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dimanche, 21 juin 2015

Sobre imperio e imperialismo

por Francisco Núñez Proaño

Ex: http://paginatransversal.wordpress.com

Si un día fuimos grandes, ¿Cómo no hemos de volver a serlo cuando sirvamos en plenitud a nuestros no igualados destinos? (…) Os decía que como imperialismo, no. Imperialismo es el sentido hegemónico de un pueblo sobre otro pueblo, que salta sobre las cuestiones de derecho, que salta por encima de la justicia. Esto no es de nosotros. Debemos ir a una reintegración de los pueblos hispánicos” (Jorge Luna Yepes)

En el estudio de los sistemas políticos comparados, que decepcionantemente la mayoría de veces se reduce a las distintas formas de democracia, Imperio e imperialismo parecerían sinónimos, sin embargo, a la luz de la concepción tradicionalista de Julius Evola por un lado, y nacionalrevolucionaria o de tercera posición de Jorge Luna Yepes por el otro, son antítesis “lo más opuesto” que pueda concebirse.

En la historia de las ideas, en particular de las ideas políticas ecuatorianas, pocos pensadores han alcanzado un grado de claridad y penetración sobre las causas de la decadencia de la idea política y su expresión plasmada en la realidad: el Estado. Jorge Luna Yepes, prácticamente un desconocido en nuestros días, fue un líder político ecuatoriano, así como historiador, y figura máxima del movimiento de tercera posición Acción Revolucionaria Nacionalista Ecuatoriana durante la segunda mitad del siglo XX.

En el caso particular de este artículo nos interesan sus ideas políticas desarrolladas y expuestas en sus escritos a lo largo de las décadas, específicamente la de Imperio y la de imperialismo; Luna entendía a ambos conceptos como enfrentados entre sí, y así nos lo señala claramente, definiendo al Imperio de la siguiente forma:

“Vosotros sabéis que una vez fuimos tan grandes que en nuestras lindes el sol no se ponía. Y siendo esto una verdad en el campo físico, lo era más profundamente en el campo del espíritu… (el) Imperio español de la decadencia, fue quedar confiadamente en el campo de la inactividad. Nosotros tenemos que reaccionar contra algo que se hizo vicio nuestro, pero que no fue de nuestros mayores. Esta inactividad después del éxito no es consustancial con el genio hispano… Si un día fuimos grandes, ¿Cómo no hemos de volver a serlo cuando sirvamos en plenitud a nuestros no igualados destinos?… tenemos que lanzarnos a la reconquista de lo que fue nuestro. ¿Qué fue nuestro? Nuestra fe, nuestra grandeza imperial. El Imperio. ¿Imperialismo? Imperialismo, no…” [1].

En cambio, imperialismo para él significa lo siguiente:

“¿Y cómo no vamos nosotros a volver por lo que antes fuimos? ¿Cómo vamos a rehacer este Imperio? Os decía que como imperialismo, no. Imperialismo es el sentido hegemónico de un pueblo sobre otro pueblo, que salta sobre las cuestiones de derecho, que salta por encima de la justicia. Esto no es de nosotros. Debemos ir a una reintegración de los pueblos hispánicos. ¿Qué se llame Imperio? Es discutible. El nombre es menos importante…. Afirmación imperial, no… imperialista” [2].

A su vez, históricamente concebía un orden específico dentro de la estructura cultural de la colonia, describiendo una vida que “discurre sencillamente, sin ostentación… la vida hogareña y ciudadana de Quito en la unidad del Imperio” [3], y cuando se refiere a al quiteño Miguel Jijón y León (nacido en Cayambe), primer Conde de Casa Jijón, acentúa sus “grandes trabajos a favor de la Patria y del Imperio” [4]. Queda entonces asentado por Jorge Luna Yepes que el Imperio es una unidad física y sobre todo espiritual, que debe ser recuperada, y además; el imperialismo no equivale a Imperio, sino que es su adversario de alguna manera al ser un sistema político hegemónico de un pueblo sobre otro, es decir, un sistema de opresión y explotación del centro hacia la periferia, contrario al sentido de unidad trascendente y en función del bien común explícita e implícita del Imperio.

PAVIA escudo imperial.jpgDe por sí son destacables los conceptos de las ideas políticas de Imperio e imperialismo que presenta Jorge Luna Yepes, con una visión desprejuiciada y nada común en el Ecuador, por aportar con estas a un mejor y más pleno entendimiento de nuestra realidad política-histórica en el continente americano; donde la palabra Imperio se volvió sinónimo de la explotación capitalista estadounidense, siendo usual escuchar a los sectores ideológicos de izquierda –sobre todo- referirse despectivamente a Estados Unidos como “el imperio”, e incluso haciendo alusiones similares –en el sentido de explotación capitalista- a otros países, en particular a España por su claro pasado imperial en América.

Por su parte el pensador tradicionalista italiano Julius Evola, también desarrolló no solo la contraposición de Imperio e imperialismo, sino que dota al Imperio de un sistema relacionado de aplicación para estos tiempos, basado en la experiencia y el desarrollo histórico de los imperios a lo largo de la historia universal [5]. “El fundamento de todo Estado verdadero es la trascendencia de su principio de la soberanía, de la autoridad y de la legitimidad” [6]. Evola pudo definir el Imperio de esta manera:

En épocas precedentes se pudo hablar de un carácter sagrado del principio de la soberanía y del poder, o sea del Estado [7]… idealmente, una única línea conduce de la idea tradicional de ley y de Estado a la de Imperio [8]… Un ordenamiento político, económico y social creado en todo y por todo para la sola vida temporal es cosa propia exclusivamente del mundo moderno, es decir, del mundo de la anti tradición. El Estado tradicionalmente, tenía en vez un significado y una finalidad en un cierto modos trascendentes, no inferiores a los mismos que la Iglesia católica reivindicó para sí en Occidente: él era una aparición del ‘supramundo’ y una vía hacia el ‘supramundo’ [9]… Después, los Imperios serán suplantados por los ‘imperialismos’ y no se sabrá más nada del Estado a no ser que como organización temporal particular, nacional y luego social y plebeya[10].

Marcos Ghio, el principal traductor de la obra de Julius Evola al castellano y uno de sus principales estudiosos, detalla ejemplificando históricamente estas diferencias entre Imperio e imperialismo:

Por una parte “el romano buscaba el Imperio, más que para poder vender sus productos y comerciar mejor, más que para enriquecerse, tal como acontece con los actuales ‘imperialismos’, para plasmar en la existencia de una idea de justicia y de sacralidad; y era dentro de tal contexto místico como Roma se erguía a sí misma como el centro espiritual del universo, en la cual los distintos pueblos de la tierra hallaban un orden superior a su mera inmediatez y a sus apetitos materiales, consiste en un equilibrio dador de sentido último a sus acciones. Así como el alma es el centro ordenador de un cuerpo evitando por su acción que sus partes se desintegren en una lucha incesante entre sí y en un flujo espontáneo hacia la nada, el Imperio es ese mismo orden superior en el seno de los pueblos y partes diferentes en que se compone una civilización, o aun la humanidad en su conjunto, de arribarse a la idea última de Imperio universal”. [11] Y por otra “la idea moderna de imperialismo, el que no representa otra cosa que una extensión de la economía, queriendo significarse con ello además el otro dogma moderno de que los hombres en última instancia solo se movilizan en la vida en función de satisfacer apetitos materiales y que por lo tanto la política y el imperio no serían sino la consecuencia o ‘superestructura’ de dicha disciplina” [12].

A todo lo expuesto, me ha llamado poderosamente la atención; y considero este mi aporte particularísimo al estudio de las ideas políticas comparadas (en el Ecuador y el mundo); la coincidencia que se genera entre los postulados del pensador y político ecuatoriano Jorge Luna Yepes y los del pensador de la Tradición italiano Julius Evola, y no solo eso, además el hecho de que se generaron estas ideas casi simultáneamente en ambos. Siendo conceptos políticos inéditos hasta entonces tanto en América como en Europa: la dicotomía entre Imperio: unidad política con un fin común trascedente y espiritual (descontando de por sí el bien común); e imperialismo: función de explotación económica internacional [13] y sus definiciones detalladas más arriba. Surgiéndome esta interrogante: ¿Cómo es posible que dos personas, al parecer del todo inconexas [14], llegaron a coincidir en sus tesis? La respuesta que puedo darle a esta es que existe algo llamado la verdad.

Addendum:

Jorge Luna Yepes desde su particular visión histórica -alguien incluso la calificó de historicista-, así como Julius Evola desde la suya -desde la Tradición-, mantuvo la idea del retorno a la unidad perdida fundamentada en el Imperio hasta el final de su vida, en el caso específico de la América hispana, en torno al Imperio Hispano:

“La guerra de la Independencia crearon odio contra España, porque la guerra fue brutal: de parte y parte. Las autoridades españolas aplicaban la ley vigente de pena de muerte para los sublevados con armas; y frente a eso, Bolívar decretó la guerra a muerte: nada de prisioneros: todos fusilados. Cuanto odio y desolación, y de inmediato, la insurgencia dentro de las mismas filas patriotas, las conspiraciones contra Bolívar; la destrucción de sus sueños que le hicieron exclamar: ‘América es ingobernable… los que han servido a la Revolución han arado en el mar… A cambio de libertad hemos perdido todos los demás bienes. Estos pueblos caerán indefectiblemente en manos de la multitud desenfrenada, para después pasar a las de tiranuelos imperceptibles de todos los colores y razas, devorados por todos los crímenes’. Y vino la anarquía a nuestro país y vino la decadencia de España. Muchos grupos se olvidaron que España había hecho la unidad de América, con una lengua; una religión, una raza mestiza, una concepción especial de la vida. Pero, ahora, tenemos que pensar en la reacción racional. Tenemos que formar un frente común de Hispanoamérica y España: y, más aún, de Iberoamérica y España y Portugal… Desde California y Nueva York, hasta Madrid y Filipinas, y la Guinea que habla español, podremos hacer fe de inteligencia… ” [15]. Estas palabras fueron escritas en 1991.

Notas

[1] Luna Yepes, Jorge, Mensaje a las juventudes de España, Ediciones para el bolsillo de la camisa azul, Madrid, 1949. Las cursivas son mías.

[2] Ibídem. Las cursivas son mías.

[3] Luna Yepes, Jorge, Síntesis histórica y geográfica del Ecuador, 2da Edición, Ediciones de Cultura Hispánica, Madrid, 1951, pp. 297.

[4] Ibídem, pp. 309.

[5]Ver: Evola, Julius, Los Hombres y las Ruinas, Ediciones Heracles, Buenos Aires, 1994

[6]Ibídem pp. 33

[7] Ibídem. Las cursivas son mías.

[8] Evola, Julius, Rebelión contra el mundo moderno, Ediciones Heracles, Buenos Aires, 1994, pp. 59

[9] Ibídem, pp. 55 y 56. La cursivas son mías.

[10] Ibídem, pp. 62. La cursivas son mías.

[11] Ghio, Marcos, en la Introducción a la obra de Evola: Imperialismo pagano,Ediciones Heracles, Buenos Aires, 2001, pp. 8 y 9.

[12] Ibídem

[13] Eduard Alcántara, estudioso de la metafísica y la metapolítica, señala: “A medio camino entre el imperio español y otros de corte eminentemente antitradicional (por lo mercantilista de los mismos), como el caso del imperio británico (que alcanzó su máxima expresión en el s. XIX) o del conocido como imperialismo ´yanqui´ (tan vigente en nuestros días), podríamos situar al de la Francia napoleónica. Y no sólo lo situamos a medio camino por una evidente razón cronológica, sino que también lo hacemos porque a pesar de haber perdido cualquier orientación de carácter espiritual (el laicismo consecuente con la Ilustración y la Revolución Francesa fue una de las banderas que enarboló), a pesar de ello, decíamos, más que motivaciones de naturaleza económica (como es el caso de los citados imperialismos británico y estadounidense), fueron metas políticas las que ejercieron el papel de motor de su impulso conquistador. Metas políticas que no fueron otras que las de exportar, a los países que fue ocupando, las ideas (eso sí, deletéreas y antitradicionales) triunfantes en la Revolución Francesa. Percíbanse los métodos agresivos y coercitivos de que se vale el imperialismo antitradicional (como caracterización que es de un nacionalismo expansivo) y compárense con la libre decisión (Sacro Imperio Romano Germánico) de participar en el proyecto común del Imperium que, a menudo, adoptaron reinos y principados. Compárense dichos métodos con la rápida decisión de integrarse en la Romanidad a la que optaron (tras su derrota militar) aquellos pueblos que se enfrentaron a las legiones romanas.” En su artículo “El Imperium a la luz de la Tradición”: http://septentrionis.wordpress.com/2009/02/08/el-imperium-a-la-luz-de-la-tradicion/ consultado a 27 de septiembre de 2011.

[14] No poseo ningún tipo de registro que avalen el conocimiento de Luna Yepes sobre Evola o viceversa.

[15] Luna Yepes, Jorge, “LA ANTIHISTORIA EN EL ECUADOR” -discurso de incorporación a la Academia Nacional de Historia del Ecuador- aparecido en Boletín de la Academia Nacional de Historia del Ecuador, Vol. 74, N° 157-158, Quito, ene-dic. 1991, pp.160 y siguientes.

Fuente: Hispanoamérica unida

Claude Reiss : "Aucune espèce n'est un modèle biologique pour une autre."

TVL - Claude Reiss :

"Aucune espèce n'est un modèle biologique pour une autre."

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Législatives danoises : à droite toute!

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Législatives danoises : à droite toute!
 
Personne ne s’y attendait, pas même les instituts de sondage: le Parti populaire danois Dansk Folkeparti (DF) réalise son meilleur score aux législatives avec 21,1 % des suffrages, soit une progression de neuf points et de quinze sièges par rapport à 2011.
 
Journaliste
Ex: http://www.bvoltaire.fr 

Personne ne s’y attendait, pas même les instituts de sondage : le Parti populaire danois Dansk Folkeparti (DF) réalise son meilleur score aux législatives avec 21,1 % des suffrages, soit une progression de neuf points et de quinze sièges par rapport à 2011. « Nous sommes un parti que ce pays doit prendre au sérieux », s’est réjoui son chef de file, Kristian Thulesen Dahl. Devançant son allié libéral Venstre, qui plafonne à 19,5 %, il devient du même coup, pour la première fois, le plus important parti du bloc de droite. Réunissant aussi Alliance libérale et les conservateurs, celui-ci totalise 52 % des voix et 90 sièges. S’il se maintient en tête avec 26,3 %, le camp des sociaux-démocrates de l’actuel Premier ministre, Helle Thorning-Schmidt, ne pourra prétendre rester au pouvoir, le bloc de gauche ne comptant plus que 85 sièges.

Présenté par la plupart des médias français comme « populiste » et « xénophobe », bien que classé au centre au Danemark, le DF ne cesse de progresser depuis sa création en 1995. Son but : préserver « l’héritage culturel danois ». Lentement mais sûrement, il a réussi à imposer sa ligne, voire à peser sur celle de ses adversaires, au point que l’immigration a été, avec l’économie, le thème phare de la campagne… y compris à gauche. Car pour ne pas se retrouver à la traîne, les sociaux-démocrates n’ont eu d’autre choix que de faire miroiter une politique plus stricte. Helle Thorning-Schmidt est allée jusqu’à poser sur des affiches arborant le slogan « Si vous venez au Danemark, vous devez travailler » – un procédé également utilisé par le gouvernement hongrois de Viktor Orbán ; on imagine la levée de boucliers des associations si François Hollande s’aventurait sur ce terrain miné. « Ils jouent maintenant la carte dure, pour qu’on ne vienne pas les accuser de mollesse », s’agace Andreas Kamm, secrétaire général du Conseil danois pour les réfugiés. L’entreprise de séduction n’aura toutefois pas suffi, les électeurs préférant le discours plus crédible de ses opposants.

Entre 2013 et 2014, le nombre de demandeurs d’asile a doublé au Danemark, pour s’établir à 14.680. Parmi les propositions du bloc de droite durant la campagne : la baisse des allocations pour les nouveaux arrivants et l’attribution d’un permis de séjour permanent uniquement pour ceux ayant un emploi et parlant la langue. Le programme du DF préconise aussi un contrôle des frontières, davantage d’indépendance face à l’Union européenne (via un éventuel recours au référendum, dans le sillage de David Cameron), le refus d’une « transformation multiethnique du pays » et le renforcement de l’État-providence pour les plus précaires et les retraités (à l’inverse des sociaux-démocrates et du Venstre, qui ont privilégié une approche libérale pour stimuler la reprise).

Reste à savoir si le DF acceptera d’entrer dans un nouveau gouvernement mené par le leader de Venstre, Lars Løkke Rasmussen. Jusqu’alors, il s’était contenté de lui apporter son soutien en échange de mesures fermes pour freiner l’immigration, au grand dam du patronat qui réclame de la main-d’œuvre étrangère pour pallier le vieillissement de la population. « Nous n’avons pas peur d’entrer au gouvernement, si c’est par là que nous obtenons la plus grande influence politique », assure Kristian Thulesen Dahl. Il ne leur sera sans doute pas aisé d’accorder leurs violons, mais preuve est faite que des alliances constructives peuvent être scellées entre les courants qui, au-delà de leur petite cuisine interne, défendent une certaine idée de leur pays et de ses racines. À bon entendeur…

Chinas maritime und eiserne Seidenstrassen: Mittel zur Weltherrschaft?

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Chinas maritime und eiserne Seidenstrassen: Mittel zur Weltherrschaft?
 
Ex: http://strategische-studien.com

Die Aufrüstung Chinas in der Gegenwart und die Vorbereitungen zum asymmetrischen Krieg auf See

In den letzten Jahren hat China gemäss Publikationen des US-Verteidigungsministeriums in verschiedene wichtige militärische Programme investiert. Es sind dies Waffensysteme, mit denen die chinesischen Seestreitkräfte in einem Konfliktfall mit den USA einen asymmetrischen Krieg führen könnten und dadurch China die Herrschaft über das Ost- und das Südchinesische Meer erlangen dürfte. Dazu gehören nuklear- und dieselelektrisch angetriebene U-Boote, ballistische Lenkwaffen gegen Flugzeugträger, Waffen zur U-Boot-Abwehr, Marschflugkörper gegen Schiffe und Landziele, moderne Überwasserkriegsschiffe und sogar ein Flugzeugträger. Gleichzeitig baut China verschiedene Stützpunkte auf den Spratley Islands und nimmt an der Piratenbekämpfung im Golf von Aden teil. Des Weiteren investiert China in Cyberspace, im Weltraum und im elektromagnetischen Spektrum.[1] Am Ende könnte China dank dieser Rüstungsprogramme die USA aus dem westlichen Pazifik verdrängen und dadurch auch das amerikanische Allianzsystem zerstören. Diese Aufrüstung – 2014 soll China für seine Verteidigung offiziell 136.3 Milliarden US-Dollar ausgegeben haben[2] – könnte aber als Tarnung für eine weit subtilere Strategie dienen.

Die Perlenkette im Indischen Ozean

In den letzten Jahrzehnten hat China den Bau verschiedener Häfen in Staaten des Indischen Ozeans finanziert. Dazu gehören Gwadar in Pakistan, Hambantota in Sri Lanka, Chittagong in Bangladesch und Sittwe in Myanmar. Offiziell dienen die Häfen China dazu, seinen Import an Erdöl aus dem Mittleren Osten und Afrika zu schützen. China bezieht pro Tag über das Meer u.a. aus Saudi-Arabien 997‘000 Barrel, aus Angola 816‘000 Barrel, aus Oman 597‘000 Barrel, aus dem Irak 573‘000 Barrel und aus dem Iran 551‘000 Barrel.[3]

Bei der Versorgung über das Meer ist China mit dem Problem konfrontiert, dass zwei wichtige Chokepoints durch die USA kontrolliert und beherrscht werden. Es sind dies die Strasse von Malakka und die Strasse von Hormoz. Für die Umgehung der Malakkastrasse hat China bereits eine Erdöl- und Erdgaspipeline vom Hafen von Sittwe in Myanmar in den Südosten Chinas gebaut. Diese Pipeline weist eine Länge von 2‘414 km auf und soll seit 2013 für das Umladen von Erdöl aus dem Mittleren Osten einsatzfähig sein.[4]

Im April dieses Jahres hat der chinesische Präsident Xi Jinpeng mit Pakistan einen Vertrag zur Errichtung eines Wirtschaftskorridors zwischen Pakistan und China unterzeichnet. China hat bereits in den Bau des Hafens von Gwadar 200 Milliarden US-Dollar investiert. Der Bau einer Schnellstrasse, einer Eisenbahnlinie und einer Pipeline von Gwadar nach Kashgar in der autonomen Provinz Xinjiang will China mit 46 Milliarden US-Dollars finanzieren.[5]

Mit seiner Perlenlette der Häfen im Indischen Ozean und den erwähnten Pipelines dürfte China die Absicht verfolgen, die Kontrolle der Malakkastrasse durch die USA teilweise zu umgehen und damit die Gefahr eines Unterbruchs seiner Erdöl- und Erdgasversorgung in einem Konfliktfall zu mindern. Diese Perlenkette an Häfen und die zwei Pipelines werden als Chinas maritime Seidenstrasse bezeichnet.

Die eiserne Seidenstrasse

China will sich nicht nur dem Würgegriff der Seemacht USA entziehen, sondern strebt auch die Vorherrschaft über Eurasien an. Geopolitiker wie Halford Mackinder haben schon vor dem Ersten Weltkrieg Eurasien aufgrund seiner geographischen Lage, seiner Ressourcen und seiner Bevölkerungsgrösse als das Zentrum der Welt bezeichnet. Wer Eurasien beherrschen kann, beherrscht die Welt, so Mackinder in einem Referat 1904.[6] China baut nicht nur Pipelines nach Kasachstan und Russland für seine Erdöl- und Erdgasversorgung, sondern errichtet bis 2030 ein Schienennetz von 25‘745 km Länge für Hochgeschwindigkeitszüge für 300 Milliarden US-Dollar. Mit diesem Netz werden alle Städte Chinas miteinander verbunden sein.[7]

Gleichzeitig verbindet China schrittweise die Eisenbahnnetze der Nachbarstaaten mit dem eigenen. Dieses Projekt hat 2008 begonnen und soll zur Eurasischen Landbrücke führen. In Ergänzung zur Transsibirischen Eisenbahn wird eine zweite Eisenbahnverbindung von China über die zentralasiatischen Staaten Kasachstan, Usbekistan und Turkmenistan zum Normalspurnetz Europas gebaut. Mit dieser eisernen Seidenstrasse soll eine direkte Verbindung zwischen dem Osten und dem Westen Eurasiens erreicht werden. Wie im Mittelalter sollen Güter aus China ohne Hindernisse und Verzug die Märkte Europas erreichen. Computer, Autoteile, hochwertige Produkte werden innert 20 Tagen die 10‘780 km von Chongqing in China zu deutschen Städten wie Leipzig zurücklegen.[8] Der Zeitaufwand von 35 Tagen, die der Transport über die Meere benötigt, wird auf beinahe die Hälfte gekürzt werden.

Durch die eiserne Seidenstrasse Chinas soll die Vorherrschaft der Seemacht USA ausmanövriert werden. China plant übrigens den Bau weiterer Eisenbahnstrecken, wie z.B. die Verbindung von Brasilien an die Pazifikküste von Peru. Damit sollen die Nahrungsmittel und Rohstoffe Brasiliens auf chinesischen Schiffen im Pazifik verschifft werden und damit direkt – ohne den Umweg über den Panamakanal, der nach wie vor von den USA kontrolliert wird – China erreichen.[9] Die Machthaber in Beijing planen auch den Bau einer Hochgeschwindigkeitsverbindung zwischen Beijing und Moskau für 230 Milliarden US-Dollar. Innert 2 Tagen sollen die 7‘000 km durchfahren werden.[10]

Fazit

Dieses Jahrhundert könnte nicht nur den Baubeginn der chinesischen Eisenbahnprojekte erleben, sondern möglicherweise dank dieser Eisenbahnnetze bis 2050 auch die Herrschaft Chinas über ganz Eurasien. In diesem Fall würde die Seemacht USA trotz ihrer gegenwärtigen see- und luftstrategischen Überlegenheit ihre Herrschaft über Eurasien verlieren und am Ende auf Nordamerika zurückgedrängt sein.

[1] Office of the Secretary of Defense, Annual Report to Congress, Military and Security Developments Involving the People’s Republic of China 2015, Washington DC, 2015, p. 31.

[2] Office of the Secretary of Defense, p. 50.

[3] Office of the Secretary of Defence, p. 25.

[4] McCoy, A., The Geopolitics of American Global Decline, Washington Versus China in the Twenty-First Century, Informations Clearing House, 2015, p. 7.

[5] McCoy, A., p. 5.

[6] McCoy, A., p. 1-3.

[7] McCoy, A., p. 6.

[8] McCoy, A., p. 6.

[9] Stratfor, Chinese Rail: Fostering Regional Change With Global Implications, May 26, 2015.

[10] McCoy, A., p. 6.

samedi, 20 juin 2015

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Ayn Rand & Ortega y Gasset

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Ayn Rand & Ortega y Gasset

Editor’s Note:

This essay was written in 2000 and published online at a long-defunct website. It is really a sketch of a more detailed research project that somebody else might wish to carry out. Even as such, I think it deserves a new lease on life. I do not regret a single hour spent reading Ortega. 

“The apparent egoism of great nations and of great men is the inevitable sternness with which anyone who has his life fixed on some undertaking must bear himself. When we are really going to do something and have dedicated ourselves to a purpose, we cannot be expected to be ready at hand to look after every passer-by and to lend ourselves to every chance display of altruism.”—Ortega y Gasset, The Revolt of the Masses 

Though today almost forgotten, José Ortega y Gasset (1883–1955) is Spain’s greatest philosopher and was one of the 20th century’s most prominent public intellectuals. Historians of philosophy usually place Ortega in the traditions of phenomenology, existentialism, and “Lebensphilosophie” (life-philosophy), and they are right. His greatest philosophical debts are to Nietzsche and Wilhelm Dilthey. His philosophical interests focused on the relationship of human life to history, culture, and the moral life. Ortega was an individualist and an advocate of liberal democracy. He was also an unabashed elitist who held an “aristocratic” theory of history and culture and thus deplored both capitalism and communism as forms of “mass” society, which are destructive of culture and individuality.

Although he was committed to a lofty view of philosophy as a way of life and held an academic position in Spain, Ortega was the antithesis of the ivory tower intellectual. He had journalism in his blood. He claimed that he was “born on a rotary press.” His father was a prominent novelist and journalist; his mother’s family owned a prominent liberal newspaper, El Imparciel. Writing for El Imparciel and other periodicals, Ortega developed the ability to make deep and rigorous thoughts accessible in a lucid, elegant, and colorful literary style. He also took part in founding three important institutions: La Escuela Superior del Magisterio in Madrid, which exercised great influence on Spanish higher education; Calpe publishers, one of Spain’s most important intellectual publishers; and the monthly journal Revista de Occidente, which became one of Europe’s most prestigious journals of ideas—all while turning out a steady stream of philosophical books and essays.

In the 1930s, translations of Ortega’s books The Dehumanization of Art and The Revolt of the Masses made him famous around the world. In 1931, after the fall of the monarchy and the Right-wing dictatorship of Primo de Rivera, the Second Spanish Republic was declared. Ortega was elected to the new congress. Tiring quickly of politics, he withdrew from public life the following year. In 1936, the Spanish Civil War erupted, and Ortega became an exile in France, Portugal, and Argentina. He visited Spain in 1945 and 1946, and returned in 1948, dying there of cancer in 1955. In his last decades, he traveled widely, lecturing in Germany, Argentina, and the United States.

Ortega had almost no impact on academic philosophy in the United States, but he enjoyed a wide lay readership—including the young Ayn Rand. In 1932, his The Revolt of the Masses was a best-seller. Other important titles include History as a System (the title essay of which is the clearest statement of Existentialism ever written), Man and People (on the nature of individuality and social life), The Mission of the University (on liberal education), The Modern Theme and Man and Crisis (on the nature of modernity), The Origin of Philosophy and What is Philosophy? (the titles are self-explanatory), Historical Reason and An Interpretation of Universal History (on the philosophy of history), and Meditations on Quixote and Phenomenology and Art (on art and literature). Ortega’s books were published primarily by Norton and other trade publishers, not by academic presses, and a number of titles remain in print to this day. In 1949, his inaugural address to the Goethe Festival in Aspen was covered by Time, Atlantic Monthly, and the New York Times. In 1952, he was declared one of the 100 most important people in the contemporary world.

I wish to briefly consider three aspects of the relationship of Rand and Ortega. First, I will examine Rand’s 1934 notes on The Revolt of the Masses. Second, I will suggest that Revolt may have planted some of the seeds of Atlas Shrugged. Third, I will follow up on suggestion of Louis Torres and Michelle Marder Kamhi that Ortega’s 1957 book On Love may have influenced Rand’s concept of “sense of life.”

My aim is to throw light on the development of Ayn Rand’s thought. This is not the forum or format for mounting a full-scale defense of my thesis, but I will be content simply to encourage more people to read Ortega’s work.

The Noble and the Base

Ortega upholds a “radically aristocratic interpretation of history.” He does not argue that society ought to be aristocratic, nor is he an apologist for actual aristocracies. Instead, he claims that “human society is always . . . aristocratic by its very essence, to the extreme that it is a society in the measure that it is aristocratic, and ceases to be such when it ceases to be aristocratic” (Revolt, 20). All societies are “aristocratic” insofar as their existence depends upon small elites of superior individuals. This superiority exists along a number of dimensions.

In modern technological society, the most apparent distinction between elite and masses is drawn in terms of technological expertise. As technology advances, the very existence of more and more people comes to depend upon technologies which can be understood by a smaller and smaller percentage of the population.

ortega2.jpgOrtega clearly appreciates the value of modern technology and admires the skills of those who develop and apply it. But he does not think that technocrats constitute a true elite. In fact, he tends to regard them merely as mass men with high IQs—clever barbarians, indispensable barbarians, but barbarians nonetheless. Ortega also thought that the progress of industrialism and technology would bring about the worst form of mass society: a global and homogeneous mass society.

Technicians are not the highest type of man, because there is something higher than technical knowledge: the wisdom needed to use technique rightly. “We live at a time when man believes himself fabulously capable of creation, but he does not know what to create. Lord of all things, he is not lord of himself.” Modern technical man is in the same situation as the young Louis XV: “He had all the talents except the talent to make use of them” (Revolt, 44).

But how does one acquire wisdom? Here Ortega reveals his debts to the ancient Greeks. His answer has three aspects. First is liberal education, which is comprehensive rather than specialized and focuses upon moral rather than technical issues. Second is apprenticeship in living traditions of practical reason and moral judgment, such as jurisprudence, statecraft, and all-round good judgment. Third is a spiritual attitude: the openness of the soul toward ideals that transcend it and a restless, erotic drive to pursue them.

Ortega calls this spiritual orientation “nobility.” It is primarily discussed in chapter seven, “Noble Life and Common Life, or Effort and Inertia”:

The select man, the excellent man is urged, by interior necessity, to appeal from himself to some standard beyond himself, superior to himself, whose service he freely accepts. . . . we distinguished the excellent man from the common man by saying that the former is the one who makes great demands upon himself, and the latter the one who makes no demands upon himself, but contents himself with what he is, and is delighted with himself. . . . it is the man of excellence who lives in essential servitude. Life has no savour for him unless he makes it consist in service to something transcendental. Hence he does not look upon the necessity of serving as an oppression. When, by chance, such necessity is lacking, he grows restless and invents some new standard, more difficult, more exigent, with which to coerce himself. This is life lived as a discipline—the noble life. Nobility is defined by the demands it makes on us—by obligations, not by rights. Noblesse oblige. “To live as one likes is plebeian; the noble man aspires to order and law” (Goethe). (Revolt, 63)

For me . . . nobility is synonymous with a life of effort, ever set on excelling itself, in passing beyond what one is to what one sets up as a duty and an obligation. In this way the noble life stands opposed to the common or inert life, which reclines statically upon itself, condemned to perpetual immobility, unless an external force compels it to come outside itself. Hence we apply the terms mass to this kind of man—not so much because of his multitude as because of his inertia. (Revolt, 65)

Ortega is essentially restating Nietzsche’s contrast between the “overman”—the man oriented to constant self-surpassing—and the “last man,” who is characterized by complacency, contentment, and inertia. The noble soul—a soul open to and oriented toward ideals—is the essential characteristic of the true aristocrat. By contrast, mass man is characterized by a soul that is “closed” to anything lofty and ideal. He does not guide his actions by looking up (to the ideal), but by looking down (to appetite or expediency) and to the side (to the opinions of his fellow mass men). Because the noble man orients himself by ideals, he is perpetually dissatisfied with himself and strives unceasingly for perfection. Because mass man orients himself by appetite, expediency, and opinion, he is characterized by smugness and contentment. Noble man’s orientation toward ideals that transcend the present gives him an external perspective on the present. This grants him a measure of intellectual liberty: relative freedom from prejudice, opinion, and convention. He has the courage to think for himself. Mass man, by contrast, has no critical distance from the present. Hence he tends toward relativism, jingoism, conventionality, and conformity. Following Nietzsche, Ortega holds that human vitality requires striving for transcendent goals. Noble man, therefore, is truly alive, while mass man is decadent and devitalized.

Rand’s Reaction to Ortega

In an entry in her first philosophical journal dated May 15, 1934, Ayn Rand discusses the first of the passages on nobility quoted above:

In regard to The Revolt of the Masses: Isn’t it a terrible generalization—that can be interpreted in too many different ways—to say that a “noble” man strives to serve and obey, and the “mass” man to do as he pleases?

If what is meant is the noble man’s servitude to his own standards and ideas—is that to be called servitude? If the standards are his, isn’t he doing precisely what he pleases? No truly noble man is going to obey standards set for him by someone else. That is the action of the mass man. It is the mass man who cannot do as he wishes, because he has no wishes; he has to have his standards—or the nearest to that word that he can come—dictated to him. (Journals of Ayn Rand, 70)

This looks like a critique, but in fairness to Ortega, it should be noted that Rand agrees with the substance of his thought and is quarreling only with his expression of it. When Ortega speaks of the noble man’s service and obedience, he is talking about serving and obeying the ideals and values he has chosen for himself. So at bottom he is merely obeying himself. When Ortega characterizes the mass man as doing what he pleases, he means following appetite, expediency, and public opinion. Rand’s “critique” consists merely in pointing out that, in a different sense of the term, the noble man “does what he pleases” and the mass man does not. In a different sense of the term, the mass man is “servile” and the noble man is not. In fairness to Rand, however, this kind of wordplay is very common in journals, where one “thinks out loud” and turns ideas over in one’s mind to assimilate them.

Evidence that Rand did assimilate some of Ortega’s ideas can be found in Rand’s journal entry for the very next day.

Ortega, Rand, and the Crisis of Liberal Democracy

In The Revolt of the Masses, Ortega claims that the rise of mass man is a product of three factors which came together in the 19th century: “liberal democracy, scientific experiment, and industrialism. The two latter may be summed up in one word: technicism” (Revolt, 56). Like Rand, Ortega was a great admirer of the 19th century. Yet, like Rand, he thought that it contained the means of its own destruction:

. . . by submitting the seed of humanity to the treatment of two principles, liberal democracy and technical knowledge, in a single century the species in Europe has been triplicated [from 180 to 460 million].

Such an overwhelming fact forces us, unless we prefer not to use our reason, to draw these conclusions: first, that liberal democracy based on technical knowledge is the highest type of public life hitherto known; secondly, that that type may not be the best imaginable, but the one we imagine as superior to it must preserve the essence of those two principles, and thirdly, that to return to any forms of existence inferior to that of the XIXth Century is suicidal.

Once we recognise this . . . we must then rise up against the XIXth Century. If it is evident that there was in it something extraordinary and incomparable, it is not less so that it must have suffered from certain radical vices, certain constitutional defects, when it brought into being a caste of men—the mass man in revolt—who are placing in imminent danger those very principles to which they owe their existence. (Revolt, 52)

One principle to which the masses owe their existence is limited government. Ortega claims that limited government arises from the pagan aristocratic virtues of magnanimity, generosity, and honorableness in dealing with one’s political opponents:

The political doctrine which has represented the loftiest endeavour towards common life is liberal democracy. . . . Liberalism is that principle of political rights, according to which the public authority, in spite of being all powerful, limits itself. . . . Liberalism—it is well to recall this today—is the supreme form of generosity; it is the right which the majority concedes to minorities and hence it is the noblest cry that has ever resounded on this planet. (Revolt, 76)

Unfortunately for liberalism, these virtues are in short supply among the masses.

Like all classical liberals, Ortega regarded government as merely a means for coordinating independent human activities. Mass man, however, resents the activity, independence, self-restraint, personal responsibility, and risk-taking required by liberalism. Thus he demands that the state be more active so that he can be more passive. This sets in motion a tragic process of inversion, which Ortega discusses in Revolt chapter 13, “The Greatest Danger, the State”:

Is the paradoxical, tragic process of Statism now revealed? Society, that it may live better, creates the State as an instrument. Then the state gets the upper hand and society has to live for the State. . . . This is what State intervention leads to: the people are converted into fuel to feed the mere machine which is the State. The skeleton eats up the flesh around it. The scaffolding becomes the owner and tenant of the house. (Revolt, 122)

Ortega believed that the magnificent machinery of 19th century liberalism and capitalism was ultimately undermined by its moral code, and when this code itself collapsed, European civilization succumbed to nihilism. In the last chapter of Revolt, Ortega writes:

This is the question: Europe has been left without a moral code. It is not that the mass-man has thrown over an antiquated one in exchange for a new one, but that at the centre of his scheme of life there is precisely the aspiration to live without conforming to any moral code. (Revolt, 187)

Europe is now reaping the painful results of her spiritual conduct. She has adopted blindly a culture which is magnificent, but which has no roots. (Revolt, 189)

Although Ortega is cagey about naming the source of this nihilism, here too he is a follower of Nietzsche. The problem is Christianity, the very first revolt of the masses—the metaphysical and moral revolt which made possible the social and political revolt, including the nihilistic negation of Christianity itself. The solution, then, is a new moral code, which somehow weds pagan Greece’s aristocratic and vital ethic of self-actualization to 19th-century liberalism.

The Fountainhead of The Fountainhead?

José Ortega y Gasset - La Rebelión de las Masas.jpgAyn Rand’s philosophical journal for May 16, 1934, begins with a passage by the American journalist Alexander Wolcott contrasting the cultural atmosphere of the Soviet Union with the West. It closes with a passage copied out from the last chapter of The Revolt of the Masses. Between them, Rand wrote two remarkable paragraphs:

The new conception of the State that I want to defend is the State as a means, not an end; a means for the convenience of the higher type of man. The State as the only organization. Within it-all have to remain individuals. The State, not as a slave of the great numbers, but precisely the contrary, as the individual’s defense against great numbers. To free man from the tyranny of numbers. (Journals, 73–74)

This passage reflects Ortega’s ideas and even his language. Rand takes up Ortega’s contrast between the state as means and the state as end. Rand even follows his penchant for capitalizing the word “State.” (This distinction was not, of course, invented by Ortega. But the fact that Rand uses it alongside a passage from Revolt is good evidence that Ortega was her point of departure.) Rand then develops this initial distinction in terms of Ortega’s distinction between the masses and the elite—“the great numbers” and “the higher type of man.” Ortega would, furthermore, agree that the proper aim of the state is to free men from one another, allowing extraordinary individuals to pursue excellence.

Rand’s second paragraph develops this theme:

The fault of liberal democracies: giving full rights to quantity (majorities), they forget the rights of quality, which are much higher rights. Prove that differences of quality not only do exist inexorably, but also should exist. The next step—democracy of superiors only. This is not possible without a very high and very powerful sense of honor. This, in turn, is not possible without a set of values from which this honor is to be derived. The new set of values: supreme egoism. (Journals, 74)

This paragraph also reflects Ortega’s ideas and language. Like Ortega, Rand is concerned with the crisis of “liberal democracy.” Like Ortega, Rand sees this crisis as the rise of the masses. Like Ortega, Rand describes this as a conflict between the rights of “quality” and “quantity” (cf. Revolt, 13–14). Like Ortega, Rand thinks that the survival of liberal democracy depends upon rule by the best. Rule by the best is liable, however, to degenerate into illiberalism unless the rulers have a “very high and very powerful sense of honor.” Like Ortega, Rand thinks that this sense of honor requires a new moral code radically different from Christianity and its secular offshoots.

It is interesting that the journal entries where Rand discusses Ortega contain her first known discussions of the necessity of creating a new, egoistic moral code for liberal democracy—a system she would later call capitalism. On December 4, 1935, Rand began writing notes for The Fountainhead. In these notes, she makes it clear that her aim is precisely to create such a moral code. Consider, for example, this passage from the notes of December 22, 1935:

If all of life has been brought down to flattering the mob, if those who can please the mob are the only ones to succeed—why should anyone feel any high aspirations and cherish any ideals? The capitalistic world is low, unprincipled, and corrupt. But how can it have any incentive toward principles if its ideology has killed the only source of principles—man’s “I”? Christianity has succeeded in eliminating “self” from the world of ethics, by declaring “ethics” and “self” as incompatible. But that self cannot be killed. It has only degenerated into the ugly modern struggle for material success at the cost of all higher values, since these values have been outlawed by the church. . . . Until man’s “self” regains its proper position, life will be what it is now: flat, gray, empty, lacking in all beauty, all fire, all enthusiasm, all meaning, all creative urge. That is the ultimate theme of the book—Howard Roark as the remedy for all modern ills. (Journals, 84)

While it would be a mistake to reduce Ayn Rand to a Frankenstein monster, patched together from the disjecta membra of the philosophical tradition, it would be equally erroneous to reject the possibility that she was influenced by other thinkers. Even the most original and singular philosopher develops in dialogue with the world and other philosophers. It is seldom possible to make an airtight case for intellectual influence, but if Rand first conceived the moral project of The Fountainhead—and all of her subsequent works—while writing her journal entries for May 15 and 16, 1934, she did so in dialogue with Ortega.

The Atlas Behind Atlas Shrugged?

Clear proof that Ortega’s impression on Rand was powerful enough to last more than a decade is found in her notes for Atlas Shrugged dated April 10th, 1946. In a list of “Characters needed,” Rand first sketches Hugh Akston, the philosophical mentor of John Galt:

The philosopher. A kind of Ortega y Gasset—vaguely. A kind of Aristotle if he came back to life today. Or even Thomas Aquinas. (Journals, 405)

The use of the word “vaguely” in this passage probably indicates some hesitation on Rand’s part. At this point in her development, Rand was moving away from such Continental influences as Nietzsche and Ortega toward Aristotle and Aquinas. This is borne out by the fully-developed character of Hugh Akston, who teaches such Aristotelian principles as “Everything is something” and “By the essence and nature of existence, contradictions cannot exist.” It may, however, be the case that Ortega’s distinguished and aristocratic persona influenced Rand’s characterization of Akston the man. But Ortega was far too suave to be imagined running a diner.

There is another connection between Ortega and Atlas Shrugged, this one far more important to the book’s central theme. Throughout The Revolt of the Masses, Ortega stresses the tendency of mass man to ignorantly undermine the conditions of his very existence:

. . . the common man, finding himself in a world so excellent, technically and socially, believes that it has been produced by nature, and never thinks of the personal efforts of highly-endowed individuals which the creation of this new world presupposed. Still less will he admit the notion that all these facilities still require the support of certain difficult human virtues, the least failure of which would cause the rapid disappearance of the whole magnificent edifice. (Revolt, 58)

My thesis, therefore, is this: the very perfection with which the XIXth Century gave an organisation to certain orders of existence has caused the masses benefited thereby to consider it, not as an organised, but as a natural system. Thus is explained and defined the absurd state of mind revealed by these masses; they are only concerned with their own well-being, and at the same time they remain alien to the cause of that well-being. As they do not see, behind the benefits of civilisation, marvels of invention and construction which can only be maintained by great effort and foresight, they imagine that their role is limited to demanding these benefits peremptorily, as if they were natural rights. In the disturbances cause by scarcity of food, the mob goes in search of bread, and the means it employs is generally to wreck the bakeries. This may serve as a symbol of the attitude adopted, on a greater and more complicated scale, by the masses of to-day towards the civilisation by which they are supported. (Revolt, 59–60)

If one wished to offer concrete illustrations of these principles—the dependence of modern civilization upon the moral virtues and technical expertise of small elites, the failure of the masses and their political leaders to appreciate this fact, the grotesque injustice of the masses oppressing the elites who make their lives possible, and the destruction that would result if the elites simply . . . disappeared—could one do any better than Atlas Shrugged?

Rand, Ortega, and “Sense of Life”

There is conclusive evidence that Ayn Rand read The Revolt of the Masses because she quotes it in her philosophical journals for May 15 and 16, 1934, and there is good reason to think that Ortega influenced key ideas expressed in The Fountainhead and Atlas Shrugged. The publicly available materials do not, however, offer conclusive evidence that Rand read any other works by Ortega.

Nevertheless, a circumstantial case can be made, based on doctrinal comparisons, for the thesis that Ayn Rand’s concept of “sense of life” was influenced by Ortega, specifically his book The Modern Theme, published in America 1933 and his essay “The Role of Choice in Love,” published in English in 1957 in the volume On Love: Aspects of a Single Theme.

I am not the first person to suggest that Rand’s concept of sense of life is indebted to Ortega. In 1991 and 1992, Louis Torres and Michelle Marder Kamhi published a series of essays in Aristos entitled “Ayn Rand’s Philosophy of Art: A Critical Introduction.” In a note, Torres and Kamhi call attention to Ortega’s On Love. (They credit Peter Saint-Andre for calling the passage to their attention.)

The phrase “sense of life” (sentimiento de la vida) is not uncommon in Spanish literature and philosophy. Indeed, the most famous work of Spanish philosophy after Revolt is Miguel de Unamuno’s The Tragic Sense of Life (Del Sentimiento Tragico de la Vida), which has been in print in English since its first translation in 1921. (Rand appends the following P.S. to a letter to Frank Lloyd Wright dated October 10, 1946: “No, I have not read The Tragic Sense of Life by Unamuno, but I shall get it and read it” [The Letters of Ayn Rand, 118]. Unamuno and Rand is a topic for another essay.) 

Rand on Sense of Life

In her essay “Philosophy and Sense of Life” (reprinted in The Romantic Manifesto), Ayn Rand places both philosophy and sense of life in the genus of world views, comprehensive accounts of reality. A sense of life is a largely subconscious, implicit, and unarticulated world view, whereas a philosophy is a conscious, explicit, and articulated world view. Rand’s fullest definition of sense of life characterizes it as “a pre-conceptual equivalent of metaphysics, an emotional, subconsciously integrated appraisal of man and of existence. It sets the nature of a man’s emotional responses and the essence of his character” (Romantic Manifesto, 25).

There is an evaluative dimension to a sense of life: “The key concept, in the formation of a sense of life, is the term ‘important.’ It is a concept that belongs to the realm of values, since it implies an answer to the question: Important—to whom?” Rand claims that the concept of importance does not pertain to specifically moral values, but to something more fundamental: “It pertains to that aspect of metaphysics which serves as a bridge between metaphysics and ethics: to a fundamental view of man’s nature” which serves as “the base of ethics.”

Rand describes a sense of life as an “emotional” world view, whereas a philosophy is a “conceptual” world view. She claims that “a sense of life is formed by a process of emotional generalization which may be described as a subconscious counterpart of a process of abstraction. . . . But it is a process of emotional abstraction: it consists of classifying things according to the emotions they invoke.” By contrast, a philosophy is formed by a conscious process of abstraction. (It is not exactly clear how a sense of life can be formed by means of emotions, for Rand’s theory that emotions are based upon implicit value judgments means that whenever there are emotions there is already an implicit world view, a sense of life.)

Whereas many people can share one and the same philosophy, a sense of life is as unique as each individual. Like people, senses of life can be similar, but never the same:

A sense of life always retains a profoundly personal quality; it reflects a man’s deepest values; it is experienced by him as a sense of his own identity. A given person’s sense of life is hard to identify conceptually, because it is hard to isolate: it is involved in everything about that person, in his every thought, emotion, action, in his every response, in his every choice and value, in his every spontaneous gesture, in his manner of moving, talking, smiling, in the total of his personality. It is that which makes him a “personality.”

Rand also holds that the process of maturation requires that we transform our unique and individual senses of life into a conscious, articulate, rational philosophy—preferably the one true philosophy. Rand should, however, have explained how this process need not entail a progressive loss of individuality as one’s ideas (and hence one’s personality) move toward those of the one true philosopher.

Rand goes on to claim that there are:

. . . two aspects of man’s existence which are the special province and expression of his sense of life: love and art. . . . Love is a response to values. It is with a person’s sense of life that one falls in love—with that essential sum, that fundamental stand or way of facing existence, which is the essence of personality. One falls in love with the embodiment of the values that formed a person’s character, which are reflected in his widest goals or smallest gestures, which create the style of his soul. . . . It is one’s own sense of life that acts as the selector, and responds to what it recognizes as one’s own basic values in the person of another.

Art is a sensuous concretization of the artist’s sense of life, “a selective re-creation of reality according to an artist’s metaphysical value-judgments.” When one encounters a work of art, “It is the viewer’s or reader’s sense of life that responds . . . by a complex, yet automatic reaction of acceptance and approval, or rejection and condemnation” (“Art and Sense of Life,” Romantic Manifesto, 35). 

Art and “Sense of Life” in Ortega’s Modern Theme

Just as Rand says that there are “two aspects of man’s existence which are the special province and expression of his sense of life: love and art,” Ortega chiefly employs the concept of sense of life and the related concept of “vital sensibility” (“sensibilidad vital”) in his writings on love and art.

For instance, in Ortega’s third book The Modern Theme, first published in 1923, he sketches the foundations of his life-centered, vitalist philosophy of man and culture. Here the formative influence of Nietzsche is most evident. Both in language and substance, the book brings Ayn Rand to mind. Since it was published in America only a year before Rand read Revolt, it is certainly possible that Rand read it too. Ortega speaks of “individualism” and “collectivism,” of “moral codes” and “hierarchies of values.” He likens abstract thought to “algebra.” He seeks to ground his conceptions of reason, value, and culture in man’s nature as a living being. He defines his conception of “vital reason” in contradistinction to the false dichotomy of rationalism and relativism. He describes rationalism in terms that strongly resemble Rand’s critique of what David Kelley calls “diaphanous” reason, i.e., “pure” consciousness without identity. Instead, he treats reason as a biological activity, likening it to the digestive system. Yet he excoriates relativistic forms of naturalism for denying the objectivity and transcendence of values. And he speaks of “sense of life.”

In his first chapter, “The Concept of the Generation,” Ortega sets out the fundamental concept of his philosophy of history: “vital sensibility”:

Changes of an industrial or political nature are superficial: they depend upon ideas, upon contemporary fashions in morals and aesthetics. But ideology, taste and morality in their turn are no more than consequences or demonstrations of the root feeling that arises in the presence of life, the sensations of existence in its undifferentiated totality. What we are going to call vital sensibility is the primary phenomenon of history and the first we should have to define in order to understand a particular age” (The Modern Theme, 13).

Here Ortega uses “vital sensibility” to refer to a tacit, unarticulated world view, though unlike Rand he refers to a collective world view, a Zeitgeist, not an individual world view.

The actual phrase “sense of life” appears in the ninth chapter, “Signs of the Times,” in the midst of a discussion of modern art: “This revolutionary attitude to art reveals one of the most widespread features in the new reaction to existence: it is what I long ago called the sense of life as a sport and as a festivity” (The Modern Theme, 82).

But is it plausible that the mere usage of “sense of life” in a discussion of art could have made an impression on Rand? I believe so, because Ortega was quite well-known for his views on aesthetics. Two years after The Modern Theme, in 1925, Ortega published The Dehumanization of Art, an entire book on modern art. This book was published in English in 1930 and was one of Ortega’s best-known works. If Rand heard of Revolt, then she likely heard of Dehumanization as well. Thus, if Rand did read The Modern Theme, Ortega’s remarks on modern art would probably have drawn her attention. (Although Dehumanization was sought out and read as simply an attack on modernism, Ortega’s attitude was more complex and subtle. He disapproved of the content of modern art, but thought that it represented a vital insurrection against a devitalized, decadent, and reified cultural establishment.) 

Love and “Sense of Life” in Ortega’s On Love

The Modern Theme contains the term “sense of life” and the concept of “vital sensibility,” which is an implicit collective world view. Ortega’s essay “The Role of Choice in Love” from On Love does not use the phrase “sense of life,” but it does speak of a completely individualized implicit world view which he terms “metaphysical sense” (sentimiento, the same term in “sense of life,” but translated here as “sentiment”). This sense lies at the core of one’s personality and is most clearly manifested in love.

Ortega begins by discussing the role of value judgments in general in the constitution of the personality:

The essential core of our individuality is not fashioned from our opinions and experiences; it is not founded upon our temperament, but rather upon something more subtle, more ethereal and independent of these. We are, more than anything else, an innate system of preferences and distastes. Each of us bears within himself his own system, which to a greater or lesser degree is like that of the next fellow, and is always rigged and ready, like a battery of likes and dislikes, to set us in motion pro or contra something. The heart, an acceptance and rejection machine, is the foundation of our personality. (On Love, 79)

The only difference between Ortega and Rand is Ortega’s reference to “innate” preferences—a notion which Rand at first embraced and later rejected.

Because of the human penchant for deceiving both self and others, our deepest preferences are revealed more reliably by our deeds than by our words, and the most revealing deed of all is falling in love:

There are situations, moments in life, in which, unawares, the human being confesses great portions of his ultimate personality, of his true nature. One of these situations is love. In their choice of lovers both the male and the female reveal their essential nature. The type of human being which we prefer reveals the contours of our heart. Love is an impulse which springs from the most profound depths of our beings, and upon reaching the visible surface of life carries with it an alluvium of shells and seaweed from the inner abyss. (On Love, 82)

Ortega then connects love to our deepest values, which he calls our “metaphysical sense”:

The need for love is one of the most inward [psychological themes]. Probably, there is only one other theme more inward that love: that which may be called “metaphysical sentiment,” or the essential, ultimate, and basic impression which we have of the universe. This acts as the foundation and support for our other activities, whatever they may be. No one lives without it, although its degree of clarity varies from person to person. It encompasses our primary, decisive attitude toward all of reality, the pleasure which the world and life hold for us. Our other feelings, thoughts, and desires are activated by this primary attitude and are sustained and colored by it. Of necessity, the complexion of our love affairs is one of the most telling symptoms of this primogenital sensation. By observing our neighbor in love, we are able to deduce his vision or goal in life. (On Love, 86–87)

The substantive and terminological parallels between Rand’s and Ortega’s discussions of art, love, and sense of life are striking. Both use the phrase “sense of life.” Both define it as a tacit, pre-conceptual world view, a “metaphysics.” Both give it special prominence in their analyses of art and love. Of course intellectual parallels are not necessarily products of influence. After all, parallel lines do not meet. In this case, however, we know that Rand did “meet” Ortega once, when she read The Revolt of the Masses, and this encounter helped her formulate crucial ideas in The Fountainhead and Atlas Shrugged. This greatly increases the likelihood that Ortega was a formative influence on Rand’s conception of sense of life as well.

Article printed from Counter-Currents Publishing: http://www.counter-currents.com

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Pour une école enracinée...

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POUR UNE ÉCOLE ENRACINÉE...
 
Recréer les solidarités populaires

Paul Matilion*
Ex: http://metamag.fr

La réforme du collège portée par la ministre de l'éducation nationale, Najat Vallaud-Belkacem, est une entorse sévère à la transmission de l'héritage culturel de notre civilisation européenne. L'enseignement du grec et du latin est anéanti tandis que l'enseignement de l'histoire met de côté l'essentiel des périodes glorieuses passées de la France et de l'Europe dans un but totalement idéologique (les titres des thèmes devant être enseignés sont révélateurs : "la longue histoire de l'humanité et des migrations" ; "Une seule humanité" ;...).


Mais ce déracinement des enfants par le biais de l'école est-il vraiment étonnant ? Maurice Barrès, dans le Roman de l'énergie nationale, analysait déjà tristement le déracinement opéré par l'instruction publique imposant, dans les établissements scolaires du "désert français" (Jean-François Gravier), des maîtres ayant pour mission de détacher les élèves de leur terre. Dans Les Déracinés, Maurice Barrès évoque le cas d'un instituteur, M. Bouteiller, parachuté par la haute administration parisienne dans une petite classe scolaire de Lorraine, province chérie par Maurice Barrès mais méprisée par le personnage de son roman, M.Bouteiller. Il pose alors d'emblée le problème : «Déraciner ces enfants, les détacher du sol et du groupe social où tout les relie, pour les placer hors de leurs préjugés dans la raison abstraite, comment cela le gênerait-il, lui qui n'a pas de sol, ni de société, ni, pense-t-il, de préjugés ?» [Les Déracinés de Maurice Barrès édité pour la première fois en 1897 ; p.503 aux éditions Robert Laffont ; 1994.].


Selon Barrès, "avant d'examiner les biographies de ses élèves, M. Bouteiller ne devrait-il pas prendre souci du caractère général lorrain ? [...]. Ne distingue-t-il pas des besoins à prévenir, des mœurs à tolérer, des qualités ou des défauts à utiliser ? Il n'y a pas d'idées innées ; toutefois des particularités insaisissables de leur structure décident ces jeunes Lorrains à élaborer des jugements et des raisonnements d'une qualité particulière. En ménageant ces tendances naturelles, comme on ajouterait à la spontanéité, et à la variété de l'énergie nationale !... C'est ce que nie M. Bouteiller." [ibid ; p.502].


Au moment même de la parution de ce magnifique roman dans lequel les meilleurs élèves de cette petite classe de Lorraine iront à Paris poursuivre leurs études délaissant leur province natale, en Allemagne, un mouvement de jeunesse, le Wandervogel, naît à Steglitz. Ce mouvement composé de jeunes élèves se rebellant contre l'autorité des maîtres, des parents et la société allemande consumériste de leur temps permet aux écoliers de s'enraciner en organisant des randonnées dans les bois à l'entour. Le philosophe Hans Blüher qui suivait le mouvement a très bien décrit l'ambiance qui y régnait dans son Histoire d'un mouvement de jeunesse. Selon lui, "ce retour à la nature, dans quoi se jeta le Wandervogel, ne fut rien d'autre qu'une convergence de la jeunesse pour donner essor à un grand mouvement romantique" [Wandervogel, Histoire d'un mouvement de jeunesse ; Tome I : Paysages au matin du Wandervogel ; Hans Blüher ; édité pour la première fois en allemand en 1912 ; traduit et édité en français aux éditions "Les Dioscures" en 1994 ; p.88]. 


Ces oiseaux migrateurs chantaient dans leurs promenades des chants traditionnels comme "Aus Feuer ist der Geist geschaffen", revenaient aux traditions de leurs plus lointains ancêtres. "Le solstice s'y célébrait selon la coutume germanique" .


D'un côté, nous avons donc de jeunes élèves lorrains déracinés par le levier de l'instruction publique française, de l'autre côté nous avons de jeunes allemands qui fuient l'école pour retrouver leurs racines dans un mouvement tout romantique caractéristique de leur âge.


Hans Blüher, comme Maurice Barrès, se montre très critique envers les enseignants et l'école de son époque afin de prendre parti en faveur de la rébellion des Wandervögel. Il explique que les professeurs ne prennent pas assez en compte les inspirations romantiques de cette jeunesse "amoureuse des mystères de la nuit". Néanmoins, il ne formule pas de critique sur un prétendu déracinement exercé par les professeurs sur leurs élèves. D'ailleurs, comme il l'explique, les oiseaux migrateurs partent en exploration dans les bois avec l'aval des parents et des enseignants. Aussi, si ces jeunes wandervögel connaissent des chants traditionnels qu'ils chantent tous en chœur dans les bois, c'est grâce en partie à l'enseignement délivré par les professeurs de musique. C'est ainsi qu'il cite l'exemple d'un de ces professeurs, Max Pohl, de l'école d'où est né ce fameux mouvement de jeunesse et que les enfants appréciaient énormément : «Beaucoup de jeunes, étouffés des années durant par les parents et l'école, étaient ternes et démoralisés. C'étaient de pâles reflets de leurs professeurs, à l'ombre desquels ils s'étiolaient. Oh ! Une leçon de chant en compagnie de Pohl, et l'on voyait briller les yeux ; à la sortie des classes, les élèves rentraient chez eux par le chemin des écoliers en fredonnant. Pohl avait su verser un peu de baume et charmer l'ennui ; on croisait grâce à lui bien des visages plus clairs et plus purs, qui avaient enfin rencontré un écho de la vie digne d'être vécue : la chanson populaire [...]. Dans les familles, on reprenait amplement ces airs inoubliables, exhumés de vieux recueils par Pohl lui-même. Refrains dont la simplicité allait au coeur, et qui accompagnaient encore maint élève dans sa vie d'adulte [...]».


A travers cette comparaison qui met en exergue la problématique de l'école publique française, nous voyons bien qu'un enseignement qui favorise ou qui facilite la transmission de l'héritage culturel d'un peuple ne produit pas les mêmes effets sur les élèves qu'un enseignement qui la modère. L'enseignement républicain français a pour projet d'élever les élèves vers une raison abstraite au-delà de leurs particularités ethniques, culturelles et aujourd'hui sexuelles avec la théorie du genre [Cf Les Démons du Bien de Alain de Benoist ; édité en 2013 aux éditions Pierre-Guillaume de Roux.]. La particularité de l'école publique française réside dans le projet universaliste de l'égalité si cher à Jules Ferry, un des pères de ladite instruction publique. C'est ce qui amène l'historien Pierre Barral à affirmer que "les vues du grand Vosgien s'insèrent dans la conception universaliste de l'égalité, définie par la Révolution française, qui contraste avec la valeur prépondérante de la liberté dans la tradition britannique et la solidarité communautaire de la tradition allemande" [Pierre Barral, « Jules Ferry et l'école rurale », Tréma ]. C'est d'ailleurs aussi une des raisons parmi d'autres qu'un mouvement comme celui des Wandervögel n'aurait jamais pu naître en France à la même époque.


Il n'est donc aujourd'hui pas étonnant d'entendre un ministre de l'éducation nationale dire que "pour donner la liberté du choix, il faut être capable d’arracher l’élève à tous les déterminismes, familial, ethnique, social, intellectuel, pour après faire un choix" [ Vincent Peillon dans le JDD du 1er septembre 2012.]. Et c'est exactement ce que reprochait déjà Maurice Barrès à l'école républicaine française il y a maintenant plus d'un siècle. Le fait qu'un ministre de l'éducation nationale veuille actuellement supprimer ou minimiser l'enseignement du grec, du latin et de l'histoire, c'est-à-dire des matières vues comme réactionnaires car traitant du passé, est donc dans la suite logique du projet égalitariste et universaliste que porte en lui l'enseignement français.


Si l'on veut une école qui soit un véritable rempart contre la société libérale actuelle, qui transmette notre héritage culturel pluriel et divers et qui soit imperméable au nihilisme ambiant, alors il faut repenser l'enseignement en prenant en compte les particularités de chaque région, de chaque élève. Il ne suffit pas de réclamer un retour à un enseignement sérieux de l'histoire, de la langue française et du grec et du latin. Il faut aussi promouvoir un enseignement qui mette en valeur les différences culturelles à travers l'apprentissage des langues régionales ou encore des chants traditionnels et populaires. Ce sera grâce à une école enracinée que l'on recréera les solidarités populaires disparues dans l'individualisme libéral ambiant.

* Lire le blog de Paul Matilion 


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L'utopie progressiste débouche sur l'enfer...

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L'utopie progressiste débouche sur l'enfer...

par Robert Redeker

Ex: http://metapoinfos.hautetfort.com

Nous reproduisons ci-dessous un entretien avec le philosophe Robert Redeker, cueilli sur le Figaro Vox et consacré à la question du progrès. Robert Redeker vient de publier un essai intitulé Le progrès ? Point final. (Ovadia, 2015).

FIGAROVOX. - L'idée de progrès, expliquez-vous, n'est plus le moteur des sociétés occidentales. Partagez-vous le constat de Jacques Julliard qui explique que le progrès qui devait aider au bonheur des peuples est devenu une menace pour les plus humbles?

Robert REDEKER. - Le progrès a changé de sens. De promesse de bonheur et d'émancipation collectifs, il est devenu menace de déstabilisation, d'irrémédiable déclassement pour beaucoup. Désormais, on met sur son compte tout le négatif subi par l'humanité tout en supposant que nous ne sommes qu'au début des dégâts (humains, économiques, écologiques) qu'il occasionne. Le progrès a été, après le christianisme, le second Occident, sa seconde universalisation. L'Occident s'est planétarisé au moyen du progrès, qui a été sa foi comme le fut auparavant le christianisme. Il fut l'autre nom de l'Occident.

Aujourd'hui plus personne ne croit dans le progrès. Plus personne ne croit que du seul fait des années qui passent demain sera forcément meilleur qu'aujourd'hui. Le marxisme était l'idéal-type de cette croyance en la fusion de l'histoire et du progrès. Mais le libéralisme la partageait souvent aussi. Bien entendu, les avancées techniques et scientifiques continuent et continueront. Mais ces conquêtes ne seront plus jamais tenues pour des progrès en soi.

Cette rupture ne remonte-t-elle pas à la seconde guerre mondiale et de la découverte des possibilités meurtrières de la technique (Auschwitz, Hiroshima)?

Ce n'est qu'une partie de la vérité. L'échec des régimes politiques explicitement centrés sur l'idéologie du progrès, autrement dit les communismes, en est une autre. L'idée de progrès amalgame trois dimensions qui entrent en fusion: technique, anthropologique, politique. Le progrès technique a montré à travers ses possibilités meurtrières sa face sombre. Mais le progrès politique -ce qui était tenu pour tel- a montré à travers l'histoire des communismes sa face absolument catastrophique. Dans le discrédit général de l'idée de progrès l'échec des communismes, leur propension nécessaire à se muer en totalitarismes, a été l'élément moteur. L'idée de progrès était depuis Kant une idée politique. L'élément politique fédérait et fondait les deux autres, l'anthropologique (les progrès humains) et le technique.

Les géants d'Internet Google, Facebook, promettent des lendemains heureux, une médecine performante et quasiment l'immortalité, n'est-ce pas ça la nouvelle idée du progrès?

Il s'agit du programme de l'utopie immortaliste. Dans le chef d'œuvre de saint Augustin, La Cité de Dieu, un paradis qui ne connaît ni la mort ni les infirmités est pensé comme transcendant à l'espace et au temps, postérieur à la fin du monde. Si ces promesses venaient à se réaliser, elles signeraient la fin de l'humanité. Rien n'est plus déshumanisant que la médecine parfaite et que l'immortalité qui la couronne. Pas seulement parce que l'homme est, comme le dit Heidegger, «l'être-pour-la-mort», mais aussi pour deux autres raisons.

D'une part, parce qu'un tel être n'aurait besoin de personne, serait autosuffisant. D'autre part parce que si la mort n'existe plus, il devient impossible d'avoir des enfants. C'est une promesse diabolique. Loin de dessiner les contours d'un paradis heureux, cette utopie portée par les géants de l'internet trace la carte d'un enfer signant la disparition de l'humanité en l'homme. Cet infernal paradis surgirait non pas après la fin du monde, comme chez saint Augustin, mais après la fin de l'homme. Une fois de plus, comme dans le cas du communisme, l'utopie progressiste garante d'un paradis déboucherait sur l'enfer.

La fin du progrès risque-t-elle de réveiller les vieilles religions ou d'en créer de nouvelles?

Le temps historique des religions comme forces de structuration générale de la société est passé. Cette caducité est ce que Nietzsche appelle la mort de Dieu. La foi dans le progrès -qui voyait dans le progrès l'alpha et l'oméga de l'existence humaine- a été quelques décennies durant une religion de substitution accompagnant le déclin politique et social du christianisme. Du christianisme, elle ne gardait que les valeurs et la promesse d'un bonheur collectif qu'elle rapatriait du ciel sur la terre. Bref, elle a été une sorte de christianisme affaibli et affadi, vidé de toute substance, le mime athée du christianisme. Les conditions actuelles -triomphe de l'individualisme libéral, règne des considérations économiques, course à la consommation, mondialisation technomarchande-, qui sont celles d'un temps où l'économie joue le rôle directeur que jouaient en d'autres temps la théologie ou bien la politique, sont plutôt favorables à la naissance et au développement non de religions mais de fétichismes et de fanatismes de toutes sortes. L'avenir n'est pas aux grandes religions dogmatiquement et institutionnellement centralisées mais au morcellement, à l'émiettement, au tribalisme du sentiment religieux, source de fanatismes et de violences.

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Peut-on dire que vous exprimez en philosophie ce que Houellebecq montre dans Soumission: la fin des Lumières?

Il doit y avoir du vrai dans ce rapprochement puisque ce n'est pas la première fois qu' l'on me compare à Houellebecq, le talent en moins je le concède. Ceci dit dans ma réflexion sur le progrès je m'appuie surtout sur les travaux décisifs de Pierre-André Taguieff auquel je rends hommage. Ce dernier a décrit le déclin du progrès comme «l'effacement de l'avenir». Peu à peu les Lumières nous apparaissent comme des astres morts, dont le rayonnement s'épuise. Rien n'indique qu'il s'agisse d'une bonne nouvelle. Cependant, cet achèvement n'est non plus la revanche des idées et de l'univers vaincus par les Lumières. Elle n'annonce pas le retour des émigrés! Cette fin des Lumières n'est pas la revanche de Joseph de Maistre sur Voltaire!

Le conservatisme, vu comme «soin du monde» va-t-il remplacer le progressisme?

Les intellectuels ont le devoir d'éviter de se prendre pour Madame Soleil en décrivant l'avenir. Cette tentation trouvait son origine dans une vision nécessitariste de l'histoire (présente chez Hegel et Marx) que justement l'épuisement des Lumières renvoie à son inconsistance. Pourtant nous pouvons dresser un constat. Ce conservatisme est une double réponse: au capitalisme déchaîné, cet univers de la déstabilisante innovation destructrice décrite par Luc Ferry (L'Innovation destructrice, Plon, 2014), et à l'illusion progressiste. Paradoxalement, il s'agit d'un conservatisme tourné vers l'avenir, appuyé sur une autre manière d'envisager l'avenir: le défunt progressisme voulait construire l'avenir en faisant table rase du passé quand le conservatisme que vous évoquez pense préserver l'avenir en ayant soin du passé. La question de l'enseignement de l'histoire est à la croisée de ces deux tendances: progressiste, l'enseignement de l'histoire promu par la réforme du collège est un enseignement qui déracine, qui détruit le passé, qui en fait table rase, qui le noie sous la moraline sécrétée par la repentance, alors que l'on peut envisager un enseignement de l'histoire qui assurerait le «soin de l'avenir» en étant animé par le «soin du passé».

Robert Redeker, propos recueillis par Vincent Tremolet de Villers (Figarovox, 12 juin 2015)

28 juin: fête de la Ligue du Midi

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vendredi, 19 juin 2015

La Matrice des Sept piliers de la sagesse: La révolte dans le désert

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THOMAS EDWARD LAWRENCE
 
La Matrice des Sept piliers de la sagesse: La révolte dans le désert

Rémy Valat
Ex: http://metamag.fr

lawrence424_329117.gifThomas Edward Lawrence était farouchement hostile à la parution de son vivant des mémoires et comptes-rendus de ses aventures et opérations militaires conduites en Arabie entre 1916 et 1918. Il fit imprimer, en 1922, une édition privée qui circula dans un cercle très restreint. Lawrence estimait que certains passages des Sept Piliers étaient trop personnels, voire compromettants. Il ne souhaitait pas non plus embarrasser ses supérieurs hiérarchiques de la Royal Air Force : l’ancien colonel, héros de guerre de notoriété internationale, était alors devenu à sa demande un simple subalterne engagé sous un pseudonyme.


Des lecteurs éminents de la première mouture des Sept Piliers, dont l’écrivain George Bernard Shaw, obtinrent une concession : certes pas d’édition de l’œuvre intégrale, qui sera publiée après sa mort, mais une version abrégée et grand public : La révolte dans le désert


Des coupes franches (3/5ème du manuscrit original) opérées au ciseau et à la colle, quelques mots et phrases de coordination pour lier le tout et le tour fut joué !


Son viol supposé par un colonel turc à Deraa, l’horrible souffrance des blessés turcs entassés dans les hospices de Damas, son énigmatique expédition dans les confins de la Syrie (juin 1917), les massacres de prisonniers et les exactions commises par les irréguliers arabes placés sous son commandement  furent censurés. La révolte dans le désert, parue en 1927, connue un succès immédiat. Ce texte est l’essence même des Sept piliers de la sagesse  qui sont un texte plus littéraire, plus difficile d’accès (des descriptions géomorphologiques des paysages, des réflexions et des questionnements personnels et un style plus ampoulé), mais ô combien plus belle. La révolte dans le désert est une version plus courte, plus dynamique avec des titres pour chaque chapitre... Mais les deux textes dégagent une énergie et un souffle extraordinaires : un talent littéraire de premier ordre mettant en valeur l’action et le vécu d’un homme d’exception, d’un « dangereux rêveur de jour ». Il est extrêmement rare que la plume et l’épée puisse atteindre un tel niveau, reléguant Ernesto Guevara de la Serna au rang de guérillero scribouilleur.... 

"La révolte dans le désert"  rééditée par les éditions Perrin (collection Tempus), précédée d’une présentation de l’orientaliste Christian Destremau, biographe de Lawrence.

Christian Destremau - Lawrence d'Arabie

A l'occasion du Salon du Livre 2014, Christian Destremau vous présente son ouvrage "Lawrence d'Arabie" aux éditions Perrin.
http://www.mollat.com/livres/destrema...

 

Hillary Clinton, une mondialiste militante

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HILLARY CLINTON, UNE MONDIALISTE MILITANTE
 
Éradiquer les identités culturelles

Michel Lhomme
Ex: http://metamag.fr
 
Hillary Clinton débutant sa campagne électorale pour les présidentielles américaines a affirmé que « les codes culturels profondément enracinés, les croyances religieuses et les phobies structurelles doivent être modifiées. Les gouvernements doivent utiliser leurs moyens de contrainte pour redéfinir les dogmes religieux traditionnels». Cette déclaration citée par Auran Derien dans un article de METAMAG, avait été annoncée par le quotidien El Manifestio.com, sous le titre « Hillary Clinton contre les identités culturelles et religieuses ». 

La déclaration d'Hillary Clinton confirme ce que de nombreuses plumes dissidentes affirmaient depuis longtemps, à savoir que le gouvernement mondial ou ce que d'aucuns appelleraient les forces du capitalisme ont un plan qui passe par l'extinction planifiée des identités culturelles et de tout ce qui est traditionnel.
 
Cette thèse qui a amené beaucoup d'entre nous à prendre conscience depuis quelques années du double jeu de l'idéologie officielle antiraciste est aussi celle qui a justifié dans les années 80 notre détachement du mouvement altermondialiste pro-immigrée, dans le style de la revue ''multitude''. 

Avec la déclaration sincère - nous n'en doutons pas un instant ! - d'Hillary Clinton, nous comprenons à la lettre l'expression du ''grand remplacement'' de Renaud Camus et cette expression qui vise bien un programme politique délibéré, à la logique réfléchie et préparée en coulisses.

Les déclarations d'Hillary Clinton révèlent la finalité proprement totalitaire du système mis en place, celui du mondialisme politique dont se réclame toute notre classe politique. Il s'agit bien d'éradiquer les identités culturelles et surtout de déraciner, de couper l'herbe sous le pied de la Tradition.
 
En somme, les plus traditionnalistes et les plus conservateurs de nos penseurs (Schmitt, Kelsen, Evola, Gomez Davila, Alain de Benoist) ont eu raison de nous prévenir. La finalité de l'hyper-modernité est l'éradication de toute identité culturelle spécifique au nom de la consommation. Pour cela, effectivement, il n'est plus besoin d'aller à l'école ou d'apprendre l'histoire. Il suffira de réciter les mémoires sélectives des vainqueurs ou les épopées des bien-pensants.
 
Ainsi, pour le programme mondialiste, les cultures, quels que soient leur espace géographique et leur singularité temporelle, doivent se plier à la consommation mercantile, au matérialisme de la technique et aux valeurs démocratiques sous peine d'être absorbées par la coercition totalitaire de la bonne gouvernance. 

La candidate Clinton a été claire : ou les Traditions se soumettent et nous les y obligeront, ou les identités culturelles se dissolvent dans la masse des consommateurs et des cartes de crédit ou nous les annihileront. 

Toute identité culturelle est invitée à se réformer ou à disparaître dans les temps nouveaux de la ''globalisation'' et du ''monde unique'', celui de l'hégémonie libérale et atlantiste. 

« Ils » produisent l’insécurité de façon systémique

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« Ils » produisent l’insécurité de façon systémique

Bruno Bertez
Analyste financier anc. propriétaire Agefi France
 
Ex: http://www.lesobservateurs.ch
   

La sécurité informatique, les « cyberattacks » deviennent des préoccupations majeures. Le public n'en mesure pas l'importance car, d'une part, il en apprécie mal les conséquences et, d'autre part, les Pouvoirs dissimulent l'essentiel. A l'occasion des lois scélérates sur la Sécurité en Grande Bretagne, un coin du voile se lève, ainsi on connait mieux l'activité des hackers chinois, russes, coréens, etc. Bien entendu, on ne va pas jusqu'à évoquer ce qui se passe  plus ou moins légalement dans les pays occidentaux : circulez, il n’y a rien à voir.

Le Général Pétraeus, ancien Directeurde la CIA passé aux affaires ,  vient de présenter aux  USA une émission de télévision sponsorisée par le Big Business afin de faire peur, on appelle cela sensibiliser, et démontrer qu'il faut beaucoup d'argent pour lutter contre les nouveaux risques.
Ce qui frappe, c'est l'absence de réflexion d'ensemble sur le phénomène. On est dans un engrenage qui ressemble fortement à celui dans lequel les militaires ont réussi à enfermer le monde. Celui de l'escalade. Toujours plus de dépenses, toujours plus pour dépasser l'autre, toujours plus pour contrer. Mais le tout dans une même logique, celle de la surenchère centralisatrice.
Personne ne s'avise de faire remarquer que nous construisons nos propres vulnérabilités en centralisant tout, absolument tout ; en traçant des sociétés pyramidales qui privent le bas de tout pouvoir et de toute responsabilité et en concentrant tout en haut, sur la tête et les processus et les organisations et les appareils des pseudo-élites.
La vulnérabilité, la fragilité d'une société, de toute organisation humaine, dépendent de son organisation, de sa structure, de ses interrelations. Les commandos viets ont pourtant donné une sacrée leçon aux dinosaures armées pyramidales américaines! La sécurité est fille de l'adaptabilité. Elle dépend du degré d'initiative et d'imprévisibilité des citoyens, du mouvement désordonné, mais positif, des atomes sociaux. La volonté des Maîtres de tenir tous les leviers produit, au sens fort, la vulnérabilité de nos sociétés et les menaces qui en découlent. Les Maîtres, ensuite, n'ont plus qu'à arguer de ces vulnérabilités, avec l'aide de gens comme Zemmour en France par exemple, idiot utile, pour s'octroyer encore plus de pouvoirs que le peuple, que la masse, sont  contents d'abandonner.
Ce qui est en cause, c'est la tyrannie de la centralisation, la domination du Centre, avec une capitale, sur nos systèmes. Celui qui contrôle tout, celui qui donne tout, celui qui manipule tout, celui-là est la cible idéale, il se désigne de lui-même et c'est à partir de là qu'il construit son pouvoir sans cesse croissant : qu'il construit notre servitude.

Tout ce qui était censé vous libérer, faire de vous des gens plus libres, plus heureux, est retourné en son contraire. Regardez cette abomination que sont devenus les réseaux sociaux récupérés et inversés.
Au lieu de courir les jupons ou les strings, Hollande ferait mieux de lire le merveilleux penseur Bruno Lussato qui a tout écrit sur ce sujet, au lieu de nous narguer en allant visionner avec ses enfants des matchs de foot que les autres n'ont pas les moyens de se payer, au lieu de parader à Roland Garros au milieu des people, Valls ferait mieux de compléter, sinon d'acquérir, la culture philosophique et morale qui lui manquent. La morale ne se réduit pas à vitupérer contre le racisme et l'antisémitisme.

Bruno Bertez, 15 juin 2015

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Die Idee der Souveränität wieder mit Leben füllen

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Die Idee der Souveränität wieder mit Leben füllen

Eine multipolare Welt braucht Regeln für ein friedliches Zusammenleben

von Karl Müller

Ex: http://www.zeit-fragen.ch

Die Tatsache, dass das Zeitalter der «einzigen Weltmacht» vorüber ist, ist nicht mehr von der Hand zu weisen. Es ist nicht mehr zu übersehen, dass die Welt «multipolar» geworden ist, es also keine Hegemonialmacht mehr mit Zugriff auf die ganze Welt gibt. China, Russland, die Staatenwelt Lateinamerikas, Asiens und auch Afrikas folgen nicht mehr den Vorgaben aus Washington. Selbst in Europa mehren sich Stimmen, die mehr Eigenständigkeit fordern.


Augenfällig zeigt dies ein vor kurzem erschienenes und sehr lesenswertes Buch des langjährigen Chefredakteurs der Parteizeitung der bayrischen CSU und engen Vertrauten des ehemaligen Parteivorsitzenden Franz Josef Strauss, Wilfried Scharnagl. Scharnagl hatte schon mit seinem 2012 erschienenen Buch «Bayern kann es auch allein. Plädoyer für den eigenen Staat» viel Aufmerksamkeit gefunden. Sein neues Buch hat den Titel «Am Abgrund. Streitschrift für einen anderen Umgang mit Russland». Dieses Buch zeichnet sich nicht nur durch eine nachdenkenswerte und um Verstehen bemühte Betrachtung der Politik Russlands, sondern auch durch eine solide Kritik insbesondere an der Politik der USA und an einem blinden Gehorsam der EU- und der deutschen Politik gegenüber den Direktiven aus Washington aus.


Indes hat der Übergang zu einer multipolaren Welt unsere Welt noch nicht sicherer und friedlicher gemacht. Dies zeigt – für uns Europäer räumlich am nächsten gelegen – die Situation in der Ukraine und nun auch in Mazedonien. Für beide Länder ist der Ausgang der Entwicklung derzeit offen. Nicht offen ist hingegen, dass die Auseinandersetzungen eine Heftigkeit haben, die nie wieder gutzumachende menschliche Opfer fordert. Die Toten in der Ukraine und in Mazedonien können nicht wieder zum Leben erweckt werden. Nur Scharlatane und Hasardeure sehen darin Kollateralschäden eines weltgeschichtlichen Wandels.


Dass die mazedonische Regierung nun doch vorgezogenen Neuwahlen zugestimmt und das Einverständnis mit einer Trassenführung für die russisch-türkische Gaspipeline «Turkish Stream» doch auf Eis gelegt und von einem Vertrag zwischen der EU und Russland abhängig gemacht hat, kann man verschieden bewerten. Sicher aber ist, dass die Entwicklungen im Fluss sind und auch für Mazedonien keiner mit Gewissheit sagen kann, was morgen sein wird.


Es gibt «Menschenrechts»-Aktivisten, die die Situation in Mazedonien in den dunkelsten Farben malen. Ein Beispiel ist ein Beitrag von Xhabir Deralla im Osteuropamagazin Ostpol vom 20. Mai. Solche Stimmen sekundieren eine EU, welche die Oberaufsicht über Mazedonien beansprucht – obwohl Mazedonien noch gar kein EU-Mitglied ist. Bezeichnend ist, dass der die Verhandlungen mit Regierung und Opposition in Mazedonien führende EU-Kommissar Johannes Hahn nun, nach dem Einknicken der mazedonischen Regierung, von einer weiter bestehenden «euroatlantischen Perspektive» («Neue Zürcher Zeitung» vom 3. Juni) für das Land sprach. So deutet sich an, in welchen Denkschablonen (Wir = EU + USA) in Brüssel noch gedacht wird.


Hinzu kommt der wohl massive direkte Einfluss der USA auf die Geschehnisse in Mazedonien wie auf dem gesamten europäischen Balkan. Man lese dazu die am 4. Juni veröffentlichte und sehr aufschlussreiche Analyse «Mazedonien im Visier» (https://buergerstimme.com/Design2/2015/06/mazedonien-im-visier/). Hier sei nur ein Zitat wiedergegeben, das bezeichnend ist: «Einen riesigen Platz auf dem Hügel, der die Stadt beherrscht, hat die US-Botschaft für sich genommen. Neben den sichtbaren Objekten von beeindruckender Grösse erstreckt sich die Botschaft noch acht Stockwerke unter der Erde, die von den Amerikanern gebaut wurden. Die Bewohner von Skopje lästern, dass das bescheidene zweistöckige Gebäude der Botschaft der Russischen Föderation, das zwischen einem Wohnhaus und einem Hotel in einer Seitenstrasse liegt, eher an ein Paddelboot gegenüber dem amerikanischen Flugzeugträger von Botschaft erinnert.»


Andererseits ist bei «Sputniknews», der russischen Nachrichtenagentur, am 3. Juni zu lesen: «Turkish Stream: Europäer buhlen um Pipeline-Anschluss.» Wenn es stimmt, was hier berichtet wird, kann die russische Regierung in aller Ruhe die Entwicklung abwarten. Es gibt verschiedene Alternativen zu einer Trassenführung durch Mazedonien. Nach wie vor begehren viele europäische Staaten das russische Gas.
Wie der anhaltende Konflikt in der gegenwärtigen multipolaren Welt weitergehen wird, ist offen. Darauf zu warten, dass sich der Stärkere durchsetzt oder die Probleme schon von alleine lösen, kann keine Perspektive sein. Im Gegenteil, ganz dringend braucht es Überlegungen, wie von allen Seiten akzeptierte Regeln gefunden, formuliert und festgeschrieben werden, die auch in dieser Welt ein friedliches Zusammenleben ermöglichen und garantieren.


Schon während des Zweiten Weltkriegs und dann vor allem in den Wochen nach dem Ende des Krieges in Europa waren viele Verantwortliche in der Welt – nach dem gescheiterten Völkerbund – zum zweiten Mal darum bemüht, eine Grundlage dafür zu schaffen, dass die Welt auch unter den Bedingungen der Multipolarität eine friedliche bleibt beziehungsweise wird und dass ein Schrecken wie der des Weltkriegs künftig vermieden wird. Die führenden Köpfe der Welt gingen damals nicht von einer diktatorisch herrschenden Weltregierung mit Allmacht aus, sondern von souveränen Nationen, die sich über die Grundlagen der kommenden Weltordnung – bei allem Respekt vor unterschiedlichen ­politischen Systemen und Gesellschaftsordnungen – einig sind. Dieses Prinzip bringt – bei allem Tribut an die Herrschaftswünsche der Siegermächte des Krieges – die Charta der Vereinten Nationen vom 26. Juni 1945 zum Ausdruck.


Was hatte die Welt aus beiden Weltkriegen gelernt? Es war das Selbstbestimmungsrecht der Völker, es war die Souveränität der Bürger und der Staaten, die während der Kriege mit Füssen getreten worden waren. Dies sollte nie mehr geschehen. Als unverzichtbarer Wesenszug einer friedlichen und gerechten Weltordnung galt deshalb die Anerkennung des Selbstbestimmungsrechts der Völker und der staatlichen Souveränität und Integrität. Das sollten die Wesensbestandteile des modernen Völkerrechts sein.
Aber auch 45 Jahre später, nach dem Ende des Ost-West-Konfliktes wurden diese Prinzipien nicht mit vollem Leben gefüllt, so wie es möglich gewesen wäre und wofür es, zum Beispiel mit der Charta von Paris, auch vielversprechende Ansätze gab. Statt dessen sah sich der Westen als Sieger des Kalten Krieges, sprach von einem «Ende der Geschichte» und meinte damit seine dauerhafte und alles Recht ignorierende Alleinherrschaft. In der Folge wurde vom westlichen Bündnis (USA + Nato + EU) das Völkerrecht immer wieder gebrochen.


Aber auch mit dem Übergang zur multipolaren Welt im 21. Jahrhundert gibt es bislang keinen sicheren und allseits akzeptierten Garanten des Völkerrechts, des Selbstbestimmungsrechts und der Souveränität.


Die Ukraine und Mazedonien zeigen zudem, dass korrupte Regierungen besonders anfällig für «farbige Revolutionen» sind. Die Strategen im Hintergrund können an berechtigte Kritik der Bürger anknüpfen und diese in ihre Bahnen lenken. Dies ist kein Grund, auf andere mit dem Finger zu zeigen. Im Gegenteil: Welche derzeitige Regierung kann von sich behaupten, keine «Leichen im Keller» zu haben? Um so mehr braucht es den souveränen Bürger, der in seinem Umfeld und seinem Gemeinwesen für Ordnung sorgt, bevor ihm eine «neue Ordnung» aufgezwungen wird, die den Interessen anderer dient. Wenn das Selbstbestimmungsrecht der Völker unverzichtbar zur staatlichen Souveränität gehört, dann braucht es vor allem den souveränen Bürger, der sich als Ausgangspunkt und Träger der Souveränität seines Gemeinwesens, seines Staates, seiner Nation sieht und verhält.


Aber auch die Regierungen der Staatengemeinschaft dürfen nicht länger dabei zuschauen, wie Grossmächte um Macht und Einfluss ringen und dabei Schäden hervorrufen, die jetzt schon immens sind. Alle Regierungen der Welt müssen dazu aufrufen und sich dafür einsetzen, dass wir zum Völkerrecht zurückkehren und die neue multipolare Welt eine Friedensordnung der Freiheit und der Souveränität erhält.    •

«Darüber hinaus geht es – Stichwort Weltordnung – um einen neuen Geist und einen neuen tragenden Rahmen zwischen Ost und West. Der Streit um Militärbündnisse hätte bei der historischen Wende vor einem Vierteljahrhundert beendet werden können. Das wurde versäumt. Jetzt muss, wenn auch mit überflüssiger Verspätung, endlich eine neue Friedensordnung in einer neuen Welt geschaffen werden. Der Abgrund einer Kriegsgefahr darf sich, wie jetzt im Streit um die Ukraine, nie wieder auftun. Eu­ropa und Amerika auf der einen und Russland auf der anderen Seite müssen ein Fundament für einen dauerhaften Interessenausgleich und ein vertrauensvolles Miteinander finden.»

Wilfried Scharnagl

jeudi, 18 juin 2015

Des maires « rouges » dans les principales villes espagnoles ?

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Des maires « rouges » dans les principales villes espagnoles?
 
Individualistes jusqu’à la moelle, ils ne conçoivent le monde que comme une somme grégaire d’atomes dépourvus de passé, démunis de projet, bornés à l’immédiateté du présent.
 
Écrivain et journaliste espagnol
Animateur du site: 
El Manifiesto
 
Ex: http://www.bvoltaire.fr
 

Pas des maires ! Des « mairesses », s’il vous plaît, va-t-on me corriger, car ce sont des dames, pardon : des femmes, féministes comme il se doit, qui occupent désormais les principales mairies : Madrid, Barcelone… Personne, pourtant, ne s’émouvra de l’épithète concernant leur « rougeur ». Ou si, peut-être, car ces gens-là n’aiment pas qu’on rappelle leur passé. Depuis quelques années, depuis que les communistes se sont fait appeler en Espagne – ailleurs, c’est pareil – « Izquierda Unida » (Union de la gauche), le drapeau rouge a, en effet, été abandonné ; la faucille et le marteau, cachés dans l’armoire ; « le prolétariat », remplacé par « les gens » ; la « lutte des classes », laissée de côté ; la « révolution », oubliée.

Oubliée… pour jeter de la poudre aux yeux ? Ou oubliée pour de bon ? Voilà la question. Acceptons que l’oubli soit sincère. Ne faisons pas comme eux, qui diabolisent quiconque ose parler de choses telles que patrie, enracinement, grandeur, identité… tandis que le pauvre malheureux fait l’objet de la reductio ad Hitlerum et se voit affublé de sa marque infâme.

Ne faisons pas comme eux (ou comme les libéraux, qui s’adonnent aussi bien à l’une qu’à l’autre reductio) : ne pratiquons pas la reductio ad Leninum (ou ad Stalinum, ou ad Maum, ou ad Castrum… ils sont si nombreux !) Acceptons, autrement dit, que les nouveaux gauchistes bon teint et postmodernisés n’envisagent d’entreprendre aucune révolution communiste.

Mais alors, qu’envisagent-ils ? Envisageraient-ils de mettre le système en échec moyennant une révolution d’un autre type, une révolution qui ne serait plus ni totalitaire ni égalitaire ? Plût aux dieux !… Là, on pourrait s’entendre. Quelques éléments semblent même aller dans ce sens. Par exemple, leur contestation du TTIP (Podemos est, parmi les partis importants, le seul à combattre le traité par lequel l’Europe sera définitivement assujettie aux multinationales états-uniennes). Ou les propos d’une Ada Colau, le nouveau maire de Barcelone, qui propose des mesures pour réduire… le tourisme, tenez-vous bien ! Ce fléau qui, en écrasant la belle ville de Barcelone, remplit les poches de tant de Barcelonais. Ou les mesures envisagées dans le programme de Podemos afin de pousser en avant les petites et moyennes entreprises : les mêmes petites entreprises des « sales bourgeois » qui, pendant la guerre civile espagnole, étaient eux aussi poussés en avant : vers les enfers, une balle dans la tête.

D’accord, tout cela est très bien (pas la balle, le reste), mais où cela mène-t-il ? Dans le cadre de quel projet, de quelle vision du monde tout cela s’inscrit-il ? Pas de projet, pas de vision, pas de monde. On navigue à vue. Or, si tout le projet se borne à ouvrir à fond le robinet des « dépenses sociales » (et des… « frais de fonction »), si tout consiste à faire comme les régimes populistes d’Amérique latine, alors le plus fracassant des échecs s’annonce à l’horizon : un échec, un chaos économique aussi gigantesque, par exemple, que celui du Venezuela qui a inspiré… et soutenu les gens de Podemos.

Ne paniquons quand même pas trop. La foudre ne tombant pas chaque fois que le ciel tonne, le plus probable est qu’il suffira que tous ces braves gens se mettent à marcher sur les moelleux tapis des bureaux (aujourd’hui des mairies, demain des ministères) pour que leurs envies d’un grand chambardement se voient vite étouffées. Ils n’ont aucune nouvelle vision du monde, disais-je. C’est vrai. Mais ils en ont une ancienne : celle qu’ils partagent avec leurs ennemis censés être détrônés.

Aussi bien les uns que les autres, ils croient que l’économie (qu’elle soit tout à fait libérale ou dirigée) est le socle même du monde – et elle doit le rester. Aussi bien les uns que les autres, ils ignorent ce qu’est une patrie, une communauté organique, « une unité de destin », disait un certain Primo de Rivera.

Individualistes jusqu’à la moelle, ils ne conçoivent le monde que comme une somme grégaire d’atomes dépourvus de passé, démunis de projet, bornés à l’immédiateté du présent.

Rien, dès lors, ne les empêche d’ouvrir les portes – ceux de Podemos les ouvriront encore davantage – à d’autres individus, à d’autres atomes : à l’immigration de peuplement qui finira par anéantir la base ethnique et culturelle sur laquelle est bâtie notre Europe. Aussi bien les uns que les autres, ils portent gravée dans tous leurs actes la marque évanescente du néant – le néant où ils pataugent, où ils se précipitent, où ils nous enfoncent.

 

Cette France qui lutte contre les noms méchants

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Cette France qui lutte contre les noms méchants

Ex: http://h16free.com 

La France est un pays extrêmement riche : outre des infrastructures de première qualité, des ressources naturelles, humaines et touristiques inégalées, des facilités géographiques magnifiques, le pays est si opulent qu’à en croire ses médias, certains de ses habitants ont des préoccupations que seuls de riches oisifs peuvent avoir.

Et alors que, si l’on en croit les chiffres qui circulent discrètement dans les instituts statistiques nationaux et dans toutes ces organisations internationales où la France dispose d’un ou plusieurs sièges (confortables et en cuir moelleux), le chômage bat des records, l’économie part en cacahuète et l’insécurité s’installe durablement passant largement du stade du sentiment au stade du vécu, et alors donc que plusieurs signes indiquent clairement que tous les problèmes ne sont pas encore réglés, certaines personnes s’empressent de partir en lutte contre les noms et les appellations qui les choquent.

Il m’a par exemple fallu plusieurs relectures d’un article consacré à la polémique qui s’est installée pendant quelques jours autour de la fête d’un quartier de la gare de Biarritz. Cette polémique a commencé, magie des intertubes frémissants, par le tweet d’une vigilante citoyenne toute effarouchée par … le nom du quartier en question :

Depuis hier "Fêtes de la négresse" à Biarritz. Ce nom. Ce visuel. Est-on vraiment en 2015?#malaise #racisme

Depuis hier « Fêtes de la négresse » à Biarritz. Ce nom. Ce visuel. Est-on vraiment en 2015?#malaise #racisme

Comment diable ? En France, en 2015, on aurait encore des quartiers de la Négresse, et des gens illustreraient la fête à venir par la représentation de la tête d’une femme noire ? Mais, voyons, c’est insupportable ! C’est tellement inique que le petit président de la LICRA, jamais en retard d’un effarouchement, aura bien vite repris le flambeau à mesure que la critique enflait sur les réseaux et que l’auteur, jugeant sans doute son tweet peu glorieux, le retirait bien vite. Et voilà donc notre Alain Jakubowicz rebondir sur l’interrogation stupéfaite de la citoyenne conscientisée vigilante antiraciste : pour lui, le nom du quartier choque, il faut donc en changer, c’est tout.

Mieux encore, la mairie de Biarritz, qui place le vivrensemble cotonneux et la bisounoursophilie compulsive dans ses plus importantes priorités, contactée, a expliqué recevoir régulièrement des plaintes de touristes tourneboulés par ce méchant nom, pourtant attaché au quartier depuis deux siècles. De surcroît et sans doute à la plus grande tristesse du président Jakubowicz et de ces tendres citoyens, aucune plainte n’a été déposée, et les conseils de quartiers, consultés, sont unanimement favorables au statu quo.

Imaginer qu’un quartier puisse porter un tel nom, c’est comme imaginer qu’on puisse encore stigmatiser toute une ville en lui accordant une avenue Lénine ou même une rue Staline. Ce serait imaginer qu’on puisse encore supporter, en ce siècle de vivrensemble universel et de tolérance ultime, une rue de la Juiverie (ou même tout un quartier, comme à Meaux) et ça, ce n’est pas tolérable.

À l’évidence, la bien-pensance a gagné cette semaine quelques fiers gallons et peut maintenant remettre en cause des pans entiers de l’Histoire dès lors qu’elle s’estime choquée. Malheureusement, entre les habitudes, bêtement ancrées par les siècles et le bon sens, et le « deux poids / deux mesures » évident de ces ébouriffements outrés qui permettent de sélectionner certains quartiers et d’en oublier d’autres, le combat de la citoyenne en alerte et du président de la ligue contre les turbostigmatiseurs semble mal parti.

Cependant, il n’est pas dit qu’il soit perdu.

À chaque statu quo que d’indécrottables conservateurs rétrogrades refusent de modifier, à chaque rebuffade de la population contre une solide déconstruction de ses repères correspond une victoire de la Ligue des Parangons. Et pendant qu’on se chamaillait à Biarritz pour savoir si un nom de quartier vieux de 200 ans pourrait passer le mur de la honte, Tourcoing, encore et toujours dans ses effervescences, renonçait à un spectacle en seule raison de son nom.

Tourcoing, pour mémoire, c’est cette charmante bourgade qui n’a guère fait parler d’elle récemment bien qu’ayant eu à subir la météo agitée de quelques uns de ses quartiers émotifs impressionnables sensibles. Et Tourcoing, c’est aussi une ville qui sait se trémousser sur les rythmes endiablés de la musique populaire, sauf lorsque le spectacle s’intitule « Boudin et chansons ». Apparemment, cet événement dépeint « la condition féminine et l’homme y est comparé à un cochon ».

Las, le premier adjoint, Didier Droart, n’entend pas prendre le moindre risque de choquer avec un tel spectacle. De même que « sexe turgescent » ou « vulve humide » dont on se doutait déjà qu’ils poseraient problème dans un nom de spectacle ouvert à tout public, les mots « boudin » ou « cochon » sont apparemment devenus tabous à Tourcoing ces derniers jours :

« Je trouvais cela inapproprié dans le cadre d’une fête de la musique. Je ne veux pas qu’on choque une partie de la population de confession musulmane et que l’amalgame soit fait avec les apéritifs organisés par l’extrême droite. »

Apparemment, bien-pensance et vivrensemble débridés obligent, le boudin et le cochon rejoignent donc la liste déjà étonnamment longue de préparations culinaires devenues subitement non grata.

dentifrice raciste

Petit-à-petit, on en vient à s’étouffer sur des détails insignifiants au sens premier : ce n’est pas parce qu’une pâtisserie comporte le nom « nègre » que celui qui la fait ou celui qui l’achète sont racistes ; les habitants du quartier de la négresse ne sont pas plus racistes qu’ils ne seraient dans un ghettos de descendants d’esclaves ou d’esclavagistes ; non, un spectacle qui parle de boudin n’a pas forcément de message significatif à délivrer spécifiquement à ceux qui n’aiment pas cette charcuterie.

Et petit-à-petit, on en vient à ostraciser, défavoriser, stigmatiser ou pénaliser ce qui pourrait, dans l’esprit d’un petit nombre d’individus, devenir potentiellement une source de remous, de gêne plus ou moins vague, réalisant en toute hypocrisie le chemin exactement inverse de ce qu’on prône partout ailleurs, à savoir accueillir, favoriser, approuver et récompenser.

En l’espèce, on a dépassé l’apaisement, pour le remplacer par un aplatissement gluant et on a travesti en vivrensemble un aveuglement consternant ; aux combats essentiels contre le chômage et la pauvreté, aux combats pour tenter d’améliorer le présent et de préparer l’avenir, on a substitué un combat permanent contre le langage, contre les noms et les habitudes, ce combat typique de ceux qui veulent réformer le passé.

Ce n’est pas innocent et pour certains, c’est même tout à fait calculé. L’inconscience de leurs grégaires suiveurs fait alors encore plus froid dans le dos.

« Celui qui contrôle le passé, contrôle le futur. Celui qui contrôle le présent contrôle le passé. »

orwell who controls past present future

Plusieurs guerres mondiales se préparent

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Plusieurs guerres mondiales se préparent

Ex: http://www.lesobservateurs.ch
 

Les faits sont désormais indéniables : primo, Obama ne combat que mollement l’Etat islamique et en revanche il pousse l’Europe à une guerre avec la Russie ; secundo, la guerre contre l’Etat islamique aura néanmoins lieu, elle sera effroyable et elle durera très longtemps ; tertio, la guerre contre l’Etat islamique s’étendra jusqu’en Europe puisque celle-ci accueille des djihadistes parmi les clandestins, en provenance de Libye notamment. Une guerre quasi-mondiale avec l’Etat islamique, en même temps qu’une guerre quasi-mondiale entre l’Europe et le Russie, voilà ce qui nous attend, si la tendance actuelle n’est pas inversée. Je reproduis ci-dessous les extraits adaptés de quatre analyses, celle de World Tribune, celle du géopolitologue Manfred Gerstenfeld, celle de Nicolas Bonnal sur Boulevard Voltaire et celle de Anne Lauwaert sur Riposte laïque.

L’Etat islamique, c’est la Guerre 1914-18 en 2015

World Tribune écrit (extraits adaptés ; voir lien vers source en bas de page) : Obama avait désigné l’Etat islamique comme une équipe jouant en Juniors deuxième catégorie. Les ravages provoqués par l’Etat islamique ont prouvé à quel point Obama avait tort, mais les analystes cités par un rapport du Mc Clatchy DC pensent que le pire est encore à venir. « Les conditions générales ressemblent énormément à celles qui prévalaient en 1914 », affirme Michael Stephens, de l’Institut des Services Royaux Unis à Londres. « Il ne suffirait que d’une infime étincelle et l’Iran et l’Arabie Saoudite se jetteraient à la gorge l’un de l’autre, en croyant se battre dans le cadre d’une guerre défensive ». De son côté, le commentateur kurde irakien Hiwa Osman pense que « la région toute entière se prépare pour la ‘Grande Guerre’, cette guerre qui n’a pas encore éclaté, la guerre entre Chiites et Sunnites ».

Le détachement, l’indifférence que manifeste Obama à l’égard des conflits actuels au Moyen-Orient est très remarqué en Syrie ; en Irak ; au Yémen, où les forces sunnites saoudiennes bombardent les rebelles chiites pro-iraniens ; et en Libye, où l’Egypte a lancé des frappes aériennes contre des djihadistes appartenant à l’Etat islamique. Bien que le système international soit très différent de celui qui prévalait en 1914, où les deux alliances européennes rivales se sont déclarées la guerre, certains y voient de grandes similitudes.

La Guerre 1914-18, c’était aussi, une « crise dont personne ne voulait. Quand elle est survenue, on disait qu’elle se terminerait en l’espace de quelques mois. Et qu’elle mettrait un terme à tous les conflits armés. Chacun sait ce qui s’est, en réalité, passé », déclare Thorbjorn Jagland, secrétaire général d’un observatoire des Droits de l’Homme. « Je ne veux pas traiter les dirigeants actuels de somnambules, mais il est possible qu’ils se soient fourvoyés dans une situation qui ne correspond aux intentions ou volontés de personne », déclare Thorbjorn Jagland.

L’absence de stratégie américaine ou, même, de plan visant à stabiliser le Moyen-Orient, a encore fait la Une de l’actualité, cette semaine, quand Obama a déclaré, au Sommet du G-7 en Allemagne, le 8 juin, que son Administration ne disposait pas encore d’une « stratégie complète » pour vaincre l’Etat islamique, une déclaration dont la Maison Blanche s’est empressée de préciser qu’elle avait été « mal interprétée ». « Nous n’avons réellement pas de stratégie du tout. Fondamentalement, nous jouons tout cela au jour le jour », a déclaré de son côté Robert Gates, ancien Secrétaire à la Défense sous Obama. Les Etats-Unis continuent d’envoyer des armes et des conseillers militaires en Irak, avec peu de résultats, alors que les forces irakiennes ont subi plusieurs défaites dévastatrices, en perdant, récemment, la ville sunnite de Ramadi.

Le Général John Allen, qui occupe actuellement le poste d’envoyé spécial de la coalition dirigée par les Etats-Unis combattant l’Etat islamique, a dit que « ce sera une campagne particulièrement longue » et que vaincre l’idéologie de Daesh prendra « une génération ou plus ». De son côté, le commentateur kurde irakien Hiwa Osman, précise que l’Etat islamique « ne peut être uniquement vaincu par les Kurdes, les Chiites, les Américians ou l’Ian. Il doit l’être par les Arabes Sunnites. Vous devez leur présenter un accord valable pour le jour d’après la défaite de l’Etat islamique. Et, jusqu’à présent, personne n’a réussi à formuler clairement cette vision pour eux ».

Toby Dodge, universitaire qui travaille sur l’Irak et enseigne à la London School of Economics, affirme que la guerre en Irak est « presque inévitable ». « Je suis extrêmement pessimiste », dit-il, ajoutant qu’il doute que le Premier Ministre irakien Haider al Abadi », pourtant « un type très bien, un homme clairvoyant », puisse sauver l’Irak. « Il est pris en otage par sa propre clique, l’Islamisme radical chiite. Ce dont il a le plus besoin, c’est de faire appel aux Sunnites, privés de leurs droits, qui vivent au Nord-Ouest ».

D’autres analystes disent que l’Irak, avec l’aide des Etats-Unis, ne peut être sauvé que s’il s’engage à la décentralisation des pouvoirs, à la réconciliation avec les Baathistes et à d’autres concessions qui puissent motiver les Sunnites à chasser l’Etat islamique. « Cela pourrait être faisable, absolument », déclare Kenneth Pollack, de l’Institut Brookings, mais il ajoute aussitôt qu’Obama ne fait strictement aucun effort en ce sens, bien au contraire, en se rapprochant à tout-va de l’Iran chiite. « Je pense que c’est de la négligence », dit-il. « Ils continuent d’insister sur le fait qu’on ne peut pas avoir de la volonté à la place des Irakiens. C’est une absurdité historique. Si vous laissez ce problème aux mains des Irakiens, ils ne feront pas ce qu’il faudrait faire, même s’ils le voulaient réellement », conclut World Tribune (fin des extraits adaptés ; voir lien vers source en bas de page).

Vaincre l’Etat islamique prendra une génération

Le géopolitologue Manfred Gerstenfeld écrit (extraits adaptés ; voir lien vers source en bas de page) : Ce que le Général John Allen veut dire, par une telle déclaration (le général Allen a déclaré que vaincre l’Etat islamique prendra une génération ou plus), c’est qu’il prédit que l’Etat Islamique continuera longtemps à dominer le territoire qu’il possède. Car s’il devait perdre le contrôle du territoire dont il s’est emparé, son avenir deviendrait alors une question de terrorisme, plutôt que de constituer un véritable défi militaire. Allen a ajouté que si l’Etat islamique n’était pas vaincu, il ferait des ravages incommensurables pour la stabilité du monde.

Il semble bizarre que quelqu’un puisse choisir de faire des prévisions à si long terme, d’autant plus qu’au début de cette année, Obama a demandé au Congrès d’approuver une campagne militaire d’une durée de trois ans. Ces remarques du Général Allen, qu’elles soient réalistes ou non, peuvent appuyer une réflexion menée plus en détail sur ce que cela signifierait, si l’Etat islamique contrôlait un territoire d’une grande superficie, comme il le dit, durant plus de vingt ans, à partir d’aujourd’hui. Cela aurait, en effet, un impact déterminant sur l’ordre du monde, ou pour le dire plus justement, sur le désordre du monde. Cela aurait aussi des conséquences particulières pour le monde musulman, l’Occident, la Russie et bien d’autres pays. Israël et les Juifs, bien que restant des acteurs minoritaires, devraient être singulièrement affectés par l’impact global et par le fait indéniable de constituer des cibles éventuelles de l’Etat islamique.

En ce qui concerne le monde musulman, le Printemps Arabe a déjà ajouté la Libye, le Yémen et la Syrie à la longue liste des Etats faillis. L’existence de Daesh en continu va provoquer l’ajout de l’Irak et, probablement, d’autres pays à cette liste. Puisque Daesh est un mouvement extrémiste, il s’oppose directement, sans aucune tendance au moindre compromis, aux Musulmans chiites. Plus l’Etat Islamique va durer, plus grande sera la menace pour les Chi’ites.

Cela signifierait, éventuellement, que l’Etat Islamique (sunnite) se confronterait à l’Iran, le pays chiite dominant. L’Iran est un semeur de troubles et très peu de forces extérieures ont osé réagir militairement contre lui au cours du siècle actuel (2000-2015). Plus l’Etat Islamique deviendra puissant, plus il devra défier l’Iran de toutes les manières possibles. Alors que l’Etat Islamique s’oppose également aux pays sunnites dirigés par diverses familles royales, l’instabilité de ces pays monarchiques augmentera considérablement. La même chose est vraie pour l’Egypte.

Concernant l’Occident, les menaces seront de nature variée. Une première inquiétude se fonde sur la dépendance de l’Europe à l’égard des pays arabes pour son approvisionnement en pétrole. L’instabilité des pays producteurs de pétrole, comme l’Irak et la Libye. L’instabilité en Arabie Saoudite et dans d’autres pays fournisseurs pourrait avoir un impact bien plus important. Une pénurie des fournitures d’énergie exacerberait les problèmes déjà existants, qui feront que la prochaine génération sera bien moins nantie que l’actuelle génération.

Une deuxième répercussion importante pour l’Occident, serait, une probable montée en puissance, de la menace terroriste. Au cours du siècle précédent, les actes terroristes commis par les musulmans en Europe, ont souvent été perpétrés par des non-Européens. On en a eu un exemple par l’attentat meurtrier contre le Restaurant Goldenberg à Paris en 1982. Les assassinats de masse du 11 Septembre, aux Etats-Unis, commis, en particulier par des Saoudiens, ont été d’une toute autre dimension.

Au cours de ce nouveau siècle, les attentats terroristes en Europe commis par des musulmans ont changé de nature, alors que nombreux en sont les acteurs qui sont des résidents de l’Union Européenne. C’était, déjà, partiellement le cas, lors du gigantesque attentat de Madrid, en 2004. Il en allait certainement de même, lors des meurtres de Londres, en 2005, du massacre en face du Musée Juif de Bruxelles, en 2014, et des tueries à Paris et Copenhague, au début de cette année 2015. De la même façon, c’est bien le terrorisme musulman intérieur qui s’est manifesté aux Etats-Unis, lors de l’attentat à la bombe du marathon de Boston, en 2013. Jusqu’à présent, les appels de l’Etat islamique aux musulmans d’Occident, afin qu’ils commettent des actes terroristes dans leurs pays de résidence, n’ont guère eu plus d’impact. Il existe une crainte bien plus grande d’un terrorisme émanant des djihadistes européens de retour de Syrie et d’Irak.

Le manque de résultats de ces appels de l’Etat Islamique peut entraîner un retournement sollicitant de nouvelles attaques terroristes, mais cette fois, commises par des terroristes étrangers. On relève des menaces et des rumeurs qu’ils pourraient être transportés à bord des bateaux de réfugiés se dirigeant vers l’Europe depuis la Libye ou qu’ils transitent clandestinement par les Balkans (ndmg - ce sont désormais des faits et non pas de simples rumeurs). Certains djihadistes étrangers peuvent avoir déjà immigré, mais cela n’a, pour l’instant, conduit à aucun attentat. Pourtant, si nous parlons bien de décennies entières d’un volume d’activité important de la part de l’Etat Islamique, il est d’autant plus probable qu’il y aura des attentats à redouter, de la part de cellules dormantes de terroristes ayant réussi à se faire passer pour des réfugiés.

Un terrorisme important provoqué par des djihadistes en Occident mènera à un renforcement des stéréotypes hostiles aux musulmans dans leur ensemble. L’afflux massif précédent, celui de musulmans et les problèmes sociaux qui s’en sont suivis, dont le manque d’intégration réussie, ont déjà conduit à l’émergence et au renforcement de partis anti-islamistes dans différents pays : le Parti des Libertés de Geert Wilders (le PVV) aux Pays-Bas, les Démocrates Suédois, et, par-dessus tout, le Front National français. L’éventualité d’actes terroristes accrus, de la part de musulmans, ne va pas seulement accroître la popularité de ce genre de partis, mais elle va influencer la position des autres partis, qui devront concourir pour s’attirer les suffrages de ceux qui ont adopté des positions plus fermes en ce qui concerne l’islam, conclut le géopolitologue Manfred Gerstenfeld (fin des extraits adaptés ; voir lien vers source en bas de page).

L’Europe combat la Russie au lieu de combattre l’Etat islamique

Nicolas Bonnal, sur Boulevard Voltaire, écrit (extraits adaptés ; voir lien vers source en bas de page) : Dimanche 13 juin 2015, un article du New York Times, signé MM. Schmidt et Meyers, nous annonce que les USA vont envoyer 5.000 hommes et 1.500 chars en Europe orientale. Et nos drôles d’expliquer qu’il faut mettre fin à l’agression russe en Europe, car les Russes vont en effet envahir la Pologne et les pays baltes (en attendant le Portugal et le Maroc ?). Le nombre impressionnant de commentaires diffusés permet, pour une fois, de connaître l’opinion de nos chers Américains : un tiers est pour la guerre, un tiers pleurniche, un dernier tiers proche de nous dénonce le caractère aberrant et criminel de la position états-unienne. On se doute que ce ne sont pas ces naïfs qui feront reculer Bush frères & fils, Clinton-femme et Obama, le fidèle disciple de Brzeziński, le Polonais qui voulait anéantir la Russie.

Sur cet intellectuel élégant mais relativement dément, on rappellera un livre, Le Grand Échiquier, et ces phrases terrifiantes qui décrivent les raisons de la totale soumission allemande ou japonaise, soixante-dix ans après Dresde ou Hiroshima : « À bien des égards, la suprématie globale de l’Amérique rappelle celle qu’ont pu exercer jadis d’autres empires, même si ceux-ci avaient une dimension plus régionale. Ils fondaient leur pouvoir sur toute une hiérarchie de vassaux, de tributaires, de protectorats et de colonies, tous les autres n’étant que des barbares ».

Parlez-nous maintenant de vos droits de l’homme ! Un peu plus bas, le mentor de Barack ironise : « L’Europe de l’Ouest reste dans une large mesure un protectorat américain et ses États rappellent ce qu’étaient jadis les vassaux et les tributaires des anciens empires. Cette situation est assurément malsaine, pour l’Amérique comme pour les Nations européennes ». Cette situation n’est pas malsaine pour le prix Nobel de la paix Obama (cet Orwell, quel génie !), dont l’ADN ne se soucie pas trop des Européens, et c’est donc le début de cette guerre américaine en Europe, qui pourrait se solder par notre extermination ou par une partition ruineuse du continent.

En réalité, rien ne fera reculer les Américains, et surtout pas Hollande ou Juppé : leur situation économique et financière est désastreuse, comique même. La Russie leur fait horreur parce qu’elle est depuis trop d’années le seul pays du monde susceptible de leur résister ou de les détruire. Une guerre « ukrainienne », qui rongerait l’Europe, enverrait nos capitaux là-bas, leur donnera des ailes.

Et les raisons d’espérer ? Celles-ci : Hillary Clinton dit que Poutine est Hitler, et Jeb Bush qu’il est un butor. On aura l’un ou l’autre au pouvoir en Amérique en 2016, et je vous garantis un beau feu d’artifice au nom des droits de l’homme selon le père Ubu, conclut Nicolas Bonnal, sur Boulevard Voltaire (fin des extraits adaptés ; voir lien vers source en bas de page).

L’Europe ouvre ses portes à l’Etat islamique clandestin

Anne Lauwaert sur Riposte laïque écrit (extraits adaptés ; voir lien vers source en bas de page) : Si vous croyez encore que la migration est le fait de quelques désespérés, détrompez-vous ! C’est une action voulue et organisée par, entre autres, « L’organisation internationale pour les migrations ». Sous la rubrique « notre action », ils nous expliquent l’organigramme de leur « gestion des migrations ». Le 14 juin 2013, l’Ambassadeur William Lacy Swing, des Etats-Unis, a été réélu Directeur général de l’Organisation internationale pour les migrations, pour un second mandat de cinq ans. Elu pour la première fois à ce poste le 18 juin 2008, il a pris ses fonctions le 1er octobre 2008. Cela ne date donc pas d’hier, mais de 2008.

Il faut visiter ce site : c’est hallucinant de voir les structures de l’organisation qui nous impose les migrants ! Non, il ne s’agit pas de quelques désespérés qui nous arrivent par hasard, ni de quelques « trafiquants d’êtres humains » ;  il s’agit de l’organisation à large échelle des migrations. Allez voir le site et faites passer l’info ! Incroyable, ce sourire taquin de monsieur William Lacy Swing pour le bon tour qu’il nous joue et dont un échantillon est à voir ICI . Qu’on arrête de nous raconter des bobards !, conclut Anne Lauwaert sur Riposte laïque (fin des extraits adaptés ; voir lien vers source en bas de page).

Michel Garroté, 15 juin 2015

Sources :

http://www.worldtribune.com/2015/06/10/in-absence-of-a-u-s-strategy-middle-east-braces-for-the-big-war/

https://www.facebook.com/pages/Manfred-Gerstenfeld/339729406079344

http://www.bvoltaire.fr/nicolasbonnal/vers-guerre-americaine-europe-de-lest,182238

http://ripostelaique.com/migration-vraiment-de-desesperes.html

   

Is the EU “Fascist”?

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Is the EU “Fascist”?

Ex: http://www.counter-currents.com

The European Union has often been accused of being “fascist” by mainstream nationalists. This accusation, while typically melodramatic, is not absurd insofar as “fascism” is used as shorthand for “undemocratic.” Mainstream EU-philes have long been embarrassed by their regime’s so-called “democratic deficit,” with formal standards of political rights falling far short of what citizens can expect in national bourgeois regimes.

The EU is, in effect, an elitist and hierarchical regime of ministers, diplomats, lawyers, central bankers, and international civil servants. (I will use “Eurocrats” as shorthand for this constellation of both national and EU figures, including leading politicians.) Citizens’ political options are thoroughly circumscribed by these elites and the dogmas of the European treaties, which are far more prescriptive, especially in terms of economic policy, than any national constitution (in effect, enshrining neoliberalism as an immutable principle).

What’s more, European integration has been imposed as a top-down and opaque process. Integrationists have often been remarkably unclear as to what their end-goal is. A mere intermediary step to a world government (Jean Monnet)? Deceptively, no more than a common market (Ted Heath)? A European federal state (Helmut Kohl)? The traditional method has been not to create a European superstate following a grand, continental democratic debate, but to inch one’s way to wherever we are going, almost imperceptibly, like the movement of tectonic plates, through the continuous conspiring of said diplomats, lawyers, and bureaucrats, and periodically presenting the peoples of Europe with the fait accompli.

This process has accelerated since the 1990s. The fall of the Berlin Wall and German Reunification led to both elation – finally the communist tyrannies were overthrown and the threat of Europe’s nuclear annihilation was lifted – and, though this is conveniently less remembered, fear. Leaders such as François Mitterrand, Margaret Thatcher, and Hans-Dietrich Genscher, remembering the two worlds wars, feared that Western Europe had perhaps only been pacified through common fear of the Soviet Union and that a newly-sovereign Germany might threaten the continent’s hard-won peace.

Mitterrand’s[1] response was to force the march of European monetary union, in effect morally blackmailing the German government to commit to creating a common currency, which the Frenchman still hoped would be called the écu (European Currency Unit), but which in the end gave us the Euro.

Eurocrats have been trying to cobble something half-coherent together ever since, whether their peoples wanted it or not: Chancellor Helmut Kohl’s forcing a recalcitrant German people to abandon the Deutsche Mark without referendum; the Eurozone’s highly authoritarian design as a supra-parliamentary regime dominated by the central bank (instituted to allay the Germans’ fear of inflation); the passage of the Lisbon treaty despite the French and Dutch peoples’ rejection of a near-identical text (the “Constitutional Treaty”) by referendum; and since 2010 the largely extra-legal crisis management and ever-greater centralization of the Eurozone, all done without any preceding democratization, as the dysfunctional monetary union attempts to survive despite being buffeted by the winds of the international financial speculation characteristic of our globalized, neoliberal world of borderless capital.

None of this is defensible in terms of “democracy.” Rather, Eurocrats’ recurring and continuous violation of democratic principles is only defensible in terms of an elitist critique of democracy (“fascism” in common parlance) which, unlike the Fascists and National Socialists, they do not have the intellectual honesty and courage to state explicitly.[2] At the risk of putting words in their mouths, EU leaders’ implicit argument is thus: The higher interests of the European peoples (peace, prosperity, political unity . . .) are simply more important than these democratic principles, and therefore these principles may be suspended when the two conflict (often the case, as public opinion in the various nations typically pulls in different directions, reflecting different interests and the usual vagaries). Eurocrats argue furthermore: We, as an enlightened and steady elite, are better qualified to know what is good for Europeans than the inchoate spasms of public opinion.

At the risk of sounding provocative, there is perhaps only a difference in degree between mainstream EU leaders’ rationale for periodic suspensions of democracy and the National Socialists’ rationale for creating a one-party dictatorship.

Eurocrats then enter a dangerous contradiction. The EU is explicitly founded on what I would call the “assumptions of 1945”: A war waged notionally for “democracy” and against ethnocentrism as the highest evil (incarnated in National Socialism). Yet, Eurocrats violate these democratic principles to prevent a putative “return to pre-1945.” This highlights the moral bankruptcy and hypocrisy of Europe’s ruling of establishment: They both violate democracy in practice and persecute nationalists (such as the Front National) under the pretext that they are a “threat to democracy.”[3]

In fact, the postwar regime’s claim that 1945 is a kind of “year zero” is not defensible. There is a veritable cottage industry of academic scholarship showing the ideological and human continuities between interwar “fascism” and postwar European federalism. French volunteers to the Waffen-SS were most often driven to don the German uniform – despite their homeland being occupied by German troops! – and risk the ultimate sacrifice in the name of a European ideal, namely, the common struggle against Bolshevism.[4] The technocrats of the French State of Vichy became the technocrats of the European Commission of Brussels, both considering that the corrupt French parliamentary regimes had retarded economic development.[5] Actual Fascists and National Socialists such as Oswald Mosley, Savitri Devi, George Lincoln Rockwell and the members of CEDADE (which included SS-Standartenführer Otto Skorzeny and Volksführer Léon Degrelle) became impassioned advocates of pan-European cooperation – they, like mainstream Europeanists, argued that Europeans’ shrinking share of world population and power meant they needed to present a common front.

I personally believe Europe will only achieve salvation if there is reconciliation and an overcoming of the assumptions of 1945. There is much good in the liberal-democratic tradition.[6] The trouble is the bourgeois regimes use exaggerated pretensions of democracy in order to demonize and persecute their enemies: Any unduly successful opponents at home (Jean-Marie Le Pen) or abroad (Vladimir Putin) are opportunistically labeled “undemocratic.” We must reject such exaggerated and self-interested claims, such “demoliberal lies.”[7] What’s more, since the 1960s, and with ever-growing hysteria, any disciplines upon the individual have become equated with tyranny.[8] Pushed to excess, liberty and equality become individualism and egalitarianism, which in turn become no more than an apology of selfishness and narcissism,[9] to the detriment of the common good.

Rather, Europeans must explicitly acknowledge that hierarchy and discipline have their rightful place in any good society and government,[10] alongside our well-known individualist and egalitarian traditions. The frank defense of ethnic self-interest and awareness of evolutionary realities must counterbalance our propensity towards universalism. So too must the sincere, if naïve, mainstream proponents of European integration and the nationalist resistance movements be reconciled. Then, terms such as “fascist,” “democratic,” or “racist,” will cease to be loaded and meaningless terms of praise or abuse, in that genuinely and terrifyingly Orwellian fashion, meant only to paralyze us in our very minds and make even our self-defense unthinkable. Europeans, having emancipated themselves from this oppressive grammar, will then again be free to think and shape their destiny.

Notes

1. Mitterrand himself is an enormously ambiguous figure: decorated Vichy official, last-minute resister, parliamentary politician, defender of French Algeria, opponent of President Charles de Gaulle, Marxoid Socialist opposition leader, architect of neoliberalism and austerity, simultaneous promoter and demonizer of the Front National (to divide the right), and finally “European statesman.” The latter, accomplished as he was cancer-ridden and after this long, sinuous career of apparently no more than cynical opportunism, was his great claim to being a historical figure, of not having been merely a talented nihilist.

2. Admittedly, Eurocrats will occasionally acknowledge the undemocratic nature of the regime. Italian central banker and Euro architect Tommaso Padoa-Schioppa for example once termed the EU a system of “enlightened despotism.” However, the backlash against such statements makes such candor rare.

3. Indeed, the FN has become, for better or for worse, the most coherent and effective critic of the current regime and apologist of the nation-state, in the name of traditional liberal democracy.

4. See Robert Forbes, For Europe: The French Volunteers of the Waffen-SS (Stackpole Books, 2010).

5. See Antonin Cohen, De Vichy à la Communauté européenne (PUF, 2012).

6. Specifically, at least in peacetime, a good government must feature checks and balances, free speech, and loyal opposition, which allow the regime to self-criticize and self-correct according to the vagaries of experience, changing circumstances, and inevitable mistakes. I also believe rather substantial democratic elements are desirable: Only elites may govern, but they must be made to govern insofar as possible in the public interest, rather than their narrow interests.

7. Following the Italian school of elitism, we know that truly democratic regimes are impossible, but inevitably are dominated by elites. A regime that lies on this point however is more odious than a regime which frankly acknowledges the truth. A regime of truth is always preferable to a regime of lies. Take these lines from the American canon: “all men are created equal,” “We the people,” “Government of the people, by the people, for the people.” Can anyone claim that these pretensions of the American regime were sincere then or have come to be practiced since?

8. To cite only the most obvious discipline on individuals we need today: The necessary gender roles and social incentives for every European couple to raise, say, 2.5 children on average.

9. “Equality” comes to mean refusal to acknowledge one’s betters or one’s difference, in effect, a narcissism only possible through profound self-ignorance, ignorance of one’s own nature, which no doubt explains the excesses of student movements and feminism.

10. This would probably merit an essay in itself, but I am struck at, again by some ruse of history, how a certain hierarchy (“democratic deficit”) and discipline (“austerity”) have returned to Europe through the EU. Although the European Communities were initially dominated by the French, the EU’s current hierarchy and discipline strikes me as essentially of German origin. The historian A. J. P. Taylor has written of 19th century German liberals that their “constitutionalism was strangely abstract, doctrinaire” (The Course of German History [Capricorn, 1962], 55), which recalls German lawyers’ contemporary fascination for the technicalities of the European treaties. This legalism and Luthero-Prussian frugality came together, via the Bundesbank, to form the core of the Eurozone’s philosophy of supra-parliamentary government, hard money, and balanced budgets. The European Parliament’s prerogatives, largely limited powers of obstruction, are roughly analogous to the German parliament’s powers under the hierarchic Second Reich. The EU itself – with its assemblies of heads of state and government, its complex procedures for electing leaders, its ambition of economic unification – rather recalls both the First Reich and the German Confederation. Indeed, the tragedy of Europe can in part be ascribed to the failure of Austria-Hungary and Prussia to turn the Confederation into a genuine economic union. The latter would have been a peaceful unification of Mitteleuropa and its medley of intermeshed European tribes, most notably the scattered Germans. Instead, we had the violent unification of Germany through Prussia and two attempts by Prussia-Germany to unite continental Europe by war, which not only failed but durably poisoned relations between European nations. (Would the effort have been worthwhile had Prussia-Germany succeeded? We can only speculate.) Yet the EU has emerged for the same reason the First Reich and German Confederation emerged: To create some order, economic and political, in the mess of interdependence that is Central Europe, a mess whose most important fact is the presence of so many Germans.

Towards the end of his 1940 memoir on his reporting from the Third Reich, Lothrop Stoddard wrote:

Most Germans are unwilling to admit even the possibility of defeat. Those who do, couple it with remarks which amount to some such phrase as: “If we don’t win, there will be no victor.” What that means is about as follows: “If this war is fought to the bitter end, all Europe will be plunged into chaotic ruin. Then, with everybody down in the ditch together, we Germans, with our innate sense of organization and discipline, willingness to work hard, and knack of pulling together, can lift ourselves out of the ditch quicker than anyone else.” The moral whereof was, of course, that, no matter what might immediately happen, the Germans were bound to win in the long run. (Into the Darkness: An Uncensored Report from Inside the Third Reich at War [Burlington, Indiana: Ostara Publications, 2011 (originally published 1940)], 198)

How amazing that, within Europe, this has actually come to be! The Germans, not through any instinct of dominance, but merely through their number, discipline, and talents, have come to be the preeminent nation within the EU. Through the Union, can we speak of a return, however deformed, of the German spirit?

 

 

 

Article printed from Counter-Currents Publishing: http://www.counter-currents.com

 

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Entretien d'actualité avec Pierre Jovanovic (juin 2015)

Entretien d'actualité avec Pierre Jovanovic (juin 2015)

L'Agence Info Libre a profité du passage de Pierre Jovanovic à Lyon, pour la dédicace de son dernier livre "666", afin de s'entretenir des questions d'actualité économique.

mercredi, 17 juin 2015

De Napoleon-mythe en de francité

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Door: Johan Sanctorum

Ex: http://www.doorbraak.be

De Napoleon-mythe en de francité

Over doorgeslagen Frans chauvinisme, verlichtingsarrogantie en waarom wij Waterloo in mineur moeten herdenken.

Op 18 juni vieren we tweehonderd jaar slag bij Waterloo, de plek waar het leger van Napoleon Bonaparte de duimen moest leggen voor de Brits-Pruisische-Hollandse monstercoalitie. Dit nadat hij twee dagen eerder op 16 juni nochtans een algemene repetitie, onbekend als de slag bij Quatre-Bras, op punten had gewonnen.

Rothschild-oorlogen

Zei ik ‘vieren’? Dat is een heikel punt. Want de historische standaardvisie is, dat het liberale, democratische, moderne Frankrijk van Bonaparte en de Franse Revolutie werd verslagen door een overmacht van ouderwetse, aristocratische, decadente slempers die in het Congres van Wenen de klok wilden terugdraaien. Dat klopt: het Ancien Régime zinde op revanche. Alleen had de genaamde Napoleon Bonaparte zich al in 1804 tot keizer laten kronen (waardoor Beethoven woedend het eerste blad van de aan hem opgedragen Eroica-symfonie verscheurde) en heerste hij als een absolute vorst, wat de gesettelde Europese aristocratie, die hem als een parvenu beschouwde, mateloos ergerde. Misschien nog meer dan de revolutie op zich.

Daarna begonnen de napoleontische oorlogen: met Rothschildgeld gefinancierde veldtochten die de logische voortzetting waren van de eerdere binnenlandse militaire acties tegen contrarevolutionairen. Rust roest, een leger moet iets om handen hebben. Bovendien: een externe vijand zorgt intern voor kalmte, discipline en eensgezindheid. Ook niets nieuws onder de zon. Voor alle duidelijkheid: de Rothschilds voorzagen evengoed de andere kant van middelen en wedden op twee paarden, waarmee ze de fundamenten legden van het moderne internationale bankenkapitalisme.

De Franse bezetting in Europa verschilde in niets van om het even welke andere en kon zich slechts handhaven mits een flinke dosis repressie, inclusief brandschatting en oorlogsbelasting. Maar de fabel dat Napoleon de democratische idealen over ons continent verspreidde, is gebleven, en vormt nog steeds de kwintessens van het Franse meerderwaardigheidscomplex, ook wel bekend als chauvinisme. De verbeelding dat het Frans nog steeds een (en eigenlijk dé) wereldtaal is, is daar een ander aspect van.

GDF Suez dicteert

Curieus genoeg vormt deze francité tot op vandaag ook de grondstroom van het francofone suprematisme in België: de Vlamingen zijn rijker, met meer, maar de Franstaligen bezitten de cultuur en beheren het napoleontische erfgoed. Wij zijn maar Menapiërs, een beetje respect is op zijn plaats. Niet voor niets is Wallonië de jaarlijks weerkerende scène van Napoleonfolklore allerhande: zijn charisma van Verlichter straalt af op de Franstalige gemeenschap, die daarmee haar culturele superioriteit bevestigt. Waaraan dan weer een politiek etiket hangt.

Echter, wanneer uitgerekend België in het voorjaar een muntstuk van twee euro liet slaan om die slag bij Waterloo te herdenken, stuitte dat op een veto van Frankrijk. Dat lijkt vreemd, want de Duitsers zijn nooit te beroerd geweest om het einde van het Derde Rijk te herdenken. Maar noem in Frankrijk nooit Napoleon en Hitler in één adem, want dat is echt levensbedreigend. Een geïdealiseerde Napoleonmythe moet namelijk de aanspraken van de Franse hegemonie, als tegengewicht voor het Duits-Germaanse barbarendom, binnen Europa overeind houden. En daar past een uitgebreide herdenking van de nederlaag niet in. Ondanks dat spijtig accident, het Waterloo-toerisme en de bijbehorende nagespeelde veldslag, moet Europa grote dankbaarheid blijven betonen aan het land van de Verlichting en de Franse Revolutie.

Dit eeuwigdurend krediet vertaalt zich uiteindelijk, hoe kan het anders, in nieuwe vormen van usurpatie. De manier hoe het totale Belgische energiebeleid in handen is geraakt van GDF Suez (nu omgedoopt tot Engie), waarvan de Franse staat hoofdaandeelhouder is, illustreert hoe territoriale expansie nog op andere manieren dan militair kan worden uitgeoefend. En hoe zwak wij ons als wingewest opstellen.

Feitelijk staan we (opnieuw) onder napoleontische curatele. Het in schimmige omstandigheden bedongen contract omtrent de verlengde exploitatie van de kerncentrales Doel en Tihange geeft Electrabel opnieuw een monopolie inzake energiewinning. Voor meer details hierover, zie de uitstekende column in Trends van deze week van Daan Killemaes. De GDF-Suez-dochter doet niet alleen financieel een gouden zaak aan de overeenkomst, maar bestendigt vooral onze afhankelijkheid van het buitenland, in casu de hedendaagse zonnekoningen in Parijs. De Belgische energiepolitiek staat te lezen in het jaarverslag van een Frans bedrijf. Als revanche voor Waterloo kan dat tellen.

'Le cannibale'

Het collectief cultuurnarcisme waaraan Frankrijk lijdt, heeft dus wel degelijk economisch-politieke uiteindjes, maar gelukkig is het dikwijls ook gewoon lachwekkend. Zopas werd een monument opgericht op de klim in de Alpen naar het skioord Pra Loup. In de Tour van 1975 kreeg Eddy Merckx, tot dan ongenaakbaar, er een inzinking waarvan Bernard Thevenet profiteerde om de etappe te winnen. Verdiend, daar niet van.

Maar in één ruk werd Thevenet door een uitzinnige Franse pers gekroond tot ‘tombeur du cannibale’ (kannibaaldoder). De Fransen haatten Merckx omdat hij al jarenlang hun nationaal eergevoel bedierf en nooit een overwinning weggaf. Eddy zette zich zelfs niet schrap om de Franse derderangscoureurs van zich af te schudden, hij peddelde er gewoon van weg als gold het een zondagsritje met de familie. Vreselijk.

Daarom gaven ze hem de bijnaam ‘le cannibale’, wat wel wijst op spieren en aanvalslust, maar ook op een soort agressieve domheid, die eigenlijk de introverte en zachtaardige Merckx helemaal niet op het lijf geschreven was. Kon hij het helpen dat hij gewoon twee klassen beter was dan de rest.

Maar een kannibaal dus, dat kan je amper nog een mens noemen. De krachtpatser Merckx werd gelezen als de antipode van het Franse esprit, een onhumaan monster. Zoiets mag dan wel vijf keer de Tour winnen, het is niet eerlijk, en eigenlijk nog erger dan doping: een beest dat puur op fysiek en testosteron iedereen naar huis rijdt. Zonder compassie, gevoel voor etiquette, of respect voor de ongeschreven wet dat op 14 juli een Fransman moet winnen. De elegante ééndagsheld Thevenet had dus niet alleen een koninginnenrit gewonnen, maar ook nog eens de wildeman uit het Noorden de les gelezen. Verlichtingseuforie alom. Andermaal: Waterloo gewroken.

Dat verdient een Arc de Triomphe: het ‘Waterloo van Merckx’ (echt waar, zo staat het geboekstaafd) wordt dus nu, zonder de minste ironie, vereeuwigd met een triomfboog(je) op de plaats waar drakendoder Thevenet zijn exploot verwezenlijkte. Met rode bolletjes beschilderde stenen (de bergrangschikking!) markeren deze heilige plek. Ik beschrijf het nu hyperbolisch, maar bekijk de foto en geef toe: dit is een uitstekende illustratie van het Franse gezegde ‘le ridicule ne tue pas’

Chauvinisme, zijnde de onderbuikvariant van het nationalisme, is als zout in de soep: van te weinig word je niet vrolijk, maar teveel bederft heel de boel. Fransen zijn nooit goede verliezers geweest. Wij misschien iets té goed. Het doet deugd dat een wilde af en toe eens de waan doorbreekt. Die idee valt te lezen bij J.J. Rousseau, ironisch genoeg een van dé kleppers van de Franse Verlichtingsfilosofie.

Johan Sanctorum is filosoof, publicist, blogger en Doorbraak-columnist. 

Nicholas Georgescu Roegen, la bioeconomia e la legge dell'entropia

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Nicholas Georgescu Roegen, la bioeconomia e la legge dell'entropia

Roberto Pecchioli

Ex: http://www.ereticamente.net

Sosteneva Ezra Pound che non si può comprendere un’epoca se non si approfondisce il sapere che più la caratterizza, se, insomma, non se ne intende appieno la  specifica “cifra” culturale.

Pensava, il grande poeta dei Cantos, alla romanità del diritto, al Medioevo della teologia, all’arte del Rinascimento, alla scienza del XIX secolo, l’economia del Novecento, secolo breve ed insieme sterminato.

Potremmo, per il primo scorcio del TerzoMillennio, indicare con sicurezza, come impronta generale della contemporaneità la Tecnica (“techne”, il saper fare che mira ad un obiettivo o ad un prodotto), per quanto la sua centralità sia stata già descritta da Martin Heidegger nella temperie culturale tra le due guerre.

Economia e tecnica economica e finanziaria sono diventati ormai strumenti giganteschi di oppressione per uomini e popoli. Per questo, è urgente riscoprire e divulgare l’opera di quanti – non di rado misconosciuti, trascurati, talora perfino derisi –, hanno prodotto idee e scienza alternative al “mainstream”.

Uno di loro è certamente Nicholas Georgescu Roegen (1906-1994), professore rumeno emigrato in America quando la sua Patria divenne comunista, pensatore di frontiera,  snodo e cerniera di un approccio all’economia del tutto nuovo ed originale. Economista, innanzitutto, ma anche matematico, filosofo, ecologo, scienziato e filosofo della scienza : soprattutto, grande innovatore e teorizzatore dell’incontro tra economia, biologia, fisica, all’insegna di un nuovo paradigma, che potremmo definire “del limite”, e fondatore di una nuova disciplina, la bioeconomia.

Il nucleo forte del pensiero di Georgescu  è infatti la teorizzazione, anzi la scoperta, in termini epistemologicie pratici,che nessuna scienza umana può evitare di tenere conto dell’ineluttabilità delle leggi della fisica, ed in particolare del Secondo principio della Termodinamica, secondo il quale, in un sistema chiuso, alla fine di ogni processo, la qualità dell’energia, dunque la possibilità di un suo successivo riutilizzo, è sempre inferiore rispetto all’inizio. Qualsiasi percorso economico che produca merci o materiali (ma nell’ultima parte della sua vita Georgescu ne ebbe anche per la “new economy”)  diminuisce la disponibilità di energia per il futuro.

Il limite e l’inganno dell’economia, la scienza triste, secondo la definizione di Thomas Carlyle, sta proprio nel non tenere conto, nei propri modelli matematici e nelle eleganti teorizzazioni in forma di equazione od algoritmo, della sussistenza del limite costituito dalla finitezza delle risorse e dall’impossibilità di eludere le leggi della fisica.

Potremmo anche aggiungere che se la scienza economica fosse davvero tale, non si comprenderebbero i suoi fallimenti, i clamorosi disastri previsionali delle sue prestazioni intellettuali, in definitiva la sua incapacità di fornire risposte in termini di benessere materiale e di miglioramento complessivo della condizione umana.

Georgescu intuì il limite dell’economia scientifica nella sua indagine meccanicistica, autoreferenziale, indifferente a tutto ciò che è altro da sé. Le sue procedure astrattamente logiche studiano i processi come se le leggi biologiche e fisiche non esistessero o potessero essere oltrepassate dall’uomo “faustiano” con un atto di volontà di potenza.

In natura, nulla si crea e nulla si distrugge – questo è il primo principio della termodinamica-  ma da quando la fisica, con Sadi Carnot, nel 1824 ha elevato a legge scientifica l’elementare circostanza che il calore si muove sempre da un corpo piùcaldo ad uno più freddo e che tale fenomeno ha carattere irreversibile – seconda legge della termodinamica – viene a cadere uno dei cardini delle teorizzazioni economiche: il processo di produzione e consumo “circolare” dalle imprese alle famiglie e ritorno, pensato senza punti di contatto con l’esterno, né in ingresso, né in uscita.

Non è, non può essere così, perché l’economia ha a che fare con la materia, le risorse, la scarsità che ne è il principale elemento di criticità.

Sostiene il pensatore rumeno che “la scienza economica ha eliminato la dimensione ecologica dal suo orizzonte” e che ciò l’ha ridotta a sapere astratto, virtuale, disgiunto dalla realtà della biosfera.   Recuperare la dimensione “biologica” dell’economia (òikos-nomia): legge della casa, del proprio ambiente) significa porre radicalmente in discussione duecento anni e più di dogmatica liberale e marxista.

La realtà afferma la finitezza del sistema Terra e delle sue risorse, dunque il paradigma produttivista è irrevocabilmente battuto sul terreno della realtà: se infatti il divenire economico è attraversato da un processo di produzione, distribuzione ed eliminazione di flussi di energia e materia attinte dall’ambiente naturale – il “sistema” chiuso entro cui inevitabilmente si svolge la vicenda umana, in cui vigono il primo ed il secondo principio della termodinamica, – ne consegue che il metabolismo della società è connesso all’evoluzione biologica, chimica e geologica del pianeta.

NGR1.jpgDi qui la capitale importanza, anche in economia, del concetto di “entropia“, termine coniato dal Clausius  nel 1864 (“Meccanica del calore”), che può essere definita come la misura del grado di equilibrio raggiunto da un sistema in un dato momento. A ogni trasformazione del sistema che provoca un trasferimento di energia (ovviamente senza aggiungere altra energia dall’esterno), l’entropia aumenta, producendo un disordine generale, il cui esito è, in astratto, la fine stessa.

L’intuizione vincente di Georgescu è che si può considerare un “sistema” anche l’intero pianeta, e la conclusione è che un’economia votata alla sovrapproduzione ed allo sfruttamento intensivo delle risorse, è, termodinamicamente, un suicidio per accumulo di entropia, ovvero di disordine.

Chiaro appare, nella definizione di “sistema” il debito nei confronti di Ludwig Von Bertalanffy e la sua “teoria dei sistemi”. Il logico austriaco, negli anni Trenta del XX secolo, sull’onda della rivoluzione scientifica,  comprese l’insufficienza euristica di approcci al sapere chiusi, settoriali, promuovendo la rivoluzione del dialogo multidisciplinare. Nell’ottica del pensiero sistemico, le parti (del sapere) sono solo astrazioni e la realtà può essere colta solo attraverso le relazioni.

Un passo importante per il superamento del tradizionale dualismo della cultura occidentale, inaugurato da Platone, e vincente a partire dalla Rivoluzione scientifica del XVI/XVII secolo (Bacone, Cartesio), forse con lo sguardo proteso verso l’ oriente del Tao(ying e yiang).

Importante, per l’elaborazione del Rumeno, anche il rapporto con Ilya Prigogine, i suoi studi sulla termodinamica e le cosiddette “strutture dissipative” e la teorizzazione dei “sistemi complessi”, poi assunta da Edgar Morin, per il quale il mondo è ormai entrato nella età di una profonda rivoluzione valoriale ed antropologica.

A questa rivoluzione restano tenacemente estranei gli economisti, asserragliati nelle loro ben protette  casematte, su cui vigila l’interesse dei capitalismi, con il loro mondo fatto di diagrammi, algoritmi ed indifferenza, anzi cocciuta ignoranza nei confronti dell’uomo reale, del suo ambiente, della vita.

Tra un fallimento e l’altro (hanno forse saputo prevedere – tanto meno fronteggiare – la crisi del 1929, o quella energetica del 1973/74, o quella innescata nel 2007/2008 dalla bolla sui derivati ?) continuano a sfornare, ben pagati, equazioni e ricette tutte basate sullo sfruttamento degli uomini e delle risorse, nel dogma, in sociologia si potrebbe chiamare “credenza ingenua”,  della crescita, dell’illimitatezza, della corsa forsennata verso un orizzonte che si allontana allo sguardo ad ogni passo.

Il pianeta è uno, le sue risorse sono evidentemente limitate, quelle più importanti – come i carboni fossili da cui traiamo la maggior parte dell’energia, e l’acqua – cominciano a scarseggiare, ma loro proseguono la corsa, come un treno lanciato a tutta velocità senza macchinista lungo un binario che, lo si sa, finirà in un burrone.

Per questo l’opera di Georgescu è così importante e così difficile da aggredire con criteri ed argomenti scientifici. Meglio ignorare, come fa sempre chi detiene il potere – accademico, editoriale e della comunicazione.

Non è senza significato che in diverse lingue, tra cui l’italiano, non sia mai stata tradotta l’opera capitale del rumeno: “The entropy law and the economic process”. Nella nostra lingua, fortunatamente, ma solo dopo la sua morte, sono apparsi altri scritti, come “Energia e miti economici”, edita nel 1998 da Bollati Boringhieri ed accolta con grande interesse in molti ambienti distanti dall’ortodossia scientifica e politica.

Nel 1973 il Nostro fu l’estensore di un importante manifesto scientifico-culturale “per un’economia umana” sottoscritto da oltre duecento esponenti dell’alta cultura multidisciplinare (economisti, filosofi, sociologi, biologi, fisici). Ad uno di loro, Kenneth Boulding, è attribuita un’ affermazione divenuta celebre: “Chi crede che la crescita infinita sia possibile in un mondo finito è un pazzo. Oppure un economista.”. I limiti fisici, lo abbiamo detto, sono inviolabili….

Scrive al proposito Nicholas Georgescu-Roegen:”la termodinamica ci insegna non solo che la materia-energia non può essere creata o distrutta, ma anche che essa viene costantemente ed irreversibilmente degradata in scarto, una forma inutile per gli interessi umani. E’ in questa legge della termodinamica che si trova la radice della scarsità economica. Infatti, la termodinamica è la fisica del valore economico, come disse Sadi Carnot nel suo memoir del 1824. Poiché in un mondo dove le leggi della termodinamica non valessero, la stessa energia potrebbe essere usata continuamente e nessun oggetto si consumerebbe mai”.

Altri limiti vengono dalla stessa complessità del nostro mondo, in cui gli incrementi produttivi diventano sempre più costosi e dagli utili decrescenti, sino al collasso. Del resto, ciò era stato già teorizzato dagli economisti marginalisti: pensiamo all’effetto rimbalzo, o paradosso di Jevons, che osservò come miglioramenti tecnologici e di efficienza nell’uso di una risorsa ne fanno aumentare il consumo, riducendone anche il margine di profitto, oltreché, naturalmente la disponibilità a medio o lungo termine.

I devoti della tecnologia affermano che sarà la scienza stessa a risolvere i problemi da lei stessa creati, ma i loro argomenti sono deboli, ampiamente confutati, e, comunque, il principio di prudenza invita a non forzare i limiti della natura (la “Phrònesis aristotelica contro l’”hybris”- arroganza/tracotanza dell’uomo moderno).

Di più: il nuovo per il nuovo, il cambiamento, l’innovazione fine a se stessa, proclamata dalle fanfare della pubblicità e del bombardamento mediatico, il nuovo sempre meglio del vecchio, che era nuovo solo una stagione fa, vengono proclamati come valore, e la durevolezza è un difetto di vitalità, una carenza di distruzione creatrice (Schumpeter).

Naturalmente, se il cambiamento è una documentata alternativa di “sistema”, allora si alza assordante il baccano della derisione e della demonizzazione. La pietra di paragone di tutti i cuori, resta il denaroed allora, avanti verso il nulla.(Poderoso caballero es Don Dinero, scrisse Francisco Quevedo)

Georgescu ci avverte che questo nulla  verso cui tendiamo allegramente è l’alta entropia, cioè il disordine massimo, la fine delle risorse.

Ma la macchina corre, dall’obsolescenza programmata a quella immediata – un ossimoro ! – alla distruzione di ciò che è stato appena pensato e creato, un enorme tritatutto a moto uniformemente accelerato. Ancora la fisica, ad ammonirci sugli esiti delle nostre (nostre ?) scelte….

A questo punto, può essere utile ribadire l’etimo stesso di economia – legge, norma, sulle cose di casa, di famiglia. Utilizzo di risorse costitutivamente scarse per il bene della comunità, contenendo la spesa, lo spreco, valutando l’importanza delle esigenze da soddisfare. Comunità dunque, e limite, e scelta consapevole del bene comune, innanzitutto “per” la vita: bioeconomia.

Un altro economista e pensatore “di frontiera”, l’italiano Geminello  Alvi, evoca l’economia del dono contrapposta a quella del profitto, parlando di “oikonomìa della famiglia. Solo quando la famiglia smette di essere tale si pagano gli alimenti, altrimenti in essa si dona. Non si dà nessuna comunità di profitto, che ha il nome diverso di società; ma si dà continuità nell’agire non rivolto ad un tornaconto.”

Non può che tornare in mente un altro grande irregolare del pensiero del nostro tempo come Ivan Illich, che enfatizzava il mondo – ed il modo di produzione – che definiva vernacolare, cioè autonomo, in cui prevale il valore d’uso, destinato alla sfera non monetaria e non allo scambio di mercato.

Illich enunciò con la massima serietà il teorema della lumaca, giudizioso animale che smette il proprio sviluppo (oh, parola magica!) quando una sola in più delle sue spire aumenterebbe di 16 volte il suo peso ed il suo volume, decretandone la morte istantanea. Sempre il prete croato-americano di Cuernavaca introdusse il concetto di “tempo generalizzato”, portatore di contro-produttività: un automobilista che compie 15.000 km annui con la sua autovettura ha avuto bisogno di almeno 1.500 ore di lavoro per procurarsela. La macchina va veloce, ma se sommiamo tutto il tempo che l ’automobile ha richiesto, la velocità, in termini di tempo generalizzato, sarà di 10 km/ora, mentre con la bicicletta si raggiungono i 13 km/ora!

Paradossi, ma non troppo, di cui accenneremo brevemente riguardo alla concezione del tempo di Georgescu.

Ma segnaliamo anche la parola “sviluppo”, che noi associamo all’aumento di consumo, cioè di distruzione, in senso entropico. L’indice relativo è il PIL – Prodotto Interno Lordo – il quale però non misura istruzione, gioia, tempo libero, bellezza. E’ celebre un passo del discorso tenuto da Robert Kennedy all’Università del Kansas il 18 marzo 1968. Candidato alla presidenza degli Stati Uniti, ucciso assai opportunamente dal solito esaltato pochi mesi dopo (CIA, finanza, apparato industriale?), affermò che “non possiamo misurare lo spirito nazionale dall’indice Dow Jones (la borsa di New York n.d.r), né i successi del paese sulla base del Prodotto Interno Lordo. Il PIL mette nel conto le serrature speciali per le nostre porte di casa, e le prigioni per coloro che cercano di forzarle. (…) Cresce con la produzione di missili e testate nucleari, comprende anche la ricerca per la disseminazione della peste bubbonica. Il PIL non tiene conto della salute delle nostre famiglie, non comprende la bellezza della nostra poesia e la solidità dei valori familiari. (…) Non tiene conto della giustizia dei nostri tribunali, né l’onestà dei rapporti tra noi. “E concluse: “In breve, misura tutto, eccetto ciò che rende la vita veramente degna di essere vissuta”. Non lo ammazzarono per caso.

Un’altra verità controintuitiva è quella enunciata da  Richard Easterlin nel 1974, allorché accertò su basi statistiche irrefutabili che all’aumento del reddito non corrisponde più felicità, ma il suo contrario!

Il grande merito di uomini come Georgescu è stato proprio quello di aver dato rigore scientifico – il verbo del nostro tempo – ad idee, umori e suggestioni vivi e diffusi, ma battuti dalla grande macchina dell’economia “classica”, e dagli enormi interessi dei padroni degli economisti, questi apprendisti stregoni del mercato misura di tutte le cose. Spesso, sembrano quei meteorologi da vagone ferroviario, bravissimi a spiegare il tempo… del giorno prima.

Dicevamo del concetto di “tempo”, e del contributo del rumeno ad una sua ridefinizione cognitiva. Attraverso il secondo principio della termodinamica, infatti, l’irreversibilità irrompe nella scienza, con la dimostrazione che l’energia si degrada sotto forma di calore. Il processo economico non è quindi circolare (economisti “classici”) ma unidirezionale.

Il tempo “reale” diventa quindi per Georgescu la principale leva per scardinare i fondamenti dell’economia ortodossa. Illuminante è, al riguardo, un passo del suo Prospettive e orientamenti in economia: “l’economista standard non può essere accusato, né più né meno di Marx, per voler costruire la sua teoria sul modello della società capitalistica. La sua colpa è di altro genere: negando la possibilità di dare importanza agli aspetti evolutivi del processo economico, egli è necessariamente obbligato a predicare il dogma della validità della sua teoria per tutte le società”. E, aggiungiamo noi a proposito della vigente superstizione liberista,  a spacciare come verità il principio che l’economia liberista di scambio e accumulazione sia un dato di natura, quasi una legge ferrea che spiega la presenza dell’uomo nel mondo.

I fenomeni economici, al contrario, sono meglio indagati con l’apporto di discipline come la biologia, il cui atteggiamento gnoseologico è la predisposizione ad indagare realtà in continua evoluzione, incomprimibili all’interno di leggi predeterminate. L’economia viene così ricondotta alla sua origine bio-fisica e l’approccio roegeniano ci offre una sintesi delle relazioni tra la natura e l’uomo, incentrata sulla legge dell’entropia con il suo irrevocabile mutamento qualitativo.

In questo senso, viene ripreso un peculiare contributo di Alfred Marshall, economista neoclassico e marginalista, fautore di un’analisi fortemente debitrice della matematica, ma anche protagonista di un’intuizione secondo cui l’economia, al pari della biologia, è un dominio la cui materia e costituzione interna, al pari della forma esteriore, va mutando sulla base del vissuto concreto degli uomini, e deve quindi essere costantemente ripensata a partire dai fatti.

L’abuso di modelli matematici, uguali a se stessi, allora, sancisce l’inadeguatezza ad interpretare la plasticità della materia, e, prigioniero di paradigmi meccanicistici, l’economista, novello Prometeo, ha la pretesa assurda di disciplinare l’ alea degli avvenimenti, la contingenza delle istituzioni, la complessità psicologica dei suoi attori, nella loro sfera sociale ed umana, con modelli e calcoli semplificati che pretendono di ingabbiare, spiegandola a colpi di equazioni e simboli crittografici, il flusso della vita reale.

Un’egemonia del misurabile e del quantitativo che si traduce in narcosi cognitiva, affetta da costitutiva incapacità di svelare ogni fenomeno evolutivo, che la scienza biologica sa invece interpretare alla luce del cambiamento qualitativo, in quanto tali fenomeni non sono, ma divengono.

Il tempo storico, allora, se alcuni fenomeni sono irreversibili, deve essere considerato in una luce assai diversa rispetto al piatto matematismo degli economisti. La prospettiva bioeconomica offre una sorta di riconciliazione tra uomo e natura, gettando un ponte che unifica  tempo della scienza e tempo della vita, in chiave anche spirituale, senza ignorare i fenomeni legati al passaggio del tempo come durata, e rinnegare l’origine biofisica dell’economia.

Torna alla mente l’aneddoto secondo cui John Maynard Keynes, presentando la sua Teoria Generale agli economisti inglesi, avrebbe risposto infastidito ad uno di loro che criticava la supposta debolezza dell’impianto teorico keynesiano “sul lungo periodo”, borbottando “nel lungo periodo saremo tutti morti”.

Disumanità ed indifferenza accigliata ai saperi altrui, come disumano, anzi antiumano è l’impianto teorico di Smith, Ricardo e Malthus e colleghi, in cui l’uomo-lavoratore figura soltanto come fastidioso costo da abbattere con fantasiose teorizzazioni che sarebbero distopiche se non si fossero invece realizzate a partire dalla Rivoluzione Industriale, generando la reazione uguale e contraria del marxismo come pseudo scienza economica fondata sulla proprietà statale.

Vale la pena descrivere, a sostegno delle tesi bioeconomiche, almeno due disastri, uno irreparabile, l’altro ancora parzialmente rimediabile se la battaglia delle opinioni pubbliche sarà vincente: il prosciugamento del lago di Aral, nell’Asia ex sovietica e la tecnica del “fracking” per l’estrazione del gas di scisto.

Il lago di Aral non esiste più: aveva una superficie di 68.000 km quadrati (Piemonte, Lombardia e Veneto insieme), perché gli economisti sovietici dei piani quinquennali decisero di deviarne gli emissari al fine di irrigare ampie zone agricole e di alimentare possenti apparati industriali. Uno di loro arrivò a dire che il lago era un errore della natura, e che, tutt’al più, poteva essere utilizzato – nella modesta porzione sopravvissuta – come risaia. Dopo decenni di prelievi e di follie economiche il lago non c’è più, il clima nella zona è più freddo e secco, migliaia di attività umane, culture materiali millenarie degli abitanti sono scomparse, migrazioni hanno sfigurato il panorama umano della zona.

Entropia, termodinamica? Sì, anche, e convinzione di essere noi, creature, più forti del Creatore, o, se preferite, di Gaia.

Negli Stati Uniti ed in Canada, la fame di idrocarburi sta generando distruzioni apocalittiche per estrarre, a colpi di pressione sul sottosuolo,  il gas di scisto. Per ogni pozzo – sono già migliaia – ci vogliono dai 20 ai 29 mila metri cubi all’anno di acqua, che torna in superficie come riflusso velenoso per il settanta/ottanta per cento. Quali sono e saranno i danni entropici alle risorse idriche, quali le conseguenze sulla salute delle popolazione, quale, infine, ma scusate se è poco, le possibilità di smaltire o riciclare i residui?  Dottrine diverse, stessi terribili esiti.

Potremmo aggiungere la deriva di un vero e proprio continente di plastica nell’Oceano Pacifico, gli esperti lo hanno battezzato North Pacific Gyre, un vortice esteso per circa 34 milioni di chilometri quadrati, più dell’Africa.

Georgescu Roegen aveva già risposto: per salvarci, dobbiamo sviluppare una bioeconomia, affiancando alla contabilità dei flussi di denaro, una mappa delle risorse naturali materiali e delle scorie fisiche per il cui ottenimento e smaltimento dovremo spendere crescenti quantità di energia e, naturalmente, tanti soldi. Solo di recente si è fatta strada l’idea che la produzione non sia sempre un fatto positivo, che le riserve non sono infinite, l’energia non può essere recuperata (è fisica …), le scorie non riescono ad essere smaltite.

Talvolta, ci si attacca alla tesi che la tecnologia saprà risolvere ogni problema, taluno cita un’indiscussa autorità scientifica come il fisico Von Neumann, il quale sperava che l’uomo sapesse inventare il modo di rendere l’energia una merce gratuita, proprio come l’aria, ma la verità, sotto gli occhi di tutti, è quella che Georgescu chiama sindrome circolare del rasoio elettrico.

Noi desideriamo raderci più velocemente, in maniera da avere più tempo per lavorare ad un rasoio che permetta di radersi più rapidamente ancora, in maniera da avere ancora più tempo per progettare un rasoio ancora più veloce, e così all’infinito.

Un giornalista e scrittore come Maurizio Blondet ha descritto la globalizzazione più o meno in questi termini : scaviamo miniere per estrarre il ferro con cui costruire navi che solcheranno gli oceani consumando tonnellate di carburanti sversati nel mare, tratti dai pozzi di mezzo mondo,  per trasportare pomodori in zone del globo dove si producono pomodori migliori, ma a prezzi un po’ più alti.

Per fare questo, abbiamo dato retta a David Ricardo, ed abbiamo spostato fabbriche e milioni di uomini da una parte all’altra del pianeta, affinché comprino con fatica, da salariati, quello che avrebbero prodotto autonomamente nelle loro comunità “vernacolari”, ovvero, si procurino a debito tutte quelle merci inutili che il sistema pubblicitario farà loro ritenere desiderabili, salvo sostituirle sempre più velocemente. Sindrome del rasoio circolare, appunto, ed indifferenza sovrana per quel”lungo periodo” sempre meno lontano, in cui saremo tutti morti, ma in cui figli e nipoti ci malediranno.

L’approdo delle idee di Georgescu, e la sua influenza crescente nel panorama internazionale, si può rinvenire nella capacità di animare una sintesi tra l’ecologia, la biologia e l’economia, all’ombra della fisica, solidamente ancorata a schemi di pensiero “forte”.

Essenziale è il debito verso il rumeno dei pensatori della decrescita, ossia di quel filone critico del paradigma produttivista che teorizza una inversione dei valori dominanti, all’insegna del recupero di una produzione di merci durevoli, dell’impegno scientifico a minimizzare ed abolire gli sprechi, sino al recupero di una frugalità di vita e di atteggiamenti, di attitudini di consumo e riuso che “decolonizzino” l’immaginario consumista, affamato di novità fine a se stessa e di smania di possesso.

Una bramosia eterodiretta che pone sempre un gradino più in alto l’asticella dei desideri insoddisfatti, ma belli pronti sul mercato delle cose. L’efficace espressione “decolonizzare l’immaginario” è di Serge Latouche, ma nel pensiero della decrescita è rilevante anche il contributo dell’italiano Maurizio Pallante, cui si deve l’introduzione dei significati differenziati di “beni” e “merci”. Dal punto di vista socio-filosofico, altrettanto risalto ha la figura del franco-greco Cornelius Castoriadis, per il quale il prezzo della libertà è, oggi, rinunciare al primato dell’economia, valore unico ammesso.

Assai interessante è l’introduzione del concetto di impronta ecologica, un indicatore espresso in “ettari di superficie terrestre” che misura l’impatto della popolazione in un territorio. Tale indicatore mette in relazione la capacità delle superfici terrestri e marine di produrre materie prime e di assorbire i rifiuti, e i consumi della popolazione.

Per far sì che la popolazione mondiale possa raggiungere gli standard dei paesi europei, sarebbero necessarie le risorse di un numero compreso fra tre e otto pianeti Terra. E due miliardi e mezzo di cinesi ed indiani, intanto, hanno fatto irruzione nel grande affare del consumo….

NGR2.jpgMaurizio Pallante, in particolare, ha posto l’accento sulla necessità di non appiattire gli esseri umani in una dimensione materialistica, ricordando altresì che, contrariamente alla credenza diffusa, il PIL non misura i beni, ma le “merci”, ovvero gli oggetti e i servizi che vengono scambiati con denaro. Il concetto di bene e quello di merce non solo non con coincidono, ma spesso confliggono. Ci sono merci che non sono beni e beni che non sono merci. Il criterio di differenziazione è la misurabilità in termini monetari (merci) ed in quelli di vantaggio etico e comunitario (Beni). Un esempio di beni sono i servizi alla persona, l’economia familiare, l’autoproduzione, il dono, il riciclo ed il riuso, tutto ciò che è fatto per amore o disinteresse nella dimensione “vernacolare“ non legata al mercato ed al valore di scambio.

Senza Georgescu, queste idee tanto importanti non sarebbero state possibili, o, almeno, non si sarebbero avvalse di un impianto scientifico ed epistemologico tanto robusto.

Il rumeno ha consentito all’economia di recuperare la dimensione ecologica e quella umana, cercando di espellere quel senso di astrattezza, di virtualità disgiunta dalla biosfera che ne hanno fatto un sapere  nemico dell’uomo comune, che vive e veste panni. Georgescu, appoggiandosi alla fisica ed alla biologia, ha ricondotto al campo dei sistemi complessi ed interconnessi l’economia, pagando il prezzo, in vita, di una emarginazione tenace.

E, poiché, come detto, per il primo principio termodinamico, nulla si crea e nulla si distrugge, e le risorse sono limitate, l’entropia ci insegna che le risorse sono trasformazione, non creazione: di risorse utili in risorse inutili, di “beni” in “rifiuti”. Irrevocabilmente.

L’artificio intellettuale che permette di trascurare il Secondo Principio, dunque la degradazione dell’energia e della materia, resta un mito ed un autoinganno, che isola l’economia “classica” in un cono d’ombra di superba disciplina autocentrata, dimostrata solo all’interno del suo stesso schema, e, dunque, a seguire la lezione di  Popper, destituita dallo stesso statuto di scienza !

Quasi un’estensione della meccanica razionale. Una disciplina fiorente che gode di alto prestigio, laute prebende e grande influenza, ma astratta e dotata di una razionalità solo apparente, basata su una insostenibile concezione circolare ed isolata del processo economico, oltreché noncurante dei nessi con la natura, gli uomini, la sostenibilità.

Al contrario, la bioeconomia offre un approdo idoneo a disvelare l’origine biologica dei fatti economici e la dipendenza dell’umanità dalle risorse naturali, talvolta abbondanti, ma certo non infinite. Infine, il pensiero economico, attraverso di essa, ritrova il suo posto naturale e la sua ispirazione originaria, accanto alle scienze naturali, alla fisiologia ed all’agronomia (Jacques Grinevald).

Nel saggio “Quo vadis, homo sapiens-sapiens”, Georgescu  riassume i tre punti essenziali della sua teoria: la forte parentela tra il processo economico ed il dominio biologico; la visione dell’’economia come superamento evolutivo della biologia da parte della specie umana; il riconoscimento che i due saperi sono governati specificamente dalla legge dell’entropia.

D’altronde, la dipendenza dell’umanità dalla disponibilità di risorse naturali costituisce la chiave per una comprensione realistica dell’economia.” La specie umana, dopotutto, non costituisce un’eccezione nel regno della biologia. Anche noi lottiamo per la vita in un  ambiente finito.”

La materia energia, cioè le risorse naturali, è caratterizzata da bassa entropia, ma negli scarti c’è solo disordine, dunque alta entropia, degradazione, dissipazione. Le risorse naturali possono passare attraverso il processo economico una sola volta: lo scarto resta irreversibilmente tale e, del resto, nessuna scienza naturale può dare conto della “scarsità”, giacché essa è un concetto connotato in senso antropocentrico, ossia siamo noi a ritenere scarso o meno qualcosa in base alle nostre capacità, tecniche, esigenze,  tecnologie.

Capitale è anche la distinzione tra materia ed energia disponibile e non disponibile. Nella prospettiva antropologica, all’energia occorre un’ulteriore qualità, l’accessibilità. In termini di accessibilità, Georgescu espresse serie perplessità di natura tecno-scientifica sull’uso- e riuso- della più ampia fonte di energia disponibile, quella solare.

In proposito, parla addirittura della necessità di un Prometeo III, ovvero la scoperta di una nuova fonte di energia sfruttabile, dopo le rivoluzionarie scoperte del fuoco e della macchina a vapore. Nella ricostruzione storico-antropologica roegeniana, solo due tra le innumerevoli scoperte dell’uomo costituiscono “mutazioni bioeconomiche”, il controllo del fuoco e l’invenzione del macchina a vapore, attribuite simbolicamente a Prometeo I e Prometeo II.

Le due scoperte rappresentano altrettanti casi di conversione energetica qualitativa. Il fuoco permette la conversione dell’energia chimica in calore ed inaugura una lunghissima era che possiamo denominare “età del legno”. Una feroce guerra energetica stava per esplodere a causa della crisi di risorse dovuta al disboscamento massivo (nihil sub sole novi…) tra il XVII ed il XVIII secolo.

In quel decisivo tornante della storia, è apparso Prometeo II, sotto forma della macchina a vapore, che permette di convertire l’energia termica del vapore in lavoro meccanico.

Lo scozzese James Watt, perfezionando il macchinario già ideato circa un secolo prima dal meccanico Thomas Newcomen  diede così inizio alla Rivoluzione Industriale, al predominio dell’Inghilterra e delle idee di matrice britannica.

Nella polemica attesa del terzo Prometeo, Georgescu ingaggiò negli anni una complessa polemica contro i sostenitori del cosiddetto “dogma energetico”, secondo i quali non esisterebbero vincoli materiali alla crescita economica, poiché, a loro dire, con una sufficiente quantità di energia sarebbe possibile ottenere qualunque materiale e riciclare qualunque quantità di materia.

Al contrario, l’energia disponibile e le strutture materiali rivestono due ruoli distinti nella vita del genere umano, e, comunque, “non si dà creazione di materia a partire dalla sola energia in proporzioni minimamente significative”. Nel fuoco delle dispute scientifiche, il rumeno arrivò a proporre un quarto principio della termodinamica, così esposto: ”in un sistema chiuso l’entropia della materia deve tendere verso un massimo”.

Da Bertalanffy in poi, l’ipotesi di scuola è che la Terra intera sia un “sistema chiuso”, e comunque, il Terzo Principio, conosciuto anche come Teorema di Nernst, strettamente legato al secondo, afferma che è impossibile raggiungere lo zero assoluto con un numero finito di trasformazioni, e fornisce una precisa definizione dell’ entropia. L’entropia si può pensare anche come la misura di quanto un sistema sia vicino allo stato di equilibrio o in modo equivalente come la misura del grado di disordine di un sistema.

Il terzo principio dimostra che l’entropia, cioè il disordine, di un sistema isolato non può diminuire. Pertanto, quando un sistema isolato raggiunge una configurazione di massima entropia non può subire ulteriori trasformazioni.

Nonostante l’asperità del tema e le difficoltà di coglierne appieno i significati, appare evidente che la scienza economica, nella sua corsa verso l’illimitato, non può che essere terremotata dalle evidenze scientifiche enunciate, la cui radice è poi semplicemente il concetto di finito, limitato.

Un ulteriore fronte polemico impegnò Georgescu nei confronti degli economisti ortodossi, convinti che la dematerializzazione del capitale consenta di produrre sempre più beni con minor uso di energia, grazie alla cosiddetta “new economy”. Tale corrente di pensiero si fonda sull’emergere di un mercato globale volto prevalentemente a beni immateriali (servizi e simili). Tuttavia, la bioeconomia è stata in grado di dimostrare che anche in quei settori l’ottimismo progressista è, quanto meno, prematuro.

Il grande apporto di capitali necessario per sviluppare e rendere economicamente efficienti le nuove tecnologie richiede infatti un costante ed elevatissimo ingresso di risorse naturali ed energia. Di conseguenza, come aveva già compreso Jevons, diminuisce sì il “costo energetico” per unità di prodotto, ma aumenta esponenzialmente il consumo assoluto delle risorse chiave, proprio per la maggiore  disponibilità dei prodotti – materiali ed immateriali – immessi sul mercato.

In conclusione, è urgente ridefinire un paradigma, scientifico ed esistenziale, lontano dai dogmi della crescita indefinita dei consumi, ripensando l’intera filiera delle produzioni e dei desideri/bisogni dell’umanità, declinati in senso biologico ed ecologico.

Al di là delle polemiche sul concetto di “decrescita”, la fisica termodinamica ci obbliga quanto meno a tener conto della finitezza delle risorse in un sistema ampio, ma chiuso, come la Terra, ed a praticare da subito gli imperativi del riuso e del risparmio energetico.

Un esempio concreto può essere la grande mobilitazione dell’Italia negli anni Trenta, quando, a seguito delle sanzioni economiche che colpirono la nazione, divenne impossibile procurarsi sul mercato molti prodotti e tecnologie, anche di largo uso. Gli italiani inventarono metodi, “surrogati”, tecnologie, elaborarono nuove conoscenze e seppero mettere a disposizione nuovi prodotti, nuove tecniche, spesso utilizzando gli scarti di altri processi di lavorazione, o cambiando uso a prodotti della terra largamente diffusi.

NGR3.jpgNon ci fu decrescita “infelice”, anzi, la  disponibilità di beni aumentò e, soprattutto, vennero messe in moto le intelligenze, la cultura materiale e scientifica, l’intraprendenza e l’inventiva di artigiani, imprenditori, scienziati, agricoltori, cittadini. Nuove conoscenze, posti di lavoro, redditi. Senza bisogno della povertà marxista o della finta “mano invisibile” del Dio mercato.

Del resto, l’ecologia – ossia l’interesse per la casa comune degli uomini – è una scienza in cui l’apporto di culture ben distanti dai materialismi liberale e marxista è stato massiccio: basti pensare alla Rivoluzione Conservatrice, al movimento dei Wandervoegel, a Friedrich Georg Junger, fratello del grande Ernst Junger, ed alla nascita dell’etologia – la scienza dei comportamenti animali e in seguito umani – nata ed orientata da sommi studiosi come Konrad Lorenz ed il suo allievo Iranaeus Eibl  Eibensfeldt  – teorico dell’etologia umana, e più di recente alle elaborazioni di Alain De Benoist.

Su tutto, si staglia non la convinzione, ma la certezza dell’impossibilità di uscire dalla crisi economica o dalla scarsità, facendo affidamento sull’aspettativa che si possa svolgere “lavoro” all’infinito, con una quantità indefinita, ma sufficiente di energia. Georgescu, ormai, fa scuola.

Alla cultura ed alla politica resta il compito più difficile ed affascinante : decostruire e poi demolire il mito dell’onnipotenza della tecnologia rivolta al consumo, riportando l’economia al suo giusto posto nella scala dei valori, e “decolonizzare l’immaginario” dai falsi miti del possesso di merci come provvisoria felicità o feticcio (Marx), ovvero simbolo di benessere (i “consumi opulenti” di Thorsten Veblen), estensione, simbolo di stato, proiezione o sostituzione di sé, e del progresso come accumulazione, vano inseguimento del nuovo, più nuovo, ancora più nuovo.

Viene in mente persino un pessimo maestro del Novecento come Jean Paul Sartre, quando sosteneva “corriamo verso di noi, e per questo siamo l’essere che non può mai raggiungersi.”

Alla fine, dobbiamo restituire all’umanità il senso comunitario, la semplicità gioiosa, la convivialità, lo sguardo proteso verso l’alto che i materialismi hanno soffocato nelle menzogne della “liberazione”, del consumo, dell’egoismo.

Riconquistare lo spirito. Sfuggire al sordido destino zoologico del “produci, consuma, crepa”“.

Fatti non fummo a viver come bruti, ma a seguir virtute e conoscenza.

Roberto PECCHIOLI 

René Guénon et Alain Daniélou

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René Guénon et Alain Daniélou

par Jean-Louis Gabin

Ex: http://bouddhanar.blogspot.be

« Dans le monde moderne où les voies de la transmission normale de la connaissance ésotérique sont fermées pour la plupart, les livres jouent un rôle très différent de celui qu'ils jouaient dans des circonstances normales, de sorte que certains enseignements jusque là préservés sous forme orale se mirent à circuler sous forme écrite, constituant ainsi véhicules d'enseignement et de guidance pour ceux qui se trouvent privés de tous les autres moyens. Cette manifestation compense la disparition des voies traditionnelles de transmission de la connaissance, au moins dans son aspect théorique, sans que cela implique que cette situation elle-même puisse entraîner la manifestation de l'intégralité de la connaissance traditionnelle dans les livres sous une forme facilement accessible à tous. » 
Seyyed Hossein Nasr

 

Daniélou a témoigné plusieurs fois de l'importance qu'avait représentée pour lui la lecture de l'Introduction générale aux doctrines hindoues de Guénon. Il en traduisit des passages en hindi dans les années 40, car les milieux traditionnels dans lesquels il avait été accueilli à Bénarès étaient intéressés par la façon dont Guénon présentait le Sanâtana Dharma et la « crise du monde moderne ».

Dans le Dossier H consacré à Guénon, Daniélou aborde la question de l'accès à l'intégralité du Sanâtana Dharma, à propos du Védisme. Le Védisme, précise Daniélou, est « censé représenter la tradition primordiale d'un point de vue, disons, officiel. Mais, du point de vue ésotérique, il apparaît comme une religion qui en est devenue, à un certain moment, le véhicule ». Daniélou s'étonne que Guénon n'ait pas eu accès au Shivaïsme, car les plus hauts degrés de l'initiation ésotérique, transmis « presque exclusivement par les Sannyasis, sont shivaïtes. Ils sont en dehors du Brahmanisme, comme d'ailleurs de toute religion, et représentent en fait ce que Guénon appelle la Tradition primordiale ». Mais Daniélou considère que l'Introduction aux doctrines hindoues est le premier ouvrage à avoir tracé un tableau authentique du Sanâtana Dharma, « cette conception d'une révélation première transmise à travers les âges par des initiés, telle qu'elle apparaît dans l'hindouisme mais dont les traces doivent inévitablement se retrouver, sous une forme plus ou moins cachée, dans toutes les civilisations puisqu'elles sont la raison d'être de l'homme ». Comme souvent avec Daniélou, tout est dit en très peu de lignes ; notamment le fait que cette révélation première affleure dans toute société humaine, mais que sa signification intégrale n'est transmise que par des voies initiatiques, lesquelles ne sont pas faciles d'accès, ne sont pas destinées à tout le monde et, pour commencer, ne sont pas présentes partout. Afin d'éviter autant que se peut toute méprise, Daniélou reprend, dans le même texte, la question de l'origine transcendante, supra-humaine dirait Guénon, du Sanâtana Dharma :
« La première révélation de ce que l'homme doit connaître des lois qui régissent l'Univers et des destinées des êtres vivants a été donnée à des Rishis (Voyants), des sages des premiers âges. Leur enseignement a été ensuite transmis par des initiés, des hommes jugés dignes d'assurer la continuité de cette fonction essentielle, à travers toutes les mutations, les alternances de décadence et de progrès, les changements de religion, de langue, de société. Ceci n'exclut pas que des révélations ultérieures viennent parfois rafraîchir la mémoire des représentants de la Tradition ».
danielou-200po.jpgSur ces questions, alors que, sur d'autres points, Daniélou émet des réserves sur telle ou telle attitude, ou sur tel écrit de Guénon, l'accord entre les 2 auteurs est total, comme en témoigne cet extrait d'une lettre de R. Guénon à A. Daniélou, en date du 27 août 1947 :
« Je ne puis laisser dire que je suis “converti à l'Islam” car cette façon de présenter les choses est complètement fausse ; quiconque a conscience de l'unité essentielle des traditions est par là même inconvertissable à quoi que ce soit, et il est même le seul qui le soit ; mais on peut “s'installer”, s'il est permis de s’exprimer ainsi, dans telle ou telle tradition suivant les circonstances, et surtout pour des raisons d'ordre initiatique. J'ajoute à ce propos que mes liens avec les organisations ésotériques islamiques ne sont pas quelque chose de plus ou moins récent comme certains semblent le croire ; en fait ils datent de bien près de 40 ans... ».
Accord total, aussi, sur ce que Guénon nomme, dans Le Règne de la Quantité, la pseudo-initiation et la contre-initiation. Daniélou écrit, toujours dans ce témoignage du Dossier H : « Guénon, qui avait pris contact avec les diverses organisations initiatiques, les Rose-Croix, les Francs-maçons, les Théosophes, etc., en avait aussitôt avec justesse décelé les artifices. Certains de ces ouvrages, tels que Le Théosophisme, histoire d'une pseudo-religion, et L'Erreur spirite en sont une condamnation très bien documentée ». Daniélou ne cite pas Le Règne de la Quantité qui me semble, personnellement, un ouvrage de tout premier plan pour la quête du Sanâtana Dharma, du moins pour nous aujourd'hui, en Europe, qui cherchons à travers les livres et n'avons pas bénéficié d'un enseignement régulier dans une instance traditionnelle, comme ce fut le cas pour les 2 auteurs dont nous parlons. Le Règne de la Quantité consacre plusieurs chapitres aux organisations syncrétiques et aux sectes, permettant de mieux identifier les culs-de-sac et les pièges de l'entreprise anti-traditionnelle multiforme qui marque la dernière période du Kali Yuga.
Un vrai trousseau de clefs pour aujourd'hui que Le Règne de la Quantité et les Signesdes Temps, d'autant plus stupéfiant qu'il fut publié pur la première fois en 1946. Je me contenterai d'une brève citation, en rapport avec ce que disait Coomaraswamy tout à l'heure des chemins où se sont perdus tant d'artistes et de “poètes maudits”, ces martyrs météoriques de la modernité :
« Certains recherchent avant tout de prétendus “pouvoirs”, c'est à dire, en somme, sous une forme ou une autre, la production de phénomènes plus ou moins extraordinaires (..). Bien entendu, il ne s'agit aucunement ici de nier la réalité des “phénomènes” (..) ils ne sont même que trop réels, pourrions-nous dire, et ils n'en sont que plus dangereux (..). En général, l’être qui s'attache à ces choses devient ensuite incapable de s'en affranchir et d'aller au-delà, et il est irrémédiablement dévié (...). Il peut y avoir là une sorte de développement “à rebours” qui (...) éloigne toujours davantage de la réalisation spirituelle jusqu'à ce que l'être soit définitivement égaré dans ces prolongements inférieurs (…) par lesquels il ne peut qu'entrer en contact avec “l'infra-humain” ».
Il y a ainsi dans Le Règne de la Quantité des mises en garde nombreuses et détaillées contre l'action des organisations pseudo-traditionnelles, qui d'ailleurs se haïssent entre elles avec une virulence que Guénon compare aux haines qu'on observe entre des chapelles politiques rivales. J'emploie d'ailleurs à dessein l'expression “chapelle politique”, parce qu'à mes yeux, j'y reviendrai dans un instant, la politique et “l'actualité”, si importantes dans la vie de nos contemporains, me semblent fonctionner comme de véritables substituts du religieux. Daniélou, lui aussi, met en garde expressément contre toutes les formes d'enrôlement, particulièrement contre les pièges dans lesquels tombent en Inde les Occidentaux trop crédules, « parfois attirés par des sectes prétendues initiatiques ou enrôlés par des aventuriers pseudo-mystiques, en particulier certains Indiens qui diffusent un Védanta très simplifié et exploitent leur crédulité ». Il faut remarquer qu'A. Daniélou a cru nécessaire de revenir sur ces questions à la fin de sa vie, lors de la réédition du Chemin du labyrinthe, comme si les illustrations terrifiantes contenues dans « Le Maître des Loups » et « Le bétail des dieux » ne suffisaient pas à dessiller nos yeux occidentaux, imbus de positivisme et du sentiment de supériorité que décerne si prodigalement l'enseignement massifié de nos Universités. On pourra se reporter en particulier à ce que Daniélou écrit à propos de « Wolfgang », qui « confondit, comme beaucoup, la fumée du haschich et la spiritualité indienne » et se laissa entraîner par un de ces « ascètes hirsutes qui, par des pratiques liées au yoga, acquièrent d'étranges pouvoirs qui vont de la lévitation à l'hypnotisme, en passant par la vision à distance, l'insensibilité à la chaleur et au froid, l'envoûtement, l'asservissement de leurs victimes, etc. J'ai toujours eu très peur de ces êtres étranges dont le regard fulgurant fait aussitôt vaciller votre raison et votre volonté, et dont il vaut mieux s'éloigner sans délai ». On peut aussi faire son profit, dans ces ultimes pages d'A. Daniélou, des précisions qu'il apporte au sujet de prétendues activités politiques qu'il aurait eues en Inde, ou de sympathies politiques qui auraient été les siennes en Occident. On ne voit pas très bien pour quelle raison A. Daniélou, qui n'a jamais été effrayé d'assumer son anticonformisme, aurait dissimulé au soir de sa vie des appartenances ou des sympathies, dans une biographie qui est à mille lieues du nombrilisme mais dont la sincérité ne fait aucun doute. Contrairement à Julius Evola, mais proche encore sur ce terrain de Guénon, Daniélou s'est toujours tenu volontairement à l'écart de la politique. Le dernier texte du Chemin du labyrinthes'intitule symboliquement « le choix du libre arbitre » :
« Dans la société orthodoxe où je vivais (pendant la seconde guerre mondiale, à Bénarès) s'affrontaient subtilement et se mêlaient une orthodoxie védique sympathisant avec les théories aryennes du nazisme et une tradition shivaï'te profondément opposée aux aryens. Swamy Karpâtrî, dont je suivais fidèlement les enseignements, avait créé un mouvement culturel, le Dharma Sangh (association pour la défense des valeurs morales et religieuses) afin d'opérer un retour aux valeurs de la culture et de la société traditionnelle. Il critiquait les idées socialistes représentées par le Congrès national de Gandhi et Nehru mais aussi les réformateurs pseudo-traditionnels comme Aurobindo ou Tagore, qui prétendaient revenir à une tradition idéalisée, mais étaient très imbus d'idées occidentales. Par ailleurs, Karpâtrî était très hostile aux idées du Rashtrya Svayam Sevak Sangh (association pour la défense des valeurs nationales) qui préconisait des méthodes inspirées du fascisme dans la lutte contre le Congrès et les idées modernistes (...). De par mon opposition à la domination anglaise et mon attachement à l'Inde, j'avais des rapports très proches avec les dirigeants du mouvement indépendantiste, avec Nehru et sa famille et aussi avec la célèbre poétesse Sarojini Naïdu, tous membres influents du Congrès (…). À aucun moment et en aucune façon je n'ai voulu me mêler des mouvements politiques, ni d'un côté ni de l'autre ».

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On ne saurait être plus net, surtout en 1992, à l'ultime page de son autobiographie. Et je voudrais à présent citer presque intégralement la fin de ce « choix du libre arbitre », non par une sorte de culte, que Daniélou eût été le premier à tourner vertement en ridicule, mais parce qu'il serait vain de vouloir rivaliser avec lui dans la concision, la précision du détail, et l'adéquation avec ce thème de la recherche du Sanâtana Dharma que j'ai essayé d'aborder aujourd'hui :
« Je n'ai jamais voulu m'affilier à aucune secte religieuse ou croyance, jamais voulu perdre mon libre arbitre. Mais, frondeur de nature, j'ai toujours tendance à m'opposer à l'idéologie dominante, à contrecarrer ce que les gens prennent pour des vérités établies, à toujours remarquer que l'enfer est pavé de bonnes intentions, à penser que la remise en question de toute affirmation est le seul moyen de faire évoluer la connaissance. La discussion est un élément de recherche et non point d'assertion ».
C'est bien dans le domaine des prétendus “débats” politiques que la discussion est vraiment stérile, la règle du jeu consistant à ne pas écouter l'adversaire, à l'empêcher de parler, les moyens les plus malhonnêtes n’étant pas les moins indiqués. Dans notre société, où il semble que la parole soit avant tout un pouvoir qui se nourrit de lui-même, les marionnettes-héros de la télévision rivalisent avec celles de la politique dans une sorte de clôture narcissique sur le vide. Penser la discussion comme un élément de recherche légitime à l'époque où le dogme du politiquement correct la considère comme un indice d'éducation inconvenante, ne peut qu'attirer des représailles de la part des tenants de la langue de bois. Cela n'a pas manqué pour A. Daniélou, à propos de qui on affirme dur comme fer dans les officines indianistes et les parkings de méditation des ashrams qu'il fut au minimum, sinon le fondateur, du moins l'idéologue du RSS qu'il citait tout à l'heure. Mais continuons à lui laisser la parole :
« Le paradoxe, la remise en question des évidences qui semblent les mieux établies est un exercice salutaire, le seul capable défaire avancer les choses et de ne point rester figé sur des dogmes. Ce qui m'a fait souvent attribuer une appartenance à des théories auxquelles je ne souscris en aucune façon. La liberté d'esprit a difficilement sa place dans une société infectée par des conflits et des appartenances idéologiques également arbitraires ».
Il me semble que le propos ne peut pas être plus clair au sujet des prétendus engagements politiques d'A. Daniélou. À propos du rôle de gourou qu'il s'est toujours refusé à tenir, il n'est pas indifférent que plus de la moitié du dernier paragraphe du Chemin du labyrinthe, dans un passage qui suit immédiatement celui que nous venons de lire, lui soit consacré : 
« Je ne suis pas prophète, d'ailleurs ma barbe se refuse à pousser. Mon âge fait que les gens attendent de moi des directives ou des oracles, ce à quoi je me refuse ; je ne suis pas un guru. Je continue toujours à chercher à comprendre le mystère du monde et, pour cela, je suis prêt, chaque jour, à tout recommencer, à réexaminer mes convictions, à rejeter toute croyance, à m'avancer seulement dans la direction du savoir qui est le contraire de la foi. Ma méfiance reste entière vis-à-vis de tout rite ou cérémonie qui m'apparaît comme du théâtre dès qu'il y a des témoins. Je me refuse à faire une puja pour des dévots toujours fanatiques (nous dirions aujourd'hui des “fans”) ».
On a trop peu souvent l'occasion de saluer la probité intellectuelle pour ne pas être heureux que, dans des temps comme les nôtres, il reste de ces esprits présentant ce curieux mélange de goût du paradoxe, de liberté, de souveraineté, en même temps que d'une forme d'humilité devant la connaissance, et de distance un peu moqueuse vis-à-vis de ce qui occupe tant d'occidentaux depuis Descartes : leur propre ego. Mais il ne faut pas croire que cette légèreté de bonne compagnie ait été synonyme de superficialité ou de scepticisme. Daniélou nous le rappelle dans la péroraison de son texte que je vais à présent citer jusqu'à la fin, lui laissant d'une certaine façon le dernier mot avant de conclure :
« La seule valeur que je ne remets jamais en question est celle des enseignements que j’ai reçus de l'hindouisme shivaïte qui refuse tout dogmatisme, car je n'ai trouvé aucune forme de pensée qui soit allée aussi loin, aussi clairement, avec une telle profondeur et une telle intelligence, dans la compréhension du divin et des structures du monde. Aucune forme de pensée n'approche de près ou de loin cette merveilleuse recherche qui nous vient du fond des âges. Aucune des idéologies, aucune des théories qui divisent le monde moderne ne me semble mériter que je m'y associe, que j'en prenne la défense. Elles me paraissent puériles, quand elles ne sont pas simplement aberrantes ».
Conclusion
Le chemin pour retrouver une sagesse oubliée n'est pas toujours facile à suivre, mais il est à présent bien tracé.
« Dans le monde moderne où les voies de la transmission normale de la connaissance ésotérique sont fermées pour la plupart, les livres jouent un rôle très différent de celui qu'ils jouaient dans des circonstances normales, de sorte que certains enseignements jusque là préservés sous forme orale se mirent à circuler sous forme écrite, constituant ainsi véhicules d'enseignement et de guidance pour ceux qui se trouvent privés de tous les autres moyens. Cette manifestation compense la disparition des voies traditionnelles de transmission de la connaissance, au moins dans son aspect théorique, sans que cela implique que cette situation elle-même puisse entraîner la manifestation de l'intégralité de la connaissance traditionnelle dans les livres sous une forme facilement accessible à tous ».
Pour l'approche intellectuelle de cette sagesse, les langues occidentales, requalifiées métaphysiquement, en quelque sorte, par tous ces auteurs extrêmement attentifs à la précision du vocabulaire, disposent à présent d'un grand nombre de textes fondamentaux, aisément accessibles. S'agissant du désir de “pratiques”, en revanche, on peut noter les mises en garde répétées de tous ces auteurs. On a oublié dans notre monde profane combien toutes les sociétés traditionnelles étaient attentives aux questions de purification, de qualification, aux instants favorables et défavorables, aux précautions pour neutraliser les forces dangereuses, grâce à des “techniques de pointe”, si l'on ose dire, dont l'origine et l'inspiration, analysées comme “primitives” par les ethnologues positivistes, sont toujours présentées comme “non-humaines”.
La recherche du savoir est toujours légitime, mais l'utilisation de ce savoir pour jouir d'un pouvoir est un obstacle, une disqualification dans cette sorte de jeu de l'oie qui consiste à retrouver patiemment le chemin du divin. Et quant à l'incorporation effective dans une tradition régulière, ce qui peut être également une aspiration légitime, les auteurs traditionnels sont encore unanimes : la première règle consiste à accepter de devenir ce que l'on est, accepter sa naissance hic et nunc, car si l'esprit souffle où il veut, on sait qu'invariablement, du point de vue initiatique, « c'est en réalité la voie qui choisit l'homme et non l'homme qui choisit la voie ».
Il semble qu'au fur et à mesure que le monde moderne descend plus bas dans l'inharmonie et l'empoisonnement de la planète, des lumières apparaissent, différentes comme sont différentes les voies. Les auteurs traditionnels du XXe siècle ont en commun des connaissances immenses et des clés pour l'interprétation des grands symboles qui soudain se répondent et correspondent dans une unité éclatante — et non plus ténébreuse comme chez Baudelaire. Ils ont en même temps des styles très différents et même des formulations qui pourraient sembler contradictoires : Nasr se réfère au Dieu de l'Islam et du Christianisme, alors que le mot “Dieu” est beaucoup moins prononcé dans l'œuvre de Guénon ; Coomaraswamy traduit “Deva” par “Anges”, alors que Daniélou, qui a consacré un ouvrage entier à la réhabilitation intellectuelle du polythéisme, parle évidemment de Vishnou et de Shiva comme d'autant de Dieux ou d'aspects du divin.
Nous avons donc de quoi lire, relire, débrouiller l'écheveau. La floraison d'ouvrages traditionnels, dont l'authenticité ne fait aucun doute et qui s'épanouissent depuis le début du XXe siècle en Occident, compense jusqu'à un certain point l'absence à peu près certaine de voie initiatique dans le Catholicisme, l'absence de cultes maintenus vivants autour des Déesses et des Dieux gréco-romains. Rien ne nous empêche de vénérer les Principes organisateurs de l'harmonie du monde, de bâtir des enclaves d'harmonie, modestes mais incommensurables, d'attendre la lumière au fond de notre cœur.
Jean-Louis Gabin, Pondichéry, Shivaratri 2001. 
Source : Antaios, revue d'études polythéistes fondée en 1959 par Mircea Eliade et Ernst Jünger.

J. M. Vivenza: crise du monde moderne, et si Guénon avait eu raison?


Jean-Marc Vivenza:

La crise du monde moderne, si René Guénon avait raison ?

Extrait tiré du site http://www.baglis.tv
Débat sur l’atemporalité de l’ouvrage emblématique de René Guénon: « La crise du Monde moderne », paru en 1927. La crise évoquée par René Guénon inaugure-t-elle une ère nouvelle en liaison avec les quatre âges de l’humanité tels que le définit la cosmologie hindoue du Manvantara Ou bien doit-on, avec le recul du siècle passé la lire comme un simple texte apocalyptique ?
Pour voir l'intégralité de cet exposé allez sur
http://www.baglis.tv/philosophie-video/metaphy

Quatre mythes « fondateurs » de l’europhobie contemporaine

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Quatre mythes «fondateurs» de l’europhobie contemporaine

par Thomas Ferrier

Ex: http://thomasferrier.hautetfort.com

L’Union Européenne est éminemment critiquable et ce avant tout parce qu’elle donne le sentiment qu’il y a tromperie sur la marchandise. Loin d’être l’embryon d’une véritable Europe politique au service des Européens, elle apparaît comme un organisme technocratique éloigné des citoyens, une gouvernance d’esprit mondialiste (ou globaliste) alignée sur les intérêts américains, brisant les anciennes nations d’un côté sans se doter des moyens d’être une nation de l’autre. Ainsi, si les pouvoirs nationaux sont affaiblis, ce n’est pas en faveur d’un pouvoir européen qui reste encore à bâtir. Au contraire, on assiste à une neutralisation mutuelle.

En réalité, l’Union Européenne est un nain politique, un alibi des gouvernements « nationaux » pour appliquer leur programme libéral et atlantiste mais sans l’assumer devant les peuples. Ils s’attribuent toute initiative communautaire qui irait dans le bon sens mais en revanche rejettent sur elle des politiques impopulaires dont pourtant ils sont les promoteurs zélés. L’Union Européenne n’est donc pas vraiment « européenne » et en tout cas elle n’est pas l’Union Européenne qu’elle aurait dû être, qu’elle devrait être et qu’il est bon qu’elle finisse par devenir.

Cette introduction est nécessaire pour bien faire comprendre que dénoncer les mythes europhobes ne signifie pas pour autant perdre tout sens critique sur l’actuelle construction européenne. Il convient d’en dénoncer les travers, non en fonction de fantasmes idéologiques, mais de faits.

Mythe n°1 : l’Union Européenne est la nouvelle Union Soviétique.

Il est assez drôle de voir des anti-libéraux dénoncer en l’UE une « UERSS », notamment lorsqu’ils se revendiquent du PCF. En réalité, le dernier Etat soviétique d’Europe est plutôt l’Etat français, avec sa bureaucratie tatillonne et ses apparatchiki d’ENA. L’URSS était un régime totalitaire centralisé où tout le pouvoir était détenu par un politburo et qui envoyait ses opposants dans des camps puis dans des asiles. Ses dirigeants avaient un réel pouvoir, alors qu’un Van Rompuy hier ou un Tusk aujourd’hui n’en ont aucun. Quant aux commissaires, ils sont choisis par chaque Etat membre de manière souveraine, même si le parlement européen a en théorie le pouvoir d’en refuser certains. En réalité, comme ce parlement est tenu par les grands partis nationaux au sein de coalitions fictives, les députés se couchent systématiquement devant les décisions des chefs d’Etat. Hollande a ainsi pu imposer Moscovici malgré les fortes réticences de Strasbourg.

Pour renforcer leur équation, certains souverainistes et/ou europhobes font appel aux « prédictions » d’un ancien dissident soviétique en la personne de Boukovski, qui est un atlantiste acharné et un ennemi déclaré de Poutine, que ces mêmes europhobes souvent adulent de manière parfois excessivement servile.

L’UE est accusée d’ultra-libéralisme alors que l’URSS était communiste. L’UE finance ses opposants, ainsi les députés européens du FN ou de UKIP, alors que l’URSS les enfermait. La direction de l’UE n’a aucun pouvoir alors que celle de l’URSS était dictatoriale. Par ailleurs, si les adversaires de l’UE se réclament souvent du nationalisme, ils oublient que l’URSS était dès Staline sur une ligne nationaliste grand-russe, réprimant les minorités linguistiques, dont les Ukrainiens. Là encore l’URSS rappelle davantage le centralisme jacobin à la française, avec les Bretons ou les Corses dans le rôle des Ukrainiens ou des Biélorusses.

Mythe n°2 : l’Union Européenne est un IVème Reich.

L’Union Européenne serait une création « nazie », affirment sans rire certains souverainistes. Le nazisme était pourtant une synthèse de socialisme et de nationalisme, deux idéologies qu’ils chérissent à leur manière. L’UE est au contraire à la fois libérale et internationaliste. Ses dirigeants prônent l’ouverture des frontières notamment à une immigration incontrôlée.

Pour appuyer cette comparaison sans fondement, certains évoquent la figure de Walter Hallstein, un président de la commission parmi d’autres, sous le prétexte qu’il a été membre de la NSDAP à une époque où en Allemagne à peu près tout le monde en était membre. Il n’y a pourtant eu aucune responsabilité de premier plan ni même de second plan. Dans ce cas là, on peut aussi bien affirmer que Boris Eltsine était un communiste. Rien par ailleurs ne laisse penser qu’il soit arrivé à la place de président par le biais d’une internationale noire qui œuvrerait dans l’ombre.

Et puis ceux qui affirment que l’UE serait nazie sont aussi ceux qui la comparent à l’URSS et/ou dénoncent une « Europe » américaine, les deux puissances qui ont justement écrasé sous les bombes le dit Reich. Tout cela n’est guère sérieux et cette dénonciation n’est qu’un postulat de principe à base complotiste et non une critique fondées sur une analyse sérieuse.

Mythe n°3 : les Français ont voté non à la construction européenne en 2005.

Avec près de 56% des voix, les électeurs français ont refusé le projet de « traité constitutionnel » soumis à leur vote par décision de Jacques Chirac, alors président de la république. Les raisons de ce refus sont multiples, à l’issue d’une campagne efficace des opposants – refus de l’adhésion turque, refus de la concurrence déloyale intra-européenne symbolisée par la directive Bolkestein, rejet du gouvernement et d’un président usé par dix ans de pouvoir, et rejet de la construction européenne, mais ce pour une toute petite partie des électeurs. Les Français ont répondu à la question posée, qui était oui ou non, à un texte médiocre, technocratique, et qui n’était constitutionnel que par son nom, ceci pour flatter la « convention » Giscard. En réalité, le « TCE » corrigeait légèrement Nice et synthétisait le droit communautaire de plusieurs décennies. C’était donc un document technique, fondamentalement illisible, qui ne pouvait que susciter le rejet par les électeurs.

Les Français ont voté non au TCE. Ils n’ont pas voté non à la construction européenne, non à l’idée même de « constitution » européenne. Ils n’ont pas voté contre l’euro ou contre l’UE. J’ajoute pour être clair avoir fait partie des votants « non » car souhaitant une véritable constitution européenne, issue d’une assemblée constituante européenne élue en ce sens, je ne voulais pas que le terme soit usurpé et il l’était.

Mythe n°4 : l’Union Européenne est responsable de l’immigration.

Alors que l’Europe subit depuis plusieurs mois un flux massif et ininterrompu de migrants clandestins venus notamment d’Afrique, il est de bon ton d’en accuser Schengen et l’UE. Il est clair que l’actuelle UE ne nous protège en rien contre ces flux mais, comme toutes les autorités « morales », y compris le Vatican, elle encourage l’accueil des migrants. Mais à part la Hongrie d’Orban, quel gouvernement prône leur rejet ?

Schengen a aboli les frontières à l’intérieur de l’Union Européenne. La Roumanie et la Bulgarie ne font d’ailleurs toujours pas partie de son espace, à la différence de l’Islande, qui n’est même pas dans l’UE. A l’exception du cas « rom », qui n’est pas nouveau en France et n’a pas attendu l’ouverture des frontières (leur première arrivée en France date de 1340), l’immigration en Europe est due à la volonté des gouvernements nationaux. Les travailleurs turcs sont arrivés en Allemagne en 1963 suite à un accord bilatéral Allemagne-Turquie. Dès 1946, la France a fait appel à des travailleurs issus de son ancien empire colonial, et notamment maghrébins, malgré l’opposition de De Gaulle. De la même façon, le Royaume-Uni a ouvert dès les années 50 sa porte à des immigrés venus du Commonwealth, ce qui a amené un célèbre conservateur du nom de Powell à s’en émouvoir et à être alors marginalisé de la scène politique pour cette raison.

Il est d’ailleurs assez ironique d’entendre le premier ministre britannique David Cameron s’émouvoir de l’immigration, essentiellement européenne (polonaise notamment), alors que son parti n’a jamais rien fait contre l’immigration extra-européenne issue de l’ancien empire, et continue de ne rien faire contre. De même, la France s’est faite une spécialité de reconduire à la frontière des Russes ou des Moldaves, alors qu’elle ne fait rien (ou en tout cas pas grand-chose) contre les migrants clandestins venus de son ancien espace colonial.

Il faut savoir que la loi française permet par exemple à tout algérien né avant 1962 de bénéficier de la nationalité française au titre de la « réintégration ». C’est l’Etat français qui est aussi responsable de l’appel d’air migratoire par son assistanat de masse doublé d’un égalitarisme lui interdisant de réserver ses aides à ses seuls concitoyens. L’Allemagne et le Royaume-Uni sont beaucoup plus raisonnables en la matière. C’est la propre constitution de la France qui lui interdit de s’opposer efficacement à ces flux, pas des directives européennes, alors que la gestion de l’immigration est une compétence nationale. Et enfin, nous devons la départementalisation de Mayotte au seul Etat français, sans que l’UE ait eu la moindre influence en ce sens.

Thomas FERRIER

mardi, 16 juin 2015

Festa del Sole

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Le néo-colonialisme intellectuel de la gauche européenne

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Le néo-colonialisme intellectuel de la gauche européenne

Emir SADER
Ex: http://www.legrandsoir.info

La gauche européenne a toujours eu de grandes difficultés à comprendre le nationalisme et le libéralisme dans des régions comme l’Amérique Latine. Elle développe des attitudes encore mues par le paternalisme de l’eurocentrisme et se tourne vers l’Amérique Latine non pour apprendre mais avec une posture de professeurs, comme s’ils étaient porteurs de l’ensemble de la connaissance et des expériences victorieuses, à partir desquelles ils donneraient un cours magistral sur nos processus.

La gauche européenne a été essentiellement socialiste – ou social-démocrate – et communiste. Elle avait comme composantes essentielles les syndicats et les partis politiques – avec une représentation parlementaire, participant aux des élections, alliés entre eux. Et des groupes plus radicaux, en général trotskistes qui faisaient partie du même scénario politique et idéologique. Une de ses composantes – qui allait devenir problématique – à savoir le nationalisme, fut classé comme une idéologie de droite à cause de son caractère chauviniste en Europe. La responsabilité attribuée aux nationalismes dans les deux guerres mondiales a renforcé cette classification.

Sur d’autres continents, particulièrement en Amérique Latine, cette classification apparaissait comme schématique, mécanique. L’inadéquation est devenue de plus en plus claire alors que surgissaient des forces et des leaderships nationalistes.

En Europe, l’idéologie de la bourgeoisie montante fut le libéralisme, par opposition aux blocages féodaux à la libre circulation du capital et de la main-d’œuvre. Le nationalisme s’est situé à droite du spectre politique et idéologique, exaltant les valeurs nationales de chaque pays en opposition à celles des autres pays et, plus récemment, en s’opposant à l’unification européenne, parce qu’elle affaiblit les États nationaux.

A la périphérie du capitalisme, le nationalisme et le libéralisme ont des traits distincts, et même opposés à ceux qu’ils ont en Europe. Le libéralisme a été l’idéologie des secteurs primaires exportateurs, qui vivaient du libre-échange, exprimant les intérêts de l’oligarchie traditionnelle, de l’ensemble de la droite. Par contre et à la différence de l’Europe, le nationalisme a toujours eu une composante anti-impérialiste.

La gauche européenne a toujours eu de grandes difficultés à comprendre le nationalisme et le libéralisme dans des régions comme l’Amérique Latine. Exemple d’une des erreurs provenant de la vision eurocentrique : des leaders comme Perón et Vargas ont parfois été comparés par les partis communistes d’Amérique Latine avec des dirigeants fascistes européens – comme Hitler et Mussolini – de par leurs composantes nationaliste et antilibérale. En même temps, des forces libérales latinoaméricaines ont été acceptées par l’Internationale socialiste parce qu’elles défendraient les systèmes politiques « démocratiques » (en réalité, libéraux) contre « les dictatures » dans lesquelles des leaders nationalistes joueraient le rôle principal avec leur charisme et leur idéologie supposée « populiste » et autoritaire.

Des processus comme les révolutions mexicaines, cubaine, sandiniste, et des leaderships nationalistes comme ceux mentionnés, ont été difficiles à digérer par la gauche traditionnelle compte tenu de son héritage colonial, eurocentrique. La même chose se passe, d’une certaine façon, avec la gauche latinoaméricaine du XXIème siècle, dont la gauche traditionnelle européenne éprouve des difficultés à comprendre le caractère et les luttes. Ces mêmes limites affectent les intellectuels d’une gauche européenne qui reste eurocentrique dans sa vision de l’Amérique Latine.

D’une part, il y a les intellectuels de la social-démocratie qui, en évoluant vers le social-libéralisme puis le néo-libéralisme, ont perdu toute possibilité de comprendre l’Amérique Latine et la gauche post-néolibérale de notre région.

Mais il y a aussi les intellectuels francs-tireurs ou liés à des courants de l’ultra gauche européenne qui lancent leurs analyses critiques sur les gouvernements progressistes latinoaméricains avec une grande désinvolture, expliquant ce que ces gouvernements ont fait de faux, ce qu’ils devraient faire, ce qu’ils ne devraient pas faire, etc. Ils parlent comme si leurs thèses avaient été confirmées, sans pouvoir présenter aucun exemple concret de ce que leurs idées ont produit et démontré, qui s’adapterait mieux à la réalité que les chemins que ces gouvernements suivent.

Ils se préoccupent des tendances « caudillistes », « populistes », des leaders latinoaméricains, jugent ces processus à partir de ce qu’ils estiment que devraient être les intérêts de tel ou tel mouvement social, ou de l’une ou l’autre thématique. Ils ont des problèmes pour comprendre le caractère nationaliste, anti-impérialiste, populaire, des gouvernements post néolibéraux, leurs processus concrets de construction d’une hégémonie alternative dans un monde encore très conservateur. Ils survolent les réalités comme des oiseaux, saluant quelque chose pour ensuite le critiquer, sans s’identifier profondément à l’ensemble de ces mouvements qui forment la gauche du XXIème siècle. Le temps passe et ces visions eurocentriques ne débouchent sur aucune construction concrète, parce qu’ils sont impuissants à capter les trames contradictoires de la réalité et à partir de cela, proposer les alternatives qui peuvent être portées par les peuples.

Ils se comportent comme s’ils étaient les « consciences critiques de la gauche latinoaméricaine » et comme si nous avions besoin d’elles, comme si nous n’avions pas conscience des raisons de nos avancées, des obstacles que nous avons devant nous et des difficultés pour les dépasser. Non seulement ils ne peuvent présenter les résultats de leurs analyses dans leurs propres pays – qui peuvent être la France, le Portugal, l’Angleterre ou d’autres pays –, là où l’on suppose que leurs idées devraient avoir des résultats, mais ils ne réussissent pas non plus à expliquer – ni même à aborder – les raisons pour lesquelles, dans leur propres pays, la situation de la gauche est incomparablement pire que dans les pays latinoaméricains qu’ils critiquent.

Ce sont des attitudes encore mues par le paternalisme de l’eurocentrisme et qui se tournent vers l’Amérique Latine non pour apprendre mais avec une posture de professeurs, comme s’ils étaient porteurs de l’ensemble de la connaissance et des expériences victorieuses, à partir desquelles ils donneraient un cours magistral sur nos processus. Ils représentent, en fait, malgré les apparences, les formes de la vieille gauche, qui n’a pas fait l’autocritique de ses erreurs, échecs et reculs. Qui ne sont pas disposées à apprendre des nouvelles expériences latinoaméricaines.

L’aura universitaire ne réussit pas à cacher les difficultés qu’ils ont pour s’engager dans des processus concrets et, à partir de ceux-ci, pour partager la construction des alternatives.

Les analyses qui ne débouchent pas sur des propositions concrètes de transformation de la réalité, présentent de moins en moins d’intérêt. Les postures critiques restent sur le plan de théories qui ne se projettent pas dans le champ du réel, sans aucune capacité à s’approprier la réalité concrète, moins encore de la transformer. Pour reprendre le vieil adage marxiste toujours actuel : leurs idées ne se transforment jamais en force matérielle parce qu’elles ne pénètrent jamais dans les masses.

Emir Sader

Emir Sader est philosophe, professeur de sociologie à l’Université de São Paulo (Usp) et de l’Université de l’Etat de Rio de Janeiro (Uerj) où il dirige le Laboratoire des Politiques Publiques.

EN COMPLEMENT:

« Que ce soit bien clair : nous avons commis des erreurs, évidemment. Et nous en commettrons d’autres. Mais je peux te dire une chose : jamais nous n’abandonnerons le combat pour un monde meilleur, jamais nous ne baisserons la garde devant l’Empire, jamais nous ne sacrifierons le peuple au profit d’une minorité. Tout ce que nous avons fait, nous l’avons fait non seulement pour nous, mais aussi pour l’Amérique latine, l’Afrique, l’Asie, les générations futures. Nous avons fait tout ce que nous avons pu, et parfois plus, sans rien demander en échange. Rien. Jamais. Alors tu peux dire à tes amis "de gauche" en Europe que leurs critiques ne nous concernent pas, ne nous touchent pas, ne nous impressionnent pas. Nous, nous avons fait une révolution. C’est quoi leur légitimité à ces gens-là, tu peux me le dire ? Qu’ils fassent une révolution chez eux pour commencer. Oh, pas forcément une grande, tout le monde n’a pas les mêmes capacités. Disons une petite, juste assez pour pouvoir prétendre qu’ils savent de quoi ils parlent. Et là, lorsque l’ennemi se déchaînera, lorsque le toit leur tombera sur la tête, ils viendront me voir. Je les attendrai avec une bouteille de rhum. »

Ibrahim
Cuba, un soir lors d’une conversation inoubliable.

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