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lundi, 01 octobre 2018

La Gran Eurasia se une en el Lejano Oriente ruso

El Foro Económico de Oriente en Vladivostok se ha convertido en una parte crucial de la integración estratégica entre China, Rusia y otros países en el noreste de Asia, una ceremonia de graduación de la integración para transformar el sistema mundial actual.

Xi Jinping y Vladimir Putin participaron en una actividad de cocina conjunta. Panqueques con caviar (blin, en ruso), seguidos por un trago de vodka. Acaba de suceder en el Foro Económico Oriental en Vladivostok. Se habla de una metáfora gráfica (y comestible) que sella la siempre cambiante ‘asociación estratégica integral entre Rusia y China’.

Desde hace unos años, el foro de Vladivostok ofrece una hoja de ruta inigualable que rastrea el progreso en la integración de Eurasia.

El año pasado, en el marco del foro, Moscú y Seúl lanzaron una bomba: una plataforma de comercio trilateral, integrando de manera crucial a Pyongyang, girando en torno a un corredor de conectividad entre toda la península de Corea y el Lejano Oriente ruso.

Los temas de la mesa redonda de este año incluyeron la integración del Lejano Oriente ruso en las cadenas logísticas de Eurasia; una vez más, el enlace ruso con las Coreas, con el objetivo de construir un ferrocarril transcoreano conectado al Transiberiano y una filial de “Gasoductistán” a Corea del Sur a través de China. Otros temas fueron la asociación entre Rusia y Japón en términos de tránsito eurasiático, centrada en la conexión de las actualizaciones del Trans-Siberiano y del Baikal-Amur Mainline (BAM) a un ferrocarril proyectado a la isla de Sakhalin, y luego a todo el camino hasta la isla de Hokkaido.

El futuro: Tokio a Londres, a la perfección, en tren.

Luego hubo integración entre Rusia y la ASEAN, más allá de los proyectos actuales de infraestructura, agricultura y construcción naval para la energía, el sector agroindustrial y la silvicultura, tal como lo definió IvanPolyakov, presidente del Consejo Empresarial Rusia-ASEAN.

Básicamente, todo se trata de la acumulación simultánea de un creciente eje Este-Oeste y también Norte-Sur. Rusia, China, Japón, las Coreas y Vietnam, lenta pero seguramente, están en camino hacia una sólida integración geoeconómica.

Podría decirse que la discusión más fascinante en Vladivostok fue CrossroadsontheSilk Road, con, entre otros, SergeyGorkov, viceministro de desarrollo económico de Rusia; Wang Yilin, presidente del gigante petrolero chino CNPC, y ZhouXiaochun, vicepresidente del consejo de administración del esencial Foro de Boao.

El impulso de Moscú es vincular la Nueva Ruta de la Seda o la Iniciativa de Belt and Road (BRI) con la Unión Económica de Eurasia (EAEU). Sin embargo, el objetivo geoeconómico final es aún más ambicioso; una “asociación mayor de Eurasia”, donde el BRI converge con la UEEA, la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) y la ASEAN. En su núcleo se encuentra la asociación estratégica Rusia-China.

La hoja de ruta futura, por supuesto, implica golpear los acordes correctos en un complejo equilibrio de intereses políticos y prácticas de gestión en medio de múltiples proyectos Este-Oeste. La simbiosis cultural tiene que ser parte de la imagen. La asociación Rusia-China tiende cada vez más a razonar en términos de Go (weiqi, el juego), una visión compartida basada en principios estratégicos universales.

Otra discusión clave en Vladivostok, contó con FyodorLukyanov, director de investigación en el siempre esencial Valdai Discussion Club, y LanxinXiang, director del Centro de OneBelt y One Road Studies en el Instituto Nacional de China para SCO International Exchange. Eso se centró en la geopolítica de la interacción asiática, involucrando a los principales miembros de BRICS, Rusia, China e India, y cómo Rusia podría capitalizarlo mientras navegaba por las terribles sanciones y el pantano de la guerra comercial.

Toda la Potencia de Siberia

Todo vuelve a lo básico y a la asociación estratégica entre Rusia y China en evolución. Xi y Putin están implicados en el núcleo. Xi define la asociación como el mejor mecanismo para “neutralizar conjuntamente los riesgos y desafíos externos”. Para Putin, “nuestras relaciones son cruciales, no solo para nuestros países, sino también para el mundo”. Es la primera vez que un líder chino se une a las discusiones de Vladivostok.

China se está interconectando progresivamente con el Lejano Oriente ruso. Los corredores de transporte internacional, Primorye 1 y Primorye 2, impulsarán el tránsito de carga entre Vladivostok y el noreste de China. Gazprom está por completar el tramo ruso del gran gasoducto Potencia de Siberia hacia China, de acuerdo con CNPC. Se han soldado y tendido más de 2.000 kilómetros de tuberías desde Yakutia hasta la frontera ruso-china. La Potencia de Siberia comienza a operar en diciembre de 2019.

Según el Fondo de Inversión Directa de Rusia (RDIF), la asociación está evaluando 73 proyectos de inversión por valor de más de $ 100 mil millones. El supervisor es el Comité Consultivo Empresarial Ruso-Chino, que incluye a más de 150 ejecutivos de importantes compañías rusas y chinas. El consejero delegado de RDIF, KirillDmitriev, está convencido de que “transacciones particularmente prometedoras tendrán lugar gracias a acuerdos bilaterales que aprovechen la relación entre Rusia y China”.

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En Vladivostok, Putin y Xi una vez más acordaron seguir aumentando el comercio bilateral en yuanes y rublos, evitando el dólar estadounidense, basándose en una decisión mutua de junio para aumentar el número de contratos en rublos y yuanes. Paralelamente, el ministro de Desarrollo Económico, MaksimOreshkin, aconsejó a los rusos vender dólares estadounidenses y comprar rublos.

Moscú espera que el rublo se aprecie a alrededor de 64 por dólar el próximo año. Actualmente se cotiza en alrededor de 70 rublos frente al dólar, arrastrado por las sanciones de Estados Unidos y la utilización del dólar como arma que está causando estragos en los miembros de BRICS Brasil, India y Sudáfrica, así como en los posibles estados BRICS Plus como Turquía e Indonesia.

Putin y Xi reafirmaron una vez más que continuarán trabajando en conjunto en su hoja de ruta intercoreana basada en el “doble congelamiento”: Corea del Norte suspende las pruebas nucleares y los lanzamientos de misiles balísticos mientras que Estados Unidos suspende los ejercicios militares con Seúl.

Pero lo que realmente parece estar capturando la imaginación de las Coreas es el ferrocarril transcoreano. Kim Chang-Sik, jefe de desarrollo ferroviario en Pyongyang, dijo: “Desarrollaremos más este proyecto sobre la base de negociaciones entre Rusia, Corea del Norte y Corea del Sur, para que los propietarios de este proyecto sean los países de la península de Corea. ”

Eso concuerda con lo que el presidente surcoreano Moon Jae-in dijo hace solo tres meses: “Una vez que se construya la línea principal transcoreana, ésta puede conectarse al ferrocarril transiberiano. En este caso, sería posible entregar productos de Corea del Sur a Europa, lo que sería económicamente beneficioso no solo para Corea del Sur y del Norte, sino también para Rusia “.

Comprender la matryoshka

Contrariamente a la histeria occidental, causada por mala información o manipulación, los actuales juegos de guerra de Vostok en el Trans-Baikal del Lejano Oriente ruso, que incluyen 3.000 soldados chinos, son solo una parte de la asociación estratégica mucho más profunda y compleja entre Rusia y China. Todo se trata de una matryoshka: el juego de guerra es una muñeca dentro del juego geoeconómico.

En “China y Rusia: el nuevo acercamiento“, Alexander Lukin, de la Escuela Superior de Economía de la Universidad Nacional de Investigación de Moscú, establece la hoja de ruta en detalle; la asociación económica en evolución, en Eurasia, es parte de un concepto mucho más amplio y completo de “Gran Eurasia”. Este es el núcleo de la entente Rusia-China, que conduce a lo que el politólogo SergeyKaraganov ha calificado como “un espacio común para la cooperación económica, logística e informática, la paz y la seguridad de Shanghai a Lisboa y de Nueva Delhi a Murmansk”.

Sin entender los debates envolventes de la Gran Ilustración, como la reunión anual en Vladivostok, es imposible comprender cómo la integración progresiva de BRI, EAEU, SCO, ASEAN, BRICS y BRICS Plus está destinada a cambiar irreversiblemente el sistema mundial actual.

Cómo EEUU desmanteló Brasil

Vicky Peláez

Ex: http://elespiadigital.com

"Solamente los muertos están contentos en Brasil".

(dicho popular)

Sin embargo, en el caso de Brasil, que siempre ocupó un lugar privilegiado como aliado incondicional de Washington, se le terminó toda ventaja cuando llegaron al poder los gobiernos populistas de Luiz Inacio Lula da Silva y Dilma Rousseff.

Desde el día que Lula da Silva asumió la presidencia, los 'grandes manipuladores' de la democracia: la CIA, la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), Soros Quantum Hedge Fund y el Grupo Stonebridge (ASG) de la ex secretaria de Estado norteamericano, Madeleine Albright, promovieron una guerra mediática contra el populismo brasileño a nivel mundial y nacional.

En Brasil, 551 medios de comunicación pertenecientes a seis familias que controlan el 98% de la información divulgada en el país escribieron miles de artículos y presentaron un sinnúmero de informes de TV en los que acusaban al gobierno populista de ser corrupto, ineficiente, incapaz de terminar con la violencia, vendido a los chinos, etc.

De acuerdo con el periodista norteamericano y exempleado de la NSA, Wayne Madsen, la lucha contra el populismo se intensificó después de asumir Dilma Rousseff su segundo mandato en 2014. La Fundación Soros, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), la Fundación Nacional para la Democracia (NED) y cientos de ONG usaron organizaciones como Vem Pra Rua, el Movimiento Brasil Libre para desatar protestas callejeras y tratar de convertirlas en un tipo de Revolución de Colores. No lograron 'crear' una 'revolución', pero sí desestabilizaron al país.

La CIA y la NSA infiltraron, de acuerdo con The Real Agenda News, no solamente instituciones judiciales, legislativas y al propio Gobierno sino que reclutaron a varios líderes de movimientos sociales, inclusive penetraron el Partido de los Trabajadores (PT) en el Gobierno, se contactaron con servicios de inteligencia militar, con los directivos del Banco Central y con ejecutivos de Petrobras.

Lo interesante fue que después de comprobarse por varios estudios geofísicos que frente a Río de Janeiro, en el mar a una profundidad de 2.000 metros, hay más de 100.000 millones de barriles de petróleo, en mayo de 2013 el vicepresidente de EEUU en aquel entonces, Joe Biden, fue a Brasil para convencer a Dilma Rousseff de dar permiso a las corporaciones energéticas norteamericanas y participar en la explotación de aquel yacimiento de oro negro.

El representante norteamericano recibió una respuesta negativa y desde que Biden regresó a su país con las 'manos vacías', las protestas contra el Gobierno de Rousseff se intensificaron y la aceptación de la presidenta bajó estrepitosamente del 70 al 30%, según los medios de comunicación. Inmediatamente a Dilma Rousseff la implicaron en el escándalo de Petrobras por recibir aparentemente de esta corporación estatal dinero usado para 'comprar' votos en el Congreso. Nada de esto fue probado pero el proceso de 'impeachment' contra la presidenta arrancó.

Los impulsores de la destitución de Dilma Rousseff, el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, y el presidente del Senado, Renan Calheiros, después de hacer varias consultas con el Departamento de Estado norteamericano promovieron la acusación contra la presidenta de violar normas fiscales para maquillar las finanzas del país. En Brasil, estas decisiones fiscales se conocen como 'pedaladas fiscales' y consisten en usar fondos de bancos públicos para cubrir gastos de programas que están bajo la responsabilidad del Gobierno. No había ningún gobierno brasileño que no recurriera a esta práctica. En realidad, este método lo han estado utilizando prácticamente todos los gobiernos del mundo en el transcurso de la historia para cubrir gastos urgentes.

Sin embargo, el 'impeachment' de Dilma Rousseff fue sancionado en Washington y el 31 de agosto de 2016 después del voto en el Senado, la primera mujer presidenta en la historia del país fue destituida. Dos horas después, Michel Temer, que hasta aquel momento era el presidente interino, se transformó en seguida de vicepresidente y aliado de Dilma en su enemigo y el nuevo presidente de Brasil después de jurar apresuradamente el cargo.

Poco tiempo después, uno de los principales autores de la destitución de Dilma Rousseff, Eduardo Cunha, fue condenado a 15 años de prisión por tener en Suiza cinco millones de dólares provenientes de sobornos por un contrato de Petrobras. El presidente del Senado, Roman Calheiros, tuvo que pasar por 11 investigaciones en la corte suprema por corrupción, lavado de activos, desvío de dinero y fraude público, pero el Tribunal Supremo de Justicia lo absolvió milagrosamente de todas las acusaciones. A la vez, 34 legisladores que votaron por el 'impeachment' de la presidenta terminaron en la cárcel junto con 51 políticos acusados de corrupción y lavado de dinero.

Así, después de una larga 'labor' encubierta, Washington logró terminar con el populismo en Brasil e instalar a un presidente a su gusto, Michel Temer, que en seguida promovió un proyecto elaborado por el Fondo Monetario Internacional, que él mismo bautizó como el 'Plan Puente al Futuro'.

Este plan incluye el recorte de gasto público para los programas sociales de vivienda, educación y combate de la pobreza; reforma del sistema jubilatorio y flexibilización de las leyes laborales y aprobación de un 'contrato intermitente', que se caracteriza por ausencia de jornadas fijas regulares sino esporádicas, de acuerdo a la necesidad del empleador; cierre del programa 'Mi Casa — Mi Vida', que permitía a los trabajadores adquirir su casa propia; revisión del Sistema universal de Salud Pública; privatización de aeropuertos, carreteras, ferrocarriles y empresas energéticas estatales al estilo de Alberto Fujimori en Perú o Mauricio Macri en Argentina. Hace poco el Gobierno anunció 34 licitaciones y subastas de bienes públicos.

Desde la llegada de Temer al poder en 2016, Brasil va camino a su peor ciclo de crecimientos de los últimos 100 años. La expansión del Producto Interno Bruto (PIB) en 2017 era solo de 1% y para 2018 los economistas pronostican un crecimiento del 1,47%, según el Instituto de Investigación Económica Aplicada. Tal es la situación en el país que el 70% de los brasileños considera a Michel Temer como el peor presidente desde el retorno del país a la democracia en 1985.

Los únicos contentos con su llegada al poder son los oligarcas nacionales y los dueños de las transnacionales energéticas y militar-industriales, pues Temer les está ofreciendo las riquezas nacionales a cambio de una simple promesa de inversiones e interés en una cooperación militar. También está feliz el Pentágono que por fin se acerca a su meta de instalarse en la Amazonía brasileña, algo que no logró ni con el Gobierno militar.

Para alcanzar todo esto, los norteamericanos no escatimaron dinero para sus operaciones abiertas y en especial, encubiertas. Según documentos de Edward Snowden, desde 2002 la CIA y la NSA instalaron en conjunto dos estaciones de espionaje y de interceptación de la comunicación electrónica SCS (Special Collection Service) llamado en privado 'College Park'. Precisamente sus datos fueron usados tanto en la Operación Lava Jato, como en la destitución de Dilma Rousseff y el encarcelamiento de Lula da Silva.

Las mismas estaciones conectadas al sistema Primary Fornsat Collection Information (La Red de Interceptación Global de la NSA) fueron instaladas en la Ciudad de Panamá, Ciudad de México, Bogotá y Caracas, de acuerdo a la información revelada por Snowden (estas estaciones están operando actualmente en 88 países, según Electroslaces.net). Precisamente, estos sistemas SCS permitieron a Estados Unidos interferir en las elecciones de 41 países de 1946 a 2000, de acuerdo al estudio de Carnegie Mellon University. Tras analizar los últimos acontecimientos en el mundo, podríamos decir sin equivocarnos que estas interferencias ya pasaron para 2018 el número 50 de lejos.

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A pesar de que los fallidos regímenes populistas representados por Cristina Fernández en Argentina, Dilma Rousseff en Brasil, Rafael Correa traicionado en Ecuador por su aliado, Lenín Moreno, todos estos líderes populistas proclamaron una política de 'Equilibrio y Reconciliación' entre pobres y ricos. No obstante, las élites nacionales toleraron esta política mientras no interfería seriamente con sus ganancias y la rechazaron inmediatamente cuando las condiciones económicas ya no les convenían. Al mismo tiempo, EEUU ha percibido desde el principio que el populismo sería aprovechado en términos geoeconómicos por China y Rusia. En el caso de Brasil, a Washington le irritó inmediatamente la membresía del país en BRICS y el apoyo de Dilma Rousseff a la creación de una nueva moneda de reserva.

Después, cuando el Gobierno brasileño inició la colocación de cables de fibra óptica a través del Atlántico hacia Europa para lograr su propio sistema de telecomunicación independiente de EEUU, inclusive su internet para evitar la interceptación por la NSA, la Casa Blanca se puso en alerta.

Finalmente, todos estos hechos colmaron la paciencia norteamericana y aceleraron el golpe judicial legislativo contra Dilma Rousseff y de paso contra Lula da Silva que se proyectaba como un favorito para las elecciones presidenciales programadas para el próximo 7 de octubre. El candidato de la CIA, NSA y Soros para las elecciones de 2014, Aecio Neves, no está participando en esta contienda electoral, pero la otra favorita del trío, mencionado para las elecciones anteriores, Marina Silva, se está presentando como candidata aunque está bastante 'quemada'.

Para la agencia Bloomberg News, los más visibles candidatos a la Presidencia actualmente son Jair Bolsonaro, un excapitán de las Fuerzas Armadas que representa a la extrema derecha del Partido Social Liberal (PSL), cuyo índice de aceptación aumentó después de sufrir un atentado; lo sigue Marina Silva de Unidas para Transformar Brasil (REDE); y el heredero político de Lula da Silva, Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT) quien es doctor en filosofía. Ultimamente está creciendo la aceptación de Geraldo Alckmin del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) debido al apoyo de los empresarios. En fin, nada está claro y todo indica que habrá una segunda vuelta el próximo 28 de octubre. Se espera también que un 20% de los votantes se abstenga de dar su voto.

En todo caso, será el pueblo quien decida, como dijo alguna vez Lula da Silva, si seguirán a "los críticos del PT que piensan que debemos empezar el día pidiendo a EEUU permiso a estornudar o a Europa, permiso dee toser" o ser un país orgulloso, independiente y soberano.

Guerre civile et immigration

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Guerre civile et immigration

par André WAROCH

À l’issue des émeutes de 2005, qui firent quatre morts, plus de cinquante blessés parmi les forces de l’ordre, donnèrent lieu à près de trois mille interpellations, occasionnèrent la destruction de 9 000 voitures, et virent l’état d’urgence proclamé en France pour la première fois depuis la guerre d’Algérie, Dominique Venner eut ces mots glaçants : « Nous vivons le début de quelque chose que nous ne connaissons pas, qui n’a pas de précédent sous cette forme. »

Mais les émeutes de 2005 ne sont elles-mêmes qu’une des étapes d’un processus enclenché dans les années 1970. Ces quarante dernières années sont, en effet, l’histoire d’une longue chute dans l’abîme. Le seul écrivain français à avoir tenté de raconter cette histoire sous une forme romancée fut Michel Houellebecq qui tenta ainsi de poser la question centrale, qui est, selon Philippe Muray, celle de la littérature, à savoir : que se passe-t-il ?

Ce qui se passe en France depuis ces quatre dernières décennies, ce qui se joue, est justement la question interdite par excellence. Un déluge de mensonges s’est abattu sur le pays et ses habitants, victimes de ce que Renaud Camus a appelé le « Grand Remplacement », et qu’Éric Zemmour et Valéry Giscard d’Estaing (pourtant lui-même responsable de la mise en place du regroupement familial en 1976) ont qualifié du terme plus prosaïque d’« invasion », terme d’ailleurs lui aussi assez mensonger, puisque renvoyant en premier lieu aux invasions germaniques ayant détruit l’Empire romain d’Occident, c’est-à-dire un événement opposant des soldats à d’autres soldats, l’installation massive des Wisigoths et autres Alamans en Gaule n’étant que la conséquence logique de leur victoire militaire.

Une occupation douce

Rien de tel dans le cas qui nous occupe. Les nouveaux Barbares ne sont venus ni avec des tanks, ni avec des lance-roquettes, ni même avec des fusils, mais dans le plus complet désordre, et les mains nues. Et il ne manque pas de voix médiatiques pour nous expliquer que tout cela « est inéluctable », « qu’on ne peut pas lutter » contre cet afflux de « réfugiés ». Il n’aura pourtant fallu qu’un peu plus d’un mois à la petite Hongrie de Viktor Orban, menacée par ce même afflux de « réfugiés », pour régler le problème, en installant tout simplement une barrière de barbelés tout le long de son flanc Sud. Dorénavant, ne pénètrent en Hongrie que ceux qui y ont été autorisés par un gouvernement national élu démocratiquement. Ce qui est apparemment le pire cauchemar pour les élites politico-médiatiques au pouvoir à l’Ouest.

L’installation des nouveaux Barbares est donc voulue, organisée et planifiée par le pouvoir lui-même, qui agit de ce fait sciemment, et ce depuis plusieurs décennies, contre la population autochtone. Pourtant, la guerre civile qu’on annonce à présent pour demain, et qu’on annonçait déjà hier pour maintenant, n’a toujours pas eu lieu. Cette guerre, qui devait opposer, soit l’État français à des forces islamo-africaines plus ou moins structurées, soit des autochtones constituées en milices à ces mêmes forces étrangères, est restée dans les cartons des intellectuels d’« extrême-droite » ou autres harangueurs « populistes ». Le problème qui se pose pour le premier cas, c’est qu’il impliquerait un système politico-médiatico-judiciaire poussé dans ses derniers retranchements, débordé par ceux dont il a voulu à toutes forces l’installation massive sur son territoire. En réalité, le Système n’est pas du tout débordé, et ne semble pas en passe de l’être dans un avenir proche, par une certaine racaille. Comme pour l’immigration, la situation est en fait sous contrôle, et tout ce qui se passe, se déroule parce que les dirigeants l’ont voulu ainsi. Le second cas, c’est-à-dire l’affrontement entre autochtones et populations immigrées, n’a pas eu lieu non plus. Il semble au contraire n’en avoir jamais été plus éloigné. Il n’y pour ainsi dire aucune réaction – à part la fuite – des Français face à ce phénomène gravissime qui les dépossède, peu à peu, de la terre qui était la leur depuis la plus haute Antiquité.

L’insurrection que le pouvoir redoute par-dessus tout n’est ni celle des enfants de l’immigration, agitation violente, désordonnée et bestiale, qu’ils pourraient en réalité mater très rapidement, par l’action de la police et de la justice (comme au Maghreb, par la bastonnade suivie de détentions de masse), ni celle des « identitaires » qui décideraient de prendre les armes contre les Noirs et les Arabes, mais celle qui pourrait advenir le jour où les autochtones européens dans leur ensemble prendront subitement conscience de la manipulation dont ils ont été les victimes.

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Ils comprendront ce jour-là que ce n’est pas par incompétence que les différents gouvernements agissent contre leurs intérêts, mais parce qu’ils servent d’autres intérêts. Car les exactions commises par les racailles allogènes (qui ne relèvent nullement de la « délinquance » mais du terrorisme, tel que défini par le Larousse : « Ensemble d’actes de violence commis par une organisation ou un individu pour créer un climat d’insécurité, pour exercer un chantage sur un gouvernement, pour satisfaire une haine à l’égard d’une communauté, d’un pays, d’un système »), résultat de leur totale inaptitude au « vivre-ensemble » (expression qui désigne l’état qui pourrait être celui de la société française s’il n’y avait pas eu cette immigration qui transforme la France en un immense dépotoir où règne la loi de la jungle), leur violence, la haine qu’ils éprouvent et pratiquent à l’égard du peuple français, ont fait oublier à tout le monde que cette haine est d’abord celle qu’ont les auteurs de cette immigration à l’égard des indigènes d’Europe, qu’ils ont tout simplement livrés aux Barbares.

Nous vivons l’aboutissement logique de la sécession des élites décrite par Christopher Lasch, processus de séparation physique, culturel et anthropologique, qui aboutit, à la fin, à la liquidation physique des peuples occidentaux.

Les manigances de la Caste

La haine des élites françaises à l’égard de leur propre peuple est facilement démontrable : il suffit de constater quels immigrés sont le plus défendus par les médias, et lesquels ne récoltent que de l’indifférence. Chacun a pu entendre, par exemple, ces dernières années, qu’il n’y avait pas assez de Noirs et d’Arabes à la télévision (on confia le journal de TF1 à Harry Roselmack en 2006 pour cette raison, à la suite justement des émeutes de 2005, dont le caractère racial fut donc à cette occasion avoué et assumé par le Régime). J’en ai pour ma part vu un certain nombre. Je ne sais pas combien il en faudrait encore pour que nos petits maîtres soient satisfaits. Certes, ont-ils employé le terme plus hypocrite de « minorités », mais tout le monde comprend ce qu’ils veulent dire. En effet, même depuis cette campagne d’intimidation, je n’ai jamais vu un Asiatique présenter ou animer quoique ce soit : ni le journal de 20 h 00, ni celui de 13 h 00, ni celui de la Nuit, pas un talk-show ou un jeu. Même pas la météo ! Vous pouvez chercher. Allez-y, cherchez-bien. Il n’y en a pas un seul. Qui a protesté ? Et surtout, quel est le crime dont s’est rendue coupable la communauté asiatique pour ne pas avoir droit à la bruyante commisération de nos petits marquis ?

C’est très simple. Ses membres ne s’en prennent pas aux Français. Pas un viol, pas une agression, pas une voiture brûlée. Si problèmes il y a (escroquerie, travail au noir, trafic de contrefaçons), ils relèvent uniquement de la délinquance crapuleuse, c’est-à-dire froide, et lié à l’intérêt économique personnel, alors que les autres se rendent coupables d’innombrables crimes motivés uniquement par la haine. Ce sont donc les communautés les plus violentes, les plus asociales, les plus anti-françaises, les plus anti-blanches, qui sont le plus protégées et favorisés par la caste politico-médiatico-judiciaire.

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À l’heure où j’écris ces lignes, il y a quasiment un égorgement par jour en France, traduit systématiquement, en langage médiatique, par « poignardé à la gorge ». La raison de ce travestissement est très simple : il faut cacher le fait que ce type de meurtre, qui vise très majoritairement des Européens de souche, est exclusivement commis par des Arabo-musulmans. Il s’agit donc de crimes motivés par la haine raciale. Plus les crimes de haine à l’encontre des Français augmentent, plus les effectifs de police se réduisent, et plus le laxisme judiciaire devient la règle. Les courbes qui se croisent illustrent parfaitement cette fameuse phrase de Guillaume Faye : « Ce n’est pas un complot, c’est pire, c’est une logique. »

Ainsi, le racisme anti-blanc, ou racisme anti-français, devient l’idéologie officieuse, ou plutôt, officieusement officielle de la République française. Il faut dire aussi un mot du « féminisme », même si certains naïfs peuvent encore croire que c’est un autre sujet. Derrière ce terme, il n’y a plus, en réalité, qu’une accusation portée sur un individu bien particulier, soupçonné d’être un prédateur en puissance qu’il faudrait castrer au moins symboliquement : l’homme blanc occidental. Alors que celui-ci est censé être dorénavant doux comme l’agneau qui vient de naître, surveillé par les ligues de vertu, les « réfugiés du Sud », eux, ont tous les droits à l’égard des femmes, puisque les dénoncer reviendrait à être « raciste ».

Le rôle des féministes officiels et médiatiques n’est donc en aucun cas de promouvoir les intérêts de la femme, mais de désarmer l’homme blanc (y compris le policier, qui voit la moindre « bavure » impitoyablement sanctionnée) de détruire sa virilité, c’est-à-dire son potentiel de violence, y compris celle qu’il pourrait utiliser pour protéger sa femme des agissements des allogènes. Celle-ci devient donc la proie des harceleurs et autres violeurs surgis du Sud, sans plus personne pour la défendre. Le « féminisme » n’est qu’un des masques du Grand Remplacement.

La révolte gronde…

Toute révolution paraît improbable. La majorité des Français semblent résignés. Le pays s’enfonce toujours plus profond dans l’abîme, et rien ne semble pouvoir freiner cette descente aux enfers.

Installés aux portes de Paris par millions, et avec leurs familles, éduqués dans la haine du peuple qui les accueille, ces « Sudistes » ne doivent pas provoquer la guerre civile, mais, au contraire, l’empêcher. Empêcher que les Français du bas, maintenant exilés dans le péri-urbain et les périphéries, montent à l’assaut de ceux du haut, solidement barricadés dans leurs quartiers, protégés par un cordon de banlieues tiers-mondisées.

Si l’on s’en tient au paradigme démocratique franco-français (c’est-à-dire aux limites qu’ont définies pour nous nos élites), qui se résume à un peuple lobotomisé, à une caste dirigeante toute-puissante et à des minorités haineuses dont ils se servent, la situation est sans issue. On a voulu de toute force nous convaincre que l’avenir ne pouvait résider que dans la mondialisation, l’immigration, la libre-circulation sans limites des biens et des personnes, l’internationalisation définitive, et que nous n’étions que des résidus de l’histoire vaincue. L’histoire mondiale des dix dernières années nous enseigne pourtant tout le contraire. Aux États-Unis, en Russie, en Italie, en Europe centrale, existent maintenant des forces considérables, arrivées au pouvoir par la voie des urnes, déterminées à abattre cette idéologie et ceux qui la soutiennent.

La mondialisation, qui a vaincu et marginalisé les peuples européens sur leur propre sol, peut être demain l’instrument de leur victoire. L’inquiétude qui perce dans les cercles médiatico-politiques concernant la vague « populiste » à travers le Vieux Continent n’est pas qu’idéologique, elle commence à être aussi purement et simplement physique. La Russie nationaliste, en annexant la Crimée et en entretenant une rébellion séparatiste dans l’Est de l’Ukraine, s’est de nouveau avancée vers l’Ouest. Un jour peut-être, les responsables occidentaux de l’immigration passeront-ils devant un autre tribunal de Nuremberg.

André Waroch

Révolte d’un gars d’Amérique

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Révolte d’un gars d’Amérique

par Georges FELTIN-TRACOL

En août 2017, le public européen découvrait lors des incidents de Charlottesville l’existence d’une nébuleuse radicale constituée de suprémacistes blancs, de nationalistes euro-américains, de néo-confédérés sudistes et de membres de l’Alt Right (la « Droite alternative »). Quelques semaines plus tard paraissait en français Un ciel sans aigles, un recueil d’articles de Jack Donovan, déjà signataire chez le même éditeur français de La Voie virile en 2014.

Le gauchisme culturel et les petits-enfants de la sociologie bourdivine ont depuis quelques temps mis en exergue la notion d’intersectionnalité, c’est-à-dire une soi-disant situation de personnes subissant simultanément plusieurs formes de domination ou de discrimination dans une société à majorité blanche. Ainsi peuvent-ils saper les ultimes bases de la civilisation européenne traditionnelle en propageant le féminisme, l’anti-racisme, la lutte contre les phobies LGBTQIAXYZ+++, l’anti-spécisme, le véganisme, l’anti-colonialisme, etc. Jack Donovan pratique lui aussi à sa manière l’intersectionnalité puisque son nouvel ouvrage se situe à la confluence du nationalisme euro-américain, du masculinisme, du néo-traditionalisme et de la pensée libertarienne.

Une autre intersectionnalité

Les sbires du culturo-gauchisme et de l’anti-fascisme convulsionnaire se pavanent d’université en université, tous frais payés, pour répandre leurs folles lubies. Jack Donovan, lui, est un prolétaire. Vivant sur la Côte Ouest des États-Unis, soit l’antre le plus achevé du progressisme ultra-libéral, il se débrouille chaque jour en faisant au gré de la conjoncture économique « trente-cinq boulots différents (p. 121) ». Dans « Le défi physique », il raconte l’un d’eux, payé « douze dollars bruts (p. 121) » de l’heure.

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Il décharge pour le compte d’une brasserie « quarante-quatre sacs de vingt kilos chacun environ (p. 120) ». L’établissement se trouve au deuxième étage et on y accède par des escaliers. C’est un travail éprouvant qui lui convient. Il « aime vraiment travailler dur (p. 121) ». Il décide de porter sur ses épaules deux sacs à la fois. « Il est surprenant de constater ô combien le fait de porter des saloperies dans les escaliers vous fait travailler les abdominaux (p. 124) ». Certes, l’auteur est un solide gaillard qui sait que « s’entraîner est un substitut au travail. Il oblige votre corps à faire ce qu’il désire faire, ce pour quoi il est fait (p. 123) ». Cet exercice physique compense les heures d’entraînement qu’il passe en club de musculation.

Pourquoi alors s’entraîner, s’interroge-t-il dans un autre texte ? Il avoue « s’entraîner pour l’honneur (p. 105) ». Alors que « la véritable norme américaine est un physique empâté, boursouflé, diabétique (p. 117) », Jack Donovan s’« entraîne car il est mieux de s’imaginer comme un soldat s’exerçant physiquement et appartenant spirituellement à un centre d’entraînement, en prévision d’une guerre à venir, qui n’éclatera peut-être jamais, plutôt que d’être dans un monde informe, ennuyeux et traîné dans un futur dystopique et dysgénique (p. 119) ».

Par Crom !

Ce goût pour l’effort physique le distingue de ses compatriotes obèses. Il s’en félicite et se différencie encore plus en n’adhérant pas aux mirages monothéistes. L’auteur aime sculpter son corps comme le faisait Robert E. Howard, le père texan de Conan le Barbare. Ce n’est pas anodin parce que Jack Donovan a pour dieu Crom, la divinité tutélaire des Cimmériens, le peuple de Conan. Bien sûr, il aurait pu choisir le panthéon greco-romain, germanique, viking ou celtique; il a préféré Crom, une invention littéraire, qui « est l’opposé de ces dieux interventionnistes qui s’intéressent aux petits détails de la vie des hommes. Vous ne le priez pas parce qu’il n’écoutera probablement pas, et s’il vous écoute il ne dira sûrement pas qu’il s’intéresse à vous. Crom est l’anti-Facebook (p. 156) ». Il croit plutôt que « Crom ne s’intéresse qu’à une seule chose et cette chose est la VALEUR (p. 156) », c’est-à-dire la force, le courage, la qualité de faire face aux épreuves.

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Jack Donovan s’abstient le jour des élections, car « ne pas voter c’est voter contre le système (p. 61) ». Il reconnaît ne pas être conservateur surtout quand « les conservateurs pensent qu’ils peuvent encore inverser le cours des choses (p. 59) ». Il s’affirme au contraire archéofuturiste ! Il a lu la traduction anglaise de l’essai de Guillaume Faye paru en 1998. Il approuve cette « approche générale visant à créer une vision positive du futur afin de réconcilier les nouvelles technologies et l’informatique dernier cri avec les idées de nos ancêtres sur la nature humaine et ses modes de vie (p. 172) ». Pour lui, « l’archéofuturisme est une approche radicale à ce moment précis de l’histoire (p. 174) ». Par l’archéofuturisme, il soutient la « Fraternité », à savoir les communautés autochtones enracinées.

Il reconnaît enfin être « anarcho-fasciste ». S’il reste volontiers discret sur ce qu’il entend par anarchiste, on peut néanmoins supposer qu’il se méfie de l’intrusion de l’État dans la vie privée et reprend à son compte les critiques libertariennes. Quant au fascisme, il veut surtout renouer avec le faisceau. Ce tribaliste pense que « le faisceau symbolise des gens, prêts à l’action, groupés autour d’une hache, représentant une menace violente ou quelque chose d’« autre encore ». Le faisceau est un avertissement, une promesse de représailles, un signal à destination des traîtres, des jean-foutre et de ceux qui violent la loi (p. 39) ». C’est l’avenir de notre époque dans laquelle « les États bourgeois, efféminés, modernes du “ premier monde ” ne peuvent plus produire de nouvelles cultures de l’honneur (p. 41) ».

Anti-féministe

Jack Donovan combat, vomit même, le féminisme, ce qui est courageux, voire presque insensé, dans le contexte étatsunien. En Amérique du Nord, la soi-disant émancipation féminine a suscité un nouvel ordre moral dément qui réussit l’exploit de cumuler puritanisme, gendérisme et cosmopolitisme. Encore moins aujourd’hui qu’auparavant, « il n’y a aucun honneur à se mesurer aux femmes (p. 72) ». « On ne mélange pas les torchons et les erviettes (p. 76). » Mieux, « quelque chose au plus profond de notre âme nous dit que se battre contre une femme est déshonorant (p. 76) ».

Il s’insurge contre « la seule liberté que le féminisme offre aux hommes est de faire exactement ce que les femmes veulent que les hommes fassent. La liberté de servir (p. 80) ». En masculiniste revendiqué, en viriliste patenté, son avis est tranché. « Les hommes doivent cesser de s’excuser d’être des hommes. Il est en tout premier lieu nécessaire qu’ils arrêtent de demander la permission d’être des hommes (p. 84). »

Cela ne signifie pas que le virilisme de Jack Donovan verse dans la luxure. Attention au piège, prévient-il ! « Nos maîtres féministes et mondialistes aimeraient, par-dessus tout, voir les jeunes hommes totalement absorbés par le sexe, parce qu’ils sont dans toute civilisation la frange la plus dangereuse et potentiellement la plus révolutionnaire de la population (p. 97). » Il réclame une révolution si possible violente.

Salutaire violence

Pour Jack Donovan, elle « est l’étalon-or, le trésor qui garantit l’ordre. En réalité, elle est supérieure à l’étalon-or car elle a une valeur universelle. La violence transcende les bizarreries de la philosophie, de la religion, de la technologie et de la culture (p. 13). » Mieux, d’après lui, « l’ordre exige de la violence (p. 11) ». C’est le moteur du monde; il ne faut ni s’en féliciter, ni le déplorer. « Il est temps d’arrêter de s’inquiéter et d’apprendre à aimer la hache de guerre (p. 18) », surtout si « la Voie virile ne peut être redécouverte que dans la Nuit et le Chaos (p. 41) ».

Jack Donovan ne fera pas la Une du Financial Times, du Washington Post ou du Monde. Il s’en moque : il ne recherche pas la vaine gloriole médiatique. Il œuvre pour un nouvel ordre social dans lequel les hommes et les femmes auront enfin retrouvé leur condition anthropologique initiale respective et complémentaire, très loin des fadaises égalitaristes, féministes et misandriques actuellement en vigueur dans l’Occident globalitaire malade.

Georges Feltin-Tracol

• Jack Donovan, Un ciel sans aigles, Le Retour aux Sources, 2017, 176 p., 15 €.

09:37 Publié dans Livre, Livre | Lien permanent | Commentaires (0) | Tags : livre, virilisme, masculinisme, jack donovan, états-unis | |  del.icio.us | | Digg! Digg |  Facebook