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mercredi, 19 mars 2008

El Emperador Carlos V

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Ernesto MILA:

La idea imperial del Emperador Carlos V: del "imperio universal" al "imperio cristiano"

Infokrisis.- Tras la publicación del artículo titulado “O la España de los Austrias o la España de los borbones” que ha tenido como resultado un abundante intercambio epistolar con amigos que han enriquecido el debate y, en sus discrepancias, nos han ayudado a trabajar más el tema, damos otro paso intentando concretar un punto: ¿cuál era la idea imperial de nuestros “Grandes Austrias”? Este es el resultado de las reflexiones sobre el tema.

La idea que los Austrias se hacían de España era la de la “España Imperial”. Lo cual es decir poco porque a esta definición hay que darle contenidos. De hecho, la mejor página de nuestra historia encierra también el germen de la decadencia. En la historia de España, el último despuntar de la idea imperial aparece con nuestros “Grandes Austrias” de la misma forma que en la historia del Reino Unido la idea imperial aparece en el siglo XIX de la mano de la Compañía de Indias dando al Imperio Inglés el aire de una prolongación del poder de la alta burguesía, es decir de la casta de los sacerdotes, de la misma forma que en la idea imperial de Carlos V lo que está presente, especialmente, es el concepto de “Imperio al servicio de la fe” y, por tanto, el elemento preponderante es el clero.

En este sentido, mientras el Imperio Inglés está al servicio de la tercera casta, de la función productiva, el Imperio Español lo está al servicio de la casta sacerdotal. Y en este sentido, el Imperio Español tiene una inspiración superior al inglés… pero dista de la idea imperial romana o incluso del Sacro Imperio Romano-Germánico tal como se concibió en la Edad Media gibelina.

Y este es el centro de la polémica: la idea imperial de los Austrias pudo ser una idea superior al concepto sacerdotal, pero se quedó en este nivel demostrando sus limitaciones. Porque en los primeros años del gobierno de Carlos V, todavía no existía una idea imperial definida. Y justo en esos primeros años dos tendencias contrapuestas modelan las ideas aun frágiles del jovenzuelo de mandíbula caída que apenas hablaba holandés, tenía las opiniones mal definidas y delegaba en su corte de flamencos. Esas dos tendencias son las que vamos a intentar entrever en el presente estudio.

Dos personajes frente a frente: Gattinara y Mota

Hasta Menéndez Pidal, la figura de Mercurino Gattinara había pasado prácticamente desapercibida a los historiadores que lo consideraban una especie de funcionario aventajado de palacio, pero en absoluto un hombre influyente en las ideas del joven Emperador Carlos. Menéndez Pidal fue el primero que reclamó atención sobre esta figura, a partir de los trabajos de Karl Brandi (Kaiser Karl V). Menéndez Pidal se lamentaba de que la figura del Emperador Carlos no atrajera el interés de los historiadores en España, a pesar de haber hecho de nuestro país el centro del Imperio y sí en cambio en Alemania. y, a partir suyo, la historiografía le ha reconocido el lugar que le corresponde como uno de los “máximos estadistas del Renacimiento”.

Aparte de los documentos históricos exhumados por todos estos historiadores, el elemento central es la propia autobiografía de Gattinara: Historia vite et gestorum per dominum magnun cancellarium. Menéndez Pidal puntualiza que esta obra cae en exageraciones y coge en falta en varias ocasiones al canciller del Emperador Carlos, aun reconociéndole, efectivamente, la gran influencia que tuvo sobre él.

Se ha presentado a Gattinara como un humanista español con vocación europeista en la misma órbita que Erasmo de Rotterdam que muchos lo tienen por su inspirador. Así pues es frecuente que muchos historiadores consideren que las ideas de Gattinara eran simplemente “humanistas”, sin más. No es así. Gattinara estaba muy influido por Dante, el gran gibelino y su idea imperial la recogió de la célebre obra del florentino De monarchiae.

Por otra parte, lo que se tiene generalmente como “humanismo” en el Renacimiento es algo muy distinto a lo que consideramos hoy con el mismo nombre. El “humanista” de hoy sería un perfecto imbécil en el Renacimiento. Francis Yates en su libro sobre Giordano Bruno y el Humanismo Mágico ha explicado que esa forma de humanismo estaba vinculado al neoplatonismo, no como filosofía sino como pensamiento mágico. Son los Pico Della Mirandola, los Tomasso Campanella, los Giordano Bruno, los grandes humanistas italianos quienes rescatan el Corpus Hermeticum y los grandes libros de magia. El propio Bruno no es condenado tanto por sus teorías astronómicas… como por sus prácticas de magia ceremonial y “simpática”. La obra de Yates, exhaustiva y crítica no deja lugar a dudas sobre este extremo. La conclusión a la que llega es que el humanismo renacentista fue algo muy diferente a lo que generalmente pensamos hoy.

Gattinara se había educado en ese ambiente y no es de extrañar que el gibelinismo tal como fue expuesto por Dante se convirtiera en su idea política central.

Nacido en 1465 como hijo de la pequeña nobleza piamontesa, estuvo inicialmente al servicio de la Casa de Saboya y luego de los Habsburgo. En 1510 Gattinara fue enviado a España por primera vez al servicio de Carlos V. En 1518 fue nombrado Gran Canciller de Carlos V. Hombre de gran experiencia diplomática, sus ideas no coincidían con las de otros consejeros del círculo íntimo del Emperador: Chièvres por un lado (partidario del alineamiento con Francia) o el clérigo Pedro Ruiz de la Mota, el verdadero rival ideológico de Gattinara.

De Mota dice Menéndez Pidal: “Era Mota un clérigo español que, por rozamientos con Fernando el Católico, se había ido a Bruselas a la corte del príncipe Carlos, antes de ser éste rey y estuvo a su lado catorce años, desde 1508 a 1522. Allá en Flandes fue limosnero del príncipe; ahora era obispo de Badajoz. Su dominio de varios idiomas y su elocuencia le daban un gran puesto en la corte; ocupaba el tercer lugar en el Consejo real, después de Chièvres y de Gattinara”.

Lo que se produjo en el interior de la corte del Emperador Carlos no fue un choque frontal sino una lucha ideológica en sentido propio de la que ambos, Gattinara y Mora fueron cristalizaciones de dos corrientes de su época: el gibelinismo declinante y la idea sacerdotal que alcanzaría su expresión más concreta en el Concilio de Trento. Vistas las personas, vayamos ahora a sus ideas.

La situación de la idea imperial en el Renacimiento

Dice Menéndez Pidal que “la idea imperial no la inventa Gattinara ni sugiere hoy nada de lo que sugería a los hombres de antes” y explica que en el siglo XX podía haber un emperador de Alemania, un Zar de todas las rusias, un emperador inglés o cualquier otro, pero en el Renacimiento el título de emperador indicaba a una figura única señor de todo el mundo y monarca universal y añade: “Tal concepción revestía para los hombres una grandeza verdaderamente romana”. Para concluir: “El Imperio era la forma más perfecta de la sociedad humana”.

Menéndez Pidal juzga que la cumbre de la idea imperial fue romana y se prolongó durante seis siglos, que luego conocio un breve revival en los siglos IX y X durante el imperio carolingio si bien atenuada y que luego, atenuada más aun, subsistió en el Sacro Imperio Romano-Germánico. Esta misma idea es la que sostiene Julius Evola a lo largo de todas sus obras.

Carlos V se educa inicialmente en el marco de un imperio capidisminuido que es sólo una sombra de lo que un día fue con los Hohenstaufen y del que solamente es posible encontrar una inspiración lejana con la idea imperial romana. Dicho de otra manera: no había política imperial propiamente dicha en el período de juventud de Carlos V y no estuvo presente en su educación. Esta le vendría después.

Es más, en aquel momento la idea imperial se había degradado hasta ser en cierto sentido la antítesis de la romana. Para Roma, el emperador se debía consagrar al bien del súbdito y súbdito terminó siendo, desde César a Justiniano, todo aquel que habitaba en alguna región del imperio por alejada que fuese. Era, por el contrario, práctica habitual en el Renacimiento que los emperadores esquilmaran a las regiones periféricas del Imperio tal como en sus primeros años hicieron los consejeros de Carlos V con España.

Así llega Carlos V a España, sin las ideas claras y con unos patrones de gobierno heredados de anteriores emperadores. Gobierna en España pero no habla ni una sola palabra de español y delega en flamencos. Menéndez Pidal recuerda que no es esta la única contradicción de aquel reinado: se dice “emperador romano”, pero sólo gobierna de hecho en Alemania, de hecho en una parte; es el “rey del mundo” pero ha sido elegido en Alemania; no es emperador si no es ungido por el Papa, pero no gobierna en los territorios temporales del Papa. Finalmente, en España ocurre lo inevitable: la hostilidad de nuestro pueblo, la revuelta de las comunidades de Castilla, la guerra civil.

La grandeza de Carlos V reside en el hecho de que su dilatado reinado no está presidido por otra cosa que por resolver las contradicciones que encontró en la idea imperial, depurarla, intentar reconstruir una idea coherente y viable en la que doctrina y realidad converjan.

Las ideas políticas de Gattinara

En cierto sentido, Gattinara podría ser llamado “el último gibeino” y, desde luego, si hay una orientación a la que puede adherirse el consejero saboyano de Carlos V es a esta corriente ideológica que tuvo en Dante a su gran inspirador. De hecho, Gattinara tiene en la De Monarchia del poeta florentino su libro de cabecera. La historiografía, empezando por Menéndez Pidal, acepta unánimemente que fue de esa obra de la que Gattinara extrajo su idea imperial que quiso trasladar al Emperador Carlos.

No se trataba solamente de conservar los reinos recibidos en herencia, sino de ampliarlos aspirando a la monarquía universal y a un gobierno efectivo sobre todo el mundo. Solamente cuando ese gobierno se obtuviera el Imperio podía considerarse culminado y la “pax romana” sobrevenida. En ese momento el “orden” se impondría definitivamente sobre el “caos”.

En 1519, Gattinara transmitió esa idea al futuro emperador animándole a presentar su candidatura al Imperio. En la práctica esa política implicaba una actitud antifrancesa. Gattinara en esa y en otras ocasiones recomendó al y Emperador Carlos la recuperación del Delfinado y la desmembración de Francia, así como promover una política de expansión de la influencia en la península itálica como caminos únicos para una paz permanente.

Gattinara en el siglo XVI como Dante en el XIV, propone una monarquía universal. La figura del Emperador equivale a la del Rey del Mundo de las leyendas arcaicas. En esta óptica, no había lugar para la sumisión al papado, y la “defensa de la fe” se planteaba en términos políticos, no religiosos. La gran misión de España no era la lucha contra los príncipes alemanes que habían abrazado las distintas formas de protestantismo, sino la unión de todos los europeos –protestantes, católicos- bajo un proyecto común. En la lucha por la destrucción del Islam no solamente tenían un puesto de combate los países católicos, sino también los príncipes cristianos no afectos a Roma.

Mota: o la primacía de la fe

La primera declaración imperial, cuando Carlos V parte de España para ser coronado en Alemania, tiene lugar en 1520. Ahí encontramos un atisbo de la idea imperial que presidirá su gobierno. Esa declaración es atribuida por la historiografía al arzobispo Pedro Ruiz de la Mota en la declaración antes las cortes de A Corunha.

Mota introduce en su discurso el término “emperador” e “imperio” que terminarán por hacerse habituales en lengua castellana. El tiempo está maduro porque en esa época estos términos ya gozan de suficiente difusión gracias a la popularidad de las novelas de caballería, en especial el Amadís de Gaula y el Tirant lo Blanc.

En ese discurso Mota define a Carlos V como “rey de reyes” y “único en la tierra”, reconoce que ”este imperio es continuación del antiguo”, aludiendo al Romano. Recuerda que mientras otras tierras enviaban a Roma tributos, Hispaniae enviaba emperadores y concluye la introducción diciendo que: “ahora vino el imperio a buscar emperador a España, y nuestro rey de España es hecho, por la gracia de Dios, rey de los romanos y emperador del mundo”.

Pero la parte ideológica y los contenidos aparecen luego: ¿por qué existe el Imperio? Dice Menéndez Pidal comentando el discurso: “[Carlos V] Aceptó el Imperio par cumplir las muy trabajosas obligaciones que implica, para desviar grandes males de la religión cristiana” y, en el texto original Mota alude a “la empresa contra infieles enemigos de nuestra santa fe católica, en la cual entiende con la ayuda de Dios, emplear su real persona”.

En la concepción de Mota reflejada en el discurso de A Corunha, España es el corazón y el centro del Imperio cuya misión es la defensa de la fe.

Así pues, resumiendo, la idea de Mota es la un Imperio cristianizado, cuyo núcleo duro es España, dedicado a la defensa de la fe católica.

Esta idea volverá a estar presente unas semanas después en Works bajo la sombra de Lutero. Es entonces, en 1521, cuando Carlos V escribe “de su puño y letra” la declaración político-religiosa en la que asume abiertamente la defensa de la cristiandad empleando “mis reinos, mis amigos, mi cuerpo, mi sangre, mi vida y mi alma” e invoca a “sus antepasados” en alusión a su abuela Isabel la Católica. En esta segunda declaración, parece evidente que Carlos V ha asumido la idea de Mota: el “Imperio Cristiano” que intenta establecer la armonía entre “los príncipes católicos” basado en la “universalitas christiana”.

La victoria de la idea imperial católica: triunfo y tragedia

Es significativo que, cuando los comuneros recuerden a Carlos V el testamento de su abuela, que se deshaga de los consejeros flamencos y mire por el bien de su pueblo [entendiendo por tal a Castilla]. En esa misma época, el condestable de Castilla le recomendaba que se casara con Isabel de Portugal añadiendo “por que es de nuestra lengua”, expresión que Menéndez Pidal clifica de “inexactitud filológica, pero que revela la fraternidad fundamental hispanoportuguesa”. Todos estos elementos, unidos a las ideas de Mota, tienden a hispanizar la idea imperial de Carlos V y a impregnarla de una evidente patina católica que estará presente hasta sus últimos días en Yuste.

Esta concepción juega malas pasadas al Emperador. Tras la victoria de Pavía, Francisco I , vencen los consejeros de Carlos V que preconizan un trato deferente hacia el prisionero esgrimiendo la idea del “imperio de paz cristiana” que supondrá poco después la liberación del rey vencido y el que no se atuviera a su palabra dada reanudando la hostilidad contra España. Carlos V hace gala de “modestia principis” y se preocupa mucho más del “bien de la cristiandad” que de la pujanza del Imperio, renunciando a aprovechar los frutos de la jornada de Pavía.

Hoy los historiadores reconocen el error. Gattinara, por el contrario, había recomendado desmembrar Francia, incorporar algunos territorios al Imperio y desbaratar el poder económico (luego el peso político) de ese reino, para poder establecer con más facilidad la “monarquía universal”.

No hay que olvidar que en ese momento la idea del “imperio cristiano” presidida por Carlos V era contemplada con ambigüedad desde el Vaticano. Las dudas sobre la postura del Papa provocaron en 1526 el “Saco di Roma”, con el asalto de la ciudad por nuestras tropas dirigidas por el condestable de Borbón y el encierro del Papa en Sant’Angelo. En 1526, en un escrito firmado por Carlos V al Papa Clemente VIII y redactado por Alfonso de Valdés reafirma su plan: guerra contra los turcos en defensa de la fe, cuando éstos fueran vencidos, Lutero volvería al redil o se estaría en condiciones de eliminar a sus partidarios. Si el papa se opusiera y no apoyara a Carlos V, al emperador le cabría apelar al juicio de un Concilio general. La carta de Valdés fue entregada al nuncio Baltasar de Castiglione, pero el papa, inicialmente se niega a la convocatoria del concilio y Caros V apela al Colegio de Cardenales. Dicho con otras palabras: Carlos V termina situando su defensa de la catolicidad por encima del papado, como último y lejano reflejo de las ideas de Gattinara sobre el Imperio como institución superior al Papado.

En 1528 las cosas vuelven a su lugar: Carlos V reconoce al papado superior al Imperio y marcha a Roma a ser coronado emperador. Mantiene la idea del concilio (que será, finalmente, la asamblea de Trento). Resume su proyecto en el discurso del 16 de septiembre de 1528 que, hoy se acepta fue redactado por el obispo de Guadix, uno de sus consejeros, fray Antonio de Guevara, predicador de palacio y cronista imperial. Como era de esperar, ese discurso se orienta hacia la “monarquía católica” y la “defensa de la fe”.

Tras ser coronado emperador, Carlos V se entrevista con en Bolonia con el embajador Contarini al que le desmiente que aspire a ser “monarca universal”. Carlos V aspira a “hispanizar Europa”, trasladar el sentido de cruzada y de guerra contra el turco que había experimentado nuestro pueblo durante los ocho siglos de dominación islámica.

Es en este caldo de cultivo ideológico en el que luego florecerá la mística española del siglo de Oro, en el que se producirá la colonización española de América bajo el signo de la cristiandad. Así mismo, es inseparable el fenomenal impulso literario de la lengua castellana de la adhesión que experimentó el Emperador Carlos por esa lengua que hizo suya (“es tan noble que merece ser sabida y entendida por todo la cristiandad” dijo al obispo de Macon, embajador francés que no hablaba correctamente castellano). Ese impulso empieza ya bajo Carlos V con La Celestina y El Lazarillo de Tormes, con la recopilación del Romancero y con la difusión del Amadis y el Tirant.

Subsiste la “idea unitaria” (Menéndez Pidal dice que Carlos V “al hispanizar su imperio propaga la hispanidad por Europa”). Pero, a decir verdad, la correlación de fuerzas no le es favorable.

Basando en la fe católica la salud y la unidad del Imperio se enfrenta inevitablemente a los príncipes centroeuropeos que han abrazado las distintas formas de protestantismo. La salud del Imperio queda vinculada a la del catolicismo y si el Emperador puede responder por él mismo, no puede hacerlo por la aptitud y dimensiones de los papas de la época.

Esta vinculación Imperio-España-Catolicidad hace que el imperio termine fragmentándose y desangrándose en las guerras de religión que cubrirán una dilatada época hasta principios del siglo XVII con la paz de Utrech. Si, ciertamente, ha sido el mejor momento de la historia de España… breve y fugaz, por lo demás, pero con errores políticos y de orientación que vale la pena sopesar.

Se venció en Lepanto y se contuvo a los turcos (¿hubiera actuado de otra manera ante una ofensiva enemiga un imperio que aspirase a la Monarquía Universal? ¿Acaso no hubiera reunido más fuerzas, no sólo para derrotar a los turcos en Lepanto, sino para devolverlos a Asia Central de donde nunca debieron salir?); el Imperio salió renovado tras la crisis que se prolonga desde el siglo XIV hasta Carlos V, pero la renovación se realiza en función del catolicismo. Las guerras de religión demostraron la sumisión del Imperio a la fe. Y el imperio se perdió precisamente por la aceptación de esa misión y de esa sumisión. Diferente hubiera sido si el Imperio en sí mismo, hubiera agrupado la doble espada “espiritual y temporal”, si el Emperador se hubiera considerado superior al Papado, si el “orden de Melkisedec en función del que se consagraba a los emperadores gibelinos, se hubiera reconocido como superior al “orden de Abraham”, si el Emperador, en definitiva, hubiera estado por encima del sacerdocio.

Pero esto hubiera supuesto rescatar el ideal gibelino; contrariamente a lo que se tiene tendencia a pensar, este ideal suponía la primacía del imperio sobre el papado, solamente entendiendo el Imperio como la síntesis del ideal espiritual y temporal encarnado en la figura del Emperador. Esa era la idea de Mercurino Gattinara y del “humanismo mágico” de su tiempo. Esa idea fue derrotada en la polémica ideológica que envolvió a la corte del Emperador Carlos. Y se pagó, como todo error –porque a la postre las guerras de religión fueron un error que debilitaron al Imperio y terminaron por dejarlo exangüe-, caro.

La idea imperial fracasó pronto. Carlos V renunció al Archiducado de Austra que entregó a su hermano Fernando de Habsburgo y, más tarde, haría lo mismo con la corona húngara. La dinastía de los Austrias se partió irremisiblemente en dos: la española y la vienesa. La idea del imperio español católico, en su decadencia, favorecería la multiplicación de los Estados Nacionales,

El error de fondo fue reducir toda sacralidad al papado y, por tanto, la misión del imperio solamente podía ser la defensa de la fe católica… cuyo centro no era España, sino el Vaticano. El centro del Imperio no estuvo en la Península, tras llegar de Flandes, terminó estando, tampoco en Roma como concepto imperial, sino en el Vaticano. Pero el Vaticano tenía otros intereses que no siempre coincidían con los del Imperio. Fue un error y se pagó. Seguramente de haber triunfado las tesis de Mercurino Gattinara, la historia de Europa habría tomado una orientación diferente.

La idea imperial que defendió Gattinara era superior a la idea que finalmente el Emperador Carlos terminó asumiendo, de la misma forma que la idea de Mota implicaba una renovación de la decaída idea imperial anterior y que sería también superior a los episodios históricos que seguirían luego. Pero, si hay que situar a la idea imperial de Carlos V en la escala de la historia hay que concluir necesariamente que, siendo elevada, había otras opciones más elevadas todavía.

© Ernesto Milà – infokrisis – infokrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com

Jueves, 21 de Febrero de 2008 09:29 #.

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lundi, 17 mars 2008

Jean Pierre Boyer

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17 mars 1825: Jean-Pierre Boyer, président haïtien, devient, après élection, le chef d’un Etat regroupant Haïti et Saint-Domingue, auparavant possession espagnole. Par l’intermédiaire d’un « indigénisme » d’idéologie républicaine et « illuministe », les Etats-Unis s’assurent d’un pouvoir faible à leur dévotion indirecte dans le Golfe du Mexique, soit dans les Caraïbes, que le géopolitologue belge des années 30, Jacques Crokaert, avait nommé la « Méditerranée américaine ». L’objectif est de ne laisser s’implanter aucune puissance européenne dans les îles caraïbes, de façon à ne pas y créer un tremplin —ou une base de sous-marins— face à la masse continentale nord-américaine. La France a pu conserver la Martinique et la Guadeloupe parce que De Gaulle, à Londres, s’est rangé aux côtés des alliés occidentaux. Les autorités de Vichy craignaient une main-mise américaine sur ces îles, de même que sur Saint-Pierre-et-Miquelon, mais les gaullistes ont dû se battre aussi pour conserver à la France ces « confettis d’empire », dont l’importance stratégique pourrait pourtant s’avérer capitale.

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vendredi, 14 mars 2008

K. K. F. W. Lachmann, érudit latiniste

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14 mars 1793: Naissance à Brunswick du philologue classique allemand Karl Konrad Friedrich Wilhelm Lachmann, auteur de commentaires sur le De Rerum Natura de Lucrèce, ouvrage pionnier et innovateur en éru­dition latine. Lachmann établira les règles de la métrique et de la prosodie de l’ancien et du moyen haut al­lemand médiéval. En 1829, il publie des éditions de la poésie de Catulle et de Tibulle. En 1847, il inaugure les études homériques, en publiant un ouvrage remarqué (bien que dépassé aujourd’hui) sur l’Iliade. Véritable héros des études sur la longue mémoire européenne, Lachmann a uni, en sa personne, le passé latin, grec et germanique de l’Europe.

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jeudi, 13 mars 2008

1881: création de l'Okhrana

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13 mars 1881: Création de l’Okhrana, police politique des Tsars. Cette police voit le jour après l’assassinat du Tsar Alexandre II, véritable modernisateur de la Russie. Il émancipe la paysannerie créant le système du « zemstvo », ensemble de gouvernements autonomes locaux, scellant de facto l’abolition du servage. Alexandre II a régné sur la Russie entre 1855 et 1881, époque où elle venait d’affronter l’Occident protecteur de la Turquie lors de la Guerre de Crimée, où elle avait avancé ses pions en Asie centrale, butant ainsi contre les possessions indiennes de l’Angleterre, où elle avait appuyé l’émancipation des peuples roumains et bulgares en lutte contre l’oppresseur ottoman.

Les armées d’Alexandre avait prêté main forte à ces nationalistes orthodoxes du Danube et des Balkans, amenant leurs armées à 30 km de Constantinople, ce que ne pouvait admettre Londres, qui dépêcha des officiers de cavalerie et de marine pour réorganiser l’armée turque en pleine liquéfaction. En Asie centrale, l’œuvre d’Alexandre II fut considérable : création des protectorats de Boukhara en 1868 et de Khiva en 1873, maitrise de zones clefs dans cette région qui revient aujourd’hui à la une de l’actualité, organisation systématique de chemins de fer, accélérant la progression de forces russes dans la région.

De 1871 à 1881, les forces russes occupent également la région de Kouldja dans l’actuel Sin Kiang chinois. Alexandre II a donc mené une politique eurasienne conséquente, qui a permis de consolider l’empire russe et de challenger les Anglais aux frontières de la Perse et de l’Inde. Les éléments « révolutionnaires » qui l’ont assassiné, étaient-ils vraiment incontrôlés ? La police politique créée au lendemain de son assassinat vise donc à contrôler d’éventuelles influences étrangères sur les mouvements politiques contestataires russes de l’époque, exactement comme ils le font aujourd’hui, avec les révolutions oranges, roses, etc.

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mercredi, 12 mars 2008

1881: la Tunisie devient protectorat français

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12 mars 1881: Le Bey de Tunis signe le Traité du Bardo, qui fait de la Tunisie un protectorat français. La France avait été contrainte, par les puissances de la Sainte-Alliance, de conquérir l’Algérie pour mettre un terme à la piraterie barbaresque, aux rafles d’esclaves sur les côtes européennes, pour réparer les torts qu’elle avait infligés à l’Europe pendant les guerres révolutionnaires et napoléoniennes, pour parfaire, avec son surplus démographique, les conquêtes projetées par Charles-Quint en Afrique du Nord. Cette contrainte imposée était toutefois soumise à des conditions : la France pouvait certes occuper et coloniser le centre de l’Etat algérien actuel, mais non l’Oranie, qui devait revenir à la Belgique de Léopold I (qui fournit des troupes et s’apprête à y envoyer des colons flamands).

L’Oranie, occupée par les tercios espagnols de Charles-Quint, devait devenir un bastion de la reconquista romaine et catholique de l’Afrique du Nord et recevoir une population exclusivement ibérique. Les soldats des tercios, issus de la paysannerie des Asturies, de la Castille ou de l’Extramadoure, estimaient le sol nord-africain trop ingrat et préféraient se tailler des domaines dans les Amériques. Les légionnaires et les officiers belges qui commandent des régiments français dans la guerre de conquête de l’Algérie ont pour objectif final de rendre l’Oranie à un Etat qui se veut l’héritier de l’empire de Charles-Quint. Léopold I, protestant allemand, admet que l’Oranie sera catholique et flamande et gouvernée par un collège de prêtres. Charles-Quint avait mis pied en Tunisie avec des troupes issues des Pays-Bas, d’Allemagne et d’Italie. La Tunisie revient donc aux Etats héritiers de l’empire de Charles-Quint et la France n’a aucun droit dans ce territoire qui fait face à la Sicile de Frédéric II de Hohenstaufen, puis du Royaume traditionnel des Deux-Siciles, satellite de l’Espagne. Les revendications ultérieures de Mussolini sont dès lors fondées.

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dimanche, 09 mars 2008

Thalassocratie anglaise et pirates barbaresques

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Ernst zu REVENTLOW:

La thalassocratie anglaise et les pirates barbaresques

 

Petit texte à méditer après l'affaire de Perejil…

 

…depuis le début de la dernière décennie du XVIIIième siècle, les guerres, fomentées par l'Angleterre, firent rage en Europe et, pendant ce temps, la flotte britannique devint, à la suite d'une longue série de batailles navales, la seule maîtresse des mers. La politique de l'Angleterre dans la question de la piraterie, à l'époque, a été caractéristique. Les pirates des Etats barbaresques en Méditerranée ont étendu, pendant les guerres inter-européennes, leurs entreprises de razzia jusqu'en dans la Mer Baltique, où ils pillaient les navires de commerce et capturaient les équipages. Dans ce contexte, nous nous bornerons à rappeler le traité que, très tôt, l'Angle­terre a signé avec l'un de ces Etats méditerranéens (ndt : il s'agit du Maroc!!) : cet Etat a reçu l'autorisation de pour­suivre ses raids et razzias à la condition de ne jamais s'attaquer aux bâtiments battant pavillon anglais. Les Britanniques ne souhaitaient qu'une chose: c'est que ces autres pirates (ndt: marocains) commettent le plus de dommages possibles à la navigation commerciale non anglaise, du moins quand les navires de Londres ne pou­vaient pas faire ce travail hautement lucratif eux-mêmes. Quelques années après les guerres de libération (ndt: Espagnols, Allemands et Russes contre Napoléon), la question de la piraterie était devenue insupportable en Europe; dans toutes les villes portuaires allemandes se constituaient des "ligues anti-pirates", mais rien ne se passait, car les Anglais ne voulaient pas que les navires de guerre russes pénètrent en Méditerranée pour y éradiquer le mal à la racine. L'entrée de navires russes en Méditerranée aurait relativisé là-bas la suprématie bri­tannique. La diète allemande se borna à nommer une commission, qui, comme on devait s'y attendre, s'en­li­sa dans les discussions stériles, jusqu'à ce qu'en 1829, les villes hanséatiques allemandes s'adressèrent au Sultan du Maroc, par l'intermédiaire de l'Angleterre, pour lui demander de bien vouloir accepter un tribut annuel et de lais­ser les navires de la Hanse en paix. Voilà quel était l'état de la Hanse allemande en l'année de grâce 1829, face au Sultan du Maroc et de l'Angleterre !

(extrait de : Graf Ernst zu REVENTLOW, Der Vampir des Festlandes, E. S. Mittler u. Sohn, Berlin, 1916, pp. 70-71).

 

Les leçons à tirer de cet épisode de l'histoire :

 

A)       Les thalassocraties (hier l'Angleterre, aujourd'hui les Etats-Unis) sont toujours prêts à utiliser le potentiel hu­main et technique de l'Afrique du Nord pour nuire aux intérêts de l'Europe. L'Afrique du Nord et ses po­pu­lations sont des atouts cardinaux dans les stratégies anglo-américaines contre les puissances con­tinen­tales européennes.

 

B)       La piraterie a été un instrument aux 18ième et 19ième siècles; aujourd'hui, c'est l'immigration et les cercles in­tégristes et les mafias (notamment de la drogue) qu'elle véhicule. Ces cercles commettent toutes sortes de déviation, empêchant le développement optimal des nations européennes.

 

C)       Strauß-Hupé, géopolitologue américain des années 40, parlait de "casser l'atout de l'homogénéité démo­gra­phique" des nations européennes.

 

D)       Les Européens qui refusent de prendre ces faits historiques en compte sont de dangereux irréalistes voire des agents d'influence de Washington ou des déments, qui s'enivrent pathologiquement de trahisons.

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samedi, 08 mars 2008

Entretien avec Jean Tulard

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Entretien avec Jean Tulard

Jean Tulard, professeur à la Sorbonne, Di­recteur d’études à l’Ecole pratique des hau­tes études, membre de l’Académie des sciences morales et politiques est le spé­cialiste incontesté des études napoléo­nien­nes. En cette « année Napoléon », nous l’avons rencontré pour nous entrete­nir avec lui de la personnalité et du rôle de Napoléon Bonaparte.

 

En quoi Napoléon a-t-il préservé l’idéal révolutionnaire ?

 

C’est Jacques Bainville qui, le premier, a sou­li­gné que le 18 Brumaire ne mettait pas fin à la Révolution mais, au contraire, en préservait les conquêtes : la destruction de la féodalité, l’é­ga­lité, la vente des biens nationaux

 

Dans différents ouvrages, vous affirmez que le 18 Brumaire a permis de conclure la Révolution. Est-ce à dire qu’une révo­lu­tion appelle presque toujours un coup d’E­tat ?

 

La violence appelle toujours la violence. D’em­blée, dès 1789, on sut que la Révolution se ter­minerait sur un coup d’Etat militaire.

 

Pensez-vous qu’à la veille du 18 Brumaire, l’Etat devait être restauré sur des fonde­ments durables ?

 

A la veille du 18 Brumaire, l’aspiration de tous les profiteurs de la Révolution se portait vers un retour à l’ordre. Napoléon Bonaparte l’a bien compris. La France était livrée à l’anarchie dans tous les domaines au temps du Directoire fau­te d’une autorité ferme.

 

Pourquoi Napoléon Bonaparte sera-t-il cho­i­si, est-ce pour sa popularité ou pour son ambition?

 

La gloire de Bonaparte a joué en sa faveur. Il avait vaincu en Italie et conclu lui-même la paix de Campoforrmio. Son expédition d’Egyp­te avait fait rêver comme le prouvent les mé­moires de Lamartine. Vaincre à l’ombre des Py­ramides ou à Nazareth, ce n’était pas rien.

 

Selon vous, en quoi Brumaire est-il plus dramatique que glorieux ?

 

Jusqu’au bout le coup d’Etat de Brumaire a fail­li ne pas réussir. Il fut mal préparé et certains acteurs comme Sieyès (qui avait à monter à cheval!) et surtout Bonaparte perdirent leur sang-froid à l’inverse de Fouché qui avait mé­na­gé tous les clans ou de Murat qui n’eut pas d’état d’âme lorsqu’il chassa les députés ; Tal­ley­rand aura, au soir du 18 Brumaire, le  mot de la fin : " Il faut dîner ".

 

Avec l’arrivée de Napoléon au pouvoir, la France entre-t-elle dans l’ère moderne ?

 

Oui, la France moderne sort du 18 Brumaire. C’est ce qu’a montré Taine. Nos institutions (Conseil d’Etat, Inspection des Finances, Cour des Comptes, Recteurs, Préfets) datent de cet­te époque. Nos notables aussi (cf Les dynasties bour­geoises de Beau de Loménie).

 

Que reste-t-il de l’ère napoléonienne ?

 

"Sauf pour la gloire, sauf pour l’art, il eût pro­bablement mieux fallu que Napoléon n’eût pas existé", disait Bainville. Le jugement est injus­te. Il n’en reste pas moins que Napoléon est le Français le plus connu dans le monde.

 

Selon vous, qu’est-ce qui a conduit Bona­parte à se faire sacrer Empereur des Fran­çais ?

 

Si Bonaparte choisit le titre d’Empereur des Fran­çais, c’est pour éviter celui de roi. La chute de la monarchie était trop proche et la réfé­ren­ce aux Carolingiens et à Charlemagne (que l’on connaissait mal) suffisamment lointaine pour n’ê­tre pas trop compromettante. La nécessité d’une monarchie héréditaire s’était imposée à la suite des attentats très nombreux contre le Premier Consul. Pitt (Premier ministre britanni­que) se moquait d’un gouvernement à la merci d’un coup de pistolet.

 

Pensez-vous que la réforme juridique est la plus grande œuvre accomplie par Napo­léon ?

 

Le bilan du Consulat et de l’Empire est im­po­sant. N’oublions pas qu’auparavant la France é­tait divisée entre pays de droit écrit et de droit coutumier. Cette unification du droit était in­dispensable.

 

Les cinq codes promulgués préservaient-ils les grands principes de la Révolution ?

 

Les codes ont été l’œuvre de juristes et de con­seillers d’Etat issus de la Révolution et qui étaient très attachés aux principes de 1789 et no­tamment à l’idée d’égalité. Les auteurs du co­de civil ont surtout retenu les acquis de la ré­volution bourgeoise de 1789 à 1791. On no­te­ra la volonté de détruire tout ce qui rappelle la féodalité. La sécularisation complète du droit est confirmée. Tous les corps intermédiaires chers à l’Ancien Régime disparaissent.

 

Outre l’organisation centralisée de l’admi­nistration française, que nous reste-t-il de l’œuvre de Napoléon ?

 

N’oublions pas le style de l’Empire, le goût des pa­rades militaires et le musée du Louvre, alors Musée Napoléon.

 

Comment expliquez-vous que les conquê­tes de Napoléon n’ont duré que le temps de son règne ?

 

Les conquêtes de Napoléon furent éphémères pour deux raisons. Elles furent le fruit de la vio­­lence et reposèrent sur les baïonnettes de la Gran­de Armée. Napoléon ne s’est pas préoccu­pé des aspirations nationales des peuples. Il l’a payé en Espagne, en Italie, en Hollande, en Al­lemagne.

 

Vous sentez-vous bonapartiste ?

 

Il me semble que le bonapartisme d’aujour­d’hui repose plus sur la nostalgie d’une gloire pas­sée que sur un programme politique précis. En ce sens je veux bien passer pour bona­par­tis­te. (Propos recueillis par Xavier CHENESEAU).

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mercredi, 05 mars 2008

1903: Bagdadbahn

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La première locomotive vient d'arriver à Bagdad!

05 mars 1903: La société allemande « Bagdadbahn » signe un accord avec le gouverment turc pour construire une ligne de chemin de fer entre Istanbul et Bagdad, via Konya (centre religieux des derviches tourneurs de Mevlânâ) en Anatolie et Mossoul dans le Kurdistan (aujourd’hui irakien). Le contrat prévoit un embranchement vers le Golfe Persique. Ce projet envenimera les rapports anglo-allemands et sera l’une des causes majeures de la seconde guerre mondiale.

Londres ne peut effectivement tolérer qu’une grande puissance industrielle européenne porte ses énergies en avant vers cette zone clef de son empire qu’est le Golfe Persique. Les projets britanniques de l’époque, depuis la fin du 19ième siècle, sont de relier le Cap au Caire (mais le Tanganyka allemand coupe la continuité territoriale), selon les vœux de Cecil Rhodes, et le Caire à Calcutta, en satellisant les provinces arabes-mésopotamiennes de l’empire ottoman et la Perse. Une présence allemande en Mésopotamie ruinerait le projet. Le pari allemand sur la Turquie sera suivi d’un pari britannique antagoniste : le pari sur les tribus arabes wahhabites contre la Sublime Porte. Ce sera la mission de T. E. Lawrence, dit « Lawrence d’Arabie ». Cette alliance est toujours actuelle.

lundi, 03 mars 2008

Hawai, Cuba, Mexique: les étapes de l'impérialisme américain

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Hawaï, Cuba, Mexique : les étapes de l'impérialisme américain

 

Dans un long entretien que Robert Steuckers avait accordé à Marc Lüdders et paru dans Vouloir n°11 (1999), de même que dans divers autres textes sur les insuffisances doctrinales et pratiques de la "Nouvelle Droite" française, il avait insisté sur la nécessité de connaître l'histoire des Etats-Unis et les modi operandi de l'impérialisme américain. En Italie, le dissident américain, façon Chomsky, John Kleeves avait fait paraître dans la collection "Sinergie" un ouvrage important intitulé "Un paese pericoloso" (SEB, Milano, 2000). L'agence allemande DNZ de Munich étudie à son tour ces innombrables faits historiques, dans une série d'articles, dont l'un, que nous traduisons ici en français, porte sur les violations américaines de l'intégrité territoriale des Iles Hawaï, de Cuba, alors province espagnole, et du Mexique.

 

Après que l'Imperium de Washington se soit établi sur une très vaste portion du territoire nord-américain, du moins de la "côte à la côte", soit de l'Atlantique au Pacifique, avec pour toile de fond l'holocauste des Amérindiens et des guerres ou des "achats" de territoire forcés par menace militaire, contre la France, la Grande-Bretagne et la Russie, les castes dominantes des Etats-Unis ont caressé le projet de soumettre les îles des Caraïbes et l'ensemble de l'Océan Pacifique.

 

Examinons comment ce projet s'est concrétisé, en étudiant le destin du Royaume polynésien des Iles Hawaï. Dans un premier temps, les consortiums américains s'y sont établis, notamment "Dole Pineapple Company", avec ses plantations d'ananas. Ensuite, deuxième étape, les Américains ont forcé les autorités indigènes à accepter l'installation d'une base navale à Pearl Harbor. En 1893, dernière étape, les Américains aident au renversement définitif de la dernière Reine des Hawaï, Liliuokalani. Elle avait tenté d'empêcher le piètre destin, fait de soumission coloniale, que l'on préparait pour son peuple à Washington. La résistance des Hawaïens a été purement et simplement brisée. La reine et ses fidèles ont été jetés en prison. En 1898, les Iles Hawaï deviennent un protectorat des Etats-Unis; en 1959, en grande pompe, on annonce officiellement qu'elles deviennent le 50ième Etat des Etats-Unis. Entre-temps, les indigènes étaient devenus une minorité, leur culture était détruite et ils avaient été submergés par des vagues d'immigrants. La Reine Liliuokalani, poétesse, est l'auteur de cette chanson, toute empreinte de nostalgie et de tristesse, "Aloha Oe", que l'on connaît aussi en Europe, mais sans plus savoir quelle tragédie avait, en fait, suscité cette nostalgie et cette tristesse.

 

Il est intéressant de noter qu'à la même époque une autre reine, dans un autre royaume insulaire, Madagascar, avait été éliminée d'une manière similaire. Cette fois, ce sont les Français qui sont responsables de la tragédie. Comme sa consœur hawaïenne qui a subit un sort analogue, la Reine malgache Ranavalona III, avait tenté de maintenir l'indépendance de son royaume. Paris envoya des troupes, transforma Madagascar en une colonie française en 1895, et fit déporter la Reine en Algérie.

 

Le Saddam de 1898 était espagnol

 

Les Etats-Unis décident ensuite que l'Espagne, ex-puissance mondiale qui n'était plus que l'ombre de ce qu'elle avait été, devait être éliminée, en tant que facteur (géo)-politique en Amérique et dans le Pacifique, afin de satisfaire les pulsions impérialistes de la Maison Blanche et de Wall Street. Pour obtenir ce résultat, Washington déclenche une guerre contre l'Espagne en 1898.

 

L'incident qui déclencha ce conflit fut un mystérieux attentat à la bombe perpétré contre un navire américain, le Maine, dans le port de La Havane, à Cuba, alors province espagnole. Cet acte de terrorisme, qui a coûté la vie à plusieurs centaines de marins américains, est manifestement l'œuvre de provocateurs à la solde des services secrets. Néanmoins, la machine propagandiste américaine, sans produire la moindre preuve contre l'Espagne, s'empare de l'affaire et orchestre une campagne contre Madrid. Ce qui s'ensuivit ressemble étrangement aux événements après le 11 septembre 2001 (ou après l'"Incident Tonking" qui a déclenché la Guerre du Vietnam, ou encore, après l'attaque contre Pearl Harbor en décembre 1941).

 

Les médias américains de l'époque, comme le "New York Journal" de Hearst ou le "New York World" de Pulitzer, se firent concurrence pour publié les pires récits d'atrocités attribuées à la malheureuse Espagne. Les deux quotidiens publiaient sans discontinuité des histoires abominables mises sur le compte des gouvernants espagnols de Cuba. Même à l'encontre de Ben Laden ou de Saddam Hussein, on n'a pas osé écrire le quart du huitième de l'ombre de ce que l'on a publié à l'époque, dans les journaux new-yorkais, contre le gouverneur militaire espagnol de Cuba, le Général Valeriano Weyler. Au public américain, les journaux le présentaient comme un "monstre", comme un "être sans pitié", qui tuait de "sang froid", qui massacrait "en masse". Citation du "New York Journal" : « Rien ne peut arrêter ce cerveau animal, de s'esbaudir à la vue et à la pensée de tortures, à l'idée de faire couler le sang ». Quant à Pulitzer, il a tout simplement baptisé Weyler de "boucher de Cuba".

 

Inutile de préciser que ces mêmes journaux insistaient pour que l'on lance une guerre préventive contre l'Espagne. Parce que ce pays, ajoutaient-ils, en secret, préparait l'invasion des Etats-Unis! La guerre qui s'ensuivit permit aux Etats-Unis d'éliminer l'Espagne, en tant que puissance en Amérique latine et dans le Pacifique; elle eut aussi pour résultat d'étendre la domination américaine sur les Philippines, anciennement espagnoles, et de porter la puissance de Washington directement face au continent asiatique.

 

A la suite de l'élimination de l'Espagne, en l'espace de quelques années, les Etats-Unis sont intervenus, directement ou indirectement, une douzaine de fois dans les divers Etats d'Amérique centrale, pour bien prouver qui commandait, désormais, dans cette zone. La Colombie est contrainte de céder l'isthme de Panama en 1903. La Zone du Canal —dont le creusement s'achève en 1914, permet une communication par voie maritime à travers le double continent américain et constitue ainsi l'une des voies d'eau artificielles les plus importantes du globe—  devient territoire américain.

 

Le Mexique, puissance récalcitrante, avait déjà perdu, vers la moitié du 19ième siècle, d'immenses territoires en faveur des Etats-Unis, comme le Texas, le Nouveau Mexique et la Californie. Au début du 20ième siècle, les Mexicains ressentiront à leurs dépens la nouvelle politique américaine, dit du "gros bâton". Très officiellement, le Président Théodore Roosevelt avait annoncé urbi & orbi que cette politique du "gros bâton" serait l'instrument privilégié de la politique extérieure américaine. Il nous paraît tout aussi intéressant de noter comment l'opinion publique américaine a été amenée à accepter cette guerre contre le voisin du Sud. Le modus operandi peut vraiment être hissé au rang de paradigme : le 8 mai 1914, les salles de cinéma de New York font projeter en première, et en grande pompe, le film "La Vie du Général Pancho Villa". La pellicule chante les faits et gestes glorieux de ce chef mexicain, considéré encore à l'époque comme un "allié" fidèle de Washington. A peine deux ans plus tard, la machine propagandiste américaine opère un véritable volte-face, à 180°. En un tournemain, le vaillant et glorieux Mexicain devient une "brute assoiffée de sang", un "boucher", etc. En fait, pressenti comme allié, l'homme ne s'était pas montré aussi "souple" qu'on l'avait espéré.

 

Après que Washington ait avancé des "preuves" (peu claires), on se met à raconter que le Mexique voulait attaquer les Etats-Unis, très vraisemblablement en collusion avec le méchant empereur Guillaume d'Allemagne. Les troupes américaines entrent au Mexique. L'expédition "punitive"  —dénomination officielle!—  s'effectue sous le commandement du Général Perhing, celui-là même qui sera appelé un peu plus tard à la tête d'une autre expédition punitive, cette fois contre l'Allemagne en 1917. Cette intervention dans les affaires européennes a empêché la signature d'un armistice, sur base de la "partie nulle". De grands débiteurs des puissances européennes, les Etats-Unis, à la suite de ce conflit, deviennent leurs grands créanciers; par le biais du Traité de Versailles, les ferments de la seconde guerre mondiale étaient en germe. Rappelons que les missiles "Pershing", alignés par la super-puissance américaine, doivent leur nom à celui de ce général, chef d'expédition punitive au Mexique et en Europe.

 

(article de DNZ / Munich, n°5/2003).    

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dimanche, 02 mars 2008

Sur l'identité européenne

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Communication de Robert Steuckers à la « Fête de l'Identité », Santes/Lille, le 28 juin 2003

Organisateurs : FLANDRE IDENTITÉ, BP 106 - F-59.482 Haubourdin Cédex ( flandreidentite@hotmail.com )

 

Sur l'identité européenne

 

Mesdames, Messieurs, Chers amis et camarades,

 

Définir l'identité de l'Europe dans un exposé d'une demi-heure tient de la gageure ! Mais, c'est vrai, il faut être ca­pable de synthétiser ses idées, de transmettre l'essentiel en peu de mots. Mieux : en peu de cartes [projection de cinq cartes].

L'Europe, c'est avant toute chose une histoire. C'est cette histoire qui est son identité. C'est la somme des gestes qui ont été accomplies. Rien d'autre. Et certainement pas un code ou une abstraction qui se profilerait derrière cette histoire et qui serait plus “sublime” que le réel. L'histoire qui fonde notre identité est une histoire très longue, dont les origines ne sont pas connues du grand public, auquel on cache l'épopée initiale de nos peuples. Les choses sont en train de changer dans le bon sens; au cours des dix dernières années, les revues de bonne vulgarisation scientifique nous parlent de plus en plus souvent de la grande chevauchée des Proto-Iraniens, puis des Scythes, en direction de l'Asie centrale. Les archéologues Mallory et Mair viennent de retracer l'émouvante aventure du peuple qui nous a laissé les “momies du Tarim” dans le Sin Kiang chinois, des corps quasi intacts qui nous ressemblent comme des frères. Partis d'Europe centrale, en effet, des vagues de cavaliers européens ont poussé au moins jusqu'aux plaines du Sin Kiang, sinon jusqu'au Pacifique. Pendant des siècles, des royaumes européens ont subsisté dans ces régions, alors très hospitalières et fertiles. Une civilisation tout à la fois européenne, indienne et bouddhiste, a laissé des traces sublimes au cœur du continent asiatique.

 

Associer l'idée de divin à la lumière solaire et sidérale

 

Les racines de l'Europe se retrouvent, dans leurs traces les plus anciennes, essentiellement dans la tradition iranienne, ou avestique, dont Paul Du Breuil et Henry Corbin ont exploré l'univers mental. Paul Du Breuil retrace méticuleusement la religion très ancienne, guerrière, de cette branche aventurière du peuple européen, qui avait domestiqué le cheval, inventé les attelages et le char de combat. Cette religion est une religion de la Lumière et du Soleil, avec le dieu Aruna (l'Aurore) comme conducteur du char solaire. Garuda, le frère d'Aruna, est, dans cette mythologie, le “seigneur du Ciel” et le “chef des oiseaux”. Il personnifie la puissance masculine et on le représente souvent sous la forme d'un oiseau à tête d'aigle, blanc ou doré, parfois avec des ailes rouges. On constate très tôt, dit Paul Du Breuil, “que le symbolisme religieux eurasien, a associé l'idée du divin avec la lumière, solaire ou sidérale, et avec un oiseau fabuleux, fort et de haut vol”. Cette triple symbolique du Soleil, du Ciel et de l'Aigle, se retrouve chez le chef et père des dieux dans le panthéon romain, Jupiter. Et l'idée d'empire, dans les traditions européennes, conserve le symbole de l'aigle. De l'Iran avestique à nos jours, cette symbolique immortelle nous est restée. Sa pérennité atteste bel et bien que sa présence inamovible en fait un fondement de notre identité.

 

Le monde avestique, aboutissement d'une grande migration européenne aux temps proto-historiques, nous a légué les notions cardinales de notre identité la plus profonde, qui ne cesse de transparaître malgré les mutations, malgré les conversions au christianisme ou à l'islam, malgré les invasions calamiteuses des Huns, des Mongols ou des Turcs, malgré les despotismes de toutes natures, qui ont dévoyé et fourvoyé les Européens au cours d'une histoire qui ne cesse d'être tumultueuse. Arthur de Gobineau a démontré la précellence du monde iranien, sa supériorité pratique par rapport à un hellénisme trop discursif et dialectique. A sa suite, Henry Corbin, en explorant les textes que nous a laissés le poète médiéval persan Sohrawardi, nous a restitué une bonne part de notre identité spirituelle profonde, de notre manière primordiale de voir et de sentir le monde : pour Sohrawardi, légataire médiéval de l'immémorial passé avestique, l'Esprit Saint est Donateur de formes, la Lumière immatérielle est la première manifestation de l'Etre primordial, qui, lui aussi, est Lumière, pleine Lumière resplendissante, synthèse du panthéon ouranien des dieux diurnes (cf. Dumézil, Haudry); dans cette spiritualité euro-avestique de la proto-histoire, de cette époque où vraiment tout s'est révélé, il y a précellence du Soleil; les âmes nobles et les chefs charismatiques ont une aura que les Perses appelaient la Xvarnah ou la Lumière de Gloire et que l'on représente sous forme d'une auréole à rayons solaires. Ce culte lumineux s'est répercuté dans la tradition médiévale européenne dans la figure omniprésente de l'archange Saint-Michel, dont le culte est d'origine iranienne et zoroastrienne. Et surprise : le culte de Saint Michel va ressusciter à Bruxelles dans quelques jours, lors de la fête de l'Ommegang, en l'honneur de l'étendard impérial de Charles-Quint. Le géant Saint-Michel ressortira dans les rues, après une très longue éclipse, ajoutant l'indispensable spiritualité archangélique à cette fête impériale unique en Europe. Signe des temps? Osons l'espérer!

 

La force archangélique et michaëlienne

 

Pour Hans Werner Schroeder, les archanges, legs de la tradition iranienne dans l'Europe médiévale, insufflent les forces cosmiques originelles dans les actions des hommes justes et droits et protègent les peuples contre le déclin de leurs forces vives. L'archange aux vastes ailes déployées et protectrices, que l'on retrouve dans les mythologies avestiques et médiévales-chrétiennes, indique la voie, fait signe, invite à le suivre dans sa marche ou son vol toujours ascendant vers la lumière des lumières : la force archangélique et michaëlienne, écrit Emil Bock, induit une dynamique permanente, une tension perpétuelle vers la lumière, le sublime, le dépassement. Elle ne se contente jamais de ce qui est déjà là, de ce qui est acquis, devenu, de ce qui est achevé et clos, elle incite à se plonger dans le devenir, à innover, à avancer en tous domaines, à forger des formes nouvelles, à combattre sans relâche pour des causes qui doivent encore être gagnées. Dans le culte de Saint-Michel, l'archange n'offre rien aux hommes qui le suivent, ni avantages matériels ni récompenses morales. L'archange n'est pas consolateur. Il n'est pas là pour nous éviter ennuis et difficultés. Il n'aime pas le confort des hommes, car il sait qu'avec des êtres plongés dans l'opulence, on ne peut rien faire de grand ni de lumineux.

 

La religion la plus ancienne des peuples européens est donc cette religion de Lumière, de gloire, de dynamique et d'effort sur soi. Elle est née parmi les clans européens qui s'étaient enfoncés le plus profondément dans le cœur du continent asiatique, qui avaient atteint les rives de l'Océan Indien et s'étaient installés en Inde. L'identité la plus profonde de l'Europe est donc cette trajectoire qui part de l'embouchure du Danube en Mer Noire vers le Caucase et au-delà du Caucase vers les hauts plateaux iraniens et vers la vallée de l'Indus, ou, au Nord, à travers l'Asie centrale, la Bactriane, vers le Pamir et les dépressions du Takla Makan dans le Sin Kiang, aujourd'hui chinois.

 

Une chaîne ininterrompue de trois empires solides

 

L'idéal impérial européen s'est ancré dans notre antiquité sur cette ligne de projection : entre 2000 et 1500 av. J. C., l'expansion européenne correspond à celle des civilisations semi-sédentaires dites d'Androvno et de Qarasouk. A cette époque-là, les langues européennes se répandent en Iran, jusqu'aux rives de l'Océan Indien. Cimmériens, Saces, Scythes, Tokhariens, Wou-Souen et Yuezhi se succèdent sur le théâtre mouvant de la grande plaine centre-asiatique.  Entre 300 et 400 de notre ère, trois empires se juxtaposent entre l'Atlantique et l'Inde du Nord : Rome, les Sassanides parthes et l'Empire gupta en Inde. L'Empire gupta avait été fondé par les Yuezhi européens, qui nommaient leur territoire le Kusana et étaient au départ vassaux des Sassanides. Les Gupta fédèrent les clans du Kusana et les Tokhariens du Tarim. A ce moment historique-là, une chaîne ininterrompue de trois empires solides, dotés d'armées bien entraînées, auraient pu faire barrage contre les pressions hunno-mongoles, voire se fédérer en un bloc partant d'Ecosse pour aboutir au delta du Gange.

 

Mais le destin a voulu un sort différent, pour le grand malheur de tous nos peuples : Rome a été minée par le christianisme et les dissensions internes; l'empire s'est scindé en deux, puis en quatre (la tétrarchie), puis s'est effondré. Les Sassanides connaissent une période de répit, traitent avec l'Empereur romain d'Orient, Justinien, et partent à la conquête de la péninsule arabique, avant de succomber sous les coups de l'Islam conquérant. L'Empire des Gupta s'effondre sous les coups des Huns du Sud.

 

La fin de l'antiquité signifie la fin des empires déterminés directement et exclusivement par des valeurs d'inspiration européenne, c'est-à-dire des valeurs ouraniennes, archangéliques et michaëliennes, voire mazdéennes ou mithraïques. Les peuples hunniques, mongols ou turcs se ressemblent en Asie centrale et en chassent les Européens, les massacrent ou les dominent, les transformant en petites peuplades résiduaires, oublieuses de leurs racines et de leurs valeurs. Au Sud, les tribus arabes, armées par l'idéologie religieuse islamique, bousculent Byzance et la Perse et pénètrent à leur tour en Asie centrale.

 

L'invasion des Huns provoque un chaos indescriptible

 

L'identité européenne ne peut s'affirmer que si elle demeure maîtresse des grandes voies de communication qui unissent la Méditerranée ou la Baltique à la Chine et à l'Inde. Dynamique, l'identité européenne s'affirme ou disparaît sur un espace donné; elle entre en déclin, se rabougrit si cet espace n'est plus maîtrisé ou s'il n'est plus accessible. Cet espace, c'est l'Asie centrale. A la fin de la période antique, les Ruan Ruan mongols bousculent les Xianbei, qui bousculent les chefferies turques des marges du monde chinois, qui bousculent à leur tour les Huns du Kazakhstan, qui passent sur le corps des Alains européens à l'Ouest de la Caspienne, dont les débris se heurtent aux Goths, qui franchissent la frontière de l'Empire romain agonisant, précipitant le sous-continent européen, berceau de nos peuples, dans un chaos indescriptible. Finalement, les Huns sont arrêtés en Champagne par l'alliance entre Romains et Germains. Le destin de l'Europe s'est donc joué en Asie centrale. La perte de contrôle de cette vaste zone géographique entraîne la chute de l'Europe : hier comme aujourd'hui. Les ennemis de l'Europe le savent : ce n'est donc pas un hasard si Zbigniew Brzezinski entend jouer la carte turque/turcophone contre la Russie, l'Inde, l'Iran et l'Europe dans ce qu'il appelle les “Balkans eurasiens”. Ce que je viens de vous dire sur la proto-histoire à l'Est de la Volga et de la Caspienne n'est pas la tentative d'un cuistre d'étaler son érudition, mais de rappeler que la dynamique amorcée par nos plus lointains ancêtres dans ces régions du monde et que la dynamique amorcée lentement d'abord, brutalement ensuite, par les peuples hunniques et turco-mongols à la fin de l'antiquité sont des dynamiques qui restent actuelles et dont les aléas sont observés et étudiés avec la plus grande attention dans les états-majors diplomatique et militaire américains aujourd'hui.

 

En effet, une partie non négligeable du succès américain en Afghanistan, en Mésopotamie, en Asie centrale dans les républiques musulmanes et turcophones de l'ex-URSS est due à une bonne connaissance des dynamiques à l'œuvre dans cette région centrale de la grande masse continentale eurasiatique. Encyclopédies, atlas historiques, thèses en histoire et ouvrages de vulgarisation, émissions de télévision s'accumulent pour les expliciter dans tous leurs détails. L'Europe continentale, les espaces linguistiques français, allemand et autres, sont en retard : personne, même dans les hauts postes de commandement, ne connaît ces dynamiques. Dans la guerre de l'information qui s'annonce et dont nous avons perdu la première manche, la connaissance généralisée de ces dynamiques sera un impératif crucial : mais les choses avancent, lentement mais sûrement, car des revues grand public comme Archeologia, Grands Reportages, Géo, National Geographic (version française) commencent systématiquement à nous informer sur ces sujets. L'or des Scythes, les villes florissantes de la Sérinde et de l'antique Bactriane, la Route de la Soie, les voyages de Marco Polo, la Croisière Jaune de Citroën sont autant de thèmes proposés à nos contemporains. François-René Huyghe, spécialiste de la guerre cognitive à l'ère numérique, figure cardinale de la pensée stratégique française aujourd'hui, nous a laissé un ouvrage de base sur l'Asie centrale. En Suisse, le Professeur Jacques Bertin nous a fourni en 1997 un “Atlas historique universel”, où tout ce que je vous dis est explicité par des cartes limpides et didactiques.

 

Une organisation optimale du territoire

 

L'objectif stratégique de cette vulgarisation, destinée à éveiller le grand public aux thèmes majeurs de la géostratégie planétaire, est de damer le pion à la stratégie préconisée par Zbigniew Brzezinski dont le but final est de soustraire l'espace noyau de l'Asie centrale au contrôle de toutes les puissances périphériques, surtout la Russie et l'Europe, mais aussi l'Inde et l'Iran. Brzezinski n'a pas hésité à dire que les Américains avaient pour but d'imiter les Mongols : de consolider une hégémonie économique et militaire sans gérer ni administrer le territoire, sans le mailler correctement à la façon des Romains et des Parthes. L'Amérique a inventé l'hégé­mo­nie irresponsable, alors que les trois grands Empires juxtaposés des Romains, des Parthes et des Gupta visaient une organisation optimale du territoire, une consolidation définitive, dont les traces sont encore perceptibles aujourd'hui, même dans les provinces les plus reculées de l'Empire romain : le Mur d'Hadrien, les thermes de Bath, le tracé des villes de Timgad et de Lambèze en Afrique du Nord sont autant de témoignages archéo­lo­giques de la volonté de marquer durablement le territoire, de hisser peuples et tribus à un niveau de civi­li­sation élevé, de type urbain ou agricole mais toujours sédentaire. Car cela aussi, c'est l'identité essentielle de l'Europe. La volonté d'organiser, d'assurer une pax féconde et durable, demeure le modèle impérial de l'Europe, un modèle qui est le contraire diamétral de ce que proposent les Américains aujourd'hui, par la voix de Brzezinski.  

 

Rien de tel du côté des Mongols, modèles des Américains aujourd'hui. Nulle trace sur les territoires qu'ils ont soumis de merveilles architecturales comme le Pont du Gard. Nulle trace d'un urbanisme paradigmatique. Nulle trace de routes. La dynamique nomade des tribus hunniques, mongoles et turques n'aboutit à aucun ordre territorial cohérent, même si elle vise une domination universelle. Elle ne propose aucun “nomos” de la Terre. Et face à cette absence d'organisation romaine ou parthe, Brzezinski se montre admiratif et écrit : «Seul l'extraordinaire empire mongol approche notre définition de la puissance mondiale». Une puissance sans résultat sur le plan de l'organisation. Brzezinski et les stratèges américains veulent réactiver une dynamique anti-impériale, donc contraire aux principes qui sous-tendent l'identité européenne, et asseoir de la sorte un foyer permanent de dissolution pour les formes plus ou moins impériales ou étatiques qui survivent dans son voisinage. Brzezinski écrit, admiratif : «L'empire gengiskhanide a pu soumettre le Royaume de Pologne, la Hongrie, le Saint-Empire (?), plusieurs principautés russes, la califat de Bagdad et l'Empire chinois des Song». Réflexion historique en apparence ingénue. Mais elle démontre, pour qui sait lire entre les lignes, que la réactivation d'un pôle turc, à références hunniques ou gengiskhanides, doit servir

 

-          à annihiler les môles d'impérialité en Europe,

-          à mettre hors jeu l'Allemagne, héritière du Saint-Empire et de l'œuvre du Prince Eugène de Savoie-Carignan,

-          à tenir en échec définitivement l'Empire russe,

-          à détruire toute concentration de puissance en Mésopotamie et

-          à surveiller la Chine.

 

Connaître l'histoire des mouvements de peuples en Asie centrale permet de contrer la stratégie américaine, mise au point par Brzezinski, de lui apporter une réponse russe, indienne, européenne. Pour les Américains, il s'agit d'activer des forces de désordre, des forces dont l'esprit est diamétralement différent de celui de Rome et de la Perse sassanide. Si ces forces sont actives en une zone aussi cruciale de la masse continentale eu­ra­sienne, c'est-à-dire sur le territoire que la géopolitique britannique et américaine, théorisée par Mackinder et Spyk­man, nomme le “Heartland”, le Cœur du Grand Continent, elles ébranlent les concentrations périphé­ri­ques de puissance politique, leur impose des “frontières démembrées”, selon une terminologie que Henry Kis­sin­ger avait reprise à Richelieu et à Vauban. Tel est bien l'objectif de Kissinger et de Brzezinski : “démembrer” les franges territoriales extérieures de la Russie, de l'Iran, de l'Europe, priver celle-ci d'un accès à la Mé­di­ter­ranée orientale. C'est pour cette raison que les Etats-Unis ont voulu créer le chaos dans les Balkans, en diabo­li­sant la Serbie, dont le territoire se situe sur l'axe Belgrade-Salonique, c'est-à-dire sur la voie la plus courte en­tre le Danube navigable, à l'Ouest des anciennes “cataractes”, et la Mer Egée, dans le bassin oriental de la Mé­di­ter­ranée. Diaboliser la Serbie sert à bloquer le Danube en sa portion la plus importante stratégiquement parlant, sert aussi à créer artificiellement en vide en plein milieu d'une péninsule qui a servi de tremplin à toutes les opérations européennes en Asie Mineure et au Proche-Orient. Celui-ci doit demeurer une chasse gardée des Etats-Unis.

 

Quelles ont été dans l'histoire les ripostes européennes à cette menace permanente et récurrente de dissolution venue de la zone matricielle des peuples hunniques, turcs et mongols, située entre le Lac Baïkal en Sibérie et les côtes du Pacifique?

 

Luttwak : d'une étude du limes romain à l'occupation de la Hongrie par les troupes américaines

 

L'Empire romain, probablement mieux informé des mouvements de populations en Asie que ne le laissent supposer les sources qui sont restées à notre disposition, avait compris que l'Empire devait se défendre, se colmater et se verrouiller à deux endroits précis : en Pannonie, l'actuelle Hongrie, et dans la Dobroudja au Sud du Delta du Danube. Le Danube est l'artère centrale de l'Europe. C'est le fleuve qui la symbolise, qui la traverse tout entière de la Forêt Noire à la Mer Noire, qui constitue une voie d'eau centrale, une voie de communication incontournable. La maîtrise de cette voie assure à l'Europe sa cohésion, protège ipso facto son identité, est la garante de sa puissance, donc de sa survie, est finalement son identité géo-spatiale, la base tellurique du développement de son esprit de conquête et d'organisation, une base sans laquelle cet esprit ne peut se concrétiser, sans laquelle cet esprit n'a pas de conteneur. Ce n'est donc pas un hasard si les Etats-Unis dé­ploient dorénavant leurs troupes en Hongrie le long du cours du Danube, qui, là-bas, coule du Nord au Sud, en direction de Belgrade. Le théoricien militaire américain, originaire de Roumanie, Edward Luttwak, avait rédigé un ouvrage magistral sur les limes romains en Europe centrale. Les militaires du Pentagone appliquent aujourd'hui dans le concret les conclusions théoriques de l'historien. De même, un général britannique à la re­traite, après une longue carrière à l'OTAN et au SHAPE à Mons-Casteaux en Hainaut, publie une histoire des guerres de Rome contre Carthage, où, curieusement, les opérations dans les Balkans, les jeux d'alliance entre puissances tribales de l'époque, laissent entrevoir la pérennité des enjeux spatiaux, la difficulté d'unifier cette péninsule faite de bassins fluviaux, de vallées et de plateaux isolés les uns des autres. Rome a excité les tribus illyriennes des Balkans les unes contre les autres pour en arriver à maîtriser l'ensemble de la péninsule. On est frappé, dans le récit du Général Nigel Bagnall, de voir comme il convient d'éloigner de l'Adriatique et de l'Egée la puissance tribale centrale, dont le territoire correspondait peu ou prou à celui de la Serbie actuelle! L'historien mili­taire a parlé, les blindés et les F-16 de l'OTAN ont agi, quelques années après! Moralité : l'étude de l'his­toire antique, médiévale ou contemporaine est une activité hautement stratégique, ce n'est pas de la simple éru­dition. Les puissances dominantes anglo-saxonnes nous le démontrent chaque jour, tandis que l'ignorance des dynamiques de l'histoire sanctionne la faiblesse de l'Europe. 

 

Revenons à l'histoire antique. Dès que les Huns franchissent le Danube, dans la Dobroudja en poursuivant les Goths ou en Pannonie, l'empire romain s'effondre. Quand les Avares, issus de la confédération des Ruan Ruan, s'installent en Europe au 7ième siècle, les royaumes germaniques, dont ceux des rois fainéants mérovingiens, ne parviennent pas à imposer à notre sous-continent un ordre durable. Charlemagne arrête provisoirement le danger, mais le Saint-Empire ne s'impose qu'après la victoire de Lechfeld en 955, où Othon Ier vainc les Hongrois et fait promettre à leurs chefs de défendre la plaine de Pannonie contre toute invasion future venue des steppes. En 1945, les Hongrois de Budapest défendent le Danube héroïquement : les filles et les garçons de la ville, âgés de douze à dix-huit ans, sortent de leurs écoles pour se battre contre l'Armée Rouge, maison par maison, pan de mur par pan de mur. Je me souviendrais toujours des paroles d'une dame hongroise, qui me racontait la mort de son frère aîné, tué, fusil au poing, à 13 ans, dans les ruines de Budapest. Ces jeunes Magyars voulaient honorer la promesse faite jadis par leur Roi, mille ans auparavant. Un héroïsme admirable, qui mérite notre plus grand respect. Mais un héroïsme qui prouve surtout une chose : pour les peuples forts, le temps ne passe pas, le passé est toujours présent, la continuité n'est jamais brisée, les devoirs que l'histoire a imposés jadis doivent être honorés, même un millénaire après la promesse.

 

Après l'appel d'Urbain II à Clermont-Ferrand en 1096, les Croisés peuvent traverser la Hongrie du Roi Coloman et se porter vers l'Anatolie byzantine et la Palestine pour contrer l'invasion turque seldjoukide; les Seldjoukides interdisent aux Européens l'accès aux routes terrestres vers l'Inde et la Chine, ce que les Arabes, précédemment, n'avaient jamais fait. Urbain II était très conscient de cet enjeu géopolitique. Mais les efforts des Croisés ne suffiront pas pour barrer la route aux Ottomans, héritiers des Seldjoukides et des Ilkhans, dominateurs turco-mongols de la Perse vaincue. L'objectif des Ottomans, conscients de l'histoire des peuplades hunno-turques, animés par la volonté de perpétuer la geste pluri-millénaire de leurs peuples contre les Européens, est de prendre le Danube, son embouchure et son delta, son cours oriental à l'Est de ses cataractes entre l'actuelle frontière serbo-roumaine; ils entendent ensuite prendre Budapest, clef de la plaine pannonienne puis Vienne, capitale du Saint-Empire qu'ils appelaient la “Pomme d'Or”. Ils passent sur le corps des Serbes, des Bosniaques, des Croates, des Hongrois, des Frioulans et des Carinthiens, mais le bloc germanique, retranché derrière les premiers contreforts des Alpes, leur résistent. Il faudra une longue contre-attaque, une guerre d'usure de trois siècles pour envoyer enfin au tapis le danger ottoman. Cette lutte de reconquista, comparable à la reconquista espagnole, fonde, elle aussi l'identité politique et militaire de l'Europe. Ce n'est pas un hasard si la disparition du danger ottoman a ouvert l'ère des guerres civiles entre Européens, depuis les guerres révolutionnaires et napoléoniennes aux deux guerres mondiales, dont on ne mesure pas encore pleinement la tragédie démographique qu'elles ont représentée pour l'Europe.

 

L'arme redoutable du janissariat

 

Au départ, dans cette longue lutte de l'Europe danubienne contre les offensives continuelles des Ottomans, la balance démographique semblait en faveur de l'Europe. Le rapport était de 67 millions d'Européens contre une douzaine de millions de musulmans turcs. Mais la Turquie avait hérité et faite sienne une tradition persane-européenne de première importance: la notion de service armé de la jeunesse, la fotowwat, dont l'expression turque est l'Ordre des Janissaires. Pour Paul Du Breuil, l'origine des chevaleries et des ordres militaires remonte à la conquête de l'Asie centrale et des hauts plateaux iraniens par les peuples européens de la proto-histoire. Elle s'est transmise aux Perses (et aux Parthes), aux Alains, aux Sarmates, aux Goths et aux Arméniens de l'époque médiévale. De cette matrice iranienne et pontique, elle est passée, au temps des croisades, à l'Occident. Le nom même de l'Ordre de la Toison d'Or, fondé par les Ducs de Bourgogne, indique une “orientation” géographique vers l'aire pontique (la Mer Noire), l'Arménie caucasienne et l'Iran, berceau de la première organisation militaire rigoureuse des peuples européens, à l'aurore de l'histoire. C'est parce qu'ils ont traversé les territoires des Iraniens et des Arméniens que les Turcs seldjoukides comprennent l'importance d'un ordre militaire similaire à la fotowwat persane. C'est ainsi que naît l'ordre des janissaires, très discipliné, capable de vaincre des armées européennes plus nombreuses, mais moins disciplinées, ainsi que s'en plaint Ogier Ghiselin de Bousbeque, dans un texte qui figure aujourd'hui encore dans l'anthologie de la pensée stratégique de Gérard Chaliand, manuel de base des officiers français.

 

La discipline du janissariat ottoman culbute donc les armées serbes, croates et hongroises. La riposte euro­péen­ne sera double : d'une part, les cosaques d'Ivan le Terrible prennent Kazan, la capitale des Tatars en 1552, puis descendent le cours de la Volga et coupent la route d'invasion traditionnelle des peuples hunniques et turcs au nord de la Caspienne, sur le cours de la Volga et dans son delta, à hauteur d'Astrakhan, qui tombe en 1556. Sur mer, les Portugais contournent l'Afrique et tombent dans le dos des puissances musulmanes dans l'O­céan indien. Le cosaque sur terre, le marin sur l'océan ont représenté l'identité active et dynamique, aven­tu­riè­re et risquée de l'Europe au moment où elle était encerclée, de Tanger à Alexandrie, dans les Balkans, sur le Da­nube, sur la Volga et en Ukraine. La double opération maritime et terrestre des Russes et des Portugais des­serre l'étau qui étranglait l'Europe et amorce une lente reconquista, qui ne sera jamais complètement achevée, car Constantinople n'est pas redevenue grecque; la dissolution bâclée de l'ex-URSS rend cette hypothétique re­conquista plus aléatoire que jamais, en créant un espace de chaos non maîtrisable dans les “Balkans eura­siens”.

 

Eugène de Savoie : une excellente connaissance de la littérature militaire classique

 

L'esprit européen s'est incarné au 17ième siècle dans un personnage hors du commun : le Prince Eugène de Savoie-Carignan. Garçonnet chétif et disgrâcieux, auquel on impose la tonsure à huit ans pour en faire un moine, il voue son enfance et son adolescence à l'étude des classiques, mais rêve d'une carrière militaire, que Louis XIV lui refuse mais que l'Empereur d'Autriche accepte avec enthousiasme. Son excellente connaissance des classiques militaires en fait un capitaine méthodique, qui prépare la reconquête des Balkans, en organisant une flotte sur le Danube à l'imitation de celle que les Romains avaient construites à Passau (Batavia) en Bavière. Les plans d'Eugène de Savoie, le “noble chevalier”, permettent, avec la Sainte-Alliance qui allie Polonais, Bavarois, Autrichiens, Hongrois, Prussiens et Russes, de reconquérir 400.000 km2 sur les Ottomans. Avec les victoires successives d'Eugène de Savoie, le ressac des Ottomans est amorcé : ils n'avanceront plus d'un pouce. Quelques décennies plus tard, Catherine II et Potemkine reprennent la Crimée et font de la rive septentrionale de la Mer Noire une rive européenne à part entière, pour la première fois depuis l'irruption des Huns dans l'écoumène de nos peuples.

 

L'identité géopolitique européenne est donc ce combat pluri-millénaire pour des frontières stables et “membrées”, pour le libre passage vers le cœur de l'Eurasie, qu'avait réclamé Urbain II à Clermont-Ferrand en prêchant la première croisade.

L'identité culturelle européenne est cette culture militaire, cet art de la chevalerie, héritée des héros de l'ère avestique.

L'identité culturelle européenne est cette volonté d'organiser l'espace, l'ager des Romains, de lui imprégner une marque définitive.

 

Mais aujourd'hui, où en est-on ? Quelle est notre situation objective?

 

Au cours des quinze à vingt dernières années, nous avons accumulé défaite sur défaite. Nos maigres atouts géostratégiques sont tombés les uns après les autres comme s'ils n'étaient qu'un alignement de dominos. La stratégie “mongolomorphe” de Brzezinski semble porter ses fruits. L'Europe et la Russie ne sont plus que des territoires loques, pantelants, sans ressort et sans plus aucune énergie propre.

En effet :

 

-          L'Europe a perdu sur le Danube : la Serbie, territoire qui relie l'Europe centrale danubienne à l'Egée, ancienne route des Doriens et des ancêtres macédoniens d'Alexandre le Grand, est soustraite à toute dynamique positive, vu l'embargo qu'on lui impose depuis Washington. L'Autriche a failli se faire diaboliser de la même manière, à l'époque très récente où Jacques Chirac et Louis Michel faisaient le jeu des Américains. Les armées américaines s'installent en Hongrie, aux mêmes endroits où campaient les légions de Rome pour "membrer" la frontière la plus fragile de l'Europe, la plaine hongroise, la Puszta, qui relie directement notre continent, via les plaines ukrainiennes et les immensités sibériennes, au territoire originel des peuples hunniques.

 

-          L'Europe et la Russie perdent tous leurs atouts dans le Caucase, où la Géorgie de Chevarnadze joue à fond la carte américano-turque, où l'Azerbaïdjan est complètement inféodé à l'OTAN et à la Turquie, où les Tchétchènes, armés par les Turcs, les Saoudiens et les Américains, tiennent l'armée russe en échec et organisent des attentats sanglants à Moscou, comme en octobre dernier au théâtre Doubrovna. Dans ce contexte caucasien, la malheureuse Arménie est encerclée, menacée de toutes parts, n'a que des ennemis à ses frontières, sauf l'Iran, sur une longueur de 42 km à peine, zone que l'OTAN veut tout simplement “acheter” pour surveiller et menacer l'Iran.

 

-          L'Europe, la Russie et l'Inde perdent dans le Cachemire, où la présence pakistanaise, solidement ancrée, empêchent la création d'un corridor de communication entre l'Inde et le Tadjikistan et entre celui-ci et la Russie. La présence pakistanaise empêche d'établir le lien qui aurait pu exister entre nos territoires à l'époque des trois empires juxtaposés, juste avant la catastrophe des invasions hunniques.

 

-          L'Europe perd dans les mers intérieures : l'Albanie, inféodée au binôme américano-turc, surveille le Détroit d'Otrante. Des navires de guerre américains, basés en Albanie, pourraient complètement verrouiller l'Adriatique et étouffer l'économie de l'Italie du Nord, dont l'axe fluvial, le Pô, débouche dans cette Mer Adriatique, au sud de Venise. L'objectif est justement d'empêcher l'éclosion d'une nouvelle Venise, d'une nouvelle “Sérénissime”, dont l'hinterland serait la Mitteleuropa tout entière. L'objectif est aussi d'empêcher l'Europe de rééditer l'exploit de Don Juan d'Autriche, vainqueur de la flotte ottomane à Lépante en 1571. Qui plus est, l'Europe perd tous ses atouts et son allié potentiel dans le Golfe, zone stratégique de première importance pour contrôler notre sous-continent. En effet, à partir de 1941, quand les Britanniques s'emparent tour à tour de l'Irak, de la Syrie et du Liban, puis, avec l'aide des Soviétiques, de l'Iran, ils se dotent d'une base arrière permettant d'alimenter en matières premières, en matériels de tous ordres et en pétrole, les armées concentrées en Egypte, qui s'empareront de la Libye, de la Tunisie et de l'Italie; et aussi d'alimenter les armées soviétiques, via les chemins de fer iraniens, la liaison maritime sur la Caspienne et, de là, via la liaison fluviale de la Volga. Seule la bataille de Stalingrad a failli couper cette artère. Comme l'a souvent souligné Jean Parvulesco, l'Europe est à la merci de toute grande puissance qui tiendrait fermement en son pouvoir la Mésopotamie et les régions avoisinantes. Plus bref, Parvulesco a dit : «L'Europe se tient par le Sud-Est ». La victoire anglo-saxonne et soviétique de 1945 en est la plus belle démonstration. Et c'est parce que cette région est vitale, sur le plan géostratégique, que les Américains tiennent à s'en emparer définitivement aujourd'hui, ne veulent plus la lâcher. Le scénario de base est et reste le même. Nous pourrions citer d'innombrables exemples historiques.

 

Nous sommes ramenés des siècles en arrière

 

Dès lors, cette situation désastreuse nous ramène plusieurs siècles en arrière, au temps où les Ottomans assiégeaient Vienne, où les Tatars étaient solidement installés sur le cours des deux grands fleuves russes que sont la Kama et la Volga, où les sultans du Maroc envisageaient de reprendre pied dans la péninsule ibérique. Oui, nous sommes revenus plusieurs siècles en arrière depuis les événements du Golfe en 1991, depuis les événements de Yougoslavie dans la décennie 90, depuis l'éclatement de la mosaïque caucasienne et la rébellion tchétchène, depuis l'occupation de l'Afghanistan et depuis celle, toute récente, de l'Irak.

 

Cette situation implique :

 

-          Que les Européens doivent montrer une unité de vue inflexible dans les Balkans et contester là-bas toute présence turque, saoudienne ou américaine.

 

-          Que les Européens ôtent toute marge de manœuvre à la Turquie dans les Balkans et dans le Caucase.

 

-          Que les Européens doivent rendre à nouveau toute circulation libre sur le Danube, en englobant la Serbie dans ce projet.

 

-          Que les Européens doivent réaliser une triple liaison par canaux, routes et voies de chemin de fer entre Belgrade et Salonique, soit entre l'Europe centrale danubienne et l'Egée.

 

-          Que les Européens doivent s'assurer la maîtrise stratégique de Chypre, faire pression sur la Turquie pour qu'elle évacue l'île sans condition.

 

-          Que les Européens appuient l'Arménie encerclée contre l'alliance entre Turcs, Américains, Azéris, Géorgiens, Saoudiens et Tchétchènes.

 

-          Que les Européens doivent jouer la carte kurde contre la Turquie.

 

-          Que les Européens appuient l'Inde dans la lutte qui l'oppose au Pakistan, allié des Etats-Unis, dans la question irrésolue du Cachemire.

 

-          Que les Européens mènent une politique arabe intelligente, se basant sur les idéologies nationales-étatiques de type baathiste ou nassériennes, à l'exclusion des intégrismes islamistes, généralement manipulés par les services américains, comme ce fut le cas des talibans, ou des frères musulmans contre Nasser, ou des Chiites contre Saddam Hussein.

 

Les deux anacondas

 

Pratiquer cette géopolitique, à multiples volets, nous conduit :

-          à repenser la théorie de l'anaconda; pour Karl Haushofer, le célèbre géopolitologue allemand, que l'on redécouvre après une longue éclipse, l'anaconda, ce sont les flottes des puissances maritimes anglo-saxonnes qui enserrent le grand continent asiatique et le condamnent à l'asphyxie. Cet anaconda est toujours là. Mais, il est doublé d'un nouvel anaconda, le réseau dense des satellites qui entourent la Terre, nous espionnent, nous surveillent et nous condamnent à la stagnation. Cet anaconda est, par exemple, le réseau ECHELON. L'identité combattante de l'Europe consiste aujourd'hui à apporter une réponse à ce défi. Or le défi spatial ne peut être résolu que par un partenariat avec la Russie en ce domaine, comme le préconise Henri de Grossouvre dans son excellent ouvrage sur l'Axe Paris-Berlin-Moscou.

 

-          A avoir une politique maritime audacieuse, comme celle qu'avait eue Louis XVI en France. L'Europe doit être présente sur mer, militairement, certes, mais doit aussi revendiquer ses droits aux richesses halieutiques. Ensuite, un système de défense des côtes s'avère impératif.

 

-          A affirmer son indépendance militaire, à partir de l'Eurocorps, qui pourrait devenir une "Force de Réaction Rapide” européenne, celle-là même à laquelle la Turquie a opposé son veto naguère.

 

-          A déconstruire les archaïsmes institutionnels qui subsistent encore au sein de l'UE.

 

L'identité politique européenne, seule identité vraiment concrète puisque nous savons depuis Aristote que l'homme est un animal politique, un zoon politikon, réside donc, aujourd'hui, en cette époque de calamités, à prendre conscience de nos déboires géopolitiques, que je viens d'énoncer, et à agir pour promouvoir une politique spatiale, maritime et militaire claire. Il est évident que cette prise de conscience et que ce plan d'action n'aboutiront au succès que s'ils sont impulsés et portés par des hommes qui ont le profil volontaire, actif et lumineux, archangélique et michaëlien, que nous ont légué, il y a plusieurs millénaires, les Européens arrivés sur les hauts plateaux iraniens, pour y donner naissance à la tradition avestique, la seule, la vraie, la Grande Tradition, celle de notre “Orient” pré-persan, noyau de toutes les chevaleries opératives.

 

Je vous remercie pour votre attention.

 

Robert STEUCKERS.

 

Bibliographie :

 

-          Nigel BAGNALL, Rom und Karthago - Der Kampf ums Mittelmeer, Siedler Verlag, Berlin, 1995 [l'édition anglaise date de 1990, juste avant la succession des événements sanglants dans l'ex-Yougoslavie].

-          Jacques BERTIN, Jean DEVISSE, Danièle LAVALLÉE, Jacques NÉPOTE & Olivier BUCHSENSCHUTZ, Atlas historique universel - Panorama de l'histoire du monde, France Loisirs, Paris, 1997.

-          Emil BOCK, Der Kreis der Jahresfeste - Advent - Weihnacht - Epiphanias - Passion - Ostern - Himmelfahrt - Pfingsten - Johanni - Michaeli, Fischer Taschenbuch Verlag, Frankfurt a. M., 1982.

-          Jean BOISSEL, Gobineau (1816-1882), un Don Quichotte tragique, Hachette, 1981.

-          Jacqueline BUENZOD, La formation de la pensée de Gobineau et l'Essai sur l'inégalité des races humaines, Librairie A. G. Nizet, Paris, 1967.

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-          Franck DE LA RIVIÈRE, L'Europe de Gibraltar à Vladivostok, L'Age d'Homme, Lausanne, 2001.

-          Paul DU BREUIL, Des dieux de l'ancien Iran aux saints du bouddhisme, du christianisme et de l'islam, Dervy-Livres, 1989.  

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-          Jean GAGÉ, La montée des Sassanides et l'heure de Palmyre, Albin Michel, 1964.

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-          Herwig WOLFRAM, Histoire des Goths, Albin Michel, 1990.

 

Revues :

 

-          Muséart Hors Série n°4, 1995 - La Sérinde, Terre du Bouddha.

-          Dossiers d'Archéologie, n°271/mars 2002 - Les Parthes.

-          Dossiers d'Archéologie, n°270/février 2002 - Russie : carrefour de l'homo sapiens - Les révélations de l'archéologie russe.

-          Dossiers d'Archéologie, n°266/septembre 2001 - L'Or des rois scythes - La civilisation originale des Scythes - Les Grecs en Mer Noire - Les témoignages d'Hérodote.

 

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mercredi, 27 février 2008

A. Romualdi: Introduccion a Gobineau

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Introduccion a: Arthur de Gobineau; la desigualdad de las razas

Adriano ROMUALDI

Hay libros que actúan sobre la realidad de muchos de los hechos políticos y que, saliendo del círculo estrecho de la discusión, se convierten en idea-fuerza, mitos, sangre que alimenta los procesos históricos. El más típico es indudablemente El Capital de Marx, un estudio histórico-económico que se ha convertido en dogma religioso, arma de batalla, evangelio del vuelco mundial de todos los valores cumplimentado por la casta servil. A estos libros pertenece el Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas del conde de Gobineau, ignorado durante el tiempo que el autor vivió pero que - difundido en Alemania después de su muerte - fue destinado a transformarse en un de las más poderosas idea-fuerza del siglo XX: el mito de la sangre del nacionalsocialismo alemán.

Arturo de Gobineau nace en Ville d’Avray en el 1816 de una familia de antiguo origen normando. Poco antes de morir, en el Histoire d’Ottar Jara él revivirá los hechos del conquistador vikingo que arribó a las costas de Francia dando origen a su familia. El padre de Gobineau fue capitán en el Guardia Real de Carlo X. Después de la revolución del 1830 se apartó a vivir en Bretaña mientras el hijo fue a estudiar a Suiza. Aquí Gobineau aprendió el alemán y tuvo modo de asomarse a las vastas perspectivas que la filología germánica abrió en aquellos años. Ya Federico Schlegel en su Ueber die Sprache und Weisheit der Inder enseñó la afinidad entre las lenguas europeas y el sánscrito planteando una migración aria de Asia a Europa; en 1816, Bopp con su gramática comparada del griego, sánscrito, persa, griego, latino y gótico fundó la filología indoeuropea; por su parte, los hermanos Grimm redescubrieron el Edda y poesía germánica haciendo revivir el antiguo heroísmo y la primordial mitología germánica mientras Kart O. Müller halló en los dorios (Die Dorier, 1824) el alma nórdica de la antigua Grecia. Así, Gobineau tuvo modo que familiarizarse desde la adolescencia con un mundo que la cultura europea iba lentamente asimilado.

En 1834 Gobineau va a París. No es rico, y trata de hacerse paso como escritor y periodista. De sus obras literarias de entonces, Le prisionnier chancheux, Ternote, Mademoiselle Irnois, Les aventures de Nicolas Belavoir, E’Abbaye de Thyphanes, muchas páginas han resistido la usura del tiempo.

Un artículo aparecido en la Revue de deux mondes lo puso en contacto con Alexis de Tocqueville, el famoso autor de La democracia en América, también él de antigua estirpe normanda. Esta amistad les unió toda la vida a pesar de las fuertes diferencias de opinión entre los dos hombres: Tocqueville, el aristócrata que se resigna, y - sea incluso con melancolía - acepta la democracia como una realidad del mundo moderno y Gobineau, el aristócrata que se rebela e identifica la civilización con la obra de una raza de señores.

Fue Tocqueville, nombrado Ministro de Exteriores, quien llamó al amigo como jefe de gabinete. En vísperas del golpe de estado napoleónico Tocqueville dimitió; En cambio Gobineau hizo buen cara al cesarismo que - si bien no le reportaba a la predilecta monarquía feudal - al menos colocaba las esposas a la democracia y al parlamentarismo. Entró en diplomacia y fue como primer secretario a tomar la delegación de Berna. Es en Berna que escribió el Essai sur el inégalité des races humaines, cuyos dos primeros volúmenes aparecieron en el 1853, los segundos en 1855.

El ensayo retoma los movimientos del gran descubrimiento de la unidad indoeuropea, es decir de una gran familia aria extendida desde Islandia hasta la India. La palabra latina pater, el gótico fadar, el griego patér, los sánscritos pitar se revelan como derivaciones de un único vocablo originario. Pero si ha existido una lengua primordial de la que se han ramificado varios lenguajes, también habrá existido un estirpe primordial que - moviendose desde su patria originaria - difundirá este lengua en el vasto espacio existente entre Escandinavia y el Ganges. Es el pueblo que se dio el nombre de ario, término con el que los dominadores se designaban a sí mismos en contraposición a los indígenas de las tierras conquistadas (compara el persa y el sánscrito arya = noble, puro; el griego àristos = el mejor; el latino herus = dueño; el tudesco Ehre = honor).

Es aquí donde se encauza el razonamiento de Gobineau, movilizando a favor de sus tesis los antiguos textos indios nos muestra a estos arios prehistóricos - altos, rubios y con los ojos azules - penetrando en la India, en Persia, en Grecia, en Italia para hacer florecer las grandes civilizaciones antiguas. Con una demostración muy forzada también las civilizaciones egipcia, babilonia y china son explicadas con el recurso de la sangre aria. Cada civilización surge de una conquista aria, de la organización impuesta por una elite de señores nórdicos sobre una masa.

Si comparamos entre si a las tres grandes familias raciales del mundo la superioridad del ario nos aparecerá evidente. El negro de frente huidiza lleva en el cráneo "los índices de energías groseramente potentes". "Si sus facultades intelectuales son mediocres - Gobineau escribe - o hasta nulas, él posee en el deseo… una intensidad a menudo terrible". Consecuentemente, la raza negra es una raza intensamente sensual, radicalmente emotiva, pero falta de voluntad y de claridad organizadora. El amarillo se distingue intensamente del negro. Aquí los rasgos de la cara son endulzados, redondeados, y expresan una vocación a la paciencia, a la resignación, a una tenacidad fanática, pero que él diferencia de la verdadera voluntad creadora. También aquí tenemos que ver a una raza de segundo orden, una especie infinitamente menos vulgar que la negra, pero falta de aquella osadía, de aquella dureza, de aquella cortante, heroica, inteligencia que se expresan en el rostro fino y afilado del ario.

La civilización es pues un legado de sangre y se pierde con el mezcolanza de la sangre. Ésta es la explicación que Gobineau nos ofrece de la tragedia de la historia del mundo.

Su clave es el concepto de la degeneración, en el sentido propio de esta palabra, que se expresa en el alejamiento un género de su tipo originario (los alemanes hablarán de Entnordung, de desnorcización). Los pueblos antiguos han desaparecido porque han perdido su integridad nórdica, e igualmente puede ocurrir a los modernos. "Si el imperio de Darío todavía hubiera podido poner en campo a la batalla de Arbela persas auténticos, a verdaderos arios; si los romanos del basto Impero hubieran tenido un senado y una milicia formadas por elementos raciales iguales a los que existieron al tiempo de los Fabios, su dominación no habría tenido nunca fin."

Pero la suerte que ha arrollado las antiguas culturas también nos amenaza. La democratización de Europa, iniciada con la revolución francesa, representa la revuelta de las masas serviles, con sus valores hedonísticos y pacifistas, contra los ideales heroicos de las aristocracias nórdicas de origen germánico. La igualdad, que un tiempo era sólo un mito, amenaza de convertirse en realidad en el infernal caldero donde lo superior se mezcla con lo inferior y lo que es noble se empantana en lo innoble.

El Essai sur el inégalité des races humaines, si en muchos rasgos aparece hoy envejecido, conserva una sustancial validez. Gobineau tiene el gran mérito de haber afrontado por primera vez el problema de la crisis de la civilización en general, y de la occidental en particular. En un siglo atontado por el mito plebeyo del progreso, él osó proclamar el fatal ocaso de cada cultura y la naturaleza senil y crepuscular de la civilización ciudadana y racionalista. Sin el libro de Gobineau, sin los graves, solemnes golpes que repican en el preludio del Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, y en aquellas páginas en que se contempla la ruina de las civilizaciones, toda la moderna literatura de las crisis de Spengler, a Huizinga, a Evola resulta inimaginable.

Falta valorar la solución que Gobineau ha ofrecido problema de la decadencia de la civilización. A menudo es simplista. El mito ario, queda como indispensable instrumento para la comprensión de la civilización occidental, no se puede explicar mecánicamente el nacimiento de las varias civilizaciones del globo. Gobineau se encarama sobre los espejos para encontrar un origen ario a las civilizaciones egipcia, babilona, chino. Aunque muchos recientes estudios ayudarían a sus tesis (piénsese en la hipótesis de un Heine-Geldern sobre una migración indo-europea de la región póntica a China, o a la comprobación de un elemento ario en el seno a los casitas que invadieron Babilonia y a los hyksos que dominaron Egipto), queda el simplismo de los métodos demostrativos gobinianos. Además, los materiales arqueológicos y filológicos de que él se servirá son completamente inadecuados frente a la masa de los datos de que disponemos hoy (1).

Y sin embargo, la idea de un diferente origen de las razas está demostrada por los estudios más recientes en la materia (Véase Coon. L’origene delle razze, Bombiani 1970), mientras que las estadísticas sobre los cocientes de inteligencia asignan un valor cuantitativo inferior a los negros con respecto de los blancos y a los amarillos. Mientras la civilización blanca arrastra en su movimiento a los pueblos de color, ellos se revelan en su mayor parte imitadores y parásitos, de lo que no hay duda que de que el mestizaje de la humanidad blanca conduciría a un estancamiento, si no a un retroceso. La crisis de las cepas germánicas y anglosajonas, a cuya voluntad e iniciativa se debe el dominio euro-americano sobre el mundo, y que en el tipo blanco representan el elemento más puro, es seguro la más dramática situación desde los principios de la historia.

La gran obra del Ensayo sobre la desigualdad de la razas fue terminada. Pero la cultura francesa no se dio cuenta.

Tocqueville intentó consolar a Gobineau profetizando que este libro sería introducido en Francia desde Alemania: fue en efecto una respuesta a un problema surgido en la cultura alemana, y de ella habría regresado a Francia, desde Alemania: fue en efecto una respuesta a problemas surgidos en la cultura alemana, y en ella habría sido discutida. De Berna, Gobineau pasó a Fráncfort, luego - como ministro plenipotenciario - a Teherán, Atenas, Rio de Janeiro y Estocolmo. El tiempo que estuvo en Persia le permitió dedicarse a sus predilectos estudios orientalísticos. El Traité des écritures cuneiformes, La Historie des Perses, Réligions et philosophie dans l’Asia centrale. También escribió las Nouvelles Asiatiques y, siempre en literatura, la novela Adelaida, el poema Amadis, el fresco histórico sobre La Renassance y la que es quizás su novela mejor lograda: Les Pleiades.

La guerra franco-prusiana le sorprende en el castillo de Trye que formaba parte del antiguo dominio de Ottar Jara y que él adquirió. No se hacía graciosas ilusiones (un biógrafo suyo cuenta: "El canto de la Marsellesa, los gritos: a Berlín!, repugnaron a su naturaleza. No le dio el nombre de patriotismo a esas sobreexcitaciones peligrosas, demasiado ayuntamientos con las razas latinas. Donde divisó síntomas funestos"), pero en su calidad de alcalde organizó la resistencia civil contra el invasor. Sobrevenidos los prusianos, se comporta con gran dignidad y, aunque se valiera de la lengua alemana como la suya propia, nunca quiso hablar con ellos otra que el francés.

El desastre del los años 70 y la suspensión de su candidatura a la Academia de Francia le disgustaron completamente. La misión a Estocolmo, en aquella Escandinavia que quiso como a una segunda patria, le fue de algún consuelo, hasta que en el 1877 fue jubilado anticipadamente. Para Gobineau transcurrieron los últimos años de su vida entre Francia e Italia. En Venecia conoció a Richard Wagner el cual dijo de él: "Gobineau es mi único contemporáneo". Un reconocimiento basado en una recíproca afinidad. Ambos advirtieron el atractivo romántico de los orígenes primordiales: los tonos profundos que se vislumbran en los abismos del caudal de El oro del Rin son los mismos que repican en el Essai sur el inégalité des races humaines. Fue Wagner quien presentó a Gobineau al profesor Schemann de Freiburg, el cual fundaría el Gobineau-Archiv.

Gobineau murió de repente en Turín en el octubre de 1882. Nadie pareció darse cuenta de su desaparición. Fue universalmente admirado como un hombre de espíritu y como brillante conversador. Años después, fue cuando en la universidad comenzaron a haber cursos sobre de él, Anatole France dijo: " Je el ai connu. El venait chez el princesse Matilde. Ello était un grand diable, parfaitement simple et très spirituel. On savait qu'il écrivait des livres, maíz personne de ello les avait lus. ¿Alors, el avait du génie? Comme c’est curieux."

Fueron los alemanes los que lo valorizaron. Wagner le abrió las columnas del Bayreuther Blätter: ahora el wagneriano Hans von Wolzogen, Ludwig Schemann, Houston Stewart Chamberlain anunciaron su obra. Fue Ludwig Schemann quien fundó el culto a Gobineau instituyendo un archivo cerca de la universidad de Estrasburgo, entonces alemana. En el 1896 Schemann fundó el Gobineau-Vereinigung que difundiría el gobinismo en toda Alemania. En el 1914 pudo contar con una red influyente de protectores y amistades; el Kaiser mismo la subvencionó y buena parte del cuerpo enseñante fue influido por sus ideas.

Sobre la estela de la obra de Gobineau nació el racismo: Vacher de Lapouge, Penka, Pösche, Wilser, Woltmann, H. S. Chamberlain y luego - después de la guerra - Rosenberg, Hans F. K. Günther, Clauss retomaron las intuiciones gobinianas y las amplificaron en un vasto organismo doctrinal. En el 1933 el Nacionalsocialismo - asumiendo el poder en Alemania - reconoció oficialmente la ideología de la raza. Se realizó así lo que Wittgenstein había profetizado a Gobineau: "Vos os decís un hombre del pasado, pero en realidad sois un hombre del futuro."

El batalla de Gobineau no fue en vano. Él escribió: "Quand la vie n'est pas un bataille, ell n'est rien."

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Las citas aquí indicadas están sacadas del primer libro del Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, Ediciones de Ar, Padua 1964.

(1) Una exposición moderna de las migraciones arias y su importancia para la civilización he tratado de exponerla en mi "Introduzzione al problema indoeuropeo" en el prólogo al libro de Hans F. K. Günther, Religiosità indoeuropea, Edizioni de Ar, Padua 1970. A ella me remito para quién de este ensayo sobre Gobineau le llevara el deseo de conocer los puntos de vista más recientes en arqueología, filología y antropología.

lundi, 25 février 2008

1500: Naissance de Charles-Quint

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Naissance de Charles-Quint à Gand

25 février 1500 : Naissance à Gand de Charles, second fils de Jeanne de Castille et de Philippe de Bourgogne. Il est le petit-fils de Maximilien I d’Autriche, Empereur d’Allemagne, et des Rois Catholiques, Isabelle de Castille et Ferdinand d’Aragon. Sa naissance fusionne les traditions et, partant, les projets politiques du Saint Empire, du lotharingisme bourguignon et de l’Espagne, purgée du joug des Maures. Son règne sera malheureux, ses projets buteront contre la ténacité de ses ennemis, mais, en dépit de ces revers, constitue toutefois une apogée de puissance pour les états, unis par sa personne et par la spiritualité mystique et militaire de l’Ordre de la Toison d’Or. Et son héritage doit nous conduire à vouloir réunir à nouveau ce faisceau de puissance et à ruiner ceux qui l’ont anéanti, par un esprit, des attitudes et des politiques anti-traditionnelles. Pour nous, il s’agit d’abord de restaurer les anciens Pays-Bas dans leur intégralité territoriale, avec les comtés et duchés voisins et alliés, tels la Lorraine, l’Alsace, la Franche-Comté, la Bresse, la Savoie et la Provence. Ce n’est pas une utopie : il suffit de le vouloir, d’avoir la patience et le sens de la durée ; il suffit d’agir comme si les entorses et les blessures faites au bel ensemble impérial lotharingien (au sens maximal de la Lotharingie de 843) et espagnol avaient toujours été nulles et non avenues. Imitons les Irlandais : affirmer haut et clair l’existence de ce que l’on veut qui soit. Et cela adviendra. La survie de l’Europe en dépend : ou bien l’Empire avec ses alliés bourguignons et espagnols redevient le modèle à suivre et offre au continent un esprit de continuité ou bien le processus de déliquescence, de désordre, d’éparpillement se poursuivra jusqu’à la mort spirituelle et physique de nos peuples.

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vendredi, 22 février 2008

Traité de Turkmanchay

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22 février 1828 : Signature du Traité de Turkmanchay qui met fin à la guerre entre la Russie et la Perse (1826-1828). Sur le plan territorial, la Russie libère ainsi l’Arménie (région d’Erivan) et le Nakhitchevan, occupés par les Perses. Le traité contient essentiellement des clauses commerciales, favorisant les marchands russes (de même que tous les autres Européens) et réduisant le droit des Perses à lever des taxes douanières sur les produits venant de Russie. Ce Traité consacre une réelle avancée de la Russie en direction du Golfe Persique et de l’Océan Indien.

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Introduction à l'oeuvre de L. F. Clauss

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Robert Steuckers:

Introduction à l'œuvre de Ludwig Ferdinand CLAUSS  (1892-1974)

Né le 8 février 1892 à Offenburg dans la région du Taunus, l'anthropologue Ludwig Ferdinand Clauss est rapidement devenu l'un des raciologues et des islamologues les plus réputés de l'entre-deux-guerres, cumulant dans son œuvre une approche spirituelle et caractérielle des diverses composantes raciales de la population européenne, d'une part, et une étude approfondie de la psyché bédouine, après de longs séjours au sein des tribus de la Transjordanie. L'originalité de sa méthode d'investigation raciologique a été de renoncer à tous les zoologismes des théories raciales conventionnelles, nées dans la foulée du darwinisme, où l'homme est simplement un animal plus évolué que les autres. Clauss renonce aux comparaisons trop faciles entre l'homme et l'animal et focalise ses recherches sur les expressions du visage et du corps qui sont spécifiquement humaines ainsi que sur l'âme et le caractère.

Il exploite donc les différents aspects de la phénoménologie pour élaborer une raciologie psychologisante (ou une «psycho-raciologie») qui conduit à comprendre l'autre sans jamais le haïr. Dans une telle optique, admettre la différence, insurmontable et incontournable, de l'Autre, c'est accepter la pluralité des données humaines, la variété des façons d'être-homme, et refuser toute logique d'homologation et de centralisation coercitive.

 

Ludwig Ferdinand Clauss était un disciple du grand philosophe et phénoménologue Edmund Husserl. Il a également été influencé par Ewald Banse (1883-1953), un géographe qui avait étudié avant lui les impacts du paysage sur la psychologie, de l'écologie sur le mental. Ses théories cadraient mal avec celles, biologisantes, du national-socialisme. Les adversaires de Clauss considéraient qu'il réhabilitait le dualisme corps/âme, cher aux doctrines religieuses chrétiennes, parce que, contrairement aux darwiniens stricto sensu, il considérait que les dimensions psychiques et spirituelles de l'homme appartenaient à un niveau différent de celui de leurs caractéristiques corporelles, somatiques et biologiques. Clauss, en effet, démontrait que les corps, donc les traits raciaux, étaient le mode et le terrain d'expression d'une réalité spirituelle/psychique. En dernière instance, ce sont donc l'esprit (Geist)  et l'âme (Seele)  qui donnent forme au corps et sont primordiaux. D'après les théories post-phénoménologiques de Clauss, une race qui nous est étrangère, différente, doit être évaluée, non pas au départ de son extériorité corporelle, de ses traits raciaux somatiques, mais de son intériorité psychique. L'anthropologue doit dès lors vivre dans l'environnement naturel et immédiat de la race qu'il étudie. Raison pour laquelle Clauss, influencé par l'air du temps en Allemagne, commence par étudier l'élément nordique de la population allemande dans son propre biotope, constatant que cette composante ethnique germano-scandinave est une “race tendue vers l'action” concrète, avec un élan froid et un souci des résultats tangibles. Le milieu géographique premier de la race nordique est la Forêt (hercynienne), qui recouvrait l'Europe centrale dans la proto-histoire.

 

La Grande Forêt hercynienne a marqué les Européens de souche nordique comme le désert a marqué les Arabes et les Bédouins. La trace littéraire la plus significative qui atteste de cette nostalgie de la Forêt primordiale chez les Germains se trouve dans le premier livre évoquant le récit de l'Evangile en langue germanique, rédigé sous l'ordre de Louis le Pieux. Cet ouvrage, intitulé le Heliand (= Le Sauveur), conte, sur un mode épique très prisé des Germains de l'antiquité tardive et du haut moyen âge, les épisodes de la vie de Jésus, qui y a non pas les traits d'un prophète proche-oriental mais ceux d'un sage itinérant doté de qualités guerrières et d'un charisme lumineux, capable d'entraîner dans son sillage une phalange de disciples solides et vigoureux. Pour traduire les passages relatifs à la retraite de quarante jours que fit Jésus dans le désert, le traducteur du haut moyen âge ne parle pas du désert en utilisant un vocable germanique qui traduirait et désignerait une vaste étendue de sable et de roches, désolée et infertile, sans végétation ni ombre. Il écrit sinweldi, ce qui signifie la «forêt sans fin», touffue et impénétrable, couverte d'une grande variété d'essences, abritant d'innombrables formes de vie. Ainsi, pour méditer, pour se retrouver seul, face à Dieu, face à la virginité inconditionnée des éléments, le Germain retourne, non pas au désert, qu'il ne connaît pas, mais à la grande forêt primordiale. La forêt est protectrice et en sortir équivaut à retourner dans un “espace non protégé” (voir la légende du noble saxon Robin des Bois et la fascination qu'elle continue à exercer sur l'imaginaire des enfants et des adolescents).

 

L'idée de forêt protectrice est fondamentalement différente de celle du désert qui donne accès à l'Absolu: elle implique une vision du monde plus plurielle, vénérant une assez grande multiplicité de formes de vie végétale et animale, coordonnée en un tout organique, englobant et protecteur.

 

L' homo europeus ou germanicus n'a toutefois pas eu le temps de forger et de codifier une spiritualité complète et absolue de la forêt et, aujourd'hui, lui qui ne connaît pas le désert de l'intérieur, au contraire du Bédouin et de l'Arabe, n'a plus de forêt pour entrer en contact avec l'Inconditionné. Et quand Ernst Jünger parle de “recourir à la forêt”, d'adopter la démarche du Waldgänger, il formule une abstraction, une belle abstraction, mais rien qu'une abstraction puisque la forêt n'est plus, si ce n'est dans de lointains souvenirs ataviques et refoulés. Les descendants des hommes de la forêt ont inventé la technique, la mécanique (L. F. Clauss dit la  Mechanei), qui se veut un ersatz de la nature, un palliatif censé résoudre tous les problèmes de la vie, mais qui, finalement, n'est jamais qu'une construction et non pas une germination, dotée d'une mémoire intérieure (d'un code génétique). Leurs ancêtres, les Croisés retranchés dans le krak des Chevaliers, avaient fléchi devant le désert et devant son implacabilité. Preuve que les psychés humaines ne sont pas transposables arbitrairement, qu'un homme de la Forêt ne devient pas un homme du Désert et vice-versa, au gré de ses pérégrinations sur la surface de la Terre.

 

A terme, la spiritualité du Bédouin développe un “style prophétique” (Offenbarungsstil), parfaitement adapté au paysage désertique, et à la notion d'absolu qu'il éveille en l'âme, mais qui n'est pas exportable dans d'autres territoires. Le télescopage entre ce prophétisme d'origine arabe, sémitique, bédouine et l'esprit européen, plus sédentaire, provoque un déséquilibre religieux, voire une certaine angoisse existentielle, exprimée dans les diverses formes de christianisme en Europe.  

 

Clauss a donc appliqué concrètement —et personnellement—  sa méthode de psycho-raciologie en allant vivre parmi les Bédouins du désert du Néguev, en se convertissant à l'Islam et en adoptant leur mode de vie. Il a tiré de cette expérience une vision intérieure de l'arabité et une compréhension directe des bases psychologiques de l'Islam, bases qui révèlent l'origine désertique de cette religion universelle.

 

Sous le IIIième Reich, Clauss a tenté de faire passer sa méthodologie et sa théorie des caractères dans les instances officielles. En vain. Il a perdu sa position à l'université parce qu'il a refusé de rompre ses relations avec son amie et collaboratrice Margarete Landé, de confession israélite, et l'a cachée jusqu'à la fin de la guerre. Pour cette raison, les autorités israéliennes ont fait planter un arbre en son honneur à Yad Vashem en 1979. L'amitié qui liait Clauss à Margarete Landé ne l'a toutefois pas empêché de servir fidèlement son pays en étant attaché au Département VI C 13 du RSHA (Reichssicherheitshauptamt), en tant que spécialiste que Moyen-Orient.

 

Après la chute du IIIième Reich, Clauss rédige plusieurs romans ayant pour thèmes le désert et le monde arabe, remet ses travaux à jour et publie une étude très approfondie sur l'Islam, qu'il est un des rares Allemands à connaître de l'intérieur. La mystique arabe/bédouine du désert débouche sur une adoration de l'Inconditionné, sur une soumission du croyant à cet Inconditionné. Pour le Bédouin, c'est-à-dire l'Arabe le plus authentique, l'idéal de perfection pour l'homme, c'est de se libérer des “conditionnements” qui l'entravent dans son élan vers l'Absolu. L'homme parfait est celui qui se montre capable de dépasser ses passions, ses émotions, ses intérêts. L'élément fondamental du divin, dans cette optique, est l' istignâ, l'absence totale de besoins. Car Dieu, qui est l'Inconditionné, n'a pas de besoins, il ne doit rien à personne. Seule la créature est redevable: elle est responsable de façonner sa vie, reçue de Dieu, de façon à ce qu'elle plaise à Dieu. Ce travail de façonnage constant se dirige contre les incompétences, le laisser-aller, la négligence, auxquels l'homme succombe trop souvent, perdant l'humilité et la conscience de son indigence ontologique. C'est contre ceux qui veulent persister dans cette erreur et cette prétention que l'Islam appelle à la Jihad. Le croyant veut se soumettre à l'ordre immuable et généreux que Dieu a créé pour l'homme et doit lutter contre les fabrications des “associateurs”, qui composent des arguments qui vont dans le sens de leurs intérêts, de leurs passions mal dominées. La domination des “associateurs” conduit au chaos et au déclin. Réflexions importantes à l'heure où les diasporas musulmanes sont sollicitées de l'intérieur et de l'extérieur par toutes sortes de manipulateurs idéologiques et médiatiques et finissent pas excuser ici chez les leurs ce qu'ils ne leur pardonneraient pas là-bas chez elles. Clauss a été fasciné par cette exigence éthique, incompatible avec les modes de fonctionnement de la politicaille européenne conventionnelle. C'est sans doute ce qu'on ne lui a pas pardonné.

 

Ludwig Ferdinand Clauss meurt le 13 janvier 1974 à Huppert dans le Taunus. Considéré par les Musulmans comme un des leurs, par les Européens enracinés comme l'homme qui a le mieux explicité les caractères des ethnies de base de l'Europe, par les Juifs comme un Juste à qui on rend un hommage sobre et touchant en Israël, a récemment été vilipendé par des journalistes qui se piquent d'anti-fascisme à Paris, dont René Schérer, qui utilise le pseudonyme de «René Monzat». Pour ce Schérer-Monzat, Clauss, raciologue, aurait été tout bonnement un fanatique nazi, puisque les préoccupations d'ordre raciologique ne seraient que le fait des seuls tenants de cette idéologie, vaincue en 1945. Schérer-Monzat s'avère l'une de ces pitoyables victimes du manichéisme et de l'inculture contemporains, où la reductio ad Hitlerum devient une manie lassante. Au contraire, Clauss, bien davantage que tous les petits écrivaillons qui se piquent d'anti-fascisme, est le penseur du respect de l'Autre, respect qui ne peut se concrétiser qu'en replaçant cet Autre dans son contexte primordial, qu'en allant à l'Autre en fusionnant avec son milieu originel. Edicter des fusions, brasser dans le désordre, vouloir expérimenter des mélanges impossibles, n'est pas une preuve de respect de l'altérité des cultures qui nous sont étrangères.

 

Robert STEUCKERS.  

 

-Bibliographie:

Die nordische Seele. Artung. Prägung. Ausdruck, 1923; Fremde Schönheit. Eine Betrachtung seelischer Stilgesetze, 1928; Rasse und Seele. Eine Einführung in die Gegenwart, 1926; Rasse und Seele. Eine Einführung in den Sinn der leiblichen Gestalt, 1937; Als Beduine unter Beduine, 1931; Die nordische Seele, 1932; Die nordische Seele. Eine Einführung in die Rassenseelenkunde, 1940 (édition complétée de la précédente); Rassenseelenforschung im täglichen Leben, 1934; Vorschule der Rassenkunde auf der Grundlage praktischer Menschenbeobachtung,  1934 (en collaboration avec Arthur Hoffmann); Rasse und Charakter, Erster Teil: Das lebendige Antlitz, 1936 (la deuxième partie n'est pas parue); Rasse ist Gestalt, 1937; Semiten der Wüste unter sich. Miterlebnisse eines Rassenforschers, 1937; Rassenseele und Einzelmensch, 1938; König und Kerl, 1948 (œuvre dramatique); Thuruja,  1950 (roman); Verhüllte Häupter, 1955 (roman); Die Wüste frei machen, 1956 (roman); Flucht in die Wüste, 1960-63 (version pour la jeunesse de Verhüllte Häupter); Die Seele des Andern. Wege zum Verstehen im Abend- und Morgenland, 1958; Die Weltstunde des Islams, 1963.

 

- Sur Ludwig Ferdinand Clauss:

Julius Evola, Il mito del sangue,  Ar, Padoue, 1978 (trad.franç., Le mythe du sang, Editions de l'Homme Libre, Paris, 1999); Julius Evola, «F. L. Clauss: Rasse und Charakter», recension dans Bibliografia fascista, Anno 1936-XI (repris dans Julius Evola, Esplorazioni e disamine. Gli scritti di “Bibliografia fascista”, Volume I, 1934-IX - 1939-XIV, Edizioni all'Insegna del Veltro, Parma, 1994);  Léon Poliakov/Joseph Wulf, Das Dritte Reich und seine Denker. Dokumente und Berichte, Fourier, Wiesbaden, 1989 (2ième éd.) (Poliakov et Wulf reproduisent un document émanant du Dr. Walter Gross et datant du 28 mars 1941, où il est question de mettre Clauss à l'écart et de passer ses œuvres sous silence parce qu'il n'adhère pas au matérialisme biologique, parce qu'il est «vaniteux» et qu'il a une maîtresse juive); Robert Steuckers, «L'Islam dans les travaux de Ludwig Ferdinand Clauss», in Vouloir, n°89/92, juillet 1992.       

lundi, 18 février 2008

Otto Ferdinand von Abensperg und Traun

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18 février 1748: Décès à Hermannstadt / Sibiu du Feldmarschall Comte Otto Ferdinand von Abensperg und Traun, l’un des maréchaux du Saint Empire les plus habiles du 18ième siècle. Pendant la guerre de succession d’Autriche, il battit successivement les Espagnols en Italie, agrandissant dans la plaine du Pô le périmètre des possessions impériales, bat les adversaires du Saint Empire sur le cours du Rhin, dont il fait une frontière militaire sûre, force les Prussiens de Frédéric II à évacuer la Bohème en 1744 et chasse au-delà du Rhin les Français qui cherchaient à satelliser les royaumes d’Allemagne méridionale en 1745, mais, hélas, sans pouvoir reprendre pied en Alsace, en Lorraine et en Franche-Comté, territoires encore occupés aujourd’hui, envers et contre toute légitimité. Grâce à ses victoires militaires, l’époux de l’Impératrice Marie-Thérèse, François I, put devenir Saint Empereur Romain Germanique. Il a rétabli la légitimité impériale en Europe. Les Dragons de Latour, régiment de cavalerie hennuyer, notamment montois, ont servi ce général et acquis, sous ses ordres, une réputation légendaire (Robert Steuckers).

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La querelle des historiens en Israël

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La querelle des historiens en Israël

 

Recension: Barbara SCHÄFER (Hrsg.), Historikerstreit in Israel. Die "neue" Historiker zwischen Wissenschaft und Öffentlichkeit, Campus Verlag, Frankfurt/Main, 2000, 283 S., DM 68,-.

 

Israël vit aujourd'hui la transvaluation de ses valeurs. On s'en aperçoit en observant le malaise croissant ressenti vis-à-vis de la mémoire officielle, celle qui est patronnée par l'Etat. La culture sioniste du souvenir perd de sa force liante. Uri Ram, socio-psychologue attaché à l'Université Ben Gourion du Neguev, rappelle, dans un article, ce héros d'une pièce de théâtre, jouée en première en 1995 à Tel Aviv, qui veut faire raser les musées et les sites du sou­venir, chers au sionisme, et éteindre la "flamme éternelle" qui brûle à Yad Vashem. Ce héros appelle les enfants à se méfier des musées et à se boucher les oreilles, lorsqu'on leur parle des lieux de l'holocauste et des camps d'exter­mi­nation, les exhorte ensuite à oublier les crimes du passé, à se donner à la vie qui enrichira l'avenir et “à jouer au foot­ball, tout simplement”.

 

Les historiens post-sionistes critiquent la survalorisation des mythes fondateurs de l'Etat d'Israël

 

Pour le professeur Ram, cette pièce de théâtre n'est qu'un symptôme, parmi d'autres, indiquant qu'en Israël le regard que l'on jette sur le passé est en train de changer. Cette mutation des mentalités a commencé à prendre tout son relief, il y a presque dix ans, quand a démarré la fameuse "querelle des historiens israéliens". Bon nombre d'historiens israéliens, en effet, se sont insurgés contre l'historiographie sioniste, plus ou moins officielle, institutionnalisée et éta­blie, et ont appelé à la constitution d'une nouvelle histo­riographie "post-sioniste". Les exposants de cette nouvelle génération d'historiens disent appartenir à l'“école révi­sion­niste” (ndlr: le "révisionnisme" israélien n'est pas le même que le révisionnisme français, ne nie pas a fortiori l'ho­lo­causte, mais entend simplement relire l'histoire de l'idéo­lo­gie sioniste et de l'Etat d'Israël). Les révisionnistes israé­liens attaquent, avec un pathos qui se veut “éclairé”, les axiomes de leurs adversaires, en les accusant de bétonner des blocages de nature idéologique et de se livrer à de la manipulation au service d'une politique de puissan­ce, celle du sionisme et de l'idéal du Grand Israël. L'établis­sement académique, argumentent les post-sionis­tes, ont survalo­ri­sé les mythes fondateurs de l'Etat hébreu et la guerre d'in­dépendance de 1948, mais ont refoulé le sort peu enviable des Palestiniens. Les post-sionistes estiment qu'il n'est pas scientifique de parler des succès historiques du sionisme, en les isolant de leur contexte, en les soustrayant à l'his­toi­re générale du pays et de ses ha­bitants. Dès lors, ajoutent-ils, on ne peut pas parler de la fondation de l'Etat juif “en la détachant du processus de destruction de la réalité ara­be-palesti­nien­ne”, car les co­lons juifs, qui visaient au sta­tut de popu­la­tion majoritaire et l'ont acquis, ont atteint leur objectif “en éloignant et en expulsant la population du pays” (Am­mon Raz-Krakotzkin).

 

Le mouvement sioniste, déjà du temps de Theodor Herzl, ne s'était pas préoccupé de la "question arabe", car il pen­sait que la Palestine était un "pays vide". Après les pre­mières expériences de colonisation, avant 1914, les pion­niers du sionisme ont bien dû se rendre compte que ce n'était pas le cas. Ils ont alors cherché toutes sortes de justifications: ils auraient eu pour mission “d'apporter aux peuples ‘asiatiques’ les acquis de la civilisation européen­ne” et “d'être les avant-postes contre la barbarie”. Dans les années 20 et 30, période où les conflits se sont ag­gra­vés, on disait sans pudeur que la colonisation par l'immi­gra­tion juive devait conduire à remplacer les autochtones ara­bes par des Juifs: "Même le mouvement ouvrier juif ne se montrait pas prêt à subordonner ses intérêts nationaux juifs pour satisfaire la solidarité de classe (avec les travailleurs palestiniens)", écrivait déjà Julius H. Schoeps dans son in­tro­duction à une bonne anthologie de textes, très utile, in­titulée Zionismus, et publiée à Munich en 1973. Dans une telle optique, la lutte pour la “renaissance nationale” de 1948 n'avait pas d'autre option possible que d'imposer par la force militaire la création d'un Etat juif.

 

Mobilisation totale

 

L'historien israélien Avi Shlaim (auteur de The Iron Wall. Israel and the Arab World, New York/Londres, 2000) a expliqué avec précision comment la mentalité d'assiégé des sionistes a toujours placé toute sa confiance dans la puis­sance militaire du nouvel Etat, en dépit de toutes les re­touches rétrospectives, présentant Israël comme une entité politique s'efforçant de faire la paix avec ses voisins ara­bes. Cette mentalité repose sur la "mobilisation totale" la­ten­te de toute la population juive, sur la terreur, la con­fron­tation, la menace et la provocation, le cas échéant, à l'é­gard de toutes les nations arabes.

 

La révision opérée par Shlaim, dans un ouvrage largement dif­fusé dans le monde anglo-saxon, s'inscrit sans heurts dans l'ensemble des thèses des "nouveaux historiens", mê­me si celles-ci sont formulées sur un ton nettement plus po­­lémique. Les nouveaux historiens israéliens post-sionistes prennent notamment pour thème de leurs recherches les méthodes de colonisation de la Palestine pendant l'entre-deux-guerres, souvent couvertes du manteau de l'oubli par l'établissement sioniste: notamment la fixation ethnocen­tris­te de type "folciste" (= "völkisch"), propre à la géné­ra­tion de Ben Gourion, la fondation de l'Etat hébreu en 1948 par le truchement d'épurations ethniques, les agressions ré­pétées contre l'étranger arabe jusqu'à l'occupation du Sud-Liban, qui vient seulement de prendre fin, après vingt ans.

 

Un relativisme total qui détruit la narration sioniste

 

Ces spéculations sont dangereuses, non pas tant parce qu'elles expliquent de manière plus rationnelle et donc moins mythique, certains "chapitres sombres" de l'histoire sio­­niste et/ou israélienne, mais parce qu'elles induisent, par leurs déconstructions, un relativisme général. Daniel Gur­wein, professeur d'histoire juive à l'Université de Haïfa, voit poindre un “relativisme total”, qui aboutirait à détrui­re la “narration sioniste” dominante. Gurwein poursuit: à la place de cette mémoire collective solidement bétonnée, on verrait émerger une pluralité de visions de l'histoire, si bien que l'historiographie israélienne se transformerait rapide­ment en un “ring de combat où se télescoperaient des mé­moi­res contradictoires”. Pour Gurwein, les “nouveaux his­to­riens” contribuent à une “privatisation de la mémoire”, ce qui est un reflet supplémentaire d'un processus général de privatisation, observable dans toute la société israélien­ne, où l'on semble prendre congé de l'éthique pionnière du sionisme, et où les échelles de valeurs se métamorphosent considérablement, bouleversant les structures sociales, é­co­­­nomiques, politiques et juridiques de la société israé­lienne. “Un processus qui se renforce sans cesse, paral­lèle­ment au processus de paix depuis la fin de la guerre du Yom Kippour, depuis la guerre au Liban et l'Intifada”, ajou­te Gurwein.

 

Irene CASPARIUS.

(recension parue dans Junge Freiheit, n°39/2000 - http://www.jungefreiheit.de ).

 

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La mort de Georges Montandon

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Marc Laudelout:

 

La mort de George Montandon

Dans le numéro de décembre 2007 du Bulletin célinien, nous avons reproduit un texte de Pierre Vial sur George Montandon. Il y écrit qu’il fut assassiné chez lui par des résistants. L’encyclopédie Wikipédia, elle,  fait état de « deux hypothèses sur sa mort ». En réalité, s’il fut bien agressé dans sa villa sise en banlieue parisienne, c’est en Allemagne qu’il mourut de ses blessures. Le doute n’est plus permis depuis qu’Émile Brami a reproduit  son acte de décès ¹. C’est le matin du 3 août 1944 qu’une camionnette s’arrête devant le domicile de Montandon, au 22 rue Louis-Guespin, à Clamart. Des résistants F.F.I. ²,   au nombre  de  deux  ou  trois,  en  descendent  et  sonnent  à  la porte.  L’épouse de Montandon vient ouvrir ; elle est tuée d’un coup de revolver. Les assassins pénètrent ensuite dans le pavillon, montent au premier étage et y trouvent George Montandon, malade et alité mais lui aussi armé. Un échange de coups de feu a lieu et ils prennent la fuite.  Le fils et les deux filles de Montandon étaient également présents,  dont Odile,  alors âgée de 21 ans,  qui en apportera témoignage. 

Atteint au côté droit, Montandon, encore conscient, demande à être transporté  à l’hôpital Lariboisière.  La gendarmerie de Clamart,  sitôt alertée,  effectue les premières recherches et transmet l’enquête au commissaire de police de la ville de Vanves qui avise les Renseignements Généraux. Le 5 août, un employé de la mairie de Clamart dresse l’acte de décès de la femme de Montandon. Comme celui-ci est de nationalité suisse, le responsable  du  consulat de  Suisse à Paris  est avisé.  Il écrit alors au ministre des Affaires Étrangères à Berne afin de lui signaler qu’à sa connaissance, George Montandon aurait été victime d’un attentat mais ne serait que blessé. Après avoir été soigné à Lariboisière, il est pris en charge, dans une clinique à Nogent, par Alexandre Gentil, chirurgien ami de Céline.  Quelques jours plus tard, il est transféré en Allemagne où il décède le 30 août 1944 au Karl-Weinrich-Kranhenhaus de Fulda (Hesse).

Dans une lettre au journaliste lyonnais Charles Deshayes, Céline confirme que Montandon est bien mort à dans cet hôpital militaire allemand mais date erronément sa mort de novembre 1944. Il raconte ainsi les circonstances de cette agression : « ...Montandon était couché, malade, cardiaque (je le soignais). Un des assassins lui tira au revolver quelques balles à bout portant, l’une lui pénétra dans le foie. C’était des assassins amateurs. Ils prirent peur. Le fils de Montandon voulant défendre son père avec une sagaïe [sic] papoue, d’une panoplie au mur… Montandon fut transporté en Allemagne  dans un train sanitaire allemand, il resta sur les rails pendant un mois, crevant de souffrance et de soif, enfin atteignant Fulda. Là fut opéré. Le chirurgien recherchant la balle découvrit en même temps un cancer au même lieu – Il referma la plaie.  Il n’y avait rien à faire… » ³

M. L.

 

1. Catalogue n° 8 de la Librairie « D’un livre l’autre », p. 38. Cet acte de décès est également visible sur le site Internet www.thyssens.com consacré à Robert Denoël (voir « Chronologie, année 1944 »).

2. Henry Coston écrit : « ...un commando de résistants, vraisemblablement israélites », sans autre précision, supposant que les activités de Montandon auprès du Commissariat Général aux Questions Juives sont à l’origine de cet attentat (Dictionnaire de la Politique française, tome II, 1972, p. 200). C’est aussi ce que pensait en 1944 le responsable du consulat de Suisse à Paris. Archives fédérales de Berne citées par Marc Knobel, « George Montandon et l’ethno-racisme » in Pierre-André Taguieff (éd.), L’antisémitisme de plume, 1940-1944. Études et documents, Berg International Éditeurs, coll. « Pensée Politique et Sciences sociales », 1999, pp. 292-293.

3. Lettre du 16  juillet 1948 in L’Année Céline 1999, Du Lérot-IMEC Éditions, 2000, pp. 109-110. Le texte a été établi sur un fac-similé de l’original, ce qui n’était pas le cas pour le recueil Lettres à Charles Deshayes paru en 1988.

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samedi, 16 février 2008

Gaspard II de Coligny

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16 février 1519: Naissance à Châtillon sur Loing de Gaspard II de Coligny, seigneur de Châtillon. Il fut Amiral de France et chef des Huguenots dans la première phase des guerres de religion (1562-1598). Colonel Général de l’infanterie française dans les campagnes d’Italie contre notre Empereur Charles-Quint, il rédige des ordonnances visant à réglementer la conduite des troupes, à faire respecter une discipline stricte et à empêcher les pillages inutiles, afin de protéger les populations civiles des ravages de la guerre. Soucieux de garder l’unité religieuse de la France, il projette de coloniser une partie du Brésil avec des Huguenots, puis, séduit par la Réforme, il annonce son passage au clan réformé en 1560, parce que la rigueur calviniste lui semble plus idoine à maintenir l’ordre, la discipline et la justice au sein d’un Etat moderne. L’objectif de sa conversion n’est donc pas religieux mais essentiellement pragmatique. Parti du Sud de la France actuelle, il marche sur Paris à la tête des armées protestantes. Il formule ensuite le projet d’envahir les Pays-Bas espagnols par une armée mixte, catholique et huguenote. L’hostilité du clan des Ducs de Guise sauve nos pays d’une invasion. Catherine de Médicis et Henri de Guise font ensuite assassiner Coligny le 24 août 1572.

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En souvenir de la "Sainte Alliance"

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En souvenir de la «Sainte-Alliance» des nations européennes…

Le 12 septembre 1683, un voile de brouillard recouvre la col­line de Kahlenberg qui domine la ville de Vienne, capita­le du Saint-Empire. L'armée européenne assiste à la messe pré­paratoire, dite par le frère capucin frioulan Marco d'A­viano, conseiller spécial de l'Empereur Léopold I. Dans son prêche, il remémore pour tous les innombrables atrocités com­mises par les Turcs et leurs alliés bosniaques, tziganes et albanais en Serbie, en Hongrie, en Carinthie et dans le Frioul… Le Roi de Pologne Jean III Sobieski est le Com­man­deur de cette armée qui s'apprête à affronter l'adversaire ottoman, très supérieur en nombre: ils sont 70.000 hom­mes, contre 150.000 ennemis, dotés d'une artillerie de gros calibre dont personne ne dispose en Europe. Le Prince Eu­gè­ne de Savoie est le chef de la cavalerie impériale; il vient de percer la ligne de siège des Ottomans, avec l'aide de ses six mille lances lombardes; il a réussi à pénétrer dans la ville et à porter secours aux 11.000 hommes épuisés du Comte von Starhemberg, défenseur de Vienne.

 

Face à eux, se déploie l'armée ottomane du Grand Vizir Ka­ra Mustapha, ou Mustapha le Noir, rassemblée derrière la bannière du Prophète que leur a confiée le Sultan Moham­med IV et haranguée par les exhortes du Cheik Vani Effendi qui, à la suite du passage de la comète de Halley, prévoit la victoire mondiale de l'Islam sur les peuples chrétiens d'Eu­­­rope. La bataille a fait rage pendant une journée entiè­re, avec des fortunes diverses, mais, à la fin, les Turcs a­ban­­donnent le terrain, laissant derrière eux plus de 10.000 morts.

 

Le Père Marco d'Aviano officie lors du Te Deum solennel dans la Cathédrale Saint Etienne, où il incite l'Empereur, le Roi de Pologne et le Prince Eugène à continuer la guerre jus­qu'à la libération de Budapest et de Belgrade du joug ot­toman. Le chef-d'œuvre diplomatique du Père Marco est jus­tement la constitution de cette Sainte Alliance unissant l'Em­pire, le Royaume de Pologne, la Sérénissime (Venise) et, enfin, la Russie. La campagne militaire de la Sainte Al­liance contre les Turcs réussit effectivement à libérer les terres européennes occupées les unes après les autres: la Ca­rinthie germanique d'abord, ensuite la Slovénie, la Croa­tie, la Hongrie, la Transylvanie et d'importantes portions des territoires serbes et valaques. La “Porte de Fer” du Da­nube retombe entre les mains de l'Europe et l'Empire ot­toman, lors de la paix de Karlowitz en 1699, renonce défi­nitivement à conquérir l'Europe continentale.

 

C'est grâce au courage de ces 70.000 soldats accourus de tous les coins d'Europe pour affronter un ennemi plus de deux fois supérieur en nombre que nous devons de vivre dans des pays non théocratiques et de tradition chrétienne, où il y a séparation de l'Eglise et de l'Etat, permettant le développement d'une démocratie qui, bien qu'incomplète aujourd'hui, n'a pas d'égal dans le monde. Aujourd'hui, le Père Marco d'Aviano a donné son nom à l'aéroport de Tries­te, tandis qu'on envisage enfin de le béatifier, même si un crétin isolé a eu le toupet, en apprenant cette nouvelle, de s'y opposer, accusant cet humble frère capucin, sauveur des nations européennes et génial géopolitologue avant la let­tre, de “bellicisme”…!

 

Archimede BONTEMPI.

(article paru dans La Padania, 20 octobre 2000; http://www.lapadania.com).

 

vendredi, 15 février 2008

1152: Mort de Conrad III

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15 février 1152: Mort à Bamberg de l’Empereur romain-germanique Conrad III. Après avoir accédé au trône suite à de nombreuses péripéties et dissensions internes, Conrad III part en croisade en 1146, réside ensuite à Constantinople, où il forge une alliance avec l’Empereur byzantin Manuel Comnène, malheureusement trop fantasque et infatué de sa personne pour donner cohérence à ses projets. Le principal objectif des deux empereurs alliés était de battre Roger II, roi normand de Sicile, allié du Roi de France Louis VII et des Guelfes papistes hostiles à l’Empereur. Derrière cette rivalité se profilent deux volontés antagonistes d’ouvrir la voie des la côte orientale de la Méditerranée: par la mer pour l’alliance entre la France, le Pape et les Guelfes; par la terre et le Danube pour l’Empereur Conrad III.

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jeudi, 14 février 2008

Robert Gilbert Vansittart

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14 février 1957: Décès à Denham dans le Buckinghamshire du Baron Robert Gilbert Vansittart, diplomate britannique artisan du Traité de Versailles, collaborateur de Lord Curzon de 1920 à 1924, sous-secrétaire du Foreign Office britannique de 1930 à 1938. Il deviendra célèbre pour ses positions ultra-germanophobes et son plaidoyer systématique pour le réarmement du Royaume-Uni en vue d’une guerre contre l’Allemagne. Cheville ouvrière du parti belliciste, hostile à la politique d’apaisement de Neville Chamberlain en 1938, au moment de la crise tchécoslovaque, il est relégué dans un poste sans grande importance. Il exercera une influence prépondérante sur Winston Churchill, qui annulera la politique de Chamberlain et optera pour la carte belliciste de Vansittart.

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mercredi, 13 février 2008

Visions d'Europe à l'époque napoléonienne

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Robert STEUCKERS:

 

Les visions d'Europe à l'époque napoléonienne

Aux sources de l'européisme contemporain

 

Les visions d'une Europe unifiée et autarcique ne datent pas de Locarno et d'Aristide Briand, ni de la seconde guerre mon­diale ni des pères fondateurs des communautés euro­péennes. Elles ont eu des antécédents dès l'âge de la phi­lo­sophie des Lumières. Bon nombre de conceptions se sont précisées à l'époque napoléonienne.

 

L'Europe dans l'optique des philosophes des Lumières est:

◊ un espace de “civilisation” et de “bon goût”;

◊ une civilisation marquée par le déclin et l'inadaptation (due à l'industrie montante);

◊ une civilisation où la raison décline;

◊ une civilisation marquée par la gallomanie et déstabilisée par les réactions nationales face à cette gallomanie omni­présente.

Les philosophes des Lumières considèrent déjà que l'Europe est coincée entre la Russie et l'Amérique. Ils se partagent entre russophiles et russophobes. Tous estiment toutefois que l'Amérique est une Nouvelle Europe, une Europe remise en chantier au-delà de l'Atlantique et où de multiples pos­si­bilités sont en jachère.

 

Les “Lumières” et Herder

 

Dans le cadre de la philosophie des Lumières et de la gallo­manie ambiante, Herder développe une vision critique de la situation intellectuelle en Europe et réfléchit en profondeur sur le sens de l'individualité historique des constructions col­lectives, fruits de longues maturations, ciselées et façonnées par le temps. Il jette les bases d'une critique positive de la gallomanie, comme culte artificiel des styles gréco-romains imités, à l'exclusion de tous les autres, notamment du go­thi­que médiéval. Rousseau abonde dans le même sens, voit l'histoire comme une dialectique harmonieuse entre les na­tions et l'universel, mais estime que l'Europe en déclin, der­riè­re les façades néo-classiques du XVIIIième siècle, est moralement condamnable car perverse et corrompue. Her­der veut réhabiliter les cultures populaires plus enracinées, faire revivre les cultures autochtones que les processus d'ur­banisation et de rationalisation, propres de la civilisation, ont marginalisées ou taraudées. Pour lui, l'Europe est une fa­mille de nations (de peuples). Contrairement à Rousseau, il es­time que l'Europe n'est pas condamnable en soi, mais qu'elle doit se ressaisir et ne pas exporter en Russie et en Amérique l'européisme abstrait au vernis gréco-romain, ex­pres­sion d'une artificialité sans racines permettant toutes les manipulations et engendrant le despotisme. Herder connaît l'Europe physiquement et charnellement pour avoir voyagé de Riga à Nantes, pérégrinations sur lesquelles il nous a lais­sé un journal fourmillant d'observations pertinentes sur l'état des mentalités au XVIIIième. Il compare avec minutie les cultures régionales des pays qu'il traverse, pose une série de diagnostics, mêlant constats de déclin et espoirs de guérison  —la guérison d'un peuple passant par la résur­rec­tion de sa langue, de ses traditions et des racines de sa lit­térature. Sur base de cette expérience vécue, il veut faire des Pays Baltes, sa patrie, et de l'Ukraine (avec la Crimée) l'atelier d'une Europe rénovée, tout à la fois

 

◊ respectueuse des modèles grecs classiques (mais surtout homériques; Herder réhabilite pleinement la Grèce homéri­que, donnant l'impulsion aux recherches philologiques ulté­rieures) et

 

◊ fidèle à ses héritages non grecs et non romains, mé­dié­vaux et barbares (slaves ou germaniques).

 

Cette Europe rénovée se forgera par le truchement d'un sys­tème d'éducation nouveau, nettement plus attentif que ces pré­décesseurs aux racines les plus anciennes des choses, des entités politiques, du droit, de l'histoire charnelle des peu­­ples, etc.  Dans ce sens, l'Europe espérée par Herder doit être, non pas une société d'Etats-personnes, mais une COMMUNAUTÉ DE PERSONNALITÉS NATIONALES.

 

Après les troubles et les bouleversements de la Révolution française, après la prise du pouvoir par Napoléon Bonaparte, bon nombre d'observateurs politiques européens commen­cent à percevoir l'Europe comme un BLOC CONTINENTAL (Ber­trand de Jouvenel sortira un maître ouvrage sur cette thé­matique). Avec le blocus continental, l'idée d'une autarcie économique européenne prend corps progressivement. Elle a surtout des exposants français, mais aussi beaucoup de partisans allemands, comme Dalberg, Krause ou le poète Jean Paul (dont l'héritier direct au 20ième siècle sera un au­tre poète, Rudolf Pannwitz; cf. Robert Steuckers, «Rudolf Pann­witz: “Mort de la Terre”, Imperium europæum et con­ser­va­tion créatrice», in Nouvelles de Synergies Européennes, n°19, avril 1996).

 

Le Baron von Aretin

 

Le Baron von Aretin (1733-1824), Bavarois se revendiquant d'un héritage celtique, sera un partisan de Napoléon, en qui il voit un champion de la romanité et de la catholicité en lutte contre le “borussisme”, l'“anglicisme” et le “protestantisme”. Cependant, des protestants allemands développeront à leur tour un européisme pro-napoléonien, non pas au nom d'un mé­lange idéologique de celtitude, de romanité et de catho­li­cis­me, mais au nom de l'idéal protestant qui consiste à s'op­po­ser systématiquement à toute puissance universelle, com­me entend l'être la thalassocratie britannique. Le protestan­tis­me, dans cette optique, s'est dressé hier contre les préten­tions universalistes de l'Eglise de Rome; il se dresse aujour­d'hui non plus contre l'universalisme de la Révolution et du Code Napoléon, mais contre l'universalisme économique de la thalassocratie anglaise. Cet idéal, à la fois protestant et européiste, se re­trouvait essentiellement dans la bourgeoisie négociante d'Al­lemagne du Nord (Brème, Hambourg, mais aussi Anvers). Pour cette catégorie d'hommes, il s'agissait de briser les mo­nopoles anglais et de les remplacer par des monopoles eu­ropéens (ils préfigurent ainsi les théories de l'économiste List). L'objectif était l'éclosion d'une industrie autochtone eu­ro­péenne, capable de se développer sans la concurrence des produits coloniaux anglais, vendus à bas prix.

 

Le mémorandum de Theremin

 

Parmi les autres théoriciens allemands de l'autarcie et de l'in­dépendance continentale européenne, citons le Prussien The­remin, qui, dans son memorandum de 1795 (Des intérêts des puissances continentales relativement à l'Angleterre), con­state que l'Angleterre colonise commercialement l'Euro­pe et les Indes et qu'elle constitue de la sorte un despotisme maritime (Theremin est clairement un précurseur du géo­po­li­tologue Haushofer). Après 1815, plusieurs théoriciens alle­mands éprouvent une claire nostalgie de l'autarcie continen­tale. Ainsi, Welcker plaide pour une alliance franco-prussien­ne “pour organiser l'Europe”. Glave, pour sa part, prône une al­liance franco-autrichienne pour exclure la Russie et l'Em­pi­re ottoman de l'Europe. Woltmann, dans Der neue Leviathan  (= Le nouveau Léviathan), plaide pour l'unification européen­ne afin de faire face à “l'universalisme thalassocratique”. Bü­low entend promouvoir une “monarchie européenne univer­selle” qui aura pour tâche de conquérir l'Angleterre, afin qu'elle cesse de nuire aux intérêts du continent, et formule un “projet culturel” d'inspiration européiste afin d'annuler les incohérences et les pressions centrifuges que génèrent les nationalismes locaux.

 

Le Comte d'Hauterive

 

Les théoriciens français de l'autarcie européenne à l'époque napoléonienne abandonnent définitivement le romantisme exotique, orientalisant, après le double échec des opérations militaires de Bonaparte en Egypte et en Palestine. Désor­mais, les protagonistes du grand continent raisonnent en ter­mes exclusivement “européens” voire, avant la lettre, “euro­péo-centrés”. Réactualisant, dans la France impériale de Na­poléon, le “Testament de Richelieu”, ces visionnaires fran­çais de l'Europe future, dans leurs projets, font de la France la base de l'unification continentale. Contre l'Angleterre et sa flotte ubiquitaire et puissante, il faut organiser le blocus, fer­mer l'Europe au commerce anglais et faire de cette fer­me­ture un “système général”.

 

Ainsi le Comte d'Hauterive, dans son ouvrage, De l'Etat de la France à la fin de l'an VIII (= 1800), écrit que l'idéal pour la France en Europe avait été la situation de 1648 mais que cette situation avait par la suite été bouleversée par la mon­tée de la Prusse et de la Russie et par la domination navale de l'Angleterre. La France aurait eu intérêt à contrer la mon­tée en puissance de ces trois facteurs. Néanmoins, après les guerres de la Révolution, une situation nouvelle émerge: le Continent, dans son ensemble, fait désormais face à la Mer, do­minée par l'Angleterre, grâce, notamment, aux victoires de Nelson en Méditerranée (Aboukir et Trafalgar). Dans ce con­tex­te, la France n'est plus simplement une partie de l'Eu­ro­pe, opposée à d'autres parties, mais l'hegemon du Conti­nent, le moteur dynamisant de la nouvelle entité continentale européenne. D'Hauterive, dont l'idéologie n'est nullement ré­volutionnaire, renoue explicitement avec une perspective ca­ro­lingienne, également opposée au protestantisme en Eu­ro­pe.

 

Dans le camp hostile à Napoléon et à l'hegemon de la Fran­ce, on plaide généralement pour un “équilibre des puissan­ces”, clef de voûte de la diplomatie conservatrice à l'époque. Chaque Etat doit se limiter, écrivent des auteurs comme Mar­tens, von Gentz ou Ancillon. Si les Etats ne se limitent pas, ne brident par leur puissance et leurs propensions à l'ex­pansion, l'ensemble européen connaîtra le déclin à la sui­te de guerres incessantes, épuisant la vitalité des peuples. Pour ces conservateurs prussiens, il faut élaborer un sy­stè­me de contre-forces et de contre-poids (ce qui, envers et con­tre leur bonne volonté, s'avèrera bellogène au début du 20ième siècle). Le camp des européistes anti-napoléoniens est diversifié, nous y trouvons des monarchistes d'ancien ré­gi­me, des représentants du paysannat (hostiles au Code Na­poléon et à certaines de ses règles de droit), des républi­cains puristes (qui voient dans le bonapartisme un retour à des formes monarchiques), des représentants de la fraction de la bourgeoisie lésée par le blocus, des révolutionnaires déçus parce que l'idéal de fraternité n'a pas été incarné en Europe.

 

Fichte, Arndt, Jahn

 

Dans ce contexte, les Romantiques, dont Novalis, Müller et les frères Schlegel, préconisent un retour au christianisme médiéval, c'est-à-dire à un idéal d'avant la fracture de la Réforme et de la Contre-Réforme qu'ils croient capable de surmonter les cruelles divisions internes de l'Europe. Les na­tio­nalistes (allemands), comme Fichte et Jahn, sont répu­bli­cains, hostiles à la forme française de la Révolution, mais tout aussi hostiles à une restauration pure et simple de l'ancien régime. Pour Fichte, Arndt et Jahn, la Prusse est un simple instrument, mais très efficace, pour forger une nou­velle et puissante nation allemande. Fichte est volontariste: la constitution volontaire de cadres étatiques nationaux con­duira à un telos universel, à un monde organisé selon autant de modalités différentes qu'il y a de peuples. L'harmonie uni­verselle viendra quand chaque espace national aura reçu, à sa mesure, une structure de type étatique. Dans ce sens, l'universalisme fichtéen n'est pas monolithique mais pluriel. Pour ces nationalistes, la nation, c'est le peuple opposé à l'arbitraire des princes et des monarques. A ce volontarisme et à ce nationalisme centré sur le peuple s'ajoute, notam­ment chez Arndt, une dialectique Nord/Sud, où le Nord est li­bertaire et le Sud développe une fâcheuse propension à trop obéir à l'Eglise et aux Princes. Arndt, par exemple, propose pour la future Allemagne unie, qu'il appelle de ses vœux,  le mo­dèle suédois, modèle élaboré par une nation homogène, exemple d'une germanité plus authentique et fort puissante, organisé selon des critères étatiques solides, depuis les ré­formes civiles et militaires du Roi Gustav-Adolf au XVIIième siècle; un roi qui avait voulu devenir le champion du pro­tes­tantisme —mais d'un protestantisme organisé et non géné­rateur de sectes impolitiques, comme les dissidents anglais et les puritains américains—  contre Rome et l'Empire ca­tho­lique du fanatique Ferdinand II, qui préférait, disait-il, régner sur un désert plutôt que sur un pays peuplé d'hérétiques! (On peut parfaitement comparer les réformes de Gustav-A­dolf à certaines créations de Richelieu, comme la mise sur pied d'une Académie Royale, destinée à organiser le savoir ab­strait et pratique pour consolider l'Etat).

 

La Sainte-Alliance et Franz von Baader

 

Pendant la Restauration, c'est l'Autrichien Metternich qui don­ne le ton et tente de forger et d'asseoir définitivement une Europe réactionnaire, traquant partout tous les résidus de la Révolution française. L'instance internationale de l'époque est la Sainte-Alliance de 1815 (Grande-Bretagne, Russie, Prusse, Autriche), qui devient la Pentarchie en 1822 (quand la France se joint aux quatre puissances victorieuses de 1814-15). La Restauration permet l'éclosion d'un roman­tis­me contre-révolutionnaire, incarné notamment par Franz von Baader. Elle vise aussi à organiser rationnellement l'Eu­rope sur base des acquis de l'ancien régime, remis en selle en 1815. Franz von Baader envisage une Union religieuse des trois confessions chrétiennes en Europe (protestan­tis­me, catholicisme, orthodoxie), pour s'opposer de concert aux principes laïcs de la Révolution et pour aplanir les conten­tieux qui pourraient survenir entre les composantes majeu­res de la Sainte-Alliance. Ce projet est rejeté par les catho­li­ques les plus intransigeants, qui refusent d'accepter qu'un destin commun les lie aux protestants et aux orthodoxes. Franz von Baader perçoit la Russie comme le bastion de la restauration et comme l'ultime redoute de la religion face au déferlement de la modernité. La “révolution conservatrice” des premières décennies du 20ième siècle reprendra cette i­dée, sous l'impulsion d'Arthur Moeller van den Bruck, tra­ducteur de Dostoïevski, qui prétendra, dans la foulée, que la Russie avait maintenu intacts ses instincts anti-libéraux mal­gré la révolution bolchevique. De ce fait, aux yeux du con­ser­vateur Moeller van den Bruck, la Russie soviétique de­ve­nait un allié potentiel de l'Allemagne face à l'Ouest.

 

Schmidt-Phiseldeck 

 

Le diplomate danois au service de la Prusse Schmidt-Phisel­deck prône dans le contexte de la restauration un autocen­tra­ge de l'Europe sur elle-même  —même idée que celle du bloc continental napoléonien mais sous des signes idéologi­ques différents—  et avertit les nations européennes contre toute aventure coloniale qui disperserait les énergies euro­péennes aux quatre coins de la planète, déséquilibrerait le continent et provoquerait des rivalités d'origine extra-euro­péen­nes entre Européens contre l'intérêt même de l'Europe en tant que famille de peuples, unis par un même destin géo­graphique. Schmidt-Phiseldeck veut une “intégration intérieure”, donc une organisation structurelle de l'Europe, et perçoit clairement le danger américain (qui se pointe déjà à l'horizon). Pour lui, la seule expansion possible de l'Europe est en direction de l'Anatolie turque et de la Mésopotamie. L'ancienne aire byzantine toute entière doit redevenir européenne, par la force si besoin s'en faut et par une union indéfectible de toutes les forces militaires de la Pentarchie, capables de culbuter les armées ottomanes dans une cam­pa­gne de brève durée. On peut dire a posteriori que Schmidt-Phiseldeck est un précurseur (anti-ottoman) de la ligne aérienne et ferroviaire Berlin-Bagdad, mais sans hosti­lité à l'égard de la Russie.

 

Autre théoricien de l'époque, Constantin Frantz (cf. Robert Steuckers, «Constantin Frantz», in Encyclopédie des Œu­vres philosophiques, PUF, 1992), critiquera également les expansions coloniales dans des termes analogues, préfigu­rant ainsi les thèses de Christoph Steding (cf. Robert Steuc­kers, «Christpoph Steding», in Encyclopédie des Œuvres philosophiques, PUF, 1992), du géopolitologue Arthur Dix et de Jäkh, auteur, pendant la première guerre mondiale, d'un mémorandum justifiant l'alliance germano-ottomane dans le sens d'une exploitation commune de l'espace entre Constan­tinople et le Golfe Persique. La Guerre du Golfe est ainsi, à la lumière de ces analyses posées successivement au fil du temps par Schmidt-Phiseldeck, Frantz, Steding, Dix et Jäkh, une guerre préventive contre l'Europe, dont la seule expan­sion possible est en direction du Sud-Est, comme les princi­pa­les vagues indo-européennes de la proto-histoire et de l'an­tiquité se portaient également dans cette direction, fon­dant successivement la Grèce archaïque, l'Empire Hittite, les Empires perse et mède, les royaumes aryens d'Inde. [ajout d'avril 2000: Le sort de l'Europe se tient par le Sud-Est: la puissance qui barre la route de l'Europe dans cette direction est celle qui la maintient la tête sous l'eau, empêche son dé­veloppement harmonieux. C'est aujourd'hui, clairement, la stra­tégie choisie par l'alliance américano-turque, qui vient de ré-implanter une présence ottomane dans les Balkans, par Bosnie et Albanie interposées, pour s'opposer aux pénétra­tions pacifiques et économiques de l'Allemagne, de l'Autri­che, puissances civiles et industrielles capables de dévelop­per les Balkans, et de la Russie, capable de donner une ga­ran­tie militaire et nucléaire à ce projet. Pire, il s'agit d'une stra­tégie qui conteste à la Russie sa présence en Mer Noire, ruinant les acquis de Catherine la Grande].

 

Görres et l'hegemon allemand

 

Pour sa part, Görres, autre théoricien allemand de l'époque de la Restauration, envisage une Allemagne unifiée et re-catholicisée comme hegemon de l'Europe, en lieu et place de la France napoléonienne. Cette Allemagne serait civile et spirituelle et non pas guerrière à la façon bonapartiste. Elle viserait la paix perpétuelle et serait la puissante fédératrice par excellence, ayant des frontières communes avec toutes les autres nations européennes. Le destin géographique de l'Allemagne, la multiplicité de ses voisins, en font la fé­dé­ratrice de l'Europe par destin géographique. L'universalité (ou la catholicité au sens étymologique du terme) de l'Alle­magne provient justement de la simple existence bien con­crète de ces voisinages multiples et diversifiés, permettant à l'intelligentsia allemande de jeter en permanence un regard varié et pluriel sur les événements du monde, sans vouloir les biffer à l'aide d'une idéologie toute faite. Elle seule peut intégrer, assimiler et synthétiser mieux que les autres, grâce à cette proximité territoriale et physique pluri-millénaire.

 

Leopold von Ranke, historien nationaliste allemand, dévelop­pe, quant à lui, une vision plus romano-germanique de l'Eu­rope, d'essence chrétienne. Il évoque un “génie occidental”, contrairement à von Baader qui valorise la virginité russe face au déclin rationaliste de l'Ouest. Pour von Ranke, l'O­rient est “sombre folie”, car ni l'Etat ni l'Eglise n'y pénètrent au fond du peuple. L'Occident, pour lui, est le système le plus parfait. Ce système est l'élu de Dieu sur la Terre. Ranke est donc à l'origine des options occidentalistes du nationalis­me allemand ultérieur.

 

Constantin Frantz et l'équilibre pentarchique

 

Constantin Frantz s'oppose à trois forces politiques ma­jeures, actives dans les Etats allemands de son époque: l'ultramontanisme, le particularisme catholique en Bavière, le national-libéralisme prussien (et, partant, le capitalisme). Ces forces politiques sont centrifuges, maintiennent la divi­sion de l'ensemble mitteleuropéen, parce qu'elles raisonnent en termes partisans et fractionnistes. Pour lui, le Reich mo­derne, le Reich à venir après l'abrogation en 1806 du Reich historique sous la pression napoléonienne, devra s'étendre à toute l'Europe centrale (la “Mitteleuropa”) et se donner une organisation fédéraliste, tenant compte des diversités de no­tre continent. L'équilibre européen, pour Frantz, doit rester pen­tarchique et centripète dans le cadre géospatial euro­péen. Toute extraversion colonialiste est un danger, si bien qu'à ses yeux, l'Angleterre n'est plus une nation européenne mais un empire maritime en marge du continent; la France a, elle aussi, cessé d'être pleinement européenne depuis qu'elle a pris pied en Algérie et en Afrique: elle devient une na­tion eurafricaine qui l'éloigne a fortiori des problèmes spé­cifiquement européens et la distrait des tâches structurelles dont le continent a fortement besoin, au moment où l'ac­crois­sement de la population et l'industrialisation impliquent un changement d'échelle et impulsent un volontarisme et une imagination politiques pour que les sombres prévisions de Malthus ne deviennent pas le lot inéluctable des grandes masses déracinées, urbanisées et prolétarisées. La politique sociale de Bismarck et le socialisme de la chaire seront des réponses à ce défi.

 

L'extraversion colonialiste

 

Frantz critique sévèrement l'Angleterre et la France, puis­san­ces ayant au préalable commis le péché d'extraversion, pour avoir fait la Guerre de Crimée contre la Russie. Elles se sont ainsi opposées à un Etat constitutif de la Pentarchie eu­ropéenne au profit d'un Etat qui n'en faisait pas partie (l'Em­pire ottoman), ce qui, pour Frantz, constitue une entorse très grave à l'esprit d'unité de la Sainte Alliance, censée apporter une paix définitive en Europe, de façon à faire de celle-ci un bloc civilisationnel cohérent et solide, s'étendant de l'Atlanti­que au Pacifique. La Guerre de Crimée aliène la Russie vain­cue par rapport au reste de l'Europe, car une violente réac­tion anti-occidentale, entraînant l'Allemagne et l'Autriche neutres dans cet opprobre, se constitue et se consolide chez les intellectuels russes.  Ceux-ci ne pardonnent pas aux au­tres Européens cette trahison abjecte de la Russie, qui s'é­tait longuement battue pour l'Europe en libérant la rive nord de la Mer Noire et le Caucase du joug ottoman entre 1750 et 1820.

 

L'Allemagne en gestation et l'Autriche deviennent, quant à elles, des empires sans espace, coincés entre des puissan­ces disposant de vastes étendues extra-européennes, cen­tre-asiatiques ou sibériennes. A elles seules incombe dé­sormais la tâche d'organiser en autarcie, comme il se doit, la portion d'Europe qui leur reste, mais sans pouvoir étendre ce principe constructif d'organisation structurelle et territoriale aux marges occidentales et orientales de notre sous-con­ti­nent. L'Europe est dès lors dangereusement déséquilibrée et déstabilisée. Les guerres inter-européennes deviennent pos­si­bles, y compris pour régler des problèmes extra-euro­péens, survenus dans les espaces colonisés. La Guerre de Cri­mée porte en germe l'horrible tragédie de 1914-1918.

 

Ernst von Lasaulx

 

Pour Ernst von Lasaulx, professeur de philologie classique à Würzburg et Munich, les diplomates européens doivent re­connaître les forces à l'œuvre hic et nunc sur le continent, et ré­pondre à la question: «Où nous trouvons-nous aujourd'hui dans le flux de l'histoire?». Seule cette interrogation permet de faire des projets cohérents pour l'avenir. Elle implique que l'homme d'Etat sérieux et efficace doit connaître le ma­ximum de faits historiques (sinon, la totalité!), car tous ont une incidence, même fortuite, sur la structure du présent. L'a­venir ne se construit que par recours au passé, à tout le passé. Celui qui l'ignore, ou le connaît mal, ou le connaît à travers le filtre d'images propagandistes, est condamné à faire des essais et des erreurs, à procéder par tâtonnements voués à l'échec. Catholique d'origine, influencé par Baader, La­saulx est surtout un mystique germanique et un "panso­phique". Dans cette optique, la vraie religion des époques historiques fortes, est expression de la vie, de la vitalité. En Europe, régulièrement, par cycles, des "peuples jeunes" ont régénéré les peuples vieillissants. Lors de l'effondrement de l'Empire romain, ce rôle a été dévolu aux Germains. Pour La­saulx, les Slaves (surtout les Russes) prendront le relais. Ils seront le "Katechon" de l'Europe qui, sans eux, s'en­gloutirait dans la décadence, accentuée par les idées occi­dentales et françaises.

 

Conclusion:

 

Les visions d'Europe de l'époque napoléonienne et de la Re­stauration conservent une pertinence politique certaine; elles expliquent des permanences et des lames de fonds. La con­naissance de ce dossier demeure à nos yeux un impératif de "sériosité" pour les hommes d'Etat.

 

Notre exposé contient sept idées majeures, toujours ac­tuelles, qu'il faut toujours garder en tête quand on pense ou on veut penser l'Europe, comme espace de civilisation co­hé­rent:

 

1.        L'espace s'étendant des Pays Baltes à la Crimée doit ê­tre organisé selon des modalités propres sans hostilité au reste de la Russie (Herder).

 

2.        L'Europe est une diversité (et le restera). Cette diversité est source de richesse, à condition qu'on l'harmonise sans la stériliser (Herder).

 

3.        L'opposition Terre/Mer reste une constante de l'histoire européenne (Theremin, d'Hauterive) et, dans le concert des peuples européens, la France oscille entre les deux, car elle est capable d'être tantôt une puissance navale, tantôt une puissance continentale. Carl Schmitt et Karl Haushofer sont les héritiers intellectuels de Theremin et d'Hauterive. Dans les années 60 de notre siècle, Carl Schmitt a toutefois tenu compte d'un chan­gement de donne stratégique et technologique, avec la puissance aérienne et la maîtrise des espaces circum-terrestres.

 

4.        L'idée de Baader de forger une Union religieuse et de dé­passer, de ce fait, les clivages confessionnels bello­gènes, reste un impératif important. Les guerres inter-yougoslaves de 1991 à nos jours montrent clairement que les confessions ne sont pas neutralisées, qu'elles conservent une potentialité conflictuelle certaine. Pour nous, reste à savoir si les christianismes officiels peu­vent apporter l'harmonisation du continent ou s'il n'est pas légitime, comme nous le pensons, de retourner aux valeurs pré-chrétiennes, pour donner un socle plus sûr à notre espace civilisationnel.

 

5.        Avec Schmidt-Phiseldeck, force est de constater que la présence ottomane est une anomalie à l'Ouest de l'E­gée et du Bosphore, empêchant notre continent de se "vertébrer" définitivement [ajout d'avril 2000:  Toute pré­sence ottomane dans les Balkans interdit aux Euro­péens d'organiser le Danube. L'objectif des Ottomans était de contrôler ce grand fleuve, au moins jusqu'à Vienne, la "Pomme d'Or". Ce projet a échoué grâce à la résistance héroïque des milices urbaines de Vienne, des armées impériales, hongroises et polonaises. Ce projet a failli réussir à cause de la trahison des rois de France, François I et Louis XIV].

 

6.        Görres et Frantz ont théorisé clairement la nécessité de conserver à tout prix la cohésion du centre de l'Europe. Cette nécessité géographique doit être la base con­crè­te d'une renaissance du Saint-Empire.

7.        L'extraversion coloniale a ruiné l'Europe et importé en Eu­rope des conflits dont l'origine était extra-européen­ne. L'Europe doit d'abord s'auto-centrer puis organiser sa périphérie, par la diplomatie et un dialogue inter-ci­vilisations.

Ces sept recettes méritent d'être méditées.

Robert STEUCKERS.

(Extrait d'une conférence prononcée à l'Université d'été de "Synergies Européennes", Lourmarin, 1995).

dimanche, 10 février 2008

Alan Heusaff (1921-1999)

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Alan Heusaff (1921-1999): histoire d'un militant pour la liberté des Celtes

 

Avec Alan Heusaff disparaît un combattant pour la liberté des peuples!

 

Alan Heusaff zobet d'an Anaon. Alan Heusaff s'est envolé parmi les âmes. Telle est la formule consacrée dans la lan­gue des pères. Sans aucun doute, Alan Heusaff trouvera ra­pidement la route pour le mener à l'Ile des Femmes, des Pom­mes sacrées et de l'éternelle jouvence. Sur l'Ile d'Ava­lon, Alan Heusaff sera aux côtés des héros et du Roi Arthur, qui, un jour, reviendra pour libérer son pays des occupants é­trangers. L'homme qu'une foule impressionnante de mili­tants pour la liberté a accompagné lors de son ultime voya­ge, le 7 novembre 1999, par une journée pluvieuse, était un ac­teur de l'histoire. Un de ces héros modernes qui ont tout sa­crifié pour leur idéal, pour leur patrie, pour l'idée de liberté. L'é­glise du petit village de Spideal, dans le Comté de Con­ne­mara en Irlande, quelques jours après la Fête du Samhain, était pleine de Gallois, d'Irlandais, d'Ecossais, de Corniques et naturellement de Bretons, venus de Dublin et de Galway, de Cork et de Limerick. Et aussi directement de la Petite Bre­tagne. Bernard Moffat, secrétaire général de la Ligue Celti­que, était présent aux obsèques, arrivé directement de l'Ile de Man. Ce jour-là, les bourrasques du vent ont soulevé les bannières noires et blanches, le Gwenn ha Du breton, et ont recouvert les voix de la foule entonnant le Bro goz ma za­dou (Vieux pays de mes pères), l'hymne national breton, rédigé en 1921 par le troisième Grand Druide Taldir (= “Front d'Acier”) sur la musique de l'hymne national gallois.

 

PNB, Bagadou Sturm, Bezenn Perrot

 

Alan Heusaff, du haut de ses 78 ans  —les plus courageux meu­rent toujours trop jeunes—  incarnait en lui tous les com­bats des Bretons et des Celtes depuis 60 ans. Né en 1921 à Ros­porden, dans la Petite Cornouaille bretonne, il a fréquen­té dans sa jeunesse l'Ecole Normale pour enseignants de Kem­per (Quimper). Scandalisé par le traitement qu'infligeait l'occupant français à son pays, il adhère en 1938 au Parti Na­tionaliste Breton, qui venait à peine de parier sur la carte in­dépendantiste. Dans la foulée, il adhère également au Ka­der­venn, un noyau de combattants organisé par Célestin Lai­né, qui voulait en faire l'embryon d'une armée bretonne et qui recrutait de nombreux anciens de l'organisation clan­des­tine Gwenn ha Du, responsable d'attentats contre des objec­tifs français à partir de 1932. Le jeune Alan participe notam­ment aux manœuvres secrètes de juillet 1938 sur les terres de Lanvaux, dans le Sud de la Bretagne, dans une atmos­phè­re de veillée d'armes. Plus tard, quand la guerre se sera déchaînée sur l'Europe, entraînant dans son cortège d'hor­reurs les petites nations qui ne l'avaient pas voulue, il s'en­ga­ge dans les Bagadou Sturm (Groupes de combat), forma­tions paramilitaires du PNB, organisées par le musicien Yann Goulet (disparu en septembre dernier à Dublin). En 1943, quand les partisans pro-français s'étaient donné pour spécialité d'abattre dans le dos les militants nationalistes bre­tons, et surtout après l'assassinat crapuleux de l'Abbé Per­rot, exposant généreux du mouvement culturel, par des ter­roristes demeurés inconnus, Alan Heusaff s'inscrit à la Be­zenn Perrot. Cette formation, également créée par Cé­lestin Lainé, est devenue, selon la définition même de son chef, “la première armée bretonne en guerre contre la Fran­ce depuis la défaite historique de Saint-Aubin du Cormier”. Entraînée dans un cyclone infernal, la Bezenn est rapide­ment pri­se en mains par les Allemands et incorporée de for­ce dans le SD (Sichereitsdienst, Service de Sécurité) et par­ti­ci­pe, en Bretagne, aux combats contre les maquis commu­nistes. Chassés de Bretagne par la défaite allemande, les ul­ti­mes combattants de l'“armée bretonne” se retrouvent à Tü­bingen, regroupés autour de Lainé. Certains d'entre eux, com­me Aël Péresse, resteront en Allemagne, où ils devront vivre pendant de nombreuses années sous une fausse iden­tité pour échapper aux services secrets français. Alan Heu­saff, avec de nombreux compagnons, décide de partir pour l'Irlande, en passant par l'une des organisations mises sur pied en collaboration avec le mouvement républicain et les pa­triotes gallois, rassemblés au sein du mouvement politique Plaid Cymru, pour protéger les Bretons de la terrible répres­sion française qui s'abattait sur leur pays.

 

La “Celtic League”

 

En 1950, Alan Heusaff reprend ses études à l'Université de Du­blin, et, quand il les achève, trouve un emploi dans le ser­vi­ce national de l'aéronautique irlandaise. En 1959, il crée, avec Yann Fouéré, le journal Breton News qui se veut le lien en­tre tous les réfugiés politiques bretons, mais qui, rapide­ment, devient un organe inter-celtique de combat. En 1961, toujours avec Yann Fouéré, mais aussi, cette fois, avec Gwyn­for Evans et J. E. Jones, respectivement président et secrétaire général du Plaid Cymru, il fonde sur l'Ile de Rhos au Pays de Galles, la Celtic League (= Ligue Celtique). Celle-ci, au début, n'était rien d'autre qu'un mouvement dans lequel les différents partis nationaux des pays celtiques é­taient représentés en tant que tels. En 1972, Breton News prend le nom de Carn, une dénomination commune dans tou­tes les langues celtiques, et devient l'organe officiel de la Li­gue. Alan Heusaff est élu secrétaire général de la Ligue Cel­tique, charge qu'il conservera pendant 25 ans, avant de s'oc­cuper de la branche internationale. Il est rentré au moins une fois en Bretagne, en 1980, à l'occasion du décès de son vieux commandant Célestin Lainé, pour disperser ses cen­dres sur le champ de Saint Aubin du Cormier, où les armées réunies de toute l'Europe s'étaient massées pour défendre l'in­dépendance de la Bretagne, mais ont été battues en 1488 par les troupes françaises du Général La Trémoille. Jusqu'à sa mort, Alan Heusaff a lutté pour réaliser, au sein de l'Union Eu­ropéenne, une fédération des nations celtiques, dès que cel­les-ci auraient été libérées de leurs tutelles étrangères.

 

Thierry JIGOUREL.

(article paru dans La Padania, Milan, 11 novembre 1999; http://www.lapadania.com/1999 ).  

samedi, 09 février 2008

Vals socialisme en waarachtig socialisme

Robert STEUCKERS :

Vals socialisme en waarachtig socialisme

Waarom nadenken over het verleden en de historische evolutie van het socialisme, op het moment dat het in Europa dikwijls electoraal verliest, terwijl het geen politiek project en geen gewapende takken meer heeft, geen Sovjet-banden of andere meer heeft, waar een fanatiek individualisme dat sociale catastrofes baart de postmoderne mentaliteit in de Eerste Wereld steeds meer bepaalt, van bevliegingen en rages vanwege yuppies en trendy kleinburgers die zich nestelen in hun kleine virtuele wereldje.

Omdat het socialisme, of men het nu wil of niet, een communautaire reflex en aspiratie vertoont. Om een al even zo banaal als reëel discours aan te halen, de mens is geen wezen dat enkel op zichzelf gericht is, op zijn eigen ik. Hij is het kind van z’n ouders, maar ook kleinzoon of kleindochter, broer of zus, vader of moeder, neef, buur, collega,… In deze betekenis kan hij het goede wensen voor zijn groep of groepen binnen dewelke hij leeft en handelt en bijgevolg dit gemeenschappelijke goede verheffen boven zijn eigen individueel welzijn. Zoals alle aanhangers van grote religies en ook de adepten van het klassieke humanisme steeds hebben onderlijnd, een mens kan zijn welzijn opofferen voor z’n kinderen, een strijdzaak, voor elk soort motief dat het zelf overstijgt. Z’n intelligentie en instinctueel geheugen (twee kwaliteiten die niet noodzakelijk heterogeen en incompatibel zijn) kunnen dus opofferingen vooropstellen voor een tijd die als beter aangevoeld wordt, maar die nog toekomstig is. De mens handelt niet enkel vanuit een hedendaags perspectief, maar rekent vaak op de langere termijn, op vooruitzichten, wedt op de toekomst van de zijnen. Met het vermelden van deze banaliteiten, die antropologen en sociologen maar al te goed kennen, wensen we te wijzen op de nietigheid en de leegte van filosofische of economische theorieën die halsstarrig een methodologisch individualisme postuleren en die overal de hedendaagse manie van de politieke correctheid willen instellen.

Een deel van de aanhangers van het Verlichtingsdenken, vanaf de 18de eeuw, voerde in de dagelijkse politieke praktijk het methodologisch individualisme in, anderen legde de basis voor een sociale politiek, dikwijls in het kielzog van Verlichte despoten, anderen zoals filosofen uit de Parijse salons legden de basis voor het positivisme, terwijl nog anderen in het kielzog van Herder en de Sturm und Drang een emancipatie van mensen en zielen voorstelden door beroep te doen op de wortels van culturen, op ontluikende cultureel-literaire werken die de identiteit in al haar originaliteit en mooie onschuldige eenvoud weergaven. Door het bekritiseren van het methodologisch individualisme bij een deel van de volgelingen uit de Europese Verlichting, verwerpen we daarom nog niet alle facetten van deze Verlichting maar enkel deze die een dolgedraaide evolutie kenden, die een reeks foute veronderstellingen, dogma’s propageren en een schematische ideologie instellen en die er een discours op nahouden die elk debat weigert maar bol staat van modieuze woordkeuzes (door de Franse filosoof-medioloog François-Bernard Huyghe de “Langue de coton” genoemd), kortom, de hedendaagse politieke correctheid. Die “langue de coton” is in feite de concrete vertaling van de “Newspeak” die Orwell aanduidde in zijn bekende roman ‘1984’. Daar tegenover denken wij dat een dubbel teruggrijpen naar de vele facetten van de Verlichting, veronachtzaamd door het hedendaagse dominante discours, ons in staat zou stellen om het debat te heropstarten en aan onze medemens die in een impasse verkeert reële politieke alternatieven voor te stellen.

De mislukkingen van de Verlichting vertonen zich op meerdere niveaus in de Europese geschiedenis van de laatste tweehonderd jaar:

1) In de ideologieën die afgeleid zijn van de metaforen “tijd” en “machine”, wijzend op een mechanistische visie op politiek-sociale kwesties, waar elk individu aanzien wordt als een eenvoudig op zichzelf gericht radertje, vergelijkbaar met alle andere radertjes, zonder binding of wortels, verbindt de individualistische stroming in het Verlichtingsdenken aan deze metaforische en schematische visie sociale en politieke stellingen terwijl men voorbijging aan de voorbode van het romantisme en de organische politieke filosofieën waarin de principes van ontstaan, vorming en groei volkomen natuurlijk ingebed zijn.

2) In de maatregelen die door de nieuwe Franse republiek na de revolutie werden gestemd, tegen de corporatieve systemen, rechten op samenwerkingsverbanden en belangengroepen, enz.; de hypercentralistische organisatie van de nieuwe republiek waar de burgemeesters Parijs vertegenwoordigden en niet de lokale gemeenschappen; de introductie van een individualistisch recht in gans Europa via de Napoleontische legers; maatregelen die ertoe leidden dat bepaalde contrarevolutionaire groepen zich konden affirmeren als kampioenen van sociale rechtvaardigheid, in tegenstelling tot wat de huidige gangbare historiografie stelt.

3) De opkomst van de industriële revolutie in het teken van het individueel recht in Engeland en in teken van het geheel op het continent.

4) De uitwerking van mechanistische en individualistische economische theorieën.

5) Het ontstaan van een socialisme dat als filosofisch-ideologisch fundament een “wetenschappelijk” mechanistisch en individualistisch denken heeft.

Dit vijfvoud aan feiten heeft het socialisme gestimuleerd, georganiseerd in de 2de Internationale, daarna het communisme in de 3de Internationale en tenslotte het trotskisme in de 4de Internationale (de veelvuldige afsplitsingen en dissidenties niet meegeteld); om de meest mechanistische, machinistische en anorganische Verlichtingsideeën aan te nemen én de meer pragmatische, organische en culturele stromingen af te wijzen als reactionair, gericht tegen de “emanciperende” Verlichting. Indien het socialisme is ten onder gegaan, dan is het precies te wijten aan dat cultiveren van een waarachtig geloof in die mechanistische religie die zich “wetenschappelijk” achtte en onderuit is gehaald door bevindingen in de fysische wetenschap, vanaf 1875 met de ontdekking van het thermodynamica-principe, met de kwantumfysica en de opgang van de biologische wetenschappen, enz… Het socialisme heeft een eeuw overleefd na de ondergang van haar mechanistische “epistemologie”.

Indien het socialisme, als particratisch systeem verankerd in de Europese geschiedenis, zich had gericht op de organicistische metaforen uit het denken van herder en het romanticisme, dan was het vandaag de dag allicht nog springlevend geweest. Elke beoefening van politieke die de individualistische methodologie afwijst, moet breken met de mechanistische paradigma’s zoals geïllustreerd door de paradigma’s van het uurwerk en de machine(2).

In feite ware een inzet op het « metafoor van de boom » democratischer geweest : de aandrijvende kracht van de machine is exterieur aan de machine, net zoals de despoot exterieur is aan het volk waarover hij heerst. Het principe van de boom als drijvende kracht, zijn bron van energie, zijn allereerste impuls, huist namelijk in zijn innerlijkheid. De boom regeert zichzelf, zijn levensbestaan is niet afhankelijk van een exterieure kracht die een sleutel hanteert of een raderwerk in gang zet om te bewegen of te “leven”. Ter vergelijking, een organisch socialisme, dus niet langer mechanistisch, had kunnen voortkomen uit de geschiedenis zelf van een volk dat het regeerde en beschermde. De geschiedenis heeft ons geleerd dat de socialistische oligarchiën de fout hebben begaan om uit het volk te treden, of een volk te regeren dat vreemd was aan henzelf in naam van een zeer hypothetische « internationale solidariteit », zonder (nog langer) te begrijpen wat de innerlijke motivaties van dat volk zijn. De kritieken van een Roberto Michels over de Verbürgerlichung, Verbonzung und Verkalkung (verburgerlijking, progressieve dominantie van de partijbonzen, sclerose) en de harde, bittere satire van een George Orwell in Animal Farm, waar de varkens uiteindelijk meer gelijk worden dan de anderen zijn hierover veelzeggend en tonen aan, voor zover nog nodig, dat de socialisten en de sociaal-democraten onderhevig zijn aan die politieke zwakheid, het is te zeggen, de zwakheid die erin bestaat een ideologie aan te nemen zonder diepgang die ertoe leidt dat ze in de marge van de bevolking belanden, hun socialistisch discours sterk relativeert en in de praktijk tot het omgekeerde leidt. De oligarchisering van de socialistische partijen is een permanent risico die het socialisme bedreigt, juist door toedoen van de “bonzen” die weigeren op te gaan in een volkslichaam, dat ze van nature uit als onvermijdelijk irrationeel beschouwen maar die vaak ontsnapt aan het kraakheldere schematisme van de beredeneerde Rede die hen eigen is.

Vandaag de dag verklaren de socialismes van verschillende kleuren en strekkingen de erfgenamen te zijn van de Franse Revolutie. Hoewel, het is de Franse Revolutie die de rechten op vereniging van bouwvakkers, handarbeiders, knechten,… alsook de beroepsverenigingen onderdrukt. Zij kiest daarentegen voor een puur individualistisch recht, gericht tegen de verenigingsrechten en de gedifferentieerde aanpak van de sociale kwestie. Gedurende de ganse 19de eeuw trachtten de werknemers hun traditionele verenigingen opnieuw te vestigen, ondermeer via het syndicalisme en in Engeland via een communautaristische vorm van socialisme: het guild-socialism. Maar de oligarchen van de socialistische partijen daarentegen hebben gekozen voor hun reële ideologie, nochtans tegengesteld aan het socialisme dat ze pretendeerden te verdedigen. De opeenvolgende breuken, afsplitsingen, de verschillende mutaties van het linkse discours zijn au fond gebaseerd op de weigering van het individualistisch mechanisme van deze “revolutionaire” Verlichtingsideologie. Nu de partijoligarchen, de “bonzen” zoals Roberto Michels hen noemt, een gedrag vertonen dat niet door de beugel kan, gelet op de betrokkenheid in maffieuze netwerken (zoals Craxi in Italië of de zaak Cools in België die leidde tot de naam “Palermo-aan-de-Maas”), vertaalt de malaise zich aan de basis door een desertie van het electoraat, en aan de top bij de intellectuelen, door een verandering in paradigma’s en dikwijls ook een terugkeer naar de onuitroeibare nostalgie van de gemeenschap. Vandaag praat men in de cenakels van denkend links, waaronder in de Verenigde Staten, opnieuw over “communautarisme”. Een discours die er hen toe verplicht opnieuw verbanden en waarden te herontdekken die tijdens de Franse Revolutie en het Bonapartistisch avontuur enkel door “contra-revolutionairen” werden verdedigd of geanalyseerd.

Algemeen kan men stellen dat de historiografische bronnen die gerelateerd zijn aan de contra-revolutie, bij de contra-revolutionaire auteurs duidelijk wijzen op een wil tot terugkeer naar het Ancien Régime en de klerikale en aristocratische elites opnieuw in het zadel wil helpen die er door de revolutie waren uit gelicht. Anderzijds zijn er bij die als “contra-revolutionair” beschouwde auteurs ook diegenen die autonomie van de werkenden, de arbeiders,… willen herstellen waarbij de extreme individualisering van het eigendomsrecht in bourgeois-recht dat vanaf 1789 triomfeert en finaal ook gecodificeerd wordt. Iets wat men nooit had durven doen tijdens het Ancien Régime, zelfs niet toen een langzame erosie van de solidariteitstradities was ingezet sinds een tweetal eeuwen. In Frankrijk vond de verdwijning van de orden eerder plaats dan elders in Europa. De situaties varieerden volgens de provincies. In het westen wegen de afnames van de heerlijkheden en het leenrecht zwaar door, in het zuiden en de streken rond Lyon en Parijs zijn ze praktisch volledig verdwenen. Aan de vooravond van de Revolutie heeft de boerenstand, de basis van de bevolking want de industriële revolutie is nog niet gestart en de arbeiders zijn kwantitatief nog beperkt in omvang, een afkeer van de verhoogde heffingen door klerken en de fiscus, maar dringen aan op het behoud van de collectieve goederen die vrij ter beschikking staan van de dorpsgemeenschap. Indien er opstanden en rellen zijn voor 1789, dan zijn die gericht tegen de bezitters van “rechten op heerlijkheden” en tegen hen die een private eigendom vestigen op een oude collectieve grond. Men zou dus kunnen denken dat de Franse boerenstand die vijandig staat tav “rechten op heerlijkheden” omdat ze een inbreuk vormen op gemeenschappelijke gronden, toegewijd was aan de republikeinse ideeën. Maar hun waaier van eisen en verzuchtingen herhaalt zich na de grote omwentelingen die Frankrijk overspoeld hadden: de revolutionaire assemblees voeren de belastingen opnieuw in en verzwaren ze nog, de grondlasten zijn nog zwaarder dan tijdens het Ancien Régime (november 1790). De historicus Hervé Luxardo stelt dat men aandrong op een “een revolutie binnen de revolutie”: de bourgeoisie vervangt het Ancien régime in de steden, installeert haar macht die de boerenstand schade toebrengt en die geleidelijk aan ertoe leidt dat de vijandigheid die men had t.a.v. de adel zich nu ent op de bourgeois die eigenaars zijn geworden van de oude collectieve goederen, op de nieuwe bezitters, de “foutus bourgeois” zoals een revolterende boer uit de Dordogne hen noemt in 1791. De revolte van het platteland maakt geen onderscheid tussen een edelman als dienaar van de koning of een bourgeois als aanhanger van de revolutionaire theorieën. Wanneer de revolutionaire staat de goederen van de Kerk verkoopt als zijnde “nationale goederen” aan particulieren in plaats van ze te herverdelen onder dorpelingen raken de gemoederen opgehitst en slaat in het westen van het land de vlam in de pan: opstanden in de Vendée en in Bretagne.

Erger nog, zo meldt Hervé Luxardo, in december 1789 vernietigen de nieuwe regeerders de laatste volksvergaderingen waar alle familiehoofden konden stemmen, door hen te vervangen door verkozen gemeenteraden waar enkel de “citoyens actifs” (lees: de rijksten!) kon voor stemmen! Deze maatregel maakte een einde aan de legende dat de Franse Revolutie “democratisch” was. Vanaf dan zouden de nieuwe notabelen die afgescheiden van een volk dat geen inspraak meer had, de collectiever goederen naar hun eigen goeddunken gaan beheren, het leidde op 28 september 1791 tot een plattelandswet die praktisch elk recht op het genieten van de vruchten van collectieve gronden, weiden, bossen verbood. Een catastrofe in de winterperiode die schaarste en hongersnood bracht bij de armste plattelandsbewoners. Een andere Franse historicus die kritisch staat t.a.v. de Franse Revolutie, René Sédillot, schrijft: jammergenoeg “is het voor bejaarden, weduwen, kinderen, zieken, armen om koren bijeen te rapen na de oogst, om te genieten van nagras, om stro te verzamelen voor bedekkingen, om druiven op te pikken na de wijnoogst, om kruiden en grassen bijeen te harken na het maaien (…) het is niet langer toegelaten voor de kuddes om vrije toegang te hebben tot de stoppelvelden en braaklanden.” Kortom, met één pennentrek elimineerde de wetgevende bourgeoisie de enige sociale zekerheid dat deze armste groepen hadden. Deze lacune zou ertoe leiden dat er arme klassen , “gevaarlijke klassen” ontstonden volgens de heersende terminologie. Het platteland kon niet langer alle dorpelingen voeden, wat een exodus veroorzaakte naar de steden of naar de kolonies, voeding gevend aan het ontstaan van een agressief en wanhopig socialisme.

In de steden waren de beroepen georganiseerd in gilden (meesters-chefs en werknemers-gezellen) en in gezellenverenigingen (zonder de meesters-chefs). De gezellenverenigingen organiseren de solidariteit tussen de werknemers-gezellen en staken indien hun verzuchtingen niet gehoord worden. De Frans-revolutionaire wetgever Isaac Le Chapelier veegt met één pennentrek de mogelijkheid van tafel om nog syndicaten te benoemen, kortom om er nog te stichten, en zelfs alle samenwerking van gesalarieerden mogelijk te maken. Sédillot: “De wet Le Chapelier van 14 juni 1791 maakte een einde aan al wat kon bestaan aan werknemersvrijheden.” Later veronachtzaamt de Code Civil de arbeidsregels en –wetten. Het Consulaat van Bonaparte herstelt de politionele controle op de werknemers door het “livret”, een arbeidsboekje, in te voeren. Geen enkele vorm van links kan geloofwaardig zijn indien het terzelfder tijd pretendeert erfgenaam te zijn van de Franse revolutie, partizaan van haar ideologie, en de werkende klasse te verdedigen. De Waalse Parti Socialiste is in flagrante tegenstelling met de essentie van het socialisme en de sociale solidariteit wanneer haar tenoren zoals Philippe Moureaux en Valmy Féaux geestdriftig de lof bezingen van de “Grote Revolutie” en zonder verpinken de ontelbare schurkenstreken van de sansculotten. De ganse sociale strijd van de 19de eeuw is in feite een protest tegen en een weigering van die wet Le Chapelier. In filosofische termen is de mechanistische ideologie uit het revolutionaire tijdperk van de Franse republiek niet in staat om de solidariteit te verzekeren en was de aanzet tot een ernstige sociale achteruitgang.

De gebeurtenissen van de Franse revolutie en het opkomen van de industriële revolutie in Engeland leidden tot een nieuw economisch denken van een wiskundig-rekenkundig type waarbij dat van Ricardo in het oog springt. Geen enkele historische of geografische context wordt in rekening gebracht en men zou moeten wachten op de Duitse « Historische Schule », het Kathedersozialismus en het institutionalisme (wat overigens Amerikaans is) om parameters te herintroduceren in het economisch denken die rekening houden met de omstandigheden, geschiedenis, geografie. Meteen werd ook het absurde idee ondergraven dat er één enkele economische wetenschap is die universeel alle bestaande, werkende economieën in de wereld kan sturen.

Bijgevolg is het socialisme een reactie tegen de Aufklärung zoals zij werd geïnterpreteerd in de Franse revolutie en door wetgevers zoals Le Chapelier. Het socialisme is dan ook, gelet op haar drijfveren aan het begin van haar levensloop, fundamenteel voor het behoud van de organische vrijheden, gemeenschappelijke goederen en de wijzen van organisatie in gilden en gezellenverenigingen. Die drijfveren zijn « juste » (juste afgeleid van het Latijnse ius, recht). Maar als het socialisme zoals we het nu kennen een mislukking, een onrechtvaardigheid of zelfs oplichterij is, dan is dit omdat het de verzuchtingen van het volk verraden heeft net zoals de Franse revolutionairen hun boeren hebben verraden. Een socialisme dat gedragen wordt door een historische en organische inhoud, gekoppeld aan een economische doctrine die schatplichtig is aan de Historische Schule en het Kathedersozialismus moet overnemen waar een vals socialisme dat gedecontextualiseerd, mechanistisch is en gedragen wordt door wiskundig-rekenkundige economische doctrines en een Frans-revolutionaire ideologie.

Robert Steuckers

Bibliografie:

- F.M. BARNARD, Herder’s Social and Political Thought. From Enlightenment to Nationalism, Clarendon Press, Oxford, 1965.
- Michel BOUVIER, L’Etat sans politique. Tradition et modernité, Librairie générale de Droit et de Jurisprudence, Paris, 1986.
- Louis-Marie CLÉNET, La contre-révolution, Presses universitaires de France, Paris, 1992.
- Bernard DEMOTZ & Jean HAUDRY (Hrsg.), Révolution et contre-révolution, Ed. Porte-Glaive, Paris, 1989.
- Jean EHRARD, L’idée de nature en France à l’aube des Lumières, Flammarion, Paris, 1970.
- Georges GUSDORF, La conscience révolutionnaire. Les idéologues, Payot, Paris, 1978.
- Georges GUSDORF, L’homme romantique, Payot, Paris, 1984.
- Panajotis KONDYLIS, Die Aufklärung im Rahmen des neuzeitlichen Rationalismus, DTV/Klett-Cotta, München/Stuttgart, 1986.
- Panajotis KONDYLIS, Konservativismus. Geschichtlicher Gehalt und Untergang, Klett-Cotta, Stuttgart, 1986.
- Jean-Jacques LANGENDORF, Pamphletisten und Theoretiker der Gegenrevolution 1789-1799, Matthes & Seitz, München, 1989.
- Hervé LUXARDO, Rase campagne. La fin des communautés paysannes, Aubier, Paris, 1984.
- Hervé LUXARDO, Les paysans. Les républiques villageoises, 10°-19° siècles, Aubier, Paris, 1981.
- Stéphane RIALS, Révolution et contre-révolution au XIX° siècle, DUC/Albatros, Paris, 1987.
- Antonio SANTUCCI (Hrsg.), Interpretazioni dell’illuminismo, Il Mulino, Bologna, 1979 [in dieser Anthologie: cf. Furio DIAZ, “Tra libertà e assolutismo illuminato”; Alexandre KOYRÉ, “Il significato della sintesi newtoniana”; Yvon BELAVAL, “La geometrizzazione dell’universo e la filosofia dei lumi”; Lucien GOLDMANN, “Illuminismo e società borghese”; Ira O. WADE, “Le origini dell’illuminismo francese”].
- René SÉDILLOT, Le coût de la révolution française, Librairie académique Perrin, Paris, 1987.
- Barbara STOLLBERG-RILINGER, Der Staat als Maschine. Zur politischen Metaphorik des absoluten Fürstenstaats, Duncker & Humblot, Berlin, 1986.
- Raymond WILLIAMS, Culture and Society 1780-1950, Penguin, Harmondsworth, 1961-76.

(Vertaald uit het Frans) Bron : Synergies Européennes, Stocker Verlag (Graz), Nouvelles de Synergies Européennes, Novembre, 1994

La Russie face à l'hégémonie américaine

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Pierre MAUGUE:

 

La Russie face à l'hégémonie américaine

 

Cet article de notre regretté Pierre Maugué, extrait du n°45 de "Nouvelles de Synergies Européennes", garde une certaine actualité et mérite encore une lecture attentive

Si le démantèlement de l’Union soviétique a soustrait au pouvoir de Moscou d’immenses territoires[1], la Fédération de Russie n’en demeure pas moins le plus grand pays du monde par sa superficie ( 17 075 400  km2 )  [2]. Le nouvel Etat n’a plus toutefois le statut de superpuissance qui permettait à son prédécesseur de parler d’égal à égal avec les Etats-Unis.

En dépit de son immense potentiel de développement, l’é­conomie russe, dans la phase de transition qu’elle traverse, re­présente  à peine 1% de la production mondiale[3]. Si la Rus­sie continue à peser d’un certain poids sur l’échiquier international, c’est en raison de son importance sur le plan géopolitique et de son armement nucléaire qui, en dépit des réductions intervenues, continue à constituer pour les Améri­cains une menace militaire non négligeable.

La Fédération de Russie, comme l’ancienne Union soviéti­que, ne jouit pas d’une homogénéité ethnique. Des 89 en­tités qui la composent, 21 sont des républiques ayant une ba­se ethnique, les 68 autres étant de simples  régions ad­ministratives. L’ethnie russe demeure toutefois largement majoritaire et représente 80% de la population.

Des républiques ethniques virtuellement indépendantes de Moscou

Après la disparition du système planifié et centralisé de l’Union soviétique, une large décentralisation s’est mise en place ; les républiques et  régions de Russie ont ainsi obtenu le droit de passer des accords avec des entités étrangères, pour autant que ces accords ne soient pas en contradiction avec la constitution russe. Plusieurs autorités locales ont mê­me obtenu le droit d’établir leur propre consulat à l’étran­ger. Sur le plan économique, les républiques peuvent aussi participer de manière indépendante au commerce extérieur, et il leur est permis d’exporter et d’importer des matières premières et des produits manufacturés sans autorisation du gouvernement central. Les républiques du Tatarstan et du Bashkortostan se sont ainsi dotées d’une représentation officielle indépendante de Moscou dans des organisations éco­nomiques internationales, et l’on peut voir une concur­ren­ce se développer entre les différentes  républiques et ré­gions de Russie pour attirer les investissements étrangers. Les résultats de cette concurrence sont toutefois très iné­gaux puisque 90% de tous les investissements étrangers se concentrent dans dix régions ou républiques, la ville de Mos­cou en attirant à elle seule 70%.

Le panturquisme a le vent en poupe

Mais cette décentralisation très poussée peut aussi avoir des conséquences politiques indésirables. On a pu voir ainsi des représentants des régions du Bashkortostan, Daguestan, Sak­ha, Tatarstan, Tuva, Khakassia et Chuvashia prendre part en 1998 à une réunion de la communauté pan-turque ; lors de cette réunion a été reconnu officiellement la Répu­blique turque de Chypre – décision en contradiction avec la position officielle de la Russie sur le conflit cypriote, et de nature à compliquer les relations déjà délicates de  Moscou avec la Grèce et la Turquie. De la même manière, avant que la guerre de Tchétchènie n’enflamme le pays, les autorités tchétchènes étaient en train de promouvoir activement la for­mation d’un marché commun  du Caucase afin de stimuler l’in­té­gration économique des pays du nord de la région (fai­sant partie de la Fédération de Russie) avec ceux du sud (indépendants de la Russie). Enfin, sur la Baltique, les diri­geants de la région de Kaliningrad (anciennement Königs­berg) —enclavée entre la Pologne et la Lituanie, et dont une partie de la population est d’origine allemande— souhaite­raient transformer  celle-ci en une zone économique à statut particulier, l’objectif étant d’attirer les investissements étran­gers et de développer les relations économiques avec la Finlande, l’Allemagne, la Scandinavie et les Etats baltes.

Fractionner pour régner… sur les gisements de gaz naturel

La faiblesse du pouvoir central russe pourrait être pour les Américains une tentation d’attiser les forces centrifuges qui agitent la Russie, de pousser à son démantèlement (comme ils le firent pour l’URSS) et de favoriser la naissance de pe­tits Etats aptes à devenir de nouveaux satellites. Cette tenta­tion pourrait être d’autant plus grande du fait que le territoire russe recèle d’importantes réserves de pétrole et de gaz na­turel. Mais la politique du diviser pour régner, qui a si bien réussi aux Britanniques au Moyen-Orient, n’est pas aussi fa­cile à manier à l’égard d’une puissance nucléaire comme la Russie, dont les réactions peuvent être imprévisibles. Elle accentuerait en outre le risque de prolifération des arme­ments nucléaires que favorise déjà l’état de semi-anarchie qui règne actuellement en Russie, et qui constitue un des soucis majeurs des Etats-Unis.

Des mises en garde ont été formulées aux Etats-Unis mê­mes, dans des milieux proches du pouvoir, à l’égard d’une politique dont les conséquences pourraient se révéler incon­trôlables, et qui risquerait notamment de conduire à un nou­veau rapprochement entre la Russie et la Chine. Mais le gou­vernement américain n’en a pas moins intérêt, pour des motifs géopolitiques auxquels la question pétrolière n’est pas étrangère, à maintenir un état de tension dans la région du Caucase, ne serait-ce aussi que pour tester la volonté du gouvernement russe  de défendre son intégrité territoriale.

Créer des républiques islamistes pour affaiblir le monde slave et orthodoxe

En Tchétchènie, comme en Bosnie et au Kosovo, l’objectif des Américains  pourrait être de créer un nouvel Etat isla­miste sur les flancs du monde slave et de la chrétienté  or­tho­­doxe. Préfiguration de ce qui se passera peut-être de­main aux dépens de la chrétienté occidentale (ou de ce qui en reste encore) ! 

Restaurer le pouvoir de l’Etat central, sans remettre en ques­tion le principe d’une décentralisation raisonnable, indispen­sable au développement de l’économie, faire comprendre aux Etats-Unis et à leurs satellites occidentaux que l’intégrité territoriale de la Russie ne peut d’aucune manière être re­mi­se en cause, telle va être la tâche la plus urgente à laquelle Pou­tine va devoir s’attaquer.

Quant à l’Europe, en s’alignant à chaque fois sur la politique étrangère américaine à l’égard de la Russie et du monde sla­ve orthodoxe, elle se trompe d’adversaire. Pour les Euro­péens, la Russie actuelle n’est un danger ni sur le plan mili­tai­re, ni sur le plan économique, ni sur le plan culturel ; elle constitue au contraire un élément indispensable d’une véri­table construction européenne,     En revanche les Etats-U­nis occupent militairement l’Europe sous couvert de l’OTAN, dominent la vie économique par le dollar, et imposent sans vergogne leur langue et leur « culture ».

Privilégier le nouvel impérialisme turc

Comme cela a déjà été démontré, l’Islam sert objectivement les intérêts des Etats-Unis, qui favorisent son expansion aux dépens de l’Europe, notamment dans les Balkans, où ils vi­sent à restaurer le pouvoir de leur allié privilégié, la Turquie. En outre, en s’installant massivement en Europe occiden­tale, les musulmans y constituent un facteur de déstabilisa­tion  qui, comme dans les Balkans, pourra être utilisé par Wa­shington le moment venu.

A la fin du XVII siècle,  l’armée turque pénétrait au cœur de no­tre continent et assiégeait Vienne, mais l’Empire des Habsbourg  avait alors la volonté et la capacité de battre l’envahisseur.. Aujourd’hui l’Islam réalise son rêve séculaire et s’installe partout en  Europe ; mais à Bruxelles, comme ja­dis dans Constantinople assiégée, on discute du sexe des an­ges ! Poids lourd du point de vue économique, l’Europe est devenue un nain politique ; l’hégémonie américaine, s’ap­puyant sur l’Islam, a encore de beaux jours devant elle.

Pierre MAUGUÉ.

Notes:

(1) Dont l’Ukraine, où se situe la ville de Kiev, qui fut le berceau de la nation russe

(2) La superficie de l’URSS était de 22 400 000 km2

(3) En 1998, le produit intérieur brut (P.I.B.) de la Russie a été de 276.611 millions de dollars, soit 0,96% du total mondial. (28.736.978).A titre de comparaison, les Etats-Unis, avec 8.230.397 millions de dollars, représentent 28,64% de la production mondiale, l’Allemagne, 7,42%, la France, 4,96%, et la zone Euro de la Communauté européenne (donc sans le Royaume-Uni, la Suède, le Danemark et la Grèce), 23,51%. A lui seul, le Japon représente 13,16 %de la production mondiale et a près de quatorze fois le poids économique de la Russie.