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samedi, 17 février 2018

Editorial EAS: Tienda

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Editorial EAS: Tienda

IMPERATOR ROMANORUM: Enrique I, Otto el Grande y el surgimiento del Primer Reich Alemán por Troy Southgate

12.95€

¿Qué acontecimientos ocurrieron en Europa tras la ruptura del Sacro Imperio Romano?

¿Qué nueva dinastía se presentó en el corazón de Europa?

¿Cómo surgió el Primer Reich Alemán?

¿Quienes fueron Enrique I y Otto el Grande?

Descripción

Sugerir que los cautivantes eventos de la Alemania del siglo X fueron complejos y tumultuosos sería un eufemismo. Luego de la muerte del emperador Carlomagno, en 814, el Sacro Imperio Romano se había roto y una sucesión completa de monarcas europeos —comenzando con Luis el Piadoso (778-840)— mostró una marcada incapacidad para cumplir con las rigurosas exigencias del legado imperial. En el momento oportuno, sin embargo, una nueva dinastía se presentó en el Reino Alemán de Sajonia y cambió para siempre el rostro de la política europea. Comenzó con Enrique el Pajarero (876-936), un rey que pasó gran parte de su reinado intentando sofocar las hordas eslavas y magiares que se levantaban en el Este, una tarea que más tarde fue completada por su hijo, Otto el Grande (912-973). Este último, un líder más formidable y ambicioso, se sobrepuso a una serie de rebeliones aristocráticas dentro de sus propias fronteras, antes de emprender una campaña exitosa en Italia, para finalmente convertirse en emperador. Como resultado de su enfoque inflexible hacia el Papado Católico y el empleo de algo de diplomacia bastante astuta en relación con el Imperio Bizantino, Otto pasó a convertirse en una de las figuras más importantes en la historia alemana. Bien organizado y empleando una amplia variedad de fuentes primarias y secundarias, este apasionado y vigorizante relato examina algunos de los más fascinantes e intrigantes aspectos de la Alemania Otoniana y es una adición valiosa dentro del campo de la historia europea medieval.

Troy Southgate

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Programación Mental: El arma oculta de las élites por Manuel Quesada y Ramón Irles

14.95€

“La característica de la gobernación moderna es que no se sabe quién gobierna de facto, lo mismo que de jure. Vemos al político, pero no a quien lo respalda y menos aún al que respalda al respaldador ni (lo que es más importante) al banquero del respaldador. Entronizado entre todos nosotros está el profeta oculto de las Finanzas, gobernando las vidas de los hombres y lanzando exorcismos en una lengua desconocida por todos.”

G.K. Chesterton

“La herramienta básica para la manipulación de la realidad es la manipulación de las palabras. Si puedes controlar el significado de las palabras, puedes controlar la gente que debe usar las palabras.”

Philip K. Dick

“Se puede ver sólo lo que se observa y se observa sólo lo que está en la mente”

Alphonse Bertillon

No puedo sino suscribir con la más fuerte de las convicciones lo que ha dejado escrito en el prólogo Felipe Botaya “El trabajo … es de una profundidad que rara vez se puede ver en un texto de estas características”.

El libro creará escuela y será un referente imprescindible para los políticos decentes de la nueva generación. El libro es sencillamente ¡GENIAL!

Antonio Hernández (Premio Accesit Universidad de Valladolid)

Descripción

Siempre he dicho y por ello valoro enormemente este libro, que las élites tienen unos conocimientos, a través de sabios y eruditos mercenarios y lacayos sobre la psique humana que no se enseña en las universidades. Llegan mucho más lejos y en silencio a campos mentales totalmente nuevos que aplican sobre nosotros.

Hoy la PNL o Programación Neuro-Lingüística aglutina lo que antes se hacía de forma casi casual y eran las técnicas de control mental o también el llamado proceso de educación mental de las personas. Es evidente que desde la antigüedad ha habido un interés de los gobernantes por controlar a sus gobernados, para dirigirlos a su antojo y tenerlos controlados. En el fondo y aquí radica el éxito de esta técnica actual, la principal consecuencia es el cambiar la personalidad natural de la persona y sus inclinaciones, hasta convertirle en la personalidad deseada por el gobernante.

El trabajo de Manuel Quesada y Ramón Irles es de una profundidad que rara vez se puede ver en un texto de estas características. Al mismo tiempo, su lectura es amena, comprensible y el lector irá viendo a medida que avanza, que lo que explican ambos escritores está a la orden del día.

Verá ejemplos muy claros de manipulación, como la población de las sociedades occidentales admite sin discutir y sin darse cuenta de la realidad que vive, encaminándose hacia la destrucción sin parangón en la historia.

Aquí no hablamos de guerras convencionales, con ejércitos bien definidos y geográficamente localizados, hablamos de la batalla por la mente humana y esa guerra la están ganando aquellos que quieren someternos y esclavizarnos.

Dr. Felipe Botaya

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Manifiesto de la Izquierda Nacional: La síntesis del siglo XXI por Laureano Luna

9.95€

En la era del capitalismo global la izquierda nacional es la izquierda a secas, la única izquierda posible.

Fco. José Fernández-Cruz Sequera

Descripción

Las clases trabajadoras de los países desarrollados asisten a un deterioro continuado de sus derechos laborales y de sus salarios reales desde los años ochenta. Se trata de un formidable ataque de las nuevas formas del capitalismo ‒el capitalismo global‒ contra las conquistas laborales de los trabajadores y el modelo social europeo.

La humanidad carece hoy por hoy de la posibilidad de construir una autoridad política mundial capaz de sobreponerse al poder del dinero. Solo los Estados nacionales y aquellas instituciones supranacionales que se apoyen en ellos tienen la posibilidad de someter el poder del dinero a los valores de la civilización y a los intereses de las clases trabajadoras. Por eso en la era del capitalismo global la izquierda nacional es la izquierda a secas, la única izquierda posible.

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El Hombre de la Tradición por Eduard Alcántara

12.95€

Sin duda son las actitudes propias del Hombre de la Tradición las que suponen el antídoto idóneo ante las dinámicas disolventes de los tiempos presentes.
 
Descripción

En un mundo que ha llegado a las más altas cotas de disolución imaginables se hace imprescindible que el hombre que quiera sobrevivir en medio de tantas ruinas sepa qué actitudes existenciales debería seguir por tal de intentar no sucumbir en medio del marasmo envilecedor, desarraigante y desgarrador al que la modernidad y la postmodenidad lo quieren arrastrar. Sin duda son las actitudes propias del Hombre de la Tradición las que suponen el antídoto idóneo ante las dinámicas disolventes de los tiempos presentes.

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Notas sobre peronismo por Alberto Buela

14.95€

La exposición de esta idea puede desarrollarse en tres secciones o partes:

La primera consiste en fijar el marco teórico donde se sitúa y qué significa la noción de Comunidad Organizada. La segunda estriba en ubicar esta idea en la obra de Perón. La tercera es una exposición sistemática de la misma.

Descripción

La Comunidad Organizada tiene dos lecturas posibles: Como sistema social a construir; y como sistema de poder.

Como sistema social; sostiene que el pueblo suelto, aislado, atomizado, no existe. Sólo existe el pueblo organizado y como tal se transforma en factor concurrente en los aparatos del estado que le son específicos a cada organización del pueblo.

Como sistema de poder, sostiene que el poder procede del pueblo que se expresa a través de sus instituciones intermedias. Ni el poder procede del gobierno, ni del Estado. Ni el pueblo delega su poder en las instituciones del Estado.

Estas dos lecturas constituyen el círculo hermenéutico que explica la idea de Comunidad Organizada. El pueblo como pueblo organizado crea un sistema social que genera un poder político real, (no virtual como la parodia democrática: “Un hombre igual a un voto”) que le permite la recreación permanente de un sistema social para el logro de la “buena vida”.

El presupuesto ideológico de la Comunidad Organizada es su populismo que consiste en:

1) considerar al pueblo como fuente principal de inspiración.

2) Término constante de referencia y…

3) depositario exclusivo de valores positivos.

Mientras que la crítica política que se desprende de la Comunidad Organizada es que las instituciones formales del Estado demo-liberal no alcanzan, no son suficientes para expresar las demandas auténticas de los pueblos.

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La guerra del fin del mundo por Francisco J. Fernández-Cruz Sequera

9.95€

El escrito de Fernández-Cruz explica el cambio en el mundo desde el siglo XVIII al XXI, de Kant a Putin.

Gustavo Morales

Descripción

El liberalismo económico se ha quedado con el poder ocultando su existencia y para ello necesita los medios de comunicación. Ya no es el carro de combate ni el soldado quienes expresan el orden, son los medios. “La globalización de la cultura y la información es un componente fundamental que subyace a todas las otras dimensiones institucionales de la globalización”.

La economía financiera ha sustituido a la real. La información pasa a ser un útil de trabajo y una mercancía. Los mercados financieros son la realidad económica dominante, el lugar donde se asigna el valor de compra. La globalización es, sobre todo, financiera.

El escrito de Fernández-Cruz explica ese cambio en el mundo desde el siglo XVIII al XXI, de Kant a Putin.

Gustavo Morales

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  Address: Apdo 621, CP- 03180, Torrevieja (Alicante)

  Web: editorialeas.com

mardi, 13 février 2018

Bêtes, hommes et dieux - L’énigme du Roi du Monde

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Vient de paraître aux editions Déterna :

Bêtes, hommes et dieux

L'énigme du Roi du Monde

de Ferdinand Antoni Ossendowski, préface de Michel Gaudart de Soulages.

« On lira avec plaisir ce livre de Ferdinand Ossendowski
qui retrace son voyage véritablement initiatique
et qui le conduira non seulement
à des rencontres avec des êtres de légende,
mais aussi à le faire pénétrer dans les mystères
d’une Asie immémoriale et éternelle »

 

(propos sélectionnés par Fabrice Dutilleul)

 

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Qui était Ferdinand Ossendowski ?

 

Nommé ministre des finances des forces anti-bolcheviques durant la guerre civile russe, par le Gouverneur Suprême de la Russie Alexandre Vassilievitch Koltchak (1874-1920). En 1920, dans une Russie toujours déchirée par la guerre civile entre les Bolcheviques et les Blancs, l’auteur, brillant ingénieur géologue polonais au service de la Russie tsariste, va être arrêté par un détachement de l’Armée rouge voulant le fusiller.

Pour sauver sa vie, il décide de traverser à pied la Sibérie, la Mongolie et le Tibet pour atteindre l’Inde anglaise ; ce périple lui fait traverser une nature hostile, à cheval et bien armé avec des compagnons de voyage tout aussi menacés. Son récit n’est pas une simple histoire de fuite et de survie : il rend hommage à la beauté âpre de l’Asie.

Après de nombreuses péripéties – comme la débâcle de l’Iénisséi : les énormes blocs de glace qui partent à la dérive dans des claquements assourdissants entraînent derrière eux les cadavres encore frais des innombrables victimes de l’automne précédent– qui le conduise à Pékin, après une tentative manquée pour s’échapper par le Tibet.

 

Grand amateur de mystères, Ferdinand Ossendowski donne enfin une dimension ésotérique à son odyssée…

 

Oui, lorsqu’il évoque ses expériences chamaniques et sa révélation du mythe du Roi du monde : en Mongolie, il rencontre ainsi des personage historiques, tel le Bouddha vivant, le « roi du monde », le Bogdo Khan, des chamans visionnaires, des lamas empoisonneurs, un monde de magie et de folie mystique…

Dans le présent ouvrage est relaté sa rencontre de dix jours avec le premier, Roman Fedorovich von Ungern Sternberg (1886-1921), dernier khan de Mongolie, surnommé après sa mort le « baron fou » par ses détracteurs.

 

Remarquable notamment est l’évocation faite de l’Agarttha…

 

En effet, rappelons que l’Agarttha est ce sanctuaire souterrain caché sous la chaîne de l’Himalaya où officieraient les Maîtres du Monde : « Le roi du Monde appraîtra devant tous les hommes quand le temps sera venu pour lui de conduire tous les bons dans la guerre contre les méchants ; mais ce temps n’est pas encore venu. Les plus mauvais de l’humanité ne sont pas encore nés. »

 

On lira avec plaisir ce livre de Ferdinand Ossendowski qui retrace son voyage véritablement initiatique et qui le conduira non seulement à des rencontres avec des êtres de légende, mais aussi à le faire pénétrer dans les mystères d’une Asie immémoriale et éternelle.

 

Bêtes, hommes et dieux. L’énigme du Roi du Monde – Ferdinand Antoni Ossendowski, préface de Michel Gaudart de Soulages (éditions Déterna, 334 p. – 31 euros)

BON DE COMMANDE

à renvoyer à : Francephi diffusion - Boite 37 - 16 bis rue d’Odessa - 75014 Paris - Tél. 09 52 95 13 34 - Fax. 09 57 95 13 34 – Mél. diffusion@francephi.com

Commande par internet (paiement 100 % sécurisé par paypal ou carte bancaire) sur notre site www.francephi.com.

Bêtes, hommes et dieux - L’énigme du Roi du Monde

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Vient de paraître aux editions Déterna :

Bêtes, hommes et dieux

L'énigme du Roi du Monde

de Ferdinand Antoni Ossendowski, préface de Michel Gaudart de Soulages.

« On lira avec plaisir ce livre de Ferdinand Ossendowski
qui retrace son voyage véritablement initiatique
et qui le conduira non seulement
à des rencontres avec des êtres de légende,
mais aussi à le faire pénétrer dans les mystères
d’une Asie immémoriale et éternelle »

 

(propos sélectionnés par Fabrice Dutilleul)

 

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Qui était Ferdinand Ossendowski ?

 

Nommé ministre des finances des forces anti-bolcheviques durant la guerre civile russe, par le Gouverneur Suprême de la Russie Alexandre Vassilievitch Koltchak (1874-1920). En 1920, dans une Russie toujours déchirée par la guerre civile entre les Bolcheviques et les Blancs, l’auteur, brillant ingénieur géologue polonais au service de la Russie tsariste, va être arrêté par un détachement de l’Armée rouge voulant le fusiller.

Pour sauver sa vie, il décide de traverser à pied la Sibérie, la Mongolie et le Tibet pour atteindre l’Inde anglaise ; ce périple lui fait traverser une nature hostile, à cheval et bien armé avec des compagnons de voyage tout aussi menacés. Son récit n’est pas une simple histoire de fuite et de survie : il rend hommage à la beauté âpre de l’Asie.

Après de nombreuses péripéties – comme la débâcle de l’Iénisséi : les énormes blocs de glace qui partent à la dérive dans des claquements assourdissants entraînent derrière eux les cadavres encore frais des innombrables victimes de l’automne précédent– qui le conduise à Pékin, après une tentative manquée pour s’échapper par le Tibet.

 

Grand amateur de mystères, Ferdinand Ossendowski donne enfin une dimension ésotérique à son odyssée…

 

Oui, lorsqu’il évoque ses expériences chamaniques et sa révélation du mythe du Roi du monde : en Mongolie, il rencontre ainsi des personage historiques, tel le Bouddha vivant, le « roi du monde », le Bogdo Khan, des chamans visionnaires, des lamas empoisonneurs, un monde de magie et de folie mystique…

Dans le présent ouvrage est relaté sa rencontre de dix jours avec le premier, Roman Fedorovich von Ungern Sternberg (1886-1921), dernier khan de Mongolie, surnommé après sa mort le « baron fou » par ses détracteurs.

 

Remarquable notamment est l’évocation faite de l’Agarttha…

 

En effet, rappelons que l’Agarttha est ce sanctuaire souterrain caché sous la chaîne de l’Himalaya où officieraient les Maîtres du Monde : « Le roi du Monde appraîtra devant tous les hommes quand le temps sera venu pour lui de conduire tous les bons dans la guerre contre les méchants ; mais ce temps n’est pas encore venu. Les plus mauvais de l’humanité ne sont pas encore nés. »

 

On lira avec plaisir ce livre de Ferdinand Ossendowski qui retrace son voyage véritablement initiatique et qui le conduira non seulement à des rencontres avec des êtres de légende, mais aussi à le faire pénétrer dans les mystères d’une Asie immémoriale et éternelle.

 

Bêtes, hommes et dieux. L’énigme du Roi du Monde – Ferdinand Antoni Ossendowski, préface de Michel Gaudart de Soulages (éditions Déterna, 334 p. – 31 euros)

BON DE COMMANDE

à renvoyer à : Francephi diffusion - Boite 37 - 16 bis rue d’Odessa - 75014 Paris - Tél. 09 52 95 13 34 - Fax. 09 57 95 13 34 – Mél. diffusion@francephi.com

Commande par internet (paiement 100 % sécurisé par paypal ou carte bancaire) sur notre site www.francephi.com.

lundi, 12 février 2018

Matthew Crawford: Creating a Place to Be

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Matthew Crawford: Creating a Place to Be

Review:

Matthew Crawford
The World Beyond Your Head
Farrar, Straus and Giroux, 2016

jacket_med.jpgMatthew Crawford is a new but powerful intellectual. His debut in the public sphere began in 2009 with his book Shop Class as Soulcraft, which was affectionately dubbed “Heidegger and the Art of Motorcycle Maintenance” by Slate [2], and positively reviewed by Francis Fukuyama [3]. Crawford’s second polemic, however, is more far-reaching, and stands to usurp his first work as a philosophical masterpiece.

The book seeks to resolve the crisis of attention in which we find ourselves. Modernity has gently but completely entrapped much of the world, not merely in advertisements and clickbait, but in automated distractions that have no care or interest in the cognitive cost that these stimuli impose on their audience. These claims on our attention make it difficult to develop a coherent thought, discern what is valuable, or build competence in a skill—all of which require periods of uninterrupted focus that our world doesn’t seem interested in allowing us. But perhaps worse than that, these distractions seem designed to create values—or even dependencies—in line with the interests of those crafting the distractions. Because the distribution of attention is a zero-sum equation, valuing what is procured for us by “choice architects” comes at the expense of other things we might otherwise value. Focusing on a social media or email notification on my phone, for instance, means that in that moment, I cannot focus on work that I get paid for, giving my daughter a bath, or paying attention to my wife. The constant stream of interruptions reduces our ability to marshal our attention effectively in the creation of an authentic self.

Crawford argues that the origins of the problem can be found in an Enlightenment idea of freedom most powerfully espoused by Immanuel Kant, which separates our will from the material world. The goal was to save human freedom from the mechanistic determinism of Thomas Hobbes by placing human autonomy on a plane of existence beyond the reach of the world. According to Kant, action must be inspired by the realm of the pure intellect, of a priori moral laws, if we are to be free agents, untarnished by mechanistic infringements upon our autonomy. This retains “free will,” and the dignity of humans as agents touched by the divine spark . . .  or does it?

The book meanders through the relevant literature on perception and cognition, eventually concluding that our ability to see is inseparable from motion, and that thinking similarly contingent upon objects in our environment, including our bodies. In other words, the agency Kant was seeking to protect is not shielded by running away from the material world, but rather is expanded (to whatever degree it can be) by orienting ourselves in relationship to the world.

By way of explanation, Crawford introduces the reader to the concepts of ‘jigs’ and ‘nudges.’ Jigs are contraptions—usually ad hoc—that allow a carpenter to make cuts at exactly the same length without having to measure every individual piece. More broadly, they are ways that experts design their own environment to take some of the cognitive burden of their work, allowing them to focus on other things. The term “nudge” was coined by Cass Sunstein, the head of the Office of Information and Regulatory Affairs under President Obama. Nudges are similar to jigs in principle, in that they accept the limitations of human attention and attempt to engineer behavior, usually by establishing default choices (in Cass Sunstein’s case, by changing the default employee 401k choice to “opt-in”). However, unlike the jig, which is organic creation and usually an indirect product of the environment itself, the nudge is the product of administrative fiat.

The efficacy of the jig and the nudge in the real-world show that this materially grounded conception of human will is not actually escaped by embracing Kant’s Grounding for the Metaphysics of Morals. All that happens is that the reins of attention—our physical world—are presented for control to someone else.

The book takes a downright sinister turn in the exploration of the psychology of casinos. The phenomenon of the casino demonstrates the naivete—or insidiousness—of people who moralize about pulling ourselves up by our bootstraps in an environment purposely engineered to keep that from happening. The design philosophy behind casinos, and perhaps of much of social media, is essentially autistic. It affords the participant the gratification of pseudo-action, having ‘made something happen,’ and this provides a sense of comfort. But this pseudo-action happens within such a constrained system that increases in skill or experience are not relevant, and sometimes not possible. Individual growth does not result in any meaningful change in outcome. By contrast, one can be constrained by the nature of a motorcycle engine, and by accepting and learning these constraints, the individual gradually become more competent in fixing them. Being constrained by the rules of a slot-machine, however, gives the actor the feeling of power over their environment (I push a button, and the machines spins) without any possibility of meaningful improvement.

MC-shop.jpgSuch a design philosophy does not make people more free. By placing their “free will” beyond the reach of their material environment, we make room for all sorts of impositions on people’s ability to act in their own interests, and we may even make them vulnerable to exploitation. In the casino, this can include exploitation “to extinction.”

The book lays out a lethal criticism of the libertarian idea that “people should be allowed to make their own decisions” on this point. Our decisions are not free, and cannot be free, because absolute freedom of choice would render decision-making impossible. The defense of libertarian freedom requires us to join Pennsylvania governor Ed Rendell, and say of problem gamblers that “anyone who has that bent is going to lose their money anyways.”

Even a few weeks of familiarity with smart phones, video games, alcohol, sex, cigarettes, or porn is enough to know that all humans ‘have that bent’ in some capacity. The defense of libertarian freedom is, at best, a failure to understand the environmental effect of decision-making; at worst, something more nefarious.

The “freedom” that both those on the left and the right want to preserve is not a kind of “ability to do otherwise,” though people often attempt to describe it in this way. Rather, it is the kind of feeling of power that Nietzsche articulated, which Crawford captures in his description of a line-cook who feels “like a machine” when he is performing at his best.

What he seems to convey when he exults “I’m a machine,” ironically enough, is that he is caught up in a moment of savoring his own distinctly human excellence. One virtue of the extended-mind rubric is that it offers a theoretical frame for understanding a very basic, low-to-the-ground mode of human flourishing, in which we are wholly absorbed in activity that joins us to the world and to others. The cook finds pleasure in his ability to improvise; to meet the unpredictable demands of the situation, and to do so within the structure imposed by the kitchen.

This feeling of power is accomplished by tuning ourselves to our environment, and also by tuning our environment to ourselves, to create an ecology of attention that gives a feeling of coherence in our lives.

It may be less surprising to some than to others that a writer like Rebecca Newberger Goldstein [4] might take issue with Crawford’s diagnosis, particularly with his assessment of the Enlightenment. While Crawford’s argument is, as Goldstein rightfully points out, by no means a complete history of enlightenment thought, the incompleteness of his account of Spinoza and Hume is not particularly relevant to the argument. Crawford is not saying ‘the Enlightenment was bad,’ but rather ‘this particular conception of the self is wrong.’ By outward appearances, Goldstein’s fixation on the Enlightenment looks like a superficial excuse to disagree with Crawford’s account of coherent self-hood, agency, and a moral theory of attention, without actually addressing the argument itself.

In the end, Crawford’s theory of attention and the self presents a challenge to the neoliberal and libertarian conceptions of individual agency that have separated us from the legacy of those who did have our best interests at heart. It is an argument which—red herrings about the Enlightenment aside—does not appear to have a strong counterargument. If it is correct, then it poses the reader with the challenge of finding some way to ‘jig’ our collective environment in such a way that the possibility of forging a coherent self is possible. If we don’t, then we will be ‘nudged’ into accepting an autistic existence in a kind of Brave New Casino.

Given the rates of porn addiction [5] and suicide [6] that we have presently, such a future may not be very far off.

Article printed from Counter-Currents Publishing: https://www.counter-currents.com

URL to article: https://www.counter-currents.com/2018/02/creating-a-place-to-be/

URLs in this post:

[1] Image: https://www.counter-currents.com/wp-content/uploads/2018/02/WorldBeyondYourHead.jpg

[2] Slate: http://www.slate.com/articles/arts/books/2009/05/heidegger_and_the_art_of_motorcycle_maintenance.html

[3] Francis Fukuyama: http://www.nytimes.com/2009/06/07/books/review/Fukuyama-t.html?pagewanted=all

[4] Rebecca Newberger Goldstein: https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2015/05/dont-overthink-it/389519/

[5] porn addiction: https://www.webroot.com/us/en/home/resources/tips/digital-family-life/internet-pornography-by-the-numbers

[6] suicide: https://www.counter-currents.com/2017/07/chester-bennington-and-white-male-suicide/

dimanche, 11 février 2018

Editorial EAS: Colección Pensamientos & Perspectivas

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Editorial EAS: Colección Pensamientos & Perspectivas

Un golpe de efecto en el mundo cultural actual, una llama que pretender avivar el fuego del interés por el conocimiento, un respiro de aire fresco en el saber de Occidente… Nuevas plumas salen al descubierto para enfrentarse al ensayo y a la literatura cotidiana; pensadores y literatos, trovadores y ensayistas que pretenden despertar nuevas mentes y redescubrir la esencia de lo que es pervertido por los mass media, eso es Pensamientos & Perspectivas, la esencia del simbolismo del ‘Árbol’ transmitida por plumas disidentes del siglo XXI y plasmada en aquellos autores que despiertan mentes inquietas.

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JÜNGER: Tras la guerra y la paz

Autores: Fernando Sánchez Dragó, Dr. Javier Nicolás, Troy Southgate, Alain de Benoist, Alexander Dugin, Luca L. Rimbotti, Gianfranco de Turris, Robert Steuckers, Julius Evola†, Ernst Jünger†, Eduard Alcántara, Andrea Berná, José Luis Ontiveros†, Santiago de Andrés, Carlos X. Blanco, Juan Pablo Vitali y Fernando Trujillo.

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Jünger y el Nacionalsocialismo por Javier Nicolás

14.50€

Incluye ensayos inéditos en castellano de Ernst Jünger

Descripción

Distancia y emboscadura habrían sido desde siempre los signos de una personalidad que observa, que medita, que percibe, que se implica en la lucha física de la vía del guerrero como un modo de vivir la acción desde la lejanía. Porque un espíritu libre, aristocrático, no podría soportar el mal olor y el peso de la gravedad de sus contemporáneos –«es preferible escribir un verso que representar a sesenta mil imbéciles en el parlamento», llegará a afirmar– por mucho que sus reflexiones le llevasen por los telúricos senderos del arraigo y de la nación y se sintiese en perfecta sintonía con un nacional-bolchevique como Niekisch. Pero su antinazismo tenía que ser, se quiere angustiosamente que fuese, algo consustancial. Su antinazismo habría precedido, se quiere angustiosamente que precediese, a la existencia del propio nacionalsocialismo.

Lo que narra el libro es el relato del diálogo directo de un soldado, de un pensador, de un escritor, de un nacionalista alemán con el fenómeno político e ideológico crucial del siglo XX, que, para bien o para mal determinó su vida, al igual que lo ha hecho con todas las nuestras.

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ORWELL: Viviendo el futuro y recordando el pasado por VV.AA.

17.50€

¿Qué historia conoces sobre la vida y obra de George Orwell? 
¿El modelo de “sociedad orwelliana” se está llevando a la práctica?
¿Existe una manipulación del lenguaje en base a una neo-lengua implantada?

¿Denuncia Orwell el Nuevo Orden Mundial, o se atrevió a revelar los planes de las Sociedades Secretas sabiendo ya que nadie podría evitarlos?

“La libertad es el derecho de decir a la gente lo que no quiere oír” George Orwell

Descripción

A voz de pronto y haciendo uso del (sin)sentido común, cualquier ciudadano apuesta por la seguridad a costa de la privacidad, prefiere dormir tranquilo, saber que todo está bajo el control de una entelequia que todo lo observa y vela por el “Bienestar” de todos. “Nadie tiene nada que temer si no hace nada malo”, la cuestión que nadie se plantea es ¿qué es lo “malo” y qué es lo “bueno”?.

Lo “bueno” y lo “malo” está supeditado a los designios de la política electoralista, de la alta finanza y el Gran Capital, de aquellos poderes que están por encima del ciudadano, esas entidades que no nos consultan sobre lo que deseamos, que aplican sus políticas restrictivas cada vez con mayor dureza y sin importarles lo que le han prometido al electorado, sus planes, los planes de los electos en cada legislatura cada vez se distancian más de los programas electorales que diseñan, la mentira es claramente más visible y descarada.

El Orden natural ha sido revertido por el orden material y ello lleva a que el ego impere por doquier. No importa lo social, lo común… el espíritu de comunidad popular ha sido colapsado por el “yoísmo”. Los medios de masas trabajan constantemente en plasmar en la mente de las personas el mensaje que les interesa a los que siniestramente dirigen el destino de los pueblos, y esto nos lleva a lo que decía Alphonse Bertillon: “se puede ver sólo lo que se observa y se observa sólo lo que está en la mente”.

Manuel Quesada

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MISHIMA: El último samurái

Autores: Dr. Kerry Bolton, Troy Southgate, John Howells, Wulf, Dimitris Michalopoulus, Christopher Pankhurst, Koichi Toyama, Douglas P., Vijay Prozak.

Pour toutes commandes:

Web: www.editorialeas.com
Contacto: info@editorialeas.com

J. F. Gayraud: finance mondiale et capitalisme criminel

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La Finance mondiale est-elle minée par le crime?

Entretien avec Jean-François Gayraud, auteur du livre
" Le nouveau Capitalisme criminel". Jean-François GAYRAUD
n'en démord pas : les économistes se trompent,
la crise économique n'est pas systémique
mais criminelle. Ce commissaire divisionnaire de la
Police nationale, ancien membre de la DST,
criminologue, proche du chercheur belge Paul JORION,
a un point de vue unique sur la crise financière.
L'actualité lui donne raison. Au Japon, le bitcoin est
en chute libre : et s'il s'agissait d'une
vaste escroquerie ? L'Escroquerie et le crime n'ont-ils
pas, de tout temps, accompagné la vie
économique? Jean-François Gayraud
dénonce cette criminalité dans un rapport.
 
 

JFG-2NCC.jpgJean-François

Gayraud :

l'économie mondiale

vue du côté de la criminologie (RFI )

 
Crises financières,
narcobanques,
trading de haute
fréquence...
Financiarisé,
mondialisé
et dérégulé à l'excès,
le capitalisme n'est-il pas
devenu criminogène ?
 
Invités :
 
- Jean-François Gayraud,
commissaire de la Police
nationale, et ancien
membre de la Direction
de la surveillance du
territoire, essayiste.
« Le nouveau capitalisme
criminel », éditions Odile
Jacob.
 
- Christian Chavagneux, rédacteur en chef adjoint
de la revue Alternatives Economiques. « La capture.
Où l'on verra comment les intérêts financiers ont
pris le pas sur l'intérêt général et comment mettre
fin à cette situation », éd. La Découverte.
 
- Jacques de Saint-Victor, historien. « Un pouvoir
invisible. Les mafias et la société », éd. Gallimard.
 

vendredi, 09 février 2018

Michel Drac sur Radio Courtoisie: «De quoi Macron est-il le nom dans ce monde chaotique?»

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Michel Drac sur Radio Courtoisie: «De quoi Macron est-il le nom dans ce monde chaotique?»

 
« De quoi Macron est-il le nom dans ce monde chaotique ? » : Pascal Lassalle reçoit Michel Drac dans "le libre journal des lycéens" sur Radio Courtoisie (3 février 2018).
 
Comprendre Macron avec Michel Drac : « VOIR MACRON, 8 scénarios pour un quinquennat ».
Michel Drac revient avec cet essai de futurologie politique.
Pour découvrir la quatrième de couverture et commande le livre : http://bit.ly/2i4haQ8
Le Retour aux Sources Éditeur :
 

DOMINIQUE VENNER: EL ENVIADO DE HOMERO

NOVEDAD EAS

 
 

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DOMINIQUE VENNER:
EL ENVIADO DE HOMERO

 

UNA OBRA DE
Robert Steuckers; Adriano Erriguel; Ernesto Milá; Jesús Sebastián Lorente; Paulino Arguijo; Eduard Alcántara; Eduardo Basurto; Néstor Luis Montezanti; Juan Pablo Vitali; Michel Lhomme; Carlos X. Blanco; William Díaz; Carlos Ruiz Lapresta; Jean-Yves Le Gallou; Luca L. Rimbotti; Gabrielle Adinolfi; Enric Ravello; Dan Roodt y Alain de Benoist.

SINOPSIS

El historiador y escritor francés Dominique Venner se suicidó de un disparo en la Catedral de Notre-Dame, el 21 de mayo de 2013. Su trágico final fue inesperado, en cuanto parecía encarnar un tipo humano que, tras haber conocido la vorágine del activismo más turbulento, alcanza un estado de serenidad estoica. Su suicidio resultará también sorprendente para quienes conocieran sus repetidos elogios al ideal griego de mesura.
 
Las líneas que siguen son un intento personal de comprender el sentido del suicidio –sacrificio o inmolación según sus allegados– del historiador y escritor Dominique Venner. Desde el respeto pero también desde la crítica a los hábitos mentales de toda una cultura política en cuyo contexto, pensamos, su muerte puede intentar explicarse. Se trata también de establecer cierta prevención frente a algunos usos ideológicos a los que esta muerte, de forma casi inevitable, se presta.
Dominique Venner quiso hacer de su suicidio un acto público. Un acto político. Como tal acto político éste es analizable sin que ello suponga faltar al respeto a su memoria ni escupir sobre la tumba del difunto.
 
¿Quién fue realmente Dominique Venner? ¿Qué lectura política –o metapolítica– cabe extraer del suicidio de Venner? ¿Cómo y por qué luchó? ¿Cuál es realmente su historia?

Colección Synergias

Edición en rústica con solapas; Páginas: 298; Tamaño: 15 cm x 21 cm; Peso: 450 gr.;
Papel: Ahuesado 90gr; Cubierta estucada plastificada en mate de 300 gr.;
Categoría: Sociopolítica
ISBN: 978-84-947007-9-8


P.V.P.: 19,95 € 

Web: www.editorialeas.com
Contacto: info@editorialeas.com

 

jeudi, 08 février 2018

Jean-Michel Valantin, le Machiavel de l’anthropocène

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Jean-Michel Valantin, le Machiavel de l’anthropocène

par Alice Audouin

Ex: http://www.aliceaudouin.com

Dans son dernier ouvrage Guerre et Nature (Prisma, 2013), Jean-Michel Valantin, chercheur spécialisé sur le lien entre Défense et Environnement, partage sa connaissance approfondie de la Défense américaine, explore et analyse la manière dont cette « première armée du monde » intègre les enjeux du développement durable. Cette exploration le conduit à remettre en perspective la notion d’hégémonie à l’ère de l’« anthropocène » (cette nouvelle ère géologique façonnée par l’homme) et montre que les techniques de résilience vont permettre de dominer un monde  soumis chaque jour davantage aux pénuries, pandémies et catastrophes naturelles. Tel Machiavel en son temps, Jean-Michel Valantin identifie les clés de la pérennité au pouvoir. Cette nouvelle version du Prince, érudite, visionnaire et d’une grande intelligence s’impose comme le livre de chevet indispensable des dirigeants politiques et militaires.

valantinLivre.jpgL’armée américaine intègre le développement durable

Le coup d’envoi est donné en 2006, avec la publication du rapport militaire National Security and the Threat of Climate Change.  L’armée américaine joue ici les précurseurs. Non seulement le rapport reconnait le réchauffement climatique comme une menace, mais le présente  (contrairement au risque nucléaire) comme une catastrophe inévitable. Si le gouvernement de Georges Bush n’avait pas su quoi faire de ce rapport, il marque néanmoins le premier changement culturel du pays. Depuis, plusieurs facteurs ont contribué à l’avancée du développement durable dans la défense américaine.

Tout d’abord, le peak oil se rapproche.  Or l’armée américaine fonctionne avec des énergies fossiles importantes, de plus en plus chères.  Avions, bateaux et chars et autres engins énergivores posent d’immenses problèmes d’approvisionnement, surtout dans un pays comme l’Irak ou le danger impose des convois renforcés, le tout devenant encore plus énergivore. L’amélioration des conditions de vie des combattants est elle aussi, très consommatrice de pétrole. L’utilisation massive de climatiseurs pendant la guerre en Irak a nécessité une gigantesque consommation d’énergie. C’est justement en Irak avec le casse-tête des climatiseurs, que les premières solutions de production d’énergie décentralisée et autonome, à base de photovoltaïque, a été mise en place. Le vol du premier avion de l’US Navy en 2010 avec 50 % de biofuel est le prémisse du passage vers une « great green fleet » et marque l’avancée de la Navy  sur l’US Air Force sur son propre terrain, l’aviation.  La Navy est précurseur dès 2008 avec la création de la Task Force on Climate Change, dans un contexte où l’Arctique, nouvel eldorado né de la fonte accélérée de la banquise, oblige à définir rapidement une stratégie.

Un autre facteur, lui aussi de plus en plus prépondérant, concerne l’ampleur croissante des catastrophes naturelles aux Etats-Unis, aboutissant à des destructions massives d’infrastructures, des pertes humaines, ce qui fragilise le pays et donc sa sécurité. Avec Katrina, le pays a découvert sa vulnérabilité.  Les catastrophes dues à la négligence humaine, comme Deepwater-Horizon, laissant écouler du pétrole sur 30 jours prouve l’existence d’un nouveau type de catastrophe,  dont l’ampleur des dégâts ne cesse de croître. La National Security entre en jeu, s’invite ainsi au débat, dès lors que les besoins en énergie et les conditions de vie sont impactés. La National Security évolue vers la Natural Security.

valantinL2.jpgEnfin, de nouvelles opportunités de domination apparaissent au fur et à mesure de la montée des enjeux environnementaux. Les  terres rares essentielles aux technologies propres du futur, situées dans des pays émergents, mais également les besoins d’aides après les catastrophes qui se multiplient, sont autant d’occasions de coopération et d’intervention dans les pays. Il est désormais prouvé que le réchauffement climatique accentue la puissance des catastrophes naturelles, ainsi que la pénurie de ressources nécessaires à la vie.  La mauvaise gestion de l’eau ou de la chaine alimentaire crée l’opportunité de dépendre de solutions américaines et d’ainsi étendre la puissance américaine. C’est sur ce dernier plan que selon Jean-Michel Valantin, la pensée stratégique prend un tournant inédit. Elle cesse ici d’être uniquement fondée sur la supériorité militaire, mais intègre la capacité à répondre technologiquement à la déstabilisation socio-environnementale planétaire. Le leadership en climate resiliency devient un atout stratégique. Le besoin croissant de se sortir rapidement et efficacement d’une catastrophe naturelle ou industrielle fera appel à un savoir-faire dont les meilleurs experts auront un avantage majeur.
 
Les films de guerre, annonciateurs d’un nouveau paradigme

Révélateur des représentations et mythes reliés à la puissance, Hollywood est un thermomètre fiable pour voir l’évolution de la société américaine et de son rapport à sa propre hégémonie. Pour pleinement mesurer l’avancée du développement durable dans la culture de la Défense, Jean-Michel Valantin analyse finement  les films de guerre issus des studios Hollywoodiens depuis la seconde guerre mondiale et retrace son évolution au travers de nombreux exemples. On démarre avec la Bombe A, qui est le premier socle culturel, les images des bombardements nucléaires ayant été eux-mêmes largement diffusés dans les media.

Avec Hiroshima, un imaginaire de « l’après catastrophe » se façonne : dévastation, retour au cannibalisme, guerres tribales entre survivants, etc.  La bombe nucléaire permet d’identifier une menace pour ce que l’homme a de plus élevé : la société, l’humanité.  La planète des singes ou encore Mad Max 2 sont  des avertissements de cette régression.

Le Seigneur des Anneaux et Avatar occupent eux l’avant-scène d’un nouveau paradigme, celui d’une alliance nécessaire entre l’homme, la nature et le « surnaturel » pour éviter la catastrophe finale. Ils rappellent tous deux l’importance de la relation avec la vie et ses mystères. Le Seigneur des Anneaux actionne une mythologie de la « vitalité », au travers du rôle symbolique des Elfes. Les ingrédients indispensables à la vie sont imbriqués dans une recette qui inclut une part de sacré.

valantinCIN3.jpgAvatar montre le changement de camp d’un ancien marine, passant du champ de la puissance militaire à la puissance naturelle. Il défend ce changement de camp, le présentant comme légitime et nécessaire à l’heure où l’humanité détruit le vivant. Là encore, la dimension sacrée est du côté de la vie et de ce qui mérite que l’on se batte et que l’on renonce au monde militaro-industriel qui la menace. Dans un autre ordre, le dernier James Bond Quantum of Solace montre que les nouveaux trésors sont naturels, comme l’eau, et qu’ils seront  les enjeux des luttes de demain. Leur raréfaction va multiplier les conflits. Enfin, les grands films sur les pandémies révèlent le potentiel viral et global de destruction d’un acte au départ isolé, montrant bien les jeux d’interdépendances entre les différents risques systémiques et globaux. L’imaginaire du nucléaire continue : l’enjeu derrière la dégradation environnementale, est la destruction de l’humanité.
 
Guerre et Nature prévient les princes du monde à l’heure du réchauffement climatique. La lutte  pour acquérir de gré ou de force les dernières ressources, les dernières terres rares, le dernier pétrole,  la dernière eau potable ou les derniers kilos de lithium, ne fera que condamner l’ensemble des acteurs sur l’échiquier du pouvoir, l’enjeu de conquête devenant une véritable peau de chagrin. La vitesse dans la course aux ressources manquantes ne sera pas le véritable levier de puissance, mais la capacité à faire fonctionner un monde moins dépendant des ressources. Le pouvoir sera au contraire à celui qui aura la capacité de changer son mode de vie fondé sur l’ensemble de ces ingrédients, pour définir une société alternative et durable.  Le prince qui saura s’adapter à l’anthropocène, qui saura mettre en œuvre la responsabilité de l’homme vis-à-vis d’un bien commun, la Terre, sera le Prince durable. La clé de la puissance sera désormais le développement durable.

lundi, 05 février 2018

Spiritualité, Ontologie, Métaphysique et Musique industrielle

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Spiritualité, Ontologie, Métaphysique et Musique industrielle

par Thierry DUROLLE

La Tradition constitue pour beaucoup à la fois un point de départ et un point d’arrivée; elle suscite l’intérêt de personnalités variées dont le point commun réside dans le fait que leur regard est dirigé vers le « plus-que-vie », le « principe suprême », et les questions d’ordre ontologique et métaphysique en général. Jean-Marc Vivenza compte parmi ces chercheurs d’Absolu.

JMV-couv.jpgSa créativité se manifesta dans sa jeunesse, et en parallèle de ses études de philosophie et d’histoire de l’art, dans la musique industrielle, courant singulier, transgressif et atonale que l’on nomme, sans aucune connotation péjorative, « bruitisme ». Précurseur en la matière, le sérieux de la démarche, ainsi que son talent, amenèrent Vivenza à se produire dans toute l’Europe.

L’artiste, fortement influencé par le futurisme, se doublait d’un homme spirituel et spirituellement conscient du monde dans lequel il vit. Ce lecteur d’Evola, puis de Guénon, de Maistre et de beaucoup d’autres abandonna la musique bruitiste pour se développer intérieurement. Son cheminement il le relate dans son dernier ouvrage en date, Entretiens spirituels et écrits métaphysiques.

Dans la première partie de l’ouvrage, le lecteur trouvera plusieurs entretiens, dont le premier est centré justement sur le parcours de l’auteur. Là où la Tradition amenèrent certains à se convertir à l’islam par exemple, elle orienta Jean-Marc Vivenza sur les chemins de ce qu’il considère comme un véritable ésotérisme chrétien, bien que celui-ci soit un ésotérisme chrétien franc-maçon inspiré de Jean-Baptiste Willermoz.

Fortement influencé par ce dernier, mais aussi par Joseph de Maistre, Jean-Marc Vivenza expose ses vues de manière limpide bien que le sujet en lui-même s’adresse avant tout à un public averti, ou plutôt, devrions-nous dire, initié. Cet ouvrage va au-delà de la Tradition où bon nombre de lecteurs de Guénon et consorts l’entendent. D’ailleurs, Vivenza se montre souvent critique envers René Guénon, d’autant plus critique qu’il connaît très bien sa pensée. En dépit d’une évolution bien différente, l’on sent toujours chez lui une sympathie certaine pour Julius Evola. La première annexe du livre lui est d’ailleurs consacrée, plus précisément la période de sa vie où il fut proche de certains futuristes lorgnant justement vers l’ésotérisme et la Tradition.

Nous ne serons pas d’accord avec toutes les vues de Jean-Marc Vivenza, notamment sur sa critique de la doctrine des cycles cosmiques, mais nous ne pouvons que saluer la somme de connaissance, dans son domaine, à savoir l’illuminisme (qu’il ne faut évidemment pas confondre avec les Illuminés de Bavière) et les doctrines ontologiques et métaphysiques.

Ouvrage intéressant mais épineux pour le néophyte, Jean-Marc Vivenza nous plonge dans une facette de l’histoire spirituelle de l’Europe méconnue de certains mais riche à sa manière.

Thierry DUROLLE

• Jean-Marc Vivenza, Entretiens spirituels et écrits métaphysiques, Le Mercure Dauphinois, 2017, 376 p., 21,50 €.

Entrevista a José Javier Esparza autor de "Tercios"

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Entrevista a José Javier Esparza autor de "Tercios"

José Javier Esparza (Valencia, 1963), escritor y periodista, lleva años entregado a la tarea de reconstruir la identidad española a partir de su Historia. De ello son testimonio su exitosa trilogía La Reconquista, vendida por decenas de miles de ejemplares, La cruzada del océano, sobre el descubrimiento y conquista de América, Historia de la Yihad y Tal día como hoy. Almanaque de la Historia de España, En la misma línea abundan sus novelas históricas sobre los primeros tiempos de la Reconquista: El caballero del jabalí blanco, El reino del norte y Los demonios del mar, todas ellas publicadas en la Esfera de los Libros.

En este caso, nos interesamos por su último libro Tercios, en el que se relata con extraordinaria épica la aventura de la infantería española desde los tiempos del Gran Capitán, a principios del siglo XVI, hasta la disolución formal de los tercios dos siglos después.

  • Ha tocado prácticamente todas las épocas de nuestra historia. ¿Cuál le hubiese gustado vivir?

Creo que el siglo IX temprano, el escenario de mis novelas sobre el origen de la Reconquista: es una época que tiene la fascinación de esos “momentos crisálida” en los que todo está naciendo y el futuro se construye hora a hora.

  • ¿Y cuál cree que se parece más a la actual?

A veces tengo la impresión de que lo que más se parece a la hora actual son los primeros decenios del siglo V, cuando el imperio romano se venía abajo entre una mezcla de opulencia material y decadencia espiritual.

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  • ¿Fueron los Tercios el summum de la evolución del guerrero español?

En mi libro “Tercios” he apuntado un poco a eso, sí: son el resultado de muchos siglos de combate. La organización y los escenarios son nuevos, pero el espíritu que mueve al guerrero, y el propio tipo humano que lo encarna, son el producto de una determinada obra histórica.

  • ¿Por qué cree que hoy nos interesan tanto los Tercios?

Quizá precisamente por eso: es como si encontraras de repente un frasquito de esencia destilada con el letrero “España”. Hoy hemos perdido en buena parte la memoria de la propia identidad. Pero abres el frasquito de los tercios, aspiras y la reencuentras. Ahí dentro está todo lo que somos.

  • ¿Qué valores representan los Tercios para la España de hoy?

Honor. Sentido del sacrificio. Orgullo del deber. La primacía de la gloria sobre el dinero. Ese tipo de libertad suprema que consiste en elegir a qué disciplina te sometes, dónde y cómo entregas la vida. También ese tipo de espiritualidad que puede traducirse como la certidumbre de que Dios combate contigo, algo que es fundamental para entender a aquella gente. Y visto desde la circunstancia actual, además, un patriotismo directo y elemental, sin bizantinismos ideológicos.

  • ¿Estamos faltos de héroes como Farnesio o Dávila?

Creo que los héroes no faltan nunca. Lo que falta es un medio apropiado para que se hagan visibles y para reconocer su mérito. Es una cuestión más cultural que personal, más colectiva que individual.

  • De entre todos los héroes qué menciona, ¿con cuál se queda?

Esta es la pregunta más complicada que se puede hacer: ¡son tantos, y en circunstancias tan distintas! Pero, quizá, Julián Romero (1518-1577), que empezó desde lo más bajo, de mozo de tambor, y llegó a lo más alto, maestre de campo. Murió a caballo, en marcha, con 59 años y después de entregar en los campos de batalla un ojo, una pierna, un brazo, tres hermanos y un hijo.

  • Las ilustraciones del libro son magníficas, ¿Cómo es trabajar con José Ferre Clauzel?

Muy fácil. Tiene un sentido innato del espacio, de la escena, y es muy cuidadoso en la recreación de época.

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  • ¿Qué le deben todos los ejércitos de hoy a nuestros Tercios?

Los Tercios, vistos retrospectivamente, son el primer ejército nacional, popular y voluntario de la era moderna. En el siglo XVI y hasta muy entrado el XVII, sólo hacían oficio de las armas los aristócratas y los mercenarios; el resto del contingente era tropa de leva, temporal, frecuentemente forzosa y bastante poco fiable en cuanto a sus fidelidades. Pero los tercios estaban abiertos a cualquiera con independencia de su extracción social, no eran en absoluto mercenarios que cambiaran de patrón, se comportaban como profesionales extremadamente cualificados y, aunque no todos eran españoles, hacían gala de su españolidad. En torno a esos rasgos se construyó una ética del honor y el deber que recogía lo mejor de la tradición guerrera europea y que ha pasado, mal que bien, a la doctrina militar posterior. Es la idea calderoniana de la milicia como “religión de hombres honrados”.

  • ¿Qué hubiese sido de nuestra historia sin el Gran Capitán?

Es curioso que todo el mundo le considere el padre de los Tercios cuando, en realidad, el sistema de organización en tercios no empezó a usarse formalmente hasta veinte años después de la muerte de Gonzalo Fernández de Córdoba. Pero es que él, sí, fue el padre de la infantería española de los Siglos de Oro. Sin su talento, muy probablemente Francia habría acabado quedándose con el Reino de Nápoles y la Historia de toda Europa habría sido enteramente distinta. Y España habría carecido, tal vez, del instrumento militar necesario para sostener el complejísimo imperio de los Austrias.

  • ¿Cree que el éxito de los Tercios se debió a saber conjugar técnicas propias y adaptar lo aprendido del enemigo?

Entre otras cosas. Estamos muy acostumbrados a pensar en los soldados de los Tercios como puro coraje, pero la hegemonía militar española entre los siglos XVI y XVII es fruto sobre todo de la inteligencia aplicada al campo de batalla: flexibilidad para innovar sobre las tácticas propias, adaptación a las tácticas del enemigo, versatilidad para combatir en distintos escenarios, superioridad tecnológica y científica (sobre esto se ha escrito mucho y muy bueno en los últimos años), una capacidad logística fascinante (basta pensar en el Camino Español), etc. En definitiva, inteligencia además de coraje.

  • ¿Cuál es para usted el episodio más destacado de la historia de los Tercios?

Creo que si hubiera que escoger un episodio para ilustrar qué eran los Tercios, podría servirnos la tragedia brutal del asedio de Castelnuovo, precisamente porque fue una derrota. Francisco de Sarmiento con menos de 4.000 hombres encerrado en aquella fortaleza y, enfrente, 50.000 otomanos, nada menos, al mando de Barbarroja. Sucesivas propuestas de rendición y otras tantas negativas. Al final, un asedio de tres semanas. Todos los nuestros, muertos, menos un centenar de heridos que cayeron presos. Y los otomanos, más de 20.000 bajas, casi la mitad del contingente (¡casi la mitad!), caídos bajo las picas, las balas y las espadas españolas. ¿Por qué no se rindieron los nuestros en una batalla en la que no tenían ni una sola oportunidad de vencer? Precisamente por eso: porque era un tercio español. Dice Preveden que “nunca se ha defendido una plaza fuerte con tanto heroísmo”. Es verdad.

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  • En el libro se menciona que nuestro ejército fue invencible en lo material y en lo espiritual. ¿Fue nuestra arma secreta?

Sí. Es lo más importante y hay que tratar de colocarse en la mentalidad del siglo XVI para calibrarlo en toda su dimensión. El infante español de este tiempo es un hombre que lucha antes por honor que por dinero. Por eso podía existir un código de disciplina tan severo como el que describe Londoño. En los ejércitos de los otros países, las consideraciones caballerescas, cuando existían, eran cosa de la nobleza, de la oficialidad, de la casta guerrera. En las tropas españolas, por el contrario, el hecho de formar bajo las banderas confería a todo hijo de vecino un estatuto caballeresco de facto. El poema de Calderón –“Este ejército que ves, vago al yelo y al calor…”- es la mejor definición posible de ese sentimiento. Fue una de las innovaciones más trascendentales del Gran Capitán. Normalmente este aspecto se pasa por alto, y por eso yo he querido subrayarlo en este libro.

  • ¿Qué gobierno se vio más beneficiado por la actividad de los Tercios?

Sin ninguna duda, las provincias católicas de Flandes y sus estados generales, es decir, su autogobierno local: hay que recordar que aquella guerra, entre otras razones, se hizo allí para defenderlos a ellos, y que fue más una guerra civil entre calvinistas y católicos que otra cosa. Pero, además, a los Tercios debieron su corona, en un momento u otro, Nápoles, el Imperio austriaco e incluso el papado. La guerra es la prolongación de la política por otros medios, y los tercios fueron el instrumento de España para mantener el statu quo durante casi dos siglos.

  • ¿Cuál fue, a su juicio, el más eficaz a la hora de mandar y gestionar a los Tercios?

No es lo mismo mandar que gestionar. Como gestor, tal vez Spínola: era un hombre que venía de los negocios, puso su fortuna al servicio de la causa (y de su propia causa) y de hecho se gastó todo lo que tenía. La vida de los tercios siempre fue menesterosa, pero a Spínola hay que reconocerle que siempre procuró que a sus hombres no les faltara lo básico, incluso cuando él ya lo había perdido todo. Añadamos que, como jefe militar, fue impecable. Y estrictamente como jefe militar, yo creo que Alejandro Farnesio es insuperable: inteligente, combativo, astuto, muy buen estratega en la mesa de operaciones y excelente táctico en el campo de batalla, incansable, amado por sus hombres y capaz de coger una lanza y salir al galope cuando se le calentaba la sangre. Añadamos que como político se desempeñó con bastante tino. Un fenómeno.

Muchas gracias por tu tiempo.

Diego Solanas

dimanche, 04 février 2018

« La guerre civile froide », une dissection de la post-modernité

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« La guerre civile froide », une dissection de la post-modernité

Recension de Laurent James

Ex: https://www.leretourauxsources.com

« Le monde moderne est une Atlantide submergée dans un dépotoir », écrivait Léon Bloy.

Jean-Michel Vernochet s'est donné ici comme mission de participer à l'impérieux nettoyage des écuries d'Augias qu'est devenu l'Occident, en commençant par mettre au propre les notions politiques, sociales et ontologiques de droite et de gauche, ainsi que les idées qui les soutiennent. Car aujourd'hui, les seules divinités communément acceptées et pratiquées sont - fort malheureusement - les idées, idées-idoles sur l'autel desquelles la réalité est chaque jour sacrifiée de manière encore plus sanglante. Le concept de « théogonie républicaine » est ainsi parfaitement justifié pour décrire l'origine de ces idées résolument meurtrières.

GCF-couv.jpgL'idée contemporaine prend toujours l'apparence d'une utopie bienveillante, fraternelle et égalisatrice, pour redresser les torts d'une société jugée encore trop paternelle ou hiérarchique. L'égalité des genres, le hashtag balance-ton-porc ou la discrimination positive sont avant tout des parodies de parodies, c'est-à-dire à la fois des parodies du principe platonicien ET de l'éthique quichottesque. Car c'est ici qu'il faut être précis : notre civilisation s'est d'abord bâtie sur l'affirmation de mythes spirituels et religieux, la cathédrale littéraire du Graal en constituant la dernière occurrence historique. Puis la modernité s'érigea sur la parodie desdits mythes, parfois somptueuses et emplies d'une belle énergie à l'instar du Quichotte.

Mais la post-modernité, cette guerre civile froide que nous décrit Vernochet avec toute l'attention clinique du chirurgien de haute précision, c'est la guerre menée par les idéaux républicains désincarnés contre l'harmonie primordiale (lutte contre « la droite ») ET contre l'idéal de justice universelle (lutte contre « la gauche ») : car elles visent à établir à la fois la discorde ET l'injustice. La distance entre l'androgyne primordial évoqué par Platon et le LGBTQ contemporain est tout aussi grande que la distance entre la communauté originelle de l'être et la « termitière humaine » du métissage totalitaire, ainsi que la distance entre l'ingénieux Hidalgo de la Manche et les Enfants de Don Quichotte d'Augustin Legrand. Parodie des parodies, tout est parodie.

La post-modernité n'a pas d'autre ambition que la destruction au service du mal. Elle se débarrasse progressivement de ses oripeaux idéologiques pour laisser apparaître son véritable visage, directement modelé par la stratégie des ténèbres. Ainsi, par exemple, si la post-modernité s'emploie d'une part à nomadiser les peuples coutumièrement sédentaires (migrations, délocalisations, etc.), il ne faut pas oublier qu'elle s'attache d'autre part à la sédentarisation des peuples nomades de tous les continents (inuits, nénètses, gitans, hadzas, etc.). Le but de cette guerre civile froide, c'est bien d'instaurer le désordre injuste par tous les moyens, et notamment par le plus puissant d'entre eux : l'inversion systématique des valeurs et de leurs significations, le remplacement de la main gauche par la droite et vice versa. « Les mots cul par-dessus tête ». Renommé « Monsieur Nini » par J.-M. Vernochet, Macron est un nouvel avatar du Monsieur Ouine de Bernanos : une incarnation supplémentaire du promoteur de « l'universalité incantatoire » et du relativisme absolu.

En réalité, le nom de Macron est Légion, car ils sont nombreux.

« Réduit à son universalisme abstrait, que reste-t-il de l'humain dans sa vérité essentielle ? » demande J.-M. Vernochet. La réponse est sombre et froide, implacable comme la mort : il ne reste plus que le mensonge et le froid.

Laurent James
31 janvier 2018
Parousia.

Oborne Again: The Triumph of the Political Class

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Oborne Again:
The Triumph of the Political Class

triumph-of-the-political-class-9781471142048_hr.jpgReview:

Peter Oborne
The Triumph of the Political Class
London: Simon & Schuster, 2007

Some books are born again. Every book with a political theme aims to be prophetic, and only time can reveal their success or otherwise. Orwell’s 1984, Bloom’s The Closing of the American Mind, Huntington’s The Clash of Civilizations, Faye’s Convergence of Catastrophes are all books whose time has arrived. It is difficult to believe that one such book is a little over a decade old, but Peter Oborne’s The Triumph of the Political Class (TPC) has never been as relevant as it is today.

The book concerns itself solely with the United Kingdom, although its main thesis is relevant to the USA, as well as to the gauleiters of Europe. Oborne is a well-respected British journalist. As what is termed in Britain a lobby correspondent, he has access to the innermost workings of the ‘mother of all parliaments’, as politician John Bright described England’s governmental locus in 1865. TPC, as dazzling as it is, naturally made Oborne enemies within the very elite whose rise and victory he describes in the book. For Oborne gave the game away, like the heckler in the audience who sees and tells his fellow spectators how the magician on the stage is working his wonders, or little Toto pulling back the curtain to reveal that the Wizard of Oz is just an eccentric old man with a set of cogs and levers.

Oborne’s essential theme is that “the real divide in British public life is no longer between the main political parties, but between the Political Class and the rest.’ (p. xvii).

This class, he writes, replaced the old establishment and its standards of governance. Instead of public servants entering parliament from many walks of life, politicians in the UK are now unlikely to have worked outside of journalism, PR, advertising, or the legal profession. Very few have experience outside the world of politics, and the established route is from one of the top universities, Oxford or Cambridge, usually studying Politics, Philosophy and Economics, famously known as PPE. The next step is an internship, working for an established politician. Some may become specials advisers, or SpAds as they are known, to a working politician. This tier of government has largely replaced the function of Britain’s long-established Civil Service, and is illegitimately funded by the British taxpayer. It is also wholly politically orthodox. As Oborne emphasises, any opinions or ideological beliefs outside the accepted protocols will disable a political career before it has even begun.

This incubation of political agency has serious consequences. Politics ceases to be an active, deeply social and communitarian practice and becomes instead occupied by a technocratic cabal convinced that they are best equipped to improve the lot of others. The results of this in the UK is a country well on the way to ruination. Increasingly Sovietised, Britain – and particularly England – is being run by malevolent arch-bureaucrats, a managerial class more concerned with appearance than reality. As Orwell famously wrote, in The Lion and the Unicorn, England is a family with the wrong members in control.

Oborne credits 19th-century Italian lawyer and social theorist Gaetano Mosca with the coinage of what he called the classe politica. Mosca’s major work, Elementi de Scienzi Politica, is now seen by the new establishment as a precursor to Italian fascism under Mussolini, and this is a clear example of the ‘fascist’ or ‘far Right’ tag being applied by the Political Class and their provisional wing in the media to anyone who gives the game away.

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Peter Oborne

Oborne updates Mosca’s 1896 insight, and describes how the modern Political Class – I will follow Oborne’s practice of capitalising the words in this phrase – has devoted itself to the destruction and replacement of the Establishment. Speech, vocabulary, dress, lifestyle; all of these elements serve to identify the new regime, and have been standardized to produce a homogenous tier of operatives who now serve themselves only, and their shadowy backers in the business world.

Oborne stresses that the political class is the result of a toxic amalgam of 1960s student agitation, technocracy and, in particular, Communism. Ostensibly defeated with the fall of the Berlin Wall, Communism in fact merely hibernated and emerged in a different guise. Oborne relegates his comments on Communism to a footnote, but it should not elude us. “Although Communism has enjoyed barely any electoral success in Britain during the last 100 years,” he writes, “its influence has been exceptionally strong among the governing elite…” (p. 47).

Communism, the spectre haunting Europe with which Marx famously opened the Communist Manifesto, is now a revenant. The EU is notoriously staffed, in its upper echelons at the very least, by ex-Communist sympathisers and even members. Angela Merkel’s Communist past is well known. The Red Menace never went anywhere, it just changed its livery. This lingering of Communism explains Oborne’s observation that ‘the Political Class has at all times resented and sought to destroy the free-standing status of British institutions.’ (p. 49).

And it is the destruction or infiltration of the great British institutions that Oborne delineates, as each one is shown to have fallen to this triumphal Political Class, making as it has a long march of its own of which Mao or Gramsci would have been proud. This factional overthrow serves but one purpose, that “the instinctive priority of the Political Class has been to expand the role and powers of the executive and its proxies, sacrificing civil liberties if necessary.” (p. 183).

The inevitable attacks on the British monarchy are highlighted, seen as it is by the new rulers as an archaic irrelevance whose popularity with ordinary people they despise.

Parliament, and its essential function in what was a democratic Britain, has been undermined as a direct result of the journalistic backgrounds not just of MPs, but of advisers to government. “All important announcements”, writes Oborne, “are now made through the media, and only as an afterthought through the [House of] Commons.” (p. 201).

In addition to this sidelining of an ancient democratic process, Oborne shows the way in which the Parliamentary Commissioner for Standards had had his or her role watered down and weakened. The Political Class does not wish for scrutiny, at least not of itself. The people, of course, are another matter. Great Britain has around a quarter of the CCTV cameras in the world, far more per capita than Russia or North Korea.

The section of TPC dealing with the Political Class’s capture of the British media is exemplary of how democracy in Great Britain has been subverted. Oborne writes that the Political Class has “sought to give an almost constitutional role to the British media by building it up as an alternative to existing state institutions.” (p. 234).

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In short, the British government and Her Majesty’s Opposition now use the media as a glorified advertising agency. ‘Client journalists’ now do the work Parliament used to do. This pact is compounded by a sleight of hand which effects to produce the myth of a ‘hostile media’, that is, a fourth estate which still fulfils its original role in speaking truth to power in any meaningful way. It does no such thing, of course, and any journalist who dissents from this arrangement will soon find themselves filing their copy in the backwaters of a provincial newspaper.

The role of the media in the Iraq War is focused on briefly in the book, and as an exemplar of the way in which the UK Political Class now uses the media. This war is still the most disgraceful chapter of Tony Blair’s tenure as Prime Minister, and Oborne lays out clinically the way that the British press, and the BBC, conspired to paint a flattering, Dorian Gray-like picture of Blair as war hero, when in fact it was the lies told by him and his jumped-up press secretary Alastair Campbell – very much a villain of Oborne’s book – that initiated that wholly spurious and ruinous conflict.

The great losers in this Caesarean and triumphalist rise to power are, of course, the British people. They are now treated as a set of consumerist statistics to be manipulated and triangulated. Indeed, as Oborne writes, “Members of the Political Class… regard civil society as a threat because it represents a giant area of the public domain which stands outside its control” (p. 329).

With serious calls from the likes of Tony Blair to have a second and even third Brexit referendum, the contempt that the Political Class has for the ordinary people they are supposed to represent is clear. The EU’s disdain for its citizens is even more apparent, and entire countries have already been made to vote more than once for continued membership of this corrupt bloc, the elites simply recasting the vote until it goes their way.

With British politics currently rudderless, and becoming more impotent by the week, it is tempting to herald the unravelling of Oborne’s Political Class, in the UK at least, and my only disappointment with TPC is that Oborne spends little time on technocracy, the fallacious idea that government is best suited to improve the lot of its citizens by virtue of its collective expertise. Having myself worked and clashed with management companies for the past ten years, I can see the parallels between management and government, and the willful blindness of those who believe they are the experts.

Oborne’s book is eerily prophetic, and shows what he calls the architecture of the Political Class. Any tremor which threatens to shake the whole is to be feared and attacked. In the same way that the average Republican is aghast at the victory of Donald Trump, so too the British political class would resist any attempt to alter its fundamental structure and aims, even if its own putative party were in power. Brexit is, of course, the most obvious example of resistance and, in the same way that the deep state is confounding Trump’s attempts to govern, so too the EU, in collusion with Britain’s own deep state, will not allow Brexit to happen without fighting to the last redoubt.

Towards the end of TPC, Oborne writes a paragraph that is a distant echo of Orwell’s famous statement, in his most famous book, that the only hope lies with the proles. It is profoundly to be wished for that these two great visionaries are right.

[It] is almost certain… that the next great political movement will come from outside the Political Class. Just as the Political Class has emerged from the wreckage of the party system, so it is certain to produce its own antithesis. At some stage a British politician may well discover a new language of public discourse and methodology of political engagement which communicates simply and plainly to voters. (p. 331).

Should this language and methodology ever be discovered, Peter Oborne’s prescient book will serve well both as its dictionary and instruction manual.

 

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samedi, 03 février 2018

La trilogie EUROPA sur Radio Méridien Zéro !

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La trilogie EUROPA sur Radio Méridien Zéro !

Monsieur PGL vous propose un entretien avec notre ami Robert Steuckers, à l’occasion de la trilogie qu’il publie aux éditions Bios et qui est la somme de ses écrits et réflexions sur le destin de notre continent. Ce sera l’occasion également de revenir sur son parcours.

A la barre PGL, à la technique JLR.

Pour écouter:

https://radiomz.org/emission-n330-europa-eurasia-identite...

 

Le prophète de la grande Europe, Jean Thiriart

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Le prophète de la grande Europe, Jean Thiriart

par Yannick Sauveur

Ex: http://www.leblancetlenoir.com 

En Suède, en Europe de l'Est, en Italie, en Espagne, en Amérique latine, Jean Thiriart est traduit, cité, mentionné favorablement. Des travaux universitaires, des livres sont en cours. La revue d’études géopolitiques Eurasia, dirigée par Claudio Mutti, reproduit très régulièrement des écrits de (ou sur) Thiriart. En France, des chercheurs, bien que ne lui étant pas favorables, reconnaissent, avec une certaine objectivité, l'influence déterminante des idées de Thiriart, c’est le cas de l’historien Nicolas Lebourg. Dans l’ouvrage Europa (trois volumes) que vient de publier Robert Steuckers, deux chapitres sont consacrés à Jean Thiriart.  (https://editionsbios.fr/auteur/robert-steuckers).

Le livre que viennent de publier les éditions Ars Magna, Le prophète de la grande Europe, Jean Thiriart, participe de ce mouvement. Il rassemble un certain nombre de textes devenus introuvables et qui, même en leur temps, avaient eu une diffusion ultra confidentielle. Aussi, faut-il saluer l’heureuse initiative de Christian Bouchet qui, même s’il ne partage, loin de là, toutes les analyses de Thiriart, n’en est pas moins un proche.

Dans une telle entreprise, les erreurs sont inévitables. Il serait bon toutefois qu’une bonne fois pour toutes, les auteurs cessent de répéter tout et n’importe quoi sans opérer la moindre vérification. Il en est ainsi de la rencontre entre Thiriart et Chou-en-Laï, laquelle n’est que pure imagination ainsi que j’ai eu l’occasion de le signaler en citant un courrier de Thiriart adressé à José Cuadrado et à moi-même : « Un livre de dénonciation-chantage vient d’être mis en vente en Belgique [...] On m’y consacre 20 pages de ragots. Pas un mot de mes écrits ou de mes livres. J’y apprends que j’ai rencontré Chou-En-Laï à Bucarest. Pas moins… » (26/02/1983). Certes, à des fins de propagande, Thiriart a exploité le filon, l’a enjolivé, et ce, d’autant mieux que cela flattait son narcissisme exacerbé. Mais à quoi bon aujourd’hui persévérer dans l’entretien de telles légendes ? Il en est de même de sa prétendue rencontre avec Nasser.

Il n’est pas exact de dire (ou redire) que Thiriart a soutenu la création du Parti communautaire national-européen même si, effectivement, il a donné un certain nombre d’articles à la revueConscience Européenne éditée à Charleroi par Luc Michel. Là aussi, je rappelle ce que j’ai eu l’occasion d’écrire en citant une lettre de Thiriart à Manuel Abramowicz, journaliste à Regards, revue juive de Belgique : « Michel a créé tout seul son PCN (Parti Communautaire National-Européen). En utilisant 95 % de mes écrits. Je n'ai jamais mis les pieds à Charleroi. Je n'ai jamais été membre (sic) du PCN ».

Christian Bouchet a rassemblé les textes suivants :

  • L’entretien réalisé avec le général Péron et paru dans le n° 30 et dernier de La Nation européenne (février 1969). On comprend qu’il ne soit pas facile de faire des choix parmi l’ensemble des éditoriaux et divers écrits de Thiriart. Christian Bouchet, avec  l’interview de Péron, a retenu le côté emblématique. Il serait intéressant, par la suite, de rééditer l’ensemble des éditoriaux de La Nation européenne.
  • L’entretien accordé aux Cahiers du CDPU (1976) qui est la première manifestation publique de Thiriart depuis son arrêt de toute politique active en 1968,
  • Et surtout l’entretien avec Bernardo-Gil Mugarza qui a milité dans sa jeunesse à Joven Europa, le réseau espagnol de Jeune Europe. L’entretien avec Mugarza date de 1983 et c’est vraiment le moment fort du livre (300 pages d’un livre qui en compte près de 500 !). Thiriart se livre complètement sur tous les sujets, sans fioritures, sans tabou. L’évolution de la pensée politique est nette  par rapport à celle qu’il développait en 1964. Avec ce texte, les jeunes, ou tout simplement ceux qui ne connaissent pas Thiriart, découvriront tout à la fois un vrai penseur politique et une personnalité charismatique,
  • La Turquie, la Méditerranée et l’Europe, article paru dansConscience Européenne  (juillet 1987) dans lequel Thiriart écrit : « La Turquie, c’est l’Europe obligatoirement. Obligatoirement par la géopolitique et par la stratégie ». À la lecture de cet article, et compte tenu du contexte actuel, il n’est pas sûr que le lecteur partage l’analyse strictement rationnelle de Thiriart,
  • Enfin un article paru dans la revue Nationalisme et République (juin 1992), Europe : L’État-nation politiquecorrespondant aux idées que Thiriart développera à Moscou en août 1992. C’est un texte évidemment très important reflétant une pensée très aboutie mais c’est aussi l’un des derniers écrits de Thiriart qui meurt quelques mois plus tard.

Dans une seconde partie, on trouve des écrits sur Thiriart. C’est une partie plus modeste du volume et de notre point de vue d’une  moindre valeur exception faite de l’excellent article de  Carlo Terracciano paru dans la brochure d’hommage In Memoriam Jean Thiriart (1993), que nous avions réalisée, Luc Michel, Robert Steuckers et moi-même. Carlo Terracciano (1948-2005), qui n’a rencontré Thiriart qu’une fois (à Moscou en 1992), dresse un portrait d’une infinie justesse et il nous restitue l’homme tel qu’il était réellement pour ceux qui l’ont connu en privé.

Dans les témoignages figure un texte d’Ernesto Milá Rodriguez, Le nationalisme européen et ses limites. Quelles que soient les motivations des uns et des autres, il était inévitable de voir fleurir les interprétations les plus diverses. Ernesto Milá Rodriguez a bien le droit d’avoir sa propre vision, son appréciation personnelle de la pensée de Thiriart. Là n’est pas le problème. Nous pensons qu’il eût été pertinent d’accompagner ce texte de celui de José Cuadrado Costa, L’anarchisme mystique ou la paralysie de l’action révolutionnaire (Conscience Européenne, N° 12, mai 1985, p.16-40) qui répond point par point à l’article d’EMR. Le point de vue de JCC est important parce qu’en tant que collaborateur le plus proche de Thiriart, il traduit très précisément la pensée de Thiriart. L’article de Cuadrado est une longue critique argumentée s’insurgeant contre le fait que Jean Thiriart serait, selon EMR, avec Julius Évola, le principal « révisionniste » du fascisme. Cuadrado cite diverses erreurs d’appréciation, dont celle qui se rapporterait, pour Thiriart, à la nécessité de « réviser le nationalisme jacobin » alors qu’il est de notoriété que Thiriart était un grand admirateur de Sièyes et des Jacobins. Les têtes de paragraphes se passent de commentaires : « Une tentative néo-fasciste de récupération de l’œuvre de Thiriart », « une incompréhension totale de la pensée de Thiriart »,... On peut être d’accord ou non avec Thiriart et ne pas partager (ou ne pas comprendre) son évolution, encore convient-il de ne pas travestir voire déformer ses propos. Assurément, l’article de Cuadrado mériterait une réédition.

Que ces quelques réserves ne fassent pas oublier l’essentiel, à savoir l’importance de ce livre, la nécessité de le lire, de le faire circuler.

Yannick Sauveur

Pour mémoire, mon livre QSJ Thiriart, Éditions Pardès, 2016.

sarl.pardes@orange.fr 

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Je signale également mon entretien avec la rédaction de Rivarol, N° 3315 du 31/1/2018.Jean Thiriart, de la Collaboration au mythe de la Grande Europe (le titre est de la rédaction).

 Le prophète de la grande Europe, Jean Thiriart vous est proposé au prix de 32 euros  (franco) à Ars Magna, BP 60426, 44004 Nantes cedex 1 ou commande en direct à www.editions-ars-magna.com

jeudi, 01 février 2018

Pourquoi l’écologie est nôtre. Ré-enchaîner Prométhée

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Pourquoi l’écologie est nôtre

Ré-enchaîner Prométhée

Partie I

par Thierry DUROLLE

Comme le soulignait très justement le philosophe italien Julius Evola (1), les mots n’échappent pas au processus total d’involution, ce qui résulte en une perte de sens, en un galvaudage et, pire, à une substitution de sens. Le terme de « païen » ne se soustrait donc pas à la dégradation de son sens originel, c’est-à-dire à celui de « paysan » (2).

Le paganisme peut susciter de nombreuse interrogations quant à sa pratique et quant aux différentes façon d’être païen. Étant donné que cette forme spirituelle ne possède pas de dogme, la porte reste ouverte à tout et n’importe quoi, notamment le néo-paganisme, démarche obsolète et souvent ridicule. Il convient de balayer d’un revers de main ces manifestations de « religiosité seconde ».

appel-aux-dieux-essais-sur-le-paganisme-dans-un-monde-oublie-de-dieu.jpgEnsuite, certains appliquent un verni (pseudo-)polythéiste à l’athéisme. Tel est le cas d’Alain de Benoist, notamment, à l’époque de son livre Comment peut-on être païen ? (3). Faisant fi de son athéisme, il faut tout de même saluer le « paganisme philosophique » professé dans cet ouvrage de qualité. En ce qui nous concerne, notre critique du livre d’Alain de Benoist demeure semblable à celle de l’auteur américain Collin Cleary (4) qui lui oppose un polythéisme théiste aux accents heideggériens.

La question du polythéisme, et de la manière d’être païen, nécessiterait un article à part entière, si ce n’est pas un ouvrage complet. Nous ne pouvons donner ici que quelques pistes avant d’approfondir notre sujet. Renouer avec les textes fondateurs de l’Europe pré-chrétienne est indispensable : L’Iliade et L’Odyssée d’Homère, La théogonie d’Hésiode, Les métamorphoses d’Ovide, les sagas nordiques et les textes du cycle arthurien. Quant aux écrivains et penseurs païens contemporains, impossible de tous les citer ici. Néanmoins, nous conseillons trois lectures aux personnes intéressées par ce sujet. Tout d’abord, le numéro 73 de la revue Terre & Peuple (5) dont le dossier central porte justement sur le paganisme. Puis L’Âme européenne. Réponses à Bernard-Henri Lévy (6) de Robert Dun (précurseur dans notre milieu du sujet central développé dans cet article) et, enfin, Histoire et tradition des Européens. 30 000 ans d’identité (7) de Dominique Venner. Ces titres devraient apporter, dans un premier temps, une lumière bienvenue sur ce thème fondamental.

pitie-pour-le-cosmos-bkhnes.jpgLe sujet que nous abordons constitue peut-être la racine principale de ce que l’on nomme paganisme : la relation de l’homme à sa terre, à la nature et au Kosmos; ces relations, ou plutôt interrelations, nous pourrions les réunir dans une seule expression, celle d’« écologie profonde » (ou « écologie intégrale »). Préoccupation majeure, l’écologie est malheureusement délaissée par de nombreuses personnes se réclamant de Droite au titre qu’elle serait de Gauche. Grave erreur ! La Gauche (extrême) a mis le grappin sur les questions environnementales, car la Droite radicale – sauf certains mouvements faisant exception comme feu le MAS ou, dans un registre plus « folklorique » dirons-nous, le Greenline Front – a abandonné ce thème qui fut le sien à l’origine. Heureusement vient de paraître aux éditions Akribeia un livre qui, nous espérons, remettra les pendules à l’heure, Piété pour le cosmos de l’Italien Giovanni Monastra et du Français Philippe Baillet.

Sans doute n’est-il pas nécessaire de présenter Philippe Baillet, illustre traducteur de Julius Evola, essayiste, auteur de nombreux articles (nous pensons notamment à la revue de tendance traditionaliste-révolutionnaire Totalité; saluons aussi son article écrit pour le dossier du numéro du magazine Terre & Peuple susnommé) et de plusieurs essais. Quant à Giovanni Monastra, il doit probablement être inconnu du public français. Son profil est très intéressant, car Monastra a une formation scientifique (il effectua des recherches dans les domaines de la neuropharmacologie, de l’immunopharmacologie) et se réclame également de la pensée traditionnelle, principalement d’Evola. Autant dire que nous avons affaire à un mélange explosif ! Le premier de nos auteurs, traduisant l’étude du second – et qui figure dans cet ouvrage – eut l’envie de contribuer, lui-aussi, à ce sujet essentiel qu’est l’écologie. Voici comment Piété pour le cosmos vit le jour.

GM-vita.jpgLa première partie de l’ouvrage s’intitule « Les racines révolutionnaires-conservatrices de la pensée écologique », elle est l’œuvre de Giovanni Monastra. Celui-ci débute son exposé par un constat évident, à savoir la césure entre l’homme et la nature, séparation qui s’est d’autant plus accéléré à cause de la révolution scientifique et de la révolution industrielle. Cet état dichotomique procède de la dégradation cyclique, la relation entre l’homme et la nature n’a pas toujours été ainsi comme le rappelle l’auteur. Les sociétés traditionnelles connurent une relation empathique et holistique de la nature. « La première modalité, dominante par le passé et qui renaît de nos jours, consiste en une approche empathique et holistique, donc une approche qui perçoit et “ sent ” la réalité vivante comme un Tout au sein duquel les différentes parties, du niveau microscopique aux macrosystèmes en passant par celui où nous nous situons, ont certes leur autonomie (et cela vaut en premier lieu pour l’homme, dont la liberté est hors de question), mais où cette autonomie ne revient pas à nier les interrelations profondes qui existent entre les parties. Tout cela s’accorde avec la conception de la nature comme “ puissance ” créatrice et sacrée (pour les cultures prémodernes), force unitaire ordonnée et complexe, gouvernée par un équilibre délicat qu’il ne faut pas enfreindre, mais au contraire respecter, si bien qu’il importe de ne pas dépasser certaines “ limites ” (p. 11.). »

Ces « limites » sont d’une importance capitale car elles garantissent l’équilibre naturel. Notre civilisation (devrions-nous pas l’orthographier Zivilisation ?), que l’auteur qualifie de « faustienne », ou « prométhéenne », avec son axiome indépassable du Progrès ne peut qu’enfreindre ces limites. Le respect scrupuleux de celles-ci et, par conséquent, la lutte contre le prométheisme caractérise normalement toute écologie (ante litteram) véritable. « Il est fermement établi que la conception “ traditionnelle ” du monde est porteuse d’éléments culturels qui impliquent l’« endiguement » de la poussée prométhéenne, donc qui tendent à conserver, en freinant certaines tendances à la domination incontrôlée et rapace de la nature, tendances latentes chez l’homme en tant que tel, hier non moins qu’aujourd’hui (p. 13). »

À cause de ces tendances prométhéennes, l’homme envisage différemment la nature qu’il se contentait jusqu’à présent de respecter, toujours dans le cadre holiste des sociétés traditionnelle. Dorénavant, la nature est vu d’un point de vue mécaniste, rationaliste et scientiste; l’homme sort de la nature, et « le monde devient un champ d’expérimentation illimité, les seules limites étant celles imposées par les moyens techniques (p. 15) ». Giovanni Monastra poursuit : le monde « est comparé à un gigantesque laboratoire, où il convient de réaliser, c’est-à-dire de satisfaire, tous les rêves de puissance, de bonheur et de bien-être de l’homme complètement absorbé et englouti dans son aveugle hédonisme consumériste (p. 15) ». Ce qu’il faut retenir, c’est que l’« on assiste au passage de la technique traditionnelle comme « imitation de la nature » à la technique moderne comme « subversion de la nature (p.15) ». La conséquence ? « La nature devient muette : elle se referme sur elle-même et ne nous permet pas de la connaître à fond et complètement. Elle nous devient étrangère (p.17). »

GM-port.jpgAvant d’évoquer plusieurs précurseurs de l’écologie, et d’autres défenseurs de la nature, Giovanni Monastra se devait de mentionner le rapport entre la Gauche et les mouvements de préservation de la nature de manière générale. De nos jours, les partis écologistes sont souvent synonyme de partis d’extrême gauche, à tel point qu’un politicien comme Jean-Marie Le Pen les qualifiait de « pastèques » puisque vert à l’extérieur et rouge à l’intérieur, cette couleur désignant, bien entendu, leur véritable couleur politique. Assimiler l’écologie et la Gauche est « une énorme tromperie, qui a malheureusement pu s’appuyer aussi sur la façon de penser et le comportement concret […] d’une large faction des milieux de “ droite ” européens (p. 18) ». Pourtant, quelle soit marxiste ou pas, la Gauche ne fut pas toujours l’amie de l’écologie. « Elle a toujours exalté les vertus émancipatrices du progrès matériel sous toutes ses formes, au point de se faire la championne la plus stupide de l’industrialisme le plus exacerbé, à l’origine de toutes les pollutions. Le marxisme, lui, a toujours été intrinsèquement hostile aux perspectives écologistes. […] Selon Marx, la nature doit être “ humanisée” à travers la science afin de transformer la valeur intrinsèque du milieu en valeur d’usage pour l’homme (p. 19). »

Si nous remontons dans le temps, il apparaît très clairement que deux visions du monde antagonistes s’affrontent, celle issue des Lumières et celle qui provient du romantisme. La première est mue par l’idée de Progrès et de la domination de la nature par l’homme pour l’homme. La seconde « est volontiers antiprogressiste, holiste, organiciste, vitaliste, plus ou moins mystique (parfois dans un sens néopaïen), empathique envers la nature (p. 23) ». Cette dernière possède les valeurs promptes à la défense de la nature, elle instaure ainsi les fondements d’une pensée écologique ante litteram. L’Allemagne est le berceau de ce que l’on appellera plus tard l’écologie. « Ce fut précisément dans l’Allemagne de la fin du XIXe siècle que se forma un courant écologiste très actif, autour de quelques idées-forces. Il faut signaler en premier lieu les conceptions anthroposophiques de Rudolf Steiner, défenseur de l’agriculture biodynamique, puis les orientations antibourgeoises des Wandervögel (“ Oiseaux migrateurs ”), un mouvement de jeunesse non politique au sens strict, mais existentielle et culturel, animé par des idéaux nationaux-conservateurs, et enfin la composante ruraliste, nourrie par le mythe “ Sol et Sang ” (Blut und Boden), tournée vers la formation d’une nouvelle aristocratie spirituelle et très hostile à la modernité, à l’industrialisation, à l’urbanisation effrénée et à l’internationalisme niveleur, ennemi des identités populaires (p. 25). »

Citant l’historien George L. Mosse, Monastra montre bien l’influence sur le réenchantement entre le peuple et sa terre via l’intermédiaire du romantisme. Il « a bien fait ressortir l’influence du romantisme sur l’intérêt croissant pour la nature lié au bien-être du Volk dans les milieux “ nationaux ” allemands à la fin du XIXe siècle et au début du siècle suivant. Mosse a également souligné l’intégration panthéiste des racines historiques du Volk dans la nature, conformément au sentiment de la correspondance de l’homme, par l’intermédiaire de son âme, avec le paysage et ainsi avec le Volk incarnant l’esprit vital du cosmos (p. 25) ».

klagesttttttt.jpgGiovanni Monastra va donc ensuite énumérer, en les présentant eux et leur idées, différents penseurs écologistes ou proche de la nature. Citons Ernst Haeckel, Ernst Moritz Arndt, Wilhelm Heinrich von Riehl, l’écrivain norvégien Knut Hamsun, les frères Friedrich Georg et Ernst Jünger, Oswald Spengler – qui dénonça « la domination de la technique [qui] nourrit la toute-puissance de l’économie et la diffusion cancérigène du marché, tout en s’en nourrissant elle-même (p. 46) » – Konrad Lorenz, Alexis Carrel, Ortega y Gasset, Julius Evola, René Guénon, etc. Parmi tous ces brillants penseurs, Giovanni Monastra s’intéresse particulièrement à un personnage regrettablement méconnu en France : Ludwig Klages (photo).

Nous omettrons volontairement une succincte biographie de cet auteur allemand, pour le moment du moins… Concentrons-nous sur ce qui, chez Klages, suscite l’intérêt de Giovanni Monostra. Notons déjà qu’il rédigea un manifeste écologiste en 1913 qui fit date (8). Analysant la pensée de Klages, Monostra souligne que l’« on voit s’exprimer ici [chez Ludwig Klages], il y a donc un siècle, plusieurs thèmes chers à l’écologisme de ces dernières décennies : la dénonciation de l’aliénation urbaine, de la pollution, du trafic routier, la conscience de la perte de l’empathie humaine envers la nature. […] De manière prémonitoire, il dénonce les dommages infligés au milieu par les troupeaux de touristes (pp.36 et 38) ». Ludwig Klages fustigeait l’idéologie du Progrès, tout autant que son pendant technique qui remettra l’homme au servage, dans les usines, au service d’un patron.

meditations-du-haut-des-cimes-2016.jpgGiovanni Monastra, se réclamant de l’immense œuvre de Julius Evola, met brièvement en lumière la pensées du philosophe italien concernant la nature ou plutôt sa vision de la nature, bien qu’elle ne représente pas un sujet à part entière dans son œuvre. Notons qu’Evola critiquait tout mouvements de « retour à la nature » qu’il identifiait à une réponse catagogique à un vide existentiel, les deux émanant d’une société « crépusculaire et décomposée ». Evola connaissait bien l’un des aspects de la nature, celui qui défie les hommes et les pousse à se surpasser, quitte à y laisser la vie. Alpiniste chevronné sa vision de la nature ne se targue d’aucun matérialisme, ni d’aucun sentimentalisme, Giovanni Monastra cite le philosophe. Il « s’agit donc de rendre à la nature – à l’espace, aux choses, au paysage – ce caractère lointain et étranger à l’homme qui était couvert à l’époque de l’individualisme, quand l’homme projetait dans la réalité, pour se la rendre proche, ses sentiments, ses passions, ses petits élans lyriques. Il s’agit de redécouvrir le langage de l’inanimé […]. C’est de cette façon que la nature peut parler à la transcendance (p. 60) ».

Monastra explique très bien que pour Evola, « la nature incontaminée est avant tout expression du primordial et de l’inaccessible, qui renvoie symboliquement, dans son objectivité pure, au sacré, au numineux, dont elle est saturée. L’approche évolienne est donc éloignée de l’« humain trop humain », et c’est pourquoi, sans doute, elle paraît « indigeste » à beaucoup : elle exprime une écologie digne du bouddhisme zen, à des distances abyssales de tout sentimentalisme et de toute rhétorique fastidieuse (p. 60) ».

En conclusion, Giovanni Monsatra conseille en premier lieu au lecteur de méditer les pensées des différents auteurs cités à travers son article. Puis, il appelle de ses vœux la « création » d’un anthropocentrisme « écocompatible ». « On n’échappe as à son destin en se cachant, mais plutôt en exposant sous une forme claire un nouvel anthropocentrisme “ écocompatible ”, responsable et solidaire, ancré dans des valeurs fondatrices, réellement conscient de la dimension temporelle et de la succession des générations, à l’égard desquelles nous avons des devoirs imprescriptibles (p. 67). »

Selon l’auteur, « une approche écologique identitaire, et jamais prédatrice, non fondée sur le culte du développement et l’exploitation, permet de privilégier la vocation spécifique d’un lieu et d’en mettre en valeur les particularités (p. 68) ». Mais, ce qui transparaît avant tout dans l’essai de Monastra, c’est l’urgence d’un retour à l’organicité (ou holisme). « La tâche d’aujourd’hui qui apparaît essentielle consiste à faire un travail culturel de recomposition d’un tout unitaire (p. 68). »

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De ce roboratif essai, qui constitue la première partie de Piété pour le cosmos, nous retiendrons quelques idées directrices dont l’importance se révèle cruciale pour l’établissement d’une écologie profonde conforme à notre vision du monde. Parmi elles, mettre un terme à l’hybris, trait de caractère de notre civilisation faustienne, en réhabilitant un « juste retour à la limite ». Plus que jamais, il est grand temps de ré-enchaîner Prométhée ! Cela devrait permettre à l’homme de se « ré-intégrer au monde » dans une logique biocentrique, donc de reconsidérer la nature et les interactions qu’il a avec elle. Les idées fantaisistes de développement durable ou de Green Economy prônées par les pseudo-écologistes, et les bonnes âmes, ne sont que foutaises. Une écologie intégrale ne sera jamais conciliable avec l’économie de marché et le libéralisme, même dans sa variante libérale-libertaire. Bien que le sujet ne soit que légèrement effleuré par Giovanni Monastra, l’enracinement nous semble une condition sine qua non. Nous entendons par enracinement un sentiment d’appartenance au sol de ses ancêtres par exemple ou un attachement émotionnel/spirituel fort à une « patrie charnelle ». Va de paire l’exaltation du Beau (et du Bien), le fameux Kalos Kagathos, ré-apprendre à s’émerveiller devant une cascade ou une forêt plutôt qu’applaudir l’implantation d’éoliennes qui défigurent le paysage. Grâce à ce texte de Giovanni Monastra, l’homme de Droite redécouvrira les liens qui l’unissent à la terre, et (re)découvrira peut-être que la défense de la nature ne fut jamais et n’est toujours pas l’exclusivité des crasseux à dreadlocks et des écologistes de salon.

Thierry Durolle

Notes

1 : Julius Evola, « L’affaiblissement des mots », dans L’Arc et la Massue, Éditions Trédaniel, 1996.

2 : Du latin paganus, paysan.

3 : Alain de Benoist, Comment peut-on être païen ?, Albin Michel, 1981, réédition Avatar Éditions, 2009.

4 : Collin Cleary, L’appel aux dieux. Essais sur le paganisme dans un monde oublié de Dieu, Les Éditions du Lore, 2016.

5 : Magazine Terre & Peuple, n° 73, équinoxe d’automne 2017, « Paganisme pour aujourd’hui et pour demain ».

6 : Robert Dun, L’Âme européenne. Réponses à Bernard-Henri Lévy, L’Anneau, 1993, nouvelle édition, chez l’auteur, 1994.

7 : Dominique Venner, Histoire et tradition des Européens. 30 000 ans d’identité, Éditions du Rocher, 2002, réédité en 2004.

8 : Ludwig Klages, L’Homme et la Terre, RN Éditions, 2017.

• Giovanni Monastra, Philippe Baillet, Piété pour le cosmos, Akribeia, 2017, 176 p., 15 €.

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Pourquoi l’écologie est nôtre. De l’utilité d’être intelligemment conservateur

Partie II

par Thierry DUROLLE

Dans la première partie de notre article sur Piété pour le cosmos, nous avions décortiqué la première partie de l’ouvrage. Giovanni Monastra y rappelait les bases de l’écologie envisagée d’un point de vue traditionaliste, celle-ci s’apparentant à la Deep Ecology (biocentrée et en opposition avec la Shallow Ecology anthropocentrée), puis l’auteur énumérait un certains nombre d’auteurs ayant influencé cette pensée écologique issue majoritairement du romantisme allemand.

Cette partie était à l’origine un article. Celui-ci eut un effet stimulant sur son traducteur, Philippe Baillet, co-fondateur de la revue Totalité et traducteur émérite, entre autre, de Julius Evola. En plus de la version de l’article originale, Philippe Baillet décida d’écrire une contribution sur l’écologie qui se nomme par conséquent « Conservation, conservatisme, national-socialisme, écologie : des liens très étroits ».

À la vue de la longueur de la première partie de cette recension, cette deuxième partie sera volontairement beaucoup plus courte.

lorenzkraehe.jpgPhilippe Baillet débute son étude avec la notion de conservatisme. Le dictionnaire Larousse propose la définition suivante : « Attitude ou tendance de quelqu’un, d’un groupe ou d’une société, définie par le refus du changement et la référence sécurisante à des valeurs ou des structures immuables (1). » Un brin réducteur tout de même que cette définition. Nonobstant les a priori partisans sur le conservatisme, le bon sens voudrait que sa définition première corresponde au maintien et à la préservation de ce qui est bien pour une société ou une nation. Ainsi préserver, conserver la nature intacte n’est-il pas, au-delà de la nécessité vitale, une question politique de bien commun ?

Baillet rappelle également l’importance que revêtait, au sein du national-socialisme, la défense de l’environnement et de la protection des animaux, et par conséquent l’application en terme politique de la compréhension du Sinn der Erde national-socialiste. La programmation mentale post-Seconde Guerre mondiale fut efficace en ce qu’il s’agit de la dénazification et de l’occultation des tenants et des aboutissants de la politique hitlérienne. Personnellement, nous avions découvert la dimension écologique du IIIe Reich via la revue Terre & Peuple (2). Quoi que l’on pense du national-socialisme, les lois du 24 novembre 1933 sur la protection des animaux, du 19 juillet 1934 et du 1er juillet 1935 sont exemplaires.

Parmi les sujets évoquées dans la riche étude de Philippe Baillet, il nous semble impératif, en tant que païen identitaire, d’évoquer le concept d’Heimat. Contrairement à Das Vaterland, « la terre des pères », expression possédant un sens juridique dans la langue de Goethe, l’expression Die Heimat, « le pays natal », possède un caractère essentiellement organique impliquant de facto l’enracinement. « La Heimat peut donc être perçue même en l’absence d’un État. Elle ne renvoie pas à un concept juridique, c’est une réalité d’ordre phénoménologique : elle relève volontiers du “ ressenti ”, comme on a coutume de dire aujourd’hui, mais au sens le plus fort du terme (p 92). »

Plus développée, cette partie du livre écrite par Philippe Baillet a notre préférence. Nous regrettons l’absence d’éclairage sur certains mouvements tels l’Artamanen Gesellschaft, et plus généralement, la mouvance Völkisch. Il est d’ailleurs vraiment regrettable qu’aucun ouvrage, qu’aucune étude ne soit disponible en français sur le sujet… Globalement Piété pour le cosmos est un excellent livre sur l’écologie vue de Droite. L’ouvrage aurait pu sans doute être plus complet, mais la présence de nombreuses références devraient permettre aux intéressés de la question écologique d’explorer de nouveaux horizons.

Thierry Durolle

• Giovanni Monastra – Philippe Baillet, Piété pour le cosmos, Akribeia, 2017, 176 p., 15 €.

Notes

1 : Nous citons la définition trouvée sur www.larousse.fr.

2 : cf. Terre & Peuple Magazine, n°41, automne 2009.

mardi, 30 janvier 2018

Madeleine Charnaux, aviatrice, artiste et romancière

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Madeleine Charnaux, aviatrice, artiste et romancière

par Daniel COLOGNE

Je connais peu de choses sur Jean Fontenoy. Je les ai découvertes il y a quarante ans dans l’excellent livre de Pierre-Marie Dioudonnat, Je suis partout. Les maurrassiens devant la tentation fasciste. Il était dépeint comme un intrépide combattant apte à mener un assaut sur skis. Sa légende lui prêtait une liaison dangereuse avec l’épouse de Tchang Kaï-Chek. D’aucuns pensent aujourd’hui qu’il n’existe qu’une seule biographie « non romancée » (Philippe Vilgier, Jean Fontenoy. Aventurier, journaliste et écrivain, Via Romana, 2012) de cet étonnant personnage qui, à son retour de Chine, fait connaissance de Madeleine Charnaux.

MCH-passion.jpgCelle-ci naît à Vichy en 1902 et y meurt en 1943, ce qui pourrait faire penser à une existence tranquille. C’est tout au contraire un parcours semé d’aventures qui caractérise cette femme dont la première passion est le sculpture. Elle est l’élève et le modèle d’Antoine Bourdelle. Elle obtient une première consécration artistique en 1931 à la faveur d’une exposition de ses œuvres au musée du Luxembourg.

Ensuite résonne en Madeleine Charnaux l’appel des grands espaces aériens. Première aviatrice à atterrir à Marrakech en 1932, elle participe à de nombreuses démonstrations et travaille à l’école d’acrobatie Morane-Saulnier. Elle réalise un raid inédit Paris – Tripoli et, d’un nouveau périple en Afrique du Nord, elle ramène des dessins et des sculptures dont l’exposition est bien accueillie par le public et la critique, mais dont le succès commercial est mitigé en 1934.

Également journaliste, Madeleine Charnaux propose au Petit Parisien un reportage sur Italo Balbo, promoteur de l’aviation italienne. Après avoir battu plusieurs records (notamment de vitesse en 1937), elle épouse en 1938 l’auteur de Shanghai Secret évoqué plus haut. Bien qu’affaiblie par un cancer, elle écrit ses souvenirs d’aviatrice (La Passion du ciel, 1942) et un roman policier qui sortira chez France-Empire après sa mort en 1944.

Récemment réédité, ce polar se passe tout naturellement dans le milieu de l’aviation et le préfacier Philippe Vilgier écrit : « Après avoir refermé le livre, comment ne pas songer que Maria Sturm est une cousine de Madeleine Charnaux qui aurait mal tourné ? » En effet, l’héroïne trouve la mort après avoir été impliquée dans un trafic de stupéfiants, au grand déplaisir du commissaire Félix, pour qui Marina était une « idole ailée ». Il aurait peut-être préféré que l’aviatrice ait été assassinée par son amant le colonel Terne qui, en raison de leur virulente altercation la veille du drame, fait longtemps figure de suspect numéro un.

MCHqui.jpgVoici Terne sortant de prison, disculpé et attendu dans un taxi par son épouse qui lui pardonne son aventure extra-conjugale. « Terne avait appris ce matin de bonne heure qu’il était libre et pouvait rentrer chez lui. La levée d’écrou avait eu lieu. Grisonnant, le teint sali par l’insomnie, le colonel paraissait très vieux, marchant lentement, tête basse, le long du corridor froid et sombre. Le gardien lui avait rendu ses effet. C’est-à-dire son col, sa cravate et ses lacets de soulier. Il tenait à la main le sac de toilette en cuir dont les coins s’étaient usés dans les carlingues d’avions. Terne passa la grande voûte d’entrée et se trouva dans la rue la plus lugubre de Paris.

Il leva les yeux sur le café triste À la Bonne Santé qui fait face aux hautes murailles noires de la prison et s’approcha d’un taxi qui semblait l’attendre. Un visage fané, aux beaux yeux brillants de larmes, se tourna vers lui, encadré par la portière. Madame Terne lui enleva le petit sac des mains, le posa à côté d’elle et sans rien dire, tendrement, pitoyablement, serra dans ses bras son compagnon malheureux.

– Rentrons vite, les enfants nous attendent. Ils vont être si contents ! »

Douée pour le dessin, les arts plastiques, l’écriture narrative et journalistique, Madeleine Charnaux n’a pas eu le temps de développer les diverses facettes de sa personnalité. Emportée par la maladie à l’âge de quarante ans, elle laisse surtout le souvenir d’une grande figure de l’aviation française. « C’était une jeune femme d’un grand charme. Blonde aux yeux pervenche, amoureuse de Rimbaud, de Rilke et de Bach, elle était douée d’une volonté indomptable (Saint-Paulien). »

Forçant l’admiration de Mermoz et bénéficiant de l’estime de Jean Cocteau, elle a côtoyé dans la revue Lecture 1940 Paul Morand et Henri de Montherlant. Il faut remercier Francis Bergeron et Pierre Gillieth d’avoir accueilli Madeleine Charnaux dans leur collection.

Daniel Cologne

• Madeleine Charnaux, Qui a tué Marina Sturm ?, Éditions Auda Isarn, coll. « Le Lys noir », 2017, 184 p., 12 €.

De quoi Savitri Devi est-elle le nom?

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De quoi Savitri Devi est-elle le nom?

Chargé d’enseignement, auteur, essayiste

Propos recueillis par Michel Lhomme

Ex: https://metamag.fr

Michel Lhomme : Après l’Europe et l’éternel débat du fédéralisme européen, nous nous retrouvons pour un livre déroutant venant de votre part, une biographie sur l’indianiste Savitri Devi née à Lyon en 1905, figure connue du monde underground et qui a été la première à considérer Adolf Hitler comme un avatar, un dieu venu sur terre sous forme humaine pour restaurer l’Age d’Or. Alors de quoi Savitri Devi est-elle le nom ? Comment expliquer individuellement cet intérêt porté à une « païenne végan » pour parler comme l’époque ?

savitri-devi-couv.jpgFranck Buleux: Écrire une biographie sur Savitri Devi, c’est surtout avoir la capacité préalable, et nécessaire, d’éloigner de son propre esprit la reductio ad hitlerum dont elle a fait – et fait toujours – l’objet et, il faut bien le dire, dans laquelle elle a baigné de son plein gré. Toutefois, refuser de réduire une personne à un mythe même convenu – et accepté -est l’essence même du respect de la nature humaine, par définition complexe.
Il n’est pas question de nier la proximité de cette femme avec les individus qui composèrent l’Internationale nationale-socialiste après la Seconde Guerre mondiale jusqu’à, et au-delà, de sa mort en 1982. Mais malgré cela, ses rencontres ne se sont pas limitées à des admirateurs du Führer allemand.

Mais comment expliquer individuellement cet intérêt pour une païenne végan pour parler comme l’époque ?

Véritable dépositaire de la défense animale, voire végétale et minérale, Savitri Devi consacra son existence aux être non-humains qu’elle considérait probablement mieux, car meilleurs, que ses propres congénères. Elle déifiait la Nature pour laquelle elle vouait un culte immodéré. Devenue hindouiste, elle n’écartait pas le phénomène de la réincarnation auquel elle n’appliquait aucune hiérarchisation (contrairement à la réincarnation traditionnelle qui privilégie une évolution vers la perfection humaine).
Intriguée aussi par le monde de l’occulte, elle affirma sa proximité avec de nombreuses sociétés secrètes, de la Rose-Croix, qui ira jusqu’à éditer certains de ses travaux sur le pharaon Akhenaton, jusqu’à la franc-maçonnerie en passant par la Société théosophique.
Érudite, titulaire d’un double doctorat, littéraire comme scientifique, cette femme complexe ne fut rien d’autre… qu’une femme libre. Libre à travers le temps et l’espace, née à Lyon, convertie à l’hindouisme en Inde, morte en Grande-Bretagne, inhumée à Arlington, en Virginie…
Elle manifesta cette liberté suprême par la défense des proscrits et des réprouvés.

Une femme libre mais sans enfants ?

Son regret ultime, ne pas avoir pu transmettre. Transmettre à un fils, une fille… à un être qui aurait pu continuer son combat, qui aurait pu tout simplement la comprendre. Mais comment mettre au monde lorsque l’on a pris l’option d’une union chaste ? Comment mettre au monde quand on a découvert des origines que l’on repousse?
Oui, je sais, cette femme solitaire peut susciter des polémiques mais elle ne manquera pas de vous intriguer, de vous déplaire comme de vous émouvoir. C’est ce que j’ai cherché à transmettre par ce court travail. Pour moi, à travers l’ordre établi du monde, Savitri Devi tenta de survivre à contre-temps et à contre-courant dans le monde du kali yuga.

Indubitablement effectivement, dans cette brève mais dense biographie, ni complaisante, ni assassine, vous découvrirez une femme en quête de ses propres repères mais son univers, le monde qui l’entoure n’est-il jamais que le reflet de son propre être ?

Certainement, Connais-toi toi-même et tu connaîtras l’univers et les dieux, cette inscription au seuil du Temple de Delphes reflète pour moi toute la vie de Savitri Devi. Née Maximiani Portas, elle s’était muée en Savitri Devi, tel le papillon abandonnant la chenille. Et la quête qu’elle entreprit, qui la mena jusqu’en Inde, est éternelle. Elle est aussi la nôtre.

SD-780692371947.jpgQue découvrirons-nous alors dans cette biographie ?

Dans cette biographie, vous découvrirez:
– que Savitri Devi quitte l’Europe pour l’Inde avant l’arrivée de Hitler au pouvoir en Allemagne ;
– que Savitri Devi épousa un Brahmane pour éviter d’être expulsée d’Inde ;
– qu’elle fut la préceptrice, à Athènes, d’un futur intellectuel trotskiste ;
– qu’elle rentra en Europe, faute d’avoir pu être reconnue comme elle le souhaitait en Inde ;
– qu’elle eut des amitiés maçonniques avec lesquelles elle partagea des conceptions philosophiques ;
– qu’elle travailla pour l’Éducation nationale française (dont elle fut pensionnée lors de sa retraite) ;
– qu’elle séjourna au cœur de la Normandie chez la nièce de Christian Dior pour rédiger son autobiographie ;
et pourquoi elle ne souhaitait pas d’héritiers biologiques ?

En somme elle n’était pas une femme ordinaire ?

Oui et décidément, Savitri Devi ne fut pas une femme ordinaire. Trente-cinq ans après son départ, il est probablement temps de découvrir, un peu, cette femme qui se situait hors du Temps.

Pour notre part, nous avions lu il y a quelques années la biographie intellectuelle de 336 pages de Nicholas Goodrick-Clarke, “Savitri Devi, la grande prêtresse d’Hitler”. Dans cette biographie à l’anglo-saxone, Goodrick-Clarke s’intéressait à la formation intellectuelle de Savitri, au nationalisme hindou, aux réseaux clandestins d’après-guerre, à l’émergeance du révisionnisme, à l’internationale néo-nazie, à l’héritage idéologique de S. Devi au sein de divers mouvements nationalistes, écologistes et au cœur du New Age. Croyez-vous aussi que la doctrine de Savitri Devi soit comme une passerelle entre le mysticisme aryen associé à l’extrême droite et le paganisme du Nouvel Age ? Comment caractériseriez-vous finalement cette doctrine et en quoi peut-elle nous intéresser aujourd’hui ? De quelle religion avons-nous donc besoin ?

Le livre que vous citez est issu d’une thèse universitaire et utilisant une technique relativement attrape-tout, à partir d’un mot-clé, il brode tout en oubliant le sujet principal, Savitri Devi, ce qui lui permet ainsi de « faire des pages ». Pour en revenir à votre question, Savitri Devi cherche la Vérité, c’est-à-dire une théorie absolue et transcendante qui lui permet d’affirmer que la Nature est éternelle s’incarnant dans différents éléments et l’Homme n’est qu’une espèce de parasite éphémère. Sa conception du monde nous renvoie à une prépondérance de Gaïa contre l’Homme, en cela les mouvements écologiques alternatifs (la « deep ecology ») rejoignent la pensée de Savitri Devi. Le politologue Stéphane François l’avait déjà relevé dans son livre “L’écologie politique“, paru en 2012 aux éditions du Cerf.

Il y a une permanence incarnée dans le monde naturel dans la pensée de Savitri Devi qui va bien au-delà de la perception de nos contemporains sur sa propre personne. Sa doctrine est, vous venez de le relever, beaucoup plus religieuse que politique. Ses rencontres, qu’elle n’a jamais rejetées, en firent un archétype de l’extrême-droite la plus radicale mais sa pensée, son mode de vie, la plupart de ses écrits nous ramènent vers un courant traditionnaliste universel en quête d’absolu et de vérité, où l’Homme moderne n’a guère sa place. Ses aspirations anti-modernistes et son apparence indianiste auraient pu faire de Savitri Devi une femme inspirant une dissidence sociale, voire religieuse mais notre époque l’a brusquement abandonné tout près de la jetée. Elle aurait préféré la haute mer. Elle restera donc un rocher contre le Temps, et comme elle s’auto-définissait, une femme « pure, dure, sûre »!

lundi, 29 janvier 2018

Jean de Brem

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Jean de Brem

par Georges FELTIN-TRACOL

Ex: http://www.europemaxima.com

En 1964, les Éditions de la Table Ronde publient Le testament d’un Européen. Le titre de cette formidable fresque historique européenne revient à l’éditeur. En effet, l’auteur, Jean de Brem, avait été assassiné par des flics, quelques mois plutôt, le 18 avril 1963 dans le Ve arrondissement près du Panthéon et de la Montagne Sainte-Geneviève.

JdB-1.jpgLe lieu de la mort de Jean Nicolas Marcetteau de Brem, né le 2 août 1935, est un tragique clin d’œil pour ce défenseur de la civilisation chrétienne européenne. Sous-lieutenant parachutiste, il combat en Algérie et, sous les ordres du colonel Château-Jobert, futur doctrinaire « contrerévolutionnaire », participe à l’intervention de Suez en novembre 1956.

Démobilisé, le cousin du futur ministre gaulliste Olivier Guichard continue la lutte à Paris Match, à Combat et dans la revue L’Esprit public, bientôt considérée comme la tribune quasi-officielle de l’OAS dont Brem est par ailleurs un membre actif. Poète, il adapte en français le chant militaire allemand J’avais un camarade qu’il nomme La Cavalcade. Mais son grand œuvre demeure Le testament d’un Européen.

Cette épopée en deux volumes se compose de cinq parties, de « L’Antiquité. L’exemple des grands anciens » au « Grand séisme. Les quatre révolutions » en passant par « Le classicisme. L’Europe des cousins », « La Renaissance. Le temps des capitaines » et « Le Moyen Âge. Le temps de la foi ». L’auteur ne cache pas ses convictions chrétiennes, à la fois viriles et œcuméniques puisqu’il prend en compte l’Orthodoxie, spiritualité gréco-byzantine de l’« Europe d’Orient », et le protestantisme, croyance germano-nordique de l’« Europe septentrionale ».

Il inclut dans la longue durée historique les paganismes antiques aux différentes phases temporelles et géographiques du christianisme. Guelfe d’Empire – il salue l’ouverture du concile Vatican II -, il se montre sévère à l’égard de Frédéric II de Hohenstaufen et n’hésite pas à parler de « Jeune Europe », d’« Europe nation », de « Grand Empire » romain qu’il qualifie d’« État-nation de la “ Mare Nostrum ”, premier gouvernement mondial (p. 118) ». Il célèbre bien sûr Charlemagne, le Grand Duc d’Occident Charles le Téméraire, Charles Quint, Philippe II de Habsbourg et même Louis XIV, maître de facto entre 1700 et 1713 d’un empire mondial franco-espagnol. Jean de Brem ne s’attarde pas sur Napoléon Bonaparte; on peut supposer qu’il avait l’intention de développer cette dernière tentative de bâtir une Europe unie française…

JdB-3.jpgDes cinq parties, la dernière est la plus courte et la moins aboutie. Il faut préciser que Jean de Brem fut tué en pleine correction du premier jeu d’épreuves. Il prévoyait en outre un troisième volume dans lequel il eût exposé sa vision européenne. Avait-il des notes ? Ses proches ont-ils conservé ses brouillons ? Par cet ouvrage, il voulait « exalter les martyrs et les grands capitaines qui ont installé sur le monde la domination de l’Europe [… et] dénoncer les apprentis sorciers qui ont provoqué le recul de l’Occident et préparent maintenant son écrasement total (p. 12) ».

Anti-communiste virulent, Jean de Brem approuve le projet d’Eurafrique et soutient toutes les luttes coloniales de l’Occident européen. « L’Afrique, source d’énergies futures, continent à la mesure de la politique planétaire, peut et doit devenir le théâtre de la Renaissance européenne, au profit des Africains comme des Blancs. […] La confédération eurafricaine est la plus grande force de dissuasion que nous puissions édifier (p. 15). » Brem estime que « l’Europe, pour être plus forte, doit premièrement s’unifier. Ensuite elle doit s’allier étroitement au “ moindre mal ” américain. Ce qui manque aux États-Unis, ce colosse cybernétique sans âme, l’Europe l’a depuis plusieurs millénaires : des raisons de se battre, un idéal à défendre ! (p. 13) ».

Écrit dans un style épique qui donne un indéniable souffle historique à ce panorama – hélas inachevé ! – de la geste européenne, Le testament d’un Européen a paradoxalement influencé Dominique Venner et Jean Mabire au moment d’Europe-Action. Nonobstant son arrière-plan catholique, le plaidoyer de Jean de Brem en faveur de la nation européenne emporte l’adhésion.

Le ministre de l’Éducation nationale, Jean-Michel Blanquer, souhaite vérifier la qualité des manuels de l’enseignement primaire. Quand des éditeurs oseront-ils concevoir des manuels destinés aux collégiens et aux lycéens ouvertement inspirés du Testament d’un Européen ?

Georges Feltin-Tracol

• Chronique n° 13, « Les grandes figures identitaires européennes », lue le 2 janvier 2018 à Radio-Courtoisie au « Libre-Journal des Européens » de Thomas Ferrier.

• Disponible, Le testament d’un Européen peut être commandé à Francephi : https://francephi.com/livre/le-testament-dun-europeen

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dimanche, 28 janvier 2018

"Dominique Venner", el enviado de Homero

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Carlos X. Blanco:

"Dominique Venner", el enviado de Homero

Ex: https://latribunadelpaisvasco.com

La editorial EAS acaba de publicar un libro colectivo dedicado a la memoria de Dominique Venner, destacado activista e historiador francés, comprometido con el resurgimiento identitario de Europa.
 

El historiador y escritor francés Dominique Venner se suicidó de un disparo en la Catedral de Notre-Dame de París, el 21 de mayo de 2013. Su trágico final fue inesperado, en cuanto parecía encarnar un tipo humano que, tras haber conocido la vorágine del activismo más turbulento, alcanza un estado de serenidad estoica.


El libro colectivo ahora publicado es un intento de comprender el sentido del suicidio –sacrificio o inmolación según sus allegados– del historiador y escritor Dominique Venner. Desde el respeto pero también desde la crítica a los hábitos mentales de toda una cultura política en cuyo contexto, pensamos, su muerte puede intentar explicarse. Se trata también de establecer cierta prevención frente a algunos usos ideológicos a los que esta muerte, de forma casi inevitable, se presta.


Dominique Venner quiso hacer de su suicidio un acto público. Un acto político. Como tal acto político éste es analizable sin que ello suponga faltar al respeto a su memoria ni escupir sobre la tumba del difunto. Pero, ¿Quién fue realmente Dominique Venner? ¿Qué lectura política –o metapolítica– cabe extraer del suicidio de Venner? ¿Cómo y por qué luchó? ¿Cuál es realmente su historia?

En esta obra colaboran destacados escritores y pensadores de todo el mundo, entre ellos, el belga Robert Steuckers, el galo Alain de Benoist o el español Ernesto Milá.

La Tribuna del País Vasco ofrece en exclusiva a sus lectores uno de los capítulos de esta novedad editorial, a cargo de nuestro colaborador Carlos X. Blanco: "La supervivencia de Europa. Una cuestión de crianza"


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La supervivencia de Europa. Una cuestión de crianza
Carlos Javier Blanco Martín

Escribir sobre Dominique Venner en estos días aciagos para Europa es como escribir sobre uno mismo, sobre los tuyos, sobre la patria y la civilización. Se trata de escribir acerca de todos aquellos valores que nos vieron nacer y nos formaron. Escribir sobre Venner es volver a hacer revisión de nuestros males y afanarse en busca de las medicinas necesarias para su remedio. Reseñar su obra y su figura supone, nada menos, que volver la vista atrás, hace miles de años, y reconocerse otra vez en los propios antepasados dotados de fuerza de voluntad y un sentido de lo divino que casi hemos olvidado. Nuestros mayores se veían divinos por puro humanos; el halo de la divinidad, que es afán de superación, posaba sobre ellos mismos y sobre la naturaleza circundante. Venner nos recuerda quiénes somos, de dónde venimos, y también, hacia dónde vamos… Debemos vivificar ese recuerdo, estamos a tiempo. Será tarde si no sembramos de nuevo la conciencia de la identidad y el afán de volver a ser libres. El deber de la autosuperación implica no endiosarse, sino defender que seguimos siendo, que somos.

Somos.

En este verbo ser conjugado, en la presencia de una primera persona del plural, reside toda la fuerza para seguir siendo. Un nosotros, un colectivo que existe desde hace milenios y que en su ascenso civilizatorio increíble ha impreso su sello a todos los demás colectivos humanos, que no son “nosotros”. Los otros son humanos que gozan de su derecho a existir bajo sus propias formas, y que no tienen necesidad de ser como nosotros somos. Europa, su enjambre de pueblos, todos parientes, ha caído en el espejismo de la fase colonial. Dividida en `”potencias” ha roto todos los equilibrios, y su afán “misionero”, más allá de la prédica de los Evangelios, ha supuesto la “occidentalización del mundo” pareja a la “des-europeización de Europa”, si se me permiten los términos.

Nosotros.

Y ¿quiénes conforman ese “nosotros”? Los pueblos de Europa.

Dominique Venner habla de un colectivo de pueblos de milenaria historia, cuya primera expresión literaria (magnífica y radiante) hallamos en los Cantos de Homero, en el siglo VIII a.C. Evidentemente, cuando Homero nos lega estos dos monumentos, la Odisea y la Ilíada, los pueblos de Europa (indoeuropeos, por utilizar el término estrictamente lingüístico) ya habían acumulado múltiples experiencias. De vagabundos y guerreros, devinieron forjadores de civilizaciones. Esto fue así, en un principio, al arribar a regiones y climas más cálidos o templados (celtas, germanos, griegos, latinos). Las inmensas llanuras frías y las selvas impenetrables del norte y centro de Europa, fueron llevadas consigo –en la retina y en el alma- a costas del sur y del occidente, y allí se crearon esas civilizaciones de las que todos nosotros venimos. Venner, que no era un filólogo o un helenista, subraya con energía el carácter fundacional de los escritos de Homero. Parece mentira que, tras siglos de educación humanista, con presencia obligatoria del Latín y del Griego en la formación de nuestros jóvenes, hayamos caído en este olvido y sea un historiador y activista “identitario” quien nos lo tenga que recordar. Como docente ya curtido sobre tarimas y aularios he experimentado ese olvido colectivo, esa muerte planificada de nuestra formación clásica. Hay universidades españolas donde se puede cursar fácilmente el árabe, pero no ya el griego. Nuestros bachilleres cursan informática o economía, pero apenas saben decir dos palabras sobre Homero, ignoran lo que es un caso o una declinación. Homero, Padre de Europa, es incómodo y molesto. El legado de los griegos, en general, choca y chirría con este “Occidente” irreconocible. Venner, defensor de la identidad y supervivencia de los europeos, nos lo recuerda.

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¿Por qué el ideal helénico choca con el mundo moderno, con “Occidente”? ¿Qué tiene Homero, clásico entre los clásicos, de incompatible con el sistema que nos hunde, nos aniquila, nos degrada. Venner es muy sintético y claro en su exposición. Los poemas homéricos, decantación y resultado de siglos y siglos de experiencia colectiva de nuestros antepasados, reflejan el carácter verdaderamente divino y natural del hombre. El hombre, como el cosmos mismo, encierra para el indoeuropeo, un misterio. Ese misterio se puede resumir en una palabra: Voluntad. Hasta los dioses mismos y las fuerzas de la naturaleza se pliegan y se recortan ante la presencia de la Voluntad humana.

Enfrentarse a la muerte, al destino, a los retos incesantes de la vida, es hacer uso de esta soberana, la Voluntad. Ella reina sobre nuestros actos, ella impide caer en la esclavitud o en otros rebajamientos. Pues, como alternativa, siempre queda la muerte. La “dialéctica entre el amo y el esclavo”, de que nos habló Hegel, es el recorrido por este triángulo de la vida, entre el libre y el siervo, siempre queda el vértice de elegir la muerte. No otra cosa diferencia al hombre del dios: el hombre muere. Pero cuando al hombre se le ofrece seguir viviendo, aun de rodillas hincado y con cadenas, hay, incluso entonces, un supremo acto de voluntad que quita soberanía al vencedor: quitarse la vida o morir luchando, lo cual diviniza.

Más allá de una comunidad de rasgos raciales o culturales, una unidad de espíritu que forja el “nosotros” es cuanto  viene encerrado en el ser de los Europeos. Esa unidad viene caracterizada por la Voluntad. Desde hace milenios, aquellos pueblos errantes, carentes de patria, fueron dispersándose y buscando patrias, gobernados por élites guerreras que transmitían el imperativo de la Voluntad a los demás elementos de su pueblo. En todas las aristocracias arcaicas encontramos ese anhelo de auto-perfección y autodisciplina que después llegará a formar parte esencial de las religiones pre-cristianas y de las escuelas helénicas de filosofía. Hay una analogía de ello en un pueblo asiático muy alejado físicamente de Europa, el samurái japonés. El samurái alude a una casta de guerreros cuya fuerza residía no tanto en un entrenamiento “técnico” para las artes de la guerra, sino en la autodisciplina, en los seguimientos fieles a unos Principios, asumidos sustancialmente porque en esa obediencia se vence a un “yo quiero”. En el guerrero europeo arquetípico, como en el samurái japonés, “se es libre porque se obedece”. Resulta conmovedor observar en la Edad Media occidental el resurgimiento, revestido de cristianismo, de las más antiguas instituciones cívico-militares de los antiguos europeos: guerreros (nobles), sabios (religiosos) y productores (pueblo) encarnan las tres funciones más remotas de nuestra sociedad, las tres indispensables y las tres en armonía y complemento, bien entendido que sólo la Voluntad de enfrentarse a la muerte, de asumir el riesgo, de afirmarse, propia de una cata militar, es la que hace posible que exista vida contemplativa y vida productiva.

Venner nos reenvía a ese legado clásico. Y nos remite precisamente a Homero, que es el punto de entrada en la “Historia” tal como se suele entender sensu stricto: la Historia escrita. Durante siglos se venían cantando miles de variadas hazañas. Durante generaciones, de forma oral, los pueblos que fueron nuestros ancestros, los “nuestros”, ensalzaban a sus héroes y los aproximaban a los dioses. Durante generaciones, el orgullo de formar parte de una comunidad orgánica, en el sentido territorial y en el sentido sanguíneo (los coterráneos y los coetáneos, de Adam Müller) fue la base de la cultura. La pre-historia de los celtas, los germanos, los eslavos, los latinos, etc. debió contar con variantes arcaicas de relato épico, muy próximas a los poemas homéricos. Las grandes similitudes entre sus héroes, sus dioses, sus arquetipos, hablan de un mismo pueblo, el pueblo indoeuropeo, del cual brotaron los griegos, pueblo disperso en un continente aún poco poblado, pero regado y animado por una misma sangre y una misma actitud ante la existencia. Nuestros antepasados, los “nuestros”, se encontraban muy lejos del fatalismo oriental, o del rebajamiento que el hombre siente ante los muertos y las fuerzas opacas de la naturaleza, que tan extraño nos sigue sonando hoy, de boca de los hombres del Sur o del Oriente. En toda la épica europea hay una inmensa reivindicación de la dignidad de lo humano.


femmeAcourtois.jpgLa mujer

Lo humano, lo masculino y lo femenino. Lejos de caer en el grotesco “feminismo” de hoy en día, o en una mezcla o confusión de papeles, en las culturas europeas hallamos a la fémina en su más digna expresión, como heroína, como amante, como compañera, como ser dotado de voluntad y determinación firmes, tan firmes como las de los varones. Cierto es que aquellas sociedades eran, como se dice ahora, “patriarcales”, pero la mujer –con sus funciones propias- alcanzó en ellas, desde muy remotos tiempos, el respeto y la dignidad que aún se desconocen en el Sur y en el Oriente.


Lo Sagrado

Hay en Venner no pocas dosis de anti-cristianismo, y la impronta de Nietzsche quizá sea en él muy fuerte, dominante. En la misma línea que el filósofo alemán, el cristianismo es visto por nuestro Venner como una religión foránea, levantina, una suerte de virus asiático inoculado en el cuerpo antes sano de los “buenos bárbaros” europeos. La “bestia rubia”, así, habría quedado domesticada, enferma de impotencia y parálisis, con sus instintos guerreros apagados. El cristianismo sería, pues, el judaísmo para europeos, la avanzadilla del desierto, la invasión del monoteísmo feroz, enemigo de las imágenes (de entre ellas, la imagen desnuda del bello cuerpo humano), el prototipo de todo ulterior mundialismo. La Iglesia universal no reconocerá color de piel o fronteras nacionales, todos iguales ante Dios, todos nivelados pues, y de rodillas ante su poder supremo.
Esta actitud “neopagana” ha influido mucho sobre los autores tempranos de la llamada “Nueva Derecha”, para los que D. Venner es una fuente de inspiración, si no un pionero o padre fundador. Sin embargo esta escuela de pensamiento, que tan buenos servicios ha prestado en la crítica (o “trituración”, como diría Gustavo Bueno) de la idea enteriza de Humanidad, o de Derechos Humanos universales, no ha podido avanzar en una crítica trituradora de la idea misma de Cristianismo. ¿Qué significa esa “comunidad universal” de creyentes, realmente? Desde un punto de vista emic, amén de ecuménico, un evangelista, un cristiano copto, un católico, un teólogo de la liberación… todos serían miembros de esa misma Comunidad, cuyas iglesias y autoridades serían accidentes. Pero ese sólo es un punto de vista interno, subjetivo, particular, en modo alguno compartido por otros cristianos o por otros observadores. Y lo mismo podríamos decir a lo largo de la historia: ¿Llamamos “cristianismo”, por igual, a la actitud de los primeros siete siglos, el cristianismo fuertemente ascético, levantino, de los primeros padres, y al cristianismo nórdico y guerrero de la Reconquista Española, al de las Cruzadas, al de la Conquista de las Indias? A mí me parece, francamente, que no es lícito hacer eso. No, a no ser que nos comprometamos nosotros mismos con una determinada teología, sustancialista, que insista en dogmatizar sobre la unidad de tan diversas actitudes y credos saltando por encima de siglos, naciones, coyunturas. En ese sentido, resulta clarificador el pensamiento de Oswald Spengler. Morfológicamente, esto es, atendiendo a la cultura o civilización que vive una religión, encontramos dos grandes (e irreductibles) cristianismos.


El cristianismo levantino, asiático, “arábigo” en su esencia y repleto de pseudomorfosis clásicas, es el primer cristianismo ascético: huye del mundo, invoca una visión célibe, monástica y levítica del mundo, renuncia a la vida, es masoquista y anhela la muerte.

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El segundo cristianismo, el fáustico, específicamente europeo-nórdico. Geográficamente es ubicado en las selvas centroeuropeas y nórdicas, en torno al siglo X, coincidiendo con el inicio del arte románico. Su preludio estaría en la germanidad católica de los carolingios, aunque quizá Spengler no era buen conocedor del papel desempeñado por el Reino Asturiano (siglos VIII-IX), de pequeñas dimensiones en comparación con el Imperio de Carlomagno, pero ya del todo fáustico en su empeño de “ser nosotros”, en su empeño de resistir al alógeno y en no mezclarse con él. Las palabras que la Crónica de Alfonso III de Asturias pone en boca de Pelayo en su parlamento con el colaboracionista Oppas, vendido al moro, son de lo más revelador: “…despreciamos esta muchedumbre de paganos y jamás nos mezclaremos con ellos”. Esa gente que se formó a partir de Covadonga, o de Poitiers, en las Cortes de Oviedo o de Aquisgrán ya eran cristianos fáusticos.


La caballería medieval llegó a ser, así, tan fundacional o más que la clerecía a la hora de crear una nueva civilización. La civilización del cristianismo fáustico. La espada larga del guerrero del Medievo, hincada en la tierra, ya era La Cruz. Julius Evola señaló la dialéctica, nunca la fusión ni subordinación, entre dos cristianismos y dos poderes, a saber, el caballeresco y el sacerdotal, dialéctica nunca del todo resuelta, y que encuentra su expresión clarísima en la lucha entre gibelinos y güelfos en la Italia del norte. Más que dos fases temporales, cristianismo levantino y cristianismo fáustico, tenemos aquí más bien dos principios que lucharon férreamente entre sí a lo largo de los mil años de Medievo. La Edad Moderna y su “separación” de poderes, laico y religioso, supondrá el principio del fin de una estructura que, con tensiones, se mantuvo en forma ante el islam y otras amenazas bárbaras entre el siglo VIII y el XVIII. Mientras la Edad Moderna conservó una élite que supo enfrentarse a la Muerte y afirmó su voluntad de señorío, la Civilización Europea fue fiel a sus más arcaicos fundamentos, que se podrían remontar a unos 30.000 años de historia. Pero hoy todo aparece muy cambiado.

Mundialismo

Hoy nos encontramos en plena crisis de fundamentos de Europa. Hoy vemos a través de trampas y espejismos, cuando no a través de vapores anestésicos e intoxicación. Vemos un mundo “occidentalizado”, creyendo que esto fue obra triunfal, apoteósica, de una Gran Europa. En realidad fueron dos imperios contingentes, primero el Británico, después los E.E.U.U. , los que “mundializaron el mundo”, vale decir, los que sometieron a todos los pueblos de la tierra al dictado del Mercado, los que iniciaron la mesiánica tarea de convertir toda la naturaleza y toda la humanidad a la condición de mercancía. Los pueblos de todos los credos y razas adoptaron cáscaras y máscaras de “Occidente” (no necesariamente de Europa) que les resultaran más funcionales en su “modernización”. Pero este proceso no tiene nada que ver con un triunfo de Europa. Más bien revela su ruina y destrucción de la manera más cruda.


La falta de unión de los pueblos de Europa, y la usurpación de las respectivas soberanías nacionales a favor de organismos supra-nacionales (UE, ONU, FMI…) y en pro de tratados impuestos por los yanquis, revela todavía el status quo creado en 1945. Pero lo revela con gran retraso y desajustes, porque el “imperio” ruso es indisociable del concierto europeo, pese a todos los intentos norteamericanos por evitarlo, y es un “imperio” al que nunca se le va a poder marginar. Y hay una gran inadecuación también porque hoy salen a escena muchas otras potencias en el mundo que, por un lógico e inexorable horror vacui, extienden su influencia ante el inevitable declinar norteamericano. La fuerte islamización que está sufriendo nuestro continente es consecuencia directa de esta “administración” colonialista que los E.E.U.U. han ejercido tras la derrota del III Reich. Desde la precipitada descolonización que sucedió al término de la Gran Guerra, pasando por la desestabilización del mundo árabe, y la creación de grupos y corrientes terroristas, siempre la mano larga de Washington ha perjudicado notoriamente a Europa. Las oleadas de emigrantes y refugiados (muchos de éstos sólo son refugiados por el nombre) guardan relación directa con la falta de autoridad soberana de la propia UE y de sus miembros, al haberse dejado someter a unas supuestas “normas” internacionales absolutas de acogida y de derechos humanos que en ningún otro punto del planeta se interpretan de esa manera. De forma convergente, la destructiva erosión de la familia, las nociones de patria, deber, sacrificio, lealtad, llevada a cabo por una intensa ingeniería social sufragada ampliamente desde las instancias de la Alta Finanza, especialmente yanqui, contribuyen a esa imagen de derrota, decadencia, laxitud, que el europeo de nuestro tiempo ofrece ante toda la invasión planificada.


Las instituciones europeas no han servido jamás para reforzar una identidad colectiva supra-nacional, antes bien, han servido para implantar una sumisión de nuestras naciones a los poderes financieros transnacionales. Washington, a diferencia de Roma, no puede civilizar nada. Washington, a semejanza de Cartago, sólo extiende el culto al becerro de oro y a la deshumanización de los hombres, que no otro es el destino del Imperio de la Economía Capitalista, convertir todo lo humano y natural en mercancía. Las naciones, y los propios imperios, hoy son sólo contingentes e instrumentales: mandan los señores del dinero, y el instrumento para “civilizar”, el Estado, cada vez arroja una imagen más cínica, menos sacra, más mendaz e insostenible, porque ese Estado nacional ya no protege a los pueblos que lo fundaron, no defiende fronteras, no conserva la cultura propia, no sirve como educador ni como coadyuvante a la educación.


DV-brevcouv.jpgLa clave: crianza

Como anexo a Un Samurái de Occidente. Breviario de Insumisos (Versión española en Ediciones Fides, 2016) figura una serie de máximas a seguir, dentro del plano estrictamente individual, familiar y comunitario. Son las viejas reglas del “saber vivir”, protegiendo al hombre de todas esas influencias nefastas que vienen de la ingeniería social alógena, del “marxismo cultural” trasplantado con enorme éxito desde las universidades yanquis a la vieja Europa. Leer libros, volver a los clásicos. Contactar con la naturaleza, practicar la reflexión en silencio, amar el silencio. Transmitir los valores eternos a los niños. Criarlos con amor, orgullo, aprecio por lo que son, amor por el “Nosotros Somos”. Y somos así, hijos de Homero. Descendientes de Grecia, Roma, Germania, Celtia. Hijos de España, de Francia, de Alemania, etc., y de nuestras patrias chicas también. Hemos de saber transmitir a nuestros hijos que este suelo que pisan es suyo, y que ningún recién llegado, ultra-subvencionado por ONGS, Fundaciones o Tramas mundiales se lo puede arrebatar. Que su identidad, su manera de entender el mundo, su espíritu entero están ligados a una tierra, cuya defensa sigue siendo cosa sagrada, y que en esa tierra miles de generaciones de ancestros han muerto y dado su sangre para que ellos, los niños europeos del porvenir, sigan  aquí, orgullosos de un pasado y anhelantes de un porvenir. Al margen de cualquier receta política inmediata, en este libro de Venner y en esta serie de máximas que contiene, se encierra la clave de nuestro porvenir. Cómo hemos de hacernos cargo de la educación de nuestros niños para que ellos sigan siendo herederos de Homero, o herederos de aquellos pueblos que hace muchos siglos se enseñorearon de una península que ya nunca más fue apéndice de Asia o de África. Con las armas hemos detenido invasiones en Maratón, en Covadonga, en Poitiers, en Lepanto, en Viena… pero con la crianza de los niños es como de nuevo volveremos a ser libres, como podremos ganar o recobrar un destino.

samedi, 20 janvier 2018

Robert Steuckers: EUROPA I, II & III

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EUROPA I, II & III:

par Robert Steuckers

I. Valeurs et racines profondes de l'Europe

II: De l'Eurasie aux périphéries/Une géopolitique continentale

III: L'Europe, un balcon sur le monde

996 pages, 75 euros

COMMANDES: http://www.editionsbios.fr

Pour les commandes hors de France: compte bancaire sur simple demande !

LES HOMMES LIBRES de Frédéric Lynn

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LES HOMMES LIBRES de Frédéric Lynn

 
Préfacé par Robert Steuckers, l'ouvrage LES HOMMES LIBRES est disponible sur http://editionsbios.fr/livre/les-homm...
ISBN : 979-10-94233-02-3
 
FLy-HLcouv.jpg« J'ai commencé ce livre en Ukraine. Être volontaire est bien plus compliqué que de «ramasser un fusil et d'aller se battre». La difficulté est de persister envers et contre toutes les frustrations, les déceptions et les trahisons. La difficulté est d’affronter ses propres contradictions. Je suis parti au Donbass jeune, la tête emplie d'idées tourbillonnantes et de fureur adolescente. J'en suis sorti autre et la plupart de mes camarades aussi. Changés sur un plan moléculaire. Tellement intime, tellement profond, que la majorité d'entre nous n'en parleront jamais. Beaucoup choisissent le silence, et moi-même, j'ai souvent failli abandonner ce livre. La guerre au Donbass a été traitée essentiellement par des analystes, des politiciens ou des idéologues mais il n’existe pas de témoignages de soldat et de sa vie quotidienne sur le front. Ce n'est pas un livre « de guerre » au sens classique du terme. Nos arrestations multiples, nos passages illégaux de frontières, nos attentes, nos romances, nos intrigues, nos misères et nos joies quotidiennes appartiennent autant à la guerre que les combats eux-mêmes. Les faits et les personnages, qu'ils soient héroïques ou sordides, constituent la raison d'être de ce livre. Je n'ai pas honte d'avoir participé à cette guerre. Au contraire, comme disait un modèle de mon enfance, « je n'ai qu'un seul regret, c'est de ne pas m'être engagé plus tôt ». L'un des personnages de ce livre se plaisait à décrire le phénomène de la parallaxe : « un fait ne peut être perçu par différentes personnes que de leur point de vue individuel et donc, limité. » Ce n'est qu'en additionnant les points de vue que l'on obtient une idée de la réalité. Ce récit est ma contribution. »
 
Frédéric Lynn
 

mardi, 16 janvier 2018

La place de l’Europe dans le « nouvel ordre de la Terre »

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La place de l’Europe dans le « nouvel ordre de la Terre »

par Daniel COLOGNE

Georges Feltin-Tracol publie un nouveau recueil de textes dont la lecture est aussi agréable que celle de ses ouvrages précédents. La diversité des registres d’écriture n’y a d’égale que la cohérence du fond. C’est un livre qui rassemble des conférences prononcées dans des cercles identitaires, des essais très documentés comme celui qui clôt ce passionnant florilège, des articles plus courts où l’auteur dévoile aussi un authentique talent de journaliste capable d’élever un fait divers au rang de témoignage patrimonial : le tout sous-tendu par une abondance de notes infra-paginales qui classe l’ouvrage parmi les prestations éditoriales de haut niveau universitaire (1).

L’auteur ne fait pas mystère de son programme : refonder l’Europe au prix d’une « implosion (p. 103) », d’un « abattage (p. 111) » ou d’une « destruction (p. 129) » de l’Union européenne. Refaire de l’Europe une « patrie idéale » intégrant de manière organique les « patries historiques » (les nations) et les « patries charnelles » (les régions) : c’était l’idée chère à Georges Gondinet, mais elle doit évidemment être réactualisée à la lumière d’un contexte qui n’est plus le même qu’il y a quarante ans. Ainsi « le nouveau régionalisme » doit-il rechercher des « champs de force », « des portions d’espace dominées par un pôle urbain et pouvant être animées à partir de ce pôle (Pierre Fougeyrollas, cité par l’auteur, p. 204) ».

« L’union souveraine et fédérale des peuples, des nations et des régions d’Europe est l’ultime chance du continent de survivre au XXIe siècle (p. 73). » Cela nous paraissait une évidence, à Georges Gondinet et moi-même, dès 1977, lorsque nous écrivions Pour en finir avec le fascisme. Nous remercions Georges Feltin-Tracol de nous citer à plusieurs reprises et de considérer des brochures comme la nôtre, celles de nos amis italiens de l’époque (Giorgio Freda et Adriano Romualdi) et celles, plus récentes, de Gabriele Adinolfi, comme de « véritables munitions pour la réflexion [facilitant] la diffusion de pensées concises et ramassées (p. 169) ».

On peut adresser à Georges Feltin-Tracol l’éloge que décernaient les contemporains d’Hippolyte Taine au doctrinaire de la « race », du « milieu » et du « moment » : tous deux sont de remarquables bâtisseurs de pyramides intellectuelles. Taine avait repris à son compte la devise de Spinoza, « Vivre pour penser », mais ceux qui veulent prolonger cette ambition théoricienne dans un engagement politique en arrivent inéluctablement, quelle que soit leur famille idéologique d’origine, à s’interroger sur un « nouvel ordre de la Terre (p. 189) », sur un « possible latéral (Raymond Ruyer) » meilleur que « l’imparfait du présent (Alain Finkielkraut) », sur un équilibre mondial « harmonique » plutôt que « dissonant », pour reprendre les termes du lexique de l’astrologie.

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Partager la conception que Georges Feltin-Tracol se fait du « nouvel ordre de la Terre » implique de se débarrasser de certains préjugés véhiculés via les media de masse par l’intelligentsia dominante. La première de ces idées reçues est celle de l’« origine uniquement africaine de l’homme (p. 3, c’est moi qui souligne) ». Aucune vraie confrontation n’est organisée entre cette théorie, présentée comme un dogme et non comme une hypothèse, et d’autres types d’évolutionnisme, comme par exemple celui de René Quinton, pour qui les pôles sont les foyers d’origine des formes supérieures de vie. Tout se passe comme si l’on voulait face à face le transformisme darwinien et la puérile interprétation catéchistique de la Genèse biblique (2).

Georges Feltin-Tracol accorde à Bastien Vallorgue un entretien liminaire où sont introduits les grands thèmes développés dans les chapitres ultérieurs. Il distingue la « mondialisation », « processus historique, géographique et économqiue », et le « mondialisme », « idéologie politique (p. 3) ». Plus loin, il précise « la portée politique » du mondialisme en se référant à se sdéfinitions encyclopédiques (Grand Dictionnaire Larousse de 1984). Le mondialisme a pour objectif « l’unité politique du monde considéré comme une communauté humaine unique ». Dans la même page, la mondialisation reçoit une acception « plus économique, géographique et technique (p. 33, c’est moi qui souligne) ».

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Selon Jacques de Mahieu, « historien méconnu (p. 2) » dont six ouvrages sont opportunément rappelés, les drakkars vikings et les bateaux templiers ont précédé les caravelles de Colomb sur la route de l’Amérique du Sud. Il n’en reste pas moins que le début de la mondialisation se situe au Quattrocento, grand siècle de la peinture italienne, mais aussi des navigateurs portugais, de leur nouveau type de navire et de leur nouvelle méthode de trafic maritime. Quatre et cinq siècles plus tard, l’accélération des moyens de transports (chemins de fer, automobile, aviation) et le perfectionnement des outils de communication (du télégraphe à Internet), achève le processus de mondialisation à l’époque même où s’impose l’impérieuse nécessité de trouver une alternative au mondialisme.

Georges Feltin-Tracol suggère « la constitution de grands espaces continentaux fermés (p. 28) ». En prenant acte du processus pluriséculaire décrit plus haut, on peut admettre la relativité de cette fermeture, au moins pour les blocs voisins, comme pourraient l’être une Europe de l’Ouest débarrassée de son « esprit mouvant d’ordre océanique (p. 22) » et des pays comme la Hongrie, la Roumanie ou la Bulgarie susceptibles de se fédérer sur la base d’une « façon d’être qui est typiquement différente de la nôtre, peuples d’Europe occidentale (Fanny Truilhé et Mathilde Gibelin, citées par l’auteur, p. 96) ».

Une des recensions les plus originales recueillies dans l’ouvrage est en effet celle de la marche pédestre de 6 000 kilomètres de ces deux jeunes femmes à travers toute l’Europe. Ces anciennes adeptes du scoutisme sont frappées par l’« euroscepticisme certain (p. 95) » qui se développe dans ces zones de l’Est européen, mais auquel l’auteur préfère l’« eurocriticisme (p. 161) ». « Il s’agit de donner à l’Europe une souveraineté réelle au contraire de l’Union actuelle qui dissout les souverainetés nationales sans pour autant s’en forger une de dimension continentale (p. 162) ».

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Georges Feltin-Tracol plaide pour une Europe fédérale en rappelant tout au long de la page 6 que le fédéralisme fait partie de l’héritage politique de la France, où souvent « on le confondit avec l’anarchisme et le socialisme libertaire du fait de la proximité de Proudhon (p. 7) ». L’auteur invite à se souvenir que « fédérer c’est réunir les éléments diversifiés dans un équilibre dynamique (Ibid.) », un peu à l’image du système solaire qui est lui-même en mouvement dans notre galaxie, mais qui gère en même temps les cycles différenciés des planètes, les unes rapides, les autres lentes.

Étroitement lié au fédéralisme, le principe de subsidiarité se définit d’après la maxime : « Il ne faut jamais confier à une grande unité ce qui peut être fait dans une plus petite (Dusan Sidjanski, cité par l’auteur, p. 12). » Le fédéralisme et la subsidiarité sont donc aux antipodes du nationalisme qui s’insurge certes contre « la tyrannie de l’ego (p. 13) », mais qui est lui-même un produit de la modernité et qui s’apparente à toutes les tendances hégémoniques des États centralisateurs au détriment des réalités locales (régions, communes). D’aucuns seront surpris de lire au bas de cette même page 13 : « Le fédéralisme est une avancée majeure vers l’Europe impériale. » C’est qu’ils confondent, comme beaucoup de Français, l’idée d’Empire avec celui de bonapartisme. D’une manière plus générale, en Europe, la notion d’imperium est devenue incompréhensible en raison des pesants souvenirs laissés par les colonialismes, l’annexionnisme hitlérien, l’impérialisme d’après 1945 avec ses mâchoires étatsunienne et soviétique se renfermant sur les pays européens de l’Ouest comme une tenaille de fer.

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Il ne s’agit évidemment pas de revenir à la Chrétienté médiévale ou « à un empire de type espagnol, ultra-catholique et inquisitorial comme celui de Charles-Quint (Otto de Habsbourg-Lorraine, cité par l’auteur, p. 16) ». Pourtant, l’Empire doit être « animé par une ferveur spirituelle (Ibid.) ». C’est ainsi que le conçoit Julius Evola, sur qui Georges Feltin-Tracol a prononcé une longue conférence en 2013, dans le cadre d’un colloque organisé par Terre & Peuple. Le texte de cette allocution, « revue, modifiée et augmentée, suite à des discussions postérieures (p. 175) », constitue un des chapitres les plus brillants de l’ouvrage. Pour Evola, L’Empire ne signifie nullement « la dissolution des nations dans une nation unique, en une espèce de substance sociale européenne homogène, mais au contraire l’intégration organique de chaque nation (p. 185) ». L’organicisme évolien repose sur l’idée qu’une totalité est d’autant plus solide que ses parties constitutives sont différenciées.

La construction d’une Europe impériale implique donc l’octroi d’une certaine autonomie aux nations qui, à leur tour, doivent accorder une part d’indépendance aux régions et respecter les identités diverses qui s’expriment sur leur territoire (3). « Mais l’Europe aura-t-elle enfin les moyens d’associer en sérénité l’identité, la puissance et la spiritualité ? (p. 123) », s’interroge Georges Feltin-Tracol dans le chapitre terminal de son livre.

« Retrouver le concept de puissance (p. 210) » est en effet aussi important que de répondre aux exigences de la ferveur spirituelle et de la fierté identitaire. La « volonté de puissance » fait écho au « conatus » et préfigure la « persévérance dans l’Être ». Une filiation philosophique Spinoza – Nietzsche – Heidegger permet de donner au concept de puissance une signification qui le met en harmonie avec l’identité. La puissance est la consolidation de l’identité, l’effort contre l’oubli ontologique.

Il convient de préciser la place qu’assigne Georges Feltin-Tracol à l’Europe dans le « nouvel ordre de la Terre » considéré, non plus comme une épure ou ne sorte d’alter-utopie, mais comme la succession des soubresauts anti-mondialistes qui agitent la « post-modernité », mais en restent au stade de croquis plutôt chaotiques. Le mondialisme est une utopie selon l’étymologie ou-topos, un « pays de nulle part (Raymond Trousson) », une construction abstraite et universaliste faisant fi des différences « bio-culturelles », pour reprendre un adjectif souvent et judicieusement utilisé par l’auteur. Les grands espaces différenciés qui devront se substituer au mondialisme seront des pyramides tendant vers l’idéal de l’eu-topos (le lieu où l’on se sent bien), dans le cadre d’un « uni-diversalisme (Michel Maffesoli) », au sein d’un ensemble organiciste comme le composent le Soleil et les planètes tournant autour de lui à différentes vitesses.

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La critique de Georges Feltin-Tracol n’épargne pas les courants qui prétendent s’opposer au mondialisme mais qui, en raison de leurs contradictions et en dépit de la sympathie que peuvent inspirer leurs dirigeants, ont un effet contre-productif et sont ainsi voués à être des « impasses intellectuelles majeures (expression employée par Rodolphe Badinand, co-fondateur du site Europe Maxima dans son magistral essai pour désigner la Contre-Révolution) ». Ces courants « s’exemptent un peu trop facilement des rapports de force socio-historiques (p. 28) » et, par-delà les qualités humaines d’un José Bové, avec « son abondante moustache [qui] en fait un moderne Gaulois en lutte contre l’impérialisme marchand (p. 55) », ils affichent des incohérences qui en font des complices objectifs du mondialisme (4). « Souverainistes en agriculture, les altermondialistes se méfient de la souveraineté politique. Ils condamnent la circulation des capitaux tout en exigeant l’abolition de toutes les frontières et la circulation sans contraintes des êtres humains (p. 58). »

Autrement plus sérieuses sont les réactions comme le Brexit, l’America First d’un Donald Trump au tempérament toutefois très imprévisible, la volonté de la Russie et de la Turquie de redevenir sujets de l’histoire, après la période troublée consécutive à la chute du communisme (dans le cas de la Russie) et après la parenthèse laïcisante du kémalisme (dans le cas de la Turquie). Soulignons au passage l’objectivité avec laquelle évoque « le bien-fondé » de certaines institutions de pays musulmans telles que le millet ottoman (p. 210) ou la « dyarchie inégalitaire (p. 180) » entre le Guide suprême de la Révolution islamique iranienne et le triumvirat (Président de la République, Président du parlement et Chef du pouvoir judiciaire) qui dirige cette grande nation (de souche indo-européenne et de confession chiite, il est vrai). Quant aux pays dits « émergents », comme le Brésil, l’Inde ou la Chine, on peut leur appliquer la remarque de Pierre Béhar citée par l’auteur : « Plus qu’il ne leur confère de droits, leur poids leur impose des devoirs : ceux de stabiliser l’univers politiquement et économiquement, autrement dit d’assurer la paix et de favoriser la prospérité (p. 214). »

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La future Europe impériale devra s’ériger en modèle, non seulement par son aptitude à harmoniser le trinôme spiritualité – puissance – identité, mais aussi par sa capacité « à agir en faveur des faibles et des opprimés (Karl Haushofer, cité Ibid.)». Dès 1930, le géopoliticien allemand notait que « la possession d’espace sur la terre » devait donner aux puissants une conscience pour les amner à se préoccuper de ceux que Raymond Abellio appelle les « hommes d’exécution ». En subdivisant en « exécution » et « gestion » la « fonction productive » de Georges Dumézil, Raymond Abellio semble insister sur la production économique (agricole ou industrielle) alors qu’il existe aussi des producteurs culturels (artistiques, musicaux, littéraires). Un espace plus ou moins grand de territoire va donc présenter une multiplicité d’identités rurales et citadines, mais aussi culturelles. Il y a par exemple une identité littéraire française et c’est le rôle des dirigeants politiques de la mettre en valeur par un enseignement de qualité. Ce sont donc bien les « hommes de puissance (Abellio) » qui doivent combattre pour la préservation identitaire. La fonction directive consolide la pluralité d’identités forgées par la fonction productive.

Mais il reste une troisième et dernière étape à franchir. C’est le rôle des « hommes de connaissance », toujours selon la terminologie d’Abellio (fonction cognitive). Pour faire une comparaison littéraire, les identités forgées par la fonction productive et consolidées par la fonction directive sont pareilles au corpus diversifié des œuvres d’un écrivain. Fondateur de la stylistique, le critique littéraire allemand Leo Spitzer propose de dégager l’« étymon spirituel » de l’écrivain. Analogiquement, la fonction cognitive doit se préoccuper de faire émerger l’« étymon spirituel » européen, filigrane des identités nationales et des « mémoires locales » (expression de Georges Feltin-Tracol dans le titre de son deuxième ouvrage paru en 2011). La fonction cognitive se situe donc au niveau de la « volonté continentale » et de l’imperium. C’est la « fonction souveraine » distinguée par Dumézil au sommet de la tripartition fonctionnelle des peuples indo-européens.

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Plutôt qu’un « corps mystique militant » (Dominique Venner, dont je salue par ailleurs admirativement la mémoire), je verrais plutôt, à la tête de l’Europe impériale, un conseil de sages chargé de réfléchir sur l’« esprit européen » (ou le « style européen », pour rester dans la comparaison littéraire). Une assemblée sapientielle du même type est imaginable au faîte de la fédération mondiale des grands espaces différenciés. Une des tâches de cette sorte de « collectif Terre », comme disait un jour un Africain anonyme dans une intervention télévisuelle, serait de mettre la Tradition Primordiale à l’épreuve d’un double comparatisme singularisant et unifiant. Cela dit, si la structure conçue par Dominique Venner se situe « en marge de la sphère proprement politique » et se veut « formatrice d’une nouvelle classe dirigeante (p. 10) », c’est parce que la fonction directive des « hommes de puissance » s’est coupée depuis longtemps de toute référence spirituelle. Même si l’idée de Tradition primordiale peut faire l’objet d’un débat, le dernier mot à rené Guénon à travers le thème fondamental de la révolte des kshatriyas. Celle-ci n’est pas une simple insurrection de « guerriers » contre des « prêtres » ou des « clercs ». C’est l’affirmation de l’autonomie de la substance (ce qui se tient en-dessous) figurée par les « eaux » de la Genèse biblique sur lesquelles plane le « Principe » (arché, erronément traduit par « commencement »).

C’est pourquoi Georges Feltin-Tracol nous invite à nous dresser contre un monde globalisé caractérisé par sa « liquidité (Zygmunt Bauman, cité p. 190) ». L’Europe, pas le Monde convie les Européens à rompre avec cet « univers chaotique de fluidités tempétueuses (p. 4) ». À l’heure où de nombreux analystes déplorent une montée des « radicalités » politiques et religieuses, c’est la refondation principielle de l’Europe que nous propose ce remarquable ouvrage.

Daniel Cologne

Notes

1 : Georges Feltin-Tracol, L’Europe, pas le Monde. Un appel à la lucidité, les Éditions du Lore, 2017, 224 p., 25 €. Les citations suivies d’un numéro de page sont extraites de ce livre.

2 : La Bible comporte deux récits distincts relatifs à la Genèse. Le second peut faire penser à une « création », bien que le titre du Premier livre soit Genesis (le devenir) et non Poiesis (la création). Mais le premier, qui recouvre les 34 versets initiaux, fait plutôt penser à une conception. Sa litanie « Il y eut un soir, il y eut un matin » indique une priorité accordée à l’Hémisphère boréal du « jour », qui ne doit dès lors pas être pris dans son sens littéral, mais comme une sorte de « structure absolue » telle que l’a recherchée Raymond Abellio.

3 : À propos des « formations politiques régionalistes », l’auteur pense qu’elles « nuisent à l’idée européenne en réalisant une fragmentation d’une éventuelle puissance continentale (p. 17) ». Il s’interroge sur « le poids géopolitique » qu’aurait par exemple une République indépendante de Catalogne face à des blocs comme les États-Unis, la Chine, la Russie ou un grand Califat islamique. Cependant, il écrit un peu plus loin : « Les régionalismes et les autonomismes sont légitimes et ont toute leur place dans le cadre impérial à venir. » Il faut donc distinguer les indépendantismes actuels contre-productifs et les autonomismes futurs voués à fleurir dans l’Europe de demain en même temps que l’échelon intermédiaire des nations fortes. Pour reprendre une belle image de l’écrivain belge Sander Perron, l’Europe est une gerbe rassemblant les bouquets nationaux colorés par les fleurs régionales.

4 : On peut en dire autant de l’écologisme auquel « il manque […] la clef de voûte des identités bioculturelles ». Pourtant, l’auteur considère qu’« une écologie bien pensée pourrait assurer à l’Europe une autosuffisance énergétique et alimentaire, les deux priorités pour l’indépendance véritable des Européens (p. 29) ».

« L’Europe, pas le monde » de Georges Feltin-Tracol

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Lecture:

« L’Europe, pas le monde » de Georges Feltin-Tracol

par Yann Vallerie

Ex: http://pdfbretagne.blogspot.com

 
« L’Europe, pas le monde ». 
Tel est le titre du dernier ouvrage de Georges-Feltin Tracol, qui s’occupe également de la revue Réfléchir et Agir et du site Europa Maxima.
 
Le livre, paru aux éditions du Lore, fait suite à « Elements pour une pensée extrême », pour lequel nous avions recueilli une interview de l’auteur.
 
Voici la présentation de l’éditeur : 
En trois quarts de siècle, le projet européen en partie formulé par les milieux non-conformistes de l’Entre-deux-guerres est devenu un cauchemar pour les peuples du Vieux Continent. 
 
Dans le cadre d’une mondialisation désormais illimitée, les sectateurs mondialistes de l’actuelle imposture européenne ne cachent même plus leur volonté d’intégrer au plus vite cet espace dans un ensemble planétaire global.
 
Cette terrible désillusion favorise le souverainisme national et les revendications régionalistes. Faut-il pour autant rejeter toute idée européenne ? 
 
 Non, affirme Georges Feltin-Tracol qui en appelle à une salutaire lucidité. Ancien animateur de la revue L’Esprit européen et collaborateur naguère à Éléments pour la civilisation européenne, ce Français d’Europe (ou Européen de France) considère que l’Europe n’est pas ouvert aux populations du monde entier, mais l’héritage des peuples boréens. 
 
Se détournant à la fois de l’État-nation dépassé, du mondialisme mortifère et d’un altermondialisme parodique, il envisage un autre défi continental, soucieux de la personnalité historique de ses cultures et susceptible d’assumer un destin de puissance géopolitique.
 
Contribution révolutionnaire pro-européenne à la grande guerre des idées, ce recueil d’articles, d’entretiens, de conférences et de recensions démontre la persistance d’un authentique esprit européen, surtout si de nouvelles chevaleries militantes surgies des communautés populaires enracinées relèvent le nouvel enjeu civilisationnel du XXIe siècle : maintenir la spécificité albo-européenne. 
 
Pendant que se prolonge l’éclipse de l’Europe, c’est dans la pénombre que s’esquissentquelques jalons fondamentaux d’une nouvelle Europe polaire, fière et solsticiale.
 

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Plus qu’un livre, il s’agit en effet d’un recueil d’articles formant une somme globale tentant de chercher la solution pour que l’Europe puissance et respectueuse de ses identités charnelles ne soit pas englouti dans le magma mondialiste. 
 
Comment à la fois préserver les équilibres locaux et régionaux tout en construisant une Europe forteresse et sûre d’elle même ? 
 
L’auteur n’est pas tendre avec ceux qu’ils nomment « les nouveaux visages du mondialisme » dans lesquels il inclue notamment certains indépendantistes écossais ou catalans, par exemple. 
« A quoi bon une Ecosse indépendant si la population n’est plus écossaise à long terme ? » s’interroge ainsi l’auteur, même si la question se pose exactement de la même façon vis à vis des défenseurs de l’Etat-nation qui ont bien souvent mis de côté la question ethnique.
 
On apprécie, tout au long de l’ouvrage, l’ensemble des solutions préconisées par l’auteur afin de donner vie à cette Europe qui inspire souvent de la méfiance, ou des relents d’égoismes nationaux, alors qu’elle est sans doute actuellement la seule solution pour que les peuples qui la composent espèrent encore compter dans l’histoire et le futur.
 
On apprécie également que l’auteur mette et insiste sur cette nécessaire différenciation entre ceux qui sont européens, et ceux qui ne le sont pas. 
 
C’est le base de toute civilisation que de se définir (et de définir qui est son ami, son ennemi …)
 
Loin des discours exclusifs, régionaux ou nationaux, Feltin-Tracol propose des solutions pour permettre à chaque strate de s’épanouir dans cette nouvelle Union qu’il appelle de ses voeux. Un livre particulièrement rafraichissant, loin des discours souverainistes qui semblent voués à l’impasse, loin aussi des discours de ceux qui ne voudraient voir dans l’Europe qu’une simple union économique (sans frontières vis à vis de l’extérieur).
 
« L’Europe, pas le monde » Georges Feltin Tracol – les éditions du Lore – 25€

Yann Vallerie

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Crédit photo : DR
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lundi, 15 janvier 2018

« Les économistes du système sont d’authentiques charlatans »

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« Les économistes du système sont d’authentiques charlatans »

Entretien avec Christophe Poitou, auteur du livre Le syllogisme économique ou comment mettre en échec l’oligarchie (éditions Dualpha)

Propos recueillis par Fabrice Dutilleul

Ex: http://www.eurolibertes.com

Poitou-Christophe-quadri.jpgAprès avoir écrit Le totalitarisme économique il y a quelques années (Éditions L’Æncre), vous récidivez cette fois avec Le Syllogisme économique… Pourquoi ?

Je fais dans ce nouveau livre le point sur les différents débats actuels qui agitent le microcosme économique : le problème de l’euro dans le contexte actuel des remous au Front National, l’épuration académique par le scientisme mondialiste mensonger (le fameux prétendu « négationnisme économique » dénoncé par Cahuc et Zylberberg, une charge à peu près de même nature qu’un communiqué de Monsanto par exemple), et d’autres sujets encore. J’aborde surtout le débat n° 1 actuellement, à savoir la place de la flexibilité dans la cause ou non de la richesse des nations comme aurait pu dire Adam Smith.

Dans votre livre, vous montrez, faits à l’appui, que ce n’est pas une cause profonde, ni de la richesse, ni de la pauvreté des nations…

Oui, ce n’est qu’un phénomène technique qui a son importance, mais qui tient une place disproportionnée médiatiquement. Le vrai problème, c’est surtout l’excès d’immigration passé et présent. Il y a aussi la malveillance de certains représentants de l’oligarchie mondiale installée aux États-Unis.

Le résultat de tous ces dysfonctionnements est que la politique monétaire ne peut plus s’arrêter sinon tout explose ?

En effet, il faut soigner la société et l’économie en permanence. Les autorités monétaires de la BCE disent qu’ils ne peuvent se substituer aux réformes nationales de flexibilisation et que si cela est fait, ça ira mieux et ils normaliseront, mais au fond d’eux, ils n’en croient probablement pas grand-chose. Ils savent qu’on a passé le point de non-retour.

Pourtant ces mesures de « flexibilisation de droite », telles que la loi travail, pourraient peut-être avoir des effets intéressants, non ?

« Elles ne changeront rien », comme dirait un peu Stallone dans John Rambo en parlant des belles âmes anti – guerre… ou si peu ! Un pays délabré par la dissension communautaire ne peut être réparé par la flexibilité. C’est comme de vouloir éteindre un incendie de forêt avec une bouteille d’eau. Au demeurant, certains signes avant coureurs laissent présager quelques reculades sur la loi travail pour la rentrée 2018. Du Hollande bis… Par ailleurs, des manifestations de gens réellement appauvris ou en danger peuvent devenir plus dures ou dangereuses que des fiestas gauchistes où on casse un peu pour s’amuser.

Syllogisme-economique-quadri.jpgQue signifie votre titre Le Syllogisme économique ? Il peut apparaître un peu abscons…

L’économie étant devenue une préoccupation presque exclusive de beaucoup de partis, ce qui est lamentable, il est logique que les manipulations se concentrent sur ce sujet. Les syllogismes font partie de l’arsenal (avec aussi les statistiques et les mensonges directs). J’en développe plusieurs. On nous dit par exemple « accueillir des immigrés comme aux USA fera venir des Steve Jobs et vous aurez des champions de la tech ». Même si ce n’est pas strictement impossible en théorie, en pratique c’est un syllogisme. C’est comme si on vous disait : « Laure Manoudou nage le 100 mètres en une minute avec un sac de patates sur le dos ; donc si on nage avec un sac de patates sur le dos, on nage comme Laure Manaudou ». Les économistes du système sont d’authentiques charlatans.

Le syllogisme économique ou comment mettre en échec l’oligarchie, Christophe Poitou, Éditions Dualpha, préface d’Olivier Pichon, collection «Patrimoine des Héritages », dirigée par Philippe Randa, 142 pages, 18 euros.

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