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lundi, 30 mai 2016

El principio solidarista de José Antonio Primo de Rivera y de Leon Duguit

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El principio solidarista de José Antonio Primo de Rivera y de Leon Duguit

Por José Ignacio Moreno Gómez
Ex: http://linkis.com/falange-autentica.es

No se ha destacado suficientemente la enorme influencia de la nueva Sociología del Derecho, especialmente la del Sindicalismo solidarista de Durkheim y, sobre todo, de Léon Duguit, en la formación del pensamiento del fundador de la Falange. Salvando la pretensión antimetafísica del pensador francés, que pone en riesgo de ser malinterpretada su negación de los derechos subjetivos, y en contraste con la fundamentación teológica que el líder falangista hace de la libertad y la dignidad de la persona humana, el paralelismo entre las propuestas de uno y otro son evidentes, tal y como pretendo exponer a continuación.

dandy.jpgDerecho y Política

Hay que insistir, para entender en profundidad a José Antonio Primo de Rivera y a su pensamiento, que la  vocación primigenia del jefe falangista no fue la política, sino el Derecho. Es por medio del estudio de juristas y filósofos, que inicia en su etapa de estudiante y continúa posteriormente, como llega el fundador de la Falange a construir el andamiaje de estructura firme y constante desde el que realizará su construcción política. José Antonio estudia las reflexiones de juristas como Stammler, Ihering, Kelsen, Jellinek, Hauriou, Durkheim o Duguit acerca de la regulación de los derechos reales como  objeto de la ciencia jurídica, y se plantea, siguiendo a filósofos y teólogos como S. Agustín, Santo Tomás, Platón, Kant, Hegel o el positivista Comte, si existe alguna relación de éstos derechos con aquellos otros principios meta-jurídicos que encarnan un ideal de Justicia y que, por ello, no son  objeto del Derecho, sino de la Política. José Antonio se aparta del positivismo cuando nos advierte en su conferencia sobre Derecho y Política, pronunciada en la inauguración de curso del Sindicato Español Universitario de 1935, que todo jurista tiene la necesidad de ser político, pues no es honesto, nos dice, incitar al fraude diciendo profesar, como único criterio organizador de la sociedad, la juridicidad. Pero, al mismo tiempo, una vez abrazado un ideal (político) de Justicia, habrá que cuidar de procurarse una “técnica limpia y exacta, pues en el Derecho toda construcción confusa lleva agazapada una injusticia”. Se puede afirmar que la aproximación a la política del falangista fue, ante todo, una exigencia de enfoque jurídico. José Antonio admitió, siguiendo a Stammler, que los fenómenos jurídicos se habían de referir a la ordenación de ciertos medios para conseguir unos fines pretendidos – la vieja ordinatio rationis de Santo Tomás, añadiendo la distinción kantiana entre contenido y forma– y defendió, meta-jurídicamente, la capacidad de los hechos revolucionarios para producir una legitimidad jurídica de origen; principio que aplicaría a la defensa de la Dictadura de su padre, así como a la aceptación del hecho revolucionario del 14 de Abril como legitimador de la II República española, que nació rompiendo el ordenamiento constitucional anterior.

dug8132406.jpg¿Fascismo o solidarismo?

Cuando, más tarde, José Antonio publica en El Fascio su artículo “Orientaciones hacia un nuevo Estado”, no nos habla un seguidor de aquellos que, desde coordenadas hegelianas, propugnaban un Estado totalitario de soberanía plena. Su planteamiento tiene un enfoque, jurídico y político, que en nada recuerda a la posición mussoliniana que identificaba al pueblo con el cuerpo del Estado y al Estado con el espíritu del pueblo, y que reservaba todo el poder, sin divisiones ni restricciones, para el Estado – actitud próxima, por paradójico que pueda parecer, a la de los defensores del mito de la soberanía popular–. La crítica de Primo de Rivera a esta idea de soberanía, que luego repetirá en el mitin de La Comedia y  en numerosos escritos posteriores, es la misma que expone Léon Duguit en sus lecciones acerca de Soberanía y Libertad. En José Antonio no existe esa sumisión de la razón a la voluntad tan característica del fascismo y de los adictos a la soberanía nacional. El discurso de José Antonio no es fascista. ¿Es solidarista?

La soberanía y el principio de solidaridad

El principio sobre el que habrán de vertebrarse los sistemas jurídicos de los Estados futuros, según la nueva sociología francesa del Derecho, habrá de ser un principio de solidaridad. Duguit proclamaba que estaba en camino de alumbrarse una nueva sociedad basada en el rechazo del derecho subjetivo como noción básica del sistema político. Sería el derecho objetivo la regla fundamental de la sociedad nueva. Para Duguit el fundamento de la norma permanente del Estado se encontraba en el concepto solidario de libertad y en la división del trabajo; es decir, en las distintas funciones a realizar en una sociedad unida por lazos de solidaridad y cooperación. La libertad es concebida como un deber, no como una especie de soberanía individual, sino, más bien, como una función. Para Duguit, la doctrina de la soberanía es, en la teoría y en la práctica, una doctrina absolutista. Rousseau sacralizaba el sofisma de la dictadura de la mayoría, de un sufragio universal que imponía tiranías en nombre de la democracia parlamentaria.  El sistema jurídico-político al que Duguit aspiraba no podía fundarse sobre el concepto de soberanía, sino sobre la dependencia recíproca que une a los individuos; es decir sobre la solidaridad y la interdependencia.

Libertad y servicio

La autonomía individual  es un servicio; la actividad de los gobernantes es el servicio público, afirma Duguit. José Antonio, en la conferencia que pronuncia en 1935 sobre Estado, individuo y libertad, avisa que si el Estado se encastilla en su soberanía y el individuo en la suya, el pleito no tiene solución. La única salida, justa y fecunda, para el líder falangista, es que no se plantee el problema de la relación entre el individuo y el Estado como una competencia de poderes y derechos, sino como un cumplimiento de fines y de destinos:”Aceptada esta definición del ser-portador de una misión…florece la noble, grande y robusta concepción del servicio…Se alcanza la personalidad, la unidad y la libertad propias sirviendo en la armonía total. Primo de Rivera está formulando los mismos principios solidaristas de Léon Dugit enlazándolos con la doctrina de Santo Tomás y de la escuela de Salamanca.

El Estado descentralizado sindicalista

En el terreno político, el Estado no justifica su conducta, como no la justifica un individuo, ni una clase, sino en tanto no se amolda en cada instante a una norma permanente, explica el falangista a quienes lo acusan de divinizar al Estado. Así es como el hombre puede fundar todo el sistema político-social sobre el postulado de una regla de conducta que se impone a todos. Existe una “ley orgánica de la sociedad”, objetiva y positiva, por encima de la voluntad de los individuos y de la colectividad, nos dice Duguit. Sobre esta regla se realiza la transformación del Estado, a través de una organización social que debe basarse en la descentralización o federalismo sindical. El sindicato se convierte, pues, en la corporación elemental de la estructura jurídica ideada por el jurista francés, y pasa de ser un “movimiento clasista” a desempeñar funciones concretas capaces de limitar la acción del gobierno central.

Léon Duguit en La représentation sindicale au Parlement (1911) concretó, finalmente, esta idea de un nuevo régimen político erigido sobre la representación funcional del sindicalismo que, tras la Revolución rusa, se convertía en el único medio de asegurar las libertades propias de la civilización occidental (Souveraineté et liberté, 1922). José Antonio es ya un sindicalista, en este mismo sentido, antes de conocer a Ledesma, y es ésta la idea de sindicalismo que permanece  en su pensamiento, también tras haberse fusionado con el grupo de las JONS, aunque profundice más en ella y la radicalice tras leer a Sorel.

autour-de-leon-duguit-9782802729891.jpgEconomía solidaria

Algo similar a la transmutación solidarista del contrato social, ocurre con la propiedad privada. En el terreno de la economía, Duguit rechazaba tanto la lucha de clases como el derecho absoluto a la propiedad: nadie tiene “derechos subjetivos” para imponer su voluntad de manera absoluta. La propiedad es el producto del trabajo y nadie tiene derecho a dejarla improductiva. La propiedad sobre el capital no es un derecho, sino una función, dirá el francés, para el que la propiedad privada adquiere una función social al transmutarse de propiedad-derecho a propiedad-función. Para José Antonio, la propiedad es un atributo humano distinto al capital, que es un mero instrumento.

El Estado de Bienestar

Bajo la inspiración del principio solidarista, se pasa de una concepción negativa del orden público, como la que se tenía en el Estado liberal-individualista, a la necesidad de ajustar la idea del contrato social al postulado del bien común (ad bonum commune), y a entender que las libertades individuales vienen limitadas por el principio solidario de la función social. Cuando Duguit anuncia la superación del Estado liberal, que desaparecería aquel día en que la evolución social llevase a los gobernados a pedir a sus gobernantes algo más que los servicios de defensa,  policía y administración de justicia, está sentando los fundamentos del Estado del Bienestar, que vendría tras la II Guerra Mundial y que hoy encontramos casi en trance de desaparecer. José Antonio va más allá, pues la finalidad del Estado que él defiende no se limita a procurar un bienestar puramente materialista, sino que tiene como objetivo supremo asegurar unas condiciones que permitan a los pueblos volver a la supremacía de lo espiritual.

Hacia un nuevo Estado

Duguit fue acusado de antiestatismo y de anarquizante. Desde el realismo político, Carl Schmitt lo situó entre los precursores del “pluralismo disgregador”. José Antonio, defendiendo ideas parecidas, ha sido calificado de fascista, de totalitario y de defensor del panestatismo.

Pero asistimos hoy a la crisis de los Estados nacionales y de las organizaciones internacionales, cada vez con menor margen de maniobra para garantizar el bienestar de los ciudadanos; presenciamos el auge de un neoliberalismo (sobre todo en Economía), que extiende su oscura sombra de desconfianza hacia la capacidad del Estado para ordenar la sociedad, y que pretende recortar cada vez más las funciones de éste; intentan inculcarnos una renovada fe en la quimérica y fracasada mano invisible de Adam Smith, que  se nos vuelve a proponer como mágica panacea para alcanzar el bien de todos mediante el equilibrio mecánico de egoísmos contrapuestos; comprobamos el poder enorme de los grandes trust multinacionales y transnacionales, y de los grupos de presión, con una libertad de acción cada vez menos limitada en los mercados globalizados.

La ausencia de un armazón verdaderamente fraterno y humano en la vertebración de las sociedades nos invitan también a considerar que el principio solidarista de Duguit y, sobre todo, el de José Antonio Primo de Rivera necesitan, con prontitud, ser  repensados y vueltos a calibrar, para que esa solidaridad orgánica que ellos consideraban como la regla fundamental, sea emplazada como piedra angular en un nuevo concepto de Estado y como pilar de una nueva sociedad.

José Ignacio Moreno Gómez.

Los alevíes, del misticismo a la lucha antisistema

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Los alevíes, del misticismo a la lucha antisistema

AVT2_Hac-Bektas-Veli_5345.jpegSin lugar a dudas, a primera vista, el ojo inexperto sería incapaz de distinguir a una persona aleví del resto de musulmanes. Incluso sus centros de culto, decorados en ocasiones con cúpulas y minaretes, podrían pasar, vistos desde el exterior, como una mezquita más. No obstante, a medida que se curiosea con mayor detalle, se dará cuenta de las enormes diferencias existentes entre la comunidad alevi y los suníes y shiíes. Pero, ¿quiénes son los alevíes?

Una fe nacida en las montañas

Los alevíes son fieles pertenencientes a una de las ramas no ortodoxas del Islam. Su tradición bebe de las enseñanzas del místico Hacı Bektaş, que vivió en la península de Anatolia entre 1209 y 1271 d.C. Su filosofía se basaba en el respeto hacia el resto de seres humanos y en la modestia y la equidad como formas de demostrar el amor por Dios y purificar la propia alma. No obstante, lo cierto es que no era teólogo ni llevó a cabo estudios en ninguna madrasa –escuela coránica–, sino que sus conocimientos los adquirió en sus viajes, por sus contactos con diferentes cofradías sufíes y por herencia de las tradiciones de tipo chamánico de su propia tribu, de origen turconamo. De hecho, siempre se mantuvo más cerca de la gente común que de los doctores de la ley islámica.

A Bektaş se le atribuirían poderes de inspiración divina, tales como la adivinación o la sanación, lo que poco a poco iría congregando una cofradía a su alrededor. Así se configuraría un culto que mezclaba ritos islámicos con prácticas chamánicas procedentes de Asia central, a lo que se añadían prolongados períodos de meditación y el uso de sustancias alucinógenas como forma de liberar al espíritu del cuerpo y acercarse a Dios. Todo ello características comunes entre las ramas gnósticas de la religión de Mahoma, presentes en todo el mundo islámico.

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De las tribus turcomanas que seguirían las enseñanzas de Bektaş surgiría la comunidad aleví, la cual se impregnaría, de una forma u otra, de influencias de otros cultos y sectas que arraigarían en la dinámica península de Anatolia. Allí confluirían el shiismo en sus diversas corrientes y el sunismo, además de prácticas ancestrales de origen tribal y procedentes de toda Asia, traídas por las tribus nómadas en sus desplazamientos por el continente. Entre estas influencias se encontraría la de los Ahi, una cofradía religiosa-gremial, creada por el gran maestro Ahi Evren Veli, que bebía de la tradición de la futuwwa, la caballería islámica. Y también los hurufíes, una doctrina islámica cabalística con claras influencias shiíes y con elementos preislámicos.

Posteriormente, diversos acontecimientos reforzarían la autoconciencia de los alevíes como una secta particular. En primer lugar las matanzas de shiíes que el Sultán Selim I el Severo llevó a cabo en la Anatolia ante la amenaza de los persas safávidas –los cuales harían del shiísmo la religión oficial de Irán– y que afectarían a las comunidades alevíes por sus semejanzas doctrinales con esa rama del islam. En segundo término, también en este período, los dirigentes otomanos reforzarían el sunismo y su ortodoxia, hasta ese momento algo ambigua. Todo ello obligaría a los alevíes a huir y esconderse en las zonas montañosas. Allí, separados del resto de la comunidad musulmana, a salvo de la represión imperial y sin influencias de otros cultos, desarrollarían su fe y consolidarían la doctrina aleví. No obstante, es notable comprobar que no se les llamaría como tal hasta el siglo XIX, siendo hasta entonces considerados herejes, blasfemos o, simplemente, ateos.

Un culto particular

En definitiva, en la forja de Anatolia se configuraría una fe muy especial, que si bien compartiría infinidad de creencias, símbolos y prácticas con alguna de las ramas del Islam, diferiría en muchas otras. Así pues, los alevíes creen –de manera similar al Islam shií– en la trinidad formada por Dios, Mahoma y Alí –yerno del profeta–, además de divinizar a diversos personajes, como el propio Hacı Bektaş o el Shah Ismail. Por otra parte, algo curioso de los alevíes es que no creen en la muerte como un hecho definitivo, ni en Dios como un juez que condena al cielo o al infierno en función de los actos en el mundo terrenal, sino en la reencarnación del alma en otro cuerpo tras el fin de cada vida, y en la unidad del mundo con la divinidad. En función de ello consideran a sus grandes héroes y heroínas como reencarnaciones del propio Alí. Asimismo, y aunque como el resto de musulmanes también consideran sagrados la Biblia o la Torá, no usan el mismo Corán que los musulmanes suníes, sino el Corán que supuestamente fue memorizado por Alí.

Por otro lado, no practican rituales fundamentales del Islam suní, tales como el ramadán o las cinco oraciones diarias, sino que tienen su propio ayuno, los doce primeros días del mes de muharram –el primer mes del calendario musulmán–, y además practican ayunos para purificarse cuando sufren alguna dolencia física o espiritual. De la misma forma, el ritual de la oración aleví es distinto, cumpliendo la función tanto de ceremonia religiosa como de reunión social, y llevándose a cabo en medio de bailes y al son de la música. Todo ello configurando un rito cuya función es tanto la de unirse con Dios como la de purificarse del mundo material.

Además, algo muy característico de los alevíes, que remarcaría sus enormes diferencias con el resto de musulmanes, es la concepción igualitaria entre hombres y mujeres dentro del espacio para el culto. Y es que, a diferencia de los que ocurre en las mezquitas suníes o shiíes, no existen espacios separados para cada género en el ineterior de los templos, y tanto mujeres como varones pueden encargarse de dirigir la oración de la comunidad.

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Los otros hijos de Atatürk

En 1919, tras la Primera Guerra Mundial, lo que quedaba del mesmembrado Imperio Otomano, y que constituiría el territorio de la futura República de Turquía, quedaría dividida y ocupada por las potencias vencedoras de la contienda. No obstante, esta situación no iba a durar mucho, pues la resistencia nacionalista, dirigida por Mustafa Kemal Atatürkpadre de los turcos–, se reagruparía en el noroeste, iniciando la guerra de independencia. Los alevíes también se unirían a la guerra, atraídos por los valores que promulgaba el líder turco, tales como el laicismo, el republicanismo o la igualdad de género, el cual además rendiría respetos a su querido santo Hacı Bektaş.

Los turcos saldrían victoriosos del enfrentamiento contra los invasores y en 1923 se proclamaría la República. No obstante, y si bien el Estado turco se construiría impulsado por un nacionalismo de tipo secular, en el cual política y religión debían estar separados en dos ámbitos diferenciados, en la práctica no todas las religionas vendrían a gozar del mismo respeto. El objetivo de Mustafa Kemal no sería tanto el erradicar la religión, consciente de la importancia que tenía ésta para muchos de los habitantes del Estado que pretendía diseñar, construir y gobernar, sino someterla al control burocrático del aparato estatal, adecuándola así a su propósito de configurar una conciencia nacional desde cero. Las instituciones creadas para ello fueron el Directorio de Asuntos Religiosos y el Directorio de Fundaciones Religiosas. No obstante, estas instituciones no representarían la pluralidad religiosa de la nueva república, sino que impondrían el Islam suní mayoritario como la versión verdadera de la fe. Con ello, las comunidades no suníes, entre ellas los alevíes, quedarían totalmente excluidas, los cuales, a pesar de conformar alrededor de un 20% de la población hasta nuestros días, serían obligados a reprimir su identidad cultural, haciéndose pasar por suníes si querían ser tratados como miembros iguales de la nación turca en la esfera pública.

Los alevíes en Turquía se concentran especialmente en la zona central de Anatolia
Los alevíes en Turquía se concentran especialmente en la zona central de Anatolia

A partir de ese momento los alevíes, que se habían visto sometidos a diversos tipos de persecución, comenzarían a experimentar discriminación a muchos niveles. Por ejemplo, sería muy difícil encontrar alevíes en puestos prominentes de la burocracia o el ejército. Y, por supuesto, la educación religiosa que se llevase a cabo en los colegios sería exclusivamente suní. Además, los clérigos suníes y sus mezquitas recibirían sueldos y financiación estatal, un privilegio del que jamás gozarían las comunidades alevíes, cuyos centros de culto, las llamadas cemevis, ni siquiera serían considerados como tal.

Posteriormente, durante las primeras décadas de la república, se producirían una serie de levantamientos protagonizados por el pueblo kurdo, que reclamaba para sí la autodeterminación y la formación de un Estado propio, algo que los tratados internacionales del fin de la guerra les habían negado. Muchos kurdos-alevíes participarían en dichas revueltas –las cuales serían brutalmente aplastadas–, lo que llevaría a que a lo largo de las sucesivas décadas el discurso hegemónico kemalista equiparara a los alevíes con los kurdos, justificando así ataques contra los primeros. Si tenemos en cuenta la articulación del nacionalismo kemalista alrededor de una fuerte identidad étnica turca, que considera a los kurdos como un pueblo atrasado y oscurantista o, en el mejor de los casos, como turcos que han olvidado su turquicidad y que hay que reeducar, podemos entender el estigma con el que los alevíes fueron marcados.

A pesar de todo, lo cierto es que los alevíes fueron de los grupos más receptivos a la hora de aceptar la nueva coyuntura, viendo el proceso de secularización impulsado por el Estado como un avance, y no cuestionaron su posición dentro del orden político hasta décadas recientes. De hecho, con la llegada del sistema pluripartidista en los años 40 muchos alevíes votarían al Partido Democrático (DP), heredero de la tradición republicana. Asimismo, aún a día de hoy continúan siendo uno de los apoyos sociales más amplios de los partidos políticos kemalistas.

Cuando las calles se tiñeron de rojo

Más adelante, el aumento de las libertades propiciado por la constitución de 1961 llevaría al desarrollo de organizaciones alevíes, impulsadas además por unas élites intelectuales que comenzarían a fomentar el desarrollo de una identidad particular. No obstante, sería en los 70  cuando la polarización política turca alcanzara su punto culmimante, la época en que los alevíes adquirirían un mayor y más determinante peso político. Durante este tiempo, los partidos conservadores turcos se inclinarían cada vez más hacia la derecha, identificándose política e ideológicamente con el espectro reiligioso suní. A su vez, los partidos de izquierdas de inspiración marxista también se radicalizarían, atrayéndose hacia sí a los grupos nacionalistas kurdos, y también a los alevíes. Serían los particulares años de plomo para Turquía, que vio como las guerrillas de uno y otro bando tomaban las calles, con el ejército y las fuerzas de seguridad del estado participando activamente en las batallas urbanas, apoyando a los grupos de extrema derecha, y con más de 20 asesinatos al día durante la mayor parte de la década.

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Todo ello vendría a ligar irremediablemente a la comunidad aleví con el eje político de la izquierda radical, siendo considerados un grupo subversivo; además se reforzaría su equiparación con el pueblo kurdo, que además en las décadas siguientes vendría a adquirir la connotación de terrorista. Esto tendría una enorme importancia especialmente a partir del golpe de estado de 1980, cuando la represión estatal hacia los movimientos de izquierda, de los kurdos y de cualquier tipo de oposición política se dispararía. Pero de hecho, incluso antes, durante los propios años 70, los grupos de extrema derecha llevarían a cabo progroms contra comunidades alevíes, como es el caso de la masacre ocurrida en 1978 en la ciudad de Kahramanmaraş, perpetrada por los Lobos Grises y que acabaría con la vida de más de cien personas. Este tipo de sucesos se repetirían en las décadas siguientes, como en la masacre de Sivas de 1993, esta vez a manos de un grupo de radicales salafistas.

La síntesis turco-islámica

En definitiva, de nuevo los alevíes se verían definidos por el discurso dominante de las instituciones del Estado como una amenza para la estabilidad de la nación. Un hecho que se uniría a la potenciación por parte de los militares de la síntesis turco-islámica a partir del golpe de Estado de 1980, que pretendía movilizar la religión para combatir la movilización política antiestatal, y que desarrollaría una conciencia nacional turca reforzada con una buena dosis de conservadurismo religiosos de tipo suní, que volvería a situar a la comunidad aleví ante una encrucijada: asimilar el Islam suní mayoritario como propio o verse abocados a la marginación. Los alevíes volvían así a la casilla de salida de los primeros días de la república con Mustafa Kemal.

No obstante, a su vez sería el proceso de neoliberalización económica iniciado en los 80 el que pondría en cuestión el modelo estatocéntrico de modernización, impulsando las posturas que favorecían a los individuos frente al Estado. Una situación fomentada también por las cada vez más estrechas relaciones con la Unión Europea (UE) y la Organización para la Seguridad y la Cooperación Europea (OSCE) en las sucesivas décadas, que pedirían a Turquía aplicar de manera progresiva una serie de criterios fundamentales en materia de derechos humanos. En este contexto, los alevíes, los cuales se sumarían también al éxodo rural hacia los grandes núcleos urbanos turcos, donde les sería complicado seguir con sus rituales tradicionales, empezarían a reclamar con mucha más fuerza su reconocimiento oficial como un colectivo diferenciado de la mayoría suní, lo que llevaría asociado la demanda de una serie de derechos políticos y sociales determinados.

Los alevíes y el nuevo sultán

alev220-BIG.jpgPosteriormente, tras la década de 1990, los movimientos islamistas articularían una identidad nacional alternativa que definiría la nación como una civilización otomana esencialmente islámica, en contraste con la identidad oficial, laica y occidentalizada. De esta nueva concepción de la república turca nacería, en agosto de 2001, el Partido de la Justicia y el Desarrollo  (AKP por sus siglas en turco), liderado por el actual presidente, Recep Tayyip Erdogan. Quince meses después se celebrarían las elecciones, iniciándose una nueva era para la política de la república.  Y es que cuando en 2002 el partido AKP se alzara victorioso en las elecciones, se iniciaría un proceso que cambiaría la política turca hasta la actualidad. Por un lado, el poder que los militares habían ostentado hasta el momento sería puesto bajo control de una forma que no había ocurrido en los casi 70 años de la república turca. Por otro, la cuestión kurda se pondría sobre la mesa con el diálogo de por medio, un cambio fundamental tras una guerra de casi 20 años que se había cobrado decenas de miles de vidas. En definitiva, los discursos frente a temas fundamentales en la historia política turca cambiarían radicalmente.

También respecto a la cuestión aleví habría novedades, pues sería el primer gobierno de la historia de Turquía en tomarse en serio oficialmente el problema aleví. Esta postura se vería plasmada en lo que se denominó el “Alevi Opening” (la Apertura Aleví), celebrándose distintos talleres y reuniones  entre los representantes de la comunidad aleví y los miembros del gobierno, llegando a participar el propio Erdogan en una de las celebraciones de ruptura del ayuno aleví. No obstante, las verdaderas intenciones del líder turco pronto saldrían a la luz, comprobándose que la verdadera voluntad del partido AKP era más la asimilación dentro de la mayoría suní que el reconocimiento de los derechos de la minoría. Así, las cemevi siguen siendo consideradas meros centros culturales –a pesar de que el Directorio de Asuntos Religiosos se financia con los impuestos de todos los habitantes de Turquía, alevíes incluidos– y las llamadas de atención que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha dado a Turquía respecto a esta cuestión –por ejemplo, respecto a la discriminación que sufren los alevíes en las escuelas al ser obligados a aceptar el programa educativo de religión, exclusivamente suní– no han tenido ningún resultado. Asimismo, la identidad religiosa de los alevíes continuaría utilizándose como arma política contra la oposición y las protestas sociales, dándose casos de puros insultos hacia la comunidad.

Por último, la masiva participación de los alevíes en las protestas sociales que estallaron en 2013, las llamadas protestas de Gezi, su posicionamiento junto a los partidos de izquierda y de oposición frente al conservadurismo de Erdogan, así como la perseverancia de la comunidad en seguir reclamando sus derechos y la postura contraria que han manifestado respecto a la postura del gobierno turco en Siria, han acentuado el antagonismo entre los alevíes y el AKP.

En definitiva, la lucha de la comunidad aleví deberá continuar. No obstante, los esfuerzos asimilatorios de un partido AKP cada vez más beligerante contra el disentimiento interno, dispuesto a fomentar fracturas sociales de todo tipo para asegurar su mantenimiento en las estructuras de poder, no parece presentar un panorama optimista a corto plazo para las reivindicaciones de los alevíes.

Marie Cherrier - Complotiste

Marie Cherrier - Complotiste

Que voulez-vous je suis sceptique
se pourrait-il que ma chanson
passe pour trouble à l'ordre public
et demain me mène en prison ?
Que voulez-vous j'suis complotiste
et de le chanter devant vous
j'pourrais passer pour prosélyte
mais faut-il ne rien dire du tout ?

Difficile pour l'esprit tranquille
réussir flotter tout le long
à chaque vers risquer l'exil
le venin des qu'en-dira t'on

Heureusement j'suis malhabile
avec les moutons de Panurge
je jette un d'leur jugement facile
par dessus bord et c'est le déluge

Des indulgences, des bien-pensances
de toutes les superstitions
pour expier mon irrévérence
ou lui accorder rémission

Que voulez-vous je suis sceptique
se pourrait-il que pour un "non"
j'passe pour trouble à l'ordre public
et demain jetée en prison ?
Que voulez-vous j'suis complotiste
à force de botter en touche
j'pourrais passer pour terroriste
moi qui n'f'rais pas d'mal à une mouche ?

Conscience heureuse et clandestine
j'y ai croisé quelques soiffards
quelques paumés, quelques débiles
mais à distance des salopards

J'espère seulement que ça n'est pas
par seul esprit d'contradiction
quand je vois la gueule des rois
rassurée j'en conclue que non !

Pas fatiguée, pas résignée
sous un coin d'ombre, une limonade
j'vais rester d'bout ça s'ra parfait
et chanter à la cantonade

Que voulez-vous je suis sceptique
se pourrait-il que ma chanson
passe pour trouble à l'ordre public
et demain me mène en prison ?
Que voulez-vous j'suis complotiste
et de le chanter devant vous
j'pourrais passer pour prosélyte
mais faut-il ne rien dire du tout ?

J'suis la cata dans la courbette
(en toute modestie j'espère)
j'ai tendance à rel'ver la tête
(si ça n'gêne personne derrière)

Quand ce n'sont pas les crosses en l'air
ni les gendarmes ni les bâtons
la morale est publicitaire
et la milice dans nos maisons

Pour chanter mes doutes à qui veux
j'vais pas m'planquer dans les broussailles
c'est pas confort les épineux
j'salue les copains sur la paille

Que voulez-vous je suis sceptique
se pourrait-il que pour un "non"
j'passe pour trouble à l'ordre public
et demain jetée en prison ?
Que voulez-vous j'suis complotiste
à force de botter en touche
j'pourrais passer pour terroriste
moi qui n'f'rais pas d'mal à une mouche ?

Dans quelques temps, la fin du film
les va-t'en-guerre et les banquiers
les journaleux, les pédophiles
tout le pouvoir sera parfait

Les bonnes gens, en cons zélés
assis les mains sur les genoux
au premier rang pour balancer
pourront surveiller à leur goût

Nous tous les gueux, tous les sceptiques
pas chauds des choix d'la production
on s'ra taxés de complotistes
on s'souhait'ra "bienv'nu" en prison !

Que voulez-vous je suis sceptique
se pourrait-il que ma chanson
passe pour trouble à l'ordre public
et demain me mène en prison ?
Que voulez-vous j'suis complotiste
et de le chanter devant vous
j'pourrais passer pour prosélyte
mais faut-il ne rien dire du tout ?

Que voulez-vous je suis sceptique
se pourrait-il que pour un "non"
j'passe pour trouble à l'ordre public
et demain jetée en prison ?
Que voulez-vous j'suis complotiste
à force de botter en touche
j'pourrais passer pour terroriste
moi qui n'f'rais pas d'mal à une mouche ?

(Juillet 2015 - paroles et musique : Marie Cherrier)
http://mariecherrier.com/
https://www.facebook.com/mariecherrie...

musique,chanson,insolence,complotisme,marie cherrier

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Louis XVI et Lapérouse, la monarchie à la proue des explorations et découvertes

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Louis XVI et Lapérouse, la monarchie à la proue des explorations et découvertes

par Mathieu Corvaisier

Ex: http://www.actionroyaliste.fr

De nos jours, et cela depuis un long moment, il faut bien avouer que l’on nous présente la Monarchie comme un système politique tantôt archaïque, tantôt tyrannique, dirigé par des monarques totalitaires, sanguinaires et qui martyrisent les peuples. Les rois sont montrés comme étant des obscurantistes rétrogrades, qui méprisent le Progrès, des personnages qui n’ont pas «la sagesse des Lumières», des brutes qui n’ont que la soif de pouvoir à l’esprit et s’enrichissent au détriment de leurs sujets. A l’inverse, les régimes dits «démocratiques», républicains, sont présentés comme étant la panacée prodiguant le bonheur par intraveineuses à ses citoyens, lesquels sont déclarés suffisamment éclairés – grâce aux Évangiles des Droits de l’Homme et de la nouvelle divinité Raison – libérés de Dieu, pouvant s’élever vers les sommets himalayens du sacro-saint Progrès.

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Il faut déjà corriger une chose, les rois, mêmes absolus et de Droit Divin, ne sont pas opposés aux progrès. Je mets ici bien en évidence la pluralité des progrès : le «Progrès» seul, tout comme la «Liberté» seule, sont des concepts très flous, filandreux. le Roi n’est pas contre les libertés individuelles, il n’est pas contre les progrès, qu’ils soient humains (médecine), techniques, technologiques, philosophiques, énergétiques… Tout comme il garantit par son autorité les libertés individuelles de ses sujets, servant d’arbitre, établissant des cadres permettant leur application concrète dans la vie de tous les jours, il utilise exactement le même mandat en ce qui concerne les différents progrès dans des domaines variés et éclectiques. Si l’un de ces progrès entrave le Bien Commun, il sera là pour trancher, dire non, à l’inverse il appuiera s’il juge nécessaire certaines initiatives et pourra même en être l’instigateur. C’est ce que nous allons voir ici avec Louis XVI et l’explorateur Jean-François Galaup de Lapérouse, dit Lapérouse.

laperouse190193.jpgC’est le Roi de France Louis XVI, en personne, qui décida de mettre sur pieds une expédition à travers le globe. Projet exceptionnel par son ambition et ses moyens, le Roi n’hésita pas à débloquer des fonds importants, à mobiliser le capitaine de vaisseaux Lapérouse, réputé comme l’un des meilleurs navigateurs français, à l’époque. Ce projet lui tiens à cœur, Louis XVI était tout sauf un obscurantiste, un ignare, il était passionné par l’astronomie, la géométrie, les mathématiques, les sciences en général. Il était polyglotte, parlant en effet parfaitement le Latin, parlait l’Allemand et l’Espagnol, et excellait en Anglais. Il était féru d’Histoire, de géographie et maîtrisait très bien l’économie. Excellent cavalier, il était aussi passionné par l’horlogerie et la serrurerie. Un roi Catholique, beaucoup plus intrigué par le monde qui l’entoure, par les sciences, par le bien-être de ses peuples que ne peut l’être les différents présidents de toutes les républiques françaises.


Le Voyage de Lapérouse est quasiment l’œuvre de sa vie, celle qu’il souhaite laisser à la postérité. C’est le plus «  marin » de tous les rois de France, Louis XVI comprit très tôt l’importance de posséder une marine puissante, bien équipée, pour titiller celle de l’Empire Britannique, qui avait à l’époque la suprématie maritime sur toutes les mers du monde. L’Armada du royaume de France brilla lors de la Guerre d’Indépendance Américaine, notamment la flotte de De Grasse qui humilia celle des Anglais lors de la fameuse bataille navale de la Baie de Chesapeake. Louis XVI, souvent montré comme un faible et un homme peu futé, était très concerné par la géostratégie. Bien avant le départ de l’expédition, il établira un cahier des charges très copieux, avec toutes ses consignes, ses désirs, les domaines dans lesquels ils souhaitaient des progrès tangibles.

Voici les mots du roi adressés au navigateur Lapérouse dans les «Instructions de Louis XVI et des académies» – Mémoires du roi, pour servir d’instruction particulière au sieur de la Pérouse, capitaine de ses vaisseaux, commandant les frégates «  La Boussole » et «  L’Astrolabe »- 26 juin 1785.

laperouseAtlas_K2.jpg«Sa Majesté ayant fait armer au port de Brest les frégates «  La Boussole », commandée par le sieur de Lapérouse, et «  L’Astrolabe », par le sieur de Langle, capitaines de ses vaisseaux, pour être employées dans un voyage de découvertes ; elle va faire connaitre au sieur de Lapérouse, à qui elle a donné le commandement en chef de ces deux bâtiments, le service qu’il aura a remplir dans l’expédition importante dont elle lui a confié la conduite. Les différents objets que Sa Majesté a eus en vue en ordonnant ce voyage, ont exigé que la présente Instruction fut divisée en plusieurs parties, afin qu’elle put en expliquer plus clairement au sieur de Lapérouse, les intentions particulières de Sa Majesté sur chacun des objets dont il devra s’occuper.
La première partie contiendra son itinéraire ou le projet de sa navigation suivant l’ordre des découvertes qu’il s’agit de faire ou de perfectionner ; et il y sera joint un recueil de notes géographiques et historiques, qui pourront le guider dans les diverses recherches auxquelles il doit se livrer.
La seconde partie traitera des objets relatifs à la politique et au commerce.
La troisième exposera les opérations relatives à l’astronomie, à la géographie, à la navigation, à la physique, et aux différentes branches de l’histoire naturelle, et réglera les fonctions des astronomes, physiciens, naturalistes, savants et artistes employés dans l’expédition.
La quatrième partie prescrira au sieur de Lapérouse la conduite qu’il devra tenir avec les peuples sauvages et les naturels des divers pays qu’il aura occasion de découvrir ou de reconnaitre.
La cinquième partie enfin lui indiquera les précautions qu’il devra prendre pour conserver la santé de ses équipages.»

Louis XVI expose avec la précision du détail chaque partie, ce serait terriblement long de tout détailler ici, mais voici, en substance, tout ce qu’il demande : pour la première partie, Lapérouse doit suivre des coordonnées précises, perfectionner les explorations de précédents illustres navigateurs tels que : Cook, Bougainville, Kerguelen de Trémarec… et établir un journal très précis avec des notes historiques-géographiques.


Dans la deuxième, Lapérouse est quasiment en mission diplomatique, il devra améliorer des relations avec différentes Nations, mettre en place des nouvelles routes commerciales, faire du troc. Il devra faire rayonner la France dans tout son périple.


La troisième partie, la partie charpentière, est celle qui nécessitera la corrélation des talents de tous les spécialistes délégués pour cette expédition (ingénieurs, savants, artistes, astronomes, botanistes, docteurs, chirurgiens, physiciens, paysagistes, horlogers…). La diversité des talents mis en commun est impressionnante et variée. Il y a même des chanoines pour évangéliser les sauvages.
Dans la quatrième partie, il s’agira de donner des conseils de savoir vivre avec les peuples croisés, de ne pas s’imposer et ne pas modifier les cultures ancestrales : les français en mission doivent se faire le plus discret possible.


laperouseCouv_193956.jpgLa dernière partie est un condensé de mesures à appliquer afin de garantir aux équipages une bonne santé mentale et physiologique , des repas nutritifs, une bonne hygiène, des vêtements bien entretenus …

Le roi de France n’a rien laissé au hasard, il met a la disposition des capitaines et des équipages du matériel de pointe. Les navires «La Boussole» et «L’Astrolabe», appelées frégates, sont en réalité des flutes, des vaisseaux de guerre démilitarisés (l’artillerie est retirée), afin de gagner en capacité de tonnage et d’éviter d’avoir à embarquer des canonniers. Les deux bâtiments mesurent chacun 41 mètres de long, ils reçoivent des techniques de protection de coques très perfectionnées, elles sont doublés par un revêtement de sapin clouté avec des clous très larges afin d’éviter la fixation de mollusques. Lapérouse bénéficiera d’instruments de mesure (longitudes, calculs astronomiques, distances lunaires…) d’une qualité unique au monde pour l’époque. Des nouveaux sextants à double réflexion, un «  cercle de Borda » système récent qui réfléchissait des images, garantissaient une précision ultime dans le calcul de distances angulaires entre deux astres, et éliminait les risques d’erreurs lors de travaux cartographiques dues au magnétisme.


Quant aux moyens humains déployés, il s’agissait à l’époque de l’élite, les meilleurs spécialistes dans leurs domaines respectifs.

Le choix du navigateur pour cette grande expédition n’est pas anodin non plus, Jean François Galaup de Lapérouse est à l’époque, déjà, un marin de génie. Depuis son plus jeune âge, le jeune Lapérouse se rêvait en grand navigateur, il admirait son oncle Clément Taffanel de la Jonquière, commandant d’un vaisseau du roi Louis XV. A l’âge de quinze ans, il s’engage dans le corps des gardes de la Marine, étape nécessaire pour devenir officier, selon la tradition de la Marine, il se voit attribuer un tuteur, le chevalier d’Arsac de Ternay. Il sera sous les ordres de son oncle lors de ses premières missions, avant de passer ensuite sous le commandement d’un autre tuteur qu’il gardera tout le long d’une brillante carrière. Il participa à la guerre d’indépendance Américaine, à bord de « l’Amazone ». Il naviguera au Canada, en 1759, à bord du «Formidable» et connait son baptême du feu. La France est en guerre depuis trois années dans la Guerre de Sept Ans, quand les 20 et 21 novembre, une escadre anglaise attaque la flotte française sous le commandement de l’amiral Conflans dans les parages de l’ile de Houat et de l’estuaire de la Vilaine. Les bâtiments français, surpris, tentent de se réfugier dans la baie de Quiberon ; ils seront pris dans de furieuses canonnades, abordages et échouages. Ce sera la bataille des Cardinaux, un massacre qui réduira énormément, et pour longtemps, les moyens de la Marine française.

histoire,france,lapérouse,louis xvi,18ème siècle,expéditions,expéditions maritimes,océan pacifiqueSuite a cette effroyable bataille, Lapérouse embarque sur le «Robuste» pour partir à l’assaut de Terre Neuve. La suite de sa carrière sera riche en événements, il enchaîne campagne sur campagne, au Canada, Terre Neuve, aux Antilles, Ile Bourbon, Inde, Madagascar…


De toutes ces missions, la plus délicate est celle qu’il accomplit en 1782 dans la baie d’Hudson. Le ministre de la Marine, le marquis de Castries, lui a donné l’ordre de détruire plusieurs établissements anglais isolés sur ces rivages lointains. L’officier obéit, mais il laisse des vivres aux vaincus, des armes et de l’équipement nécessaire pour qu’ils puissent rejoindre la civilisation. A ce geste admirable, il en ajoute un autre, et qui préfigure les principes qui présideront à son grand départ. Dans le fort d’York, il a découvert un trésor : les journaux d’exploration du gouverneur, un certain Samuel Hearne, qui a cartographié la cote septentrionale du continent américain. En ces temps où on recherche le fameux passage du Nord-Ouest, qui permettrait de relier l’Atlantique au Pacifique par le Nord de l’Amérique, ces documents présentent un intérêt géographique et politique majeur. Pourtant, la réaction de Lapérouse est celle d’un homme de science ; il rend les cartes et rapports à leur auteur, à la condition que celui-ci les publie une fois de retour à Londres. Informé du raid commandé par son ministre, Louis XVI fait savoir sa désapprobation pour cette opération aussi coûteuse qu’inutile, et commande un rapport circonstancié. C’est ainsi qu’il apprend le comportement de Lapérouse. Il ne l’oubliera pas lorsque le moment sera venu de choisir un chef pour commander sa grande expédition autour du monde.


Tous les éléments sont parfaitement réunis pour le Grand Départ.

Le 1er août 1785, le comte d’Hector, commandant de la Marine à Brest, annonce à Versailles que la « Boussole » et « l’Astrolabe » ont quitté Brest au petit matin. Depuis un mois, les deux bateaux, mouillés en rade, attendaient un vent favorable afin de mettre les voiles et débuter l’expédition soigneusement préparée à Versailles et à Brest depuis des mois.


L’expédition royale démarre officiellement son épopée, qui connaîtra un destin tragique, et sera oubliée des français à cause de la Révolution de 1789.


Après avoir sillonné les mers et océans, en passant par les îles Hawaï, faisant une escale sur l’île de Pâques sur laquelle il donna son nom à une baie, voguant le long des cotes de l’Alaska et du Canada, longeant la Cote Ouest Californienne, traversant le Pacifique pour aller en Chine, Japon, Kamtchatka… le voyage se termine dramatiquement, lorsque les deux frégates navigueront vers le Pacifique central, en approchant  les îles Samoa et Tonga, pour se rendre en Australie. Lapérouse fait une halte à « Botany Bay » d’environ deux mois pour retaper les navires, redonner des forces aux équipages. Lorsqu’ils repartiront, ils seront surpris par un cyclone qui détruira la « Boussole » et « l’Astrolabe », et emmènera les débris vers les îles Santa Cruz, en juin 1788. Les bateaux sombrèrent, les hommes périrent, certains ont peut être réussis à s’en tirer, mais il n’existe aucune preuves. Jusqu’à aujourd’hui, nous ignorons toujours le lieu exact du naufrage, si il eu des rescapés, et cela malgré les nombreuses missions de recherches lancées afin de résoudre ce que tout le monde nommera « La Malédiction de Lapérouse ». La Révolution française eu lieu un an après cette tragédie, si bien que la disparition de l’expédition de Louis XVI sera oubliée, notamment lorsque le roi fut assassiné, la légende dit que quelques temps avant sa mort, Louis XVI demandera : « A-t-on des nouvelles du sieur Lapérouse et de ses équipages ? « .

Aujourd’hui une zone de recherche crédible a été révélée, elle se situe sur l’archipel de Vanikoro, au milieu de l’Océan Pacifique, au nord-est de l’Australie. Le mystère demeure entier, et c’est l’un des buts ultime de tout les chercheurs d’épaves, trouver les restes de « La Boussole » et de l’Astrolabe ».

histoire,france,lapérouse,louis xvi,18ème siècle,expéditions,expéditions maritimes,océan pacifiqueEst-ce que ce genre d’expédition, de projet ambitieux serait possible dans le cadre d’une démocratie, d’un république ?


Oui, sans doute ; d’ailleurs il serait stupide de tirer à boulets rouges sur la république bêtement sur ce sujet, car il me vient a l’esprit l’aboutissement deux projets fantastiques : le fabuleux avion supersonique Concorde et le TGV. Il y en a surement bien d’autres. Néanmoins je pense que la monarchie offre la stabilité, la pérennité permettant d’entrevoir des œuvres pharaoniques sur le long terme permettant de faire rayonner la France et de satisfaire les français.
Qui sait, avec un roi avide de connaissances comme Louis XVI aujourd’hui pour gouverner la France, nous irions coloniser la planète Mars en y créant une Nouvelle-France, planter un drapeau à fleur de lys avant que les Américains plantent leur Star-Spangled Banner !

Il nous faut un Lapérouse pour la Conquête Spatiale !
Notre jour viendra.

Mathieu Corvaisier

Trois conférences de Lucien Cerise dans le Grand Est

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Trois conférences de Lucien Cerise dans le Grand Est

E&R Franche-Comté et E&R Alsace recevront Lucien Cerise à Vesoul, Mulhouse et Strasbourg respectivement les 10, 11 et 12 juin 2016 pour trois conférences distinctes.

Réservations

Les réservations sont obligatoires. Merci de communiquer votre nom ainsi que le nombre de personnes aux adresses mail ci-dessous.

Conférence à Vesoul le 10 juin 2016 à 20h

Thème : Prendre le pouvoir
Adresse de réservation : conference.er.vesoul@gmail.com

Conférence à Mulhouse le 11 juin 2016 à 20h

Thème : Le fil conducteur de la géopolitique depuis le XIXe siècle
Adresse de réservation : conference.er.mulhouse@gmail.com

Conférence à Strasbourg le 12 juin 2016 à 16h

Thème : Opérations psychologiques et reality-building
Adresse de réservation : conference.er.strasbourg@gmail.com

Entrée : 5 euros.

Le lieu exact vous sera envoyé par courriel le jour de la conférence.

La bande-annonce :