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samedi, 02 mars 2013

Roberto Michels: un socialismo verdaderamente superador de las oligarquías

Michels (1)

Roberto Michels: un socialismo verdaderamente superador de las oligarquías

Alessandro Campi

http://alternativaeuropeaasociacioncultural.wordpress.com/

 1. Roberto Michels, un hombre, una carrera

Recientemente (1), pudimos cele­brar el cincuenta aniversario de la muerte de Roberto Michels, el gran sociólogo italo-germano, principal representante, junto a Vilfredo Pareto y Gaetano Mosca, de la escuela “elitista” italiana. Michels nació en Colonia (Köln) en 1876, en el seno de una familia de ricos comerciantes de ascendencia alemana, flamenca y francesa. Tras los estudios iniciados en el Liceo francés de Berlín y pro­seguidos en Inglaterra, en Francia y en la capital de Baviera, Munich, ob­tiene su doctorado en Halle en 1900, bajo la égida de Droysen, gracias a una tesis entorno a la argumentación histórica. Desde su primera juven­tud, milita activamente en el seno del partido socialista, lo cual le granjea la hostilidad de las autoridades aca­démicas y dificulta considerable­mente su inserción en los medios uni­versitarios. En 1901, gracias al apoyo de Max Weber, obtiene su primer puesto de profesor en la Universidad de Marburgo.

Sus contactos con los medios socia­listas belgas, italianos y franceses son numerosos y estrechos. Entre 1904 y 1908, colabora en el mensual francés Le Mouvement socialiste (“El Movi­miento socialista”) y participa, en ca­lidad de delegado, en diversos con­gresos social-demócratas. Este pe­ríodo resulta decisivo para Michels, pues entra en contacto con Georges Sorel, Edouard Berth y los sindica­listas revolucionarios italianos Artu­ro Labriola y Enrico Leone. Bajo su influencia, empieza a perfilarse el proceso de revisión del marxismo teórico así como la crítica del reformismo de los dirigentes socialistas. La concepción activista, voluntarista y antiparlamentaria que Michels tie­ne del socialismo no se concilia en absoluto con la involución parlamentarista y burocrática del movimiento social-demócrata. Este hiato le lleva a abandonar gradualmente la políti­ca activa y a intensificar sus investigaciones científicas. A partir de 1905, Max Weber le invita para que colabore en la prestigiosa revista Archiv tur Sozialwissenschaft und Sozialpolitik. En 1907, obtiene una cá­tedra en la Universidad de Turín, en la cual entra en contacto con Mosca, con el economista Einaudi y con el antropólogo Lombroso. En este fe­cundo clima universitario, va toman­do cuerpo el proyecto de su obra fundamental, Zur Soziologie des Parteiwesens. Durante la guerra de Trípo­li, Michels toma partido a favor de los proyectos imperiales de Italia y contra el expansionismo alemán. De este modo, empieza su acercamiento hacia el movimiento nacionalista italiano; si bien, obviamente, no es de extrañar, sus relaciones con Max Weber se deterioran irremediable­mente.

• Un trabajo fecundo, durante el período italiano

Al iniciarse la Primera Guerra Mundial, en 1914, se instala en la Universidad de Basilea, Suiza. Es el período durante el cual Michels es­trecha sus lazos con Pareto y con el economista Maffeo Pantaleoni. En 1922, saluda con simpatía la victoria de Benito Mussolini y del Fascismo. Vuelve definitivamente a Italia en 1928 para asumir la cátedra de Eco­nomía General en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Perugia. Al mismo tiempo, impar­te como enseñante en el Instituto Cesare Alfieri de Florencia. Ade­más, en aquella época, ofrece nume­rosas conferencias y cursos tanto en Italia como allende las fronteras de ésta, por toda Europa. Sus artículos aparecen en la famosa Encyclopae­dia of the Social Sciences (1931). Fi­nalmente, muere en Roma a la edad de sesenta años, el 2 de Mayo de 1936.

Hombre de una vastísima cultura, educado en un medio cosmopolita, atento observador de los diversos movimientos políticos y sociales eu­ropeos habidos a caballo entre los siglos XIX y XX, Michels fue, por otra parte, un historiador del socialismo europeo, un crítico de la democracia parlamentaria y un analista de los distintos tipos de organización so­cial, un teórico del sindicalismo re­volucionario y del nacionalismo, así como un historiador de la economía y del imperialismo italiano. Del mis­mo modo, sus inquietudes e intereses le llevaron a estudiar el Fascismo, los fenómenos de la emigración, el pen­samiento corporativista y los oríge­nes del capitalismo. A su manera, continuó en el proceso de profundización de la psicología política crea­do por Gustave Le Bon y se interesó, a este respecto, por el comporta­miento de las masas obreras politiza­das. Igualmente, abordó ciertos te­mas que, en su época, pasaban por ser más bien excéntricos o heterodo­xos, tales como el estudio de las rela­ciones entre moral sexual y clases so­ciales, de los lazos entre la actividad laboriosa y el espíritu de la raza, de la nobleza europea, del comporta­miento de los intelectuales y esbozó, asimismo, un primer cuadro del mo­vimiento feminista. Además, no olvi­demos en esta enumeración, men­cionar sus estudios estadísticos, tan­to en economía como en demografía, notablemente con respecto al con­trol de los nacimientos y otras cues­tiones interrelacionadas.

2. El redescubrimiento de una obra

Como he señalado anteriormente, su libro más importante y más cono­cido lleva por título, Zur Soziologie des Parteiwesens in der modernen Demokratie; fue publicado por pri­mera vez en 1911 y por segunda vez en 1925 (siendo esta edición la edi­ción definitiva). Se trata de un estu­dio sistemático, consagrado a las re­laciones entre la democracia y los partidos, a la selección de las clases políticas, a las relaciones entre las minorías activas y las masas y al “leadership”. La bibliografía de Michels comprende treinta libros y cerca de 700 artículos y ensayos, de los cuales muchísimos merecerían volver a ser reeditados (2). Su principal libro ha sido traducido a lo largo del tiempo al castellano, al francés, al inglés, al italiano, etc.

A pesar de la amplitud temática, la profundidad y la actualidad de un buen número de los análisis de Michels, su obra, en general, no ha go­zado del éxito que se merece. En mu­chos países europeos, se la cita mal a propósito y faltan las obras críticas válidas. Sin embargo, para compen­sar tal situación, diversos han sido los estudios serios que han aparecido en los Estados Unidos, especialmente versados entorno a las aportaciones de Michels a la teoría del partido po­lítico y a la definición del Fascismo (3). Sus simpatías por el movimiento de Mussolini son, evidentemente, uno de los (principales) motivos que han llevado a la ‘ostracización’ de su obra a lo largo de toda nuestra post­guerra. Es un destino que ha com­partido con otros intelectuales, co­mo, por ejemplo y entre otros mu­chos, Giovanni Gentile (4). Otro mo­tivo: la difusión en Europa de méto­dos sociológicos americanos, de ca­rácter empírico, descriptivo, estadís­tico o crítico/utópico y que no pres­tan demasiada atención al análisis de los conceptos y a las dimensiones his­tóricas e institucionales de los fenó­menos sociales. El estilo científico de Michels, de carácter realista/’realitario’, anti-ideológico, desmitifican­te y dinámico, ha sido injustamente considerado como desfasado, como la expresión anacrónica de una acti­tud eminentemente conservadora (5).

• Se anuncia un regreso de Mi­chels

Sin embargo, desde hace algunos años (relativamente recientemente), la situación ha empezado a cambiar, sobretodo en Italia, país que Michels consideraba como su “nueva patria”. En 1966, se publica, junto a un estu­dio preliminar de Juan Linz, una tra­ducción de Zur Soziologie des Parteiwesens (6). En 1979, aparece una selección de ensayos bajo la direc­ción del especialista americano Ja­mes Gregor (7). Asimismo, una an­tología de escritos relativos a la so­ciología aparece en 1980 (8). Dos años más tarde, la Universidad de Perugia organiza un coloquio sobre el tema “Michels entre la política y la sociología”, con la participación de los más eminentes sociólogos italianos (9). Con ocasión del cincuenta aniversario de su muerte, otras de sus publicaciones son incluidas en los programas de los editores. Las ediciones ‘UTET’ anunciaron una amplia colección de “escritos políti­cos”. La editorial ‘Giuffré’ previo, dentro de su prestigiosa colección Arcana Imperii, una antología dirigi­da por Ettore Albertoni y G. Sola, que llevaría por título Dottrine et istituzioni politiche (“Doctrina e insti­tuciones políticas”). Este mismo edi­tor tenía igualmente en mente la pu­blicación de una traducción italiana de Sozialismus und Faschismus in Italien (“Socialismo y Fascismo en Italia”), obra que apareció inicialmente en 1925.

Una contribución reciente en el re­descubrimiento de Michels puede encontrarse en el libro del profesor israelita Zeev Sternhell, consagrado a la génesis de la ideología fascista en Francia (10). Según Sternhell, Mi­chels, al igual que Sorel, Lagardelle y De Man, encarnan en sí la corrien­te “revisionista”, que, entre 1900 y 1930, aporta una decisiva contribu­ción a la demolición de los funda­mentos mecanicistas y deterministas del marxismo teórico y, a la crítica del economicismo y del reduccionismo materialista. Michels favorece de este modo la difusión de una concep­ción de la acción política fundada so­bre la idea de nación y no en la de cla­se, conectada a una ética fuerte y a una visión libre de la dinámica histó­rica y social. Según numerosos auto­res, es ahí donde residen los funda­mentos en los cuales maduró el Fas­cismo con su programa de organiza­ción corporativa, de justicia social, de encuadramiento jerárquico de las instituciones políticas y de limitación de las corrupciones debidas al parla­mentarismo y al pluralismo partitocrático.

Michels estuvo en contacto con las más eminentes personalidades polí­ticas e intelectuales de su época, ta­les como Brentano, Werner Sombart, Mussolini, Pareto, Mosca, La­gardelle, Sorel, Schmoller, Niceforo, etc. Lo que sin embargo y en consecuencia nos falta todavía, es pues, una buena biografía. A este respec­to, sería muy interesante publicar sus cartas y su diario personal; estos dos elementos contribuirían enorme­mente a iluminar un período harto significativo de la cultura europea enmarcado en estos últimos cien años.

3. La fase sindicalista

Dentro del pensamiento de Mi­chels, podemos distinguir claramen­te dos fases. La primera coincide con el abandono de la ortodoxia marxista inicial y con una aproximación al sindicalismo revolucionario y al revi­sionismo teórico. La segunda, la más fecunda desde el punto de vista cien­tífico, coincide con el descubrimien­to de la teoría de Mosca sobre la “cla­se política” y la de Pareto sobre la inevitable “circulación de las élites”. Vamos, a continuación, a examinar brevemente, aunque con toda la atención necesaria, estas dos fases.

Tras haber publicado numerosos artículos de prensa y pronunciado numerosas alocuciones durante di­versos congresos y debates políticos, los primeros estudios importantes de Michels aparecen entre 1905 y 1908 en la (excelente) revista “Archiv”, di­rigida por Max Weber. Particular­mente significativos son los artículos consagrados a “La social-democracia, sus militantes y sus estructuras” y a las “Asociaciones. Investigaciones críticas”, aparecidos en lengua ale­mana, respectivamente en 1906 y en 1907. En ellos Michels analiza la he­gemonía de la social-democracia alemana sobre los movimientos obreros internacionales y también contempla a través de ellos la posibilidad de una unificación ideológica entre los diversos componentes del socialismo europeo. Este proceder, inscribe simultáneamente las contra­dicciones teóricas y prácticas del partido obrero alemán: de un lado, la retórica revolucionaria y el reconocimiento de la huelga general como forma privilegiada de lucha y, por otro lado, la táctica parlamentaria, el legalismo, el oportunismo y la voca­ción por el compromiso. Michels cri­tica el “prudencialismo” de los jefes social-demócratas, sin por lo tanto favorecer la espontaneidad popular o las formas de autogestión obrera de la lucha sindicalista. Según Mi­chels, la acción revolucionaria debe ser dirigida y organizada y, desde es­te punto de vista, los intelectuales de­tentan una función decisiva. Pues de­cisivo es el trabajo pedagógico de unificar el partido político. El movi­miento obrero se presenta como una rica constelación de intereses econó­micos y de visiones idealistas que de­be ser sintetizada en el seno de un proyecto político común.

En su primer libro, II proletariado e la borghesia nel movimento socia­lista (“El proletariado y la burguesía en el movimiento socialista”), publi­cado en italiano en 1907, Michels percibe perfectamente los peligros de degenerescencia, de oligarquización y de burocratización, intrínse­cos a las estructuras de los partidos y de los sindicatos. En esta primera fa­se de su pensamiento, Michels con­templa una “posibilidad” [involutiva] que debe ser conjurada a través del recurso de la acción directa del sin­dicalismo. Para él, la virtual involu­ción del socialismo político no reve­la todavía su verdadero sentido que no hace sino encerrar en sí una ine­xorable fatalidad sociológica.

4. La fase sociológica

En 1911, aparece, tal y como hemos señalado, su importante “summa” en­torno al partido político (11), la obra que indica claramente su paso defi­nitivo del sindicalismo revoluciona­rio a la sociología política. La in­fluencia de Mosca sobre su método histórico y positivo fue, a decir ver­dad, determinante. A partir de un es­tudio de la social-democracia alema­na, como caso particular, Michels termina enunciando una ley social general, una regla del comporta­miento político. Michels descubrió que, en toda organización, existe ne­cesariamente una serie de jefes pre­parados para la acción y élites de profesionales competentes (tecnócratas. N.d.T.); descubrió igualmen­te la necesidad de una “minoría crea­tiva” que se impulsa por sí misma a la cabeza de la dinámica histórica; des­cubrió la dificultad que existe para conciliar, en el cuadro de la demo­cracia parlamentaria, competencia técnica y representatividad. La tesis general de Michels es la siguiente: “En toda organización de carácter instrumental (Zweckorganisation), los riesgos de oligarquización se ha­llan siempre inmanentes” (12). De­nuncia a continuación la insuficien­cia definitiva del marxismo: “Cierta­mente los marxistas poseen una gran doctrina económica y un sistema his­tórico y filosófico fascinante; pero, una vez penetramos en el terreno de la psicología, el marxismo revela ciertas lagunas conceptuales enor­mes, incluso en los niveles más ele­mentales”. Realmente, su libro es muy rico en tesis y en argumentos. Si bien, juzguémoslo sobre el propio te­rreno:

1) La lucha política democrática posee necesariamente un carácter demagógico. En apariencia, todos los partidos luchan por el bien de la humanidad, por el interés general y por la abolición definitiva de las de­sigualdades. Pero, más allá de la re­tórica sobre el bien común, sobre los derechos del hombre y sobre la justi­cia social se presiente cómo despun­ta una voluntad por conquistar el po­der y se perfila el deseo impetuoso por imponerse a la cabeza del Esta­do, en interés de la minoría organi­zada que se representa. A este res­pecto, Michels enuncia una “ley de expansión”, según la cual todo parti­do tiende a convertirse en Estado, a extenderse más allá de la esfera so­cial que le estaba inicialmente asig­nada o que había conquistado gra­cias a su programa fundamental (13).

2) Las masas son incapaces de au­to-gobernarse. Sus decisiones jamás responden a criterios racionales y es­tán influidas por sus propias emocio­nes, por toda suerte de azares de di­verso orden, por la fascinación carismática que ejerce un jefe bien deter­minante e influyente, que se destaca de la masa para asumir la dirección de una manera dictatorial. Tras la llegada de la sociedad de masas y del desarrollo de los grandes centros in­dustriales, cualquier posibilidad de re-instaurar una democracia directa pasa en lo sucesivo a extinguirse de­finitivamente. La sociedad moderna no puede funcionar sin dirigentes y sin representantes. En lo que respec­ta a estos últimos, Michels escribe: “una representación duradera signi­fica, en cualquier caso, una domina­ción de los representantes sobre los representados” (14). En la opinión de Michels, este juicio no significa precisamente el rechazo de la repre­sentación, sino más bien la necesidad de encontrar los mecanismos nece­sarios que podrán transformar las re­laciones entre las clases políticas y la sociedad civil, de la manera más or­gánica posible. Hoy, el verdadero problema de la ciencia política con­siste en escoger nuevas formas 1) de representación y 2) de transmisión de las voluntades y de los intereses políticos, que se fundamentan sobre criterios orgánicos, en un espíritu de solidaridad y de colaboración, orien­tados en un sentido pragmático y no inspirados por esos mitos de extrac­ción mecanicista, que no conducen más que al poder de los partidos y no al gobierno eficaz de la nación.

3) En la era contemporánea, la fe política ha tomado el relevo a la fe re­ligiosa. Michels escribe: “En medio de las ruinas de la cultura tradicional de masas, la estela triunfante de la necesidad de religión ha permaneci­do en pie, intacta” (15). He aquí una anticipación inteligente de la inter­pretación contemporánea del carác­ter mesiánico y religioso/secular, tan característico de la política de masas moderna, como es el caso destacado de los regímenes totalitarios.

4) “La competencia es poder”, “la especialización significa autoridad”. Estas dos expresiones recapitulan para Michels la esencia del “leadership”. En consecuencia, la tesis según la cual el poder y la autoridad se de­terminan con relación a las masas, o en el cuadro de los conflictos políti­cos con los otros partidos, es insoste­nible. Para Michels, son, en todo ca­so, las minorías preparadas, aguerri­das y poderosas las que entran en lucha para tomar la dirección de un partido y para gobernar un país.

5) Analizando dos fenómenos his­tóricos como son el Cesarismo y el Bonapartismo, Michels desvela las relaciones de parentesco entre de­mocracia y tiranía y aboga en el sen­tido del origen democrático de cier­tas formas de dictadura. “El Cesaris­mo -escribe- es todavía democracia y, al menos, puede reivindicar su nombre, puesto que obtiene su fuen­te directamente de la voluntad popu­lar” (16). Y añade: “El Bonapartismo es la teorización de la voluntad indi­vidual, surgida inicialmente de la vo­luntad colectiva, pero emancipada de ésta, con el tiempo, para conver­tirse a su vez en soberana” (17).

6) Carl Schmitt, en su ya clásico li­bro Legalität und Legitimität (“Le­galidad y Legitimidad”) (18), desa­rrolla un análisis profundo entorno a la “plusvalía política adicional” que asume aquel que detenta legalmente la palanca del poder político; se tra­ta de una especie de suplemento del poder. Michels tuvo una intuición parecida al escribir: “Los líderes, al disponer de instrumentos de poder y, en virtud de este hecho, del mismo poder en sí mismo, tienen como ven­taja la posibilidad de aparecer siem­pre al amparo de la legalidad” (19).

7) El principal libro de Michels contiene muchísimas otras observa­ciones sociológicas: sobre las dife­renciaciones de competencias; sobre los gustos y los comportamientos, los cuales, en tanto que consecuencias de la industrialización, han logrado alcanzar a los obreros y quebrado la unidad de clase; sobre las mutacio­nes sociales como el aburguesamien­to de los jefes y la aproximación en­tre los niveles de vida del proletariado y de la pequeña burguesía; sobre la posibilidad de prever y de limitar el poder de las oligarquías a través del procedimiento técnico que supo­ne el referéndum y mediante el re­curso del instrumento teórico y prác­tico del sindicalismo.

8) la sexta parte del libro es central y está dedicada explícitamente a la tendencia oligárquica de las organi­zaciones. En ella, Michels enuncia la más celebre de sus leyes sociales, la que evoca la “perversión” que sufren todas las organizaciones: con el incremento del número de las funcio­nes y de los miembros, la organiza­ción, “de medio para alcanzar un fin, se convierte en un fin en sí misma. El órgano finaliza por prevalecer sobre el organismo” (20). Es ahí donde se halla la “ley de la oligarquía” de la cual se desprende que la oligarquía es la “forma establecida de avance de la convivencia humana en el seno de las organizaciones de gran dimen­sión” (21).

9) El libro de Michels contiene, en su conclusión, una voluntad de lucha que recuerda, parcialmente, la visión histórica trágica de Max Weber y de Georg Simmel; se trata de una volun­tad por profundizar el choque inevi­table entre la vida y sus formas constituidas, entre la libertad y la cristali­zación de las instituciones sociales, las cuales caracterizan la vida mo­derna.

5. La historia

Con la publicación en lengua italia­na del libro titulado L’imperialismo italiano. Studio político e demográ­fico (“El imperialismo italiano. Estu­dio político y demográfico”) (1914), el “giro” de Michels es definitivo. Con la aparición de esta obra, se hunde un mito, el del internaciona­lismo y del universalismo humanitarista. En la obra de Michels, aparece el nacionalismo como el nuevo mo­tor ideal de la acción política, como un sentimiento capaz de movilizar a las masas y de favorecer la integra­ción de éstas en las estructuras del Estado. El análisis sociológico del sentimiento nacional será profundizado en un volumen posterior, inicialmente aparecido en alemán (1929) y, después en italiano (1933), bajo el título de Prolegomeni sul pa­triotismo (“Prolegómenos sobre el patriotismo”).

A partir de 1913, aparecen en Italia diversos estudios importantes sobre economía: Saggi economici sulle classi popolari (“Ensayos económi­cos sobre las clases populares”) (1913), La teoría di Marx sulla po­vertà crescente e le sue origini (“La teoria de Marx sobre el crecimiento de la pobreza y sus orígenes”) (1920). La aproximación que Michels inten­ta hacia la economía no es más que de naturaleza rigurosamente históri­ca. Según él, es mucho más impor­tante tener en cuenta la utilidad práctica de una teoría económica que sus correcciones especulativas puramente formales. La interpretación de Michels es pragmática y con­creta. Critica la inconsistencia del “homo oeconomicus” liberal, porque a su juicio, no existen sujetos econó­micos abstractos, sino actores con­cretos, portadores de intereses espe­cíficos. A continuación critica la interpretación del marxismo, la cual establece la existencia de un conflic­to insuperable en el seno de las so­ciedades. Michels reconoce con ello la función reguladora y equilibrante del Estado y la necesidad de una co­laboración estrecha entre las diver­sas categorías sociales. Por esta ra­zón, considera que el modelo corpo­rativo constituye una solución. Su va­loración del corporativismo se halla contenida en el opúsculo Note storiche sui sistemi sindicali corporativi (“Notas históricas entorno al sistema sindicalista corporativo”), publicado en lengua italiana en 1933.

6. El Fascismo

En esta fase de su obra, su actividad como historiador, queda consignada en diversos libros, escritos original­mente en alemán y, posteriormente traducidos al italiano: Socialismo e Fascismo in Italia (“Socialismo y Fascismo en Italia”) (2 volúmenes, 1925); Psicologia degli uomini signi­ficativi. Studi caratteriologici (“Psi­cologia de los hombres significativos. Estudio caracterológico”) (1927),

Movimenti anticapitalisti di massa (“Movimientos anticapitalistas de masa”) (1927); y después en varios escritos redactados directamente en italiano: Francia contemporánea (1926) y Storia critica del movimen­to socialista italiano (1926). Entre las personalidades “significativas” de las cuales traza su biografía, figuran Bebel, De Amicis, Lombroso, Schmoller, Weber, Pareto, Sombart y W. Müller. En 1926, Michels im­parte una serie de lecciones en la Universidad de Roma; éstas serán reunidas un año más tarde en un vo­lumen, redactado en italiano: Corso di sociologia politica (“Curso de so­ciología política”), una buena intro­ducción a esta disciplina que de­muestra ser todavía útil en la actua­lidad. En este trabajo, traza las gran­des líneas de su visión elitista de los procesos políticos, emite una teori­zación de la institución en la que se ha convertido el “Duce” y desarrolla una nueva teoría de las minorías. El “Duce”, que obtiene su poder direc­tamente del pueblo, extiende su legi­timidad al conjunto del régimen po­lítico. Esta idea constituye en sí, to­tal y verdaderamente, un paralelis­mo sociológico con la teoría elabora­da simultáneamente en Alemania por los teóricos nacional-socialistas del denominado “Führerprinzip”.

Esta relativa originalidad de Mi­chels no ha sido jamás puesta sufi­cientemente en evidencia por los crí­ticos, que se han limitado a conside­rarlo solamente como un genial con­tinuador de la obra de Mosca y de la Pareto. En 1928, en la Rivista inter­nazionale di Filosofía del Diritto (Revista internacional de Filosofía del Derecho), aparece un importan­te ensayo de Michels: Saggio di clas­sificazione dei partiti politici (“En­sayo de clasificación de los partidos políticos”). A continuación, numero­sos escritos italianos fueron reunidos en dos volúmenes: Studi sulla demo­crazia e l’autorità (“Estudios sobre la democracia y la autoridad”) (1933) y Nuovi studi sulla classe politica (“Nuevos estudios sobre la clase po­litica”) (1936).

La adhesión explícita de Michels al Fascismo quedó expresada en una obra escrita inicialmente en alemán (L’Italia oggi) en 1930, año durante el cual se afilia al P.N.F. (Partido Na­cional Fascista). En sus páginas, Mi­chels hace un elogio del régimen de Mussolini, porque ha contribuido de manera decisiva a la modernización de la nación.

7. Conclusiones

La mayor parte de las notas relati­vas a la vida de Michels se hallan contenidas en su ensayo autobiográ­fico, redactado en alemán Una corrente sindicalista sotteranea nel socialismo tedesco fra il 1903 e il 1907 (“Una corriente subterránea en el socialismo alemán entre 1903 y 1907″) y publicado en 1932; este en­sayo conserva todavía en la actuali­dad, y lo seguirá haciendo, toda la utilidad necesaria para reconstruir las diversas fases de su existencia, así como para señalar las diferentes ini­ciativas políticas y culturales que em­prendiera a lo largo de su vida; po­demos descubrir así su itinerario que va de la social-democracia alemana al Fascismo, de la ideología marxista al realismo maquiavélico a la italia­na, de las ilusiones del revolucionarismo a su credo conservador.

En resumen, se trata de una obra vasta, de gran interés. Esperamos, a modo de conclusión para esta breve introducción, que el cincuenta ani­versario de su muerte, contribuirá a redescubrir a este gran sociólogo y a revalorizar de forma equilibrada su trabajo.

Notas

(0) El presente artículo apareció originalmente en la revista florentina Diorama Letterario, siendo traduci­do al francés para la revista belga Vouloir (B.P.B. 41, B-1970 Wezem-beek-Oppem. Belgie/Belgique), en cuyo número 50/51 (Noviembre-Di­ciembre de 1988) apareció, por Robert Steuckers. Siendo la versión francesa la utilizada para traducir al castellano el artículo en cuestión.
(1) Al hablar de recientemente, de­be de entenderse como relativamente recientemente, pues ha de consi­derarse que el cincuentenario de la muerte de Roberto Michels se cum­plió el 2 de Mayo de 1986 y el artícu­lo que nos ocupa, originalmente y con respecto a este punto concreto, tuvo su máxima vigencia, evidente­mente, durante el período vigente entorno a cuatro años atrás (N.d.T.).
(2) Una bibliografía entorno a los trabajos de Michels fue publicada en 1937 por los Annali (“Anales”) de la facultad de jurisprudencia de la Uni­versidad de Perugia.
(3) Por ejemplo, D. Beetham, “From Socialism to Fascism: The Relation Between Theory and Practice in the Work of Robert Michels”, en: Political Studies, XXV, No.’s 1 & 2. Asimismo conviene citar, G. Hands, “Roberto Michels and the Study of Political Parties”, en Bri-tish Journal of Political Science, 1971, No. 2.
(4) Sobre este tema, W. Röhrich, Roberto Michels vom sozialistisch­syndikalistischen zum faschistis­chen Credo, Duncker & Humblot, Berlin, 1972. Citemos igualmente, R. Messeri, “Roberto Michels: crisi de­lla democrazia parlamentare e fas­cismo”, dentro de la obra colectiva II Fascismo nell’analisi sociologica, Il Mulino, Bologna, 1975.
(5) Destacadamente interesantes son los estudios de E. Ripepe (Gli eli­tisti italiani, Pacini, Pisa, 1974) y de P. P. Portinaro, “R. Michels e Pare­to. La formazione e la crisi della so­ciologia”, en: Annali della Fondazio­ne Luigi Einaudi, Torino, XI, 1977.
(6) Roberto Michels, Les Partis Politiques. Essai sur les tendances oligarchiques des démocraties, Flammarion, Paris, 1971. Traduc­ción de la edición alemana de 1925.
(7) A. James Gregor, Roberto Mi­chels e l’ideologia del Fascismo, Volpe, Roma, 1979. Tras una larga introducción, podremos encontrar en esta obra una amplia serie de tex­tos de Michels.
(8) Roberto Michels, Antologia di scritti sociologici, Il Mulino, Bolog­na, 1980.
(9) Las contribuciones a este colo­quio fueron reunidas por G. B. Furiozzi en el libro Roberto Michels tra politica e sociologia, ETS, Pisa, 1985.
(10) Zeev Sternhell, Ni droite ni gauche, Seuil, Paris, 1983.
(11) Con respecto a la contribución de Michels a la “stasiología”, o la ciencia que estudia los partidos polí­ticos, es conveniente consultar a G. Fernández de la Mora, La partitocracia, Instituto de Estudios Políti­cos, Madrid, 1977, páginas 31-42. Con respecto a la influencia de Mi­chels sobre Ortega y Gasset, consúl­tese a I. Sánchez-Cámara, La teoría de la minoría selecta en el pensa­miento de Ortega y Gasset, Madrid, 1986, páginas 124-128.
(12) Roberto Michels, Les partis
politiques…, op. cit.
(13) Ibidem.
(14) Ibidem.
(15) Ibidem.
(16) Ibidem.
(17) Ibidem.
(18) Carl Schmitt, Legalität und Legitimität (“Legalidad y Legitimi­dad”), Duncker & Humblot, Leip­zig/München, 1932.
(19) Roberto Michels, op. cit.
(20) Ibidem.
(21) Ibidem.

mardi, 26 février 2013

Remembering Sven Hedin

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Remembering Sven Hedin

By Savitri Devi

Ex: http://www.counter-currents.com/

Editor’s Note: 

We are presenting the following excerpts from Savitri Devi’s And Time Rolls On: The Savitri Devi Interviews [2] in honor of the birthday of the great Swedish explorer Sven Anders Hedin (February 19, 1865–November 26, 1952). For a brief account of his life and work, see his Wikipedia [3] article. 

Hedin’s feats of exploration and his magnificent books recommend him to the attention of all mankind. What recommends him to the North American New Right is his devotion to the survival and flourishing of European man and civilization, which he believed was endangered by both communism and Anglo-Saxon capitalism.

As a Swede and a European, Hedin saw the Second German Reich as the best vehicle for the preservation of European civilization, and when Germany revived under the Third Reich, he reposed his hopes there, enjoying the friendship and admiration of Adolf Hitler, Hermann Göring, and other leading National Socialists.

As this text also makes clear, Hedin had more than a nodding knowledge of the traditional religions and spirituality of Asia.  

. . . I came back to England from Iceland at the end of ’47, and there I had to struggle a long time too. Until it was possible for Mr. Mukherji to send me a little money. He was himself in difficulty at the time. He had no job after the war. His past injured him a lot from the point of view of jobs. In fact, he couldn’t send me anything until ’48. But I already had a job. I got a job in the dancing company of Ram Gopal as a dresser.[1] I had to take care of the costumes of the girls and all that. It was not badly paid: £5 a week in England, £10 a week abroad. I was taken to France. I was taken to Norway. I was taken to Sweden. We stayed two-and-a-half months in Sweden, and that took me to June ’48.

Of course, I didn’t like the surroundings very much, and I don’t mean the surroundings in Sweden. I mean the surroundings in the company. The stage manager, Mr. Ben Topf, was a Jew. A Jew who said in the train he would like to see the larders full and the arsenals empty in Germany, naturally. And I hated him for it. [. . .]

In Sweden on the 6th of June, 1948 I met somebody extraor­dinary. I met Sven Hedin.[2] I wanted to meet him. I knew he was one of our people. But they told me, “Sven Hedin meets nobody after ’45. He doesn’t want to meet anybody. You can try.” So I wrote a letter to him, and he said, “Yes, you can come on Sun­day. You can come at 2:00.” I came there at 2:00, and I told him, “You see, we are going to Germany on the 14th.” I had been spending two or three nights, up all night, writing papers.[3] I had intended to spend all my salary in Sweden buying chocolate, sardines, butter, cigarettes, putting a paper in each box and throwing them from the windows of the Nord Express. We were going to pass through Germany. “And I’d like to know, can we have any hope?”

He said, “Why do you say, ‘Can we have any hope?’ Do you have no hope?” I said, “Well, I’m doing this just as an act of defiance, but what to do? Those of Nuremberg, they have killed them.” Sven Hedin said, “Don’t fear. Germany has more such men.” I said, “Yes, but when will they appear?” “They’ll appear in time.” And I said to him, “What about the Führer? Is he dead or alive?” He said, “Whether he’s dead or alive, he’s eternal. What does it matter to you?” I said, “I’ll never see him if he’s really not alive.” “Well, even if you do see him, what difference would it make? The war is lost anyhow. And his ideas are true anyhow, even with a lost war.” I said, “You are right. You are right.”

And with this sort of talk and with the encouragement he gave me, he said, “You can distribute your papers if you like, all through Germany. If you get into trouble . . .” I said, “I don’t care. I don’t care if I spend my life in an Allied concentration camp.” “In that case, carry on.” I felt my wings, my old wings were growing again. He wanted to give me supper, if you please. I never expected it. “It is 7:00 now, you can have supper with me.” I said, “At 7:00 I must be at the theater. It’s a night show. I have to be there. It’s my job.” He said, “All right.” So I went.

The first person I met in the theater was Ben Topf. He looked at me and said, “Mrs. Mukherji, what happened to you?” I said, “Nothing happened to me.” “You look 20 years younger.” I said, “Do I?” I said, “I met a great man.” “What kind of great man?” I said, “Sven Hedin, the great explorer of Central Asia. The one who found out the real way that Lop Nor and other Central Asian lakes go around and round and round. They fol­low the same route.” He said, “For that you are so pleased to meet that man?” And I said, “Yes I am. I am interested in arche­ology and explorations. What can you expect?” He didn’t believe me, of course. He found it queer. He wouldn’t have found it queer for long.

And Time Rolls On, pp. 54–56

In October ’46, I was staying at 104 Grosvenor Road, in a very quiet room. It was a building for nurses, a kind of hostel for nurses. They used to sleep in the daytime. At night they were on duty. So it was perfectly quiet in the daytime and at night. And that’s what I wanted. I liked physical peace. So I was there on the night of the 15th to 16th of October ’46. And I never read the papers. I didn’t want to read them. I didn’t want to see the evolution of the trial at Nuremberg. I hated it. But I couldn’t sleep. I couldn’t. I couldn’t detach my mind from the fact that I knew, without reading the papers—every­body knew it—that the 11 were to be killed on that night.

I was thinking about it. I was thinking about it. And then sud­denly, I was not asleep, but I felt exactly as I used to feel after my exercises at Hatha yoga ten years before.[4] I was no longer in that room. I don’t know how I went through the walls. I was in Göring’s cell. And I saw Göring just as I see you. He was seated with his hands like this.[5] And suddenly he did like that. As though he saw me and was rather astonished. I had some­thing in my right hand, a tiny little piece of I don’t know what, something I held. And I said to him, “No fear”—“keine Angst.” “No fear. I’m not an enemy. I’m one of your people. I wish I could save you all from this ignominy, but unfortu­nately the heavenly powers gave me permission to save one, and one only, up to my choice, and I chose you because of your kindness to creatures. Because of your solicitude to ani­mals.”

sven_hedinzzzzz.jpg

Göring had been a hunter in his youth. He had given it up. And he liked animals, that’s true. But some hunters do at the same time they’re hunters. He had a leopard for a pet. The leopard used to lie at his feet and purr, like a big cat. I knew that. What I knew also was that he contributed with the Führer to the setting up of the Reichsjagdgesetz,[6] a book thick like that. It is much more than a regulation of hunting. It’s a protection of nature. Traps are forbidden. One man hunting by himself is forbidden. It must be two. If an animal is wounded the other one will shoot it. Mustn’t kill fe­males. Mustn’t, mustn’t, mustn’t, mustn’t. The Führer could not forbid hunting altogether. He did what he could to lessen the effect, and Göring had a part of that.

That I knew before I got into this kind of queer state. I said to him, “Take this,” and gave him what I had in my right hand. I said, “Take this, and don’t allow these people to kill you as a criminal. You are not one. Anything but. Now I must go. Good-bye. Heil Hitler!” And I vanished. And I didn’t see any­thing of the kind. I fell completely unconscious after that. I saw Göring, and I was unconscious. I gave him whatever I had to give him. I was unconscious.

I woke up. It was 10:00 in the morning. I never wake up at 10:00. I wake up at 6:00. I never sleep like that. I opened my eyes. I said, “What a queer experience I had. Where did I go last night?” Anyhow, I bathed quickly, and I went downstairs. It was a rainy day, drizzly. I never bought a paper as I told you. I wasn’t going to buy the paper on the 16th of October, anything but. But I couldn’t help seeing the headlines on the papers. There was a newspaper kiosk just opposite. Headlines like that. Eight centimeters high. “Göring found dead in his cell, half past two in the morning. Nobody knows who gave him the poison. Potassium cyanide.”

I’ll never forget it. And I felt cold all over my body. It seemed to me that I saw the Nataraja, the dancing Shiva, as he is presented in Hindu tem­ples, dancing in the clouds. And I said, “If this has been done through me, use me in greater things still. If it’s me, that’s the best thing I did in my life.” I don’t know what really happened, to this day. I know what experience I had. I know what I felt. I know what I saw. I don’t know anything more. Is it a genuine experience? What is it? I just don’t know. I don’t pretend to know, and I don’t like to speak of what I don’t know.

Less than two years later, on June 6th, 1948, I met Sven Hedin, who is a scholar of Tibetology and has roamed all over Central Asia and seen things in Ladakh and Tibet. I asked him, “What would people in Ladakh or Tibet think of this?” He said, “My dear, they would find that the most natural thing in the world. That is no problem for a Tibetan or for a Ladakhi, for a Buddhist Lama. No problem at all. You went into the astral plane. You gave Göring some astral potassium cyanide, and it materialized in his hand. He took it and died, instead of being hanged.” I said, “I wish I could’ve done it for the 11.” “Well, you could for one. Be thankful that you could for one.” That’s what Sven Hedin told me. I don’t know any more than that. I never had a psychic experience in my life. That’s the only one.

And Time Rolls On, pp. 48–50

Notes

1. Ram Gopal (1912–2003) was one of the leaders of the revival of classical Indian dance and one of the most celebrated and widely traveled dancers of the 20th century. See his Rhythm in the Heavens: The Autobiography of Ram Gopal (London: Secker and Warburg, 1957).

2. On Hedin and Savitri’s first propaganda trip through occupied Germany, see Gold in the Furnace, ch. 4, “The Unfor­gettable Night.”

3. Savitri supplies a translation of the flyer in Gold in the Furnace: “In the midst of untold hardships and suffering, hold fast to our glorious National Socialist faith, and resist! Defy our persecutors! Defy the people, defy the forces that are working to ‘de-Nazify’ the German nation and the world at large! Nothing can destroy that which is built in truth. We are the pure gold put to test in the furnace. Let the furnace blaze and roar! Nothing can destroy us. One day we shall rise and triumph again. Hope and wait! Heil Hitler!” (Gold in the Furnace, 34).

4. See ch. 3, §9 below.

5. According to Sven Hedin (1865–1952), diary entry of 6 June 1948, Savitri told him that, “Han satt med huvudet i händerna” (“He [Göring] sat with his head in his hands”) (The papers of Sven Hedin, box 41, National Archives of Sweden).

6. Reich Hunting Law.


Article printed from Counter-Currents Publishing: http://www.counter-currents.com

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[1] Image: http://www.counter-currents.com/wp-content/uploads/2013/02/Sven-Hedin.jpg

[2] And Time Rolls On: The Savitri Devi Interviews: http://www.counter-currents.com/2013/02/and-time-rolls-on-now-in-kindle-and-nook/

[3] Wikipedia: https://en.wikipedia.org/wiki/Sven_Hedin

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lundi, 25 février 2013

The Historic Implications and Continuing Ramifications of the Trotsky-Stalin Conflict

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Trotsky, Stalin, & the Cold War:
The Historic Implications & Continuing Ramifications of the Trotsky-Stalin Conflict

By Kerry Bolton

Ex; http://www.counter-currents.com/  

Editor’s Note:

This is the second of two chapters on the Moscow Trials that we are reprinting from Kerry Bolton’s new book Stalin: The Enduring Legacy [2] (London: Black House Publishing, 2012). The chapters are reprinted as formatted in the book. Counter-Currents will also run a review of the book, which I highly recommend. 

The Moscow Trials were symptomatic of a great divide that had occurred in Bolshevism. The alliance with Stalin during World War II had formed an assumption among US internationalists that after the Axis defeat a ‘new world order’ would emerge via the United Nations Organisation. This assumption was ill-founded, and the result was the Cold War. Trotskyists emerged as avid Cold Warriors dialectically concluding that the USSR represented the primary obstacle to world socialism. This essay examines the dialectical process by which major factions of Trotskyism became, in Stalinist parlance, a ‘tool of foreign powers and of world capitalism.’

One of the major accusations against Trotsky and alleged Trotskyists during the Moscow Trials of 1936-1938 was that they were agents of foreign capital and foreign powers, including intelligence agencies, and were engaged in sabotage against the Soviet State. In particular, with the advent of Nazi Germany in 1933, Stalin sought to show that in the event of war, which he regarded as inevitable, the Trotskyist network in the USSR would serve as a fifth column for Germany.

The background of these trials has been examined in Chapter III.

Stalin Correct in Fundamental Accusations Against Trotskyites

Staline_et_Trotsky.jpgWhat is significant is that Khrushchev did concede that Stalin was correct in his fundamental allegation that the Trotskyists, Bukharinites et al represented a faction that sought the ‘restoration of capitalism and capitulation to the world bourgeoisie’. However Khrushchev and even Stalin could not go far enough in their denunciation of Trotskyists et al as seeking to ‘restore capitalism’ and as being agents of foreign powers. To expose the full facts in regard to such accusations would also mean to expose some unpalatable, hidden factors of the Bolshevik Revolution itself, and of Lenin; which would undermine the whole edifice upon which Soviet authority rested – the October 1917 Revolution. Lenin, and Trotsky in particular, had intricate associations with many un-proletarian individuals and interests.

The fact of behind the scenes machinations between the Bolsheviks and international finance was commented upon publicly by two very well-positioned but quite different sources: Henry Wickham Steed, conservative editor of The London Times, and Samuel Gompers, head of the American Federation of Labour.

In a first-hand account of the Peace Conference of 1919 Wickham Steed stated that proceedings were interrupted by the return from Moscow of William C Bullitt and Lincoln Steffens, ‘who had been sent to Russia towards the middle of February by Colonel House[1] and Mr. Lansing, for the purpose of studying conditions, political and economic, therein for the benefit of the American Commissioners plenipotentiary to negotiate peace.’[2] Steed stated specifically and at some length that international finance was behind the move for recognition of the Bolshevik regime and other moves in favour of the Bolsheviks, stating that: ‘Potent international financial interests were at work in favour of the immediate recognition of the Bolshevists.’[3] In return for diplomatic recognition Tchitcherin, the Bolshevist Commissary for Foreign Affairs, was offering ‘extensive commercial and economic concessions.’[4]

For his part, Samuel Gompers, the American labour leader, was vehemently opposed to the Bolsheviks and any recognition or commercial transactions, stating to the press in regard to negotiations at the international economic conference at Genoa, that a group of ‘predatory international financiers’ were working for the recognition of the Bolshevik regime for the opening up of resources for exploitation. Gompers described this as an ‘Anglo-American-German banking group’. He also commented that prominent Americans who had a history of anti-labour attitudes were advocating recognition of the Bolshevik regime.[5]

Trotsky’s Banking Connections

What is of significance here however is that Trotsky in particular was the focus of attention by many individuals acting on behalf not only of foreign powers but of international financial institutions. Hence while Stalin and even Khrushchev could aver to the association of Trotsky with foreign powers and even – albeit vaguely – with seeking the ‘restoration of capitalism and capitulation to the world bourgeoisie’, to trace the links more specifically to international finance would inevitably lead to the association also of the Bolshevik regime per se to those same sources, thus undermining the founding myth of the USSR as being the ‘dictatorship of the proletariat’.

These associations between Trotsky and international finance, as well as foreign intelligence services, have been meticulously documented by Dr Richard Spence.[6] Spence states that ‘Trotsky was the recipient of mysterious financial assistance and was a person of keen interest to German, Russian and British agents’. Such contentions are very similar to the charges against Trotsky et al at the Moscow Trials, and there are details and personalities involved, said to have been extracted under torture and threats, that are in fact confirmed by Spence, who traces Trotsky’s patronage as far back as 1916 when he was an exile from Czarist Russia and was being expelled from a succession of countries in Europe before finding his way to the USA, prior to his return to Russia in 1917 to play his part in the Revolution. Expelled from France to Spain, Trotsky was locked up as a ‘terrorist agitator’ for three and a half days in comfortable conditions.[7] Ernst Bark, perhaps with the use of German funds, arranged Trotsky’s release and his transfer to Cadiz to await passage with his family to New York and paid for first class passage on the SS Montserrat. Bark was cousin of the Czar’s minister of finance Petr Bark who, despite his service to the Czar, had the pro-German, pro-Bolshevik banker Olof Aschberg, of the Nya Banken, Sweden, as his financial agent for his New York dealings. A report reaching US Military Intelligence in 1918 stated that Trotsky had been ‘bought by the Germans’, and that he was organising the Bolshevik[8] movement with Parvus.

From being penniless in Spain to his arrival in New York, Trotsky had arrived with $500 which Spence states is today’s equivalent to about $10,000, although Trotsky liked to depict himself as continuing in proletarian poverty. Immigration authorities also noted that his place of residence would be the less than proletarian Hotel Astor in Times Square.

In New York the Trotskys lived in a Bronx apartment with all the mod-coms of the day. Employed by Novyi Mir, and was hosted by Dr Julius Hammer, a Bolshevik who combined revolution with an opulent lifestyle. Hammer was probably the mysterious ‘Dr M’ referred to by Trotsky in his memoirs, who provided the Trotskys with sightseeing jaunts in his chauffeured car.[9]

One of the main contacts for Trotsky was a maternal uncle, banker and businessman Abram Zhivotovskii. In 1915 Zhivotovskii was jailed in Russia for trading with Germany. The US State Department described Zhivotovskii as outwardly ‘very anti-Bolshevik’, but who had laundered money to the Bolsheviks and other socialist organizations.[10] He seems to have played a double role in moneymaking, working as a financial agent for both Germans and Allies. During the war he maintained an office in Japan under the management of a nephew Iosif Zhivotovskii, who had served as secretary to Sidney Reilly, the so-called ‘British Ace of Spies’ who nonetheless also seems to have been a duplicitous character in dealing with Germany. Spence mentions that Reilly, who had a business in the USA, had gone to Japan when Trotsky was in Spain, and arrived back in the USA around the time of Trotsky’s arrival, the possibility being that Reilly had acquired funds from Trotsky’s uncle to give to his nephew in New York. Another Reilly association with Zhivotovskii was via Alexander Weinstein, who had been Zhivotovskii’s agent in London, and had joined Reilly in 1916. He was supposedly a loyal Czarist but was identified by American Military Intelligence as a Bolshevik.[11] Of further interest is that Alexander’s brother Gregory was business manager of Novyi Mir, the newspaper that employed Trotsky while he was in New York. Reilly and Weinstein were also associated with Benny Sverdlov, a Russian arms broker who was the brother of Yakov Sverdlov, the future Soviet commissar.

These multiple connections between Trotsky and Reilly’s associates are significant here in that one of the accusations raised during the Moscow Trials was that the Trotskyists had had dealings with ‘British spy’ Sidney Reilly.

The dealings of Sir William Wiseman, British Military Intelligence chief in the USA, and his deputy Norman Thwaites, with Reilly and associates were concealed even from other British agencies.[12] Wiseman had kept Trotsky under surveillance in New York. Trotsky secured a visa from the British consulate to proceed to Russia via Nova Scotia and Scandinavia. The Passport Control Section of the British Consulate was under the direction of Thwaites. Trotsky was to remark on his arrival in Russia about the helpful attitude of consular officials, despite his detention as a possible German agent by Canadian authorities at Nova Scotia. Trotsky had been able to pay for tickets aboard the Kristianiafiord for himself and his family, and also for a small entourage. What is additionally interesting about Wiseman is that he was closely associated with banking interests, and around 1921 joined Kuhn, Loeb and Co.[13] In 1955 Wiseman launched his own international bank with investments from Kuhn, Loeb & Co.; Rothschild; Rockefeller; Warburg firms, et al[14]. He was thus very close to the international banking dynasties throughout much of his life.

To return to the Kristianiafiord however, on board with Trotsky and his entourage, first class, were Robert Jivotovsky (Zhivotovskii), likely to have been another Trotsky cousin; Israel Fundaminsky, whom Trotsky regarded as a British agent, and Andrei Kalpaschnikoff, who acted as translator when Trotsky was being questioned by British authorities at Nova Scotia. Kalpaschnikoff was closely associated with Vladimir Rogovine, who worked for Weinstein and Reilly. Kalpaschnikoff was also associated with John MacGregor Grant, a friend and business partner of both Reilly and Olof Aschberg. We can therefore see an intricate connection between British super-spy Reilly, and bankers such as Aschberg, who served as a conduit of funds to the Bolsheviks, and Zhivotovskii via Alexander Weinstein.

When Trotsky and several of his entourage were arrested on 29 March at Nova Scotia and questioned by authorities regarding associations with Germany this could well have been an act to dispel any suspicions that Trotsky might be serving British interests. The British had the option of returning him to New York but allowed him to proceed to Russia.[15]

The attitude of Wiseman towards the Bolsheviks once they had achieved nominal power was one of urging recognition, Wiseman cabling President Wilson’s principal adviser Col. Edward House on 1 May 1918 that the allies should intervene at the invitation of the Bolsheviks and help organise the Bolshevik army then fighting the White Armies during the Civil War.[16] This would accord with the aim of certain international bankers to secure recognition of the Bolshevik regime, as noted by both Gompers and Steed.

The financial interests in the USA that formed around the Council on Foreign Relations (CFR), founded by presidential adviser Col. Edward M House as a foreign policy think tank of businessmen, politicans and intellectuals, were clamouring for recognition of the Soviets. The CFR issued a report on Bolshevik Russia in 1923, prompted by Lenin’s ‘New Economic Policy’. The report repudiated anti-Bolshevik attitudes and fears that Bolshevism would be spread to other countries (although it had already had a brief but bloody reign in Hungary and revolts in German). CFR historian Peter Grosse writes that the report stated that,

the Bolsheviks were on their way to ‘sanity and sound business practices,’ the Council study group concluded, but the welcome to foreign concessionaires would likely be short-lived…. Thus, the Council experts recommended in March 1923 that American businessmen get into Russia while Lenin’s invitation held good…[17]

Armand Hammer, head of Occidental Petroleum, son of the aforementioned Dr Julius Hammer who had been the Trotsky family’s host in New York, was a globetrotting plutocrat who mixed with the political and business elites of the world for decades. Hammer was in intimate contact with every Soviet leader from Lenin to Gorbachev — except for Stalin.[18] This omission is indicative of the rift that had occurred between the USSR and Western financial and industrial interests with the assumption of Stalin and the defeat of Trotsky.

The CFR report on the USSR that advised American business to get in quick before the situation changed, was prescient. In 1921 Hammer was in the USSR sewing up business deals. Hammer met Trotsky, who asked him whether ‘financial circles in the USA regard Russia as a desirable field of investment?’ Trotsky continued:

Inasmuch as Russia had its Revolution, capital was really safer there than anywhere else because, ‘whatever should happen abroad, the Soviet would adhere to any agreements it might make. Suppose one of your Americans invests money in Russia. When the Revolution comes to America, his property will of course be nationalised, but his agreement with us will hold good and he will thus be in a much more favourable position than the rest of his fellow capitalists.’[19] In contrast to the obliging Trotsky who was willing to guarantee the wealth and investments of Big Business, Hammer said of Stalin:

I never met Stalin and I never had any dealing with him. However it was perfectly clear to me in 1930 that Stalin was not a man with whom you could do business. Stalin believed that the state was capable of running everything, without the support of foreign concessionaires and private enterprise. That was the main reason why I left Moscow: I could see that I would soon be unable to do business there…[20]

As for Trotsky’s attitude toward capitalist investment, were the charges brought against Trotsky et al during the Moscow Trials wholly cynical efforts to disparage and eliminate the perceived opposition to Stalin’s authority, or was there at least some factual basis to the charge that the Trotskyist-Left and Bukharin-Right blocs sought to ‘restore capitalism’ to the USSR? It is of interest in this respect to note that even according to one of Trotsky’s present-day exponents, David North, Trotsky ‘placed greater emphasis than any other Soviet leader of his time on the overriding importance of close economic links between the USSR and the world capitalist market’. North speaking to an Australian Trotskyist conference went on to state of Trotsky’s attitude:

Soviet economic development, he insisted, required both access to the resources of the world market and the intelligent utilisation of the international division of labour. The development of economic planning required at minimum a knowledge of competitive advantage and efficiencies at the international level. It served no rational economic purpose for the USSR to make a virtue of frittering away its own limited resources in a vain effort to duplicate on Soviet soil what it could obtain at far less cost on the world capitalist market…. It is helpful to keep in mind that Trotsky belonged to a generation of Russian Marxists who had utilised the opportunity provided by revolutionary exile to carefully observe and study the workings of the capitalist system in the advanced countries. They were familiar not only with the oft-described ‘horrors’ of capitalism, but also with its positive achievements. … Trotsky argued that a vital precondition for the development of the Soviet economy along socialist lines was its assimilation of the basic techniques of capitalist management, organisation, accounting and production.[21]

It was against this background that during the latter half of the 1930s Stalin acted against the Trotsky and Bukharin blocs as agents of world capitalism and foreign powers. The most cogent defence of the Moscow Trials, The Great Conspiracy Against Russia,[22] was written by two American journalists, Albert E Kahn and Michael Sayers, and carried an endorsement by former US ambassador to the USSR, Joseph Davis, who had witnessed the trials.

Among the charges against Trotsky was that he was in contact with British Intelligence operatives, and was conspiring against Lenin. This is not altogether implausible. Lenin and the Bolshevik faction were in favour of a separate peace between Russia and Germany. Lenin and his entourage had been provided with funds and transport by the German General Staff to travel back to Russia,[23] while Trotsky’s return from New York to Russia had been facilitated by British and American Intelligence interests. Kahn and Sayers commented that ‘for fourteen years, Trotsky had fiercely opposed the Bolsheviks; then in August 1917, a few months before the Bolshevik Revolution he had joined Lenin’s party and risen to power with it. Within the Bolshevik Party, Trotsky was organizing a Left Opposition to Lenin.’[24]

Trotsky was not well disposed to negotiate peace with German imperialists, and it was a major point of debate among the Allies whether certain socialist revolutionaries could be won over to the Allied cause. Trotsky himself had stated in the offices of Novy Mir just before his departure from New York to Russia that although revolutionists would soon overthrow the Kerensky regime they ‘would not make a separate peace with Germany’.[25] From this perspective it would have made sense for William Wiseman to have intervened and for the British authorities to have let Trotsky proceed after having detained him at Nova Scotia.

American mining magnate and banker Colonel William Boyce Thompson, head of the American Red Cross Mission in Russia,[26] was eager to recruit the Bolsheviks for the Allied cause. He stated his intention of providing $1,000,000 of his own money to assist with Bolshevik propaganda directed at Germany and Austria. [27] Thompson’s insistence that if the Allies recognised the Bolsheviks they would not make a separate peace with Germany,[28] accorded with Trotsky’s own attitude insofar as he also wished to see the war end not with a separate peace but with revolutions that would bring down Germany and Austria. His agenda therefore seems to have been quite distinct from that of Lenin’s, and might point to separate sources of funds that were provided to them.

Trotsky’s actions when the Bolsheviks assumed power were consistent with his declarations, and went against Lenin’s policy of ending the war with Germany. As Foreign Commissar Trotsky had been sent to Brest-Litovsk ‘with categorical instructions from Lenin to sign peace.’[29] Instead he called for a Communist uprising in Germany, and stated that although the Russian army could no longer continue in the war and would demobilise, the Soviets would not sign a peace agreement. After Trotsky’s rhetoric at Brest-Litovsk the Germans launched another assault on the Eastern Front, and the new Red Army found itself still fighting the Germans.

It was at this point that R H Bruce Lockhart, special agent of the British War Cabinet, sought out Trotsky, on the instructions from British Prime Minister Lloyd George.

Lockhart, generally considered the typical anti-Bolshevik Establishment figure, was actually well disposed towards the Bolsheviks and like Colonel Thompson, hoped to win them over to the Allies. At one point his wife warned that his colleagues in Britain thought be might be going ‘Red’. Lockhart wrote of the situation:

Russia was out of the war. Bolshevism would last – certainly as long as the war lasted. I deprecated as sheer folly our militarist propaganda, because it took no account of the war-weariness which had raised the Bolsheviks to the supreme power. In my opinion, we had to take the Bolshevik peace proposals seriously. Our policy should now aim at achieving an anti-German peace in Russia’.[30]

Coincidentally, ‘an anti-German peace in Russia’ seems to precisely describe the aim of Trotsky.

Trotsky intended that the World War would be transformed into a revolutionary war, with the starting point being revolutions in Germany and Austria. This would certainly accord with Colonel Thompson’s intentions to fund Bolshevist propaganda in Germany and Austria with $1,000,000. Thompson was in communication with Trotsky via Raymond Robins, his deputy with the Red Cross Mission, and like him an enthusiast for the Bolshevik regime.[31] Lloyd George had met Thompson and had been won over to the aim of contacting Lenin and Trotsky. Lockhart was instructed to return to Russia to establish ‘unofficial contact with the Bolsheviks’.[32] Lockhart relates that he met Trotsky for two hours at the latter’s office at Smolny. While Lockhart was highly impressed with Trotsky he did not regard the Foreign Commissar as able to weld sufficient influence to replace Lenin. Trotsky’s parting words to Lockhart at this first meeting were: ‘Now is the big opportunity for the Allied Governments’. Thereafter Lockhart saw Trotsky on a daily basis. [33] Lockhart stated that Trotsky was willing to bring Soviet Russia over to Britain:

He considered that war was inevitable. If the Allies would send a promise of support, he informed me that he would sway the decision of the Government in favour of war. I sent several telegrams to London requesting an official message that would enable me to strengthen Trotsky’s hands. No message was sent.[34]

Stalineooooo.jpgGiven Trotsky’s position in regard to Germany, and the statements of Lockhart in his memoirs, the Stalinist accusation is entirely plausible that Trotsky was the focus of Allied support, and would explain why the British expedited Trotsky’s return to Russia. Indeed, Lockhart was to remark that the British view was that they might be able to make use of the dissensions between Trotsky and Lenin, and believed that the Allies could reach an accord with Soviet Russia because of the extravagant peace demands of the Germans.[35] However from what Lockhart sates, it seems that the Allied procrastination in regard to recondition of the Bolsheviks was the uncertainty that they constituted a stable and lasting Government, and that they were suspicious of the Bolshevik intentions towards Germany, with Lenin and Trotsky still widely regarded as German agents. [36]

The period preceding World War II, particularly the signing of the Anti-Comintern Pact between Germany, Italy and Japan, served as a catalyst for Stalin’s offensive against Trotskyists and other suspect elements. Trotsky had since his exile been promoted in the West as the great leader of the Bolshevik Revolution[37], while his own background had been one of opportunism, for the most part as an anti-Leninist Menshevik. [38] It was only in August 1917, seeing the situation in Russia, that Trotsky applied for membership of the Bolshevik Party.[39] Trotsky had joined the Bolshevik Party with his entire faction, a faction that remained intact within the Soviet apparatus, and was ready to be activated after Stalin’s election as General Secretary in 1922. Trotsky admits to a revolutionary network from 1923 when he wrote in his 1938 eulogy to his son Leon Sedov: ‘Leon threw himself headlong into the work of the Opposition…Thus, at seventeen, he began the life of a fully conscious revolutionist, quickly grasped the art of conspiratorial work, illegal meetings, and the secret issuing and distribution of Opposition documents. The Komsomol (Communist Youth organization) rapidly developed its own cadres of Opposition leaders.’[40] Hence Trotsky had freely admitted to the fundamental charges of the Stalinist regime: the existence of a widespread Trotskyist ‘conspiracy’. Indeed, as far back as 1921, the Central Committee of the Bolshevik Party had already passes a resolution banning all ‘factions’ in the Party, specifically warning Trotsky against ‘factional activities’, and condemning the factionalist activities of what the resolution called ‘Trotskyites’. [41]

In 1924 Trotsky met with Boris Savinkov, a Socialist Revolutionary, who had served as head of the terrorist wing, the so-called ‘Fighting Organization’, of the Party, and who had been Deputy Minister of War in the Kerensky Government. After the triumph of the Bolsheviks Savinkov, leaving Russia in 1920, became associated with French and Polish authorities, and with British agents Lockhart[42] and Sidney Reilly. [43] Savinkov was involved in counter-revolutionary activities, in trying to form an army to overthrow the Bolsheviks. Winston Churchill confirms Savinkov’s meeting with Trotsky in 1924, Churchill himself being involved in the anti-Soviet machinations, writing in his Great Contemporaries: ‘In June 1924, Kamenev and Trotsky definitely invited him (Savinkov) to return’.[44]

In 1924 a leading Trotskyite, Christian Rakovsky, arrived in Britain as Soviet Ambassador. According to the testimony at the Moscow Trial during March 1938 Rakovsky admitted to meeting two British agents, Lockhart and Captain Armstrong. Rakovsky is said to have confessed at this trial that Lockhart and Armstrong had told him that he had been permitted entry into Britain because of his association with Trotsky, as they wanted to cultivated relations with the latter. When Rakovsky reported back to Trotsky several months later, Trotsky was alleged to have been interested. In 1926 Rakovsky was transferred to France prior to which he was alleged to have been instructed by Trotsky to seek out contacts with ‘conservatives circles’ who might support an uprising, as Trotsky considered the situation in Russia to be right for a coup. Rakovsky, as instructed, met several French industrialists, including the grain merchant Louis Dreyfus, and the flax merchant Nicole, both Deputies of the French Parliament.[45] Rakovsky in his testimony during the 1936 trial of Bukharin, et al, Rakovsky being one of the defendants, relates the manner by which he was approached by various intelligence agencies, including those of Japan when in 1934 Rakovsky was head of a Soviet Red Cross Delegation.[46] Rakovsky spoke of the difficulty the Trotskyites had in maintaining relations with both British and Japanese intelligence agencies, since the two states were becoming antagonistic over problems in China.[47] Rakovsky explained that: ‘We Trotskyites have to play three cards at the present moment: the German, Japanese and British…’[48] At that time the Trotskyites – or at least Rakovsky – regarded the likelihood of a Japanese attack on the USSR as more likely than a German attack. Rakovsky even then alluded to his belief that an accord between Hitler and Stalin was possible. It seems plausible enough that Trotskyites were indeed looking toward an invasion of the USSR as the means of destabilising the regime during which Trotskyist cells could launch their counter-revolution. Certainly we know from the account of Churchill that Trotsky met the ultra-terrorist Socialist Revolutionary Savinkov, who was himself involved with British Intelligence via Reilly and Lockhart. Rakovsky stated of a possible Hitler-Stalin Pact:

Personally I thought that the possibility was not excluded that Hitler would seek a rapprochement with the government of the USSR. I cited the policy of Richelieu: in his own country he exterminated the Protestants, while in his foreign policy he concluded alliances with the Protestant German princes. The relations between Germany and Poland were still in the stage of their inception at the time. Japan, on the other hand, was a potent aggressor against the USSR. For us Trotskyites the Japanese card was extremely important, but, on the other hand, we should not overrate the importance of Japan as our ally against the Soviet government.[49]

As far as the Stalinist allegations go in regard to the Trotskyists aligning with foreign powers and viewing an invasion of the USSR as a catalyst for revolution, other ultra-Marxists had taken paths far more unlikely. As mentioned Savinkov, who had been one of the most violent of the Socialist Revolutionaries in Czarist Russia, had sought out British assistance in forming a counter-revolutionary army. Savinkov had fled to Poland in 1919 where he tried to organize ‘the evacuation committee’ within the Polish armies then attacking Russia.[50] Savinkov’s colleagues in Poland, Merezhkovsky, and his wife Zinaida Hippius, who had been ardent Socialist Revolutionary propagandists, later became supporters of Mussolini and then of Hitler, in the hope of overthrowing Stalin[51]. Therefore the Stalinist allegation of Trotskyite collusion even with Fascist powers is plausible.

It is the same road that resulted in the alliance of many Trotskyists, Mensheviks and other Leftists with the CIA, and their metamorphoses into ardent Cold Warriors. It is the same road that brought leading American Trotsky apologist Professor Sidney Hook, ‘a lifelong Menshevik’, to the leadership of a major CIA front, the previously considered Congress for Cultural Freedom.

Max Shachtman

Max Shachtman, one of Trotsky’s leading representatives in the USA[52], is pivotal when considering why Trotskyites became ardent Cold Warriors, CIA front men, apologists for US foreign policy, and continue to champion the USA as the only ‘truly revolutionary’ state.

Expelled from the Communist Party USA in 1928 Shachtman co-founded the Communist League and the Socialist Workers Party. He then split to form the Workers Party of the United States in 1940, which became the Independent Socialist League and merged with the Socialist Party in 1958. [53] The Socialist Party factionalised into the Democratic Socialists and the Social Democrats.

Shachtman was of course scathing of the Moscow Trials. His critique is standard, and will not be of concern here. [54] What is of interest is Shachtman’s surpassing of Trotsky himself in his opposition to the USSR, his faction (the so-called ‘Third Camp’) being what he considered as a purified, genuine Trotskyism, which eventuated into apologists for US foreign policy.

The Shachtmanist critique of the USSR was that it had at an early stage been transformed from ‘government ‘bureaucratism to ‘party bureaucratism’.[55] ‘Soviet bureaucratism became party bureaucratism. In increasing number the government official was the party official.’[56] ‘We do not have a workers’ state but a workers’ state with bureaucratic deformations’, Shachtman stated in quoting Trotsky as far back as 1922. And again from Trotsky: ‘We have a bureaucracy not only in the Soviet institutions, but in the institutions of the party’… Shachtman continues: ‘A month later, in a veiled public attack upon Stalin as head of the Workers’ and Peasants’ Inspection, he repeated his view that the state machine was still “a survival to a large extent of the former bureaucracy … with only a superficial new coat of paint.”’[57]

While in 1937 Shachtman declared that the USSR should nonetheless be defended against aggression from, for example, Nazi Germany and that it was a Stalinist slur to think that Trotsky would be an enemy of the USSR in such circumstances[58], by 1940 Shachtman was at loggerheads with Trotsky himself and the ‘Cannon’[59] group in the Workers Party.

The Trotskyites were agreed that Stalinist Russia had become a ‘degenerated’ workers’ state,’ however the Cannon-Trotsky line and the position of the Fourth International was that should the USSR be attacked by capitalist or fascist powers, because it still had a so-called ‘progressive’ economy based on the nationalisation of property, the USSR must be defended on that basis alone. The Shachtman line, on the other hand, argued from what they considered to be a dialectical position:

Just as it was once necessary, in connection with the trade union problem, to speak concretely of what kind of workers’ state exists in the Soviet Union, so it is necessary to establish, in connection with the present war, the degree of the degeneration of the Soviet state. The dialectical method of treating such questions makes this mandatory upon us. And the degree of the degeneration of the regime cannot be established by abstract reference to the existence of nationalized property, but only by observing the realities of living events.

The Fourth International established, years ago, the fact that the Stalinist regime (even though based upon nationalized property) had degenerated to the point where it was not only capable of conducting reactionary wars against the proletariat and its revolutionary vanguard, and even against colonial peoples, but did in fact conduct such wars. Now, in our opinion, on the basis of the actual course of Stalinist policy (again, even though based upon nationalized property), the Fourth International must establish the fact that the Soviet Union (i.e., the ruling bureaucracy and the armed forces serving it) has degenerated to the point where it is capable of conducting reactionary wars even against capitalist states (Poland, Estonia, Lithuania, Latvia, now Finland, and tomorrow Rumania and elsewhere). This is the point which forms the nub of our difference with you and with the Cannon faction.[60]

Shachtman now expressed his approach unequivocally:

War is a continuation of politics, and if Stalinist policy, even in the occupied territory where property has been statified, preserves completely its reactionary character, then the war it is conducting is reactionary. In that case, the revolutionary proletariat must refuse to give the Kremlin and its army material and military aid. It must concentrate all efforts on overturning the Stalinist regime. That is not our war! Our war is against the counterrevolutionary bureaucracy at the present time!

In other words, I propose, in the present war, a policy of revolutionary defeatism in the Soviet Union, as explained in the statement of the Minority on the Russian question – and in making this proposal I do not feel myself one whit less a revolutionary class patriot than I have always been.[61]

That was the Shachtmanite line during World War II: that it was better that Nazi Germany defeated Stalin than that the ‘degenerated workers’ state’ should continue to exist. The same thinking emerged during the Cold War, shortly after World War II, when Shachtman began to speak about the threat of Stalinist parties throughout the world as agencies for Soviet policy, a theme that would become a basis of US attitudes towards the USSR:

The Stalinist parties are indeed agents of the Kremlin oligarchy, no matter what country they function in. The interests and the fate of these Stalinist parties are inseparably intertwined with the interests and fate of the Russian bureaucracy. The Stalinist parties are everywhere based upon the power of the Russian bureaucracy, they serve this power, they are dependent upon it, and they cannot live without it.[62]

By 1948 Shachtmanism as a Cold Warrior apologia for American foreign policy was taking shape. In seeing positive signs in the Titoist Yugoslavia break with the USSR, Shachtman wrote:

In the first place, the division in the capitalist camp is, to all practical intents, at an end. In any case, there is nothing like the division that existed from 1939 onward and which gave Stalinist Russia such tremendous room for maneuvering. In spite of all the differences that still exist among them, the capitalist world under American imperialist leadership and drive is developing an increasingly solid front against Russian imperialism.[63]

In other words, Shachtman saw unity among the capitalist states against Stalinist Russia as a positive sign. The overthrow of Stalinism became the first priority of Shachtmanite Trotskyism in the Cold War era, as it had during World War II.

In 1948 Shachtman scathingly attacked the position of the Fourth International in having continued to defend the USSR as a ‘degenerated workers’ state’, and of its mistaken belief that the Stalinist ‘bureaucratic dictatorship’ world fall apart during World War II. He pointed out that Stalinist imperialism had emerged from the war victorious.[64]

From here it was but a short way for the Shachtmanites to embrace the Cold War opposition to the USSR, and for the heirs of this to continue as enthusiasts for US foreign policy to the present-day.

By 1950 Stalinism had become the major problem for world socialism, Shachtman now writing as head of the Independent Socialist League:

The principal new problem faced by Marxian theory, and therewith Marxian practice, is the problem of Stalinism. What once appeared to many to be either an academic or ‘foreign’ problem is now, it should at last be obvious, a decisive problem for all classes in all countries. If it is understood as a purely Russian phenomenon or as a problem ‘in itself,’ it is of course not understood at all.[65]

Natalia Sedova Trotsky

Natalia Sedova, Trotsky’s widow, endorsed the Shachtmanite line, declaring that the American-led alliance against the USSR would have been approved by her late husband. Her letter of resignation to the Fourth International and to the Socialist Workers Party (USA) is worth reproducing in its entirety:

You know quite well that I have not been in political agreement with you for the past five or six years, since the end of the [Second World] war and even earlier. The position you have taken on the important events of recent times shows me that, instead of correcting your earlier errors, you are persisting in them and deepening them. On the road you have taken, you have reached a point where it is no longer possible for me to remain silent or to confine myself to private protests. I must now express my opinions publicly.

The step which I feel obliged to take has been a grave and difficult one for me, and I can only regret it sincerely. But there is no other way. After a great deal of reflections and hesitations over a problem which pained me deeply, I find that I must tell you that I see no other way than to say openly that our disagreements make it impossible for me to remain any longer in your ranks.

The reasons for this final action on my part are known to most of you. I repeat them here briefly only for those to whom they are not familiar, touching only on our fundamentally important differences and not on the differences over matters of daily policy which are related to them or which follow from them.

Obsessed by old and outlived formulas, you continue to regard the Stalinist state as a workers’ state. I cannot and will not follow you in this.

Virtually every year after the beginning of the fight against the usurping Stalinist bureaucracy, L D Trotsky repeated that the regime was moving to the right, under conditions of a lagging world revolution and the seizure of all political positions in Russia by the bureaucracy. Time and again, he pointed out how the consolidation of Stalinism in Russia led to the worsening of the economic, political and social positions of the working class, and the triumph of a tyrannical and privileged aristocracy. If this trend continues, he said, the revolution will be at an end and the restoration of capitalism will be achieved.

That, unfortunately, is what has happened even if in new and unexpected forms. There is hardly a country in the world where the authentic ideas and bearers of socialism are so barbarously hounded. It should be clear to everyone that the revolution has been completely destroyed by Stalinism. Yet you continue to say that under this unspeakable regime, Russia is still a workers’ state. I consider this a blow at socialism. Stalinism and the Stalinist state have nothing whatever in common with a workers’ state or with socialism. They are the worst and the most dangerous enemies of socialism and the working class.

You now hold that the states of Eastern Europe over which Stalinism established its domination during and after the war, are likewise workers’ states. This is equivalent to saying that Stalinism has carried out a revolutionary socialist role. I cannot and will not follow you in this.

After the war and even before it ended, there was a rising revolutionary movement of the masses in these Eastern countries. But it was not these masses that won power and it was not a workers’ state that was established by their struggle. It was the Stalinist counterrevolution that won power, reducing these lands to vassals of the Kremlin by strangling the working masses, their revolutionary struggles and their revolutionary aspirations.

By considering that the Stalinist bureaucracy established workers’ states in these countries, you assign to it a progressive and even revolutionary role. By propagating this monstrous falsehood to the workers’ vanguard, you deny to the Fourth International all the basic reasons for existence as the world party of the socialist revolution. In the past, we always considered Stalinism to be a counterrevolutionary force in every sense of the term. You no longer do so. But I continue to do so.

In 1932 and 1933, the Stalinists, in order to justify their shameless capitulation to Hitlerism, declared that it would matter little if the Fascists came to power because socialism would come after and through the rule of Fascism. Only dehumanized brutes without a shred of socialist thought or spirit could have argued this way. Now, notwithstanding the revolutionary aims which animate you, you maintain that the despotic Stalinist reaction which has triumphed in Europe is one of the roads through which socialism will eventually come. This view marks an irredeemable break with the profoundest convictions always held by our movement and which I continue to share.

I find it impossible to follow you in the question of the Tito regime in Yugoslavia. All the sympathy and support of revolutionists and even of all democrats, should go to the Yugoslav people in their determined resistance to the efforts of Moscow to reduce them and their country to vassalage. Every advantage should be taken of the concessions which the Yugoslav regime now finds itself obliged to make to the people. But your entire press is now devoted to an inexcusable idealization of the Titoist bureaucracy for which no ground exists in the traditions and principles of our movement.

This bureaucracy is only a replica, in a new form, of the old Stalinist bureaucracy. It was trained in the ideas, the politics and morals of the GPU. Its regime differs from Stalin’s in no fundamental regard. It is absurd to believe or to teach that the revolutionary leadership of the Yugoslav people will develop out of this bureaucracy or in any way other than in the course of struggle against it.

Most insupportable of all is the position on the war to which you have committed yourselves. The third world war which threatens humanity confronts the revolutionary movement with the most difficult problems, the most complex situations, the gravest decisions. Our position can be taken only after the most earnest and freest discussions. But in the face of all the events of recent years, you continue to advocate, and to pledge the entire movement to, the defense of the Stalinist state. You are even now supporting the armies of Stalinism in the war which is being endured by the anguished Korean people. I cannot and will not follow you in this.

As far back as 1927, Trotsky, in reply to a disloyal question put to him in the Political Bureau [of the Soviet Communist Party] by Stalin, stated his views as follows: For the socialist fatherland, yes! For the Stalinist regime, no! That was in 1927! Now, twenty-three years later Stalin has left nothing of the socialist fatherland. It has been replaced by the enslavement and degradation of the people by the Stalinist autocracy. This is the state you propose to defend in the war, which you are already defending in Korea.

I know very well how often you repeat that you are criticizing Stalinism and fighting it. But the fact is that your criticism and your fight lose their value and can yield no results because they are determined by and subordinated to your position of defense of the Stalinist state. Whoever defends this regime of barbarous oppression, regardless of the motives, abandons the principles of socialism and internationalism.

In the message sent me from the recent convention of the SWP you write that Trotsky’s ideas continue to be your guide. I must tell you that I read these words with great bitterness. As you observe from what I have written above, I do not see his ideas in your politics. I have confidence in these ideas. I remain convinced that the only way out of the present situation is the social revolution, the self-emancipation of the proletariat of the world.[66]

Natalia Trotsky, like the Shachtmanites, regarded the USSR as having irredeemably destroyed Marxism, and that the only option left was to destroy the USSR, which meant aligning with the USA in the Cold War.

It was this bellicose anti-Stalinism that brought the Shachtmanites into the US foreign policy establishment during the Cold War, and beyond, to the present-day. Haberkern, an admirer of Shachtman’s early commitment to Trotskyism and opposition to Stalinism, lamented:

There is, unfortunately, a sad footnote to Shachtman’s career. Beginning in the 50s he began to move to the right in response to the discouraging climate of the Cold War. He ended up a Cold Warrior and apologist for the Meany wing of the AFL-CIO.[67] But that should not diminish the value of his earlier contributions.[68]

Cold War and Beyond

Professor Hook and Max Shachtman veered increasingly towards a pro-US position to the point that Hook, while maintaining his commitment to Social-Democracy, voted for Richard Nixon and publicly defended President Ronald Reagan’s policies.

During the 1960s, Hook critiqued the New Left and became an outspoken supporter of the Vietnam War. In 1984 he was selected by the National Endowment for the Humanities to give the annual Jefferson Lecture, ‘the highest honor the federal government confers for distinguished intellectual achievement in the humanities’. [69] On May 23 1985 Hook was awarded the Presidential Medal of Freedom by President Reagan. Edward S Shapiro writing in the American ‘conservative’ journal First Principles, summarised Hook’s position:

One of America’s leading anticommunist intellectuals,[70] Hook supported American entry into the Korean War, the isolation of Red China, the efforts of the United States government to maintain a qualitative edge in nuclear weapons, the Johnson administration’s attempt to preserve a pro-western regime in South Vietnam, and the campaign of the Reagan administration to overthrow the communist regime in Nicaragua.

Those both within and outside of conservative circles viewed Hook as one of the gurus of the neoconservative revival during the 1970s and 1980s. In 1985, President Reagan presented Hook with the Presidential Medal of Freedom for being one of the first ‘to warn the intellectual world of its moral obligations and personal stake in the struggle between freedom and totalitarianism’.[71]

In the 1960s Shachtmanism aligned with the Democratic Party and was also involved with the New Left. By the mid 1960s such was the Shachtmanite opposition to the USSR that they had arrived on issues of American foreign policy that were the same as Hook’s, including supporting the American presence in Vietnam. In 1972 the Shachtmanists endorsed Leftist Senator Henry Jackson for the Democratic presidential nomination against Leftist George McGovern whom they regarded as an appeaser toward the USSR. Jackson was both pro-war and vehemently anti-Soviet, advocating a ‘hawkish’ position on foreign policy towards the USSR. Like Hook, Jackson was also awarded the Medal of Freedom by President Reagan in 1984.

At this time Tom Kahn, a prominent Shachtmanite and an organizer of the AFL-CIO, who will be considered below, was Senator Jackson’s chief speechwriter.[72] Many of Jackson’s aides were to become prominent in the oddly ‘neo-conservative’ movement, including veteran Trotskyites Paul Wolfowitz, Elliott Abrams, Richard Perle, and Douglas Feith, all of whom became prominent in the Administration of President George H W Bush, all of whom helped to instigate the present war against Islam, which they began to call ‘Islamofascism’, as a new means of extending American world supremacy.

Tom Kahn, who remained an avid follower of Shachtman, explained his mentor’s position on the USA in Vietnam in this way, while insisting that Shachtman never compromised his Socialist ideals:

His views on Vietnam were, and are, unpopular on the Left. He had no allusions about the South Vietnamese government, but neither was he confused about the totalitarian nature of the North Vietnamese regime. In the South there were manifest possibilities for a democratic development… He knew that those democratic possibilities would be crushed if Hanoi’s military takeover of the South succeeded. He considered the frustration of the attempt to be a worthy objective of American policy…[73]

This position in it own right can be readily justified by dialectics, as the basis for the support of Trotskyist factions, including those of both Hook and Shachtman during the Cold War, and the present legacy of the so-called ‘neo-cons’ in backing American foreign policy as the manifestation of a ‘global democratic revolution’, as a development of Trotsky’s ‘world proletarian revolution.’ 

National Endowment for Democracy

It was from this milieu that the National Endowment for Democracy (NED) was formed, which took up form the CIA’s Congress for Cultural Freedom.

President George W Bush embraced the world revolutionary mission of the USA, stating in 2003 to NED that the war in Iraq was the latest front in the ‘global democratic revolution’ led by the United States. ‘The revolution under former president Ronald Reagan freed the people of Soviet-dominated Europe, he declared, and is destined now to liberate the Middle East as well’. [74]

NED was established in 1983 at the prompting of Shachtmanist veteran Tom Kahn, and endorsed by an Act of US Congress introduced by Congressman George Agree. Carl Gershman, [75] a Shachtmanite, was appointed president of NED in 1984, and remains so. Gershman had been a founder and Executive Director (1974-1980) of Social Democrats USA (SD-USA).[76] Among the founding directors of NED was Albert Glotzer, a national committee member of the SD-USA, who had served as Trotsky’s bodyguard and secretary in Turkey in 1931,[77] who had assisted Shachtman with founding the Workers Party of the United States.

Congressman Agree and Tom Kahn believed that the USA needed a means, apart from the CIA, of supporting subversive movements against the USSR. Kahn, who became International Affairs Director of the AFL-CIO, was particularly spurred by the need to support the Solidarity movement in Poland, and had been involved with AFL-CIO meetings with Leftists from Latin America and South Africa. [78]

Kahn had joined the Young Socialist League, the youth wing of Shachtman’s Independent Socialist League, [79] and the Young People’s Socialist League, which he continued to support until his death in 1992. Kahn was impressed by the Shachtman opposition to the USSR as the primary obstacle to world socialism. [80] He built up an anti-Soviet network throughout the world in ‘opposition to the accommodationist policies of détente’.[81] There was a particular focus on assisting Solidarity in Poland from 1980.[82] Racehlle Horowitz’s eulogy to Kahn ends with her confidence that had he been alive, he would have been a vigorous supporter of the war in Iraq. [83]

NED is funded by US Congress and supports ‘activists and scholars’ with 1000 grants in over 90 countries.[84]  NED describes its program thus:

From time to time Congress has provided special appropriations to the Endowment to carry out specific democratic initiatives in countries of special interest, including Poland (through the trade union Solidarity), Chile, Nicaragua, Eastern Europe (to aid in the democratic transition following the demise of the Soviet bloc), South Africa, Burma, China, Tibet, North Korea and the Balkans. With the latter, NED supported a number of civic groups, including those that played a key role in Serbia’s electoral breakthrough in the fall of 2000. More recently, following 9/11 and the NED Board’s adoption of its third strategic document, special funding has been provided for countries with substantial Muslim populations in the Middle East, Africa, and Asia.[85]

NED therefore serves as a kind of ‘Comintern’ of the so-called ‘American democratic revolution’ throughout the world. The subversion by the USA, culturally, politically, and economically, with its front-groups, spies, fellow-travellers, activists, and outright revolutionaries, is more far-reaching than the USSR’s allegedly ‘communist’ subversion ever was.

The accusation by the Stalinists at the Moscow Trials of the 1930s was that the Trotskyists were agents of foreign powers and would reintroduce capitalism. The crisis in Marxism caused by the Stalinist regime – the so-called ‘betrayal of the revolution’ as Trotsky himself termed it – resulted in such outrage among the Trotskyites that they were willing to whore themselves and undertake anything to bring down the Soviet edifice.

Notes

[1] American President Woodrow Wilson’s principal adviser and confidante.

[2] Henry Wickham Steed, Through Thirty Years 1892-1922 A personal narrative, ‘The Peace Conference, The Bullitt Mission’, Vol. II.  (New York: Doubleday Page and Co., 1924), 301.

[3] Ibid.

[4] Ibid.

[5] Samuel Gompers, ‘Soviet Bribe Fund Here Says Gompers, Has Proof That Offers Have Been Made, He Declares, Opposing Recognition. Propaganda Drive. Charges Strong Group of Bankers With Readiness to Accept Lenin’s Betrayal of Russia’, The New York Times, 1 May 1922.

[6] Richard B Spence, ‘Hidden Agendas: Spies, Lies and Intrigue Surrounding Trotsky’s American Visit, January-April 1917’, Revolutionary Russia, Volume 21, Issue 1 June 2008, 33 – 55.

[7] Ibid.

[8] It is more accurate to state that Trotsky managed to straddle both the Bolsheviks and the Mensheviks until the impending success of the Bolshevik Revolution in 1917.

[9] Ibid.

[10] Ibid.

[11] Military Intelligence Division, 9140-6073, Memorandum # 2, 23 August 1918, 2. Cited by Spence, op.cit.

[12] Spence, ibid.

[13] Wiseman became a partner in 1929.

[14] ‘Sir William’s New Bank’, Time, October 17 1955.

[15] The foregoing on Trotsky’s associations from Spain to New York and his transit back to Russia are indebted to Spence, op.cit.

[16] Edward M. House, ed. Charles Seymour, The Intimate Papers of Col. House (New York: Houghton, Mifflin Co.), Vol. III, 421.

[17] Peter Grosse, Continuing The Inquiry: The Council on Foreign Relations from 1921 to 1996, (New York: Council on Foreign Relations, 2006), ‘Basic Assumptions’. The entire book can be read online at: http://www.cfr.org/about/history/cfr/index.html [3]

[18] Armand Hammer, Witness to History (London: Coronet Books, 1988), 221.

[19] Ibid., 160.

[20] Ibid., 221.

[21] David North, ‘Leon Trotsky and the Fate of Socialism in the 20th Century’, opening lecture to the International Summer School on ‘Marxism and the Fundamental Problems of the 20th Century’, organised by the International Committee of the Fourth International and the Socialist Equality Party of Australia, Sydney, Australia, January 3 1998. David North is the national secretary of the Socialist Equality Party in the USA, and has lectured extensively in Europe, Asia, the US and Russia on Marxism and the program of the Fourth International. http://www.wsws.org/exhibits/trotsky/trlect.htm [4] (accessed 12 March 2010).

[22] Albert E Kahn and Michael Sayers, The Great Conspiracy Against Russia, (London: Collet’s Holdings Ltd., 1946).

[23] Antony Sutton, op.cit., 39-42.

[24] Kahn and Sayers, op.cit. p. 29.

[25] ‘Calls People War Weary, But Leo Trotsky Says They Do Tot Want Separate Peace’, The New York Times, 16 March 1917.

[26] The real purpose of the American Red Cross Mission in Russia was to examine how commercial relations could be established with the fledgling Bolshevik regime, as indicated by the fact that there were more business representatives in the Mission than there were medical personnel. See: Dr Anton Sutton, Wall Street and the Bolshevik Revolution (New York: Arlington House Publishers, 1974), 71-88. K R Bolton, Revolution from Above (London: Arktos Media Ltd., 2011) 63-64.

[27] ‘Gives Bolsheviki a Million’, Washington Post, 2 February 1918, cited by Sutton, op.cit., ., pp. 82-83.

[28] The New York Times, 27 January 1918, op.cit.

[29] Kahn and Sayers, op.cit., p. 29.

[30] R H Bruce Lockhart, British Agent (London: G P Putnam’s Sons, 1933), Book Four, ‘History From the Inside’, Chapter I.

[31] Antony Sutton, op.cit., 84, 86.

[32] R H Bruce Lockhart, op.cit.

[33] Ibid., Chapter III.

[34] Ibid.

[35] Ibid. Lockhart observed that while the German peace terms received 112 votes from the Central Executive Committee of the Bolshevik Party, there had been 86 against, and 25 abstentions, among the latter of whom was Trotsky.

[36] Ibid., Chapter IV.

[37] That at least was the perception of Stalinists of Trotsky’s depiction by the West, as portrayed by Kahn and Sayers, op.cit., 194.

[38] Kahn and Sayers cite a number of Lenin’s statements regarding Trotsky, dating from 1911, when Lenin stated that Trotsky slides from one faction to another and back again, but ultimately ‘I must declare that Trotsky represents his own faction only…’ Ibid., 195.

[39] Ibid., 199.

[40] Leon Trotsky, Leon Sedov: Son-Friend-Fighter, 1938, cited by Kahn and Sayers, 205.

[41] Ibid., 204.

[42] R H Bruce Lockhart, op.cit., Book Three: War & Peace, Chapter IX. Lockhart described Savinkov as a professional ‘schemer’, who ‘had mingled so much with spies and agents-provocateurs that, like the hero in his own novel, he hardly knew whether he was deceiving himself or those whom he meant to deceive’. Lockhart commented that Savinkov had ‘entirely captivated Mr Churchill, who saw in him a Russian Bonaparte’.

[43] Reilly, the British ‘super agent’ although widely known for his anti-Bolshevik views, prior to his becoming a ‘super spy’ and possibly working for the intelligence agencies of four states, by his own account had been arrested in 1892 in Russia by the Czarist secret police as a messenger for the revolutionary Friends of Enlightenment.

[44] Kahn and Sayers, op.cit., 208.

[45] Commissariat of Justice, Report of the Case of the Anti-Soviet ‘Bloc of Rights and Trotskyites’, Heard Before The Military Collegium of the Court of the USSR, Moscow, March 24 1938, 307.

[46] Ibid., 288.

[47]  Ibid. 293.

[48] Ibid.

[49] Ibid.

[50] Bernice Glatzer Rosenthal, ‘Eschatology and the Appeal of Revolution’, California Slavic Studies, Volume. II, University of California Press, California, 1930, 116.

[51] Ibid.

[52] Shachtman was one of the two most prominent Trotskyites in the USA according to Trotskyist historian Ernest Haberkern, Introduction to Max Shachtman, http://www.marxists.org/archive/shachtma/intro.htm [5]

[53] ‘British Trotskyism in 1931’, Encyclopaedia of Trotskyism Online: Revolutionary History, http://www.marxists.org/history/etol/revhist/backiss/vol1/no1/glotzer.html [6]

[54] Max Shachtman, Behind the Moscow Trial (New York: Pioneer Publishers, 1936).

[55] Max Shachtman, ‘Trotsky Begins the Fight’, The Struggle for the New Course (New York: New International Publishing Co., 1943).

[56] Ibid.

[57] Ibid.

[58] Leon Trotsky, In Defence of the Soviet Union, Max Shachtman, ‘Introduction.’ (New York: Pioneer Publishers, 1937).

[59] James P Cannon, a veteran Trotskyist and former colleague of Shachtman’s.

[60] Max Shachtman, ‘The Crisis in the American Party: An Open Letter in Reply to Comrade Leon Trotsky’, New International, Vol.6 No.2, March 1940), 43-51.

[61] Ibid.

[62] Max Shachtman, ‘The Nature of the Stalinist Parties: Their Class Roots, Political Role and Basic Aim’, The New International: A Monthly Organ of Revolutionary Marxism, Vol.13 No.3, March 1947, 69-74.

[63]Max Shachtman, ‘Stalinism on the Decline: Tito versus Stalin The Beginning of the End of the Russian Empire’, New International, Vol. XIV No.6, August 1948, 172-178.

[64] Max Shachtman, ‘The Congress of the Fourth International: An Analysis of the Bankruptcy of “Orthodox Trotskyism”’, New International, Vol.XIV, No.8, October 1948, pp.236-245.

[65] Max Shachtman, ‘Reflections on a Decade Past: On the Tenth Anniversary of Our Movement’, The New International: A Monthly Organ of Revolutionary Marxism, Vol.16 No.3, May-June 1950, pp.131-144.

[66] Natalia Sedova Trotsky, May 9, 1951, Labor Action, June 17, 1951, http://www.marxists.org/history/etol/newspape/socialistvoice/natalia38.html [7]

[67] American Federation of Labor-Central Industrial Organization.

[68] Haberkern, op.cit.

[69] Sidney Hook, ‘Education in Defense of a Free Society’, 1984, Jefferson Lecture in the Humanities, National Endowment for Humanities, http://www.neh.gov/whoweare/jefflect.html [8]

[70] Again, there is obfuscation with the use of the term ‘anti-Communist’. What is meant in such cases is not opposition to Communism, but opposition to Stalinism, and the course the USSR had set upon after the elimination of the Trotskyites, et al. Many of these so-called ‘anti-Communists’ in opposing the USSR considered themselves loyal to the legacy of Trotsky.

[71] Edward S Shapiro, ‘Hook, Sidney’, First Principles: The Home of American Intellectual Conservatism, July 3,  2009, http://www.firstprinciplesjournal.com/articles.aspx?article=699&loc=r [9]

[72] Tom Kahn, ‘Max Shachtman: His Ideas and His Movement’, Editor’s Note on Kahn, Dissent Magazine, 252 http://www.dissentmagazine.org/democratiya/article_pdfs/d11Khan.pdf [10]

[73] Tom Kahn, Democratiya 11, 2007, reprinted in Dissent Magazine, ibid., 258.

[74] Fred Barbash, ‘Bush: Iraq Part of ‘Global Democratic Revolution’: Liberation of Middle East Portrayed as Continuation of Reagan’s Policies’, Washington Post, 6 November 6, 2003.

[75] Gershman served as Senior Counsellor to the United States Representative to the United Nations beginning in 1981. As it happens, the Representative he was advising was fellow Social Democrats comrade, Jeane Kirkpatrick, who had begun her political career in the (Trotskyist) Young People’s Socialist League, a branch of the Shachtmanist-orientated Socialist Party, as had many other ‘neo-cons.’

[76] The Social Democrats USA had originated in 1972 after a split with the Trotskyist-orientated Socialist Party. The honorary chairman of the Social Democrats USA until his death in 1984 was Prof. Sidney Hook.

[77] Glotzer was a leading Trotskyist. Expelled from the Communist Party USA in 1928 along with Max Shachtman, they founded the Communist League and the subsequent factions. When the Socialist Party factionalised in 1972 Glotzer joined the Social Democrats – USA faction, which remained closest to Shachtmanism, and which supported US foreign policy. Even in 1981 Glotzer was still involved with luminaries of the Socialist Workers Party. “British Trotskyism in 1931”, Encyclopaedia of Trotskyism Online: Revolutionary History, http://www.marxists.org/history/etol/revhist/backiss/vol1/no1/glotzer.html (Accessed 7 March 2010).

[78] Rachelle Horowitz, “Tom Kahn and the Fight for Democracy: A Political Portrait and Personal Recollection”, Dissent Magazine, pp. 238-239. http://www.dissentmagazine.org/democratiya/article_pdfs/d11Horowitz.pdf (Accessed 8 March 2010).

[79] Ibid., p. 209.

[80] Ibid. p 211.

[81] Ibid., p. 234.

[82] Ibid., p. 235.

[83] Ibid., p. 246.

[84] ‘About NED’, National Endowment for Democracy, http://www.ned.org/about (accessed 7 March 2010).

[85] David Lowe, ‘Idea to Reality: NED at 25: Reauthorization’, NED, http://www.ned.org/about/history (accessed 7 March 2010).

 


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[3] http://www.cfr.org/about/history/cfr/index.html: http://www.cfr.org/about/history/cfr/index.html

[4] http://www.wsws.org/exhibits/trotsky/trlect.htm: http://www.wsws.org/exhibits/trotsky/trlect.htm

[5] http://www.marxists.org/archive/shachtma/intro.htm: http://www.marxists.org/archive/shachtma/intro.htm

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[8] http://www.neh.gov/whoweare/jefflect.html: http://www.neh.gov/whoweare/jefflect.html

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vendredi, 22 février 2013

Menschenverbesserung durch Bombenterror

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"Menschenverbesserung durch Bombenterror"

 

Dr. Tomislav Sunic

www.tomsunic.com

 

 

Dresden ist nur ein einziges Symbol des alliierten Verbrechens, ein Symbol - das ungern von heutigen Systempolitkern erwähnt wird. Die Zerstörung Dresdens und seine Opferzahl sind stets in der Systemhistoriographie relativiert und als Kollateralschaden im Kampf gegen das absolute Böse, bzw. den Faschismus geschildert. Das Problem besteht jedoch in der Tatsache, dass es nicht nur die Weltverbesserungskollateralschaden in der Stadt Dresdens gab, sondern auch in anderen Dresdens in allen Ecken Deutschlands, in allen Teilen Europas. Die Topographie des Todes, die von den damaligen Antifaschisten verursacht wurde, ist ein sehr problematisches  Anliegen für ihre Nachfahren. 

 

Im heutigen „Weltwettkampf um die historische Erinnerung“ haben nicht alle Opfer das gleiche Recht alle gleich zu sein. Manche Opferlehren müssen Vorrang haben, und manche sollen total in Vergessenheit geraten. Unsere Systempolitiker sind sehr eifrig, wenn es darum geht, Denkmäler für Völker und Stämme zu errichten, besonders für jene die zu Opfern der Europäer wurden. Immer mehr Gedenktage, immer mehr Wiedergutmachungstage vermerken unseren Wandkalender. Immer wieder zollen die europäischen und  amerikanischen Systempolitiker finanziellen Tribut an nichteuropäische Opfer. Selten, fast nie, gedenken sie der Opfer ihrer eigenen Völker, die untern den sogenannten kommunistischen und liberalistischen  Weltverbessern gelitten haben. Als böse Tätervölker gelten immer die Europäer, besonders die Deutschen, die daher stets zu Bußritualen genötigt werden.

 

Dresden ist nicht nur eine deutsche Stadt, oder das Sinnbild eines deutschen Schicksals. Dresden ist auch das allgemeine Sinnbild von zahllosen deutschen und zahllosen europäischen, bzw. kroatischen, ungarischen, italienischen, belgischen und französischen Städten, die von den Westalliierten entweder bombardiert oder gar zerbombt worden waren. Was mich mit Dresden verbindet, verbindet mich mit Lisieux, einem kleinem Pilgerort in Frankreich, der von den Alliierten im Juni 1944 zerbombt war, oder auch mit dem italienischen Pilgerort Monte Cassino, welcher ebenso im Februar 1944 von den Alliierten zerbombt wurde. In Lisieux, einer Kleinstadt - die der Heiligen Theresa gewidmet wurde,  wurden am 10. Juni 1944, 1200 Leute verbrannt, das Benediktkloster wurde auch total verbrannt, darinnen 20 Ordensfrauen. Eine Liste der zerbombten europäischen Kulturstädte hier anzuführen, würde eine ganze Bibliothek erfordern -- vorausgesetzt, dass diese Bibliothek nicht einmal wieder von den Menschenverbesserern zerbombt würde. Vorausgesetzt, dass die Bücher und die Dokumente drinnen nicht mal beschlagnahmt werden.   

 

In Frankreich, während des Zweiten Weltkrieges starben ca 70.000 Zivilsten unter den angloamerikanischen demokratischen Bomben, die Zahl die ungern von den Systemhistorikern erwähnt wird. 600.000 Tonnen Bomben wurden auf Frankreich von 1941 bis 1944 abgeworfen, 90.000 Gebäude und Häuser zerstört.

 

Die heutigen Systempolitiker benutzen heute häufig das Wort Kultur und Multikultur. Aber deren kriegerische Vorgänger haben sich besonders durch die Zerstörung der verschieden europäischen Kulturdenkmäler ausgezeichnet.

 

 

Deswegen mussten die europäischen Kirchen und die Museen zerstört werden, da diese Orte dort unten in Dresden nicht der Kategorie von Kulturmenschen hineinpassten. Weiter südlich, im Wien wurde im März 1945 das Burgtheater von den amerikanischen Luftbombern gebombt; weiter westlich in Norditalien wurde  auch das Opernhaus 'La Scala' in Milano bombardiert, so wie hunderte von Bibliotheken überall in Mitteleuropa.  Weiter südöstlich in Kroatien wurden Kulturstädte  Zadar und Split in 1944 von den westlichen Menschenverbesserern gebombt und dieses Horrorpanorama hat kein Ende. Die deutschen Politiker und deutsche Touristen machen oft  Urlaub an der kroatischen Küste, aber der Küste entlang gibt es zahlreiche Massengräber  deutscher Landser. Auf der  kroatischen  Insel Rab, wo die deutschen Nudisten gerne Spaß haben, gibt es ein riesiges Massengrab mit den Knochen mehreren Tausend Deutschen, die von der Jugo- Kommunisten ermordet wurden. Die deutschen Diplomaten in Kroatien haben gar nichts getan um die Denkmäler für diese gemarterten Soldaten zu errichten. Vor kurzem hat die demokratische Wertegemeinschaft eine große Sorge um die ethnische Säuberung in ehemaligem Jugoslawien zur Schau gestellt und sich eifrig bemüht die jugoslawischen und die serbischen Täter vor Gericht in den Haag zu bringen. Aber diese jugoslawischen Täter hatten perfekte  Vorbilder in ihren jugo-kommunistischen Vorgängern und ihren angloamerikanischen Verbündeten. Ende 1944, Anfang 1945 gab es eine massive kommunistische ethnische Säuberung an den Volksdeutschen aus dem jugoslawischen kommunistischen Raum. Im Mai 1945 haben sich hunderttausende flüchtende Kroaten, meistens Zivilisten an die  angloamerikanischen Alliierten in Südkärnten, Klagenfurt, in Südösterreich ergeben. In den folgenden Tagen wurden sie alle an die Jugo-kommunistischen Schergen ausgeliefert. 

 

Über die Millionen vertriebenen Deutsche aus Schlesien, Pommern, aus dem Sudetenland und Donauraum kann ich jetzt stundelang reden. Da diese Opfer in die Kategorie der kommunistischen Gewalttäter fallen, werde ich sie nicht den demokratischen und westlichen Menschverbesserern momentan zurechnen. Im Rückblick sehen wir jedoch, dass die westlichen Weltverbesserer nie ihre Menschenverbesserungsprojekte hätten erfüllen können - ohne die Beihilfe der kommunistischen Schergen, auch der sogenannten Antifaschisten. Klar, die größte deutsche und nicht nur deutsche Völkerwanderung in europäischer Geschichte aus Mittel und Osteuropa geht auf das Konto der Kommunisten und der Roten Armee, aber nie hätte dieses gigantische kommunistische Völkerverbrechen gegen die deutschen und andere europäischen Völker stattfinden können - ohne die massive Lufthilfe der westlichen Menschenverbesserer. Also, es gelten immer noch zweierlei Maßstäbe, wenn wir der Toten des Zweiten Weltkrieges gedenken.

 

 

Was ging den Menschenverbesserern durch den Kopf während der Zerstörung europäischer Städte? Diese demokratischen  Piloten hatten alle ein perfektes und gutes Gewissen; sie dachten wahrlich, dass sie eine gottauserwählte Mission durchzuführen hatten. Ihre Zerstörungsmission wurde in dem Namen der  Menschenrechte und Toleranz und Weltfrieden geführt. Ihrer messianischen Gesinnung nach, lebten da unten in Mitteleuropa - ganz zu schweigen von hier unten in Dresden, keine Menschen sondern eine besondre Abart der Monster ohne Kultur. Demzufolge, um ihrem demokratischen Dogma treu zu bleiben, hatten diese Luftsamariter immer ein gutes Gewissen um die Monster hier unten zu zerbomben.

 

 

 

Wie uns der große deutsche Staatsrechtler Carl Schmitt lehrte, liegt hier eine gefährliche Problematik mit dem modernen Völkerrecht und der Ideologie der Menschenrechte vor. Sobald man seinen militärischen Gegner als Monster oder als Ungeziefer beschreibt sollen die Menschenrechte für diesen Gegner bzw. diesen Monster und dieses Ungeziefer keine Gesetze mehr gelten. Das ist der Hauptbestand des  heutigen Systems. Gleichfalls, sobald ein europäischer Intellektuelle, Akademiker oder Journalist, kritisch die heutigen Systemmythen anzweifelt, begeht er das Risiko als Rechtsradikal oder als Faschist, bzw. als Unmensch gekennzeichnet zu sein. Folglich kann dieser  Rechtsradikal oder Faschist, bzw. dieser Unmensch  nie mehr ein Mensch sein; dann hilft ihm gesetzlich keine Ideologie der Menschenrechte. Er wird ausgegrenzt und beruflich mundtot gemacht. Das System prahlt heute mit seiner Toleranz gegenüber allen Menschen und allen Völkern der Erde, jedoch nicht gegenüber jenen die vorerst als als Rechtsradikale bzw. Unmenschen etikettiert werden. In den Augen der Menschenverbesserer waren die deutschen Zivilsten hier auf diesem Platz im Februar 1945 keine Menschen - sondern eine ganz besondere Art des Ungeziefers das man zusammen mit ihren Gehäusen auslöschen sollte. Wir finden solche Gesinnungen auch heute bei den Weltverbesserern, besonders in ihrem militärischen Einsatz in Irak, oder Afghanistan.      

 

Man wirft uns vor, die Dresdener Opferlehre hochzuspielen um die faschistischen Verbrechen zu relativieren. Das ist Unsinn. Diese These kann leicht umgekehrt werden. Die Systemmedien und die Meinungsmacher brauchen, 70 Jahre nach dem Kriege, immer wieder die faschistische Gefahr um damit ihre eigenen katastrophalen wirtschaftlichen Fehler und ihre eigene Kriegsverbrechen besser zu verbergen, vertuschen und verschleiern.

 

Darüber hinaus wollen die Systemhistoriker und die Meinungsmacher uns nicht sagen  dass jede Opferlehre in heutigem Multikultisystem konfliktstiftend ist: jede Opferlehre beharrt auf ihrer eigenen Einzigartigkeit und beruht immer auf den Kosten der Anderen. Hier sieht man die Schwäche des Multitkultisystems – letztendlich führt es zur Balkanisierung, zum Bürgerkrieg und dem Zusammenbruch des Systems.  Ein Beispiel:  Die heutige viktimologische Atmosphäre in heutigem Multikultisystem verleitet jeden Stamm, jede Gemeinschaft, jeden nicht-europäischen Zuwanderer zu der Annahme, nur seine Opferlehre sei wichtig und einzigartig. Das ist ein gefährliches Phänomen, da jede Einzigartigkeit die andere Opferlehre diskriminiert und mit den anderen Opferlehren im Wettbewerb steht und letztendlich zusammenstößt. Solche Opferrollenmentalität dient nicht der Konfliktverhinderung und dem Frieden. Sie führt zur multiethnischen Gewalt und macht den künftigen Konflikt unausweichlich.

 

Mit  heutiger Verharmlosung und Relativierung der liberal-kommunistischen Verbrechen gegen das deutsche Volk, vor, während und nach dem Zweiten Krieg, entsteht kein Klima gegenseitigen Verständnisses und der Versöhnung, sondern ein Klima der falschen Mythologien und kollidierenden Opferlehren, wobei sich jeder Mensch, und jeder Stamm als Opfer seines jeweiligen Nachbars fühlen muss.      

     

Das Schulbeispiel ist wieder der Zusammenbruch des ehemaligen Kunststaates Jugoslawien, wo verschiedene Völkerschaften fünfzig  Jahre hindurch die Opfer der kommunistischen Historiker und Propaganda  waren und wo das kroatische Volk stets als Nazivolk dämonisiert wurde. In 1991, nach dem Ende des Kommunismus, nach dem Ende der kommunistischen Propaganda, die Folge war nicht ein gegenseitiges Verständnis der Völker, sondern gegenseitiger Hass und furchtbarer Krieg wo sich alle Seiten gegenseitig als Faschisten beschimpften. Was uns bald in der EU erwartet ist keine exotische multikulturelle Spaßgesellschaft, sondern ein ähnlicher balkansicher Zyklus der Gewalt und Buergerkriege.

    

Geben wir uns - liebe Kollegen und Kameraden - keinen Illusionen hin. Dresden ist ein verdienter Mahnort gegen alle Kriege, und der Ort wo wir der unschuldigen Opfer gedenken. Aber Dresden kann morgen zum Sinnbild für  titanische Katastrophen sein. Was uns in den folgenden Jahren erwartet kann man sich schon jetzt vorstellen. Manche von euch, manche von uns, die ein verlängertes Geschichtsbewusstsein haben, wissen gut, dass eine Welt seit langem zu Ende ist. Das liberale Zeitalter ist seit langem tot.  Die heranrückenden Zeiten werden schlimm sein. Aber die kommenden und  die heranrückenden Zeiten bieten uns allen auch eine Chance.   

L’amélioration humaine par le bombardement de terreur

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« L’amélioration humaine par le bombardement de terreur »

par Tomislav Sunic

www.tomsunic.com

Discours qui devait être prononcé à Dresde, le 13 février 2013, lors de la commémoration annuelle des victimes de Dresde, le 13 février, 1945 (« Menschverbesserung durch Bombenterror“). Traduit en français par l’auteur.

Dresde n’est pas le seul symbole des crimes alliés –  symbole qui est d’ailleurs mentionné à contrecœur par les politiciens du Système. La destruction de Dresde et le nombre des victimes sont toujours relativisés dans historiographie du Système, étant souvent dépeints comme « un dommage collatéral dans lutte contre le mal absolu, à savoir le fascisme. » Or le problème réside dans le fait qu'il n'y a pas eu un seul dommage collatéral dans une seule ville nommée Dresde, mais aussi des dommages collatéraux dans d'autres Dresde, dans tous les coins de l'Allemagne, et dans toutes les parties de l'Europe. La topographie de la mort, tracée par les anciens antifascistes, reste une donnée fort problématique pour leurs descendants d’aujourd’hui.

Dans « la concurrence mondiale pour la mémoire historique»,  toutes les victimes ne bénéficient pas des mêmes droits.  Maintes victimologies l'emportent sur les autres tandis que beaucoup d'autres sont censées tomber dans l'oubli total. Les politiciens du Système sont très zélés quand il s'agit d'ériger des monuments aux peuples et aux tribus, en particulier à ceux qui furent victimes des Européens. Un nombre croissant de dates anniversaire et de jours de réparation apparaissent sur nos calendriers muraux. De plus  en plus, les dirigeants du Système européen et américain rendent hommage aux victimes non-européennes. Rarement, presque jamais, ils se souviennent des victimes de leurs propres peuples qui ont souffert sous la terreur communiste et libérale. Comme mauvais auteurs de crimes figurent toujours les Européens, et surtout les Allemands, qui sont donc toujours contraints aux rites de repentance.

Non seulement Dresde est une ville allemande, ou bien le symbole d'un destin allemand, mais elle est aussi le symbole européen d'innombrables villes croates, hongroises, italiennes, belges et françaises qui furent bombardées par les Alliés. Ce qui m’attache à Dresde m’attache également  à Lisieux, un lieu de pèlerinage en France, qui fut bombardée par les Alliés en Juin 1944, comme un autre lieu de pèlerinage, italien celui-là, Monte Cassino, qui fut également bombardé par les Alliés en février 1944. A Lisieux, cette petite ville dédiée à sainte Thérèse, le 10 Juin 1944, 1200 personnes furent tuées, le monastère bénédictin fut complètement détruit et 20 religieuses perdirent la vie. Pour dresser la liste des villes européennes de haute culture qui ont été détruites, il nous faudrait une bibliothèque - à condition toutefois que cette bibliothèque ne soit pas une nouvelle fois bombardée par les "world improvers". Et à condition que les livres et les documents qu'elle contient ne soient pas confisqués ni interdits de circulation.

En France, pendant la Seconde Guerre mondiale, environ 70.000 civils trouvèrent la mort sous les bombes anglo-américaines et démocratiques, chiffe qui est mentionné avec réticence par les historiens du Système. 600.000 tonnes de bombes furent larguées sur la France de 1941 à 1944, 100.000 bâtiments et des maisons furent détruits.  Dans le Système actuel, les politiciens utilisent souvent les mots « culture » et « multiculture ». Or force est de constater que leurs prédécesseurs militaires se sont distingués dans la destruction des divers monuments culturels européens.

Ces églises et ces musées européens devaient être détruits car ces endroits, y compris Dresde, n’entraient pas dans la catégorie de la culture. Plus au sud, à Vienne, en mars 1945, le Burgtheater fut bombardé par les avions américains. Plus à l'ouest, au nord de l'Italie, l'opéra de « La Scala » de Milan fut  bombardé, ainsi que des centaines de bibliothèques à travers toute l'Europe centrale. Plus au sud, en Croatie, des villes de grande culture, telles que Zadar et Split, furent  bombardées en 1944 par les "world improvers",  et ce panorama d’horreur n'a pas de fin. Des politiciens allemands et des touristes allemands prennent souvent des vacances sur la côte croate, alors que le long de la côte, il y a de nombreux charniers de cadavres de soldats allemands. Sur l'île croate de Rab, où les nudistes allemands aiment bien s'amuser, il y a une énorme fosse commune contenant les ossements de centaines d'Allemands assassinés par les communistes yougoslaves. Les diplomates allemands en Croatie n'ont rien fait pour ériger des monuments à ces soldats martyrisés. Récemment, la soi-disant communauté de valeurs démocratique s'est montrée très préoccupée du nettoyage ethnique en ex-Yougoslavie et s’est donnée beaucoup de mal pour traduire les accusés serbes et yougoslaves devant le Tribunal de la Haye. Mais ces accusés yougoslaves avaient eu des modèles parfaits parmi leurs ancêtres yougo-communistes et leurs alliés anglo-américains. Vers la fin de 1944, et au début de 1945, il y eut, en Yougoslavie, un énorme nettoyage ethnique des Allemands de souche par les communistes yougoslaves. En mai 1945, des centaines de milliers de refugiés croates, pour la plupart des civils, se sont rendus aux autorités anglo-américaines au sud de la Carinthie, à  coté de Klagenfurt en Autriche méridionale. Dans les jours qui suivirent, ils furent tous livrés aux bouchers yougo-communistes.

En ce qui concerne les millions d’Allemands de souche chassées de Silésie, de Poméranie, des Sudètes et du bassin du Danube vers la fin de la guerre, je pourrais parler pendant des heures. Vu que ces victimes sont dues aux bourreaux  communistes, je ne vais pas pour le moment les attribuer aux "world improvers" occidentaux. Rétrospectivement, nous voyons toutefois que les réformateurs occidentaux n'auraient jamais pu réaliser leurs projets de rénovation du monde sans aide des bourreaux communistes, y compris les soi-disant antifascistes. Certes, la plus grande migration de l'histoire du peuple allemand et des autres peuples non-allemands en Europe centrale et en Europe de l'Est  fut suscitée  par les communistes et l'Armée rouge, mais jamais ces gigantesques crimes communistes n’auraient pu avoir lieu sans l’aide aérienne massive des "world improvers". Donc, on utilise deux poids et deux mesures quand on commémore les morts de la Seconde Guerre mondiale.

Comme le grand spécialiste de droit international, l’Allemand Carl Schmitt, nous l'a enseigné, nous faisons face ici à un problème dangereux quant au droit international moderne et quant à l'idéologie des droits de l'homme. Une fois l’adversaire militaire déclaré « monstre » ou « vermine », les droits de l'homme ne s’appliquent plus à lui. Les monstres et  les vermines ne sont protégés par aucune loi.  C'est la composante principale du Système actuel. De même, dès qu’un intellectuel européen, un  universitaire ou un journaliste non-conformiste, commence à contester les mythes du Système actuel, il court le risque d’être traité comme un « homme d’extrême droite », c'est-à-dire comme « un monstre fasciste ». Par conséquent, ce monstre d’extrême droite ou ce fasciste et cette espèce inhumaine ne peut jamais devenir un homme ; par conséquent, aucune idéologie des droits de l'homme ne peut lui venir en secours. Il devient sujet à l’ostracisme social et à la mort professionnelle. Le Système se targue de sa tolérance envers toutes les personnes du monde et envers toutes les nations du monde, mais non envers ceux qui sont a priori étiquetés comme inhumains, à savoir les pseudo extrémistes de droite. Aux yeux des "world improvers", les civils allemands de Dresde, ici sur cette place, en février 1945, n’étaient pas perçus comme des êtres humains mais comme un genre spécial de vermine qu’on devait supprimer. On trouve des sentiments similaires aujourd'hui chez les "world improvers" dans leurs opérations militaires en Irak ou en Afghanistan.

On nous accuse parfois d’exagérer le chiffre des victimes de Dresde dans le seul but de banaliser les crimes fascistes. Cela n'a pas de sens. Cette proposition mensongère  peut facilement être inversée. Les medias du Système et ses faiseurs d'opinion ont besoin, même  70 ans après la guerre, du danger fasciste, dans le seul but de mieux cacher leurs propres désastres économiques et leurs propres crimes de guerre d’antan.

Par ailleurs, les historiens du Système ainsi que les faiseurs d’opinion ignorent que le Système multiculturel actuel est par force conflictuel : chaque doctrine victimaire persiste dans sa propre unicité et ne se propage qu’aux dépens des autres. Cela montre la fragilité du Système multiculturel. En fin de compte, cela conduit à la balkanisation, à la guerre civile et à l'effondrement du Système. Voici un exemple : l'atmosphère victimaire d’aujourd’hui, dans le système multiculturel, conduit chaque tribu, chaque communauté, chaque immigré non-européen à croire que sa doctrine victimaire doit être unique. Il s'agit là d'un phénomène dangereux, car chaque unicité victimaire exclut les autres victimes qui se trouvent en concurrence avec elle. Une telle mentalité victimaire ne contribue ni à  la prévention des conflits ni à la paix. Elle conduit à la violence multiethnique et rend le conflit inévitable.

 Suite à  la banalisation et la relativisation des crimes libéralo-communistes contre le peuple allemand, avant, pendant et après la Seconde Guerre mondiale, il n'y a pas eu de climat de compréhension mutuelle ni de réconciliation. Au lieu de cela, un climat de fausses mythologies et de victimologies conflictuelles est né,  où chaque homme, et chaque tribu se perçoit comme la victime de son voisin.

L'exemple classique est à nouveau l'effondrement de l'ancien état artificiel de Yougoslavie où les différents peuples furent pendant cinquante ans victimes des historiens communistes et où la propagande communiste dépeignait le peuple croate comme une « nation nazie ». En 1991, après la chute du communisme et après la fin de la propagande communiste, le résultat ne fut pas la compréhension mutuelle entre les divers peuples yougoslaves mais la haine mutuelle et la guerre terrible où toutes les parties s’insultèrent en se traitant de « fascistes ». Ce qui nous attend bientôt dans l'UE n'est pas le plaisir exotique d’une société multiculturelle, mais un nouveau cycle similaire et balkanique de violence et de guerres civiles.

Ne  nous faisons pas, Mesdames et Messieurs, chers amis, d'illusions. Dresde est certes un endroit symbolique contre toutes les guerres, et également l'endroit où nous devons nous incliner devant les victimes innocentes. Mais demain, Dresde peut facilement devenir le symbole de catastrophes titanesques. On peut déjà imaginer ce qui nous attend dans les prochaines années. Certains parmi nous qui possèdent une longue conscience historique savent fort bien qu’un monde a pris fin. L'âge libéral est mort depuis longtemps. Les temps qui viennent seront mauvais. Mais ces mauvais temps nous offrent à nous tous une chance.

jeudi, 21 février 2013

The Medieval Norse on Baffin Island

The Medieval Norse on Baffin Island

By Andrew Hamilton

Ex: http://www.counter-currents.com/

Christian Krohg, Leiv Eriksson oppdager Amerika (Leif Eriksson Discovers America), 1893 [1]

Christian Krohg, Leiv Eriksson oppdager Amerika (Leif Eriksson Discovers America), 1893

Thanks to the sagas, it has long been known that Vikings reached the North American continent about 1000 AD. But not until the 1960s did archaeological evidence emerge in Newfoundland, Canada to corroborate the written accounts. Until recently, that site provided the only archeological substantiation of the Viking presence, apart from a few Norse artifacts obtained from scattered Eskimo and Indian excavations.

But in October 2012, after 13 years of field research, Canadian archaeologist Patricia Sutherland, 63, presented findings at a meeting of the Council for Northeast Historical Archaeology in St. John’s, Canada suggesting the presence of a second Viking outpost, on Baffin Island, part of a former Norse region known as Helluland.

Scandinavian Expansions

Prior to 1945, Scandinavia experienced three large population expansions resulting in major out-migrations.

The first caused the Goth migration from Sweden to Germany in the last century BC and the first two centuries AD. The subsequent fall of Rome relieved population pressures throughout the Teutonic world.

A second baby boom led to the spectacular Viking expansions of 800-1100 AD, almost unimaginable in terms of their geographic scope. Exploration, piracy, plunder, warfare, trade, conquest, and settlement were all integral to this vast out-migration.

Swedes, known as East Vikings, Varangians, and Rus, sailed east across the Baltic and the great continental network of Russian rivers to the Caspian and Black Seas, which they also crossed. They established the first Russian states, Novgorod and Kiev, and commanded and staffed the Eastern Roman Empire’s Varangian Guard, described by William Pierce as “an elite military unit composed entirely of Vikings, the Schutzstaffel [SS] of its day.”

Danes swept across England and south over the European continent, including France, the Mediterranean Sea, North Africa, and Asia Minor. As in Russia, the shallow draft of their ships, the most sophisticated seagoing vessels of the day, enabled them to penetrate far inland—in France, as far as Paris.

To the north and west, Norwegians traveled to the limits of the known world, high above the Arctic Circle from the White Sea in Russia to the edge of the great ice, to Iceland and, on a different continent, Greenland and Canada.

Such was the general directional thrust, though in reality it was more complex.

For example, King Harald’s Saga, part of Icelandic chronicler Snorri Sturluson’s Heimskringla (1230), narrated a legendary Norwegian, not Swedish, leader’s expedition to the East, his marriage to a Rus princess, command of the Varangian Guard, brilliant exploits in Constantinople, Syria, and Sicily, his skaldic achievements as a poet, and his battles in England against Harold Godwinson. The saga king fell at Stamford Bridge in 1066, just a few days before Godwinson himself died at the Battle of Hastings in an attempt to fend off another warrior of Viking descent, William the Conqueror.

Finally, between 1815 and 1939 Scandinavian overpopulation created a net outflow of 2.75 million Norse to the New World—1.25 million Swedes, 850,000 Norwegians, 350,000 Danes, and 250,000 Finns. Relative to size, Norway’s contribution was the largest.

Iceland and Greenland

Iceland, a small island just south of the Arctic Circle in the North Atlantic, was settled by the Norse c. 850-875 AD. It lies 570 miles west of Norway, but only 155 miles southeast of Greenland, which in turn is adjacent to Canada.

Until recently the population of Iceland was extremely homogeneous, being almost entirely of Scandinavian and Celtic descent. The Icelandic language remains nearer to the Old Norse of Iceland’s original Viking settlers than it does to other Scandinavian languages. Old Norse literature attained its greatest flowering in Iceland between 1000 and 1350 AD.

The medieval Landnámabók (The Book of Settlements) describes in considerable detail the settlement of Iceland in the 9th and 10th centuries AD.

Greenland, the largest island in the world, lies mostly north of the Arctic Circle and is separated from Canada on the west by Davis Strait and Baffin Bay and Iceland on the east by the Denmark Strait. There are numerous islands along its coast, which is deeply indented by fjords. Eighty-five percent of its total area is ice cap.

The island was discovered and settled about 982 AD by outlaw Norwegian chieftain Eric the Red, father of famed Icelandic-born explorer Leif Ericsson. Greenland was uninhabited at the time of the Norwegians’ arrival—the Eskimos did not migrate to the island until more than 200 years later, c. 1200 AD.

In the 1200s the island fell under Norwegian and, subsequently Danish, rule. The colonists mysteriously disappeared around 1435, possibly due to a climate change known as the Little Ice Age. Archaeological remains and written records indicate malnourishment among the dwindling number of white inhabitants. The last written records of the Norse Greenlanders pertain to a 1408 wedding in HvalseyChurch, today the best-preserved Norse ruins in Greenland.

Grœnlendinga Saga [2] and Eiríks Saga [3] are the primary written accounts of the discovery and settlement of Greenland and, in North America, Helluland (“Flat Stone Land”—Baffin Island), Markland (“Woodland”—Labrador), and Vinland (“Wineland”—Newfoundland), all in present-day Canada.

Iceland, Greenland, Helluland, Markland, Vinland [4]

Iceland, Greenland, Helluland, Markland, Vinland

The Vikings in North America

In North America the Norsemen encountered a race they called “skraelings.” The sagas describe them as “short people with threatening features and tangled hair on their heads . . . large eyes and broad cheeks.” The Smithsonian Institution states that although the exact meaning of “skraeling” is unclear, “it was certainly a derogatory term.”

In fact, the Norse encountered not only different tribes but, in all probability, both Eskimos (Inuit) and Indians, though the records provide only a single name for all these groups.

In the 1960s a Norwegian husband and wife team, Helge Ingstad and Anne Stine Ingstad, discovered and excavated a Viking base camp at L’Anse aux Meadows on the northern tip of Newfoundland, the first archaeologically confirmed Viking outpost in the Americas. It pre-dated the voyages of Christopher Columbus and John Cabot by 500 years. Dated to between 989 and 1020 AD, the camp boasted three Viking halls and an assortment of huts for weaving, iron-working, and ship repair.

L’Anse aux Meadows was not Vinland, but rather situated within a land called Vinland extending south from L’Anse aux Meadows to the St. Lawrence River and New Brunswick. The outpost served as a winter camp and base for expeditions.

In the 50 years since the discovery of the thousand-year-old settlement, archaeologists and amateur historians have unsuccessfully combed North America’s east coast searching for further traces of Viking visitors.

Finally, in October and November 2012, it was reported that archaeologist Patricia Sutherland, adjunct professor of archeology at Memorial University in Newfoundland and a research fellow at the University of Aberdeen in Scotland, had announced new archaeological evidence strongly supporting the presence of a second Viking outpost on Baffin Island.

Sutherland was alerted to the possibility of a Norse camp in 1999, when she discovered two unusual pieces of cord excavated from a Baffin Island site by an earlier archaeologist and stored at the Canadian Museum of Civilization in Gatineau, Quebec, where she worked.

Rather than consisting of twisted animal sinew, the cords were expertly woven Viking yarn identical to yarn produced by Viking women in Greenland in the 14th century.

Sutherland scoured other museums, finding more pieces of Viking yarn and a small trove of previously overlooked Viking gear including wooden tally sticks for recording trade transactions and dozens of Viking whetstones.

The specimens derived from four sites located across a thousand miles of territory extending from northern Baffin Island to northern Labrador. The sites belonged to the Dorset culture [5], an extinct Paleo-Eskimo people.

From the artifacts at Dorset sites, Sutherland conjectured the Eskimos had traded with Vikings, which of course may be true. But, as archeologist Lawrence H. Keeley has impudently pointed out [6], items found in this manner can just as easily represent the spoils of war.

The archaeologist focused on the most promising of the four sites, Tanfield Valley on the southeast coast of Baffin Island. There, in the 1960s, a US archaeologist named Moreau Maxwell had excavated parts of a stone-and-sod building which he described as “very difficult to interpret.” She believed the site might have been occupied by different cultures at different times, raising the possibility that the enigmatic stone ruins, which bear a striking resemblance to Viking buildings in Greenland, were European.

Since 2001, Sutherland’s team has been carefully excavating the site, where they have discovered a wide range of artifacts pointing to the presence of European seafarers: pelt fragments from Old World rats; a whalebone shovel similar to those used by Viking settlers in Greenland to cut sod; large stones that appear to have been cut and shaped by European stone masons; and more Viking yarn and whetstones.

Using energy dispersive spectroscopy, the team examined wear grooves on more than 20 whetstones, detecting microscopic streaks of bronze, brass, and smelted iron—evidence of European metallurgy.

After 13 years of careful research, the weight of the evidence placed European traders on Baffin Island sometime between 1000–1300 AD.

“The Norse were here over a long period of time,” Sutherland said. “There were Europeans on the site, no question about that. I think we’ve only just begun to delve into what the Norse were doing there, and we’ve just got the beginning of the story.”

Archeologist Pat Sutherland on Baffin Island [7] Archeologist Pat Sutherland on Baffin Island

Viking Project “Derailed”

Besides her teaching jobs, Dr. Sutherland had been associated with the Museum of Civilization in Gatineau, Quebec for 28 years. Twelve years ago she was hired to run the Helluland archeology project. Recently she served as the Museum’s curator of Arctic Archeology.

The Museum is a major institution—Canada’s largest national museum, a significant research establishment, and one of North America’s oldest cultural organizations. It is situated on the Ottawa River across from the Canadian Parliament.

In 1910 Jewish anthropologist and linguist Edward Sapir was appointed the first anthropologist in its newly formed anthropology division upon the recommendation of American German-Jewish anthropologist Franz Boas.

Until 1986 the Museum was known as the Museum of Man, but after Left-wing elites denounced the name as “gender biased,” it was changed to the Museum of Civilization. It will soon change again to the Canadian Museum of Civilization.

In the spring of 2012, Dr. Patricia Sutherland was dismissed from her position with the Museum. Simultaneously, Museum officials stripped her husband, prominent Canadian archaeologist Robert McGhee, of the emeritus status he’d enjoyed since his retirement from the Museum in 2008.

No one involved will say why this happened. Two off-the-record sources told the Ottawa Citizen that the firings followed a year-long external investigation into allegations of “bullying and harassment,” although who was allegedly bullied and harassed, or who did the bullying, was not reported.

Dr. Sutherland is contesting the dismissal through her union, which is treating the case as a wrongful dismissal. It is currently before an arbitrator. Meanwhile, the Helluland Project has been suspended.

According to the Ottawa Citizen [8],

Some of the artifacts Sutherland had assembled were on loan from other institutions, and within days of her dismissal, they were sent back to museums in Newfoundland and Greenland.

Sutherland intended to co-publish her findings with 15 international collaborators, but her dismissal dashed those plans. She also wanted to work with the community of Kimmirut to get national historic site designation for the Nanook site.

The book cannot go forward unless she regains access to her research materials.

“I’m very confident that what we have is an indication of a Norse presence in the Canadian Arctic that we weren’t aware of before, that it was over a longer period of time, and that the interactions with the aboriginal people were more complex and extensive than we thought before.”

Because it was only a two-day sail to Norse outposts in Greenland, “One could reasonably argue that the travels to the east coast of Canada, to the Arctic, was over a period of four centuries,” she adds.

Further Information

Canadian Broadcasting Corp., “The Norse: An Arctic Mystery [9],” The Nature of Things, November 22, 2012. Executive Producer: Gordon Henderson. Produced, written and directed by Andrew Gregg. A 45-minute Canadian television documentary about Patricia Sutherland’s Baffin Island discoveries. Viewable online only in Canada.

Helge Ingstad and Anne Stine Ingstad, The Viking Discovery of America: The Excavation of a Norse Settlement in L’Anse Aux Meadows, Newfoundland (New York: Checkmark Books, 2001)

PBS Television, “The Lost Vikings [10],” Secrets of the Dead, May 16, 2000. 55 mins. Narrated by Roy Scheider. Archaeologists and forensic anthropologists investigate the disappearance of the Greenland Vikings. Full episode available online.

The Vinland Sagas: The Norse Discovery of America (London: Penguin Books, 2004; 1st ed. 1965), trans. by Magnus Magnusson and Hermann Pálsson. English translation of Graenlendinga Saga and Eirik’s Saga, both of which are short and easily read. Devoted as much to the settlement of Greenland and the family of Erik the Red as to the discovery of the New World.

 


Article printed from Counter-Currents Publishing: http://www.counter-currents.com

URL to article: http://www.counter-currents.com/2013/02/the-medieval-norse-on-baffin-island/

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[1] Image: http://www.counter-currents.com/wp-content/uploads/2013/02/Christian-Krohg-Leiv-Eriksson-oppdager-Amerika-1893.jpg

[2] Grœnlendinga Saga: http://en.wikipedia.org/wiki/Greenland_saga

[3] Eiríks Saga: http://en.wikipedia.org/wiki/Eir%25C3%25ADks_saga_rau%25C3%25B0a

[4] Image: http://www.counter-currents.com/wp-content/uploads/2013/02/Iceland-Greenland-Helluland-Markland-Vinland.jpg

[5] Dorset culture: http://en.wikipedia.org/wiki/Dorset_culture

[6] archeologist Lawrence H. Keeley has impudently pointed out: http://www.counter-currents.com/2012/02/debunking-another-lie/

[7] Image: http://www.counter-currents.com/wp-content/uploads/2013/02/Archeologist-Pat-Sutherland-on-Baffin-Island.jpg

[8] According to the Ottawa Citizen: http://www.ottawacitizen.com/travel/Ottawa+researcher+firing+derails+Viking+project/7591294/story.html

[9] The Norse: An Arctic Mystery: http://www.cbc.ca/natureofthings/episode/the-norse-an-arctic-mystery.html

[10] The Lost Vikings: http://www.youtube.com/watch?v=eq7OtF45-CU

lundi, 11 février 2013

Conférence de J. C. Rolinat

Restaurant “Les Ronchons”25, quai de la TournelleParis VTél. 01.46.34.50.99www.lesronchons.fr

Restaurant “Les Ronchons”
25, quai de la Tournelle
Paris V
Tél. 01.46.34.50.99
www.lesronchons.fr

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lundi, 04 février 2013

Hitler, disciple d’Abraham Lincoln

 

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Ellen BROWN:

Hitler, disciple d’Abraham Lincoln

“Nous ne sommes pas stupides au point de créer une monnaie liée à l’or, métal dont nous ne disposons pas, mais pour chaque mark que nous avons imprimé, nous avons réclamé l’équivalent de ce mark en travail ou en biens produits. Nous rirons désormais bien fort toutes les fois que nos financiers nationaux affirmeront que la valeur de la devise devra être réglée soit sur l’or soit sur des biens conservés dans les coffres-forts de la banque d’Etat” (dixit Adolf Hitler, citation mentionnée dans “Hitler’s Monetary System, sur http://www.rense.com/ et repris de C. C. Veith, “Citadels of Chaos”, Meador, 1949). Le gouvernement de Guernesey (politicien du Minnesota) ne fut donc pas le seul à avoir résolu ses propres problèmes d’infrastructure en faisant imprimer sa propre monnaie à sa  seule initiative. Ce modèle est toutefois plus connu dans l’Allemagne d’après la première guerre mondiale, lorsque Hitler arriva au pouvoir dans un pays complètement ruiné et livré au désespoir.

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Le Traité de Versailles avait imposé au peuple allemand le paiement d’indemnités si considérables que le pays s’en était trouvé totalement détruit. L’Allemagne devait rembourser tous les frais qu’avait entraînés la guerre dans tous les pays belligérants. Ces indemnités se montaient ainsi au triple de la valeur de toutes les propriétés se trouvant sur le territoire allemand. La spéculation contre le mark allemand avaient provoqué son effondrement, entraînant en même temps l’inflation la plus ruineuse de tous les temps modernes. Au moment le plus fort de cette inflation, une brouette pleine de billets de banques, équivalant à la somme de 100 milliards de marks, ne suffisait pas pour acheter une miche de pain. Les caisses de l’Etat étaient vides; de plus, une grande quantité de maisons et de fabriques avaient été placées sous sequestre par les banques et les spéculateurs. Les gens étaient contraints de vivre dans des baraquements et mourraient de faim. Jamais rien de pareil n’était arrivé précédemment. La destruction complète d’une devise nationale avait littéralement bouffé l’épargne des citoyens et réduit à néant leurs activités et l’économie en général. Pire, à la fin de la troisième décennie du 20ème siècle, la crise internationale empire encore la situation. L’Allemagne ne pouvait plus faire autre chose que tomber dans l’esclavage de la detteet dans les griffes des usuriers internationaux. C’était du moins ce qui semblait à l’époque inéluctable (ndt: comme la Grèce ou l’Espagne aujourd’hui...).

Hitler et les nationaux-socialistes arrivent au pouvoir en 1933 et s’opposent immédiatement au cartel des banques internationales, en commençant par battre une monnaie allemande propre. Le modèle de cette politique ne dérive pas d’une idéologie réactionnaire ou totalitaire, du moins considérée comme telle par les conventions politico-idéologiques contemporaines, mais de la politique lancée jadis aux Etats-Unis par le Président anti-esclavagiste Abraham Lincoln, qui avait financé la guerre civile américaine en faisant imprimer des billets de banque au nom de l’Etat, billets que l’on avait surnommé “Greenbacks”. Hitler amorcera de même son programme de crédit national en élaborant un plan de grands travaux publics. Ces projets, destinés à être financés par les pouvoirs publics, comprenaient la construction d’infrastructures diverses, notamment pour juguler les effets désastreux des inondations dans certaines régions du pays, la remise en Etat ou la modernisation d’édifices publics, voire de demeures privées, la construction de nouveaux bâtiments pour l’Etat ou l’administration, de routes, d’autoroutes, de ponts, le creusement de canaux et de bassins portuaires. Le coût de tous ces travaux et projets fut fixé à un milliard de l’unité de la nouvelle devise nationale. On imprima donc pour un milliard de ces billets d’échange non soumis à l’inflation, appelés “certificats de travail du Trésor”. Cette monnaie imprimée par le gouvernement n’avait pas pour référence l’or mais tout ce qui possédait une valeur concrète. Pour l’essentiel, il s’agissait de reçus émis en échange d’un travail ou d’un gros oeuvre effectués au bénéfice du gouvernement. Hitler: “Pour chaque mark qui sera imprimé, nous avons exigé l’équivalent d’un mark de travail accompli ou de biens produits”. Les travailleurs dépensaient ensuite leurs “certificats” pour acquérir d’autres biens ou services, créant par la même occasion du travail pour d’autres citoyens.

En l’espace de deux années, le problème du chômage avait été résolu et le pays était remis sur pied. Il possédait à nouveau une devise stable et solide, n’avait plus de dettes, ne subissait plus d’inflation, alors qu’au même moment, aux Etats-Unis et dans d’autres pays occidentaux, des centaines de milliers d’ouvriers demeuraient sans travail et vivaient de l’assistance publique. L’Allemagne avait également réussi à relancer son commerce extérieur, malgré le fait que les grandes banques internationales lui refusaient tout crédit et se voyaient contraintes, pour ne pas perdre la face, d’organiser contre elle un boycott économique international. L’Allemagne s’est dégagé de ce boycott en instituant un système de troc: les biens et les services s’échangeaient directement entre pays, tout en contournant les grandes banques internationales. Ce système d’échange direct s’effectuait sans créer de dette ni de déficit commercial. Cette expérience économique allemande a laissé des traces durables, encore perceptibles aujourd’hui, comme le réseau d’autoroutes, le premier au monde à avoir eu pareille ampleur.

Hjalmar Schacht, à l’époque chef de la banque centrale allemande, a confirmé que cette politique était bien la version allemande de l’émission des “Greenbacks” par Lincoln. Un banquier américain avait dit à Schacht: “Dr. Schacht, vous devriez venir en Amérique car nous y avons un paquet d’argent et telle est la vraie façon de gérer un système bancaire”. Schacht avait répliqué: “C’est vous qui devriez venir à Berlin. Nous n’avons pas d’argent. Telle est la vraie façon de gérer un système bancaire” (citation issue de John Weitz, “Hitler’s Banker, Warner Books, 1999).

 

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Certes, aujourd’hui, Hitler est décrit comme un monstre dans les livres d’histoire mais cette politique économique, il faut l’avouer, l’avait rendu populaire dans son pays. Stephen Zarlenga, dans “The Lost Science of Money”, affirme que le dictateur allemand doit cette popularité au fait qu’il avait débarrassé l’Allemagne des “théories économiques anglaises”, soit les théories selon lesquelles l’argent doit s’échanger sur base des réserves d’or possédées par un cartel de banques privées plutôt que sur un argent émis directement par les gouvernements. Ensuite, le chercheur canadien Henry Makow énonce l’hypothèse suivante: c’est pour cette raison qu’il fallait éliminer Hitler car il avait réussi à circonvenir les banquiers internationaux et à créer une monnaie propre. Pour étayer son hypothèse, Makow cite un entretien de 1938 accordé par C. G. Rakowky, l’un des fondateurs du bolchevisme soviétique et ami intime de Trotski, qui a fini victime des purges staliniennes. Selon Rakowsky, “Hitler s’est octroyé à lui-même le privilège de fabriquer de l’argent, non seulement de l’argent tangible mais aussi de l’argent financier; il a fait siens les mécanismes intouchables de la falsification et les a mis au service de l’Etat. Si une telle situation avait réussi à infecter d’autres Etats, on pourrait aisément imaginer quelles en auraient été les implications contre-révolutionnaires” (Henry Makow, “Hitler did not want War”, sur: http://www.savethemales.com/ ).

L’économiste anglais Henry C. K. Liu a lui aussi écrit quelques articles et essais sur la transformation inattendue de l’économie allemande dans les années 30 du 20ème siècle: “Les nazis arrivent au pouvoir en Allemagne en 1933, au moment où l’économie du pays connaît un effondrement total, subissant aussi les conséquences ruineuses des indemnités qu’il a à payer suite à la première guerre mondiale; ses prospectives pour obtenir du crédit et des investissements étrangers égalent zéro. Pourtant, en mettant en oeuvre une politique de souveraineté monétaire indépendante et un vaste programme de travaux publics garantissant le plein emploi, son ‘Troisième Reich’ réussit à soustraire l’Allemagne à la banqueroute, même si elle ne possédait plus de colonies à exploiter; ce programme en fit la puissance économique numéro un de l’Europe, en une période de quatre années seulement, avant même de lancer son programme d’armement”. Dans “Billions for the Bankers, Debts for the People” (1984) Sheldon Hemry commente: “A partir de 1935, l’Allemagne commence par faire imprimer une monnaie non grevée par la dette et les intérêts: c’est cela qui explique son ascension fulgurante, sa sortie rapide d’une ère dominée par la dépression et la création de toutes les conditions qui en ont fait une puissance mondiale, en moins de cinq ans. L’Allemagne a financé le fonctionnement de son propre gouvernement et toutes les opérations militaires de ses armées de 1935 à 1945 sans avoir eu besoin d’or et sans contracter de dettes; il a fallu l’unité du monde entier, capitalistes et communistes confondus, pour détruire cette puissance allemande et l’hégémonie qu’elle exerçait sur l’Europe et pour ramener celle-ci sous la domination des banques”.

L’hyperinflation de Weimar

Dans les textes modernes on parle souvent de la désastreuse inflation qui a frappé la République de Weimar de 1919 à 1933. La dévaluation catastrophique du mark allemand est citée, dans les textes contemporains, comme l’exemple de ce qui peut arriver si on confère aux gouvernants d’un pays le pouvoir, noncontrôlé, de battre monnaie seul. Cependant, dans le monde fort complexe de l’économie, les choses ne se sont pas passées comme ça. La crise financière de Weimar débute par l’impossibilité d’indemniser les puissances alliées comme l’avait imposé le Traité de Versailles.

Schacht, à l’époque responsable de l’Hôtel des Monnaies de la République de Weimar, se lamentait: “Le Traité de Versailles constitue un système ingénieux de dispositions qui toutes ont pour but la destruction économique de l’Allemagne. Le Reich n’a pas réussi à trouver un système pour se maintenir à flot qui soit différent de l’expédient inflationniste, lequel consiste à continuer à imprimer des billets de banque”. C’est du moins ce que Schacht déclarait au début. Mais l’économiste Zarlenga note par ailleurs que Schacht, dans son livre écrit en 1967 (“The Magic of Money”), avait décidé de “dire la vérité et de coucher sur le papier, en langue allemande, quelques révélations importantes, mettant en pièces les racontars et lieux communs colportés par la communauté des financiers internationaux sur la question de l’hyper-inflation allemande”. Schacht révèle notamment que c’est plutôt la Reichsbank, détenue par des cercles privés, et non le gouvernement allemand qui a sans cesse injecté de nouveaux billets dans l’économie. Par le biais du mécanisme financier connu comme “vente à brève échéance”, les spéculateurs prenaient en prêt des choses qu’ils ne possédaient pas, les vendaient et “couvraient” le déficit en les revendant à un prix inférieur. La spéculation sur le marché allemand fut rendue possible par le simple fait que la Reichsbank mettait à disposition des quantités énormes d’argent liquide pour les prêts; ces marks étaient créés au départ de rien, notés comme inscrits sur les registres bancaires puis prêtés à des taux d’intérêt très avantageux.

Lorsque la Reichsbank n’a plus réussi à faire face aux demandes pressantes de marks, on a permis à d’autres banques privées d’en créer au départ de rien et de les prêter à leur tour pour engranger des intérêts. Selon Schacht ce ne fut donc pas le gouvernement de la République de Weimar qui provoqua l’hyper-inflation; au contraire, il l’a tenue sous contrôle. Il imposa à la Reichsbank des règlements sévères et prit des mesures correctrices immédiates pour bloquer les spéculateurs étrangers, éliminant du même coup la possibilité d’un accès facile aux prêts consentis en cet argent imprimé par les banques. Hitler n’a fait que parachever ce travail amorcé par la démocratie weimarienne, en remettant le pays sur pied avec ses “certificats du Trésor”, imprimés par le gouvernement sur le modèle jadis mis en oeuvre par Lincoln aux Etats-Unis, les “certificats du Trésor” étant l’équivalent allemand et hitlérien des “Greenbacks” du Président anti-esclavagiste. Rappelons toutefois que Schacht avait désapprouvé l’émission de cette monnaie par le gouvernement national-socialiste, ce qui entraîna son renvoi: il fut contraint de quitter son poste de nouveau Président de la Reichsbank, justement parce qu’il refusait de soutenir la politique des “certificats du Trésor” (ce qui le sauva sans doute lors du procès de Nuremberg). Cependant, dans ses mémoires, rédigées bien après coup, après l’épisode hitlérien de l’histoire allemande et le procès de Nuremberg, Schacht a reconnu que l’émission par le gouvernement d’une monnaie nécessaire pour le bon fonctionnement des choses publiques, et dont l’Allemagne aux abois avait un besoin urgent, n’avait pas produit l’inflation que prévoyait, dans de tels cas, la théorie économique classique. Dans ses mémoires, Schacht émet la théorie suivante: le gouvernement national-socialiste a évité l’inflation parce que les usines ne tournaient pas et que les gens étaient sans travail. Schacht est ainsi d’accord avec John Maynard Keynes: quand les ressources pour faire croître la production sont disponibles, ajouter des liquidités à l’économie ne provoque pas l’augmentation des prix; cela provoque plutôt la croissance des biens et des services; l’offre et la demande augmentent alors au même rythme, en laissant les prix inchangés (cf. www.webofdebt).

Ellen BROWN.

(article paru sur www.altrainformazione et sur http://www.ariannaeditrice.it/ en date  du 27 juin 2011).

jeudi, 31 janvier 2013

Entkommunifizierung - Das undurchführbare Projekt in Kroatien

Entkommunifizierung

Das undurchführbare Projekt in Kroatien

http://www.neue-ordnung.at/ 

Neue Ordnung (Graz), IV/2012

vonDr. Tomislav  Sunic

 Nach dem Ende des Kalten Krieges und der kommunistischen Gewaltherrschaft gab es ein weitverbreitetes Bedürfnis nach einer Entkommunifizierung des öffentlichen Lebens in großen Teilen der Bevölkerung Osteuropas. Bürger, die früher Opfer des Kommunismus in Osteuropa waren, verwenden das Wort ‚lustracija’ – eine lateinische Ableitung, die häufig falsch ins Englische als ‚lustration‘ [dt. Reinigung] übertragen wird, die allerdings nicht jene Konnotation einer politischen Säuberung hat wie in englischsprachigen Ländern. Im Kroatischen, Serbischen oder Tschechischen bezeichnet ‚lustracija’ den starken Wunsch und das Bedürfnis, die frühere kommunistische Obrigkeit – von deren Mitgliedern noch immer viele als öffentliche Angestellte, Diplomaten oder Korrespondenten aktiv sind – aus ihrer Position zu entfernen oder zur Rechenschaft zu ziehen.

su3758129066.pngZur Kennzeichnung der gegenwärtigen juristischen und politischen Debatte in Osteuropa lautet der beste Begriff ‚dekomunizacija‘ (Entkommunifizierung), da er in spezifischer Weise das erlittene Unrecht der früheren Opfer des Kommunismus benennt, wobei er gleichzeitig auf die immer noch präsenten kommunistischen Kader und ihre Mitläufer fokussiert. Verstehen läßt sich das Konzept der „lustracija“ bzw. Entkommunifizierung in Kroatien sehr leicht. Die rechtliche Umsetzung ist jedoch beinahe unlösbar. Warum ist das so?

Der Wunsch vieler kroatischer Opfer des Kommunismus nach der Absetzung ex-kommunistischer Bürokraten basiert teilweise auf den abscheulichen Entdeckungen zahlloser Massengräber kroatischer und deutscher anti-kommunistischer Soldaten und Zivilisten, die 1945 und später von den siegreichen jugoslawischen Kommunisten ermordert worden waren.

Die Befürworter der Entkommunifizierung in Kroatien zitieren oft die Europaratsresolution 1481 vom 3. Februar 2006, in der frühere kommunistische Verbrechen scharf verurteilt werden. Diese Resolution ist jedoch rechtlich nicht bindend, und ihre Annahme war weit entfernt von einer generellen Übereinstimmung (99 Abgeordnete stimmten dafür, 42 dagegen).

Es gab eine Menge inoffizieller Kritik in Bezug auf den Wortlaut der Resolution, besonders in Rußland, wobei jedoch auch in Westeuropa insbesondere von vielen linkslastigen Politikern und Journalisten ebenso scharfe Kritik geübt wurde.

 Die kroatische Identität: politische Schizophrenie

Die kleinen Nationen, die nach dem Ende des Kommunismus auf der Landkarte erschienen, fällt es schwer, sich ihrer eigenen Identität bewußt und sicher zu sein. Eine von diesen Nationen ist Kroatien. Noch vor jedem etwaigen Beitritt zu einer supranationalen Gemeinschaft, sowie zur stark herbeigesehnten EU oder NATO, ist es notwendig, daß das offizielle Kroatien seine Identität findet. Sollte es diese im Rahmen antifaschistischer oder antikommunistischer Grundsätze begründen?

In Kroatien deutet die gegenwärtige politische Debatte auf ein schizophrenes Land. Einerseits zementiert die kroatische Verfassung die antifaschistische Hinterlassenschaft des Landes – während gleichzeitig jede Erwähnung des antikommunistischen Erbes peinlich vermieden wird. Andererseits haben Kroatien und seine Politiker über die ganze Zeit seit der Wiedergeburt des Landes im Jahre 1990 lautstark die antikommunistischen Insignien und Abzeichen präsentiert und sogar Sprachfiguren verwendet, die dem Diskurs des früheren antikommunistischen, profaschistischen und pronazistischen Kroatien aus der Zeit des Zweiten Weltkrieges ähneln (Währung, Medaillen, einige archaische Ausdrücke usw.).

Sollte sich Kroatien dafür entscheiden, antikommunistische Klauseln in die Verfassung aufzunehmen, wie es viele Bürger nunmehr öffentlich befürworten, so wäre die gesamte politische Klasse Kroatiens mit internationaler Isolierung konfrontiert. Im heutigen neoliberalen, globalen System ist es äußerst erwünscht sich „antifaschistisch“ zu nennen, nicht aber „antikommunistisch“.

Es ist offensichtlich, daß die beharrlichsten Unterstützer des Antikommunismus in ganz Europa die Faschisten und profaschistischen Intellektuellen in der ersten Hälfte des 20. Jahrhunderts waren. Trotz ihres hastig angenommenen neo-liberalen Standpunktes und ihrer proisraelischen und proamerikanischen Reden stehen die kroatischen Politiker unter genauer Beobachtung der EU und den wachsamen Augen diverser jüdischer Gruppierungen mit Basis in Amerika und Israel. Diese Gruppierungen werden es nie müde, die kroatische, herrschende Klasse davor zu warnen, in einen „rechten Nationalismus“ abzugleiten.

Das veranschaulicht die bemerkenswerte Tatsache – die häufig erwähnt wird – daß in den Augen der Eliten, welche die westliche Politik beherrschen, ein ethnischer Nationalismus zwar für Juden und viele weitere Menschengruppen legitim ist, nicht jedoch für Europäer.

Aus deren Sichtweise kommt sogar ein Ans-Licht-Bringen der Abscheulichkeiten des Kommunismus einer Verteidigung von Kroatiens faschistischer Vergangenheit nahe. Deshalb ist es nicht überraschend, daß die neue kroatische politische Klasse in diesen Fragen versucht, metaphorisch gesprochen päpstlicher zu sein als der Papst. Jedoch erschweren solche Einstellungen die Entkommunifizierung und führen lediglich zur weiteren Verharmlosung der von jugoslawischen Kommunisten verübten Verbrechen.

Eine ähnliche Geisteshaltung herrscht auch in Deutschland vor, wenngleich in weit massiverem und subtilerem Sinne. Weil der Nationalsozialismus zum ultimativen Symbol des Bösen wurde, glaubt sich Deutschland gezwungen, permanent seine demokratische Glaubwürdigkeit beweisen zu müssen, indem es alle etwaigen Zeichen eines Wiederauflebens des Faschismus attackiert.

Auf der heutigen internationalen Bühne wird zu den Verbrechen des Kommunismus wenig gesagt. Während des zweiten Weltkrieges waren die kommunistischen Partisanen in Osteuropa Hauptverbündete der Westalliierten im Krieg gegen den Nationalsozialismus und Faschismus. Beim postmodernen viktimologischen Geschacher verschiedener Ethnizitäten und Rassen würde allerdings jedwede Erwähnung kommunistischer Massenverbrechen in Osteuropa rein quantitativ die diesbezüglich führende der jüdischen Opfer Rolle in den Schatten stellen. Zudem würde es den quasi-religiösen Kult um das Wort „Antifaschismus“ zweifelhaft werden lassen. Das gilt besonders für Kroatien mit seinen starken Verbindungen zu Deutschland während des Zweiten Weltkrieges.

Darüber hinaus würde eine kritische Untersuchung des Kommunismus auch die überproportionale Anzahl jüdischer Intellektueller ans Licht bringen, die eine bedeutende Rolle bei der geistigen Legitimierung des Kommunismus spielten (siehe Johannes Rogalla von Bieberstein, „Jüdischer Bolschewismus.“ Mythos und Realität, 2003).

Politik: Die Kunst des Zufalls

Die antifaschistischen Säuberungen bzw. „Lustrationen“ haben nicht unter den siegreichen Sowjets begonnen, sondern wurden von den westlichen Alliierten noch vor dem offiziellen Ende des zweiten Weltkrieges in die Wege geleitet. Im Spätsommer 1944 fing die amerikanische provisorische Militärregierung in Frankreich an, unterstützt von der französischen kommunistischen résistance, drakonische Gesetze zu diktieren gegen Schriftsteller, Journalisten, Professoren und in der Öffentlichkeit bekannte Intellektuelle, die der Kollaboration mit dem besiegten pro-faschistischen Regime von Pétain-Laval verdächtigt wurden.

Ein Jahr später waren die ersten, die in Deutschland ins Fadenkreuz der amerikanischen Militärregierung gerieten – noch vor den Prozessen der nationalsozialistischen Würdenträger beim Nürnberger Tribunal – die Lehrer, Journalisten und Professoren, die verpflichtet waren, spezielle Fragebögen auszufüllen. Millionen von Menschen, insbesondere hochgebildete Deutsche, verloren ihren Arbeitsplatz – nur um zu Beginn des Kalten Krieges im Jahre 1948 schleunigst wieder eingesetzt zu werden (siehe Caspar von Schrenck-Notzing, Charakter-Wäsche, 1963).

sun_dub_2011.jpgWährend des Kalten Krieges waren die Amerikaner intelligent genug, das Wannseeinstitut des SD anzuzapfen, ein auf höchster Ebene angesiedeltes Spionagebüro, das mit der SS verbunden war. Das Institut wurde von dem jungen Rechtsanwalt Major General Walter Schellenberg (1910-1952) geführt. Während des Zweiten Weltkrieges nutzte Schellenberg die Fähigkeiten vieler hochqualifizierter europäischer Akademiker, deren Aufgabe es war, die kommunistische Mentalität zu analysieren. In späterer Zeit, nach dem Kriege, waren viele sich mit Sowjetologie und Kremlforschung befassende US-basierte Denkfabriken weitgehend nach dem Muster der nationalsozialistischen, deutschen Einrichtung Wannseeinstitut SD strukturiert.

Ähnliche Methoden der Durchführung von „Fragebögen“ und „Untersuchungen“ über frühere pro-faschistische Verdächtigte wurden von den siegreichen kommunistischen Autoritäten in Jugoslawien gegen Ende von 1945 angewandt, und das auf sehr viel repressiverem Niveau. Es resultierte in Massenhinrichtungen kroatischer Spitzenakademiker und Intellektueller, die der Kollaboration mit den Nationalsozialisten verdächtigt wurden. (Siehe Zoran Kantolic, Review of Croatian History, 2005, # 1).

Heute jedoch ziehen die Vereinigten Staaten und die Europäische Union den Umgang mit kommunistischen Apparatschiks vor, die sich in „liberale Beamte“ verwandelt haben und nun von den baltischen Staaten bis hin zum Balkan – darunter Kroatien – führende Stellen besetzen. Den Politikern in Washington und Brüssel fällt es leichter, mit früheren jugoslawischen Kommunisten zu kooperieren, als mit unberechenbaren serbischen und kroatischen Nationalisten, die sprichwörtlich nicht gut aufeinander zu sprechen sind.

Hypothetisch betrachtet kann man sagen, daß Amerika – wäre der Kalte Krieg 1989 in einen heißen Krieg zwischen den USA und der UdSSR umgeschlagen – alle verfügbaren antikommunistischen und nationalistischen Kräfte ausgenutzt hätte, um den Kommunismus zu besiegen. Wäre dies geschehen, so hätte alle früheren kroatischen Kommunisten und ihre Meßdiener in den Medien, den Universitäten und der höheren Bildung ein ähnliches Schicksal ereilt, wie die Mitglieder der Baath- Partei Saddam Husseins im Irak 2002: sie hätten entweder ihren Kopf oder ihren Arbeitsplatz verloren.

So hätte es nur eines Zufalles der Geschichte bedurft, und es wären die rechtsorientierten Intellektuellen und Akademiker an der Macht gewesen.

Die Phänomenologie zufälligen Geschehens und des Zufallsfaktors in der Geschichte wurde vom ersten kroatischen Präsidenten Franjo Tudjman in seinem Buch The Wasteland of Historical Reality (1989) beschrieben. Jedoch ist Tudjman aufgrund seiner revisionistischen Schriften in westlichen Regierungsstellen zur persona non grata geworden, und Kroatien ist in den Verdacht geraten, ein paläo-faschistisches und antisemitisches Land zu sein. In der Geschichtsbetrachtung wandelt sich ein Held oft zum Schurken.

 Die Psychologie des Homo iugoslavensis.

Es gibt heutzutage kaum einen kroatischen Nationalisten, der nicht wenigstens einen Cousin hat, der im Zweiten Weltkrieg mit den kommunistischen Partisanen kämpfte. Auf welche Weise sollte also der Prozeß der Entkommunifizierung initiiert werden, wenn das unausweichlich einen Effekt auf die Leben eben jener Menschen bedeutet, die mit diesem Prozeß der Entkommunifizierung beginnen müssten? Die Anzahl der Ex-Kommunisten in der sogenannten konservativen und nationalistischen Partei, der Christlich Demokratischen Partei (HDZ) oder der größten Regierungspartei, der sozialistischen SDP in Kroatien ist enorm.

Die in den höchsten Ämtern befindlichen Diplomaten in Kroatien sind ehemalige kommunistische Journalisten und Diplomaten. Auf den Gängen des kroatischen Außenministeriums kursiert der Spruch, daß „die moderne kroatische Diplomatie ein ideales Refugium für recycelte ehemalige kommunistische Journalisten, Spitzel und Verräter“ sei, oder-- um es poetischer auszudrücken--für „Auslandskorrespondenten“.

sunic-against_democracy_and_equality_the_european_new_right.jpgHeutzutage besteht trotz der scharfen antikommunistischen Rhetorik, die nirgendwo im Westen ihresgleichen hat, in Zagreb ein großer Teil der philosophischen Fakultät und auch der Politikwissenschaften (den Hauptzentren der öffentlichen Meinung) aus Männern und Frauen, deren Eltern eingefleischte Kommunisten waren. Auf welche Weise sollte dort aufgeräumt werden? Es ist recht leicht sie kenntlich zu machen, aber unmöglich hier eine ‚lustracija’ durchzuführen.

Ein beispielhafter Fall: Im Jahre 1984 wurden mein Vater, der frühere katholische Rechtsanwalt Mirko Sunic und meine Schwester, die Professorin Mirna Sunic, zu jeweils 4 Jahren bzw. 10 Monaten Gefängnis verurteilt, gemäß Artikel 133 der Strafgesetzgebung im kommunistischen Jugoslawien – einem Gesetz das „feindliche Propaganda“ unter Strafe stellte. Die Anklagen wurden von dem staatlichen kommunistischen Anwalt Ante Nobilo erhoben. Später wurde Mirko Sunic von Amnesty International und 15 amerikanischen Kongressabgeordneten als politischer Gefangener anerkannt und betreut. Zur gleichen Zeit erhielt ich, während ich in den Vereinigten Staaten lebte, dort politisches Asyl.

Gegenwärtig ist Nobilo ein angesehener  Berater der neuen linksgerichteten kroatischen Regierung, ebenso wie Budimir Loncar, der zu der Zeit, wo mein Vater und meine Schwester eingesperrt wurden, Bundessekretär des Außenministeriums im kommunistischen Jugoslawien war. Nobilo und Loncar spielen häufig die Gastgeber für ausländische NGOs und sind verantwortlich für die Beurteilung von Kroatiens Menschenrechtsbericht und die Toleranz gegenüber nicht-europäischen Immigranten.

Ähnliche Fälle können zu Tausenden aufgezählt werden, wenn nicht gar Hunderttausenden, wenn man die Zeitspanne kommunistischen Terrors von 1945 bis 1990 in Betracht zieht (siehe Mirko Sunic, Moji inkriminirani zapisi, [Meine inkriminierten Schriften], 1996).

Wenn man derselben Logik weiter folgen wollte, so sollte nicht vergessen werden, daß der antikommunistische und revisionistische Präsident, der frühere Franjo Tudjman höchstselbst die hohe Position eines kommunistischen Generals in Belgrad in den späten 1950ern innehatte – der Zeit der schlimmsten kommunistischen Unterdrückung. Wenn er nichts gewußt haben soll von den Massenmorden, die von den Kommunisten verübt wurden, von wem soll man es dann annehmen? Und wie soll man Tudjman dann beurteilen oder seine revisionistische Tätigkeit einschätzen?

Die Schuld „dem anderen“ zuzuschreiben ist ein typisches Merkmal totalitären Geistes. Es ist lebendig und agil im öffentlichen und geschäftlichen Leben im heutigen Kroatien, ebenso wie in der kroatischen Rechtsprechung. Das gleiche Muster tritt jedoch im gesamten post-kommunistischen Europa auf. Es gibt einen Ausdruck, der den Kommunismus in seiner gesamten Geschichte charakterisiert: „Nein, ich nicht! Der da ist schuldig! Der hat die Schuld! Nicht ich! Der da!“

Es wird oft vergessen, daß der Kommunismus nicht eine Abweichung von der Demokratie war, sondern die Demokratie zu ihrem Extrem gebracht – der „Terror aller gegen alle in allen Instanzen“ (terreur totale de tous contre tous à  tous les instants (Claude Polin, L’Esprit totalitaire, 1977). Die jugoslawischen Kommunisten hatten ihre schlimmsten Feinde nicht in der katholischen Kirche oder den immer sprichwörtlichen kroatischen Nationalisten, sondern inmitten ihrer eigenen Reihen und Kader. Man beachte das ewige gegenseitige Abschlachten innerhalb der Linken anfangend beim Spanischen Bürgerkrieg bis hin zu den unablässigen stalinistischen Säuberungen in der Sowjetunion.

Wer orchestrierte den Kriege von 1991?

Es gibt eine ernsthafte These vorzubringen. Wurde der Krieg von 1991 im ehemaligen Jugoslawien von früheren kommunistischen Kadern Kroatiens und Serbiens orchestriert? Wurde er ausgelöst durch die Fehde zwischen regionalen kommunistischen Geheimdienst-Offizieren? Wie erklärt man die Tatsache, daß sowohl der nationalistische Kroate Franjo Tudjman als auch sein serbischer Gegenspieler Slobodan Milosevic von einer enormen Anzahl früherer kommunistischer Geheimdienst-Offiziere umgeben waren – ganz zu schweigen davon, daß sie beide überzeugte Mitglieder der jugoslawischen, kommunistischen Partei gewesen waren? Wie wäre die Entwicklung im kommunistischen Ex-Jugoslawien verlaufen, wenn sowohl in Serbien als auch in Kroatien hochgebildete nicht-kommunistische Exil-Politiker an der Spitze des jugoslawischen Staates gestanden hätten? Dies ist eine gute Frage für Historiker, Soziologen und Futurologen.

Den größten Fehler begingen die im Exil befindlichen stark nationalistischen und antikommunistischen Kroaten. Genaugenommen machten sie einen tödlichen Fehler. Ihre enorme finanzielle und militärischen Hilfe für Kroatien – im Werte von Milliarden von Dollars – hätte verknüpft sein müssen mit der Entfernung der alten kommunistischen kroatischen Kader und der geschlossenen Rückkehr der Exilkroaten in ihr altes Heimatland. Dies hätte eine günstige soziologische Balance ergeben und auf bedeutende Weise die heutigen Spannungen zwischen kommunistisch erzogenen Kroaten und nationalistischen Kroaten verringert.

Da jedoch diese kroatischen Nationalisten nicht zurückkehrten, scheint jedwede mögliche Entkommunifizierung – oder ‘lustracija’, wie die Kroaten sie nennen – moralisch und logistisch undurchführbar, weil sie große Verwerfungen in der Bevölkerung erforderlich machen und unweigerlich zum Bürgerkrieg führen würde. Dennoch kann dieses sehr gewalttätige Szenario nicht ganz ausgeschlossen werden.

Dieses ganze Phänomen der sogenannten Säuberungen oder „lustration“ ist in der Geschichte nichts Neues. Nach dem Sturz Napoleons hatte der französische König Ludwig XVIII in der Ära der Restauration seine früheren Gegenspieler kooptiert, indem er den meisten napoleonischen Offizieren immer noch einen reduzierten Sold (demi soldes) ausbezahlte, denn er wußte, daß er andererseits in Frankreich mit Chaos und Terrorismus hätte rechnen müssen. Auf ähnliche Art hat der spanische Diktator Francisco Franco seinen früheren Gegnern, den besiegten spanischen Republikanern, klugerweise kleine Pensionen ausgezahlt.

Und dennoch hat das Phänomen der geschichtlichen Zufälle und Launen seine eigenen kosmischen Gesetze, die der menschlichen Analyse unzugänglich bleiben. Der rumänisch-französische Essayist Emile Cioran hat geschrieben, daß man mehr Wahrheit und Gerechtigkeit finde in der Alchemie des Mittelalters oder den Eingeweiden römischer Wildgänse als in dem Geschwafel von Demokratie, Gerechtigkeit, Glück und Wohlstand.

 Dr. Tomislav (Tom) Sunic ist US-kroatischer Schriftsteller, Übersetzer, Professor für Politwissenschaft und ehemaliger Diplomat. Er lebt zurzeit in Kroatien.    www.tomsunic.com

 

vendredi, 25 janvier 2013

Maréchal toujours là !

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« Maréchal toujours là ! »

par Georges FELTIN-TRACOL

 

Depuis trois décennies au moins, la repentance et l’obsession mémorielle univoque polluent les recherches historiques. Si le phénomène contamine la guerre d’Algérie après avoir investi la traite négrière et la colonisation, il remonte à la dénonciation de l’État français du Maréchal Pétain que les autorités officielles et médiatiques qualifient de « gouvernement de fait » ou d’« illégal ». Or la réalité n’est jamais aussi manichéenne; elle est plus complexe et… surprenante.

 

Alors que l’Université hexagonale écarte les sujets déplaisants pour la pensée unique, il faut saluer une historienne, Cécile Desprairies, qui vient de publier un ouvrage au titre révélateur : L’héritage de Vichy. Ces 100 mesures toujours en vigueur. Elle démontre en effet que plus de soixante-dix ans après la fin de cette « période sombre » subsistent diverses mesures prises par ce régime « illégitime » ! « Quel est le sort des 16 786 lois et décrets promulgués entre 1940 et 1944 ? Ces mesures sont déclarées pour la plupart nulles et les textes attentatoires aux libertés publiques et discriminatoires à l’égard des citoyens envoyés aux poubelles de l’Histoire. Mais certaines d’entre elles – soixante-huit exactement – perdurent telles quelles ou légèrement modifiées… (p. 11) » À partir de cette observation explosive pour le conformisme dominant, Cécile Desprairies fait une recension assez objective.

 

L’ouvrage se veut pédagogique. On examine la persistance de la « Révolution nationale » à travers huit thèmes principaux, à savoir la vie quotidienne, l’alimentation, la culture, l’éducation, les métiers, les pratiques sportives, la santé et les équipements et transports. Le livre se présente comme un recueil d’exemples souvent structurés en trois parties : « Un peu d’histoire », « Le sujet traité sous Vichy », « Et aujourd’hui ? ».


Un quotidien toujours vichyste !
 
À partir de cette nomenclature, on découvre ce que la France contemporaine doit beaucoup à l’État français. « Prenant acte de la défaite, Pétain s’efforce de construire un ordre nouveau, imprégné d’une idéologie traditionaliste et réactionnaire, et tempéré par un courant technocratique (p. 11). » Il en découle des initiatives qui ont franchi le temps et qui sont maintenant des habitudes sociales bien ancrées. Signalons par exemple la sirène à Midi de chaque premier mercredi du mois, l’heure d’été (certes rétablie en 1976, mais elle reprenait un choix de l’occupant allemand), l’obligation d’afficher à l’entrée du restaurant un menu à prix fixe, le développement de la future restauration collective, la création de l’agrégation de géographie distincte de l’agrégation d’histoire, l’enseignement scolaire du dessin et de la musique, la mise en place de chorales scolaires, la fondation de l’Institut des hautes études cinématographiques… C’est à cette époque que commence l’enseignement à distance. La tendance décentralisatrice du régime encourage les premiers cours de breton, de provençal et d’occitan dans le secondaire. « Par l’un de ces retournements dont l’histoire est coutumière, la promotion des langues régionales est faite par un ministre jacobin (p. 137). »
 
Sous le gouvernement perspicace et technocratique de l’amiral Darlan, les régions sont conçues dans leurs tracés actuels. Ainsi la Loire-Inférieure et Nantes sont-ils détachés de la Bretagne. Par ailleurs, « sous Vichy, l’appellation Île-de-France commence à se généraliser – et remplace peu à peu celle de Groß Paris – pour désigner la région parisienne administrative et non plus seulement géographique (p. 228) ». Desprairies voit dans la nouvelle carte des futures régions administratives l’influence du géographe allemand, membre du N.S.D.A.P., Walter Christaller, dont les travaux influenceront aussi dans la décennie 1960 le Commissariat au Plan en matière d’Aménagement du territoire (les métropoles d’équilibre). Soucieux à la fois d’aménager l’espace français et d’améliorer le cadre de vie de la population parisienne, le régime pétainiste réorganise les transports parisiennes (ébauche de la R.A.T.P.), construit de nouvelles stations de métro, élabore la carte hebdomadaire de travail qui deviendra par la suite la « Carte orange », puis le Pass Navigo. S’esquisse enfin un projet ambitieux de périphérique routier séparant Paris de ses communes voisines…
 
Avant que Sarközy place sous la tutelle du ministère de l’Intérieur la police et la gendarmerie, Vichy l’avait déjà fait. Il étatise aussi dès 1941 les polices municipales et fonde une police nationale dont les recrues sont formées dans les premières écoles de police. Quant à la carte nationale d’identité, elle est étendue à l’ensemble de la population et rendue obligatoire. La présence allemande contraint à remplacer les panneaux écrits de signalisation par des panneaux pictographiques que le code de la route entérinera ensuite, et favorise les activités sportives avec les débuts du ski en haute montagne, de l’alpinisme, de l’éducation physique enseignée et du handball, un sport d’origine allemande.

Affirmation de l’appareil bureaucratique
 
Fidèle à sa tradition paternaliste, corporatiste et sociale-chrétienne, « Vichy représente un moment privilégié du développement de l’État social : allocation de salaire unique, retraite aux vieux travailleurs salariés, supplément familial de traitement pour les fonctionnaires… datent de cette période (p. 12) ». Citons d’autres mesures comme le « Noël du Maréchal » qui deviendra le « Noël des entreprises », la « Journée nationale des Mères » qui sera bientôt la « Fête des Mères », l’accouchement sous X, la fonction de président – directeur général, et la mise en place des comités sociaux d’entreprises et des comités de sécurité bientôt respectivement renommés « comités d’établissement » et « comités d’hygiène et de sécurité dans les conditions de travail ». L’État français légifère sur le salaire minimum, les accidents du travail, la charge de médecin – inspecteur du travail et impose le numéro de sécurité sociale encore en vigueur.
 
La récompense de « meilleur ouvrier de France » vient, elle aussi, de ces « Années noires ». Par cette politique sociale ambitieuse, « le régime de Vichy avait tenté de mettre en place une “ société d’ordres ”, selon le mot de l’historien François-Georges Dreyfus. En cela, il a réussi (p. 155) ». Sont ainsi créés les ordres professionnels des médecins, des architectes et des experts-comptables. Mais ce versant néo-corporatiste est contrebalancé par des initiatives modernisatrices telles la reconnaissance du travail féminin. La loi du 22 septembre 1942 « institue […] un régime de liberté d’exercice du travail par la femme mariée (p. 140) ». Il en résulte une nette étatisation comme le souligne l’historien immigrationniste Gérard Noiriel : « La révolution nationale entraîne une accélération brutale du processus d’étatisation de la société française, illustrée par l’argumentation spectaculaire du nombre des fonctionnaires (qui progresse de 26 % en cinq ans) (1). »
 
Une attention particulière est portée à la santé avec l’apparition des hôpitaux publics, des carnets de santé et de vaccination, l’extension des allocations familiales et la lutte accrue contre l’alcoolisme avec la fin du droit de bouilleurs de cru. La qualité et le terroir sont exaltés grâce aux A.O.C. (appellations d’origine contrôlée). Cet intérêt social n’est pas une simple caution théorique. « L’idée que l’État doit s’efforcer de résoudre les malheurs du peuple est devenue une évidence pour tous les hommes politiques, y compris pour les partisans de la Révolution nationale, écrit Noiriel. Certes le nouveau régime rejette la démocratie et le suffrage universel. Néanmoins, à aucun moment Pétain et ses collaborateurs n’ont soutenu l’idée qu’il fallait en revenir à un système politique fondé sur l’exclusion des classes populaires. À ma connaissance, on ne trouve dans aucun texte officiel l’idée que les pouvoirs publics ne devraient pas se préoccuper du sort du peuple. Bien au contraire, tout le projet politique de Vichy vise à convaincre l’opinion que le nouveau pouvoir peut résoudre ces problèmes mieux que la IIIe République (2). »
 
Sur les influences inavouées et méconnues entre les deux régimes, Cécile Desprairies ne cache pas que « sur un certain nombre de points, le gouvernement [de Vichy] parachève sans les nommer les initiatives du Front populaire que la IVe République entérinera (p. 12) ». En réalité, la IIIe République dans ses dernières années, l’État français, la France libre et les IVe et Ve Républiques poursuivent les mêmes objectifs. Par exemple, la protection de l’enfant délinquant si chère à Robert Badinter et aux chantres de l’excuse permanente revient au garde des Sceaux du Maréchal Raphaël Alibert… Quant au délit de non-assistance à personne en danger, on apprend que c’est à l’origine une loi de circonstance qui répond aux attentats anti-allemands. Ces quelques cas mis en exergue font écrire à l’auteur que « Vichy a été un régime autoritaire et répressif mais au sein de son œuvre législative, nous devons reconnaître la part d’héritage qu’on lui doit. Certaines lois et pratiques […] ont été constructives, même si pour beaucoup d’entre elles leur application a dû attendre la IVe République pour être efficace (p. 13) ».

L’accouchement méconnu de la France contemporaine
 
On oublie par ailleurs que de nombreux fonctionnaires commencèrent leur carrière au service du vainqueur de Verdun et que les novations du régime les marquèrent durablement. « Les technocrates qui travaillent à l’œuvre de modernisation suivront après 1942 des voies très différentes, certains s’engageant dans la résistance ou rejoignant Alger, d’autres choisissant le parti de la collaboration. Certains feront parler d’eux après 1945 : Pierre de Calan, Claude Gruson, Maurice Couve de Murville… Michel Debré est à Alger, auprès du général Weygand. Bon nombre de ces futurs hauts fonctionnaires de la IVe ou de la Ve République (Paul Delouvrier, Simon Nora… mais aussi des non-fonctionnaires comme Hubert Beuve-Méry ou Jean-Marie Domenach) se retrouvent à l’École nationale des cadres d’Uriage, créé au lendemain de la défaite par Pierre Dunoyer de Segonzac (3). »
 
Cette continuité se retrouve dans le domaine juridique peu traitée, il est vrai, par Cécile Desprairies. La législation actuelle contient encore bon nombre de décisions prises par l’État français. Le remembrement agricole, base de la « révolution silencieuse » des années 1950 – 1960, procède de la loi du 9 mars 1941 et du décret du 7 janvier 1942 validés ensuite par une ordonnance du 7 juillet 1945. Mieux, la loi du 25 novembre 1941 réduit à neuf le nombre de jurés en cours d’assises et autorise les trois magistrats professionnels à assister aux délibérations du jury et à y participer. Le décret du 22 mars 1942 consacré au délit d’entrave à la circulation ferroviaire s’applique toujours en dépit de l’abrogation de plusieurs articles. Une de ces dispositions punit encore d’une amende de quatrième catégorie d’un montant de 135 € toute « violation de l’interdiction de cracher dans une dépendance d’un service public »…
 
Dénié avec force par certains gaullistes, l’État français de Vichy appartient en fait à une variante autoritaire de la République et n’est pas un accident institutionnel. En analysant l’esquisse constitutionnelle du Maréchal, Jacques Godechot relève que « ce projet, qui ne vit pas le jour, est cependant intéressant, car plusieurs de ses articles passeront dans les constitutions et lois ultérieures (4) ». La Révolution nationale s’inscrit dans une tradition française alternative aux modèles républicain et royal qui a donné le Consulat, le Premier Empire (sous réserve de périodisation précise) et le Second Empire non libéral. À l’heure où le Conseil constitutionnel a pris une dimension nouvelle non négligeable alors que son mode de désignation demeure déficient et partial, il serait bon de s’inspirer du projet de 1942 qui envisageait une Cour suprême de justice dont le recrutement mériterait un examen attentif de la part de nos « gouvernants ».
 
L’aura constitutionnel de Vichy s’étendit jusqu’au Général de Gaulle comme le rapporte Michel Debré lors de la rédaction de la Constitution de 1958. « Une fin d’après-midi de juillet, le Général me demande de proposer au comité du soir un article qui eût sanctionné officiellement le titre de “ Chef de l’État ”. Ce que je fais d’autant plus aisément que ce titre consacrait le Droit, tel que nous l’élaborions. Mais par ma proposition, je provoque un tollé. Guy Mollet évoque Vichy et le titre conféré au Maréchal Pétain. Les autres ministres et Cassin lui-même opinent dans le même sens. Je fais observer que c’est une grande querelle pour une voyelle et une consonne. Le Président de la République est “ Chef d’État ”. Est-ce vraiment si dangereux de le dire “ Chef de l’État ” ? Oui, apparemment. L’histoire impose des souvenirs. Le Général reste silencieux. Je n’insiste pas et passe à un autre projet d’article (5). » Une fine analyse du texte initial de la Ve République montrerait que les idées constitutionnelles de Vichy s’y retrouvent, en particulier concernant la fonction et le titre de « Premier ministre ». Par conséquent, les Français devraient accepter, l’esprit tranquille, l’héritage polymorphe de l’État français et mieux comprendre cette période plus cruciale qu’ils ne le croient pour la seconde moitié du XXe siècle.

Georges Feltin-Tracol

Notes
 
1 : Gérard Noiriel, Les origines républicaines de Vichy, Hachette – Littérature, Paris, 1999, p. 163.
 
2 : Idem, pp. 57 – 58.
 
3 : Hervé Coutau-Bégarie et Claude Huan, Darlan, Fayard, Paris, 1989, p. 486. Les auteurs rappellent que Maurice Couve de Murville, futur Premier ministre de De Gaulle entre 1968 et 1969, se mit « à la disposition du haut-commissariat (p. 676) » dirigé depuis Alger par l’amiral Darlan ainsi que le futur responsable gaulliste Olivier Guichard.
 
4 : Les constitutions de la France depuis 1789, présentation de Jacques Godechot, G.F. – Flammarion, Paris, 1979, p. 342.
 
5 : Michel Debré, Trois républiques pour une France. Mémoires, tome II – Agir 1946 – 1958, Albin Michel, Paris, 1988, p. 374.
 
Cécile Desprairies, L’héritage de Vichy. Ces 100 mesures toujours en vigueur, préface d’Emmanuel Le Roy Ladurie, Armand Colin, Paris, 2012, 255 p., 27,50 €.
 

 


 

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Ons Wilhelmus

wilhelmus.jpg

Ons Wilhelmus

Francis Van den Eynde

Toen ik in december de geschiedenis van de Marseillaise en van het Deutschlandlied uit de doeken deed beloofde ik dat de volgende maal ons Wilhelmus aan bod zou komen. Hoog tijd om woord te houden. Vooral omdat het verhaal van dit volkslied ook wel wat te bieden heeft. Dermate veel zelf dat ik er mij toe verplicht zie het in twee delen te brengen.

Het oudste volkslied ter wereld?

Algemeen wordt aanvaard dat het ’God Save the Queen‘ het oudste nationaal lied ter wereld is omdat het rond 1748 voor de eerste keer zou opgevoerd zijn geweest. Iets dat afgeleid wordt uit het feit dat in dat jaar de laatste gewapende Schotse opstand plaatsgreep en dat hier naar verwezen wordt in de laatste strofe die niet bepaald vriendelijk voor de Schotten is.

Oordeel  zelf:

May he sedition hush,
And like a torrent rush,
Rebellious Scots to crush.
God save the Queen!

Wat er ook van zij, het Wilhelmus is veel ouder dan het God Save the Queen. Tenminste van tekst want die werd waarschijnlijk net voor 1572 opgesteld (we komen hier verder op terug). Als volkslied is het Wilhelmus dan weer veel jonger vermits het pas in 1932 als dusdanig werd aanvaard en dit in vervanging van: Wie Neêrlands bloed in de aders vloeit van vreemde smetten vrij (terloopse opmerking: de auteur van die tekst zou vandaag de dag ongetwijfeld wegens racisme voor de rechtbank gesleept worden).

Een pamflet voor psychologische oorlogsvoering

Zoals het met andere nationale hymnen het geval was werd het Wilhelmus oorspronkelijk niet bedoeld om deze functie te vervullen. Het was een pamflet  ter ondersteuning van de opstand van  de Nederlanden tegen Spanje alias de tachtigjarige oorlog.  Een conflict dat voor die tijd zeer modern overkomt  Op enkele uitzonderingen na (de slag der Gulden Sporen bv) waren oorlogen tot dan immers louter en uitsluitend de zaak van vorsten die het met beroepslegers tegen mekaar opnamen. Deze laatste werden weliswaar betaald met het belastingsgeld dat door het volk opgehoest werd maar verder had dit volk hier niets mee te maken en naar de mening van dat volk werd zeker niet geïnformeerd. De strijdende partijen deden dan ook niet te veel moeite om aan te tonen dat het moreel gelijk aan hun kant te vinden was. Waarom zouden ze dat ook geprobeerd hebben. Iedereen vocht voor zijn eigen belang en dat was dermate evident dat een verantwoording alles behalve nodig leek.. Geen sprake dus van psychologische oorlogsvoering in die tijd. De opstand tegen Filips II van Spanje is echter totaal anders van aard en concept. Het gaat hier niet langer om een oorlog tussen twee vorsten maar om een strijd die door de Staten-Generaal en de vele steden van de Nederlanden,  met de steun van de meerderheid van de locale adel, gevoerd wordt tegen een heerser die als een vreemde tiran beschouwd wordt De steun van het volk winnen blijkt voor beide kampen dus plots iets van primordiaal belang te zijn. De nog niet zolang geleden uitgevonden drukpersen komen dus voor iedereen goed van pas. Temeer dat in verhouding tot de rest van Europa de scholingsgraad van de bevolking in de Nederlanden zeer hoog ligt. Bij ons kunnen veel mensen lezen en schrijven. Iets dat in de zestiende eeuw zeker niet overal in Europa het geval was. We beschikken bovendien over drukkers met een internationale reputatie. Denk aan Dirk Martens in Aalst, Christophe Plantin in Antwerpen etc.. Kortom een psychologische oorlog is deze keer noodzakelijk en de middelen om hem te voeren zijn aanwezig en dus….

De mensen die op wetenschappelijke wijze alles wat toentertijd bij ons verscheen, bestudeerd hebben stelden met verbazing vast dat alhoewel het amper een eeuw geleden is dat Gutenberg de eerste drukmachine gebouwd heeft, alle moderne propagandatrukken al toegepast worden en dit zowel door de aanhangers van Filips als door die van de Staten.. Pamfletten, affiches, boeken, liederen ..en ook valse documenten die zogezegd van de vijand uitgaan en voor hem compromitterend zijn of waaruit zou blijken dat zijn bedoelingen alles behalve eerlijk zijn. Alles komt van pas.. Een gans arsenaal waarvan het Wilhelmus deel uitmaakt vermits bedoeld is om Willem van Oranje en de door hem gevoerde politiek te verklaren en om een aantal tegen hem geformuleerde aantijgingen te weerleggen.

De auteur: een Brusselaar?

Op het schrijven van geuzenliederen, en het Wilhelmus is er een, stond de doodstraf. Dit verklaart dat de tekst anoniem verspreid werd. Meestal wordt er echter vanuit gegaan dat het lied gemaakt is door Filips van Marnix van Sint-Aldegonde. De stijl van de tekst lijkt alvast zeer sterk op die van andere literaire werken waarvan met zekerheid geweten is dat ze van de hand zijn van deze trouwe paladijn van Willem van Oranje.

Filips die in 1540 in Brussel geboren werd en door velen Marnix genoemd wordt, terwijl dit patroniem een deel van zijn familienaam is, stamde uit een geslacht van magistraten uit Savoye dat in dienst van Marghareta van Oostenrijk naar de Nederlanden was gekomen.
Hij was zeer begaafd en studeerde theologie in Leuven, Parijs, Dole, Padua en Genève. In die laatste stad was hij student bij Calvijn en werd hij een overtuigd calvinist. Hij sloot zich in 1565 aan bij het Eedverbond der Edelen dat aan Marghareta van Parma, die in naam van haar broer Filips II gouvernante was van de Nederlanden, een smeekschrift overhandigde waarin de stopzetting van de vervolging van de’ ketters’ werd gevraagd. Daar de meeste leden van het Verbond van lagere adel waren ontlokte dit toen zij binnenkwamen bij De Berlaymont, een aanwezig raadslid van Margaretha,de uitroep ‘ Ne craignez point Madame, ce ne sont que des gueux’ (Vreest niet Mevrouw het zijn alleen maar arme mensen). De betrokkenen hadden dit gehoord en namen de ‘geuzennaam’ over. Na de Beeldenstorm vluchtte Filips naar Bremen, nadien naar Oost-Friesland waar hij diverse polemische stukken uitgaf. Het bekendste daarvan is "De Byencorf der H. Roomsche Kercke", een felle satire op de rooms-katholieke Kerk, dat tot het jaar 1761 ten minste 23 drukken beleefde.

Vanaf 1571 was hij in dienst van Willem van Oranje, wiens overgang tot het calvinisme hij bevorderde. Marnix werd een belangrijk medewerker van Willem, en voerde veel diplomatieke missies uit voor De Zwijger.

Van 1575 tot 1580 werkte Marnix aan een nieuw Nederlands psalter waarvoor hij de Psalmen Davids rechtstreeks uit het Hebreeuws vertaalde. In 1591 verscheen een tweede gewijzigde druk en na zijn dood een derde.

Burgemeester van Antwerpen

In 1583 benoemde Willem hem tot buitenburgemeester van Antwerpen een belangrijke bestuursfunctie, en werd hem opgedragen de stad te verdedigen, na de Spaanse Furie. Tegen de Spaanse overmacht onder Alexander Farnese was dit echter een schier onmogelijke opdracht. Als magistraat en militair blonk Marnix niet uit; daartoe miste hij Willems doortastendheid. Hij kon dan ook de val van Antwerpen niet beletten..

Teruggetrokken op zijn kasteel bij Souburg wijdde hij zich aan het schrijven.
Vergeten is hij niet. In Amsterdam en in Leiden is er een straat naar hem genoemd. Hij heeft twee standbeelden in Brussel ( een in het park van de Kleine Zavel en een aan een schoolgevel op nr. 225 van de Hoogstraat). Sinds 2012 staat ook in Antwerpen een standbeeld van de man die de stad tegen de Spanjaarden verdedigde. Voor zover als nodig mag ook nog vermeld worden dat de Marnixclub naar hem genoemd werd.

Het onderwerp van de tekst; Willem van Oranje.

Willem van Oranje werd geboren als oudste zoon van Willem de Rijke graaf van Nassau, en Juliana van Stolberg. Tot zijn elfde levensjaar kreeg Willem een opvoeding in lutherse zin op het stamslot Dillenburg in Duitsland. Zijn moeder was overtuigd protestant en bracht dat over op haar kinderen.
In 1544 stierf een neef van Willem, René van Chalon die in 1530 door een erfenis onder meer het onafhankelijke prinsdom Orange verworven had. Omsloten door Frankrijk, was het een twistappel tussen Frankrijk en het Heilige Roomse Rijk, de officiële soeverein. René had bij testament bepaald dat Willem van Nassau zijn opvolger zou worden. Ook keizer Karel V stemde hiermee in. De elfjarige Willem erfde hierdoor het prinsdom Orange met de prestigieuze titel van Prins.

In Brussel met Keizer Karel

Aan dit prinsdom waren zeer belangrijke voorrechten en bezittingen in de Nederlanden verbonden. Karel V verbond aan deze erfenis wel de voorwaarde: overgang tot het rooms-katholieke geloof en opvoeding aan het hof in Brussel. Om het familiebelang van de Nassaus gingen de ouders en Willem hiermee akkoord.  Aan het hof van keizer Karel werd hij, ingewijd tot diplomaat. Hij leerde naast Duits verschillende talen als Latijn, Frans, Spaans, Italiaans en Nederlands Zijn levenshouding werd gekenmerkt door optimisme en welsprekendheid. Hij bleek over diplomatieke gaven te beschikken. Hij kreeg zijn bijnaam de Zwijger niet vanwege zwijgzaamheid, maar vanwege zijn gewoonte nooit het achterste van zijn tong te laten zien. De ster van de jonge prins rees gestaag. Hij werd een van de belangrijkste edelen aan het hof. Toen Karel op 25 oktober 1555 terugtrad als koning van Spanje en keizer van Duitsland  leunde hij bij deze plechtigheid  op de schouder van deze 22 jaar jonge prins. Tegen zijn zoon Filips II zei Karel over hem: Houdt deze jongeman in ere, hij kan je waardevolste raadgever en steun zijn. In deze tijd toonde Willem van Oranje zich overigens een trouwe zoon van de rooms-katholieke kerk.

Conflict met Filips II

In 1555 werd Filips II heer der Nederlanden en het jaar daarop ook koning van Spanje, waar hij overigens al vanaf 1539 als regent voor zijn vader optrad. Filips II was een overtuigd aanhanger van de rooms-katholieke kerk. De reeds in 1550 ingevoerde strenge 'plakkaten' tegen de aanhangers van  Luther hadden zijn volledige instemming. Hij zag het als zijn levensdoel om één groot rijk te scheppen met slechts één godsdienst, het rooms-katholicisme. Op dit punt wilde hij van geen wijken weten. De koning was een vroom, ernstig en sober mens. Hij was ook achterdochtig en kon slecht delegeren. Prins Willem was daarentegen opgewekt, sociaal vaardig en ambitieus. Hoewel trouw aan de rooms-katholieke kerk, had hij waardering voor de kritische humanisten zoals bv Erasmus.

In juni 1559, zou Willem van Oranje een ontmoeting hebben gehad met de Franse koning. In zijn Apologie uit 1580, toen hij door Filips vogelvrij was verklaard kwam Willem op deze ontmoeting terug. De Franse koning zou hem mededelingen hebben gedaan over het gezamenlijke plan van de katholieke vorsten Hendrik en Filips om door middel van inquisitie, vervolging, tirannie en plakkaten de ketterij in Frankrijk en in de Nederlanden uit te roeien. Hij zegt in die Apologie dat het naar aanleiding van dit gesprek is dat zijn verzet tegen de politiek van Filips zou zijn ontstaan en formuleert het aldus: Ik wil gaarne toegeven dat ik toen een grote mate van medelijden voelde met zovele mensen van eer die aan de dood overgeleverd waren; tevens voelde ik mee met dit land, waarmee ik zozeer verbonden ben en waar men dacht een zekere vorm van inquisitie in te voeren die wreder zou zijn dan de Spaanse. Filips II benoemde in 1559 weliswaar zijn zus Margaretha van Parma tot landvoogdes voor de Nederlanden maar maakte van zijn vertrouweling Granvelle, die in 1561 ook nog aartsbisschop van Mechelen werd, de echte machthebber.

Vervolgingen en belastingen

Hij voerde nog strengere plakkaten voor de vervolging van de protestanten in. Op het punt van het rijksbestuur streefde hij naar een krachtig centraal gezag, ten koste van lokale privileges, waaronder bijvoorbeeld de eigen belastingpolitiek van de Staten-Generaal. Vooral de invoering van de Tiende Penning (een soort vlaktaks van 10%) riep heel wat spanning en weerstand op. De politiek inzake de religie en het landsbestuur werd  door de adel niet in dank afgenomen.. Onder de hoge adel kwamen onder andere Filips van Montmorency graaf van Hoorn, Lamoraal graaf van Egmont en Willem van Oranje in verzet. Op 11 maart 1563 stuurden prins Willem, Hoorn en Egmont een scherpe en waarschuwende brief aan koning Filips II. Het resultaat van dergelijke brieven werkte echter averechts. Filips II beet zich in zijn intimidatiepolitiek nog meer vast.

In het najaar van 1564 wendde de Raad van State zich opnieuw tot Filips over de gevolgen van de gevoerde politiek. In de besluitvorming over de brief aan de koning sprak prins Willem op 31 december 1564 een beroemde rede uit, de zogenaamde 'Oudejaarsrede'. De rede behoort tot de hoogtepunten in de Nederlandse geschiedenis, maar slechts delen zijn bewaard gebleven. In deze urenlange rede voerde hij openlijk en duidelijk een pleidooi voor gewetensvrijheid van de onderdanen. Lange tijd is hieruit door latere geschiedschrijvers de volgende zin uit geciteerd: Ik kan niet goedkeuren dat vorsten over het geweten van hun onderdanen willen heersen en hun de vrijheid van geloof en godsdienst ontnemen.

De opstand neemt vorm

Op 18 januari 1565 bracht Egmont de wens van de Raad van State over aan Filips II. In zijn antwoord wees de koning het verzoek van de Raad van State radicaal af. De plakkaten werden zelfs verscherpt,. Bovendien moesten de belastingmaatregelen zo nodig met geweld worden doorgevoerd.. De centralisatie van de besluitvorming werd doorgedrukt. Het conflict tussen Filips en prins Willem was een feit. De aanloop naar de Opstand was begonnen. Op 25 december 1565 werd het Verbond der Edelen opgericht.  Willem wachtte de komst van Alva  niet af. Hij vluchtte in april 1567 met zijn gezin naar Duitsland. Alleen Willems 12-jarige zoon Filips Willem bleef achter in Leuven, waar hij studeerde. Hij werd in 1568 afgevoerd naar Spanje, om een goede katholieke opvoeding te krijgen. Willem zou hem nooit meer terugzien. Margaretha trad af als landvoogdes uit protest tegen Alva, die haar betrekkelijk verzoeningsgezinde beleid doorkruiste. Alva werd haar opvolger.

Vanuit Duitsland organiseerde Oranje de strijd voor de bevrijding van de Nederlanden waarvan niemand er nog maar aan dacht hem de leiding te betwisten en dit omwille van zowel zijn hoge adellijke titel als  van zijn persoonlijke inzet.. De campagnes werd met wisselend succes gevoerd; sommige veldslagen werden gewonnen andere dan weer verloren. Ondanks het feit dat hij ook zijn persoonlijk fortuin voor het welslagen van de oorlog had ingezet, ontbrak het hem vaak aan financiële middelen..en deze zijn in een oorlog steeds van groot belang. Zeker in die tijd waar de strijd steeds voornamelijk door beroepssoldaten, huurlingen dus, werd gevoerd. Massamobilisatie is immers iets dat pas tijdens de Franse revolutie uitgevonden werd..

Een volksopstand

Op een april 1572 nemen de watergeuzen de stad Den Briel in en dit is als het ware het begin van een ware volksopstand. Oranje komt terug naar de Nederlanden en leidt nu gans de zaak van ter plaatse en zo mogelijk  in overleg met de Staten en de steden.

Eenvoudig is dat niet. Bij de protestanten kon de prins geen kwaad doen; de katholieken echter bleven terughoudend, mede door de bloedbaden tegen katholieke geestelijken die door de opstandelingen werden gepleegd. De tot dan toe formeel nog katholieke prins van Oranje ging eind 1573 weer over naar het protestantisme - nu in zijn Calvinistische vorm, terwijl hij tot zijn elfde levensjaar Luthers was opgevoed. Hij bezocht in deze periode verschillende steden in Holland en Zeeland. De situatie bleef wankel. Haarlem gaf zich in juli 1573, na een beleg van 9 maanden, over aan de Spanjaarden. Alkmaar wist echter een Spaans beleg te doorstaan, tot het op 8 oktober 1573 door de watergeuzen werd ontzet.

De Spaanse Furie

Op 18 december 1573 verliet Alva de Nederlanden. Zijn missie was mislukt. Volgens Voltaire heeft de Spaanse hertog in zijn campagne ruim 15.000 Nederlanders ter dood laten brengen. Zijn opvolger was Requesens. In april 1574 sneuvelden de jongere broers van Willem, Lodewijk en Hendrik, in de Slag op de Mookerheide, maar in mei werd de Spaanse vloot op de Zuiderzee verslagen door de watergeuzen,. Middelburg werd door de geuzen ingenomen en Leiden werd op 3 oktober 1574 door hen ontzet.. In maart 1576 overleed landvoogd Requesens plotseling, terwijl Spanje in ernstige financiële moeilijkheden verkeerde. De onrust nam in de loop van 1576 in alle 17 gewesten toe doordat de Spaanse soldaten, die geen soldij kregen, aan het muiten sloegen. De prins speelde hierop in en wist in deze periode in alle gewesten een goede positie te verwerven. Begin 1576 riep bijvoorbeeld Gent de hulp van de prins in tegen de Spanjaarden. De muiterij bereikte een dieptepunt met de Spaanse Furie, toen Antwerpen op 4 november zwaar te lijden had van plundering en brandschatting. De afkeer van Spanje was toen algemeen, zowel onder protestanten als katholieken. Op 8 november 1576 kon Willem daardoor zijn grootste politieke succes boeken met de Pacificatie van Gent. Deze legde de bestaande toestand in alle 17 gewesten van de Lage Landen op het terrein van de religie vast en verenigde die tegen het Spaanse gezag. Op 22 september 1577 werd Oranje feestelijk onthaald in Brussel. Op 18 september 1577 was Oranje in Antwerpen, toen de grootste stad van de Lage Landen. De macht en invloed van Oranje bereikten een hoogtepunt. De nieuwe landvoogd Juan van Oostenrijk moest met lede ogen de intocht van Oranje in Brussel aanzien. 'Als was hij de Messias in eigen persoon', zei hij. De pacificatie van Gent liep echter schipbreuk toen de calvinisten o.m.; in de Arteveldestad de macht grepen en de katholieken gingen vervolgen.

Wallonië haakt af

De verdraagzaamheid die de prins zelf ten toon spreidde en die hij voor de Nederlanden nastreefde om de aanhangers van de verschillende christelijke tendensen in een gezamenlijke strijd tegen de Spaanse heerschappij te verzamelen, botste te hard met de geest van die tijd. De Unie van Atrecht (met name de vrijwel geheel katholieke Franstalige gewesten) en de Unie van Utrecht (met name de Nederlandstalige gewesten) in 1579 betekenden het begin van de eigen weg van Noord- en Zuid.. Wallonie (de unie van Atrecht dus) verkoos de Spaanse monarchie. Het huidige Vlaanderen en Nederland, verenigd in de Unie van Utrecht, vervolgden onder leiding van de prins de weg van de Opstand. Verschillende vredesbesprekingen, onder andere in Keulen, liepen op niets uit. Filips wilde onder geen beding vrijheid van godsdienst toestaan.

De laatste jaren.

De laatste jaren van zijn leven waren voor de prins moeilijk. In 1579 kwam Alexander Farnese een zoon van Margareta van Parma en later hertog van Parma, als landvoogd naar de Nederlanden. Hij was een geduchte tegenstander, die door militaire en politieke behendigheid het zuiden grotendeels voor de koning wist te behouden.. Op 15 maart 1580 tekende de koning een vogelvrijverklaring van de Prins van Oranje. De prins verdedigde zich hiertegen in zijn Apologie. De Staten gaven op 17 december 1581 toestemming de Apologie te laten drukken en uit te geven.. Op 26 juli 1581 zwoeren de Staten-Generaal met het  Plakkaat van Verlatinghe Filips II formeel als koning af. Tot dan toe ging de Opstand in wezen om niet meer dan het herstel van traditionele vrijheden en privileges van de provincies. Dit plakkaat bevestigde echter dat het de Nederlanden omveel meer te doen was: met name om hun onafhankelijkheid., het is een geboortepapier van een nieuwe natie: de Nederlandse natie ook al omdat het mede ondertekend werd door de vertegenwoordigers van de Staten die het huidige Vlaanderen  uitmaken en dit laatste is belangrijk genoeg om het in vetjes te vermelden.

Na Willems vogelvrijverklaring werden er verschillende aanslagen op het leven van de prins gepleegd. Op 10 juli 1584 werd hij uiteindelijk vermoord door de Fransman Balthasar Gerards die een Spaanse agent was De man die terecht als de Vader des Vaderlands wordt beschouwd, heeft de kans niet gekregen om het werk waaraan hij gans zijn leven gewijd had af te maken: de bevrijding van de volledige Nederlanden. Hij werd terecht nooit vergeten. vermits hij een standbeeld kreeg op de Brusselse Kleine zavel en sinds 2012 ook in Antwerpen.. In beide gevallen samen met… zijn trouwe vriend: Filips van Marnix van Sint-Aldegonde.

In de volgende nieuwsbrief komen de oorsprong van de melodie en een verklaring van stijl en tekst aan bod.
 
Francis Van den Eynde

jeudi, 24 janvier 2013

Angelica Balabanoff: du Duce à Lénine

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Bruno GRAVAGNUOLO:

Angelica Balabanoff: du Duce à Lénine

Angelica Balabanoff était une “libertaire” qui ne faisait pas de compromis. Cette révolutionnaire venue d’Ukraine a fini par se mettre au service de despotes, au nom même de ses principes, ce qui est un paradoxe. De 1880 à 1965, elle a mené une vie extraordinaire. Un livre récent esquisse sa biographie.

Le destin d’Angelica Balabanoff a été tragique et paradoxal: cette révolutionnaire ukrainienne, fille d’un riche propriétaire terrien juif, fugue, très jeune, et quitte Tchernigov, pour partir à la recherche d’elle-même. Dans cette quête, elle est devenue une icône du socialisme révolutionnaire européen à cheval sur deux siècles. Les vicissitudes de cette existence, Amedeo La Mattina, journaliste à la “Stampa” en Italie, les raconte avec toute la rigueur et la précision voulues dans son livre “La vita di Angelica Balabanoff. La donna che ruppe con Mussolini e Lenin” (Einaudi, 314 pages, 20 euro; “La vie d’Angelica Balabanoff. La femme qui rompit avec Mussolini et Lénine”). Il y a beaucoup d’amertume dans ce destin surtout parce qu’Angelica a cru aux despotes au nom d’une utopie libertaire qui refusait tout compromis. Désillusionnée, se sentant trahie, elle a finit par confier cette utopie à ce qu’elle détestait le plus dans sa tendre jeunesse, le réformisme ministériel (celui de Saragat). Désarmée par les médisants, oubliée au terme de sa vie, elle n’a jamais renié ses choix (mis à part au moment où elle était consumée de douleur à la mort de sa mère dont elle s’était séparée pour vivre sa propre vie).

D’Octobre à Saragat

Entre sa naissance en Ukraine vers 1880 et sa mort solitaire à Rome en 1965 s’est pourtant déroulée une vie extraordinaire. C’est donc cette existence que nous narre La Mattina, avec, pour toite de fond, l’émergence dans toute l’Europe du socialisme, des racines du fascisme, avec la révolution d’octobre 1917, le fascisme, la guerre et l’anti-fascisme. Beaucoup de femmes exceptionnelles ont été les amies d’Angelica, comme l’anarchiste Emma Goldmann, Rosa Luxemburg, Anna Koulichiov, Clara Zetkin, etc. Ces amitiés sont le fil d’Ariane de la vie d’Angelica, les étapes aussi de toute la tragédie du 20ème siècle.

Parmi les atouts de cette biographie, citons surtout la capacité, dont l’auteur fait montre, à éclairer les rapports qu’Angelica a entretenus avec les despotes. Ce qui permet de saisir l’esprit qui les animait. Il y a d’abord Mussolini qu’Angelica a véritablement introduit dans les milieux révolutionnaires à Zürich en 1902, où le futur Duce errait parmi les émigrants et les proscrits subversifs de toute l’Europe. Pour ceux qui connaissaient déjà les grands du socialisme de l’époque, les Turati, Labriola et Kautski, Benito Mussolini apparaissait comme un paumé qui se gobait. Perdu, sans style ni manières, sans le sou, sans rôle à jouer, toujours furieux et désespéré, personne ne le prenait au sérieux. Angelica va prendre le futur Duce en mains, non seulement elle le formera en philosophie, lui fera saisir ce qu’est le socialisme, mais elle lui fera prendre conscience de sa valeur. Elle tombera amoureuse de cet Italien rustique et en deviendra sans doute l’amante, donnant force et puissance à cet ego tourmenté et blessé, piquant au vif la volonté de grandeur encore frustrée qui gisait en lui. Mussolini admettra sa dette dans une conversation avec Yvonne de Begnac: “Sans la Balabanoff, je serais resté un petit fonctionnaire, un révolutionnaire du dimanche”. C’est donc Angelica qui donnera l’impulsion première à tous les succès politiques ultérieurs du futur Duce, à commencer par la victoire des maximalistes lors du congrès socialiste de Reggio Emilia en 1912. Cette année 1912 fut la première où Mussolini joua un rôle de premier plan, notamment en s’opposant à la guerre de Libye, pour devenir rapidement, par la suite, directeur du journal “Avanti”.

En octobre 1914, toutefois, Mussolini trahit les idées qu’Angelica Balabanoff avait tenté de lui inculquer: il passe d’abord à ce que l’on nommait la “neutralité active” pendant la première guerre mondiale puis opte carrément pour l’interventionnisme. Qui plus est, dans la vie de Benito, déjà marié à Rachele, apparaît une nouvelle femme: Margherita Sarfatti, issue de la haute bourgeoisie juive et “moderniste”. Ce sera elle —répudiée plus tard quand Mussolini sera influencé par l’antisémitisme— qui initiera le Duce aux arts et aux avant-gardes du 20ème siècle, notamment au futurisme qu’il aimera avant de retourner à l‘”ordre esthétique”. C’est ainsi que Mussolini, homme toujours en colère et en révolte, a pu convertir son impétuosité plébéienne initiale en un révolutionnarisme conservateur et populiste concret, qui deviendra bien vite le fascisme. Nous avons donc une curieux mélange de subversion par le haut et par le bas chez un homme, au départ marginal, qui n’a pour but que le pouvoir tandis que l’Italie libérale pré-révolutionnaire et pré-fasciste était en crise profonde. Mussolini fut dominé et sauvé par les femmes: ce sont elles qui l’ont fait homme et despote. Nous avons là, plus que probablement, une clef pour comprendre le 20ème siècle italien et le Ventennio fasciste, une clef que nous fournit le livre de La Mattina sur Angelica Balabanoff. Cet ouvrage constitue une source plus vraie que bien d’autres pour comprendre le véritable caractère du Duce, natif de Predappio. Son fond personnel intime le porte à déployer un “transformisme d’assaut”, porté par un mimétisme psychologique de nature subversive.

Russocentrisme

Pour ce qui concerne les rapports Balabanoff/Lénine, les circonstances sont différentes. Angelica l’admirait mais s’en défiait tout autant: le leader bolchevique est “probe, ascétique et tranquillement féroce”, pense-t-elle de prime abord. C’est en tant que socialiste qu’Angelica adhère à ses thèses communistes, mais elle se détachera de lui dès 1921, quand elle s’est rendu compte que le bolchevisme était un despotisme russocentré, cynique, de surcroît terroriste et hostile à tout humanisme éthique. Mais malgré cette déception, Angelica Balabanoff restera marxiste et socialiste, montrant une intransigeance outre mesure: ainsi, elle s’oppose à Nenni et à toute unité avec les communistes italiens. Harcelée par les espions de Mussolini (qui la craignait toujours), elle émigre en Amérique, où elle témoignera de son socialisme libertaire et anti-réformiste. Quand elle revient en Italie, elle quittera le PSI pour adhérer au PSDI de gauche. Ce sera la ennième désillusion, une grande leçon qui prouve, une fois de plus, son “impolitisme”. Angelica Balabanoff est surtout un témoin capital pour comprendre à quelles écoles ont été s’abreuver les dictateurs et pour connaître leur psychologie.

Bruno GRAVAGNUOLO.

(ex: http://www.ariannaeditrice.it/articoli.php?id_articolo=37619/ ).

lundi, 21 janvier 2013

DESMONTANDO EL MITO ANDALUSÍ. ANDALUCÍA Y LA IDENTIDAD CASTELLANA.

DESMONTANDO EL MITO ANDALUSÍ.

ANDALUCÍA Y LA IDENTIDAD CASTELLANA.

Enrique Ravello

Ex: http://enricravello.blogspot.com/

 


 
El nacionalismo andaluz de reivindicación “andalusí” parece obedecer más a causas psicológicas que a políticas e histórica. Sus defensores –afortunadamente pocos- pretenden que todo los andaluces renuncien a su historia y a su herencia para adoptar la de quienes fueron vencidos por sus antepasados castellanos. Un caso único en Europa. La historia andaluza –la real- nada tiene que ver con esos espejismos orientalizantes
                      
Andalucía céltica y megalítica.
 
Fue el célebre arqueólogo británico de la Universidad de Cambridge, Colin Renfrew, quien aplicando el método de datación del carbono 14 explicó el fenómeno del megalitismo atlántico y mediterráneo desde una perspectiva científica. Los primeros constructores de megalitos habrían estado en la zona de las islas británicas, y serían los autores del famoso conjunto de Stonehenge. Desde allí esta civilización fue expandiéndose hacia el sur de la fachada atlántica europea, para adentrarse en el Mediterráneo
Precisamente al megalitismos debemos remontar una de las primera culturas conocidas en el actual suelo andaluz,  la llamada cultura de El Argar, cuyos protagonistas –que llegaron a formar estados centralizados y ciudades bien organizadas– pertenecían a un sustrato mediterráneo común a toda la Península Ibérica. Gente muy similar a los constructores de los talaiots de Menorca o de los nuraghe de Cerdeña.
Siglos más tarde aparecen referencias escritas a una mítica cultura en suelo andaluz, Tartessos, cuyo nombre encontramos también en la Biblia. El nombre de Tartessos se puede traducir por “la tierra” y es obligado señalar que en el gaélico actual –la lengua céltica de Irlanda y Escocia– “tir” significa precisamente tierra o país, del mismo modo que en el protocelta encontramos el ´termino “têrsos” con idéntico significado. No hay duda de que la aristocracia de Tartessos estaba constituida por pueblos célticos que se habían asentado en la zona, llegados desde la Meseta, así lo prueba el nombre de su mítico rey, Argantonio.
Andalucía no fue ajena a la presencia de colonias orientales de fundación fenicia –con la especial importancia de Cádiz– y cartaginesas. Pero la influencia de éstas se ha exagerado, incluso en la toponimia. Términos como Malaca (Málaga) o Sexi (Almuñécar) han sido recientemente interpretados desde raíces terminológicas indoeuropeas por el catedrático de Filología de la Universidad de Salamanca, Francisco Villar.
 
Andalucía romana y vándala.
 
La Bética fue una de las provincias hispanas más romanizadas. E Hispania uno de los territorios del Imperio romano de mayor impronta latina. En torno al cambio de Era se calcula que el número de itálicos o descendientes de itálicos asentados en Hispania era de un millón de personas, aproximadamente el 15% de la población total.
El latín se convirtió en el único idioma, despareciendo todas las lenguas hispanoceltas anteriores. El aporte de la Bética a la cultura romana fue de la mayor importancia, la grandeza de Roma no hubiera sido igual sin filósofos como Séneca o emperadores como Trajano y Adriano.
Testimonio de la presencia romana lo tenemos también en la arquitectura. La típica casa andaluza con patio interior es heredera directa de la casa romana que los pobladores itálicos llevaron a la Bética. En absoluto se trata de una construcción árabe, quienes solo adaptaron esa construcción a su modo de vida: cerrando ventanas y orientando la vida hacia el interior de la vivienda alrededor del patio. Posteriormente, fueron los repobladores cristianos los que volvieron a darle la antigua disposición romana más orientada al exterior, es decir a la vida en la ciudad de hombres y mujeres libres.
La llegada de los pueblos germánicos terminó con el orden romano para dar paso a la Edad Media. De entre los germanos que llegaron a Hispania, los vándalos –que darán el nombre a Andalucía– tienen una especial importancia. Procedentes de la actual Dinamarca, en el siglo III d. C ya están en Europa central desde donde atraviesan el limes imperial. A  pesar de la prohibición romana para construir naves con función bélica, los vándalos pusieron en pie un importante imperio naval en la zona de la Bética, ahora ocupada por ellos. Un vez vencidos por los godos –los germanos que dominaron el grueso de la península–, los vándalos atravesaron con sus naves el estrecho de Gibraltar para asentase en el norte de África, donde el reino vándalo duró varios siglos.
Precisamente fueron los habitantes autóctonos del norte de África, los que –tras ser vencidos militarmente por los vándalos– dan al lugar de procedencia de éstos –la península ibérica. El nombre de Yazira al-Andalus, es decir “la isla de los vándalos”. Nombre que siguieron usando los invasores musulmanes durante los siglos de su presencia en España e incluso en la actualidad. Vale la pena remarcar que Al-Andalus significa precisamente “tierra de vándalos”, o lo que es lo mismo “tierra de germanos”. Curiosa etimología.
 
Andalucía castellana y leonesa.
 
Como en la mayor parte de España, serían los procesos históricos que conocemos como repoblación y reconquista los que darán lugar a la composición etnográfica. Los datos de las expulsiones y adjudicaciones de tierras son claros y objetivos, de ellos nos hablan los Libros de Repartimento. La expulsión de la población musulmana de Andalucía fue completa y está constatada. El territorio baldío fue repoblado por una abrumadora mayoría de pequeños propietarios libres en un proceso que el catedrático de Historia medieval de Sevilla, Manuel González Jiménez, en su obra Entorno a los orígenes de Andalucía, describe como “el mayor proceso de cambio de propiedad de la tierra en la historia de Andalucía”. El proceso de repoblación de la zona del Guadalquivir es muy similar a la que también realizaron los castellano-leoneses  siglos antes en el valle del Duero, siempre a base de pequeñas propiedades agrícolas adjudicadas a familias de guerreros-campesinos. Un posterior proceso de enriquecimiento y de acumulación de propiedades dará lugar al nacimiento de una gran lacra para el campesinado andaluz: el latifundio. Pero es necesario señalar que en el momento de la reconquista y repoblación de Andalucía, ésta se organiza agrícolamente como ún territorio idéntico al resto de Castilla.
Esos mismos Libros del Repartimiento, así como posteriores estudios jurídicos y onomásticos, nos permiten conocer con detalle los pobladores que llegaron a Andalucía después de la derrota y expulsión islámica. Todos los datos coinciden en señalar que entre el 90-95% procedía de la Meseta norte, sur o de los que ya habían repoblado Extremadura –con fuerte presencia de leoneses–. La única zona que marca una diferencia es la provincia de Almería, donde el contingente de valencianos, catalanes y –sobre todo– mallorquines llegó hasta el 15%, de ahí que el escudo almeriense luzca las cuatro barras.
Una tarea de recuperación y de concienciación de la identidad andaluza, como continuidad de la castellana, es urgente y necesaria. Especialmente ante los tiempos presentes y futuros, en los que nostalgias y reivindicaciones sobre Al-Ándalus se oyen ya en algunos minaretes y en algunos palacios árabes no tan lejanos.
 
Una bandera de mentira.
 
En 1981 Andalucía se convirtió en autonomía histórica, ocasión que muchos aprovecharon para inventarse una nueva historia que contradijera la realidad andaluza como fruto de la reconquista y repoblación castellana. El momento más simbólico de esta tergiversación oficial fue la elección de la bandera verdi-blanca. En lugar de inspirarse  en los colores de Castilla-León que aparecen en el escudo de Fernando el Santo, conquistador de Sevilla. Y en los escudos de Córdoba, Granada, Almería y Jaén, en este último se lee la leyenda “muy noble y muy leal ciudad de Jaén guarda y defendimento de los Reynos de Castilla”, la junta de Andalucía se inclinó por una bandera similar a la de Arabia Saudita.
Con esta desafortunada elección a los andaluces se les obliga a llevar oficialmente los colores de los enemigos de sus antepasados castellanos. El uso del color blanco en los estandartes andalusíes fue generalizado por los almohades en 1146, cuando desembarcaron en Cádiz con la intención de reunir a todos los musulmanes de Al-Ándalus. En 1195 el sultán Ben Yusuf derrotó a Alfonso VIII de Castilla, en la batalla de Alarcos, para conmemoras esa victoria hizo ondear sobre la mezquita de Sevilla una vadera verde y blanca –la inspiradora de la actual bandera andaluza. Simbolizando la unida almohade (blanco) y la colaboración de todos los musulmanes andalusíes en la victoria sobre los castellanos cristianos (el verde color del Islam y de los Omeya)
En el siglo XVII el duque de Medina Sidonia se rebela contra la Corona hispánica e intenta proclamar la independencia andaluza con el apoyo de los moriscos capitaneados por Tahir al Horr. Como reconocimiento a esta colaboración morisca, el duque traidor enarbolaba una bandera blanca y verde, el color de la fe islámica de sus compinches sediciosos. Inspirada en estos acontecimientos históricos y basados en una fantasía histórica opuesta a la verdad, la Asamblea de Roda aprobó en 1918, el actual diseño de la bandera verdi-blanca que en aquel momento representaba una Andalucía que incluía Murcia y Badajoz. El “autor” intelectual de esta aberración de la vexilología, fue el poeta y “padre de la patria andaluza”, Blas Infante, convertido al final de su vida a la religión musulmana, último agravio a los castellanos que reconquistaron esas tierras y a los actuales andaluces, sus descendientes directos.
 
Enric Ravello
Secretario de relaciones nacionales e internacionales de PxC y PxL

vendredi, 18 janvier 2013

Des souvenirs sur une Alsace-Lorraine allemande

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Des souvenirs sur une Alsace-Lorraine allemande

par Georges FELTIN-TRACOL

Dans le climat d’inculture généralisée qui ne cesse de s’étendre dans un Hexagone noyé par les écrans de la bêtise voulue et du divertissement marchand de la vacuité ambiante, il importe de saluer deux sympathiques éditeurs lorrains qui copublient les moments alsaciens extraits des Mémoires (1925) du prince Alexandre de Hohenlohe-Schillingsfürst (1862 – 1924). Cette parution opportune éclaire une période méconnue de cette terre qui fut allemande entre 1871 et 1918.

 

Président de l’équivalent germanique du conseil général de Haute-Alsace en 1903 et fils de Clovis de Hohenlohe-Schillingsfürst (1819 – 1901), ancien gouverneur de la région et futur chancelier impérial, Alexandre appartient à une très vieille famille dont « l’anoblissement […], attesté au XIIe siècle, était antérieur à celui des Hohenzollern ! (p. 11) ». Esprit cultivé, francophone et ne cachant pas sa francophilie, ce prince allemand se retrouve au contact quotidien avec ses administrés alsaciens.

 

Le témoignage qu’il laisse dépeint une Alsace-Lorraine ignorée des Français. Ses souvenirs contestent les clichés et autres poncifs diffusés par une historiographie parisienne pédante et revancharde. Il souligne l’influence prépondérante dans les campagnes alsaciennes de l’Église catholique et relève qu’à la veille de la Grande Guerre, le mouvement protestataire francophile est largement minoritaire dans les urnes.

 

L’échec de ce mouvement subversif soutenu clandestinement par Paris ne signifie pourtant pas une adhésion sincère au modèle allemand. Bien au contraire ! Il remarque, d’une part, que « dans l’ensemble, l’Alsace-Lorraine était aussi éloignée de Berlin qu’une colonie africaine ou qu’une station navale d’Extrême-Orient (pp. 63 – 64) » et, d’autre part, que « l’« Alsacien-Lorrain » était une entité qui n’existait que sur le papier En réalité, l’Alsacien est aussi différent du Lorrain que, par exemple, un Normand peut l’être d’un Picard (p. 53) ».

 

Si les protestataires régressent de scrutin en scrutin, la « résistance » à l’assimilation germano-prussienne persiste et s’accentue même. Alexandre de Hohenlohe observe que les jeunes gens des milieux aisés de Strasbourg, de Colmar et de Mulhouse « étaient Français de cœur (p. 55) ». En revanche, il ne retrouve pas cette inclination « dans la population paysanne [où] la plupart avaient des sentiments alsaciens (p. 55) ». La présence française demeure prégnante et l’auteur regrette la fondation d’une université à Strasbourg parce qu’elle la renforce paradoxalement. Il aurait été préférable que les futures élites étudient dans les universités réputées d’outre-Rhin, à Heidelberg ou Fribourg…

 

Son pragmatisme s’appuie sur ses échanges permanents avec les milieux économiques, en particulier les industriels Jean Schlumberger (1819 – 1908) et Édouard Köchlin (1833 – 1914). Le prince de Hohenlohe constate en effet que « chez tous les Alsaciens des hautes classes, on ne parlait que français (p. 41) » si bien qu’il emploie souvent la langue de Molière lors des rencontres privées !

 

Les élites alsaciennes ne se formalisent pas du maintien implicite du français ! Pour preuve, Hugo Zorn von Bulach (1851 – 1921) qui, même devenu responsable politique régional, « ne possédait l’allemand qu’imparfaitement, ce qui le gênait parfois beaucoup dans ses interventions publiques au Parlement, surtout quand on est décrété la publicité des débats et l’usage de la langue allemande à la Délégation d’Alsace. Malgré cela, pour plus de commodité, les députés se servaient encore du français et du patois alsacien dans les séances des commissions (p. 41) ». Situation impensable dans la République française une et indivisible…

 

Alexandre de Hohenlohe ajoute qu’« il a dû être plus d’une fois pénible à ceux qui étaient d’un âge avancé de se trouver en état d’infériorité vis-à-vis des représentants du gouvernement, par suite de leur connaissance défectueuse de la langue allemande. Chose étonnante, quelques-unes d’entre eux, qui pourtant n’avaient pas appris un mot d’allemand dans leur jeunesse avaient réussi, à force d’application et de persévérance, à s’exprime couramment dans cette langue (p. 41) ». Un bilinguisme, voire un trilinguisme, existait donc de facto.

 

Cette situation linguistique originale découle de la spécificité institutionnelle de l’Alsace-Lorraine annexée lors du traité de paix de Francfort de 1871 par l’Empire allemand naissant. Les trois anciens départements français deviennent un Reichsland, ce qui signifie que le jeune État fédéral-impérial en est le propriétaire indivis. Par conséquent, cette « Terre d’Empire » est placée sous l’autorité directe de l’empereur allemand et de son chancelier impérial. Toutefois, le Reichsland bénéficie d’une certaine liberté administrative avec un représentant de l’empereur, le Reichsstatthalter, « littéralement “ celui qui tient lieu ”, le Statthalter fait plus figure de régent que de gouverneur dans ses attributions (p. 20) ». Nommé par Berlin, il préside à Strasbourg le Conseil d’État d’Alsace-Lorraine, dirige un proto-gouvernement régional (quatre secrétaires d’État pour l’Intérieur, la Justice et les Cultes, les Finances et les Domaines et l’Industrie, l’Agriculture et les Travaux publics) et négocie avec la Délégation d’Alsace-Lorraine (Landesausschuss) de trente, puis de cinquante-huit élus au suffrage indirect entre 1874 et 1911. On est loin de la gestion despotique du centralisme parisien.

 

En 1911, le Kaiser Guillaume II accorde à l’Alsace-Lorraine une constitution locale. Le Reichsland devient le vingt-sixième État de la Fédération impériale et son Landesausschuss se transforme en un Parlement bicaméral constitué d’un Sénat de quarante-six membres désignés par l’empereur et les corps intermédiaires locaux, et d’une Assemblée régionale de soixante élus au suffrage universel direct masculin. Le déclenchement de la folle tragédie européenne de 1914 suspendra ces libertés régionales.

 

Alexandre de Hohenlohe se montre très favorable à toute solution neutraliste. « Dès avant 1914, rappelle Laurent Schang dans une belle introduction, [il] s’était prononcé en faveur de la constitution du Reichsland Elsass-Lothringen en État neutre autonome assortie d’un référendum d’autodétermination (p. 13). » Il s’agissait surtout d’éviter tout nouveau drame franco-allemand. Il regrette que Berlin ait finalement choisi la voie du Reichsland pour l’Alsace-Lorraine alors que d’autres solutions étaient à ses yeux possibles. Il en esquisse certaines : une tutelle paternaliste comme le fit son père, Statthalter avant de devenir chancelier, une large autonomie opérée dès 1874 ou 1875 ou, plus surprenant, le partage du territoire alsacien-lorrain entre les principaux États fédérés allemands (Prusse, Bavière, Bade, Wurtemberg). L’auteur de ces Souvenirs a compris que la perte de l’Alsace-Lorraine rend la France inguérissable. Il n’accuse pas Bismarck de cette erreur. « Bismarck pressentait bien les conséquences désastreuses que l’annexion de l’Alsace-Lorraine allait voir pour la politique européenne, avec un caractère comme celui du peuple français. Il voyait plus loin que les généraux, pour qui seules les considérations stratégiques entraient en ligne de compte, mais le côté tragique du grand génie politique qu’a été Bismarck, c’est qu’il n’a pu se libérer de la croyance en la force et en l’épée et qu’il a sous-estimé la puissance des valeurs morales en politique. C’est ainsi que l’avis de Moltke prévalut finalement et que la “ Terre d’Empire ” devient le “ glacis ” de l’Empire (p. 67). »

 

L’auteur sait qu’en 1866, après la victoire prussienne à Sadowa, le futur « Chancelier de Fer » avait pesé de tout son poids pour que le roi Guillaume Ier ne se rangeât pas du côté d’un état-major imbu de pensées frédériciennes qui rêvait de s’emparer de contrées autrichiennes. En 1870, la pression était trop forte pour résister frontalement à l’opinion des militaires victorieux… « On ne lira qu’avec plus d’intérêt ces pages grosses de nostalgie, desquelles émerge le regret d’une soudure “ germano-alsacienne-lorraine ” en bonne voie, sinon achevée, au seuil de la Première Guerre mondiale  (p. 12) », écrit Laurent Schang à propos de ce beau témoignage d’un Européen de langue allemande sur une région-charnière d’Europe occidentale.

 

Georges Feltin-Tracol

 

• Prince Alexandre de Hohenlohe, Souvenirs d’Alsace-Lorraine 1870 – 1923, Introduction et notes de Laurent Schang, traduction d’Edmond Dupuydauby, Édition des Paraiges (4, rue Amable-Tastu, 57000 Metz) – Le Polémarque Éditions (29, rue des Jardiniers, 54000 Nancy), Metz – Nancy, 2012, 77 p., 10 € (+ 5 € de frais de port), à commander aussi sur les sites des éditeurs.

 


 

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lundi, 14 janvier 2013

Un intervento umanitario in Siria, 150 anni fa

Un intervento umanitario in Siria, 150 anni fa

di Pascal Herren

Fonte: Europeanphoenix

LE1860.jpgUn intervento umanitario in Siria? Il pretesto umanitario era già stato invocato, nel 1860, dalla Francia, per intervenire militarmente in Siria, allora provincia ottomana. Il docente universitario Pascal Herren passa in rassegna in quest’articolo le vere intenzioni della Francia di Napoleone III, anch’esse poco accettabili come quelle della Francia di Sarkozy o di Hollande. Egli ci ricorda inoltre le conseguenze nefaste ch’ebbero a subire le popolazioni della regione.

Un intervento umanitario in Siria è costantemente invocato per mettere fine alle sofferenze che, dal 2011, patisce la popolazione coinvolta nei combattimenti tra il regime e l'opposizione armata. Combattimenti di cui si attribuisce la responsabilità principale - a torto o a ragione- al governo.

 Quest’azione di soccorso passerebbe dunque per il rovesciamento del regime. Sarebbe anche già stata messa in opera da alcuni mesi, sotto una forma indiretta, armando gli insorti e inviando sul territorio agenti e gruppi di combattimento stranieri. Ora, fare uso della forza sul territorio di un paese straniero, senza il consenso delle autorità prestabilite a darlo, contravviene al principio di sovranità degli stati, come scritto nella carta dell’ONU. L’impiego della forza tra stati è proibita ad eccezione del caso di legittima difesa o di azioni collettive decise dal Consiglio di Sicurezza dell’ONU.

La Corte internazionale di giustizia ha condannato nel 1986 il sostegno militare offerto dall’amministrazione Reagan agli insorti nicaraguensi dei Contras che lottavano per rovesciare il potere sandinista. La Corte aveva anche precisato che un tale sostegno non era appropriato se si parlava di assicurare il rispetto dei diritti dell’uomo, allorché Washington aveva accusato il regime di aver commesso delle atrocità.

Questi ostacoli giuridici non hanno impedito che le operazioni unilaterali, ufficialmente motivate da ragioni altruistiche, non si sviluppassero, per esempio, con il bombardamento dell’ex Yugoslavia durante la crisi del Kosovo nel 1999, o l’invasione dell’Iraq nel 2003. L’ultimo esempio in ordine cronologico è stata l’azione condotta in Libia nel 2011, di cui alcuni stati affermarono che si spinse oltre ciò che permetteva la risoluzione 1973 del Consiglio di Sicurezza.

Il fondamento di questi interventi unilaterali risiede in un criterio superiore, universalista: il dovere di proteggere la vita di qualsiasi popolazione contro minacce di attentati di massa che pesano su di essa. Ma questo principio, perfettamente legittimo in quanto tale, dipende interamente dalla buona volontà di chi interviene. Infatti, come si fa ad assicurare che lo stato che interviene non si serva dell’immenso potere che si concede impiegando la violenza verso un altro stato per perseguire altre motivazioni che sarebbero riprovevoli? La storia pullula di guerre “giuste” che sono finite piuttosto male per le popolazioni coinvolte. Il grande giurista Emer de Vattel denunciava già nel 1758 la sottomissione degli Indiani d’America da parte dei conquistadores, ottenuta con il pretesto di liberarli dal tiranno.

Gli specialisti del tema hanno costantemente ricercato i precedenti che mostrassero un’azione condotta da una potenza interventista irreprensibile. Hanno creduto per molto tempo di averla trovata nella spedizione del 1860 che riguardò la provincia ottomana della Siria che inglobava l’attuale Libano (Wikipedia in francese afferma: “Nei fatti, e secondo le parole dello stesso Napoleone III, la spedizione fu ‘una operazione a scopo umanitario’”). Dal mese di maggio al mese di agosto di quell’anno, tra le 17.000 e le 23.000 persone, la maggior parte di religione cristiana, furono massacrate nella montagna del Libano e a Damasco durante gli scontri intercomunitari. La notizia, che arrivò in Europa, suscitò l’emozione dell’opinione pubblica. Le autorità ottomane furono accusate di aver incoraggiato, e perfino partecipato alle atrocità commesse dai miliziani drusi sul Monte Libano e dai rivoltosi a Damasco. 

Napoleone III decise allora d’inviare sul posto un corpo di spedizione di 6.000 uomini per mettere fine al “bagno di sangue”, col consenso delle altre potenze europee. Le truppe francesi rimasero meno di un anno sul posto. Si ritirarono una volta ritornata la calma e subito dopo aver messo in piedi una riorganizzazione amministrativa, alla quale sarà attribuito il fatto di aver mantenuto la pace civile fino alla prima Guerra Mondiale. Ancora oggi, alcuni giuristi che pur si oppongono al riconoscimento del diritto d’intervento umanitario, definiscono l’azione del 1860 il solo e “vero” intervento umanitario del XIX secolo.

A guardarli da più vicino, dunque, i dissensi intercomunitari che scoppiarono nel 1860 furono essi stessi esacerbati dal clientelismo praticato all’epoca dalle potenze europee verso le minoranze locali. Bisogna dire che erano in gioco immensi interessi. Si trattava di dividersi le province di un impero ormai alla fine, che i grandi stati europei si disputavano accanitamente. La Siria si trovava infatti sulla rotta strategica che portava alle Indie, il gioiello dell’Impero Britannico. La Francia non nascondeva la sua attrazione per questo paese ricco di promesse commerciali. La Russia cercava già da molto tempo di estendere i suoi territori verso sud. Per arrivare ai propri fini ogni potenza si appoggiava su una comunità locale che ognuno cercava di strumentalizzare: i francesi si fecero protettori dei cattolici, i russi difesero gli ortodossi, gli inglesi parteggiarono per i drusi.

Durante il periodo che seguì l’intervento del 1860, la Francia incrementò la sua intraprendenza economica in Libano, al punto che il 50% della popolazione attiva libanese lavorava nel 1914 nella filiera di produzione francese di soia. Questo settore crollò subito dopo la decisione dell’industria francese di fare a meno dei suoi fornitori libanesi, i quali così persero i loro mezzi di sussistenza.

Un anno più tardi, nel 1915, gli alleati inglesi e francesi organizzarono il blocco delle coste siriane per impedire che le derrate alimentari arrivassero a destinazione in questa regione fortemente dipendente dalle importazioni cerealicole. L’obiettivo era spingere le province arabe a sollevarsi contro il potere centrale di Istanbul, che partecipava alla Prima Guerra Mondiale accanto alla Germania di Guglielmo II. Il risultato fu una carestia senza precedenti che fece 200.000 morti nella zona centrale e settentrionale del Libano e 300.000 altrove in Siria.

Nel 1840, François Guizot, allora ambasciatore francese a Londra, aveva già riassunto i giochi geopolitici che dominavano nelle corti europee e che animavano, secondo lui, la politica del ministro inglese degli affari esteri Lord Palmerston: “Lì ci sono, al fondo di non so quale valle, in cima a non so quale montagna del Libano, degli uomini, delle donne, dei bambini che si amano e si divertono, che domani saranno massacrati perché Lord Palmerston, viaggiando sul treno da Londra a Southampton, avrà detto: “Bisogna che la Siria insorga, ho bisogno che la Siria insorga, se la Siria non insorge, I am a fool”.

Fonte: “Le Temps” (Svizzera), 6 novembre 2012 (ripubblicato da “Reseau Voltaire” l’11 dicembre 2012).

(Traduzione di Europeanphoenix.it ©)
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dimanche, 13 janvier 2013

La CIA et le recrutement des intellectuels

La CIA et le recrutement des intellectuels, vieille tradition de la Firme même en Europe

 
par Denis Bonneau
 

I) La CIA et la pêche aux intellectuels

Enfouie dans un article récemment publié par le Washington Post, sur l’expansion des opérations d’espionnage de la DIA (Agence de Renseignement de la Défense) se trouve une phrase qui devrait donner des frissons à tout chercheur, journaliste, étudiant ou intellectuel oeuvrant sur le monde musulman, qu’il soit ou non citoyen américain : « C’est une tâche colossale que de faire passer des agents de la DIA pour des intellectuels, des professionnels et de créer de toutes pièces de fausses identités, ce qui veut dire que, s’ils sont pris, ils ne bénéficieront d’aucune immunité diplomatique »

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Mais, il est peu probable que la DIA ait besoin de fabriquer des « intellectuels » vu la propension de ces derniers à signer volontairement pour un tel boulot car la coopération et la collaboration entre les services de renseignement US et ces intellectuels sont une longue histoire.

Il y a presque un siècle, l’anthropologiste Franz Boas fut ostracisé pour avoir révélé que des intellectuels servaient en qualité d’espions en Amérique Latine, une pratique qui a débuté au Mexique puis s’est renforcée au cours de la 2ème guerre mondiale. Boas caractérisait cette déviation qui faisait de la science une couverture pour l’espionnage politique, « comme la prostitution de la science de manière impardonnable et lui (l’individu) déniait le droit d’être classé comme scientifique »…

Les universitaires firent partie de l’effort de guerre dans les années 40-45 dans des capacités diverses, y compris au sein de l’OSS (le Bureau des Services Stratégiques), précurseur de la CIA. Depuis sa création en 1947, cette dernière a recruté, dans les meilleures facultés et universités, des diplômés pour faire de la recherche et de l’analyse. Si cette relation s’est un peu affaiblie entre 1970-1980, elle a rebondi avant les attaques du 11 septembre 2001 et s’est développée dans la foulée.

Quelle que soit la position idéologique d’un individu vis-à-vis de la CIA, il est naturel que les agences de renseignement recrutent des employés de la même manière que le feraient les grandes entreprises. Mais, c’est une chose que de faire de la recherche, pour les institutions militaires, diplomatiques ou le renseignement, et une autre de le cacher…

Les relations de la CIA avec l’Université se sont approfondies au cours des soixante dernières années et sont allées au-delà du simple parrainage de la recherche pour lui faciliter l’analyse des données. L’Agence n’a pas seulement soutenu l’expertise des intellectuels des pays et cultures qu’elle a engagés, mais a financé des recherches et des publications sans publiquement révéler l’origine de ce financement et utilisé ces individus pour l’aider à produire de la désinformation et à s’engager dans des activités directement reliées à l’espionnage.

De plus, en Asie du sud-est (particulièrement dans le Vietnam en guerre), en Amérique latine et en Afrique, les recherches en études de développement et techniques de contre- insurrection du « tiers monde » sont devenues l’aliment de base de la collaboration CIA – intellectuels.

Nonobstant les problèmes éthiques que posent de telles collaborations, des universitaires de renom ont, au cours des années, non seulement apporté leur soutien à la CIA, mais ont occupé des postes importants au coeur même l’agence. Comme Robert Gates, ancien directeur de l’agence de renseignement US et Secrétaire à la Défense, qui avait dirigé le Minerva Research Initiative, où il tentait de « comprendre plus étroitement les populations mondiales et leur diversité pour atteindre des décisions politiques stratégiques et opérationnelles plus efficaces ».

Même la célèbre Université de Berkeley, foyer de la contre-culture, a directement encouragé des recherches sous label universitaire mais en fait, produites par et pour la CIA. Dans le contexte de la guerre froide, des personnalités prétendument de gauche ont largement soutenu la compétition stratégique, politique, économique, scientifique et culturelle avec l’Union Soviétique.

Les véritables universitaires sont en danger

On peut se demander, étant donné le degré élevé de violence qui caractérise les services du renseignement et les militaires, si le fait que des intellectuels les rejoignent vaut que l’on s’insurge? Oui, il le faut.

Il est déjà difficile de se rendre dans un pays où les Etats-Unis sont engagés, soit dans des activités violentes par la guerre, l’occupation ou l’usage de drones (Irak, Afghanistan, Yémen), soit soutiennent les politiques répressives de gouvernements locaux (Maroc, Bahreïn, Israël, Egypte… etc) ou pratiquent l’espionnage (Iran, Soudan), ou encore essaient de gagner la confiance des militants religieux, sociaux, ou politiques, dans la ligne de mire de services secrets locaux ou étrangers. L’établissement de relations normales dans ce genre de pays est carrément hasardeux, sinon impossible, si on l’apprend que les agences de renseignement US utilisent des intellectuels (ou des journalistes) comme couvertures pour leurs agents.

Il en va de même des accords conclus par les universités, sans le consentement et dans l’ignorance des facultés et étudiants, pour offrir une couverture à des agents clandestins, mettant ainsi en danger ces universitaires sans qu’ils le sachent. Si cette pratique perdurait, elle entacherait définitivement les recherches universitaires dans le monde musulman ou dans sa diaspora en Europe et en Amérique du nord.

Ces dernières années, en plus du Programme Minerve, ceux de Human Terrain Systems (HTS) ont essayé de placer des universitaires dans ce qui est appelé des « opérations kinétiques » afin de développer des objectifs militaires et stratégiques en Afghanistan et en Irak. Que ces derniers espionnent les peuples qu’ils étudient de telle sorte que leurs études aboutissent directement à la « chaîne de la mort », le plus arbitrairement du monde, est tout simplement déplorable. (…)

Fonds inconnus, travail clandestin

Le Guardian rapportait, à la suite de l’article du Washington Post, que l’espionnage pourrait être utilisé pour accroître l’efficacité du programme de drones US qui, par « des frappes signées », cible et tue des gens supposés dangereux par ceux qui appuient sur le bouton.

Le succès des programmes Minerve et HTS, auprès des journalistes et étudiants, volontairement ou par nécessité, se lit comme la conséquence des coupes budgétaires pour financer la recherche. Mais il existe un monde parallèle à l’université qui ne manque pas d’argent privé en provenance du gouvernement, des entreprises et du privé : les think tank ou réservoirs de pensée, très proches, idéologiquement et professionnellement des agences de renseignement et de leurs vues politiques…

En 1982 et 1985, la Middle East Studies Association a voté deux résolutions interdisant aux universitaires d’accepter des fonds inconnus ou de travailler en clandestin tout en étant enregistré à l’Association en tant que membres. D’autres institutions professionnelles comme l’American Sociological Association et l’American Academy of Religion, se sont dotées de codes d’éthique forts, mais ne visent pas précisément la question de la coopération dans la chaîne de la mort, entre universitaires, militaires et renseignement.

Ce qui est clair, c’est que la communauté scientifique doit ériger un mur entre elle-même et les institutions militaires et du renseignement avant qu’un plan ne soit mis en place pour recourir au monde universitaire comme écran pour l’espionnage et activités clandestines. Si cela n’est pas fait très vite, le sort (arrestation, emprisonnement, mort) des ces universitaires, ou de ceux avec qui ils travaillent, sera de notre seule responsabilité.

II) Quand la CIA finançait les intellectuels européens

Pour contrer l’influence soviétique en Europe, les États-Unis ont constitué, à la fin de la Seconde Guerre mondiale, un réseau d’élites proaméricaines. La CIA a ainsi financé le Congrès pour la liberté de la culture, par lequel sont passés de nombreux intellectuels européens, au premier rang desquels Raymond Aron et Michel Crozier. Chargés, pendant la Guerre froide, d’élaborer une idéologie anticommuniste acceptable en Europe à la fois par la droite conservatrice et par la gauche socialiste et réformiste, ces réseaux ont été réactivés par l’administration Bush. Ils constituent aujourd’hui les relais européens des néo-conservateurs états-uniens.

Raymond et Suzanne Aron, Michael Josselson et Denis de Rougemont

Raymond et Suzanne Aron, Michael Josselson et Denis de Rougemont

En 1945, l’Europe, ruinée par la guerre, devient l’enjeu de luttes d’influence entre les États-Unis et l’Union soviétique qui désirent dominer le continent. Afin de contenir la progression des partis communistes en Europe, les gouvernements états-uniens à partir de 1947 mènent une politique interventionniste en prenant appui sur les services secrets, principalement la CIA. Il s’agit d’une part de développer un groupe d’élites pro-états-uniennes par l’intermédiaire du Plan Marshall, relayé en France par le Commissariat au Plan, et d’autre part de financer les intellectuels anticommunistes. Ce projet de diplomatie culturelle prend forme à travers la fondation du Kongress für Kulturelle Freiheit (Congrès pour la liberté de la culture) qui rassemble des personnalités généralement impliquées dans plusieurs opérations d’ingérence états-unienne en Europe (commissions de modernisation, projet de l’Europe fédérale…). Financé secrètement pendant dix-sept ans par la CIA jusqu’au scandale de 1967, le Congrès pour la liberté de la culture constitue le fer de lance de la diplomatie culturelle états-unienne d’après-guerre. Des intellectuels, écrivains, journalistes, artistes se réunissent afin de réaliser un programme diplomatique dont l’objectif est la défaite idéologique du marxisme. Des revues, des séminaires médiatisés, des programmes de recherche, la création de bourses universitaires, le développement de réseaux de relations informels permettent à l’organisation d’avoir un impact réel dans les milieux universitaires, politiques, artistiques…

Pendant vingt-cinq ans, le Congrès pour la liberté de la culture recrute des intellectuels et fabrique ainsi des réseaux durables d’ingérence en Europe, notamment en France, pays désigné comme l’une des cibles prioritaires de Washington. Ces réseaux ont survécu à la dissolution de l’organisation et ont été réactivés par l’administration Bush. Ils constituent aujourd’hui les relais européens de la diplomatie culturelle décidée par les néo-conservateurs et les néo-libéraux états-uniens, eux-mêmes issus des rangs du Congrès pour la liberté de la culture.

La naissance du Kongress für Kulturelle Freiheit

Le Kongress für Kulturelle Freiheit est né en juin 1950 à Berlin dans la zone d’occupation états-unienne. Le secrétaire général de la réunion, Melvin Lasky, est un journaliste new-yorkais installé en Allemagne depuis la fin de la guerre. Militant de la gauche anti-stalinienne, il devient le rédacteur en chef de Der Monat (Le Mois), revue créée en 1947 avec l’appui de l’Office of Military Government of the United-States, et notamment du général Lucius Clay, « proconsul » de la zone d’occupation états-unienne en Allemagne. Soutenu par un comité « non-officiel et indépendant », Melvin Lasky tente de rassembler des intellectuels libéraux et socialistes dans une organisation unique, une « internationale » anticommuniste. Le comité de soutien comprend des personnalités comme le philosophe allemand Karl Jaspers, le socialiste Léon Blum, des écrivains comme André Gide et François Mauriac, des universitaires comme Raymond Aron et des intellectuels états-uniens, comme James Burnham et Sidney Hook, principaux théoriciens des New York Intellectuals. Bien que le Congrès regroupe des personnalités du monde entier, y compris du Tiers-Monde, son terrain d’action est exclusivement européen.

Le Congrès pour la liberté de la culture est sous le contrôle des intellectuels états-uniens, pour la plupart des trotskistes new-yorkais, notamment Sol Levitas, animateur du New Leader, et Elliot Cohen, fondateur de Commentary [[1] Commentary est la revue quasi-officielle du Congrès pour la liberté de (…) ainsi que des partisans de l’Europe fédérale (Altiero Spinelli, Denis de Rougemont…). Car au-delà de la façade publique, les instances dirigeantes du Congrès ont de multiples connexions avec les réseaux d’ingérence états-uniens de l’après-guerre : l’administration du plan Marshall mais aussi l’American Committee for United Europe (ACUE). Créé durant l’automne 1948 avec l’appui de personnalités gouvernementales (Robert Paterson, secrétaire à la guerre, Paul Hoffman, chef de l’administration du Plan Marshall, Lucius Clay), financé par la CIA, l’ACUE est chargé de favoriser la construction d’une Europe fédérale, conforme aux intérêts de Washington [ 2 ]. Cette proximité est même publiquement revendiquée en 1951, lorsqu’Henri Freney, au nom de l’ACUE rencontre officiellement les responsables du Congrès pour la liberté de la culture.

Un manifeste : l’ère des organisateurs de James Burnham

Le Congrès pour la liberté de la culture s’appuie sur un manifeste, l’ouvrage de James Burnham paru en 1941, The managerial revolution [3]. Ce livre met en perspective l’émergence d’une nouvelle idéologie : la rhétorique technocratique. Contre la philosophie de l’Histoire marxiste, qui repose sur la lutte des classes, James Burnham insiste sur l’échec économique et idéologique de l’Union soviétique et annonce l’avènement de « l’ère des managers ». Selon lui, à l’Est comme à l’Ouest, une nouvelle classe dirigeante assure le contrôle de l’État et des entreprises ; cette classe, dite des directeurs, pose d’une façon nouvelle la distinction entre capital et travail. James Burnham récuse donc indirectement les thèses de la philosophie de l’Histoire marxiste (en affirmant que la dichotomie capital/salaire est dépassée) et la perspective d’une victoire des démocraties parlementaires (en prétendant que la décision passe du Parlement aux bureaux). En fait les politiques et les propriétaires traditionnels sont remplacés progressivement par une nouvelle classe de techniciens, de managers.Avec cette théorie, qui n’est pas sans rappeler le mouvement technocratique des « synarques » dans les années 1930, il se fait le porte-parole d’une vision alternative de l’avenir, « ni de gauche, ni de droite » selon l’expression de Raymond Aron. Et c’est bien l’objectif : enrôler, dans la croisade anticommuniste, les conservateurs, mais surtout les intellectuels de la gauche non-communiste.Ces thèses sont indissociables de la trajectoire sociale de l’auteur. Fils d’un dirigeant d’une compagnie de chemins de fer, après des études à Oxford et Princeton, James Burnham se fait connaître par la création de la revue Symposium. Abandonnant la philosophie thomiste, il s’intéresse à la traduction du premier ouvrage de Trotski, The history of the russian revolution. Il rencontre Sidney Hook et s’engage dans l’action politique trotskiste avec la fondation en 1937 du Socialist workers party. Après une période de militantisme (il participe à la Quatrième internationale), une polémique avec Trotski sert de point de départ à sa conversion politique. En 1950, il participe ainsi à la création du Congrès pour la Liberté de Culture à Berlin, où il occupe des postes décisionnels importants jusqu’à la fin des années 1960. Pourtant, malgré son engagement dans les réseaux du Congrès, « piégé » par son passé révolutionnaire, James Burnham perd son poste d’universitaire durant la période du maccarthysme.

C’est dans le cadre de ce revirement politique – du trotskisme à la lutte anticommuniste – que James Burnham écrit The managerial revolution, qui constitue un instrument pratique de conversion (pour son auteur mais aussi pour les autres membres du Congrès souvent issus, eux aussi, des milieux trotskistes, notamment les New York Intellectuals [4]).

L’import-export de la rhétorique de la Troisième voie

La rhétorique de la Troisième voie (« la fin des idéologies », « la compétence technique des dirigeants ») fédère dans toute l’Europe de l’ouest des groupes politiques qui

Arthur Kœstler (agent de l’IRD britannique), Irving Brown (agent traitant de la CIA pour la gauche européenne et africaine) et James Burnham (agent traitant de la CIA pour les milieux intellectuels).

Arthur Kœstler (agent de l’IRD britannique), Irving Brown (agent traitant de la CIA pour la gauche européenne et africaine) et James Burnham (agent traitant de la CIA pour les milieux intellectuels).

s’investissent dans les activités du Congrès, véritable think tank chargé d’élaborer une idéologie anticommuniste acceptable en Europe à la fois par la droite conservatrice et par la gauche socialiste et réformiste. En France, trois courants politiques collaborent avec le Congrès : les militants de l’ex RDR (Rousset et Altman), les intellectuels gaullistes de la revue Liberté de l’esprit tels que Malraux, et les fédéralistes européens.La doctrine officielle du Congrès a été principalement élaborée par les New York Intellectuals. Leurs publications sont vulgarisées dans les pays européens par des « passeurs » transatlantiques qui assurent des fonctions de relais comme Raymond Aron, qui est à l’origine de la traduction de L’ère des organisateurs, Georges Friedmann qui reprend à son compte les thèses de Daniel Bell, auteur de The end of ideology publié en 1960… En France, les passeurs sont essentiellement des intellectuels relativement marginalisés dans l’espace universitaire ; le Centre d’études sociologiques (CES) constitue l’un des lieux de recrutement du Congrès, dans le sillage du Commissariat au Plan [5]. Les planificateurs attribuent en effet la plupart des crédits de recherche à des économistes et des sociologues qu’ils désirent enrôler afin de légitimer leurs décisions. Edgar Morin, Georges Friedmann, Eric de Dampierre, chercheurs du CES, sont ainsi présents au Congrès anniversaire de 1960.

Cette stratégie de recrutement efficace aboutit à la « démarxisation » (selon l’expression utilisée par Domenach, directeur d’Esprit) de certains milieux intellectuels plus ou moins liés au Parti communiste.

Raymond Aron : un intellectuel de la première génération

Raymond Aron, impliqué dans les activités françaises du Congrès jusqu’au scandale de 1967, est l’importateur des thèses des New York Intellectuals. Il fait traduire en 1947 le livre de son ami James Burnham (la première édition de L’ère des organisateurs est préfacée par le socialiste Léon Blum) et organise la diffusion des théories de la Troisième voie.Après la publication de L’homme contre les tyrans en 1946 et du Grand schismeen 1948, véritables manifestes des conservateurs français, Raymond Aron s’engage dans les réseaux du Congrès dès sa création à Berlin en 1950. Fortement impliqué dans ses structures de décision, au même titre que Michel Collinet et Manès Sperber, Raymond Aron est aussi reconnu comme l’un des théoriciens majeurs de « l’internationale » anticommuniste. En 1955, à la conférence internationale de Milan, il est l’un des cinq orateurs de la séance inaugurale (avec Hugh Gaitskell, Michael Polanyi, Sidney Hook et Friedrich von Hayek [6]). La même année, il publie L’opium des intellectuels, texte inspiré par les idées de James Burnham, dans lequel il dénonce le neutralisme des intellectuels de la gauche non communiste. En 1957, il rédige la préface de La révolution hongroise, Histoire du soulèvement, de Melvin Lasky et François Bondy, deux personnalités majeures du Congrès.

Né en 1905, dans « une famille de la bourgeoisie moyenne du judaïsme français » [7], Raymond Aron, normalien (1924), agrégé (1928), à la veille de la Seconde Guerre mondiale, se destine à une carrière de philosophe. En 1948, malgré le succès des thèses phénoménologico-existentialistes, il n’est pas choisi pour succéder à Albert Bayet à la Sorbonne ; il est contraint d’accepter des postes, relativement peu prestigieux, dans des écoles du pouvoir (ENA, IEP Paris). Parallèlement à cet échec, il acquiert des positions dominantes dans l’espace journalistique (il est l’éditorialiste du Figaro de 1947 à 1977, et participe à L’Express jusqu’à sa mort en 1983) et dans l’espace politique (en 1945, il est membre du gouvernement du général de Gaulle). Cette conversion à « droite » (à la veille de la guerre, Aron est un intellectuel socialiste), à un moment où Sartre domine la scène intellectuelle, est amplifiée par l’engagement dans les réseaux du Congrès et par sa participation active aux commissions de modernisation organisée par l’Association française pour l’accroissement de la productivité, créée en 1950 et qui dépendant du Commissariat au Plan.

La fabrication d’un intellectuel « pro-américain » : la trajectoire politique de Michel Crozier

Les intellectuels français du Congrès s’expriment à travers la revue Preuves, équivalent hexagonal de Der Monat. Le recrutement est assuré par le délégué parisien du Congrès, poste détenu par un intellectuel new-yorkais, Daniel Bell qui distribue des crédits de recherche ou des bourses d’études (aux États-Unis) à des jeunes intellectuels européens en échange de leur collaboration à la lutte anticommuniste.Michel Crozier, autre acteur clé du dispositif, peut être considéré comme un produit fabriqué par les réseaux du Congrès, qu’il intègre à la fin des années 50 ; son parcours met en perspective les modalités d’instrumentalisation des jeunes intellectuels dans le cadre de la diplomatie culturelle états-unienne.Au début des années 50, Michel Crozier est un jeune intellectuel connu grâce au succès d’un article publié dans Les temps modernes, la revue dirigée par Sartre. Dans ce texte intitulé « Human engineering », l’auteur s’attaque violemment au New Deal, condamne l’enrôlement des savants et dénonce les méthodes du patronat. L’article est fondamentalement « antiaméricain », « ultragauchiste ». Michel Crozier participe par ailleurs à Socialisme et barbarie, groupe dirigé par Cornelius Castoriadis et fonde La tribune des peuples, une revue tiers-mondiste ; il est soutenu par Daniel Guérin, un trotskiste français.En 1953, Michel Crozier rompt avec les réseaux du trotskisme français et entre dans le groupe Esprit où il publie un article critiquant l’intelligentsia de gauche. Cette rupture est renforcée par la rencontre, en 1956, de Daniel Bell, délégué parisien du Congrès. Celui-ci obtient pour Crozier une bourse d’études à Stanford. [8]En 1957, il participe au congrès de Vienne. Son intervention sur le syndicalisme français est publiée dans Preuves.Intégré dans les réseaux de passeurs, Michel Crozier participe aux commissions de modernisation et devient l’un des idéologues majeurs, avec Raymond Aron, de la Troisième voie française. Il rédige une partie du manifeste du club Jean Moulin [9], réunion de personnalités proches des planificateurs (Georges Suffert, Jean Ripert, Claude Gruson). Ce texte résume fidèlement les lignes directrices de la propagande de la Troisième voie : fin des idéologies, rationalité politique, participation des ouvriers à la gestion de l’entreprise, dévalorisation de l’action parlementaire et promotion des technocrates …En 1967, grâce au soutien de Stanley Hoffmann (collaborateur d’Esprit et fondateur du Center for european studies), Michel Crozier est recruté à Harvard. Il rencontre Henry Kissinger et Richard Neustadt, ancien conseiller de Truman, auteur du best-seller The power of presidency. Par l’intermédiaire d’un club organisé par Neustadt, Michel Crozier fréquente Joe Bower, le protégé de MacGeorge Bundy, le chef d’état-major de Kennedy et de Johnson et le président du staff de la Fondation Ford.

Après le scandale de 1967, Michel Crozier, intellectuel « pro-américain » fabriqué par le Congrès, est donc naturellement l’une des personnalités sollicitées pour présider à la reconstruction de l’organisation anticommuniste.

Du Congrès pour la liberté de la culture à l’Association internationale pour la liberté de la culture

En 1967, éclate en effet le scandale du financement occulte du Congrès pour la liberté de la culture, rendu public, en pleine guerre du Vietnam, par une campagne de presse. Dès 1964, le New York Times avait pourtant publié une enquête sur la fondation Fairfield, principal bailleur de fonds officiel du Congrès, et ses liens financiers avec la CIA. À cette époque, l’agence de renseignement états-unienne, par l’intermédiaire de James Angleton [10] tenta de censurer les références au Congrès.Les dirigeants du Congrès nettoient l’organisation avec l’aide de la fondation Ford qui assume, dés 1966, la totalité du financement. À l’occasion de cette réorganisation, MacGeorge Bundy propose à Raymond Aron de présider la reconstruction du Congrès ; celui-ci refuse en 1967, effrayé par le scandale déclenché en Europe.Cette année là, un article du magazine Ramparts provoque, malgré une campagne de dénigrement organisée par les services secrets [11], une vague de scandale sans précédent dans l’histoire du Congrès pour la liberté de la culture. Thomas Braden (arrivé à la CIA en 1950, chargé d’organiser la Division internationale d’opposition au communisme) confirme le financement occulte du Congrès dans un article au titre provocateur, « Je suis fier que la CIA soit amorale ».Après les événements de Mai 68, Jean-Jacques Servan-Schreiber, une des principales personnalités du club Jean Moulin, auteur d’un essai remarqué outre-Atlantique (le best-seller Le défi américain publié en 1967), se rend à Princeton en « quasi-chef d’État […] accompagné d’une suite qui en laissera pantois plus d’un » [12]. Michel Crozier est chargé de la rédaction des conclusions du séminaire de Princeton pour la presse internationale (le séminaire de Princeton est la première réunion de l’Association internationale).A partir de 1973, MacGeorge Bundy réduit progressivement les activités de la fondation Ford en Europe. L’Association internationale perd son influence et cesse d’exister (malgré la création d’organisations parallèles) en 1975, date de la signature des accords d’Helsinki.Au même titre que le Plan Marshall, l’ACUE et le volet militaire du stay-behind, le Congrès pour la liberté de la culture a contribué à installer durablement en Europe, dans le contexte de la Guerre froide, des agents dépendants des crédits états-uniens chargés de concrétiser la diplomatie d’ingérence imaginée à Washington. Une collaboration qui se poursuit aujourd’hui en France par l’intermédiaire de l’aide apportée par les fondations états-uniennes aux intellectuels de la nouvelle Troisième voie française.

par Denis Boneau http://www.voltairenet.org/article11249.html – 72k – 14 juin 2007 -

[1] Commentary est la revue quasi-officielle du Congrès pour la liberté de la culture. Elle a été dirigée par Irving Kristol de 1947 à 1952, puis par Norman Podhoretz de 1960 à 1995, qui sont aujourd’hui deux figures clés du mouvement néo-conservateur états-unien. Le fils d’Irving Kristol, William Kristol, dirige actuellement la revue des « néo-cons », le Weekly Standard.

[2] Rémi Kauffer, « La CIA finance la construction européenne », Historia, 27 Février 2003.

[3] James Burnham, The managerial revolution or what is happening in the world now, New York, 1941. L’ère des organisateurs, éditions Calmann-Lévy, 1947.

[4] Joseph Romano, « James Burnham en France : L’import-export de la “révolution managériale” après 1945 », Revue Française de Science Politique, 2003.

[5] Le Commissariat au Plan, créé en 1946 afin d’organiser la distribution des crédits du Plan Marshall (volet économique de la diplomatie états-unienne d’après-guerre), a permis, sous l’impulsion de Jean Monnet, de développer la collaboration entre les hauts fonctionnaires français et les diplomates états-uniens. Etienne Hirsch, successeur de Jean Monnet, a mis en place des instances de « concertation », différents organismes rassemblant des universitaires, des syndicalistes, des hauts fonctionnaires… Les planificateurs ont ainsi fédéré les personnalités liées aux intérêts de Washington et se sont engagés dans une démarche de promotion du « modèle américain » notamment par l’intermédiaire des clubs politiques comme le club Jean Moulin (Georges Suffert, Jean-Jacques Servan-Schreiber), le club Citoyens 60 (Jacques Delors) et le cercle Tocqueville (Claude Bernardin).

[6] En 1947, Hayek participe activement à la fondation de la Société du Mont-Pèlerin. Maison-mère des think tanks néo-libéraux, l’organistation soutenue par l’Institute of Economic Affairs (1955), le Centre for Policy Studies (1974) et l’Adam Smith Institute (1977), regroupe les principaux artisans de la victoire de Margaret Thachter en 1979. Keith Dixon, Les évangélistes du marché, Raisons d’agir, 1998. Voir la note du Réseau Voltaire consacré à la Société du Mont pélerin.

[7] Raymond Aron, Mémoires, 50 ans de réflexion politique, Julliard, 1983.

[8] Michel Crozier, Ma belle époque, Mémoires, Librairie Arthème Fayard , 2002.

[9] Manifeste du Club Jean Moulin, L’État et le citoyen, Seuil, 1961.

[10] James Angleton, membre de la CIA, a participé aux opérations du stay-behind en Europe. Il était le patron X2 du contre-espionnage, et a été chargé, à cette occasion d’entrer en contact le patron du SDECE, les services secrets français, Henri Ribière. Voir « Stay-behind : les réseaux d’ingérence américains ».

[11] Frances Stonor Saunders, Qui mène la danse ? La CIA et la guerre froide culturelle, Éditions Denoël, 2003.

[12] Pierre Grémion, Intelligence de l’anticommunisme, Le Congrès pour la liberté de la culture à Paris, 1950-1975, Arthème Fayard, 1995.

Sources :

I) Traduction et synthèse : Xavière Jardez – Titre et intertitres : AFI-Flash

* Titre original : Scholars and spies: A disastrous combination, par Mark LeVine (Al Jazeera – 5/12/12)

http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2012/12/201212475854134641.html

Mark LeVine est professeur à la Middle Eastern history à l’Université d’Irvine et professeur honoraire au Centre for Middle Eastern Studies à l’Université de Lund en Suède. Il est l’auteur du livre à venir sur les révolutions dans le monde arabe The Five Year Old Who Toppled a Pharaoh.

 

II) Denis Boneau http://www.voltairenet.org/article11249.html – 72k – 14 juin 2007 -[1] Commentary est la revue quasi-officielle du Congrès pour la liberté de la culture. Elle a été dirigée par Irving Kristol de 1947 à 1952, puis par Norman Podhoretz de 1960 à 1995, qui sont aujourd’hui deux figures clés du mouvement néo-conservateur états-unien. Le fils d’Irving Kristol, William Kristol, dirige actuellement la revue des « néo-cons », le Weekly Standard.

mercredi, 09 janvier 2013

Le roman de Charette

Philippe de Villiers:

le roman de Charette

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« Combattu souvent, battu parfois, abattu jamais » : la vie de François-Athanase Charette de la Contrie est à l’image de sa devise. Vendéen comme lui, Philippe de Villiers nourrit depuis longtemps un attachement tout particulier pour ce héros dont le destin fait écho à sa propre histoire familiale. Au point de s’identifier à lui et de ressusciter, sous forme de mémoires imaginaires, la vie aventureuse de cet homme aussi séduisant qu’intrépide, fidèle envers et contre tout à une cause : « la Patrie, la Foi, le Roi ».

De sa brillante carrière dans la Marine royale, intégrée à l’âge de quatorze ans, à ce jour de 1793 où, à la tête d’une troupe de paysans du Marais breton, Charette part à l’assaut de la République, Philippe de Villiers ressuscite la flamboyante épopée d’un homme dont l’audace et le courage, la personnalité singulièrement libre et moderne, n’ont pas fini de fasciner.

Le roman de Charette, Philippe de Villiers, Albin Michel, 2012, 480 pages, 22,00 €.

lundi, 24 décembre 2012

Lode Claes en de Vlaamse Volkspartij

Lode Claes en de Vlaamse Volkspartij
 
Ex: Deltastichting - Nieuwsbrief Nr. 66 - December 2012
 
Onder deze titel werd kort geleden een “masterproef” ingediend bij de faculteit Letteren en Wijsbegeerte van de UGent. Auteur was Kristof Van de vijver, die daarmee grote onderscheiding behaalde. In zijn inleiding stelt de auteur dat hij nogal wat moeilijkheden moest overwinnen om zijn studie af te ronden: op Claes’ archief rust een embargo opgelegd door zijn weduwe Agnes Caers, die ook in persoonlijke contacten met Van de vijver weinig toeschietelijk was.

Hij moest dus wel beroep doen om “mondelinge geschiedenis”, via vraaggesprekken met toenmalige medestanders van Claes, onder andere met Luc Pauwels (die dan nog in de Provence woont) en met Wido Bourel, Els Grootaert, Roeland Raes en Francis Van den Eynde. Er is een uitgebreide bibliografie maar het ontbreken van ‘inside’ informatie laat zich voelen: over de mens Claes vernemen we té weinig, wat voor wie hem persoonlijk kende, echt té mager aanvoelt. Tot een echte schets van de persoonlijkheid komt Van de vijver amper en zijn studie schreeuwt echt om verder onderzoek, wat helaas maar na voormeld embargo zal kunnen gebeuren…

Levensschets

Lode Claes“Non-conformist en cavalier seul”, zo kan men Lode Claes best typeren. Hij was afkomstig van Borgerhout (17 juli 1913) uit een vlaamsgezinde familie. Hij was actief in het Algemeen Vlaams Studentenverbond, studeerde rechten in Leuven en was daar betrokken bij het A.K.V.S., het K.V.H.V. en het Verdinaso. In 1936 advocaat in Antwerpen, waarna hij in 1939 in München cursus ging volgen bij Karl Haushofer. In 1940 werkte hij voor de Nationale Landbouw- en Voedingscorporatie en werd onder burgemeester Jan Grauls schepen voor Groot-Brussel. Hij kreeg daarvoor 10 jaar hechtenis, waarvan hij 57 maanden zou vastzitten! Na zijn vrijlating werkte hij bij de Vlaamse Linie en later bij De Standaard. Na een moeilijke periode werd hij secretaris van de Economische Raad voor Vlaanderen, later beheerder bij de bankgroep Lambert. In 1968 kwam hij bij de Volksunie binnen, waar hij senator werd. Uit onvrede met het Egmontpact en evenzeer omdat hij zich niet meer thuis voelde bij softlinkse elementen en het compromisgerichte partijdeel trok hij zich in de zomer van 1977 terug en richtte hij in het najaar de Vlaamse Volkspartij op, tot eind 1979. Dan trok hij zich helemaal uit de partijpolitiek terug, werd directeur van Trends en schreef drie boeken: Het verdrongen verleden (in 1983), De afwezige meerderheid (in 1985) en De afwendbare nederlaag (in 1986). Hij bleef als publicist bedrijvig tot zijn overlijden in Cadzand op 16 februari 1997.

De Vlaamse Volkspartij

Lode Claes was een persoonlijkheid: hij stond moreel sterk en was ruim onderlegd en enorm belezen.  Hij was optimistisch wat betreft de toekomst van de Vlamingen in Brussel: eenmaal senator pleitte hij voor V.U.-regeringsdeelname en hij had nogal wat PVV-contacten. Toen hij zijn vertrek uit de V.U. aankondigde, werd er blijkbaar door de partij niet veel moeite gedaan om hem tegen te houden.

Vanaf juli 1977 kondigde hij de vorming van een eigen partij aan, en in een eerste korte fase was er druk contact met nationalisten als Karel Dillen en Leo Wouters, die al langer in onmin met de partij leefden. Op 19 november 1977 werd in Dilbeek de Vlaamse Volkspartij gesticht, van bij de aanvang een formatie die vooral intellectuelen en mensen uit de burgerij groepeerde, vooral uit Vlaams-Brabant.

Deze Vlaamse Volkspartij heeft in haar korte bestaan – met twee verkiezingen op twee jaar tijd – niet de kans gehad een uitgewerkt programma op te stellen. Een degelijk functionerende partijraad was er niet. Om dan toch een poging tot het opstellen van de politieke filosofie van de partij te schetsen, doe de auteur beroep op de “Verklaring van Dilbeek”, opgesteld op het eerste congres. Hij vermeldt 5 beginselen: 
  • Valorisatie van de Vlaamse meerderheid, aangevuld met (nogal vaag) Heelnederlands gedachtengoed
  • Herstel van de democratische instellingen van de rechtsstaat, met o.a. kiesrecht in plaats van kiesplicht
  • Ethische waarden: het gezin als hoeksteen, eerbied voro het leven, waarbij over abortus een open debat mogelijk moest zijn
  • Natuurlijke en nationale solidariteit
  • Verdediging van de vrije markteconomie.
In de praktijk profileerde de Vlaamse Volkspartij zich vooral als anti-Egmontpartij, onder andere door een massameeting in de Brusselse Magdalenazaal op 16 februari 1978. Eind 1977 had de Vlaamse Volkspartij net geen 1.000 leden en ontstonden voorzichtige gesprekken met Dillen’s V.N.P., die in de aanloop naar de vervroegde parlementsverkiezingen van december 1978 zouden leiden tot een kartel, het Vlaams Blok dat voor de Kamer 75.635 stemmen wist te sprokkelen. Dat leverde weliswaar één kamerzetel op, maar niet in Brussel met Lode Claes, maar wel in Antwerpen met Karel Dillen. Meteen werd het kartel stopgezet en volgde een leegloop van sympathisanten. Het werd voor Claes steeds dringender om zijn partij een nieuw elan te bezorgen, maar tegelijk kondigden veel kaderleden aan dat er definitief toenadering tot de V.N.P. moest worden gezocht. Dat leidde op het tweede partijcongres te Antwerpen – op 31 maart 1979 – tot een breuk: ongeveer 1/3de van de aanwezigen stemde voor besprekingen met Karel Dillen. Een afvaardiging nam meteen contact op. Lode Claes zette door met wat restte bij de V.V.P. en bereidde de Europese verkiezingen van 10 juli 1979 voor. Het werd een fiasco: slechts 34.706 stemmen, of 1,4%. Dat betekende meteen het einde van de partij: ze werd in de herfst in alle stilte ontbonden…

Besluit

De V.V.P was en bleef zo goed als een eenmanspartij. Na het mislukte congres en zeker na de Europese verkiezingen was de fut er bij Claes  wel helemaal uit. Zijn droom, zijn politieke ideeën ook met een partij uit te dragen, was voorbij. Zijn gebrek aan praktische ervaring met een politieke partij speelde hem al in een vroeg stadium parten: hij hechtte – terecht! – veel belang aan ideeën en achtergronden, maar al te weinig aan de vorming van militanten en kaderleden. Dat bracht mee, toen Claes geen perspectief  zag, en ook partijsecretaris Luc Pauwels zich terugtrok, dat de hele partij als het ware in rook opging. Tekenend is ook dat er niet écht gedacht werd aan het opstarten van een partijblad, wat de V.N.P. wel meteen deed…

De Vlaamse Volkspartij blijft een politieke eendagsvlieg, maar was tevens een boeiend fenomeen enerzijds door de persoonlijkheid van haar “stichter-voorzitter” Claes, anderzijds door haar opzet Vlaams-nationale en vrij-denkende ideeën bijeen te brengen en veelal politiek-ongebonden persoonlijkheden samen te laten werken.  De thesis van Van de vijver is, ondanks de hiervoor beschreven handicap, een verdienstelijk werkstuk, dat aanzet tot verder onderzoek!

(Karel Van Vaernewijck)

vendredi, 30 novembre 2012

Prußen - die ersten Preußen

 
Sehr geehrte Damen und Herren,
liebe Kollegen,
 
wir möchten Ihnen eine Neuerscheinung unseres Verlages vorstellen:
 
Beate Szillis-Kappelhoff
Prußen - die ersten Preußen
Geschichte und Kultur eines untergegangenen Volkes
 
395 Seiten, 123 Abbildungen, gebunden, fester Einband
ISBN 978-3-937820-00-2
 
Erscheinungstermin: soeben druckfrisch eingetroffen und ab sofort lieferbar!
 
Preis: 19,80 Euro
 
Beate Szillis-Kappelhoff widmet sich in dieser ersten umfassenden Darstellung der Geschichte und Kultur der Prußen, jenem geheimnisvollen Volk, das dem späteren Staat Preußen seinen Namen gab.

Über viele Jahrhunderte verteidigten die Prußen, die zur baltischen Sprachfamilie gehörten, tapfer und zäh ihr Siedlungsgebiet zwischen der Weichsel und der Minge, also dem späteren West- und Ostpreußen. Schon zu Beginn des 11. Jahrhunderts hatten sich die Prußen stetig zunehmender Übergiffe der Polen zu erwehren, die eine Verbindung zur Ostsee suchten. Als sie zu Beginn des 13. Jahrhunderts aus der reinen Verteidigung zu Vergeltungsschlägen gegen das nordpolnische, masowische Gebiet übergingen, rief der polnische Herzog Konrad von Masowien den Deutschen Orden um Hilfe. Im Laufe des 13. Jahrhunderts gelang es den Rittern des Deutschen Ordens in einem besonders brutal geführten Eroberungskrieg, die Prußen zu besiegen und schließlich zu christianisieren. Aber es dauerte noch Jahrhunderte, bis die Sprache und Kultur der Prußen durch Unterdrückung, Missionierung und Assimilation verloren gingen.

Dieses Buch begibt sich auf die Spurensuche nach der versunkenen Kultur des einst so kämpferischen und stolzen Volkes der Prußen.

Wir möchten Sie bitten, dieses wichtige Werk über eine bedeutende und identitätsprägende Epoche der deutschen Geschichte in Ihr Verkaufssortiment aufzunehmen.

Vielen Dank!

Mit freundlichen Grüßen

Heiderose Weigel

Bublies Verlag - Bergstr. 11 - D-56290 Schnellbach

Tel. 06746 / 730046, Fax: 06746 / 730048

Internet: www.bublies-verlag.de

E-Brief: bublies-verlag@t-online.de

Inhaltsverzeichnis


 

Vorwort /

Geografische Lage /

Die Prußen /

Eigenname, Fehlschreibungen und Aussprache /

Besetzungen durch den Deutschen Orden /

Sonderrolle Memelgebiet /

Unterwerfung /

Freiheitskämpfe /

Lage der ländlichen Bevölkerung /

Fischerei /

Wildnis /

Waldbienenzucht /

Häusliches Leben /

Angebliche Ausrottung /

Schrift der Prußen /

Sprache, Sprachdenkmäler, Namen /

Musik /

Die zwölf Prußenstämme /

Die Sage von Bruteno und  Widewuto und  Brutenos Nachfolger  /            

Barta (Barten) /

Chelmo (Kulmerland) mit Lubawa (Michelauer Land) /

Lubawa (Löbau, Michelauer Land) /

Galindo (Galindien) /

Nadruwa (Nadrauen) /

Notanga (Natangen) /

Pagude (Pogesanien) /

Pamede (Pomesanien) /

Same (Samland) /

Sasna (Sassen) /

Skalwa (Schalauen) /

Suduwa (Sudauen/ Jatwingen) /

Warme (Ermland) /

Religion der Prußen /

Die Naturreligion /

Göttinnen, Schlangen und Kröten /

Götter, Pferde und Ziegenbock /

Romowe /

Geburt und Taufe /

Verlobung /

Hochzeit /

Totenfeier /

Christenzeit /

Die Prußen und ihr nachbarliches Umfeld /

Die Kuren /

Sprachdenkmäler /

Die Karschauer /

Die Žemaiten und die Litauer /

Die Kaschuben, Masovier, Kujavier und Polen /

Prußen heute /

Einige Orts- und Gewässernamen /

Königsberger Stadtteile /

Liste baltischer Götter, Göttinnen und Gottheiten /

Zeittafel /

Literatur /

Weblinks /

samedi, 24 novembre 2012

Citation de Jacques Ellul

jacques-ellul.jpgCitation de Jacques Ellul

« La pensée qui domine l’ensemble de la société, c’est justement l’existence d’un cours de l’histoire, implacable, nécessaire, qui suppose que tout effort est vain s’il ne se situe pas dans le bateau qui suit le courant… Or, le lieu commun du sens de l’histoire correspond exclusivement à l’idéal du chien crevé. Bon petit chien bien gonflé (nécessaire pour surnager) qui s’installe au filet le plus fort du courant et descend le fil de l’eau en se dandinant gravement avec des airs de docteur ès sciences politiques et qui oscille à droite ou à gauche selon les vaguelettes (ses opinions mûrement pensées); parfois un remous lui fait perdre la bonne direction, il hésite en tournoyant (ce sont les scrupules de conscience), il dérive vers un banc de sable (c’est la manifestation de la liberté de sa personne); il se trouve aspiré par un entonnoir vers les fonds (c’est l’angoisse); mais il surmonte bientôt bravement ces tentations, une vague le remet à flot et il poursuit victorieusement son chemin ayant enfin retrouvé la bonne ligne, qui le porte, évidemment, vers la fin nécessaire. Et plus il avance, plus il se gonfle orgueilleusement d’horribles certitudes sur sa liberté et le sens de l’histoire, qui le font s’affirmer plus turgide chaque fois, jusqu’au moment où l’imprégnation de l’âme par cette corruption le fait s’en aller en lambeaux de matières affreuses, à jamais décomposées. »

Jacques Ellul, «  Exégèse des nouveaux lieux communs », Ed. La Table Ronde.

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Wie die Preußen nach Algerien kamen

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Wie die Preußen nach Algerien kamen

Außer mit Franzosen versuchte die Kolonialmacht auch mit anderen Weißen ihre Herrschaft zu festigen

von Bodo Bost
 
 
Algerien feiert am 3. Juli den 50. Jahrestag seiner Unabhängigkeit. Fast 7000 Deutsche hatten sich ab 1830 überreden lassen das Siedlungswerk Frankreichs in Nordafrika zu unterstützen. Mit der Unabhängigkeit verließen die Nachkommen Algerien und gingen nach Frankreich.

Am 12. Juni 1830 landete Frankreich mit seiner Kriegsflotte und einer 37000 Mann starken Armee an der algerischen Küste, nahm die Stadt Algier nach einer Belagerung am 4. Juli ein. Algerien wurde französische Kolonie. Um ihren Einfluss zu festigen, versuchten die französischen Kolonialbehörden Landsleute für eine Auswanderung nach Algerien zu gewinnen und sie dort anzusiedeln. Ebenfalls mit dem Ziel, die neue Kolonie an der Nordküste Afrikas mit Franzosen zu bevölkern, beschloss die französische Nationalversammlung im September 1848 spezielle Gesetze, welche die Auswanderung in die Kolonien fördern sollten, wie beispielsweise freier Transport, freie Unterkunft und freies Ackerland in der Größenordnung zwischen zwei und zehn Hektar, kostenlose Überlassung von Vieh und Saatgut. Nur 100000 Franzosen ließen sich von diesem Angebot bis 1870 anlocken.


Da die Bemühungen derart wenig Erfolg zeitigten, warben Auswanderungsagenten in den 1840er Jahren auch in Frankreichs Nachbarländern Deutschland, Luxemburg, Belgien und der Schweiz für eine Auswanderung nach Algerien. Zwischen 1820 und 1882 haben insgesamt nur 380000 Franzosen ihre Heimat verlassen, allerdings mehr als vier Millionen Deutsche in Übersee eine neue Heimat gesucht. Viele preußische Untertanen wurden mit Tricks zur Auswanderung nach Algerien überredet. Dabei spielten die französischen Auswandererhäfen Le Havre und Dünkirchen eine wichtige Rolle.
Anfang Mai 1846 hatten sich etwa 200 arme Familien aus der Mosel- und Eifelregion und dem Trierer Raum ins nordfranzösische Dünkirchen begeben, um von dort nach Brasilien auszuwandern. In Dünkirchen mussten sie erfahren, dass für die Überfahrt nach Brasilien keine Schiffe bereit standen und sie einem Schwindler aufgesessen waren. Eine Rückkehr in die Heimat war unmöglich; dort hatten sie alles aufgegeben, einschließlich ihrer preußischen Staatsangehörigkeit. Am 16. Juni 1846 entschied der französische Ministerrat in Paris, die Preußen nach Algerien zu verschiffen.


Da die französische Kolonialmacht gerade die strategisch wichtige Küstenstraße von Mostaganem nach Oran ausbauen ließ, wurden die Preußen zu deren Sicherung in zwei an ihr gelegenen Siedlungen angesiedelt. Eines der „deutschen“ Dörfer war „La Stidia“ östlich von Oran, nahe bei dem Verwaltungssitz Mostaganem, direkt am Mittelmeer. Das zweite deutsche Dorf war St. Leonie. Es lag etwa fünf Kilometer vom Verwaltungssitz Arzew entfernt, etwas im Landesinnern.
In La Stidia errichteten 1846/47 die Auswanderer, unterstützt von französischen Soldaten, 66 Häuser, eine Schule, ein Bürgermeisteramt, eine kleine Kapelle, einen Waschplatz sowie Straßen und Wasserleitungen. Gärten und Obstbaumplantagen wurden angelegt. 1848 hatte das Dorf 467 Einwohner, hauptsächlich Menschen aus dem Raum Trier, dem Kreis Daun, und den Altkreisen Prüm, Bitburg, Bernkastel und Wittlich. Mit den 438 Deutschen lebten noch 25 Franzosen und vier Spanier in La Stidia.


Das Dorf St. Leonie war etwas kleiner. 1851 bildeten 168 Preußen und 26 Franzosen die Dorfgemeinschaft. Ein Dorfplan zeigt, dass der Ort wie eine Kolonialsiedlung sehr planmäßig angelegt war, versehen mit einer Stadtmauer, zwei Stadttoren und vier Wachtürmen.
Die meisten Familien lebten von der Landwirtschaft. Die Felder, die man ihnen zugewiesen hatte, waren vom Dorf drei bis vier Kilometer entfernt, die klimatischen Verhältnisse für die Eifelaner ungewohnt, die Erträge in den Anfangsjahren gering. Am Anfang versuchten sie, die traditionellen europäischen Pflanzen anzubauen. Missernten durch Trockenheit verschlimmerten die Lage. Von den Sumpfgebieten breitete sich die Malaria aus. Täglich präsentieren sich daher im „Consulate« Preußen, die nichts inniger wünschen, als nach ihrem Vaterlande zurückzukommen.


Das ungewohnte, heiße Klima und der Wassermangel führten zu einer Abkehr von der traditionellen Landwirtschaft. Man experimentierte und pflanzte schließlich Eukalyptus, Palmen, Oliven, Mandeln und Wein an. Allmählich brachte die Umstellung kleine Erfolge, gewöhnten sich die jüngeren Auswanderer an das neue Land und es entstanden Verbindungen zu den nicht-preußischen Mitbewohnern. Viele Elsässer, aber auch manche Franzosen nahmen die Lebensgewohnheiten der Eifelaner an und integrierten sich in die deutschen Siedlungen. Das führte dazu, dass in La Stidia und St. Leonie über Jahrzehnte die deutsche Sprache und auch Gebräuche und Sitten aus der alten Heimat der Deutschen das Dorfleben bestimmten. Bis 1900 war die deutsche Sprache in diesen Dörfern noch dominant. Auch die Verwaltung wurde zeitweise von Immigranten aus Preußen beziehungsweise deren Nachfahren geleitet. Der Bürgermeister von La Stidia war von 1884 bis 1890 Nikolaus Etten. Die französischen Behörden versuchten jedoch, die „Preußen“ möglichst bald einzubürgern.
Der Deutsch-Französische Krieg von 1870/71, bis zu dem zwischen 6000 und 7000 Deutsche ins französische Algerien eingewandert waren und rund jeder 20. Weiße ein Deutscher war, bedeutete eine Zäsur. Während Deutsche und Franzosen sich in Europa umbrachten, hatten die deutschen Auswanderer im französische Afrika mit Repressalien zu kämpfen. Viele entschieden sich deshalb, ihre Staatsangehörigkeit aufzugeben und stattdessen die französische anzunehmen. So kämpften im Ersten Weltkrieg Enkel der Emigranten aus Deutschland auf Seiten Frankreichs gegen das Land ihrer Vorväter.
Nach dem Deutsch-Französischen Krieg wurden per Gesetz vom 21. Juni 1871 100000 Hektar Land in Algerien den für Frankreich optierenden Elsass-Lothringern zur Verfügung gestellt. Etwa 6000 zu großen Teilen deutschsprachige Elsass-Lothringer haben von diesem Angebot Gebrauch gemacht. Sie gründeten etwa 60 Dörfer im Departement Algier im elsässischen Stil. Nach 1871 war man vor allem auf die Stärkung der französischen Bevölkerung bedacht, die Begünstigung fremder Einwanderer hörte auf. 1880 lebten bereits 350000 Franzosen in Nordafrika.
Bei der Unabhängigkeit Algeriens 1962 gab es eine Million Weiße in Algerien, die nach oft fünf bis sechs Generationen das Land verlassen mussten, unter ihnen auch die Nachkommen der Preußen. Die meisten dieser „Pieds Noirs“ (Schwarzfüße) fanden in Südfrankreich eine neue Heimat, nur durch das Mittelmeer von ihrer alten Heimat getrennt.    

Bodo Bost

samedi, 17 novembre 2012

Subversion et contre-espionnage au coeur de la Légion étrangère

Képi Blanc, casque d’acier et croix gammée

Subversion et contre-espionnage au coeur de la Légion étrangère

Au cours de l’entre-deux-guerres, la Légion étrangère mène un étrange combat contre l’Allemagne. De nombreux Allemands ayant été engagés au sein de ce corps, l’Allemagne y prend pied, non seulement pour tenter de le neutraliser, mais aussi pour étendre son influence dans l’Empire colonial français. Ainsi, la Légion étrangère est l’objet de véritables tentatives de subversion : campagnes de dénigrement, démoralisation, désertion, espionnage, envois d’agents.

Pour se défendre, l’armée française réorganise les procédures d’engagement, développe l’esprit de corps, permet aux légionnaires de retourner à la vie civile dans de bonnes conditions, mais aussi crée un service de contre-espionnage. C’est une lutte sans merci. Dans cet ouvrage foisonnant, Alexis Neviaski relate des histoires d’hommes. Il suit la vie quotidienne des légionnaires et la terrible pression exercée sur et par les familles.

Il dévoile comment des cérémonies, des rituels et finalement les  » traditions  » ont durablement façonné les hommes. Il montre aussi les rôles importants que jouent les polices allemandes et françaises, ainsi que les services de renseignements à l’intérieur de ce phalanstère. S’appuyant sur des fonds d’archives inédits, l’auteur reconstitue l’histoire méconnue qui, d’une guerre à l’autre, oppose en un combat non conventionnel, la Légion étrangère et l’Allemagne.

Editions Fayard

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The Trial Of Ezra Pound

The Trial Of Ezra Pound

mercredi, 14 novembre 2012

Guerra y saber político:Clausewitz y Günter Maschke

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Guerra y saber político:
Clausewitz y Günter Maschke

Antonio Muñoz Ballesta

http://nodulo.org/

Conviene, especialmente cuando suenan tambores de guerra, no malinterpretar a Carlos Clausewitz (1780-1831), y reconocer la conclusión realista del filósofo militar prusiano, que la Guerra es la expresión o la manifestación de la Política

«George Orwell advertía en una ocasión que, en las sociedades libres, para poder controlar la opinión pública es necesaria una «buena educación», que inculque la comprensión de que hay ciertas cosas que no «estaría bien decir» –ni pensar, si la educación realmente tiene éxito–.» (Noam Chomsky en Tarragona, octubre de 1998)

A José María Laso, luchador en la paz y en la guerra

1

La inminente guerra del Imperio realmente existente en el planeta, EEUU, contra Irak, y contra otros países del llamado «Eje del mal», entre los que se encuentra, según expresión de Gabriel Albiac, el «manicomio militarizado» de Corea del Norte, y que puede provocar la primera Guerra Nuclear en la que los dos contendientes utilicen efectivamente armas atómicas –aunque en la Historia contemporánea se ha estado varias veces al borde de la misma, y no solamente en la crisis de los misiles de Cuba, sino también hace unos meses en la guerra silenciada entre Pakistán y la India–, requiere que nos dispongamos a contemplarla con las mejores armas conceptuales posibles (pidiendo, a la misma vez, a Dios, a Alá, o a Yahvè, según la religión de cada uno, que «el conflicto bélico» no nos afecte individualmente).

¿Qué mejor arma conceptual, para nosotros, que delimitar lo que sea verdaderamente la «guerra» desde el punto de vista del «saber político»?

Porque las guerras no son una «maldición divina o diabólica» a pesar de que las consecuencias en las víctimas humanas, y la destrucción que provocan, así lo sea.

Las guerras pertenecen también, como nos recuerda Clausewitz, al «ámbito de la acción humana», y aunque siempre han estado envueltas en las formas artísticas de su tiempo y han sido el ámbito en el que se han realizado avances técnicos, tecnológicos y científicos de eficaz transcendentalidad –en el sentido del materialismo filosófico– innegable para las sociedades, las guerras «no pertenecen al campo de las artes y de las ciencias», y sin embargo, no son un saber sencillo, sino al contrario, «llevar una guerra» consiste en un saber de los más complejos y racionales que existen.

En las guerras se trata de «movimientos de la voluntad aplicado... a un objeto viviente y capaz de reaccionar», y por ello, subraya Günter Maschke, para Clausewitz, la guerra (también la próxima guerra contra Irak y Corea del Norte, &c., habría que añadir) es «incertidumbre, fricción y azar» que no permite una simplificación –ni por los militares, ni por los políticos e intelectuales– de los «complejos procesos» de la guerra, presentándola de tal forma «que incluso un niño podía tener el sentimiento de ser capaz de dirigir un ejército» («militärische Kinderfreunde»). Ni admite el desarme conceptual de la Filosofía ante ella, pues estaríamos renunciando a la comprensión verdadera de una de las cuestiones más cruciales del Presente histórico. ¡Ya es hora que la Filosofía no quede al margen de la Guerra, de la Idea de «guerra»!

2

El gran ensayista y pensador de lo político y la política, Günter Maschke, ha encontrado, al respecto y recientemente{1}, una solución plausible al laberinto interpretativo de lo que realmente nos quiso decir Carlos Clausewitz (1780-1831) sobre la Idea de la «Guerra» en su obra principal De la guerra, y en concreto en su relación con la «política».

Günter Maschke, después de un preciosa, y laboriosa, labor exegética de la correspondencia y demás obras, algunas inéditas, del famoso general prusiano, ha concluido, lo que muchos siempre hemos intuido, desde hace tiempo, a saber, que:

«La Guerra es la expresión o la manifestación de la Política».

Es ésta conclusión de Maschke una tesis que acerca el pensamiento de Clausewitz al «realismo político», y lo aleja, definitivamente, de los análisis bien intencionados y humanitaristas, de ciertos filósofos, intelectuales, especialistas universitarios y periodistas, que continuamente tratan de ocultarnos o silenciarnos la verdad de la geopolítica del inicio del siglo XXI en el Mundo (los que Antonio Gramsci denominó «expertos en legitimación»).

No podía ser de otra forma ya que la realidad política internacional, y nacional, es objetiva, y es la que es, independientemente de la propaganda orwelliana que realicen los «intelectuales», los «centros de educación» y los medios de comunicación.

3

La propaganda orwelliana de EEUU, y de sus «satélites» europeos –«satélites» porque no han conseguido tener una política exterior común, ni un ejército propio–, más o menos sutil, se presenta en dos frentes.

El primero es el frente de la opinión pública y consiste en conseguir que la misma adopte el consenso «políticamente correcto» de la élite intelectual.

En este caso el «consenso» significa que la guerra contra Irak es inevitable y necesaria por parte de EEUU y sus aliados (en cambio más razones tendría Irán), independientemente de saber si realmente el Irak de 2003 ha amenazado o agredido a EEUU o a Inglaterra o a Alemania o a España, o si sabemos con certeza las consecuencias sobre la población civil que tendrán los bombardeos y la invasión de los soldados de las fuerzas terrestres (bombardeos que se vienen haciendo, por lo demás, periódicamente desde 1991, y terminación «por tierra» de la guerra del golfo de 1991, sin hacer mención de la «medida política o militar» del «embargo de medicamentos, &c.»). Pueblo irakí y kurdo que, indudablemente, no se merece el régimen político de Sadam Husein (ni de Turquía), ni la ausencia de los derechos humanos elementales, inexistencia de derechos fundamentales que, lamentablemente, se suele olvidar por los que están en contra de la guerra contra Irak, salvo la honrosa excepción de Noam Chomsky, quién siempre ha defendido los derechos humanos auténticos contra cualquier organización estatal o no, sea EEUU o se trate de otro Estado.

El segundo frente de la propaganda orwelliana se presenta en el campo de las ideas del saber político. En el análisis político interesa que no se comprenda, no ya por la opinión pública, sino tampoco por parte de los dedicados a la «ciencia política», lo que significa la realidad de la guerra y la política, pues es propio de la ideología de un determinado régimen político que su «élite intelectual» posea unas herramientas conceptuales «apropiadas» para la consecución, no de la verdad, sino de los objetivos del régimen político –que suele coincidir con los objetivos de los más ricos y poderosos del régimen y sus monopolios económicos–.

Günter Maschke, en mi opinión, contribuye con su acertado análisis o comprensión verdadera del pensamiento de Clausewitz, a no convertirnos en víctimas conceptuales de este segundo frente de la propaganda orwelliana del «eje del bien» y/o del «eje del mal».

4

Los «intelectuales humanitaristas», que están afectados, del llamado por Noam, «problema de Orwell»{2}, suelen permanecer en la «ilusión necesaria» de que la política fracasa cuando se recurre a la guerra (de que la guerra es el «fin» de la política), porque han interpretado incorrectamente la famosa frase de Clausewitz:

«La guerra es un instrumento de la política/ Der Krieg ist ein Instrument der Politik»{3}

La «ilusión» de estos intelectuales de la «intelligentsia» viene de la confusión entre «instrumento» y «objetivo» de la «verdadera política». Si consideramos la guerra como un simple instrumento del «arte de la política», y la política tiene el instrumento pacífico de la diplomacia ¿no es, por tanto, un «fracaso» de la política, el recurrir al «instrumento de la guerra»?

Planteados así las premisas o los presupuestos, habría que concluir que sí; pero ocurre que las cosas no son así, es decir, que el pensamiento de Clausewitz (ni de los más importantes y coherentes «pensadores políticos», incluido Noam Chomsky) no tiene esos presupuestos que se les atribuye falsamente. Y ello debido a que la frase de Clausewitz (ni el pensamiento de los filósofos a los que me refiero) no puede sacarse del contexto de toda su obra, incluido la correspondencia, del general prusiano (y de los autores que miren «sin prejuicios» los hechos ).

Y el «objetivo» de la «política», como sabemos, es la eutaxia de su sociedad política; y para ello el objetivo no es solamente la «paz a cualquier precio», pues ello implicaría la renuncia a su «soberanía», a su «libertad» (si, en un país, todos aceptaran ser siervos o esclavos, o vivir en la miseria y sin luchar, no habría jamás violencia o «guerras»), &c., y en el límite la renuncia, de la misma sociedad política, a su «existencia» o permanencia en el tiempo de sus planes y programas –de su prólepsis política–.

Renuncia a la existencia de la misma sociedad política, puesto que, y esto se reconoce por Clausewitz y todos los autores, la «paz» como las «guerras», no son conceptos unívocos.

La «paz», y la «guerra», puede ser de muchas formas, desde la «Pax romana» a la «Paz establecida en Versalles». Además de la existencia, quizás más realista, de un «status mixtus que no es ni guerra ni paz», por ejemplo, ¿cómo calificar la situación actual entre Marruecos y España después de la «batalla» del islote Perejil? ¿O en el futuro, entre España e Inglaterra, por el asunto del peñón de Gibraltar? ¿O en el futuro, entre España y el «País Vasco» o «Catalonia» o «Galicia»? ¿De «diplomacia» o de «guerra»?

5

En realidad la guerra es la expresión o manifestación de la política, y ella –la guerra– es como «un verdadero camaleón, pues cambia de naturaleza en cada caso concreto», aparentemente creemos que se produce la «desaparición» de la política (o del Derecho Internacional) cuando «estalla la Guerra», y en verdad no es así, pues la política y la diplomacia continúa implementando sus planes y programas, ¿para qué?, para conseguir una mayor eutaxia de la sociedad política vencedora o no, en el «tiempo de paz» posterior (así consiguió EEUU su predominio en Oriente Medio después de la Guerra Mundial II).

Pues, recordemos que las guerras terminaban con los Tratados de Paz, por lo menos hasta la Guerra Mundial I. Hoy en día, parece más bien, que estemos en un permanente «estado de guerra» mundial, en el que es imposible un «Tratado de Paz» entre los contendientes. Así las cosas en el «mundo del saber político» ¿Cómo y cuando se firmará el Tratado de Paz entre EEUU y Ben Laden? ¿Y es posible tal cosa?

Bien dice G. Maschke que Clausewitz es autor de las siguientes frases que inclinan la balanza en favor del primado de lo político sobre lo militar en el tema de la «guerra»:

«la política ha engendrado la guerra», «la política es la inteligencia... y la guerra es tan sólo el instrumento, y no al revés», «la guerra es un instrumento de la política, es pues forzoso que se impregne de su carácter » político, la guerra «es solo una parte de la política... consecuentemente, carece absolutamente de autonomía», «únicamente se pone de manifiesto –la guerra– en la acción política de gobernantes y pueblos», «no puede, jamás, disociarse de la política», «pues las líneas generales de la guerra han estado siempre determinadas por los gabinetes... es decir, si queremos expresarlo técnicamente, por una autoridad exclusivamente política y no militar», o cuando dice «ninguno de los objetivos estratégicos necesarios para una guerra puede ser establecido sin un examen de las circunstancias políticas», &c.

Ahora bien, volvamos a la Guerra contra Irak, una manifestación más (en este caso de violencia extrema «policial») de la nueva «política «del «Imperio» constituido y constituyente de la también «nueva forma de la relación-capital» –el «Capitalismo como forma Imperio», según la reciente tesis del libro de Antonio Negri y M. Hardt– e intentemos «comprender» ahora, con las «armas conceptuales tradicionales» clausewitzianas, la política del bando «occidental». Entonces, EEUU, dirigido por Bush II, se nos presenta como un «nuevo Napoleón» que reuniera en su persona política la categoría de «príncipe o soberano» al ser, a los ojos del Mundo, al mismo tiempo «cabeza civil y militar» de la «civilización». Pero otorgándole que sea la cabeza militar en el planeta, ¿quién le otorga el que sea también la «cabeza civil»?{4} –Noam Chomsky es más realista al reconocer que desde el punto de las víctimas, es indiferente que el poder que los humilla y mata se llame «Imperio» o «Imperialismo». En cambio, el poder militar y civil de Sadam Husein se nos da en toda su crueldad dictatorial, apoyada –por cierto– hasta hace once años por los mismos EEUU y Occidente, que miraban, entonces, para otro lado, cuando se cometían innumerables atentados a los derechos humanos contra su propia población irakí y kurda.

6

En verdad la guerra es la expresión de la política, y en ese orden, es decir, que la política no es la manifestación de la guerra, lo cual viene a dar la razón, no solamente al realismos político de Carl Schmitt y Julien Freund, sino también a Gustavo Bueno, pues la existencia de las sociedades políticas auténticas, de los Estados o Imperios, requiere una capa cortical que se da, entre otras causas, por la acción política partidista y eutáxica.

Se consigue así que dichos intelectuales no incidan, como deseamos todos, en su lucha y defensa por una nueva política que se exprese predominantemente en diplomacia, y no en guerras de exterminio, predominantemente «exterminio de civiles».

Estos «intelectuales» y periodistas se concentran, en cambio, en la denuncia «humanitaria»{5} de los males de la guerra (males de la guerra que por más que se han denunciado en la Historia no han dejado de producirse salvo que se ha influido de manera práctica en la política), olvidándose de luchar conceptualmente, filosóficamente, por conseguir una vuelta a la verdadera política que no se exprese en guerras nucleares generalizadas o no.

Y, en cambio, la verdadera política incluye, como nos demuestra el análisis de G. Maschke, dos partes, en su expresión, la «diplomacia» y la «guerra». Y la política de una sociedad determinada no deja de ser «verdadera política» –utilizando conceptos de la «realista» filosofía política de Gustavo Bueno– cuando se manifiesta en diplomacia o en la guerra.

No se reduce la política a la paz, y a los medios pacíficos.

Otra de las causas del error habitual, hasta ahora, en la interpretación de Clausewitz, es no percatarse del origen histórico de determinadas Ideas del saber político, y viene recogida y resaltada por G. Maschke, a saber, la trascendental importancia del cambio histórico en la concepción de la guerra, con la Revolución Francesa de 1789 y Napoleón (príncipe o soberano, y no sencillamente «dictador»), ya que se pasó del «viejo arte de la guerra» de gabinete de los Estados Absolutistas, a «los grandes alineamientos engendrados por la guerras», por la Revolución.

Gustavo Bueno ha recogido también esta modificación crucial, sin hipostatizarla, con su análisis del surgimiento de la Idea de la «Nación política» o nación canónica:

«Algunos historiadores creen poder precisar más: la primera vez en que se habría utilizado la palabra nación, como una auténtica «Idea-fuerza», en sentido político, habría tenido lugar el 20 de septiembre de 1792, cuando los soldados de Kellerman, en lugar de gritar «¡Viva el Rey!», gritaron en Valmy: «¡Viva la Nación!» Y, por cierto, la nación en esta plena significación política, surge vinculada a la idea de «Patria»: los soldados de Valmy eran patriotas, frente a los aristócratas que habían huido de Francia y trataban de movilizar a potencias extranjeras contra la Revolución.» Gustavo Bueno, España frente a Europa, Alba Editorial, Barcelona 1999, página 109.

Por ello, el realismo político, y toda la filosofía política «realista» –en cuanto sabe separar la ideología y la verdad geopolítica– que incluye, en este sentido y a mi entender, a Gustavo Bueno y a Noam Chomsky, tienen que reconocer, lo que ya dijera Clausewitz:

«Que la «guerra no es otra cosa que la prosecución de la política por otros medios»

O como dice el mismo Günter Maschke: «La tesis fundamental de Clausewitz no es que la guerra constituye un instrumento de la política, opinión de los filántropos que cultivan la ciencia militar, sino que la guerra, sea instrumento o haya dejado de serlo, es la «prosecución de la política por otros medios.» Pero Clausewitz encontró una formulación aún mejor, sin percatarse de la diferencia con la precedente. Él escribe que las guerras no son otra cosa que «expresiones de la política» (tal cita proviene del estudio, todavía inédito, «Deutsche Streitkräfte», cfr. Hahlweg en la edición citada de Vom Kriege, pág. 1235), y en otro lugar, que la guerra «no es sino una expresión de la política con otros medios».» Empresas políticas, número 1, Murcia 2002, pág. 47.

7

En conclusión, es mucho más «humano» ser «realista» en el saber político, cuando se trata de Idea tan omnipresente como la «guerra», pues se evitan más «desastres humanitarios», y se consigue más auténtica libertad y justicia, cuando superamos el «problema de Orwell» y podemos contemplar la política tal como es, es decir, como la que tiene el poder real de declarar la guerra y la paz, que van configurando, a su vez, los «cuerpos de las sociedades políticas» en sus respectivas «capas corticales». Por ello la solución de G. Maschke a las ambigüedades de la obra de Clausewitz viene a contribuir al intento serio de cambiar la política para evitar las guerras. Se trata de una lucha por la verdad, en la paz y en la «guerra».

Notas

{1} «La guerra, ¿instrumento o expresión de la política? Acotaciones a Clausewitz», traducción de J. Molina, en la revista Empresas políticas (Murcia), año I, número 1 (segundo semestre de 2002).

{2} El «problema de Orwell» es el tema central de la labor de Noam como filósofo político, y consiste en la cuestión de «cómo es posible que a estas alturas sepamos tan poco sobre la realidad social» y política de los hombres(y olvidemos tan pronto las matanzas, miserias, etc. causados por el poder estatal imperialista), disponiendo, como se dispone, de todos los datos e informaciones sobre la misma. A Orwell no se le ocultó que una «nueva clase» conseguía en gran medida que los hechos «inconvenientes» para el poder político y económico, llegasen a la opinión pública «debidamente interpretados», y para ello si era preciso cambiar el Pasado, se hacía, pues se controlaba los hechos y los conceptos del Presente. La propaganda en las sociedades «libres» se consigue sutilmente, por ejemplo por el procedimiento de fomentar el debate pero dejando unos presupuestos o premisas de los mismos sin expresarse (y sin poder ser criticadas), o discutiendo por la intelligentsia, entre sí, cuestiones periféricas, dando la impresión de verdadera oposición.

{3} Clausewitz, Vom Kriege, págs. 990-998, 19 ed., Bonn 1980.

{4} La ONU, como institución internacional con «personalidad jurídica propia», ha sido «puenteada» continuamente por EEUU, cuando le ha interesado, y sus Resoluciones incumplidas sistemáticamente, siempre y cuando no sean como la 1441, que da a entender, o no –dicen otros– que se puede utilizar la «fuerza» contra el dictador irakí.

{5} ¡Como si no fuera «humano» el análisis científico y filosófico del concepto de las guerras y sus relaciones con la política, precisamente para conseguir mejores y mayor cantidad de Tratados de Paz!

mardi, 13 novembre 2012

Otto und das Reich

Otto und das Reich

 

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