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jeudi, 28 mai 2015

Futuros campos de batalla para EEUU en África

por Nick Turse

Ex: http://paginatransversal.wordpress.com

Vestidos con un caleidoscopio de modelos de camuflaje, estuvieron tres días apiñados en una base militar de Florida. Pertenecían al Mando de Operaciones Especiales de Estados Unidos (SOCOM, por sus siglas en inglés) y al Mando de Operaciones Especiales del Ejército de Estados Unidos, y también había fuerzas de Francia y Noruega, de Dinamarca, Alemania y Canadá: 13 países en total. Vinieron a planear una campaña militar “centrada en operaciones especiales” con el apoyo de fuerzas convencionales, una operación multilateral que –de llevarse a cabo– podría costar cientos, tal vez miles de millones de dólares y quién sabe cuántas vidas.

Pregunten a los participantes y hablarán de tener en cuenta las “sensibilidades” y las “diferencias culturales”, de la importancia de la “colaboración” y la “coordinación”, del valor de la diversidad de opiniones, de las “perspectivas” y las “asociaciones”. Sin embargo, a puerta cerrada y sin que lo sepa la mayoría de la población de sus propios países, no digamos la de los países que han marcado como objetivos, un grupito de estrategas de operaciones especiales occidentales bosquejaron un posible futuro militar multilateral para una región de África llena de problemas.

Entre el 13 y el 15 de enero, representantes de Estados Unidos y 12 países aliados se reunieron en la base aérea MacDill en Tampa, Florida, para realizar un ejercicio al que denominaron “Silent Quest 15-1″. El escenario ficticio en el que iban a representar su juego de guerra estaba sacado de los titulares de los periódicos. Era una amalgama de dos desastres, reales y en curso, de política exterior y contraterrorismo de la época post 11-S: el desarrollo de Boko Haram en Nigeria y la aparición del Estado Islámico, también conocido como Estado Islámico de Iraq y el Levante o EIIL. El juego de guerra estuvo centrado en el imaginario auge de un grupo llamado “Estado Islámico de África” y la extensión de su proto-califato a partes de Nigeria, Níger, y Camerún, países que están siendo víctimas del terror de Boko Haram, el cual acaba de jurar lealtad al Estado Islámico.

“Silent Quest 15-1″ ha sido el último de una serie de ejercicios –el primero tuvo lugar en marzo de 2013– diseñados para ayudar a trazar los planes de intervención de las fuerzas de operaciones especiales para la próxima década. Este juego de guerra no fue un juego al estilo paintball. No hubo tiroteos simulados ni ensayo general. No fue el equivalente bélico de esa modalidad de fútbol americano que se juega sin placajes. Fue un ejercicio teórico de simulación a partir de algo demasiado real: la creciente panoplia de actividades militares de Estados Unidos y sus aliados en zonas cada vez más extensas de África. Hablando de este continente, Matt Pascual, uno de los participantes en la operación y el responsable para África del Grupo de Apoyo Euro-África del SOCOM, señaló que Estados Unidos y sus aliados ya estaban tratando una “miríada de asuntos” regionales y, quizás lo más importante, que muchos de los países participantes “ya están allí”. El país que “ya está allí” con mayor presencia que el resto es, por supuesto, el de Pascual: Estados Unidos.

En los últimos años, Estados Unidos ha estado involucrado en diversas intervenciones multilaterales en África, incluyendo una en Libia que supuso una guerra secreta y una campaña convencional de misiles y ataques aéreos, la asistencia a las fuerzas francesas en la República Centroafricana y en Malí, y el entrenamiento y financiación de socios africanos para enfrentarse a grupos combatientes como Boko Haram, al-Shabab en Somalia y Ansar al-Dine en Malí. En 2014, Estados Unidos llevó a cabo 674 actividades militares en África, casi dos misiones al día, y un salto de casi un 300% en el número de operaciones, ejercicios y actividades de formación en materia militar y no militar anuales desde que se creó el Mando para África de Estados Unidos (AFRICOM) en 2008.

A pesar de la avalancha de misiones y un aumento similar de bases, personal y financiación, el panorama que pintó el mes pasado el comandante de AFRICOM, el general David Rodriguez, ante el Comité de Servicios Armados del Senado fue sorprendentemente desolador. La visión que ofreció Rodriguez era la de un continente en crisis, amenazado de este a oeste por grupos combatientes que se habían desarrollado y fortalecido, o bien habían extendido su alcance mortal pese a los esfuerzos antiterroristas de Estados Unidos en África.

Rodriguez dijo a los miembros del comité que “terroristas y redes criminales transregionales estaban adaptándose y extendiéndose de manera agresiva”. “Al-Shabab ha ampliado sus operaciones para dirigir, o intentar dirigir, ataques asimétricos contra Uganda, Etiopía, Yibuti y sobre todo Kenia. La amenaza libia está aumentando rápidamente, incluyendo la presencia cada vez más extendida del EIIL… Boko Haram amenaza la capacidad del Gobierno de Nigeria para garantizar la seguridad y los servicios básicos en amplias zonas del noreste”. No obstante, a pesar de los resultados sombríos desde que el Ejército estadounidense comenzó a “girar” hacia África después del 11-S, Estados Unidos acaba de firmar un acuerdo para mantener sus tropas en el continente prácticamente hasta mediados del presente siglo.

Ampliación de la misión

Durante años, el Ejército estadounidense ha insistido públicamente en que sus esfuerzos en África eran insignificantes, manteniendo intencionadamente a los estadounidenses, por no hablar de la mayoría de los africanos, en la ignorancia acerca de la verdadera magnitud, dimensión y alcance de sus operaciones en el continente. Tanto el personal como quienes dirigen los asuntos públicos de AFRICOM han insistido en que no es más que una “intervención moderada”. Se echan atrás a la hora de hablar de los campamentos militares y los puestos avanzados, afirmando que solo tienen una base en algún lugar de África: Camp Lemonnier, en el pequeño Yibuti. No les gusta hablar de operaciones militares: solo ofrecen información detallada sobre una diminuta fracción de sus ejercicios de entrenamiento. Y se niegan a revelar las localizaciones donde se encuentra el personal, o incluso el número de países involucrados.

Durante una entrevista, un portavoz de AFRICOM me habló en algún momento de su preocupación por el hecho de que, aún si se tabulasen, el número de despliegues efectuados en África ofrecerían una “imagen sesgada” de la intervención estadounidense. A puerta cerrada, sin embargo, los mandos de AFRICOM emplean un lenguaje bastante diferente. En repetidas ocasiones han declarado que el continente es un “campo de batalla” estadounidense y que –no nos engañemos– ya están enredados en una “guerra”.

Según cifras recientes del Mando para África de Estados Unidos, el alcance de esa “guerra” creció espectacularmente en 2014. En su “declaración de postura”, AFRICOM manifiesta que llevó a cabo 68 operaciones en el último año, superando las 55 del año anterior. Entre ellas estarían las operaciones “Juniper Micron” y “Echo Casemate”, destinadas a apoyar las misiones francesa y africana en Malí y la República Centroafricana; “Observant Compass”, el intento de degradar o destruir lo que quedaba del sanguinario Ejército de la Resistencia del Señor de Joseph Kony en África Central; y “United Assistance”, el despliegue de efectivos militares para hacer frente a la crisis del Ébola en África Occidental.

El número de ejercicios de campo conjuntos en los que participaron las fuerzas estadounidenses y sus socios militares africanos pasó de 10 en 2013 a 11 el año pasado, incluyendo “African Lion” en Marruecos, “Western Accord” en Senegal, “Central Accord” en Camerún, y “Southern Accord” en Malawi. Todos ellos tuvieron un componente de formación sobre el terreno y sirvieron como remate de las operaciones de instrucción militar entre ejércitos del año anterior.

AFRICOM también dirigió ejercicios de seguridad marítima, como el “Obangame Express” en el Golfo de Guinea, el “Saharan Express” frente a las costas de Senegal, y tres semanas de escenarios de formación de seguridad marítima como parte del ejercicio multilateral “Phoenix Express 2014″, con marineros de numerosos países entre los que se encontraban Argelia, Italia, Libia, Malta, Marruecos, Túnez y Turquía.

El número de actividades de cooperación en materia de seguridad se disparó de 481 en 2013 a 595 el año pasado. Estas iniciativas incluyeron instrucción militar dentro de un “programa de colaboración estatal” que agrupó a fuerzas militares africanas con unidades de la Guardia Nacional estadounidense y personal del programa de Asistencia y Capacitación para Operaciones de Contingencia en África (ACOTA, por sus siglas en inglés) financiado por el Departamento de Estado, un programa a través del cual los asesores e instructores militares estadounidense ofrecen equipo y formación militar a las tropas africanas.

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En 2013, el número total de actividades estadounidenses en el continente fue de 546, un promedio de más de una misión diaria. El año pasado, la cifra se elevó a 674. En otras palabras, las tropas estadounidenses llevaron a cabo casi dos operaciones, ejercicios o actividades a diario –desde ataques de drones hasta formación en contrainsurgencia, operaciones de información y prácticas de tiro– en algún lugar de África. Esto representa un aumento enorme si lo comparamos con las 172 “misiones, actividades, programas y ejercicios” que AFRICOM heredó de otros mandos geográficos cuando comenzó sus operaciones en 2008.

Grupos terroristas transnacionales: algo de la nada

En 2000, un informe realizado bajo la supervisión del Instituto de Estudios Estratégicos de la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos examinaba el “ambiente de seguridad africano”. Aunque en él se hacía referencia a los “movimientos rebeldes o separatistas internos” en los “estados débiles” y a actores no estatales, como las milicias y los “ejércitos de señores de la guerra”, resulta llamativo que no se mencionara el extremismo islámico ni las amenazas terroristas transnacionales más importantes. Antes de 2001, de hecho, Estados Unidos no reconocía ninguna organización terrorista en África Subsahariana y un alto funcionario del Pentágono señaló que los combatientes islámicos más temidos del continente “no habían estado comprometidos en actos de terrorismo fuera de Somalia”.

A raíz del 11-S, incluso antes de que se creara AFRICOM, Estados Unidos empezó a aumentar las operaciones en el continente en un intento de reforzar las capacidades contraterroristas de sus aliados y aislar África de los grupos de terroristas transnacionales, es decir extremistas islámicos trotamundos. En otras palabras, el continente era visto como algo parecido a una hoja en blanco para probar medidas de prevención del terrorismo.

Desde entonces se han inyectado miles de millones de dólares en África para construir bases, armar aliados, recabar información, llevar a cabo guerras por poderes, asesinar combatientes y dirigir tal vez miles de misiones militares, sin que nada de todo ello haya tenido el efecto deseado. El año pasado, por ejemplo, según AFRICOM los combatientes somalíes “planearon o ejecutaron atentados mortales cada vez más complejos en Somalia, Kenia, Uganda, Yibuti y Etiopía”. A principios de mes, esos mismos combatientes de al-Shabab fueron un paso más allá masacrando a 147 estudiantes en una universidad de Kenia.

El mortífero aumento y la extensión de al-Shabab difícilmente puede considerarse una excepción en África. En una reciente intervención ante el Comité de Servicios Armados del Senado, el comandante de AFRICOM, David Rodriguez, enunció rápidamente los nombres de numerosos grupos terroristas islámicos que han ido apareciendo en estos años, desestabilizando precisamente los países que Estados Unidos había tratado de fortalecer. Aunque en la declaración de postura hizo todo lo posible para presentar lo mejor de los esfuerzos militares de Washington en África, incluso una lectura rápida de la misma –y vale la pena citarla in extenso– dibuja un panorama desolador de lo que el “giro” hacia África ha significado hasta ahora sobre el terreno. Algunos párrafos extractados del documento lo dicen todo:

“La red de Al-Qaida y sus afiliados y adeptos sigue explotando las regiones de África que se encuentran prácticamente sin gobierno y sus porosas fronteras para entrenar y realizar atentados. El Estado Islámico de Iraq y el Levante está extendiendo su presencia en el norte de África. Terroristas con múltiples filiaciones, están ampliando su colaboración en captación, financiación, entrenamiento y operaciones, tanto dentro de África como transregionalmente. Violentas organizaciones extremistas utilizan aparatos explosivos improvisados cada vez más sofisticados, y el número de víctimas a causa de estas armas en África ha aumentado aproximadamente en un 40% en 2014…

En el norte y el oeste de África, la inseguridad en Libia y en Nigeria amenaza cada vez más los intereses de Estados Unidos. A pesar de los esfuerzos multilaterales en materia de seguridad, las redes terroristas y criminales están acumulando fuerzas y han logrado una mayor interoperabilidad. Al-Qaida en el Magreb Islámico, Ansar al-Sharia, al-Murabitun, Boko Haram, el Estado Islámico de Iraq y el Levante, y otras organizaciones extremistas violentas están aprovechándose de los gobiernos débiles, los dirigentes corruptos y las fronteras porosas del Sahel y el Magreb para entrenar y movilizar combatientes y repartir recursos…

La amenaza libia a los intereses estadounidenses está aumentando… En el último año el gobierno, la seguridad y la estabilidad económica se han deteriorado de manera significativa en este país. Actualmente, grupos armados controlan grandes zonas del territorio libio y actúan impunemente. Libia parece estarse convirtiendo en un paraíso seguro donde los terroristas, incluyendo Al-Qaida y los grupos afiliados al Estado Islámico de Iraq y el Levante, pueden entrenarse y rehacerse impunemente. El Estado Islámico de Iraq y el Levante es cada vez más activo en Libia, incluyendo Derna, Bengasi, Trípoli y Sebha…

Los efectos secundarios de la inestabilidad en Libia y el norte de Malí ponen en riesgo los intereses estadounidenses en Europa, Oriente Medio y África, incluyendo el éxito de la transición democrática en Túnez…

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La seguridad en Nigeria también empeoró el año pasado. Boko Haram amenaza el funcionamiento del Gobierno, que se enfrenta al reto de mantener la confianza de su pueblo y ofrecer seguridad y otros servicios básicos… Boko Haram ha lanzado ataques a través de la frontera de Nigeria contra Camerún, Chad y Níger…

… tanto la República Centroafricana como la República Democrática del Congo corren el riesgo de que grupos insurgentes generen una mayor desestabilización, y existe la posibilidad de que las tensiones étnicas latentes en la región de los Grandes Lagos estallen violentamente en la República Democrática del Congo”.

Todo ello, eso sí, según la evaluación de la situación del continente realizada por AFRICOM, donde ha centrado sus labor durante casi una década a medida que aumentaban las misiones estadounidenses. En este contexto, vale la pena reiterar que, antes de que Estados Unidos redoblara esos esfuerzos, África estaba –según la propia valoración de Washington– relativamente libre de grupos terroristas islámicos transnacionales.

Inclinar la balanza en Africa

A pesar de que Boko Haram jurara lealtad al Estado Islámico y de los alarmistas titulares lamentando su fusión o mezclándolos con otros grupos terroristas que actúan bajo nombres parecidos, actualmente no existe ningún Estado Islámico de África. Pero el juego de guerra que se escenificó en la base aérea MacDill en enero contra ese grupo imaginario no es fantasía, sino que representa el siguiente paso lógico en una serie de operaciones que han ido cobrando fuerza desde la creación de AFRICOM. Y escondida en su Declaración de Postura 2015 hay información que indica que van a seguir por este camino hasta la década de 2040.

En mayo de 2014, Estados Unidos alcanzó un acuerdo –denominado “acuerdo de aplicación”– con el Gobierno de Yibuti “que asegura [su] presencia” en ese país “hasta 2044″. Además, los mandos de AFRICOM hablan ahora de la posibilidad de construir una cadena de puestos de vigilancia a lo largo de la franja norte del continente. Y no olvidemos que, en los últimos años, las zonas de actuación, minibases y aeródromos estadounidenses han proliferado en países colindantes como Senegal, Malí, Burkina Faso, Níger, y –saltando Chad (donde recientemente AFRICOM construyó instalaciones temporales para ejercicios de las fuerzas de operaciones especiales)– la República Centroafricana, Sudán del Sur, Uganda, Kenia y Etiopía. Todo lo cual sugiere que el Ejército estadounidense está atrincherándose para permanecer en África por mucho tiempo.

“Silent Quest 15-1″ fue diseñada como un modelo para demostrar cómo Washington llevará a cabo la guerra de coalición “centrada en operaciones especiales” en África. De hecho, como escribió la sargento de Artillería Reina Barnett en la publicación especializada del SOCOM Tip of the Spear, fue diseñada de conformidad con la “Guía de Planificación 2015 del general de división James Linder, comandante de las Operaciones Especiales de Estados Unidos en África “. Y el acuerdo con Yibuti demuestra que el Ejército de Estados Unidos está haciendo planes para casi un cuarto de siglo más. Pero si los últimos seis años –marcados por un aumento del 300% en el número de misiones estadounidenses, y por la extensión del terrorismo y los grupos terroristas en África– son indicativos de algo, es probable que los resultados no sean del agrado de Washington.

El comandante de AFRICOM, David Rodriguez, continúa presentando de la mejor manera posible los esfuerzos estadounidenses en África, citando el “avance en varias áreas gracias a la estrecha colaboración con nuestros aliados y socios”. Sin embargo, la evaluación de la situación por parte de AFRICOM resulta muy poco alentadora. “Allí donde nuestros intereses nacionales nos obligan a inclinar la balanza y mejorar los logros colectivos en materia de seguridad, tal vez debamos trabajar más, bien habilitando a nuestros aliados y socios, o bien actuando unilateralmente”, puede leerse en la declaración de postura que Rodriguez presentó ante el comité del Senado.

No obstante, después de más de una década aumentando los esfuerzos, existen pocas pruebas de que AFRICOM tenga la más mínima idea de cómo inclinar la balanza a su favor en África.

Fuente: http://reseauinternational.net

Traducción: Jacques Merlon

Extraído de: El Espía Digital

mercredi, 27 mai 2015

La machination américaine contre la Russie – et l’Europe

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La machination américaine contre la Russie – et l’Europe

Par Guillaume Faye

FRANCE (NOVOpress avec Guillaume Faye)

La stratégie de Washington est de créer un conflit ouvert en Europe avec la Russie, en y entraînant l’Union européenne. La crise ukrainienne n’est qu’un aspect de cette politique. Une guerre contre la Russie est envisagée sérieusement. Essayons de décrypter sereinement les événements et les faits, en évitant l’anti-américanisme simpliste et dogmatique ; en séparant bien les desseins des dirigeants oligarques américains et les Etats-Unis, comme nation, dans leur complexité sociologique et politique.

9 mai 2015 : l’affront fait à la Russie

Lors des cérémonies du 9 Mai à Moscou célébrant le 70e anniversaire de la victoire alliée, les chefs d’État et de gouvernement occidentaux – et en particulier européens – n’étaient pas présents. Pour la France, seul M. Fabius, ministre des Affaires étrangères était à Moscou. Et encore, il s’est contenté de déposer une gerbe, refusant d’assister au traditionnel défilé militaire sur la Place Rouge. Ce boycott est probablement le résultat d’un ordre de Washington, auquel les gouvernements européens ont obéi avec servilité, comme toujours. C’est un geste inamical envers la Russie, voire insultant et d’une stupidité diplomatique insondable pour les Européens.

Boycotter la cérémonie de la victoire à Moscou, alors que sans la Russie et les peuples de l’URSS cette victoire aurait été obtenue par Hitler, a été une décision symbolique très blessante pour la nation russe. Ce fut une provocation de plus. D’autant que Vladimir Poutine s’était poliment rendu en Normandie pour l’anniversaire du Débarquement, répondant à l’invitation de M. Hollande.

M. Poutine d’ailleurs, dans son discours à l’occasion du défilé militaire du 9 mai, a bien dénoncé la volonté des dirigeants occidentaux – pilotés par Washington– de vouloir déstabiliser les relations internationales. Par ce boycott, les gouvernements occidentaux ont voulu manifester une hostilité à la Russie, lui signifier son exclusion du concert des nations. La France a suivi – quelle honte ! – oubliant son principe d’indépendance en matière de politique extérieure. Ce geste, d’une immense portée symbolique, a humilié le sentiment national russe et aura pour les Européens de graves conséquences. Car ce n’est pas la Russie qu’on isole, c’est l’Europe qui s’isole.

La démonstration de force de l’armée russe à l’occasion du défilé du 9 mai correspond à une volonté dissuasive et non pas agressive. C’est un message envoyé à Washington. La Russie augmente son effort militaire mais sans commune mesure avec le colossal budget militaire US (50% des dépenses mondiales en la matière). Le Kremlin anticipe une agression militaire US qui ne relève pas de la science-fiction, comme nous le verrons plus loin.

Le prétexte du boycott fut l’”annexion” de la Crimée, alors que cette dernière, territoire russe, a été rattachée à la Fédération de Russie par référendum régulier. Mais la véritable raison de cette insulte faite à la Russie est l’obéissance à Washington. Nos dirigeants ne sont pas tant antirusses qu’américanolâtres. Ils obéissent au suzerain.

L’erreur ukrainienne

Un membre du parti ultra-nationaliste paramilitaire aux accointances néonazies, Pravyi Sektor, M. Dmytro Iaroch, a été nommé début avril 2015 conseiller au ministère de la Défense du gouvernement de Kiev. Pravyi Sektor combat aux côtés de l’armée ukrainienne dans l’Est séparatiste, une armée qui a été responsable de milliers de morts civils russophones et de l’exode de populations qui ont dû fuir en Russie. Une armée qui bénéficie de livraisons d’armes américaines, voire européennes, et de l’aide logistique de la CIA. Le Pentagone vient d’envoyer des troupes américaines en Ukraine pour ”entrainer” l’armée de Kiev. Le but est évidemment de préparer une guerre. Face à cela, la propagande essaie de nous faire croire que Moscou envoie des troupes qui envahissent l’Est de l’Ukraine.

Le gouvernement de Kiev – issu en réalité d’un coup d’État– financé par Washington, ses satellites et ses affidés, totalement irresponsable, cherche, sur ordres, à lancer une confrontation armée avec la Russie. Les ultra nationalistes ukrainiens sont les idiots utiles du Pentagone et de la CIA qui ne cherchent qu’une seule chose : un conflit armé en Europe contre la Russie, qui déborderait le cadre géopolitique ukrainien. Ce serait le couronnement de la stratégie américaine post-URSS : empêcher la naissance de la ”Maison Commune”, une solution de bon sens, de paix et de prospérité que Gorbatchev comme Poutine ont défendue. L’idée d’une hostilité entre Ukrainiens et Russes est une tragédie, construite par Washington.

Le gouvernement de Kiev commet une erreur majeure, peut-être par aveuglement, peut-être aussi par soumission corrompue aux donneurs d’ordre américains. Car l’intérêt fondamental de l’Ukraine est son bon voisinage avec la Russie, dans tous les domaines y compris économiques, et non pas son alignement sur Washington et son annexe, Bruxelles. Les Ukrainiens comprennent-t-ils qu’ils sont instrumentalisés ?

Le déshonneur français

Le refus – scandaleux– du gouvernement français de livrer à la marine russe les navires Sébastopol et Vladivostok (de la classe Mistral), alors que des paiements avaient été effectués, en rompant unilatéralement et illégalement un contrat, est dévastateur pour l’image et la réputation de la France. Les pressions de Washington sont derrière ce renoncement à livrer les navires, ce qui prouve à quel point le PS au pouvoir est asservi à la politique étrangère américaine. Dans cette affaire, où le gouvernement français a joué le rôle du cocu consentant, le but de Washington n’était nullement d’empêcher le prétendu ”impérialisme russe” de se doter de matériel naval occidental pouvant menacer les voisins de la Russie. Il s’agissait de casser les reins à une coopération militaro-industrielle franco-russe et surtout de nuire aux exportations militaires françaises – concurrentes des américaines – en dégradant la fiabilité de la France comme fournisseur. Cela fait plus de 50 ans que les gouvernements américains essaient par tous les moyens de torpiller les exportations de la filière industrielle de défense française. C’est la logique de Washington. Et les plus critiquables, dans cette lamentable affaire, ne sont pas les Américains, qui jouent leur jeu, mais le gouvernement français qui abdique, obéit, renonce à sa souveraineté et à l’indépendance nationale.

En refusant de se rendre à Moscou le 9 mai à l’invitation de Poutine, Hollande « s’est aligné sans nécessité sur la position américaine d’un boycott de la Russie qui la jette imprudemment dans les bras de la Chine », explique Renaud Girard qui ajoute : « dans cette lente dérive de la Russie vers la Chine, on ne voit pas très bien où se situe l’intérêt stratégique de la France » (Le Figaro, 12/05/2015). La France commet une erreur majeure de politique étrangère, oubliant les principes de De Gaulle : notre allié principal est la Russie et non pas les États-Unis. Ces derniers ne sont pas un ennemi, certes, mais un adversaire, un compétiteur. Le seul véritable ami naturel de la France comme de nos partenaires continentaux de l’UE, c’est la Russie. Cette réalité est à la fois géopolitique et historique.

Opinions russes sur les manipulations américaines

Le dernier dirigeant soviétique, Mikhaïl Gorbatchev, déclarait récemment : « la décision d’élargir l’Otan vers l’Est a été prise par les Etats-Unis et leurs alliés en 1993. Je l’ai, dès l’origine, qualifiée d’erreur majeure. […] Cela constituait une violation de l’esprit des déclarations et assurances qui nous avaient été données en 1990 » (Russia Beyond the Headlines, 19/11/2014). Le secrétaire d’État américain James Baker avait en effet juré à Gorbatchev en 1990 qu’il n’y aurait pas d’élargissement de l’Otan vers l’Est. Il savait qu’il mentait. Et aujourd’hui, après la Pologne et les Pays baltes, Washington cherche un casus belli avec Moscou en poussant l’Ukraine à adhérer, comme il y a incité la Georgie.

Vladimir Iakounine, président des chemins de fer russes RZD et proche de Poutine, a déclaré à propos des sanctions économiques contre la Russie, décidées par les USA et appliquées servilement par l’Europe : « leur but principal n’est pas de mettre la Russie à genoux, mais d’empêcher que la coopération entre Russes et Européens n’engendre le premier concurrent de l’économie américaine. […] Les sanctions nous ferment l’accès aux marchés internationaux de capitaux. Elles ont encore un autre effet, en poussant les dirigeants russes à réorienter le développement économique du pays vers l’Asie, les pays émergents et les pays non membres de l’Otan. Cela représente une grande partie du monde. » (entretien avec Philippe Gélie, Le Figaro, 21/04/2013)

Le politologue et universitaire moscovite associé au Club Valdaï, Andreï Souchentsov, écrivait : « la Russie a réévalué ses rapports avec l’Occident. Les projets de création d’un ordre mondial sur un pied d’égalité ne se sont pas réalisés. Les États-Unis et l’Otan ont utilisé unilatéralement la force à plusieurs reprises dans des conflits au mépris du droit international. Menant une politique indépendante dans la défense de ses intérêts, Moscou se voit accusé de ”ne pas jouer selon les règles ”. La crise ukrainienne est devenue la dernière et la plus importante conséquence de cette rupture de l’équilibre de l’ordre international » (Rossiyskaya Gazeta, 19/11/2014).

Dans le même numéro de cette revue, Fedor Loukianov, président du Conseil pour la politique étrangère et la politique de défense, explique qu’au cours de son premier mandat présidentiel, Vladimir Poutine avait sincèrement cru à la perspective d’un ordre multinational multipolaire et à une entente sincère avec les USA contre des menaces communes, ainsi qu’à la construction d’une alliance structurelle avec une Europe libre. Mais devant un gouvernement US grisé par la chute de l’URSS, succombant à ses tentations de superpuissance interventionniste autoritariste et belliciste (d’autant plus agressive qu’elle se sait provisoire (1)), Poutine a dû déchanter. Dès 2012, explique Loukianov « il s’est interrogé sur le sens des initiatives de Washington qui lui semblaient viser à une déstabilisation de l’ordre mondial plutôt qu’à son renforcement. Le ton de son discours prononcé au club Valdaï cette année (Sotchi, octobre 2014) avait une pointe de fatalisme. Poutine ne s’attend plus à un changement de la part des Etats-Unis, il dénonce simplement le côté dévastateur de leurs actions. […] Vladimir Poutine refuse de jouer selon les règles définies par les dirigeants américains ».

Le nouveau rideau de fer

Depuis la chute du Mur de Berlin et la dissolution du Pacte de Varsovie, l’Europe et la France ont mené vis-à-vis de la Russie une politique étrangère catastrophique, sur ordre de Washington. L’occasion unique d’un partenariat puissant euro-russe (la ”Maison Commune”) a été sabordée. Contrairement aux promesses faites à Gorbatchev, en échange de la réunification de l’Allemagne, l’Otan s’est étendu vers l’Est, jusqu’aux portes de la Russie. Washington et l’Otan jouaient la carte de la déstabilisation de l’Europe et de l’humiliation agressive de la Russie, qui leur apparaissait, depuis la chute de l’URSS, comme un pays en déclin et à soumettre.

Mais la renaissance de la puissance russe, avec Poutine, a changé la donne. Poutine, dans son discours de la Wehrkunde à Munich en 2007 annonçait que la Russie reprenait sa liberté stratégique et géopolitique. C’est pourquoi Washington a fomenté et financé le coup d’ État de Maïdan et lancé dans la provocation anti-russe le nouveau gouvernement de Kiev. Le but des Etats-Unis est clair : reconstituer le rideau de fer, couper l’Europe de l’Ouest de la Russie pour mieux vassaliser la première, entretenir une tension permanente (la nouvelle guerre froide) avec le Kremlin, catastrophique pour l’Europe. Le boycott des cérémonies de la victoire à Moscou le 9 mai 2015, qui est un affront calculé par Washington et les milieux atlantistes européens, marque bel et bien le retour de cette seconde guerre froide. Geste symbolique d’hostilité.

Pour les Européens pusillanimes, adeptes de la servitude volontaire, roulés dans la farine par leur suzerain américain, cela signifie la fin de l’alliance russe, indispensable à notre sécurité collective, et la destruction du grand projet de partenariat macro-économique global UE–Russie. Le pire est le gouvernement français qui trahit et tourne le dos à ce partenaire, à cet allié naturel qu’est la Fédération de Russie, au mépris de notre intérêt national, pour obéir à un pseudo-allié qui nous méprise et donc le seul but est nous asservir à sa puissance tutélaire et souriante, tout en regardant avec joie notre dissolution dans une colonisation de peuplement et une islamisation galopante.

L’hypothèse et le projet d’une guerre contre la Russie.

Aussi bien en Ukraine que dans les Balkans ou en Géorgie, le bellicisme déstabilisateur de l’Otan, directement dirigé par Washington, cherche l’affrontement armé. Par exemple, en mars 1999, l’Otan est intervenue militairement – et illégalement– contre la Serbie pour aider les séparatistes albanais du Kosovo, en jurant de faire de ce pays un havre de paix démocratique et multiethnique. Aujourd’hui, le Kosovo est un État voyou, mafieux et raciste, qui a chassé toutes les minorités serbes et non albanophone et qui mène une guérilla sanglante pour déstabiliser sa voisine, la Macédoine. Bravo et merci à l’Otan et à Washington. Le 7 août 2008, le gouvernement géorgien antirusse de Saakachvili, candidat à l’UE et à l’Otan, aidé par les Américains, bombardait Tsinkhvali, la capitale de l’Ossétie du Sud séparatiste, tuant des centaines de civils et dix observateurs militaires russes. Et, déjà à l’époque, on s’est scandalisé que les Russes réagissent !

La stratégie de Washington est de pousser l’Otan au bras de fer avec Poutine, au bord du gouffre, au risque d’un affrontement armé. Ce fut le sens de la visite d’Obama à Talinn où il rencontra, début septembre 2014, les présidents des trois pays baltes, jadis incorporés dans l’URSS et aujourd’hui membres de l’Otan. Sous le prétexte que la Russie les menace – pur fantasme, mais infusé dans les opinions publiques –, thèse défendue par Thomas Wright, de la Brookings Institution, il s’agit de provoquer le Kremlin en renforçant militairement l’Otan à ses frontières immédiates. Actuellement, l’Otan met en place dans cette zone une” force de réaction rapide” prépositionnée dans les pays d’Europe de l’Est (readiness action plan, ” plan de réactivité”) En parallèle, Washington renforce son soutien à l’armée ukrainienne et augmente la pression pour faire adhérer Kiev à l’Otan. Afin de faire naître, de manière totalement irresponsable, un casus belli avec Moscou. Tout cela est perçu comme un grave danger et une menace majeure par le gouvernement russe, qui réoriente sa doctrine militaire en fonction de ces provocations, comme l’a rappelé Mikhail Popov, secrétaire adjoint du Conseil de sécurité russe.

Les cadres supérieurs du Pentagone (qui déterminent la politique de la Maison Blanche) (2) se réjouissent des réactions russes à leurs provocations. Leur but est de multiplier ces dernières pour créer a war situation, un état de guerre contre la Russie. Un clash (”heurt”) militaire avec l’armée russe, en risquant une escalade nucléaire, est intégré dans les protocoles militaires américains. Les services secrets russes savent parfaitement ce que je dis : le Pentagone veut une confrontation armée Otan/ Russie dans l’arc géopolitique nord-sud Baltique-Mer Noire.

Les faiblesses et les dangers de la stratégie US

Mais les souhaits américains d’isoler et d’étouffer la Russie échouent. Aux commémorations du 9 mai à Moscou, le président chinois Ji Xin Ping et le premier ministre indien Narendra Modi étaient présents au premier rang. Leurs pays représentent 2,5 milliards d’hommes. Au contraire, le suivisme servile et aveugle d’une Union européenne obéissant aux USA est en train de nous isoler du monde.

De plus, cette politique aventureuse de Washington suscite d’importantes critiques aux Etats-Unis mêmes. John J. Mearsheimer avertissait dans le magazine Foreign Affairs de « la détermination de Poutine d’empêcher la Georgie et l’Ukraine de rejoindre l’Otan » en ajoutant : « les Etats-Unis et leurs alliés devraient abandonner leur plan d’occidentaliser l’Ukraine, et tenter d’en faire une zone neutre entre l’Otan et la Russie ». La chef de la commission de renseignement du Sénat, la démocrate Dianne Feinstein, parlait sur NBC de l’inefficacité des sanctions en ces termes : « les Russes sont un peuple endurant et courageux, ils surmontent toutes les difficultés économiques. Je ne suis pas sûre que des sanctions puissent avoir le moindre effet ». Elle en appelait à un dialogue direct avec Poutine, se démarquant de la position de son propre gouvernement.

Le risque d’une hubris américaine existe, c’est-à-dire la volonté de déclencher une guerre pour maintenir l’hégémonie américaine ou pour tenter une résoudre une crise financière et économique géante qui menace. Le cow boy peut devenir fou et tirer dans le saloon. Ce ne serait pas la première fois dans l’histoire que Washington, animé par un mélange schizophrène de cynisme et d’idéalisme, se lancerait dans un aventurisme militaire catastrophique. Le chaos actuel du Moyen-Orient est partiellement le fruit des interventions insensées des Bush père et surtout fils, le plus dingue des deux. Avec, comme toujours dans l’histoire, des interventions armées américaines, justifiées par des prétextes fabriqués. L’éléphant dans un magasin de porcelaines.

N’oublions pas que les USA, s’ils ne sont pas une puissance militariste – au sens classique du mot – sont un pays belliciste. L’énorme budget militaire du Pentagone et le complexe militaro-industriel sont au centre de l’appareil économique américain mais aussi du financement de la classe politique. Le système américain a fondamentalement besoin d’un état de guerre sinon permanent, du moins récurrent. Une confrontation armée avec la Russie est très sérieusement envisagée dans les milieux du Pentagone et du complexe militaro-industriel. Peu importent les conséquences : la politique étrangère américaine a toujours manqué de sagesse et de finesse ; la brutalité et l’irréflexion sont ses marques de fabrique. De même qu’un mépris pour les règles et institutions internationales qui ne sont valables que pour les autres, pas pour les USA ; sans oublier cette certitude naïve de se prendre pour le gendarme du Bien, avec tous les droits.

La diabolisation de Vladimir Poutine et de son gouvernement, présentés comme une dictature autocratique par la propagande US relayée servilement dans tout l’Occident – alors qu’ils sont très populaires dans la population russe – ne présage rien de bon. Du temps de l’URSS, les risques de guerre étaient de 10%. Aujourd’hui, ils sont de 60%.

L’impasse

Ce qui a terriblement ennuyé Washington, ce furent les fragiles accords de Minsk passés entre Mme Merkel, M. Hollande, M. Poutine et le gouvernement de Kiev pour un cessez-le-feu. De quoi se mêlent la France et l’Allemagne ? L’objectif américain est de briser la trêve, de relancer la guerre. Une guerre civile en Ukraine de l’est qui, comme un furoncle infectieux, pourra déboucher sur une vraie guerre, où l’on pourra impliquer la Pologne et les pays baltes, c’est l’objectif. Bien sur, Mister Obama ne cherche pas cela. Mais c’est un pion, ce n’est pas lui qui dirige. Il n’a pas d’idées précises, il obéit aux maîtres qui l’ont fait élire, comme dans toute ploutocratie. Tout président américain fait la politiques des lobbies qui l’ont fait élire. En Russie, Poutine fait la politique du peuple qui l’a élu.

Les grands perdants sont les pays européens soumis aux Etats-Unis. D’autant plus que le traité commercial transatlantique va les asservir un peu plus, uniquement de leur faute. On leur fait croire que le danger et l’ennemi sont à l’Est, la Russie, alors que c’est l’allié naturel. Tandis que la véritable menace vient du Sud, comme l’actualité le démontre tous les jours. Mais cette stratégie américaine est stupide à long terme pour les Etats-Unis eux-mêmes. Plutôt que de s’entendre avec un bloc euro-russe indépendant, ils poussent la Russie dans les bras de la Chine et se constituent ainsi un adversaire redoutable. Quant aux nations de l’Union européenne, incapables de contenir une immigration de peuplement massive concomitante d’une islamisation, elles semblent sortir de l’Histoire. Les stratèges washingtoniens s’en félicitent ; les stratèges russes le déplorent. Quand allons-nous nous réveiller ? Quand l’intelligence et la lucidité vont-elles ressurgir ? Après l’explosion.

(1) Toute hégémonie est passagère. Charles Krauthammer a lancé en 1990 le concept de « moment d’unipolarité », c’est-à-dire la période pendant laquelle les Etats-Unis, étant la seule vraie superpuissance, pouvaient agir à leur guise. Il estime cette période, qui a commencé au début des années 1990 à la chute de l’URSS, entre 25 et 30 ans. Ça se termine.

(2) La véritable direction de la politique des USA n’est pas déterminée par la présidence, la Maison Blanche, mais par la triarchie Pentagone/ CIA/ Complexe militaro-industriel.” Les Trois Sœurs ”. Le président américain (contrairement aux présidents français ou russes) est un exécutant et non pas un directeur. (Cf. autres articles de ce blog sur ce sujet).

Guillaume Faye

Pierre-André Taguieff : « Le soupçon et la dénonciation remplacent la volonté d’expliquer et de comprendre »

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Pierre-André Taguieff : « Le soupçon et la dénonciation remplacent la volonté d’expliquer et de comprendre »

Pierre-André Taguieff est politologue. Il est directeur de recherche au CNRS et professeur à l’institut d’études politiques de Paris. En 2014, il a publié Du Diable en politique (CNRS éditions), ouvrage dans lequel il analyse le processus de diabolisation de l’adversaire dans le débat intellectuel français. En 2015, dans La Revanche du nationalisme (PUF), il s’intéresse à la résurgence de cette forme politique tout en dénonçant les analyses creuses de ceux qui s’inquiètent d’un « retour des années 30 ».

pattaguieff-fn-ps.jpgPHILITT : Comment éviter la diabolisation dès lors que, comme le dit Philippe Muray, « le champ de ce qui ne fait plus débat ne cesse de s’étendre » ?

Pierre-André Taguieff : On pourrait dire tout autant que le moindre écart par rapport à la doxa médiatique engendre mécaniquement des faux débats qui chassent les vrais. Dans mon livre paru en 2014, Du diable en politique, j’en donne de nombreux exemples, récents ou non. Dans la France contemporaine, la diabolisation de l’adversaire ou du simple contradicteur s’est banalisée. Il y a là un front inaperçu de l’intolérance, quelque chose comme une intolérance banale, qu’on pratique sur le mode d’un réflexe idéologiquement conditionné. Les pseudo-débats publics sont des tentatives de mises à mort de l’adversaire. Les gladiateurs médiatiques se doivent de divertir les téléspectateurs.

PHILITT : Peut-on renoncer à diaboliser ceux qui l’ont été un jour sans risquer d’être, à son tour, diabolisé ? N’est-ce pas ce qui vous est arrivé lorsque vous avez choisi de dialoguer avec la « Nouvelle Droite » ?

Pierre-André Taguieff : Dans l’espace idéologico-médiatique contemporain, le principe maccarthyste de l’association par contiguïté fonctionne comme mode de transmission d’une souillure. Tout contact est pris pour un indice de complicité. La diabolisation imprime au personnage diabolisé la marque d’une souillure durable. Discuter ou dialoguer avec l’ennemi absolu sans l’injurier, sans manifester ostensiblement et bruyamment à son égard de la haine et du mépris, c’est être souillé ou contaminé irrémédiablement par sa nature satanique. Tel est aussi le risque qu’on prend inévitablement lorsqu’on ose simplement étudier, sans le dénoncer avec virulence à chaque pas, le phénomène politique ou le personnage diabolisé. La magie conjuratoire, à condition de garder la bonne distance, semble être devenue le seul mode de traitement de l’adversaire politique. La diabolisation néo-antifasciste a fait de nombreuses victimes, et continue à en faire. Le pli est pris et je ne vois pas comment l’esprit inquisitorial pourrait être combattu efficacement. Qui s’y attaque est voué à la marginalisation et n’a guère à y gagner qu’une réputation d’infréquentabilité. Quel paradoxe tragique dans une France qui célèbre officiellement la liberté d’expression !

PHILITT : Au-delà de la stratégie politicienne qu’elle implique souvent, la diabolisation n’est-elle pas aussi l’aveu d’une faillite de la pensée, de l’incapacité à comprendre un certain nombre de phénomènes politiques nouveaux ?

Pierre-André Taguieff : La diabolisation est avant tout, sur le plan cognitif, une méthode de réduction de l’émergent au résurgent, de l’inconnu ou du mal connu au « bien connu » (supposé). En ce sens, elle est illusion de connaissance. Quant à sa fonction affectivo-imaginaire, elle réside dans la réduction au pire, c’est-à-dire à ce qui tient lieu de mal absolu dans une conjoncture donnée. Face à un phénomène qui les surprend ou les dérange, les gêne ou les choque, ceux qui ne veulent ou ne peuvent pas le comprendre se lancent dans la réduction au pire. À la paresse de la pensée s’ajoute la peur de savoir. Mais l’ignorance n’est toujours pas un argument.

PHILITT : Le repli sur la morale peut-il être analysé comme le symptôme d’un nouvel ordre idéologique où l’impuissance de l’action cède à la posture pour laisser au politique l’illusion d’une volonté ?

Pierre-André Taguieff : L’hyper-moralisme contemporain est un avatar de la mystique des droits de l’Homme. Du même mouvement, l’humanisme s’est dégradé en humanitarisme, prêchi-prêcha dans lequel la rhétorique compassionnelle se marie à un paternalisme lacrymal à dominante victimaire et misérabiliste. Une vulgate issue d’un néo-christianisme dominant, que je considère comme un sous-christianisme, s’est installée dans tous les milieux politiques : elle consiste à prétendre qu’on est du côté (et aux côtés) des « plus faibles », des « plus pauvres », des « plus démunis », des « plus souffrants », des « plus exclus », « stigmatisés », etc. Quand les supposés « faibles » ou « exclus » se transforment en délinquants ou en terroristes, on trouve des belles âmes pour les plaindre ou les excuser.  Cette démophilie misérabiliste est une démagogie, écœurante et grotesque. Elle devrait provoquer rire ou dégoût, ou les deux. Or, aucun politique professionnel n’oserait reprendre aujourd’hui à son compte le mot de Jules Renard ; « J’ai le dégoût très sûr. » L’interdit du dégoût fait partie du conformisme idéologique.

PHILITT : Contre les formules journalistiques qui prédisent sans cesse un retour du « fascisme » ou des « années 30 », vous diagnostiquez un renouveau du nationalisme. Comment expliquer la perdurance de cette catégorie politique ?

Pierre-André Taguieff : Il s’agit d’un ensemble de faits observables mais mal définis, que l’application du mot « nationalisme » conceptualise plus ou moins bien. Faute de mieux, j’emploie le terme, comme la plupart des historiens et des théoriciens politiques. Mais il renvoie à des phénomènes très différents et, à bien des égards, hétérogènes. Je mets l’accent sur les métamorphoses de ce qu’on appelle « nationalisme », que je considère autant comme un fait anthropologique (ou « anthropolitique ») que comme une idéologie politique moderne accompagnant la formation des États-nations. Le phénomène est d’abord d’ordre anthropologique. L’accélération des changements, perçus comme immaîtrisables, provoque l’ébranlement du monde stable qui, en nous fournissant des cadres et des repères, nous permet de vivre sans devoir nous adapter sans cesse avec anxiété. On en connaît la traduction politique : nombre de citoyens européens sont tentés de voter pour ceux qui, recourant au style populiste de l’appel au peuple, promettent d’éliminer les causes supposées de l’anxiété identitaire (immigration, mondialisation, Union européenne, « islamisation », etc.), attribuées aux élites irresponsables.

Si le nationalisme paraît renaître régulièrement de ses cendres dans la vieille Europe, c’est d’abord parce que cette dernière est faite de vieilles nations satisfaites, du moins pour la plupart (il reste bien sûr les micro-nationalismes dont les revendications sont aiguisées par la construction européenne, avec son horizon supranational qui favorise les autonomismes régionaux et les indépendantismes). Construire en faisant table rase du passé y est impossible. Mais la vague nationaliste est observable aussi hors d’Europe. Le national-ethnique et l’ethnico-religieux sont en effet les deux principales ressources symboliques des nouveaux mouvements identitaires partout dans le monde. En Europe, le nouveau nationalisme peut se définir comme l’ensemble des réactions populaires contre l’antinationalisme des élites, que présuppose la grande utopie de notre époque, celle de la démocratie cosmopolite, érigeant le mélange des peuples et des cultures en idéal régulateur. C’est ce mélange forcé, idéalisé par les élites (converties au « multiculturalisme » normatif), que la majorité des citoyens des vieilles nations refusent, comme en témoigne la vague anti-immigrationniste. Les promesses du « doux commerce » et les invocations des droits de l’Homme ne sauraient faire disparaître les inquiétudes identitaires. C’est pourquoi le schème populiste de base, « le peuple contre les élites », conserve ici sa valeur descriptive. Mais la tentation est toujours aussi forte d’interpréter cette opposition de manière manichéenne, soit en prenant le parti du « bon » peuple contre les « mauvaises » élites, comme si le peuple avait toujours raison, soit en défendant les élites contre les accusations des démagogues, comme si les élites dirigeantes ne donnaient jamais dans la démagogie.

Dans les milieux intellectuels à la française, la reconnaissance de la réalité comme de l’importance politique de la question identitaire ou culturelle se heurte toujours à de fortes résistances, qui confinent à l’aveuglement. Certes, on observe des usages politiques xénophobes, voire racistes, des thèmes dits identitaires ou culturels, et j’ai moi-même, dans les années 1980 et 1990, élaboré le modèle du « racisme différentialiste et culturel », ce qui m’a valu à l’époque des critiques acerbes – et aujourd’hui d’innombrables plagiaires. Mais il ne faut pas jeter l’enfant avec l’eau du bain. Dans la préface du Regard éloigné (1983), Claude Lévi-Strauss nous avait mis en garde, nous invitant à ne pas confondre avec du racisme certaines attitudes ethnocentriques constituant des mécanismes de défense « normaux », voire « légitimes », de tout groupe culturel doté d’une identité collective : « On doit reconnaître, écrit Lévi-Strauss, que cette diversité [des “sociétés humaines”] résulte pour une grande part du désir de chaque culture de s’opposer à celles qui l’environnent, de se distinguer d’elles, en un mot d’être soi. » Une forme de bêtise intellectualisée, très répandue dans les milieux universitaires et médiatiques, consiste à réduire le besoin d’identité, d’enracinement ou d’appartenance à ses formes pathologiques, à ses expressions perverses ou monstrueuses (qui existent). Le soupçon et la dénonciation remplacent la volonté d’expliquer et de comprendre. Ce réductionnisme diabolisateur revient à interdire l’étude froide et exigeante des phénomènes identitaires, qui sont loin de n’affecter que les militants des partis nationalistes. Et le terrorisme intellectuel n’est pas loin : des campagnes sont lancées contre ceux qui ne se contentent pas de la vulgate marxisante.  De la même manière, certains réduisent la nation aux formes qu’elle prend dans les nationalismes xénophobes, ou le sentiment d’appartenance communautaire au communautarisme exclusiviste, sociocentrique et auto-ségrégatif. À mon sens, il faut reconnaître le phénomène, quel que soit le nom qu’on lui donne, l’analyser et s’efforcer de l’expliquer, aussi dérangeant soit-il pour la piété de gauche et les convictions lourdes du gauchisme intellectuel, dont certains représentants, en praticiens dogmatiques de la « déconstruction », se sont spécialisés dans la négation des questions et des réalités qui les choquent. C’est la seule voie permettant de comprendre à la fois l’irruption et le dynamisme des mouvements dits « populistes » en Europe, qui sont aujourd’hui, pour la plupart, des mouvements nationalistes dont les revendications et les thèmes de propagande s’articulent autour d’aspirations inséparablement souverainistes et identitaires.

PHILITT : Dans votre avant-dernier ouvrage, La Revanche du nationalisme, vous posez la question suivante sur le ton de l’ironie : « De quoi les années 30 sont-elles le retour ? » Est-il possible de répondre sérieusement à cette question ?

Pierre-André Taguieff : Il s’agit d’une boutade visant à montrer l’absurdité même de ce type de question, symptôme parmi d’autres de la bêtise idéologisée qui règne dans les milieux néo-gauchistes. Rien n’est le retour de rien, sauf par miracle. Un miracle, c’est-à-dire un événement mathématiquement possible dans un temps infini, mais physiquement improbable dans ce bas monde défini par sa finitude. Je laisse les hallucinés de l’éternel retour dans l’Histoire à leurs fantasmes pauvres et stéréotypés.

PHILITT : Vous mettez en avant la possibilité d’un « nationalisme civique » que vous opposez au « nationalisme ethnique ». Quels sont les avantages du premier sur le second ? Est-il nécessaire de dédiaboliser le nationalisme ?

Pierre-André Taguieff :  Je relativise plutôt l’opposition entre « nationalisme ethnique » et « nationalisme civique », en les situant sur un continuum. Il ne faut pas faire d’une distinction analytique une opposition manichéenne. Il est de tradition de distinguer le nationalisme politique et civique du nationalisme culturel et ethnique, types idéaux qui ne s’incarnent l’un et l’autre que très imparfaitement dans l’histoire. Je trouve cette distinction commode, mais j’ai tendance à la relativiser, en soulignant les zones d’ambiguïté du premier nationalisme idéaltypique comme du second. De la nation civique ou élective à la nation culturelle et ethnique, on passe par des transitions insensibles. Une nation purement civique, authentique communauté de citoyens dénuée de tout héritage culturel et historique propre, est une chimère. Elle revient à prendre naïvement un concept ou un type idéal pour une réalité concrète. La position de Renan consiste précisément à tenir les deux bouts de la définition de la nation. Il en va de même chez le général de Gaulle. Le patriotisme réunit des engagements et des attachements, du volontaire et de l’assumé, des idéaux normatifs et des enracinements idéalisés. La rigidité de la distinction vient de ses usages scolaires ou « démopédiques » (pour parler comme Proudhon), impliquant, dans la tradition républicaine française, de valoriser la « bonne » nation civique, dite « républicaine », et de dévaloriser la « mauvaise » nation historico-culturelle ou ethnique, rejetée un peu vite vers le racisme (ou vers le « germanisme »). Mais les citoyens ne se nourrissent pas seulement d’abstractions et de principes, aussi nobles soient-ils.  Alors qu’il s’agit, sur la question des identités collectives, de faire preuve d’esprit de finesse et de sens des nuances,  les intellectuels français montrent une fois de plus qu’ils ont le goût des grosses catégories classificatoires entrant dans des oppositions manichéennes.

Ceci dit, dans ce domaine, je ne cache pas mes préférences. Elles vont à un nationalisme civique qui aurait retrouvé la mémoire et le sens de l’avenir par-delà l’enfermement « présentiste » et l’aveuglement par la soumission à « l’actualité ». Elles vont donc à un nationalisme civique qui imaginerait la nation à la fois comme héritage, destin commun et avenir voulu. On ne dédiabolise pas par décret le nationalisme. Mais on peut montrer que sa diabolisation empêche de le connaître dans la multiplicité de ses formes historiques et d’en comprendre le sens. Du nationalisme, on connaît les multiples figures historiques diversement valorisées (des mouvements de libération nationale aux dictatures nationalistes). Rien n’interdit de l’imaginer ou de le réinventer comme le principe d’une forme d’organisation politique acceptable, voire souhaitable, pour faire face, par exemple, aux forces uniformisantes ou aux effets destructeurs de la mondialisation, dès lors qu’il s’inscrit dans le cadre d’une démocratie constitutionnelle et pluraliste.

PHILITT : Péguy serait-il un des représentants de ce « nationalisme civique » que vous décrivez tandis que Barrès et Maurras seraient les tenants d’un « nationalisme ethnique » ?

Pierre-André Taguieff :  Péguy a ouvert la voie à une forme de « nationalisme civique » qui ne prône pas la tabula rasa, la rupture avec le passé, l’oubli volontaire des héritages. En quoi il engage à penser un nationalisme à la fois civique et historico-culturel, qui n’est nullement incompatible avec une vision universaliste, à condition de ne pas se laisser éblouir par les fausses lumières de l’universalisme abstrait et d’un cosmopolitisme sans âme. L’utopie de la table rase et la quête fanatique de l’émancipation totale ont donné naissance à un rejeton imprévu : l’hyper-individualisme égalitaire contemporain, qu’on reconnaît aux revendications sans limites de ses adeptes. Le nationalisme de Barrès (celui des années 1890) est plus ethnique, celui de Maurras plus historique. Mais ils sont l’un et l’autre pervertis par l’antisémitisme, qui constitue à lui seul une religion politique. Bernanos s’en est rendu compte et a pris clairement ses distances avec les tenants du nationalisme antijuif.

Une révolution de couleur en Macédoine

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Une révolution de couleur en Macédoine

Auteur : Paul Craig Roberts
Traduction Dominique Muselet 
Ex: http://zejournal.mobi

Pendant la guerre froide Washington avait peur que les communistes ne fomentent des manifestations et ne les fassent  dégénérer en révolutions pendant que des politiciens acquis à leur cause attendaient dans les coulisses pour prendre le pouvoir et ainsi étendre l’empire soviétique. Aujourd'hui, c’est exactement ce que fait Washington.

Nous avons récemment assisté à une opération de ce genre en Ukraine et, maintenant, une autre semble avoir lieu en Macédoine.

La fondation National Endowment for Democracy a été créée en 1983. Son but officiel est de promouvoir la démocratie à l'étranger. Son véritable but était de fomenter des désordres en Europe de l'Est soviétique. Aujourd'hui, la NED utilise l’argent de nos impôts pour renverser les gouvernements qui ne sont pas alignés sur Washington.

La NED finance des organisations non-gouvernementales (ONG) dans les pays que Washington veut déstabiliser. Ces ONG opèrent sous couvert de promouvoir «la démocratie » et les «droits de l'homme». Elles recrutent des meneurs  parmi les étudiants idéalistes et les politiciens mécontents, et les lancent contre le gouvernement en place dont  Washington souhaite réduire l'indépendance.

Les étudiants idéalistes sont tout simplement les dupes de ces ONG, et les politiciens mécontents veulent uniquement le  pouvoir et ils sont prêts à servir Washington pour l'obtenir.

Selon le secrétaire d'Etat adjoint, Victoria Nuland, Washington a dépensé 5 milliards  de dollars en Ukraine pour former des politiciens et implanter des d'ONG faisant office de cinquième colonne de Washington. Lorsque le président de l'Ukraine, Viktor Ianoukovitch, a refusé d'aligner l'Ukraine sur les intérêts de Washington, Washington a lâché ses cinquièmes colonnes, et le gouvernement de M. Ianoukovitch a été renversé par la violence. Malgré tous les discours de Washington sur la démocratie, le fait que le gouvernement de M. Ianoukovitch soit démocratiquement élu et que la prochaine élection doive avoir lieu seulement quelques mois plus tard, n'a pas empêché Washington de renverser Ianoukovitch.

Maintenant, le même sort semble attendre l'Arménie, l'Azerbaïdjan, le Kirghizistan, et la Macédoine. La plupart des Américains ne savent pas où sont ces pays. L'Arménie et l'Azerbaïdjan se trouvent à l'est de la mer Caspienne et sont d’anciennes provinces de l'Union soviétique. Le Kirghizistan est une ancienne province soviétique à la  frontière de la Chine. La Macédoine, lieu de naissance d'Alexandre le Grand, est une ancienne partie du nord de la Grèce, mais au 20e siècle des morceaux de la Macédoine sont passés en Bulgarie, Serbie et Albanie avant de devenir une province de Yougoslavie. Quand Washington a détruit la Yougoslavie, la Macédoine est devenue une république indépendante de deux millions d’habitants. La Macédoine est un pays enclavé, entouré par la Grèce au sud, la Bulgarie à l'est, l'Albanie à l'ouest, et au nord par le Kosovo créé par la Serbie et Washington.

Pourquoi Washington veut-il contrôler la Macédoine?

Le gouvernement macédonien a refusé de se joindre aux sanctions de Washington contre la Russie et il soutient le projet de pipeline de gaz naturel russo-turc qui livrera le gaz naturel russe à l’Europe en traversant la Turquie jusqu’à la frontière grecque.

La Grèce est pillée par l'Union européenne, le FMI et les banques néerlandaises  et allemandes. Cela pousse la Grèce dans les bras de la Russie du fait que le soutien russe est la seule solution que la Grèce a trouvé pour mettre fin à l'austérité écrasante que l'UE impose au peuple grec. La Macédoine se trouve entre la Grèce et la Serbie, un pays qui ne porte pas Washington et l'UE dans son cœur, depuis la dislocation de la Serbie qui a suivi l’agression de Washington et de l'OTAN. Washington n’aime pas l’idée que l'énergie russe, sur laquelle il n’aurait aucun contrôle, soit livrée à ses Etats vassaux européens via les alliés de la Russie en Europe.

En prenant le contrôle de la Macédoine, Washington espère couper la Grèce de la Serbie et peut-être réussir à convaincre la Grèce de s’aligner sur le projet de pipeline de Washington qui approvisionnerait l'Europe à partir de l'Azerbaïdjan, réduisant, de ce fait, l'influence de la Russie en Europe.

La Macédoine a une minorité albanaise. L'Albanie est un vassal de Washington et un membre de l'OTAN. Washington soutient les Albanais dissidents de Macédoine, les manifestants sont dans les rues, le gouvernement macédonien est accusé de corruption comme le fut le gouvernement ukrainien, et le Département d'Etat américain exprime son inquiétude devant la crise politique macédonienne que Washington a orchestrée.

Washington ne cesse de se gargariser avec la démocratie et les droits humains, mais n'a aucun respect ni pour l’une ni pour les autres. Le seul intérêt de ces notions pour Washington, est qu’il peut s’en servir pour accuser les gouvernements qu’il veut renverser de ne pas les respecter.

Le gouvernement russe comprend ce qui se passe.  Mais on ne sait pas encore si le fait d’avoir assisté  sans rien faire au renversement  du gouvernement ukrainien lui a servi de leçon.

Pour les Etasuniens, à la différence de Washington, la question est de savoir si la quête effrénée de l'hégémonie américaine mérite de risquer une guerre avec la Russie et la Chine. Les néo-conservateurs, qui contrôlent la politique étrangère des États-Unis d’une main de fer, croient que l'hégémonie passe au-dessus de tout. Mais les Etasuniens tirent-ils assez de plaisir par procuration du fait qu’une poignée de néoconservateurs règne en maîtres sur le monde, pour accepter le risque d'une guerre nucléaire?

La politique d’agression pure et simple que Washington mène contre la Russie devrait inquiéter non seulement le peuple américain mais aussi le monde entier. Une guerre se prépare. Une guerre avec la Russie signifie également une guerre avec la Chine. Ce n’est  pas une guerre que Washington et ses vassaux ni l’humanité en tant que telle peuvent gagner.

Dr Paul Craig Roberts a été secrétaire adjoint au Trésor pour la politique économique et rédacteur en chef adjoint du Wall Street Journal. Il a été chroniqueur à Business Week, Scripps Howard News Service, et Creators Syndicate. Il a occupé de nombreux postes universitaires. Ses articles sur internet ont attiré l’attention mondiale. Les derniers livres de Roberts sont : L'échec de capitalisme du laissez faire et la dissolution économique de l'Occident et Comment l'Amérique fut perdue.

El gran juego africano de EE.UU

por María Lekant

Ex: http://paginatransversal.wordpress.com

África es un continente con grandes recursos naturales, un continente que ha sufrido mucho en el pasado debido a las acciones de los colonizadores, que remodelaron la región sin tener en cuenta las tradiciones y las relaciones sociales locales, un continente donde muchos países han tenido que enfrentarse, aparte de a la pobreza, el hambre y los cataclismos naturales, a guerras sangrientas y conflictos internos que, en muchos casos, perduran hasta hoy en día, mientras que en otros han dejado profundas heridas o han provocado consecuencias irrevocables para la sociedad.

Tradicionalmente, las riquezas naturales del continente negro han atraído a las naciones más poderosas, sobre todo países occidentales, que han visto en la influencia en la región un componente clave en la lucha por la influencia en el mundo.

Uno de estos países ha sido EE.UU., que, tras el colapso de la Unión Soviética, intensificó los esfuerzos para fortalecer su presencia en África. Los primeros en captar su atención fueron Sudán y Etiopía, que en el pasado habían cooperado activamente con la URSS, pero posteriormente la actividad de Washington se expandió a muchos otros países, a veces provocando ‘efectos secundarios’ más dañinos que las sequías o las hambrunas.

La catástrofe de Libia

Uno de los casos más emblemáticos de la expansión de EE.UU. y sus aliados de la OTAN en África es el de Libia, país que sigue sufriendo las consecuencias del ‘apoyo’ estadounidense a la ‘democracia’.

Washington “siempre estará hombro con hombro con el pueblo libio”, aseguraba el presidente Barack Obama en 2011, a inicios de la campaña militar de la OTAN en el país árabe. “EE.UU., junto con la comunidad internacional, está comprometido con el pueblo libio. Ustedes han ganado su revolución”, proclamó entusiasmado el mandatario estadounidense unos meses después, el 20 de octubre, en respuesta a la noticia sobre la muerte del coronel Muammar Gaddafi, y aplaudió los futuros cambios democráticos que aguardaban al país.

Los países occidentales optaron por hacer oídos sordos a los numerosos testimonios que presentaba RT al público día tras día y a las opiniones de aquellos expertos que advertían que apostar por la oposición era un error.

Así, el diplomático norteamericano retirado George Kenney advirtió en marzo de 2011 en declaraciones a RT que una intervención militar extranjera en Libia desembocaría en un conflicto de larga duración y en el consiguiente auge del terrorismo. “La actividad de la OTAN en Libia provocará aún más agitación a nivel mundial. En mi opinión, va a pasar lo mismo que en Irak y Afganistán”, pronosticó.

“La oposición libia no será capaz de crear un nuevo Gobierno estable tras derrocar al enemigo, los rebeldes deberán afrontar las contradicciones internas”, comentó a RT el entonces embajador de Rusia ante la OTAN, Dmitri Rogozin, en medio del conflicto libio. “Las intervenciones otanianas, la política y la militar, en la ‘primavera árabe’ podrían tener como resultado un ‘caliente verano árabe’, con todas las circunstancias que de ello se derivan para los demás Estados de la región”, volvió a insistir Rogozin a finales de 2011.

EE.UU. y sus aliados “promueven las guerras civiles en países foráneos por la simple razón de que en su ignorancia total (…) están tratando de cambiar regímenes, gran parte de los cuales ni siquiera entienden”, decía en julio de 2011 en declaraciones a RT el periodista investigador Adrian Salbuchi.

Fue el 11 de septiembre de 2012 cuando Washington experimentó por primera vez en su propia piel cómo es la nueva democracia libia. El ataque contra la Embajada de EE.UU. en Bengasi se cobró la vida de cuatro estadounidenses, el embajador Christopher Stevens entre ellos. En agosto de 2013, EE.UU. se vio obligado a cerrar temporalmente 19 sedes diplomáticas en Oriente Próximo y África del Norte ante los altos riesgos de atentados terroristas. En mayo de 2014, Washington ordenó el envío de un buque de guerra hacia las costas libias.

Hoy en día, el país árabe sigue sumergido en el caos. Existen dos gobiernos de facto en Libia: uno, elegido por medio de elecciones legítimas, con sede en el este del país, y otro, de ideas radicales, cuyo Congreso se encuentra en Trípoli.

El pasado mes de abril, durante un encuentro en Moscú con el canciller ruso, Serguéi Lavrov, el primer ministro libio, Abdalá At-Tani, apuntóa Occidente como responsable del caos reinante en el país desde la caída del régimen de Muammar Gadaffi, y pidió el apoyo de Rusia para restaurar las instituciones gubernamentales. El ministro de Relaciones Exteriores ruso subrayó, por su parte, que Moscú asiste al esfuerzo internacional, en la medida de lo posible, para estabilizar la situación en el país norteafricano, y señaló la necesidad de encontrar una manera rápida de reunificar el Estado cuanto antes.

Malí, víctima de las acciones en Libia

Como era de esperar, la guerra en Libia apoyada por la OTAN abrió ‘la caja de Pandora’ de la inestabilidad en los países del Sahel. Miles de combatientes de Mauritania, Malí, Níger y otros países que luchaban como mercenarios en el Ejército del exlíder libio Muammar Gaddafi regresaron a sus lugares de origen armados hasta los dientes.

Uno de los primeros países africanos en sentir las consecuencias de la guerra en Libia fue Malí.

A lo largo de su breve historia postcolonial este país ha estado constantemente bajo la amenaza de una rebelión de las tribus del norte, principalmente los tuaregs, que aspiraban a crear un Estado independiente cuyo territorio incluiría el norte de Malí, el sur de Argelia, las provincias orientales de Mauritania y la zona norte de Níger.

El 22 de marzo de 2012, un golpe de Estado depuso al presidente de Malí Amani Toumani Toure y el 6 de abril los rebeldes tuaregs del Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad (MNLA) proclamaron la instauración del Estado islámico de Azawad en un territorio de unos 850.000 kilómetros cuadrados.

Según denunciaron en su día las autoridades de Malí, los tuaregs, que habían formado parte de las divisiones de élite de Gaddafi, llegaron con fusiles automáticos, lanzagranadas y ametralladoras que habían recibido del régimen libio. También disponían de armas francesas más modernas suministradas durante la guerra a los rebeldes libios.

“Gaddafi sabía controlar la actividad de los tuaregs en la zona del Sahel, pero ahora han emprendido su propia ‘navegación’. Es gente armada, muy bien preparada, que tiene comandantes experimentados. Combatirlos es una tarea sumamente difícil”, declaró entonces el presidente del Instituto de Oriente Próximo de Rusia, Yevgueni Satanovski.

La guerra en Libia proporcionó a los exmercenarios de Gaddafi no solo dinero y armas, sino también medio año de experiencia de combate.

Además, según informó el diario ‘New York Times’, durante cuatro años EE.UU. llevó a cabo en la región un programa antiterrorista a gran escala, invirtiendo entre 520 y 600 millones de dólares en el entrenamiento de tropas en Malí. A los militares les enseñaron a patrullar las fronteras y a neutralizar las emboscadas, entre otros métodos de lucha contra el terrorismo. Entrenados en la lucha contra los terroristas, unidades militares del país desertaron y entraron en las filas de los extremistas islamistas, como los rebeldes tuaregs.

A finales de 2012, la escalada de violencia en el norte de Malí, ocupado por grupos separatistas, provocó una resolución de la ONU que autorizó el envío de una misión militar extranjera al país africano para restablecer la paz. Las tropas francesas fueron las primeras en llegar en enero de 2013.

A pesar de las declaraciones del presidente François Hollande de que los militares franceses no lucharían en Malí más de un mes, la intervención militar en el país africano se prolongó hasta el 13 de julio de 2014, y luego fue relevada por la operación Barkhane.

A tenor de algunos expertos, en aquella ocasión se vivió una rivalidad entre Francia y Estados Unidos por el control sobre el África poscolonial.

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La constante crisis de Sudán

En 1983, una guerra civil dividió Sudán en dos partes. El conflicto, conocido como la ‘Segunda Guerra Civil Sudanesa’, se convirtió en uno de los episodios más violentos del siglo XX y duró hasta 2005, cuando fue firmado el acuerdo de paz.

En una primera fase del conflicto, EE.UU. apoyó al Gobierno musulmán en Jartum, que impuso en los territorios bajo su control la ley coránica, lo cual no hizo más que intensificar la lucha, pero en 1989 en el norte musulmán de Sudán se produjo un golpe militar que derivó en la llegada al poder de islamistas aún más radicales. Esta vez, Washington decidió apoyar a los rebeldes del sur.

“El hallazgo de un yacimiento de petróleo en Sudán en 1990 por parte de la compañía estadounidense Chevron no hizo más que echar más leña al fuego”, escribe Alexánder Sharkovski, analista del portal nvo.ng.ru, quien destaca el carácter más violento de la guerra en las zonas con presencia de petróleo.

Los combates dificultaban la actividad de los magnates estadounidenses, y en 1994 EE.UU. presionó a las partes del conflicto para que firmaran una nueva estructura estatal. Sin embargo, los dirigentes del norte musulmán no accedieron y los servicios secretos de EE.UU. orquestaron disturbios, encabezados por una fuerte oposición, apoyada por Occidente, recuerda Sharkovski.

En 2005 fue firmado el acuerdo de paz y empezó el proceso de transición, que culminó con la independencia de Sudán del Sur. Sin embargo, la ansiada paz no ha llegado a ninguno de los dos países.

Según Sharkovski, Washington suministra apoyo, incluido el militar, a los dos Estados, y los dos países, a pesar de sus ricos recursos, dependen en gran medida de la ayuda estadounidense. “Ambos países están sumidos en la pobreza y la corrupción, y sufren sus consecuencias”, lamenta el analista. 

Etiopía, bajo constante presión del ‘aliado’

Etiopía, vecina de Sudán, también ha pasado por periodos difíciles en su historia, una historia que también ha sido marcada por la influencia de EE.UU.

En 1993, el país se dividió en dos, Etiopía y Eritrea. En 1996, bajo la presión de EE.UU. y dos años antes de empezar una guerra entre sí, las fuerzas terrestres de Eritrea y Etiopía participaron en la guerra civil de Sudán, apoyadas por la Fuerza Aérea de EE.UU.

Después del 11 de septiembre 2001, los servicios de inteligencia norteamericanos crearon en Etiopía un campamento para entrenar a los combatientes de la oposición somalí. También abrieron aeródromos en el país para  operaciones aéreas tradicionales y con aviones no tripulados contra Somalia y Yemen.

Así, desde 2011 EE.UU. ha tenido una base de drones militares en Arba Minch, en el sur de Etiopía.

En 2006, también bajo presión estadounidense, Etiopía envió tropas a Somalia, que siguen presentes allí en la actualidad.

Intervención en Somalia

A principios de los años 90 Somalia fue escenario de una caótica guerra civil y de una catástrofe humanitaria.

En 1992, como parte de la operación de la ONU Restaurar la Esperanza, George H. W. Bush envió al país 28.000 soldados. La misión la amplió el sucesor de Bush, Bill Clinton, para hacer frente a algunos señores de la guerra considerados responsables de los disturbios y el caos en el país.

En octubre de 1993, los guerrilleros somalíes organizaron una emboscada contra la Fuerza de Reacción Rápida de EE.UU. Como resultado de la batalla fueron derribados dos helicópteros estadounidenses UH-60 Black Hawk, 18 militares murieron, más de 70 resultaron heridos y Bill Clinton anunció la retirada de las fuerzas estadounidenses del país.

Para comienzos de 2000, en Somalia cobró fuerza la Unión de Cortes Islámicas (UCI), un grupo radical que recibía apoyo de Arabia Saudita y otros países del Golfo.

Ante esta amenaza, los representantes de la inteligencia de EE.UU. persuadieron y financiaron a los señores de la guerra somalíes para que crearan una alianza contra la Unión (la Alianza para la Restauración de la Paz y Contra el Terrorismo, ARPCT), campaña que provocó duras críticas entre los funcionarios norteamericanos ya que, según argumentaban, socavó todos los esfuerzos antiterroristas en Somalia, informó entonces ‘The New York Times‘.

La alianza creada gracias a EE.UU. estaba profundamente dividida y era poco eficaz, y en julio de 2006 las fuerzas de la Unión de Cortes Islámicas tomaron Mogadiscio, la capital de Somalia. En diciembre, ya controlaban todo el territorio del país.

El 21 de diciembre de 2006 comenzó oficialmente la guerra entre Somalia, bajo el control de la UCI, y Etiopía, que apoyó a las fuerzas del Gobierno Transicional de Somalia y de los gobiernos de las regiones autónomas de Puntland y Galmudug.

En enero de 2007 EE.UU., apoyado por el entonces presidente somalí, Abdullahi Yusuf Ahmed, intervino directamente en la guerra, lanzando ataques aéreos contra los supuestos líderes de Al Qaeda en este país y la UCI.

En agosto de 2008, el grupo radical Al Shabaab se escindió de la UCI y emprendió una guerra contra la coalición creada por EE.UU. que dura hasta hoy. El grupo, que colabora con organizaciones terroristas como Al Qaeda, está tratando de derrocar al Gobierno de Mogadiscio respaldado por Occidente e imponer su propia versión estricta de la ley islámica en el país, mientras que el Gobierno Transicional sigue sin lograr unidad y resistiendo únicamente gracias al apoyo de Etiopía.

A principios de 2014, EE.UU. desplegó casi dos docenas de tropas regulares en el país para entrenamiento y asesoría.

Además, en julio de 2014, Washington reveló que había mantenido presencia militar secreta en Somalia durante los últimos siete años. Un destacamento variable de hasta 120 militares que incluía miembros de las fuerzas especiales permanecía en el país.

Como resultado de la constante intervención norteamericana, “los Gobiernos de los países del Cuerno de África –Sudán, Sudán del Sur, Somalia y Etiopía– se han visto entre la espada y la pared, y ahora dependen totalmente de la ayuda de Estados Unidos”, opina Alexánder Sharkovski.

Tropas en otros países africanos

En 2014, ‘The Washington Post’ publicó un sorprendente mapa que revelaba en qué naciones subsaharianas había presencia militar estadounidense involucrada en operaciones militares reales.

Según indicó el rotativo, este hecho podría ser descrito como “una creciente guerra en la sombra” contra los afilados de Al Qaeda y otros grupos militantes.

Aparte de los casos ya mencionados, el mapa incluía los siguientes países:

Burkina Faso

Desde el año 2007 EE.UU. tiene una base en la capital, Uagadugú, que actúa como centro de una red de espionaje estadounidense en la región. Los aviones espía salen de la base para volar sobre Malí, Mauritania y el Sáhara en busca de los combatientes de Al Qaeda del Magreb Islámico.

República del Congo

Las tropas de EE.UU. en este país ayudan a la nación en la búsqueda de miembros de la guerrilla ugandesa Ejército de Resistencia del Señor, dirigida por Joseph Kony.

República Centroafricana

En abril de 2013 EE.UU. tenía alrededor de 40 tropas en este Estado que ayudaban a la búsqueda del Ejército de Resistencia del Señor.

Chad

En mayo de 2014, Washington anunció que enviaría 80 tropas al país para que colaboraran en la búsqueda de las niñas nigerianas secuestradas por el grupo terrorista islamista Boko Haram.

Yibuti

El Ejército de EE.UU. tiene una gran base conocida como ‘Camp Lemonnier’ en el Aeropuerto Internacional de Yibuti-Ambouli. Allí permanecen alrededor de 4.000 militares, así como una gran cantidad de aviones y drones.

Kenia

En la instalación denominada ‘Camp Simba’, cerca de la frontera con Somalia, hay alrededor de 60 militares desde noviembre de 2013.

Níger

En 2013 la Fuerza Aérea de EE.UU. estableció una base de drones en la capital, Niamey. La Casa Blanca declaró que en la base hay alrededor de 100 militares en una misión de “recopilación de inteligencia”.

Nigeria

A principios de mayo de 2014 un pequeño equipo de soldados norteamericanos y asesores civiles fue desplegado en Nigeria para unirse a la búsqueda de las niñas secuestradas por Boko Haram. Esas tropas se unieron a alrededor de 70 militares en Nigeria, 50 de ellos asignados regularmente a la Embajada de EE.UU., y 20 infantes de marina que realizaban entrenamientos.

Uganda

EE.UU. tiene una base en la ciudad de Entebbe, desde la cual vuela un avión de vigilancia PC-12 en busca del Ejército de Resistencia del Señor. El número total de tropas norteamericanas en Uganda es de alrededor de 300, y están oficialmente en el país para “proporcionar información, asesoramiento y asistencia” a una fuerza de la Unión Africana en busca de Kony.

Los objetivos de EE.UU. en África

Los estadounidenses incluyen a África en la zona de sus intereses vitales. En 2008, por ejemplo, se creó el Comando Especial Africano de las Fuerzas Armadas de EE.UU. (AFRICOM). La importancia estratégica de África es evidente y va desde las vías navales del canal de Suez y el Cuerno de África hasta los recursos naturales del continente.

En opinión de muchos expertos, EE.UU. realmente necesita mantener sus posiciones en África ya que si no toma medidas, en un futuro próximo será ‘expulsado’ del continente.

Además, algunos analistas apuntan que el mantenimiento de la influencia en el continente es el ‘último recurso’ de Barack Obama para salvar su reputación asociada de alguna manera con los fracasos de su política exterior.

“La política exterior del presidente estadounidense es considerada por numerosos expertos un fracaso total, (…) por lo que Obama todavía tiene que mostrar al menos algunos progresos en este ámbito”, opinó el analista político Piotr Akópov en un artículo en el portal ruso Vzgliad tras la cumbre en la que participaron el mandatario estadounidense y 47 jefes de Estado africanos en la capital de EE.UU. en agosto de 2014.

Finalmente, la cumbre fue vista por muchos como una manifestación del intento de EE.UU. de oponerse al avance de competidores, sobre todo China, en el continente negro.

Los rivales de EE.UU. en África

China, el principal rival por la influencia en África

USchAfr.pngEl principal rival de los países occidentales, sobre todo EE.UU., en la lucha por las esferas de influencia en África es China, cuya campaña en el continente comenzó hace un cuarto de siglo. Aunque los chinos comenzaron a establecer relaciones en los años sesenta, antes del inicio de los años noventa no contaban con los recursos necesarios para aumentar significativamente su peso en el continente.

Los recursos naturales de África son vitales para el rápido crecimiento del gigante asiático, y durante los últimos años Pekín ha sido capaz de hacer un progreso considerable en su expansión por el continente. Desde el año 2000 China organiza cumbres similares a la de EE.UU, y el volumen de comercio entre China y África en 2014 ya duplicaba la balanza entre EE.UU. y África.

La posición general de Occidente en África es todavía más influyente que la de China. Por ejemplo, Francia controla prácticamente todo el sistema financiero de los Estados de África Occidental, pero el poder de China realmente preocupa a los representantes de los países occidentales.

Rusia vuelve a ganar terreno en el continente africano

La URSS en su momento invirtió una gran cantidad de dinero y esfuerzo en el continente. De 1960 a 1990, la Unión Soviética fue la fuerza más importante en el continente africano porque los países liberados del colonialismo buscaban ayuda para llegar a ser realmente independientes.

La URSS les dio lo que pedían: préstamos, equipos y la construcción de infraestructura. El entendimiento ideológico también fue importante, ya que muchos países optaron por el camino socialista, el único que les daba la oportunidad de liberarse de los dictados de Occidente.

Aunque con el colapso de la URSS los rusos abandonaron casi completamente África, a principios de los años 2000 comenzó un retorno gradual al continente. Actualmente las principales empresas mineras de Rusia trabajan en Angola, Guinea, Namibia, Nigeria y Sudáfrica. En general, las posiciones de Rusia son más potentes en el sur del continente.

La espiral de la historia

Las bases de muchos de los problemas actuales de África fueron creadas por los colonizadores, sostiene en su artículo Alexánder Sharkovski.

Según explica el analista, los europeos “lo remodelaron todo a su manera”, sin tener en cuenta las tradiciones locales, las relaciones sociales y las características culturales de los países africanos, y “entonces colocaron una bomba de relojería que se ha activado ahora”.

“Hoy en día, los países occidentales, en primer lugar, EE.UU. y las corporaciones multinacionales que explotan África y sus recursos, están aprovechando la situación de crisis creada gracias a los esfuerzos de estos mismos países occidentales”, opina el autor del artículo, explicando que “los debilitados Gobiernos nacionales, uno tras otro, se encuentran en una situación de dependencia del apoyo de EE.UU. y sus aliados”.

En opinión del analista, la política actual de Occidente hacia África evoca la del Imperio británico, basada en el principio de ‘divide y vencerás’, y otra analogía relaciona a EE.UU. con las políticas del Imperio romano.

“Todos sabemos qué pasó después. Y no olvidemos que la historia tiende a repetirse”, concluye el experto.

En la elaboración del material se han utilizado los archivos multimedia de RT, RIA Novosti, Reuters y AFP.

Diseño de Ivan Sérbinov

Fuente: RT

Secret Pentagon Report Reveals US "Created" ISIS As A "Tool"

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Secret Pentagon Report Reveals US "Created" ISIS As A "Tool" To Overthrow Syria's President Assad

By

Zero Hedge

Ex: http://www.lewrockwell.com

From the first sudden, and quite dramatic, appearance of the fanatical Islamic group known as ISIS which was largely unheard of until a year ago, on the world’s stage and which promptly replaced the worn out and tired al Qaeda as the world’s terrorist bogeyman, we suggested that the “straight to beheading YouTube clip” purpose behind the Saudi Arabia-funded Islamic State was a simple one: use the Jihadists as the vehicle of choice to achieve a political goal: depose of Syria’s president Assad, who for years has stood in the way of a critical Qatari natural gas pipeline, one which could dethrone Russia as Europe’s dominant – and belligerent – source of energy, reaching an interim climax with the unsuccessful Mediterranean Sea military build up of 2013, which nearly resulted in quasi-world war.

The narrative and the plotline were so transparent, even Russia saw right through them. Recall from September of last year:

If the West bombs Islamic State militants in Syria without consulting Damascus, LiveLeak reports that the anti-ISIS alliance may use the occasion to launch airstrikes against President Bashar Assad’s forces, according to Russian Foreign Minister Sergey Lavrov. Clearly comprehending that Obama’s new strategy against ISIS in Syria is all about pushing the Qatar pipeline through (as was the impetus behind the 2013 intervention push), Russia is pushing back noting that the it is using ISIS as a pretext for bombing Syrian government forces and warning that “such a development would lead to a huge escalation of conflict in the Middle East and North Africa.”

But it’s one thing to speculate; it’s something entirely different to have hard proof.

And while speculation was rife that just like the CIA-funded al Qaeda had been used as a facade by the US to achieve its own geopolitical and national interests over the past two decades, so ISIS was nothing more than al Qaeda 2.0, there was no actual evidence of just this.

That may all have changed now when a declassified secret US government document obtained by the public interest law firm, Judicial Watch, shows that Western governmentsdeliberately allied with al-Qaeda and other Islamist extremist groups to topple Syrian dictator Bashir al-Assad.

According to investigative reporter Nafeez Ahmed in Medium, the “leaked document reveals that in coordination with the Gulf states and Turkey, the West intentionally sponsored violent Islamist groups to destabilize Assad, despite anticipating that doing so could lead to the emergence of an ‘Islamic State’ in Iraq and Syria (ISIS).

According to the newly declassified US document, the Pentagon foresaw the likely rise of the ‘Islamic State’ as a direct consequence of the strategy, but described this outcome as a strategic opportunity to “isolate the Syrian regime.” 

And not just that: as we reported last week, now that ISIS is running around the middle east, cutting people’s heads of in 1080p quality and Hollywood-quality (perhaps literally) video, the US has a credible justification to sell billions worth of modern, sophisticated weapons in the region in order to “modernize” and “replenish” the weapons of such US allies as Saudi Arabia, Israel and Iraq.

But that the US military-industrial complex is a winner every time war breaks out anywhere in the world (usually with the assistance of the CIA) is clear to everyone by now. What wasn’t clear is just how the US predetermined the current course of events in the middle east.

Now, thanks to the following declassified report, we have a far better understanding of not only how current events in the middle east came to be, but what America’s puppermaster role leading up to it all, was. 

From Nafeez Ahmed: Secret Pentagon report reveals West saw ISIS as strategic asset Anti-ISIS coalition knowingly sponsored violent extremists to ‘isolate’ Assad, rollback ‘Shia expansion’, originally posted in Medium.

Hypocrisy

The revelations contradict the official line of Western government on their policies in Syria, and raise disturbing questions about secret Western support for violent extremists abroad, while using the burgeoning threat of terror to justify excessive mass surveillance and crackdowns on civil liberties at home.

Among the batch of documents obtained by Judicial Watch through a federal lawsuit, released earlier this week, is a US Defense Intelligence Agency (DIA) document then classified as “secret,” dated 12th August 2012.

The DIA provides military intelligence in support of planners, policymakers and operations for the US Department of Defense and intelligence community.

So far, media reporting has focused on the evidence that the Obama administration knew of arms supplies from a Libyan terrorist stronghold to rebels in Syria.

Some outlets have reported the US intelligence community’s internal prediction of the rise of ISIS. Yet none have accurately acknowledged the disturbing details exposing how the West knowingly fostered a sectarian, al-Qaeda-driven rebellion in Syria.

Charles Shoebridge, a former British Army and Metropolitan Police counter-terrorism intelligence officer, said:

“Given the political leanings of the organisation that obtained these documents, it’s unsurprising that the main emphasis given to them thus far has been an attempt to embarrass Hilary Clinton regarding what was known about the attack on the US consulate in Benghazi in 2012. However, the documents also contain far less publicized revelations that raise vitally important questions of the West’s governments and media in their support of Syria’s rebellion.”

The West’s Islamists

The newly declassified DIA document from 2012 confirms that the main component of the anti-Assad rebel forces by this time comprised Islamist insurgents affiliated to groups that would lead to the emergence of ISIS. Despite this, these groups were to continue receiving support from Western militaries and their regional allies.

Noting that “the Salafist [sic], the Muslim Brotherhood, and AQI [al-Qaeda in Iraq] are the major forces driving the insurgency in Syria,” the document states that “the West, Gulf countries, and Turkey support the opposition,” while Russia, China and Iran “support the [Assad] regime.”

The 7-page DIA document states that al-Qaeda in Iraq (AQI), the precursor to the ‘Islamic State in Iraq,’ (ISI) which became the ‘Islamic State in Iraq and Syria,’ “supported the Syrian opposition from the beginning, both ideologically and through the media.”

The formerly secret Pentagon report notes that the “rise of the insurgency in Syria” has increasingly taken a “sectarian direction,” attracting diverse support from Sunni “religious and tribal powers” across the region.

In a section titled ‘The Future Assumptions of the Crisis,’ the DIA report predicts that while Assad’s regime will survive, retaining control over Syrian territory, the crisis will continue to escalate “into proxy war.”

The document also recommends the creation of “safe havens under international sheltering, similar to what transpired in Libya when Benghazi was chosen as the command centre for the temporary government.”

In Libya, anti-Gaddafi rebels, most of whom were al-Qaeda affiliated militias, were protected by NATO ‘safe havens’ (aka ‘no fly zones’).

‘Supporting powers want’ ISIS entity

In a strikingly prescient prediction, the Pentagon document explicitly forecasts the probable declaration of “an Islamic State through its union with other terrorist organizations in Iraq and Syria.”

Nevertheless, “Western countries, the Gulf states and Turkey are supporting these efforts” by Syrian “opposition forces” fighting to “control the eastern areas (Hasaka and Der Zor), adjacent to Western Iraqi provinces (Mosul and Anbar)”:

“… there is the possibility of establishing a declared or undeclared Salafist Principality in eastern Syria (Hasaka and Der Zor), and this is exactly what the supporting powers to the opposition want, in order to isolate the Syrian regime, which is considered the strategic depth of the Shia expansion (Iraq and Iran).”

The secret Pentagon document thus provides extraordinary confirmation that the US-led coalition currently fighting ISIS, had three years ago welcomed the emergence of an extremist “Salafist Principality” in the region as a way to undermine Assad, and block off the strategic expansion of Iran. Crucially, Iraq is labeled as an integral part of this “Shia expansion.”

The establishment of such a “Salafist Principality” in eastern Syria, the DIA document asserts, is “exactly” what the “supporting powers to the [Syrian] opposition want.” Earlier on, the document repeatedly describes those “supporting powers” as “the West, Gulf countries, and Turkey.”

Further on, the document reveals that Pentagon analysts were acutely aware of the dire risks of this strategy, yet ploughed ahead anyway.

The establishment of such a “Salafist Principality” in eastern Syria, it says, would create “the ideal atmosphere for AQI to return to its old pockets in Mosul and Ramadi.” Last summer, ISIS conquered Mosul in Iraq, and just this month has also taken control of Ramadi.

Such a quasi-state entity will provide:

“… a renewed momentum under the presumption of unifying the jihad among Sunni Iraq and Syria, and the rest of the Sunnis in the Arab world against what it considers one enemy. ISI could also declare an Islamic State through its union with other terrorist organizations in Iraq and Syria, which will create grave danger in regards to unifying Iraq and the protection of territory.”

The 2012 DIA document is an Intelligence Information Report (IIR), not a “finally evaluated intelligence” assessment, but its contents are vetted before distribution. The report was circulated throughout the US intelligence community, including to the State Department, Central Command, the Department of Homeland Security, the CIA, FBI, among other agencies.

In response to my questions about the strategy, the British government simply denied the Pentagon report’s startling revelations of deliberate Western sponsorship of violent extremists in Syria. A British Foreign Office spokesperson said:

“AQ and ISIL are proscribed terrorist organisations. The UK opposes all forms of terrorism. AQ, ISIL, and their affiliates pose a direct threat to the UK’s national security. We are part of a military and political coalition to defeat ISIL in Iraq and Syria, and are working with international partners to counter the threat from AQ and other terrorist groups in that region. In Syria we have always supported those moderate opposition groups who oppose the tyranny of Assad and the brutality of the extremists.”

The DIA did not respond to request for comment.

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Strategic asset for regime-change

Security analyst Shoebridge, however, who has tracked Western support for Islamist terrorists in Syria since the beginning of the war, pointed out that the secret Pentagon intelligence report exposes fatal contradictions at the heart of official pronunciations:

“Throughout the early years of the Syria crisis, the US and UK governments, and almost universally the West’s mainstream media, promoted Syria’s rebels as moderate, liberal, secular, democratic, and therefore deserving of the West’s support. Given that these documents wholly undermine this assessment, it’s significant that the West’s media has now, despite their immense significance, almost entirely ignored them.”

According to Brad Hoff, a former US Marine who served during the early years of the Iraq War and as a 9/11 first responder at the Marine Corps Headquarters in Battalion Quantico from 2000 to 2004, the just released Pentagon report for the first time provides stunning affirmation that:

“US intelligence predicted the rise of the Islamic State in Iraq and the Levant (ISIL or ISIS), but instead of clearly delineating the group as an enemy, the report envisions the terror group as a US strategic asset.”

Hoff, who is managing editor of Levant Report — ?an online publication run by Texas-based educators who have direct experience of the Middle East?—?points out that the DIA document “matter-of-factly” states that the rise of such an extremist Salafist political entity in the region offers a “tool for regime change in Syria.”

The DIA intelligence report shows, he said, that the rise of ISIS only became possible in the context of the Syrian insurgency?—?“there is no mention of US troop withdrawal from Iraq as a catalyst for Islamic State’s rise, which is the contention of innumerable politicians and pundits.” The report demonstrates that:

“The establishment of a ‘Salafist Principality’ in Eastern Syria is ‘exactly’ what the external powers supporting the opposition want (identified as ‘the West, Gulf Countries, and Turkey’) in order to weaken the Assad government.”

The rise of a Salafist quasi-state entity that might expand into Iraq, and fracture that country, was therefore clearly foreseen by US intelligence as likely?—?but nevertheless strategically useful?—?blowback from the West’s commitment to “isolating Syria.”

Complicity

Critics of the US-led strategy in the region have repeatedly raised questions about the role of coalition allies in intentionally providing extensive support to Islamist terrorist groups in the drive to destabilize the Assad regime in Syria.

The conventional wisdom is that the US government did not retain sufficient oversight on the funding to anti-Assad rebel groups, which was supposed to be monitored and vetted to ensure that only ‘moderate’ groups were supported.

However, the newly declassified Pentagon report proves unambiguously that years before ISIS launched its concerted offensive against Iraq, the US intelligence community was fully aware that Islamist militants constituted the core of Syria’s sectarian insurgency.

Despite that, the Pentagon continued to support the Islamist insurgency, even while anticipating the probability that doing so would establish an extremist Salafi stronghold in Syria and Iraq.

As Shoebridge told me, “The documents show that not only did the US government at the latest by August 2012 know the true extremist nature and likely outcome of Syria’s rebellion”?—?namely, the emergence of ISIS?—?“but that this was considered an advantage for US foreign policy. This also suggests a decision to spend years in an effort to deliberately mislead the West’s public, via a compliant media, into believing that Syria’s rebellion was overwhelmingly ‘moderate.’”

Annie Machon, a former MI5 intelligence officer who blew the whistle in the 1990s on MI6 funding of al-Qaeda to assassinate Libya’s former leader Colonel Gaddafi, similarly said of the revelations:

“This is no surprise to me. Within individual countries there are always multiple intelligence agencies with competing agendas.”

She explained that MI6’s Libya operation in 1996, which resulted in the deaths of innocent people, “happened at precisely the time when MI5 was setting up a new section to investigate al-Qaeda.”

This strategy was repeated on a grand scale in the 2011 NATO intervention in Libya, said Machon, where the CIA and MI6 were:

“… supporting the very same Libyan groups, resulting in a failed state, mass murder, displacement and anarchy. So the idea that elements of the American military-security complex have enabled the development of ISIS after their failed attempt to get NATO to once again ‘intervene’ is part of an established pattern. And they remain indifferent to the sheer scale of human suffering that is unleashed as a result of such game-playing.”

Divide and rule

Several US government officials have conceded that their closest allies in the anti-ISIS coalition were funding violent extremist Islamist groups that became integral to ISIS.

US Vice President Joe Biden, for instance, admitted last year that Saudi Arabia, the UAE, Qatar and Turkey had funneled hundreds of millions of dollars to Islamist rebels in Syria that metamorphosed into ISIS.

But he did not admit what this internal Pentagon document demonstrates?—?that the entire covert strategy was sanctioned and supervised by the US, Britain, France, Israel and other Western powers.

The strategy appears to fit a policy scenario identified by a recent US Army-commissioned RAND Corp report.

The report, published four years before the DIA document, called for the US “to capitalise on the Shia-Sunni conflict by taking the side of the conservative Sunni regimes in a decisive fashion and working with them against all Shiite empowerment movements in the Muslim world.”

The US would need to contain “Iranian power and influence” in the Gulf by “shoring up the traditional Sunni regimes in Saudi Arabia, Egypt, and Pakistan.” Simultaneously, the US must maintain “a strong strategic relationship with the Iraqi Shiite government” despite its Iran alliance.

The RAND report confirmed that the “divide and rule” strategy was already being deployed “to create divisions in the jihadist camp. Today in Iraq such a strategy is being used at the tactical level.”

The report observed that the US was forming “temporary alliances” with al-Qaeda affiliated “nationalist insurgent groups” that have fought the US for four years in the form of “weapons and cash.” Although these nationalists “have cooperated with al-Qaeda against US forces,” they are now being supported to exploit “the common threat that al-Qaeda now poses to both parties.”

The 2012 DIA document, however, further shows that while sponsoring purportedly former al-Qaeda insurgents in Iraq to counter al-Qaeda, Western governments were simultaneously arming al-Qaeda insurgents in Syria.

The revelation from an internal US intelligence document that the very US-led coalition supposedly fighting ‘Islamic State’ today, knowingly created ISIS in the first place, raises troubling questions about recent government efforts to justify the expansion of state anti-terror powers.

In the wake of the rise of ISIS, intrusive new measures to combat extremism including mass surveillance, the Orwellian ‘prevent duty’ and even plans to enable government censorship of broadcasters, are being pursued on both sides of the Atlantic, much of which disproportionately targets activists, journalists and ethnic minorities, especially Muslims.

Yet the new Pentagon report reveals that, contrary to Western government claims, the primary cause of the threat comes from their own deeply misguided policies of secretly sponsoring Islamist terrorism for dubious geopolitical purposes.

Reprinted with permission from Zero Hedge.

Centralization and War

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Centralization and War

By

Ex: http://www.lewrockwell.com

A History of Medieval Europe, RHC Davis

One stereotype of the Middle Ages is that of continuous war.  Conflicts during the time tended to be small and local – more like feuds between families involving the lords and nobles, rarely the serfs or other freemen.  Decentralized government resulted in decentralized warfare, drawing in only those who were obligated due to voluntary commitment.

I have previously examined the centralizing desires of Charlemagne, and the warfare that this required.  He not only consolidated many disparate kingdoms, he brought together Church and State – being the first emperor crowned by the Pope in some three hundred years – and at least minimizing the beneficial conflict between competing institutions of authority.

Centralization

After the demise of Charlemagne’s Carolingian Empire, decentralization returned to much of Europe.  Thereafter, political development took different turns in different regions.

…the civilization of Latin Christendom was by no means uniform.  On the contrary, there were at least two distinct cultural traditions, one in the north and west, the other in central Europe.  The first was primarily French….

In Germany and Italy there was a different culture and different political background.  The Germans, indeed, might have been described (from a French point of view) as ‘backward.’  They were slow in developing feudalism beyond its Carolingian stage, being in this respect a century behind France and England.

There you have it: modern France and England, backward Germany and Italy.

The distinction between Italy and Germany on the one hand, and France and England on the other, was fundamental for the whole period from 900 to 1250.

I suggest it was fundamental for at least another two-hundred years beyond this, but I am getting ahead of the story.

What was this distinction?

It was not merely cultural in the narrow sense of the word, but it was political also.  Italy and Germany were the home of the Papacy and Empire, France and England of feudal monarchies and (ultimately) of nation-states.

During this period – beginning in the tenth century – what is today known as France began to take political form; the Capetian dynasty.  Around the same time, the monarchy in England took form – of course to include a defining event of conquest by the Norman William the Conqueror in 1066, who thereafter took all of the land in the king’s name.

It was not until the latter part of the nineteenth century that Germany took its centralized political form (of “nation-state”); the timeframe was similar for Italy.

War

The Hundred Years’ War was a series of conflicts waged from 1337 to 1453 between the House of Plantagenet, rulers of the Kingdom of England, against the House of Valois, rulers of the Kingdom of France, for control of the latter kingdom.

Hence, I suggest that the distinction was fundamental for at least another 200 years. Since the fall of Rome, Europe had seen nothing like this.  Sure, there were wars – but never before was it possible to command enough wealth and servitude to fight almost continuously for 100 years on behalf of another.

It was the most notable conflict of the Middle Ages, wherein five generations of kings from two rival dynasties fought for the throne of the largest kingdom in Western Europe.

It took centralized nation-states to make this happen – a one-hundred year war between England and France.  While Germans and Italians were involved in their feuds (think Hatfields and McCoys), life was a multi-generational hell for those living to the north and west:

Bubonic plague and warfare reduced population numbers throughout Europe during this period. France lost half its population during the Hundred Years’ War. Normandy lost three-quarters of its population, and Paris two-thirds.

War and the centralized state went hand-in-hand…:

The Hundred Years’ War was a time of rapid military evolution. Weapons, tactics, army structure and the social meaning of war all changed, partly in response to the war’s costs, partly through advancement in technology and partly through lessons that warfare taught.  The feudal system was slowly disintegrating throughout the hundred years war.

…and re-invigorated nationalism…

The war stimulated nationalistic sentiment. It devastated France as a land, but it also awakened French nationalism. The Hundred Years’ War accelerated the process of transforming France from a feudal monarchy to a centralised state.

…and made possible the re-introduction of the common man as an asset to the war-fighting state:

By the end of the Hundred Years’ War, these various factors caused the decline of the expensively outfitted, highly trained heavy cavalry and the eventual end of the armoured knight as a military force and of the nobility as a political one.

No longer was significant wealth necessary to be a fighting man.  Equal opportunity employment was offered, making possible standing armies:

In 1445 the first regular standing army since Roman times was organised in France partly as a solution to marauding free companies.

And, unlike the small and localized feuds between members of the noble class, this war ushered in the emotion of national pride in the people:

The conflict developed such that it was not just between the Kings of England and France but also between their respective peoples. There were constant rumours in England that the French meant to invade and destroy the English language. National feeling that emerged from such rumours unified both France and England further.

And this all occurred not in “backward” Germany and Italy, but between the progressive, modern, and centralized nation-states of England and France.

Reprinted from Bionic Mosquito.

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Edward Snowden n'est pas Charlie

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Edward Snowden n'est pas Charlie

Auteur : L.B. 
Ex: http://zejournal.mobi

Edward Snowden dénonce les lois post-Charlie en France. Dans une longue interview exclusive publiée le 22 mai par The Guardian, le lanceur d'alerte, qui a révélé les détails de l'espionnage de millions de citoyens par la NSA, met notamment en garde contre les réponses apportées au terrorisme en Hexagone, décrivant une tragédie.

Les programmes de surveillance de masse n'empêchent pas les attentats

Selon lui, aucun programme de surveillance de masse n’a permis d’empêcher les attentats de Paris et « s’ils l’ont fait, c’est au prix d’une dégradation inacceptable des droits ». « On sait que pour l’attaque à Charlie Hebdo, celle au Canada, celle en Australie, tous ces individus étaient repérés par les gouvernements avant les attaques. Ce n’est pas par manque de surveillance mais par trop de surveillance que nous n’avons pas été en mesure de comprendre ce qui se passait », souligne Edward Snowden.

Il est par ailleurs intervenu au sujet de la réforme visant à limiter la capacité de l’Agence nationale de sécurité (NSA) de collecter des données aux États-Unis, rejetée ce samedi par le Sénat. Cette réforme présentait comme une réponse au scandale suscité par les révélations d’Edward Snowden il y a bientôt deux ans.

En France, l’Assemblée nationale a adopté le controversé projet de loi sur le renseignement, qui prévoit notamment les boîtes noires pour surveiller le Web et trouver les terroristes en puissance.


- Source : L.B.

mardi, 26 mai 2015

La Chine , le Brésil et le Pérou brisent le monopole du Canal de Panama

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La Chine , le Brésil et le Pérou brisent le monopole du Canal de Panama

Auteur : Station Zebra
Ex: http://zejournal.mobi

En visite au Brésil le Premier-Ministre Chinois Li Keqiang a signé pour plusieurs milliards de dollars d’accords économiques dont le plus important est le financement d’une voie ferrée transcontinentale qui va relier le Brésil au Pérou c’est à dire l’Océan Atlantique à l’Océan Pacifique et à l’Asie .

S’il s’agit dans un premier temps de favoriser les exportations brésiliennes de produits agro-alimentaires comme le soja et la viande , cette voie ferrée va devenir un nouveau corridor entre les deux océans . Cette voie ferrée concernera aussi des exportations minières, des produits industriels et des dérivés pétrochimiques produits à partir des gisements off-shore de la façade Atlantique du Brésil .

Toutefois cette voie ferrée génère déjà des polémiques : le Président Bolivien , le camarada socialista – ethno socialiste – Evo Morales , s’insurge contre le choix du Pérou pour espace de transit unique vers l’Océan Pacifique et affirme qu’une voie ferrée désenclavant la Bolivie aurait été moins chère à construire et plus rentable à exploiter

Comme de bien entendu des associations indigènistes soutenues par des ONG’s occidentales sont sorties de leur silence comme les champignons ( vénéneux ) après la pluie pour manifester leur opposition au projet . Parmi les opposants au projet on retrouve les  » habituels  » comme Paulo Adario, directeur des campagnes Amazonie de Greenpeace.

Du point de vue géopolitique cet accord est une victoire de l’école Méridionaliste qui préconise le développement des relations sud-sud . Son principal penseur est le géopolitologue , professeur d’université en géographie , André Martin .


- Source : Station Zebra

Eloge de l’homme

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Eloge de l’homme

Il faut haïr l’homme présent. 

Je hais l’homme moderne, celui qu’on nous montre partout, celui qui accuse réception de ses sentiments, qui s’écoute, qui est sensible avant d’être sensé. L’homme d’aujourd’hui est laid, bête et méchant. 

Il la ramène constamment. Pour dire des inepties. Si ce n’est pas pour parler de sa queue, c’est pour parler de sa vie, et quoi de pire que de l’entendre disserter sur sa morne subsistance, sans lumière, sans saveur, sans beauté. 

L’homme moderne est à l’image de cette société, creux, crépusculaire, agonisant dans des mares de vinaigre, sécrétées par sa propre morgue.

Quant à parler de son esprit, son âme est sépulcrale, sourde au saisissement. Il jacte, il ne jouit pas, il ingère et recrache. C’est une poubelle. Il en possède la fonction: servir de réceptacle momentané aux immondices.

Nous voulons des hommes beaux, qui se taisent, qui nous regardent plutôt que de se louanger.

Nous voulons des hommes sans doute. Ou bien s’il vient à douter, par pitié qu’il le fasse en silence. La lancinante complainte de son infortune, ses combines miteuses, ses disettes céphaliques, nous fatigue au plus haut point. Sa ruine atteint des abîmes étourdisants lorsqu’immanquablement, il est content de lui-même, content de la vilaine bectance qu’il se prépare, qu’il te prépare.

L’homme moderne a totalement ingéré sa part de féminité (et la tienne, et même celle de ta mère au passage) en renonçant à sa part masculine.

L’homme moderne est un hermaphrodite récessif. 

Homme, nous te désirons hautain, le port altier, élégant et sans réserve. Fier mais rogue. Licencieux, sans être lascif. Sors un peu de ta condition de victime de ton temps. Imagine toi bien que derrière toi se tiennent roides les postérités de tes ancêtres, il ne s’agirait pas de faillir maintenant, bonhomme.

Et par pitié, ne te défile point, ou alors, arrange-toi pour que l’on ne te recroise plus, nous n’avons pas besoin d’hommes qui s’expriment, qui geignent, qui manifestent ce qu’ils ont à l’intérieur, derrière le gras-double, juste après la tripaille, leur anorexie. on veut des taiseux, silencieux et taciturnes. 

Par trop souvent, de nos jours, l’homme moderne est un anti-homme.

Louise Demory.

De l'histoire (R. Millet)

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De l’histoire

par Richard Millet

Ex: http://richardmillet.wix.com

Le vacarme qu’on entend à propos de la réforme du collège fait oublier qu’il ne dépend pas de son application que les élèves soient moins instruits : il y a longtemps qu’ils ne savent plus grand-chose, que ce savoir obéit au principe d’incertitude et de flottement qui caractérise l’enseignement public, dans son ensemble, et particulièrement un de ses produits que sont les écrivains postlittéraires, dont le moins qu’on puisse dire est qu’ils n’ont aucun sentiment de leur langue ni de l’histoire de France. Ceux qui braillent contre la réforme oublient trop volontiers qu’ils ont accepté, voire promu les précédentes, qui n’étaient pas moins désastreuses.

       Dans ces réformes, la langue a été sacrifiée sur l’autel de la bienveillance psychologique qui a aboli la tolérance zéro en matière d’orthographe. « Vous ne savez pas écrire ? Supprimons la correction orthographique, et exprimez-vous librement… » prônent les Lyssenko de la recherche pédagogique.

            Comment est-il, en effet, possible d’inculquer rien de solide et de vertical à de jeunes esprits dépourvus d’armature syntaxique, et par ailleurs soumis, ces esprits, à l’intense propagande du Bien ? Pourquoi enseigner le latin, le grec, alors qu’on n’enseigne plus qu’un état laxiste (« tolérant ») du français qui a dès lors la valeur d’une dent branlante dans une bouche impropre à mastiquer ?

            Il en va de même pour l’histoire. Pourquoi s’indigner de ce que la Propaganda Staffel du Conseil national des programmes veuille en finir avec le « roman national », décrété « réactionnaire » (lisez : incompatible avec les musulmans), en un pays qui n’a plus rien d’une nation ? Il y a belle lurette que ce roman-là n’est plus qu’un objet de dépit historique, et le peuple français en proie à une schizophrénie post-républicaine qui tente de faire coexister une population qui ne cessera jamais d’immigrer en elle-même et des indigènes dépossédés de soi par ceux qui prônent un « vivre ensemble » à valeur d’apartheid communautariste.

            La schizophrénie est le nom clinique du grand déni qui ronge la gauche française, et une manière de gouverner cap au pire, comme le montre le voyage du chef de l’Etat  dans les Caraïbes : un grand moment de political correctness, donc d’insignifiance politique, dont la rencontre d’une heure avec Fidel Castro a été le clou. Il semble que ce voyage n’ait eu d’autre but que la rencontre entre un mort-vivant vêtu d’un infâme survêtement et d’un président au teint vermeil, qui a cherché son quart d’heure de gloire historique, oubliant ce qu’a été le régime castriste, les mises à mort, la chasse aux intellectuels, aux homosexuels, aux déviants… La vice-présidente Royal a beau clamer que Castro est « un mythe », que « c’est plus fort que la politique », et le locataire de l’Elysée qu’il voulait « avoir ce moment d’histoire », comme un petit garçon qui joue avec le pistolet de son père, arguant, en un solécisme tout à fait digne de l’école selon Mme Belkacem, que « Quel que soit ce qu’il a fait, il est dans l’histoire » (sic), cette visite au caudillo de La Havane permet de comprendre pourquoi le roman national est impossible : la laideur de Hollande l’interdit, son inculture aussi, et bien sûr la révélation de son goût pour les dictateurs, ceux de gauche, évidemment, qui lui permet de passer une heure avec Castro tout en travaillant à chasser Assad du pouvoir et de faire la leçon à Poutine.

            Le moment d’histoire de Hollande n’est qu’une manière d’entériner la sortie de l’histoire, rendant donc inutile l’enseignement de cette matière. 

The Shock of History

The Shock of History

Originally published at Alternative-Right October 23, 2011. Republished to honor the memory of Dominique Venner, who took his life in the service of our people two years ago this week.

A propos:

Dominique Venner.

Le choc de l’Histoire. Religion, mémoire, identité.

Versailles: Via Romana, September 2011.

“The future belongs to those with the longest memory.” –Nietzsche

Venner_3.jpgConservative thinking, Karl Mannheim notes, is essentially historical thinking—in that it orients to the concrete, to ‘what is’ and ‘what has been’, instead of to ‘what ought to be’ or ‘what can be’. ‘Properly understood’, historical thinking (as créatrice de sens) reveals the ‘Providential’ design evident in the course and test of time.

Some anti-liberals are wont thus to situate their ‘conservative’ project within the frame of Europe’s historical destiny and the higher design informing it.

The most renowned of such historical thinkers (representing what Carolina Armenteros calls the ‘the French idea of history’) was the father of European anti-liberalism, Joseph de Maistre—though he is not our subject.  Rather, it is the foremost contemporary avatar of anti-liberal historical thought: Dominique Venner.

The 75-year-old, French-speaking European of Celt and German descent, father of five, Venner is a historical scholar, a writer of popular histories and of various works on firearms and hunting, as well as the editor of two successful, artfully illustrated historical journals.

But whatever his genre, Venner bears the knightly (or legionnaire) standard of Europe’s multi-millennial heritage—the heritage, he claims, that took form with the blind poet, who is the father of us all—the heritage whose Homeric spirit knows to honor the brave, bare-foot soldiers of the Confederacy and the social banditry of Jesse James—and, most insistently, the heritage that expects a future commensurate with Europe’s incomparable past.

Venner is not your average academic historians; indeed, he’s not an academic at all. His life has been lived out on the last of France’s imperial battlefields; in Parisian street politics, in the outlawed OAS, in prison, and in laying the conceptual foundations of the European New Right; and finally, since his early thirties, in the various libraries, archives, and communal memories he’s searched to produce the 50 books he’s written on the key historical upheavals of the last century or so.

Unsurprisingly, his historical sense is ‘over-determined’—not solely by an  intelligence steeped in the life of the mind, but also by disciplines acquired in those schools of initiands known only to the political soldier.

His latest book—Le Choc de l’Histoire—is not a work of history per se, but a series of meditations, in the form of a book-long interview (conducted by the historian Pauline Lecomte) on the historical situation presently facing Europeans. These meditations approach their subject in parallel but opposite ways: 1) one approach surveys the contours of Europe’slongue durée—those centuries of growth that made the great oak so venerable—and, in the spirit of the Annales School, reveals her ‘secret permanences’, and, 2) a very different but complementary approach that silhouettes the heroic individuals and individual events (Achilles and the Iliad foremost) exemplifying the Homeric spirit of European man—disclosing his possibilities, and offering him thus an alternative to his programmed extinction.

Venner’s thesis is that: Europeans, after having been militarily, politically, and morally crushed by events largely of their own making, have been lost in sleep (‘in dormition’) for the last half-century and are now—however slowly—beginning to experience a ‘shock of history’ that promises to wake them, as they are forced to defend an identity of which they had previously been almost unconscious.

Like the effect of cascading catastrophes (the accelerating decomposition of America’s world empire, Europe’s Islamic colonization, the chaos-creating nihilism of global capitalism, etc.), the shock of history today is becoming more violent and destructive, making it harder for Europeans to stay lulled in the deep, oblivious sleep that follows a grievous wound to the soul itself—the deep curative sleep prescribed by their horrendous civil wars (1914-1918 and 1939-1945), by the ensuing impositions of the Soviet/American occupation and of the occupation’s collaborationist regimes, and, finally, today, by a demographic tsunami promising to sweep away their kind.

The Sleep

venner-dominique-choc-de-l-histoire.jpgThe Second European Civil War of 1939-1945, however it is interpreted, resulted in a cataclysmic defeat not just for Hitler’s Germany, but for Europe, much of which, quite literally, was reduced to mounds of smoldering rumble. Then, at Yalta, adding insult to injury, the two extra-European super-powers partitioned the Continent, deprived her states of sovereignty, and proceeded to Americanize or Sovietize the ‘systems’ organizing and managing the new postwar European order.

As Europe’s lands and institutions were assumed by alien interests, her ancient roots severed, and her destiny forgotten, Europeans fell into dormition, losing consciousness of who they were as a people and a civilization—believing, as they were encouraged, that they were simply one people, equal among the world’s many peoples.

Worse, for their unpardonable sins—for what Europeans did to Jews in the war, to Blacks in the slave trade, to non-White peoples in general over the course of the last 500 years—for all the terrible sins Europeans have committed, they are henceforth denied the ‘right’ to be a ‘people’. In the Messianic spirit of Communism and Americanism, the Orwellian occupiers and collaborators have since refused them a common origin (roots), a shared history, a tradition, a destiny. This reduces them to a faceless economic-administrative collectivity, which is expected, in the end, to negate the organic basis of its own existence.

The postwar assault on European identity entailed, however, more than a zombifying campaign of guilt-inducement—though this campaign was massive in scale. Europe after Jahre Null was re-organized according to extra-European models and then overwhelmed with imported forms of mass consumerism and entertainment. At the same time and with perhaps greater severity, she was subject to an unprecedented ‘brain-washing’ (in schools, media, the so-called arts, public institutions, and private corporations)—as all Europe’s family of nations, not just the defeated Germans, were collectively made to bear a crushing guilt—under the pretext of the Shoah or the legacy of colonialism/imperialism/slavery—for sins requiring the most extreme penance. Thus tainted, her memory and identity are now publicly stigmatized,

Venner’s Europe is not, of course, the Soviet/New Class-inspired EU, just as she is not the geographical entity labeled ‘Europe’. Rather than a market, a political/administrative structure, a geographic category—rather even than a race (though in a certain sense it is all about race in the end)—Europe for him is a multi-millennial community of closely-related national families made up of Germans, Celts, Slavs, and others, having the same ancient (Indo-European, Borean, Cro-Magnon) roots of blood and spirit: that is, having the same Thirty-thousand Years of European History and Identity.

This makes his Europe a community with a common civilizational heritage that stretches back to the depths of prehistoric time. Historically, the tradition and identity of this heritage has informed Europe’s representations and values in ways distinguishing/identifying her and her peoples from other civilizations and peoples.

Tradition, though, is not  for Venner the metaphysical abstraction of the perennialists or the historical repository of the Burkeans: it is not something outside history nor is it something forged once and for all in the night of time.

Tradition for him is precisely that which does not pass.  It is the perpetual spirit that makes Europeans who they are and lends meaning to their existence, as they change and grow yet remain always the same. It is the source thus of the ‘secret permanences’ upon which their history is worked out.

Tradition may originate in Prehistory, but Venner claims it is preeminently contemporary—just as every origin represents a novel outburst of being. It serves thus as a people’s inner compass. It directs them to what and whom they are. It renders what was formed and inspired in the past into a continually informed present. It is always new and youthful, something very much before rather than behind them. It embodies the longest memory, integral to their identity, and it anticipates a future true to its origin. Life lived in reference to tradition, Venner insists, is life lived in accordance with the ideal it embodies—the ideal of ‘who we are’.

In one sense, Venner’s Europe is the opposite of the America that has distorted Europe’s fate for the last half-century. But he is no knee-jerk anti-American (though the French, in my view, have good cause to be anti-US). He’s also written several books on the US War of Secession, in which much of America’s Cavalier heritage is admired. Knowing something of the opposed tendencies shaping American ‘national’ life, he’s well aware of the moral abyss separating, say, Jesse James from Jay Gould—and what makes one an exemplar of the European spirit and the other its opposite.

Modeled on the Old Testament, not the Old World, Venner claims America’s New World (both as a prolongation and rejection of Europe) was born of New England Calvinism and secularized in John O’Sullivan’s ‘Manifest Destiny’.

Emboldened by the vast, virgin land of their wilderness enterprise and the absence of traditional authority, America’s Seventeenth-century Anglo-Puritan settlers set out, in the spirit of their radical-democratic Low Church crusade, to disown the colony’s Anglo-European parents—which meant disowning the idea (old as Herodotus) that Europe is ‘the home of liberty and true government’.

Believing herself God’s favorite, this New Zion aspired—as a Promised Land of liberty, equality, fraternity—to jettison Europe’s aesthetic and aristocratic standards for the sake of its religiously-inspired materialism. Hence, the bustling, wealth-accumulating, tradition-opposing character of the American project, which offends every former conception of the Cosmos.

New England, to be sure, is not the whole of America, for the South, among another sections, has a quite different narrative, but it was the Yankee version of the ‘American epic’ that became dominant, and it is thus the Yankee version that everywhere wars on Americans of European descent.

Citing Huntington’s Who Are We?, Venner says US elites (‘cosmocrats’, he calls them) pursue a transnational/universalist vision (privileging global markets and human rights) that opposes every ‘nativist’ sense of nation or culture—a transnational/universalist vision the cosmocrats hope to impose on the whole world. For like Russian Bolsheviks and ‘the Bolsheviks of the Seventeenth century’, these money-worshipping liberal elites hate the Old World and seek a new man, Homo Oeconomicus—unencumbered by roots, nature, or culture—and motivated solely by a quantitative sense of purpose.

As a union whose ‘connections’ are essentially horizontal, contractual, self-serving, and self-centered, America’s cosmocratic system comes, as such, to oppose all resistant forms of historic or organic identity—for the sake of a totalitarian agenda intent on running roughshod over everything that might obstruct the scorch-earth economic logic of its Protestant Ethic and Capitalist Spirit. (In this sense, Europe’s resurgence implies America’s demise).

The Shock

What will awaken Europeans from their sleep? Venner says it will be the shock of history—the shock re-awakening the tradition that made them (and makes them) who they are. Such shocks have, in fact, long shaped their history. Think of the Greeks in their Persian Wars; of Charles Martel’s outnumbered knights against the Caliphate’s vanguard; or of the Christian forces under Starhemberg and Sobieski before the gates of Vienna. Whenever Europe approaches Höderlin’s ‘midnight of the world’, such shocks, it seems, serve historically to mobilize the redeeming memory and will to power inscribed in her tradition.

More than a half-century after the trauma of 1945—and the ensuing Americanization, financialization, and third-worldization of continental life—Europeans are once again experiencing another great life-changing, history-altering shock promising to shake them from dormition.

The present economic crisis and its attending catastrophes (in discrediting the collaborators managing the EU, as well as de-legitimatizing the continent’s various national political systems), combined with the unrelenting, disconcerting Islamization of European life (integral to US strategic interests) are—together—forcing Europeans to re-evaluate a system that destroys the national economy, eliminates borders, ravages the culture, makes community impossible, and programs their extinction as a people. The illusions of prosperity and progress, along with the system’s fun, sex, and money (justifying the prevailing de-Europeanization) are becoming increasingly difficult to entertain. Glimmers of a changing consciousness have, indeed, already been glimpsed on the horizon.

The various nationalist-populist parties stirring everywhere in Europe—parties which are preparing the counter-hegemony that one day will replace Europe’s present American-centric leadership—represent one conspicuous sign of this awakening. A mounting number of identitarian, Christian, secular, and political forces resisting Islam’s, America’s, and the EU’s totalitarian impositions at the local level are another sign.

Europeans, as a consequence, are increasingly posing the question: ‘Who are we?’, as they become more and more conscious—especially in the face of the dietary, vestimentary, familial, sexual, religious, and other differences separating them from Muslims—of what is distinct to their civilization and their people, and why such distinctions are worth defending. Historical revivals, Venner notes, are slow in the making, but once awakened there is usually no going back. This is the point, Venner believes, that Europe is approaching today.

The Unexpected

History is the realm of the unexpected. Venner does not subscribe to notions of historical determinism or necessity. In contrast to Marxists and economic determinists, anti-Semites and Spenglerians, he believes there are no monocausal explanations of history, and unlike liberals such as Fukuyama, he believes there’s no escape from (no ‘end’ to) history.

In history, the future is always unknown. Who would have thought in 1980 that Soviet Russia, which seemed to be overtaking the United States in the ‘70s, would collapse within a decade? Historical fatalities are the fatalities of men’s minds, not those of history.

History, moreover, is the confluence of the given, the circumstantial, and the willful. This makes it always open and hence potentially always a realm of the unexpected. And the unexpected (that instance when great possibilities are momentarily posed) is mastered, Venner councils, only in terms of who we are, which means in terms of the tradition and identity defining our project and informing our encounter with the world.

Hence, the significance now of husbanding our roots, our memory, our tradition, for from them will come our will to power and any possibility of transcendence. It’s not for nothing, Dominique Venner concludes, that we are the sons and daughters of Homer, Ulysses, and Penelope.

Hommage à Dominique Venner

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lundi, 25 mai 2015

Syrie – Palmyre va-t-elle mourir ?

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Syrie – Palmyre va-t-elle mourir ?

 
Michel Garroté
Politologue, blogueur
Ex: http://www.lesobservateurs.ch

J’ai déjà eu l’occasion d’écrire, d’une part, que l’Administration Obama et l’Union Européenne ne sont pas désireuses de régler la crise syrienne ; et d’autre part, que l’Otan aurait dû mener une négociation secrète avec Poutine sur trois dossiers, et, non pas, sur un seul dossier, à savoir une négociation secrète conjointe sur l’Ukraine, la Syrie et l’Iran. L’Otan ne l’a pas fait - et ne le fera pas - pour deux raisons.

La première raison, c’est qu’Obama fait semblant de combattre l’Etat Islamique (EI) sunnite et qu’il négocie un accord désastreux avec l’Iran chiite, accord qui permettra à ce pays de poursuivre son programme nucléaire clandestin à vocation militaire. Obama favorise les deux branches de l’islam en même temps, la branche sunnite (avec l’Etat Islamique) et la branche chiite (avec l’Iran théocratique), car il veut détruire l’Occident d’ici son départ de la Maison blanche.

La deuxième raison, c’est que l’Union Européenne (UE) a clairement choisi de coopérer avec les musulmans religieux, au détriment des musulmans laïcs. L’UE a signé des accords avec de hauts dignitaires islamiques, accords qui mettent fin à l’islam des dictateurs laïcs au profit des religieux musulmans intégristes. Ainsi, l’UE s’indigne face à Bachar al-Assad et elle s’aligne sur le Qatar.

Cela dit, la crise syrienne me pose un problème. Je l’ai déjà écrit plusieurs fois. Je déteste le clan Assad. Notamment parce que j’ai vu de mes yeux les monstruosités perpétrées par le clan Assad contre les Chrétiens au Liban dans les années 1980. Cela dit, lorsque quelques années plus tard, dans les années 1990, je me suis rendu en Syrie (y compris à Palmyre actuellement menacée par l’Etat Islamique…), j’ai été bien obligé d’admettre que la situation des Chrétiens y était bonne. C’est un paradoxe typiquement levantin. Le clan Assad a voulu chasser les Chrétiens souverainistes du Liban afin de pouvoir annexer ce pays.

Et le même clan Assad, dans son propre pays, la Syrie, a ménagé les minorités, y compris les minorités chrétiennes, du fait que ce clan est lui-même une minorité alaouite dans un pays majoritairement sunnite. Je sais très bien qu’actuellement le clan Assad fait à son propre peuple ce qu’il avait déjà fait pendant plus de quinze ans au peuple libanais. Du reste, à l’époque, j’étais très seul dans ma défense des chrétiens libanais qui semblaient laisser le monde entier indifférent. Et malgré tout, je ne peux pas, aujourd’hui, prendre parti contre le clan Assad que je déteste, car si un Califat islamique lui succède, les Chrétiens de Syrie n’auront plus qu’à faire leurs valises. Et qui les accueillera ? Personne…

Si le clan Assad devait tomber, la Syrie serait peut-être soumise à une partition en plusieurs mini Etats : un Etat sunnite ; un mini-Etat alaouite ; un mini-Etat kurde ; et un mini-Etat chrétien. Ce qui, soit dit en passant, entraînerait, à son tour, sous toute vraisemblance, une partition du Liban en un mini-Etat chiite, un mini-Etat sunnite, un mini-Etat druze et un mini-Etat chrétien (autant de principautés dans le style Andorre, Monaco ou le Lichtenstein…).

Aujourd’hui, en mai 2015, avec les influences de l'Iran, du Qatar, de la Turquie et de l'Arabie saoudite, je n’ai pas la moindre idée de ce qui va se passer en Syrie et au Liban. Cela dit, la chute éventuelle du clan Assad est actuellement considérée, une fois de plus, comme une option possible, parmi d’autres options, elles aussi possibles. Mais je ne verrais pas d’un bon œil -- pour les Chrétiens syriens et libanais, ainsi que pour les Israéliens -- la Syrie demeurer un seul et unique Etat, mais à dominante sunnite et sous la forme d’un Califat islamique…

Michel Garroté, 20 mai 2015

  

L'Occident facilite la montée de l'État Islamique «afin d'isoler le régime syrien»

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L'Occident facilite la montée de l'État Islamique «afin d'isoler le régime syrien»

Auteur : Brad Hoff 
Ex: http://zejournal.mobi

L'Occident facilitera la montée de l'État Islamique « afin d'isoler le régime syrien », lit-on dans un document de la Defense Intelligence Agency de 2012.

Très probablement avec l'aide des services saoudiens, ISIL s'attaque à présent à la minorité chiite en Arabie saoudite. L'attaque perpétrée dans une mosquée de la ville de al-Qatif, ce vendredi 22 mai, a fait plus de 20 morts et des dizaines de blessés - Photo : EP

Le lundi 18 mai, Judicial Watch, le groupe de vigilance du gouvernement conservateur, a publié une sélection de documents autrefois classifiés obtenus du Département américain de la Défense et du Département d'État grâce à un procès fédéral.

Alors que les grands médias se concentraient sur le traitement par la Maison Blanche de l'attaque du consulat de Benghazi, un bien plus « grand tableau » se dégage de la lecture d'un document de la Defense Intelligence Agency rédigé en 2012 : à savoir que l'avènement d'un « État islamique » dans l'est de la Syrie est souhaitable pour que l'Occident puisse arriver à ses fins dans la région.

De manière surprenante, le rapport récemment déclassifié stipule que pour « l'Occident, les pays du Golfe et la Turquie [qui] soutiennent l'opposition [syrienne]... il y a la possibilité d'établir une principauté salafiste officielle ou pas, dans l'est de la Syrie (Hasaka et der Zor), et c'est exactement ce que veulent les puissances qui soutiennent l'opposition, afin d'isoler le régime syrien ... ».

Le rapport de la DIA, anciennement classé « SECRET // NOFORN* » et daté du 12 août 2012, a été largement diffusé dans les divers organes gouvernementaux, y compris CENTCOM, la CIA, le FBI, le DHS, NGA, le Département d'État et beaucoup d'autres.

Le document montre que, dès 2012, le renseignement américain avait prédit la montée de l'État Islamique en Irak et au Levant (ISIL ou ISIS), mais au lieu de désigner clairement le groupe comme un ennemi, le rapport considère le groupe terroriste comme un atout stratégique américain.

Bien qu'un certain nombre d'analystes et de journalistes documentent depuis longtemps le rôle des agences de renseignement occidentales dans la formation et l'entrainement de l'opposition armée en Syrie, ce document constitue la confirmation par les plus hautes sphères du Renseignement étasunien de l'idée que les gouvernements occidentaux voient essentiellement ISIS comme le meilleur moyen de parvenir à un changement de régime en Syrie. Non seulement ce document le dit clairement mais il le dit comme si c'était la chose la plus naturelle qui soit.

Des preuves matérielles, des vidéos, ainsi que les récents aveux de hauts fonctionnaires impliqués (voir l'aveu de l'ancien ambassadeur de la Syrie, Robert Ford), ont, depuis, prouvé que le soutien matériel des terroristes d'ISIS sur le champ de bataille syrien par le Département d'État et la CIA remonte à au moins 2012 et 2013 (pour un exemple clair de « preuves matérielles » : voir le rapport de l'organisation anglaise, Conflict Armement Research, qui, en remontant la trace des roquettes anti-chars croates récupérées auprès de combattants ISIS, est arrivée à un programme conjoint CIA /Arabie Saoudite via des numéros de série identifiables).

On peut résumer ainsi les points clés du rapport de la DIA, concernant « ISI » (en 2012 : « Etat Islamique en Irak ») et son futur compère ISIS, qui vient d'être déclassifié :
Al-Qaïda conduit l'opposition en Syrie
L'Occident s'identifie avec l'opposition
L'établissement d'un État Islamique naissant n'est devenu réalité qu'avec la montée de l'insurrection syrienne (il n'y a aucune raison de penser que le retrait des troupes américaines d'Irak ait joué le rôle de catalyseur dans l'essor de l'État Islamique, comme l'affirment d'innombrables politiciens et experts ; voir la section 4 .D. ci-dessous)
La mise en place d'une « principauté salafiste » en Syrie orientale est « exactement » ce que veulent les puissances extérieures qui soutiennent l'opposition (identifiées comme « l'Occident, les pays du Golfe, et la Turquie ») pour affaiblir le gouvernement d'Assad
Il est suggéré de créer des « lieux de refuge sûrs » dans les zones conquises par les insurgés islamistes comme cela a été fait en Libye (ce qui dans les faits, se traduit par une soi-disant zone d'exclusion aérienne comme premier acte d'une « guerre humanitaire » ; voir 7.B.)
L'Irak est identifié à « l'expansion chiite » (de 8.C)
Un « « état islamique » sunnite pourrait empêcher « l'unification de l'Irak » et pourrait « faciliter à nouveau l'entrée d'éléments terroristes de tout le monde arabe dans l'arène irakienne. » (Voir la dernière ligne du PDF.)

Ce qui suit est extrait du rapport de sept pages déclassifié de la DIA : - R 050839Z 12 août
...
La situation générale :

A. A l'intérieur, les événements prennent une tournure clairement sectaire.
B. Les Salafistes [sic], Les Frères musulmans et Al-Qaïda – Irak, sont les forces principales de l'insurrection en Syrie.
C. L'Occident, les pays du Golfe et la Turquie soutiennent l'opposition, tandis que la Russie, la Chine et l'Iran soutiennent le régime.
...
3. (C) Al-Qaïda – Irak (IQA) : ... B. IQA soutient l'opposition syrienne depuis le début, à la fois idéologiquement et dans les médias ...
...
4. (D). IQA a perdu du terrain dans les provinces de l'ouest de l'Irak en 2009 et 2010 ; Cependant, après la montée de l'insurrection en Syrie, les pouvoirs religieux et tribaux régionaux ont sympathisé avec le soulèvement sectaire. Cette (sympathie) s'est concrétisée par l'appel à bénévoles pour soutenir les sunnites [sic] en Syrie, dans les sermons du vendredi.
...
7. (C) Hypothèses sur le développement futur de la crise :
A. le régime va survivre et garder le contrôle du territoire syrien.
B. Evolution de la situation actuelle en guerre par procuration : ... les forces d'opposition tentent de contrôler les zones orientales (Hasaka et Der Zor), qui touchent les provinces irakiennes orientales (Mossoul et Anbar), en plus des frontières turques voisines. Les pays occidentaux, les pays du Golfe et la Turquie soutiennent ces efforts. Cette hypothèse, qui est le plus probable étant donné ce que nous savons des événements récents, permettra de préparer des lieux de refuges sûrs sous contrôle international comme cela a été fait en Libye quand Benghazi a été choisi comme centre de commande du gouvernement provisoire.
...
8. (C). Si la situation se détériore, on pourra établir une principauté salafiste officielle ou pas, dans l'est de la Syrie (Hasaka et Der Zor), Et c'est exactement ce que veulent les puissances qui soutiennent l'opposition, afin d'isoler le régime syrien qui est considéré comme l'extrémité stratégique de l'expansion chiite (Irak et l'Iran)
8. (D.1). ... ISI pourrait aussi constituer un État islamique en s'unissant avec d'autres organisations terroristes en Irak et en Syrie, ce qui mettrait gravement en danger l'unification de l'Irak et la défense de son territoire.

Note :

* no foreign nationals : ne pas communiquer aux étrangers

Drieu La Rochelle, legittimo suicidio di un vero ribelle

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Drieu La Rochelle, legittimo suicidio di un vero ribelle

Pronunci il nome e sai di toccare un nervo scoperto. Pierre Drieu la Rochelle; suona così bene, peccato che un certo riduzionismo lo abbia liquidato con un epitaffio: il fascista morto suicida.  Così l’élite italiana ha consegnato al ghetto degli impresentabili uno dei più talentuosi scrittori francesi della prima metà del Novecento. Per fortuna in Francia è andata altrimenti: a Parigi si usa prima considerare il valore di uno scrittore, poi l’appartenenza politica e non viceversa.  Perciò a Drieu anziché l’oblio è toccata la gloria.

Alle prefiche dell’italico e dominante culto unico ex comunista, sempre in cerca di malpensanti da fustigare e di eroi liberal da santificare, ree di aver consegnato la gran parte dei libri di Drieu ai piccoli editori, si consiglia di sbirciare il catalogo di Gallimard. Ci sono le opere complete nella Bibliothèque de la Pléiade, mai comparse nella versione italiana Einaudi-Gallimard, e poi romanzi, racconti, poesie, saggi. Insomma, neanche una virgola della produzione dello scomodo normanno è stata trascurata. Nel 1963 il regista Louis Malle lo consegna all’olimpo degli immortali girando il magistrale Le feu follet, tratto dal capolavoro di Drieu, in Italia disponibile – almeno questo – presso un editore di grande diffusione come Mondadori con il titolo Fuoco Fatuo.

Drieu.jpgDi recente è uscita una sua biografia a firma di Antonio Serena, Drieu aristocratico e giacobino, per i tipi della Settimo Sigillo, nota casa editrice di estrema destra. Tuttavia è doveroso strappare questo cattivo maestro alle opposte tifoserie politiche per consegnarlo al posto che merita. Pierre Drieu la Rochelle, nato nel 1893 a Parigi in una famiglia piccolo borghese e nazionalista di antica fede napoleonica, è uno dei figli migliori della generazione perduta. E’ vissuto tra le due guerre: è stato ferito nella prima e si è tolto la vita sul finire della seconda, per l’esattezza il 15 marzo 1945, dopo aver ingerito una dose letale di Fenobarbital. Tutto ciò che lo riguarda, come letterato e come uomo, è accaduto durante quella pace “fatua” andata in scena a Parigi tra le due guerre. Amico di Louis Aragon e André Malraux, dei dadaisti e dei surrealisti, dandy delle serate alla moda, marito fallimentare, amante di donne piacenti e ricche, Drieu in fondo è passato nel secolo breve senza legarsi ad alcuno, fedele alla sua spietata coerenza.

Coerenza nello stile, innanzitutto. Nei suoi romanzi – tra i più importanti si ricordino Gilles, Cani di paglia, Le memorie di Dirk Raspe e il già menzionato capolavoro, Fuoco fatuo – non si sa bene se per indole o per scelta, Drieu non sperimenta. Niente a che vedere con un altro cattivo maestro, Céline: il francese è per lui una bandiera di continuità con la storia e con il passato della patria adorata, servita stando dalla parte sbagliata perché in fondo quella giusta non c’è. Periodare breve e schietto, punteggiatura immacolata, idioma pulito, intelligibile.

Non avrebbe potuto essere altrimenti. Sodale delle avanguardie nelle scorribande notturne questo biondo alto, elegante e attraente, aveva scelto di vivere e di morire per il suo paese e per l’Europa intera. Credeva che soltanto il nazi-fascismo avrebbe potuto arginare la mentalità americana in cui, veggente involontario, vedeva profilarsi l’imperialismo e la fine della civiltà del vecchio continente. Quindi, dove rifugiarsi? In un meditato nichilismo, in un anarchismo individualista che lo pone all’avanguardia – lui, che era conservatore – nella letteratura e nel pensiero a livello internazionale.

Spietatamente moderno dunque. In la Rochelle si realizza l’identità tra arte e vita. L’esistenza di Drieu si spiega nei suoi libri. Basta leggere Stato civile e Racconto segreto per capirlo. Scritti il primo nel 1921, il secondo tra il ’44 e il ‘45, sono diari in cui traspare quella che è comunemente ritenuta la sua ossessione per il suicidio. Non è da escludersi che la Rochelle risulti scomodo quanto un tizzone ardente tra le mani più per questa volontà, apparsa già nell’infanzia e poi ponderata con filosofica intelligenza nel corso degli anni, che non per il collaborazionismo. Sarebbe facile dire che si è ucciso per sfuggire a un processo sommario ormai inevitabile dopo lo sbarco in Normandia. Lo sarebbe, se lui non avesse messo nero su bianco le sue intenzioni e il suo paese non avesse avuto il merito di continuare a ristamparle.

drieuVT_Journal-1939-1945_8664.jpegL’opera di Drieu è una scomoda riflessione sul togliersi la vita. E tutto ciò con il senno di poi sembra rispecchiare la crisi autolesionistica che attraversa l’Occidente. Il bello è che lui credeva nell’immortalità dell’anima, anche se in senso più induista che cristiano. Accanto al suo cadavere fu trovata una copia delle Upanishad. Drieu aveva cercato, affacciandosi alla filosofia, al cristianesimo, infine alle tradizioni dell’estremo oriente, senza trovare una via d’uscita. La sua letteratura dice questa ricerca. Dalle Memorie di Dirk Raspe, in cui racconta Vincent Van Gogh, grande suicida, a Fuoco Fatuo, in cui la morte dello scrittore surrealista Jacques Rigaut, suo sodale, è il presupposto per scrivere di getto i pensieri di un uomo incapace di appartenere alla realtà e di amare perché “non può toccare niente” e soltanto la pistola è finalmente reale, un oggetto solido attraverso cui realizzare finalmente qualcosa di tangibile. Ed eccolo, terribile e crudele, l’unico atto possibile per chi non ha più ideali né dei. Stiano zitti i medici, semmai a chi vuole leggere Drieu consiglino di tenere a portata di mano un flacone di antidepressivi, ma per carità non lo si liquidi con l’etichetta del depresso.

Drieu era lucido. Aveva deciso da giovane di andarsene prima di invecchiare, con pagana deferenza per la sua bellezza e un narcisismo a dir poco attuali. In Racconto segreto cerca di dimostrare la validità delle sue intenzioni muovendosi tra Baudelaire, “il poeta della meditazione”, e Dostoevskij, nel dilemma di “cristiano o suicida, credente o ateo”, dicendosi felice di aver evitato di togliere il disturbo nella “frittata collettiva” della trincea per scegliere infine una morte aristocratica, filosofica, come onorevole via d’uscita da un mondo che a suo avviso non gli apparteneva. Con un salto all’indietro e neanche troppa fantasia, bisogna ammettere che se proprio gli si deve affibbiare un’etichetta può andar bene quella dello stoicismo. Se la mia patria e le idee di cui sono figlio sono destinate all’oblio, è inutile aggrapparsi alla vita: è ridicolo sopravvivere a se stessi. Drieu muore un po’ come Seneca e Catone, con distacco e dopo una ferma e meditata scelta. Un atto di estrema e violenta libertà, inquietante, scomodo, deprecabile, ma in cui dimostra ancora una volta una spietata coerenza: la patria e le idee sono perdute, tuttavia la vita è mia e ne dispongo come meglio credo. Certo il suo alter ego, Alain-Jacques Rigaut, in Fuoco fatuo si rifugia nella droga e nell’alcol, quindi è un debole. Ma in fondo va bene anche questo. La sobrietà non è contemplata nell’arte della decadenza. Perché gli antieroi di Drieu sono attuali almeno quanto quelli narrati dai suoi stanchi epigoni involontari. Tutta gente che si metterebbe le mani nei capelli, se fosse consapevole di scimmiottare un uomo vissuto molto tempo fa: un fascista morto suicida.

Ezra Pound and the Corporate State

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Ezra Pound and the Corporate State

In a modern world subject to the numerical vagaries of bad credit and unbalanced algorithms, the Fibonacci number offers a pattern of sanity and intrigue. Know also as the Golden Spiral, this pattern appears as a perfect and dynamic model of order visible in creation, yet also demonstrates the intriguing attribute of having no beginning and no end. The spiral implies that from the micro to the macrocosm exist a fundamental and unbroken connection, implying a correlation between the health of one’s cellular structure and the socio-political forms of global order. Whereas Aristotle spoke of the Golden Mean, the Golden Spiral describes arrangements of natural phenomena ranging from the seed pod arrangement of a pinecone to spiral galaxies such as the milky way.

Somewhere along this ‘divine proportion’ has emerged what the great American poet Ezra Pound called a “canker corrupting all things”, leaving both cell and state compromised. CONTRA NATURAM! Lincoln called it “a black spot on the soul of a nation”. What Pound refers to is a subject and condition that has been poisoning the worlds cellular structure since homo sapien emerged, but has been successfully resisted until the past millennium brought forth an overpowering method of human economic interaction that is guaranteeing the eventual ecological collapse of the earth, with social collapse already a global visible phenomenon. It is an age which Pound says is characterized by the need “to sell, and sell quickly”. The acceleration of industry by usury which the modern world is built upon has led to the securitization of vast swathes of the earth’s surface, bringing forth untold trillions of apparent wealth, while leaving behind poisonous rivers and species extinction; an age in which even the air is tainted with industrial excess. Debt, the delayed contact with reality, allows men to profit off the future, Pound says to “rake in the profits resulting from changes in the values in the monetary units”. A 2006 US senate report noted that as much as 60% of the oil price rise since the early 2000’s were due to the activities of investment banks speculating on the oil futures market.

The poet offers us a Malapartian blend of fact and fiction, a tapestry weaving together historic truths with intelligent composition, creating the epic of the Cantos written over 50 years. His writings offer insights into economics, history, culture and the meaning of language. His enemy is usury, the enemy of freedom, his allies – none save his mind, which was declared lost in 1945, “when the raft broke and the waters went over me”, a charge which inspired the poet towards greater heights. Pound begins Cantos XLV “With usura hath no man a house of good stone each block cut smooth and well fitting that design* might cover their face”. If the absence of design is the mark of finance-capitalism then one understands that there is no end goal in sight, no purpose to be fulfilled, just rampant profiteering.”With usura is no clear demarcation” declares the poet; the lines between low and high, between ugly and beauty, between extinction and survival have been severed.

Discrimination, as Ian Dallas writes, forms the basis of sanity. R.D. Laing defined madness as the sane response to an insane situation. The madness of contemporary leadership is evident in their fundamentalist belief held in the magical brilliance of paper-money and democracy, while increasingly vast slums of the urban poor lead to new warfighting doctrines being developed by the state. Civil unrest, poverty and the imposition of draconian laws by a self serving state mean that the masses find themselves in a situation where citizen and terrorist are both addressed via uniform methods owing to budget-deficit enforced standardization protocols. In America, SWAT teams were once present only in the largest cities, now every mid sized city has one, routinely employing them in day to day activities such as the serving of warrants, with deadly consequences. Matt Apuzzo writes that “police departments have received tens of thousands of machine guns; nearly 200,000 ammunition magazines; thousands of pieces of camouflage and night-vision equipment; and hundreds of silencers, armored cars and aircraft.” with the result that the hardened American soldier returning home finds airport security using the same M4 assault rifles as he used in Afghanistan.

Pound writes that “with usura hath no man a painted paradise on his church wall”. With empty churches being converted to banks across Europe, and banks built like cathedrals, a paradise aspired to has become a laughed at chapter in history. Marx wrote that money has itself been endowed “with the properties of a quasi-religious nature”. Sheldon Wolin writes that under the corporate state “a giant corporation includes prayer sessions for its executives while evangelicals meet in franchised congregations while millionaire preachers extol the virtues of capitalism”

Paraphrasing Karl Polanyi, the American activist Chris Hedges writes that capitalism “turns human beings and the natural environment into commodities. This ensures the destruction of both society and the natural environment. The ecosystem and human beings become objects whose worth is determined solely by the market. They are exploited until exhaustion or collapse occurs. A society that no longer recognizes that the natural world and life have a sacred dimension, an intrinsic value beyond monetary value, commits collective suicide. Such societies cannibalize themselves.” The internal cannibalism of the united states, as evident in such dreadful carcass of Detroit testify to the reality of great lands under siege by usura.

If we may take a democratic approach to world history we may find interest in the fact that the majority have for the majority of the time found value in the belief that behind the perceived order or disorder of existence lay something beyond themselves, a sacred ‘design’ around which were built temples and civilizations. The loss of the divine has not been without consequence. James Mossman’s suicide note famously read “I can’t bear it any more, though I don’t know what ‘it’ is.”

The towering figure of Sheldon Wolin, a retired political science professor from Yale, has called the phenomena of our free society an “inverted totalitarianism” which stands in direct comparison with the classic totalitarianism of Nazi Germany and Fascist Italy. His extraordinary book of the same name explores layer by layer the social outcomes of advanced finance-capitalism as reflected in the world greatest inverted totalitarian regime, the land of his birth. What he documents is a phase in social organization that every capitalist state will eventually pass through, en route to harsher forms of control and financial insecurity. The correlation of debt to totalitarianism seems to be in the 21st century a valid theorem when evaluating the social costs of capitalism.

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The defend the present with reference to socialisms failure is to divert attention from the de facto extension of state control over life towards the utopian belief in social and political freedom enshrined in a humanist doctrine espousing liberty, de jure. Inverted totalitarianism is the outcome of “investing de facto power with authority”. When money is power, government becomes the formal face of governance, but is itself beholden to real power originating elsewhere. In the inverted totalitarianism created by finance-capitalism, “economics trumps politics” as opposed to classical totalitarianisms where the economy is an instrument in the service of the political leader. Wolin writes that in this system “the leader is not the architect of the system but its product”.

The question of debt is not some sentimental affair dramatised by the stage antics of Bono and Blair, nor private in the case of ones personal debt or the national debt as a technical problem concerning the citizen of “his” nation. Patriotism quickly vanishes when the reality of the corporate state is understood. The question of debt reaches into the very DNA of the modern state and can be seen as the cause and effect of much social ill as well as the inevitable driver of every capitalist state towards harsher forms of control. Debt has been likened to a delayed contact with reality. This places today’s much vaunted ‘personal freedoms’ into a saner context: one day it will catch up with us because the imbalance that promotes unconstrained sexual freedom is the same that allows the unconstrained rape of the ecosystem.

As the corporate state oversees the wholesale sale of the nation and its prosperity, the resulting disintegration will necessitate the fusion of corporate monopoly with the security apparatus of the state, leading to the inverted totalitarianism of capitalist society. The media will explain that certain restrictions and draconian laws will be implemented in order to save our free societies. To prepare us for our the protection of our freedoms the state will offer us democratic accountability: the narrative states that our debt is the reason that we are collapsing as a society, a truth experienced personally by billions of the worlds poor. Cutbacks to pay off debt means that social welfare becomes a distant memory and decent jobs a privilege reserved for the faithful few. We will all pay the price as a collective, and we will maintain the respect for the law as is befitting a nation, and that those who do not endure patiently the remedy, will be processed by an efficient legal system which makes outlaws of those flaws in the system.

The privatized prison industry is one of the most worrying indicators of social malfunction. The constraint effects of debt and the jail cell were both issues experienced by the poet. “No man who has passed a month in the death cells believes in cages for beasts”, Pound said of his time in the open air holding cells of the American military. The death-cell was the experience given to Pound by the incipient American corporate state. His freedom denied, Pound found in his shackles the reality of the corporate state; those who trespass beyond the narrow confines of the economic motif fall outside the definitional framework of a money-civilization and are incarcerated; the dangerous masses through debt and exceptional individuals within concrete walls.

 

Whereas Carl Schmitt spoke of the ‘total state’ penetrating every aspect of society, Wolin speaks to us of a corporate state where every aspect of human life, from religion to culture, to people, become commodified, becomes exploitable, to turn a profit. When every aspect of life becomes subject to an economic determinism, when our impulses and physical movements are all in tune with market forces, then the corporate state has imposed a brilliant coup de etat, in effect rewriting society according to the dictates of one aspect of the human existence; making money, and exalted it above all else, creating the one dimensional man who’s dependence upon credit fosters the necessity of the credit industry. Matt Tabibi writes of America showing a “culture that is slowly giving in to a futuristic nightmare ideology of computerized greed and unchecked financial violence.”

If the illogical drive towards ecological collapse is not the intention of the financial elite, then we may find uncomfortable comfort in Wolin’s explanation that this system is perpetuated by “power-holders and citizens who often seem unaware of the deeper consequences of their actions or inaction”. This economic determinism underpinning the subconscious of modern man is visible at the political level where any social challenge is addressed via recourse to a ‘budget’ allocation. Where the destruction of Amazonian rainforests are measured in the billions of dollars and where climate change proposals are ignored as too expensive.

Survival is an instinct which has been lost by economic man. This was not lost on Carl Schmitt who witnessed the political extinction of a German republic which could not protect itself against an adversary using constitutional means to destroy the constitution. His nation’s fascist destiny was not beyond the powerful undercurrents of a European civilization succumbing to ‘market forces’. Karl Polanyi wrote that “fascism, like socialism, was rooted in a market society that refused to function.”

Whereas Carl Schmitt sought to protect the “political” from the corroding affects of a financial philosophy of history, Wolin writes that in the corporate state “It is politics all of the time but a politics largely untempered by the political”, low voter turnout but a simple indicator that the uneducated masses even know that what they are given as politics” is a media spectacle necessary for the holographic flame of democracy to stay lit. With the death of politics traditionally understood, anacyclosis as defined by Polybius has been supplanted by market forces, with its own cyclical logic visible on the stock market.

The corporate state may be defined as a mixed constitution of plutocracy, oligarchy and democracy with a state security apparatus which serves the front of the most powerful interests within that state. While a mixed constitution might appear as the recommended means of fostering stability by delaying the painful stages of political cycles, the peculiar nature of financial capitalism fosters a regime which Polybius would have rejected outright as tyrannical in the extreme; one of his negative regimes favoring the few over the many; the corporate state is by design anti-democratic.

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Pound wrote that “The Scientists are in terror and the European mind stops”. It is significant that the monied narrative struck at the popular heart of western civilization by examining in minute details the debt problems in modern Greece. Our prized rationality itself seems to be undergoing restructuring as the home of the Acropolis sees right wing thugs carrying clubs and knives to “cleanse” the streets of this once great city. That citizens might employ vigilante violence against non-Greeks to cure a problem caused by the diseased logic of fiat money means that modern education has successfully forced us to equate squares with triangles, allowing easy reception to that other equation of freedom equals democracy and free markets. According to Wolin, inverted totalitarianism is the inevitable political form of capitalism.

In the maelstrom of these unfolding events, society should remember that even the Ancients Greeks had divine recourse; inscribed above the entrance of the Temple of Apollo was the exhortation “know thyself”, and as millions of activists worldwide strive to correct these wrongs, we would do well to remember the exhortation of Odysseus; “hold fast, my heart, you have endured worst suffering”.

*design/delight according to different versions of the text

Spanish version below

See also this old interview with Sheldon Wolin, and then buy his book

https://www.youtube.com/watch?v=-wlHB6jSe7s https://www.youtube.com/watch?v=K6HMQM7Lo58

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Débardeurs et Sweatshirts

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