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lundi, 17 septembre 2018

¿Marxismo cultural o popperismo en clave Soros?

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¿Marxismo cultural o popperismo en clave Soros?

Los peligros de la “sociedad abierta”. Por popperismo hay que entender una estrategia cultural derivada de los escritos de Karl Popper, especialmente de su libro más importante, “La sociedad abierta”.

Respecto a lo que los norteamericanos llaman “marxismo cultural”, el polemista y publicista flamenco Edwin Truyens (Kort Manifest, nº. 244, julio–agosto de 2018) piensa que hoy esta expresión es inadecuada, incluso si el gramscismo de izquierda ha estado marcado indudablemente con sus puntos de vista en el transcurso de las pasadas décadas. Para Truyens, el desarrollo del “popperismo” en las sociedades occidentales es, claramente, más patente y más peligroso.

Por popperismo hay que entender una estrategia cultural derivada de los escritos de Karl Popper, especialmente de su libro más importante, La sociedad abierta (The Open Society). El libro-manifiesto de Georges Soros lleva, además, el mismo título: Open Society. El impacto de este libro de culto  en el liberalismo anglosajón, en el sentido más amplio del término, englobando el izquierdismo y el capitalismo neoliberales, es impresionante: demócrata-cristianos como Herman van Rompuy o liberal-thatcherianos como Guy Verhofstadt han sido contaminados, advierte Truyens, por esta ideología que rechaza todas las formas de pertenencia, de vínculos sociales, étnicos o de otro tipo. Y, en consecuencia, tiene como objetivo destruirlas mediante la manipulación de diversas estrategias. Soros fue lector de Popper y uno de sus discípulos más virulentos. Su fundación lleva el título de la obra principal de Popper: The Open Society Foundation. La obra de disolución de los vínculos orgánicos en las sociedades y en los pueblos pasa por la financiación de un considerable número de proyectos como el de las Femen, los grupos defensores de los “derechos” LGTB, el Istanbul Pride, los programas de aprendizaje del Globish (inglés global) por todo el mundo, etc. Truyens señala que una simple visita a la web de la Open Society Foundation nos permite descubrir, por ejemplo (con fecha 15 de julio de 2018), un artículo sobre la necesidad de acoger al máximo de refugiados posible y otro artículo sobre el grave peligro en que consiste la islamofobia. Todo esto no es un “marxismo cultural”, más o menos extraído de los confusos escritos de la Escuela de Frankfurt o, más particularmente, de las tesis de Herbert Marcuse, que teleguían todas las iniciativas que hoy arruinan a los pueblos y las sociedades europeas occidentales; es un liberalismo que aboga por la apertura de todas las sociedades, apertura que, tiene por obvio resultado hacerlas implosionar, llevarlas a un estado de delicuescencia total.

9781586480196.jpgTruyens considera que la elección de Emmanuel Macron es, sin duda, un efecto de la estrategia popperiana de Georges Soros. Macron no tenía un partido detrás, sino un movimiento de muy reciente constitución, puesto en marcha rápidamente según las tácticas aprobadas por la fundación que Soros había aplicado en otras partes del mundo. Tanto si Soros ha financiado como si no el movimiento “En marcha” de Macron, la política de éste, como la de Merkel y otros supuestos “líderes” europeos sigue una lógica Popper-sorosiana de disolución de los pueblos, sociedades y Estados en mayor medida que la lógica sesentayochista derivada de la Escuela de Frankfurt, instrumento que ahora consideran inadecuado porque podría tener los efectos contrarios a los esperados.

Truyens constata que esta lógica Popper-sorosiana ha contaminado a ciertas asociaciones etnistas y populistas, que juzgan que ya no se necesita una acción coordinada con el fin de cohesionar la ideología y la política, pues forman parte de un “pasadismo” que conviene rechazar, según los códigos preconizados por los Popper-sorosianos. El poder corrosivo del popperismo es más eficaz que el del “marxismo cultural” de los sesentayochistas de antaño, con la excepción, sin duda, de Cohn-Bendit, nuevo amigo de Verhofstadt, alineado con el popperismo que combatían los antiguos izquierdistas y los teóricos de la Escuela de Frankfurt.

El problema debe ser examinado en profundidad mediante un retorno a la teoría: recordemos que un debate tuvo lugar en los años 70 del siglo pasado entre los partidarios de la Escuela de Frankfurt y los discípulos de las tesis de Karl Popper. Izquierdismo y liberalismo popperianos se combatían entonces para acabar fusionándose dos décadas más tarde, dándose actualmente una progresiva preeminencia del popperismo fundado en los éxitos de Soros, bendecidos, por supuesto, por los Estados Unidos.

Las izquierdas y las derechas populistas deben forjar imperativamente, de forma común, un arsenal ideológico para combatir esta ideología dominante y opresiva. Las iniciativas de Chantal Mouffe, que se posiciona a la izquierda, pero que se refiere a Carl Schmitt, podrían servir de base a esta reconquista, lanzada a ambos lados del espectro político, los cuales ya no se opondrían ni en la lucha en las instituciones ni en el combate en las calles. A quien se opondrían sería al marasmo liberal, según una estrategia de convergencia elaborada en su tiempo por Roger Garaudy.

(Traducción de Jesús Sebastián Lorente para El Manifiesto)

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11:27 Publié dans Actualité | Lien permanent | Commentaires (0) | Tags : actualité, soros, popper, subversion | |  del.icio.us | | Digg! Digg |  Facebook

jeudi, 16 août 2018

Quel danger ? Le « marxisme culturel » ou le « poppérisme » à la sauce Soros ?

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Quel danger ? Le « marxisme culturel » ou le « poppérisme » à la sauce Soros ?

par Robert Steuckers

Dans son dernier bulletin d’information (1), le polémiste et publiciste flamand Edwin Truyens analyse les derniers soubresauts de la vie politico-culturelle flamande, marquée par la démission de trois organismes importants auparavant affiliés à l’OVV, le centre de concertation des associations flamandes (d’inspiration autonomiste ou nationaliste). Ces organismes estiment que ce centre de concertation n’a plus raison d’être car le repli sur une identité bien profilée, et la volonté de la défendre contre les aléas politiques de tous genres, ne serait plus à l’ordre du jour.

Pour Truyens, cette triple démission pourrait s’expliquer par la présence pronfondément ancrée de l’idéologie dominante en Occident que bon nombre d’observateurs ou de polémistes néerlandophones, à la suite de leurs homologues américains, appellent le « marxisme culturel » (« cultural marxism »). Truyens pense que ce vocable est inadéquat aujourd’hui même si le gramscisme de gauche a indubitablement marqué des points au cours des dernières décennies écoulées. Pour Truyens, et je suis d’accord avec lui, le déploiement, dans les sociétés occidentales, du popperisme est nettement plus patent et plus dangereux.

Par popperisme, il faut entendre une stratégie culturelle dérivée des écrits de Karl Popper, notamment de son livre le plus important, La société ouverte (The Open Society). Le livre manifeste de Soros porte d'ailleurs, lui aussi, pour titre Open Society. L’impact de ce livre culte du libéralisme anglo-saxon au sens le plus vaste du terme, englobant et le gauchisme et le libéralisme néolibéral, est impressionnant : des démocrates-chrétiens comme Herman van Rompuy ou des libéraux (thatchériens) comme Guy Verhofstadt ont été contaminés, rappelle Truyens, par cette idéologie qui rejette toutes les formes d’appartenance, de liens sociaux, ethniques ou non. Et, par voie de conséquence, vise à les détruire par le truchement de diverses stratégies. George Soros fut un lecteur de Popper et est l’un de ses disciples les plus virulents. Sa fondation tire son nom de l’ouvrage majeur de Popper : The Open Society Foundation. L’œuvre de dissolution des liens organiques soudant les sociétés et les peuples passe par le financement d’un nombre considérable de projets comme les femens, les groupes défendant les « droits » des LGTB, l’Istanbul Pride, des programmes d’apprentissage de l’anglais partout dans le monde, etc. Truyens rappelle qu’une simple visite au site de l’Open Society Foundation nous permet de découvrir, en date du 15 juillet 2018, un article sur la nécessité d’accueillir un maximum de réfugiés et un autre sur le grave danger que constituerait l’islamophobie. Ce n’est donc pas un « marxisme culturel », plus ou moins tiré des écrits (fumeux) de l’Ecole de Francfort ou, plus particulièrement, des thèses de Herbert Marcuse, qui téléguide toutes les initiatives qui ruinent aujourd'hui les peuples et les sociétés d’Europe occidentale mais un libéralisme qui prône l’ouverture de toutes les sociétés, ouverture qui a, bien sûr, pour résultat de les faire imploser, de les jeter dans les affres d’une déliquescence totale.

De même, Truyens considère que l’élection d’Emmanuel Macron est sans doute un effet de la stratégie poppérienne de Soros. Macron n’avait pas de parti derrière lui mais un mouvement récent, mis sur pied rapidement selon des tactiques éprouvées que la fondation de Soros avait appliquées ailleurs dans le monde. Qu’il y ait eu financement de Macron et du mouvement « En marche » ou non, la politique de Macron, comme celle des Merkel, Verhofstadt, van Rompuy et autres, suit une logique poppéro-sorosienne de dissolution des peuples, sociétés et Etats plutôt qu’une logique soixante-huitarde dérivée de l’Ecole de Francfort, instrument considéré dorénavant comme inadéquat, car il pourrait avoir des effets contraires à ceux escomptés.

Truyens constate que cette logique poppéro-sorosienne a contaminé certaines associations flamandes, auparavant ethnistes ou populistes, qui jugent désormais qu’une action coordonnée, visant à donner de la cohésion au politique, n’est plus nécessaire ou relève d’un passéisme qu’il convient de rejeter, selon les codes préconisés par les poppéro-sorosiens. Le pouvoir corrosif du poppérisme est bien plus efficace que le « marxisme culturel » des soixante-huitards d’antan, à l’exception sans doute de Cohn-Bendit, nouvel ami de Verhofstadt et aligné sur le poppérisme que combattaient les anciens gauchistes et les théoriciens de l’Ecole de Francfort.

Le problème, sur lequel Truyens vient de braquer un éclairage que l’on espère prometteur, devra être examiné en profondeur, par un retour à la théorie : rappelons-nous qu’un débat avait eu lieu dans les années 1970, entre tenants de l’Ecole de Francfort et tenants des thèses de Popper. Gauchisme et néolibéralisme poppérien se combattaient alors pour fusionner deux décennies plus tard, cette fois avec une prééminence progressive du poppérisme dès les premiers succès de Soros, avec, bien sûr, la bénédiction de l’Etat profond américain.

Les gauches et les droites populistes doivent impérativement forger, en commun, un arsenal idéologique pour combattre cette idéologie dominante et oppressante. Les initiatives de Chantal Mouffe, qui se positionne à gauche mais se réfère à Carl Schmitt, pourraient servir de base à cette reconquête, lancée au départ des deux extrémités du fer à cheval politique, qui ne s'opposeraient plus dans les arènes politiques ou dans des combats de rue mais encercleraient de concert, le marais libéral, selon une stratégie de convergence élaborée en son temps par Roger Garaudy.

Robert Steuckers.

(1) Kort Manifest, j. 36, nr. 244, juli-augustus 2018.