apología de los crustáceos.
 
José_Ruiz_de_Almodóvar.Retrato_de_Angel_Ganivet.1.jpgNacido en Granada el 13 de noviembre de 1865, hijo de Francisco Ganivet Morcillo y Ángeles García de Lara y Siles, a la muerte de su padre en 1875 Ángel Ganivet tuvo que abandonar los estudios, para trabajar como escribiente en una notaría, pero 1880 su jefe le animó a reanudar su educación en el Instituto. En 1885 sacó su Bachillerato con matrícula de honor en todas las asignaturas. En el Instituto de Granada se interesa por las obras de Lope de Vega y empieza a leer a Séneca. Se licencia en Filosofía y Letras en la Universidad de Granada en 1888 y, dos años más tarde, termina la carrera de Derecho.
 
Pasa a Madrid para cursar el doctorado en Letras y se presenta a las oposiciones al Cuerpo de Archiveros y Bibliotecarios que ganó, siendo destinado a la Biblioteca del Ministerio de Fomento. Su tesis "Importancia de la lengua sánscrita y servicios que su estudio ha prestado a la ciencia del lenguaje en general y a la gramática comparada en particular" obtuvo el premio extraordinario del doctorado, después de haber sido rechazada por Nicolás Salmerón su primera tesis "España filosófica contemporánea".
 
Frecuentó el Ateneo y, aburrido de su profesión como archivero, intentó hacerse con la cátedra de Griego en la Universidad de Granada. Y conoció a Miguel de Unamuno. En junio de 1892 fue nombrado vicecónsul en Amberes. Residió en Amberes hasta finales de 1895 hasta que se le destinó a Helsingfors (actual Helsinki). Desde Finlandia escribe sus "Cartas finlandesas" (1897) que remite a la "Cofradía del Avellano", grupo intelectual que había sido fundado en Granada. Las cartas de Ganivet se publicaron en "El Defensor de Granada".
 
En Bélgica había conocido la civilización industrial que le pareció repugnante, como el capitalismo moderno que con ella emergía, por lo que adoptó actitudes antidemocráticas que le llevaron al rechazo del socialismo, el liberalismo, la industrialización, el mercantilismo y la técnica. En Bélgica también se preocupa del colonialismo europeo en África, que le lleva a escribir entre 1893 y 1895 la novela "La conquista del reino de Maya, por el último conquistador español Pío Cid".
 
Ganivet se traslada en agosto de 1898 a Riga gravemente enfermo, y el 29 de noviembre de 1898 se suicida, arrojándose al río Dwina.
 
En su "Idearium español" Ganivet se aparta del expansionismo, marginándose del contexto de la época cuando las naciones europeas se habían lanzado frenéticas a la conquista imperialista y colonización del mundo que terminaría confrontándolas trágicamente en la Gran Guerra.
 
La tesis de Ganivet se cifra en "Noli foras ire, in interiore Hispaniae habita veritas" (No vayas fuera, en el interior de España habita la verdad).
 
Podríamos aventurar que esta idea fuerza ganivetiana puede ser no otra cosa que la versión laica de la misma idea del integrismo nocedaliano que se expresó en aquella frase que se hizo famosa: "Ya que no podemos encerrar dentro de sí misma a España para que se salve del universal cataclismo, encerrémonos nosotros dentro de nosotros mismos, no para rechazar a nadie, pero para no transigir con ideas, soluciones, con nada que sea contrario, ni siquiera sospechoso, a nuestros principios, cada vez más intransigentes, es decir, cada vez más firmes en nuestros principios" (Ramón Nocedal y Romea, "Discurso en el Palacio de Ciencias de Barcelona", 20 de noviembre de 1892). No se ha indicado la significativa coincidencia que en algunos puntos muestra el pensamiento ganivetiano con el integrismo nocedaliano.
 
Ganivet es tanto o más elocuente que Nocedal, y cuando lanza su tesis no cree que sea valedera tan sólo para un grupo de personas partidarias de una concepción determianda del mundo, sino que la ofrece con el convencimiento de que esa idea de "interiorizarse" y "enclaustrarse" es válida para toda una nación, la española: "Hay que cerrar con cerrojos, llaves y candados todas las puertas por donde el espíritu español se escapó de España para derramarse por los cuatro puntos del horizonte...". Para él la solución consiste en "la concentración de todas nuestras energías dentro de nuestro territorio".
 
Para Ganivet, España es "por esencia, porque así lo exige el espíritu de su territorio, un pueblo guerrero, no un pueblo militar". No son expresiones sinónimas; el "espíritu militar" (que no es el español) está en la sociedad y es un esfuerzo de organización, mientras que el "espíritu guerrero" (el genuinamente español) está en el individuo y "es un esfuerzo contra la organización".
 
El "espíritu territorial" es concebido por Ganivet como algo constante que por las condiciones geográficas determina el carácter del pueblo que tiene su solar y asiento en ese territorio, "lo exige el espíritu de su territorio". Hay pueblos continentales (Francia), pueblos insulares (Inglaterra o Japón) y pueblos peninsulares (España). En los pueblos continentales lo característico es la resistencia, en los peninsulares la independencia, y en los insulares la agresión.
 
"España -dice Ganivet- es una península, o con más rigor, "la península", porque no hay península que se acerque más a ser isla que la nuestra. Los Pirineos son un istmo y una muralla; no impiden las invasiones, pero nos aíslan y nos permiten conservar nuestro carácter independiente... somos una "casa con dos puertas", y, por lo tanto, "mala de guardar", y como nuestro partido constante fue dejarlas abiertas, por temor de que las fuerzas dedicadas a vigilarlas se volviesen contra nosotros mismos, nuestro país se convirtió en una especie de parque internacional, donde todos los pueblos y razas han venido a distraerse cuando les ha parecido oportuno; nuestra historia es una serie inacabable de invasiones y de expulsiones, una guerra permanente de independencia".
 
La posición geográfica de España la hace fácilmente expugnable. Según Ganivet, "la tendencia natural de Castilla era la prosecución en el suelo africano de la lucha contra el poder musulmán, del que entonces podían temerse aún reacciones ofensivas". La fatalidad quiso que nos encontráramos un continente, el que descubrió sin saberlo Cristóbal Colón, esos territorios del Nuevo Mundo atrajeron "las fuerzas que debieron ir contra África". En ese sentido, Oswald Spengler pensaba que la conquista de América por españoles y portugueses dejó exhausta a la pensínsula, pues "un torrente de hombres, con sangre nórdica, se vierte hacia América". No hay que olvidar que en la consideración de Spengler obran prejuicios racistas que no podemos consentir. Estamos lejos de pensar que lo que quedó en la península, tras la población de América, fue una masa humana que había perdurado a través de celtas, romanos y sarracenos de peor estofa que la que marchó.
 
Para seguir con Ganivet, diremos que el granadino sostenía que el "espíritu territorial" de España es el que ha modelado al español como un "pueblo guerrero" y no como un "pueblo militar", lo hemos dicho más arriba. Los españoles siempre hemos estado prestos a unirnos para dar combate al invasor pero de un modo más espontáneo que organizado. Tanto en la lucha por nuestra independencia desde Numancia hasta el 2 de mayo de 1808, como en las conquistas americanas el pueblo español ha mostrado ser un pueblo de guerreros y guerrilleros que secundan con devota fidelidad ibérica a Viriato y al Cid Campeador. "Para nuestras empresas en América no fue necesario cambiar nada, y los conquistadores, en cuanto hombres de armas, fueron legítimos guerrilleros, lo mismo los más bajos que los más altos, sin exceptuar a Hernán Cortés". El pueblo español no se organiza, es "un pueblo que lucha sin organización". Remedando a Ernst Jünger, podríamos decir que el anarquismo echó raíces en España por la íntima constitución del hombre ibérico que, antes que anarquista podríamos decir que es un anarca a la manera jungueriana.
 
Esa falta de capacidad organizativa constituye un punto débil, y a su vez un punto fuerte. Pero el punto más fuerte es nuestro autoconocimiento: "El peninsular conoce asismismo cuál es el punto débil de su territorio, porque por él ha visto entrar siempre a los invasores; pero como su espíritu de resistencia y previsión no ha podido tomar cuerpo por falta de relaciones constantes con otras razas, se deja invadir fácilmente, lucha en su propia casa por su independencia, y si es vencido se amalgama con sus vencedores con mayor facilidad que los continentales".
 
Don José De Yanguas Messía.
 
44462196.PNGNacido en Linares, descendiente de Rui Díaz de Yanguas, caballero calatravo portaestandarte en la Batalla de las Navas de Tolosa, D. José de Yanguas Messía era hijo del jurisconsulto D. José de Yanguas Jiménez y de Doña Luisa Gómez Vizcaíno.
 
El 6 de abril de 1918 la "Gaceta de Madrid" publicaba el nombramiento de D. José de Yanguas Messía como catedrático de Derecho Internacional en la Universidad de Valladolid. Cursó el Bachillerato en el Instituto de Baeza y estudió en la Real Universidad libre del Escorial. Una vez licenciado y doctorado, fue pensionado por la Junta para ampliar estudios en Francia y Bélgica, investigando la política colonial europea, pasando por las aulas de la Sorbona y bajo el magisterio de Pillet y Weiss. La Gran Guerra interrumpió sus estudios y regresó a España, aquí redactó su "Expansión en África" y "El Estatuto Internacional en Marruecos", interesantes trabajos a los que no hemos podido acceder sino por noticias indirectas de uno de sus más eminentes discípulos, el tosiriano D. Miguel Arjona Colomo (1913-1975) que nos dejó escrito un libro cuyo título es "Personalidad humana y científica de José de Yanguas Messía". Cualquiera que quisiera adentrarse en el mundo de la geopolítica española de principios del siglo XX tendría que acudir a la obra de Yanguas Messía.
 
Geopolítica de Valle-Inclán.
 
Más accesibles son los libros de Ramón María del Valle-Inclán. Comúnmente se le considera no más que carlista estético, pero allá por 1909 sostenía, en la más ortodoxa línea foralista, que los nacionalismos periféricos no constituían un serio problema para la unidad de España, si ésta los asumía secundando la riquísima y secular tradición foralista. ¡Felices tiempos en los que podía decirse que los nacionalismos periféricos no eran un problema para España y decirlo sin hacer el ridículo más calamitoso! El dramaturgo gallego creía que el único nacionalismo salvador sería el que estuviera informado por la tradición, entendida como los carlistas la entendían. Sosteniendo semejantes tesis tendríamos que revisar la versión político-correcta que de Valle-Inclán se nos hace, sospechando que, después de dedicar al carlismo su trilogía "Las guerras carlistas" y pensar en comunión con él, no sólo sea un carlista estético, por más estrafalario que nos parezca.
 
Ramón-María-del-Valle-Inclán.jpgPero, claro es, de Valle-Inclán uno no puede fiarse. Conocidas son sus inclinaciones por el esoterismo y su pertenencia militante en la perniciosa secta de la Sociedad Teosófica. Sus bandazos políticos son similares a los de otros compañeros de esa generación que al menos Azorín llamó del 98. Valle-Inclán muestra una flexibilidad en sus opiniones políticas capaz de desquiciar a cualquier ortodoxo. El genial escritor tiene una relación tan desenfadada con las palabras que nos puede parecer un irresponsable cuando no un perverso.
Valle-Inclán siente una falta atracción por el socialismo diciendo, en diciembre de 1927, que "Todo liberalismo, si tiene una visión de porvenir político del mundo, debe hacerse socialista". (Cosa que no nos parece tan descabellada). Y Valle-Inclán es el mismo cuando venera a Lenin que cuando ensalza a Mussolini.
 
El dictador que España necesita, en opinión de Valle-Inclán, "ha de tener todas las virtudes inherentes a un político universal, sobre todo austeridad, energía, sentido histórico y la virtud del silencio. ¡Tiene que ser un taciturno!". ¿Se convierte Valle-Inclán -con estas palabras pronunciadas en 1931- en profeta de ese "cirujano de hierro", paisano suyo, que fue Francisco Franco Bahamonde?
De Valle-Inclán no hay que fiarse mucho, pero tampoco hay que dejarlo de lado, desdeñando algunas de sus ideas.
 
Valle-Inclán nos ha dejado algunos pensamientos que podemos llamar "geopolíticos", aunque nunca madurados, sino derramados en su obra, principalmente en las entrevistas que concedió a periodistas que se acercaban a él con una mezcla de expectación y escepticismo.
 
En cuanto a su "geopolítica española exterior" podríamos apuntar que toda ella atiende a fijar la mirada en la América hispánica. Valle-Inclán insistirá en esa idea: España tiene que aspirar a una cada vez mayor ascendencia sobre Iberoamérica. La perdida influencia española sobre sus hijos emancipados ha de ser restituida, para ello Valle-Inclán cuenta con la fraterna reintegración de Portugal en la unidad ibérica.
 
En cuanto a la "geopolítica española interior" nuestro esperpéntico personaje nos ha legado una idea: la que llamaremos como él la llamó, la Teoría de las Cuatro Regiones. Se trata de una teoría que esbozó, pero que no desarrolló con la amplitud debida. Pese a ello, la Teoría de las Cuatro Regiones será repetida por el dramaturgo de luenga barba. En una entrevista concedida al diario El Sol, en 1931, llegará a afirmar que el problema de los regionalismos quedaría resuelto "Con mi teoría de siempre".
 
En agosto de 1924 llegará a confiarle a Rivas Cherif, en una entrevista concedida al periodista para el Heraldo de Madrid, su Teoría de las Cuatro Regiones. Valle-Inclán nunca las llamó "cantones", sino Departamentos o Regiones.
 
"Para salvar a España no hay más que volver al concepto romano. La visión de los civilizadores romanos es la única que se ajusta todavía a la realidad de la Península. Cuatro grandes regiones: la Tarraconense, la Bética, la Lusitania y Cantabria; no hay más. Cambie usted la sede capital de Tarragona a Barcelona, conserve usted a Sevilla y Lisboa su supremacía secular y natural, confiérase a Bilbao de derecho la capitalidad que de hecho ostenta en el Norte, atribúyase a esas regiones, históricamente racionales, la autonomía necesaria, y entonces Madrid tendría el valor y la fuerza de un verdadero centro federal. Cataluña vería así cumplidas sus aspiraciones máximas, dentro de la gran Iberia; Portugal, acrecido en sus límites naturales con Galicia, aportaría a la federación la fuerza económica de su imperio colonial. Lo que habría es que encargar a geógrafos e historiadores la delimitación racional de esas grandes comarcas ibéricas. Entonces, y sólo entonces, podría España aspirar a restaurar su influencia moral en América. ¿No habría modo de constituir un gran partido federalista, sustentado por esa gran idea común, sin perjuicio, claro, de que cupiese dentro de él una división de derecha e izquierda, para la actuación política?".
 
A primeros de junio de 1931 la Teoría de las Cuatro Regiones vuelve a aparecer, ahora en el diario El Sol. Valle-Inclán se la comenta a cierto periodista con quien departe. Será el mismo periodista que lo ha atendido quien comentará sobre el particular:
 
"Fue un deleite seguir oyendo hablar a don Ramón del Vallé-Inclán. ¡Lección emocionada de Geografía y de Historia de España eran sus palabras! ¡Le vimos trazar la teoría de los cuatro grandes cantones, de los cuatro grandes cantones romanos: el tarraconense, con Barcelona; el cántabro, con Bilbao; el lusitano, con Lisboa, y el bético, con Sevilla! ¡Cuatro grandes cantones por los cuales iba toda la Península, toda Hispania, a verterse en el mar! Sobre éste y otros temas dijo palabras de agudísimo ingenio."
 
En noviembre de 1931 será el mismo Valle-Inclán el que exponga nuevamente esta curiosa teoría a Francisco Lucientes, esta vez para los lectores de El Sol. Preguntado por su opinión sobre los regionalismos, el Marqués de Bradomín responde:
 
"-Con mi teoría de siempre: hay que integrar el espíritu peninsular como fue concebido por los romanos. Es lo acertado. Dividir la Península en cuatro departamentos: Cantabria, Bética, Tarraconense y Lusitania. Esto, queramos o no, es así. En la Península sólo hay cuatro grandes ciudades: Bilbao, que es Cantabria; Barcelona, que es la Tarraconense; Sevilla, que es la Bética, y Lisboa, que es la Lusitania. Cada gran ciudad a un mar: el Cantábrico, el Atlántico, el Mediterráneo."
 
Francisco Lucientes nos revela que, tras decir esto: "Don Ramón, se queda un minuto silencioso, sin duda porque no halla el mar de Sevilla, y porque el Guadalquivir no le parece todo lo importante que pide el gran lienzo. Se recobra pronto, y con esa gran facilidad que tiene para urdir fantasías, repite la anterior enunciación:
 
-...el Cantábrico, el Atlántico, el Mediterráneo y... el mar Africano. ¡"Ezo", el mar Africano! Dividida la Penísnual en cuatro departamentos, podría hacerse una altísima confederación de mares, y por el Pacífico y Acapulco reanudar el gran comercio con el Extremo Oriente, a base de Filipinas. ¡Pero "zi" es lo eterno! Lo eterno es el pensamiento, la ética y la estética peninsulares. No entro en el debate de dialectos y lenguas aunque sí sé que lo único que mantiene entre los hombres la unidad es el verbo de comunicación".
En cuantro al "Mar Africano" diremos que, pese a estar en otro contexto, Azorín ya había apuntado que "se puede decir con plena exactitud que España llega hasta el Atlas".
 
Es de suponer que en Valle-Inclán el número 4, por su intrínseco simbolismo, tendría que relacionarse con las cuatro direcciones del espacio así como con el Tetramorfos. Puestos a fantasear con Valle-Inclán, pudiera ser de su agrado que asignáramos a cada una de estas cuatro regiones uno de los cuatro evangelistas, y así el Tetramorfos estaría completado.
 
Falló la vertebración de esa España que soñaba Valle-Inclán, faltó la capacidad y la voluntad políticas. Pero por excéntrico que nos parezca, en Valle-Inclán latía no sólo imaginación propensa al delirio, sino que eran las suyas inspiraciones que infundía un patriotismo sincero no exento de pretensiones imperialistas impensables en estos tiempos crepusculares en que nos encontramos.
 
La Península de dos puertas de guardar está siendo invadida incluso por sus ventanas y balcones. Establecido el puente aéreo entre Canarias y la Península, nuestros impuestos facilitan la entrada de avalanchas de inmigrantes que se derraman por España. Si Ganivet no se equivocaba al señalar nuestro carácter peninsular como despreocupado ante toda invasión, los españoles seremos tardos en reaccionar. Si Ganivet se equivocaba, nuestros pésimos políticos -los mejores aliados de nuestros invasores- y la anestesia a la que estamos sometidos harán lo propio para terminar dándole la razón a Ganivet, lo cual será fatal para España y para los españoles.
 
La morisma está dentro, mi capitán Aldana, y harto trabajo de pasar nos queda. A este paso podemos aventurar que los españoles tal vez tengamos que saltar el estrecho y colonizar África para poner nuestra casa en el Atlas. Sólo un hombre universal, con sentido histórico, austero, enérgico y taciturno podrá salvarnos.
               

vendredi, 04 juin 2010

La Tara hispanica

La Tara hispánica

(a propósito del Príncipe de Asturias)

                                                                                               

Alberto Buela (*)

 

Una vez más, el más importante premio a “las humanidades”, el Príncipe de Asturias, ha sido otorgado a afamados ensayistas que no tienen nada que ver con España, la lengua de los hispanos y su particular tradición cultural.

Hace varias décadas atrás un muy buen pensador español, Gonzalo Fernández de la Mora, en un libro memorable, La envidia igualitaria, sostuvo que “la envida es el vicio capital de los hispanos y la causa decisiva de sus caídas históricas. La inferioridad de los españoles no sería intelectual sino emotiva”.

Nosotros, remedando a de la Mora, vamos a sostener que la imitación, el remedo, la mala copia, sobretodo del mundo centro europeo – Alemania, Inglaterra y Francia- es la tara hispánica. Y la frutilla del postre es este Premio Príncipe de Asturias a Alain Touraine y Zygmunt Barman, dos personajes que en el mundo del pensamiento más profundo y serio, no significan absolutamente nada, el primero por oportunista (se ha acomodado toda su vida a las más variadas circunstancias políticas para quedar al calor del poder) y el otro, por sionista y loobista pro hebreo.

 

Cómo será el carácter acomodaticio de Touraine que inmediatamente declaró: “Este premio aumenta aun más mi conciencia de ser un intelectual latino”.  Una vez más la apelación a la latinité, cuando les conviene. Este llamado a “lo latino” nos recuerda a Chevalier, el canciller de Napoleón III, que inventó el concepto de “latinidad” para poder justificar su intervención en Méjico con motivo de la aventura un príncipe europeo, Maximiliano, para Méjico.

Ya lo dijo Jorge Luís Borges: no ve venga a vender eso de la latinidad que yo solo veo argentinos, colombianos, españoles o italianos. Es un invento francés para curarse en salud en tierras americanas. Y Borges sería conservador y antiperonista, pero era un parapeto a la mediocridad.

En cuanto a Bauman respondió con el típico argumento hebreo de que ellos son “maestros de humanidad”, sobre todo cuando son laicos y agnósticos, y así dijo: “el Premio es un reconocimiento a mi modesta contribución a la autoconciencia de la humanidad”.

Pero si la humanidad no tiene manos ni pies, decía Kierkeggard, a lo que agregaba don Miguel de Unamuno: el adjetivo humanus me es tan sospechoso como su sustantivo abstracto humanitas. Ni uno ni otro, sino el sustantivo concreto: el hombre”. Y Proudhon más tajante aún sostenía por doquier: “cada vez que escucho humanidad, sé que quieren engañar”.

 

Habiendo tantos y tan buenos ensayistas, sociólogos, filósofos, historiadores, politólogos de lengua española van a buscar a dos intelectuales más mediáticos que sustanciales, más frívolos que serios, a dos intelectuales que están reñidos con lo mejor de la tradición cultural de los pueblos hispánicos.

 

Es que la tara hispánica es la imitación. La imitación al estilo de un espejo opaco como es este caso, que imita y encima imita mal, en forma desdibujada.

 

Nosotros por nuestra profesión lo vemos en la filosofía y más específicamente en la filosofía antigua donde los estudiosos de lengua castellana se desesperan por citar autores ingleses, franceses y alemanes dejando de lado la citación de nosotros mismos. Todas las traducciones del griego al castellano hecha por, generalmente buenos investigadores de origen hispano, comentan traducen e interpretan al modo los scholars ingleses o franceses o alemanes, y cuando citan algún trabajo en lengua castellana es el de ellos mismos y de nadie más. Esto último no hace más que confirmar la envidia señalada por de la Mora.

Los investigadores de origen hispano han cedido ante “los especialistas de lo mínimo” la interpretación de la filosofía, al menos de la antigua, y han postergado aquello que fue signo de la inteligencia hispana durante siglos: “la visión del todo de lo estudiado”. Esa buena herencia de Grecia y Roma expresada por Platón: “dialéctico es el que ve el todo y el que no, no lo es” (Rep 537 c 14-15).

La diferencia entre el análisis moderno y el clásico es que el primero descompone hasta lo mínimo y allí se queda, mientras que el clásico, descompone hasta lo mínimo para luego sintetizar en “un todo” de sentido.

Esta carrera de ciegos para ver la nada ha que se ha sometido el pensamiento de lengua y raíz hispana en los últimos cincuenta años ha producido en filosofía, además de los especialistas de lo mínimo, lo que podemos llamar “la viaraza gallega”. Esto es, la reacción intempestiva y arbitraria al estilo de del Valle Inclán.

El mejor ejemplo que conozco, obviamente, es la de los traductores al castellano de las obras de filosofía, y ello se nota especialmente en los tecnicismos filosóficos, cuyo mayor productor ha sido Aristóteles.

Así las palabras técnicas de uso universal en filosofía como sustancia, accidente, acto, potencia, ser, ente, felicidad, virtud, etc., que son fundamentales para entenderse entre los filósofos, han sido traducidas de las maneras más arbitrarios y caprichosas que se nos puedan ocurrir, por los investigadores desde hace unos cincuenta años para acá.

Vayan algunos ejemplos: a) García Yebra traduce en su Metafísica el término griego ousia por “esencia”, en lugar de sustancia como se lo tradujo durante dos mil años. b) Hernán Zucchi (argentino) se “le ocurre” traducir ousia por “entidad”, provocando un galimatías ininteligible en su traducción de la Metafìsica de Aristóteles. c) También “se le ocurre” a Pallí Bonet (que debe ser catalán, pero la viaraza gallega lo alcanza) al traducir la Ética Nicomaquea el término técnico héxis que se traduce históricamente por hábito, por la expresión “modo de ser”, con lo cual no se entiende nada. d) Eduardo Sinnott (argentino) realiza la mejor traducción anotada de la Ética Nicomaquea, pero la echa a perder cuando “se le ocurre” dejar de traducir el término eudaimonía  por felicidad, para traducirlo por “dicha”. Esto es, gozo individualista del hombre vulgar o dicharachero. d) Quintín Racionero que “se le ocurre” en su anotada traducción de la Retórica, no traducir un término fundamental como “antístrofa”, y luego cuando tiene que traducir otra palabra fundamental como phornimós, en lugar de hacerlo por “prudente”, por un prejuicio anticristiano, lo traduce por el término burgués “sensato”. f) Dejo para el final el caso de Mengino Rodríguez quien en su reciente traducción del Protréptico (2007) ignoró supinamente la nuestra (1983) y se atribuyó a sí mismo la primera traducción del texto aristotélico.[1]

 

Esta tara “gallega” es la que marca la capitis diminucio con la cual estos se aproximan a los estudios clásicos. Sin ir más lejos el año pasado fue rechazado un proyecto presentado por la muy buena filósofa catalana Margarita Mauri de investigación sobre la filosofía práctica de Aristóteles  porque,”el grupo solicitante no acredita publicaciones en espacios internacionales reconocidos “(léase: revistas inglesas, francesas o alemanas) en torno a los estudios aristotélicos…..los participantes en el proyecto no han optado por los espacios de discusión aristotélica más consolidados (revistas internacionales, etc).” afirmó el Comité de selección del Ministerio de ciencia e innovación de España. Tuvo que aparecer una carta del profesor norteamericano de la insignificante Northwestern University para que “los gallegos” del comité de selección aceptaran el proyecto.

 

Hoy el más encumbrado tribunal en estudios humanísticos del mundo hispano acaba de otorgarle el premio más importante en euros (son 50.000) a dos personajes, que con su obra y su prédica denostan al mundo que los premia. En el fondo, este encumbrado tribunal hispánico se ha portado como un cabrón, ha gastado los dineros de los españoles en premiar a aquellos cuya producción y verba ha ido siempre contra España y aquello que lo hispano representa en el mundo.

 

(*) arkegueta, aprendiz constante, eterno comenzante.

alberto.buela  gmail.com

 

 



[1] Confrontar nuestro artículo A propósito del Protréptico de Aristóteles, en Internet.