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jeudi, 21 janvier 2016

Carnuntum - Weltstadt im Land der "Barbaren"

Carnuntum - Weltstadt im Land der "Barbaren"

Der römische Offizier und Historiker Villeius Paterculus berichtete sechs nach Christus, dass ein unter dem Feldherrn Tiberius stehendes römisches Heer sein Winterlager im keltischen Königreich Noricum errichtete. Der genaue Ort der Niederlassung wird als "Carnuntum" bezeichnet. Das war die Geburtsstunde der legendären, römischen Großstadt im "Land der Barbaren", später auch als Klein-Rom an der Donau bezeichnet.

Mit 3-D-Animationen und Spielszenen wird das Leben und Treiben in der antiken Metropole wieder zum Leben erweckt.

Besonders ausführlich beschäftigt sich der Film mit den ganz alltäglichen Dingen des römischen Lebens vor 2.000 Jahren, die aus heutiger Sicht besonders interessant erscheinen. Wie hat die normale Zivilbevölkerung gelebt? Und wie der einfache Soldat? Was wurde gegessen und was wurde getrunken?

Antworten auf diese und viele Fragen mehr sind in den aufwendig inszenierten Spielszenen verpackt. Der Zuschauer erfährt, wie der so genannte "Puls", der Eintopf, in der römischen Armee zubereitet wurde, aber auch, was die so genannte High Society tafelte: Die Oberschicht Carnuntums genoss kulinarisch nahezu jeden Luxus. Sogar frische Austern, die man in salzwasserbefüllten Holzfässern von der Adria bis an die Donaumetropole transportierte, standen auf der Speisekarte. Doch nicht nur "was" gekocht wurde, sondern auch "wie" gekocht wurde, zeigt der Film in hyperrealistischen Bildern.

dimanche, 22 novembre 2015

Letteratura esoterica e Magia dell'Eros in Gustav Meyrink

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mardi, 27 octobre 2015

Arqueólogos alemanes encuentran el campamento de Varus en Germania

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Arqueólogos alemanes encuentran el campamento de Varus en Germania


Ex: http://www.abc.es
 
Los arqueólogos de la Universidad de Osnabrück que están realizando las excavaciones
 

Si los alemanes beben cerveza en lugar de vino, aliñan con mantequilla y no con aceite de oliva, o siguen hablando una lengua endiabladamente hostil a los herederos del latín es porque nunca fueron romanizados. Y se lo deben a Arminio, un líder germano que contuvo a las legiones e impidió la creación de una provincia romana en la margen derecha del Rin. La gesta de Arminio, sin embargo, se ha mantenido a lo largo de los siglos en la niebla del mito nacional germánico, puesto que el único testimonio arqueológico de su victoria era una piedra funeraria con el nombre del centurión Marcus Caelius y una inscripción que documenta que murió en la Batalla de Varus. Ahora, el reciente hallazgo arqueológico de un campamento romano en Baja Sajonia arroja una primera luz científica sobre la leyenda y ayuda a redibujar el mapa de la historia romana de Alemania.

Se trata de un campamento romano de tiempos de Cristo en lo que hoy es Wilkenburg, al sur de Hannover, en el que según los primeros indicios llegaron a concentrarse al menos durante unos cuantos días unos 20.000 soldados romanos fuertemente armados, lo que equivale a tres legiones y a una décima parte del total de las tropas del imperio. Es el primero de su tipo hallado en el norte de Alemania y concretamente estuvo ocupado, según las primeras mediciones, entre el año 12 a.C. y el 9 d.C.. Desde él parten además, en varias direcciones, rutas de 20 kilómetros en las que se encuentran otros pequeños campamentos auxiliares. Junto a restos de sandalias romanas, pinzas y fíbulas, en total vario cientos de objetos y restos, han sido halladas monedas de la época del emperador Augusto. Hay denarios romanos acuñados en Lyon y otras monedas de origen celta. Su pormenorizado estudio aportará precisión al descubrimiento, mientras el trabajo de campo ha cumplido ya sus primeros objetivos.

Fueron unas imágenes aéreas lo que llamó la atención de los arqueólogos estatales del Land de Baja Sajonia y comenzaron las excavaciones en un área de 500 por 600 metros. Harald Nagel, afanado en el repaso con detectores de metales de unas 30 hectáreas de terreno, se muestra prudente en su valoración del hallazgo. «Los estudios de las monedas están todavía en su fase preliminar y es pronto para sacar conclusiones», dice, pero reconoce que «el yacimiento demuestra que Hannover y sus alrededores fueron un punt de importancia histórica y estratégica muy superior a lo que se estimaba hasta ahora».

Al igual que las legiones de Varus, los trabajos arqueológicos han de vérselas con constantes y copiosas lluvias que convierten las trincheras de excavación en auténticos barrizales cada dos por tres. «Tácito ya describió sobre la batalla de Varus que llovían perros y gatos», recuerda el arqueólogo Hening Hassmann, que destaca el cruce de rutas norte-sur y este-oeste que fue elegido para instalar a las tropas romanas.

En efecto, en 1515, el humanista Ullrich von Hutten descubrió en el primer libro de los Anales de Tácito una referencia a «Arminius», de quien el historiador romano decía que había infligido una derrota a Roma cuando el imperio estaba en todo su esplendor. Tácito calificaba a Arminius como el verdadero liberador de Germania. Ullrich von Hutten tomó las lacónicas apreciaciones de Tácito sobre Arminius y publicó en 1529 un diálogo póstumo titulado «Arminius», que cultivaron los los protestantes para subrayar la independencia no ya ante la Roma imperial sino ante la iglesia romana.

Hay consenso entre los historiadores sobre que Arminio, un germano que había formado parte del ejército romano y en quien Varus confiaba, formó una alianza entre varias tribus bárbaras y le tendió una trampa a Varus para hacerse con el control de la región. Las legiones romanas sucumbieron a una emboscada que terminó en carnicería. El actual hallazgo, por su importancia y dimensiones, apunta por ahora solamente a dos posibles lecturas: o bien el mismo Tiberio subió más al norte de lo que se había pensado hasta ahora, o fue Varus el que llegó hasta Hannover para allí morir y poner fin a la expansión romana en Germania.

lundi, 14 septembre 2015

S.P.Q.R

S.P.Q.R

Inno Impero Romano

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lundi, 04 mai 2015

Sopravvivere al collasso economico

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mardi, 23 décembre 2014

Así se combatía la corrupción pública en la antigua Roma

Gürtel, Operación Púnica, los ERE de Andalucía, la familia Pujol, Bárcenas o el caso Noos son el pan nuestro de cada día. Desayunamos, comemos y cenamos con ellos en las noticias. Como explica el escritor y ensayista italiano Carlo Alberto Brioschi, en el siglo XXI, la corrupción se ha convertido en una especie de bacilo de la peste que, sin embargo, padecemos desde hace siglos. Y así es, porque delitos tan actuales como el cohecho, el tráfico de influencias, el robo de las arcas del Estado, la extorsión, la adjudicación de obras públicas a amigos poderosos o la compra de votos colapsaron a muchos gobiernos de la antigua Roma, que tuvieron que establecer toda una serie de leyes para perseguirla.

Durante algún tiempo, las estructuras del Estado romano se resistieron a esta corrupción sin sufrir grandes contratiempos. Era parte de un sistema social y político basado en el clientelismo, el abuso de poder, las mordidas y el enriquecimiento personal. La codicia de los funcionarios públicos no tenía límite y estos delitos fueron creciendo a ritmo de las conquistas. Pero llegó un momento en que el gobierno se hizo impracticable y el derecho romano tuvo que introducir cambios.

corr9782262034009.jpgSin embargo, la convivencia entre buenos propósitos y acciones deshonestas por parte de los gobernantes fue siempre una de las características de Roma. Un ejemplo de esto fue Licinio Calvo Estolón, tribuno de la plebe en el 377 a.C., que introdujo una fuerte limitación a la acumulación de tierras por parte de un único propietario, además de una severa reglamentación para los deudores, pero luego fue acusado de haber violado sus propias leyes.

Las «quaestiones perpetuae»

Durante el periodo republicano (509 a.C. - 27 a.C.), el propio sistema electoral facilitaba, de hecho, la corrupción, que se agravó a partir de la expansión territorial y marítima producida después de la Segunda Guerra Púnica. Los gobernadores comenzaron a enriquecerse sin escrúpulos a través del cobro de impuestos excesivos y la apropiación de dinero de la administración pública. Como denunció en aquella época el historiador romano Salustio, «los poderosos comenzaron a transformar la libertad en licencia. Cada cual cogía lo que podía, saqueaba, robaba. El Estado era gobernado por el arbitrio de unos pocos».

La primera ley que se estableció fue la «Lex Calpurnia» (149 a.C.), como consecuencia del abuso del gobernador de la provincia de Lusitania, Servio Sulpicio Galba, al que se acusó de malversación de fondos y fue juzgado por un jurado procedente de la orden senatorial, algo que era toda una novedad. Sin embargo, esta primera ley no imponía ninguna pena pública, sino la devolución del dinero que había sustraído.

En el 123 a.C., se establecieron una serie de tribunales permanentes, llamados «quaestiones perpetuaes», cuyo cometido fue el de investigar todas estas malas prácticas y extorsiones de los gobernadores provinciales que habían sido denunciadas por los ciudadanos. Al principio no tuvieron el éxito deseado, pero fueron importantes porque con ellos se definió legalmente el «crimen repetundarum», que hizo alusión a los delitos de corrupción, cohecho o tráfico de influencias.

Este sistema se fue perfeccionando con la definición de nuevos delitos. El «crimen maiestatis», por ejemplo, definía los abusos de poder por parte de los senadores y magistrados. Era considerado el acto más grave contra la República y fue castigado, incluso, con la pena de muerte o el exilio voluntario. El «crimen peculatus» hacía referencia a la malversación y apropiación indebida de fondos públicos por parte de un funcionario, así como la alteración de moneda o documentos oficiales. O el «crimen ambitus», que describía la corrupción electoral, especialmente la compra de votos.

Leyes anti-corrupción

Todos estos y otros delitos trajeron consigo nuevas leyes, que querían dar respuesta a los diferentes cambios políticos, económicos y morales que se iban produciendo. La «Lex Acilia» –que apareció al mismo tiempo que los «quaestiones perpetuaes»–, subió la pena para los delitos de malversación de fondos y cohecho de la «Lex Calpurnia», estableciendo una multa del doble del valor del daño causado por el funcionario. Es una de las más conocidas, porque se ha conservado gran parte de su texto original.

ferrangarreta.com_lictorsarm.2g..jpgOtras leyes importantes fuero la «Lex Sempronia» (122 a.C.) o la «Lex Servilia de Repetundis» (111 a.C.), que establecieron penas más severas para los delitos de cohecho. La segunda, en concreto, fue la primera ley que introdujo la pérdida de los derechos políticos. Ambas fueron completadas con otras como la «Lex Livia Iudiciaria» (91 a.C.), que impuso una corte especial para los juicios contra los jueces corruptos que hubieran cometido extorsión, o la «Lex Cornelia», que aumentaba las condenas para los magistrados que aceptaran dinero en un juicio por cohecho. Esta última debe su nombre al dictador Lucio Cornelio Sila, que la estableció tres años antes de morir.

La corrupción, sin embargo, seguía imparable. En esta época, el gobernador de Sicilia, Verres, se convirtió de alguna manera en el arquetipo originario del «corruptócrata» incorregible. Se calcula que robó al erario público más de cuarenta millones de sestercios y depredó literalmente su provincia. Y no fue una excepción. El mismo Cicerón, que no le tenía especial simpatía y se esforzaba en presentarlo como un caso claro de avidez de poder, afirmó, por el contrario, que su conducta representaba la norma en buena parte del imperio romano.

Julio César, en las puertas del Tesoro

Cuando aún era cónsul, Julio César fue el que propuso la última y más severa ley republicana contra los delitos de corrupción, la «Lex Iulia», que incluía penas de multas desorbitadas y el destierro. Es curioso que fuera él, pues poco antes no había dudado en recurrir a cualquier medio para acceder al consulado. «Cuando el tribuno Metello trató de impedirle que tomase dinero de las reservas del Estado, citando algunas leyes que vetaban tocarlo, él respondió que el tiempo de las armas es distinto al de las leyes… y se encaminó hacia las puertas del Tesoro», contó de él el historiador Plutarco. Eso no le impidió establecer más de cien capítulos en su ley, la mayoría de ellos destinados a los magistrados e, incluso, jueces que se hubieran dejado sobornar para favorecer a un acusado en un delito de corrupción.

El contenido de todas estas leyes demuestra el grado de corrupción que se vivía en Roma. Con la llegada del Imperio en el 27 a.C., éste no solo no se redujo, sino que se incrementó. Los políticos siguieron sobornando a los funcionarios para conseguir puestos en la administración, mientras que a los ciudadanos se les asfixiaba cada vez con más impuestos y se veían obligados a pagar propinas a cambio de que se les agilizara algún trámite solicitado.

A partir de Augusto, el erario público fue perdiendo importancia e independencia, al ser sustituido por la caja privada del emperador. Esto facilitó, sin duda, la corrupción, a la que se intentó poner remedio. Durante la época del emperador Adriano (24-76 d.C.), por ejemplo, se amplió «crimen repetundarum» a todos los actos de malversación realizados por los funcionarios públicos y los sancionó incluso con penas de muerte. Y junto a este crimen, aparecieron otros como la «concussio» (concusión), una de las prácticas favoritas de los gobernadores provinciales, consistente en exigir a los ciudadanos una contribución no establecida por la ley o aumentar otra sí existente de manera desorbitada.

Pero la historia de Roma parece que ya había sido escrita por el escritor y político romano Petronio, cuando se preguntó, impotente, en el siglo I: «¿Qué pueden hacer las leyes, donde sólo el dinero reina?».

Fuente: ABC

vendredi, 19 décembre 2014

René Guénon, Roma, Convegno

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mercredi, 10 décembre 2014

Marco Valle: Confini & Conflitti

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mardi, 25 novembre 2014

Adinolfi, Circulo Futurista, Roma

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samedi, 22 novembre 2014

Was Roman Citizenship Based on Laws for “All of Humanity”?

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Was Roman Citizenship Based on Laws for “All of Humanity”?

By Ricardo Duchesne 

Ex: http://www.counter-currents.com

450px-2.jpgThe claim that the Roman empire was a legally sanctioned multiracial state is another common trope used by cultural Marxists to create an image of the West as a civilization long working itself toward the creation of a universal race-mixed humanity. This is a lie to which patriots of Western Civ must not yield.

The majority of scholars agree that Rome’s greatest contribution to Western Civilization was the development of a formal-rational type of legal order characterized by the logical consistency of its laws, the precise classification of its different types of law, the precise definition of its terms, and by its method of arriving at the formulation of specific rules wherein questions were posed, various answers from jurists were collected, and consistent solutions were offered. It was a legal order committed to legal decisions based on fairness and equity for all citizens.

The early Romans, before the Republic was established in 509 BC, lived according to laws established through centuries of custom, much like every other culture in the world, each with their own traditions, each ruled by what Max Weber called “traditional law,” a type of authority legitimated by the sanctity of age-old practices. Traditional law tended to be inconsistent and irrational in its application. During Republican times, the Romans created, in 451 BC, their famous Twelve Tables, which established in written form (lex) their centuries-old customary laws (ius). The Twelve Tables [2] covered civil matters that applied to private citizens as well as public laws and religious laws that applied to social fields of activity and institutions. These Tables were customary but they also constituted an effort to create a  code of law, a document aiming to cover all the laws in a definite and consistent manner.

Roman Legal Rationalism

Weber associated “formal-rational authority” with the rise of the modern bureaucratic states in the sixteenth century, but legal historians now recognize that he understated the “formal-rational” elements of both medieval Canon Law and Roman Law. (Harold Berman and Charles Reid, “Max Weber as Legal Historian,” in The Cambridge Companion to Max Weber, ed. Stephen Turner, 2000). By the time we get to the writings of Q. Mucius Scaevola [3], who died in 82 BC, and his fellow jurists, we are dealing with attempts to systematically classify Roman civil law into four main divisions: the law of inheritance, the law of persons, the law of things, and the law of of obligations, with each of these subdivided into a variety of kinds of laws, with rational methods specified as to how to arrive at the formulation of particular rules. These techniques to create and apply Roman law in a rationally consistent and fair manner were refined and developed through the first centuries AD, culminating in what is known as Justinian’s Code, a compilation of all existing Roman law into one written body of work, commissioned by the emperor Justinian I, who ruled the Eastern side of the empire from 527 to 565 AD. Initially known as the Code of Justinian,  it consisted of i) the Digest, a collection of several centuries of legal commentary on Roman law, ii) the Code, an outline of the actual law of the empire, constitutions, pronouncements, and iii) the Institutes, a handbook of basic Roman law for students. A fourth part, the Novels, was created a few decades later to update the Code.

This legal work is now known Corpus of Civil Law, considered to be one of the most influential texts [4] in the making of Western civilization. More specifically, some see it as the foundation of the “Papal Revolution” of the years 1050-1150, which Harold Berman has identified as the most important transformation in the history of the West. The ecclesiastical scholars who made this legal revolution, by separating the Church’s corporate autonomy, its right to exercise legal authority within its own domain, and by analyzing and synthesizing all authoritative statements concerning the nature of law, the various sources of law, and the definitions and relationships between different kinds of laws, and encouraging whole new types of laws, created not only the modern legal system, but modern culture itself. This is the thesis of Berman’s book, Law and Revolution: The Formation of the Western Legal Tradition [5] (1983).

There are flaws with Berman’s great book (simply stated, he underestimated much of what was accomplished before and after 1050-1150), but he is right to emphasize not just this Papal revolution but the common Western legal heritage of the peoples of Europe neglected by the nationalist historians of the nineteenth century, and, of course, by some New Right intellectuals who prefer “pagan” law.

Here I want to criticize recent works which argue that the Roman legal system broke decisively with any notion of ethnic identity by formulating a legal system “for all of humanity.” This is not easy; there is a universalizing logic inherent to Western civilization, which becomes all the more evident in the development of Roman law, which deliberated and encoded legal principles in reference to all human beings as possessors of reason in common and as inhabitants of a multiethnic Roman community. I don’t intent to fabricate arguments about the racial self-awareness of Romans and the particularistic language of Roman law. But I will nevertheless try to show that Roman legal ideas cannot be used to make the claim that they invented a legal system for a “multicultural and a multiethnic state” — teleologically pointing towards the creation of our current immigrant state in which racial identities are abolished and a raceless humanity is created. There is vast temporal and cultural space between Rome and our current state of affairs.

This argument will come in two parts, with a second part coming later, focusing on the Stoic idea of the “world citizen.” Now I will focus on Philippe Nemo’s argument on the “Invention of Universal Law in the Multiethnic Roman State,” presented in his book, What is the West? (2006). As I said in my last essay [6], Nemo is a French [7] liberal right political philosopher. In the chapter on Rome, he contradicts his earlier assertion that Greek citizenship was “regardless of ethnicity,” as he admits that Greek city-states were “ethnically homogeneous” (p. 17). But Nemo now thinks he has a tight case to persuade us that with their contribution to law “the Romans revolutionized our understanding of man and the human person” wherein all reference to ethnicity was disregarded. His first line of argument is that, as the Romans expanded beyond Italy and created a multiethnic empire, and foreign subjects came under their sovereignty,

it became necessary to use ordinary words and formulas without reference to the religions or institutions of specific ethnic groups so that they could be understood by everyone. This, in turn, encouraged the formulation of an increasingly abstract legal vocabulary. (p. 19)

I would express the implications of this expansion across multiple ethnic lands as follows: with non-citizens inhabiting the empire, to whom the current laws for citizens did not apply, jurists developed “laws of nations” or laws that applied to all people, foreigners and non-citizens as well as citizens. In connection to this they also began to reason about the common principles by which all peoples should live by, the laws that should be “natural” to all humans (rooted in “natural law”). But this form of reasoning about law was not merely a circumstantial reaction to the problem of ruling over many different categories of people; it was a form of reasoning implicit in the process of reasoning itself. The development of an increasingly abstract vocabulary resulted from the application of reason (as opposed to customary thinking) to the development of law; abstraction is inherent to the process of reasoning and results from the process of generating definitions, classifications, and concepts, recognizing common features in particular instances and individual cases, and generating different types of laws and different terms. As Aristotle writes in his Posterior Analytics, inductive reasoning “exhibits the universal as implicit in the clearly known particular” (Book I: Ch.1).

Essentially what the Romans did was to apply Greek philosophy, particularly the Aristotelian inductive logic of moving from experience to certainty or probability by coalescing together in one’s mind the common elements in the particular cases observed. Romans jurists were trained to be very practical about their legal reasoning, and rather than debating ultimate questions about justice, they went about deciding what was the best legal course of action in light of the stated facts, and, in this vein, they classified Roman law into different kinds of law in a systematic fashion, as was evident in the treatises of Q. Mucius Scaevola.

The point I am driving at is that just because the Romans were developing legal concepts that were increasingly abstract and without reference to customs by particular groups, it does not mean they were trying to create a  multiracial state with a common system of law, or a nation dedicated to racial equality. There is clearly a connection between rationalization and universalization which engenders an abstract language that bespeaks of a common humanity. That is why Western thinkers always write in terms of “man,” “humanity,” “mankind” even if they are really thinking of themselves, be they Greeks, Romans, or Germans. Westerners created a universal language in the course of becoming the only people in this planet — as I will argue in a future essay — self-conscious of the “human” capacity to employ its rational faculties in a self-legislating manner in terms of its own precepts, rising above the particularities of time, custom, and lineage and learning how to reason about the universal questions of “life” and the “cosmos.” Europeans are the true thinkers of this planet, the only ones who freed their minds from extra-rational burdens and requirements, addressing the big questions “objectively” from the standpoint of  the “view from nowhere,” that is nobody’s in particular. But we should realize that it is the view of European man only.

Romanitas

Now, it is also the case, as Nemo points out, that with the emergence of the Hellenistic world after Alexander the Great’s conquests (323-31 BC), Greek Stoics philosophized about a common humanity (in the context of the combination of Greeks, Persians, Syrians, Egyptians, and other groups within this world) with a common nature. It is also the case that Stoicism was very influential among Romans, who produced their own Stoics, Marcus Aurelius and Seneca. Influenced by the Stoics, Roman jurists developed the idea of natural law, which, in the words of Cicero, means:

True law is right reason in agreement with nature; it is of universal application. . . . And there will not be different laws at Rome and at Athens, or different laws now and in the future, but one eternal and unchangeable law will be valid for all nations and all times, and there will be one master and ruler, that is God, over us all, for he is the author of this law . . . (cited by Nemo, p. 21).

How can one disagree with Nemo that the Romans bequeathed to us the idea that we should envision a New World order in which all the peoples of the earth are ruled by universal laws regardless of ethnicity and other particularities? Add to this the fact that with the Edict of Caracalla issued in 212 AD, all free men in the Roman Empire were given Roman citizenship. Citizenship had long been reserved for the free inhabitants of Rome, and then extended to the free inhabitants of Italy, but this edict extended citizenship to multiple ethnic groups.

Still, it would be a great mistake to envision Roman citizenship as a conscious effort on the part of ethnic Romans to recognize the common humanity of all ethnic groups. Firstly, the extension of citizenship was part of the process of Romanization [8], of acculturation and integration of conquered peoples into the empire; it was intended as a political measure to ensure the loyalty of conquered peoples, and the acquisition of citizenship came in graduated levels with promises of further rights with increased assimilation; and, right till the end, not all Roman citizens had the same rights, with Romans and Italians generally enjoying a higher status. Secondly, it is worth noticing that this process of Romanization and expansion of citizenship was effective only in the Western (Indo-European) half of the Empire, where inhabitants were White; whereas in the East, in relation to the non-Italian residents of Egypt, Mesopotamia, Judea, and Syria, it had only superficial effects.

It has been argued, to the contrary, that Roman political culture itself fell prey to “orientalizing” motifs coming from the eastern side. Bill Warwick’s book, Rome in the East (2000), shows that Roman rule in the regions of Syria, Jordan, and northern Iraq was “a story of the East more than of the West,” and states flatly that these lands were responsible for the “orientalizing” of Rome (p. 443). Thus, it would be wrong to argue that, as a result of extending citizenship to non-Romans, “a single nation and uniform culture developed [10].”

Thirdly, keep in mind that, before Caracalla’s edict of 212 AD, the vast majority of those who held Roman citizenship were from Italy; in other words, Romans only agreed to grant citizenship to non-Italians close to the last period of their empire; and historians agree that the only reason Caracalla extended citizenship was to expand the Roman tax base. In fact, it took a full-scale civil war, or, as it is known by historians, a Social War [11] or Marsic War [Lat. socii = allies], 91–88 BC, for Romans to agree to share citizenship with their Italian allies who had long fought on their side helping them create the empire. It is no accident that the roots of the word “patriot” go back to Roman antiquity, the city of Rome, expressed in such terms as patria and patrius, which indicate city, fatherland, native, or familiar place, and worship of ancestors [12]. Roman ethnic identity was strongly tied to the city of Rome for centuries, and when it did extend beyond this city, it did so almost exclusively in relation to closely related ethnic groups in Italy [13] and southern Gaul.

Therefore, it would be anachronistic to project back to the Romans a program akin to our current immigration/diversity reality, implemented with the conscious purpose of undermining European pride and identity and creating a race-mixed population. The cultural Marxists in control of our universities are simply using deceptive arguments to make Europeans think that what is happening today is part of the natural course of Western Civ. This form of intellectual manipulation of students is now rampant in academia.

In a second part [14] of this essay, I will question some of the incredibly absurd lengths to which the  Stoic ideal of a cosmopolitan citizen has been willfully misinterpreted and misapplied by our “major” scholars as a “program of education” to be implemented across the West in order for white children to overcome their racism and sexism and accept mass immigration and matriarchy.

Reprinted from: http://www.eurocanadian.ca/2014/10/was-roman-citizenship-based-on-laws-for.html [15]

 

 


 

Article printed from Counter-Currents Publishing: http://www.counter-currents.com

 

URL to article: http://www.counter-currents.com/2014/11/was-roman-citizenship-based-on-laws-for-all-of-humanity/

 

URLs in this post:

[1] Image: http://www.counter-currents.com/wp-content/uploads/2014/11/corpus-iuris-civilis.jpg

[2] Twelve Tables: http://thelatinlibrary.com/law/12tables.html

[3] Q. Mucius Scaevola: http://books.google.ca/books?id=Tk52EsGqNUgC&pg=PA312&lpg=PA312&dq=Q.+Mucius+Scaevola&source=bl&ots=CyPPloBw39&sig=KfckI1HVc6jriVX5C-O7IbPX6sE&hl=en&sa=X&ei=NFVKVLmBHsSYyATfl4CQCA&ved=0CFUQ6AEwBw#v=onepage&q=Q.%20Mucius%20Scaevola&f=false

[4] most influential texts: http://www.cambridge.org/us/academic/subjects/law/legal-history/roman-law-european-history

[5] Law and Revolution: The Formation of the Western Legal Tradition: http://www.amazon.com/gp/product/0674517768/ref=as_li_tl?ie=UTF8&camp=1789&creative=390957&creativeASIN=0674517768&linkCode=as2&tag=countecurrenp-20&linkId=2MXE7J4XLZ34ULXY

[6] my last essay: http://www.eurocanadian.ca/2014/10/acclaiming-greek-invention-of-civic.html

[7] French: http://muse.jhu.edu/journals/scs/summary/v004/4.1astell.html

[8] process of Romanization: http://en.wikipedia.org/wiki/Roman_citizenship

[9] Image: http://www.counter-currents.com/wp-content/uploads/2014/11/RomanEmpire-e1416255262305.jpg

[10] a single nation and uniform culture developed: http://anthrojournal.com/issue/october-2011/article/romanization-the-materiality-of-an-immaterial-concept

[11] Social War: http://ocw.nd.edu/classics/history-of-ancient-rome/eduCommons/classics/history-of-ancient-rome/lectures-1/marius-vs.-sulla-romes-social-wars

[12] worship of ancestors: http://www.veryshortintroductions.com/view/10.1093/actrade/9780192853882.001.0001/actrade-9780192853882-chapter-3

[13] closely related ethnic groups in Italy: http://bmcr.brynmawr.edu/2008/2008-04-25.html

[14] second part: http://www.counter-currents.com/2014/11/martha-nussbaum-premier-citizen-of-the-world/

[15] http://www.eurocanadian.ca/2014/10/was-roman-citizenship-based-on-laws-for.html: http://www.eurocanadian.ca/2014/10/was-roman-citizenship-based-on-laws-for.html

 

samedi, 15 novembre 2014

Il 27 novembre Forum Euro-Russo alla Camera

Le grandi infrastrutture eurasiatiche: il 27 novembre Forum Euro-Russo alla Camera

Le grandi infrastrutture eurasiatiche: il 27 novembre Forum Euro-Russo alla Camera

 

La situazione finanziaria degli ultimi anni ha mostrato la necessità di ripartire dall’economia reale per superare la crisi. In un contesto geopolitico globale in cui emergono nuovi poli e si accumulano tensioni internazionali, le infrastrutture continentali costituiscono un momento essenziale per la ripresa, in grado di influire sia sui processi di modernizzazione tecnologica sia sulla stabilità in politica estera. La Russia e l’Europa partecipano della continuità dello spazio continentale euro-asiatico, ricco di risorse naturali e di potenzialità di sviluppo: nonostante le difficoltà congiunturali dovute all’attuale regime di sanzioni, la costruzione di reti di collegamento e di corridoi di trasporto rappresenta un orizzonte di fondamentale importanza per entrambi gli attori coinvolti. Mai come nel caso delle infrastrutture continentali, lo sviluppo tecnologico, il rilancio dell’occupazione e gli investimenti pubblico-privato possono infatti rappresentare un volano di ripresa tanto per il commercio internazionale quanto per la costruzione di rapporti pacifici tra i Paesi dell’Unione Europea e la Federazione Russa.

 

Giovedì 27 novembre 2014 alle ore 9.00, presso la Sala delle Colonne di Palazzo Marini, Camera dei Deputati, in Via Poli 19 a Roma, si terrà il convegno Le grandi infrastrutture eurasiatiche: nuova industrializzazione e geopolitica della pace, organizzato da Istituto di Alti Studi in Geopolitica e Scienze Ausiliarie (IsAG) e Associazione “Conoscere Eurasia” con la collaborazione di Accademia Diplomatica del Ministero degli Affari Esteri della Federazione Russa e “Russia Beyond the Headlines”.

 

Per la locandina col programma completo cliccare qui.

samedi, 08 novembre 2014

Virgilio ed Enea: l’etica dell’origine che è destino

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Virgilio ed Enea: l’etica dell’origine che è destino
 
Valerio Benedetti
 
Ex: http://www.ilprimatonazionale.it

samedi, 18 octobre 2014

Les États des peuples et l'empire de la nation

Archives - 2000
 
Les États des peuples et l'empire de la nation
 
par Frédéric KISTERS
 
Armee_arcConstantinSud.jpgIl existe une confusion permanente entre le mot « nation » qui désigne une association contractuelle de personnes liées à une constitution et la notion de « peuple » qui renvoie à une identité, c’est-à-dire un fait donné, une appréhension de soi résultant de l’histoire. Le peuple est donc le produit du déterminisme — nous ne décidons pas de notre appartenance —, tandis que la nation est le résultat volontaire d’un choix — nous élisons notre citoyenneté.
 
Peuples et Nation
 
Le peuple est un produit de l’histoire dont les membres ont le sentiment de partager un passé et des valeurs communes. Pour le définir, on utilise généralement 4 critères principaux : la langue, la culture, le territoire, les relations économiques. Isolé, aucun de ces critères ne semble suffisant. Si l’on octroyait le rôle principal à la langue, il faudrait en conséquence accepter que les Français, les Suisses romans, les Québécois ainsi que les francophones de Belgique et d’Afrique forment un peuple. Pareillement, les Flamands et les Néerlandais ne se sentent-ils pas de culture différente ? Dans la culture, nous intégrons la religion qui en est un des aspects. De plus, la culture influe sur la manière de vivre la religion : les Albanais et les Arabes saoudites ont des visions très différentes de la foi musulmane. La plupart des peuples occupent un territoire plus ou moins cohérent ; il est en effet difficile de maintenir des liens sans proximité. Il faut toutefois noter quelques exceptions telles que les Juifs avant la création d’Israël ou les tribus nomade. De même, les populations immigrées maintiennent un communauté et conservent des liens étroits avec leur patrie d’origine. Enfin, l’existence d’un peuple suppose des relations économiques privilégiées entre ses membres. L’ensemble de ces traits devrait permettre d’esquisser les linéaments de l’idiosyncrasie d’un peuple ; pourtant, son image apparaît souvent floue, parce que critères utilisés pour en préciser les contours ne sont pas assez formels. En réalité, un sujet qui a une histoire ne peut se définir, puisqu’il se modifie sans cesse.
 
Quant à la nation, selon la définition de Sieyès (1), elle est une communauté légale qui possède la souveraineté. Si l’expression « la nation est une et indivisible » signifie que l’ensemble de ses membres détient la souveraineté et que chacun se soumet aux mêmes lois, elle n’implique toutefois pas nécessairement que les citoyens habitent dans un territoire circonscrit ou aient des relations économiques. Les étrangers qui n’adoptent pas la citoyenneté de leurs pays d’accueil ne sont pas des citoyens à part entière, même s’ils jouissent d’une partie des droits civiques. Une communauté de langue et de culture n’induit pas non plus une citoyenneté partagée. Enfin, la nation a conscience de son existence et puise dans son histoire les éléments symboliques qui renforcent sa cohésion, expliquent ses avatars et justifient l’intégration d’individus ou de peuples étrangers.
 
Deux conceptions du nationalisme
 
Par conséquent, le terme nationalisme possède deux acceptions contradictoires selon qu’il se réfère à l’idée de peuple ou à la notion de nation. Dans le premier cas, il fait appel au sang, au sol, aux ancêtres, au passé, c’est un nationalisme de l’héritage qui se réduit souvent à un fallacieux sentiment de supériorité sur les autres et qui, de plus, porte sur un objet de taille limitée. Par ailleurs, peu de choses distinguent le nationalisme du régionalisme qui désigne un sentiment semblable projeté sur un objet plus restreint. Dans le second cas, il transcende l’individu et l’arrache au déterminisme de son milieu. On adhère de manière volontariste à la nation pour réaliser un projet en commun, mais on appartient au peuple de ses parents. Au contraire, la nation possède une faculté d’extension illimitée, car elle peut toujours accueillir de nouveaux membres en dehors des considérations de naissance. Notons enfin que ces deux formes de nationalisme peuvent plus ou moins se recouper et se renforcer au sein d’un même État.
 
État et Empire
 
Pour accéder à la souveraineté, le(s) peuple(s) doive(nt) constituer une nation et se donner une structure : l’État qui arbitre les intérêts contradictoires des citoyens, assure leur sécurité et rationalise le devenir de la société. Dans l’histoire, nous rencontrons deux grands types d’États ; d’une part, ceux issus d’un peuple qui avait une conscience subjective de sa réalité et qui se sont dotés d’une structure objective — l’État français par ex. ; d’autre part, les nations forgées au départ de peuples épars, tel que l’Autriche-Hongrie, qui portent souvent le nom d’Empire. Dans les deux situations, il faut à l’origine une volonté agrégative qui peut être incarnée par un monarque, une institution ou un peuple fédérateur.
 
En réalité, jamais l’État-nation n’a coïncidé dès son origine avec une exacte communauté de langue et de culture. Le préalable n’est pas l’unité culturelle ; au contraire, c’est la nation qui unit le(s) peuple(s) et non l’inverse. L’État, par l’action de son administration centralisée et de son enseignement, harmonise les idiomes et les comportements sociaux. L’existence d’un territoire unifié sous une même autorité facilite aussi les déplacements et donc les mélanges de populations hétérogènes. Des affinités culturelles peuvent inciter les hommes à se regrouper au sein d’une nation, mais cette dernière entreprend à son tour l’élaboration d’une nouvelle « identité nationale ». Surtout, l’histoire n’a jamais vu une nation se former sur base d’intérêts économiques, c’est pourquoi nous pensons que l’Union européenne emprunte un mauvais chemin.
 
aquilifer_16894_lg.gifL’État-nation, dont la France est l’archétype, désire l’égalité, l’uniformité, la centralisation ; il établit une loi unique sur l’ensemble de son territoire. Il ne reconnaît pas la diversité des coutumes et tend à la suppression des différences locales. Il suppose que tous les peuples sous son empire adoptent les mêmes mœurs et s’expriment dans sa langue administrative.
 
Au contraire, l’Empire doit compter avec les différents peuples qui le compose et tolère une relative diversité législative en son sein. De même, il ne jouira pas nécessairement d’une autorité égale sur chacune de ses provinces. Certaines d’entre-elles peuvent être presque indépendantes (comme par exemple les principautés tributaires de l’Empire ottoman), tandis que d’autres sont totalement soumises au gouvernement central. Parfois, l’on vit même des peuples érigés en nations cohabiter dans le même Empire (vers sa fin, l’Empire austro-hongrois comprenaient une nation « hongroise », une nation  « allemande » et divers peuples slaves). Notons enfin que, de notre point de vue, il n’existe pas actuellement de souverain européen, mais bien des institutions européennes qui agissent avec le consentement de plusieurs nations.
 
Droit de vote ou citoyenneté
 
Par ailleurs, se pose aujourd’hui la question du droit de vote des étrangers. Nos dirigeants disputent pour savoir si nous octroierons le droit de vote aux seuls Européens, et sous quelles conditions, ou si nous l’étendrons aux ressortissants non-européens. À notre avis, le problème est mal posé. En effet, le droit de vote, réduit aux communales qui plus est, n’est jamais qu’une part de l’indivisible citoyenneté, qu’on la dissèque ainsi en créant des sous-catégories dans la société nous semble malsain, car cela nuit à l’unité de la nation en dégradant le principe d’égalité des citoyens devant la Loi. De plus, la citoyenneté implique aussi des devoirs dont le respect garantit nos droits. Dans le débat, d’aucuns proposent d’accorder la citoyenneté belge plutôt que le droit de vote. Sans hésiter, nous allons plus loin en soutenant un projet de citoyenneté européenne. Dans cette entreprise, nous nous appuyons ; d’une part, sur l’œuvre majeure (2) d’un grand penseur politique, Otto Bauer, le chef de file de l’école austro-marxiste ; d’autre part, sur un précédent historique : le concept de double citoyenneté dans l’Empire romain.
 
Otto Bauer articulait sa thèse autour du concept de « communauté de destin » grâce auquel il donna une nouvelle définition de la Nation. Selon lui, la culture et la psychologie permettent de distinguer un peuple d’un autre, mais ces caractères sont eux-mêmes déterminés par l’Histoire. Suivant ses vues, le peuple ne se définit plus par une appartenance ethnique, une communauté de langue, l’occupation d’un territoire ou en termes de liens économiques, mais bien comme un groupe d’hommes historiquement liés par le sort. Dès lors, dans cet esprit, les habitants d’une cité cosmopolite, issus d’origines diverses mais vivant ensemble, peuvent fort bien, dans certaines circonstances historiques, former une nation. Évidemment, il existe une interaction permanente entre le « caractère » et le destin d’un peuple, puisque le premier conditionne la manière de réagir aux événements extérieurs, aussi la nation est-elle en perpétuel devenir.
 
Ainsi, Bauer justifiait le maintien d’un État austro-hongrois par la communauté de destin qui liait ses peuples depuis des siècles. Une législation fédérale aurait protégé les différentes minorités et garanti l’égalité absolue des citoyens devant la Loi qu’il considérait comme la condition sine qua non de la bonne intelligence des peuples au sein de l’État.
 
Dans cette perspective, la conscience du passé partagé n’exclut pas le désir d’un avenir commun. Pour notre part, nous aspirons à une nation européenne dans laquelle fusionneraient les peuples européens.
 
Dans l’Empire romain, il existait un principe de double citoyenneté. Jusqu’à l’édit de Caracalla (212 ap. JC), la citoyenneté romaine se surimposait à l’origo, l’appartenance à son peuple. Évidemment la première conservait l’éminence sur la seconde. Néanmoins, le Romain pouvait recourir, selon les circonstances, soit au droit romain soit aux lois locales. Lorsque l’empereur Caracalla donna la citoyenneté romaine à tous les hommes libres de l’Empire, ceux-ci conservèrent néanmoins leur origo (3). Aussi pensons-nous, qu’il serait possible de créer une citoyenneté européenne qui, durant une période transitoire, coexisterait avec les citoyennetés des États membres. En effet, l’homme n’appartient qu’à un seul peuple, mais il peut élire deux nations, du moins dans la mesure où leurs lois ne se contredisent point et à la condition qu’on établît une hiérarchie entre ses deux citoyennetés et que l’on donnât la prééminence à l’européenne.
 
► Frédéric Kisters, Devenir n°15, 2000.
 
◘ Notes :
  • [1] Sur l’abbé Sieyès, cf. BREDIN (Jean-Denis), Sieyès, La clé de la révolution française, éd. de Fallois, 1988.
  • [2] BAUER (Otto), Die Nationalitätfrage und die Sozialdemokratie, Vienne, 1924, (1er éd. 1907), XXX-576 p. (Marx Studien, IV). Edition française : ID. , La question des nationalités et la social-démocratie, Paris-Montréal, 1987, 2 tomes, 594 p.
  • [3] JACQUES (François) et SCHEID (John), Rome et l’intégration de l’empire (44 av. J.C. - 260 ap. J.C.), tome 1 Les structures de l’empire romain, Paris, 2e éd. 1992 (1er : 1990), p. 209-219 et 272-289 (Nouvelle Clio. L’Histoire et ses problèmes).
 

mardi, 07 octobre 2014

Giorgio Locchi

mercredi, 10 septembre 2014

Chute de l’Europe, chute de Rome… bis repetita ?

L’Histoire présente fréquemment des situations relativement similaires à quelques siècles ou millénaires d’écart, comme si certains événements devaient fatalement se réaliser pour marquer quelques cycles et effectuer quelques retours, au point que certains passages de l’histoire semblent parfois littéralement se répéter.

Ce pourrait être le cas de l’histoire actuelle de l’Europe et de sa civilisation, apparemment en déclin, mise en parallèle avec l’effondrement de Rome (de l’empire romain et de sa civilisation), augurant du pire pour notre époque si la répétition des symptômes n’était effectivement pas fortuite. A vrai dire, les points communs sont même ici assez impressionnants de par leur quantité ainsi que par la qualité de leur ressemblance. Et ça n’est évidemment pas bon signe.

Voyons à présent ces signes, les aspects de ce syndrome crépusculaire, issus des connaissances actuelles, et ne nous gardons pas de les mettre en parallèle avec notre époque :

Des problèmes démographiques chez les autochtones, pas chez les barbares

Apparition de la tentation de l’enfant unique, guerres, épidémies, difficultés économiques… le déclin de la population romaine et italienne autochtone (se faisant surtout sentir à partir du 3ème siècle après J.C.), malgré différentes politiques de natalité importantes, serait selon certains auteurs l’une des causes principales de la chute de la civilisation romaine. La natalité chez les classes supérieures est particulièrement faible. Ce phénomène aurait eu pour effet d’augmenter sévèrement le besoin de "main d’oeuvre" étrangère, recherchée en particulier chez les "barbares" (dont on avait en fait grossit le trait à l’époque et qui n’étaient pas si barbares) Celto-Germains. A partir du IVème siècle la natalité remonterait finalement, mais le phénomène serait en grand partie dû aux allochtones présents sur le territoire. Le déclin démographique concernerait donc les "latins de souche" (avec tout ce que cette expression a d’approximatif) tandis que la démographie des barbares se maintiendrait largement, engendrant finalement le retour d’une démographie à croissance positive. Ainsi les Romains s’affaiblissent en nombre au point de ne plus pouvoir se prémunir contre les invasions, et les allochtones deviennent-ils de plus en plus présents, de par les invasions ou les échanges au sein de l’espace, au point qu’ils constituent plus 50% des états-majors vers 380.

Tout cela n’est pas sans rappeler l’époque actuelle de l’Europe, où la démographie, tout simplement catastrophique, imposerait (selon certains) d’avoir recourt à une immigration massive. Depuis que l’on en sait un peu plus sur les statistiques de la natalité en Europe, on sait que si celle-ci se maintient à peu près dans certains pays (France, Irlande) ou limite sa chute dans les autres, c’est en fait en grande partie dû aux allochtones qui "comblent le manque", un peu comme en Italie de l’époque, au point que ceux-ci deviennent de plus en plus présents.

Une crise économique majeure

Dans les derniers siècles de l’empire la crise économique se fait sans cesse plus forte. L’argent, comme les hommes, manque de plus en plus pour composer des armées, renforcer et surveiller les frontières, besoin pourtant de plus en plus vital pour se protéger d’invasions sans cesse plus fréquentes. L’argent manque aussi pour entretenir les monuments et les temples, surtout lorsque la religion perd petit à petit sa place. L’argent manque bientôt pour continuer à organiser des jeux et spectacles… Si l’empire craque de tous côtés, c’est autant démographiquement qu’économiquement, et l’on continue dans l’immédiateté de le nourrir de plus d’étrangers encore.

Curieux point commun avec notre époque, où la crise économique fait rage et où l’on ne trouve pas d’autres solutions que ces idées d’immédiateté : sacrifice total du budget de l’armée, compensation par une main d’œuvre immigrée sans cesse croissante, limitation de plus en plus drastique de l’entretien du patrimoine (en particulier dans les pays les plus touchés par la crise où beaucoup de monuments sont abandonnés) etc., tandis que les mosquées poussent comme des champignons.

Des barbares qui refusent l’intégration et imposent leur loi

En fait, cela n’est pas réel immédiatement. Au départ, lorsque la civilisation romaine est encore puissante, les "barbares", européens de souche certes différenciée par les millénaires mais indo-européenne tout de même, sont plutôt bien intégrés, en particulier chez les élites, bien que certaines continuent de jouer un double jeu en servant tantôt les intérêts du peuple d’origine et tantôt les intérêts de Rome (comme le Goth Alaric). Certains sont aussi tentés par l’ascension politique. Les "barbares" se romanisent, les puissants leur font souvent confiance. C’est lorsque les forces de l’empire s’épuiseront, par contre, que les barbares refuseront de plus en plus de "s’intégrer" (pour utiliser une terminologie actuelle) à la culture autochtone, au point de finir par la rejeter et, finalement, d’y imposer leurs propres spécificités culturelles (surtout après 410), de désirer germaniser le monde latin. Petit à petit, certains, dotés d’une armée majoritairement allochtone (mercenaires embauchés faute de soldats romains, etc.) prennent le pouvoir sur la terre dont leur était confiée la défense, et grignotent ainsi du territoire. Et pour résister aux barbares, l’empire fera appel à encore d’autres barbares, et ainsi de suite.

Cela n’est pas sans rappeler l’état actuel de l’Europe, de plus en plus affaiblie dans ses valeurs et en particulier dans sa volonté d’imposer son modèle à l’arrivant, bref, dans sa volonté de pérennité en général. Poussés par le nombre, la densité et l’importance de la différence culturelle, un nombre sans cesse croissant d’immigrés d’origine extra-européenne refuse en grande partie voire intégralement de s’intégrer à la culture autochtone, au point, finalement, de finir par la rejeter et d’imposer ses propres règles, par la multiplication des revendications que l’on sait et la simple pression de la vie communautaire. On pourra même faire le parallèle, à petite échelle (pour l’instant ?), entre les prises de territoires par les barbares au sein de l’empire romain et les nouvelles zones de non-droit en Europe (songez par exemple ne serait-ce qu’à ce quartier "Shariah controlled zone" à Londres).

Les nouveaux goûts pour la paresse et les plaisirs immédiats

Vers 400, Ammien Marcellin décrit ainsi les romains : "Le peu de maisons où le culte de l’intelligence était encore en honneur sont envahies par le goût des plaisirs, enfants de la paresse [...]. Les chanteurs ont chassé les philosophes, et les professeurs d’éloquence ont cédé la place aux maîtres en fait de voluptés. On mure les bibliothèques comme les tombeaux. L’art ne s’ingénie qu’à fabriquer des orgues hydrauliques, des lyres colossales, des flûtes, et autres instruments de musique gigantesques, pour accompagner sur la scène la pantomime des bouffons", etc.

Comment ne pas songer à l’enfouissement de notre actuelle civilisation dans la société des plaisirs et de l’immédiateté ? Dans la consommation individualiste et la jouissance ? Dans le relativisme et le refus de la réflexion réellement humaniste ? Dans le rejet de la culture classique remplacée par le gavage médiatique facile, acculturé et mondialisé ? Dans la dégradation de l’exigence de l’enseignement ? C’est sans difficulté que l’on rapproche ce signe de décadence à celui de notre époque, bien que celui de Rome ait peut être pris plus de temps pour évoluer.

L’explosion des incivismes

"L’incivisme est en train de tuer Rome", ainsi s’exprime déjà Tacite vers le 1er siècle après J.C. Le citoyen romain semble évoluer dans le mauvais sens, dégradant les bâtiments et fraudant l’état. Plus tard, la montée du rejet de la culture autochtone et l’apport d’us et coutumes jugés barbares contribueront à cette sensation d’incivisme généralisé. Une partie des barbares puis, plus tard, des chrétiens, se déclarent en détestation face aux normes et à la morale romaine classique. La citoyenneté devient accessible pour tous tandis que la sécurité fait largement défaut. Les monuments, considérés comme dépassés, ne sont plus vus comme précieux et sont bientôt pillés par les envahisseurs et dénigrés par les citoyens ou les visiteurs.

Le parallèle est vite effectué avec notre époque et son explosion soudaine de l’incivisme (en quelques décennies) corrélée (correspondance temporelle, géographique et vérification par les statistiques judiciaires) avec la montée soudaine d’une immigration massive aux meurs très différentes, ne pouvant s’assimiler, refusant partiellement de s’intégrer et dont une partie (que l’on sait) est même en détestation méprisante vis à vis de l’occident (païen comme chrétien). Autre parallèle aisé à effectuer : la facilité d’acquisition de la citoyenneté (surtout pour les extra-européens car je connais les difficultés rencontrés par un russe, par exemple, même diplômé et parlant français) et la baisse sensible de la sécurité.

Crise spirituelle et disparition de l’ancienne religion

L’ancienne religion païenne connait une crise importante qui conduira à sa disparition : d’abord faute de financements, puis par rejet de la part d’une population de plus en plus chrétienne, au point qu’après quelques temps c’est le culte païen qui nécessite un édit de tolérance pour être pratiqué. Or ce système religieux, constitué d’idoles multiples, est une partie fondamentale de la société comme de la culture de l’ancien empire romain (une morale commune, des rites partagés, parfois une histoire originelle mythique, une part de la culture et de la pensée, etc.). C’est un des socles et un des constituants de son identité, bien qu’il adoptera finalement plutôt bien le christianisme, qui grâce aux pères de l’église, utilisera pour socle le classicisme gréco-romain. Un jour, en 331, on décrète l’inventaire des biens des temples païens, puis l’interdiction de certaines parties du culte, entraînant la fermeture de certains temples, jusqu’à ce qu’un jour on mette définitivement fin à l’ancien culte et toutes les subventions et privilèges sont retirés, pour aboutir, détail intéressant, au retrait des jours "fériés" païens. Paradoxalement durant le IVème siècle, en parallèle, on continue d’adorer certains dieux et de s’offrir des cadeaux "païens" au jour de l’an, ou de pratiquer le culture des ancêtres (chez les sénateurs par exemple ou les cercles cultivés), comme une survivance identitaire, une ultime résistance qui aura quelques sursauts avant la fin du IVème siècle. L’ancien culte mettra plus de temps à disparaître dans les campagnes, où il est plus enraciné dans la terre, mais dans les villes les temples sont abandonnés ou détruits, faute de budget et d’intérêt, ou encore reconvertis pour la nouvelle religion.

De nombreux points communs avec notre époque semblent ici aussi relativement évidents. A commencer par le sort de "l’ancienne" religion officielle : par des causes et pour des raisons différentes, les mêmes fatalités s’abattent sur la religion dominante, à savoir une religion dont on retire l’aspect officiel, puis dont on fait l’inventaire des biens (ouverture aux possibilités de confiscations) comme à la révolution, dont on supprime tous les financements officiels ainsi que les privilèges. La religion passe d’officielle à tolérée. Le manque de financements et d’intérêt entraîne la destruction de plus en plus d’églises tandis que des demandes sont formulées pour en réutiliser pour la nouvelle religion, au risque de choquer. Puis monte l’intolérance, petit à petit, comme les très nombreux événements plus ou moins médiatiques en témoignent, tandis qu’une nouvelle religion (l’Islam ici) prend de plus en plus de place et se voit de mieux en mieux tolérée, à ceci près que l’Islam est très différente et ne saura réellement faire sa place sans faire table rase et sans dominer, tandis que le christianisme trouvait un terreau fertile en Europe, réutilisait les socles gréco-romains et n’était pas importée avec les hommes qui cette fois se déplacent eux aussi. On remarque au passage des symptômes plus circonscrits mais très parlants là aussi, comme la suppression des fêtes et jours fériés de l’ancien culte, bientôt remplacés par d’autres, ce qui nous fera penser à l’actualité récente et au questionnement qui revient de plus en plus fréquemment de savoir s’il faut supprimer des jours fériés (voire tous) pour des raisons de laïcité féroce ou les remplacer par d’autres (juifs et musulmans) au motif d’un certain égalitarisme un peu antichrétien sur les bords. Enfin, l’ancien culte marque une certaine forme de résistance voire de résurgence au sein d’une partie de la population, comme une sorte d’ultime résistance identitaire.

Le rejet de l’armée et du sentiment de destin commun

Avec les oppositions entre empire d’orient et empire d’occident ainsi qu’avec le brassage de soldats de toutes origines, le sentiment d’appartenir à une même communauté, d’identité et de destinée, disparaît. Le respect pour l’armée disparaît lui aussi, et son importance comme son aspect honorifique, aux yeux du pouvoir comme du peuple, s’effacent au fil des siècles et des réformes. Le budget s’étiole lui aussi. Ajoutons de plus, selon Végèce, la forte diminution de la discipline dans les rangs de l’armée, qui serait due à la majorité de barbares embauchés.

On peut faire un rapprochement avec notre époque, à ceci près que cette quasi détestation de l’armée découle ici de l’Etat et des puissances supra-étatiques (Bruxelles), au point de la faire disparaître, comme si nous n’avions plus rien à protéger (on peut tout de même rapprocher les raisons économiques de ces choix stratégiques). Là où le parallèle est plus fort, cependant, c’est en ça qu’est perdu l’honneur inhérent à l’engagement militaire ainsi que la valeur d’un destin vécu comme commun, tandis qu’un imbroglio d’origines et de cultures le fait fatalement disparaître. La disparition de la discipline à cause de l’étranger est une situation très parlante elle aussi pour notre époque : les insubordinations et autres conflits d’indiscipline au sein même de l’armée n’ont absolument jamais été si élevés que depuis qu’une grosse minorité musulmane y a élu domicile. Ces derniers sont les rois de l’incivisme et de l’indiscipline, le premier état-major venu vous le dira, sinon des chiffres existent.

Des citoyens écrasés d’impôts et qui ne désirent plus s’engager

Une économie en chute et des citoyens écrasés d’impôts et de taxes au point de ne plus vouloir s’engager dans les différents aspects de la société (armée, etc.) et de ne plus faire plus d’un enfant par couple. Cet argent sert en particulier à recruter toujours plus de barbares, en remplacement de soldats romains de qualité manquants, afin de contrer les attaques incessantes de l’extérieur.

La raison n’est pas la même (lutte contre les attaques barbares), mais la méthode et son impact rappellent notre époque : un état dépassé par les événements et qui se perd en impôts et taxes, écrasant, en particulier, le citoyen moyen et donc en majorité l’autochtone qui essaye de s’en sortir. Ces 6 dernières années en France ont d’ailleurs battu absolument tous les records en terme de création de nouvelles impositions.

Des élites qui refusent le changement, se réfugient sur leurs acquis et cherchent des niches fiscales…

Les élites de l’époque romaine, même la crise venant, s’attachent de toutes leurs forces à leurs acquis et leurs privilèges, refusant de fait la réalité et la nécessité des réformes et du changement, et tant pis pour l’avenir de la civilisation. On protège son patrimoine au point de rechercher des "niches fiscales", on continue de se distraire en jeux et spectacles, on se cache les yeux et on se bouche les oreilles par pur égoïsme, allant jusqu’à organiser des groupes de pression.

Si l’expression, dans les faits, et le contexte aidant, en est différente, le principe reste le même : les élites, déconnectées et toujours plus emplies d’un angélisme affiché, se masquent la vue, refusent la vérité de l’état du pays réel et poursuivent ainsi tête baissée, paniquées ou déterminées, que nous courrions ou non vers un mur, puisque ceux-ci auront certainement les moyens de le franchir, la civilisation dût-elle y rester. On remarquera que les élites iront jusqu’à former des groupes de pression, qui ne sont pas sans rappeler les lobbys qui travaillent jour après jour à la continuité et à la perpétuation de leur quête progressiste, relativiste et destructrice. Pendant ce temps, des citoyens s’accrochent à un passé qu’on veut leur arracher. L’immigration, elle, est perpétrée, ne serait-ce que pour les besoins électoraux d’une partie de l’élite.

Le latin s’efface au profit de nouvelles langues

De nouvelles langues, issues du socle latin, font leur apparition et remplacent petit à petit à langue latine en ne la considérant bientôt plus que comme une langue de liturgie, de papiers officiels ou d’élitisme intellectuel. Bref une langue morte mais que l’on ressortirait tout de même quelques fois comme une antiquité intéressante. Ces nouvelles langues naissantes (Français, Italien,…), bien que faisant quelque peu disparaître à l’usage le latin, restent des langues qui y puisent leurs racines, aux tréfonds de ce socle indo-européen commun aussi aux langues celtiques et germaniques.

Dans notre cas, où l’on constate l’apparition de populations de plus en plus importantes conservant leurs langues parmi leurs us et coutumes et ne parlant bientôt plus que celle-ci dans certains quartiers, le tout doublé d’une population autochtone qui parle de plus en plus mal la langue officielle, la ressemblance entre les effets est frappante. Mais les causes sont un peu différentes de l’époque romaine, pas pour le meilleur hélas, car il s’agit cette fois de langues importées qui sont différentes dans leur essence comme dans leur origine (ainsi que dans la culture qui s’y rattache et les racines de celle-ci), nuisant à ce que la continuité de l’enseignement du latin avait réussi à faire jusqu’à présent : renforcer l’identité commune européenne.

Mais la crise actuelle de l’Europe est peut-être encore plus préoccupante

Ainsi peut-on rapprocher le déclin de l’empire romain du déclin actuel de la civilisation européenne. Ce qui est déjà inquiétant en soi. Le problème, c’est qu’il s’agit là peut-être d’une situation pire encore aujourd’hui : à l’époque, il s’agissait de peuples indo-européens qui, bien qu’ayant évolué différemment durant les quelques millénaires précédents, partageaient encore un socle commun et une forte compatibilité ethnoculturelle, tandis que les peuples qui sont importés actuellement possèdent une différence non seulement très grande mais aussi fondamentale, qui touche aux racines. L’autre problème est la fulgurance de l’événement. Là où Rome a mis des siècles à péricliter, tout semble s’accélérer aujourd’hui, se dérouler littéralement à une autre échelle de temps, sensiblement plus fulgurante.

De plus, dans sa chute, Rome ne se sera en fait pas réellement perdue, pas totalement, transmise en continuité par ces peuples qui se sentaient concernés par cette culture et dont ils réutiliseront tous les socles, alors que les changements actuels, qui forcent sur la partie émergée de la culture comme sur ses fondements, possèdent quelques sournois aspects d’irréversibilité. Le changement religieux est différent lui aussi : l’apport de la chrétienté, non dénué de heurts, a été porté par les idées et a trouvé un terreau fertile en terre d’Europe. L’Islam est très différente pour deux raisons : d’abord, celle-ci est importée non seulement par les idées mais surtout par les hommes eux même, en nombre, prenant de la place et refusant par définition de changer, avec une volonté de conquête territoriale qui découle du texte, et d’autre part parce que l’Islam, en plus d’être rigide et non malléable, est en soi très différente jusque dans ses racines. Ainsi ne peut-elle exister pleinement et s’enraciner sans poser de nouvelles fondations sur les lieux de sa présence. Elle nécessite, au moins partiellement, la table rase de la religion en place. D’une manière plus générale, les cultures extra-européennes différentes jusque dans leurs fondements nécessitent fatalement de faire table rase de l’existant pour exister pleinement : d’où les notions, inévitables, de communautarisme et de zones du territoire qui sont "prises" par telle ou telle culture et n’expriment plus que celle-ci. Sans possibilité d’assimilation, à la différence des européens.

Espérons que ces symptômes de déclin, que ce syndrome crépusculaire, ne présage pas de ce dont il semble nous parler. Espérons, sinon, qu’il ne soit pas encore trop tard pour prendre le problème à bras le corps, que l’astre ne se soit pas encore totalement effacé derrière l’occident de l’horizon.

A.C.M

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jeudi, 28 août 2014

ISIL: Another Fine Mess, History Repeats Itself

 

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ISIL: Another Fine Mess, History Repeats Itself

I began my day watching the video of the beheading of an American photo journalist, James Foley, 40 years of age, decapitated in the most barbaric, depraved demonstration of cowardice I have witnessed in many years. James Foley was not captured because he was an American but this was the reason he lost his life to ISIL, another creation of Western imperialism.

Two thousand and sixty-seven years ago, in the year 53 BCE, Marcus Licinius Crassus, the wealthiest man in the history of the Roman Empire, decided to ignore the offer of the Armenian King Artavazdes II, to attack the Parthian Empire (part of modern-day Turkey, Iraq and Iran), through Armenia, offering around 40,000 troops of his own to join Crassus’ seven legions. The battle of Carrhae.

James Wright Foley, 40, was kidnapped by an armed gang in Binesh, Syria, on November 22, 2012. A freelance photo journalist, he was making his living by living on the edge, taking pictures in war zones. If he had stayed at home in the USA and not wandered around parts of Syria controlled by terrorists, he would not have been taken but he paid the ultimate price for his audacity.

Whatever the case, the ultimate price for a photo journalist, in no part of the world, can be a decapitation, which is never justified, justifiable or acceptable. In this case, what I witnessed this morning was an act of sheer cowardice, in which a defeated, powerless, unarmed and defenseless man, with his hands tied behind his back, was forced to make an address (probably in return for sparing the lives of other captors) to his family, the American Air Force, who he begged not to bomb the ISIL forces and to his country, ending by saying he wished he was not an American citizen, before having his head cut off by a psychopathic coward hiding behind a mask, wielding a knife in his left hand, and addressing the audience in an accent from southern England (the type of accent one hears, I am told, in the London suburbs of Brixton or Balham).

crassus_image.jpgCrassus (which in Latin means solid, or dense) knew better. He decided to attack the Parthians across the River Euphrates, going head-on into territory which the Parthians knew very well and dominated with their cataphracts, heavily armed horses controlled by skillful horsemen. The tanks of their time. Crassus had seven legions (42,000 infantrymen, divided into 70 cohorts of 600 men, or 420 centuries, each commanded by a centurion), backed up by 4,000 auxiliaries (light infantry) and around 4,000 cavalry. The Parthians were vastly inferior in number, having some 1,000 cataphracts, 9,000 light cavalry archers and around 1,000 supply camels, strategically placed on both flanks and in the center, ably placed by the Spahbod (Field Marshal) Surena, who had an inexhaustible supply of arrows.

Nowhere in any text from the mainstream religions, and this includes the Quran, is the beheading of a photo journalist justified or justifiable. The radical form of Islam which ISIL follows is a blasphemy, an insult to all Moslems the world over and its foot soldiers are nothing more or less than a gang of demented psychopaths, cowards who are happy beheading defenseless and bound captors, raping women and burying children alive.

That said, ISIL (the Islamic State of Iraq and the Levant), or Islamic State (ad-Dawlat al-Islamiyyah) is the result of Western policy.

If the West in general and the United States of America in particular had not created extremists in the Pakistani Madrassah (religious schools), to whip up dissent among the Pashtun in Afghanistan, creating the religious fighters (Mujaheddin) to use against the Soviet-backed progressive Socialist governments in Kabul, which were addressing human rights, women’s rights and children’s rights, creating a socially progressive and inclusive State, there would be no Taliban today.

Marcus Licinius Crassus had been warned not to attack the Parthians in an open and desert terrain with the Roman legion disposed as it was, each one with 6,000 troops divided into 10 cohorts of six hundred men, and these into six centuries of 100 men, the front line being replaced regularly by the second line, the shield in the left hand defending the man on the left and attacking with the sword wielded in the right hand, while ballista (missiles) were fired from behind the lines and the cavalry were placed on the flanks. The Parthians charged their cataphracts and light cavalry against the Roman lines, firing hails of arrows both high and low, then  retreating rapidly as the Romans pursued, firing the “Parthian shot” over their shoulder, as they withdrew, killing more unsuspecting Romans as they attacked without their shields in position.

If the West in general and the United States of America and United Kingdom in particular had not destabilized Iraq, removing the Sunni-based Government of Saddam Hussein, the country would not have imploded into what we see today, remembering the backbone of ISIL is some of the Ba’athist Sunni forces who supported Saddam Hussein.

If the West in general and the FUKUS Axis (France-UK-US) in particular had not destabilized Libya, removing the Jamahiriya Government of Muammar al-Qathafi, the country would not be living the nightmare it is living today, with rival gangs attacking each other, city fighting against city and a mosaic of fragmentation. This, in a country which enjoyed the highest Human Development Index in Africa. For the USA, NATO and the FUKUS Axis, this matters not.

Marcus Licinius Crassus pressed ahead. After all, he was the wealthiest man in Rome, and in Roman history, possibly in the world judging by today’s standards, he was 62 years old and thought he could do no wrong. After all, he had defeated Spartacus, and was Patron to none other than Caius Julius Caesar. The result was the almost total annihilation of Crassus’ seven legions, with just a few hundred Parthians killed.

And let us not forget that the policy of the West has been to foment terrorist acts and use terrorism as a means of toppling Governments in Iraq, in Libya, and the failed attempt to do so in Syria, just as in the imperialist past the policy was to identify the second most important power group in a country (the main force outside Government), elevate it to a position of power and then use it as a means to implement imperialist policies (because without outside aid, that group would never have been understood to be the point of equilibrium in that society).

There is a reason why Governments are in power and that is because under the leader, there are groups which keep him/her there, as the point of equilibrium. In Iraq’s case, it was the Sunni Moslem group, represented today by ISIL. Saddam Hussein had understood that, two hundred thousand million dollars, and up to a million lives, ago. The West, in its habitual yearning for intrusion and meddling, chose whom? The Shia, the second most important power group outside the Government.

So we can conclude that ISIL is a monster created by Western intrusion. Saddam Hussein did not have Weapons of Mass Destruction, as he himself said. The one telling the truth was President Hussein and the one lying through his teeth was President Bush. Everyone knew so at the time, and the USA and UK were warned. Many times, by Russia, by journalists the world over, by myself. They pressed ahead… and why should people let up now?

Marcus Licinius Crassus lost the battle, lost his life, lost his son Publius Licinius Crassus and once and for all saw Rome’s Eastern frontier fixed on the western border of an area the Romans neither knew nor understood. Carrhae was a game changer.

As usual, another fine mess those who control foreign policy in Washington and London have created, in their utter wisdom. The way forward is not to gloat over deaths of one side or another – the loss of any human (or animal) life is a tragedy, no mother likes to lose her son, nobody likes to lose a brother, or a father, or a spouse. Tears cast at funerals taste of salt and here we are speaking of the death of James Foley, murdered by a coward with a knife, the death of Iraqi civilians murdered by a coward in the sky dropping bombs from 30,000 feet, the death of Syrian civilians murdered by Western-backed terrorists, the death of Libyan women and children murdered with their breasts sliced off in the street, being impaled with iron rods or gang-raped to death…by formerly Western-backed terrorists. The death of some 100-500 Parthian horsemen and around 40,000 Roman legionaries. They cried back then too.

The common denominator in all this is a four-letter word, West, its policy implemented in most cases by another four-letter acronym, NATO.  The four-letter word, Rome, dominated classical history for almost one thousand years.

Finally, how to reconstruct a State which has been clinically destabilized to the point whereby its society has been reduced to rubble? The answer is the further Western fingers are kept away, the better, expect perhaps to finance the mess they have made and allow the members of the societies it destroys to run their own affairs. While NATO countries spend trillions of dollars every decade in their futile and criminal, murderous acts of intervention, there are children in this world without access to safe water or secondary education. The Romans at least tried to civilize the territories they conquered and respected the local authorities, by and large.

James Foley died because he was wandering around a war zone crawling with terrorists backed by the West and because his country failed him by creating the monsters who took his life in such a barbaric manner. The dignity with which he faced his own death, knowing what was about to happen to him and the strength in his voice as he delivered his last words are perhaps the confirmation that he did so having bargained for the lives of other captives and this is something for his family and loved ones to remember in their moment of grief. Whether or not his captors kept their word is another question.

Marcus Licinius died because he made a crass mistake.

Reprinted from Pravda.ru.

jeudi, 12 juin 2014

Qu’est-ce que l’Imperium ?

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Qu’est-ce que l’Imperium?

par Charles Mallet

Ex: http://lheurasie.hautetfort.com

 
Cela fait déjà quelques années que les milieux nationalistes et eurasiens, notamment au sein de la « Nouvelle Droite », se réapproprient la notion d’imperium comme moyen de la restauration/fondation et de la pérennité de l’Europe-Nation ou Europe-Puissance. Cette notion est souvent confondue avec celle d’ « Empire », pour la simple et bonne raison qu’elle en est étymologiquement la racine. Cependant, il conviendrait de clarifier ce qu’est l’imperium, afin d’en appréhender toutes les potentialités, qui dépassent la simple perspective d’un « empire » au sens commun du terme (c’est-à-dire au sens d’une structure politique supranationale).
 
Origine
 
La notion d’imperium prend corps dans l’Antiquité romaine, plus précisément à l’époque républicaine (schématiquement comprise entre 509 et 31 av. J.-C.). Etymologiquement, il vient d’« ordonner », « préparer pour ». Il s’agit d’un pouvoir souverain délégué aux consuls, préteurs et à certains gouverneurs de province, par les dieux dont la volonté était censée se manifester au travers du peuple dans le vote des assemblées (élisant les magistrats). L’imperium est donc un pouvoir souverain (c’est-à-dire ne reconnaissant pas de supérieur temporel) d’ordonner et de juger, symbolisé par les faisceaux (haches entourées de verges portées par les licteurs).
 
Le titulaire d’un imperium pouvait être désigné sous le terme d’imperator (chef militaire victorieux –souvent consul-, ayant droit à ce titre à un triomphe à Rome). Sous la République, l’imperium était néanmoins un pouvoir limité dans le temps et dans l’espace. De plus, il subissait la concurrence d’autres pouvoirs comme la puissance tribunicienne (tribunitia potestas rendant sacrosainte la personne des tribuns chargés de représenter et de défendre la Plèbe de Rome). Les guerres civiles de la fin de la République (de 88 à 31 av. J.-C.), voyant différents imperatores se disputer l’exclusivité de l’imperium (Marius, Sylla, César, Pompée, Octave-Auguste, Antoine)débouchent finalement sur l’avènement de l’Etat Impérial (à partir du règne d’Auguste de 27 av. J.-C. à 14 de notre ère) dans lequel tous les pouvoirs sont accolés à un imperium permanent entre les mains d’un seul homme : le césar auguste imperator. Imperator devient un surnom, un nom puis un prénom des empereurs, uniques détenteurs de l’imperium.
 
A ce stade, un certain nombre d’erreurs ne doivent plus être commises : L’imperium n’est pas l’ « Empire ». Si « Imperium » a bien donné « Empire », les romains n’ont pas eu de mots pour décrire précisément le système impérial en tant que système de gouvernement en soi, ou comme territoire. Rome et son Empire sont restés malgré la fin du système républicain la Res Publica. L’imperium est donc un type de pouvoir, et non un système politique ou un territoire, du moins à l’origine. De même, « imperator » ne désigne la fonction d’empereur que tardivement, l’imperator étant avant tout un chef de guerre victorieux.
 
L’empire romain : un imperium euro-méditerranéen permanent
 
imp1.jpgA ce titre, ce concept est à l’image de la culture politique et de la pratique du pouvoir des Empereurs Romains : souple, pragmatique, concrète. Il en va de même de la nature du pouvoir impérial, difficile à appréhender et à définir, puisque construit par empirisme (sa nature monarchique n’est cependant pas contestable). En plus de quatre siècles, le pouvoir impérial a su s’adapter aux situations les plus périlleuses (telle la « crise » du IIIe siècle). Rien de commun en effet entre le principat augustéen, système dans lequel l’empereur est le princeps, le prince, primus inter pares, c’est-à-dire premier entre ses pairs de l’aristocratie sénatoriale ; la tétrarchie de Dioclétien (284-305), partage du pouvoir entre quatre empereurs hiérarchisés et l’empire chrétien de Constantin (306-337), dans lesquels l’empereur est le dominus, le maître.

Le système impérial s’accompagne d’une idéologie confortant la souveraineté suprême de l’Empereur. L’empereur est sacrosaint (il a accaparé la puissance tribunitienne). Il doit assurer la paix (la fameuse pax romana inaugurée par Auguste), assurer le retour à l’âge d’or, il bénéficie de la protection des dieux (ou de Dieu, dont il est le comes, le comte –ou compagnon- sur terre, à partir de Constantin) et d’un charisme divin (c’est là tout le sens du titre d’Augustus). Il doit posséder les vertus de justice, de clémence, de piété, de dévouement à l’Etat. Au-delà de cela, il doit corréler respect des traditions et nécessité de fédérer un empire constitué d’une myriade de cités au passé prestigieux et attachées à leur indépendance. En cela, les empereurs romains n’ont point failli, comme le souligne Lucien Jerphagnon dans sa biographie d’Augustin : « Sur 3 300 000 km2 autour de la Méditerranée […] soixante à soixante-dix millions de gens s’affairent ou se laissent vivre, tous différents, avec leurs langues régionales, leurs dieux bien à eux. S’ils avaient plus ou moins renâclé à passer sous domination romaine, ils se trouvaient dans l’ensemble plutôt bien de la Pax Romana. Bref s’était instauré un universalisme qui n’effaçait rien des identités locales. Depuis Caracalla (212), […] on était citoyen romain tout en restant Africain, Syrien… ».
 
Si la nature de la fonction impériale a évoluée, son fondement est resté inchangé : un pouvoir souverain, transcendant, à la fois civil, militaire et religieux, soutenu par un charisme divin, un pouvoir surhumain, nivelant par le haut, ayant pour horizon la pax aeterna, écartant les prétentions des forces centrifuges, donnant une orientation commune à toutes les composantes d’une même koiné (communauté culturelle et politique), tout en préservant leurs identités profondes.
 
Pérennité du concept
 
La notion d’imperium recèle donc des potentialités multiples, et représente un projet valable pour la France et l’Europe que nous appelons de nos vœux. Elle n’est pas, contrairement à ce que l’on pourrait penser, un pur objet historique limité à l’histoire romaine, et dont le champ d’action concret s’arrêterait en 476 avec la chute de l’Empire d’Occident. En effet, la notion de souveraineté héritée de l’imperium a survécu en Europe sous une infinité de forme : Byzance, survivance de l’Empire d’Orient, de culture chrétienne orthodoxe et gréco-romaine, dont l’Empire russe s’est toujours vécu comme un héritier (« tsar » est un titre dérivé de celui de « césar ») ; Le Saint-Empire, chrétien catholique, germanique, issu de l’Empire Carolingien dont la vision était de faire renaître l’Empire Romain d’Occident, témoigne de la prégnance de l’idée d’Empire, y compris chez les barbares installés sur son territoire dans les dernières années de l’empire d’Occident. Charlemagne (Carolus Magnus) ne s’était-il pas fait couronné par le pape dans la ville même de Rome selon le rituel d’intronisation des empereurs (ou du souvenir qu’il en restait), n’a-t-il pas repris la symbolique impériale, en sommeil depuis la chute de l’Empire (orbe impériale, sceptre, couronne –issu du diadème impérial des empereurs tardifs, lui-même repris des rois helléniques-) ? Enfin, les royaumes « barbares », en premier lieu le royaume franc, ont eux aussi recueilli l’héritage de l’imperium romain et de la culture classique à travers l’Eglise. Les mérovingiens (ainsi que les ostrogoths, les wisigoths ou les burgondes), fascinés par le prestige impérial, ont tenté d’imiter le faste des empereurs (imitatio imperii). C’est cependant la monarchie française issue de l’éclatement de l’empire carolingien (Capétiens, Valois, Bourbons) qui sera –à notre sens- parmi les nations européennes la plus belle héritière de la tradition politique romaine. Les rois de France, notamment à partir des derniers capétiens (deuxième moitié du XIIIe siècle), nourris de la redécouverte du droit romain, vont affirmer le principe de souveraineté contre les puissances cherchant à la subjuguer ou à la faire éclater. Le pouvoir royal français comprend de nombreuses similitudes et d’emprunts à l’imperium romain : son côté surnaturel, total –ou plutôt absolu-, divin, la coexistence d’aspects civils, militaires, et religieux, certaines des regalia (l’orbe, la couronne…).
 
imp2.jpgAinsi, à l’éclatement politique de l’Europe au Moyen Âge et à l’époque Moderne a correspondu un éclatement du pouvoir souverain, de l’imperium. L’idée d’un pouvoir souverain fédérateur n’en n’a pas pour autant été altérée. Il en va de même de l’idée d’une Europe unie, portée par l’Eglise, porteuse première de l’héritage romain. Le regain d’intérêt que connait la notion d’imperium n’est donc pas le fruit d’une passion romantique pour l’antiquité européenne, mais la preuve qu’en rupture avec la conception moderne positiviste de l’histoire, nous regardons les formes d’organisations politiques passées comme autant d’héritages vivants et qu’il nous appartient de nous les réapproprier (les derniers empires héritiers indirects de la vision impériale issue de Rome ont respectivement disparu en 1917 –Empire Russe- et 1918 –Empire Austro-Hongrois et Empire Allemand-). Si ce court panorama historique ne peut prétendre rendre compte de la complexité du phénomène, de sa profondeur, et des nuances nombreuses que comporte l’histoire de l’idée d’imperium ou même de l’idée d’Empire, nous espérons avant tout avoir pu clarifier son origine et son sens afin d’en tirer pour la réflexion le meilleur usage possible. L’imperium est une forme du pouvoir politique souple et forte à la fois, capable de redonner du sens à l’idée de souveraineté, et d’articuler autorité politique continentale et impériale de l’Eurasisme avec les aspirations à la conservation des autonomies et des identités nationales portées par le Nationalisme ou même le Monarchisme. A l’heure où le démocratisme, les droits de l’homme, et le libéralisme entrent dans leur phase de déclin, il nous revient d’opposer une alternative cohérente et fédératrice et à opposer l’imperium au mondialisme.
 
Charles Mallet 

mardi, 29 avril 2014

Sangria

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jeudi, 19 décembre 2013

Voci contro vento

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dimanche, 24 novembre 2013

Eros Rivoluzione

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dimanche, 13 octobre 2013

Siria: chi vuole questa guerra?

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mardi, 02 juillet 2013

Rome, ville éternelle...

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Rome, ville éternelle...

La Nouvelle Revue d'Histoire est en kiosque (n° 67, juillet - août 2013). Avec la mort de Dominique Venner, c'est Philippe Conrad qui reprend le flambeau et assure la direction de la revue.

Le numéro s'ouvre, bien évidemment, par l'hommage que rendent à Dominique Venner de nombreux écrivains, historiens et journalistes.

Le dossier central est consacré à Rome. On peut y lire, notamment,  des articles de Philippe Conrad ("Aux origines de l'Urbs, de la légende à l'histoire"), de Jean-Louis Voisin ("L'héritage de Rome"), de Dominique Venner ("Comment l'Empire est devenu chrétien"), de Bernard Fontaine ("La papauté romaine au Moyen Âge"), de Jean-Joël Brégeon ("La Rome de la Renaissance", "1527 : le sac de Rome"), de Martin Benoist ("La papauté face au défi de l'unité italienne"), de Michel Ostenc ("La Rome de Mussolini") et de Philippe d'Hugues ("De Rome à Cinecitta") ainsi que des entretiens avec Yann Le Bohec ("Le miracle romain") et Jean Delumeau ("La seconde gloire de Rome").

Hors dossier, on pourra lire, en particulier, un entretien avec la sinologue Anne Cheng ("La Chine d'hier et d'aujourd'hui") ainsi que des articles de Dominique Venner ("De la gauche au capitalisme absolu"), de Jean-Jacques Langendorf ("Jomini l'incompris") ou de Francis Bergeron ("Henri Béraud, l'épuré qui n'avait pas collaboré ") et la chronique de Péroncel-Hugoz.

 

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mardi, 11 juin 2013

L'architettura razionalista

vendredi, 12 avril 2013

Missione imperiale di Roma

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mercredi, 10 avril 2013

Esiste un altro Sudafrica...