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mercredi, 25 décembre 2019

In Memoriam. Guillaume Faye y Stefano Delle Chiae

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In Memoriam. Guillaume Faye y Stefano Delle Chiae

Telmo Alvar de Navas
Ex: http://www.posmodernia.com

Los finales de año se prestan a la memoria.

San Agustín indicaba a la memoria, junto el entendimiento y la voluntad, como una de las potencias del alma que configuran al hombre como tal. La memoria entendida como una dimensión fundamental de quién es el ser humano, de cómo es el ser humano, de lo que construye su humanidad.

Hacer memoria en un mundo que se empeña en el presentismo, que le quiere arrancar raíces, que desea al hombre ausente de sí mismo y centrado exclusivamente en el fuera de si –en el consumo, en el mercado, en la unidimensionalidad de la comodidad-, hacer memoria en este tiempo de ruinas de humanidad, es un acto profundamente resistente y subversivo.

Hacer memoria construye, desarrolla, confronta, humaniza, diviniza. Hacer memoria como herramienta que nos acompaña a crecer, que nos ayuda a pensar quién somos, que nos recuerda dónde estamos, dónde queremos estar. Hacer memoria también como homenaje, como reconocimiento de quienes han caminado antes que nosotros.

Nos construye como hombres la doble dimensión de la acción. Las potencias que ponemos en marcha en la acción diaria y cotidiana, poniendo en ejercicio las dimensiones propias constitutivas del ser humano, y lo recibido de otros. La tradición –lo recibido- como fuego de la acción. La renovación y adaptación de lo recibido, sin romper con lo esencial, como claves que construyen lo humano.

He ahí la dificultad de la Revolución. La que rompe con todo lo heredado, la que se construye diabólicamente contra lo humano dado. La revolución como contraria a la humanidad incapaz de entender cómo es el ser humano, incapaz de entender la paradoja humana de ser creatura. Lo dado y lo recibido, junto a lo construido y renovado. Construir y renovar desde las potencias que nos son dadas.

No es el hombre jamás algo que pueda reinventarse desde cero. No es la sociedad algo que se pueda rediseñar al margen de lo recibido. Esa es la terrible revolución de la modernidad que en la posmodernidad toca revertir en lo posible o quizás recomprender qué significa la Revolución en la Posmodernidad desde lo mejor de la Tradición.

Reflexiones como esas nacen en estos días del año, cuando por puro azar he conocido que en este 2019, se han producido dos fallecimientos que me habían pasado inadvertidos.

El 7 de marzo fallecía Guilleaume Faye, y el 10 de septiembre, Stefano Delle Chiae, ambos tras larga y penosa enfermedad.

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Guilleaume Faye

Junto a Pierre Vial, Dominique Venner y a Alain de Benoist, Guilleaume Faye (Angulema 1949-Paris 2019) era el cuarto componente de estos jinetes franceses que mejor han encarnado la Nueva Derecha Francesa. Grupo del que solo quedan Vial y Benoist tras el suicidio de Venner en 2016 en Notre Dame de Paris con una carga profundamente profética que intentaba sacudir las conciencias europeas ante la debacle que nuestra cultura y sociedades de occidente sufren bajo las amenazas a Europa.

Si Venner era el historiador, Benoist el filósofo y Vial el político, Faye podemos decir que era el agitador.

                  Formado en el prestigioso Instituto de Estudios Políticos de París en Geografía, Historia y Ciencias Políticas, durante sus años de estudiante fue uno de los creadores del Círculo Pareto, agrupación estudiantil independiente que sería seducida por el GRECE para colaborar con ellos, al que se incorpora oficialmente en 1973.

                  Sus años de formación coinciden pues con el burgués y marxistizado Mayo del 68, pero es evidente que sus planteamientos van en otras claves que las masas izquierdistas. Contemplando la amenaza soviética a la par que la amenaza del liberalismo, tocando a su fin esas dos décadas de gobierno de De Gaulle, aquellos hombres que conocen a Gramsci apuestan por la batalla cultural como imprescindible para la batalla política, un gramscismo de derechas que prepare el terreno que habría de venir.

                  gf-stp.jpgDentro del GRECE (Groupement de recherche et d’études pour la civilisation européenne – Grupo de Investigación y Estudios para la civilización europea), se dedicó a estudiar con detenimiento la filosofía política -Machiavelo, Hobbes, Hegel, Pareto, Carl Schmitt, Oswald Spengler, Ernst Jünger, Moeller van den Bruck, Heidegger, Arnold Gehlen, Konrad Lorenz, etc.-. También desarrollaría un gran interés por las teorías geopolíticas europeistas de Jean Thiriart. Dueño de un estilo original y de una inteligencia muy lúcida, Faye ocupó un puesto importante en el GRECE y se convirtió en un referente de la Nouvelle Droite. Desde las páginas de Nouvelle École y Eléments puso su pluma al servicio del polo antimodernista del movimiento: por ello sus textos del período se destacan por su duro repudio a las ideas centrales de la Ilustración (y a sus herederos que buscan promoverlas), por su feroz crítica al materialismo y al consumismo burgués, y por sus despiadados ataques contra la tecnocracia. Alain de Benoist, entusiasmado con su ímpetu militante e impresionado con su rigor intelectual, le encomendó en 1974 la dirección de la revista Études et Recherches, la más académica de las publicaciones de la organización.

                  Hacia finales de la década de los 70 se agudiza su crítica al capitalismo liberal, denunciando el sionismo y el imperalismo norteamericano que identifica como motores de ese capitalismo deshumanizador y antieuropeo. También por aquella época se adhiere a un cierto racialismo con las tesis del etno-diferencialismo, teorizando sobre la necesidad de crear una alianza estratégica entre Europa y los países del Tercer Mundo –especialmente los del Mundo Árabe–, para así frenar la decadencia de Occidente.

                  Durante la década de 1980, Faye empezó a abandonar sus posiciones cercanas a Thiriart, para acercarse al pensamiento de Giorgio Locchi, quien también era un ferviente antinorteamericano, pero cuyo discurso se inscribía desde otra posición ideológica. Ello le permitió reformular sus ideas europeístas, revalorizando su concepción acerca de la importancia de la herencia indoeuropea en la formación de la identidad continental. A raíz de ello, tutorado por Jean Haudry y Jean Mabire, comenzó a estudiar el paganismo, y, junto a Pierre Vial y Maurice Rollet, se dedicó a organizar eventos orientados a difundir los rituales paganos en Francia. En compañía de Robert Steuckers y Pierre Freson redactó en 1985 el Petit Lexique du Partisan Européen, un breviario que resume de modo elegante su nuevo ideario político. Una interesantísima clave de su pensamiento en ese momento es la tesis señala en su obra que el igualitarismo de la centroizquierda se combina con el utilitarismo de la centroderecha para atomizar a los individuos, con el propósito ulterior de reconstruir los vínculos sociales siguiendo el ideal de una matriz identitaria cosmopolita y multiculturalista, que ubique al consumo como propósito único de la vida cotidiana.  Pareciera que el tiempo le ha dado la razón.

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A principios de 1987 finalmente dejaría de participar en el GRECE, debido a que el movimiento, por iniciativa de Alain de Benoist, había virado hacia las posiciones nacional-comunitaristas de Thiriart que él había sostenido en la década anterior y con las que ahora ya no se identificaba. Los tres siguientes años lo conectan con los movimientos próximos a la asociación EUROPA, asociación que terminaría -ya sin Faye entre sus filas- evolucionando hacia lo que más tarde sería Synergies Européennes. En 1990 se aleja del mundo de la política directa, pero sin abandonar nunca una determinada concepción del mundo.

                  Gracias a su amistad con Pierre Bellanger, Faye se convirtió en locutor de Skyrock, una radio parisina orientada al público joven. Usando el seudónimo de «Skyman», y acompañado primero por Jacques Essebag y después por Bruno Roblès, Faye animó el programa matinal Les Zigotos, ganándose a la audiencia con su fino humor y su vasta cultura puesta al servicio de bromas telefónicas y críticas a la farándula. Fue tan importante su figura para la estación, que las autoridades de la misma le permitieron hacer junto a Olivier Carré el programa Avant-Guerre, en el que filtraba ideas identitarias y difundía a artistas de la órbita del Rock Identitaire Français.

                  gf-colooriginal.jpgEn 1997 Faye reingresa al campo político, reincorporándose al GRECE y uniéndose a Terre et Peuple. Al año siguiente publicará L’Archéofuturisme a través de la editorial L’Ancre, propiedad de Gilles Soulas. El texto denuncia el penoso estado presente de la sociedad europea, y propone aliar el espíritu del futurismo con la tradición ancestral indoeuropea, empleando a la tecnociencia para ultrapasar a la Modernidad en lugar de para consumarla. La obra, además, ataca a la estrategia metapolítica de la Nouvelle Droite, reprochándole el no haberse involucrado más activamente en la lucha electoral, lo que sólo habría perjudicado al pueblo francés. Alain de Benoist recibió con poca simpatía al libro. El discurso racialista y evidentemente en contra de la islamización de Europa de Faye quedó más prístinamente plasmado en La colonisation de l’Europe, publicado en 2000 también por la editorial L’Ancre. El libro señala que el choque de civilizaciones no puede ser resuelto con la integración o la asimilación, sino que la única salida que garantice la persistencia de la raza blanca es la Reconquista, que no sería más que una nueva guerra étnica. La publicación del libro le costó a Faye y a Soulas una onerosa multa, acusados de actuar con la intención de producir literatura que incite a la discriminación y al odio racial. Además, debido a ello, Alain de Benoist expulsó a Faye del GRECE, y acusó al escritor de haber producido una obra delirante y peligrosa.

                  Fuera del GRECE, Faye continuó con sus actividades a través de Terre et Peuple (a la cual terminaría abandonando en 2008), y asesorando en cuestiones programáticas a los movimientos belgas Nation y Vlaams Blok, así como en un activismo que pretendía dotar al movimiento identitario europeo de unas sólidas bases doctrinales y de directivas generales para la acción, fruto de lo cual fueron sus obras Pourquoi nous combattons: manifeste de la résistance européenne (2001) y Avant-Guerre: chronique d’un cataclysme annoncé (2002). En ambos textos denuncia que Europa está atrapada en una espiral descendente hacia su desaparición, y que una guerra étnica es inminente. Si bien el enemigo que Faye señala es la alianza entre el neoconservadurismo norteamericano y la oligarquía petrolera de los países árabes (que entre ambos han producido al terrorismo islámico para beneficiarse de sus acciones), allí también subraya que la entidad sionista de Oriente Medio, que es socia de los enemigos de Europa, va camino a su extinción por no contribuir con la resistencia. En esos textos Faye destaca además la necesidad de acabar con el etnomasoquismo y suplantar al tibio etnopluralismo por un orgulloso etnocentrismo, creando así una entidad geopolítica que una a las Azores con Kamchatka, la cual debería denominarse «Eurosiberia» según su opinión. Europa es clave y central y casi que superior a las propias concepciones nacionales en ese planteamiento.

                gf-convergence.jpg  En 2004 se editan los libros La convergence des catastrophes y Le coup d’état mondial. El primero, que circuló firmado con el seudónimo «Guillaume Corvus», no es más que un resumen del pensamiento de Faye en el que –adaptando las teorías del matemático René Thom a la sociología– alerta que el sistema europeo está en peligro de colapsar debido a que las catástrofes sociales, económicas, demográficas, ecológicas e institucionales pueden confluir en un mismo momento y destruir lo que queda en pie del orden civilizatorio occidental. El otro libro, en cambio, es un análisis sobre el imperialismo estadounidense, al cual repudia, pero destacando que en Norteamérica existe el potencial para contribuir al freno del genocidio blanco (por ello amplía su idea de la Eurosiberia para incluir a los países americanos en una entidad que denominará «Septentrión»). Gracias a estas ideas su pensamiento fue bien acogido por el paleoconservadurismo norteamericano, lo que le permitiría después ser citado como uno de los inspiradores del movimiento Alt Right, gracias a Jared Taylor de American Renaissance.

                  De esa época es también una polémica en torno al sionismo y a la cuestión judía, que le valió el ser considerado por un sector del identitarismo europeo como un agente provocador de Israel en Francia, pues Faye aseguraba que la influencia de los judíos en Occidente ha entrado en declive, citando algunos ejemplos de hebreos que se oponen a la invasión inmigratoria en Europa, y proponiendo una alianza estratégica entre Israel y los identitarios para asegurar la supervivencia de ambos.

                  En el año 2015 publicó el libro Comprendre l’Islam. Allí sostiene que los islamistas avanzan sobre Europa debido a que ellos han adoptado una estrategia arqueofuturista, combinando su herencia ancestral con las nuevas tecnologías de la comunicación y la información para imponerse ante una Europa anestesiada por su defensa suicida de la doctrina de los derechos humanos.

Su última obra, publicada postmorten este mismo 2019, Guerra Civil Racial, puede considerarse casi que un testamento político, pues Faye conocía su estado de salud.

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Stefano Delle Chiaie

                  Si la lucha de Faye fue eminentemente intelectual en el ámbito de la metapolítica y la reflexión, el otro óbito que en este In Memoriam queremos recordar, el de Stefano Delle Chiaie (Caserta, 1936-Roma 2019) nos lleva ante un activista político del extra parlamentarismo, de los duros italianos años de Plomo, con la violencia y la lucha política de las calles en primera línea de la lucha contra el comunismo, clave que le llevó también a América Latina.

                  Un simple paseo por internet nos da algunas claves con las que orientarnos ante Delle Chiaie: Fantasma negro, terrorista neofascista, agente internacional, Borguese, Franco, Pinochet, Banzer, la CIA, la Red GLADIO…

                 stefanodellechiaieaquila.jpg Lo cierto es que Delle Chiaie es un personaje central en la acción política patriótica de la Italia de los años 60 y 70, y de las relaciones internacionales de los movimientos nacionalistas de occidente de los 80 y los 90 hasta su regreso a Italia a finales de la centuria para reincorporarse a la política italiana, exonerado de los supuestos crímenes en los que se le incriminaba, como las matanzas de Piazza Fontana de 1969 en Milán, donde murieron 17 personas, o la masacre de Bolonia de 1980, con 85 fallecidos.

                  Comenzó su andadura política en el Movimiento Social Italiano (MSI) de la posguerra mundial, del que se separó para incorporarse al Ordine Nuovo de Pino Rauti al comenzar el MSI su política de entendimiento con la Democracia Cristiana a impulsó del secretario general Arturo Michelini. Tiempo después Delle Chiaie dejaría también Ordine Nuovo para promover el movimiento político Avanguardia Nazionale, con un marcado componente revolucionario y de acción directa que superase posiciones conservadoras y reaccionarias. Avanguardia Nazionale se convirtió así en el capitalizador de todo el movimiento extraparlamentario patriótico italiano hasta su disolución oficial a mediados de la década de 1960, aunque de hecho continuó operando de modo semi-clandestino.

                  Son los años de plomo, de conflictos callejeros con los movimientos terroristas comunistas que buscan un proceso de transformación comunista en Italia. Años de violencia y guerrilla urbana donde AN es protagonista y partidaria de la acción directa y de la respuesta de la tensión: buscar que la fractura social sea de tal magnitud, que obligue a un pronunciamiento o una respuesta de corte nacional patriótico. Sin duda alguna el momento más conocido de aquellos años es el de marzo de 1968, en el marco de las protestas estudiantiles que se desarrollaban en Italia, cuando Delle Chiaie dirigió a las fuerzas populares que actuaron en la Batalla de Valle Giulia en contra de la policía. El episodio concluyó con la ocupación de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Roma La Sapienza por parte de los activistas nacionalistas y de la Facultad de Letras por parte de los activistas comunistas. Unas semanas después hombres leales a Giorgio Almirante invadieron el campus universitario con la intención de expulsar a los comunistas. Delle Chiaie -que confiaba que la protesta estudiantil creciese hasta desestabilizar al gobierno- optó por no acompañar el desalojo por considerarlo reaccionario y no revolucionario. De todos modos la presencia del MSI en la universidad provocó que la policía interviniese, arrestando a muchos de los participantes de las ocupaciones, incluido Delle Chiaie.

                  stefanodellechiaieaquilaespa.jpgSu salida de Italia es fruto de su participación en el golpe de estado de Junio Valerio Borguese, en el año 1970, un pseudo golpe de estado que fracasa y que obliga a Delle Chiaie a dejar Italia.

                  Años después y en el marco de los juicios sobre aquellos sucesos, se destapó todo un oscuro y complejo entramado de política internacional con la CIA, la masonería, la mafia y multitud de tentáculos en el campo de la política y la violencia callejera de plomo de la Italia de entonces, como un obstuso ajedrez que frenara la injerencia soviética en Europa con nombres como la Red Gladio, la logia P2 y demás.

                  La marcha de Italia de Delle Chiaie tras el fallido golpe Borghese le encamina a la creación de una “internacional neofascista” (medios dixit) de colaboración con estados y movimientos en el ámbito occidental y concretamente hispanoamericano desde su profundo activismo y convicción política. Se conoce su intervención en la España de la transición, con su presencia en los sucesos de Montejurra de 1976, en la lucha contra ETA y su nunca demostrada participación en la matanza de los abogados laboralistas de Atocha de 1977. Se le localiza en el Chile de Pinochet y en la Bolivia de Banzer, y se le relaciona con las actividades anticomunistas de los Estados Unidos en Hispanoamérica junto al agente norteamericano Michael Townley, el cubano Virgilio Paz Romero, o el francés ex oficial de la OAS Jean Pierre Cherid.

                 Stefano-Delle-Chiaie-standing.jpg En 1987 es detenido en Venezuela y trasladado a Italia para ser enjuiciado, siendo absuelto de toda responsabilidad penal por los distintos atentados en los que se le incriminaba en nueve distintos juicios. Años más tarde, ante la Comisión contra el terrorismo que en Italia trató de dilucidar aquellos años de violencia, durante una audiencia de 1997, encabezada por el senador Giovanni Pellegrino, Stefano Delle Chiaie siguió hablando de una «internacional fascista negra» y su esperanza de crear las condiciones de una «revolución internacional». Habló de la Liga Anticomunista Mundial, pero dijo que después de asistir a una reunión en el Paraguay, la había abandonado afirmando que era una fachada de la CIA. ​ Lo único que admitió haber tomado parte en la organización del Nuevo Orden Europeo (NOE).

                  En 1991 organizó en la ciudad de Pomezia un encuentro de dirigentes patriotas, al que asistieron muchos referentes de la derecha extraparlamentaria, pero también hombres desencantados con el MSI y militantes de izquierda que temían que ante el colapso de la URSS el país fuese absorbido por los elementos más rancios del capitalismo. De esa iniciativa nació la Lega Nazionale Popolare, un movimiento de tercera posición que se alió a la Lega Meridoniale y, al cabo de unos años, terminó desapareciendo.

                  Víctima del cáncer, Delle Chiaie falleció en el Hospital Vannini de Roma en septiembre de 2019.

D.E.P.    

Progressisme, populisme, écologisme Une interview de François-Bernard Huyghe sur l’art de la guerre idéologique

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Progressisme, populisme, écologisme

Une interview de François-Bernard Huyghe sur l’art de la guerre idéologique

Interview sur Marianne.ne
Ex: https://www.huyghe.fr

FBH-art.jpgPourquoi vous intéresser aux idéologies ? Ces dernières ont-elles un vrai impact sur notre société ?

Ceux qui ont prédit la « fin des idéologies » - elles seraient balayées par le progrès matériel et intellectuel ou par le triomphe d’un modèle - se sont trompés, de Marx ou Comte à Fukyama. En tant que systèmes d’idées structurées fournissant des objectifs politiques et s’affrontant au nom de valeurs, les idéologies comptent autant qu’hier. Mais différemment. Populisme et progressisme, mondialisme et nationalisme, écologisme, luttes contre une « domination » particulière sont moins doctrinales qu’à l’époque du grand duel communisme contre démocraties. Leur imaginaire se réduit souvent à la désignation d’oppressions ou dangers à éliminer. Et ceux qui prétendent ne pas être dans l’idéologie, donc parler au nom d’un principe de réalité ou de valeurs universelles, en sont souvent les meilleurs exemples.

Quel rôle jouent les médias dans cette guerre idéologie ? Existe-t-il un « Parti médiatique » qui diffuse une même idéologie ?

Une idéologie cherche par définition à gagner de nouveaux partisans, ou à imposer ses visions et ses catégories pour vaincre les mauvaises pensées opposées. Cela suppose des médias, des relais, des interprètes, des milieux réceptifs, etc. Sans faire de complotisme (du style : les journalistes « vendus au pouvoir » par leurs propriétaire), et sans revenir sur des évidences (s’il y a deux idéologies, une doit tendre à être dominante, donc tendre à dominer les moyens d’information).... Il ne me semble pas étonnant que les médias « classiques » soient prédisposés sinon à la pensée unique, du moins à la sélection de thèmes, analyses, mots, jugements, gens autorisés à s’exprimer.., compatibles avec les convictions des élites, libérales, européennes, pour une société « ouverte », etc. Pour s’en convaincre a contrario, comparez avec le contenu des réseaux sociaux, polarisés, souvent extrémistes ou délirants. Il reflète une crise de croyance : la rupture entre bloc populaire accusant les mas médias de conformisme pro-système ou de déni la réalité et bloc élitaire horrifié, lui, par ces délires d’en bas.

Vous soulignez dans votre ouvrage l’émergence dès la fin des années 1980 d’une soft idéologie, synthétisant « des thèmes connotés à droite, libéralisme économique, pro-américanisme et à gauche, appel perpétuel à la rupture et à la modernité, programme de « libération »… » Elle symbolise la victoire des quatre « M » : Marché, Mondialisation, Morale, Média. Macron, qui se veut « et de gauche et de droite », progressiste, libéral et « révolutionnaire », en est-il l’incarnation ?

FBH-fake.jpgSon progressisme se réclame d’une sorte de sens de l’Histoire allant vers plus de libéralisme économique et politique, de technologies douces, de multilatéralisme, de gouvernance, de performance et d’Europe. Mais, il entend aussi réaliser des « valeurs » sociétales, libertaires : ouverture, innovation, réalisation de soi, diversité, tolérance... Il est bien l’héritier des idées lib-lib qui se sont répandues peu avant ou après la chute de l’URSS et il pourrait être le symptôme d’une fin de cycle intellectuel. Pour le moment, de telles représentations convient plutôt à ceux, disons d’en haut. Elles leur garantissent à la fois la défense de leurs intérêts matériels et la satisfaction ostentatoire de se sentir supérieurs. Moralement face aux obsédés de l’identité et autres autoritaires ou intellectuellement face à ceux qui n’ont « pas compris que le monde a changé » .

Vous notez que le progressisme dominant dénonce régulièrement le populisme et le complotisme. Cette idéologie a-t-elle besoin d’épouvantail, comme l’est le RN, pour s’imposer ?

Toute idéologie a besoin d’un ennemi à combattre et d’un péril à dénoncer. En l’occurrence la peste illibérale et nationaliste, nourrie de fausses nouvelles, nostalgies et fantasmes, a tout pour faire peur. Guy Debord annonçait il y a plus de trente ans une « société qui veut être jugée sur ses ennemis plutôt que sur ses résultats ». Depuis...

La montée du populisme est-il le signe que le progressisme est encore dominant, mais n’est plus majoritaire ?

Cette montée du populisme a une base sociologique bien repérée : des catégories « périphériques », perdantes de la mondialisation, sans guère d’espoir d’amélioration, en demande de protection de l’État, à faible capital culturel. Elles se réfugient dans le vote RN ou LFI, dans l’abstention, dans le mouvement Gilet jaune. Cela fait du monde et correspond à un mouvement général européen ou occidental. S’ajoute, la conviction subjective d’être le peuple légitime et de subir le pouvoir et les idées de ceux d’en haut : d’être mal représentés que ce soit politiquement, socialement ou médiatiquement.
De là à voir un populisme aussi divisé, comme sur la question identitaire (immigration et islam, souverainisme...) l’emporter électoralement, mais aussi culturellement et intellectuellement, il y a un gouffre. Déficit de leaders et d’intellectuels organiques, manque de cohérence, carence d’objectifs susceptibles de convaincre des couches sociales entre élites et peuple, absence de médiations idéologique (outre les médias, l’université, l’école, l’entreprise, les ONG, etc.) : ce sont de gros handicaps.

FBH-maitres.jpgVous relevez que les idéologies actuelles sont « anti » : antilibéralisme, anti-mondialisme, etc. Notre époque éprouve-t-elle des difficultés à créer de vraies idéologies, comme ont pu l’être le marxisme, le positivisme, le libéralisme ou le structuralisme ?

Ni l’utopie d’un monde parfait, ni les théories traçant le chemin jusqu’à cet achèvement ne font plus recette. Il y a surtout l’affrontement polarisant -libéraux-libertaires, parti de la peur voire du mépris, versus populistes, parti de la colère-. S’ajoutent des engagements idéologiques à la carte, où des groupes se choisissent un coupable ou une oppression (raciale, coloniale, de genre, spéciste, machiste, du péril fasciste, de l’ultra-libéralisme) ; ils en réclament l’élimination ou la répression par la loi et le politiquement correct.
 
L’écologisme, qui prend de plus en plus de place, peut-elle devenir l’idéologie dominante ? Exige-t-elle une remise en question du système actuelle ?

Le discours écologique actuel se réclame du principe de la vie, et pose une alternative terrifiante : la disparition annoncée par la science ou l’abandon de la logique productiviste mortifère. La radicalité de ce choix, qui se place au-delà du politique au sens traditionnel, peine à se traduire en termes de pouvoir. Ou bien le bricolage d’idées (transition douce, prise de conscience et gestes du quotidien pour sauver la planète) avec une délicieuse redécouverte du sens du péché (as-tu émis du carbone aujourd’hui ?). Ou bien la radicalité toute théorique : en finir avec le capitalisme et le système pour survivre. Mais dans ce dernier cas qui imposera la contrainte indispensable au salut ? L’écologie a encore à penser ses moyens et sa stratégie.

La militarisation de l'espace

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La militarisation de l'espace

par Jean-Paul Baquiast

Ex: http://www.europesolidaire.eu

Le 20 décembre 2019, Donald Trump a promulgué un « 2020 National Defense Authorization Act » qui crée une nouvelle force militaire, l'United States Space Force s'ajoutant à l'US Army, l' Air Force, la Navy, les Marines et les Coast Guards.

Il a expliqué ceci en disant que l'espace allait devenir un nouveau domaine d'affrontement entre puissances et que les Etats-Unis devaient y assurer une présence militaire adéquate. Il ne l'a pas dit expressément, mais il visait en particulier les présences dans l'espace de la Russie et de la Chine, voire prochainement celles de la Corée du Nord . 

Un article très détaillé de Wikipedia (sans doute inspiré officiellement par Washington), précise ce que seront les attributions et les moyens de cette Force Spatiale des Etats-Unis. On s'y reportera. Mais à quoi pourra servir en réalité cette nouvelle Force ?

L'espace est déjà abondamment pourvu en satellites militaires. On désigne de ce nom des satellites artificiels utilisés dans un objectif militaire, satellites de reconnaissance identifiant un territoire ennemi et les objectifs potentiels qui s'y trouvent, satellite d'alerte précoce permettant de détecter le lancement de missiles balistiques, satellites de télécommunications militaires, satellites de navigation sécurisés destinés à la marine et à l'aviation. Les satellites militaires les plus récents peuvent avoir un rôle antisatellite, emporter des armes antisatellites capables de troubler les communications des satellites ennemis ou le cas échéant les détruire par abordage. Il va de soi qu'ils peuvent porter des bombes dites orbitales, capables d'exploser dans l'espace et d'avoir un effet destructeur considérable sur les territoires ennemis.

Par ailleurs les satellites militaires sont commandés du sol par des équipes hautement spécialisées, opérant dans des espaces protégés. Il s'agit donc déjà d'une force militaire organisée, qui se distingue nécessairement des autres forces terrestres ou navales.

Il est donc légitime de se demander pour quelles raisons créer cette nouvelle force?  Le premier objectif doit être vraisemblablement, en l'officialisant et lui donnant un nom, d'augmenter les moyens budgétaires et en personnels déjà affectés à l'espace militaire. Mais il s'agit certainement aussi d'avertir la Russie et surtout la Chine que les Etats-Unis ne les laisseront pas développer de nouveaux moyens militaires dans l'espace sans réagir de la même façon. Pékin l'a d'ailleurs compris  en accusant les Etats-Unis de poursuivre et d'accélérer la transformation de l'espace en un futur champ de bataille.

On peut craindre que ceci ne se produise de toutes façons. En cas de conflit entre grandes puissances, l'espace et les moyens qu'il comporte seront nécessairement utilisés. De plus, il n'est pas exclu que ce soit aussi la Lune et ultérieurement Mars et ses satellites qui servent de terrains d'affrontement.

La Lune se trouvera ainsi divisée en territoires dont les grandes puissances spatiales se seront donné la propriété et dont elles voudront se réserver la jouissance, notamment en termes d'exploitation des ressources naturelles considérables qui s'y trouvent.

Elles y installeront des stations permanentes pouvant éventuellement être habitées par périodes, sinon en permanence. Il s'agira aussi de bases militaires.

On lira à ce sujet un article du général français Jean-Vincent Brisset dans Atlantico

 

mardi, 24 décembre 2019

Yule & 2020

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Gelukkig Kerstfeest & Nieuwjaar 2020
Joyeux Noël & Bonne année 2020
Fröhliche Weihnachten & Glückliches Neujahr 2020
Merry Christmas & Happy New Year 2020
Feliz Navidad & Feliz Ano Nuevo 2020
Buon Natale & Felice Anno Nuovo 2020

17:10 Publié dans Actualité | Lien permanent | Commentaires (0) | Tags : noël, nouvel an, yule, tradition | |  del.icio.us | | Digg! Digg |  Facebook

Sanctions américaines contre le gaz russe pour l’Europe

Vous pourrez voir et apprendre deux choses dans cet article de l’agence russe sputnik. D’abord que les Américains sont en guerre « économique » contre les gazoducs que la Russie tente de construire pour alimenter l’Europe.

La raison est simple. C’est une bataille pour l’énergie. Et l’Europe est un marché pour les gaz des schistes américains. Logiquement pour livrer le gaz américain, qui est plus cher, il faut faire en sorte de le rendre « rentable »… pour cela rien de mieux que de mettre des bâtons dans les roues de la Russie et la mettre dans l’impossibilité de livrer. Ils sont aimables nos amis les « zaméricains » surtout si on leur obéit bien.

Et justement à propos d’obéissance, cela nous amène à la deuxième chose que vous allez apprendre, ou ré-apprendre car vous avez déjà du croiser cette information, à savoir que le budget de la Défense pour l’année fiscale 2020, a éré voté par le Sénat américain au niveau de 738 milliards de dollars (soit plus de 660 milliards d’euros) !!

Oui je ne vous cache pas que si l’on utilisait qu’une seule année budgétaire de la défense américaine, il y aurait de quoi développer l’Afrique ou éradiquer la faim dans le monde, mais jouer avec des porte-avions c’est nettement plus rigolo, de même que bombarder à droite ou à gauche.

Cela en fait des sous n’est-ce pas !

Charles SANNAT

« Ceci est un article « presslib » et sans droit voisin, c’est-à-dire libre de reproduction en tout ou en partie à condition que le présent alinéa soit reproduit à sa suite. Insolentiae.com est le site sur lequel Charles Sannat s’exprime quotidiennement et livre un décryptage impertinent et sans concession de l’actualité économique. Merci de visiter mon site. Vous pouvez vous abonner gratuitement à la lettre d’information quotidienne sur www.insolentiae.com. »

«Le meilleur cadeau de Noël»: la société gazière ukrainienne se réjouit des sanctions US contre Nord Stream 2

Les nouvelles sanctions américaines contre les gazoducs Nord Stream 2 et Turkish Stream sont entrées en vigueur, et la compagnie suisse Allseas, engagée par le russe Gazprom, a suspendu ses travaux. Le PDG de la société gazière ukrainienne Naftogaz, Andreï Kobolev, s’en est félicité sur sa page Facebook.

Donald Trump a signé vendredi 20 décembre un décret promulguant la loi sur le budget Défense pour l’année fiscale 2020, texte qui comprend l’instauration de sanctions contre les entreprises associées à la construction du gazoduc Nord Stream 2. Engagée par le russe Gazprom, la société suisse Allseas a déclaré avoir suspendu ses travaux, dans l’attente d’explications de la part de Washington sur la mise en application des sanctions évoquées.

«C’est le meilleur cadeau de Noël pour nous tous», a écrit sur sa page Facebook Andreï Kobolev, PDG de Naftogaz Ukrainy, en y ajoutant des captures d’écran de la signature par le Président des États-Unis du budget Défense américain 2020 ainsi que du communiqué d’Allseas.
Sanctions contre Nord Stream 2 et aide militaire à l’Ukraine vont de pair?
Le 17 décembre, le Sénat américain avait voté le budget Défense pour l’année fiscale 2020, au niveau de 738 milliards de dollars (soit plus de 660 milliards d’euros). Les sanctions contre le gazoduc Nord Stream 2 et une aide militaire à l’Ukraine font partie des sommes prévues.

Le gouvernement allemand s’est élevé contre les sanctions américaines visant Nord Stream 2, tout comme la France

Source Agence russe Sputnik.com ici

C’est l’empire étatsunien qui va s’écrouler, pas le pays lui-même

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C’est l’empire étatsunien qui va s’écrouler, pas le pays lui-même

Par Ulson Gunnar

New Eastern Outlook

L’effondrement d’une nation entière est aussi spectaculaire que rare. Pour qu’une nation cesse tout simplement d’exister, elle doit subir une défaite absolue dans tout l’éventail de ce qui constitue une nation, c’est-à-dire sur les plans économique, militaire, culturel, social et politique.

Ce qui est beaucoup plus courant, c’est le passage d’organisations socioéconomiques, politiques et militaires existants et dominants à de nouveaux ordres dirigés par des intérêts spéciaux nouveaux et émergents. Cela peut se produire rapidement et violemment, ou se dérouler sur le long terme, avec des hauts et des bas et des processus à la fois constructifs et destructeurs qui s’entremêlent.

Pour les États-Unis, un grand pays ayant la troisième population de la planète, la plus grande puissance militaire et encore aujourd’hui la plus grande économie, il est impossible qu’ils subissent une telle défaite, à tous les niveaux. Ce qui n’est par contre pas impossible, c’est que la petite poignée d’intérêts spéciaux qui dirigent actuellement la politique étrangère et intérieure des États-Unis se trouve renversée par un nouvel ordre composé d’intérêts spéciaux entièrement différents et, espérons-le, d’intérêts spéciaux qui refléteront mieux les intérêts des États-Unis dans leur ensemble et fonctionneront de manière plus durable au milieu des nations du reste du monde plutôt que de planer au-dessus d’elles.

C’est un processus qui est déjà en cours.

L’ordre dominant de l’Amérique est en train de s’estomper

Les intérêts particuliers qui animent actuellement la politique étrangère et intérieure des États-Unis sont centrés autour de Wall Street et de Washington et représentent un réseau de plus en plus irréaliste, insoutenable et archaïque, fondé sur des monopoles bancaires, énergétiques et industriels traditionnels.
Bon nombre des outils utilisés par ces groupes d’intérêts spéciaux pour maintenir et accroître leur pouvoir et leur influence, dont les médias de masse, le lobbying intensif, les réseaux voués à la subversion politique à l’étranger et les distractions politiques au pays, se révèlent de moins en moins efficaces à mesure que le peuple américain et les nations du monde entier se familiarisent avec ces méthodes et commencent à élaborer des contre-mesures efficaces.

Alors que les intérêts spéciaux américains consacrent un temps apparemment immense à contrer la « propagande russe ou chinoise », ce sont surtout les médias alternatifs aux États-Unis mêmes et dans les pays partenaires qui ont le plus fait pour dénoncer et diminuer l’influence injustifiée exercée par Wall Street et Washington. Wikileaks en est un excellent exemple.

Car pendant que l’élite américaine et ses réseaux s’affaiblissent, des alternatives continuent de se renforcer.

Un modèle socio-économique et politique insoutenable, associé à des campagnes militaires tout aussi insoutenables à l’étranger et à une stratégie politique et médiatique qui n’est plus du tout convaincante, même pour les observateurs occasionnels, marque le déclin irréversible de l’ordre dominant américain actuel.

L’élite américaine fait face à des défis provenant autant de l’intérieur que de l’extérieur

La question de la compétitivité des entreprises chinoises face aux monopoles américains établis de longue date est devenue un sujet de plus en plus fréquent dans les médias internationaux. C’est en effet ce processus qui a précipité la guerre commerciale, apparemment inutile et futile, menée par les États-Unis contre la Chine, et qui ne semble que mettre à nu le déclin de l’élite établie des États-Unis plutôt que de le redresser.

Des entreprises comme Huawei, bien qu’elles soient confrontées à de sérieux revers dus aux sanctions américaines et aux efforts visant à la miner, continuent d’aller de l’avant, tandis que leurs concurrents américains continuent à lutter. En effet, malgré les revers, Huawei s’appuie sur des fondamentaux économiques et commerciaux solides, tandis que ses homologues américains, malgré leurs avantages initiaux dus à un manque de concurrence, ont négligé et continuent de négliger ces fondamentaux.

Mais les entreprises chinoises ne sont pas les seules concurrentes de l’élite américaine.

Aux États-Unis mêmes, certaines des entreprises les plus innovantes et les plus perturbatrices au monde font leur apparition, défiant non seulement la concurrence étrangère, mais aussi les monopoles établis de longue date aux États-Unis.

Le constructeur de véhicules électriques Tesla en est un parfait exemple. Son rythme effréné d’innovation, ses succès retentissants et l’impact perturbateur qu’il a sur la construction automobile traditionnelle font reculer l’industrie automobile américaine. Il constitue également une menace sérieuse pour le modèle énergétique axé sur le pétrole que les États-Unis ont adopté et diffusé à l’échelle mondiale pendant plus d’un siècle.

Les monopoles américains de construction automobile ont passé des décennies à mettre au point un modèle d’obsolescence planifiée et des astuces de marketing comme substitut à la qualité et l’innovation. L’industrie est devenue un moyen de gagner le plus d’argent possible et d’augmenter ses profits chaque année, et « fabriquer des voitures » n’est que le moyen par lequel cet argent et l’influence qu’il achète s’accumulent.

Tesla connaît depuis des années une croissance tant au niveau des affaires qu’au niveau de l’influence sociopolitique. Les monopoles américains de la construction automobile ont tenté de reproduire les aspects les plus superficiels de l’attrait de Tesla, mais n’ont pas du tout examiné ou reproduit la substance qui est à la base du succès de cette nouvelle entreprise.

Tout comme l’élite américaine a tenté d’utiliser ce que l’on pourrait qualifier de « sales tours » plutôt qu’une saine concurrence pour traiter avec des concurrents comme Huawei à l’étranger, de tels « sales tours » ont été utilisés contre des entreprises innovantes, aux États-Unis mêmes, comme Tesla. Les tentatives faites par de faux syndicats pour compliquer le travail dans les usines américaines de Tesla en sont un exemple.

Le fabricant américain SpaceX est un autre exemple d’un concurrent américain qui conteste directement (et menace) des monopoles américains établis de longue date, en l’occurrence des monopoles aérospatiaux comme Lockheed Martin, Boeing et Northrop Grumman.

Non seulement SpaceX fait progresser l’innovation aérospatiale à une vitesse fulgurante, mais il fait aussi baisser le coût global de l’accès à l’espace. Il le fait à un rythme si impressionnant que des monopoles aérospatiaux comme Lockheed, Boeing et Northrop, même avec leurs immenses réseaux de lobbying, sont incapables de dissuader les clients de SpaceX (y compris le gouvernement américain lui-même) d’acheter des vols sur ses fusées.

Ces énormes monopoles, qui sont devenus trop dépendants du maintien des profits par le lobbying et les jeux politiques, ont peu de moyens de réformer leurs organisations massives face à la concurrence réelle qui s’installe. De ce fait, l’ordre dominant qui anime la politique américaine se heurte à un obstacle insurmontable qui semble déjà avoir entraîné un déclin terminal et un remplacement.

Ceux qui prennent la place doivent assumer leur position aux leviers de la puissance et de l’influence américaines, avec la possibilité de tracer une voie entièrement nouvelle pour l’avenir qui aura un impact fondamental à la fois sur la nation américaine et son peuple, et sur les nations du monde avec lesquelles elle sera en interaction.

Le nouvel ordre américain pourrait rechercher une véritable concurrence, mais aussi une collaboration

Tesla et SpaceX sont des exemples marquants, mais en aucun cas les seuls exemples de la transition en cours, qui est de plus en plus évidente en Amérique. Il y a des innovations et des entreprises émergentes qui menacent pratiquement tous les domaines dans lesquels l’élite américaine domine actuellement. De médias alternatifs ciblant les médias d’entreprise profondément enracinés de l’Amérique à un mouvement croissant d’agriculteurs biologiques locaux s’attaquant aux monopoles agricoles massifs de l’Amérique, il existe déjà de nombreux exemples tangibles d’une transition en cours ; une transition positive dans laquelle ceux qui s’intéressent vraiment à contrer les aspects négatifs du rôle actuel des États-Unis dans le monde pourraient investir ou contribuer.

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Un signe encourageant de la nouvelle Amérique qui pourrait émerger au fur et à mesure que ce processus se poursuit est le fait que des perturbateurs émergents comme Tesla n’ont pas peur de collaborer avec d’autres nations, cherchant simplement à faire des affaires plutôt que de construire un réseau mondial qui vise à dominer les autres. L’entrée en service de la mega-usine massive de Tesla à Shanghai, en Chine, a lieu alors que les États-Unis tentent d’empêcher la Chine de faire des affaires avec eux, tout cela pour un but purement politique et hégémonique.

Malgré les hostilités apparentes entre les États-Unis et des pays comme la Russie et la Chine, le consensus dans les pays ciblés par l’ordre dominant actuel de l’Amérique est simplement de vouloir faire des affaires sur un pied d’égalité.

Quelle que soit l’hostilité qui puisse exister, elle n’est pas réservée à l’Amérique en tant que nation ou peuple, mais à la poignée d’intérêts particuliers qui font obstacle à une concurrence et une collaboration constructives entre ces nations et les États-Unis.

Dans un proche ou moyen terme, ce processus continuera à ressembler à une lutte acharnée alors que les intérêts spéciaux américains tenteront de maintenir leur emprise sur le pouvoir, luttant contre leur déclin et leur inévitable remplacement, contre leurs concurrents à l’étranger et au sein même des États-Unis.

Mais à plus long terme, on pourrait entrevoir un avenir prometteur où les États-Unis seraient un membre constructif d’un monde multipolaire, en concurrence et en collaboration constructives avec les nations plutôt qu’en tentant de s’imposer à elles.

Pour cette raison, il est important que les nations et les peuples s’abstiennent d’hostilités inutiles et fassent plutôt preuve de patience face aux attaques actuelles émanant de Wall Street et de Washington. Il est important d’établir des liens et des relations avec des intérêts américains réellement intéressés par une véritable concurrence et une collaboration et qui représentent l’avenir de l’Amérique, et de les distinguer des intérêts américains profondément enracinés qui représentent le passé abusif de l’Amérique et qui sont responsables du déclin actuel du continent.

Les politiques étrangères de Moscou, de Pékin et même de nombreux pays émergents et en développement peuvent sembler trop passives ou apaisantes mais, dans ces capitales du monde, beaucoup sont conscients de la transition en cours en Amérique et tentent de se positionner avantageusement face à la chute de l’empire américain afin de pouvoir faire des affaires avec ceux qui auront bientôt le pouvoir aux États-Unis.

Gunnar Ulson

Traduit par Wayan, relu par San pour le Saker Francophone

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La stratégie US et ce que nous coûte la guerre des gazoducs

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La stratégie US et ce que nous coûte la guerre des gazoducs

par Manlio Dinucci

Ex: http://www.zejournal.mobi

 
 

Après avoir interdit de laisser le Chinois Huawei concourir aux appels d’offres pour la 5G, les États-Unis interdisent aux Européens d’accroitre leur approvisionnement en gaz russe. Si la première décision visait à maintenir la cohérence de l’Otan, la seconde ressort non pas d’une russophobie, mais de la « doctrine Wolfowitz » de 1992 : ne pas laisser l’UE devenir un compétiteur de « l’Empire américain ». Dans les deux cas, il s’agit d’infantiliser l’UE et de maintenir en situation de dépendance.

Alors qu’ils se battent dans un dur affrontement pour destituer le président Trump, Républicains et Démocrates déposent les armes pour voter au Sénat presque à l’unanimité l’imposition de lourdes sanctions contre les sociétés participant à la réalisation du North Stream 2, le doublement du gazoduc qui à travers la Baltique apporte le gaz russe en Allemagne. Sont touchées les sociétés européennes qui participent au projet de 11 milliards de dollars, désormais réalisé presque à 80 %, avec la société russe Gazprom, l’Autrichienne Omy, la Britannico-hollandaise Royal Dutch Shell, la Française Engie, les Allemandes Uniper et Wintershall, l’Italienne Saipem et la Suisse Allseas qui prennent part à la pose des conduites.

Le doublement du North Stream augmente la dépendance de l’Europe au gaz russe, avertissent les États-Unis. Ils sont surtout préoccupés par le fait que le gazoduc —en traversant la mer Baltique dans des eaux russes, finlandaises, suédoises et allemandes— contourne les Pays de Visegard (République Tchèque, Slovaquie, Pologne et Hongrie), les États baltes et l’Ukraine, c’est-à-dire les pays européens les plus liés à Washington par l’OTan (auxquels s’ajoute l’Italie).

La mise pour les États-Unis, plus qu’économique, est stratégique. Ce que con-firme le fait que les sanctions sur le North Stream 2 font partie du National Defense Authorization Act, l’acte législatif qui pour l’année fiscale 2020 fournit au Pentagone, pour de nouvelles guerres et nouvelles armes (y compris spatiales), la colossale somme de 738 milliards de dollars, auquel s’ajoutent d’autres postes portant la dépense militaire états-unienne à environ 1 000 milliards de dollars. Les sanctions économiques sur le North Stream 2 s’insèrent dans l’escalade politico-militaire contre la Russie.

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Une confirmation ultérieure se trouve dans le fait que le Congrès US a établi des sanctions non seulement contre le North Stream 2 mais aussi contre le Turk-Stream qui, en phase finale de réalisation, va apporter du gaz russe à travers la mer Noire jusqu’en Thrace orientale, la petite partie européenne de la Turquie. De là, par un autre gazoduc, le gaz russe devrait arriver en Bulgarie, en Serbie et dans d’autres pays européens. C’est la riposte russe au coup porté par les États-Unis, qui en 2014 réussirent à bloquer le gazoduc South Stream. Celui-ci aurait dû relier la Russie à l’Italie à travers la mer Noire et par la terre jusqu’à Tarvisio (Udine). L’Italie serait ainsi devenue une plate-forme d’aiguillage du gaz dans l’UE, avec de notables avantages économiques. L’administration Obama réussit à faire échouer le projet, avec la collaboration de l’Union européenne même.

La société Saipem (Groupe italien Eni), touchée à nouveau par les sanctions états-uniennes sur le North Stream 2, fut déjà lourdement touchée par le blocage du South Stream : elle perdit en 2014 des contrats d’une valeur de 2,4 milliards d’euros, auxquels se seraient ajoutés d’autres contrats si le projet avait continué. Mais personne à l’époque, ni en Italie ni dans l’UE, ne protesta contre l’enterrement du projet opéré par les États-Unis. Maintenant que sont en jeu les intérêts allemands, s’élèvent en Allemagne et dans l’Ue des voix critiques sur les sanctions US contre le North Stream 2.

On ne dit rien par contre sur le fait que l’Union européenne s’est engagée à importer des USA du gaz naturel liquéfié (GNL), extrait de schistes bitumineux par la destructrice technique de fracturation hydraulique. Washington, pour frapper la Russie, essaie de réduire son exportation de gaz vers l’UE, faisant payer les coûts aux consommateurs européens. Depuis que le président Donald Trump et le président de la Commission européenne Jean-Claude Juncker ont signé à Washington en juillet 2018 la Déclaration conjointe sur la coopération stratégique USA-UE y compris le secteur énergétique, l’UE a doublé l’importation de GNL des USA, co-finançant les infrastructures avec une dépense spéciale initiale de 656 millions d’euros. Cela n’a cependant pas sauvé les sociétés européennes des sanctions USA.

Photo d'illustration: La chancelière allemande Angela Merkel et son ministre de l’Économie, Olaf Scholz, ont immédiatement dénoncé l’ingérence états-unienne.

Traduction Marie-Ange Patrizio

lundi, 23 décembre 2019

Le sommet musulman de Kuala Lumpur (Malaisie)

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Le sommet musulman de Kuala Lumpur (Malaisie)

par Jean-Paul Baquiast

Ex: http://www.europesolidaire.eu

Ce sommet, du 19 au 21 décembre, a réuni des représentants, non seulement de la Malaisie mais de la Turquie, de l'Iran et du Qatar. Supposé rechercher le rassemblement mondial du monde musulman, il a surtout montré que celui-ci se divise actuellement en deux blocs.
 
Ont participé personnellement au sommet le président iranien Hassan Rohani, l'émir du Qatar cheikh Tamim, le président turc Recep Tayyip Erdogan et bien entendu le premier ministre malaisien Mahathir Mohammad, tous à des titres divers opposés à l'Arabie saoudite. L'absence de celle-ci , bien que prévisible, a été très remarquée. Il faut rappeler que les alliés de l'Arabie saoudite regroupent la plupart des autres pays pays arabes, du Maghreb au Golfe Persique. La plupart d'entre eux, bien qu'invités n'étaient pas présents à Kuala Lumpur

L'Organisation de la Coopération Islamique (OCI), basée dans le port saoudien de Djeddah et généralement considérée comme la voix du monde islamique, a vivement critiqué la tenue de ce sommet. Elle a surtout exprimé en l'espèce la voix de l'Arabie saoudite. Le sommet de Kuala Lumpur a en effet été, que ce soit dans le monde arabe ou dans les pays occidentaux, considéré comme anti-saoudien.

Dans son discours d'ouverture, le premier ministre malaisien Mahathir Mohammad a annoncé que le sommet visait à comprendre pourquoi l'islam et les pays musulmans étaient «en crise, sans espoir et indigne de cette grande religion». Mais d'emblée il est apparu que les pays musulmans resteraient divisés entre ceux de plus en plus proches de la Russie, à commencer par la Turquie et l'Iran, et ceux qui comme l'Arabie saoudite, restent malgré quelques dissensions de bons allées des Etats-Unis.

Cette division marque aussi l'incapacité de l'islam sunnite de s'entendre avec l'islam chiite, non seulement sur le plan religieux, mais dans de domaine géopolitique. La encore, on retrouve le poids de l'Arabie saoudite dont l'influence dans le monde tient à l'importance de ses réserves en pétrole et en gaz, au contraire des autres pays musulmans, à l'exception de l'Iran. Mais l'Iran, soumise aux sanctions américaines, peine à exporter son pétrole dans les pays arabes qui en auraient le plus grand besoin.

Le premier ministre iranien Hassan Rohani a dénoncé «la domination du dollar américain et du système financier américain». Le premier ministre turc Erdogan a confirmé qu'au lieu de commercer avec des devises étrangères, les pays arabes souhaiteraient commercer commercer avec des devises nationales. Ni l'un ni l'autre ne l'ont dit explicitement, mais cela signifierait pour eux s'affranchir de la domination américaine. Ce que l'Arabie saoudite est encore incapable de faire. 

Note

Pour plus de détails, voir un article de Hasan Alhasan dans Asia Times
https://www.asiatimes.com/2019/12/opinion/kuala-lumpur-summit-points-to-split-in-muslim-world/

Voir également MK Bhadrakumar
https://www.asiatimes.com/2019/12/article/kl-summit-shaken-by-imrans-absence-saudi-ire/

 

 

dimanche, 22 décembre 2019

Nouvelles routes de la soie, « La ceinture et la route »

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Nouvelles routes de la soie, « La ceinture et la route »

Intervention  de François-Bernard Huyghe à la 3° session du forum sur les enjeux technologiques des nouvelles routes de la soie  (19 décembre 2019,  Unesco)
 
Ex: http://www.huyghe.fr
 
D’une route l’autre : un étonnement de vingt-deux siècles

Pour parler des relations « technologiques » entre la Chine et l’Europe, il faudrait sans doute remonter avant notre ère, à l’ouverture historique de la route de la soie. L’Occident découvre alors un produit à la fois
- - hautement désirable (la vogue de la soie perturbe l’économie romaine dès avant l’ère chrétienne),
- - lié au secret (dans la mesure où les acheteurs finaux ne savent ni comment elle est fabriquée, ni comment atteindre directement le pays d’origine)
- - et dont l’exportation a été décidée- par l’Empire dans une stratégie de souveraineté.

Dans l’imaginaire, la Chine devient le pays des Sères (de la soie), mais l’itinéraire (par des pistes caravanières avec de rares abris ou par mer, de port en port et de cale en cale) est long, fractionné et aléatoire et l’information authentique se perd souvent en chemin. Ou laisse place à des légendes.
 

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Ces relations sont marquées pendant des siècles par une quasi ignorance (les choses circulent mieux que les connaissances), mais aussi par un rapport culturel ambigu. Ainsi, au fil des siècles, l’Europe s’étonnera à la fois de l’inventivité technologique de l’Empire, du fait que la maîtrise de techniques (comme l’imprimerie, la poudre ou la boussole) ne produisent pas les mêmes effets et ne débouchent pas sur l’équivalent de la Renaissance ou des grandes explorations. Ou encore de la faculté que possède l’Empire de se fermer brusquement au monde en dépit de sa capacité de l’explorer (comme après l’expédition de Zeng-He en 1433).

Ces trois questions que les Européens se sont posées pendant des siècles - technicité, territorialité et autorité: Comment ? D’où ou par où ? Et selon quelle norme ? - reviennent sous des formes très contemporaines. Comme celle d’une «ceinture économique de la route de la soie» («Silk Road Economic Belt», devenue la «Belt and Road Initiative», BRI).

Le projet des nouvelles routes de la soie vise à développer les infrastructures physiques (des routes, des rails, des tuyaux, des ports, etc.), retraçant et prolongeant les routes maritimes et terrestres séculaires des marchandises. Il nous interroge à neuf sur le rapport entre circulation des choses et des informations, mais aussi sur la relation de l’État avec l’économie. Nous parlons ici de la capacité qu’a Pékin de conserver à la fois ses frontières et de se projeter dans un temps long.

Lancé à un rythme étonnant après un discours de Xi Jinping en 2013, mais se projetant sur plusieurs décennies, le projet bientôt inscrit dans la constitution du parti prend valeur de proclamation solenelle d’une ère d’ouverture et d’accélération. Les moyens suivent : l’adjectif qui revient le plus souvent est celui de « pharaonique » pour désigner des budgets de milliards par an.

Évidemment c’est le caractère unidirectionnel de cette circulation (produits manufacturés, capitaux, transferts monétaires, entreprises mobilisées) qui fait problème. Il suscite une crainte du déséquilibre en termes de puissance et d’influence. D’où des réticences, notamment d’E. Macron, face à une « nouvelle hégémonie ». L’Europe se partage plutôt sur un axe Nord/Sud face au projet des Nouvelles Routes, tandis que s’affirme une contre stratégie américaine, puissance maritime s’inquiétant d’une puissance continentale qui la concurrence au-delà de ce qui était imaginable.

On mesurera aussi en cette occasion comment le politique peut utiliser l’obstacle des normes, l’argument de sécurité et confidentialité, les impératifs écologiques, etc., pour contrôler une montée en puissance politique et économique à la fois.
Vue de l’ouest ou vues de l’est, ces routes témoignent que nous nous sommes trop vite crus libérés des contraintes de la matérialité (l’économie ce sont d’abord des choses qui circulent et qui demandent des voies et des vecteurs) mais nous avons aussi cru trop tôt qu’un modèle technoéconomique unique s’imposait sans que les Nations puissent faire autre chose qu’accélérer ou retarder l’inévitable.
 

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Parallèlement, la façon dont la Chine est devenue une cyberpuissance fut une autre surprise historique. La numérisation du pays montre aussi comment l’État peut
- favoriser l’émergence d’équivalents des GAFAM, mais sans leur accorder d’autonomie géopolitique,
- se protéger des influences extérieures, notamment derrière sa « grande muraille de feu » (un dispositif logiciel qui lui permet de s’isoler comme un Intranet mais à l’échelle de la première population du monde),
- redéfinir les règles de la cyberstratégie internationale, etc.

Le tout concrétise la maîtrise chinoise dans les trois couches du cyberespace, physique (serveurs, câbles, stockage), logique ou logicielle (non dépendance des algorithmes, normes et plateformes made in USA) et enfin sémantique (au sens du contenu des messages accessibles à sa population).

Sans compter le démenti apporté à la thèse qui prédisait que l’Internet menait irréversiblement, sinon vers un cyberespace émancipé du politique, du moins vers l’adoption d’un régime à l’occidentale ou de ses valeurs culturelles. La Chine n’a pas imité le modèle « californien» cher à la Silicon Valley, ni son type de start-up et son mode de conquête des marchés. En cherchant l’explication technique d’un rattrapage surprenant, mais avec d’autres codes, on constate une adaptation culturelle du capitalisme chinois high tech, des rapports étroits avec l’autorité politique, l’exploitation des effets d’échelle (notamment du plus grand gisement de données potentiel de la planète), l’évolution culturelle de la population, l’hyperréactivité au programme étatique d’innovation systématique, l’intégration des services numériques aux modes de vie...

Là aussi se pose la question des supports et infrastructures. Ainsi dans le domaine de la 5G où l’avance de Huawei suscite des réactions à l’énormité de ses investissements en recherche et à ses ambitions. Mais aussi à des soupçons de cyberespionnage. On voit ainsi la Chine protéger à la fois sa « muraille » (en conservant ses données, en se préservant du pouvoir des GAFAM, en contrôlant les contenus) et exporter ses matériels et réseaux. Toujours le va-et-vient entre la connaissance numérique (des données qui peuvent être dérobées ou protégées, des inventions qui peuvent être reproduites) et le support ou le dispositif physique.

D’où les tenttives d’exclusion de leurs marchés de pays se réclamant pourtant du libéralisme : le politique (USA, Australie, Allemagne) redevient interventionnistes lorsqu’il s’agit de protéger son économie d’une influence qui passerait aussi par les infrastructures numériques. Voir l’obligation faite aux appareils Huawei de se passer de la technologie Android Google. La perspective que les écosystèmes numériques puissent littéralement divorcer et se séparer, chose impensable il y a trois ans, s’impose.

Sans doute en réponse, en Chine, une directive gouvernementale dite « 3-5-2 » joue l’autarcie technologique à long terme : elle exige le remplacement des matériels et logiciels informatiques dans l’administration. Ce qui représente un marché gigantesque. Dans le contexte de ce que l’on a surnommé la balkanisation d’Internet, il faut renoncer à la notion que la technologie est sans frontières et le politique impuissant.

La Chine dans le cadre d’un plan « Made in China 2025 » prévoit de relancer largement l’industrie par des investissements publics dans la recherche et de s’émanciper de plus en plus de la technologie étrangère. Mais aussi d’être un grand pays maritime, en pointe dans l’espace, grand exportateur, etc. Cela fait le lien avec sa défense par une éventuelle « guerre des intelligences » qui exploiterait militairement les technologies sophistiquées émergentes (dans le prolongement de la « guerre hors limites » théorisée dès les années 90). Mais en même temps la coopération civilo-militaire, public-privé,central-régional contribue à l’objectif de faire de la Chine un pays qui investit énormément dans la recherche de pointe...

Enfin, l’Intelligence Artificielle (nous aurions aussi bien pu parler de l’espace, des drones, des robots, des objets connectés etc., tout étant lié) est un domaine où s’est engagée une autre course Chine / USA. Il révèle aussi le rapport entre ambition géopolitique et technologie. Suivant la version la plus souvent rapportée, après la défaire du plus grand maître de Go face à un algorithme en 2016, la Chine aurait décidé d’emporter la compétition plus générale pour l’IA.Et notamment dans le domaine de l’IA dite perceptive (qui reconnaît des visages, des mots, un environnement) ou de son intégration aux usages quotidiens.
Là encore il y a des explications à chercher dans le pragmatisme, dans l’échelle de la mutation, dans l’acceptation de la population, dans les interactions entre le pouvoir politique et l’économie...
Tout ceci confère un avantage, si l’on admet qu’à ce stade, les deux principales fonctions de l’IA sont d’imiter ou de remplacer le comportement humain (par un calcul plus complet et des instructions plus adaptées) mais aussi d’anticiper ledit comportement et les interactions avec l’environnement pour une meilleure gestion de notre activité. Éventuellement couplée à des objets connectés ou dispositifs, l’IA devient capable non seulement de présenter la meilleure solution en fonction des règles préétablies, mais aussi de s’adapter à chaque situation et de la modifier.

Là encore, l’IA chinoise est partie tard, mais aussi sans avoir connu les « hivers », les phases de blocage de la recherche (et son financement) depuis les années 50. Elle ambitionne de devenir la première au monde à l’horizon de quelques décennies.
Ce processus repose sur la synergie entre l’autorité politique et les milieux économiques et universitaires, sur l’échelle de la population qui permet l’exploitation de toute innovation mais aussi sur le contrôle de la population. Ainsi le système dit de crédit social, basé sur l’omniprésence des systèmes de surveillance. En attendant en 2020 le crédit social « corporate » pour les entreprises.

Le hardware et le soft, la route et la muraille, le numérique et le tangible, la souveraineté et le négoce, la copie et l’invention... tout nous semble reposer sur des équilibres et des contrôles, dont rien ne garantit d’ailleurs qu’ils dureront éternellement. Ni qu’ils soient adaptables chez nous ou que de soit souhaitable. Mais qui enseignent au moins aux Européens que l’absence de volontarisme politique et la confiance dans les mécanismes technoéconomiques étaient des erreurs.

Géopolitique européenne et accès aux métaux rares

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Géopolitique européenne et accès aux métaux rares 

par Jean-Paul Baquiast
Ex: http://www.europesolidaire.eu
 
Nous recevons cet article d'un correspondant qui préfère rester anonyme compte tenu de ses activités professionnelles.

L'Europe ne contrôle pas son approvisionnement en matières premières stratégiques, qui dépend d'un petit nombre d'acteurs étrangers

Prenons quelques exemples :

l'antimoine, 

l'application majeure de l'antimoine , c''est un retardateur de flamme, on va le retrouver dans des tissus , tissus d'ameublement, tissus dans les voitures, tissus dans les transports. La Chine a la plus grande réserve d'antimoine, donc contrôler les risque d'approvisionnement, en prix , en quantité et le recyclage est quasiment impossible. On n'a même pas le début d'une démarche de recherches sur les retardateurs de flamme  pour trouver un substitut à l'antimoine.

Le gallium et le germanium, 

Le gallium est utilisé en microélectronique, en télécommunication, et on l'utilise également pour faire les diodes électroluminescentes. Les ampoules à basse consommation du futur, sont à base de diodes électroluminesentes, donc à base de gallium. Il y en a beaucoup en Chine, 75 %,des réserves mondiales , un peu en Russie et en Afrique du Sud. Il n'est pas possible de le recycler.

Le germanium est utilisé dans les fibres optiques ,destinées aux signaux en télécommunications et en informations.. 71 % des réserves sont situées en Chine.

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L'indium. (sous produit de la production de plomb et de zinc.)

Tous les écrans plats ont une couche d'un oxyde mixte, d'indium et d'étain, qui s'appelle ITO, à la fois conducteur, et surtout, transparent.

 L'indium aujourd'hui est utilisé pour les écrans plats, les diodes électroluminescentes, les brasures , les pare-brise des voitures , certaines cellules photovoltaiques. Il y a beaucoup de recherches sur des substituts, pour trouver des oxydes conducteurs et transparents, mais ceci sans résultats notoires. On en trouve beaucoup en Chine , un peu en Belgique.

le selenium

Il est utilisé dans les diodes électroluminescentes, notamment pour du stockage de données dans des disques blu-ray, et du photovoltaïque. On en trouve en Europe , en Allemagne, en Italie et en Tchéquie;

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Les terres rares.

 Celles-ci sont fondamentales en terme de magnétisme, en terme d'interaction avec la lumière. Elles servent notamment dans le  secteur des aimants  permanents ayant comme but des économies d'énergie avec des diodes électroluminescentes, éoliennes, voitures électriques, piles à combustible et supraconducteurs.  la Chine détient 97 % de la production mondiale.

L'Europe est dépendante de la Chine pour tous ces domaines. Dans ces conditions comment se préparer au mieux aux défis de la prochaine révolution industrielle ?

 

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samedi, 21 décembre 2019

The Real Code of Putinism

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The Real Code of Putinism

Ex: https://www.americanthinker.com

Today's Russia is in the most critical stage of its ideological design.  Its beginning was laid in the article by Vladislav Surkov (aide to the Russian president) under the symbolic title "Long-lasting state of Putin."  The piece was widely discussed by the expert community in Russia and abroad.  Many took this article as a signal that Putin was not going to leave after his presidential term's expiration in 2024 and was preparing his domestic public and international community for this through his éminence grise (as Surkov is often called).  However, with a detailed analysis of the processes that occur in modern Russia, one can come to deeper conclusions.

Vladimir Putin has ruled the country since 2000, and over these 19 years, influence groups around him have been fighting each other for a special position and status.  Unlike most of his associates, Putin is indeed an ideologically motivated leader who perceives himself not just as a politician and an official, but as a sovereign, such as Peter the Great and Alexander III — the beloved emperors of the current Russian leader.

Being aware of the internal construction of Putin's philosophical vision, various people were trying to form an ideological concept that would reflect the mission and goals of modern Russia.  Some wrote about the idea of a "special civilizational path."  It suggested that Moscow would not copy the Western model of development and would not declare itself a part of the Asian world as well.  Others sought to revive the long-forgotten formula "Moscow as the Third Rome" that in fact declared Russia the heir to the fallen Byzantine Empire.  Some suggested a consensus option to combine Western and Eastern civilization codes.  Undoubtedly, there are also groups that do not consider having any ideology important; they offer to copy certain points of the most successful government projects around the world.  However, there is no question of whether Russia needs an ideology or not because Putin is absolutely convinced of the vital necessity of its existence.

There are several reasons for this approach.  Firstly, the president understands that this is about his legacy.  For a psychological type of leader like Putin, the way history remembers him is crucial.  And it is not about love and admiration of the generations to come.  It is difficult to find a politician in Russian and world historiography who could be given an unambiguous assessment.  Discussions continue about everyone without exception, from Alexander the Great to Ronald Reagan.  The key fact is the transformation when a mortal politician becomes an immortal image and an object of constant study for future generations.  Secondly, the Russian leader is convinced that people who were born and raised in independent Russia should have clear guidelines in order to at least preserve the integrity of the country.  So far, Vladislav Surkov was the one who truly managed to systemize the views and ideas of the president.  Putin's aide divided the history of Russian statehood into four parts: the Rus' of Ivan the Third, the Russian Empire of Peter the Great, the Soviet Union of Vladimir Lenin, and the Russia of Vladimir Putin.

The new ideology that is called Putinism is uniting principles and foundations that have remained unchanged throughout all the historical stages of the development of Russia.  Its foundation is the concept of National Democracy.  It implies that the process of democratization and the formation of an active civil society is inevitable but it should not be carried out according to any foreign model.  The Russian nation, like any other, has its civilizational, social, and cultural features.  Today, 190 peoples live in Russia, and most of them retain their language, traditions, and mentality.  From this point of view, Moscow is always under the permanent threat of external forces using any interethnic disagreements for their purposes.  If, for example, a political decision was made to allow same-sex "marriage" in the deeply conservative regions of the North Caucasus, Tatarstan, and Siberia, riots would begin.  And they would lead to the most unpredictable consequences.  For a large part of the progressive West, this may sound wild.  Yet for Russia, it is a matter of national security.

 

It is important to understand that Russia is not limited to Moscow or Saint Petersburg.  These cities, like any major megalopolises, are centers of the dominance of progressive and liberal ideas.  No one will argue with the fact that the United States does not begin and end in New York and California; there are also Texas, Tennessee, Utah, and other states.  The victory of Donald Trump vividly demonstrated that it was conditional Texas and Kentucky that were the heart of America, not Massachusetts and Rhode Island.  The situation is similar in Russia: Putin is guided by the mood of the regional majority, not the liberal minority of the capital.  There are a lot of sensitive problems, and any Russian ruler has to maintain internal balance in order to keep the country's physical integrity.  This is an extremely difficult task.  At certain periods of time, Emperor Nicholas II, and then the last general secretary of the Central Committee of the CPSU, Mikhail Gorbachev, did not cope with this task.  This resulted in the collapse of the Russian Empire and the USSR, respectively.  Thus, the essence of Sovereign or National Democracy is in a banal formula: everything has its time.  In other words, Putinism advocates an evolutionary rather than a revolutionary model of development.

The next crucial element is the inviolability of the mission to maintain territorial integrity.  Why is this so important to Putin?  The answer lies in the dynamics of extension and contraction of Russian territory.  The Russian Empire was the third-largest ever-existing country after the British and Mongol Empires.  It included the Baltic states, part of Poland, Bessarabia, Finland.  Replacing the Empire, the Soviet Union became smaller, losing control of many territorial units.  Then the collapse of the USSR led to the formation of 15 independent republics.  Moreover, centrifugal processes were observed inside independent Russia in the '90s: two Chechen wars, separatist sentiments in Tatarstan, Siberia, and the Far East.  Given this, Moscow has to be sensitive to any threats to territorial integrity because the next collapse will actually mean the end of Russian history.  Based on this, the policy of territorial expansion (or "gathering lands") has strategic importance for Russia.

Most of the countries that were part of the Russian Empire and the Soviet Union performed two significant functions.  The first is an external security function — pushing the borders of the Empire along the entire perimeter, which was of fundamental importance while conducting defensive wars.  It is difficult to imagine how the results of the military campaigns of Napoléon Bonaparte in 1812 and Hitler's Germany in 1941–1945 would have developed without the factor of "deep borders."  The second is the internal defense or controlled decay function.  With the collapse of the Empire, countries located on the periphery and semi-periphery leave, and the core is retained — Russia itself with its internal subjects.

From here follows the next point of the concept of Putinism — returning the post-Soviet space to the sphere of strategic dominance of Moscow.  To achieve this goal, it is important for President Putin to solve two tasks: to provide closer geopolitical integration of Belarus with Russia and to develop high-quality mechanisms of influence on Ukraine.  The Russian leader is deeply convinced that Russians, Ukrainians, and Belarusians comprise a unified nation that should be gathered under the leadership of the Kremlin sooner or later.  This is how it was in the imperial and Soviet periods.  The third task is to prevent the entry of traditional post-Soviet countries (the Baltic countries are not considered) into the North Atlantic Alliance.

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In global politics, Putin sees his mission in revising the results of the Cold War.  He is convinced that the collapse of the Soviet Union was due to the weakening of the center's influence, the indecisiveness of the authorities and the internal intrigues of hostile agents of influence.  Putinism rejects any idea that Russia lost to the United States and should now forget about its geopolitical ambitions.  At the same time, being a pragmatist, Putin realizes that today Moscow does not have sufficient resources to claim world domination.  It is important for the Russian leader that the most powerful actors in the international community develop clear rules for the game.  For Putin, the ideal model combines past systems.  The basis should be sovereignty and the principle of non-interference in each other's internal affairs (Westphalian system), the balance of power (Vienna system), and separation of responsibilities (Yalta and Potsdam system).  From the standpoint of Putinism concept, such an architecture will return Russia the status of great power and force the rest of the countries to reckon with its opinion and interests.

The fundamental feature of the new ideology is that Russia does not regard the West as its enemy.  Moscow sees a certain way of the civilizational and political future of Europe where neoliberal philosophy has set the tone for the past twenty years.  Today, other trends are visible.  One of them is the strengthening of the right-wing conservative powers: Boris Johnson in Britain, the regime of Viktor Orbán in Hungary, the party of Sebastian Kurz in Austria, Euroskepticism in Italy, France, Greece, and Germany.  The basic request of the new generation of European politicians can be described simply: more sovereignty, less dependence.  Even leaders such as Emmanuel Macron state the need for an independent European security system.  This is exactly what Russia wants to see in Europe.  It is important for Putin that Europeans rely solely on their pragmatic interests in building a political and economic dialogue with Moscow.  This narrative is becoming more and more popular in the Old World.

Areg Galstyan, Ph.D. is a regular contributor to The National Interest, Forbes, and The American Thinker.

John J. Mearsheimer, “The False Promise of Liberal Hegemony”

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John J. Mearsheimer, “The False Promise of Liberal Hegemony”

 
 
 
Henry L. Stimson Lectures on World Affairs. John J. Mearsheimer, R. Wendell Harrison Distinguished Service Professor of Political Science and the co-director of the Program on International Security Policy at the University of Chicago, gave a series of three lectures in November on “Liberal Ideals & International Realities” for the Henry L. Stimson Lectures on World Affairs at the Whitney and Betty MacMillan Center for International and Area Studies at Yale.  
 
“The Roots of Liberal Hegemony,” November 13, 2017  https://youtu.be/bSj__Vo1pOU
 
“The False Promise of Liberal Hegemony,” November 15, 2017  https://youtu.be/ESwIVY2oimI
 
“The Case for Restraint,” on November 16, 2017  https://youtu.be/TsonzzAW3Mk  
 
Sponsored by the Whitney and Betty MacMillan Center for International and Area Studies and the Yale University Press.
 

Review: “The Dawn of Eurasia: On the Trail of the New World Order” by Bruno Maçães

Review: “The Dawn of Eurasia: On the Trail of the New World Order” by Bruno Maçães

Ex: https://asianreviewofbooks.com

Some international relations scholars and commentators are rediscovering that Eurasia is a geopolitical unit, a “supercontinent”, in the words of Bruno Maçães in his interesting new book The Dawn of Eurasia. Maçães traces the origins of the term Eurasia to Austrian geologist Eduard Suess in 1885, but the idea that Eurasia should be viewed as a single geopolitical unit is traceable to the great British geopolitical theorist Sir Halford Mackinder in a little-remembered article in 1890 entitled “The Physical Basis of Political Geography”.

Mackinder in that article subdivided Eurasia into the “Gulf Stream Region” (Europe) and the “Indo-Chinese” or “Monsoon” region (East, Central and South Asia) where two-thirds of the world’s population lived, and noted both the Silk Road and seafaring trade routes that linked Europe and Asia. In the early 20th century, Mackinder further developed the notion of Eurasia as the world’s dominant landmass and as a potential seat of a world empire.

Maçães, who is currently a Senior Advisor at Flint Global in London, a Senior Fellow at Renmin University in Beijing and the Hudson Institute in Washington, and a former Portuguese Europe Minister, calls the political world of the 21st century the “new Eurasian world”, but, as noted above, there is really nothing “new” about it, at least in a geographical sense. Indeed, history’s greatest land empires—the Mongols, Napoleonic France, Nazi Germany, and the Soviet Union—were Eurasian. And, as Maçães notes, “[t]he border between Europe and Asia was always unstable, untenable and, for the most part, illusory.”

What then is “new” about the Eurasia of the 21st century that is resulting in a “new world order?”

What’s new is a shift in power from West to East.

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The Dawn of Eurasia: On the Trail of the New World Order, Bruno Macaes (Penguin, January 2019; Yale University Press, August 2018 )

What’s new, according to Maçães, is a shift in power—economic and political—from West to East. It is a shift in power from the western part of Eurasia to its eastern part. But it is also a shift in power from non-Eurasian powers—Britain and the United States—to Eurasian powers—especially China and India. This shift occurred, he believes, because Asia caught up with Europe and the West with respect to science, technology, and innovation; in a word, modernization. Maçães explains:

That the Europeans found themselves in a position to control practically the whole world was a direct result of a series of revolutions in science, economic production and political society whose underlying theme was the systematic exploration of alternative possibilities, different and until then unknown ways of doing things.

Asia embarked on a “fast embrace of modernity” such that modernization has become universal.

Maçães is quick to point out, however, that universal modernization is not equal in all societies and that there are “different models of modern society”. This is especially the case with respect to political models. Asian modernization does not mean that Asian nations will follow the liberal democratic path of Europe and the West. So while economic, scientific, and technological modernization is universal, political systems will remain different. Parag Khanna in his new book The Future is Asian urges Asian powers to reject Western liberal democracy in favor of what he calls “technocratic governance”, which he describes as a form of democratic-authoritarian government similar to Singapore’s.

The new world order flowing from universal modernization among rival nation-states will be characterized, writes Maçães, by “a struggle for mastery in Eurasia”. Again, there is nothing “new” about this, except some of the players. China and India are the most conspicuous rising powers, but Russia has staked its claim in the struggle, too.

The Belt and Road Initiative is “a race for power at the heart of the greatest landmass on earth.”

Maçães writes about his “six-month journey along the historical and cultural borders between Europe and Asia” to show that the borders are not real. He traveled to Azerbaijan, the Caucasus, and other places in the region between the Black and Caspian Seas. He highlights the growing importance of Caspian energy resources to Europe, China and Russia, and the growth of Central Asian cities that lie along the path of China’s new Silk Road. He describes China’s plan for a “new network of railways, roads, and energy and digital infrastructure linking Europe and China.” The Belt and Road Initiative, Maçães writes,has the ambition of creating the world’s longest economic corridor, linking the Asia-Pacific economic pole at the eastern end of Eurasia, and the European pole at its western end.

The land component of this initiative is complemented by the “Maritime Silk Road” that connects China to Europe via the South China Sea, the South Pacific and the Indian Ocean. “Together”, he writes, “the land and sea components will strive to connect about sixty-five countries.”

Maçães views China’s Belt and Road Initiative as more than an economic corridor. It risks, he writes, upsetting old geographical realities and evoking a nineteenth-century world of great-power rivalry, a race for power at the heart of the greatest landmass on earth.

Maçães believes that in the struggle for mastery of Eurasia, Russia is an important variable, and that the Trump administration recognizes this. While President Obama rhetorically pivoted to Asia, Maçães explains, President Trump is seeking to pivot to Eurasia. Trump, he writes, views Eurasia in Kissingerian terms—the United States should have better relations with China and Russia than they have with each other. Trump’s strategy, he believes, “would use closer relations with Russia to limit China’s growing power and influence.”

That is a very 19th-century view of the world, but it makes eminent geopolitical sense in the 21st century. Indeed, in Mackinder’s last article on the subject in 1943 in Foreign Affairs, he envisioned a global geopolitical balance between the North Atlantic nations (the US, Canada, and Western Europe), Russia, and the populous lands of South and East Asia. The result, he hoped, would be “[a] balanced globe of human beings.”


Francis P Sempa is the author of Geopolitics: From the Cold War to the 21st Century and America’s Global Role: Essays and Reviews on National Security, Geopolitics and War. His writings appear in The Diplomat, Joint Force Quarterly, the University Bookman and other publications. He is an attorney and an adjunct professor of political science at Wilkes University.

vendredi, 20 décembre 2019

The New Nihilists: Political Nihilism and the Progressive Movement in America

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The New Nihilists: Political Nihilism and the Progressive Movement in America

Ex: https://www.americanthinker.com

During the dark days of the Second World War, Helmut Thielicke experienced the horrors of National Socialism on a daily basis.  Due to his standing as a Lutheran minister, professor of philosophy, and doctor of theology, he became a person of interest to the Gestapo, who kept him under constant surveillance and frequently hauled him in for interrogation.  After the war, he lectured and wrote extensively about his experiences, and when asked how a country that produced such luminaries as Bach and Beethoven could also produce an Adolf Hitler, he initially blamed the usual suspects: the Treaty of Versailles, the Great Depression, economic instability, and social unrest — but he did not leave it there.  Instead, he did the unthinkable and placed some of the blame on his fellow Germans for their uncritical acceptance of Hitler's promises — a point he emphasized in his book, Between Heaven and Earth.  "Hitler," he said, "knew how to dissemble, and one had to look very closely, and read his terrible book Mein Kampf very carefully, to see the cloven hoof beneath the angel's luminous robes." 

Thielicke's words closely mirrored those of the Apostle Paul, who warned the Corinthian church that "Satan himself masquerades as an angel of light."  Whether the warning is from Thielicke or Paul, it reminds us that duplicitous people always disguise their true intentions by appropriating warm, smooth, and soothing words before repurposing them to fit their carefully crafted agenda.  These warnings did not come with a use-by date, and their potency has not gone stale with the passage of time.  To the contrary, in today's hyper-partisan political environment, where Diogenes's lantern has run out of oil, it is imperative that the words and actions of those who shape public policy be put to the test.  This is especially true with respect to progressivism, an Americanized form of socialism that seemingly arose out of nowhere and seized control of the Democratic Party.  This perspective, however, is an illusion, for, like most political movements, progressivism's rise has been slow but persistent, and the brightness of its star has waxed and waned along with the influence of those who have guided it along — from Teddy Roosevelt to Barack Obama.

Although progressivism began during the McKinley administration, its development took place under the watchful eye of Teddy Roosevelt, whose views seemed somewhat unsettled at times.  He was for law and order but insisted that it was the people, not the courts, who are entitled to say what the Constitution means.  His life epitomized rugged individualism, but he was a collectivist who believed that the welfare of the one depended on the welfare of the many.  He promoted hard work and success but wanted to penalize excessive earnings by the creation of a heavy progressive income and inheritance tax.  He opposed state ownership of businesses but argued for complete governmental control of their affairs, including how they spent their profits.  Then, after almost two terms in office, Roosevelt put politics aside until 1910, when he delivered his defining speech, The New Nationalism, which was, in fact, a Progressive manifesto.

We grudge no man a fortune in civil life if it is honorably obtained and well used.  It is not even enough that it should have been gained without doing damage to the community.  We should permit it to be gained only so long as the gaining represents benefit to the community.  This, I know, implies a policy of a far more active governmental interference with social and economic conditions in this country than we have yet had, but I think we have got to face the fact that such an increase in governmental control is now necessary.

Having solidified his belief that a controlling central government was the essence of progressivism, Roosevelt ran as a third-party candidate against Woodrow Wilson in the presidential election of 1912, where he headed up the newly minted Progressive Party.  The election was lost, and the party died, but its sprit, like an ancient demon released from the abyss, took possession of the body politic, filled it with a thirst for power, and freed it from its constitutional chains.  Progressivism had become a viable force in American politics.

The rise of progressivism had a lasting effect on the nation, as president after president followed Teddy's lead and sought to expand the power and scope of the federal government.  Wilson, who advocated a Darwinian approach to the Declaration of Independence and the Constitution, gave us the progressive income and estate tax.  FDR instituted the New Deal, and LBJ advanced the Great Society, waged the War on Poverty, and launched Medicare.  Not to be outdone, Bill Clinton signed the job-killing North American Free Trade Agreement; Richard Nixon established the EPA and OSHA; Jimmy Carter developed the Departments of Education and Energy; and George W. Bush created Homeland Security, the Transportation Safety Administration, and No Child Left Behind.  Change was now the amrita of presidential politics, but just as the gods knew that churning for amrita would produce poison, so politicians knew that pushing for an overtly aggressive agenda would produce defeat, and no one understood that better than the Democratic Party's rising star: Senator Barack Obama.   

Like many of his predecessors, Obama projected a carefully crafted image while in the public eye.  As the keynote speaker for the 2004 Democratic convention, Obama mesmerized the audience with his soaring rhetoric, heaping praise on America while railing against "those who are preparing to divide us, the spin masters, the negative ad peddlers who embrace the politics of anything goes."  There is not, he insisted, "a liberal America and a conservative America, there is the United States of America.  There is not a black America and a white America and Latino America and Asian America – there's the United States of America."  But it was all a bright, shining lie, and those who had examined his life, and read his books Dreams from My Father and The Audacity of Hope very carefully, were not deceived.  They knew that Obama's mission was to boldly go where no progressive had gone before: into the uncharted universe of political nihilism.

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To the philosopher, nihilism means that nothing in the universe matters or has any significance.  Political nihilism takes the philosopher's theorem and applies it to existing social and political institutions, thereby clearing the way for their replacement.  Surprisingly, Obama openly embraced political nihilism during an October 31, 2008 speech at the University of Missouri, when he abandoned his message of "hope and change you can believe in" and declared, "We are five days away from fundamentally transforming the United States of America."

Although this random act of honesty galvanized Obama's base and helped secure his election, it also turned his declaration of intent and the oath of office into contranyms.  To resolve this dilemma, Obama the fundamental transformer recast himself as Obama the true blue American, and reaffirmed his fidelity to the Constitutional Republic during his first inaugural address.   

Forty-four Americans have now taken the presidential oath. The words have been spoken during rising tides of prosperity and the still waters of peace. Yet, every so often, the oath is taken amidst gathering clouds and raging storms. At these moments, America has carried on not simply because of the skill or vision of those in high office, but because we, the people, have remained faithful to the ideals of our forebears and true to our founding documents. So it has been; so it must be with this generation of Americans.

Today I say to you that the challenges we face are real. They are serious and they are many. They will not be met easily or in a short span of time. But know this America: They will be met.

To Obama, this maneuver was a tactical withdrawal, not a retreat.  He knew that the fundamental transformation of America would be a long and time-consuming process, so he asked his followers to be patient.  The gambit paid off, and Obama fundamentally changed the country's direction, but the next Republican president could easily undo the means he used, such as executive orders, presidential memos, and simple agreements instead of ratified treaties.  This possibility haunted Obama, and, as Election Day drew near, he pleaded with the voters to elect Hillary Clinton because "all the work we've done over the last eight years is on the ballot."  In spite of his efforts, Hillary lost, and President Trump began unwinding Obama's legacy.

In the end, Obama's above-the-fray, laissez-faire approach to leadership was a mistake — a mistake that today's progressives will not repeat.  They are the new nihilists, activists openly calling for the destruction of America's existing social and political institutions so that new, progressive ones can arise from the rubble.  No more electoral college, no more borders, no more constitutional restrictions is their cry, and all the Democratic Party's presidential hopefuls say amen.

In the movie Field of Dreams, Terrance Mann opined that "America has rolled by like an army of steamrollers.  It's been erased like a blackboard, rebuilt, and erased again."  Although Mann will never be among the world's greatest historians or grammarians, his place as a prognosticator of America's future is secure — if the new nihilists ever get their way.

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L’écriture inclusive exclut-elle quelque chose ?

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L’écriture inclusive exclut-elle quelque chose ?


Image: © Pierre Ballouhey

Sauf à revenir d’une mission de longue durée sur Mars, vous ne pouvez pas ignorer que la langue française a développé ces dernières années une série de symptômes inquiétants, sous forme de boutons se multipliant rapidement, associés à une prolifération inhabituelle de la lettre e, voire de groupes de lettres apparemment anarchiques.

La maladie touche principalement la communication institutionnelle, surtout celle se prétendant “de gauche”, “progressiste” ou “syndicale”, mais n’épargne pas pour autant les milieux cultivés, puisqu’elle se répand même dans les départements de lettres des universités. En voici quelques échantillons in vivo :

Cher·e·s collègues,
Nous vous proposons l’actualité syndicale récente, …

Cher·e·s collègues,
Le site du Forum 2020 est désormais ouvert pour la soumission des résumés…

Jusqu’à présent le modèle officiel de l’inspection individuel [sic] rabat l’évaluation des pratiques professionnelles des enseignant·e·s sur l’observation d’une heure de cours, la consultation des documents et affichages pédagogiques des professeur·e·s, de copies corrigées et des supports des élèves. Un entretien porte ensuite le plus souvent sur ces seuls éléments même si de nombreux·ses inspecteur·trice·s en élargissent le spectre.

Les gardiens de la langue – qui peuvent être des femmes – ont eu beau alerter sur la dangerosité de l’épidémie, il semble que la maladie n’ait pas encore pu être enrayée. Peut-être parce que le diagnostic n’est pas le bon ? Se pourrait-il que cette écriture se voulant inclusive – par opposition à l’écriture habituelle qui, elle, pratiquerait l’exclusion de certaines catégories de personnes, et notamment des femmes – soit en réalité terriblement exclusive de quelque chose ?

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La première chose qui vient à l’esprit, c’est le caractère imprononçable du texte ainsi “inclusifié”. Pour une langue vivante, c’est gênant. Pour des enfants apprenant à écrire, c’est dramatique. Pour ceux d’entre eux qui souffrent le plus – en temps normal – de cet apprentissage, c’est cruel, et n’arrangera certainement pas leur progression. L’écriture inclusive est donc déjà, de fait, terriblement exclusive envers les moins performants dans l’acquisition du langage, comme elle est exclusive de l’harmonie et de la cohérence de la langue, qui se voit scindée en deux langues différentes, une que l’on peut écrire mais pas prononcer, et l’autre prononcer mais pas écrire.

Mais il y a peut-être pire. La maladie se propage en se prétendant guérisseuse : elle voudrait éradiquer de la langue le fléau de l’oppression patriarcale millénaire, celle qui maintient les femmes en esclavage depuis des siècles et des siècles (amen). C’est en tout cas la justification qui est donnée au charcutage de la vieille langue, apprise de la même façon depuis des générations à quelques variations près, mais qui serait porteuse d’une insupportable violence envers le sexe féminin, impitoyablement écrasé par la règle du “c’est le masculin qui l’emporte”, et qu’il serait donc urgent de remplacer par une langue neuve et inclusive. Exemple d’injustice : “999 femmes et 1 homme se sont précipités au centre commercial pour l’ouverture des soldes”.

Mais est-on bien sûr que cette règle grammaticale relève de la domination patriarcale délibérée ? Quand on hésite sur la validité ou l’étendue du domaine d’application d’une loi, en sciences, il peut être utile de transposer cette loi à un domaine légèrement différent de celui où on la teste. Par exemple, pour savoir si la verticale est une seule et même direction, dotée d’un sens qui indique vers où tombent les objets, si l’on sait que la Terre est (à peu près) ronde, on peut se demander si les Néo-Zélandais vivent la tête en bas en marchant sur les pieds ou la tête en haut en marchant sur les mains1.

Dans le cas de l’écriture inclusive, il peut être tentant d’examiner les règles d’accord de genre dans les versions traditionnelles d’autres langues de pays à la culture proche, par exemple l’allemand. Cette langue a de plus l’avantage, par rapport au français, de disposer de trois genres : le féminin, le masculin et le neutre. Certains puristes rétorqueront que le français dispose en réalité d’un genre neutre (alors que certaines veulent en créer un de toutes pièces…), mais comme il s’écrit en pratique de façon identique au masculin, l’allemand permet de clarifier les raisonnements.

Prenons donc quelques exemples : l’automobile (féminin en français) se dit das Auto (neutre) en allemand. Ou encore der Wagen (masculin) d’où nous vient la marque Volkswagen, “voiture du peuple”, un projet industriel d’envergure qui a contribué à la popularité d’un petit brun à moustache ridicule dans les années 30 du siècle dernier. La femme se dit die Frau (féminin, on s’en doute) ; il y a donc trois articles définis au singulier en allemand : das (neutre), der (masculin) et die (féminin). En français nous n’avons que le et la, respectivement pour le masculin et le féminin.

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Et comment se dit “les”, l’article défini pluriel, en allemand ? Die, soit exactement la même forme que l’article défini féminin singulier. Les automobiles : die Autos. Les voitures : die Wagen2. Il semble donc que la règle (mnémotechnique) soit plutôt ici “c’est le féminin qui l’emporte”…

Qu’en est-il maintenant de l’accord de l’adjectif, ou du participe passé, suivant le genre en allemand ? Le pluriel est-il “dominé” par le féminin ou le masculin ?

La déclinaison de l’adjectif se subdivise en trois cas : déclinaison faible avec article défini, déclinaison mixte avec article indéfini, ou déclinaison forte en l’absence d’article. Seuls les premier et dernier ont une forme plurielle permettant de savoir si c’est “le masculin qui l’emporte” ou “le féminin qui l’emporte”, puisque l’article indéfini pluriel (“des” en français) n’existe pas en allemand. Or, aucune règle de “domination masculine” ne peut être tirée des déclinaisons faibles ou fortes, comme on pourra le constater à la lecture des tableaux : en déclinaison faible, la forme plurielle est certes similaire au masculin singulier pour l’accusatif, mais ce n’est pas vrai pour les trois autres cas, où le pluriel a soit sa propre terminaison, soit une terminaison commune avec les trois genres singuliers. Et en déclinaison forte, à l’exception du datif, ce serait plutôt encore “le féminin qui l’emporte” – simple observation à but mnémotechnique, sans considération sur les causes profondes – puisque la terminaison -e ou -er se retrouve à la fois au féminin singulier et au pluriel.

Quant au participe passé, c’est bien simple : il ne s’accorde pas, sauf à être traité comme un adjectif (die geliebte Mutter : la mère bien-aimée… comme der geliebte Vater pour le père bien-aimé !).

Peut-on déduire de ces constatations linguistiques que la société allemande est plutôt sous domination matriarcale, et qu’il serait donc urgent d’inclusifier la langue3 en y rajoutant du masculin4 afin que les hommes se sentent moins outrageusement rabaissés à leur condition de sous-femmes qu’ils ne le sont actuellement par la faute des règles de grammaire allemandes ? Pas vraiment, et ce pour au moins deux raisons : d’une part, il existe bien des cas où “le masculin l’emporte” au pluriel des noms, comme “l’étudiant / l’étudiante / les étudiants” qui se traduit par “der Student / die Studentin / die Studenten” (“les étudiants” se disant  “die Studenten” que l’assemblée soit mâle ou mixte, comme en français), mais aussi parce que la société allemande n’accorde pas une place particulièrement “plus égale” aux femmes que la société française, ce serait même plutôt l’inverse. Bien sûr, on y trouve aujourd’hui comme ailleurs des féministes à divers degrés, mais une “bonne Allemande” reste encore, majoritairement, une femme qui prend soin de son foyer et de l’éducation de ses enfants, plutôt qu’une femme “qui réussit” en faisant “une carrière prestigieuse”. Le modèle scolaire allemand, souvent cité en exemple – avec raison – parce qu’il sait ne pas trop mettre sous pression les enfants tout en leur donnant une bonne éducation et la possibilité de s’épanouir dans des activités annexes (musique, sport…), doit aussi son succès à la disponibilité des parents, qui sont souvent des mères, pour être à la disposition de leur progéniture quand l’école termine entre 12h et 15h… difficile à faire quand les deux membres du couple travaillent.

Bref, comme tant de revendications prétendument progressistes, celle de l’écriture inclusive commence par exclure… une connaissance minimale de la langue et de ses subtilités, ou par sanctuariser l’ignorance, comme on voudra. D’autres exemples de “rectifications” de pratiques “réactionnaires” ont par le passé laissé des arrière-goûts amers comme, par exemple, le fait de décréter égaux les douze degrés de la gamme chromatique, alors que la musique “réactionnaire” tonale s’y refusait… et qu’une étude minimale des bases physiques de la musique – voire une simple écoute donnant la priorité aux sens plutôt qu’à une prétention intellectuelle – permet d’en saisir le bien-fondé.

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Contrôler les masses en s’appuyant sur leur ignorance est évidemment plus facile que les élever dans la connaissance, c’est pourquoi de tous temps des volontés politiques hégémoniques ont tenté de détruire préalablement le substrat commun des peuples, “ce qui reste quand on a tout oublié”, afin de pouvoir construire un “homme nouveau” et malléable sur une base vierge. Le langage, dont l’évolution progressive au cours des siècles obéit à des règles extrêmement subtiles et non aux schémas paranoïaques – oserons-nous dire complotistes ? – de domination patriarcale évoqués par certain(e)s, fait évidemment partie de ce socle commun, au niveau le plus profond puisqu’il conditionne la communication entre les êtres. Mais l’écriture “inclusive” a toutefois un avantage : permettre d’éliminer rapidement les discours sans intérêt. Lorsqu’un texte commence de la sorte, on sait qu’il est inutile de lire la suite.

Bonus :

Je laisse mes lecteurs méditer sur ces autres trouvailles récentes de la langue française :

  • Hauts-de-France, nom de la région “nouvelle” qui est venue englober le Nord-Pas-de-Calais et la Picardie : sachant que son altitude moyenne est de 98 mètres, et que tout élève de primaire se faisait traiter de cancre lorsqu’il disait que Lille était “en haut” de la France ou Perpignan “en bas” à l’époque où j’y étais, que peut-on en déduire du niveau intellectuel des “décideurs” politiques ?
  • féminicide, venu “enrichir” le vocabulaire afin de “rééquilibrer” l’usage d’homicide : sachant que le nom homme prend deux m, et que homosexuel(le) se décline aussi bien au masculin qu’au féminin, que peut-on en déduire de la connaissance de l’étymologie par certain(e)s “féministes” ?
 
  1. 1) Certains résolvent le problème en disant que la Terre est plate, mais c’est une réponse qui soulève bien d’autres questions.
  2. 2) L’allemand étant une langue à déclinaisons, je simplifie ici en donnant seulement le nominatif. Toutefois, pour l’article défini, la règle de l’identité entre le féminin singulier et le pluriel reste valable aussi pour l’accusatif et le génitif, seul le datif ayant une forme propre au pluriel. Voir ici le détail.
  3. 3) Langage inclusif (ou épicène) se dit geschlechtergerechte Sprache en allemand. À vos souhaits.
  4. 4) Certaines universités allemandes ont commencé à le faire… en rajoutant du féminin.

jeudi, 19 décembre 2019

Des fake news à l’obscurantisme - Crises de croyance

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Des fake news à l’obscurantisme

Crises de croyance

par François-Bernard Huyghe
 
Ex: https://www.huyghe.fr

L’empire du faux attaque les sciences : doute et croyances alternatives

Après la peur des fake news, du complotisme et du populisme, voici dénoncée la remontée de l’obscurantisme. La contestation de ce qui est scientifiquement démontré monte en proportion inverse de l’adhésion à des explications improbables portant sur le monde, la nature, et souvent la santé.

Voir le succès en ligne de considérations sur la platitude de la Terre, des réfutations de l’évolution, les effets du karma sur nos morphologies, et des cosmologies bizarres. Ces croyances générales relèvent souvent d’une révélation. Mais d’autres théories à succès ne prétendent pas bouleverser les principes généraux de la science, ni attester de pseudo-miracles ; elles jouent des témoignages, des statistiques et des corrélations : A est-il cancérigène ? Quel rapport entre l’exposition à B et le développement de cette maladie ? Tel risque de santé est-il démultiplié par le facteur C ? Manipulations des experts pour déguiser une responsabilité en accident ? De quoi faut-il avoir peur, de quoi s’indigner, que dénoncer ? Que nous cache-t-on qui affecte notre santé, notre équilibre,la planète ?

Le scepticisme monte avec le refus de l’autorité et de la preuve : ce qu’affirment les autorités scientifiques, sanitaires ou autres rencontre une méfiance croissante, comme envers les médias et la classe politique.  Mais le vide du doute appelle le plein d'une croyance alternative. Ainsi, la conviction qu’un péril, onde, produit chimique ou flux d’énergie, jusque là non décelé menace, qu’une solution médicale inédite est apparue, donc qu’une révision de nos notions ou un contrôle s’imposent.

Au-delà de l’effet rumeur ou des croyances « archaïques », des gens qui ont un bon niveau culturel adhérent à des discours sur des risques cachés, sur une corrélation transformée en causalité ou sur de futures catastrophes notamment sanitaires, assurés que la science officielle nous dissimule l’effroyable réalité.

Au fil de l’actualité, on apprend ainsi que nos compatriotes sont les plus sceptiques sur la nécessité des vaccins, qu’une dame gourou Vandana Shida expose les thèses anti-science à sciences po, qu’il faut se méfier des compteurs Linky et de la 5G, que 86% des jeunes français pensent que le nucléaire participe fortement au réchauffement climatique et émet du co2, qu’il y aurait un lien prouvé entre les pesticides et le cancer du sein. Sans parler de l’efficacité de l’homéopathie ou des listes de produits, glyphosate, qui ont d’indéniables dangers, mais dont le risque, notion tout à fait différente du danger aux doses où on les rencontre, déclenche des passions.

On peut s’étonner d’une crise du consensus de cette ampleur et du succès de tout ce qui dénonce, souvent avec des relents anti-modernistes, naturalistes, catastrophistes, science et médecine. Souvent en se réclamant d’une autre plus authentique qui trouverait des causes cachées et des effets occultés par le « discours officiel ».

Comme en politique, on peut mettre en cause des changements de mentalité : ère de la post-vérité, réceptivité au bullshit, le grand n’importe quoi. On peut chercher des causes rhétoriques ou épistémologiques : les charlatans sont convaincants - par exemple ils « jouent des peurs » -et les gentils ne saisissent pas les finesses du raisonnement notamment statistique. Certes. On peut aussi chercher des coupables d’une sorte de subversion du vrai (Russes et les démagogues en politique, collapsologues et anti-science en médecine), et pointer les intérêts matériels des vendeurs d’espérance ou des capteurs de clics : raconter une carabistouillle attire vers une publication ou un site où la seconde d’attention du cerveau humain est renvendue à un publicitaire. Et sans négliger non plus l’arrière-fond idéologique d’opposition à la science comme domination de la nature et au développement comme agression.

Mais ces polémiques ont aussi une dimension médiologique : le marché intellectuel du doute, la prime à la théorie venant de gens « authentiques », l’explosion de l’argumentation, chacun pouvant émettre, relayer, discuter, juger, s’indigner, soutenir, etc. tout cela fleurit d’abord sur les réseaux sociaux. Le numérique est d’autant plus favorable à la contre-information et à la contradiction que chacun étant ce censé pouvoir aller aux sources et aux témoignages comme en direct d’égaux présumés sincères. Les algorithmes privilégient tout ce qui fait buzz, polémique et mobilisation.Ceci vaut particulièrement dans le domaine de la santé qui est celui de l’intime, de ce qui pourrait m’arriver à moi ou mes proches. S’ajoutent des techniques de captation de l’attention, de production de faux partisans, qui donnent des armes à la mésinformation au détriment des affirmations accréditées de façon hiérarchique et traditionnelle.

Les réseaux sont le lieu de l’alerte incessante - gluten, ondes, glyphosates, vaccins, lactose, nouveau produit cancérigène... - la où la peur vaut autorité, et bien que nous vivions dans des sociétés où le souci de protection est infiniment supérieur à ce qu’il fut jamais.
 
Certes le remède est souvent près du poison et, sur les mêmes réseaux, fleurissent les vidéos de démontage ou les analyses des biais cognitifs, les déconstructeurs de fariboles, les sources primaires et les idées tertiaires...

Mais nous subissons la terrible loi dite de Brandolini « La quantité d'énergie nécessaire pour réfuter du baratin est beaucoup plus importante que celle qui a permis de le créer".

Russie - La tentation néolibérale

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Russie - La tentation néolibérale

par Jean-Paul Baquiast

Ex: http://www.europesolidaire.com

Cet ouvrage est de Karine Bechet Golovko. Il été publié par l'Harmattan le 31/01/2018. Il avait peu attiré l'attention à l'époque, mais il conserve une actualité suffisante pour que nous le présentions ici.

Karine Bechet Golovko se décrit elle-même ainsi 
Habitant à Moscou depuis une quinzaine d'années, j'observe avec une passion toujours renouvelée les élans de ce pays complexe. Par des articles dans la presse, des publications scientifiques et des ouvrages je tente de vous faire partager une certaine vision d'un monde qui se renouvelle en permanence sous nos yeux.
« L'autorité des décisions de la CEDH à l'égard des juges constitutionnels », Revue Est-Europa, 2016, N°1
« De l'instrumentalisation du droit et des Etats : constitutions et révolutions dans l'espace post-soviétique », in « Les Constitutions, des révolutions à l'épreuve du temps », sous la dir. M.-E/ Baudoin et M. Bothom, LGDJ Lextenso, 2016
« Russie : la complexification des rapports entre l'Etat et la société civile », Revue d'études Est-européennes, 2014, N°1 spécial
« La dyarchie de l'exécutif en Russie », RDP, 2013, N°2
« Les présidentielles russes : les acteurs face à un choix de société », revue Politeia, n° 22 (2012)
« Les élections parlementaires russes : la fin d'une époque ou juste un sursaut ? », Revue Politeia, n° 20 (2012)
« Que reste-t-il du concept de « souveraineté » ? A l'occasion de la décision du Conseil constitutionnel sur le Traité de Lisbonne », Revue Politeia n°13 (2008)

Présentation par l'éditeur

La vague néolibérale mondiale a-t-elle échoué à atteindre la Russie ? Le calme de façade de la politique intérieure du pays couvre des turbulences que nous ne soupçonnons pas. Derrière la personnalité de V. Poutine, ce sont des clans néolibéraux et conservateurs qui s'affrontent à travers les organes de pouvoir, font passer des réformes, lancent des contre-réformes. Cette gouvernance russe s'est ouverte aux modalités néolibérales et revendique sa place dans la mondialisation.

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Notre commentaire au 17/12/2019

Depuis que s'est constitué un bloc géopolitique qualifié de BRIC, unissant notamment la Russie et la Chine, la question souvent posée est de savoir jusqu'à quel point ce bloc s'opposera aux offensives permanentes menées par les Etats-Unis contre la Russie. Aux yeux du Pentagone, la Russie a le tort immense de disposer d'une puissance nucléaire et spatiale seule capable aujourd'hui de tenir tête à l'Empire américain. Même si cela n'est pas dit clairement, elle doit disparaître en tant que super-puissance.

Vladimir Poutine a depuis les origines compris qu'il devait motiver suffisamment la société russe pour qu'elle accepte les sacrifices économiques que suppose la résistance à cette entreprise. Ceux-ci supposent une opposition permanente au capitalisme financier américain, dit aussi néolibéral, au lieu de coopérer avec lui pour exploiter le reste du monde. La question est donc posée de savoir jusqu'à quand les détenteurs russes du pouvoir économique et financier accepteront-ils ces sacrifices. Les services de renseignements américains ont depuis longtemps identifiés des intérêts sociaux-politiques qui en Russie pourraient être suffisamment corrompus par l'attrait des dollars pour renverser Vladimir Poutine afin de coopérer avec Wall Street au lieu de s'en tenir à distance.

Or à cet égard les candidats potentiels ne manquent pas. Le dernier ouvrage de Karine Bechet Golovko essaye d'en faire l'inventaire. Ces intérêts russes sont soumis en permanence à ce que son livre appelle la tentation néolibérale. Sur le plan intérieur, selon elle, ceci se traduit par la formation de mouvements qui s'affrontent afin de mettre le pouvoir (celui de Poutine et des militaires) au service de leurs intérêts. Mais ceux-ci sont souvent contradictoires, ce qui explique selon nous qu'il n'aient pas pu jusque ici mettre le gouvernement central, souvent désigné du terme de Kremlin, à leur service. Cependant, si l'on en croit les analyses de l'auteure, ceci ne saurait durer. A ce titre, l'ouvrage, même si ce n'est pas son ambition première, peut avoir pour effet de donner de l'espoir à ceux qui, à l'intérieur comme à l'extérieur, veulent renverser Vladimir Poutine, afin de rentrer dans ce qu'elle nomme le jeu de la mondialisation.

Nous pensons cependant que dans cette description, elle n'a pas su observer les sentiments nationalistes dits-aussi pro-russes qui ont toujours permis à la Russie de se défendre dès les guerres napoléoniennes contre les offensives européennes. Ils lui ont en dernier lieu donné la possibilité de s'inscrire parmi les vainqueurs de la seconde guerre mondiale, après avoir accepté des millions de morts parmi ses forces armées. Aujourd'hui, si les Etats-Unis ne peuvent être comparés à l'hitlérisme qui voulait conquérir et détruire Moscou, il est aisé de montrer qu'ils peuvent facilement lui être assimilés. Il s'agit une nouvelle fois se détruire la Russie en tant que puissance indépendante. Le nationalisme pro-russe saura l'emporter sur l'appât des profits immédiats quand il s'agira de faire des choix géostratégiques importants. Concrètement, ceci veut dire que Moscou, avec ou sans Poutine, ne refusera pas de continuer à jouer un rôle éminent au sein du BRIC. Autrement dit, la Fédération de Russie ne capitulera pas devant les intérêts dits néo-libéraux, même s'ils sont bien représentés en son sein.

La même observation pourrait être faite concernant la Chine. De nombreuses analyses montrent que les intérêts dits néolibéraux y sont très puissants et recherchent en permanence une ouverture à l'ouest. Mais l'expérience montre également que si cette dernière devait se payer par l'abandon de la résistance aux Etats-Unis, notamment dans le Pacifique sud , les intérêts néo-libéraux chinois sauraient s'effacer devant un sentiment national défendu aujourd'hui par le Parti Communiste Chinois et le président Xi Jinping.

 

mercredi, 18 décembre 2019

Pamir Highway: the Road on the Roof of the World

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Pamir Highway: the Road on the Roof of the World
Photo, above: Chinese container cargo trucks after crossing the Kulma pass at the Tajik-China border. Photo: Pepe Escobar / Asia Times

This is arguably the ultimate road trip on earth. Marco Polo did it. All the legendary Silk Road explorers did it. Traveling the Pamir Highway back to back, as a harsh winter approaches, able to appreciate it in full, in silence and solitude, offers not only a historical plunge into the intricacies of the ancient Silk Road but a glimpse of what the future may bring in the form of the New Silk Roads.

This is a trip steeped in magic ancient history. Tajiks trace their roots back to tribes of Sogdians, Bactrians and Parthians. Indo-Iranians lived in Bactria (“a country of a thousand towns”) and Sogdiana from the 6-7th centuries BC to the 8th century AD Tajiks make up 80% of the republic’s population, very proud of their Persian cultural heritage, and kin to Tajik-speaking peoples in northern Afghanistan and the region around Tashkurgan in Xinjiang.

Proto-Tajiks and beyond were always at the fringe of countless empires – from the Achaemenids, Kushan and Sogdians to the Greco-Bactrians, the Bukhara emirate and even the USSR. Today many Tajiks live in neighboring Uzbekistan – which is now experiencing an economic boom. Due to Stalin’s demented border designs, fabled Bukhara and Samarkand – quintessential Tajik cities – have become “Uzbek.”

Bactria’s territory included what are today northern Afghanistan, southern Tajikistan and southern Uzbekistan. The capital was fabled Balkh, as named by the Greeks, carrying the informal title of “mother of all cities.”

Sogdiana was named by the Greeks and Romans as Transoxiana: between the rivers, the Amu-Darya and the Syr-Darya. Sogdians practiced Zoroastrianism and lived by arable agriculture based on artificial irrigation.

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Western Pamirs: Road upgrade by China, Pyanj River, Tajikistan to the left, Afghanistan to the right, Hindu Kush in the background. Photo: Pepe Escobar

We all remember that Alexander the Great invaded Central Asia in 329 B.C. After he conquered Kabul, he marched north and crossed the Amu-Darya. Two years later he defeated the Sogdians. Among the captured prisoners was a Bactrian nobleman, Oxyartes, and his family.

Alexander married Oxyartes’s daughter, the ravishing Roxanne, the most beautiful woman in Central Asia. Then he founded the city of Alexandria Eskhata (“The Farthest”) which is today’s Kojand, in northern Tajikistan. In Sogdiana and Bactria, he built as many as 12 Alexandrias, including Aryan Alexandria (today’s Herat, in Afghanistan) and Marghian Alexandria (today’s Mary, formerly Merv, in Turkmenistan).

By the middle of the 6th century, all these lands had been divided among the Turkic Kaghans, the Sassanian Empire and a coalition of Indian kings. What always remained unchanged was the emphasis on agriculture, town planning, crafts, trade, blacksmithing, pottery, manufacture of copper and mining.

The caravan route across the Pamirs – from Badakshan to Tashkurgan – is the stuff of legend in the West. Marco Polo described it as “the highest place in the world.” Indeed: the Pamirs were known by the Persians as Bam-i-Dunya (translated, appropriately, as “roof of the world”).

The highest peaks in the world may be in the Himalayas. But the Pamirs are something unique: the top orographic crux in Asia from which all the highest mountain ranges in the world radiate: the Hindu Kush to the northwest, the Tian Shan to the northeast, and the Karakoram and the Himalayas to the southeast.

Ultimate imperial crossroads

The Pamirs are the southern boundary of Central Asia. And let’s cut to the chase, the most fascinating region in the whole of Eurasia: as wild as it gets, crammed with breathtaking peaks, snow-capped spires, rivers ragged with crevasses, huge glaciers – a larger-than-life spectacle of white and blue with overtones of stony gray.

This is also the quintessential crossroad of empires – including the fabled Russo-British 19th century Great Game. No wonder: picture a high crossroads between Xinjiang, the Wakhan Corridor in Afghanistan and Chitral in Pakistan. Pamir may mean a “high rolling valley.” But the bare Eastern Pamirs might as well be on the moon – traversed less by humans than curly-horned Marco Polo sheep, ibex and yaks.

Countless trade caravans, military units, missionaries and religious pilgrims also made the Pamir Silk Road known as “road of Ideologies.” British explorers like Francis Younghusband and George Curzon hit the upper Oxus and mapped high passes into British India. Russian explorers such as Kostenko and Fedchenko tracked the Alai and the great peaks of the northern Pamir. The first Russian expedition arrived in the Pamirs in 1866, led by Fedchenko, who discovered and lent his name to an immense glacier, one of the largest in the world. Trekking toward it is impossible as winter approaches.

And then there were the legendary Silk Road explorers Sven Hedin (in 1894-5) and Aurel Stein (1915), who explored its historical heritage.

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Chinese container cargo trucks negotiate the Western Pamirs. Photo: Pepe Escobar

The Pamir Highway version of the Silk Road was actually built by the Soviet Union between 1934 and 1940, predictably following ancient caravan tracks. The name of the region remains Soviet: the Gorno-Badakhshan Autonomous Oblast (GBAO). To travel the highway, one needs a GBAO permit.

For no less than 2,000 years – from 500 B.C. to the early 16th century – camel caravans carried not only silk from East to West, but goods made of bronze, porcelain, wool and cobalt, also from West to East. There are no fewer than four different branches of the Silk Road in Tajikistan. The ancient Silk Roads were an apotheosis of connectivity: ideas, technology, art, religion, mutual cultural enrichment. The Chinese, with a keen historical eye, not by accident identified “common legacy of mankind” as the conceptual/philosophical base for the Chinese-led New Silk Roads, or Belt and Road Initiative.

Have China upgrade, will travel

In villages in Gorno-Badakhshan, stretched out along stunning river valleys, life for centuries has been about irrigation farming and seasonal-pasture cattle farming. As we progress toward the barren Eastern Pamirs, the story mutates into an epic: how mountain people eventually adapted to living at altitudes as high as 4,500 meters.

In the Western Pamirs, the current road upgrade was by – who else? – China. The quality is equivalent to the northern Karakoram Highway. Chinese building companies are slowly working their way towards the Eastern Pamirs – but repaving the whole highway may take years.

The Pyanj river draws a sort of huge arc around the border of Badakhshan in Afghanistan. We see absolutely amazing villages perched on the hills across the river, including some nice houses and owners with an SUV instead of a donkey or a bike. Now there are quite a few bridges over the Pyanj, financed by the Aga Khan foundation, instead of previous planks jammed with stones suspended above vertiginous cliffs.

From Qalaykhumb to Khorog and then all the way to Ishkoshim, the Pyanj river establishes the Afghan border for hundreds of kilometers – traversing poplar trees and impeccably-tended fields. Then we enter the legendary Wakhan valley: a major – barren – branch of the Ancient Silk Road, with the spectacular snow-capped peaks of the Hindu Kush in the background. Farther south, a trek of only a few dozen kilometers of trekking, it’s Chitral and Gilgit-Baltistan in Pakistan.

The Wakhan could not be more strategic – contested, over time, by Pamiris, Afghans, Kyrgyz and Chinese, peppered with qalas (fortresses) that protected and taxed the Silk Road trade caravans.

The star of the qalas is the 3rd century B.C. Yamchun fortress – a textbook medieval castle, originally 900 meters long and 400 meters wide, set in a virtually inaccessible rocky slope, protected by two river canyons, with 40 towers and a citadel. Legendary Silk Road explorer Aurel Stein, who was here in 1906, on the way to China, was gobsmacked.The fortress is locally known as the “Castle of the Fire Worshippers”.

Pre-Islamic Badakhshan was Zoroastrian, worshipping fire, the sun and spirits of ancestors and at the same time practicing a distinct Badakhshani version of Buddhism. In fact, in Vrang, we find the remains of 7th-8th century Buddhist man-made caves that could have also been a Zoroastrian site in the past. The early Tang dynasty wandering monk Xuanzang was here, in the 7th century. He described the monasteries and, tellingly, took notice of a Buddhist inscription: “Narayana, win.”

Ishkoshim, which Marco Polo crossed in 1271 on the way to the upper Wakhan, is the only border crossing in the Pamirs into Afghanistan open to foreigners. To talk of “roads” on the Afghan side is audacious. But old Silk Road tracks remain, negotiable only with a study Russian jeep, delving into Faizabad and farther into Mazar-i-Sharif.

Here are the parts the 18-year-long, trillion-dollar, Hindu Kush-of-lies-told American war on Afghanistan never reaches. The only “America” available is Hollywood blockbusters on DVDs at 30 cents apiece.

I was very fortunate to spot the real deal: a camel caravan, straight from the ancient Silk Road, following a track on the Afghan side of the Wakhan. They were Kyrgyz nomads. There are roughly 3,000 Kyrgyz nomads in the Wakhan, who would like to resettle back in their homeland. But they are lost in a bureaucratic maze – even assuming they secure Afghan passports.

These are the ancient Silk Roads the Taliban will never be able to reach.

Traveling the Pamir Highway, we’re not only facing a geological marvel and a magic trip into ancient history and customs. It’s also a privileged window on a trade revival that will be at the heart of the expansion of the New Silk Roads.

Khorog is the only town in the Pamirs – its cultural, economic and educational center, the site of the multi-campus University of Central Asia, financed by the Agha Khan foundation. Ismailis place tremendous importance on education.

Badakhshan was always world-famous for lapis lazuli and rubies. The Kuh-i-Lal ruby mine, south of Khorog, was legendary. Marco Polo wrote that in “Syghinan” (he was referring to the historical district of Shughnan) “the stones are dug on the king’s account, and no one else dares dig in that mountain on pain of forfeiture of life”.

Shughnan worshipped the sun, building circular structures with the corresponding solar symbolism. This is what we see in Saka graves in the Eastern Pamir. As we keep moving east, the settled Pamiri culture, with its profusion of orchards of apricots, apples and mulberries, gives way to semi-nomadic Kyrgyz life and irrigated villages are replaced by seasonal yurt camps (not at this time of the year though, because of the bitter cold.)

At Langar, the last village of the Wakhan, rock paintings depict mountain goats, caravans, horse riders with banners, and the Ismaili symbol of a palm with five fingers. Archeologist A. Zelenski, in fascination, called the historical monuments of the Wakhan “the Great Pamir Route.” Aurel Stein stressed this was the main connection between Europe and Asia, thus between the whole classical world and East Asia, with Central Asia in between. We are at the heart of the Heartland.

Last stop before Xinjiang

Following the Wakhan all the way would lead us to Tashkurgan, in Xinjiang. The Pakistani border, close to the Karakoram Highway, is only 15 km to 65 km away, across forbidding Afghan territory.

It’s the Koyzetek pass (4,271 meters) that finally leads to the Eastern Pamir plateau, which the Chinese called Tsunlin and Ptolomy called Iamus, shaped like a giant shallow dish with mountain ranges at the edges and lakes at record altitudes. Marco Polo wrote, “The land is called Pamier, and you ride across it for twelve days together, finding nothing but a desert without habitations or any green thing, so that travelers are obliged to carry with them whatever they need. The region is so lofty and cold that you don’t even see any birds flying. And I must notice also that because of this great cold, fire does not burn so brightly and give out so much heat as usual, not does it cook effectually.”

Murghab, peopled by Kyrgyz – whose summers are spent in very remote herding camps – revolves around a mini-bazaar in containers. If we follow the Aksu river – once considered the source of both the water and the name of the Oxus – we reach the ultimate, remote corner of Central Asia: Shaymak – only 80 km from the tri-border of Afghanistan, Pakistan and China.

The Little Pamirs are to the south. As I reported for Asia Times way back in 2001, it was in this area, crammed with the most important Silk Roads passes of both China and Pakistan, that Osama bin Laden might have been hiding, before he moved to Tora Bora.

From Murghab, I had to inspect the Kulma pass (4,362 meters high), a New Silk Road border. The road – made by China – is impeccable. I found lonely Chinese container truck drivers and businessmen from Kashgar driving made-in-China minivans across the Pamirs to be sold in Dushanbe.

On the High Pamirs we find around 800 ancient lakes created by earthquakes, tectonic activity and glaciers. Yashilkul lake (“Blue Water”), at 3,734 meters frozen this time of the year, sits in a plateau scouted by Stone Age hunters. Tajik archeologist V. Ranov found rock paintings of horses and carts, attributes of Mitra, the Persian god of the Sun. During the 10th to 3rd centuries B.C, the plateau was inhabited by nomadic tribes of the Persian-speaking Sakas.

From Shughnan to Ishkoshim, here we are in what the ancients called “The country of the Sakas.”

From Scythians to containers

The vast Scythian steppes that range from the Danube all the way to China were inhabited by a vast confederation of tribes. Then, in the 2nd to 1st centuries B.C., the tribes started moving to the east of the Greco-Bactrian state. Some of them settled in the Pamirs and became the ethno-genetic component of the Pamiri ethnicity. Alex, my driver, is a true Pamiri from Khorog. He’s also the real Pamir Highway Star with his badass black Land Cruiser. (“It’s a killing machine/ it’s got everything,” as Deep Purple immortalized it.)

The highlight of the Eastern Pamirs is the spectacular blue inland, saltwater Karakul Lake, formed 10 million years ago by a meteor. Under the sun, it’s a radiant turquoise; this time of the year, I saw it deep, deep blue, not really the “Black Lake” that its name implies. Karakul because of its slight salinity was not frozen. This is chong (big) Karakul, the older brother of the kichi (small) Karakul across the border in Xinjiang, which I had the pleasure of visiting in my Karakoram Highway travels.

The High Pamirs are right behind Karakul, concealing the 77-km-long Fedchenko glacier. East of the lake, if you could survive a trek in Arctic conditions, is Xinjiang. The early Tang dynasty wandering monk Xuanzang was here in 642 (he thought the lake was people by dragons). Marco Polo was here in 1274.

Our base to explore Yashilkul and later Karakul was Bulungkul – this time of the year a sort of Arctic station, with only 40 houses served by solar panels in the middle of nowhere, and temperatures hovering around minus 22 Celsius. It’s the toughest of lives. They told me that in winter the temperature drops to -63C.

Farther down the road, I took a diversion east to observe the Kulma pass, at 4,363 meters the official Tajik border with China, reached by a – what else? – made-by-China road, opened in 2004 following the ancient Silk Road.

The Tajik-Kyrgyz border at the Kyzyl-Art pass looked like a scene from Tarkovsky’s Stalker, utterly Soviet-style desolate except for a shared taxi loaded with Kyrgyz going to Khorog. From there, it’s a spectacular drive all the way to the crossroads of Sary Tash, and through the head-spinning, 3,615 meter-high Taldyk pass, towards Osh, the gateway to the Ferghana valley.

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The Taldyk pass in southern Kyrgyzstan, all the way to Osh. Photo: Pepe Escobar / Asia Times

All across this mesmerizing Central Asia/Heartland journey, especially in the bazaars, we see in detail the crossroads of pastoral nomadism and irrigation culture, fertilized century after century by cross-cultural Silk Road trade involving herders, farmers, merchants, all of them part of commodity trading and provisioning for the caravans.

We delve into the vortex of immensely rich social, religious, scientific, aesthetic and ideological influences – especially from Persia, India, China and Iran. The shift from overland to sea trade in the 16th century – the start of European world domination – in fact never erased the traditional routes to India via Afghanistan, China via Xinjiang and Europe via Iran. Trade remains the top factor in Central Asian life.

Today the Pamir Highway is a privileged microcosm of what is slowly but surely evolving as the intersection between the New Silk Roads and Greater Eurasia – with its main hubs configured by Russia, China, Iran, Pakistan and – it may be hoped – India.

The ultimate crossroads of civilizations, the Heartland, is back – once again at the heart of history.

(Republished from Asia Times by permission of author or representative)

mardi, 17 décembre 2019

La Chine deviendra-t-elle totalement indépendante dans les technologies numériques ?

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La Chine deviendra-t-elle totalement indépendante dans les technologies numériques ?

par Jean-Paul Baquiast

Ex: http://www.europesolidaire.eu

Jusqu'à présent, la Chine importe des Etats-Unis ou de Corée du Sud un certain nombre de composants électroniques et d'éléments de programme encore essentiels. Elle est donc dépendante des entreprises numériques étrangères, notamment de celles soumises à un contrôle politique de Washington.

Si les tensions sino-américaines s'aggravaient, elle pourrait donc se trouver d'un jour à l'autre privée par une décision américaine d'éléments stratégiques indispensables. Elle disposerait certes de moyens de riposte, car les firmes américaines telles que Microsoft , HP, Dell utilisent de plus en plus de composants chinois. Néanmoins, aujourd'hui, la Chine veut devenir totalement indépendante, et ceci en permanence.

Selon un article du Financial Times (accès payant) daté du 09/12/2019, le Parti Communiste Chinois qui contrôle le gouvernement vient d'ordonner à toutes les administrations et entreprises publique dépendantes du gouvernement centrale ou des régions de se débarrasser d'ici 3 ans de tous les équipements électroniques, composants et programme qu'elles utilisent aujourd'hui. On peut penser qu'il s'agit d'une riposte à la décision récente américaine d'exclure les chinois Huawei et ZTE du marché américain des télécommunications, au prétexte de risques d'espionnage. Mais il ne s'agit pas seulement de cela. 

Pékin veut ne reposer désormais que sur ses propres entreprises dans le domaine numérique. Il veut aussi être capable d'exporter ses produits dans le monde entier, y compris en Europe et même en Russie, si du moins Moscou le demande.

Les experts occidentaux affirment que la Chine, au moins dans le domaine des logiciels et des systèmes d'exploitation, aura du mal d'ici 2022 à se passer des produits Microsoft, Windows et Apple. Ce serait notamment le cas concernant les portables, où l'OS chinois Kylin, initialement conçu par l'armée chinoise, se révèle encore non compétitif, même en Chine où il est peu utilisé. De plus, vu l'imbrication actuel des composants et des logiciels,comment distinguer facilement ceux qui seront d'origine chinoise ou d'origine étrangère ?

Mais il apparait que les informations disponibles aujourd'hui contredisent en grande partie ces "experts occidentaux". Les systèmes informatiques chinois sont déjà très indépendants de la technologies américaine, pour les applications comme pour les logiciels de base. D'une part, ils utilisent largement les systèmes en Open Source, accessibles à tous, du type de Red Hat ou Linux. D'autre part ils y développent des logiciels qui demeurent sous contrôle chinois, fut-ce en Joint Venture avec des start-up (s) américaines. Même concernant les produits Microsoft, surtout Windows, l'objectif reste plus difficile, mais ils travaillent activement. Des variantes Open Source sont déjà disponibles, mais moins aisées a mettre en oeuvre.

Pour le hardware, par contre, il reste beaucoup de travail à faire. Néanmoins les Chinois y s'emploient activement, là encore en collaboration avec des entreprises étrangères telles qu'AMD. Le point faible demeure encore le manque d'usines en Chine. Pour le moment, la Chine travaille en coopération avec Taiwan, mais elle veut s'affranchir rapidement de cette dépendance.

On notera qu'un des secteurs  principaux d'investissements chinois sera l'Intelligence Artificielle et les Big Data. Il ne serait pas question de laisser à d'autres le monopole dans ces problèmes essentiels. Inutile d'ajouter que l'industrie spatiale chinoise a déjà réalisé ses propres logiciels et que ceux-ci seront rapidement réutilisés, sous des versions moins spécialisées, dans les applications civiles.

Le Parti Communiste Chinois, qui gouverne pour le moment la Chine, n'hésite pas à affirmer, selon l'expression française, que  "quand on veut, on peut". 

 

 

Opération « 3-5-2 ». La Chine va se passer des technologies américaines en 3 ans !

Alors que les marchés financiers se demandent encore si Trump réussira à signer un « trade deal » – un accord commercial avec la Chine avant Noël, histoire que tous les revendeurs puissent charger la barque en containers entiers de chinoiseries inutiles et polluantes qui serviront à remplir aussi bien les rayons des supermarchés que les hottes des pères noël – la démondialisation est en pleine accélération.

La démondialisation est en marche, et rien ne semble plus pouvoir l’arrêter.

Le plan colossal de la Chine pour se passer des technologies américaines en 3 ans !

« Beijing orders state offices to replace foreign PCs and software » derrière ce titre du FT se cache une terrible réalité pour les mondialistes. En effet, le Financial Times indique que « Pékin ordonne que toutes les administrations remplacent les PC et logiciels étrangers » par des technologies 100 % chinoises.

Le monde est en train de se refermer.

Pékin vient de lancer un programme qui n’est ni plus ni moins qu’une purge technologique surnommée « 3-5-2 » pour 30 % en 2020, 50 % en 2021 et les 20 % en 2022. Ce sont les objectifs de réduction d’utilisation de technologies étrangères.

Cela sera valable évidemment pour les technologies américaines mais aussi européennes.

Le monde qui vient est un monde très technologique.

Dans ce monde, on sera soumis ou indépendant.

On ne peut pas être un peu soumis, ou un peu indépendant comme on ne peut pas être un peu enceinte !

Les fournisseurs américains seront, de facto, exclus de tous les marchés publics chinois, puis des grandes entreprises, puis de Chine.

La Chine veut que ses infrastructures soient « sécurisées et contrôlables ».

Lorsque nous déploierons toutes les voitures autonomes qui fonctionneront avec la 5G, car c’est à cela que va servir la 5G (pour l’internet des objets), si vous ne maîtrisez pas les risques, un pays tiers peut faire se rentrer dedans les 5 millions de voitures qui roulent à l’heure de pointe…

L’indépendance a un prix.

Elle a un coût.

Elle doit aussi se penser politiquement.

Notre pays est en train de laisser partir ses pépites technologies vers des intérêts étrangers au moment même où nous devrions penser notre puissance et protéger nos savoir-faire précieux.

Vive la France.

Charles SANNAT

« Ceci est un article « presslib » et sans droit voisin, c’est-à-dire libre de reproduction en tout ou en partie à condition que le présent alinéa soit reproduit à sa suite. Insolentiae.com est le site sur lequel Charles Sannat s’exprime quotidiennement et livre un décryptage impertinent et sans concession de l’actualité économique. Merci de visiter mon site. Vous pouvez vous abonner gratuitement à la lettre d’information quotidienne sur www.insolentiae.com. »

Source Financial Times ici

 
 
 
 
 
 

Recep Tayyip Erdoğan ou le maître des maîtres chanteurs

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Recep Tayyip Erdoğan ou le maître des maîtres chanteurs

par Jean-Paul Baquiast

Ex: http://www.europesolidaire.eu

La Turquie n'est qu'une puissance moyenne. Elle dispose de forces armées numériquement importantes mais que l'on dit constituées de jeunes militaires incompétents ou prêts à se vendre au plus offrant. Néanmoins elle possède trois avantages.

Le premier est une situation géographique d'un grand intérêt stratégique, aux frontières de l'Europe et de la Russie. Celle-ci intéresse particulièrement les Etats-Unis, car elle pourrait servir de base avancée à l'US Army dans la perspective de conflits, fussent-ils limités. Le second est sa réputation d'Etat musulman modéré. En tant que tel, les pays européens et la Russie espèrent s'appuyer sur lui dans la lutte contre le terrorisme islamique. Le troisième avantage de la Turquie est son président depuis 2014, Recep Tayyip Erdoğan.

Celui-ci veut faire de la Turquie une vraie grande puissance. Certains disent qu'il voudrait reconstruire un empire Ottoman dont il serait le Sultan. Pour cela il veut se débarrasser des indépendantistes Kurdes qui occupent une partie du territoire turc. Il veut aussi augmenter sensiblement les frontières de la Turquie, en annexant une importante bande frontière entre la Turquie et la Syrie, qu'il a décidé d'occuper militairement. Mais surtout il espère faire de la Turquie un arbitre influent entre les Etats-Unis et la Russie. Pour cela il utilise son appartenance à l'Otan sous direction américaine et s'équipe en matériels américains, Il a promis d'acheter notamment une flotte importante des futurs chasseurs américains F 35, une fois que ceux-ci seront en ordre de vol. . Mais il a eu le coup de génie, il y a quelques mois, d'obtenir de la Russie la vente de systèmes de missiles anti-missiles dits S-400. Ceux-ci se sont révélés bien supérieurs aux Patriot américains. Ils menacent notamment d'impuissance les avions de combat d'Israël et des Etats-Unis 1) .

Depuis plusieurs semaines, la Maison Blanche avait menacé Erdogan d'obtenir son expulsion de l'Otan au cas où il continuerait d'acquérir du matériel militaire russe. Mais elle s'est bien gardé de le faire. Cela l'aurait jeté dans les bras de Moscou. Sur le sujet S-400 versus F 35, on consultera un article de Sputnik .

Aujourd'hui le secrétaire américain à la défense Mark Esper s'est dit inquiet de voir la Turquie « s'éloigner de plus en plus de l'orbite de l'Otan ». Voir un article du site américain indépendant Al Monitor. Il relaie en cela des pressions du Congrès américain visant à remettre Erdogan dans le droit chemin, peut-être en l'excluant de l'Otan.

Mais il y a tout lieu de penser qu'Erdogan ne changera pas d'un iota sa position. Emmanuel Macron pourrait s'inspirer de son exemple s'il voulait faire de la France, qui, tout autant que la Turquie, en a les moyens, une véritable arbitre entre l'Ouest et l'Est

Notes

Note 1

Sur les S-400, on lira ceci, à propos du système russe de radar dont ils sont équipés, et qui fait leur exceptionnalité

The radar tested is the “eye of battle management system” of each battery that detects heavy bombardiers from 570 kilometers (355 miles) and faster fighter planes from 400-450 kilometers (250-280 miles). The “Big Bird” 91N6E acquisition and battle management radar can simultaneously track 300 close proximity enemy targets. The other radar in each battery is a Grave Stone multimode engagement radar. 

This 91N6E radar for the S-400 system is tasked with acquiring and tracking aerial and ballistic targets, identifying targets and performing angle measurements on standoff jamming aircraft. The 92N6E radar in the system is intended to provide autonomous manual and automatic sector sweeps, target acquisition and tracking in adverse weather, electronic counter measures, chaff and low altitude clutter environments. This radar is equipped with identification, friend or foe capability as well.

Note 2

Erdogan menace de fermer la base américaine en Turquie d'Incirlik en réponse aux sanctions

Erdogan Threatens To Shut Incirlik Base To US In Response To Sanctions
https://www.urdupoint.com/en/world/erdogan-threatens-to-shut-incirlik-base-to-us-787979.html

 

 

lundi, 16 décembre 2019

France: Un gouvernement de conchieurs

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Un gouvernement de conchieurs

Par Frédéric Lordon

Source : Le moment Potemkine,

Les blogs du Diplo, Frédéric Lordon

Comment explose une mutinerie ? Comme tous les soulèvements : par l’abus de trop. Sur le cuirassé Potemkine, l’arrogance des officiers, leur mépris aristocratique et leur brutalité ne sont pas encore parvenus à dégoupiller les matelots. C’est la viande qui va s’en charger. Ou plutôt les vers. Car la viande en est tellement infestée qu’elle pourrait courir toute seule jusqu’au bastingage. On approche du « point de trop » — mais ça l’officier supérieur ne le sait pas encore. Il pense simplement pouvoir ramener l’ordre en aboyant comme d’habitude, en compagnie du médecin-major venu engager son autorité scientifique pour certifier que la viande est parfaite — et que tout retourne à la normale. Gros plan sur la viande : elle n’est que grouillement. Le major : « Ce ne sont pas des vers ».

Édouard Philippe : « L’ambition portée par ce gouvernement est une ambition de justice sociale (…) Et surtout la seule chose qui compte, c’est la justice (1). »

Le major : « Cette viande est très bonne, cessez de discuter ».

Édouard Philippe : « Les femmes seront les grandes gagnantes du système universel de retraites (…) Les garanties données justifient que la grève s’arrête ».

Quand il se dirige vers son point critique, ce qu’il ne découvre toujours que trop tard, un ordre politique ne tient plus symboliquement qu’à un cheveu, ou à un mot — après, bien sûr, il lui reste la police. Or les mots, offenser par les mots, ç’aura été la grande passion de ce pouvoir. On ne pourra pas dire, en cette matière, qu’il ne s’est pas donné du mal. En réalité, il y est allé de bon cœur. C’est que tout dans sa nature l’y poussait. À l’image de son chef évidemment. Car avoir le naturel offensant, c’est vraiment lui. Les « riens », « le costard », « la rue à traverser », « les illettrées », à chaque fois on n’en revenait pas, et à chaque fois on n’avait rien entendu. Il a ça si profondément en lui que même les promesses — répétées — de s’acheter une conduite ne l’ont jamais désarmé : à ce stade d’incorporation, on se défait pas de soi. Il n’avait pas sitôt promis de ne plus parler à l’emporte-pièce (janvier) qu’il nous donnait du « Jojo le gilet jaune » et du « boxeur gitan qui ne peut pas avoir écrit ça tout seul — puisqu’il est gitan ». À la rentrée de septembre, fini, c’était juré. Mais le 4 octobre déjà il n’adorait pas la pénibilité qui « donne le sentiment que le travail est pénible ».

On dit les mots Potemkine, mais on dirait aussi bien les mots Orwell

Il y a cependant un type de propos, qui fera la marque particulière de ce pouvoir dans l’histoire, qui ne relève ni de l’insulte innocente et joyeuse, ni même du mensonge éhonté, mais d’autre chose, infiniment plus vertigineux en fait : les mots Potemkine, les mots « ce ne sont pas des vers » et « cette viande est excellente », avec les vers et la viande sous le nez. On dit les mots Potemkine, mais on dirait aussi bien les mots Orwell.

Édouard Philippe : « Nous proposons un nouveau pacte entre les générations, un pacte fidèle dans son esprit à celui que le Conseil National de la Résistance a imaginé et mis en œuvre après-guerre ».

À ce niveau, dévoyer les mots, c’est conchier les choses. Quand Édouard Philippe s’enveloppe dans le CNR alors qu’il détruit avec une froide méthode tous les acquis sociaux du CNR, il conchie l’histoire politique de la Résistance. Et voilà finalement la marque de ce gouvernement : c’est un gouvernement de conchieurs. Quand Attal et Montchalin osent que le suicide d’Anas n’est pas politique, ils conchient son lit de douleur, et peut-être sa tombe. Partout des conchieurs dans les palais. Buzyn ferme des lits « pour améliorer la qualité des soins » — conchie les malades. Vidal décuple les frais d’inscription des étudiants étrangers « pour mieux les accueillir » — conchie les étudiants étrangers. Pénicaud défait le code du travail « pour protéger les salariés » — conchie les salariés.

Par-delà tous ces offensés, cependant le tableau d’ensemble donne une idée élargie de ce dont il s’agit : ce qui est génériquement conchié, c’est le sens des mots. « Que les mots aient un sens, nous nous en foutons, mais alors totalement ; et nous ferons avec ce que nous voulons ». La question qui suit inévitablement demande ce qu’il est possible de faire « démocratiquement » avec des gens qui ont fait ça de la langue. Ici, l’imbécillité éditorialiste, qui répète que « la démocratie, c’est le débat, et le contraire de la violence » va bientôt tomber sur un os. Car le débat n’existe pas comme ça du seul fait de mettre en présence des hommes qui font du bruit avec la bouche. C’est d’ailleurs la chose la plus universellement ignorée de l’univers médiatique qui considère qu’il suffit de réunir des gens qui ne pensent pas la même chose pour avoir « un débat ». Les corridas qui se tiennent sous ce nom, organisées par les médias, où l’inanité le dispute à la foire d’empoigne, convainquent assez qu’il n’en est rien. Pour qu’il y ait un débat, il faut que soient réunies les conditions de possibilité du débat. À commencer par la première d’entre elles : le respect minimal du sens commun des mots.

Le débat n’existe pas comme ça du seul fait de mettre en présence des hommes qui font du bruit avec la bouche

Cette condition fondamentale piétinée, on comprend sans peine ce qu’il reste du débat : il reste « Le-Grand-Débat », spectacle taillé pour les canalisations de l’information en continu, où pendant des heures et des heures, Macron parle, parle, parle. Tout seul. Dans l’état où le macronisme a mis la langue, il ne peut y avoir comme « débat démocratique » que Le-Grand-Débat. Car on n’a pas de débat, grand ou petit, au milieu d’une langue détruite. À quoi pourrait, en effet, ressembler un débat sur les retraites en face de quelqu’un qui démolit tout, en jurant faire vivre l’esprit du CNR ? Et même, comment résister à l’envie de lui mettre une petite tarte ? Puisqu’en définitive, c’est le seul choix de réaction qui reste à disposition. On voit bien qu’on ne va pas commencer à discuter. Pas plus qu’il n’y a matière à discussion avec quelqu’une qui dit qu’elle ferme des lits d’hôpitaux pour améliorer les soins, etc. Discuter n’a plus de sens quand les mots ont été privés de sens. Légitimement, on envisage autre chose.

Mais alors, il ne faut pas venir se plaindre que « la violence, c’est le contraire de la démocratie ». Ou bien il faut adresser sa plainte à qui de droit : à ceux qui ont détruit la condition de possibilité, dialogique, du débat. Donc de la démocratie. De fait, dans 1984, on ne discute pas trop. Pour des raisons semblables : « la paix, c’est la guerre », « la liberté, c’est l’esclavage », et « l’ignorance, c’est la force », ça ne fait pas une très bonne base.

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Qu’Orwell revienne en force dans la conscience commune, même Alain Frachon qui régale le lecteur du Monde de ses pénétrantes analyses internationales, s’en est aperçu. Quoiqu’en fait non. Pour Frachon, Orwell, c’est en Chine. Trente millions de téléphones portables Ouïgours sur écoute — orwellien. Et « “1984” illustre de façon prémonitoire ce qui se passe dans la Chine de Xi Jinping ». Avec une telle analyse, en effet, on se sent tout pénétrés. Heureusement, c’est en Chine, quel soulagement. Chez nous, rien de tout ça. Pas d’écoutes, pas d’interpellations préventives, pas de reconnaissance faciale, pas non plus d’assistant-flic Amazon ou Apple (d’ailleurs l’équivalent du « télécran » dans tous les foyers de 1984), bref pas de « tyrannie 2.0 » (de nouveau pénétrés). Quand Frachon ne parvient même pas à apercevoir ici les formes les plus caricaturales de l’orwellisme, comment en verrait-il les plus subtiles ?

On ne comptera donc pas sur lui pour réaliser que la démolition de la langue, en son noyau de sens, porte à son comble la démolition des institutions de ladite « démocratie » : institutions de la représentation qui ne représentent plus, institutions de la médiatisation qui ne médiatisent plus, et maintenant, donc, institution — la plus fondamentale — de la langue et de la signification qui ne signifie plus. Après quoi on se scandalisera que les gens choisissent l’action directe plutôt que « le débat ».

Réellement, s’il y a un seul motif d’étonnement, c’est qu’ils aient été si patients avant de s’y résoudre, qu’ils aient accepté d’aller ainsi au bout du bout de la faillite institutionnelle généralisée pour constater l’impasse. L’impasse des mots Orwell. Mais ne faudrait-il pas parler plutôt des mots Potemkine ? Car eux ne terminent pas dans une impasse. Ils déclenchent le moment Potemkine. Le moment Potemkine, c’est celui où, sous un abus de trop, la légitimité est détruite par le sentiment du scandale, et avec elle le consentement et ce qui restait de respect. Alors les matelots jettent les officiers à la mer et prennent collectivement les commandes du bateau.

Frédéric Lordon

Source : Les blogs du Diplo, Frédéric Lordon, 13-12-2019

La révolte des Bo-Bo / Les "sardines" en Italie

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La révolte des Bo-Bo

Les "sardines" en Italie

par Georges FELTIN-TRACOL

Ex: http://www.europemaxima.com

Le 30 novembre dernier, les égouts d’une des plus belles villes d’Italie, Florence, débordaient. Environ dix mille manifestants selon la police, quatre fois plus d’après les organisateurs, occupaient la Place de la République à l’appel lancé sur les réseaux sociaux par les « Sardines », seize jours plus tôt depuis la ville de Bologne. Cette manifestation à Florence n’est que la dernière d’un mouvement largement surestimé qui parcourt néanmoins toute la péninsule. Certains observateurs politiques le comparent déjà aux « Gilets Jaunes » français.

Les « Sardines » sont une réaction de l’énigmatique « société civile ». Ils reprennent les codes, postures et méthodes d’un Beppe Grillo, auteur des Vaffanculo Day anti-Berlusconi avant l’institutionnalisation de son Mouvement Cinq Étoiles. Ce nouveau phénomène essentiellement virtuel et viral qui s’inspire aussi des flash mob se veut apolitique et non partisan. Un apolitisme bien particulier… Les participants entonnent en effet Bella Ciao, disent se retrouver dans les valeurs de l’« antifascisme » et estiment sur Facebook, bien complaisant pour la circonstance, que leur « archipel des sardines » s’oppose avec force aux discriminations, à l’exclusion et aux idées populistes et souverainistes. Ils protestent contre la victoire écrasante de la Lega et de ses alliés en Ombrie, une région historiquement acquise à la gauche en octobre dernier. Or, le 26 janvier 2020, Bologne et sa région, l’Émilie – Romagne, connaîtront à leur tour des élections administratives capitales. Si la coalition des droites conduite par Matteo Salvini remporte cet autre fief de gauche, le second ministère Conte sera plus qu’en sursis. Par ailleurs, dès le printemps, une troisième terre de gauche, la Toscane avec Florence pour capitale, fera aussi l’objet d’un scrutin régional déterminant.

Les militants les plus actifs des « Sardines » « contre-populistes » ou « populistes de gouvernement » proviennent de la petite bourgeoisie urbaine à gros capital intellectuel, soit la version mutante de Bo-Bo mâtinée de hipsters. Outre l’investissement d’étudiants souvent inscrits dans des filières – impasses subventionnées, battent le pavé des villes italiennes des retraités soixante-huitardés et de jeunes familles biberonnées dans leur adolescence par le cosmopolitisme musical d’un Johnny Clegg et de Simple Minds. Si l’organisateur principal de la manif florentine est un certain Danilo Maglio, un étudiant de 20 ans en arts et spectacles, les fondateurs (Giulia, Andrea, Roberto et Mattia) de cette riposte pseudo-civique restent largement méconnus. Seul Mattia Santori se prête à une relative médiatisation. Ce diplômé écologiste en économie de 32 ans enseigne l’athlétisme et entraîne à la fois une équipe de basket pour handicapés et une équipe féminine de frisbee. Cet « organisateur communautaire » déclare aux journalistes ne plus supporter « la violence et la fausseté des messages diffusés par les populistes ». Pauvre chou ! En compagnie de ses congénères, il beugle que « chaque sardine a le droit d’exister ». Vindicatif, il exige « une politique de qualité. Nous en avons marre d’une dialectique violente, populiste et surtout à matrice souverainiste ». Une telle détestation de la souveraineté nationale et populaire est paradoxale quand on sait que l’Italie est un État souverain fantomatique.

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Les « Sardines » prolifèrent dans un climat délétère sciemment entretenu. Début septembre, Fabio Sanfilippo, un journaliste de radio, interpellait Matteo Salvini sur sa page Facebook en espérant que « d’ici six mois tu vas te tirer dessus mon ennemi ». Face au tollé général suscité par cet appel au suicide, le triste sire a confirmé qu’il écrirait « de nouveau ce message […] en précisant mieux la référence au suicide du Leader de la Ligue ». Le 28 novembre dernier, la police a démantelé un groupuscule supposé terroriste et arrêté dix-neuf militants du Parti italien national-socialiste des travailleurs. Certains dans quelques palais nationaux auraient-ils l’intention de relancer de nouvelles « années de plomb » ? Le pire est à envisager.

La référence à la sardine n’est pas anecdotique. Un de ses administrateurs sur Facebook explique que « les sardines, comme les petits poissons, sont fortes et peuvent devenir une énorme vague, un tsunami ». Toujours sur le réseau de Mark Zuckerberg, on peut lire de la part des « Sardines » qu’« il est clair que la pensée dérange, même si ceux qui pensent sont muets comme des poissons. D’ailleurs, c’est un poisson. Et en tant que poisson, il est difficile à bloquer, car la mer le protège. Comme la mer est profonde ». Les allusions au « monde liquide », à la « fluidité sociale » et au thalassotropisme ne trompent pas; elles expriment d’une manière explicite la primauté de la Mer sur la Terre et, par conséquent, l’action subtile de l’atlantisme et/ou du mondialisme occidental. Les « Sardines » représentent l’amorce d’une gigantesque opération de mobilisation, d’endoctrinement et de manipulation des masses, première étape d’une « révolution de couleur » à venir qui vise non pas le gouvernement en place, l’alliance déglinguée Parti démocrateMouvement Cinq Étoiles, mais son opposition. Comment réagirait l’Occident si les partisans de Poutine, d’Orban ou de Kaczynski vilipendaient leurs opposants ? Il dénoncerait ce comportement inacceptable. Pas pour les « Sardines » ! C’est sans précédent.

En fait, pas tout à fait… L’opération en cours au-delà des Alpes rappelle étrangement le « tour infernal » de la présidentielle de 2002. Pendant l’entre-deux tours après le 21 avril, Jean-Marie Le Pen dut affronter la hargne des journalistes, des politicards, des professeurs qui exigeaient de leurs élèves de hurler contre le « Menhir », des collectionneurs de papillons tropicaux ainsi qu’une soi-disant Société des Gens de Lettres…

Les « Sardines » entendent façonner l’opinion publique dans un but d’ingénierie socio-psychologique de masse. Bien propagée sur le plan médiatique et par les réseaux sociaux, cette entreprise arrivera-t-elle cependant à freiner, voire à empêcher, l’arrivée au pouvoir de la Ligue de Matteo Salvini et des Frères d’Italie de Giorgia Meloni alliés à Forza Italia de Berlusconi ? Plus que jamais, l’Italie devient le champ de bataille majeur entre l’hyper-classe cosmopolite et ses sujets Bo-Bo et les peuples autochtones albo-européens qui ne supportent plus l’irénisme ambiant.

Georges Feltin-Tracol

• « Chronique hebdomadaire du Village planétaire », n° 151, mise en ligne sur TV Libertés, le 9 décembre 2019.

Michel Maffesoli : La « faillite des élites » ou bien plutôt « les tribus contre le peuple » ?

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Pierre Le Vigan:

Michel Maffesoli : La « faillite des élites » ou bien plutôt « les tribus contre le peuple »?

Politologue et sociologue, Michel Maffesoli décrypte depuis des décennies les mouvements profonds de notre société. Ses livres ne laissent pas indifférent.  La violence totalitaire, L’ombre de Dionysos, La contemplation du monde, Le temps des tribus (1988), … tous ont marqué une étape et un approfondissement de ses thèmes. Ses constats n’échappent pas à la subjectivité dans laquelle est pris tout sociologue. Les conclusions qu’il en tire sont elles-mêmes tributaires de ses jugements de valeur. Son dernier livre, la faillite des élites, devrait une fois de plus faire l’objet de polémique. Il le mérite. Exploration de ses thèmes, et analyse critique.

Le thème principal de Michel Maffesoli est, depuis des années, le déclin de la modernité. C’est ce thème qu’il reprend avec Hélène Strohl dans La faillite des élites, sous-titré La puissance de l’idéal communautaire (Cerf, 2019). Le thème, c’est l’agonie de la modernité. C’en est fini de la démocratie parlementaire, du républicanisme civique, des syndicats, qui « se contentent de défendre des privilèges on ne peut plus dépassés » – privilèges qui, en passant, me paraissent une goutte d’eau par rapport aux privilèges des hommes du Capital, mais qui retiennent, sans originalité excessive, l’attention de Michel Maffesoli.

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Selon le sociologue, ce sont toutes les catégories de la modernité qui s’effondrent : l’égalité, la raison, le progrès, les procédures formelles de validation du vrai.  Et on devrait ajouter : la vérité elle-même, et la justice sociale, tout ce qui n’est pas vérifiable à hauteur d’une communauté forcément restreinte, puisque c’est celle d’affinités choisies, les affinités électives. On remarque que les catégories qui disparaissent ne se superposent pas toutes ; certaines sont même antagoniques.  Les vertus civiques de la République, ce n’est pas tout à fait la même chose que la démocratie parlementaire, même si, sous la IIIe République, les deux choses se sont accommodées.

La technologie, nous dit Maffesoli,  devient une technomagie, favorisant la cristallisation des émotions. A la vie de l’esprit succède « la vie de tout le corps » (Miguel de Unanumo). A une élite déconnectée du peuple succède la mise en cause de l’élite par le peuple – et on arrive ici au sens du titre du livre. Le peuple se rappelle soudain qu’il est l’instituant, et que l’Etat n’est que l’institué. Il est temps, pense le peuple, de remettre les choses à l’endroit. Bien sûr. Mais précisément, ce que furent les Gilets jaunes, c’est une demande de politique, et ce qu’ils mirent en pratique, c’est le dépassement des petites communautés (les artisans, les femmes seules au RSA, les autoentrepreneurs, etc) au profit d’un mouvement fédérateur des différences, et largement d’accord sur  un point essentiel, et ce point est politique, qui est le référendum d’initiative populaire, qui est la revendication même d’un pouvoir populaire, c’est-à-dire d’un pouvoir arraché à l’oligarchie.

Résumons le constat de Michel Maffesoli, et d’Hélène Strohl : c’est la primauté de la vie sur le concept. La fin de la modernité, c’est de constater que la vie se débarrasse du concept, Le quod (le réel, la vie, le ‘’comment c’est’’) se débarrasse du quid (le concept, le ‘’ce que c’est’’). La modernité a dénié le sentiment d’appartenance. Elle a abouti à des « phénomènes communautaires paroxystiques et donc immaitrisables ». Il s’agit donc de montrer que « les communautés sont là », et que des élites aveugles ont tort de nier cette réalité ou de s’en inquiéter, ou de combattre ce phénomène. Tel est le thème du livre, et telle est sa thèse.

Qu’en penser ? Tout d’abord, le livre pose plusieurs problèmes de lecture. Ce ne sont pas des problèmes de style : il est  souple, léger, et parfois précieux : « La socialité est la caractéristique de l’entièreté de l’être en commun » peut se dire plus simplement « l’être humain est un animal social ». Inutile d’être précieux quand la langue vulgaire permet d’exprimer une idée, un concept. Comme disait Diderot : « hâtons-nous de rendre la philosophie populaire ». Ce n’est pas brader la philosophie que de la rendre la plus accessible possible.   

Un problème de lecture réside dans le choix de caractères d’imprimerie gris clairs, trop pâlichons.  Mais le problème principal réside – on s’en doute – dans la construction même du livre. Les auteurs passent de jugements de fait à des jugements de valeur. Les jugements de fait sont censés être neutres (telle pomme est rouge). Les jugements de valeur ne le sont pas (telle pomme est meilleure qu’une autre). En outre, nous savons que les jugements de fait peuvent être présentés d’une manière non neutre. Exemple : un verre dit à moitié vide est le même que celui dit à moitié plein, mais la tonalité de l’expression n’est pas la même. Le passage d’un registre à l’autre est donc une difficulté du livre. Ce n’est pas la seule.

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Il y a dans le livre plusieurs thèmes de niveaux différents. Il y a (1) une anthropologie. C’est celle qui affirme, à juste titre, que l’homme est un animal social, et même communautaire.

Il y a (2) une éthique, qui est qu’il faut s’accorder avec ce qui est. Cette éthique est ambigüe : il faut faire avec ce qui est, nous dit-on, certes, mais doit-on approuver pour autant tout ce qui est ? C’est aussi une éthique qui se veut une éthique de l’esthétique.  On peut se demander si elle n’est pas plutôt une éthique de la jouissance (pourquoi pas ? Mais cela pose la question de la disparition du juste et du bien du domaine de l’éthique. Dany-Robert dufour a écrit des choses très pertinentes sur le lien entre capitalisme et idéologie de la jouissance gratuite).

Il y a (3) une vision du monde contemporain : le paradigme  postmoderne (la communauté) aurait succédé au paradigme moderne (l’individu). Mais cette vision est-elle exacte ? Prend-t-elle en compte tout le réel ? Gilles Lipovetsky, qui n’est pas non plus un sociologue mineur, et Hervé Juvin, et bien d’autres observateurs ne souscrivent pas à cette analyse : ils estiment que notre société reste individualiste, sous des formes évidemment renouvelées depuis plusieurs décennies. Enfin (c’est le 4e point), les auteurs avancent une philosophie : « Les idées ne sont que la transcription des perceptions sensibles, des affects ressentis (…) » (p. 71). C’est la reprise des conceptions de David Hume. Nos auteurs auraient pu en dire plus sur cette épistémologie qu’ils font leur. Et qui est très aventurée et difficilement soutenable.

Les auteurs voient le monde contemporain  comme un grand tournant et une grande libération : libération des concepts, libération de la raison, libération du cogito individuel. C’est la grande braderie des concepts. C’est aussi l’adieu à Kant. Le phénomène se débarrasse du noumène. La vie se débarrasse des théories sur la vie.  Le réel se débarrasse des essences. Le sensualisme succède au rationalisme. Les catégories de la liberté et de l’égalité s’épuisent, au profit de liens choisis, et de valeurs choisies, ce qui pose un  problème : nous reste-t-il, en tant que Français, quelque chose en commun ?

Point crucial : le peuple se débarrasse des élites. Ou il essaie. Il s’en débarrasse mentalement. Il les laisse tourner à vide. [Mais nos auteurs ne voient pas que l’on ne débarrasse pas si facilement des élites. Elles continuent de mettre en place leur société postnationale et liquide]. La réalité sociale foisonnante reprend  conscience d’elle-même, et veut en finir avec les catégories d’ordre, de raison, de justice, qui descendent de l’Etat et des élites rationnelles vers le peuple. Un peuple assujetti devient enfin rebelle.  Les instincts reprennent le pas sur la raison. La nature et la surnature (les mythes, l’imaginaire…) prennent le pas sur le culturel et le social normé (les lois, le respect des normes, la convenance…). Ce qui est archétypal (les résidus de Pareto) prendrait le pas sur ce qui rationnel (les dérivations de Pareto), sur ce qui s’objectivise, s’explique, se justifie, y compris les idéologies se piquant de logique. Les dérivations, qui sont les idéologies modernes, sont en train de mourir. L’anthropologie profonde de l’homme, communautaire, aventureuse, jouisseuse, prend sa revanche sur la raison, triste, mécanique, prévisible, travailleuse (trop travailleuse), sérieuse (trop sérieuse).

Le plaisir de l’être-ensemble prime sur le devoir-être du vivre-ensemble. Les liens choisis priment sur les liens imposés, sur les cohabitations forcées, sur les relations transactionnelles, celles qui reposent sur un contrat juridique. Au contrat social entre individus, succède le holisme. La socialité précède l’individu. Le feeling supplante le rationnel, et le calculé. L’homme retrouve sa dimension animale, trop oubliée. L’être humain se rappelle qu’il est un être-avec-autrui, un être en compagnie. Le contrat social explicite cède la place à un pacte implicite, qui est celui des affects.

Le pacte (postmoderne) est fondé sur le consensus, tandis que le contrat (moderne) est fondé sur le compromis. L’écrit cède la place à l’oral. Le contrat était tendu vers le long terme, le pacte concerne le court terme, le présent. Et il concerne la tribu, ici et maintenant. Le présent remplace le projet tout comme il remplace le progrès. Même la sexualité change : on s’accouple moins, on se lèche davantage.

Il serait toutefois raisonnable de ne pas en faire trop. Que les tribus libertines et clubs échangistes « participent à la cohésion sociale », comme l’affirment nos auteurs (p. 144), c’est tout de même beaucoup leur prêter. Par principe, il est très bien que chacun puisse vivre ce qu’il a envie de vivre entre adultes consentants. Mais de là à en faire une opération de salut public de la cohésion sociale, c’est certainement excessif.  On aurait plutôt vu, dans ce rôle de facteur de cohésion sociale les retraités, souvent de milieu populaire, qui donnent gratuitement leur temps à des associations de soutien scolaire de quartiers HLM.

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Le bonheur postmoderne continue d’être décliné par les auteurs : le commerce des biens, le commerce des idées et le commerce amoureux se rejoignent et se fondent en un seul ensemble. A son petit Moi, l’homme préfère le bain dans une communauté, le « Moi commun », le « moi transcendant » dont parle Novalis, c’est-à-dire le moi qui nous porte au-delà du moi, la communauté comme immersion entre pairs. « La perfection n’est pas dans un ‘’moi’’  tout puissant, mais dans un ‘’nous’’ ouvert, en constante évolution ». C’est la communauté comme élargissement du soi.

L’individu n’étant plus seul, il n’est plus assujetti à un principe unique, incarné par l’Etat. C’est ce qu’Alain Bihr a appelé « le crépuscule des Etats-nations ». A l’Etat providence, vertical, succède une solidarité horizontale : co-location, co-working, co-voiturage, etc. Tout cela réjouit Maffesoli. Ce sont bel et bien le retour à des partages horizontaux, choisis, parfois fraternels. Parfois. Car il y a des exclus de cet Eden communautaire.  Le jardin des délices des uns peut être le jardin des supplices des autres. Et la jouissance des uns peut être cruelle, comme le rappelle Dany-Robert Dufour.

Les très pauvres, et en particulier les démunis en bagage culturel, ne bénéficient pas de tels outils, les co-ceci et autres uberisations plus ou moins marchandes, qui supposent maitrise de l’informatique, d’internet, de l’anglais basique. Ces coopérations horizontales entre pairs excluent, par principe, les non pairs, les isolés, et l’isolé n’est pas le cadre célibataire de centre-ville, c’est le retraité dans un village sans commerces, c’est le banlieusard d’un quartier difficile, c’est l’habitant de la cité Charles Hermitte à Paris, porte de la Chapelle, dans un quartier que tout le monde évite du fait de la présence de camps de migrants et de l’insécurité. La réduction de plus en plus nette des moyens de la politique sociale, et de l’Etat providence, qu’il serait plus juste d’appeler Etat protecteur (qui protège matériellement des accidents de la vie) laisse toute une part de la population, surtout française, sans aides, sans soutien, car, justement, tous n’ont pas accès aux solidarités horizontales, organiques. Les Français sont souvent plus désocialisés que les immigrés, dont la culture  traditionnelle inclut une fratrie élargie, des solidarités de village, etc. Nous sommes plus désocialisés car plus modernes. Déclin de l’Etat protecteur : pourquoi ? Bien sûr parce que la priorité de nos sociétés est le profit de grands groupes. Mais pas uniquement. Cette réduction des moyens de la politique sociale, surtout par rapport à l’explosion de la précarité, vient de l’immigration, car c’est elle qui rend inépuisables les besoins sociaux. La poursuite de l’immigration, c’est forcément plus d’insécurité sociale pour les Français, et pour les immigrés  les plus intégrés, c’est-à-dire ceux qui travaillent.

En ce sens l’Etat social, l’Etat protecteur a bien des défauts mais son principal défaut serait de ne pas exister, c’est-à-dire de laisser la place à la loi de la jungle de la société de marché. Et ce n’est qu’en recentrant cet Etat protecteur sur la base d’une préférence nationale, dissuasive de l’immigration, qu’il peut être sauvé, ainsi qu’en édictant des contreparties entre droits et devoirs. 

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Les auteurs de La faillite des élites, croyant faire un constat, disent des vérités, mais des vérités partielles, Ils avancent masqués. Ils ont un projet idéologique. C’est leur droit. Mais ce projet n’est pas affiché. Ils nous disent : à l’unité ontologique succède un pluralisme ontologique. « Tout coule. Rien n’est jamais à la même place. Mais le flot est incessant ». Pour être très concret, un pluralisme des valeurs succède à une unicité des valeurs, celles incarnées par la société et par l’Etat, garant de celle-ci. Une sorte de polythéisme vécu, pratique,  reviendrait, sans doute dans le prolongement inconscient du christianisme médiéval et du culte pluriel des saints, tant il est vrai, comme disait Joseph de Maitre, que le christianisme – on comprend qu’il s’agit ici du catholicisme – est un « polythéisme raisonné ».

Pour Maffesoli, l’Etat français est fondamentalement unitaire. Il est « monothéiste ». Mais l’auteur se trompe. L’Etat est devenu communautariste. Il n’est plus une unité. Ne croyant plus en la France, l’Etat n’est plus que le garant d’une « société inclusive », c’est-à-dire une société dans laquelle chacun vient avec sa culture, ses croyances, sa foi  mais n’envisage pas d’aller avec empathie vers le pays d’accueil, de marquer son affection (oui, il faut ici employer ce terme) envers la France et envers les Français. Ce pas vers la France, certains étrangers le font quand même encore, par exemple en donnant à leurs enfants un prénom français, mais ce pas est de moins en moins fréquent dans la mesure même où l’Etat, an nom du « respect des différences », ne fait rien pour l’encourager. D’où la panne de l’assimilation, devenue impossible quand la masse des étrangers est supérieure, dans beaucoup de quartiers, à la présence des Français de longue filiation, ceux qui constituaient encore, dans les années 1950, 95 % de la population, la France n’ayant jamais été depuis 1500 ans un pays de grande immigration. 

La France devient ainsi une superposition hasardeuse de « tribus », un collage maladroit entre différentes communautés, qui s’ignorent, dans le meilleur des cas, ou s’agressent, dans le pire des cas. Finkielkraut a parlé de « balkanisation » de la France. Comment lui donner tort ? D’où une question : cette France rêvée par Michel Maffesoli, la France des tribus, n’est-ce pas une France déjà là ? Celle dans laquelle nous vivons ? N’est-ce pas la France actuelle ?

Maffesoli voit cette France qu’il dit « heureuse » et qui celle de « petite poussette » de Michel Serres, autre optimiste de principe. Dans cette France « débarrassée » des idéologies, des récits, des systèmes d’explication du monde, voire de transformation des sociétés, on aborde sans « préjugés », et plus encore sans recul, les faits du présent sans les hiérarchiser. On se laisse balloter par les émotions, et terrorisé par la marche du progrès. Car la postmodernité n’échappe pas au culte du progrès. Ceux qui pensent que « c’était mieux avant », au moins dans certains domaines, sont toujours ringardisés. « On n’est plus au Moyen-Age… »

Il y a ceux qui sont « en retard », « arriérés » et ceux qui sont « dans la vague », dans le mouvement. « Il faut avancer » : c’est la phrase qui réconcilie les modernes et les postmodernes. Les modernes voulaient avancer vers une société du travail, ou vers une société plus juste, les postmodernes veulent avancer dans la décontraction, l’esprit « cool ».

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« Pas de prise de tête » est leur slogan. On passe du « dogmatisme doctrinal » à un pluralisme des opinions, nous dit Maffesoli. Ici, on s’interroge. Pluralisme ? Depuis plus de 50 ans, la liberté d’opinion n’a cessé d’être réduite par des lois, et tout autant par un journalisme-flic, dénonciateur, inquisiteur, qui somme untel de « s’expliquer », et de faire repentance pour une phrase trop spontanée, qui accuse un tel de n’être « pas clair » parce qu’il tient des propos nuancés sur des sujets où l’outrance est obligatoire, etc. Un trait d’humour à propos de l’obsession des violences sexistes amène Finkielkraut à devoir s’expliquer, lui aussi, à bien préciser que c’était de l’humour, un pas de côté pour parler avec un peu de distance de sujets « chauds ». Liberté d’opinion et d’expression à l’époque actuelle, en France ? C’est une plaisanterie que de croire cela.

L’homme et l’œuvre sont liés désormais dans une même réprobation. Doit-on interdire le visionnage des films de Polanski parce qu’il aurait abusé d’une jeune fille il y a quelques décennies ? Faut-il rééditer tout Céline ? Telles sont les questions qui sont « débattues ». Absurdité : car il n’est nul besoin de trouver l’homme Céline sympathique, pas plus que l’homme Matzneff, pour trouver leurs œuvres de qualité. Oui, le Taureau de Phalaris est un bon livre. Oui, en même temps, la complaisance vis-à-vis de la pédophilie est déplorable. Oui, lire Céline est nécessaire pour comprendre notre époque, oui, Céline était geignard, parfois odieux, et pas trés digne. Le talent n’excuse rien, c’est entendu, mais il faut toujours distinguer l’homme et l’œuvre.

Nous en sommes là, à l’heure de « l’envie de pénal » de tous contre tous, notre époque n’ayant pas peur du ridicule. On passe de la pensée qui descend des hauteurs universitaires au « gazouillement » des blogs et de twitter. Seulement, twitter, ce n’est tout de même pas du niveau des articles de  Chateaubriand, ou de Maurras (qui détestait le premier du reste).

Bien entendu, il n’est pas interdit de relever quelques aspects positifs aux relations telles qu’elles se mettent en place dans le monde postmoderne. La notion d’empathie, ou d’intropathie (connaissance de moi-même en tant que je suis affecté par autrui), supplante celle d’intérêt. Un exemple particulièrement intéressant est celui des groupes de pairs. Ce sont des groupes d’entraide dans lesquels une ou plusieurs  personnes étant passés par une problématique (alcool, drogue, autisme, dépression,…) et ayant trouvé des solutions aident les autres à cheminer dans le même sens de diminution d’une souffrance et/ou d’une dépendance pathologique. Ce peut être par exemple, des anciens alcooliques, des usagers de drogues engagés dans des pratiques de réduction des risques (de transmission de virus notamment), des anciens anorexiques, etc. C’est un exemple probant du passage de solidarités mécaniques (comme la redistribution sociale effectuée par l’Etat et les pouvoirs publics) à une solidarité organique (venant des gens eux-mêmes). Qu’il y ait chez l’homme des ressources émotionnelles (un « ordo amoris » dit Max Scheler) qui puissent à la fois l’ouvrir aux autres, et le mettre en correspondance avec un ordre divin, c’est une réalité. Mais elle ne peut suffire à assurer une solidarité entre tous, et à protéger les plus faibles, qui sont les plus désocialisés.

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Maffesoli en conclut que le « prétendu individualisme » est un fake (un trucage). C’est un « fake à l’usage d’histrions déphasés ». A l’individualisme aurait succédé une autre époque, celle des identifications multiples. Les identifications multiples, plurielles ne sont pourtant pas une nouveauté. Chacun est célibataire ou en couple, a une fonction professionnelle (on ne dit plus « un métier », ni une profession), a tel engagement, a telle passion, tel passe-temps. Bref, un ingénieur n’est jamais qu’un ingénieur, ce peut être aussi un homme à femmes, ou un homosexuel, un communiste, ou un identitaire, un chasseur, un grand voyageur, un amateur de bons vins, un calme, un nerveux, un sanguin, tout ce que l’on voudra. En même temps. C’est une banalité : chacun a différentes facettes de sa personnalité.  

Le constat de Michel  Maffesoli, c’est la grande migration des us et coutumes. Il  s’en réjoui. Nous avons quitté les eaux de la modernité pour entrer dans celles de la  postmodernité. En tout cas d’une certaine postmodernité, solidaire dans l’entre-soi, communautaire entre gens du même monde,  décontractée, « tranquille » (chacun connait l’échange « Ca va ? Oui, Tranquille »), apaisée. C’est le temps des bobos [mais on sait qu’il y a une autre postmodernité, qui est celle des Gilets jaunes, qui est celle de la colère spontanée du peuple].

« Non, ce n’est plus l’individualisme qui prévaut » est le titre d’un chapitre du livre. Si c’est le principe qui fait l’histoire, comme le pensait Karl Marx, c’est donc, avec la postmodernité, le principe postmoderne, celui des liens horizontaux,  qui fait une histoire postmoderne. C’est du reste l’unique point sur lequel  Maffesoli donne raison à Marx.

De fait, la fin de l’efficacité d’un principe marque son déclin. Et une époque est effectivement toujours déterminée par un principe, ou, mieux encore, un paradigme. De même, la fin d’une époque, c’est toujours la fin du principe qui l’a générée. Dans le monde postmoderne, ce qui est donné à la communauté est pris à l’individu. C’est la communauté qui devient la référence, l’individu, lui, est éclaté entre diverses identités. « Ne me demandez pas qui je suis et ne me dites pas de rester le même, c’est une morale d’Etat Civil, elle régit nos papiers »,  disait Michel Foucault (L’archéologie du savoir). Les identités sont de plus en plus multiples, elles deviennent floues et de plus en plus changeantes. Au-delà des identités, il y a des identifications, et il y a des « sincérités successives ». La conséquence de cela, c’est l’éclatement du moi. On passe du « je pense » cartésien au « je suis pensé » nietzschéen. C’est le motif de la pensée postmoderne connue aux Etats Unis sous le nom de French theory (qui était d’ailleurs moins une théorie qu’une mode intellectuelle).

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Le bricolage des mythes remplace le mythe du progrès. L’idéologie du progrès, le scientisme, le positivisme avaient amené à l’éclipse des images mythiques au profit des croyances en la science, amenant à des connaissances claires, précises, chiffrées des phénomènes. Jacob Taubes, dans ses deux livres qui évoquent Carl Schmitt (En divergent accord et La théologie politique de Paul), a noté que le mythe, qui parle au corps a été remplacé par la croyance en la science, qui parle à la raison. Selon Maffesoli, un mouvement de balancier nous ramène vers le corps, nous reconduit vers les sens, vers ce qui est incarné, plus que vers ce qui est prouvé (scientifiquement). Le même mouvement qui nous éloigne des progressismes nous éloigne des messianismes (juif, chrétien, musulman). Aux messianismes qui nous font miroiter une vie future parfaite, succède une sagesse qui renoue avec l’antique, avec Epicure et Lucrèce, et avec la Stoia (le Portique, l’école des stoïciens), et qui consiste à faire avec ce qui est, et à s’accorder aux autres tels qu’ils sont, et avec soi-même tel que l’on est (ce qui est sans doute plus difficile).

Il s’agit non seulement d’accepter, mais d’avoir plaisir de vivre dans la « fédération bruissante » (Maurice Barrès) de la communauté des hommes. Il s’agit de réévaluer le quotidien. Les tribus urbaines remplacent l’homme seul dans la foule. Les techniques qui avaient désenchanté le monde le réenchantent, en créant des lieux symboliques via internet. Et des liens à la suite des lieux. Les cybertribus « développent des pratiques communautaires qui peuvent être rangées sous la rubrique de l’immoralisme éthique » (morale et éthique étant le même mot dans des langues différentes, l’expression de Maffesoli est tautologique).

« Le néo-tribalisme postmoderne pourrait permettre une coexistence des appartenances au sein d’un même individu […] », écrit Hélène Strohl. Il permettrait que l’individu ne soit pas assigné à une seule identité. Ce n’est pas douteux, mais ce n’est pas du tout nouveau. L’identité professionnelle, par exemple, s’est toujours superposée à d’autres identités, ou identifications, religieuse, sexuelles, artistiques, etc. Toute la théorie de Ricoeur sur l’identité idem et l’identité ipsé, réunies dans l’identité narrative, explique cela. Ce qui est frappant avec Maffesoli, c’est que les communautés sont toujours là pour permettre à l’individu de s’épanouir. Qu’un individu soit un faisceau d’identités (culturelles, professionnelles, sportives, amoureuses, etc), cela n’est pas douteux. Personne n’y voit d’inconvénient, à une condition toutefois : il y a aussi des conditions politiques à l’épanouissement de l’individu. Et c’est là le grand impensé de Maffesoli. Or, ce n’est pas simple d’éviter la question du politique. Le court terme, qui est le plaisir de l’individu, peut être en contradiction avec le long terme, qui est la préservation d’un cadre de civilisation, et de repères culturels commun à toute une société, à toute une nation, qui, par définition, est une construction à long terme. Et c’est bien là le problème auquel se heurte Maffesoli. Du moins auquel il devrait se heurter, en toute logique. Mais il ne s'y heurte pas car il l’esquive. Il l’esquive car il n’aime pas la logique, et parce qu’il n’est pas frontal, en bon postmoderne qu’il est.

La condition d’existence des communautés choisies, affectionnées par Maffesoli, c’est la pérennité d’un certain cadre civilisationnel. La juxtaposition des communautés, cela ne marche qu’un temps. Cela ne marche plus quand la communauté nationale cesse d’exister. Nos auteurs nous disent qu’il faut accepter la coexistence de plusieurs appartenances. On peut évidemment être un bon Français et être attaché à son village natal, qu’il soit européen ou extra-européen. Mais que se passe-t-il quand les appartenances se disputent un même individu ? Ou quand ces appartenances se hiérarchisent de la façon suivante : la France pour les droits sociaux et les avantages, la patrie d’origine pour les affections ? Que se passe-t-il quand l’appartenance à la France n’est mise en avant que pour les avantages sociaux, matériels, le droit au logement, la gratuité des soins, etc, et que le moindre événement sportif dit que les attachements ne vont jamais à la France, voire sont dressés contre elle ? Chacun sait que ces cas ne sont pas rares. Et ils sont tout le problème de l’immigration.

Maffesoli explique que le postmoderne est le retour du prémoderne. C’est effectivement vrai. C’est le retour à une situation anténationale, avant les Etats-nations. Or, être Français, c’est, qu’on le veuille ou non, appartenir à une nation. A une nation politique. Que celle-ci ait vocation à intégrer une « Europe indépendante », comme disait le général de Gaulle, par la création d’une confédération préservant un certain art de vivre, ce que l’on appelle une civilisation, cela ne fait, pour moi, pas de doute. Encore faut-il ne pas revenir au temps des tribus et des allégeances féodales. Si elles préparent un Empire, c’est toujours l’Empire des autres. C’est la domination de notre pays par un Empire étranger qu’elles préparent. Une domination pas forcément physique, mais qui pourrait bien être mentale. Et qui peut être celle dont il est le plus difficile de se libérer.  

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Le pluralisme ontologique, ou tout simplement ce que Max Weber appelait le « polythéisme des valeurs » amène à ce qu’il ne soit plus possible de croire au Progrès – qui est par définition unique, comme un train lancé sur une seule voie. Le contraire du progrès n’est évidemment pas la régression, ou la réaction, bien qu’il soit nécessaire et sain de réagir : la réaction à un médicament veut dire qu’il fait de l’effet. Reste à savoir si c’est le bon effet.   Qu’est-ce que le Progrès ? Avec un grand P cela veut dire l’idéologie du progrès, et même la religion du progrès. Le contraire du Progrès, ce n’est donc pas la régression, c’est le sens des limites. Le contraire de l’idéologie du progrès, c’est de penser aussi aux dégâts du progrès, c’est de refuser la démesure (hubris). C’est le sentiment que le progrès ne peut être sans fin, qu’il ne peut être un mouvement vers toujours plus d’arraisonnement du monde, c’est préférer Alain Finkielkraut à Philippe Forget (et Alain de Benoist à Guillaume Faye). C’est se retrouver dans les idées de Jean-Paul Dollé plus que dans celles de Luc Ferry (au demeurant excellent pédagogue). C’est préférer  Robert Redeker à Michel Serres (d’un optimisme déprimant), et Sylviane Agacinski à Frédéric Worms (que l’on préfère en spécialiste de Bergson plus qu’en spécialiste de la bioéthique). Or, ce qui est très caractéristique de Michel Maffesoli, c’est que, se réjouissant de ce qu’il croit être un abandon de l’idée de progrès, il n’entre pas dans les débats évoqués ci-dessus. Ce qu’il refuse de penser, c’est que c’était mieux avant, en tout cas dans certains domaines : l’éducation, la civilité, la sécurité, le prix des logements par rapport aux salaires, la qualité de vie sociale, même et surtout dans les quartiers populaires, le contrôle plus léger dans tous les actes de la vie, auquel a succédé un flicage généralisé, l’élitisme républicain qui vaut mieux que l’ascension sociale parce que l’on est issu « de la diversité » [ce qui veut dire en clair que l’on n’est pas d’origine française]. C’était mieux avant dans tout ce qui compte pour les classes populaires, celles qui ne peuvent se protéger de l’ensauvagement des quartiers de banlieues.

Renversant la charge des responsabilités, Maffesoli estime que « l’islamisme est relié à l’absence de bienveillance [des pouvoirs publics] envers les religions de communautés immigrés ». Etonnante remarque. N’a-t-il pas vu les affichages « bon ramadan », pour la rupture du jeune,  sur les panneaux de Paris et d’autres grandes villes (et même une vidéo des joueurs du PSG !), ces grandes villes fiefs des « bobos », bastions du politiquement correct et de la pensée unique « diversitaire », et vivier de l’électoral Macron ? Ces grandes villes dont la plupart ne souhaitent à personne de « joyeuses Pâques ? Selon Maffesoli, il faut répondre à l’islamisme et aux autres extrémismes par… le relativisme, par exemple en leur laissant la possibilité de défiler. On croit rêver. Car s’il y a une différence entre l’islam et l’islamisme (je le crois, au sens où l’islamisme est un djihadisme), c’est bien que l’Islam est une religion et une civilisation (il faut alors mettre une majuscule : Islam), et si l’islamisme est autre chose, il est une volonté conquérante d’islamisation forcée. Nous savons cela. Il fut un temps où le christianisme aussi était expansionniste. Faut-il donc autoriser de telles manifestations islamistes ? Croit-on que cela ne nous mènerait pas tout droit à la guerre civile ? Nos sociétés ne sont-elles pas déjà excessivement relativistes ?

Exemple. Le respect de la possibilité de pratiquer sa religion est assuré en France, alors que ce respect n’a pas son équivalent dans les pays musulmans (être chrétien en pays musulman est souvent impossible), c’est déjà beaucoup, et c’est très bien comme cela. Nous acceptons une non réciprocité. C’est énorme. Et il faudrait aller encore plus loin, nous dit Maffesoli ? On rêve, ou on fait un cauchemar, car on sait comment se terminent les capitulations, par des capitulations encore plus grandes. Il serait encore mieux que notre tolérance  soit comprise comme un acte de générosité, et non de faiblesse. Ce serait folie que d’aller au-delà. La générosité deviendrait asservissement et masochisme.

Maffesoli cite justement, en l’approuvant, Goethe (Le second Faust) « la frisson sacré est la meilleur part de l’humanité ». Il faut donc proposer du sacré, de la mystique, de l’engagement passionné, qui est tout le contraire du relativisme, de l’extrême tolérance que propose Maffesoli. On ne répond à un plein – et l’islamisme est un plein, et l’islam tout court aussi – que par un autre plein. Certainement pas par le vide des valeurs d’un laïcisme pitoyable, certainement pas par un patriotisme mou, certainement pas par des incantations à une République en oubliant de dire que la république est admirable quand c’est la République française, et que n’avons que faire d’une république de nulle part.

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La fin de l’idée de progrès, c’est la fin de la Raison surplombante, et c’est la fin de la verticalité. Il s’agit désormais non pas de contracter avec l’autre (le contrat social), mais de le renifler, car si l’homme n’est pas qu’un animal, il est aussi un animal, affirment  les auteurs. Bien sûr,  personne de sensé ne dit le contraire. Du reste, c’est l’évacuation de l’animalité de l’homme qui a abouti à la bestialité (dans les camps de concentration), dit Maffesoli. Le point de vue est unilatéral. L’animalité est du côté du bien, la culture du côté du mal.  Mais la nature de l’homme, c’est sa culture. Quant à l’animalité, elle est non pas du côté du bien, mais au-delà du bien et du mal.

La modernité était selon Maffesoli marquée par la verticalité, la postmodernité est marquée par l’horizontalité. La modernité connaissait les religions, la postmodernité connait le sacral. Ou le reconnait à nouveau, comme avec les prémodernes Mais que dit Maffesoli de la place croissante de l’islam en France ? Ce n’est pourtant du sacral, c’est une religion au sens classique, avec ses rites. Silence de l’auteur sur cette contradiction entre sa théorie et ce que nous voyons.

« L’assomption de l’individualisme était l’essentielle spécificité de l’époque moderne », et la montée des communautés serait le signe de l’entrée en  postmodernité.  Mais de quelles communautés parle-t-on ? M. Maffesoli et Mme Strohl ne les voient pas comme une façon de rétablir des continuités, des permanences. Ce sont des appartenances éphémères, et ce ne sont pas toujours des appartenances. « Les communautés soulignent l’importance du nomadisme comme structure anthropologique indépassable ». Le nomadisme « est une structure anthropologique retrouvant une vigueur nouvelle » dans les moments de décadence (p. 167). En haut, le nomadisme des traders, d’un hôtel international à un autre, en bas, le nomadisme des migrants, des « réfugiés », vrais ou faux, des « mineurs isolés » dont on conviendra qu’ils sont rarement isolés, et souvent moins mineurs qu’ils le disent.

Que le nomadisme soit le principal vecteur d’une communauté retrouvée laisse pour le moins dubitatif. Ce fut certes le cas au Sahara, avec les bédouins, ou dans les tribus mongoles. Cela fait tout de même un certain temps que, en Europe, les communautés se forment sur d’autres bases.

Dans le même temps, Maffesoli manifeste sa sympathie pour les Gilets Jaunes. Ceux-ci représentent une forme de retour du lien social. Des gens qui étaient isolés (mais comme nous vivons dans une époque postmoderne, nous avions cru comprendre à la lecture de Maffesoli que les isolés n’étaient que des faux isolés ?) retrouvent le plaisir du lien social. Les  auteurs ont raison de saluer ce phénomène. Toutefois, on ne voit pas le lien entre ces nouvelles communautés que furent les Gilets Jaunes et le goût du nomadisme. Tout au contraire, les Gilets Jaunes témoignent du besoin de retrouver des repères, de ne plus se sentir étranger chez soi, de retrouver des stabilités et des ancrages. C’est tout le contraire du nomadisme qui caractérise les « bobos » urbains de centre-ville. Les communautés de Maffesoli sont des communions de circonstances. Les auteurs l’écrivent : « L’idéal communautaire est présentéiste ». Les solitaires « ne sont jamais isolés », croient savoir les auteurs (p. 154), car ils sont toujours en lien avec les autres, devant leur ordinateur, leur tablette, ou leur smartphone. Singulier optimisme. Combien de nos compatriotes vivent tristement de contacts virtuels déréalisants ? Ou d’une solitude complète. Combien de personnes agées que leurs enfants ne visitent jamais ? Au lieu de se pencher sur cette hypothèse comme quoi l’individu isolé serait toujours une réalité très répandue de nos sociétés, nos auteurs renvoient la critique de la vacuité de certains tribus à du ressentiment et à de la jalousie devant la « chaleur » du groupe. Eh bien oui, rollers, trottinettes et autres véhicules bizarres, aussi vite apparus que démodés, et encombrant les trottoirs, me paraissent participer du crétinisme à roulettes, dont la panoplie comporte généralement un casque, pour écouter sinon de la musique, du moins du « son ». De même, airbnb, blablacar et autres réseaux sociaux sont approuvés sans réserve par Maffesoli. Ils seraient une reliance. Ils « constituent la communion des saints postmoderne ». Rien que cela. On  n’est pas obligé d’être convaincu par cette formule dont l’inattendu n’implique pas une quelconque justesse.

mm-silence.jpgCertes, ces outils de partage de véhicules, ou de chambres, rendent à coup sûr bien des services, alliant l’intérêt financier à des contacts humains qui peuvent être sympathiques, bien que la plupart du temps, très superficiels. Mais nos auteurs oublient une caractéristique de tous ces réseaux. C’est la notation, ce sont les « étoiles » à affecter à chaque « partenaire », c’est la mise en ligne des « avis », ce sont les commentaires qui sont publics, etc. C’est la tyrannie de la transparence. Et alors que les auteurs critiquent les concours, ils font l’éloge des réseaux, qui impliquent un système de notation beaucoup plus inquisitorial que n’importe quel concours, une dictature de la transparence, intrusive, et plus injuste  que n’importe quel concours. Les réseaux sociaux ? C’est le grand panoptique. Faire leur apologie ? C’est tuer l’intimité, la pudeur, le quant à soi. Au profit des ego, du tank à soi.  

Les communautés postmodernes ne sont  pas non plus en tension vers quelque chose qui nous dépasse. Les auteurs voient les communautés comme résolument immanentes. Ils ont certainement raison de voir la condition postmoderne définitivement au-delà de tout péché originel. Reste que la fin du péché originel n’est pas la fin de toute verticalité. Elle ne devrait, en tout cas, pas l’être car aucun monde humain ne peut se passer de verticalité.   

Nous serions passés de la raison au corps, du calcul à l’instinct. Du devoir-être rigide à l’invention libre de soi.  De l’universalisme des droits de l’homme  au particularisme des droits des tribus. De la raison normée au bricolage des justifications, de la Morale unique à des morales par tribus, voire à des morales par situations, validées par des groupes d’appartenance restreints, et non par la société toute entière.  

Il nous faudrait nous réjouir de l’affaiblissement de la culture des « concours ».  Fort bien. Mais si les concours ne sont pas toujours la solution idéale, que mettre à la place ? Le copinage, les relations ? Nous savons que celles-ci jouent un rôle, mais n’est-il pas justement utile de limiter ce rôle par des concours ? On en arrive au thème de l’élitisme républicain, et on comprend ici que c’est justement ce qui n’est pas du goût de nos auteurs « postmodernes ». Et pourtant, qu’obtient-on quand on abandonne l’élitisme républicain ? M. Benalla et M. Castaner. A la place de M. Chevènement, ou de M. Peyrefitte. Ils ne sont pas dépourvus d’entregent. Est-ce le seul critère qui doit prévaloir ? Est-ce préférable à un vieux serviteur de l’Etat, qui aurait un peu plus de crédibilité ?  Quand Maffesoli oppose le katholon, c’est-à-dire tout simplement la totalité de ce que nous partageons à l’universalisme, en quoi cela nous fournit-il une solution ? La  mise sur le marché des idées d’un terme peu usité ne peut tenir lieu de solution. Car le bien commun à tous renvoie toujours à ce qu’est ce « tous ». S’agit-il d’une simple communauté d’affinités sportives, sexuelles, éducatives, etc ? S’agit-il d’une communauté de « gamers » ? De « traders » ? De LGBT ? Que ces communautés existent ne pose aucun problème. La socialité passe partout et cela donne des communautés, plus ou moins conflictuelles du reste, et cela est très bien ainsi. Mais ces communautés restreintes ne remplacent pas des communautés plus vastes. Dans les communautés postmodernes, il ne s’agit jamais de la nation, de notre patrie, puisqu’elle transcenderait toutes les communautés, et que nulle transcendance n’est admise dans le paradis postmoderne, le « seul et vrai paradis », celui de l’horizontalité infinie. 

mm-iconologies.jpgMais alors, qu’est-ce qui fait sens pour nous tous ? La réponse est que nous sommes devant un pur néant. Celui-ci ne peut que légitimer la déconstruction de tout Etat. Si rien ne nous rassemble en peuple, pourquoi un garant de ce rassemblement ? Mais si l’Etat n’est pas à lui tout seul le garant du bien commun, ni même l’unique élément d’un ordre public, il en est l’un des piliers. L’Etat ne doit pas être tout, mais il couronne le tout.  Déconstruire tout Etat, c’est sortir de l’histoire, en d’autres termes, c’est devenir colonisés, c’est devenir sujet de l’histoire des autres. « L’anarchie, c’est l’ordre sans l’Etat », disaient Elisée Reclus et P-J Proudhon. Mais quand règne, dans de nombreux quartiers, une forme d’ensauvagement, ce n’est le moment de supprimer l’Etat, dont l’une des fonctions essentielles est la sécurité du peuple, aussi bien la sécurité intérieure que la sécurité extérieure (on peut certes imaginer des « tribus » de sociétés privées de sécurité, et de gardes du corps, et d’ailleurs, elles existent déjà, mais la sécurité est alors proportionnelle aux moyens financiers).

Dans une optique purement communautaire, et en fait communautariste, ce que « nous » partageons ne renvoie qu’à de petites communautés qui ne font pas l’histoire. C’est-à-dire qu’elles subissent l’histoire. Il n’y a pas, ici, de troisième voie : l’histoire, on la fait, ou on la subit. La postmodernité que défend Michel Maffesoli, c’est encore la loi des frêres qui succède à la loi des pères. Les pairs plutôt que les pères. Mais c’est justement de cette mise à égalité que notre société meurt. Les pairs sont nécessaires. Mais les pères demeurent indispensables. Les pairs ne peuvent suppléer aux pères. Les apprenants sont mis sur le même plan que les professeurs, les conseils d’élèves doublonnent les structures d’adultes.  Au final, tout le monde étant responsable de tout, plus personne n’est responsable de rien.

Enfin, les pairs ne sont pas une invention de la postmodernité. Qu’était un syndicat ? Sinon un regroupement entre pairs. Que sont les Gilets Jaunes ? Sinon des pairs. Les Gilets Jaunes sont plus proches des mouvements de la modernité militante que de la postmodernité « cool » et sage et ludique. Par le simple fait qu’ils ont le sentiment clair des mensonges du pouvoir, les Gilets Jaunes ne sont pas postmodernes. Dans ce cas, ils ne croiraient à aucune vérité, donc à aucun mensonge. Dans le monde postmoderne, il n’y a plus de distinction entre honnêteté et malhonnêteté. C’est exactement cela qui créait le désespoir de Wittgenstein, le sentiment que l’honnêteté n’est plus possible intellectuellement dans un monde postmoderne redevenu antésocratique, tandis que, anthropologiquement, Wittgenstein se sentait hanté par la question de l’honnêteté.  

Les temps postmodernes ne sont plus à la croyance en la vérité. Ce qui amène la fin de la croyance en une justice, et en un bien commun. Le commun n’est plus que partiel : les usagers de trottinettes, la « communauté » blablacar, etc. Les tribus sont un moyen de développer du collectif sans politique. C’est-à-dire de laisser le pouvoir aux puissances d’argent. C’est pour cela que les fondés de pouvoir du Capital, qu’ils s’appellent Macron un jour ou Tartempion le lendemain les aiment tant.

Pierre Le Vigan                                

Michel Maffesoli et Hélène Strohl, La faillite des élites, 228 p., Lexio, 2019.

 

samedi, 14 décembre 2019

OTAN : Le « basculement » géopolitique de Macron pourrait-il engendrer un soulèvement des banlieues?

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OTAN : Le « basculement » géopolitique de Macron pourrait-il engendrer un soulèvement des banlieues?

par Antonin Campana

Ex: http://www.autochtonisme.com

Laurent Obertone anticipe la guerre civile à partir d’un banal contrôle de policiers dans une banlieue. Le contrôle tourne mal, un policier perd son sang froid et tue plusieurs « jeunes ». La cité s’embrase alors, et la France bascule dans le chaos. Bien évidemment, ce scénario est plausible, tant la situation est tendue. Nous en proposons ici un autre, selon un autre point de vue, qui fait intervenir des forces plus souterraines et dont l’élément déclencheur serait les velléités géopolitiques d’Emmanuel Macron.

Depuis quelques semaines, le président du régime multiplie en effet les petites phrases et les signes « d’ouverture à l’Est ».

Ainsi, le 19 août, Macron reçoit chaleureusement Poutine au fort de Brégançon. 

Le 27 août, lors de son discours aux ambassadeurs, il acte la « fin de l’hégémonie occidentale sur le monde ». Il assure qu’il faut « recréer une civilisation européenne » et repenser les relations et les alliances avec les autres Etats. Il manifeste le désir de se rapprocher de la Russie à qui, par le « dialogue », il veut « offrir », dit-il, une « option stratégique ».

Le 07 novembre dans The Economist, Macron dit que l’OTAN est en état de « mort cérébrale ».

Le 28 novembre, face au chef de l’OTAN venu tout exprès lui remettre les idées à l’endroit, il déclare : «Est-ce que, comme je l’entends parfois, notre ennemi aujourd’hui est la Russie? Je ne le crois pas».

Aussi, nous dit la Presse, Emmanuel Macron par sa volonté de « repenser la relation stratégique » avec la Russie, de redéfinir un « projet de partenariat » avec la Russie et d’insuffler une politique de détente avec Moscou, « crispe les Européens ».  Les Européens ? Pas seulement !

Pour le site Dedefensa, il ne serait pas impossible que ce retournement géopolitique soit interprété, du côté de l’Etat profond états-unien, comme une « trahison ». Rappelons en effet que le but de l’Etat profond états-unien n’est en aucune manière d’instaurer un « dialogue » avec Moscou. Son but est d’étendre l’OTAN aux portes de la Russie, de déployer de nouveaux missiles aux frontières de ce pays, de l’encercler de bases de plus en plus proches, de l’affaiblir géopolitiquement, de le sanctionner économiquement, de le diaboliser idéologiquement, bref de le détruire s’il n’est pas possible de l’annihiler. De ce point de vue, Macron, en tant qu’agent du Système propulsé par le Système, est effectivement un traître, puisqu’il propose le dialogue avec un pays qui, pour les globalistes, incarne précisément l’option antiSystème.

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Donc la question se pose : en admettant que Macron persévère dans son attitude « russophile », et étant donné les mauvaises idées que cela pourrait donner à d’autres pays européens, est-il totalement exclu qu’après plusieurs rappels à l’ordre et à bout de patience, l’Etat profond états-unien décide de se débarrasser de Macron comme il vient de se débarrasser de Morales ?

Impossible ? On sait en effet que le coup d’Etat en Bolivie a été initié par des hauts responsables de l’Armée et de la Police. Or, ces deux institutions ont fait l’objet pendant des années de programmes de formation, d’échange, de recrutement et de noyautage par les Services états-uniens. On sait que la plupart des hauts responsables à l’origine du coup d’Etat ont été formés aux Etats-Unis. Effectivement, rien de tel en France. Rien de tel pour l’Armée et la Police tout au moins. Mais est-on sûr que les Services états-uniens ne se sont pas intéressés à d’autres secteurs clés de « notre » société ?

En 2010, WikiLeaks révélait un rapport « confidentiel » émis par l’ambassade américaine à Paris et à destination du Secrétariat d’Etat aux Etats-Unis. Ce rapport de l’ambassadeur Charles Rivkin,  intitulé Embassy Paris – Minority engagement strategy  (Ambassade de Paris - Stratégie d'engagement envers les minorités), expose clairement la stratégie états-unienne de noyautage des allochtones. Notons que cette stratégie a été mise en place bien avant la rédaction du rapport. Ainsi Antoine Menusier, auteur au Bondy blog, décrit (dans un article au titre révélateur : « Les Etats-Unis surveillent les banlieues françaises ») une réunion qui eut lieu le 07 novembre 2007 au sein de l’ambassade des Etats-Unis à Paris. Menusier est présent avec d’autres « acteurs de la diversité française ». On apprend ainsi :

  • Qu’il existe un « plan » ou un « programme » états-unien, concocté par la Secrétaire d’Etat Condoleezza Rice, qui « consiste à développer des liens étroits avec les minorités musulmanes en Europe » ;
  • Que chaque ambassade américaine en Europe a au moins un « collaborateur » dévolu à cette mission, et que celui-ci dispose d’un budget « confidentiel » ;
  • Que « l’ambassade américaine à Paris n’a pas attendu les émeutes de 2005 pour approcher les minorités françaises » ;
  • Que certains leaders de la « diversité » auraient même été approchés par des agents de la CIA ;
  • Que d’autres, tels Karim Zéribi ou Patrick Lozès,  ont été « conviés » aux Etats-Unis par le Département d’Etat.

L’opération américaine en direction des allochtones des banlieues est connue, même si elle n’entraîne aucune réaction de la part des pouvoirs publics, pourtant sévèrement remis en cause. Ainsi de cet article de BFM TV qui avoue que les Etats-Unis dépensent chaque année 3 millions de dollars dans les banlieues françaises, que chaque année « l’ambassade américaine organise des repas dans les quartiers pendant le ramadan, avec 200 invités », que les cadres allochtones des cités « travaillent régulièrement avec l’ambassade», que les agents états-uniens « sont là sur le terrain (…) pour créer du réseau et permettre aux gens d’exploiter leur potentiel» .

Et tout cela serait purement philanthropique et désintéressé ? Qui peut le croire ? Mais revenons au rapport de l’ambassadeur américain Charles Rivkin. Celui-ci nous apprend :

  • Que l’ambassade américaine de Paris a créé une « stratégie d’engagement » qui vise, entre autres, la « population musulmane française ».
  • Que cette stratégie a pour but de « faire progresser les intérêts nationaux des Etats-Unis » (nous y voilà !) ;
  • Que l’ambassade a mis en place un « groupe de travail sur les minorités » et que la stratégie visant les minorités mobilise les « différentes sections de l’ambassade » ;
  • Que le « groupe » en question doit faire un « travail de contact ciblé » pour identifier, repérer et rencontrer les leaders et les groupes influents ; qu’il doit sensibiliser les « minorités » et améliorer les compétences des chefs des minorités qui veulent accroître leur influence ;
  • Qu’il faut faire passer un discours revendicatif sur l’égalité, le droit à la différence, le droit des minorités, l’inclusion sociale… [NB. : L’acteur noir Samuel L. Jackson, chargé par l’ambassade d’aller faire de la propagande dans les banlieues, dira aux jeunes allochtones : « vous êtes l’avenir ! Saisissez votre chance, soyez fort dans votre tête, construisez-vous un réseau, frappez à n’importe quelle porte, dites que ce n’est pas normal que je ne vois pas à l’écran des gens qui me ressemblent ! »] ;

Où en est le travail de noyautage des banlieues et des minorités par les Services américains ? Nous n’en savons rien. Il n’est même pas sûr que les Services républicains cherchent à contrer cette action ni même qu’ils en aient conscience. Cependant, une chose est certaine, l’Etat profond américain, malgré les bonnes intentions qu’il affiche toujours, est un monstre froid et sans scrupule. Ce n’est sans doute pas sans arrières pensées qu’il s’intéresse depuis plusieurs années aux banlieues françaises. Il a investi dans les banlieues des moyens importants afin de « faire progresser les intérêts nationaux des Etats-Unis ». De quels intérêts s’agit-il et dans quelles perspectives ?

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Alors imaginons, un instant, que cet Etat profond américain considère cyniquement qu’en noyautant les cités il se donne un moyen de pression extraordinaire sur le gouvernement français. Imaginons qu’il se dise qu’il pourrait facilement « activer » les banlieues, dans le cas, fort improbable mais on ne sait jamais, où un président français aurait, par exemple, la mauvaise idée de reconsidérer les intérêts géostratégiques de son pays. Imaginons qu’en déversant de fortes sommes aux bonnes personnes, agents allochtones préalablement ciblés et jusque là « dormants » (caïds de cité, « grands frères », présidents de collectifs…), l’Etat profond américain soit en mesure de déclencher des émeutes raciales, avec à la clé quelques « jeunes » fort opportunément abattus par des tireurs inconnus. Que se passerait-il ?

Le président du régime aurait alors trois solutions : soit composer avec l’Etat profond états-unien pour que celui-ci apaise les « leaders » et les « groupes influents » musulmans ; soit laisser la place à un dirigeant plus en phase avec la politique étrangère américaine ; soit résister, au risque du chaos. Cependant, la situation ethnique est aujourd’hui si explosive, qu’il est fort probable que, dans une telle configuration, la suite des événements échappe à tous, quelle que soit la solution retenue.

Le scénario de politique fiction que nous décrivons ici est celui d’une révolution de couleur tout à fait classique. Ce scénario est « crédible », même s’il est moins plausible que le scénario élaboré par Laurent Obertone. La probabilité que l’Etat profond états-unien ait conçu un tel « plan », « au cas où », nous semble non nulle. Ceux qui croient que l’Etat profond états-unien ne se servirait pas des musulmans pour arriver à ses fins devraient se souvenir de l’Afghanistan, de la Syrie et aussi du 11 septembre. Ceux qui croient que, pour servir ses intérêts, l’Etat profond états-unien ne sèmerait pas le chaos chez un allié devraient reconsidérer l’histoire des Etats-Unis depuis 65 ans. Ceux, enfin, qui croient que l’action potentielle de l’Etat profond états-unien sur les « minorités » de France ne serait pas suffisante pour provoquer un basculement vers le chaos, devraient reconsidérer le fragile équilibre sur lequel repose la paix sociale en France.

 

Antonin Campana