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samedi, 21 février 2015

Equation : la plus vaste opération de cyberespionnage de tous les temps

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Equation: la plus vaste opération de cyberespionnage de tous les temps

Ex: http://fortune.fdesouche.com

Kaspersky Lab affirme avoir découvert qu’un groupe nommé “Equation”, présenté comme proche de la NSA, espionne le monde entier. Ce groupe a développé des outils d’espionnage indétectables et les a installés secrètement sur les disques durs des ordinateurs, révèle l’éditeur de logiciels anti-virus.

 

C’est l’un des groupes les plus menaçants que nous ayons vus“. Un rapport publié lundi par la société spécialisée en sécurité informatique russe Kaspersky Lab affirme que des millions d’ordinateurs sont espionnés en secret par les outils du groupe Equation.

La mystérieuse organisation, dont plusieurs indices pointent vers un lien fort avec la NSA, userait de méthodes sophistiquées pour installer des fichiers indétectables sur les disques durs des ordinateurs. 

Cette campagne “surpasse tout ce qui a été fait en matière de complexité et de sophistication” dans le domaine du cyber-espionnage, indique l’éditeur d’antivirus, qui a retrouvé sa trace jusqu’à aussi loin que 2001. Appelés Fanny ou GRAYFISH, les programmes développés par le groupe Equation volent les informations des ordinateurs infectés en exploitant les failles de Windows.


Des programmes cachés dans les tréfonds du disque dur

La particularité des attaques menées par le groupe Equation est qu’elles s’en prennent directement aux disques durs des ordinateurs. Ces derniers étaient reprogrammés afin que les virus deviennent quasi impossibles à éliminer.

Pour l’expert de Kaspersky Serge Malenkovich, ces logiciels espions sont “invisibles et indestructibles” et constituent un véritable cauchemar en sécurité informatique.

Mais cette attaque est si complexe à exécuter, a-t-il noté, “que même le groupe Equation ne l’a probablement réalisée qu’à quelques reprises”. Exemple : des scientifiques participant à une conférence au Texas ont reçu des CD-ROMS consacrés à l’événement, mais aussi porteurs de ces virus capables de transmettre leurs informations vers des serveurs du groupe Equation.

L’opération ne daterait pas d’hier : “On ne peut dire quand le groupe Equation a commencé son ascension, précisent les experts. Les échantillons de logiciels espions que nous avons vus ont été identifiés en 2002, mais leur centre de commandement a été repéré dès 2001.” Selon le rapport, il est même possible de remonter la filière jusqu’en 1996.

Plusieurs grands fabricants de disques durs, dont Western Digital, Seagate, Samsung et Maxtor ont été piégés. Le logiciel espion a été conçu de telle manière qu’il résistait à un reformatage du disque dur et à l’installation d’un nouveau système d’exploitation sur l’ordinateur infecté.

Les entreprises Western Digital, Seagate et Micron nient avoir connaissance du programme d’espionnage, indique Recode, alors que Toshiba et Samsung ont refusé de s’exprimer.

Les attaques ont été en mesure d’infecter “environ 2.000 utilisateurs par mois” dans 30 pays, mentionne le rapport. La majorité d’entre eux ont été détectés en Iran, en Russie, au Pakistan et en Afghanistan. Parmi les autres pays touchés, on compte la Syrie, le Kazakhstan, la Belgique, la Somalie, la Libye, la France, le Yémen, la Grande-Bretagne, la Suisse, l’Inde et le Brésil.

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Kaspersky établit un lien avec le virus Stuxnet

Qui est derrière tout ça? Selon l’éditeur, le virus Fanny porte des traces qui indiquent que “les développeurs d’Equation et Stuxnet sont soit les mêmes, soit coopèrent étroitement“. Le virus Stuxnet est à l’origine d’attaques contre le programme nucléaire iranien et utilisé, selon Téhéran, par les Etats-Unis et Israël.

La NSA a refusé de confirmer toute implication dans le programme. “Nous sommes au courant du rapport. Nous ne commenterons publiquement aucune allégation soulevée par le rapport, ni aucune autre information”, a indiqué Vanee Vines, la porte-parole de la NSA à l’AFP.

Sean Sullivan, de la firme de sécurité finlandaise F-Secure, a pour sa part mentionné que le rapport de Kaspersky semble décrire une division de la NSA connue sous l’acronyme ANT, qui a fait l’objet d’un rapport en 2013 sur les portes dérobées (backdoor) dans les produits technologiques.

L’étude de Kaspersky fait référence à un groupe nommé Equation, dont le pays d’origine est tenu secret, mais qui possède exactement les capacités d’ANT“, a -t-il précisé sur son blog mardi.

L’Expansion

Francia, los musulmanes y la “laicité”

por Alberto Buela*

Ex: http://paginatransversal.wordpress.com

Estuvimos en París en el momento del atentado a Charlie Hebdo y la reacción unánime de los medios y los comentaristas fue “hay que profundizar sobre la laicité”.

Cualquiera sabe que la laicidad es una idea que viene de la Revolución Francesa para combatir la influencia cristiana en la educación, la vida y la cultura del pueblo francés.

Por supuesto que hay otras lecturas como asimilarla a la neutralidad del Estado en tanto árbitro de los conflictos interreligiosos entre católicos y protestantes. Pero la idea que prevalece es la primera.

Los datos oficiales afirman que en Francia hay cinco millones de musulmanes pero los extra oficiales nos hablan de diez a doce millones. Musulmanes que tienen hijos y nietos nacidos en Francia, que ya no saben ni de donde vinieron y que no tienen otro origen que el Hexágono.

Pero estos musulmanes, los franceses los llaman islamistas, no están integrados a la sociedad francesa, por mayor laicidad que se predique, porque como dice el español Juan Manuel de Prada “morir en defensa del laicismo es tan ridículo como hacerlo en defensa del sistema métrico decimal”. Todo hombre intenta permanecer en su ser, esto es, al menos no morir, y si lo hace es por valores superiores: Dios, la Patria, la familia, los amigos.

Estos millones de personas, como pasó con los asesinos de Charlie Hebdo, no están integrados a nada. Lo dice muy bien Fabrice Hadjadj “Les Kouachi, Coulibaly, étaient «parfaitement intégrés», mais intégrés au rien, à la négation de tout élan historique et spirituel de la France”.

Integrados “a nada”. Qué integración se puede lograr de un inmigrante en cualquier país del mundo que no sea a los valores del pueblo a donde va. Un politólogo liberal de talla como Giovanni Sartori afirma: no hay inmigración sin integración, pues de lo contrario se destruye la democracia.

El tema es que la laicidad no es nada, no es un valor sino un disvalor, que viene a negar el “impulso histórico y espiritual” que dio sentido a Francia dentro de la historia del mundo.

Nosotros tuvimos ocasión de hablar con un marmota como Jack Lang, antiguo secretario de cultura socialista, que le echaba la culpa del atentado a la escuela porque no se enseñaba desde los primeros años la existencia del Holocausto.

A lo que respondimos: señor, no es creando más confusión de la que existe hablándole a niños de seis años de un tema sobre el que los grandes triunfadores de la segunda guerra mundial, de Gaulle, Churchill, Eisenhower y Adenauer, no hablaron nunca en sus autobiografías, sino, en todo caso, enseñando la historia de la religión en Francia.

Es muy probable que nuestra propuesta tampoco sea una solución porque tal como se muestran las cosas, lo más probable es que la población francesa sea reemplazada por una mezcla de musulmanes y extranjeros dentro de unos treinta años. La figura de la Madelaine es ya un dato del pasado. La francesita del tango ya no existe más, lo que tienen ahora son turquitas. Es más, la ministra de cultura es una linda turquita.

La decadencia tiene un principio fundamental, y es que siempre se puede ser un poco más decadente. Y esto es lo que hemos visto en Francia. Una vida pública reglada por la racionalidad y una sociedad desintegrada. Uno camina por París y la coloratura (para hablar como Ugo Spirito) es mora, pues es difícil cruzar a un blanquino francés por la calle.

Si analizamos el tema desde el gobierno vemos que éste no puede salir del atolladero, porque la laicidad que propone profundizar es la que lo llevó a semejante situación: una sociedad civil partida en dos y desintegrada.

Una respuesta simple y lineal sería si el mundo musulmán sigue anclado en la edad media, entonces apliquemos la fuerza de la espada, expulsándolos y restringiendo su culto. Pero eso no se puede hacer, es de imposible realización hoy en el mundo.

Nosotros solo barruntamos la respuesta católica al problema, que es lograr su conversión, no existe una tercera posibilidad.

A Francia solo la puede salvar una revolución o mejor dicho, una contra revolución. Ante un mundo musulmán que aun está en la edad media, que no pasó por la etapa de la Ilustración ni de la modernidad, y que vive a Francia como un caserío de herejes, solo puede oponerle u ofrecerle la Francia como fillie ainée de l¨église, como hija mayor de la Iglesia. Francia tiene que mostrar al mundo musulmán, que se le ha instalado para siempre, su costado sagrado, su costado religioso, productor de tantas y tantas hazañas.

Si a los millones de musulmanes instalados en Francia, como también en Europa, se le ofrece como panacea la sociedad de consumo, agnóstica y prostituida, corrupta y viciosa en la que solo vale lo que se tiene y no lo que se es. Ese mundo musulmán nunca se integrará sino que más bien luchará siempre en su contra.

Francia, y con ella Europa, tiene que recuperar la religiosidad popular que tanto caracteriza a los pueblos iberoamericanos. Así, las grandes procesiones, las grandes marchas, los movimientos de masas enteras peregrinando a la Virgen que vivimos nosotros, son todos signos que indican que aun alienta aquí lo sagrado.

Francia y Europa en general, tienen que recuperar la sacralidad profunda que poseen con creces y que ha sido enterrada bajo la pesada loza de dos siglos de liberalismo y banqueros usureros. Esa sacralidad profunda y viva aun que se muestra en la actio sacra por excelencia y que no debe confundirse con lo sublime, con lo bello grande, como lo hace cierto neopaganismo.

Todos sabemos que es muy difícil la integración de los musulmanes a las sociedades europeas, el padre Foucauld, que misionó durante largos años en África, así lo afirma, pero si estas sociedades no detienen la estulticia de querer solucionarlo con mayor laicidad es imposible la integración.

(*) arkegueta, aprendiz constante

buela.alberto@gmail.com

www.disenso.info

Bernard-Henri Lévy’s ‘Fair Wind’ Blows Foul in Libya

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Bernard-Henri Lévy’s ‘Fair Wind’ Blows Foul in Libya

Ex: http://www.lewrockwell.com 

Pondering this week’s gruesome beheadings of 21 Egyptian Christians by an ISIS which has newly found a foothold in post-“liberated” Libya, it is hard to stop the mind from wandering back to Bernard-Henri Lévy, the swaggering French philosopher who almost single-handedly sired the 2011 western attack on Libya.

Back then Lévy donned the sanctimonious persona of the human rights champion to goad then-French president Sarkozy into leading the charge into Libya. The western attack on Libya was “inevitable” the war’s beaming champion said at the time. He personally undertook to semi-secretly bring the then-rebels from Benghazi in Libya to meet Sarkozy and receive his blessing as the legitimate new rulers of Libya. Then…bombs away.

Here is what he told Sarkozy, according to a new article in the New Yorker magazine:

There are people here, good people; these people hold the same values as we do, and they’re going to die to the last one if we allow Qaddafi to go on to the conclusion of his criminal logic. Would you accept to receive them in Paris and thus send a strong signal to the butcher?

Yes. Good people. Share our values.

“[L]et’s take down Qaddafi,” he told the Christian Science Monitor just before the 2011 bombings of Libya began. “If he (Qaddafi) is beaten, a fair wind of democracy will blow once again – and even harder,” he added.

bhl2817932.2.jpgLévy’s “fair wind of democracy” has a funny way of blowing. It blew down the US ambassador in Benghazi. It blew the country’s infrastructure to the stone age. It blew the economy to the prehistoric age. It blew in al-Qaeda and ISIS. And, yesterday, it blew off the heads of 21 Egyptian Christians.

One might think Lévy would be a bit chastened by the stench emanating from the “fair wind” he released, but that is not his style.

In the New Yorker article this month he was asked why he picked up the cause of the Libyan rebels in 2011. Here is an excerpt:

“Why? I don’t know!” he said. “Of course, it was human rights, for a massacre to be prevented, and blah blah blah—but I also wanted them to see a Jew defending the liberators against a dictatorship, to show fraternity. I wanted the Muslims to see that a Frenchman—a Westerner and a Jew—could be on their side.”

Lévy said that he returned to Paris and told President Nicolas Sarkozy that humanitarian intervention wasn’t enough. “The real objective had to be to topple Qaddafi,” he told me. Sarkozy agreed, and Lévy became his emissary. Lévy accompanied a Libyan opposition leader to meet Secretary of State Hillary Clinton, to lobby for U.S. involvement. “It was hard to convince the Americans,” he said. “Robert Gates was totally opposed. Obama as usual was hesitating. But Hillary got it.”

Lévy’s reputation as a humanitarian and human rights activist is certainly misplaced. Indeed, everywhere he appears, chaos, murder, and destruction follow. He is not unlike the lead character in the Rolling Stones’ old tune “Sympathy for the Devil,” appearing wherever blood is to be spilled.

He was there in 1999, lobbying for a NATO attack on Yugoslavia.

He was a resolute supporter of US-backed Saakashvili’s suicidal war on Russia in 2008.

He was among the loudest voices demanding western support for the rebels seeking to overthrow the Assad government in Syria — “freedom fighters” who, as in Libya, soon donned the black flags of al-Qaeda and ISIS. He praised the warmongering Sen. John McCain at a 2012 event held by the neoconservative “think tank” Foreign Policy Initiative (successor to the discredited PNAC). The American attack on Libya “saved” America, said Lévy at the FPI event:

America was saved, the honor of America was saved by your President — of course, Obama — but by three women. Three women: Samantha Power, Susan Rice, and Hillary Clinton.

Ah yes, Hillary again.

At the same 2012 FPI event on Syria, Lévy went on to urge a US attack on the country, promising the same great results as were produced by his attack on Libya:

[I]t is more doable today in Syria than it was doable yesterday in Libya.

And he was there in Maidan Square in Kiev last year, addressing the mob with slogans such as a John McCainian “we’re all Ukrainians now!” And once his Ukrainian coup produced an impoverished, desperate country cut off from its natural trading partner next door, he penned an op-ed in the New York Times with George Soros demanding untold billions from the US and western taxpayer.

The blood of the 21 Egyptians is on the hands of “humanitarian” Bernard-Henri Lévy as it is on those who did the cutting. Like the other interventionists, “humanitarians,” and neocons who urge the use of force overseas, his every promise of a cakewalk has produced a death march. His every analysis has been wrong. His impulses are malevolent and self-centered. His blazing sartorial splendor masks the true nakedness of the humanitarian would-be emperor.

Will anyone notice the stench of Bernard-Henri Lévy’s “fair wind”?

I am on Twitter.

5:23 pm on February 17, 2015 Email Daniel McAdams

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Les nouveaux paradigmes du politique

Les nouveaux paradigmes du politique

par Claude BOURRINET

 

bigmother.jpgLes conflits virulents qui ont troublé la vie politique ces deux dernières années ont semblé ranimer la vieille dichotomie entre « gauche » et « droite ». Ne s’agirait-il pas d’une illusion engendrée par la persistance, dans le champ de l’imaginaire idéologique, de réflexes désuets?

 

La postmodernité présente, en effet, plusieurs caractéristiques. Elle se caractérise d’abord par une déréalisation de l’humain, conséquence d’une destruction méthodique des liens fondamentaux qui produisent les appartenances, autrefois considérées comme naturelles, et qui ont été laminées par le libéralisme triomphant, le culte de l’individualisme, du consumérisme, un hédonisme dissolvant, et les progrès de la techno-science. L’humain est comme hors sol, seulement capable de s’attacher à des repères qu’il croît pouvoir se donner. On sait combien, du reste, l’homme ignore quelle histoire il fait, pour peu que l’Histoire soit encore possible.

 

L’évolution de plus en plus accélérée des mœurs, qui a fait passer une société de son statut patriarcal, autoritaire, hiérarchique, à une société clitocratique, maternalisante, infantilisante, émolliente, transforme toute revendication sociopolitique en caprice puéril, en défense d’intérêts particuliers, ou en jeu. Dans le même temps, l’État, qui n’est plus qu’une centrale de management sociétal, et, subsidiairement, un organisme à réprimer toute contestation de l’ordre existant, ne détient plus de puissance que ce que les instances supranationales veulent bien lui laisser. S’emparer de l’Élysée, quelle importance?

 

C’est comme si la vie politique avait été vidée de sang et de sens. Le personnel d’État, qui siège dans les organismes pour la plupart créés sous le Premier Empire, ne sont plus que des machines à projeter des effets d’annonces. On suscite ainsi des réactions, on joue avec les étiquettes, avec des mots chargés de connotations fortes, on manipule des émotions, on provoque de pseudo-événements, dérisoires, qui occupent les consciences. Et, in fine, les concepts de gauche et de droite ne signifient plus grand chose.

 

D’un point de vue géopolitique, un système unique, celui du capitalisme, semble s’imposer. Certes, l’on sait que les États-Unis, acteurs déterminants de cette conquête du marché à l’échelle mondiale, rencontrent des résistances. Cependant, la question est de savoir si ses adversaires incarnent une alternative au libéralisme, auquel cas ils devraient rompre avec le modèle libéral, pour retrouver des racines anciennes, ou bien des alter-libéralismes, des manières différentes de gérer le capitalisme.

 

On voit donc que les enjeux, qui paraissaient clairs il y a cinquante ans, où des systèmes antithétiques s’affrontaient, sont maintenant singulièrement brouillés.

 

Restent des problèmes irréductibles, qu’il est difficile de surpasser, les dangers que présentent l’évolution démographique mondiale, partant les migrations, l’épuisement des ressources énergétiques, la destruction de la nature, la précarisation des société, l’éradication des identités, le ravalement de l’humain à l’état de chose.

 

Cependant, l’homme étant, selon les mots de Dostoïevski, un « animal qui s’habitue à tout », il n’est pas certain que souffrance, désespoir et même l’espoir, aboutissent à une hypothèse de changement radical. Le post-nihilisme a vidé le monde de tout sentiment de la véritable altérité, donc de toute imagination. Le seul rêve permis est celui d’une adaptation heureuse à l’aliénation.

 

Du reste, depuis que l’homme a décidé, au seuil de la modernité, à la Renaissance, que le seul univers possible était le sien, qu’il était le centre du Cosmos, il s’est enfermé dans une prison conceptuel et existentiel.

 

La Révolution est, littéralement, un décentrement de l’individu, un retour aux sources premières de l’Europe spirituelle, à l’assomption de notre Terre natale.

 

Claude Bourrinet

 

• D’abord mis en ligne sur Cercle non conforme, le 9 novembre 2014.

 


 

Article printed from Europe Maxima: http://www.europemaxima.com

 

URL to article: http://www.europemaxima.com/?p=4084

Siria, Iraq e Califfato, eredità della prima guerra mondiale

Siria, Iraq e Califfato, eredità della prima guerra mondiale

Rievocazioni

Michele Rallo

Ex: http://www.rinascita.eu

post_war_iraq.jpgChe cosa sta succedendo in Siria e in Iraq? Semplice: sta succedendo che uno dei principali alleati degli Stati Uniti nella regione – l’Emirato del Qatar – stia finanziando ed armando un esercito di terroristi che vuole cancellare Iraq, Siria, Libano e Giordania, ed al loro posto creare un impero clericale – il Califfato – ispirato ad una interpretazione fondamentalista dell’Islamismo nella sua versione sunnita.
Scopo di questo articolo non è, tuttavia, quello di investigare sul presente, magari alla ricerca di imperscrutabili disegni destabilizzatori, bensì quello di analizzare le radici storiche di ciò che sta avvenendo oggi. Ebbene, anche questa orrenda guerra in-civile, nasce dagli errori commessi dai vincitori della Prima guerra mondiale (Italia esclusa) e dalla loro pretesa – assurda, boriosa, arrogante – di tracciare i confini delle nuove nazioni mediorientali senza alcun rispetto per le popolazioni che vi sarebbero state incluse. Esattamente come la medesima pretesa aveva presieduto ai nuovi confini europei, creando Stati artificiali (la Cecoslovacchia, la Jugoslvaia), gonfiandone artificialmente altri (la Polonia, la Romania), mutilando i paesi vinti e ponendo le premesse per quel sanguinoso regolamento di conti che sarebbe stato poi la Seconda guerra mondiale.


Orbene, tutto nasceva, all’indomani della Grande Guerra, dalla spartizione delle spoglie dei vinti; e in particolare – per l’argomento di cui trattiamo oggi – dalla spartizione delle province arabe dell’Impero Ottomano. “Spartizione”, in verità, è un termine inadatto, perché nei fatti si trattava dell’acquisizione di quasi tutto da parte di una sola alleata, l’Inghilterra; della tacitazione con un piatto di lenticchie della seconda alleata, la Francia; e della maramaldesca esclusione della terza, l’Italia. Ma sorvoliamo anche su questo aspetto (che potrà essere oggetto di un ulteriore approfondimento) e concentriamo la nostra attenzione su quanto veniva stabilito, prescindendo da giudizi morali o da valutazioni politiche.
Si tenga ben presente – innanzi tutto – che fino a prima della Grande Guerra, l’Impero Ottomano si estendeva su tre continenti: dai Balcani all’Anatolia, al Medio Oriente, all’Egitto (ancorché assoggettato all’occupazione “provvisoria” dell’Inghilterra sin dal 1882).

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Nel maggio 1919, approfittando di una momentanea (e polemica) assenza dell’Italia dalla Conferenza della pace di Parigi, Inghilterra e Francia si accordavano per spartirsi le colonie tedesche e le regioni arabo-ottomane. Qualche briciola ai giapponesi nel lontano Pacifico e nulla all’Italia, che si voleva così punire per aver osato opporsi all’assegnazione di Fiume al Regno Serbo-Croato-Sloveno. Alla Francia – come già detto – un piatto di lenticchie: la Grande Siria – comprensiva del Libano – che si saldava al Kurdistan (poi cancellato) e ad una “zona d’interessi” nell’Anatolia sud-orientale (poi abbandonata precipitosamente di fronte all’avanzata di Atatürk). Tutto il resto all’Inghilterra, forse per diritto divino.
Naturalmente, non si poteva esplicitare la natura sfacciatamente colonialista di questa manovra, e ciò per due ordini di motivi: il rispetto del diritto di autodeterminazione dei popoli (che era stato la scusa per giustificare l’ingerenza degli USA in una guerra europea) ed i ripetuti impegni – assunti solennemente dall’Inghilterra – di concedere l’indipendenza agli arabi, se questi si fossero sollevati contro i turchi. Veniva perciò ideato un marchingegno che potesse in qualche modo mascherare i reali intenti di questa operazione: si riconosceva che le popolazioni arabe erano in grado di governarsi da sole, ma le si affidava alla neonata Società delle Nazioni, che avrebbe dovuto amministrarle provvisoriamente e poi accompagnarle verso la completa indipendenza. La S.d.N. poi, attraverso un “mandato”, le affidava – sempre “provvisoriamente” – «al consiglio e all’assistenza amministrativa di una Potenza mandataria».


Questo, nelle grandi linee. Per i dettagli, si rimandava tutto ad una successiva “Conferenza interalleata”, la quale avrebbe dovuto occuparsi anche del destino della Turchia, che l’Inghilterra avrebbe voluto praticamente cancellare dalla carta geografica. La Conferenza si teneva nell’aprile dell’anno seguente in Italia, a San Remo; le sue conclusioni saranno pochi mesi dopo recepite dal trattato di Sèvres, che però non andrà mai in vigore.


Frattanto – tra il maggio del ’19 e l’aprile del ’20 – si era verificato un fatto di non poca importanza: nella regione kurda di Mosul era stato scoperto il petrolio, tanto petrolio. E, allora, i “buoni” della situazione (cioè gli inglesi e i cugini americani) non potevano certo consentire che quel tesoro finisse – tramite il mandato sul Kurdistan – in mani francesi. Tutto lo scenario mediorientale stabilito a Parigi, perciò, veniva cancellato, e la carta geografica del Medio Oriente era ridisegnata ex novo. Il Kurdistan spariva: le sue regioni non petrolifere venivano divise fra la Turchia, la Persia (oggi Iran) e la Siria. Le sue regioni petrolifere, invece, erano accorpate al territorio arabo-sunnita di Baghdad ed a quello sciita di Bassora. Insieme, le tre regioni – che non avevano nulla in comune – erano racchiuse in uno Stato artificiale cui veniva dato il nome (persiano) di Iraq. Naturalmente – inutile dirlo – il relativo mandato era assegnato all’Inghilterra.


La Francia – depredata anche delle lenticchie – non faceva una piega. Incassava pure quest’altra scorrettezza (non certamente la prima!) da parte dei fedeli alleati britannici, continuando disciplinatamente a svolgere il ruolo – come più tardi dirà Mussolini – di “cameriera dell’Inghilterra”. Ad onor del vero, riceverà poi una specie di liquidazione per il suo cessato servizio in Kurdistan: il 25% delle azioni di due compagnie petrolifere, la Turkish Petroleum C° e la Anglo-Persian Oil C°; una inezia, a fronte del fiume di denaro che scaturirà dai pozzi petroliferi iraqeni.

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Naturalmente, non era questo l’unico pasticcio ascrivibile alla fantasiosa diplomazia degli “Alleati”. Ricordo un complicatissimo balletto di prìncipi ashemiti, prima designati Re di una determinata nazione, poi dirottati su un altro trono, costretti a deambulare sino alla attribuzione delle definitive corone in Siria, Giordania, Iraq. E ricordo, naturalmente, l’assurda vicenda della Palestina: promessa contemporaneamente agli arabi (accordo McMahon-Hüsseyn del 1916) ed agli ebrei (dichiarazione Balfour del 1917).


Ma, anche qui, tralasciamo tante vicende che pure sarebbe interessante approfondire, e concentriamoci sull’argomento che in questo momento ci preme maggiormente: sulle conseguenze dirette, cioè, che la decisione di cancellare il Kurdistan e di creare l’Iraq aveva – ed avrà poi fino ai nostri giorni – sugli equilibri del Medio Oriente e, in particolare, della regione compresa fra l’Anatolia orientale e quella che una volta si chiamava Mesopotamia.


Incominciamo dal Kurdistan, paese a maggioranza musulmana, ma non arabo ed etnicamente affine più all’Iran e alla Turchia che non al resto dell’Iraq. Orbene, dopo aver brevemente sognato ad occhi aperti di poter raggiungere l’indipendenza e l’unità nazionale, i kurdi vedevano repentinamente la loro patria annullata con un colpo di penna ed i loro territori divisi fra la Turchia (a nord), l’Iraq (a sud), la Persia (ad est) e la Siria (ad ovest). Da quel momento iniziava la disperata resistenza nazionale kurda contro le nazioni occupanti, resistenza che ha talora dato vita ad episodi di vera (e crudele) guerra civile, incidendo pesantemente sulla vita politica e sulla stabilità dei quattro paesi interessati. Ricordo – fra gli altri episodi – la breve stagione della Repubblica Popolare Kurda in territorio iraniano (1945), il bombardamento con gas nervino dei guerriglieri peshmerga di Halabja in territorio iraqeno (1988), e soprattutto la lunga stagione di lotte politiche ma anche di sanguinario terrorismo attuata in Turchia dal PKK di Ochalan.


E veniamo all’Iraq, paese – come abbiamo visto – del tutto artificiale, messo insieme soltanto per favorire l’accaparramento delle sue immense risorse petrolifere da parte di inglesi e americani. Tralasciamo tutta una serie di episodi significativi (come la rivolta filotedesca e filoitaliana del 1941) e veniamo alla sua storia più recente. Nel 1968 un colpo-di-Stato militare portava al potere il Baath, un partito nettamente laico ispirato ai princìpi di un nazionalismo panarabo (ma non panislamico) e di un socialismo nazionale (ma non marxista). Ostile agli Stati Uniti e ad Israele, il Baath governava già la Siria (dal 1963) ed aveva numerosi punti di contatto con il movimento degli Ufficiali Liberi nasseriani, al potere in Egitto dal 1952. La leadership del baathismo iraqeno – procediamo sempre in estrema sintesi – era in breve assunta da Saddam Hussein, prima Vicepresidente e poi – dal 1979 – Presidente della Repubblica.


Il laicismo del Baath, oltre ad essere in linea con le proprie radici politiche, era anche l’unico sistema in grado di tenere unito un paese formato da tre diverse realtà etnico-religiose, con una maggioranza musulmana spaccata in due (60% sciiti e 40% sunniti) e con una consistente (allora) minoranza cristiana. Altra peculiarità del baathismo era un rigido nazionalismo economico, che si estrinsecava nella nazionalizzazione dell’industria petrolifera (1972) e nell’utilizzo dei suoi proventi per una profonda modernizzazione del paese e per accrescere il benessere degli abitanti.


Abbattuto il regime baathista ad opera di una pretestuosa invasione americana (2003), il paese è – naturalmente – andato in frantumi: l’antagonismo politico fra le tre componenti è salito alle stelle; per tacere della quarta componente, la cristiana – un tempo rispettata da tutti – che era fatta oggetto della pesante ostilità di un fondamentalismo islamico in forte crescita. Pochi anni dopo, gli Stati Uniti e i loro alleati nella regione avviavano una guerra di aggressione – condotta attraverso un esercito mercenario armato e finanziato ad hoc – contro il regime baathista siriano del presidente Assad, con la scusa (fondata ma assolutamente risibile in Medio Oriente) che il regime di Damasco fosse una dittatura.
È da questo esercito mercenario – in larga parte formato da gruppi fondamentalisti – che è nato l’esercito del Califfo e la sua sorprendente creatura politica: l’ISIS, ovvero Stato Islamico dell’Iraq e della Siria.

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Obiettivo dell’ISIS e dei suoi sponsor (il Qatar soltanto?) è quello di frantumare l’Iraq, togliendogli la maggior parte dei territori petroliferi e lasciando il resto del paese alla maggioranza sciita ed all’alleanza con il correligionario Iran. Contemporaneamente, il Kurdistan iraqeno dovrebbe poter dichiararsi indipendente, ma privato delle sua zona più ricca di petrolio – Mosul – che dovrebbe rimanere al Califfato (ed alla commercializzazione qatarina) per garantire la sopravvivenza economica della creatura jihadista.


Il progetto presenta numerosi gravi inconvenienti (si pensi all’effetto destabilizzante per la Turchia che avrebbe uno Stato kurdo ai suoi confini), ma è quello che – si dice – abbiano elaborato gli strateghi di Israele: tornare alla situazione del 1919 e cancellare Iraq, Siria e Libano, frantumandoli in una miriade di staterelli coincidenti con le varie realtà etnico-religiose del Medio Oriente. E pazienza se, fra queste realtà, ce ne dovesse essere una che vuol mettere a ferro e fuoco il mondo intero.


Ex: http://rinascita.eu/index.php?action=news&id=23700